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ale montero

La silueta escribe. No. Eres tú. Tú eres la silueta. Te has reconocido. Cae otro relámpago. La silueta, tú, te sobresaltas. No ves lo que escribes sobre la hoja. No dejas de mover el lápiz. Un relámpago más. El cielo se cierra ante una tormenta inesperada. Sigues escribiendo. Ya no sabes si estás afuera o adentro de tu habitación. Todo es confuso. Sigues escribiendo. El sonido de las gotas gruesas de agua desea abrir el techo. La silueta, tú, miras hacia el techo por el sonido escandaloso de la tormenta queriendo entrar a tu habitación (¿o quizá, por ti?). Dejas de escribir. «No tengas miedo de lo que eres ahora», dijo la penumbra. No tenemos miedo. Quizá es pánico. La silueta, tú, miras hacia la ventana. ¿Habrás sentido nuestra presencia?, es imposible porque somos invisibles para ellos. Sin embargo, la silueta, tú, giras tu cabeza de izquierda a derecha. Parece que te has visto. Miras, con interés, hacia nuestra dirección. Hacia nosotros. Nos observas con una mirada amplia. Ojos como platos sin parpadear que nos muestran lo lechoso de tu esclerótica. Tomas el lápiz y lo clavas en tu ojo derecho. El izquierdo permanece inmutado, ajeno al suceso. No das señales de dolor. Nos das una sonrisa enorme. Abres tus fauces. Retiras el lápiz y tu ojo salta de la cuenca. Nos presentas la pequeña orbe que cuelga de una fina membrana haciendo movimientos pendulares. «Yo ya estoy en casa, ahora es tu turno», dijo la penumbra. El ojo que te cuelga parpadea con un siniestro guiño.

Ale Montero

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Existir

Grillete parpadeante y golpe de heridas congeladas por el fallecimiento de una nube y la flor acribillada por la madrugada, el tiempo amarrado al pavor.

Susto ahogado en párrafo junto al periodo inmolado al dormir la noche en agotado cuerpo, bajo esa epidermis habita un cementerio de párpados entre el cadavérico murmullo atado al oído.

La muerte palpita soterrada en minuto de espanto, chispea en las playas encubiertas de las manos, en el mortecino perfume de mirada diseñada por el firmamento, y en los huesos torturados por el sadismo del oxígeno.

Nostálgica retrospectiva

Cuerpo diluido en canciones de oxígeno, rumor de sangre caída de la mirada del infante, horizonte torturado, difuminado por el olvido, me sostuve, desvencijado, de la memoria.

Niño ciego abrasado por años tortuosos que volaron inescrutables, esfumaron sus alas en mi semblante; no palpé arrullo de intervalo, se deslizó por mi lóbrega rendición hacia el eco de mi futuro.

Tinieblas de incuria fogosa del abisal lamento, los muertos habitan la hélice del respiro

Melancólica introspección

Ola… rota en astro (cristal aéreo) del mar galáctico entre murmullos planetarios. Aerolitos caen sobre eclipse / reverberan cascada anímica / acostada sobre la tarde / tendida en hoja meciéndose acuática / las manos del aire se vuelven universo… en el rumor de mi presencia / gotas que son mundo en mis labios… Derramo sangre de estrella sobre melancolía de órbita / Rosa de arena vuelta magma caída de nube, de lengua evaporada / hoja que respira dormida… sueña convertirse en otoño. Ventana hecha de gotas (océano escondido bajo una almohada) / Una luz yace en el oxígeno… muerta.

Orell OrdÓÑez

El malestar

Los pensamientos discurrían a una magnitud sorprendente, cada recuerdo se estrellaba con otro y formulaba delirios insoportables que aturdían a Jairo Hernández a tal punto de mover la comisura izquierda de sus labios de forma nerviosa. Era una manifestación de su hastío por todo lo que le causaba congoja y dolor. Como todas las noches navideñas, Jairo solía pasar sin visitas familiares ni de amistades, era un hombre solitario, amargado y perturbado por sus memorias. Estaba sentado en la silla mecedora que si pudiera hablar diría que su amo es un ser con muchos tormentos que otro estaría muerto al sentir el peso de su desgracia. Además de permanecer sentado, tenía la vista a la calle del barrio, y veía pasar a sus vecinos, algunos levantaban la mano, o pronunciaban su nombre para saludarlo. Jairo se sentía obligado a responder el saludo aun con el malestar. Mientras se mecía y continuaba con el movimiento nervioso de sus comisuras, se ensimismaba cada vez que una imagen de su pasado lo asaltaba. No solo del pasado sino la combinación del presente y el posible futuro. Aunque estaba en plena juventud, Jairo expedía odio contra todos, y odio consigo mismo. Despreciaba cada acto en el que se vio involucrado para satisfacer a los demás o en su intento de pertenecer a un grupo para buscar un bienestar superficial que lo conllevaban a mayor sufrimiento. En su adolescencia buscó refugio en la música, tocaba la guitarra eléctrica en un grupo de punk, y se vestía con camisas negras y pantalones apretados. También tenía teñido el pelo en verde, y sacudía su mohawk cuando el ritmo de la batería causaba éxtasis en el escenario. Derrotado por sus pensamientos continuaba meciéndose cada vez más rápido para aliviar su estado mental, movía los ojos, sacudía sus piernas y alternaba el movimiento de sus comisuras. Tomás, un vago y borracho del barrio se acercó a la puerta a saludarlo, Jairo estaba en su delirio, flotaba en una burbuja de furia, a tal punto que lanzó un escupitajo al rostro del hombre. Tomás se llevó la mano a la mejilla para limpiarse el escupitajo y se retiró murmurando su desgracia. Jairo a ese punto no se había dado cuenta a los límites a los que había llegado, pensó que esa noche moriría de agotamiento mental aunque no sabía que consecuencias en su salud causaba el alboroto de sus pensamientos. Supuso que convulsionaria y caería al suelo expulsando bilis. Por un momento vio todo el panorama de su desgracia, todo se debía a los castigos de su tío, a los maltratos físicos y psicológicos, despreciaba tanto a su pariente que lo dio por muerto luego que consiguió trabajo y pudo sostener su economía de manera independiente. Además, los malos amores lo aturdían, y esos sentimientos los acosaban martillando sus sienes. Sumaba los bribones que lo molestaron en la universidad por ser un muchacho extraño, lo golpeaban, se burlaban, y le decían que era un desgraciado que no valía nada.

Esas cosas, esas precisas palabras reventaban en sus ojos como las explosiones de la pólvora china para festejar los días navideños. Jairo sentía que su desprecio aumentaba, pero se detuvo por un momento, suspiró un poco de tranquilidad, y supuso que el malestar pasaría, como solía pasar cada vez que lo asaltaban esos pensamientos. Después de recuperarse y despejar la mente, recordó que escupió a uno de sus vecinos, pensó que había cometido un error, y debía repararlo. Se levantó de la silla mecedora y fue a la cocina en busca de una botella de ron junto con dos vasos de vidrio. Esperó que Tomás pasara otra vez, y en efecto, media hora después, el vago se apareció y Jairo lo llamó. Abrió la puerta y le pidió disculpas por escupirlo. Tomás le dijo a su vecino que no había ningún problema. Jairo le extendió un vaso lleno de ron con hielo y los ojos del vago se alumbraron. Jairo se sintió mejor, y los pensamientos de culpa, dolor y ponzoña desaparecieron, había alivio después de todo. Tomás le habló de su esposa y de sus hijos, dijo que era una desgracia ser pobre, y que lo único que le ayudaba a relajarse era el trago. Jairo asintió con indiferencia, en realidad no le interesaba escuchar al vago, lo estaba utilizando para calmar sus penurias. Pensó que el vago se llevaba su parte al tomar con él quien no invitaba a nadie a su casa. El vago se levantó y dijo que debía regresar a su casa para estar con su familia, Jairo guardó el vaso, y se despidió de Tomás. Cerró la puerta, y escuchó el estallido de los cohetes en el cielo. Su mirada fija y perpleja ante las luces destellantes lo llevó a sumirse otra vez en su agonía. Pensó que era más desgraciado que Tomás, aunque no se imaginaba lo que era aguantar hambre. Supuso que su delirio lo llevaría otra vez a maldecir la vida y a todos los que apreciaban la felicidad. Los colores se reflejaban en su rostro, los vecinos estaban en la calle viendo los estallidos, reían y se daban abrazos, todo un espectáculo insólito que Jairo observaba cada año. Jairo dejó de pensar, su mente se puso en blanco, veía al vacío, y sus comisuras volvieron a palpitar. Juró que algún día acabaría con su vida, y que todos se arrepentirían por haberle hecho tanto mal. Abatido en su desgracia, se fue a cambiar de ropa, tomó un poco más de ron y se acostó a descansar. Sus sienes todavía pulsaban y la fuerte sensación de convulsionar estaba presente. Mientras veía los rostros de todos sus conocidos, pronunciaba sus nombres y sacaba el dedo mayor para maldecir sus vidas con mayores desgracias que las que él sufría. Después de tanta desidia, se cansó y se acurrucó a la almohada. Dio su último respiro y se durmió pensando en que al día siguiente tomaría una taza caliente de café acompañada de algunas rosquillas somoteñas que había comprado en el supermercado.

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José Natsuhara (Perú) Director de la plataforma de Poesía y Humanidades Tríada Primate. Estudia Filosofía en la universidad Antonio Ruiz de Montoya. Estudia Psicología en la universidad Autónoma del Perú. Estudió Humanidades en la universidad Antonio Ruiz de Montoya, y tiene una especialidad técnica en Electrotecnia. Ha publicado los poemarios: “Oh! Dios cabeza de escopeta” (2015) y “La Guerrilla Elegante” (2019) Antonio Arjona Huelgas (México) Escritor e historiador, nacido en México. Autor del libro Historias al viento. También ha publicado diversos relatos en diferentes revistas y antologías, tanto con su nombre real como por su pseudónimo, entre las que destacan Revista Penumbria, El Narratorio. Antología Literaria Digital, y Revista Metahumano. Además escribe y administra el blog, Memorias andantes, dónde sube historias, mayormente. Eduardo Omar Honey Escandón (México) Ing en sistemas. Participante desde los 90s en talleres literarios tanto en México como Venezuela bajo la guía de diversos escritores. Publica en ocasiones en plaquettes e internet. Coordina talleres de introducción a la escritura. Orell Ordóñez (Nicaragua) Ha publicado los siguientes relatos “Miedo y asco en Granada” en la Revista Alastor Literario. “Alegato Final” en la Revista Supraversum. “Las moscas” en la Revista Demencia de Pandemonium Editorial. “La ducha” en la revista digital El gorrión ahorcado. “El acontecer de los días” en la antología Perturbaciones PM. “La fantasmagoría de los libros” en la Revista Perro negro de la calle. “Tierra mortecina” en la Unión “José Revueltas” Revista independiente N.7. Poemas (XIV, XVII, XIX) en la Revista Abril, y reseña “Puro cuento” de Ernesto Mejía Sánchez. Ariel González (México) Poeta de clóset, que ha procurado andar siempre a lado del camino, que guarda versiones caducas de sí mismx en forma de textos, y que decidió echar los títulos académico a los lepismas. Carolina Parra Riveros Quellón (Chile) Profesora de educación básica, con especialidad en Lenguaje. Diplomada en Literatura Infantil y Juvenil en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Trabaja como docente y monitora de teatro en centros educacionales. Linda Citlalli Callejas Mondragón (México) Mujer nacida en 1994 en la periferia (Ecatepec) de la Ciudad de México, Socióloga. Escribo sobre las problemáticas de las mujeres en la cotidianeidad, activista feminista descentralizada. Publicada en Fanzine AGUA SUBTERRANEA y la antología “Poetas, no musas”, colaboradora de la revista digital FemFutura. Joel Almeida García (México) Soy Licenciado en Comunicación, tengo el grado de Maestro en Pedagogía y con estudios de doctorado en Desarrollo Humano. Soy docente de tiempo completo en la Universidad de las Californias Internacional y como parte de mis actividades académicas me dedico a la investigación; escribir es mi pasatiempo.

Alfred Monroy (El Salvador) Nació un 14 de agosto del año 1988 en la ciudad de Santa Ana, El salvador. Hijo de Mercedes Gladis Monroy. Es fundador y Director del Circulo de Artistas “Umbral de la inspiración” desde El 27 de agosto del 2011. Iván Medina Castro (México) Vivo en la CDMX. Actualmente estudio la Maestría en Estudios Literarios. Tengo publicados tres libros: En cualquier lugar fuera de este mundo (CONACULTA 2012), Más frío que la muerte (UAM 2016) y Lugares ajenos (BUAP 2020). José Luis Salgado (México Nace en Tláhuac, Ciudad de México. Entre sus publicaciones se encuentran los poemarios Fin de semana y otros poemas (2017) Recetario de aversiones nacionales (2019) y Lirica del quebranto (2020) para ATZ Ediciones. Ha colaborado en las revistas virtuales y físicas: Revolución, Teresa magazine, Retruécano, Engarce, Apolo. Desde hace años colabora, con lectura de poesía, en el programa “Desde el café” que dirige Jorge González Duran, transmitido por Radio Caribe en Cancún, Quintana roo. Silvia Favaretto (Italia) Graduada en Lengua y Literatura Extranjera por la Universidad Ca Foscari, 1997. Escritora, docente y traductora. Ha obtenido numerosos premios literarios a lo largo de 25 años, en poesía, narrativa y teatro, entre ellos Premio Literario Avis La torre (prosa) Venecia, 1995; Premio Inves (poesía) - Palermo, Valle Senio (cuento infantil) - Riolo Terme, 1998; Premio Il diritto e il Rovescio (teatro) - Bologna, 2003; Premio Ibiskos di A. Risolo (poesía) - Empoli, 2007; Premio Internazionale Scrittura attraverso le scienze (prosa) - Mestre, 2011; Premio Il Paese delle donne SEGNALAZIONE DI MERITO, 2019 y Premio Il presepe oggi del Centro Studi e Ricerche Bartolommeo Capasso di Sorrento (2020). Ha publicado los libros La carne del tiempo, Artificios, Colombia, 2002; 2da. edición en Argentina, 2004; Parole d’acqua - Palabras de agua, edición bilingüe, 2007; Entre la carne y las palabras, antología personal, Atemporia, México, 2008. Jardín Ardiente, Costa Rica, 2011. De 2014 son los libros Sacrobosco y La noche de los cuerpos (El Salvador, Proyecto Editorial La Chifurnia) dedicado a Alejandra Pizarnik. En los últimos años destaca el libro compartido con Silvia Longhoni Sil Vías Poéticas (La luna que, Argentina, 2015), el libro digital Desde la mirilla del ombligo (Ed. El Humo, México, 2015) y Quiero tanto a Julio (Poetazos, México, 2015) con prosas dedicadas a Cortázar. En 2018 publicó Minotaura (Ediciones Malpaso, Honduras), y en 2019 Este cuento no se ha acabado (Morgana ediciones, México) y La sirena feíta (Festival de los confines, Honduras). Además ha grabado Cds poéticos como Veneziaires Multiverso con Silvia Longhoni (Ed. Federico Meier, Argentina, 2004), Mudo destino del poeta con el grupo de música sicodélica mexicano 1973 (2008) y El sacrificio de la mar (MET, Venezia, 2006). Incluida en varias antologías y revistas literarias en Europa, Latinoamérica y Estados Unidos; ha participado en importantes festivales literarios como el Festival Internacional de Poesía de Medellín (2000) y la Feria del libro de Bogotá (2002) en Colombia; Festival de poesía de El Salvador (2003); Ha traducido los poemas de alrededor de 200 poetas hispanoamericanos y ha protagonizado cortometrajes y documentales poéticos. Desde 2014 es presidenta de la Asociación Cultural Progetto 7LUNE que difunde la cultura hispanoamericana contemporánea en Italia. Ale Montero (México) Lic. en Psicología que se dedica a la psicoterapia, narrativa y poesía. Publicó el poemario La Locura del Poeta. Ha publicado en la revista La Testadura, una literatura de paso, revista Zompantle, revista Almicidio, revista Tabaquería y en Cuadernos de taller, medio de difusión del taller literario Desierto, Mar y Letras.

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