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YO PUEDO SOLA/SOLO –NO NECESITO AYUDA
¿Cuántas veces me he dicho esto? En muchas ocasiones el decirme: “yo puedo sola, no necesito ayuda” me ha servido para salir de mi zona de confort, para no conformarme y estirar mi deseo de aprender más y probarme. Me he visto en muchas ocasiones como esa persona que en sus primeros años les pide a sus papás que la dejen hacer cosas que “solo los adultos pueden hacer” porque quiero aprender a través de experimentar por mí misma la vida.
ESTA FORMA de pensar me ha servido para probarme y aprender. Sin embargo, estoy convencida de que siempre hay una medida justa. En muchas ocasiones creemos que la manera de superarnos es haciendo solos lo que deseamos y buscar nuestros propios logros. Esta parte de autonomía, que es necesaria en la vida, a veces la llevamos al extremo y en vez de servirnos, nos limita. La costumbre de tratar de resolver situaciones y hasta dificultades para después sentirme victoriosa al lograrlo, genera el hábito inconsciente de querer hacerlo TODO sola. Mirando hacia atrás, puedo reconocer que ciertas dificultades pudieron ser más fáciles de sobrellevar si hubiera pedido ayuda. Después de todo, somos seres sociales y una de las mayores ventajas que tenemos, es que podemos contar con ayuda y apoyarnos unos a otros. A veces este pensamiento es aún más marcado en las mujeres en el mundo laboral, un tanto por la cultura y otro tanto más por no querer ser vistas como incapaces profesionalmente y al mismo tiempo llevar las tareas de nuestra vida personal a la que todos tenemos derecho. Nos queremos convertir en personas super dotadas cuando el verdadero heroísmo está en saber pedir ayuda. Sin importar tu género, reflexiona sobre este tema, ¿qué ganas con querer hacer todo solo? Y, ¿cuál es el costo de eso? Te invito a que lo escribas y descubras si esta forma de pensamiento te está limitando.
Cuando reflexiono sobre esto, me doy cuenta de que uno de los mayores obstáculos para pedir ayuda es que creo que me muestro débil o incapaz ante los demás. Esto es solo una creencia que me obstruye la posibilidad de tomar un camino corto para lograr lo que deseo. La autonomía nos da esa satisfacción de saber que somos capaces, que nos superamos y nos valida, aunque puede llevarnos a un falso orgullo que nos nubla la vista.
En una ocasión conversaba con una cliente de coaching y me compartía que estaba sobre pasada con su trabajo. Estaba convencida de que todo lo tenía que hacer ella sola para asegurar que saliera bien. Estaba agotada y su salud en riesgo porque por exceso de trabajo, sacrificaba su alimentación y sueño. Cuando le hice la pregunta de a quién podía pedir ayuda, hizo una pausa y respondió que a nadie. Me sentí identificada y me permitió ver que cuando estamos atrapados en esa mentalidad podemos afectar nuestro bienestar y el que nuestras metas se vean lejanas. Viendo la situación desde afuera, fue fácil ver que cuenta con un equipo de personas que solo necesitan la oportunidad para probar sus capacidades y aprender a través de hacer ellos mismos, con su guía, las tareas que se requieren. El querer hacerlo sola no solo afecta su bienestar, sino el crecimiento de su equipo y el logro de las metas.
Este ejemplo también es llevado al mundo personal y a tus relaciones. Hay un mensaje sutil pero que influye poderosamente en los que nos rodean. Por un lado, hacemos creer a otros que no necesitamos ayuda cuando nos estamos ahogando y, por otro lado, proyectamos una imagen de soberbia que no es positiva. En una ocasión escuché que cuando no somos capaces de pedir ayuda, damos el mensaje de que tampoco nos la pueden pedir y no generamos vínculos de confianza en nuestras relaciones.
¿Cómo invitar a los que nos rodean a pedirnos ayuda si no lo hacemos con ellos? El pedir a otros su opinión, su perspectiva, consejos y ayuda no solo nos permite encontrar caminos viables para nosotros, sino que nos permite avanzar más rápido, aprender de otros, crecer y sentirnos acompañados. Esto último, alimenta nuestras conexiones y nuestra alma.
Los líderes en construcción aprenden a mostrarse cercanos y humanos. El ejemplo real de un verdadero líder es aquel que inspira a que otros prueben sus competencias, habilidades y muestra que también es capaz de pedir ayuda y aprender de otros. No se trata de colocarnos en una posición de saberlo todo, sino de tener a un grupo de apoyo a través de las personas que nos soportan con sus acciones, sus enseñanzas y con su ayuda. Hay muchas personas que, te aseguro, están dispuestas a brindarte ayuda y contribuir en el logro de tus sueños.
Empieza por definir:
1 . ¿En qué área de tu vida necesitas ayuda en este momento?
2 . Haz una lista de personas que te pueden ayudar
3 . ¿Qué necesito específicamente? Sé claro en la ayuda que necesitas
4 . Confía en las buenas intenciones de los otros si no pueden ayudarte y continúa con tu lista
5 . Sé agradecido y generoso en reconocerlos y en corresponderles. ¡Hazlo ya!
Podrás darte cuenta de que el camino hacia tus metas será enriquecido con el apoyo de los que te rodean.
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