Autor: Luis Carlos Castillo
2.2. La evaluación cualitativa fórmativa Proponemos
asumir
la
evaluación
formativa
como
aquella
que
se
realiza
concomitantemente con el proceso de enseñanza- aprendizaje, por tanto es reguladora y consustancial al proceso. Su finalidad es estrictamente pedagógica: regular el proceso de enseñanza aprendizaje para adaptar o ajustar las condiciones pedagógicas (estrategias, actividades, secuencias) en servicio del aprendizaje de los alumnos. Como el aprendizaje es una actividad continua de reestructuraciones producto de las acciones del alumno, es importante, para lograr un verdadero efecto del acto educativo, supervisar el proceso de aprendizaje y la propuesta didáctica. Aquí, no importan los resultados sino comprender el proceso, supervisarlo e identificar los posibles obstáculos o fallos e intentar hacer acciones de refuerzo o mejoramiento con nuevas adaptaciones didácticas in situ. Por tanto, lo que interesa en la evaluación formativa es saber cómo está ocurriendo el proceso de construcción de representaciones. Interesa conocer la naturaleza y características de las representaciones, como su profundidad y complejidad. Es decir, la riqueza cualitativa de las relaciones logradas entre la información nueva por aprender y los conocimientos previos, así como la medida en que se logra compartir significados a través del discurso y / o de la situación pedagógica. También importan los errores y dificultades, ellos ponen al descubierto la calidad de las representaciones y estrategias construidas por los estudiantes así como lo que les falta para refinarse o completarse en el sentido didáctico propuesto. De manera más precisa, la evaluación formativa intenta comprender el funcionamiento cognitivo del alumno frente a una tarea propuesta. Los datos prioritarios que el maestro analiza son: las creencias o la calidad de los conceptos que tiene el alumno del objeto de aprendizaje, las representaciones que se hace sobre la tarea o actividades de aprendizaje que
Autor: Luis Carlos Castillo
debe realizar y las estrategias o procedimientos que usa para llegar a los resultados. También en la evaluación formativa hay interés en enfatizar y valorar los aciertos o logros que los alumnos van consiguiendo en el proceso de construcción. Para que el proceso sea realmente formativo, es decir que forme a sus participantes, su ejercicio debe brindar oportunidades a los estudiantes para identificar, comprender y superar sus dificultades y a los docentes, analizar y proponer nuevas rutas pedagógicas.
De acuerdo con Díaz Barriga y Hernández Gerardo (2010) es conveniente que la evaluación formativa desarrolle tres modalidades de evaluación; a saber, la evaluación interactiva, la evaluación retroactiva y la pro-activa.
La primera se realiza en el momento y los tiempos de la enseñanza. Esta modalidad ayuda a hacer una regulación inmediata generada por intercambios comunicativos entre el maestro y el estudiante tomando como referente el desempeño del estudiante en la resolución de preguntas, exámenes, tareas, trabajos, exposiciones, salidas, proyectos, etc.
La evaluación retroactiva es la parte complementaria de la evaluación interactiva ya que ella toma como objeto de análisis las dificultades, errores, obstáculos del desempeño de los estudiantes y habiendo determinado sus causas, diseña nuevas rutas de actividades que le permitan y le brinden a los estudiantes la oportunidad de mejorar o superar las dificultades o errores detectados. De este modo la actividad retroactiva tiene como propósito subsanar o consolidar
el aprendizaje de los
estudiantes respecto a los desempeños en los que se ha venido trabajando.
La tercera, la evaluación pro-activa consiste en planificar actividades que le permitan a los estudiantes profundizar en los aprendizajes y llevar la competencia a niveles que se trabajaran en un futuro próximo.
Autor: Luis Carlos Castillo
Igualmente, Barriga y Hernández (o.c) plantean que la evaluación debe cumplir una función formadora en la medida que el traspaso de la responsabilidad sobre la evaluación se vaya transfiriendo paulatinamente a los estudiantes. Una excelente administración y gestión de este traspaso permitirá que los estudiantes experimenten una transformación de su concepción de la evaluación, especialmente en lo que atañe a sus beneficios relacionados con aprender a regular su propio proceso de aprendizaje. De acuerdo con Nunziati este traspaso “consiste en ayudar a que el
alumno aprenda, desde la heterorregulación
evaluadora del docente, a apropiarse de los criterios para aprender a autor regularse en su evaluación y aprendizaje. Se trata de traspasar la responsabilidad de la evaluación y del aprendizaje, por medio de estrategias e instrumentos de autoevaluación. La idea es que el docente no sea el único y exclusivo agente evaluador sino que los alumnos participen activamente en el acto desde su lugar socio-pedagógico” (Nunziati.1990 citado por Barriga y Hernández. 2010:332). Este traspaso se concreta estableciendo una triangulación entre heteroevaluación, co-evaluación (o evaluación conjunta) y la autoevaluación. Igualmente para ello se requiere que el proceso vaya permitiendo paulatinamente que: a) se elaboren colectivamente o se socialicen los objetivos, los criterios, los procesos, las actividades y los instrumentos que se usaran tanto en el proceso de enseñanza como en la evaluación, b) los estudiantes vayan teniendo la oportunidad para dominar las operaciones autoreguladoras mediante su participación activa en el diseño, diligenciamiento y evaluación de rejillas y rúbricas para practicar la evaluación conjunta, la co- evaluación y la autoevaluación.
En este marco anterior proponemos que las rúbricas, en tanto que instrumentos de evaluación, pueden llegar a ser un referente común entre estudiantes y maestros que movilicen y permitan una comunicación clara, franca, referida a criterios negociados democráticamente, y que posibilite que ambos vivan experiencias de evaluación significativas, formativas y formadoras.