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ESENCIA
pero muchas tapas de revistas siguen celebrando la vuelta a la cintura de avispa de una actriz que acaba de parir o ilustran las ondas del verano con cuerpos de utilería. Todavía le pedimos a la publicidad que muestre “mujeres reales” sin comprender lo que eso significa: reales son las estrías, las arrugas y la celulitis, porque más del 90 por ciento las tiene, pero esa parte de nuestra humanidad aún no puede ser transparentada por el mercado. De ahí que todo lo que abarca “mi cuerpo, mi decisión” debe ser una consigna articulada con caminos alternativos, disidentes y diversos. ¿Cuántas reivindicaciones vienen antes del placer en un mundo que mutila a millones de niñas con la ablación del clítoris? Son miles las demandas, pero al placer le llegó su turno gracias a algunas viejas militancias pequeñas, muchas sin saber que podrían ser tomadas como paradigmas y muchas otras de reciente aparición. Veamos. Sidonie Gabrielle-Colette vivió entre 1873 y 1954 y fue una feminista avant la lettre porque antes que cualquiera pudiera prever la emancipación femenina, ella se acostaba con mujeres y escribía sobre la sexualidad con un desparpajo insólito para la época. Eso sí: el que firmaba sus escritos era su marido, Henry GauthierVillars, con el seudónimo de “ Willy“. “Una mujer disfruta con la certeza de acariciar un cuerpo cuyos secretos conoce y cuyas preferencias son sugeridas por el suyo propio”, escribió. La línea histórica permite el enlace caprichoso con la belleza mágica y misteriosa de un ícono que se salió de todos los manuales de comportamiento. Marilyn Monroe, además de ser una criatura bajada del más allá –esa sonrisa, esos dientes, ese encanto–, daba cuenta de una moral que no tenía al matrimonio como pilar de su existencia. Se casó varias veces, se mostró apasionada, juguetona y banal, pero también profunda y oscura. En el episodio de Mad Men que retrata su muerte, las mujeres de la calle Madison están impactadas como si hubiera muerto una amiga.
Pocos capítulos después, cuando a Peggy Olson su hermana le pregunta si ella no será una de esas chicas que trabajan y no piensan en casarse ni en tener hijos, a Peggy se le enciende la mirada. “Yo soy una de ellas”, le dice. Los 60 recién empezaban. Después vinieron los cuerpos en la calle, el hippismo y una necesidad desenfrenada de enredarse con los otros sin pensar en las consecuencias. Pero a toda época de excesiva libertad se opone una de profundo conservadurismo y tuvieron que pasar muchos años para que Madonna rompiera con el molde y se animara a ir más allá: crucifijos invertidos, corpiños en punta y la boca como arma de doble filo que sirve para hablar y también para gozar, como bien lo demostró la diva del pop. Las estrellas de los 80 cantaban al unísono con Cindy Lauper “las chicas solo quieren divertirse” pero el cuerpo todavía era una limitación. De la sexualidad de las mujeres se hablaba poco y nada. Tuvimos que esperar a 1998 para tener –gracias a la uróloga australiana Helen O’Connell– la primera imagen anatómica exacta del único órgano destinado exclusivamente al placer. En 2010 se realizó el primer sonograma en 3D de un clítoris estimulado donde se pueden admirar sus ocho mil terminaciones nerviosas (solo en la parte externa) comunicadas con más de quince mil en la región pélvica. ¡1998! Hace apenas 22 años que conocemos el clítoris tal como es y la industria de los juguetes sexuales perfeccionó sus dildos, succionadores y vibradores. Pero nadie pidió disculpas por “la envidia del pene” ni fuimos al Obelisco a celebrar el triunfo. En verdad, es un avance enorme en la visibilización de nuestra anatomía, tan bendecida por este botoncito mágico. ¿Seguiremos soportando que las ficciones muestren un sexo veloz y falocéntrico? Ilona Staller, alias “la Cicciolina“, fue una pionera en decir que el cuerpo de la mujer necesita tiempo... y ¡estimulación directa del clítoris! Fue actriz porno, por su carisma e inteligencia llegó a ser diputada nacional de Italia, escribió sus memorias, fue agente secreta y se dedicó a la música: grabó temas que se hicieron populares por sus contenidos saturados de incorrección política. Odas al pene y celebraciones del orgasmo fueron sus apuestas más populares. Pero además, durante su mandato en el parlamento, impulsó cinco proyectos de ley para que hubiera educación sexual en las escuelas. Y lo más llamativo: fue electa funcionaria aun cuando se presentaba en baby dolls y rodeada de sus peluches preferidos. Pionera en el arte de entrar a los medios por la puerta de la voz susurrada y las insinuaciones al cachondeo pero con contenido activista: Ilona fue una de las primeras en hablar de ecología, en pedir que se deje de experimentar con animales y en asegurar que solo una pedagogía del sexo nos llevaría a la libertad. Lamentablemente no fue tomada del todo en serio en su apogeo, a principios de los 90.
Marilyn Monroe en La comezón del séptimo año.
Fueron sobre todo las lesbianas, las feministas y las pibas las que en los últimos años hicieron temblar la tierra con un grito que reclama por el placer que nos fue negado. El de la diversión, el de la libertad en las calles, el de sexo con quien queramos y cómo queramos. El feminismo del goce es un fenómeno recientemente enunciado: la militancia de la diversidad corporal y de las trabajadoras sexuales tuvo que ver con eso, pero mucho antes destellos de esta cristalización aparecían para cuestionarlo todo. María Riot, trabajadora sexual y actriz porno, una de las más visibles de nuestro país, dijo al diario Infobae: “El derecho a que nos guste cualquier persona más allá de su género o de la identidad de género que queramos tener me hizo conocer el feminismo y desde allí conocí el trabajo sexual. Algunos piensan que son opuestos o que el feminismo tiene una sola postura y en realidad son muchísimas. Es la posibilidad de capitalizar nuestro erotismo y no solo vivirlo en un ámbito privado”. Canela Gravila, militante de la gordura, escribió Cuerpos sin patrones (Madreselva), el libro fundante de este movimiento en América Latina: “Gordxs, tomemos la palabra, pensémonos desde el deseo y lo que hemos construido en nosotrxs (...) Sigamos generando nuevas representaciones que den cuenta de nuestra felicidad, de nuestra capacidad amatoria y destructiva, de lo sexy/perra de esta grasa sin perder nuestro poder cuestionador y burlón a las imposiciones”. Y María del Mar Ramón, autora del recientemente aparecido Coger y comer sin culpa (Paidós), escribió: “No luchamos solo para mantenernos vivas, luchamos para disfrutar la existencia, para que los instantes de éxtasis de un orgasmo, de una buena paja, de un helado de chocolate, no vengan acompañados de una culpa fiscalizadora (…), de esas ideas que nos hacen sentir chiquitas y tristes, que nos ponen en contra de nosotras mismas y nos hacen despreciar el cuerpo que habitamos (…), que nos quitan nuestro derecho al placer”. n
En disidencia
La muestra Venus perversa, del fotógrafo Kenny Lemes, visibiliza la sensualidad de los cuerpos por fuera del canon. Instaboys e instagirls que irrumpen desde las redes sociales para tensionar la idea clásica del erotismo.
Por FACUNDO ABAL