TELEVISIÓN (F-CULTURAL)
Sobre el amor y
Modern Love
Basada en una de las secciones más leídas del New York Times, la serie Modern Love presenta historias de amor que parecen diarios íntimos y también delirios extraídos de algún bolero posmoderno. Es verdad eso de que todos nos hemos enamorado alguna vez, pero no de la misma manera, aunque compartamos los mismos síntomas. Por CARLA VERA ¿Cuándo nace el amor?, ¿por qué nace?, ¿cuándo termina?, ¿por qué termina?, ¿cómo sabes que lo que sientes es amor?, ¿cómo sabes que ya no lo sientes?, ¿cómo se vive el amor?, ¿tiene límite?, ¿cuál es su límite?, ¿cuánto se expande?, ¿cuánto se achica?, ¿el amor muta?, ¿en qué se transforma?, ¿ha cambiado desde el inicio de los tiempos?, ¿siempre ha sido igual?, ¿qué es el amor?, ¿qué? Algunas de esas preguntas que —estoy segura— resuenan en muchos de nosotros, se tratan en la serie Modern Love (Amazon Prime), estrenada a mediados de octubre del año pasado. Quizá no tenga las respuestas y quizá nunca nadie las tendrá, pero se concentra en muchas de estas inquietudes. De amor se ha hablado en canciones de todos los géneros, películas en todos los idiomas, series en todas las plataformas, libros de todos los siglos, diarios de todo amante atormentado, árboles tatuados con los nombres de adolescentes y tarjetas enviadas cada 14 de febrero, año tras año. Tanto se ha hablado de amor, creo, porque nos encanta vernos en otras historias. En mi caso, me encanta que otras personas sean pruebas vivientes de que el amor puede llegarle a una hopeless romantic. Y como yo, quizá somos muchas las personas que amamos escuchar, ver y leer sobre él. Por eso, The New York Times creó hace quince años su propia sección dedicada a personas (extra) ordinarias con historias que parecen algunas
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mágicas, otras increíbles, o tristes y devastadoras, o inimaginables: Modern Love. En esas columnas se inspiraron los ocho episodios de la serie que lleva su nombre. Tengo treinta años y digamos que entender y vivir el amor ha sido extraño para mí. Crecí viendo películas de Disney, esas con el príncipe azul, y series que giraban en torno al amor de pareja, al amor romántico. Por eso no es raro que me haya tomado casi todos mis veintes volver, después de vivir varias decepciones, al amor más importante, el propio. Pero mentiría si no pienso a veces en esa compañía que hace que lo tormentoso del mundo se vuelva más liviano, y su simple presencia toque cada cuerda de tu música interior. Una tarde, después de tener una conversación definitiva con otro potencial compa-
ñero que no fue, llegué a casa desilusionada y sintiendo que mi poetisa interna, detallista y romántica, poco a poco perdía su inspiración. Me encontré entonces con Modern Love por recomendación de una influencer argentina. Empecé por un capítulo en el que Anne Hathaway interpreta a una mujer bipolar que debe hacer malabares entre su salud mental y sus relaciones amorosas, amistosas, familiares y laborales. Ese episodio es una lupa sobre las complejidades de las emociones, más aún cuando las vive una persona que —como ella dice— está dividida en dos. En una escena Lexi (Hathaway) está vestida con lentejuelas, peinada, maquillada, bailando, cantando y viviendo la vida como si se tratase de una película: está en un episodio de maniático. En otra escena está vestida de gris, con ojeras, despeinada, en su cama, abrazada a sus cobijas: está en un episodio depresivo. Sin caer en los clichés, el episodio, que se llama “Take Me As I Am, Whoever I Am” (“Tómame como soy, quien sea que sea”), retrata el hueco profundo en el pecho que puede llegar a sentir alguien que no ha logrado hablar abiertamente de su salud mental con sus seres más cercanos. Se excusa, falta al trabajo y cancela citas por vivir en la prisión de sus propios tabúes y encontrar refugio únicamente en su cama. En especial me quedó resonando una escena. Lexi está lista para recibir en su
ABRIL 2020