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1r d’ESO “Almudena” Ignasi Mas i Genís

104 “Almudena”

Ignasi Mas i Genís / 1r d’ESO

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LLENGUA CASTELLANA_1R PREMI

Juan y Margarita habían pasado media vida juntos. Se casaron un 30 de abril de 1965. Habían tenido tres maravillosas trillizas, una de las cuales había muerto en el parto. A sus sesenta y cuatro años, disfrutaban de una vida tranquila en la ciudad junto a sus cuatro nietos. Eran felices e inseparables.

Hace cinco meses cumplieron su treinta y siete aniversario de casados. No había mejor lugar para celebrarlo que un precioso balneario de montaña recién inaugurado. Cogieron el coche y se dirigieron hacia el balneario. Tenían tres horas de camino y tenían que cruzar un puerto de montaña lleno de curvas peligrosas. Margarita estaba preocupada por si se mareaba. Cómo era costumbre en ellos, llegaron pronto. Aquel lugar era precioso. No había nadie, solo el encargado y ellos. Les pareció un poco extraño, pero no les importó y siguieron con su día. Juan se dirigió a Margarita: -Gracias por todo lo que hemos vivido juntos -le susurró a su mujer.

Esa misma frase es la que le dedicaba cada aniversario de casados. Estaban callados, tranquilos y disfrutando de un relajante baño termal. Era un poco incómodo el silencio. A Juan le vinieron a la cabeza algunos recuerdos de cuando eran jóvenes. El día de su boda.

<<Estaban los dos nerviosos. Margarita iba con un vestido blanco y largo. En su cabeza llevaba un velo, blanco y de seda. En su cara se dibujaba una sonrisa de oreja a oreja entre nerviosa y de felicidad. Para él era la novia más bonita del mundo. Juan llevaba un traje negro con camisa blanca, pajarita negra en el cuello y un bonito pañuelo que le había regalado su abuela. Una semana después tendrían la noticia más alegre que nunca hubiesen imaginado, Margarita estaba embarazada de trillizas.>> -Que buenos recuerdos -dijo Juan en voz baja.

El sol ya estaba cayendo y todo el cielo estaba rojizo. La luna empezaba a asomarse entre las nubes. Decidieron volver a casa. Al pasar por la puerta de salida oyeron unos búhos ululando. Cuando llegaron al coche, el cielo ya estaba completamente oscuro. La luna iluminaba la carretera junto a las luces del coche. Hasta el momento todo era normal. Estaban cansados y tenían sueño. Había muchas curvas, los árboles eran gigantes y empezaba a subir una niebla espesa. Juan conducía muy despacio para que Margarita no se marease y de repente un pájaro gigante chocó con el parabrisas y les asustó. Juan frenó de golpe y en aquel instante vio unas manchas gigantes de sangre en la carretera. Era sangre roja y fresca. Bajaron del coche y entre las tinieblas, vieron una sombra detrás de un árbol. Se trataba de una niña pequeña. De unos nueve años. Inmóvil, pálida, blanca como la nieve, con los ojos completamente abiertos y rojos. Llevaba un camisón blanco manchado de sangre. Juan y Margarita creyeron que era una niña que se había perdido y que debería llevar días andando sola por el bosque y decidieron llevarla al hospital. La subieron al coche, pero no consiguieron hacer hablar a la niña. Margarita la tapó con una manta para que no tuviera frío.

Cuando llevaban mucho rato conduciendo, Juan se giró para ver cómo se encontraba Margarita y le pareció que estaba descansando. La tocó con la mano para avisarla que ya llegaban y notó su jersey empapado. Se miró la mano. Era sangre fresca. Se giró para mirar a la niña en el asiento trasero y la encontró con una navaja en la mano. Juan bajó del coche muy asustado y empezó a correr tan rápido como pudo, en medio de la noche. En aquel instante se giró para ver el coche y en el cristal del coche había una palabra escrita con sangre: A L M U D E N A.

El espíritu de su querida trilliza había vuelto para recordarle aquel triste día en que los médicos pidieron a Juan que decidiera a que trilliza sacrificaba para que las otras dos pudiesen nacer vivas.

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