Descubre "American psique"

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CÉSAR GARCÍA



© Autor: César García © Diseño y maquetación: LoQueNoExiste Edita © LoQueNoExiste www.loquenoexiste.es Promoción y Relaciones Públicas: Medialuna www.medialunacom.es ISBN: 978-84-938994-4-8 Impreso en Madrid Marzo de 2011 Reservados todos los derechos. No se permite reproducir, almacenar en sistemas de recuperación de la información ni transmitir alguna parte de esta publicación, cualquiera que sea el medio empleado —electrónico, mecánico, fotocopia, grabación, etc.—, sin el permiso previo de los titulares de los derechos de la propiedad intelectual. LoQueNoExiste Isabel Colbrand 10 Edificio Alfa III 5ª 128 28050 Madrid www.loquenoexiste.es Información, ventas, y contacto: Mariana Pintilie marianapintilie@loquenoexiste.es Teléfono 91 567 01 72


«Yo, la verdad, no comprendo cómo gentes intelectuales, que darían un dedo, tal vez una víscera, por contemplar la génesis del Imperio Romano, no se sientan interesadas por la formación de una de las tres o cuatro creaciones históricas más formidables que al hombre le ha sido dado hasta ahora contemplar y que, por rara fortuna, está aconteciendo ante nuestra mirada distraída.» (Julián Marías, Los Estados Unidos en escorzo)



Índice

INTRODUCCIÓN........................................................................ 9 I.

CONFIANZA / TRUST.................................................... 29

II.

SERVICIO / SERVICE.................................................... 51

III.

UNIVERSIDAD / UNIVERSITY.................................... 69

IV.

INCENTIVO / INCENTIVE............................................ 89

V.

OPTIMISMO / OPTIMISM.......................................... 117

VI.

TRANSPARENTE / TRANSPARENT.......................... 133

VII. CIUDADANO / CITIZEN.............................................. 147 VIII. LIBERTAD / FREEDOM / LIBERTY.......................... 167 IX.

AMERICAN PSIQUE.................................................... 185

X.

TYPICAL SPANISH....................................................... 193

XI.

BIBLIOGRAFÍA............................................................. 197 5



Psique. 1. Alma humana. (Diccionario de la RAE) Psyche1. 1. capitalized: a: princess loved by Cupid. 2. a: Soul, personality. b: Mind. (Merriam-Webster)

1   Psique. 1. En mayúsculas: a: Una princesa amada por Cupido. 2. a: Alma, personalidad. B: Mente.

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Introducción

Los españoles somos gente mal avenida. Viscerales en nuestra manera de pensar y de comportarnos, tenemos una natural tendencia al desacuerdo, que históricamente ha degenerado en procesos autodestructivos. Últimamente escucho con frecuencia que la única argamasa que nos une son ya unas cuantas marcas como El Corte Inglés, el interés por la liga de fútbol, los horarios absurdos o el gusto por la tortilla de patata. Sin embargo, suele obviarse un vínculo adicional, el desprecio por la cultura y la mentalidad americana. Según los informes de varios think-thanks (Real Instituto Elcano, Pew Research Center y German Marshall Fund), que realizan periódicamente encuestas acerca del nivel de antiamericanismo en el mundo, España es, después de Turquía, el país europeo más crítico y que siente una menor cercanía a Estados Unidos. Un diagnóstico discutible si tenemos en cuenta algunos datos. Por ejemplo, que la cuota de pantalla del cine americano no suele bajar en nuestro país del 70 por ciento; que autores como Dan Brown y John Grisham arrasan en las librerías; que las universidades norteamericanas son el destino favorito de los padres españoles que pueden costear los estudios de sus hijos en el extranjero; que Microsoft, Coca-Cola y Google son las marcas favoritas de los españoles; y que Starbucks lleva años cobrando tres euros por un café en vaso de plástico para

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el que hay que esperar en un mostrador sin que a nadie se le mueva un pelo. La penetración de la cultura americana, como dijo Manuel Vázquez Montalbán en alguna ocasión, parece por tanto máxima. Por si esto fuera poco, tener éxito en Estados Unidos se ha convertido en la auténtica vara de medir el éxito de los españoles de bien. No me estoy refiriendo a los conocidos casos de actores como Penélope Cruz, Antonio Banderas y Javier Bardem, sino a personalidades de ámbitos diversos como científicos, Valentí Fuster y Luis Rojas Marcos; economistas como Xavier Martí i Sala; deportistas como Pau Gasol; cocineros como Ferrán Adrià o José Andrés; o escritores como Ruiz Zafón, por citar solo los ejemplos más conocidos. Todos ellos han consolidado su reputación en el imaginario español cuando han aparecido en la portada del suplemento del New York Times (Adriá), presentado o ganado Oscars (Banderas y Cruz) o logrado el anillo de la NBA (Gasol). La actitud esquizofrénica de una mayoría de españoles no tiene nada de raro. Es un producto lógico de la impotencia que crea el sentimiento de dependencia, inseguridad e inferioridad hacia el objeto codiciado pero inaccesible. En el caso español, esta característica, cuando se discute acerca de cuestiones americanas, se ve suplementada por la presencia del casticismo, es decir, la apología de lo español por el mero hecho de serlo. Este exceso resulta curioso en un país donde el sentimiento patriótico está mal visto siempre que no provenga de un triunfo deportivo. Sin embargo, cuando surgen las odiosas comparaciones entre los dos países, sus costumbres y formas de pensar, un intenso nacionalismo aflora en el homo ibericus. Los más directos se limitarán a afirmar que “como aquí no se vive 10


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en ningún sitio”, mientras que los que se precien de ser más sofisticados introducirán en la discusión conceptos como “calidad de vida” y “sociabilidad”, o el adjetivo “mediterráneo”. Esta es una actitud que no distingue de ideologías y abarca casi por igual a progres, conservadores, ricos, pobres, vascos, madrileños o andaluces. Un amigo, catalán para mas señas, que vivió en Estados Unidos en los años 90, me confesaba que a él los toros le daban igual pero lo que no podia soportar es que un americano condenara las corridas de toros por su barbarie, lo que le llevaba a hacer una encendida defensa. Por citar dos ejemplos relativamente recientes, la apología de lo latino o el modo de vida mediterráneo aparecen con profusión tanto en autores considerados de izquierdas como de derechas. Vicente Verdú en su exitoso libro El planeta americano no dudó en afirmar que “en el Mediterráneo la esperanza de vida es más alta que en América, las comidas más apetitosas, el clima más benigno, las gentes más altruistas”. A Pío Moa, en cambio, le molesta mucho que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, se haya empeñado en implantar un sistema educativo público bilingüe y se refiere a ella como “la nena angloparlante”, del mismo modo que a lo americano como “useño”, una terminología ya olvidada y utilizada por los patriotas españoles tras la guerra del 98. Dos mitos, eso es lo que son al fin y al cabo las historias que una cultura considera verdaderas. A pesar de la fuerza de los hechos, dominan los análisis que habitualmente encontramos en el discurso dominante sobre Estados Unidos desde hace décadas. El primer mito es el de la decadencia perpetua de Estados Unidos. Para ello, en las entrevistas que los periodistas españoles suelen realizar a celebri11


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dades norteamericanas, suele destacarse siempre un mismo tipo de titular que critica la política exterior, el estilo de vida o directamente anuncia el declive del país. Eso es lo que hacía el diario El País cuando en 1996 entrevistaba a Gore Vidal y destacaba en titulares que “El imperio americano se hace pedazos”, como si el país norteamericano estuviera al borde del colapso. Pero sus vaticinios no se cumplieron y, a pesar de los atentados del 11 de septiembre de 2001, durante los años 90 y lo que llevamos de década, Estados Unidos ha seguido siendo el país líder en lo cultural, económico y militar. Otras opiniones que suelen destacarse en este tipo de entrevistas que los medios españoles realizan a las celebridades norteamericanas son aquellas que critican abiertamente la política exterior de Estados Unidos (George Clooney), o que ensalzan alguna virtud nacional como la siesta (Keanu Reeves), o la tortilla de patatas (Gwyneth Palthrow). Es, sin embargo, curioso que con la excepción de Viggo Mortensen y John Malkovich, que pasaron alguna temporada en Madrid por proyectos profesionales, ninguno de ellos haya decidido mover su residencia del sur de California o de Nueva York. Si se entrevista a actores españoles que han triunfado en Hollywood, entonces suele subrayarse su fidelidad al “mundo real” hispanomadrileño en contraposición a la artificiosidad y ostentación de Hollywood. Si hablamos de actores cien por cien domésticos, entonces encontramos titulares del tipo “Hollywood no me interesa nada”, como me viene a la cabeza que dijo Eusebio Poncela, actor excelente por cierto, en una ocasión. Algunos medios españoles envían de vez en cuando, con vocación de veracidad, un corresponsal a cubrir aspectos de lo que se deno12


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mina la América profunda. Lo habitual suelen ser informes del tipo “Papi, cómprame un Kalashnikov”, como el firmado por Jon Sistiaga para la cadena Cuatro y que fue emitido en horario de prime time con motivo de las últimas elecciones presidenciales. El reportaje, ampliamente promocionado desde varios días antes de su emisión, se centraba en una feria anual de armas de fuego que tiene lugar en el Estado de Kentucky y en la que los niños aprendían a disparar con armas reales. El suplemento dominical de El País también publicó hace algunos años un reportaje firmado por John Carlin (hoy mundialmente famoso por ser el autor del libro Jugando con el enemigo) sobre la América profunda con una rico testimonio gráfico de mujeres gordas en traje de baño y ancianos en sillas de ruedas portando la bandera de las barras y las estrellas. Y es que una y otra vez nos encontramos la obesidad, el patriotismo y la religiosidad como testimonio gráfico de una civilización en decadencia cuyo hundimiento es cuestión de tiempo. El segundo mito es el del imperialismo cultural norteamericano, que habría alterado de modo fatal los gustos y las tradiciones españolas. Esta tesis, que defiende el Ministerio de Cultura y el lobby del cine español, justificaba aquel anuncio en el que aparecía un niño español jugando al béisbol que decía la palabra caracoles y era cortado por un castizo Antonio Resines que le recordaba que en el cine español no se decían esas tonterías. Esa era también la tesis del Planeta Americano, libro premiado y que tuvo numerosas ediciones, según la cual la adopción de una perspectiva americana en la forma de vivir y entender la vida estaría creando un mundo cada vez más aburrido. Una tesis atractiva, sin duda, pero no nueva (en realidad, no cons13


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tituye sino una actualización de la teoría del imperialismo cultural desarrollada en 1976 por Herbert Schiller) e imposible de demostrar. De hecho, la realidad cotidiana española la desmiente constantemente. Cualquiera que haya vivido en una ciudad española, grande o pequeña, y en una ciudad de Estados Unidos de cualquier tipo, se dará cuenta de que, a pesar de que ciertos elementos externos se van haciendo planetarios (la fiesta de Halloween, la ubicuidad de los centros comerciales, algunas franquicias de comida rápida, una determinada forma de vestir bastante informal, los planes de pensiones privados, Starbucks, etc.), lo cierto es que las diferencias en lo que verdaderamente importa, la psique de los individuos, siguen siendo abismales. Ni la forma de divertirse de los jóvenes es la misma (no hay más que salir a la calle un sábado por la noche en cualquier punto de España), ni los horarios son los mismos, ni la vida política tiene mucho en común, ni la experiencia de la vida universitaria de los dos países tiene remotamente que ver, por poner solo algunos ejemplos. De hecho, la diferencia de mentalidades sigue siendo enorme y no siempre para bien. Tiempo habrá más adelante para hablar de ello. Juan Goytisolo se refirió en Cogitus interruptus al desinterés histórico de los españoles por las culturas extranjeras, que se plasmaría en la escasez de literatura de calidad acerca de otras culturas próximas y remotas. Si nos fijamos en el elevado número de autores británicos, franceses o alemanes que han escrito sobre otras culturas, las comparaciones se antojan especialmente odiosas. Estados Unidos ha constituido históricamente una relativa excepción. Sobre todo desde finales del siglo XIX, este país se convirtió 14


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