MAURICIO PEÑA
Un miércoles en Silencio
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01.04.2021 La Nueva Crónica
Semana Santa
ZOOM FOTOGRÁFICO MIÉRCOLES SANTO
San Francisco de Asís. La Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración y del Silencio celebró en la iglesia de San Francisco de Asís el Viacrucis de Francisco, un acto que sustituía a la procesión del Silencio. Los hermanos mantuvieron su túnica, capillo, cíngulo, Tau y guantes negros para recordar lo que hubiera sido un Miércoles Santo. :: REPORTAJE GRÁFICO: MAURICIO PEÑA
Santa Marina la Real. Los hermanos de la Cofradía de la Agonía de Nuestro Señor celebraron ayer por la tarde el solemne Vía Crucis en la iglesia de Santa Marina la Real.
San Marcelo. Los hermanos de la cofradía de las Siete Palabras de
Jesús en la Cruz acudieron a la parroquia de San Marcelo para celebrar el solemne Vía Crucis procesional de las Siete Palabras.
La Nueva Crónica 01.04.2021
Astorga. La Hermandad de la Santa Cena de Astorga celebró ayer, en
la Iglesia de San Bartolomé, el acto de la ‘Bendición de los panes’, un encuentro solemne de liturgia y pasión para este miércoles santo, en la bimilenaria. :: PATRICIA FERRERO
Semana Santa
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Santa Nonia. El local anexo de la iglesia de Santa Nonia fue el lugar escogido ayer por la cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno para celebrar la campaña solidaria de recogida de alimentos a favor de Cáritas, San Vicente de Paúl y la Asociación Leonesa de la Caridad. :: MAURICIO PEÑA
Catedral de León. El obispo
de León, Luis Ángel de las Heras, presidió ayer la misa crismal, celebrada en la Catedral de la capital, en la que participaron todos los integrantes del clero diocesano, presbíteros y diáconos. Se trata de una eucaristía preparatoria con la que se inicia el Triduo Pascual y en la que los participantes renovaron las promesas que hicieron el día en el que recibieron el sacramento del Orden. De esta forma, decenas de sacerdotes formaron parte de esta misa, en la que se incluía el rito de la consagración del Santo Crisma y la bendición de los santos óleos. Este acto estuvo precedido por una reflexiónmeditación conducida por el obispo emérito, Julián López, centrada en los misterios del Triduo Pascual y que tuvo lugar en el salón de actos del Seminario Mayor. :: MAURICIO PEÑA
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01.04.2021 La Nueva Crónica
Semana Santa
NI ‘TIRADINA’ NI ‘CHICOTÁ’: SOLEMNIDAD JULIO CAYÓN
L
os papones leoneses, o una gran mayoría, saben que en los llamados años pares la decana de las cofradías leonesas, la de Angustias y Soledad, respalda la procesión del enterramiento de Jesús –con salida de la iglesia de Santa Nonia– en la atardecida del Viernes Santo. Y los impares –que sería el caso en este calendario de 2021– Minerva y Vera Cruz se encarga de estructurar y garantizar el penitencial cortejo fúnebre. Recordar las razones de dicho consentimiento entre las partes no hace a la ocasión. Forma un añadido singular de la historia de la Semana Mayor y está más que divulgado. Lo que no lo está –ni incluso recogido en modestas croniquillas– es un hecho que marcó para siempre a los braceros –a los de entonces y a los de ahora– de la Virgen de la Piedad, advocación usufructuada por Minerva, magnífica talla del escultor Luis Salvador Carmona (Nava del Rey, Valladolid, 1708 – Ma-
drid 1767). Y en esta línea evocadora conviene resaltar que hace ahora treinta y seis años se produjo un sucedido procesional quizás único y nunca después reiterado. Era un 5 de abril de 1985, Viernes Santo –año impar– y, por lo tanto, la cofradía de las bocamangas moradas llevaba la batuta de la sagrada inhumación del crucificado. Por aquella época las cosas eran muy diferentes a las actuales. Las dificultades de organización no eran menores y había que adaptarse a las circunstancias. En este apartado, Minerva –a la que se llegó a llamar ‘la cofradía nómada’– tiene solera y mucho que decir. Pero saldría adelante, posteriormente, con la colaboración impagable de las monjitas Carbajalas (MM Benedictinas) de la Plaza del Grano, y la cesión del patio de su hospedería –ahora solo una parte de él– para iniciar el cortejo del Santo Entierro. No obstante, hay un importantísimo antes de este capítulo monasterial femenino en el que figuran los PP. Capuchinos por derecho propio. También
fueron cobijo e inicio de la procesión en tiempos difíciles, como lo fue en su momento el propio Obispado. En el ánimo de los jóvenes cofrades –al menos para un buen número de ellos- la iglesia de Palat del Rey no es otra cosa que un viejo templo –considerado el más antiguo de la capital leonesa-, reconvertido, después de unas profundas obras de restauración a partir de 2006, en museo temporal de muestras religiosas y culturales gestionadas por la Diócesis, su propietaria. Sin embargo desde este emplazamiento, en la convergencia con las calles Conde Luna y Pozo, principiaba, tiempo atrás, la procesión del Santo Entierro de Minerva. Y ello es el prólogo de esta historia. Javier Cantalapiedra López, señalado papón de la sacramental y penitencial hermandad, dejaba escrito el pasado ejercicio de 2020 en la publicación que, con carácter anual, edita Minerva (página 55), lo siguiente: «Con la cesión por el obispado (3 de septiembre de 1963) de la iglesia de Palat del Rey a
nuestra Cofradía (Minerva), a partir del año 1966 comienzan a celebrarse en ella la misa cofrade cada domingo y la toma de posesión de los nuevos abades, y se convierte en el centro de actividad de la Cofradía». Luego, en los años noventa, llegaría la definitiva e irrecuperable orden de desalojo, lo que se tradujo en un cataclismo organizativo para la hermandad. Corre, como se indicaba al principio, el año 1985. Durante la mañana del 5 de abril la procesión de los Pasos, organizada por la cofradía hermana del Dulce Nombre de Jesús Nazareno, discurre con la naturalidad acostumbrada. Sin mayores contratiempos. El abad es el conocido abogado leonés Jesús López-Arenas y González, que ‘encierra’ el cortejo en la iglesia de Santa Nonia sobre las tres de la tarde. El día ha sido primaveral y la larga y variada manifestación catequística ha afianzado la curiosidad de la gente por contemplarla. En principio y a pesar de unas incipientes nubes, nadie intuye dificultad
Semana Santa
La Nueva Crónica 01.04.2021
alguna para la procesión vespertina del Santo Entierro. Son, más o menos, las cuatro de la tarde cuando sobre la ciudad, cual si se tratara de una maldición bíblica, comienza a caer un diluvio sin parangón. Persistente. Amenaza la salida de Minerva por su cerrada insistencia. Y los hermanos, los papones del cáliz y el cordero eucarístico, rebajan el ánimo y se entristecen porque, como dijera Felipe II, no se puede luchar contra los elementos. Aquello no anunciaba buenos augurios precisamente. El cielo, ennegrecido, desalentaba el ánimo y un alto número de papones, desde sus casas, daban por obligada la suspensión. Pasaba el tiempo y el aguacero no se rendía. Empero, dos horas y media más tarde, camino de las siete, parece que se obra el milagro. El cielo se ajirona y una luz breve comienza a abrirse paso por las calles y plazas de la, en esos instantes, sombría ciudad. Para entonces, en Palat del Rey apenas si hay braceros y la Junta de Seises, encabezada por Benjamín Seone, se tensiona. Tanto, que varios de sus integrantes salen a buscarlos porque conocen de las costumbres y habitualidades de muchos papones. Y todos a los que localizan –que son muchos– visten con urgencia la túnica y se dirigen a Palat. En un abrir y cerrar de ojos la pequeña iglesia se enjambra de sargas y capillos en enlutado vaticinio de generosidad. Lo accidentado de los acontecimientos obliga a que la procesión se ponga en marcha más allá de las siete y media -que es cuando el cielo se despeja-, con algunas almohadillas vacías en varios de los pasos. «Falta personal», como explicaba el senequista ‘Curro’, singular bracero de la Virgen de la Piedad. Minutos después quedarían cubiertas en la práctica totalidad. Decenas de papones, a la carrera, sin resuello, se incorporaban al cortejo. Es el mismo año de aquel recorrido tan poco atractivo –al final no convenció a nadie– en que se incorporaban unos tramos ‘inéditos’ del ensanche de la ciudad. Comenzaba en la calle del Pozo (se había habilitado una puerta ‘ilegítima’ en la iglesia de Palat con salida a este ac-
:: MAURICIO PEÑA
ceso), para continuar por Platerías, Plegaria, plaza de San Martín, Zapaterías, Don Gutierre, Fernández Cadórniga, plaza de las Concepciones, San Francisco, Jardín de San Francisco, Santa Nonia, Lancia, plaza Elíptica, Conde Guillén, República Argentina, Pícara Justina, Villafranca, Ordoño II, plaza de Santo Domingo, San Marcelo, Ancha, Varillas (antes Legión Cóndor), Cardiles, Pozo y templo de salida. Una ruta bastarda. ¿Y dónde se produjo el hecho que diferenció el discurrir usual de la procesión? No es baladí asegurar que el paso de la Virgen de la Piedad es uno de los
que mejor van pujados en el conjunto de cuantos figuran en los diferentes desfiles pasionales leoneses. Decir el mejor podría herir susceptibilidades y hasta sería lógico que cada cual defendiera lo suyo con los oportunos argumentos. Pero es muy posible que lo sea. Pues bien, alcanzada la calle Conde Guillén y hacia la salida a Pícara Justina fue la última parada que efectuó la imagen. Hasta ese momento nadie se había planteado mantenerla al hombro hasta la entrada de la procesión, pero, sin decir palabra, se pactó que así fuera. La Virgen de la Piedad, de este modo, lu-
ciría en todo su esplendor como sagrada advocación desbordada sobre el asfalto. Y cuando se reinició el cortejo y a la voz del seise –en aquel tiempo Edelmiro Robles Ordás– el paso, solemne, fue alzado al unísono y comenzó la sinfonía de una puja inolvidable, amparada por la escolta de la Policía Municipal de gran gala que acompañaba a María la de San Martín. En este sentido es de justicia destacar, que la música que conducía el paso con sus compases y ritmos tradicionales, se alió con unos braceros, que, entregados hasta el límite –diríase que incluso ‘poseídos’–, avanzaban a paso lento y grave. De esta manera, con un esfuerzo físico y acaso espiritual nunca antes visto, la Piedad fue cubriendo el trayecto de una forma envidiable. Y cuando había que detenerse porque el cortejo así lo demandaba, la Virgen era mecida como en un arrullo de fe. Con una suavidad incontestable. Seguía sobre el hombro de sus braceros. Desde las aceras, la gente, ensimismada ante lo que contemplaba, se rompía –Ordoño II y la calle Ancha fueron un coreo continúo y recargado– y hasta los papones de a pie, los que se diría ‘libres de puja’, no podían sustraerse ante el emocionante sucedido. En ningún momento desfallecieron los encendidos braceros, quienes, en silencio, como manda la regla, iban ganando la carrera con una suntuosidad evidente. El estímulo impagable de papones tan destacados –también braceros de la Virgen- como, entre otros, Gerardo Ardura o Cayón Waldaliso, ayudó muchísimo. En suma, aquel empeño devino en algo histórico en el acontecer de Minerva, que hoy se recuerda –sobre todo por parte de los más veteranos del paso– con inusitado fervor cofrade. La única bajada de la imagen, la única parada del paso en cerca de un kilómetro, se produjo en la confluencia de la calle Varillas con Cardiles, a escasos metros del templo de salida y justo en el momento en que volvía a lloviznar. Y aquel año las enhorabuenas se multiplicaron. Era de justicia. Pero nunca más volvió a considerarse tamaña solemnidad. Era tarea casi imposible.
AGENDA JUEVES SANTO 9:00 horas. Ofrenda floral al Santo Cristo de la Bienaventuranza en la iglesia de San Claudio. Además,
a las 11:15, Sermón de las Bienaventuranzas y a las 13:30 horas, responso por los hermanos fallecidos, finalizando en ese momento la exposición pública de las Sagradas Imágenes.
11 horas. Hasta las 14 horas permanecerá abierta al público la capilla del CHF para visitar los conjuntos
escultóricos de la Sagrada Cena, la Casa de Betania, El Lavatorio y La Unción en Betania de la Hermandad de Santa Marta y de la Sagrada Cena.
¡
12 horas: Tradicional Saca y Exposición de los Pasos de la cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno. Hasta las 20 horas en la capilla de Santa Nonia. :: MAURICIO PEÑA
12:30 horas: Pregón a caballo de la Cofradía de las Siete Palabras de Jesús en la Cruz en el claustro del Palacio de los Guzmanes.
17:00 horas: Tradicional saca de la Cofradía de Angustias y Soledad. Hasta las 20 horas en la iglesia de San Marcelo. 17 horas: Saca de la Soledad de la Real Hermandad de Jesús Divino Obrero. Hasta las 19 horas en la parroquia de Jesús Divino Obrero. 17:30 horas: Misa de la Cena del Señor de la Hermandad de Santa Marta y de la Sagrada Cena en la Parroquia de San Marcelo. 17:30 horas: Ofrenda floral al Cristo de fuera de San
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Martín y posterior eucaristía. Con la participación de la Cofradía de María del Dulce Nombre y de la Real Cofradía de Minerva y Vera Cruz
18:00 horas: Santos Oficios en la Iglesia de San Francisco de la Vega de la Cofradía del Santo Cristo del Perdón. 18:00 horas: Misa solemne de Jueves Santo de la Cofradía del Cristo del Gran Poder en la iglesia de San Lorenzo. 20 horas: Oficio de tinieblas y acto del enclavamiento de Cristo de la Cofradía del Santo Cristo del Desenclavo. Posteriormente, acto del desagravio. En la Iglesia de Santa Marina la Real.
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os papones leoneses, o una gran mayoría, saben que en los llamados años pares la decana de las cofradías leonesas, la de Angustias y Soledad, respalda la procesión del enterramiento de Jesús –con salida de la iglesia de Santa Nonia– en la atardecida del Viernes Santo. Y los impares –que sería el caso en este calendario de 2021– Minerva y Vera Cruz se encarga de estructurar y garantizar el penitencial cortejo fúnebre. Recordar las razones de dicho consentimiento entre las partes no hace a la ocasión. Forma un añadido singular de la historia de la Semana Mayor y está más que divulgado. Lo que no lo está –ni incluso recogido en modestas croniquillas– es un hecho que marcó para siempre a los braceros –a los de entonces y a los de ahora– de la Virgen de la Piedad, advocación usufructuada por Minerva, magnífica talla del escultor Luis Salvador Carmona (Nava del Rey, Valladolid, 1708 – Ma-
drid 1767). Y en esta línea evocadora conviene resaltar que hace ahora treinta y seis años se produjo un sucedido procesional quizás único y nunca después reiterado. Era un 5 de abril de 1985, Viernes Santo –año impar– y, por lo tanto, la cofradía de las bocamangas moradas llevaba la batuta de la sagrada inhumación del crucificado. Por aquella época las cosas eran muy diferentes a las actuales. Las dificultades de organización no eran menores y había que adaptarse a las circunstancias. En este apartado, Minerva –a la que se llegó a llamar ‘la cofradía nómada’– tiene solera y mucho que decir. Pero saldría adelante, posteriormente, con la colaboración impagable de las monjitas Carbajalas (MM Benedictinas) de la Plaza del Grano, y la cesión del patio de su hospedería –ahora solo una parte de él– para iniciar el cortejo del Santo Entierro. No obstante, hay un importantísimo antes de este capítulo monasterial femenino en el que figuran los PP. Capuchinos por derecho propio. También
fueron cobijo e inicio de la procesión en tiempos difíciles, como lo fue en su momento el propio Obispado. En el ánimo de los jóvenes cofrades –al menos para un buen número de ellos- la iglesia de Palat del Rey no es otra cosa que un viejo templo –considerado el más antiguo de la capital leonesa-, reconvertido, después de unas profundas obras de restauración a partir de 2006, en museo temporal de muestras religiosas y culturales gestionadas por la Diócesis, su propietaria. Sin embargo desde este emplazamiento, en la convergencia con las calles Conde Luna y Pozo, principiaba, tiempo atrás, la procesión del Santo Entierro de Minerva. Y ello es el prólogo de esta historia. Javier Cantalapiedra López, señalado papón de la sacramental y penitencial hermandad, dejaba escrito el pasado ejercicio de 2020 en la publicación que, con carácter anual, edita Minerva (página 55), lo siguiente: «Con la cesión por el obispado (3 de septiembre de 1963) de la iglesia de Palat del Rey a
nuestra Cofradía (Minerva), a partir del año 1966 comienzan a celebrarse en ella la misa cofrade cada domingo y la toma de posesión de los nuevos abades, y se convierte en el centro de actividad de la Cofradía». Luego, en los años noventa, llegaría la definitiva e irrecuperable orden de desalojo, lo que se tradujo en un cataclismo organizativo para la hermandad. Corre, como se indicaba al principio, el año 1985. Durante la mañana del 5 de abril la procesión de los Pasos, organizada por la cofradía hermana del Dulce Nombre de Jesús Nazareno, discurre con la naturalidad acostumbrada. Sin mayores contratiempos. El abad es el conocido abogado leonés Jesús López-Arenas y González, que ‘encierra’ el cortejo en la iglesia de Santa Nonia sobre las tres de la tarde. El día ha sido primaveral y la larga y variada manifestación catequística ha afianzado la curiosidad de la gente por contemplarla. En principio y a pesar de unas incipientes nubes, nadie intuye dificultad
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alguna para la procesión vespertina del Santo Entierro. Son, más o menos, las cuatro de la tarde cuando sobre la ciudad, cual si se tratara de una maldición bíblica, comienza a caer un diluvio sin parangón. Persistente. Amenaza la salida de Minerva por su cerrada insistencia. Y los hermanos, los papones del cáliz y el cordero eucarístico, rebajan el ánimo y se entristecen porque, como dijera Felipe II, no se puede luchar contra los elementos. Aquello no anunciaba buenos augurios precisamente. El cielo, ennegrecido, desalentaba el ánimo y un alto número de papones, desde sus casas, daban por obligada la suspensión. Pasaba el tiempo y el aguacero no se rendía. Empero, dos horas y media más tarde, camino de las siete, parece que se obra el milagro. El cielo se ajirona y una luz breve comienza a abrirse paso por las calles y plazas de la, en esos instantes, sombría ciudad. Para entonces, en Palat del Rey apenas si hay braceros y la Junta de Seises, encabezada por Benjamín Seone, se tensiona. Tanto, que varios de sus integrantes salen a buscarlos porque conocen de las costumbres y habitualidades de muchos papones. Y todos a los que localizan –que son muchos– visten con urgencia la túnica y se dirigen a Palat. En un abrir y cerrar de ojos la pequeña iglesia se enjambra de sargas y capillos en enlutado vaticinio de generosidad. Lo accidentado de los acontecimientos obliga a que la procesión se ponga en marcha más allá de las siete y media -que es cuando el cielo se despeja-, con algunas almohadillas vacías en varios de los pasos. «Falta personal», como explicaba el senequista ‘Curro’, singular bracero de la Virgen de la Piedad. Minutos después quedarían cubiertas en la práctica totalidad. Decenas de papones, a la carrera, sin resuello, se incorporaban al cortejo. Es el mismo año de aquel recorrido tan poco atractivo –al final no convenció a nadie– en que se incorporaban unos tramos ‘inéditos’ del ensanche de la ciudad. Comenzaba en la calle del Pozo (se había habilitado una puerta ‘ilegítima’ en la iglesia de Palat con salida a este ac-
:: MAURICIO PEÑA
ceso), para continuar por Platerías, Plegaria, plaza de San Martín, Zapaterías, Don Gutierre, Fernández Cadórniga, plaza de las Concepciones, San Francisco, Jardín de San Francisco, Santa Nonia, Lancia, plaza Elíptica, Conde Guillén, República Argentina, Pícara Justina, Villafranca, Ordoño II, plaza de Santo Domingo, San Marcelo, Ancha, Varillas (antes Legión Cóndor), Cardiles, Pozo y templo de salida. Una ruta bastarda. ¿Y dónde se produjo el hecho que diferenció el discurrir usual de la procesión? No es baladí asegurar que el paso de la Virgen de la Piedad es uno de los
que mejor van pujados en el conjunto de cuantos figuran en los diferentes desfiles pasionales leoneses. Decir el mejor podría herir susceptibilidades y hasta sería lógico que cada cual defendiera lo suyo con los oportunos argumentos. Pero es muy posible que lo sea. Pues bien, alcanzada la calle Conde Guillén y hacia la salida a Pícara Justina fue la última parada que efectuó la imagen. Hasta ese momento nadie se había planteado mantenerla al hombro hasta la entrada de la procesión, pero, sin decir palabra, se pactó que así fuera. La Virgen de la Piedad, de este modo, lu-
ciría en todo su esplendor como sagrada advocación desbordada sobre el asfalto. Y cuando se reinició el cortejo y a la voz del seise –en aquel tiempo Edelmiro Robles Ordás– el paso, solemne, fue alzado al unísono y comenzó la sinfonía de una puja inolvidable, amparada por la escolta de la Policía Municipal de gran gala que acompañaba a María la de San Martín. En este sentido es de justicia destacar, que la música que conducía el paso con sus compases y ritmos tradicionales, se alió con unos braceros, que, entregados hasta el límite –diríase que incluso ‘poseídos’–, avanzaban a paso lento y grave. De esta manera, con un esfuerzo físico y acaso espiritual nunca antes visto, la Piedad fue cubriendo el trayecto de una forma envidiable. Y cuando había que detenerse porque el cortejo así lo demandaba, la Virgen era mecida como en un arrullo de fe. Con una suavidad incontestable. Seguía sobre el hombro de sus braceros. Desde las aceras, la gente, ensimismada ante lo que contemplaba, se rompía –Ordoño II y la calle Ancha fueron un coreo continúo y recargado– y hasta los papones de a pie, los que se diría ‘libres de puja’, no podían sustraerse ante el emocionante sucedido. En ningún momento desfallecieron los encendidos braceros, quienes, en silencio, como manda la regla, iban ganando la carrera con una suntuosidad evidente. El estímulo impagable de papones tan destacados –también braceros de la Virgen- como, entre otros, Gerardo Ardura o Cayón Waldaliso, ayudó muchísimo. En suma, aquel empeño devino en algo histórico en el acontecer de Minerva, que hoy se recuerda –sobre todo por parte de los más veteranos del paso– con inusitado fervor cofrade. La única bajada de la imagen, la única parada del paso en cerca de un kilómetro, se produjo en la confluencia de la calle Varillas con Cardiles, a escasos metros del templo de salida y justo en el momento en que volvía a lloviznar. Y aquel año las enhorabuenas se multiplicaron. Era de justicia. Pero nunca más volvió a considerarse tamaña solemnidad. Era tarea casi imposible.
AGENDA JUEVES SANTO 9:00 horas. Ofrenda floral al Santo Cristo de la Bienaventuranza en la iglesia de San Claudio. Además,
a las 11:15, Sermón de las Bienaventuranzas y a las 13:30 horas, responso por los hermanos fallecidos, finalizando en ese momento la exposición pública de las Sagradas Imágenes.
11 horas. Hasta las 14 horas permanecerá abierta al público la capilla del CHF para visitar los conjuntos
escultóricos de la Sagrada Cena, la Casa de Betania, El Lavatorio y La Unción en Betania de la Hermandad de Santa Marta y de la Sagrada Cena.
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12 horas: Tradicional Saca y Exposición de los Pasos de la cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno. Hasta las 20 horas en la capilla de Santa Nonia. :: MAURICIO PEÑA
12:30 horas: Pregón a caballo de la Cofradía de las Siete Palabras de Jesús en la Cruz en el claustro del Palacio de los Guzmanes.
17:00 horas: Tradicional saca de la Cofradía de Angustias y Soledad. Hasta las 20 horas en la iglesia de San Marcelo. 17 horas: Saca de la Soledad de la Real Hermandad de Jesús Divino Obrero. Hasta las 19 horas en la parroquia de Jesús Divino Obrero. 17:30 horas: Misa de la Cena del Señor de la Hermandad de Santa Marta y de la Sagrada Cena en la Parroquia de San Marcelo. 17:30 horas: Ofrenda floral al Cristo de fuera de San
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Martín y posterior eucaristía. Con la participación de la Cofradía de María del Dulce Nombre y de la Real Cofradía de Minerva y Vera Cruz
18:00 horas: Santos Oficios en la Iglesia de San Francisco de la Vega de la Cofradía del Santo Cristo del Perdón. 18:00 horas: Misa solemne de Jueves Santo de la Cofradía del Cristo del Gran Poder en la iglesia de San Lorenzo. 20 horas: Oficio de tinieblas y acto del enclavamiento de Cristo de la Cofradía del Santo Cristo del Desenclavo. Posteriormente, acto del desagravio. En la Iglesia de Santa Marina la Real.
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Semana Santa
CAUDAL ECOLÓGICO DE VIDA EN CRISTO ÁNGEL DE LA VARGA
cemos y confesamos que la Pascua del Señor muerto y resucitado, que tiene en sí un caudal de vida eterno, llegó a nosotros aquel bendito día en que quedamos constituidos sarmientos injertados en el Señor por medio del sacramento bautismal. La noche anterior a su Pasión y muerte, el maestro quiso hacerse presencia y perenne manantial de comunión con su Misterio Pascual. El Jueves Santo el pueblo cristiano se concentra en oración ante la presencia sacramental del Amor de los amores que se hace, en el Pan y el Vino eucarístico, Cuerpo entregado y Sangre derramada. Los dientes de la rueda de molino van haciendo harina el grano de trigo al tiempo que los flagelos de los látigos desgarran la carne del hijo de Dios encarnado de las entrañas de María. Aplasta el peso de la cruz el cuerpo coronado de espinas y rasgado por los clavos mientras la viga exprime en el lagar el mosto de la uva. Y así, con toda su fuerza evocadora y sacramental la Iglesia hace memorial del que tomando el pan dijo: «Esto es mi
cuerpo entregado» y alzando la copa dijo: «este es el cáliz de la Sangre de la Alianza nueva y eterna». También la Iglesia en este día, contemplando la traición de Judas, la debilidad y cobardía de la mayoría de los apóstoles y admirando la fidelidad del discípulo amado, suplica no falten nunca los «obreros necesarios a la mies», para que sea posible llevar a cabo el mandato de Cristo: «haced esto en conmemoración mía» en toda la redondez de la tierra y hasta en el lugar más recóndito. Así en este día conmemoramos la institución de la Eucaristía y el Sacramento del orden. La mañana de Pascua de Resurrección nos levanta presurosos a correr al encuentro del resucitado. La evidencia de no hallarle muerto se convierte en certeza de vida desde la primera hora del cristianismo. Y la vida que mana de la Pascua del Señor Jesús reclama ser abundantemente bebida por nosotros. El río de gracia es tal que tiene fuerza para lavar nuestros pecados y dejarnos «más blancos que la nieve» en el Sacramento
del Perdón, renacer de nuestra vida en Cristo, que en su misericordia nos invita cada Pascua a «morir al hombre viejo con sus pasiones y renacer hombres nuevos» en Cristo vencedor de la muerte y del pecado. Ante la corriente de Vida, capaz de vencer a la misma muerte «último enemigo aniquilado», el pueblo de Dios se siente llamado a beber y comer del «pan de vida que salta hasta la vida eterna», y participa así de su renovación personal, a través del sacramento de la Penitencia, y de la corriente de vida que Cristo inaugura, mediante la comunión en el pan de vida que es sacramento del cuerpo entregado y la sangre derramada de aquel que se levanta victorioso del sepulcro. Abriendo, a cada uno en particular y a la humanidad entera, nuevos caminos y metas en la realidad personal y al horizonte final de victoria en Cristo sobre todo mal, enfermedad y la misma muerte. Ángel de la Varga es párroco de la zona de Vegas del Condado y Vegaquemada
MAURICIO PEÑA
S
acareis aguas con gozo de las fuentes de la salvación» (Is.12,3). Precisamente en el momento en que la autoridad correspondiente pretendía corroborar que había sido exitosa la «operación condena a muerte y aniquilación» del que por algunos había sido aclamado como Mesías y al que sus seguidores llamaban mismísimo Hijo de Dios, justamente en ese instante, de certificación del fin de Jesús, tiene los ojos fija toda la cristiandad en la tarde del Viernes Santo. Se convierte para todo el pueblo cristiano en la contemplación y adoración del árbol de la vida. Pero al mismo tiempo, al fijar nuestros ojos en el corazón traspasado de amor por nosotros, contemplamos el manantial del que ha brotado la vida que inunda nuestras venas y nuestro mundo cristiano. Del corazón traspasado del Señor en la Cruz manó sangre y agua. La cruz que se erige en nuestros campanarios y montes o la que llevamos en el pecho, la que adoramos en nuestras iglesias o la que pretendemos que el mundo vea al sacarla a nuestras calles sobre nuestros hombros, no deja indiferente a nadie. Tiene la contemplación de la imagen de la Cruz una fuerza evocadora tal que no da lugar a la indiferencia. Como bandera discutida se convierte en signo de contradicción, ante el que unos caen de rodillas queriendo dar sus vidas en respuesta al amor de Dios que por nosotros ofreció la suya en el madero de nuestra salvación. Otros repiten, toda una batería de atropello, burla y brutalidad, queriendo arrancarla de la faz de la tierra y del calendario como paso previo para arrancarla de nuestros corazones. Pretenden tapar el sol con sus manos, y con sombrillas y pantallas y restricciones y todo lo que sea preciso, para llevar adelante su plan de oscurecimiento de la verdad eterna que pende del madero de la cruz. El torrente de vida sacramental que la fe de la Iglesia ha identificado en la sangre y agua que brotó del corazón del salvador en la cruz ha llegado a nosotros a través del signo sacramental del Bautismo. En la noche santa de la resurrección del Señor, en la Vigilia Pascual, la renovación de las promesas del Bautismo adquiere un protagonismo fundamental. El agua recién bendecida que se asperja sobre nosotros y el cirio encendido que arde en nuestras manos, ha recibido la llama del cirio pascual, evocación de Cristo resucitado. Así recono-
Semana Santa
La Nueva Crónica 01.04.2021
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MEDITACIÓN MÁXIMO CAYÓN DIÉGUEZ
«
Haciéndose obediente hasta la muerte... » Pb, Flp, 2,8
Este que veis aquí, crucificado, los miembros dislocados, la cabeza, caída de flaqueza, derribada en su hombro, cubierto por innúmeras heridas y llagas lacerantes, es el Hijo del hombre.
Así que se vistiera de nuestro mismo barro, fuera acusado por testigos falsos, contado entre ladrones, humillado por todos sus verdugos, arroyado de sangre por la insania más vil y despreciable. Este que veis aquí, casi desnudo, dueño del alba y dueño del ocaso, creador de la tierra y sus cimientos, que divide las aguas y acomoda los tiempos, despojado de toda condición y todo rango, trocara por mercedes las ofensas, y tomando naturaleza humana, haciéndose obediente hasta la muerte, por nuestra causa, y para darnos vida, a una muerte de cruz, magnánimo y clemente, se entregara. Máximo Cayón Diéguez es cronista oficial de la ciudad de León
:: MAURICIO PEÑA
PASIÓN DE CRISTO MÁXIMO CAYÓN WALDALISO
F
ue así, Señor. Bien lo sabía el Domingo de Palmas y de olivo. Tu corazón, Señor, ya estaba herido porque el Padre así lo disponía.
El Monte Calvario presentía tu final trágico. Quedaba mudo el aire. Y tu amor de Amor no pudo vencer la ingratitud, la felonía.
Llegó la Pasión. El horizonte se puso de sangre y de agonía. El Viernes Santo tu Cuerpo fenecía
en soledad, sobre aquel monte. Triste morir. Sólo dos palos fueron Tu trono. Tembló la tierra en aquella lejana Primavera. ¡Y todo por los buenos y los malos! Pero quedó tu Amor enamorado del hombre. Y aunque te dijo: «¡Muere!», no sabía que estaba perdonado, Señor, ¡setenta veces siete! Máximo Cayón Waldaliso fue cronista oficial de la ciudad de León
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PALABRA DE PREGONERO
POR XUASÚS GONZÁLEZ
A
manecerá un nuevo día del Amor Fraterno, reluciendo más que el Sol… y de forma especial en San Claudio. Y, quién sabe… quizá desayunemos en hermandad –no vayamos a perder las buenas costumbres: que no falte café, ni tortilla, ni callos, ni limonada… –pero sin prisa para llegar a tiempo a pasar lista. Aunque acudiremos a la cita con nuestro Cristo Moreno; y recordaremos, un año más, cómo ser buenos cristianos: Mt 5, 1-12, aunque este año sea en su iglesia y no se eleven los pasos al cielo… No recorrerán los jinetes de las Siete Palabras las calles de la ciudad para anunciar en sus plazas su procesión del día siguiente. Aunque el pregón sí será proclamado… No habrá, ya por la tarde, Despedida entre el Señor y la Virgen –la de
los Reyes– en San Isidoro. Ni las hermanas de María del Dulce Nombre acompañarán a la Madre de Dios al pie de la Cruz. Tampoco la Sagrada Cena recordará en las calles del ‘nuevo León’ la institución de la eucaristía tal día como este. Ni repartirá al término de la procesión el pan que fuera bendecido antes de comenzar. Y no recorrerá el Nazareno desgarrado del Desenclavo –el Cristo de las Injurias–, las estrechas calles de Santa Marina que tanta historia rezuman, sin que su Madre lo pierda de vista. Pero sí habrá Oficio de Tinieblas, y también enclavamiento del Señor a la Cruz –que deja a uno casi sin respiración–, en su templo, y desagravio en las Clarisas. No se oirán toda la noche tambor, esquila y clarín por las calles de la ciudad antes de que una voz avise a los hermanitos de Jesús de que «ya es hora». Será este un Jueves Santo distinto…
MAURICIO PEÑA
Tampoco la Sagrada Cena recordará en las calles del ‘nuevo León’ la institución de la eucaristía
El paso de la Sagrada Cena de la Hermandad de Santa Marta.
EXTRACTO DEL PREGÓN DE LA SEMANA SANTA 2021