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FEMINISMO Y EROTISMO

Feminismo y erotismo, ¿un maridaje posible?

Placer, deseo… El largo camino en la defensa de esos derechos. Las conquistas que faltan.

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Por FLOR MONFORT

No a la maternidad, sí al placer”: esta consigna escrita en una pancarta que llevaba una mujer de mediana edad mientras iba subiendo las escaleras del Congreso podría ser una postal de hoy, tiempos de #Ni Una Menos, #MeToo y pañuelo verde. Pero fue María Elena Oddone, una militante feminista con origen en la alta alcurnia, quien en 1984 ya desafiaba la hegemonía que dicta que por el cuerpo de una mujer solo pesan obligaciones. El feminismo del goce que ella propuso con ese gesto tan audaz como anacrónico reivindica el derecho a gozar sin fines reproductivos ni deberes de pareja, lejos de los estereotipos de lo que una chica canchera debe hacer (cerrar la boca, ser flaca y acabar al mismo tiempo que el varón, entre otros), para traer visiones y consignas que ponen de cabeza la imagen que la publicidad o las películas quieren hacernos acatar. ¿Pero la revolución sexual no ocurrió en los años 60 y de allí en más todo fue libertad, libertad, libertad?

La respuesta no es sencilla. Con toda el agua que corrió bajo el puente, incluyendo la revolución de la píldora, la quema de corpiños y el auge del feminismo, hoy conviven más de un modelo de mujer (la comediante Bimbo, la modelo de talles grandes Brenda Mato, la trabajadora sexual Georgina Orellano…) Ilona Staller, alias la Cicciolina, fue una pionera en decir que “el cuerpo de la mujer necesita tiempo. Y ¡estimulación directa del clítoris!”.

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