Amerindios Yanomami

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Estilo de vida de los amerindios

Y ANOM AM I del Sur de Venezuela Introducción al Cuaderno El objetivo que persigue este cuaderno es muy claro, simplemente pretende ser una recolección de datos apoyados con fotografías acerca de los amerindios YANOMAMI que habitan al Sur de Venezuela, en el estado amazónico fronterizo con Brasil. La fuente de donde se ha obtenido la información para elaborar éste humilde cuaderno ha sido diversa: por un lado la red de Internet que se ha convertido en imprescindible a la hora de buscar información para todo viajero, también, nuestra apreciada amiga Morella Jiménez que vive en Venezuela y a la cual solo conocemos mediante correo electrónico, nos hizo llegar un grueso importante de información que nos ayudó a conocer en detalle a quién íbamos a visitar. Por otra parte, nuestra propia experiencia profesional que fue muy amplia y enriquecedora gracias a la expedición que realizamos durante el mes de agosto de 2.002, y ya por último, diversos libros que leímos antes, durante y después del viaje. Para aquellos viajeros que deseen conocer un poco más acerca del enigmático mundo de los amerindios Yanomami, al final del cuaderno hemos incluido un breve listado de libros que bajo nuestro punto de vista nos han resultado interesantes y que ayudarán a comprender el por qué su estilo de vida y como están sufriendo el la actualidad la acelerada y no menos problemática incorporación al mundo moderno. ‘ Por supuesto, también ofrecer nuestra colaboración para cualquier pregunta o curiosidad que pueda surgir. Albert Zorrilla y Begoña Palo (talk2us@wayoftravel.com)


Índice 1

Los amerindios Yanomami 1.1 1.2 1.3 1.4 1.5 1.6 1.7 1.8 1.9 1.10 1.11 1.12 1.13

2. 3.

Introducción Clasificación Vestimenta y accesorios La familia Los niños y sus juegos Las peleas Escritura La vivienda El trabajo Alimentación Costumbres La vida espiritual La muerte

Los buscadores de oro de la Amazonia Bibliografía


1.

Los amerindios Yanomami

1.1.

Introducción

La Luna vivía en el cuerpo de un gran chamán. Cuando éste murió, ella salió a vagar por el cielo, pero regresó a la Tierra para comer la ceniza de sus huesos. Cuando la vieron, los parientes del chamán le dispararon flechas, pero las flechas caían a tierra sin hacerle daño. La Luna las evadía escondiéndose tras las nubes. Pero al fin una flecha le dio, y empezó a derramar sangre que caía sobre la Tierra. De estas gotas nacieron los Yanomami. Esta romántica cita tiene mucho que decir de las costumbres y la cultura de los amerindios Yanomami. Hacia los años 70, a este grupo de amerindios aislados de la selva amazónica entre Venezuela y Brasil se les tildó de guerreros, hasta el punto de que son mundialmente conocidos como “El pueblo feroz”. Pero debemos decir (contrariamente a lo que muchos libros de antropología narran), que nuestra experiencia con los amerindios Yanomami fue muy amigable y distendida a pesar de que al principio nos tocó vivir una situación tensa y hasta cierto punto desagradable (nada anormal dentro de su estilo de vida), que nos vino a confirmar todo lo que habíamos leído acerca de éste grupo indígena. A pesar de vivir en un lugar remoto, hostil y a varios días del último lugar civilizado de la selva venezolana, los Yanomami han recibido la visita del hombre blanco, ya sea para acercarles a la religión e inculcarles algún tipo de creencia, para ser estudiados por científicos y/o antropólogos o simplemente, desde que fueron censados, para conseguir su voto, como es el caso del alcalde de San Carlos de Río Negro, una población relativamente cercana al shabono (véase punto 1.8. La Vivienda) que visitamos durante nuestro viaje.


Sin entrar en la polémica acerca de si es bueno o malo, sí podemos constatar que su estilo de vida se va degradando y con ello, sus valores se esfuman a una velocidad espantosa. Algunos Yanomamis llevan prendas de vestir como las que usamos nosotros, lo que les provoca infecciones en la piel ya que no tiene el hábito de lavarla y por tanto, por mucho que ellos vayan limpios, la ropa siempre está sucia y

provoca infecciones (éste comentario lo destaco en negrilla para quien los visite lo tenga bien en cuenta); algunas comunidades han derrumbado su shabono para construir cabañas individuales con lo que el sentido de la comunidad queda en segundo plano y sale a relucir el egoísmo que todos los humanos llevamos dentro, esto a su vez, provoca peleas y crea tensiones innecesarias propias de nuestra civilización. Es chocante oír a un Yanomami que se dirige hacia ti para decirte que quiere tu ropa porque como algunos dicen “Yanomami no más salvaje”, y a los cinco minutos oír a un chamán que intenta alejar del paludismo a un bebé de unos cuantos meses con cantos y rituales. Es incoherente y desequilibrante el trastorno que están sufriendo esta pobre gente y como juegan con ellos engañándolos para conseguir cualquier cosa. En este pequeño mapa que se acompaña y sobre el punto número 11 es donde habitan los amerindios Yanomami de Venezuela.


1.2. Clasificación

Los Yanomami han sido clasificados como seminómadas con una agricultura incipiente. Son cazadores y recolectores de frutos silvestres. Aunque viajan, durante meses tienen un establecimiento fijo desde donde emprenden sus cacerías y recolecta de frutos. Sin embargo, el sustento diario lo tienen asegurado con el cultivo del plátano. Antes de mudarse a una nueva localidad, previamente siembran un platanal y solo se trasladan a este nuevo lugar cuando este fruto se halla maduro y cosechable, a este espacio de cultivo se le llama conuco. Viven en equilibrio con la naturaleza de la que forman parte, no reinan ni imprimen su sello en ella; no la dominan, pero adaptados al medio viven en armonía. Es por eso quizás por lo que han podido sobrevivir sin una evolución similar a la alcanzada por otros grupos de la humanidad. En la selva no peligran sus habitantes, si no la destrozan. Ni los vientos han podido llevar a esas regiones distantes las plagas que afectan a los bosques en territorios civilizados. No hay exceso de frío ni de calor. Nunca falta el agua, nunca hay sed, nunca hay inundaciones en las selvas onduladas en donde ellos habitan. No hay grandes catástrofes. La ubicación preferida de los Yanomamis son las colinas selváticas, donde tienen mejor clima y poca plaga (como se llama en Venezuela a los mosquitos) dentro de lo que puede considerar un medio como es la selva.


Evitan los grandes ríos y las selvas que son difíciles de inundarse. Desde hace unos 30 años, han sufrido cambios en la ubicación de sus poblados debido al acercamiento de la civilización a la cual no le queda otro camino que avanzar gradualmente en estas regiones por vía fluvial. Las buenas condiciones físicas de los Yanomami los hacen aptos para la vida en su ambiente selvático. Son sumamente fuertes y sanos y además poseen una gracia natural en sus movimientos y en el movimiento perfecto de sus músculos. Tienen todos los sentidos muy despiertos y el del tacto en todo el cuerpo, es mucho más sensible que en el hombre civilizado que por lo general lo tiene principalmente desarrollado en las manos. Corren con gran ligereza, trepan a los árboles hasta grandes alturas y pasan ágilmente de rama a rama para recolectar los frutos. Si no pueden subir a un árbol porque el tronco es demasiado grueso construyen enramadas hasta llegar al lugar deseado. Para recoger los racimos de la palma de Pijiguao cuyo tronco está cubierto de espinas, han ideado unos triángulos ideados con ramas y bejucos, los cuales han elevado alternadamente hasta los racimos sin que los hieran las espinas. Llama la atención que la musculatura de sus extremidades superiores sea mucho más desarrollada que la de las extremidades inferiores, miembros que parecen frágiles a primera vista. Las piernas son delgadas pero no débiles y corren con una perfecta coordinación de movimientos. Soportan el peso sobre el borde exterior del pie con las piernas combadas y los pies hacia dentro. Tienen el pie delgado en la parte del talón y ancho donde nacen los dedos, que tienen muy separados. La separación entre el dedo gordo y el inmediato llega a ser hasta de centímetros. Con estos dos dedos pueden realizar ciertas tareas. Además pueden amoldar el pie al trepar o caminar sobre troncos, ramas o piedras. Parece que utilizan los pies como si fueran manos.


La dentadura es sana y fuerte. Sus dientes son anchos y parejos. Los usan como cuchillos y con ellos pueden cortar bejucos con gran facilidad, les duran sanos toda la vida. Es tarea difícil encontrar un Yanomami sin dientes. Su estatura oscila entre 1,50 y 1,60 metros. Según estudios diversos, el hecho de que sean tan pequeños no les trae ninguna ventaja ni desventaja en su medio ambiente.

1.3. Vestimenta y accesorios Los Yanomami no usan vestidos. Los cordeles con que se ciñen los brazos, piernas y los que llevan alrededor de la cintura y finalmente el cordel de los hombres usan alrededor de las caderas y del cual atan el pene sosteniéndolo hacia arriba, no corresponden a vestidos propiamente, sino que tienen orígenes mágicos. No obstante, hoy en día, los hombres Yanomami utilizan un pedazo de ropa con el que se cubren sus partes íntimas como si fueran deportistas de sumo, por aquellas zonas les llaman “guayuco”. Tanto los hombres como las mujeres acostumbran a hacerse una tonsura en la parte superior de la cabeza. Para hacerla, usan tiritas de corteza de bambú. Este tapado que se hacen está comprobado que es autóctono entre estas tribus y no una copia de los frailes. Su origen radica en sus comunidades. Es decir, su corte de pelo circular y rapado por la coronilla está inspirado en el shabono que es el nombre que recibe la vivienda Yanomami. Se pintan con onoto (bixa orellana) todo el cuerpo con áreas coloradas. Los hombres se adornan con plumas colocadas en los lóbulos de las orejas y plumas grandes en el brazo. A los cintillos de los brazos


añaden pieles de animales cazados. Para ocasiones especiales suelen cubrirse el pelo con plumones blancos de gavilán que adhieren con la vasta pegajosa de árboles gomeros dando la impresión de tener un gorro que les cubre todo el cráneo. Las mujeres en cambio buscan adornos provenientes del reino vegetal tales como fibras y hojas, las que usan como aretes. Todas las mujeres, indistintamente si son adultas o niñas, se adornan con palos de bambú que atraviesan en la zona baja de la nariz y entre el labio inferior y la barbilla. Las mujeres que han mantenido relaciones sexuales con hombres usan los adornos de fibras y las jóvenes que aún no lo han experimentado las usan con hojas verdes o secas. Usan también palitos que atraviesan por los lóbulos de las orejas y en los que suelen colocar hojas, plumas o flores. Así como los hombres utilizan el “guayuco”, las mujeres se fabrican una especie de falda corta, elaborada con algodón que ellas mismas recogen y al que van dando forma para hacer tiras delgadas que posteriormente las unirán para tomar forma de falda con el objetivo de cubrir sus partes íntimas. Esta falda, cubre únicamente la parte delantera, quedando los glúteos al descubierto.


1.4. La familia

Un grupo familiar suele ser poco numeroso. A lo sumo tienen otro hijo cuando el mayor llega a los tres años. La madre lo amamanta y el hijo duerme sobre el abdomen materno. Hay un detalle visual en el físico de las mujeres Yanomami que casi nunca pasa desapercibido, y es el tamaño de los pechos. Acostumbran a tener un pecho más grande que el otro, y normalmente es el seno izquierdo el que abulta más. No se ha podido comprobar, pero se cree que al compaginar el cuidado del niño - lo llevan siempre consigo enganchado con una red que ellas mismas tejen - con el trabajo cotidiano en el conuco y al éste estar constantemente cerca del pecho, va haciendo uso de él y por tanto el organismo de la mujer genera continuamente leche para alimentar el bebé lo que finalmente deriva en un tamaño superior del pecho. Este detalle es bastante común entre mujeres indígenas de otras tribus amazónicas. Es también muy habitual ver a las mujeres Yanomami amamantando a su hijo con un pecho mientras con el otro está amamantando un animal, ya sea un mono o un cachorro de perro, ellas le dan el mismo trato a la hora de alimentarlos. En caso de morir el niño antes de los tres años, la madre casi inmediatamente concibe otro. El padre no es menos cariñoso que la madre y alterna en el cuidado del niño. El comportamiento afectivo entre los cónyuges es muy notable. Lo que no significa que el hombre no llegue a pegarle fuertemente con un


palo. En caso de infidelidad, a veces resultan severamente maltratadas. Queda excluido todo trato familiar entre la suegra y el yerno mientras que la relación entre madre e hija nunca se rompe. Durante la primera menstruación de la hija, la madre se recluye con ella en un recinto formado de mamparas de hojas, preparado para la ocasión. Temen que los espíritus malos puedan causar daños sobre todo a las jóvenes durante la menstruación. Es corriente que una niña de nueve años ya cuelgue un chinchorro en el triángulo del futuro esposo, previamente elegido por los padres aunque sin perder ella el contacto con su madre. A pesar de su corta edad la niña recoge la leña y prepara la comida. Hay una ley Yanomami que viene a decir que es más importante concebir varones que hembras, ya que el espíritu guerrero que ha convivido durante décadas y quizás cientos de años entre los Yanomami, hace indispensable la necesidad de construir un fuerte grupo guerrero con el que afrontar cualquier ataque de una comunidad vecina. Es por eso que se dice que la mujer Yanomami cuando va a dar a luz, se adentra en la selva para tener la criatura; si ha tenido con anterioridad una hembra y la recién nacida es hembra también, acto seguido, probablemente la matará por la razón comentada. En realidad, es una contradicción, ya que de cuantos más varones guerreros dispone la comunidad, más trabajo conlleva cultivar el conuco y demás tareas propias de las mujeres Yanomami por lo que teniendo en cuenta el papel importante que juega la mujer, en teoría, cuantas más mujeres mejor...


Hay que tener en cuenta también, que las hembras Yanomami - ya sean niñas, jóvenes o adultas siempre han sido motivo de guerras en las diferentes comunidades. La mayoría de guerras existentes entre grupos Yanomami han venido derivadas por el robo de mujeres, así lo narra muy bien el libro de Helena Valero (“Yo soy napëyoma”) en el que se cuenta en primera persona como sufrió estos ataques. No obstante, incluso estos robos se producen dentro de la misma comunidad. Los ameríndios Yanomami, practican la poligamia, es decir un varón Yanomami puede tener distintas mujeres, tantas como desee y como consecuencia, hijos de cada mujer, no obstante , y a pesar de ser polígamos, está altamente prohibido mantener relaciones con la esposa de otro miembro de la misma comunidad.

1.5. Los niños y sus juegos Los niños Yanomami no tienen juguetes. Los varones usan arcos y flechas apropiados para su tamaño. Las niñas no tienen nada que se semeje a una muñeca, pero suelen tener monitos pequeños que llevan sobre la cabeza o en brazos y de los cuales son amigas inseparables. Los Yanomami acostumbran a domesticar animales como tucanes, loros, grullas, lapas, picares, etc...El perro sin duda, antiguo compañero del hombre, está siempre presente para defender el shabono de los intrusos.

1.6. Las peleas Los amerindios Yanomami siempre han tenido fama de guerreros, especialmente desde que Napoleón A. Chagnon - famoso antropólogo americano - publicó uno de sus libros-estudio titulado “The Ax Fight” en el que narra la facilidad espantosa con la que los Yanomami se pelean ya no sólo en distintas comunidades, sino también entre miembros de la misma comunidad. La verdad, lejos de los estudios de Chagnon que han traído una extensa polémica a nivel mundial, debemos decir que los Yanomami tienen


un estilo propio de saldar deudas, eso si, no sin razón, ya que siempre existe una razón para enzarzarse en una pelea. A menudo, cuando quieren saldar cuentas entre ellos, ya sea por mantener relaciones sexuales con la mujer de otro miembro de la comunidad o por el robo de un puñado de flechas, se enfrentan uno delante del otro con un palo de madera bien robusta y se empiezan a pegar garrotazos en la cabeza. La pelea, es una pelea noble, ya que primero empieza uno y luego el otro, nunca se enfrentan de manera desordenada, sino que se mantiene un orden bien definido. Ganará el que más tiempo aguante de pie y sin derrumbarse. Igualmente lo hacen las mujeres, es decir, este tipo de peleas no sólo lo practican los hombres, sino que es una ley que impera entre los Yanomami independientemente del sexo. Es muy extraño ver una cabeza que no presente varias cicatrices, es más, es prácticamente imposible no encontrarse con un Yanomami - indistintamente hombre o mujer - que no presente cicatrices en la cabeza.

1.7. Escritura Los Yanomami no tienen ningún tipo de escritura. No graban dibujos en piedra o madera. Sus tradiciones y leyendas pasan de generación en generación por medio de cantos antiguos. No cantan por placer. Cantan mensajes, cantan ritualmente. Los cantos de los chamanes son cosa indispensable en su oficio, no conocen ningún instrumento musical. Les falta el sentido de los números. Mientras la numeración llega en pueblos primitivos a 7, la de los Yanomami llega a 3. Cuentan uno, dos y mucho. Las misiones tratan de enseñarles las tablas de sumar y restar hasta 10. Todos aprenden a repetir los números pero solo algunos varones llegan a calcular cantidades.


1.8. La vivienda Los Yanomami denominan su poblado “Teca”, que significa “hueco” y verdaderamente es un hueco en la selva. Los techos individuales pueden guardar una distancia entre si de un metro o de varios metros, pero pueden también estar unidos. En el centro se forma un patio central al cual ellos llaman “Shabono”. Este término es el más común para denominar este tipo de vivienda la cual es muy apropiada para la vida selvática. No obstante, cuando los indios Yanomami se desplazan durante días ya sea para cambiar su emplazamiento o provocado por una jornadas de cacería, construyen unas cabañas simples llamadas “tapiris” compuestas por un par de palos y ramas de palma que forman el techo. Para la construcción de viviendas definitivas es preciso tumbar los árboles. Para esto, aún hoy en día encienden una serie de fuegos bajos alrededor del pie del tronco para quemarlo sin llama viva, proceso lento pero seguro para derribarlo. Aunque actualmente casi no hay tribus que no posean hacha y machetes adquiridos de fuera o recibidos como trueque. La vivienda consiste en techos de una sola vertiente a veces de 45º de inclinación cuyo borde superior puede alcanzar entre los cinco y los seis metros de altura mientras que el borde inferior puede llegar a sólo medio metro del suelo. La estructura es armada de troncos de árboles delgados y ramas atadas con bejucos. Por supuesto las construyen sin cálculos estructurales, no se ha podido comprobar, pero parece que lo realizan por intuición. El techo lo hacen con hojas de palma colocadas en trama. No se trata propiamente de un techo tejido sino un gran número de hojas colocadas unas encima de las otras, amarradas a las viguetas transversales con lo que adquiere la apariencia de una trama y que resulta curiosamente impermeable. El diámetro del shabono dependerá del número de sus habitantes. Existen viviendas con una población de 50, 60 y hasta 100 individuos, con patios de 20 a 50 metros de diámetro. El único mueble de los Yanomami es el chinchorro (tipo de hamaca) que les sirve tanto para dormir como para sentarse. Está hecho de la misma clase de bejucos que emplean para amarrar la estructura de sus construcciones, aunque en la actualidad es fácil encontrarse con chinchorros hechos de algodón o derivados de algún intercambio con antropólogos o viajeros que los visitan. Para construir un chinchorro, desprenden los bejucos o lianas que cuelgan de los árboles y con su fuerte dentadura los cortan a la medida. Ambos extremos del haz de bejucos son entonces amarrados separadamente sin haber trama alguna a lo largo del rudimentario chinchorro. Los chinchorros son


colgados formando un triángulo alrededor del fogón y si el número de familia lo requiere, los restantes chinchorros son colocados encima de los otros a la altura deseada. El fogón siempre está al lado del chinchorro, así que estando el indígena acostado o sentado, sin cambiar de postura puede alimentar el fuego empujando los leños hacia el centro del fogón y del mismo modo puede coger la carne asada. Se puede calcular el número de familias que integran un shabono por el número de fogones existentes. Cada grupo familiar cocina su propia comida en su propio fogón. A pesar de que todos los hombres de la familia salen juntos a cazar y cosechar, el producto de la caza y la pesca es repartido en partes iguales según el número de familias.

1.9. El trabajo Los Yanomami poseen una gran ventaja sobre la gente civilizada: el factor tiempo. Tienen todo el tiempo del mundo, tiempo para charlar, para reír, para pensar en su mundo espiritual, hasta para el ocio. No tienen que trabajar todo el día para conseguir todo lo necesario para su vida. Es el sistema de vida propio del hombre natural ajustado a un clima benévolo que les regala tiempo de sobra. A la caza diaria puede ir un solo hombre que regresa con la presa para su familia. Pero también pueden salir pequeños grupos de cazadores. La mujer va sola a buscar la leña. Pero para trabajar en el conuco va el hombre con su mujer. En cambio, la recolección de frutos es realizada en grupos. Otros trabajos los hacen en comunidad. Los techos definitivos, por ejemplo, no los podrán construir solos, pues ello requiere la colaboración de casi todos los hombres, labor que tarda aproximadamente un mes. Tienen


un sentido muy claro de la propiedad. Los plátanos sembrados por un Yanomami son cosechados por él y su mujer y nadie se atreve a coger las matas sembradas por otro. Si lo hace, la pelea será dura. Los trueques son individuales, por ejemplo si uno de ellos hace con un forastero el trueque de un objeto que no es de su propiedad, el verdadero dueño, al darse cuenta, forma un escándalo y reclama de inmediato el objeto. En ocasiones le pide al forastero la devolución del objeto.

1.10. Alimentación Los Yanomami injieren proteínas en abundancia pues cazan dantas, chiguires, cunaguaros, monos, etc. Comen todas las aves menos las águilas, también comen culebras, gusanos, escarabajos, lagartos, arañas e insectos tales como hormigas y sus larvas. La variedad en frutos silvestres que comen crudos o cocidos supera significamente la variedad de nuestros mercados. El fruto apreciado por los Yanomami es el de la palma Pijiguao. Esta palma es autóctona de América del Sur y crece silvestre en las selvas aunque también es cultivada por los indígenas en sus plantanales o lugares abiertos de la espesura selvática. A los 8 años, cuando los platanales se agotan, es cuando empieza a fructificar. Los Yanomamis aunque abandonan sus localidades y conucos suelen regresar a ellos si crecen allí estas palmeras para cosechar Pijiguao. En tiempos remotos constituía el principal alimento de muchas tribus pero en la actualidad es la fruta preferida de ellos. Cada palma produce al año unos 60 Kg. de frutas de varios racimos de aproximadamente unos 10 kilos. El fruto ya cocido tiene un sabor parecido al de la patata. Su recolección da origen a la gran fiesta anual de los Yanomami, “La fiesta del Pijiguao”.


El plátano que actualmente es el alimento básico en la dieta de Yanomami, fue introducido de la India después de le época de la Conquista y se ha difundido en las regiones de climas adecuados. Se estima que los Yanomami lo cultivan desde hace más de 100 años. En los primeros contactos con los Yanomami, en el presente siglo, se observó que tenían ollas de barro cocido, coniformes y muy rústicas que para cocinar la comida colocan en el centro de los leños del fogón. Los plátanos y las frutas las envuelven en hojas y las colocan sobre las brasas. La carne es asada junto a la llama del fogón y tiene que estar bien cocida. Si está algo cruda o si muestra algo de sangre la detestan y no la comen. Sienten temor supersticioso por la sangre. Las calabazas enteras sirven para guardar el agua potable, las partidas en dos mitades sirven para guardar cualquier cosa. Hojas de platanillos y palmas sirven para envolver frutas y nueces cuando las recolectan. Por supuesto, la selva les ofrece el material para elaborar sus cestas y alimentar el fogón.

Tejen cestas grandes y redondas para cargar la leña o cualquier otra cosa. Cazan con arcos y flechas de dos metros de longitud que son elaboradas íntegramente por materiales vegetales. El arco es tallado con la quijada de váquiro (cerdo salvaje) y las flechas son talladas con dientes de picure. De la madera de palma Manaca hacen los punzones para perforar las pieles de animales y la corteza de árboles que usan como envases


1.11. Costumbres

Los Yanomami no fuman ni toman bebidas alcohólicas. Hombres y mujeres usan el tabaco en forma de mascada. Mezcladas con cenizas, enrollan las hojas verdes y colocan el rollo entre el labio inferior y la mandíbula. A veces se quitan el rollo solamente para comer. Se dice que las cenizas sustituyen a los minerales que les faltaría por no comer sal y rechazan toda comida que contenga esta última. En los momentos de ocio, los Yanomami se embriagan con el consumo del “Yopo”. El “Yopo” es una droga relativamente benigna que produce alucinaciones y sensaciones de crecer en tamaño y poder. Cuando va a ser usada, la mezclan con cenizas de varias cortezas. Luego la tuestan hasta secarla completamente, posteriormente es triturada con una piedra hasta obtener un polvo muy fino que colocan en una hoja. Mediante el tallo de una caña al cual le colocan una boquilla hecha con la nuez de la palma Cucurito, el polvo es insuflado por la nariz. Esto se repite hasta que se manifiesta el efecto. Primero produce una fuerte salivación seguida de gran excitación. Luego pasan por un estado de cierta apatía. En ocasiones produce desmayos. Los jóvenes participantes llegan hasta vomitar, lo que casi nunca sucede entre los que tiene experiencia. No todos los hombres lo toman y las mujeres en ningún caso, aunque para los brujos es indispensable, ya que bajo este efecto invocan a los espíritus.


1.12. La vida espiritual El mundo espiritual de los Yanomami está lleno de legiones de espíritus buenos y malos que deambulan por todas partes. Creen en la existencia de otra vida, en el más allá. Para no quedar mal tienen que tomar ciertas precauciones para la vida futura. Allá arriba hay un gran shabono para todos; donde habrá abundante cacería y frutos opulentos. Allí no nacen niños. Quizás la palabra “alma” es la más adecuada expresión para lo que forma parte de un ser Yanomami, aunque se separe cuando menos temporalmente del cuerpo durante la vida. Lo más cercano a nuestro modo de pensar es el concepto del alma de la Muerte, alma que, al morir su dueño sube derecho al cielo. Noneshi es “la sombra del hombre”, es además el alma sin la que no se puede vivir y que solamente puede ser vista muy a lo lejos. Cuando un enfermo está grave, el Nohesi se va. Si se les pregunta ¿a donde? ellos contestan “andan por la selva sin camino”. Los parientes y amigos se levantan entonces de sus chinchorros y con hojas de palma en la mano se inclinan desde el centro del shabono tratando de atraer el Nohesi con el movimiento de las hojas de palma en dirección al lecho del enfermo, luego salen hacia la selva y si no logran que regrese el Nohesi el enfermo muere. Entonces el Nohesi también sube al cielo como alma de la muerte. Para ellos una fotografía es Nohesi ya que un alma de reflejo siempre vive alejada del cuerpo humano. Cuando un guerrero a matado a otro, carga una culpa que tiene que expirar, se mantiene en ayuno en su chinchorro y se somete a una serie de otras prohibiciones. Al matar una águila tiene que guardar las mismas normas. Esta muerte le pesará mucho en el pecho pues para ellos, en la águila vive su otro yo. Durante el tiempo que se mantienen en ayuno, se sienten realmente mal, físicamente están débiles y pasan unos momentos de debilidad emocional, pierden toda la fuerza del guerrero que llevan dentro.

1.13 La muerte Cuando un Yanomami muere, sus pertenencias que provienen de la selva, tales como el chinchorro de bejucos, los aretes, calabazas, etc. son quemados. No se pronuncia más el nombre del muerto pero lo lloran durante meses y las mujeres de la familia se pintan las mejillas de negro. Sus huesos son calcinados. Luego los trituran golpeándolos con dos palos en un envase de madera. Una vez pulverizadas las cenizas del difunto, estas son guardadas en una calabaza que es tapada herméticamente con cera de abejas silvestres. Meses más tarde, preparan un carato de plátano con estas cenizas y en una ceremonia solemne es tomada por todos. Este carato lo hacen triturando plátanos maduros mezclados con agua en unos envases de corteza y lo toman crudo. De ahí que a los ameríndios Yanomami se les tildara de caníbales, aunque más concretamente se les debería de tratar de necrófagos.


2.- Los buscadores de oro de la Amazonia Si alguien representa una amenaza para los Yanomami - además de jaguar -, este es el buscador furtivo de oro. En la zona amazónica brasileña reciben el nombre de “garimpeiros”. El río Orinoco, tiene una zona altamente rica en oro que es explotada día y noche por buscavidas de distintos lugares cercanos a la zona. No sólo son venezolanos, es fácil encontrarse con hombres provenientes de Colombia ya que durante gran parte del río Orinoco, la orilla Oeste, es territorio colombiano. Algunos llegan porque es la última alternativa que tienen para sacar a su familia adelante, como es el caso de Carlos, un joven colombiano de 21 años, casado y con una niña, residente en Puerto Inírida (pueblo colombiano fronterizo con Venezuela), sin empleo y que sólo pudo aguantar diez días en la mina, debido a que contrajo Amibiasis. Si los indios Yanomami viven en una colina que sospechosamente los mineros creen que esa zona es rica en oro, se establecerá una larga y dura pelea que se saldará con varios muertos. Es la ley que impera en la selva. Un porcentaje muy elevado de militares corruptos, dejan pasar a los mineros con sus maquinas aspiradoras para explotar la mina durante las 24 horas del día, luego, a diario pasan a recoger el impuesto revolucionario por persona y día que permanecen en la mina y finalmente, reciben parte de lo recolectado. Si además la persona que quiere explotar la mina es de origen colombiano, deberá pasar por los distintos controles militares pagando en cada uno de ellos, y la verdad, no son pocos los controles que uno se encuentra a su paso a medida que va remontando el Orinoco. La vida es muy dura en esos lugares, todo se compra y se vende con oro, un deposito de gasolina 4 gramos, una escopeta 10 gramos, trasladar a alguien a otra población 3 gramos...


3.- Bibliografía

Libro

Autor

Editorial

Yo soy Napëyoma The Last Days of Eden El Saqueo de El Dorado Spirit of the Rainforest Tales of the Yanomami The Yanomamo

Helena Valero Napoleón A. Chagnon Patrick Tierney Mark A. Ritchie Jacques Lizot Napoleón A. Chagnon

Fundación La Sall. Harvest Grijalbo Island Lake Press Cambridge Univ. P. Harcourt Brace C.


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