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El sentimiento de culpa
nos dan seguridad las rutinas y nos asustan los cambios, por eso una estancia temporal no supone una ruptura tan drástica como un ingreso definitivo.
El cambio más brusco es para la persona mayor que se va a ir a vivir a la residencia, pero este cambio tiene consecuencias para toda la familia y no siempre se sabe cómo gestionarlo. Hay que comunicar lo antes posible a los amigos y familiares no tan cercanos de esa persona su nueva situación para que si quieren vayan a hacerle visitas y contribuyan así a una mejor adaptación.
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Pero no es fácil comunicar esta noticia, ¿verdad? Contar a amigos, vecinos y familiares que tu padre o tu madre está en una residencia remueve demasiadas cosas, entre ellas el famoso “qué dirán”, que deberás aprender a gestionar aunque ya te advertimos de que te llevará un tiempo. Lo más seguro es que la persona mayor se adapte a la residencia antes de que tú deshagas el nudo de tu estómago y puedas hablar de ello con naturalidad.
A pesar de que las residencias de ancianos han cambiado muA cho en las últimas décadas, aún quedan vestigios de aquellas viejas instituciones que más parecían un orfanato para abuelos que un lugar donde vivir y recibir los cuidados asistenciales que todos los mayores necesitan.
Por eso y porque tampoco hemos superado algunas formas de convivencia familiar. Antes, las personas mayores se quedaban al cuidado de alguno de sus hijos independientemente de su estado de salud, físico y mental. El resultado era un cuidador agotado y perdido en su labor de hijo y una persona mayor desatendida que no recibía el cuidado necesario.
En algunas familias se insiste hasta el límite de lo soportable (pero hablamos de lo soportable para todos) en la idea de que llevar a una persona mayor a la residencia es un tipo de abandono o traición. Insistimos, tanto por el desgaste de los cuidadores como por la propia salud del mayor, en que el hogar familiar no siempre es la mejor opción.
Y a pesar de que los tiempos han cambiado, de que los adultos generalmente no disponemos del tiempo necesario para atender a nuestros mayores, por no hablar de la experiencia y formación que requieren algunas necesidades específicas, a pesar de que las residencias son centros en los que se atienden todas las necesidades físicas, mentales, emocionales y sociales…, a pesar de todo eso, el sentimiento de culpa es habitual cuando un familiar se va a vivir a una residencia.
No vamos a entrar en los motivos del sentimiento de culpabilidad ni en intentar desmontar esa sensación de que no hemos hecho todo lo
que hemos podido, que tal vez podríamos haberlo hecho mejor y tener a nuestros mayores en casa. No vamos a rebuscar entre los mecanismos de la culpabilidad, porque son tantos y están tan ligados a cada historia familiar que no podríamos abarcarlos.
Llevar a un familiar a la residencia es un momento duro para toda la familia y más cuando eso ha generado discusiones y desacuerdos. Pero llevar a un familiar a la residencia es también “lo que debes hacer” en buena parte de los casos. Puede que necesites apoyo psicológico para superar ese sentimiento de culpa, un apoyo que incluso ofrecen algunas residencias.
La mejor forma de aplacar esa sensación de culpabilidad es acudir a visitar a tu familiar tantas veces como te sea posible, implicarte en sus actividades, conocer a fondo su nuevo entorno y todas sus posibilidades. Y cuando veas que, gracias a los cuidados de profesionales y especialistas, su salud mejora notablemente, comprenderás que habéis tomado la decisión correcta.
Porque no son pocos los mayores que a las pocas semanas de entrar en una residencia experimentan una mejora de salud. Los ejercicios de movilidad funcionan, y las sesiones de fisioterapia y rehabilitación que tú no puedes darle en casa también funcionan. La alimentación sana y equilibrada que se proporciona en las residencias es toda una garantía a cualquier edad, y ¿qué me dices de la mejora en sus habilidades cognitivas que últimamente habían decaído peligrosamente?
Las decisiones tradicionales no siempre son las correctas, como tampoco es correcta la decisión que tomas en base a la comparación