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FORMULAS 2.0

FORMULAS 2.0

Babasónicos.

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Hernán Cattaneo.

Botón de pausa La falta de shows y recitales jaquea la industria. Mientras tanto, se imponen las iniciativas que buscan su audiencia vía streaming.

Por CATA GRELONI PIERRI

Un día voy a ser otra distinta/ Voy a hacer cosas que no hice jamás/ No va a importarme lo que otros me digan/ Ni va a importarme si resultará”. Con una letra escrita hace más de diez años, Juana Molina –una de las artistas argentinas de mayor renombre internacional y menor reconocimiento local– parecía presagiar la adaptación que debería hacer en esta etapa de aislamiento. “Un día”, la canción que pensaba presentar frente a miles de personas en Chacarita, pasó a formar parte de Friggatriscaidecafobia de entrecasa, el primer recital virtual de su vida, que armó en su estudio y fue seguido en vivo vía streaming por radio Futurock.

La fobia a los viernes 13 a la que alude el nombre del recital (Friggatriscaidecafobia) pareció justificarse: a partir de ese día la cancelación de otros shows y festivales es una constante en Argentina. El Lollapalooza, por ejemplo, se pospuso para el 27, 28 y 29 de noviembre. Lo mismo pasó en otros países. La edición 50 del Glastonbury, que se realizaría en junio en Reino Unido, será en 2021. Muchos organizadores ni siquiera tienen certeza de las fechas en las que reprogramarán los eventos, ya que cuesta pensar a largo plazo cuando todavía se desconocen las consecuencias económicas que dejará la pandemia.

El aglomeramiento de cuerpos y el sonido a todo volumen en los festivales fueron reemplazados por las interpretaciones minimalistas en que músicos y músicas eligen mantener entretenido a su público desde la intimidad del hogar. Fue el caso de Patti Smith, que recitó su poema “The Pythagorean Traveler” con su hija Jesse al piano y ambas grabadas con un celular.

Por aquí también se multiplicaron las performances en casa. Mateo Sujatovich festejó en su terraza los dos años del primer álbum de su proyecto Conociendo Rusia. Fue la antesala del concierto de piano que esa noche daría Fito Páez en su living. Lo vieron doscientas mil personas a través de Instagram, YouTube

Fito Páez.

Juana Molina.

y la TV Pública, y funcionó como carta de presentación de su nuevo disco, La conquista del espacio. Otro que privilegió esta modalidad fue Hernán Cattaneo. Organizó su Sunsetstrip en versión Home Edition para colaborar con la Cruz Roja y la ONG Coas. El DJ set duró cinco horas y tuvo un millón de visitas.

Entre las f iguras internacionales que impactaron en la movida streaming está Lady Gaga, que participó en la curaduría de One World: Together at Home, el festival a distancia que organizó Global Citizen para recaudar fondos para la OMS y en apoyo de quienes luchan contra el brote de Covid-19. Ella fue quien sumó las actuaciones de Paul McCartney, J Balvin y Billie Eilish, entre otros.

Se sabe que el show debe continuar –es el deseo de muchos–, pero todavía no está dicha la última palabra en cuanto al protagonismo de los nuevos formatos. Según el sistema de información de datos Alpha Data, el 13 de marzo fue el día con menor audiencia musical vía streaming en el mundo, desde la última semana de 2019, y los números no mejoran. Los especialistas consideran que a la gente le gusta más escuchar música cuando está fuera de su casa, en bares, discotecas y gimnasios o durante sus desplazamientos en coche o transporte público. Muy diferente es el caso de las plataformas de series o videos como HBO, Netflix y Amazon Prime Video, que aumentaron la demanda.

Sin dudas, el tiempo libre y el acceso gratuito a los espectáculos son factores decisivos en el consumo cultural y de entretenimiento. Lo que Internet no logra resolver es cómo hacer para que la música genere ingresos mientras los espectadores siguen sentados en sus casas. En vivo representaba hasta veinte mil millones de dólares anuales en el mundo. Esto afecta a artistas, sesionistas, técnicos, managers, prensa, salas de concierto, boliches, productores e ingenieros de sonido.

Entre las iniciativas locales para paliar la situación está la del Instituto Nacional de la Música: una convocatoria de fomento solidario para entregar por única vez más de 1200 subsidios de diez mil pesos a los inscriptos en el Registro Unico de Músicos Solistas y Agrupaciones Musicales Nacionales que quedaron excluidos del Ingreso Familiar de Emergencia dispuesto por la Anses. Del otro lado del Atlántico, en España, la campaña de sensibilización llamada #SomosMúsica invita a comprar artículos de merchandising y música física de artistas locales e incita a no devolver las entradas de los conciertos postergados. Se estima que esta será una de las últimas industrias en recuperarse de los estragos del coronavirus.

Es un presente inédito, histórico; la pandemia –considerada el nuevo cisne negro– se vive con más dudas que certezas. Asoman algunas acciones, como el apoyo y patrocinio de marcas, para potenciar los vínculos entre las audiencias y los artistas. Y la esperanza de que la industria resurja fortalecida en respuesta a los cambios de paradigma que propone el plano virtual. n

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