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antonio arjona huelgas

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ale montero

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Antonio Arjona Huelgas

El monstruo de atrás de la casa

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Mi papá decía que hay un monstruo detrás de la casa. Es un monstruo grande, pero cambia de tamaño. A veces es cómo un árbol, en otras pequeño cómo un duende, y siempre, siempre, está enojado. Le gusta estar tranquilo, que nada lo moleste, aunque todo le molesta. Mi papá dice que el monstruo a veces se muere, a veces revive, y nos odia mucho a mi papá y a mí. También se odia a sí mismo, porque todos los monstruos se odian, odian al mundo, el mundo los odia. Alguna vez, mientras mis papis peleaban, mi mamá mencionó que el monstruo fue hecho por el mundo y por la gente, y por todas las cosas que están mal con el hombre. En momentos me preguntaba: ¿Ellos quieren al monstruo, o también lo odian? Nadie quiere al monstruo, no puede querer ni ser queridos, como todos los monstruos. Cuando se hace grande es terrible y muy malo, y no se puede controlar; en esos momentos prefería salir de la casa, o esconderme en el bote de basura, pues en el armario y bajo la cama siempre me encontraba. Él conoce muy bien los lugares oscuros, dónde prefiere vivir. Me ha lastimado a mí, disfrazándose para que confíe en él. También ha engañado a mi mami, la ha lastimado. A veces, cuando el monstruo era pequeño, se metía en el oído de papá, lo molestaba y le decía que hiciera cosas malas. A veces el monstruo se metía en mi papá, le obligaba a hacer cosas que no quería hacer. Me advirtieron que al monstruo le gustaba comer ojos, porque tienen un montón de lágrimas, y éstas le gustaban. También le gustaba la piel y la carne, y los pies, y el cuerpo de las niñas grandes o pequeñas. Mi mami me advirtió que hay muchos monstruos, que debo cuidarme de ellos. Así, cuando el monstruo era grande como un árbol y nos miraba desde la ventana, mamá me dijo que huyera a casa de mis abuelos. No pude regresar a mi casa. Mi abuelita me dijo que el monstruo se comió a mi mamá, y que mi papá sacrificó su vida para vencer al monstruo. Creo que el monstruo se metió en él, y, para vencerlo, tuvo que morir. Lo malo es que ya no pudieron salvar a mi mami, ya se la había comido. Siempre pensé que se podía sacar a la gente de la panza de los monstruos. Hoy sé que no es así. Aún sigo triste. Extraño a mi mamá, ya no quiero pensar en mi papá. Han pasado un par de años, veo las cosas de forma distinta, y ya no me siento segura. Salí a la calle el otro día, y me encontré con otro monstruo.

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