¿Adolfo? by Lokkus Arte Contemporáneo

DANIEL SALAMANCA NÚÑEZ

¿Adolfo? 26 de mayo - 27 de junio del 2022 Daniel Salamanca Núñez Artista Manuela Velásquez Directora Erika Sosa Restrepo Subdirectora - Texto de sala Daniel Echeverri Posada Textos obras Taller Casa Falsa Montaje Galería Lokkus Arte Contemporáneo Palermo Cultural. Carrera 42 # 8 - 00 Medellín / Colombia www.lokkus.com

DANIEL SALAMANCA NÚÑEZ

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Política

AZAR Cáncer Metáfora

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Autobiografía

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Réquiem

PADRE Duelo

Desgobierno

Piet Mondrian

Adolfo Bernal

Proceso 8000 Inﬂuencia artística

Vincent van Gogh

Existencia humana

On Kawara

ablar es esencial para la existencia humana. Según los hallazgos, hablar es una necesidad que el hombre tiene desde hace cinco mil años. La palabra, en todas sus formas es la que ha dado la posibilidad de ser sociedad (Wittgenstein), sin ella, no existiríamos hoy, ni mucho menos todo lo que conocemos del mundo. Por su condición inherente al ser humano, y su desgaste constante, también es cierto que la palabra ha adquirido cierta debilidad, que el brillo que quizá la caracterizó en la antigüedad, ya solo es un recuerdo de la Historia. Sin embargo, el poder del arte reposa precisamente en recurrir a los elementos más trascendentales de la humanidad y abordarlos de maneras sutiles pero potentes, de modo que ningún otro medio de comunicación podría hacerlo, como lo expuso Carlos Fuentes en su prólogo a Cinco mil años de palabras: Usamos las palabras para amar, pedir, injuriar, exaltar, saludar. Gastamos las palabras en el roce diario del trabajo, el movimiento, el trato con amigos y extraños; el cariño con mujer e hijos, la

blasfemia contra enemigos, la adulación de poderosos, la información, la noticia, la conclusión… Las palabras con la moneda de cobre de la vida diaria. Pero pueden ser el conducto que salva a las propias palabras de su condición consuetudinaria y las convierte en oro de la poesía y el pensamiento. (Prieto, 2010, pág. 15).

EXIST1 ¿Para qué hablar? ¿Qué decimos cuando hablamos? Todos los seres humanos hablan de su experiencia, ¿De qué podemos hablar mejor, si no de lo que conocemos? Nuestras historias de vida se convierten en la fuente principal de nuestros diálogos internos y externos. Si fuera necesario decir en una frase de qué trata la obra de Daniel a lo largo de su trayectoria, tendría que decir que nos habla de la existencia humana, de aspectos cotidianos y «banales». Sus imágenes nos traen a colación hechos y experiencias por las que en algún momento pasaremos o ya lo hemos hecho. Su trabajo es precisamente el de registrar

Esta palabra hace parte de una de las diez imágenes de Declaración de artista (2016 - 17), proyecto de Daniel Salamanca Núñez, y es una de las obras en las que el artista juega con las señales visuales, provocando un doble sentido.

la vida, de ahí que sus libretas ocupen un lugar primordial en su proceso; cientos de páginas guardando momentos, recuerdos, personas, ideas, encuentros fortuitos… REQUIEM La luz eterna brille para ellos, Señor, con tus santos para la eternidad, porque eres misericordioso. Descanso eterno dales, Señor, y que la luz perpetua los ilumine, con tus santos para la eternidad, porque eres misericordioso Wolfgang Amadeus Mozart Pocas cosas en la vida se asemejan a la experiencia de perder a un ser querido, más si ese ser se llama padre. El dolor que sentimos cuando nos enfrentamos al ﬁnal de esa persona que era todo para nosotros nos confronta a los niveles más profundos. La agonía que quizá llevó ese ser querido antes de partir, se traspasa a nosotros, aunque con la promesa de no terminar, esa agonía se queda dentro por el resto de nuestra vida, a veces más dormida y otras más despierta; cada aniversario se convierte en un leño que aviva el fuego, se descontrolan los sentimientos y los pensamientos; de alguna manera volvemos en el tiempo y estamos otra vez ahí, frente a la muerte. Diez es un número crucial. En la numerología se entiende como «volver al origen», es el número del cielo y la creación universal. El ﬁlósofo y matemático Pitágoras (Grecia, 572 a.C. – Italia, 497 a.C) creía que el diez es un número sagrado y que por lo tanto nos conecta con lo supremo. Esta connotación metafísica enmarca muy bien lo que sucede cuando la muerte de ese ser querido llega a su décimo aniversario. Recuerdo cuando mi padre cumplió diez años de haber fallecido; por razones que no puedo explicar fue muy diferente a todos los años anteriores e incluso posteriores. Como Daniel, apelé al arte para rendir homenaje y «revivir» por un instante la presencia de quien fuera uno de los ejes de mi vida. Por lo tanto, me reconozco bastante en ¿Adolfo?, tanto por el fondo y las preguntas metafísicas que plantea Daniel, como por el recurso de la palabra. Su conversación telepática, a la que estamos llamados a participar se abre como un agujero negro: ¿Quién no ha perdido a un ser querido? No podemos escapar a la pregunta existencial que abordan las obras de la exposición, ni a los recuerdos que nos suscita, ni las lágrimas derramadas, ni siquiera somos capaces de esquivar las posibilidades imaginarias de atravesar nuevamente un duelo.

Daniel Salamanca Núñez perdió hace diez años a su padre, Adolfo Salamanca Correa. Este proyecto surge de allí, de los muchos diálogos que el artista ha tenido con su padre desde entonces, hablando sobre la idea de destino, la suerte, de lo que podría llamarse «buena fortuna», como que tu padre sea un homónimo de uno de tus referentes artísticos, o que tu sobrino nazca cuatro años después en la misma fecha en que murió tu padre. ¿Adolfo? es un homenaje de Daniel a la vida del padre, es de alguna manera un ritual para hablarnos de sus experiencias, su intención política, sus reﬂexiones acerca de la vida y la muerte. Es un epitaﬁo que hace a través del arte, de un despliegue multidisciplinar − propio del artista− en el que incluye pinturas, dibujos, grabados, poemas, acciones, material de archivo y fotografías, cada una de ellas planteando diferentes ideas que se conectan por uno o varios elementos conceptuales, formando así un rizoma que expone no solo el método de pensamiento de Salamanca, si no también, y especialmente, el carácter múltiple, móvil, expansivo, abierto y no lineal de la existencia humana. HISTORIA CLÍNICA Que callar no sea hacer silencio, sino un modo de reforzar lo dicho. El silencio tiene siempre la última palabra.

De todos los silencios, solo el tuyo escucho. Luis Yslas Prado Adolfo Salamanca Correa sufrió de cáncer de laringe durante casi nueve años, lo que comprometió sus cuerdas vocales, y, por ende, su voz. Sin embargo, fue un cáncer de uréter lo que le quitó la vida en unos pocos meses. En este contexto se hace inevitable preguntarse ¿Qué es el cáncer? ¿Cómo actúa? ¿Por qué? Abordar el cáncer requiere obligatoriamente referirse a la Biografía del cáncer desarrollada por Siddhartha Mukherjee, en la cual el autor expone el origen de la enfermedad, su descubrimiento cientíﬁco, sus tipologías, su evolución y sus tratamientos, basándose en sus anécdotas personales como médico oncólogo. Hoy sabemos que el cáncer es una enfermedad causada por el crecimiento sin control de una sola célula. Este es desencadenado por mutaciones, cambios en el ADN que afectan especíﬁcamente a los genes encargados de estimular un crecimiento celular ilimitado. En una célula normal, poderosos circuitos genéticos regulan la división y la muerte celulares. En una célula cancerosa estos circuitos se rompen, por lo que esta no puede dejar de crecer. (2014, pág. 17).

No obstante, hay otras deﬁniciones que cobran mucho sentido para el proyecto artístico de Daniel, no solo porque el cáncer se llevó a su padre, y de ahí la necesidad de

realizar esta especie de réquiem, sino también porque el cáncer participa de la gran metáfora de la vida, la cual no solo atañe al artista, si no a la sociedad en general. Hay que señalar que los estudios plantean que todos en algún momento de nuestra existencia tuvimos, tenemos o tendremos un cáncer, sea cual sea su grado de invasión y sus posibilidades de tratamiento. Así, ¿Adolfo? nace de la experiencia personal de Daniel Salamanca, pero se expande a ámbitos generales, como un espejo de la realidad social. También hay quienes postulan que toda enfermedad es una señal del cuerpo, tratando de entregar un mensaje, pero que quizá solo escuchamos cuando estamos en el fondo del abismo. Entonces el cáncer nos habla. El silencio también. ¿Cuántas veces hemos dicho todo sin siquiera abrir la boca? Callar. Hablar. Hay tantas formas de hablar, el arte, por ejemplo. Pero es cierto que estamos acostumbrados a pensar en el habla que incluye la palabra oral, los sonidos, la voz. Pero, ¿qué pasa cuando esta facultad desaparece? Daniel Salamanca recuerda el momento en que su padre perdió la voz, y ante esta ausencia apela de manera reiterada a la palabra escrita y la poesía, la misma que obsesionó a Adolfo Bernal. Asimismo, el artista contemporáneo formula una serie de imágenes alusivas a la fonoaudiología basándose en algunos de los exámenes médicos de su padre.

HISTORIA POLÍTICA Volviendo a las metáforas que plantea el cáncer, hay que decir que dicha enfermedad, como la vida y la muerte, sigue siendo un misterio. También un caos, una condición horrorosa que genera miedo por doquier. Esto nos recuerda la guerra, a una invasión descontrolada de la sociedad, contraataques y acción mortal. Justamente, la estrategia actual con la cual se combate un cáncer se asemeja a las tácticas políticas de algunos gobiernos. Esta relación intrínseca entre guerra y política es abordada por Daniel Salamanca Núñez en ¿Adolfo? Para él, la mejor manera de expresarlo es retomando a Mukherjee: El cáncer es una enfermedad expansionista; invade los tejidos, establece colonias en paisajes hostiles, busca un «santuario» en un órgano y luego migra a otro. Vive desesperada, inventiva, feroz, territorial, astuta y defensivamente; por momentos, como si nos enseñara a sobrevivir. Confrontar al cáncer es ponerse frente a una especie paralela, quizá aún más adaptada que nosotros a la supervivencia. (2014, pág. 53).

La obra del artista está atravesada por la política, para él es claro que «cualquier cosa en la vida, por minúscula y efímera que nos parezca tiene un profundo carácter político». Además, recordemos que su padre fue abogado y viceﬁscal, por lo que la situación política de Colombia fue un eje transversal a su vida y

profesión. De su gestión pública destaca el Proceso 8000, nombre con el que se conoce la investigación que realizó la Fiscalía entre 1995-96 acerca de la financiación del narcotráfico a la campaña electoral del expresidente Ernesto Samper. A este suceso Daniel Salamanca retorna por medio de su obra Vox populi2 (Proceso 8000). Se trata de 8000 volantes con el poema Sin voz con voto que el artista obsequia a través de varios medios masivos de comunicación, en un gesto social y democrático que sin duda recuerda The end (1975) de Adolfo Bernal. Susan Sontag también evoca la unión enfermedad/política. Dentro de su estudio La enfermedad y sus metáforas plantea que La preocupación más antigua de la filosofía política es el orden, y si es plausible comparar la polis con un organismo, también lo es comparar el desorden civil con una enfermedad. Las analogías clásicas entre desorden político y enfermedad−digamos, de Platón a Hobbes− presuponen la clásica idea médica (y política) de equilibrio. La enfermedad nace del desequilibrio. La finalidad del tratamiento es restaurar el equilibrio justo −lo que en términos políticos sería la justa jerarquía−. El pronóstico, en principio, siempre es optimista. Por definición, la sociedad no contrae enfermedades mortales. (2003, págs. 36-37).

El desequilibrio al que hace referencia Sontag podría ser muchas cosas. Por ejemplo, podría ser un Estado. No es casualidad que Daniel Salamanca aborde de manera sustancial y concreta algunos elementos políticos en ¿Adolfo? Por el contrario, responde a las circunstancias nacionales que permean todo a su paso. De ahí que varias de sus obras en la exposición aluden al ejercicio democrático, a campañas políticas y documentos de identidad, todas ellas a través de un juego lingüístico que denotan poesía y dualidad. HISTORIA ARTÍSTICA De regreso al destino, a esa condición azarosa que para Daniel tiene mucho sentido y que se cruza con nuestra existencia permanentemente. Resulta que el padre de Daniel Salamanca Núñez comparte el nombre de uno de sus referentes, el artista Adolfo Bernal (Medellín, 1954 – 2008), quien además de ser pionero Palabra proveniente del latín. Signiﬁca literalmente «voz del pueblo» y hace referencia a lo que es conocido y repetido por todos, o sea, lo que es popular.

del arte conceptual en el país − corriente a la que se acerca Daniel Salamanca en su trabajo− es un artista que también habita el más allá, que trascendió este plano, y que dejó importantes legados intelectuales, poéticos y políticos que van a influir bastante en las obras que componen ¿Adolfo? Para Daniel Salamanca Núñez las referencias éticas y psicológicas de la vida −como las desarrolladas anteriormente− son fundamentales en la propuesta de todo artista. De igual manera, propone que las «influencias artísticas actúan como fantasmas que acompañan [sus] procesos». De modo que no es de asombrarse identificar en esta exposición un doble homenaje y una doble conversación. Las formas, los métodos y medios utilizados por Salamanca son un diálogo plástico con Bernal, recordándonos así la poesía corta del artista antioqueño, el uso del espacio público, y con él, la relación con el transeúnte; la utilización de medios impresos −afiches, volantes, postales, documentos de archivo− y medios análogos como diapositivas. SILENCIOSO ADIÓS Hablar. La dupla Adolfo – Adolfo plantean esa pregunta por la existencia antes mencionada, pero también por la ausencia. ¿Adolfo? es una especie de llamado telepático al más allá, es una pregunta porque desconocemos lo que hay fuera de este plano, porque tenemos que imaginarnos

la respuesta que darían ambos Adolfo a los interrogantes de Daniel Salamanca Núñez. El proyecto es sin duda una búsqueda interior y muy íntima del artista para abordar sus historias personales: clínica, política y artística. La exposición abre esta conversación, pero también la cierra; ¿Adolfo? permite al artista terminar de afrontar el duelo y comprender un poco más los misterios de la vida y la muerte. […] Que me deje solo un día más Para poder hablar De lo que eras para mí Que me deje disfrutar De tu voz y contemplar Tus ojos una vez más Te escribo estas líneas en papel Espero que donde estés El correo llegue bien Por aquí todos estamos bien Luchamos por seguir Como aprendimos de ti Echo de menos El charlar y oír tu voz […] El Réquiem de Mago de Oz deﬁne de manera muy precisa el impulso de Daniel por hablar con estos cuerpos astrales, y especialmente el de su padre; lo trae de nuevo a la vida y al mismo tiempo se los lleva. Salamanca compone aquí un ritual de despedida, un medio para volver a conversar con su padre y escuchar por última vez su voz.

Erika Sosa Restrepo

Referencias Mukherjee, S. (2014). El emperador de todos los males: una biografía del cáncer. Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U. Obtenido de https://acortar.link/4TGvB5 Prieto, C. (2010). Cinco mil años de palabras. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica. Sontag, S. (2003). La enfermedad y sus metáforas | El sida y sus metáforas. Buenos Aires: Taurus. Obtenido de https://acortar.link/FvsIGM Yslas, L. (2019). A la brevedad. Caracas: Libros del fuego.

Vista general de la sala

Lluvia

Se trata de la repetición pictórica de un patrón geométrico que evoca el forro de las gabardinas Burberry, un símbolo del padre del artista. Daniel Salamanca utiliza tela de gabardina como soporte de su pintura para referenciar los abrigos que Adolfo Salamanca usaba frecuentemente para ir a los juzgados y al centro internacional de Bogotá cuando llovía en la capital. Estamos hablando de un retrato expandido: la tela cuelga del techo del espacio expositivo, y es como si las arrugas que provoca esa suspensión, en efecto, hicieran parte de un cuerpo.