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EL LIDERAZGO EN LA EMPRESA FAMILIAR
Rosalinda Ballesteros, Directora del Instituto de Ciencias de la Felicidad, Universidad Tecmilenio @icfelicidad @icfelicidad _wellbeing360 _wellbeing360 Bienestaryfelicidad@servicios.tecmilenio.mx Moisés
Cervantes
En ocasiones, el peor enemigo de la empresa familiar son sus dueños, pero en otras, estos liderazgos hacen que la organización perdure por mil años.
RAÚL SEREBRENIK, un estudioso de las empresas familiares y familias dinásticas, asesor de este tipo de compañías, entre ellas 25 de las más grandes de Latinoamérica, ha estudiado estas experiencias. Ha contabilizado un número superior a 9 mil empresas familiares en el mundo con más de 200 años de antigüedad, la enorme mayoría en Japón (43%) y Alemania (21%), y el resto principalmente en Europa. Incluso, aunque son un puñado, hay algunas que vienen operando con éxito desde hace más de mil años.
Sin embargo, la naturaleza tan humana impone sus propios obstáculos. A veces, las familias se pelean no solo el patrimonio, sino también por el liderazgo de la organización o de la propia familia y se derrumban grandes proyectos.
90% de las empresas familiares se pierde antes de cumplir 20 años de vida. Pese a la realidad, no deberíamos ser tan pesimistas, es algo que se puede cambiar. Un buen inicio es definir si la empresa es “familiar”, para la cual se deben cumplir cuatro condiciones:
1) que la mayoría de las acciones pertenezca a un grupo de personas con vínculo familiar; 2) que, con ese control, se puedan tomar decisiones dentro de la compañía; 3) que la cultura familiar impregne la cultura de la empresa, y 4) que la familia tenga la intención clara de que la organización perdure en el tiempo.
El éxito de estas compañías se mide en el tiempo. Guardan un sentido de trascendencia por su impacto positivo en la familia o su comunidad.
Un ejemplo fácil de identificar es Kongo Gumi, fundada en el 578 de nuestra era y que fue dirigida por la familia Kongo hasta 2006, cuando dejó de ser familiar por una crisis. Es una empresa constructora de templos budistas, que le dio por más de mil años un gran significado a sus propietarios, pero por igual a la comunidad que atendía en Japón y Corea.
Pero el propósito trascendental puede ser otro, no necesariamente religioso, como producir vinos o tequila.
Por ejemplo, José Cuervo es una de las empresas más antiguas en México, fundada en 1758 (Becle, es su actual razón social). Se ha modernizado al ritmo de su historia, cotiza en Bolsa, exporta a 90 países y tiene marcas de varios tipos de bebidas, pero su principal orgullo es la producción artesanal del destilado, lo que le da su mística particular.
Además de trabajar este aspecto espiritual, que es el central en este tipo de empresas, las familias propietarias trabajan en otros aspectos como la propia familia, el emocional, intelectual, estructural, financiero, humano, entre otros, para lograr trascender en el tiempo y ser rentables.
Las empresas familiares son parte del mecanismo de desarrollo de un país y, por lo tanto, son de gran utilidad para aumentar el bienestar de quienes colaboran en ellas, generando y distribuyendo riqueza, así como resolviendo una gran cantidad de las necesidades sociales.
Por ello, el que perduren en el tiempo es algo que debe interesarnos. Lamentablemente, pocas empresas familiares logran pasar a la cuarta generación.
La fórmula para lograr esta permanencia es el liderazgo positivo. Por eso me da mucho gusto decir que hemos unido la experiencia y conocimientos de Serebrenik y otros especialistas y expertos en la maestría Liderazgo Positivo para Familias Empresarias. Es un proyecto único en el mundo que ofrecerá el Instituto de Ciencias del Bienestar del Tecmilenio.
Una de las cosas más generosas de este proyecto es que, además de impartir clases maestros muy reconocidos de universidades internacionales, se aceptarán a miembros de la familia de una empresa, sin importar su perfil académico. Se privilegia su papel dentro de la familia empresaria.
Queremos que el mundo cuente con este tipo de proyectos con significado para clientes, propietarios, trabajadores y ejecutivos; que los dueños dejen de ser los enemigos de la empresa familiar.