Libro sarmiento textos fundamentales tomo ii

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SARMIENTO TEXTOS FUNDAMENTALES Selecciテウn de LUIS FRANCO OVIDIO OMAR AMAYA

TOMO

111 COMPAテ選A GENERAL FABRIL EDITORA Buenos Aires



INDIOS AMERICANOS Los indios de casi toda la extensión de ambas Américas habían llegado a asegurar fácilmente la subsistencia por ci cultivo del maíz como base de alimentación, pues reproduciéndose treinta veces más que el trigo, y reclamando ligeros trabajos de agricultura, era adaptable a todos los climas hasta el grado 40 de latitud, provey endo a gran número de necesidades, incluso de bebidas espirituosas. Ahora, sobre la antigüedad del uso del maíz puede tenerse presente que los botánicos declaran que se requiere un larguísimo curso de cultura para que se altere de tal manera la forma de una plínta que no puede identificarse con las especies silvestres. Ahora, ésta es exactamente la condición del tabaco, del maíz, del algodón, de la quina, de la mandioca y el palmito, todas las cuales han sido cultivadas desde tiempo inmemorial por las tribus americanas, y con excepción del algodón, por ninguna otra. La adquisición del maíz la hicieron los indios antes que sus progenitores se desparraniaran por todo el continente. Puede llamarse la civilización del maíz a la que ha alcanzado la raza india, como es el arroz la base de la alimentación (le la civilización chinesca, y el trigo la de Europa, encontrándose con las momias egipcíacas de las primeras dinastías granos intactos de este cereal. Con las momias que forman la pirámide que a los alrededores de Lima mide once mil varas cuadradas de base, superpuestas en capas hasta la cúspide, se encuentran envueltos en los sudarios de tejido de algodón como en los canopos egipcios, espigas de un maíz de granos pequeños acabados en espinas. *

Lo


SARM?ENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES • Les es común a todos los indios el marchar en hilera unos tras otros, lo que se llama paso de indio. El último viajero que ha penetrado en la Tierra del Fuego halló este hábito invariablemente en todas las circunstancias; como en Norteamérica se llama paso de guerra, cuando marchando irnos tras otros, el segundo pone el pie sobre la pisada del que le precede, a fin de que el enemigo no pueda inferir el número de guerreros de que se compone la banda. La seriedad de la posición en reposo de los músculos de la cara, y la gravedad del porte, son comunes a todas las tribus indígenas, como expresión de dignidad personal en los varones, y de impasibilidad, que en realidad toca en el estoicismo cuando hace frente al dolor, al miedo, a la alegría, lo mismo que a[ martirio. Los negros son, por el contrario la raza más demostrativa y bulliciosa para la expresión de los afectos. (Conflicto. .

QUJC[-IUAS, ARAUCANOS Y GUARANIFS ¡Feliz el día que desembarcó el primer caballo en América! De su propagación dependía la elevación moral de las razas indígenas prehistóricas que sometían su empuje mismo después de vagar a pie siglos sin cuento. El cristianismo obra muy lentamente sobre el espíritu del salvaje, y la esclavitud o servidumbre que le imponían necesariamente los blancos para domesticarlo, contribuía a degradar su carácter, castigando toda manifestación de independencia. Era, pues, necesario un cambio en la manera de ser, en las dependencias y vínculos de la sociedad, para levantar el espíritu del indio y abrirle camino a una condición más personal. La mita, la hacienda, el pueblo, la reducción, fijan a cada habitante su lugar y su dependencia. El caballo rompe todas estas amarras, y el jinete a campo raso, donde no ha y cercos que lo dividen, ni montañas que lo estrechen cuando aquel campo es la Pampa o los llanos sin límites, se siente libre en sus acciones; y daría rienda suelta a su pensamiento como a su caballo si alguien u otros en iguales condiciones, igualmente a caballo, tratasen de sustraerse a las penosas sujeciones del patrón, de la mita, la encomienda o el repartimiento. Se ha creado una edad de piedra y una edad de bronce que marcaría el paso de la vida salvaje a la bárbara, debiéndose al

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PUEBLOS hierro ci COflIICflZO de la civilización. Ha debido haber una edad del caballo, que permita al hombre desligarse del suelo, aspirar a otra capa de aire más pura, mirar a los demás hombres hacia abajo, someter a los animales y sentir su superioridad por la dilatación del horizonte, por su ubicuidad de mirada, por la impunidad obtenida sustrayéndose a la pena. En América marca de tal manera una época la introducción del caballo, que puede decirse que suprime dos siglos de servidumbre para el indígena, lo eleva sobre la raza conquistadora aún en las ciudades hasta que el ferrocarril y el telégrafo devuelven a la civilización del hierro su preponderancia. (Conflicto. . * "Juan Ramírez de Velazco, gobernador y capitán general de esta Gobernación de Tucumán... en nombre de su Majestad hago merced a los vecinos y moradores de dicha ciudad para que se sirvan de los indios que por repartimiento les cupieren de los que trajeren de la guerra... 1788 [sic]." Lo que decora aquí con el nombre de guerra es simplemente la caza de naturales como se hacía de caballos y de ganado cimarrón... (Conflicto. . * la raza guaraní, sin ser feroz, no tenía la absoluta n]ansedumbre y anonadamiento de voluntad de los indios quichuas, quebrantados por siglos de reducción pacífica. . . (Conflicto. . * Misiones Jesuíticas del Paraguay. La sapiente, moral y religiosa obra se desarrolló a medida del deseo (le SUS autores pero al florecer aquella planta artificial, se marchitó y desapareció del haz de la tierra, corno tronchada por el vendaval. No hay población civil en América, por malas que hayan sido sus condiciones de fundación, que no subsista pobre y miserable hasta hoy, por la propia vitalidad de la naturaleza humana, cuando no se atrofia por concepciones teóricas, por utopías. Los jesuitas emprendieron mantener indivisa la propiedad y hacer común el trabajo, debe decirse en provecho propio... Al fin de cuentas la comunidad de bienes pretendida, era como la de todas las manos muertas de los conventos y monasterios, en

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDA\FNfALES

beneficio de la comunidad original. Los indios eran trabajadores sin salario, a quienes se alimentaba, vestía, bautizaba, curaba Y enterraba, como lo hace todo amo con sus siervos ... "Tienen Jurante la noche emisarios secretos. El infame espionaje reducido a institución:, ci pecado sometido a la policía. ...Fsta fruta de las misiones no tardó en madurar. Produjo el espantoso despotismo del doctor Francia, representante laico del istema indio-jesuítico. (Conflicto. . . )

* Los araucanos eran más indómitos, lo que quiere decir: animales mís reacios, fllCfloS aptos para la civilización y asimilación europeas. Fi generi Mitre, r - . . 1 recuerda la presencia de un soberbio adalid araucano, al parecer recientemente trasmontado del paterno Arauco, que avanzaba sobre las filas de los indios blandiendo la lanzi de tacuarille chilena de cinco varas de largo con tres plumeros a guisa de tiara, pintado el rostro de colorado y suelto el cabello que caía sobre las espaldas y sujetaba la huincha. Cuando sentía por el silbido la proximidad de las balas que le dirigían se tendía sobre ci cabaLo cuan largo era para mostrar su desprecio o la ineficacia del uro, todo lo cual no pasó de un vano alarde. Mas no son las cualidades pugnativas ic nuestros padres de estirpe araucana y nuestros conciudadanos chivilcovanos, guaraníes, tuvutenses, lo que interesa sino su organización social; y a este respecto tenemos que ir a buscar entre los esquimales o entre los indígenas de Australia, razas más atrasadas en la organización de la sociedad. Los indios de la pampa no tienen organización de paz de ningún género. Para :aIir a dar malones hay un cacique general hereditario, a quien todos obedecen en las grandes retiradas. Para los malones de empresa particular hay un capitanejo Fuera de las cacerías y la guerra no ha y autoridad alguna que evite las querellas y los robos entre unos y otros. Cada familia arma su toldo a una legua o más de distincia

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PUEBLOS .N0 ha y juez de paz instituido, no ha y comandante de caiiipo ni guardia de policía. Todo está abandonado al sentimiento de la propia conservación y a la práctica de algunas nociones de moral tradicional de la tribu. Acaso en la pampa se ha barbarizado más que en su tierra natal el araucano, pues allá, por necesidad son agricultores, no habiendo mulitas, ni guanacos, ni iiehres que cazar, y teniendo, poi —o ser nómades, ranchos fijos las familias. (Conflicto. . . )

LA RAZA NEGRA

• . . La negra entró como aligación del metal de que habría de formarse el pueblo americano. (Conflicto. .

LAS TRES RAZAS • . . Es todavía un hecho que notaremos de paso, que habrá de tener sus consecuencias siglos después, que la nación que dejaba en España ardiendo las hogueras de la Inquisición para sustraer la inteligencia de sus moradores a todo contacto de ideas nuevas, como las que traía consigo el Renacimiento y aun el ensanche de la geografía y de la astronomía, prohibió durante tres siglos que entrase en la vasta extensión de sus dominios americanos un solo extranjero y hombre de otra raza, o ideas o creencias que las de los españoles de aquellos tiempos. Iba a verse lo que produciría una mezcla de españoles puros, por elemento europeo, con una fuerte aspersión de raza negra, diluido el todo en una enorme ¡nasa de indígenas, hombres prehis tóricos, de corta inteligencia, y casi los tres elementos sin práctica de las libertades políticas que constituyen el gobierno moderno.

(Conflicto. ..)

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SARMIINTO - TEXTOS FUNDAMENTALES

LOS ESPAÑOLES ARABIGOS Setecientos años combatieron, dicen los historiadores, los españoles Con los moros. Hay un simple error de punto de vista. La España, que era goda con los reyes godos, y era la España imperial de los romanos, combatió con la España sojuzgada por los árabes, que a su vez era bética por la cultura de la vid y del olivo, y por esto la España municipal, comercial y culta de las orillas del Mediterráneo. La lucha con los moros (1UC pasaron de Africa duró un siglo, tres tcnc:aciones. hasta que niuricndo los conquistadores, naciesen sus hijos cspaííoles. Siete siglos después, cuando la parte goda y celtíbera de la España dominé a la parte sarracena y latina, hay tanta falsedad en hablar de 'los moros en España", como si nosotros, después de haber vencido a los españoles en América y expulsado a los peninsulares. . . escribiésemos una historia intitulada "Los Españoles en América" y contásemos la lucha de los indios con sus vencedores en todas partes, excepto en Arauco, el sud de Buenos Aires y la Florida donde fue derrotado el adelantado Soto. Nosotros somos la España en América como los de Andalucía, Granada, Córdoba, eran la España más genuina de España, puesto que eran sus más instruidos y civilizados habitantes, herederos de todas las tradiciones históricas de Roma y de Fenicia, a más del acarreo de civilizaciones que los árabes hacían del Asia y de los restos del Imperio Romano. La agricultura era intensa, científica y estaba circunscrita a la región dominida por los reyes moros, como lo prueban las palabras arábigas naranja, alhelí, alcachofa, alcaucil, alcaparras, albahaca, alfalfa, azafrán, alhucema, [. . .1 almendra, abedul, [. . alcornoque, algarobo, añil, aljófar, azufre, alambique, alambre, almidón, etc., que están diciendo dónde se aclimataron con el uso de las palabras; iun los objetos de comodidad que revelan el bienestar, tienen el sello de los que los introdujeron en el uso y en la lengua española, tales como zaquizamí, aif omi'ra. alquitrán, albéitar, ámbar, adoquines, pues el empedrado es invención española en Córdoba, alcayata, ajacena, azotea, alcarramas, alcuza, azafate, alfanje, etc. Toda una civilización, hasta la almohada y la alcoba, y tantas otras palabras que sería prolijo enumerar. Las ciencias de la Edad Media, la mediciia, el álgebra, son españolas, y los descendientes

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PUEBLOS de granadinos a fuer de cristianos, han renunciado al honor de haber salvado la civilización antigua en España, mediante la conquista árabe. De que la irrigación es árabe, si las palabras acequia, azada, alcántara no lo probaron, la Huerta de Valencia está ahí fecunda y risueña hoy, como en tiempos de los omníadas, regida la distribución de las aguas por ci jurado de los muslimes, cuyo descendientes llevan todavía con garbo al hombro la manta morisca. Seiscientas villas florecientes en Jaén convertían la seda en damascos y terciopelos, de que se conservan muestras inimitables en Granada, la seda que aún se cosecha en Andalucía y sólo sirve para hacer hilo de coser y sargas, que no requieren igualdad en el estambre. Para la elaboración del azúcar inventaron todas las palabras que señalan sus diversos estados y manipulaciones: arrope, jarabe, almíbar, alcorza, alfeñique, alfajor; y sus descendientes no volvieron a cultivar la caña sino cuando los esclavos de las plantaciones francesas de Haití expulsaron a sus amos, y éstos, asilados en la Habana, introdujeron sus industrias, el cultivo del café y el ingenio de azúcar. El papel de algodón se encuentra ya en 1009, en manuscritos del Escorial, en España. La curtiembre de cordovanes, tafiletes, marroquines, que aún llevan nombres árabes, como el hierro damasquinado que servía al armero de Toledo, son de los árabes, quienes trajeron el invento con el tejido de seda y el albaricoque, cultivado en Damasco. El primer cañonazo lo han disparado los árabes contra los cristianos en España, como fueron sus antecesores los importadores de la India del mixto que se llamó fuego griego. Los árabes en España, continúan el mundo antiguo, hasta el Renacimiento, que puso en fermentación el resto de Europa. La civilización árabe, después de tomada Granada, salió otra vez por la puerta de Gibraltar, mientras que por la del campamento de los reyes sitiadores la España quedó a oscuras cuatro siglos, y no entró nada para reemplazarla hasta nosotros. Con los reyes de Castilla y Aragón triunfaron los bárbaros, pues que comparados con los reyes de Granada y Córdoba, eran tales los pueblos y reyes del interior de España... (Conflicto. .

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES

E S A ÑA.

¡Oh las emociones del corazón!, ¡la necesidad de emociones que el hombre siente, y que satisfacen los toros, COÍflO no satisface ci teatro, ni espectáculo alguno civilizado! La exasDeración de las batallas para los veteranos sólo puede comparárseles; y después de haber visto los toros en España, he lamentado que hayan pasado para nDsotros los tiempos en que se quemaban hombres vivos, para ir al cabo del inundo a presenciar sus tormentos, a verlos torcerse, gemir, maldecir a sus verdugos, u escoger para morir posiciones nobles, académicas, o reconocer la autoridad de los caníbales que .vihían ordenado su suplicio como aquellos gladiadores romanos qie saludaban a César al tiempo de morir, porque tan imbécil Como todo eso es la especie humana. • Porque en España los autos de fe y los toros anduvieron siempre juntos; y e l pueblo pasaba de la plaza Mayor de ver quemar vivo a un hereje, a la plaza de Toros, a ver destripar caballos, ensartar y sacudir toreadores en las astas, o morir Veinteexcrementos nas de toros y caballos, entre charcos de sangre, N I derramados (le los rotos intestinos. Yo he visto en una tarde morir dieciocho caballos y siete toros, y dejo a cualquiera que calcule la cantidad de sangre que a chorros ha debido salir de Veinticinco cuadrúpedos. Este pueblo está enfermo de orgullo quebrantado, y se desahogaba maldiciendo a los extraños. Afortunadamente, para el español no ha y, más habitante del mundo que el francés y el inglés. Cree en la existencia del ruso; el alemán es ya algo problemático; pero eso de suecos o dinamarqueses, son mitos, fábulas, invenciones de los escritores que de ellos hablan. El francés basta por sí sólo para llenar todas las cavidades hondas del corazón español. ¡Qué odio! pro, qué digo, ¡qué desprecio tan soberano! Un francés dee ser una especie de saltimbanqui, peluquero de profesión, bailaiín por carácter, o cuando menos, pastelero. Hombre con seso no hubo jamás en Francia, si bien tienen la manía de escribir librotes, sin son ni ton, dotados como están de aquella superficialidad característica al francés. Su industria es perfumería y papel pintado; y sus glorias, las que ellos mismos se dan,

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PUEBLOS porque, eso sí, para ponderar está el francés!

NI

y exagerar y mentir, ¡ahí

• El Escorial no tiene veinte visitantes en la semana. Si es un cadáver, es un cadáver fresco aún, que hiede e inspira disgusto. No hace veinte años que el alma abandonó a aquel cuerpo. El Escorial no fue la pirámide elevada al último representante do una forma de civilización, era el trono para los que iban a heredar el poder de Felipe II y de la Inquisición. El Escoria¡ fue constituido con el sudor de la España y el botín de la guerra, convento de monjes. He aquí lo que Felipe 11 quiso honrar, perpetuar, un coro de doscientos frailes que cantasen el miserere a la libertad (le pensar, que había él asesinado. Las bóvedas del Convento de San Lorenzo se abajan en formas planas sobre el coro, para repercutir aquellas roncas plegarias de los dominadores de la España. Todo iba a morir, poder de la España en Europa, escuadras, colonias, letras, bellas artes, ciencia, porque todo había sido desangrado, chupado, cortado, talado, arrasado, para levantar el convento normal, monumental, regio, inquisitorial. Felipe II murió y la España entera se hizo fraile; en cada familia noble y plebeya hubo uno, y al nacer un niño, los padres lo destinaban va para monja, si era mujer; para sacerdote, si era hombre. Hubo momento en que la España contuvo doscientos sesenta mil monjes, la flor como la hez de la nación, porque todos los caminos abiertos a la actividad humana venían a parar a la puerta de un convento. Allí se daba la sopa a los pobres que dejaba en todas partes la absorción de aquel monstruoso vampiro con medio millón de cabezas, de aquel pólipo que crecía en el seno de la España; y cuando ésta, moribunda, quiso hacer el último esfuerzo para vivir, encontró que los tres cuartos del territorio de la península eran temporalidades, y tres millones de españoles dependían para vivir de la chirle sopa distribuida en la puerta de los conventos. • • • La originalidad del arte español es aún más sensible en el asunto de la composición; siempre mendigos, frailes y carnicerías, si no es Murillo, que inspirado por el cielo de la Andalucía, cultivó los sentimientos tiernos de la familia. Lo terrible forma siempre el sublime de la pintura española, santos desollados, estudiando el asunto sobre el natural, porque sólo viendo palpitar la carne puede la pintura llevarse a un grado tan espantoso de verdad; monjes en contemplación, apenas discernibles sus adustas formas

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SARIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES bajo la capucha y bajo las sombras del claustro; mendigos que os hacen rascros involuntariamente por la comezón que causa la contemplación de aquellos sucios harapos que la imaginación puebla de sus naturales habitantes, v los ojos creen verlos hirviendo y hormigueando. • . No hay estatuas en España ni antiguas ni modeinas. La estatua para existir necesita una atmósfera de gloria, que para elevar el alma suple a Ja libertad. En los gobiernos absolutos la gloria la representa el soberano; él da las batallas, él concibe los planes, él sólo se ilustra aunque sus generales lo hagan todo, aunque sus ministros sean los únicos artífices de la historia; en los gobiernos sacerdotales el hombre desaparece en presencia del santo, o del sumo sacerdote; y la España era sacerdotal y despótica a la vez para levantar una sola estatua a las glorias mundanas. Hay más todavía, la España hizo su santo de barro, de palo, embadurnado de pintura y revestido de trapos; y ni aun la estatua del santo existe, sino son algunas admirables cabezas de yeso con ojos de vidrio. (Viajes.) LA MANCHA La diligencia pasa por Aranjuez adonde no he querido detenerme. A poco andar reaparece el desierto, el secada], la Mancha, la venta de don Quijote, y los molinos de viento que sugirieron a Cervantes aquel extraño combate de su héroe. La venia de Puerro Lápice está intacta intacta aún; mulateros la aturden con sus reniegos; las mulas la infestan con sus orines; los ciegos la alegran con sus serenatas; el humo de las lámparas da su rebote por el olfato, al gusto nauseabundo de huevos y viandas preparados en aceite verde y rancio, que los españoles prefieren al claro aceite obtenido por las prensas hidráulicas. Aquí, como en todo lo que de la España he visto, nada se ha cambiado después de tres siglos; Cervantes o Lesge escribirían hoy lo mismo, salvo lo de la Inquisición y de la Santa Hermandad. Empiezan a aparecer los olivares, raros, enfermizos, enanos, pero productivos. El olivo es el asno de la agricultura, se mantiene de los desechos de la tierra, vive de peñascos, de declives y de pedregales, como el otro de troncos, de espinas y de malezas. En Manzanares, el postillón de la diligencia que debía reempla-

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PUEBLOS zar al nuestro, estaba tendido y envuelto en vendas y ligaduras. Acababa con la otra diligencia de ser derrengado a palos por una banda de ladrones, y desvalijados los pasajeros, dejándoles en cambio algunas contusiones. El antiguo bandido existe; pues, yo lo había echado a Cuento. Venían conmigo en la diligencia un capitán de una corbeta de vapor, un coronel retirado, dos comandantes de milicias y dos o tres estudiantes sevillanos. En la noche no parehoras pasamos en una posada, cía la diligencia opuesta, N, inquietos, escuchando el menor ruido, temerosos de un nuevo ataque. El capitán de corbeta fue el primero en sacar su dinerillo y acoinodárselo en la corbata en torno del cuello. Los demás siguieron su ejemplo y me invitaron amigablemente a hacer otro tanto. ¡Pero qué, decía yo, somos doce! _Ab, cómo se conoce que es usted extranjero! Mataríamos tres, dejaríamos seis de entre nosotros, y el resto, estropeado a palos, tendría que entregar su dinero. Reserve una pequeña cantidad en el bolsillo para contentarlos, y no se haga ilusiones, la resistencia sería inútil. Era invierno y rodeados de un brasero, cada uno contaba los sucesos ocurridos en los alrededores, como sucede siempre cuando tenemos miedo, para subir de punto al espanto. Al fin estábamos todos aterrados. Uno de los estudiantes, con otros muchos, había dado una batalla hacía seis meses a los ladrones, yendo de Sevilla a Granada; se habían cruzado cuarenta balazos con las carabinas, muerto un ladrón y herido un colegial. Desde ese momento abandoné la idea de ver la Alhambra, yendo a mula por el camino de Sevilla. Otro contó cómo había pocos meses antes descubiértose la guarida de una banda que tomaba a los ricos de los alrededores, los mantenía presos en un sótano, hasta que por cartas enviadas a sus deudos por medios misteriosos, los hacían rescatar, pagando una contribución impuesta. En fin, otro llegó de afuera asustado, aterrado. ¿Saben, ustedes, lo que ha sucedido en Moral ahora poco? Cosa horrible. Hay una familia compuesta de la madre y dos hijas; la una casada vive en un paraje no distante, y un hermano que salió niño para América volvía con una buena fortuna en doblones. Llega a casa de la hermana casada, se hace reconocer y le cuenta la buena nueva, anunciándole que va a casa de su madre de quien no se hará reconocer por darle un chasco. Al día siguiente la hermana va a la casa paterna, y signo ninguno exterior le indica la presencia de su hermano. ¿Y el viajero?, pregunta. - ¿Qué viajero? le contestan madre e hija despavoridas. - El viajero que vino a alojarse. -No ha venido nadie, contesta la madre pálida. -Se fue esta mañana, contesta al mismo tiempo la hija. - Pero, madre, era Antonio que venía de

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SAR I[N1 0 - 1FX lOS F'IJNI) A.\11N1 \LFS

América, rico. - ¡Antonio, mi hijo! ¡Mi hermano! exclaman mesándose los cabellos, y el corazón no me había dicho nada! Madre y hermana lo habían asesinado en la noche, por apoderarse del saco de onzas! Aquí pnncipian las antiguas republicas de la Bética; los pastores feroces del lado de las Castillas, los labradores alegres de esta parte; Roma y los bárbaros; las colonias latinas y la Lusitania y la Iberia. Aquí se encuentran las colonias suizas de Carlos III, la Carolina. Fn tiempo de aquel re y sucedió en Fspaña una cosa estupenda; en poco estuvo que la Fspaiia se hiciese europea; todos los 11)omlinentos de utilidad pública en España llevan el nombre de Carlos III; antes ni después de él se han ci instruido otros. ( ) iav ¡de pensó en colonizar a España, poblarla y hacerla cambiar de vida, y al efecto se introduicron colonias agrícolas que murieron luego. Olavide tuvo que vérselas con la Inquisición moribunda, pero terrible aún. CO R DO RA

• . En Valencia cancluye el país moruno que principia en Cádiz, y por Málaga y Granada penetra hasta Sevilla, sobre el suelo romano de Pompeyo, Sertorio, Séneca y Trajano. Por todas partes vense los restos de aquella célebre raza; en Córdoba el primer empedrado de las calles hecho en Europa; en la Mezquita colgaduras de terciopelo (le la seda que se cultivaba en los alrededores, que millares de fábricas tejían. Ni una morera, ni un telar ha y ahora, los bárbaros cristianos lo destruyeron todo. En Cóidoba y Sevilla aquella arquitectura de mimbres bordada de arabescos lo más risueño que con estuco han podido hacer los hombres; en la Andalucía los olivares; en Valencia, la huerta regada por canales y con una legislación democrática, sumaria, a la luz del sol, que recuerda todavía el esrrado, el diván, la puerta de calle en que los árabes administraban justicia. Y luego, las mujeres andaluzas, graciosas como bayaderas, locas por el placer como las orientales, y aquel pueblo que canta todo el día, ríe, riñe y miente con un aplomo que asombra. (V !ajes.) *

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PUEBLOS Aquí. . . nada se ha cambiado después de tres siglos. La venta, tal como la describe Don Quijote. . . inmaculada de toda mejora. En Córdoba y otros puntos no se ha inventado ci mango aún, barriendo con escohita de palma. con aceite, existe La lámpara romana, en bronce NI hoy exclusivamente en España. Ni una morera ni un telar. El olivo es el asno de la agricultura; se mantiene de desechos de la tierra. Cien ciudades interiores: Toledo, Burgos, son montones de ruinas. No hay marina nacional. No ha y educación popular. Ninguna industria se ha introducido en tres siglos, salvo la fabricación de malísimas pajuelas fosfóricas. El odio a los extranjeros es el mismo que expulsó a los judíos y a los árabes. Opino porque se cooniee a la España. . . (Viajes.) BARCELONA Estoy , por fin, fuera de la España; como sabéis, nosotros somos amcricnos y los barceloneses catalanes; podemos, pues, murmurar a nuestras anchas de los que están allí en Monjuich con sus cañones apuntados sobre la ciudad. Os acordáis del buen godo Rivadeneira, con aquella boca de extremo a extremo, aquellas cejas negras que sombrean ojos centelleantes de actividad y de inteligencia, pequeño de cuerpo, brazos largos, y empaquetado, enjuto y nervioso? Así son todos los catalanes; otra sangre, otra estirpe, otro idioma. No se hablan con los de Castilla sino por las troneras de los castillos. El aspecto de la ciudad es enteramente europeo; su rambla asemeja a un bulevar; sus marinos inundan las calles como en el Havre o Burdeos, y el humo de las fábricas da al cielo aquel tinte especial, que nos hace sentir que el hombre máquina está debajo. La población es activa, industrial por instinto y fabricante por conveniencia. Aquí hay ómnibus, gas, vapor, seguros, tejidos, imprenta, humo y ruido; hay, pues, un pueblo europeo,

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES

AFR ICA • •Estaba, pues, en Argel, que desde Chile formaba parte muy notable de mi programa de viaje, y a medida que ascendía los escalones que forman las calles, la variedad de trajes, la multiplicidad de los idiomas y la mezcla de pueblos y de razas humanas excitando la curiosidad, me hacían olvidar todas las tribulaciones que hasta entonces tenía experimentadas. Argel basta, en efecto, para darnos una idea de las costumbres y modos de ser orientales; que en cuanto al Oriente, que tantos prestigios tiene para el europeo, sus antigüedades y tradiciones son letra muerta para el americano, hijo menor de la familia cristiana. Nuestro Oriente es la Europa, y si alguna luz brilla más allá, nuestros ojos no están preparados para recibirla, sino al través del prisma europeo. Los moros en Argel, los árabes, los turcos y los judíos, cada uno de estos pueblos, conserva aún su tipo original, y la mezcla de franceses, españoles e italianos, sirve, lejos de confundirlos, para hacer más notables sus diferencias de raza y vestiduras. • Pasadas estas primeras impresiones, la ilusión empieza a desvanecerse, emporo, y en lugar de las numerosas mezquitas y minaretes que el viajero espera encontrar entre los compatriotas del profeta, al subir a la plaza de Orleans, cuyo artificial pavimento sostienen dos órdenes de bóvedas superpuestas, la Europa se presenta de golpe en el plantel del futuro París africano, con sus magníficos hoteles, perfumerías y restaurantes, sus calles flanqueadas de galerías cubiertas como las que se avecinan al jardín de las Tullerías, las murallas por todas partes tapizadas de carteles, que en letrones monstruos y con todo el charlatanismo del affichc, anuncian los objetos de muda, los libros nuevos, las funciones teatrales y los decretos del gobernador general. Centenares de carretelas y doscientos ómnibus cambian sin cesar su depósito de transeúntes, sin que las diligencias de seis caballos escaseen, llevando o trayendo colonias (le viajeros para los distintos puntos de Argelia, con visible pavor (le los tímidos camellos, a quienes sorprende y detiene en el camino su encrme mole. Sólo remontando a los barrios más oscuros de la ciudad, puede observarse la vida y construcción árabes, en las hileras de tiendas en que sus inquilinos hilan sentados en el suelo, o fuman en silencio

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PUEBLOS su larga pipa a lo largo de los pasadizos sombríos y húmedos que forman tortuosas calles de una vara de ancho. Por todas partes en el litoral se observa la misma transformación y movimiento; y al paso que van las cosas, dentro de poco podrá sin improperios llamarse este país la Francia africana. Las bellísimas colinas que forman las costas extendiéndose al interior como onduloso mar de verdura, se cubren de villas construidas por el ejército francés a golpe de tambor; muchas de ellas están como cuerpo sin alma esperando los moradores que han de darles animación y vida. Traslomando aquel macizo de colinas, salpicadas de casillas blancas y quintas sombreadas de olivos seculares, por las anchas carreteras abiertas sobre las trazas que a cada paso se descubren de las antiguas vías romanas, el horizonte empieza a despejars, y al volver de una eminencia la vista descubre de golpe la hermosa cuanto célebre llanura de la Mitadja, terminada al lado opuesto por la primera cadena del clásico Atlas, que se eleva majestuoso y solemne como la mampara qua oculta los misterios del Africa Central. Esta llanura se extiende treinta leguas hacia el interior, y en su centro corno en sus costados, blanquean a lo lejos las villas antiguas y modernas en que se reconcentra su escasa población. Hacia el lado de las colinas, se divisa el Colleah, o la ciudad santa, desde donde el famoso Sidi-Embarek disputó a los franceses largos años la posesión de la Mitidja. Al centro se encuentra Bufarik, el mercado del ganado, a cuyo recinto acuden los lunes de todos los puntos de la llanura y de los declives del vecino Atlas, los pastores árabes con sus camellos, cabras y bueyes. • . . Entre las bellas construcciones que nos hacen soñarnos en medio de la Europa, bajo las magníficas rutas que parecen una restauración romana, el foco de la peste se esconde como el aspid entre las flores; y los torrentes que descienden súbitamente del Atlas dan cuenta en una hora del trabajo de muchos años. Otro tanto y peor sucede en lo moral; y a despecho del ejército y del aparente aluvión europeo, el embozado albornoz árabe está ahí siempre, y bajo sus anchos pliegues, un pueblo original, un idioma primitivo, y una religión intolerante y feroz por su esencia, que no acepta, sin la perdición eterna, el trato siquiera con los cristianos. La tristeza habitual del grave semblante árabe, está revelando, en su humildad aparente. la resignación que no desespera, la energía que no se somete, sino que aplaza para días mejores la venganza, la rehabilitación y el triunfo.

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SARMIENTO TEXTOS FUNDAMENI'ALES Los franceses se habían dejado fascinar también por aquella apariencia ordinariamente tranquila de los hombres 'r de la naturaleza en Africa. Torrentes de sangre de sus soldados habían bautizado europea a esta tierra indómita; la táctica del pueblo más guerrero del mundo, introducía por doquier el espanto y la turbación, en medio de las masas de jinetes árabes; cuantos caudillos habían suscitado el amor a la independencia o el fanatismo religioso, habían ya mordido el polvo; Abd-El-Kader, el más poderoso de todos, estaba en su impotencia, relegado a algún oasis ignorado del Sahara; Las columnas volantes del ejército se preparaban, faltas de ocupación, a escalar las inaccesibles Kabvlas, y no quedaba tribu por apartada, ni agah por empecinado, que no pagase mal de su grado el tributo. Catorce años de triunfos dejaban al fin tiempo y reposo suficiente para emprender un vasto sistema de colonización, cuando de repente, y sin que el menor indicio hubiese traicionado la proximidad de la borrasca, el Africa, desde las puertas de Argel, se alza Como un solo hombre; diez árabes no quedan sumisos al gobierno francés, y ciento veinte mil soldados bastan apenas a apagar con sangre este vasto incendio, que parece haber estallado intuitiva y simultáneamente en cada punto de la Argelia., atizado en el hogar de cada tienda, por el soplo de cada hombre que lleva albornoz. • No sé quá sentimiento mezclado de pavor y admiración, me causa la vista de este pueblo árabe, sobre cuyo cerebro granítico no han podido hacer mella cuarenta siglos; el mismo hoy que cuando Jacob separaba sus tiendas v sus rebaños para ir a formar una nación aparte; pueblo anterior a los tiempos históricos, y que no obstante los grandes acontecimientos en que se ha mezclado, las naciones poderosas que ha destruido, las civilizaciones que ha acarreado de un lugar a otro, conserva hoy el vestido talar de los patriarcas, la organización primitiva de la tribu, la vida nómade de la tienda, y el espíritu eminentemente religioso que ha debido caracterizar las primeras sociedades humanas, cuyos abuelos habían presenciado el diluvio. Al fin de :omplctar la idea que (le la situación del país me propongo darle, es preciso entrar más adentro en la organización religiosa; porque para el árabe todo es religioso, desde la venganza que ejerce, hasta el pillaje que forma el fondo de la industria nacional. Nuestros más fervientes devotos se avergonzarían de su tibieza al ver a estos santurrones en cu yo concepto no ha y hora del día ni lugar incompetente para çntrcgarç ir oración.


PUEBLOS

Oh amigo!, sí usted quiere ver milagros, véngase al Africa y se hartará su curiosid2d hasta no dar un ardite por ver otros nuevos. Y no es cosa de resucitar muertos, ni curar la tiña Con sólo el contacto de sus santos: todas esas paparruchas y ci abecé del arte taumatúrgico. El caballo de Bou-\Iaza arrojaba el año pasado, no más, Corrientes dc balas contra los franceses, con otras mil bellaquerías de este jaez. Desgraciadamente, usted vendrá con toda su poca fe de cristiano, N. teniendo ojos, no verá, por lo que le aconsejo que se deje estar 1onde está ahora. mientras tantc. ¿c')ál es la moralidad de estos pueblos que viven en presencia de Dios, y cu yos jefes se llaman el Servidor del Clemente, que eso quiere decir Abd-El-Kader, o el Servidor del Fuerte, traducción de Abil-El-Rarnen? Es imposible imaginar depravación moral más profunda, ni hábitos de crimen más arraigados. La historia no presenta nada de comparable, sino en sus épocas más tenebrosas. Fi agah vive de las expoliaciones que ejerce sobre su propia tribu; una tribu emprende razzias (los malones de nuestros indios) sobre las otras para arrebatarles el ganado, y el jefe que los acaudilla corta con su propia mano la cabeza del infeliz kadi o agah a quien despoja de los bienes - de la vida. ¡Oh, no! Dejemos a un lado todas esas mezquindades de nación a nación, y ?i dmos a Dios que afiance la dominación europea en esta tierra de bandidos devotos. Que la Francia les aplique a ellos la máxima musuhuana: la tierra pertenece al que mejor sabe fecundarla. ¿Por qué ha de haber prescripción en favor de la barbarie, y la civilización no ha de poder en todo tiempo reclamar las hermosas comarcas segregadas algunos siglos antes, por el dereclio del sable, de la escasa porción culta (le la tierra? Ella debe pedirles cuenta de a q uella brillante Africa romana, cuyos vestigios se ven por todas partes aún. No extrañe usted que no le describa el país que atravesábainos, generalmente accidentado de colinas y variado por el aspecto de algunas villas nacientes; el placer de yerme a caballo en campo abierto e inculto y con la dorada perspectiva de galopar a mis anchas, me distraía de prestar atención a los objetos que me rodeaban. Los instintos gauchos que duermen en nosotros mientras no podemos disponer de otro vehículo que carruajes, trenes o vapores, se habían despertado de golpe al estrépito de las pisadas de una partida que sabinos de Oráa, como el instrumentista de caballos, N I

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES que recorre el teclado antes de aventurarse en la ejecución de unas variaciones difíciles, yo aplicaba al caballo las, espuelas haciéndolo corcovear a fin de descubrirle el juego, es decir toda su agilidad y destreza. En seguida, deseando darme aire de un agoh o un tolba árabe, estudiaba a hurtadillas en mis compañeros la manera de llevar ci albornoz, de que inc había provisto para solemnizar con SUS anchos y pomposos pliegues la gravedad de mi posición oficial, que hacían más encumbrada que el salam de burean, lo corto de los estribos árabes, cuya forma aún conservan en España los picadores, y lo alto del esoaldar carmesí de la silla, especie de poltrona en que el jine:e va a punto menos que en cuclillas, y cuya postura aunque insufrible físicamente hablando, es el chic de la gracia árabe Y el más poético matiz del color local. Una hora hacía, sin embargo, que marchábamos al trote con mucha mortificación mía, que iba, para usar de la enérgica figura del pueblo en América, sa6ndome de la vaina por probar la tan ponderada ligereza de los caballos árabes, cuando el shauss me observó que si seguíamos a aquel paso llegaríamos a deshora al Sig, donde habíamos de pasar la noche. Por el muslo del profeta, hube de exclamar yo, indignado al oír tan fea como no merecida reconvención. ¡Protesto, que si el caballo no revienta, puedo sin fatigarme ir a tirar la rienda al último oasis del Sahara'. ...Tan ortodoxo juramento como la hipérbole que lo acompañaba, oriental por el fondo y la forma, debieron de ser muy del agrado de mi comitiva, pues no bien abían acabado de hablar, a un grito de uno de los jinetes, los caballos partieron a todo escape, sin que me fuese posible contener el mío, que parecía obedecer a una orden superior, dando al traste arranque tan imprevisto con mi afectada gravedad árabe, y haciendo flotar al aire a guisa de velas latinas las puntas del blanco albornoz. Después he tenido ocasión de observar otras habilidades de los caballos árabes, tales como distribuir mordiscos y coces a derecha e izquierda por indicación y orden del jinete; no vi ninguno, sin embargo, que cuino el de Bou-Maza lanzase balas ni biciesc otra demostración prodigiosa. Cuando hube logrado reponerme en la posición perpendicular y colocado dcbidaiucnt-e mis arreos, reivindicando por una descarga de azotes a mano airada, la comprometida reputac i ón (le jinete, saboreé con la inefable beatitud (le los colegiales, el indecible placer de galopar horas enteras por montes y valles, salvando una zanja aquí, arremetiendo con un espeso iiiatorríl acullá, y aspirando a torrentes el aire recargado (le las exhalaciones húmedas (le la vegetación y del polvo que las pisadas de los caballos suscitaban. Y para que las reminiscencias

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PUEBLOS (le la vida americana fuesen más vivas, a poco andar abandonamos el camino, y cortando el campo, la comitiva se dirigió a unas lomadas que a lo lejos se divisaban, y en cuyos recucstos estaba acampado ci aduar que debía suministrarnos la dif fa de la maíana. Como usted ve, en Africa, bien así como en nuestras pampas americanas, ]a línea más recta es el camino más corto para llegar de un punto a otro, mal que les pese a los propietarios de los sembradíos, de los que atravesamos ocho por lo menos, sin que la comitiva se desviase un ápice de su dirección. • Desde que hube recobrado el desembarazo del cuerpo, necesario para que el alma funcionase sin tropiezo, la tienda y demás objetos ca y eron bajo el escalpelo de la crítica. Tate!, mc dij para mí, y o conozco todo esto, y las tiendas patriarcales de los descendientes de Abraham, no están más avanzadas que los toldos de nuestros salvajes de las pampas. Igual y aún mayor desaseo, humedad y escasez de todas las comodidades de la vida; las tiendas de tela grosera de lana parduzca sostenidas sobre palillos nudosos y endebles; los perros saltando por entre los hombres; una hilera de corderillos recién nacidos, enlazados a una cuerda para retenerlos dentro de la tienda-sala-de-recepción; una turba de muchachos sucios y cubiertos (le harapos, alargando desde la puerta los tostados cuellos para ver al rumi (cristiano). ¡Dios mío! ¡Dios mío!, cuántas ilusiones disipadas de un golpe, cuánta poesía, cuántos recuerdos históricos, y sobre todo, cuántas descripciones de escritos echadas a perder por la realidad más prosaica y miserable que no se palpó jamás! Algunas preguntas hechas de tarde en tarde por medio de mi intérprete, me ayudaron a disminuir el fastidio que me causaba la larga expectación de la dif fa, la cual se hacía esperar demasiado; y eso que yo no abrigaba ilusión ya sobre su importancia en vista de tan significativos antecedentes, a más que ini oficial francés, gran conocedor en la niatcria, inc había aconsejado llevar conmigo un perro a quien pasarle por lo bajo los mejores bocados, si quería evitar un pronuncialiiicntc en el reino estomacal. Al contemplar, apoyado sobre un fragmento de columna, estas humildes ruinas que nada dicen a los sentidos, he experimentado la congoja tan inimirablcmcntc expresada por \Totney al ver las magníficas columnas de Palmira. 1stas llanuras también estaban cubiertas de una población activa, ilustrada N I ¡ y ahora nada! • . ni el sitio (le ¡as ciudades, ni el pueblo inmenso de labra(lores que habitaba sus deliciosas calupinas. ¡Pero adónde, Dios mío,

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SAR\IIL\ 10 - Ji X1'OS FLNI) AMII\ JALFS se hm ido tantos millones de hombres T . Preguntádselo a la ci mitarra y al Koran. ¡Oh! \lahoma, Mahoma!, de cuántos estragos puede ser causa un solo hombre cuando apoya y desenvuelve los instintos perversos de la especie humana, o bien cuando encuentra masas brutales que creen, porque no son capaces de pensar! De regreso de nuestra partida de caza, lo que no hice sin galoparme toda la llanura, en un hermosísimo caballo azabache que por ostentación cel tipo árabe me había proporcionado el general, y después de recorrer Con Ufl edecán los trabajos emprendidos, volví a la casa del general Arnault, donde me aguardaba una escogida reunión de oficiales superiores invitados a Comer. El general Arnault es el jefe francés que ha penetrado más tierra adentro en ci Sahara, contándome esta vez las dificultades de su emprcsr y los medios raros de que se había valido para burlar la vigilancia de los árabes y darles caza. Entre otras cosas los baqueanos árabes me !¡amaron la atención por la singular identidad con los nuestros de la pampa. Como éstos, huelen la tierra para orientarse, gustan las raíces de las yerbas, reconocen los senderos, \ están atentos a los menores incidentes del suelo, las rocas, o la vegetación. Pero los árabes dejan muy atrás a nuestros gauchos en la asombrosa agudeza de sus sentidos. Un árabe, por ejemplo, conversa con otrc en el Sahara, mediando entre los interlocutores una distancia de (los leguas; los espías husmean la proximidad del ganado a tres leguas de distancia, y como sabuesos siguen por el olfato la dirección de los aduares enemigos. Yo ponderé a mi turno la vista de nuestros rastreadores y los cOflOCillUCfltOS oninitopográficos (le nuestros baqueanos, a fin de sostener la glo 'ja de los árabes de por allá, a punto de ser eclipsada por el olfatear el ganado y conversar (le un extremo a otro del Sahara, de los gauchos de por acá. (le improviso, con la abrupta petulancia (le la imaginación para trasportarse (le un lugar a otro sin transición racional, acaso guiada sólo por la análoga fisonomía exterior del Sahara y de la Pampa, yo me encontré en América, de este lado de los Andes, donde usted y yo hemos nacido, en medio de aquellas planicies sin límites, en las cuales nace y se pone el sol, sin que una habitación humana se interponga entre el ojo del viajero y el límite lejano del horizonte. \ bien!, reflexionaba \ o, va para cuatro siglos que un prichto cristiano posee sin disputa este rico sucio, igual en eN-

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PUEBLOS tensióny superior en fertilidad a la Europa entera, y no cuenta, sin embargo, un millón de habitantes; y eso que las fiebres endémicas no diezman como en Africa la población; y eso que en su seno no encierra un aspid, como aquella indomable raza árabe que forcejea sin descanso por desasirse de la robusta garra que la tiene sujeta. Ni una religión brutal, ni un idioma rebelde, estorba allí la acción civilizadora, y sin embargo, helos aquí a estos pobres pueblos, degenerados cristianos y europeos, desgarrándose entre sí por palabras que les arrojan como un hueso a hambrienta jauría de perros; helos ahí, sumiéndose de más en más en la impotencia y barbarie, bien así ConO) el caballo que se agita en el fango luovCdiZo y liquido de nuestros guida/es; helos' ahí dando vueltas en fin en un solo lugar, cre y endo que niarchan en línea recta, cual los míseros caminantes a quienes sorprende la caída de las nieves en nuestras cordilleras! ¡Qué maldición pesa, Dios mío, sobre aquella malhadada raza española en la América del Sur, que sin el consolador espectáculo de la sajona del Norte, el republicano moderno se quitaría la vida como Casio, desesperando ya para siempre de la libertad como de una quimera, renegando de la virtud como de una sombra yana! (Viajc's.)

LOS ESi AI)OS PONTIFICIOS El objeto más curioso que esta ciudad encierra es un célebre bandido, el cual desafió largo tiempo la autoridad pontificia, y después de haberse hartado de crímenes y asesinatos, terminó su carrera por una capitulación que le garantizó la vida. Los extranjeros procuran permiso para verlo en la prisión, donde el famoso criminal los recibe con toda la satisfacción del amor propio lisonjeado. Los bandidos son una planta natural del suelo niontanoso de la Italia, la cual despliega las dimensiones colosales del héroe o del guerrero, cuando la energía romana o samnita reaparece en algunas organizaciones idas. En Otro punto de los Estados Pontificios, el cicerone muestra Con una especie de veneración, la casa de Fra Diábolo, insigne y horrible jefe de bandas que por largos años fatigó en vano los ejércitos de Austria, Nápoles y Roma, coaligados para darle caza, Pero lo que más llama la atención del viajero en Civitavecchia, Son las maravillosas invenciones de los moradores para apoderarse del dinero de los transeúntes, mercadería abundantísima al aproximarse la cuaresma: un paulo (moneda roniana) por el desembarco de la

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SARMIENTO - TEXTOS FUND.\\IE\TALES persona y otro por cada objeto de bagaje; otro tanto para llevar este a la aduana; un paulo por moverlos, otro por emplornarlos; un paulo por mirarlos; un paulo por dejarlos quietos; un paulo por sacarlos a la puerta; un paulo por subirlos a la diligencia; y si ci viajero quiere ciar qualcbc cosa, al faquin, al cochero, al mendigo, al empleado, a lis mujeres, a los muchachos, y a los edificios si pudieran tender la mano. Así lleg arnos a Roma, que en aquella hora avanzada estaba sumida en la oscuridad más profunda, hasta descender en la aduana, a la cual sirve de entrada ci bellísimo frontón del templo de Antonino Pío. Allí nos aguardaba todavía una segunda edición de las indignas extorsiones de Civitavccchia, con la adición del centinela que extendía Li mano para pedir qualque cosa. ¡Oh, descendientes del pueblo rey, cuán indignos os mostráis de vuestros antepasados! Porque, es preciso decirlo, el gobierno pontificio no había experimentado ninguna de aquellas saludables reformas que, a costa de tantos trastornos, han obtenido los pueblos modernos en estos últimos tiempos. A esta circunstancia se añadía en el pontificado la singularidad de ser sacerdotes los empleados públicos, los jueces, gobernadores de provincia, y algunas veces hasta los generales de los ejércitos, gravitando, además, sobre los laicos el peso de abusos inveterados, el monopolio del pan y de la carne, la venalidad de algunos empleos, la arbitrariedad de los tribunales de justicia, las comisiones perillanentes para las causas políticas, y las persecuciones por opiniones, por parentesco, amistad y simpatías, mezclándose la religión y la política, para castigar con actos reconocidaniente malos, ideas, acciones y juicios reconocidamente buenos. .E1 colegio de cardenales está compuesto por los mismos individuos que habían participado, aconsejado y dirigido la política del papado anterior. Las oficinas, la curia, la propaganda, están de antemano organizadas, y los escribientes y secretarios del Papa eran sus espías, y aun sus delatores ante el Austria, que por este medio se ponía al corriente del pensamiento mismo dl soberano Pontífice, aun antes de haber sido formulado en actos públicos. Hacían aún más difícil la situación de Pío IX, las esperanzas prematuras o irreflexivas de los mismos a quienes quería favorecer. Es el papado, cenio el imperio romano, un gobierno electivo en su

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PUEBLOS esencia; pero una vez elegido el príncipe, la dictadura o ci 7/lot 1/propio es completo, absoluto, y no se cambia de un solo golpe una organización tan profundamente arraigada. A más de que el papado ejerce, por otra parte, la soberanía de las conciencias, y por tanto no puede abandonar al pueblo, sin desmentirse, la libre discusión de las ideas. La mole estupenda de la Basílica, las estatuas colosiles de San Pedro y San Pablo recientemente inauguradas, ci gentío inmenso reunido, y la presencia del Sumo Pontífice en solio tan elevado, llenan, en efecto, el espíritu de ideas religiosas, como si se aguardara signo extraordinario que marease el camino que recorre la bendición espiritual, desde el cielo a las manos del Santo Padre, para que él la derrame en seguida sobre el pueblo. Otros detalles sobre Roma prolongarían demasiado esta carta, que, sin eso, ha traspasado todos los límites posibles. Un día vendrá en que cerca de Su Señoría Ilustrísima, tenga todavía ocasión de abandonarme al placer de narrar, que domina a los que han viajado y visto muchas cosas. Hasta entonces téngame en su afección paternal. (V iajes.)'

FLORENCIA, VENECIA Milán, mayo 6 de 1847. Señor don J. Al. Gutiérrez. Paréceme que el cristianismo pidiera limosna al mundo en estos días para velar el cadáver de una ciudad que sirve de panteón a tantos siglos, a tantas glorias y a tantas miserias. El camino de Florencia sale por la puerta del Pópolo al puente Molle, o Milvio o Emilius, que es sólo un núcleo endurecido por los siglos y que las aguas no han podido arrastrar del todo, ni destruir la zapa de los enemigos que han venido sucesivamente a Roma. ¡Todavía por esta parte persigue al viajero una tumba de Nerón! ¡Qué miseria y qué abandono! ¿Por qué no trabaja este pueblo? Por qué sus habitaciones son tan ruines, tan descuidada la cultura, y tan desaliñados los vestidos de los habitantes?

1 (Carta al Obispo de Cuyo. Roma, abril 6 de 1847. (N. de los C.)

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SAR'LIEN ro TEXTOS 1 , 'U\D\\1LN TALES

¡Cóiiui respira uno en esta bella Florencia, cual si después oe larga tempestad ganase ci deseado puerto. porque Roma admira y aflige, y su campaña emponzoña y oprime. Llegando a Florencia, créese salir de la mansión de los muertos a un rico oasis de verdura. Los paisanos de la Toscana revelan a la simple vista el contento, cierta cultura de modales y de espíritu; y lo (]UC los semblantes no dijeran, diríalo el vestido aseado, las casillas de campo graciosas y la cultura de la obrera, que con su copa a manera de ca dc!abros, sirve de sustentáculo a una parra que la entreteje de pámpanos \ racimos. Como las cepas y las nmreras, conbl)ínanse en la población trabajadora la industria N, holganza. Por las calles sombreadas de árboles de los alrededores, por los jardines públicos y los caminos, encuéntra'isc grupos de muchachas de quince a veinte años, encendidos los semblantes de reir y de caminar, con grandes sombreros de paja inclinados al lado con aire matón o picaresco, cantando o charlando sin tregua, mientras (1t1c sus manos entretejen la trenzo de paja de Florencia, que las fábricas preparan y espera la Europa y el inundo elegante, para hacer sombrerillos de mujeres. El pensamiento corre libre mientras los dedos hacen su obra maquinal, sueltan las trabajadoras la lengua, y echa , ] a andar por esos mundos, a recorrer ci gran ducado, libres como bandada de pajarillos, bulliciosas como cotorras. ¿Puede imaginarse vida más festiva, niásair rada que la (le estas muchachas de Florencia? Tienen eso de peculiar las bellas artes, que prolongan la vida de los pueblos y de los hombres que las cultivaron. Ha y en ltaia un pueblo entero de estatuarios, pintores y arquitectos que viven, no ya en la tradición popular, sino mezclados a la existencia actual. y cuyos nombres, fisonomías y acciones son (le todos más conocidos que los prncipales personajes vivientes. Recuerdan los aguadores un dicho (le Rafael en alabanza del Campanile; mostrábanos un niño la losa de mármol que señala el lugar donde solía sentare ci Dante enfrente del bautisterio. ¿Dónde está Galileo?, pregun_ tábanios a otro. In Santa Croce. En las pilastras de la galería de gli Uf fici, o la, oficinas, están de pie en mármol y más grandes que el natural expuestos a las miradas del pueblo y a los rayos del sol, Américo Vespucio, el atrevido navegante que siguió la huella de Colón y logró tomarle la vuelta en el descubrimiento del continente; Miguel Angel Buonarotti, el más grande de los artistas modernos y el primer hombre de su época: guerrero, arquitecto, pintor, escultor, su nombre está entretejido con la existencia de 32


PUEBLOS Florencia; él levantó las murallas que la circundan; él defendió la república largos años; suyas son las mejores estatuas que decoran las plazas, palacios y templos; conócelo el pueblo como a sus manos, y créelo vivo porque no sabe cuándo ha muerto, si es que unieren realmente tales hombres. En la iglesia de Santa Croce reposan sus cenizas, bajo un suntuoso mausoleo. Es esta iglesia el panteón de los grandes hombres florentinos. Al lado de aquél y de otro Buonarotti, anticuario, está el sepulcro de Alfieri, el gran poeta, ejecutado por Canova, el digno rival de Miguel Angel. Más adelante tropiezan las miradas con el monumento erigido a Maquiavelo, cu yo nombre ha servido en todas las lenguas a crear un sustantivo para expresar el cálculo helado que produce ci crimen por ecuaciones, el maquiae1ismo, en fin, de los medios para llegar a un resultado conocido: el poder. Iial hacen los que quisieran vindicar a Maquiavelo de haber reducido a graniática la inmoralidad y el crimen; peor todavía los que le imputan la invención ni la justificación de las reglas que da. Tengo para mí que la moral en sus aplicaciones al gobierno de las sociedades humanas, no pertenece a las verdades reveladas, sino a las conquistadas por la civilización. Al principio de todos los pueblos, el gobierno, y el sacerdocio son antropófagos. Los sacrificios antiguos, la tradición, y lo que se encontró en América, lo prueban hasta la evidencia. Después, cuando las leyes de la humanidad, de la moral NI la justicia están reconocidas por los individuos, pasan muchos siglos antes que las sociedades las reconozcan para su gobierno. Ejemplo: la caridad no reza con el enemigo, con el extranjero. Cualquiera que haya sido la religión de un pueblo, se ha podido, sin cargo de conciencia, talar los campos del extranjero, arrasar las ciudades, degollar, o esclavizar la población. La justicia no es de observancia contra los enemigos del Estado o de la religión. Sobrevivió el tormento en cosas de estado, y en achaques de religión el uso del fuego, y las más exquisitas crueldades han estado aún en práctica hasta ayer nomás. De nuestro siglo es la abolición de la esclavitud, del tormento y de la pena de muerte por causas políticas o religiosas, porque recién de nuestro siglo data la idea (le que no hay autoridad política emanada de Dios, ni encargados en la tierra de hacer justicia en su nombre. El pobre Maquiavelo escribió en el Príncipe lo que creían y practicaban los hombres más justificados de la tierra entonces, desde el Papa hasta el último juez de paz; desde el inquisidor mayor

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES en España, hasta Pizarro y Valverde co el Perú. La moral y la justicia aplicida a la política es de pura invención moderna. ¿Se imagina lo que han debido ser una ¿poca y una ciudad donde se han sucedido casi sin interrupción el Dante, Boccaccio, Petrarca, Savonarola, los Medicis, Calandrino (Nicolás y ), Strozzio, Galileo, Rafael, Miguel Angel, Leonarda da Vine¡ y Américo Vespuccio? No le sorprende esta rehabilitación de la pasada y casi perdida ciencia ligándose a la aparición de Galileo la víspera (le partir Colón y Américo Vespucio en busca de mundos nuevos? Es ci rcuinen de la historia humana para principiar un nuevo capítulo. Mundo antiguo corregido por Galileo; mundo moderno abierto por Colón. • . . De Florencia, terminadas las carreras que los lores ingleses habían preparado en los alrededores, y en las cuales murió uno a mi Vista haciendo de jockey, tomamos el camino de Padua, en busca de Venecia. La Italia es desde la Romania hasta la Lombardía un jardín delicioso. Los Apeninos van desapareciendo poco a poco, y dejando ver un país inmenso, una llanura sin límites, sembrada de ciudades, de villas y cubierta de árboles y de verdura. Es la pampa inmensa, pero cultivada, pero interceptada de ríos navegables que van a desembocar en. el Adriático, formando de paso las célebres lagunas venecianas. Sabe usted que no he cruzado la pampa hasta Buenos Aires, habiendo obtenido la descripción de ella de los arrieros sanjuaninos que la atraviesan todos los años, de los poetas como Echeverría, y de los militares de la guerra civil. Quiérola, sin embargo, y la miro como cosa mía. Imagínemela yerma en el invierno, calva y polvorosa en el verano, interrumpida su desnudez por bandas de cardales y de viznagas. Pero volviendo a poco el caleidoscopio, la pueblo de bosqaes, tal corno con más desventajas se ha realizado en las Landas de Francia, y en las desnudas montañas de las Ardenas. ¿Por qué la Pampa no ha de ser, en lugar de un yermo, un jardín como las llr.nuras de Lombardía, entre cuyo verdinegro manto de vegetación, la civilización ha salpicado a la ventura puñados de ciudades, de villas y de aldeas que lo matizan y animan? ¿Por qué? Diréselo a usted al oído, a fe de provinciano agricultor: porque el pueblo de Buenos Aires con todas: sus ventajas, es el más bárbaro que existe en América; pastores rudos, a la manera de los kalrnucos:, no han tomado aún posesión de la tierra; y en

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PUEBLOS la Pampa hay que completar por el arte la obra de Dios. Dada la tela, se necesita la paleta y los tintes que han de matizarla. En I'adua está el salón más grande que han construido los hombres: una cámara techada para reunir a una ciudad entera a deliberar sobre los asuntos públicos, en los tiempos en que las repúblicas italianas eran la gloria y el albor de la rehabilitación de los derechos del hombre. El país que media hasta la orilla de las lagunas, es un paisaje ideal, fabuloso, imposible, t1fl bello es. Un ferrocarril lleva a Venecia, y un puente colosal lo hace entrar por sobre las lagunas a la ciudad señora del Adriática, como aquella calzada que conducía a Méjico NI Hernán Cortés se batía en retirada en la noche triste. ¡Venecia!¡Pobre esqueleto de república! Tus lagos, centro en otro tiempo del comercio del mundo, infestan hoy con su aliento nauseabundo; los palacios de tus nobles sirven de posada para el extranjero, como las ruinas de los templos del Egipto de aprisco a los ganados. Tus maravillas están ahí de pie aún, como cadáveres petrificados. El León de San Marcos ve los gallardetes austríacos agitarse sobre los mástiles en que ondeaba en otro tiempo e' pabellón de la república. Tus plazas están desiertas, por el pavor que inspira la guardia tudesca, montada con cañones asestados a las calles. ¡Venecia, Venecia! ¿Dónde están tus patricios?, ¿dónde tus flotas?, ¿dónde tu orgullo indomable! ¡Ay! Los crímenes de los gobiernos los pagan caro los pueblos, y es fortuna que nada quede impune. Habías ofendido la moral con tus horribles leyes, y fuiste suprimida, pisada como un monstruo que sobrevivía del mundo antiguo. La tristeza de Venecia no excita a la melancolía; es una opresión que abruma el corazón; la atmósfera húmeda pesa sobre los pulmones y quisiera a cada momento escaparse el viajero para ir a respirar a otra parte. El célebre Gran Canal en que tenían su residencias los antiguos patricios, yace hoy desierto, y de noche descúbrese por la falta de luces en sus ventanas, la ausencia de habitantes. Los proscriptos de las monarquías europeas acuden a poblar estos palacios abandonados, que obtienen en arriendo a vil precio; véndense los cimientos de muchos de ellos para el extranjero, y cada mes se anuncia la venta en pública subasta del museo de pinturas del último descendiente de una familia noble, que se deshace de ellas para vivir del último vestigio de la pasada opulencia. Las góndolas, cubiertas de un manto de bayeta negra, de ordinario descolorida, añaden nuevas tristezas por sus formas funerales a este cuadro, y ci uso de esconderse los transeúntes bajo sus cortinas, parece calculado para disiniular la vida como un oprobio o un

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SARMIENTO - TEXTOS 1.LTN)AMENTALIS delito en aquella extraña ciudad, donde no se ven caballos, ni bueyes, ni perros. Todo ha muerto en Venecia, menos la policía inquisitorial que la continúa el Austria. ¡Cuántos sustos hemos pasado al entrar en aquella prisión, aquella penitenciaría subdividida por canales! En Florencia nos había sorprendido el grito de la república francesa, que daba señales de vida con la aparición del primer tomo de los Girondinos, que acaba de publicar Lanartine, el primero de la República por Micheler, y otro de Luis Blanc. Yo había comprado la obra de (iobcrti Dei priniato degli Italiani. Estos cuatro libros eran nuestro pasto, devorado con ansia en las horas que no dejaban libres las correrías. Al llegar a la aduana de Venecia, en el ferrocarril mismo leía yo aquellas valientes páginas del abate italiano, que despertaba el SentililiCiltO latino, conio iiii vínculo Y como una corriente galvánica para volver a la vida la Italia adormecida. Un veneciano hubo de ver lo que leía, y con muestras de pavor indecibles: i;za, it Gioberti!, me decía; usted va derecho a una cárcel; hace seis meses que Marucini está incomunicado por habérsele cuco atrado este libro. —Pero yo soy extranjero, le observaba, soy americano. — Ferdiitto! olvidatto!, exclama con dolor; quién ha de i-cclamaros? Llegamos en poco al Lido, atravesamos casi sin hablar la estrecha lengua de tierra que separa las lagunas del Adriático, y contemplamos un rato aquel mar desierto, aquel vasallo que lame aún los píes a su reina cautiva; y el eterno murmullo de las olas que vienen a quebrarse en la ribera estable, me pareció todavía la impotente protesta de los pueblos oprimidos, el eco de las illiprecaciones de Pietro, cue el viento llevó consigo, quedando Venecia tranquila, inmóvil bajo la salvaguardia de los cañones de la plaza de San Marcos. Y este odio contra sus dominadores no sólo bulle en el pecho tosco del gondolero veneciano. De camino para Milán, la diligencia atravesaba por entre bandas de conscriptos húngaros que venían a engrosar la guarnición. Un joven lombardo los veía desfilar; y como yo le hiciese notar la extrema juventud de la mayor parte de ellos; ¡i barhari! me decía con desdén, mendigos que vienen a comer pan, y vivir en palacios en Italia. Mantenemos ciento cincuenta mil perros hambrientos que nos guardan. (V iajes.)

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PUEBLOS

AUSTRIA Olvidaba prevenir para instrucción de futuros viajeros, que para entrar en los estados austríacos ha de traerse el exequatur de un nuncio del imperio desde Roma, Turín, Marsella o París, sin cuyo requisito se le hace volver desde la frontera. En honor de los gobiernos paternales, debo añadir que la práctica omite buena parte de las vejaciones prescritas por reglamento y tarifa; porque en Italia es una mercadería el extranjero, y en Austria efecto estancado. (V iajes.) SUIZA La Suiza, empero, me ha rehabilitado para el amor y el respeto del pueblo, bendiciendo en ella, aunque humilde y pobre, la república que tanto sabe ennoblecer al hombre. Para mí el mayor número de verdades conocidas constituye sólo la ciencia de una época; pero la civilización de un pueblo sólo pueden caracterizarla la más extensa apropiación de todos los productos de la tierra, el uso de todos los poderes inteligentes y de todas las fuerzas materiales, a la comodidad, placer y elevación moral del mayor número de individuos. Los mismos brazos que cultivan la tierra en Suiza, fabrican relojes y telas de seda; cada casa posee una industria, y cada villa lanza al aire la columna de humo de Su usina. No tiene rival en Europa la aislada casita suiza, pintada, blanqueada, frotada y barnizada diariamente, y en la cual viven diversas familias, pobres pero industriosas corno una colmena de abejas. (Viajes.)

A LE M A NI A Como y o tengo la manía de andar a caza del por qué de las cosas, he creído hallar en el USO de la pipa el origen de la mística metafísica de los alemanes. Un filósofo, me he dicho, que pasa horas enteras en la beata contemplación del humo, que en columnas y espirales se revuelve delante de sus ojos, disipándose, reuniéndose en formas indefinibles, fantásticas, inapreciables, eclipsando

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SARMI1NfO - TlXfOS FCNDA\1ENTALES por momentos la realidad, lo visible y terreno [ ... ] Esta teoría tan plausible y que arrojaría una gran luz sobre los misterios de la filosofía alcn:[ana, no ha sido aceptada, sin embargo, por los sabios de Gotinga, quienes la sometí humildemente. Los alemanes sostienen, por ci contrario, (]UC a causa de la predisposición innata de la nación a la cavilación, al adoptar ci uso de tabaco, lo han sometido a las exigencias del carácter propio. • . . He tenido la incomparable dicha de ver en su país natal, en la cuna, digámoslo así, aquella invención de ángeles, que hace hoy la felicidad supr e ma de tantas y tantas criaturas en todos los puntos del globo. Bailada por fregonas y mozos de cordel he visto. la polea! cuyos progresos había venido contemplando desde Chile, donde a mi salida se anunciaba ya radiante y fecunda en esperanzas dc un inmenso porvenir. En Montevideo encontréla sitiada, pero alegre, turbulenta y bailando sobre cadáveres, al rimbombar de los cañonazos. El tórrido ambiente de Río de Janeiro la recomendaba como ci medio infalible de evaporarse, de reducir a gases toda la máquina. En París, en fin, era va de muy antigua propiedad popular en Mahille, Cháteau-Rouge, La Chaumiére, etcétera. ¡Oh! si las buenas ideas pudieran hacer las leguas que ha hecho en un año la polea! Al ver estas danzantes reuniones de pueblo, tan pacíficas y honestas, tan sin reproche aun para la conciencia de los gendarmes de policía tan rígida como se sabe, me he acordado de nuestras ebinganas y holgádonie de haber levantado mi débil voz, alguna vez contra los puritanos, que querían suprimirlas, porque ellos tienen sus teatros, sus diarios y sus conciertos, y el pobre pueblo se emborracha un poco más de lo que convendría, como si porque el aire fuese reconocido malsano, conviniese privar de él a los que lo respiran. No sé qué príncipe alemán, a quien aconsejaban suprimir la lotería: "Y bien, contestaba, dadme algo en cambio, que sirva para alimentar la imaginación del pueblo; otra base para frauarsc castillos en ci aire; algún tema nuevo que inspire su poesía, sacándolo de aquella triste prosa de un salario medido con ruano avara, eternamente el mismo, si no disminuye. El pueblo paga en la lotería los goces del bienestar, comprando en sueños dorados casas y carruajes, si llega a sacarse un cuaterno, lo que es muy probable". Si la chingana fuese aseada, confortable, embellecica, danzante, deleitante, ¡cuántas penas calmaría y cuántas horas de entorpecimiento quitaría de las que forma ci difícil y nudoso tejido de la vida de los pobres! Estos jardines


PUEBLOS en la Europa y las distracciones a precio ínfimo, si no gratis, que encuentra el pueblo en el esplendor de las capitales, son otras tantas compensaciones de que el mísero carece en América. (V iajes.)

FRANCIA El español es una lengua desconocida en París, donde creen los sabios que sólo se habló en tiempos de Lope de Vega o Calderón, y que después ha degenerado en un dialecto impracticable para la expresión de las ideas. (V iajes.) * Definición de las Tu!lcrías: un jarrón dorado lleno de aguas sucias. (V iajes.) * y luego exponer ideas a M. Thiers es una tarea que se la doy, no digo a un americano, al más pintado, a un escritor europeo. Pero había tanta indulgencia en su semblante, me detenía medroso, y él me decía: —Continúe usted. El cuarto de hora pasó y quise levantarme. —No, todavía no, me interesa, siga usted. Y al fin de tantos sufrimientos tuve la dicha, tan cara para los hombres que comienzan y no tienen prestigio, de verse animados, aprobados, aplaudidos, por una de las primeras inteligencias de la tierra. (V iajes.) * Los bailes son en París establecimientos públicos que se siguen a los teatros, luchando con ellos en magnificencia, alumbrado y gusto. Damas muy coimne ji faut asisten como espectadoras y los jóvenes de todas las categorías son apasionados habitués de tal o cual baile. . . Allí descuellan reputaciones tan altas, tan europeas, como la de Dumas o la de Rachel. El recuerdo de las chinganas de Chile me ha hecho mirar con interés los bailes públicos de París. ¡Qué poderoso instrumento puesto en manos hábiles! (V iajes.)

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES

No hay que decir que el lujo corrompe la energía moral del hombre ni menos que el placer lo enerva, puesto que a cada ¡nomento vese a este pueblo dar síntomas de energía moral desconocida entre los pueblos más frugales o más sabios. El francés de hoy, es el guerrero más audaz, el poeta más ardiente, el sabio más profundo, el elegante más frívolo, el ciudadano más celoso, el joven más dido a los placeres, el artista más delicado y el hombre más blando en su trato con los otros. (Viajes.)

* he podido entrar bien adentro la ulano en las llagas actuales de la Francia. (Viajes.)

* En Francia hay tres categorías de vagones, en Inglaterra cuatro, los empresarios, para envilecer al hombre que paga todo, han amontonado comodidades y lujo en la primera clase y dejado tablas rasas, estrechas y duras para la tercera. No sé por qué no han puesto púas en los asientos. (Viajes.) N-

LOS ESTADOS UNIDOS Después de dos o tres aíios de flirtear.., de bailes, paseos, viajes y coqueterías, la nña de la historia, en el almuerzo, y como quien no quiere la cosa, pregunta a sus padres si conocen a un joven alto, rubio, maqliinista de profesión... El desenlace es que hay en la familia un enlace convenido de que se da Cuenta a los padres la víspera. . . Celebrado el desposorio, los novios toman en ci acto el próximo camino de hierro, y salen a ostentar su felicidad por bosques, villas, ciudades y hoteles. En los vagones se les ve siempre a estas cncanadoras parejas de jóvenes de veinte años, abrazados, reposándose el uno en el seno del otro y prodigándose caricias tan expresivas que edifican a todos los circunstantes ...aun a los más contumaces solterones. No puede hacerse en términos más insinuantes que esta exposición al aire libre de las embriagueces matrimoniales, la nropaganda del casamiento.


PUEBLOS • Volviendo, pues, a los millares de novios que andan enardeciendo y vivificando la atmósfera con sus hálitos de primavera, los vapores del Hudson y de otros ríos clásicos les tienen preparados departamentos ad hoc. Llámase este recinto la cámara de la novia. • . Las fábricas de París no han creado damascos ni muselinas suficientemente costosas para envolver entre sus sueltos pliegues y bajo techumbres doradas las legítimas saturnales de la cámara de la novia. Después de haber visto la cascada del Niágara, baádose en las aguas termales de Saratoga, pasado en revista cien ciudades, y recorrido mil leguas del país, los novios vuelven después de quince días, extenuados, maravillados y contentos, a aburrirse santamente en el hogar doméstico. (V iajes.) * Las flechas del templo se bajan a medida que las creencias se subdividen, mientras que el hotel hereda la cúpula del tabernáculo antiguo y toma las formas de las termas de los emperadores, donde la importancia del individuo ha llegado a la altura de la democracia norteamericana. La arquitectura religiosa continúa secándose y marchitándose al paso que la arquitectura popular improvisa en todos los Estados Unidos formas, dimensiones y un orden que acabarán por serles peculiares. (V iajes.) * La esclavitud es una vegetación parásita que la colonización in,lesa ha dejado pegada al rhol frondoso de la libertad americana. No se atrevieron a arrancarla (le raíz cuando podaron el árbol, dejando que el tiempo la matase, y la parásita ha crecido y amenaza desgajar el árbol entero. (V iajes.) * Y luego, ¡qué incongruencias! qué incestos! N I promiscuaciones en los nlanj2Ires! El yanqui b1rr sang, se sirve (le un mismo plato, conjunta o sucesivamente, todas las viandas, postres y frutas. Flciiios visto a uno del Par IFcst, país de dudosa situación el Ophir de los fenicios, principiar la comida por salsa de tomates frescos tomada en cantidad enorme, sola y con la punta del cuchillo. ¡Patatas dulces con vinagre! Estábamos helados de horror, y

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SAR\IIFNTO - 'lExTos FUNDAMENTALES ¡ni compañero de viajc, lleno de gastronómica indignación al ver estas abominaciones: y no llueve fuego de] cielo, exclamaba: ¡los pecados de Sodoma y Gomorra debieron ser menores que los que cometen a cada paso estos puritanos! (Viajes.)

* Si fuma usted tranquilamente su cigarro, un pasante se lo sacará de la boca oara encender el suyo, y si usted no anda listo para recibirlo, se encargará él en persona de metérselo de nuevo en la boca. Si tiene usted un libro en las manos, con tal que lo cierre un poco para nrar hacia otra parte, su vecino se apoderará de él para leerse dos capítulos de seguido. Si los botones de su paletó tienen relieve de cabezas de venados, caballos o jabalíes, Cuantos lo noten vendrán a recorrerlos uno a uno, haciendo girar la persona de usted de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, para mejor inspeccionar el museo ambulante. (Viajes.)

* Conversando con usted, ci yanqui de educación esmerada levantará un pie a la altura de la rodilla, sacarále el zapato para acariciarlo, y oír las quejas que contra el excesivo servicio puedan poner los dedos. Cuatro individuos sentados en torno a una mesa de mármol pondrán infaliblemente sus ocho pies sobre ella, a no ser que puedan procurarse un asiento forrado en terciopelo, que en cuanto a blandura prefieren los yanquis el mármol. La conclusión de todo esto es que los yanquis son los animalitos más inciviles que llevan frac o paletó debajo del sol. bien es verdad que si en Francia y en Inglaterra, los carboneros, leñadores y fogoneros se sentasen a la misma mesa con los artistas, diputados, banqueros y propietarios, como sucede en los Estados Unidos, otra opinión formarían los europeos de su propia cultura. El lord inglés es incivil por orgullo y por desprecio a sus inferiores... (Viajes.)

* Alejandro ci Grande, destruyendo a Tiro, tenía que devolver al comercio del mundo un centro para reconcentrar las especias de Oriente y desde donde se derramasen en seguida por las costas

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PUEBLOS del Mediterráneo. La fundación de Alejandría le ha valido su renombre como muestra de su perspicacia... Esta obra la realizan todos los días Alejandros norteamericanos que vagan en los desiertos buscando puntos que un estudio profundo del porvenir señala como centros futuros del comercio. El yanqui, inventor de ciudades. Dos clases de seres humanos conozco entre quienes sobrevive aún, en medio de nuestra actual mesura de carácter moral, el antiguo espíritu heroico, de las primeras edades de los pueblos. Los presidiarios de Tolón y de Bicerte, y los emigrantes norteamericanos; todo el resto de la especie humana ha caído en la atonía de la civilización. (V iajes.) * El Estado es el depositario fiel del gran caudal de tierras que pertenecen a la federación, y para administrar a cada uno su parte de propiedad, no consiente ni intermediarios especuladores ni oscilaciones de precios que cierren la puerta de adquisición a las pequeñas fortunas... Hay un procedimiento en la distribución de las tierras de cuya simétrica belleza sólo Dios puede darse de antemano cuenta. (V iajes.) * Pero el mayor de todos los reactivos constitúyelo el sentimiento religioso. Desde luego la Biblia está en toda la Unión, desde el loghouse del bosque hasta los hoteles de las grandes ciudades, obrando en bien y en mal, los efectos de su lectura diaria. (V iajes.) * Todos los moralistas antiguos y modernos han seguido las huellas de una moral que, dando por sentada como fatal y necesaria la existencia de una gran masa de sufrimientos, de pobreza y de abyecciones, localizaba el sentimiento moral, dando por atenuaciones la limosna del rico y la resignación del pobre. Desde las castas inmóviles de indios y egipcios, hasta la esclavitud y el proletariado normal de Europa, todos los sistemas de moral han flaqueado por ahí. Franklin ha sido el primero que ha dicho: sed virtuosos para que podáis adquirir; adquirid para poder ser virtuosos. Abrir a la sociedad en masa, de par en par, las puertas del bienestar y la riqueza. (V iajes.)

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES Allá va el mundo en masa, y sabe Dios los dolores que va costar habituar a los goces de la vida, despertar la intcligcnci de esos millones de seres humanos que durante tantos miles de aúos han servido para abrigar con el calor de sus entrañas los pies de los nobles que volvían de la caza. (V iajes.) * Vengo de recorrer la Europa, (le admirar sus monumentos, de prosternarme ante su ciencia, asombrado todavía de los prodigios de sus artes; pero he visto sus millones de campesinos, proletarios y artesanos viles, degradados, indignos de ser contados entre los hombres; la costra de mugre que cubre sus cuerpos, los harapos y andrajos de que visten, no revelan bastante las tinieblas de sil píritu y en materia de política, de organización social, aquellas tinieblas alcarzan a oscurecer la mente de los sabios, de l os banqueros y de los nobles. Imagínese usted veinte millones de hombres que saben lo bastante, ]ccn diariamente lo necesario nar tener un ejercicio de su razón, sus pasiones públicas , o políticas; que tienen qué comer y vestir, que en la pobreza mantienen esperanzas fundadas, realizables en un porvenir feliz, que alojan en sus viajes en un hotel cómodo y espacioso, que viajan sentados en cojines muelles, que llevan cartera y mapa geográfico en su bolsillo, que vuelan en alas de vapor, que están diariamente al corriente de todo Ir) que pasa en ci mundo, que discuten sin cesar sobre intereses públicos nue los agitan vivamente, que se sien-en letisladores y artífices de li prosperidad nacional; imagnese usted ese cúmulo de goces, de fuerzas, de progresos, obrando a un tiellipo sobre los veinte millones con rarísill)as excepciones, y sentirá usted lo que be sentido yo al ver esta sociedad sobre cuyos edificios y plazas parece que brilla con más vivacidad el sol, y cuyos miembros muestran en sus proyectos, empresas y trabajos, una virilidad que deja iiiuv atrás a la especie humana en general. No entrará, como pretenden los europcns, P'° nada de esto, la libertad de acción y la falta de gobierno? • .El europeo es un menor que está bajo la tutela protectora del estado; su instinto de conservación no es reputado suficiente preservativo: verjas, puertas vigilantes, señales preventivas, inspección,

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PUEBLOS seguros, todo se ha puesto en ejercicio para conservarle la vida; todo menos su razón, su discernimiento, su arrojo, su libertad.

(Viajes.)

* A fines del siglo xv la Europa entera está en posesión de las conquistas hechas por el pcnsanhiento humano en cuatro o seis mil años. América se agrega a la masa de pueblos civilizados y pone en práctica la noción del derecho.., cuyo desarrollo embarazan en Europa las escorias que ha dejado la Edad Media. (Viajes.)

* Pero aún no es ésta la parte más característica dc aquel pueblo: es su aptitud para apropiarse, generalizar, vulgarizar, conservar y perfeccionar todos los usos, instrumentos, procederes y auxilios que la más adelantada civilización ha puesto en manos de los hombres. En esto los Estados Unidos son únicos en la tierra. No hay rutina invencible que demore por siglos la adopción de una mejora conocida. Hay, por el contrario, una predisposición a adoptarlo todo. El anuncio hecho en un diario de una modificación en el arado, por ejemplo, lo transcriben en un día todos los periódicos de la Unión. Al día siguiente se habla de ello en todas las plantaciones, y los herreros y fabricantes han ensayado en doscientos puntos de la Unión esta práctica. Id a hacer o esperar cosa semejante en un siglo en España, Francia o nuestra América. (Viajes.)

* En los Estados Unidos todo hombre, por cuanto es hombre, está habilitado para tener juicio y voluntad en los negocios políticos y los tiene en efecto. En cambio la Francia tiene un rey, cuatrocientos mil soldados, fortificaciones en París que han costado dos mil millones de francos y un pueblo que se muere de hambre. Los norteamericanos viven sin gobierno y su ejército permanente monta sólo a nueve mil hombres. Un pueblo compuesto de todos los pueblos del mundo, libre como la conciencia, como el aire, sin tutores, sin ejército y sin bastillas, es la resultante de todos los antecedentes humanos, euro-

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES peos y cristianos. Sus defectos deben, pues, ser los de la especie humana en un período dado de su desenvolvimiento. Pero como nación, los Estados Unidos son el último resultado de la lógica humana. No tiene reyes, ni nobles, ni clases privilegiadas, ni hombres nacidos para mandar, ni máquinas humanas nacidas para obedecer. (V iajes.) * Eh! ¡la Europa! triste mezcla de grandeza y de abyección, de saber y de embrutecimiento a la vez, sublime y sucio receptáculo de todo lo que al hombre eleva o lo tiene degradado, reyes y lacayos, monumentos y lazaretos, opulencia y vida salvaje. (V iajes.) * Al mismo tiempo que en Norteamérica han desaparecido las más feas úlceras de la especie humana, se presentan algunas, cicatrizadas ya aún entre los pueblos europeos, y que aquí se convierten en cáncer, al paso que se originan dolencias nuevas para las que aún no se busca ni se conoce remedio. Así, pues, nuestra república, libeF:ad y fuerza, inteligencia y belleza: aquella república de nuestros sueños. . . es un desideratzmz todavía ... (Viajes.)

EL PARAGUAY El Paraguay está en medio de bosques seculares, solo, aislado, a quinientas leguas de las costas del Atlántico, y medio siglo había transcurrido desde que quedó separado de la especie humana. Nada de lo que ha sobrevenido en la tierra en ideas, en instituciones, de un siglo a esta parte, ha penetrado en el Paraguay, y sin embargo, en este siglo transcurrido, se han operado precisamente los grandes cambios sociales en Europa misma. Los López recibieron cerrado al Paraguay, tomando la llave que yacía al lado del cadáver del anciano doctor Francia, quien a su turno lo había recibido también cerrado al contacto de las ideas nuevas en el país que colonizaron los padres jesuitas ahora dos siglos. Esta es la historia del Paraguay. En lo moral, como Australia en lo físico, un fragmento del mundo antiguo. (Obras: T. X X X IV .)


PUEBLOS El jesuita reunía en torno suyo en las floridas campiñas de sus misiones, una grey en el sentido recto y fi gurado de la frase. [. . .] El jesuita era el Padre, es decir, el alma, el centro, el maestro, el tutor de esta grey, sin derechos, sin tierra, sin casa, sin gobierno propio. Obedecer... era todo el código de este pueblo en vía de formación. Trabajar era obedecer, casarse era obedecer, existir era obedecer. FI comercio fue derecho extraño al indio. 1 espionaje recíproco, la delación virtuosa y ordenada, hacían por el confesionario, la policía moral, religiosa y política a la vez que estas sociedades rebaños. En esto nada nuevo introducían los jesuitas que no estuviese ordenado contra herejes por la Inquisición en España. El rasgo distintivo, (le la organización guaraní, es, pues, deificación del jefe de estado, llámase padre, dictador o presidente. (Obras:

T. X X X IV .)

* Así preparado el espíritu público, en hora menguada para el Paraguay y sus vecinos, Solano López, imberbe, fue enviado por su padre dictador, ministro plenipotenciario a Francia. [. . .1 Trajo consigo, o supo a dónde pedirlos después ingenieros, mecánicos, artífices, y en diez años su padre, que fue el Filipo de este Alejandro, estuvo colectando sigilosamente cañones y levantando fortalezas, mientras se proyectaban y ponían en construcción tramos de ferrocarriles y redes de telégrafos. [ ... ] Fortificado Humaitá, reconocidas las ventajas de la Angostura, por ingenieros ingleses, declarado inexpugnable el Paraguay por el húngaro Visner, un pensamiento grandioso brilló corno una revelación en el ánimo de López, hijo. (Obras: T. X X X IV .)

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VIII BIOGRAFIAS



FACUNDO Media entre las ciudades de San Luis y San Juan un dilatado desierto que, por su falta completa de agua, recibe el nombre de "travesía". El aspecto de aquellas soledades es, por lo general, triste y desamparado, y el viajero que viene de oriente no pasa la última "represa" o aljibe de campo sin proveer sus "chifles" de suficiente cantidad de agua. En esta travesía tuvo lugar una vez la extraña escena que sigue. Las cuchilladas, tan frecuentes entre nuestros gauchos, habían forzado a uno de ellos a abandonar precipitadamente la ciudad de San Luis, y ganar la "travesía" a pie, con la montura al hombro, a fin de escapar de las persecuciones de la justicia. Debían alcanzarlo dos compañeros tan luego como pudieran robar caballos para los tres. No eran por entonces sólo el hambre o la sed los peligros que le aguardaban en cI desierto aquél, que un tigre "cebado" andaba hacía un año siguiendo los rastros de los viajeros, y pasaban ya de ocho los que habían sido víctimas de su predilección por la carne humana. Suele ocurrir a veces en aquellos países en que la fiera y el hombre se disputan el dominio de la naturaleza, que éste cae bajo la garra sangrienta de aquélla; entonces el tigre empieza a gustar de preferencia su carne, y se llama "cebado" cuando se ha dado a este género de caza: la caza de hombres. El juez de campaña inmediato al teatro de sus devastaciones convoca a los varones hábiles para la correría, y bajo su autoridad y dirección se hace la persecución del tigre "cebado", que rara vez escapa a la sentencia que lo pone fuera de la ley. Cuando nuestro prófugo había caminado cosa de seis leguas, creyó oír bramar al tigre un gruñido como el del chancho, pero agrio, prolongado, estridente, y que, sin que haya motivo de te~

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SAR].tIL'NTO - T1'XTOS FUNDAMENTALES mor, causa un sacudimiento involuntario ca los nervios, como si la carne se agitara ella sola al anuncio de la muerte. Algunos minutos después el bramido se oyó más distinto y más cercano; el tigre venía ya sobre el rastro, y sólo a una larga distancia se divisaba un pequeño algarrobo. Era preciso apretar cI paso, Corre', en fin, porque los bramidos se sucedían con más frecuencia, y el último era distinto, mas vibrante que el que le precedía. Al fin, arrojando la montura a un lado del camino, dirigiósc el gaucho al á '1)01 que había divisado, y no obstante la debilidad de su tronco, felizmente bastante elevado, pudo trepar a su copa y mantenerse en una continua oscilación, medio oculto entre el ramaje. Desde allí pudo observar la escena que tenía lugar en el camino: el tigre marchaba a paso precipitado, oliendo el suelo y bramando con más frecuencia a medida que sentía la proximidad de su presa. Pasa delante del punto en que aquél se había separado del camino y pierde el rastro; el tigre se enfurece, remolinea, hasta que divisa la montura, que desgarra de un manotón, esparciendo en el aire sus prendas. Más irritado aún con este chasco, vuelve a buscar el rastro, encuentra al fin la dirección en que va, y, levantando la vista, divisa a su presa haciendo con el peso balancearse al algarrobillo, cual frágil caña cuando las aves se posan en sus puntas. Desde entonces ya no bramó el tigre; acercábase a saltos, y en un abrir y cerrar de ojos sus poderosas manos estaban apoyándose a dos varas del suelo sobre el delgado tronco, al que comunicaba un temblor convulsivo que iba a obrar sobre los nervios del mal seguro gaucho. Intentó la fiera un salto impotente; dio vuelta en torno del árbol midiendo su altura con ojos enrojecidos por la sed de sangre, y al fin, bramando de cólera se acostó en el suelo, batiendo sin cesar la cola, los ojos fijos en su presa, la boca entreabierta y reseca. Esta escena horrible duraba ya dos horas mortales; la postura violenta del gaucho, y la fascinación aterrante que ejercía sobre él la mirada sanguinaria, inmóvil, del tigre, del que por una fuerza invencible de atracción no podía apartar los ojos, habían empezado a debilitar sus fuerzas, y ya veía próximo el momento en que su cuerpo extenuado iba a caer en su ancha boca, cuando el rumor lejano de galope de caballos le dio esperanza de salvación. En efecto, :sus amigos habían visto el rastro del tigre y corrían sin esperanza de salvarlo. El desparramo de la montura les reveló el lugar de la escena, y volar a él, desenrollar sus lazos, echarlos sobre

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BIOGRAFIAS ci tigre, "empacado" y ciego de furor, fue obra de un segundo. La fiera, estirada a dos lazos, no pudo escapar a las puñaladas repetidas con que en venganza de su prolongada agonía le traspasó el que iba a ser su víctima. "Entonces supe lo que era tener miedo" - decía el general don Juan Facundo Quiroga, contando a un grupo de oficiales este suceso. También a él le llamaron "Tigre de los Llanos", y no le sentaba mal esta denominación, a fe. La frenología o la anatomía comparadas han demostrado, en efecto, las relaciones que existen en las formas exteriores y las disposiciones morales entre la fisonomía del hombre r de algunos animales a quienes se asemeja en su carácter Facundo, porque así lo llamaron largo tiempo los pueblos del interior; el general don Facundo Quiroga, el excelentísimo brigadier general don Juan Facundo Quiroga, todo eso vino después, cuando la sociedad lo recibió en su seno y la victoria lo hubo coronado de laureles; Facundo, pues, era de estatura baja y fornido; sus anchas espaldas sostenían sobre un cuello corto una cabeza bien formada, cubierta de pelo espesísimo, negro y ensortijado. Su cara, poco ovalada, estaba hundida en medio de un bosque de pelo, a que correspondía una barba igualmente espesa, igualmente crespa y negra, que subía hasta los pómulos, bastante pronunciados, para descubrir una voluntad firme y tenaz. Sus ojos negros, llenos de fuego y sombreados por pobladas cejas, causaban una sensación involuntaria de terror en aquellos a quienes alguna vez llegaban a fijarse, porque Facundo no miraba nunca de frente, y por hábito, por arte, por deseo de hacerse siempre temible, tenía de ordinario la cabeza inclinada y miraba por entre las cejas, como el Alí-Babá de Montvoisin. El Caín que representaba la famosa compafiía Ravel me despierta la imagen de Quiroga, quitando las posiciones artísticas de la estatuaria que no le convienen. Por lo demás, su fisonomía era regular, y el pálido moreno de su tez sentaba bien a las sombras espesas en que quedaba encerrada. La estructura de su cabeza, revelaba sin embargo, bajo esta cubierta selvática, la organización privilegiada de los hombres nacidos para mandar. Quiroga poseía esas cualidades naturales que hicieron del estudiante de Brienne el genio de Francia, y del mameluco oscuro que se batía con los franceses en las Pirámides, el virrey de Egipto. La sociedad en que nacen da a estos caracteres la manera especial de manifestarse: sublimes, clásicos, por decirlo así, van al frente de la humanidad civilizada en unas partes; terribles, sangui_ nirios y malvados, son çn otras su mancha de oprobio.

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S A 111N FO - TiX i OS FL ])A\1J', [ALES

Facundo Quiroga fue hijo de un sanjuanino de humilde condición, pero que, avecinado en los Llanos de La Rioja, había adquirido en el pastoreo una regular fortuna. El año 1799 fue enviado Facundo a la patria de su padre a recibir la educación limitada que podía adquiirse en las escuelas: leer y escribir. Cuando un hombre llega a ocupar las cien trompetas de la fama con el ruido de sus hechos, la curiosidad o el espíritu de investigación van hasta rastrear la insignificante vida del niño, para anudarla a la biografía del héroe, y no pocas veces, entre fábulas inventadas todas por la adulación, se encuentran ya en ella los rasgos característicos del personaje histórico. Cuéntase de Alcibíades que, jugando en la calle, se tendía a lo largo del pavimento para contrariar a un cochero que le prevenía que se quitase del paso a fin de no atropellarlo; de Napoleón, que dominaba a sus condiscípulos y se atrincheraba en su cuarto de estudiante para resistir a un ultraje. De Facundo se refieren hoy varias anécdotas, muchas de las cuales lo revelan todo entero. En la casa de sus huéspedes jamás se consiguió sentarlo a la mesa común; en la escuela era altivo, huraño, y solitario; no se mezclaba con los demás niños sino para encabezar actos de rebelión y para darles de golpes. El "magister", cansado de luchar con este carácter indomable, se provee una vez de un litigo nuevo y duro, y enseñándolo a los niños, aterrados, "éste es, les dice, para estrenarlo en Facundo". Facundo, de edad de once años, o y e esta amenaza y al día siguiente la pone a prueba. No sabe la lección, pero le pide al maestro que se la torne en persona, porque el pasante lo quiere mal. El maestro condesciende; Facundo comete un error, comete dos, tres, cuatro; entonces el maestro hace uso del látigo; y Facundo, que todo lo ha calculado, hasta la debilidad de la silla en que su maestro está sentado, dale una bofetada, vuélcalo de espaldas, y entre el alboroto que esta escena suscita, toma la calle, y va a esconderse en ciertos parrones de una viña, de donde no se le saca sino después de tres días. ¿No es ya el caudillo que va a desafiar más tarde a la sociedad entera? Cuando llega a la pubertad, su carácter toma un tinte más pronunciado. Cada vez más sombrío, más imperioso, más selvático, la pasión del juego, la pasión de las almas rudas que necesitan fuertes sacudimientos para salir del sopor que las adornieciera, domínalo irresistiblemente a la edad de quince años. Por ella se hace una reputación en la ciudad; por ella se hace intolerable en la casa en que se le hospeda: por ella, en fin, derrama, por un balazo dado a un

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Rl O GR A 1' 1 \ S

Jorge Peña, el primer reguero de sangre que debía entrar en el ancho torrente que ha dejado marcado su pasaje en la tierra. Desde que llega a la ciudad adulta, el hilo de su vida se pierde en un intrincado laberinto de vueltas y revueltas, por los diversos pueblos vecinos; oculto unas veces, perseguido siempre, jugando, trabajando en clase de peón, dominando todo lo que se le acerca y distribuyendo puñaladas. En San Juan muéstrase ho y, en la esquina de los Godoves, tapias pisadas por Quiroga; en La Rioja las hay de su mano, en Fiambalá. El enseñaba otras en Mendoza, en el lugar mismo en que una tarde hacía traer de sus casas a veintiséis oficiales de los que capitularon en Chacón para hacerlos fusilar en expiación de los inanes de Villafañe; en la campaña de Buenos Aires también mostraba algunos monumentos de su vida de peón errante. ¿Qué causas hacen a este hombre criado en una casa decente, hijo de un hombre acomodado y virtuoso, descender a la condición de gañán, y en ella escoger el trabajo más estúpido, más brutal, en el que sólo entra la fuerza física y la tenacidad? ¿Será que el tapiador gana doble sueldo y que se da prisa para juntar un poco de dinero? Lo más ordenado que de esta vida oscura y errante he podido recoger, es lo siguiente. Hacia el año 1806 vino a Chile con un cargamento de granos de cuenta de sus padres. Jugólo con la tropa y los troperos, que eran esclavos de su casa. Solía llevar a San Juan x Mendoza arreos de ganado de la estancia paterna, que tenían siempre la misma suerte; porque en Facundo ci juego era una pasión feroz, ardiente, que le resecaba las entrañas. Estas adquisiciones y pérdidas sucesivas debieron cansar las larguezas paternales, porque al fin interrumpió toda relación amigable con su familia. Cuando era ya el terror (le la República, preguntábale uno de sus cortesanos: "Cuál es, cneral, la parada más grande que ha hecho en su vida?'' - "Sesenta pesos'' —contestó Quiroga con indiferencia; acababa de ganar, sin embargo, una de doscientas onzas. Era, según lo explicó después, que en su juventud, no teniendo sino sesenta pesos, los había perdido juntos a una sota. Pero este hecho tiene su historia característica. Trabajaba de peón en Mendoza en la hacienda de una señora, sita aquélla en ci Plumerillo. Facundo se hacía notar hacía un año por su puntualidad en salir al trabajo y por la influencia y predominio que ejercía sobre los demás peones. Cuando éstos querían hacer falla para dedicar el día a una borrachera, se entendían con Facundo, quien lo avisaba a la señora, prometiéndole responder de la asistencia de todos al día siguiente, lo que era siempre puntual. Por

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SAPUI1INTO TEXTOS FUNDAMENTALES esta intercesión llarnábanle los peones el padre. Facundo, al fin de un año de trabajo asiduo, pidió su salario que ascendía a sesenta pesos; montó en su caballo sin saber adonde iba, vio gente en una pulpería, desniontóse y alargando la mano sobre el grupo que rodeaba al tallador, puso sus sesenta pesos a una carta; perdiólos, y montó de nuevo, marchando sin dirección fija, hasta que a poco andar, un juez Toledo, que acertaba a pasar a la sazón, le detuvo para pedirle su papeleta de conchavo. Facundo aproximé) su caballo en ademán de entregársela, afectó buscar algo en el bolsillo, y dejó tendido a] juez de una puñalada. ¿Se vengaba en el juez de la reciente pérdida? ¿Quería sólo saciar el encono de gaucho malo contra la autoridad civil y añadir este nuevo hecho al brillo de su naciente fama? Lo uno y lo otro. Estas venganzas sobre el primer objeto que se presentaba, Sofl frecuentes en su vida. Cuando se apellidaba general y tenía coroneles a sus órdenes, hacía dar en su casa, en San Juan. doscientos azotes a uno de ellos por haberle ganado mal, decía; a un joven, doscientos azotes, por haberse permitido una chanza en momento en que él no estaba para chanzas; a una mujer en Mendoza, que le había dicho al paso "adiós, mi general", cuando él iba enfurecido porque no había conseguido intimidar a un vecino tan pacífico, tan juicioso como era valiente y gaucho, doscientos azotes. Facundo reaparece después en Buenos Aires, donde en 1810 es enrolado como recluta en el regimiento de A rribeños que manda el general Ocampo, su compatriota, después presidente de Charcas. La carrera gloriosa de las armas se abría para él con los primeros rayos de sol de mayo; y no hay duda que con el temple de alma de que estaba dotado, con sus instintos de destrucción y carnicería, Facundo, moralizado por la disciplina y ennoblecido por la sublimidad del objeto de la lucha, habría vuelto un (lía del Perú, Chile o Bolivia, uno de los generales de la República Argentina, como tantos otros valientes gauchos que principiaron su carrera desde el humilde puesto del soldado. Pero el alma rebelde de Quiroga no podía sufrir el yugo de la disciplina, el orden del cuartel, ni la demora de los ascensos. Se sentía llamado a mandar, a surgir de un golpe, a crearse él solo, a despecho de la sociedad civilizada, en hostilidad con ella, una carrera a su modo, asociando el valor y el crimen, el gobierno y la desorganización. Más tarde fue reclutado para el ejército de los Andes, y enrolado en Granaderos a caballo, un teniente García lo tomó de asistente, y bien pronto ]a deserción dejó un vacío en aquellas gloriosas filas. Después, Quiroga, como Rosas, como todas estas víboras que han medrado a la


BIOGRAFIAS

sombra de los laureles de la patria, se ha hecho notar por su odio a los militares de la Independencia, en los que uno y otro han hecho una horrible matanza. Facundo, desertando de Buenos Aires, se encamina a las provincias con tres compañeros. Una partida le da alcance; hace frente, libra una verdadera batalla, que permanece indecisa por algún tiempo, hasta que, dando muerte a cuatro o cinco, puede Continuar su camino, abriéndose paso todavía a puñaladas por entre otras partidas que hasta San Luis le salen al paso. Más tarde debía recorrer este mismo camino con un puñado de hombres, disolver ejércitos en lugar de partidas, e ir hasta la ciudadela famosa de Tucumán a borrar los últimos restos de la República y del orden civil. Facundo reaparece en los Llanos, en la casa paterna. A esta época se refiere un suceso que está mu y válido y del que nadie duda. Sin embargo, en uno de los manuscritos que consulto, interrogado su autor sobre este mismo hecho, Contesta:" que no sabe que Quiroga haya tratado nunca de arrancar a sus padres dinero por la fuerza"; Y contra la tradición constante, contra el asentimiento general, quiero atenerme a este dato contradictorio. ¡Lo contrario es horrible! Cuéntase que habiéndose negado su padre a darle una suma de dinero que le pedía, acechó el momento en que su padre y madre durmieran la siesta, para poner aldaba a la pieza donde estaban y prender fuego al techo de paja con que están cubiertas por lo general las habitaciones de los Llanos 1 Pero lo que ha y de averiguado es que su padre pidió una vez gobierno de La Rioja que lo prendieran para contener sus deniasías, y que Facundo, antes de fugarse de los Llanos, fue a la ciudad de La Rioja, donde a la sazón se hallaba aquél, y cayendo de improviso sobre él, le dio una bofetada diciéndole: "Usted me ha mandado prender? ¡Tome, mumndcme prender ahora! '', con lo cual montó en su caballo y partió al galope para el campo. Pasado un año, preséntase en la casa paterna, échase a los pies del anciano ultrajado, confunden ambos sus sollozos, Y entre las protestas de enmienda del hijo y las reconvenciones del padre, la paz queda restablecida, aunque sobre base tan deleznable y efímera. 1 Después de escrito lo que precede, he recibido de persona fidedigna la aseveración de haber el mismo Quiroga contado en Tucumán, ante señoras que viven aún, la historia del incendio de la casa. Toda duda desaparece ante deposiciones dr este género. Más tarde he obte-

nido la narración circunstanciada de un testigo presencial y compañero de infancia de Facundo Quiroga, que le vio a éste dar a su padre una bofetada y huirse; pero estos detalles contristan sin aleccionar, y es deber ¡nipuesto por el decoro apartarlos de la Vista,

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SAR\IIL \ 1. 0 - f1'X10S F'uNI) \lFN iAl ES Pero su carácter y hábitos desordenados no cambian, y las carreras, el juego, las correrías del campo, son el teatro de nuevas violencias, de nuevas puñaladas y agresiones, hasta llegar, al fin, a hacerse intolerable para todos e insegura su posición. Entonces un gran pensairiento viene a apoderarse de su espíritu, y lo anuncia sin empa.ho. El desertor de los A rribeños, el soldado de Granaderos a caballo, que no ha querido inmortalizarse en Chacabuco y Maipú, resuielve ir a reunirse a la montonera de Ramírez, vástago de la de Artigas, y cuya celebridad en crí-nenes y en odios a las ciudades a que hace la guerra, ha llegado hasta los Llanos y tiene llenos de espanto a los gobiernos. Facundo parte a asociarse a aquellos filibusteros de la pampa, y acaso la conciencia que deja de su carácter e instintos, y de la importancia del refuerzo que va a dar a aquellos destructores, alarma a sus compatriotas, que instruyen a las autoridades de San Luis, por donde debía pasar, del designio infernal que lo guía. Dupuy, gobernador entonces (1818), lo htce aprehender, y por algún tiempo permanece confundido entre los criminales vulgares que las cárceles encierran. Esta cárcel de San Luis, empero, debía ser el primer escalón que había de conducirlo a la altura a que más tarde llegó. San Martín había hecho conducir a San Luis un gran número de oficiales españoles de todas graduaciones, de los que habían sido tomados prisioneros en Chile. Sea hostigados por humillaciones y sufrimientos, sea que previesen la posibilidad de reunirse de nuevo a los ejércitos españoles, el depósito de prisioneros se sublevó un día, y abrió las puertas de los calabozos a los reos ordinarios, a fin de que les prestasen ayuda pira la común evasión. Facundo era uno de estos reos y no bien se vio desembarazado de las prisiones, cuando enarbolando el macho de los grillos, abre el cráneo al español mismo que se los había quitado hiende por entre el grupo (le amotinados y deja una íncha calle sembrada de cadáveres en ci espacio que ha querido recorrer. Díccse que el arma de que usó fue una bayoneta, y que los nluertos no pasaron de tres; Quiroga, empero, hablaba siempre del macho de l os grillos y de catorce muertos. Acaso es ésta una de esas idealizaciDnes con que la imaginación poética del pueblo embellece los tipos de la fuerza brutal que tanto admira; acaso la historia de los grillos es una traducción argentina de la quijada de Sansón, el Hércules hebreo; pero Facundo la aceptaba como un timbre de gloria, según su bello ideal, y macho de grillos o bayoneta, é], asociándose a otros soldados y presos a quienes su ejemplo aleitó, logró sofocar el alzamiento y reconciliarse por este acto de valor con la sociedad y ponerse bajo la protección


B [O GR A FI AS de la patria, consiguiendo que su nombre volase por todas partes ennoblecido y lavado, aunque con sangre, de las manchas que lo afeaban. Facundo, cubierto de gloria, mereciendo bien de la patria y con una credencial que acredita su comportación, vuelve a La Rioja y ostenta en los Llanos entre los gauchos los nuevos títulos que justifican el terror que ya empieza a inspirar su nombre, porque hay algo de imponente, algo que subyuga y domina en el premiado asesino de catorce hombres a la vez. Aquí termina la vida privada de Quiro tra, Lic la que he omitido una larga serie de hechos que sólo pintan el mal carácter, la mala educación v los instintos feroces y sanguinarios de que estaba dotado. Sólo he hecho uso de aquéllos que explican el carácter de la lucha, de aquéllos que entran en proporciones distintas, pero formados de elementos análogos, en el tipo de los caudillos de las campañas que han logrado al fin sofocar la civilización de las ciudades, y que últimamente han venido a completarse en Rosas, el legislador de esta civilización tártara, que ha ostentado toda su antipatía a la civilización europea en torpezas y atrocidades sin nombre aún en la historia. Pero aún quédame algo que anotar en el carácter y espíritu de esta columna de la Federación. Un hombre ¡literato, un compañero de la infancia y de juventud de Quiroga que me ha suministrado muchos de los hechos que dejo referidos, me incluye en su manuscrito, hablando de los primeros años de Quiroga, estos datos curiosos: "que no era ladrón antes de figurar como hombre público; que nunca robó, aun en sus mayores necesidades; que no sólo gustaba de pelear, sino que pagaba por hacerlo y por insultar al más pintado; que tenía mucha aversión a los hombres decentes; que no solía tomar licor nunca; que de joven era muy reservado, y no sólo quería infundir miedo, sino aterrar, para lo que hacía entender a hombres de su confianza que tenía agoreros o era adivino; que con los que tenía relación los trataba como esclavos; que jamás se ha confesado, rezado ni oído misa; que cuando estuvo de general lo vio una vez en misa; que él mismo decía que no creía en nada". El candor con que estas palabras están escritas revelan su verdad. Toda la vida pública de Quiroga me parece resumida en estos datos. Veo en ellos al hombre grande, el hombre genio a su pesar, sin saberlo él, el César, el Tamerlán, el Mahoma. Ha nacido así y no es culpa suya, se abajará en las escalas sociales para mandar, para dominar, para combatir el poder de la ciudad, la partida de la policía. Si le ofrecen una plaza en los ejércitos la desdeñará, porque no tiene paciencia para aguardar ascensos, porque hay

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES mucha sujeción, muchas trabas puestas a la independencia individual, hay generales que pesan sobre él, hay una casaca que oprime el cuerpo; y una táctica que regla los pasos; ¡todo esto es insufrible! La vida de a caballo, la vida de peligros y emociones fuertes han acerado su espíritu y endurecido su corazón; tiene odio invencible, Instintivo, contra las leyes que lo han perseguido, contra los Jueces que lo han condenado, contra toda esa sociedad y esa organización de que se ha sustraído desde la infancia y que lo mira con prevenci3n y menosprecio. Aquí se eslabona insensiblemente el lema de este capítulo: "Es el hombre de la naturaleza que no ha aprendido aún a contener o disfrazar sus pasiones, que las muestra en toda sil entregándose a toda su impetuosidad". Ese es el carácter original del género humano, y así se muestra en las campañas pastoras de la República Argentina. Facundo es un tipo de la barbarie primitiva; no conoció sujeción de ningún género; su cólera era la de las fieras; la melena de sus renegridos y ensortijados cabellos caía sobre su frente y sus ojos enguedejas, como las serpientes de la cabeza de Medusa; su voz se enronquecía y sus miradas se convertían en puñ!adas. Dominado por la cólera mataba a patadas, estrellándole los sesos a N. por una disputa de juero; arrancaba ambas orejas a su querida porque le pedía una vez 30 pesos para celebrar un matrimonio consentido por él; abría a su hijo Juan la cabeza de un hachazo, porque no había forma (le hacerlo callar; ciaba de bofetadas, en Tucumán, a una linda señorita a quien ni seducir ni forzar podía. En todos sus actos mostráhase el hombre bestia aún, sin ser por eso estúpido, y sin carecer de elevación de miras. Incapaz de hacerse admirar o estimar, gustaba de ser temido; pero este gusto era exclusivo, dominante, hasta el punto de arreglar todas las acciones de su vida a producir el terror en torno su yo, sobre los pueblos como sobre los soldados, sobre la víctima que iba a ser ejecutada, como sobre sil y sus hijos. En la incapacidad de manejar los resortes del gobierno civil, ponía el terror como expediente para suplir el patriotismo y la abnegación; ignorante, rodeándose de misterios, y haciéndose impenetrable, valiéndose de una sagaciciad natural, una capacidad de observación no común, y de la credulidad del vulgo, fingía una presciencia de los acontecimientos que le daba prstigio y reputación entre las gentes vulgares. Es inagotable el repertorio de anécdotas de que está llena la memoria de los pueblos con respecto a Qui:oga; sus dichos, sus expedientes, tienen un sello de originalidad que le daban ciertos visos orientales, cierta tintura de sabiduría salomónica en çl conlomo


BIOGRAFIAS cepto de la plebe. Qué diferencia ha y , en efecto, entre aquel famoso expediente de mandar partir en dos al niño disputado, a fin de descubrir la verdadera madre, y éste otro para encontrar un ladrón? Entre los individuos que formaban una compañía habíase robado un objeto, y todas las dili g encias practicadas para descubrir el raptor habían sido infructuosas. Quiroga forma la tropa, hace cortar tantas varitas de igual tamaño como soldados había, hace en seguida que se distribuyan a cada tino, y luego con voz segura, dice: "Aquel cu y a varita amanezca mañana más grande que las demás, ése es el ladrón". Al día siguiente fórmase de nuevo la tropa, y Quiroga procede a la verificación y comparación de las varitas. Un soldado hay, empero, cuya vara aparece más corta que las otras. ";Miserable! —le grita Facundo con voz aterrante-, ¡tú eres! ..." Y , en efecto, él era; su turbación lo dejaba conocer demasiado. El expediente es sencillo: el crédulo gaucho, temiendo que, efectivamente, creciese su varita, le había cortado un pedazo. Pero se necesita cierta superioridad y cierto conocimiento de la naturaleza humana para valerse de estos medios. Habíanse robado algunas prendas de la montura de un soldado, y todas las pesquisas habían sido inútiles para descubrir al raptor. Facundo hace formar la tropa y que desfile por delante de él, que está con los brazos cruzados, la mirada fija, escudriñadora, terrible. Antes ha dicho: "Yo sé quién es", con una seguridad que nada desmiente. Empiezan a desfilar, desfilan muchos, y Quiroga permanece inmóvil; es la estatua de Júpiter Tonante, es la imagen del Dios del Juicio Final. De repente se abalanza sobre uno, le agarra del brazo y le dice con voz breve y seca: "JJónde está la montura? "..."Allí, señor", contesta, señalando un bosquecillo. "Cuatro tiradores", grita entonces Quiroga. dQué revelación era ésta? La del terror y la del crimen hecha ante un hombre sagaz. Estaba otra vez unagaucho respondiendo a los cargos que se le hacían por un robo; Facundo le interrumpe diciendo: "Ya este pícaro está mintiendo; ¡a ver! ...cien azotes...... Cuando el reo hubo salido, Quiroga dijo a alguno que se hallaba presente: "Vea, patrón; cuando un gaucho al hablar está haciendo marcas con el pie es señal que está mintiendo". Con los azotes, el gaucho contó la historia como debía ser, esto es, que se había robado una yunta de bueyes. Necesitaba otra vez y había pedido un hombre resuelto, audaz, para confiarle una misión peligrosa. Escribía Quiroga cuando le trajeron el hombre; levanta la cara después de habérselo anuncia-

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SAR\.IIENTC) - TF.X TOS FUNDAMENTALES

do varias veces, lo mira y dice continuando la escritura: "Eh! ¡Ese es un miserable! ¡Pido un hombre valiente y arrojado!" Averiguóse, en efecto, que era un patán. De estos hechos hay a centenares en la vida de Facundo, y que, al paso que descubren un hombre superior, han servido eficazmente para librarle una reputación misteriosa entre hombres groseros que llegaban a atribuirle poderes sobrenaturales. l gobernador Dávila había reunido bajo las órdenes de don Miguel Dávía muchos soldados de los de Aldao; poseía un buen armamento, muchos adictos que querían salvar la provincia del dominio del caudillo que se estaba levantando en los Llanos, y varios oficiales de línea para poner a la cabeza de las fuerzas. Los preparativos de guerra empezaron, pues, con igual ardor en Chilecito v en las Llanos; y el rumor de los aciagos sucesos que se preparaban llegó hasta San Juan y Mendoza, cuyos gobiernos mandaron un comisionado a procurar un arreglo entre los beligerantes que ya estaban a punto de venir a las manos. Corvalán, ese mismo que hoy sirve de ordenanza a Rosas, se presentó al campo de Quiroga a interponer la mediación de que venía encargado, y que fue aceptada por el caudillo; pasó en seguida al campo enemigo, donde obtuvo la misma cordial acogida. Regresa al campo de Quiroga para arreglar el convenio definitivo; pero éste, dejándolo allí, se puso en movimiento sobre su enemigo, cuyas fuerzas desapercibidas por las seguridades dadas por el enviado, fueron fácilmente derrotadas y dispersas. Don Miguel Dávila, reuniendo algunos de los suyos, acometió denodadamente a Quiroga, a quien alcanzó a herir en un muslo antes que una bala le llevase la muñeca; en seguida fue rodeado y muerto por los soldados. Ha y en este suceso una cosa muy característica del espíritu gaucho. Un soldado se complace en enseñar sus cicatrices; el gaucho las oculta y disimula cuando son de arma blanca, porque prueban su poca destreza, y Facundo, fiel a estas ideas de honor, jamás recordó la herida que Dávila le había abierto antes de morir. Aquí termina la historia de los Ocampos 'j Dávilas, y la de La Rioja también. Lo que sigue es la historia de Quiroga. Este día es también uno de los nefastos de las ciudades pastoras, día aciago que al fin llega. Este día corresponde en la historia de Buenos Aires al de abril de 1835, en que su comandante de campaña, su héroe del desierto, se apodero de la ciudad.


B ¡0 GR A FI AS Hay una circunstancia curiosa (1823) que no debo omitir porque hace honor a Quiroga; en esta noche negra que vamos a atravesar no debe perderse la más débil lucecilla. Facundo, al entrar triunfante en La Rioja, hizo cesar los repiques de las campanas, y después de mandar dar el pésame a la viuda del general muerto, ordenó pomposas exequias para honrar sus cenizas. Nombré o hizo nombrar por gobernador a un español vulgar, un Blanco, y con él principió el nuevo orden de cosas que debía realizar el bello ideal del gobierno que había concebido; porque Quiroga, en su larga carrera en los diversos pueblos que ha conquistado, jamás se ha encargado del gobierno organizado, que abandona siempre a otros. Momento grande y expectable para los pueblos, es siempre aquél en que una iiiano vigorosa se apodera de sus destinos. Las instituciones se afirman, o ceden su lugar a otras nuevas más fecundas en resultados, o más conformes con las ideas que predominan. De aquel foco parten muchas veces los hilos que, entretejiéndose con el tiempo, llegan a cambiar la tela de que se compone la historia. No así cuando predomina una fuerza extraña a la civilización, cuando Atila se apodera de Roma, o Tamerlán recorre las llanuras asiáticas; los escombros quedan, pero en vano iría después a remo%erlos la mano de la filosofía para buscar debajo de ellos las plantas vigorosas que nacieran en el abono nutritivo de la sangre humana. Facundo, genio bárbaro, se apodera de su país; las tradiciones de gobierno desaparecen, las formas se degradan, las leyes son un juguete en manos torpes, y en medio de esta destrucción efectuada por las pisadas de los caballos, nada se sustituye, nada se establece. El desahogo, la desocupación y la incuria son el bien supremo del gaucho. Si La Rioja, como tenía doctores, hubiera tenido estatuas, éstas habrían servido para amarrar los caballos. Facundo desea poseer, e incapaz de crear un sistema de rentas, acude a lo que acuden siempre los gobiernos torpes o imbéciles. Mas aquí el monopolio llevará el sello de la vida pastoril, la expoliación y la violencia. Rematábanse los diezmos de La Rioja en aquella época en diez mil pesos anualmente; éste era, por lo menos, el término medio. Facundo se presenta en la mesa del remate, y ya su asistencia, hasta entonces inusitada, impone respeto a los postores. "Doy dos mil pesos, dice, y uno más sobre la mejor postura". El escribano repite la propuesta tres veces, y nadie ofrece mejora. Era que todos los concurrentes se habían escurrido uno a uno al leer en la mirada siniestra de Quiroga que aquella era


SARMIENTO - TEXTOS F'UNDMENTALES la úlunia postura. Al año siguiente se contentó con mandar al remate una cedulilla así concebida: "Doy dos mil pesos, y uno más sobre la mej or postura. - Facundo Quiroga." Al tercer año se suprimió la ceremonia del remate, y el año 1831 Quiroga mandaba todavía a La Rioja dos mil pesos, valor fijado a los diezmos. Pero faltaba un paso que dar para hacer redituar ci diezmo un cientopor uno, y Facundo, desde el segundo año, no quiso recibir el de anivalcs, sino que distribuyó su marca a todos los hacendados, a fin de que herrasen el diezmo y se lo guardasen las estancias hasta (1IJC él lo reclamase. Las crías se aumentaban, los dieznios nuevos acrecentaban el piño de ganado, y a la vuelta de diez años se pudo calcular que la mitad del ganado de las estancias de una provincia pastora, pertenecía al comandante general (le armas, y llevaba su marca. Una costumbre inmemorial en La Rioja hacía que los ganados mostrencos, o no marcados a cierta edad, perteneciesen de derecho al fisco, que mandaba sus agentes a recoger estas espigas perdidas, y sacaba de la colecta una renta no despreciable, si bien se hacía intolerable para los estancieros. Facundo pidió que se le adjudicase es:e ganado en resarcimiento de los gastos que le habían demandado la invasión de la ciudad; gastos que se reducían a convocar las milicias, que concurren en sus caballos y viven siempre de lo que encuentran. Poseedor ya de partidas de seis mil novillos al año, mandaba a las ciudades sus abastecedores; ¡y desgraciado el que entrase a competir con él! Este negocio (le abastecer los mercados de carne lo ha practicado donde quiera que sus armas se presentaron, en San Juan, Mendoza, Tucumán, cuidando siemp:c de monopolizarlo en su favor por algún bando o un simple anuncio. Da asco y vergüenza, sin duda, tener que descender a estos pormenores indignos de ser recordados. Pero qué hacer? En seguida de una batalla sangrienta que le ha abierto la entrada a una ciudad, lo primero que el general ordena es que nadie pueda abastecer de carne al mercado... En Tucumán supo que un vecino, contraviniendo la orden, mataba reses en su casa. El general del ejército de los Andes, el vencedor de la Ciudadela, no creyó poder confiar a nadie la pesquisa de delito tan horrendo, Va él en persona, da recios golpes a la puerta de la casa, que permanecía cerrada, y que, atónitos los de adentro, no aciertan a abrir. Una patada del ilustre general la echa abajo, y expone a su Vista esta escena: una res muerta que desollaba el dueño de


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BIOGRAFIAS

casa, que a su vez cae también muerto a la vista terrorífica del general ofendido 1. No me detengo en estos pormenores a designio. Cuántas páginas omito! ¡Cuántas iniquidades comprobadas y de todos sabidas, callo! Pero hago la historia del gobierno bárbaro, y necesito hacer conocer sus resortes. MehernetAlí, dueño de Egipto por los mismos medios que Facundo, se entrega a una rapacidad sin ejemplo aun en la Turquía, constituye el monopolio en todos los ramos, y los explota en su beneficio; pero Mchemet-Alí sale del seno de una nación bárbara, y se eleva hasta desear la civilización europea e injertarla en las venas del pueblo que oprime; Facundo, empero, rechaza todos los medios civilizados que ya son conocidos, los destru y e y desmoraliza; Facundo, que no gobierna porque el gobierno es ya un trabajo en beneficio ajeno, se abandona a los instintos de una avaricia sin medidas, sin escrúpulos. El egoísmo es el fondo de casi todos los grandes caracteres históricos, el egoísmo es el muelle real que hace ejecutar todas las grandes acciones; Quiroga poseía este don político en grado eminente, y lo ejercitaba en reconcentrar en torno suyo todo lo que veía diseminado en la sociedad inculta que lo rodeaba; fortuna, poder, autoridad, todo está con él; todo lo que no puede adquirir, maneras, instrucción, respetabilidad fundada, eso lo persigue, lo destruye en las personas que lo poseen. Su encono contra la gente decente, contra la ciudad, es cada día más visible; el gobernador de La Rioja puesto por él renuncia, al fin, a fuerza de ser vejado diariamente. Un día está de buen humor Quiroga, y juega con un joven, corno el gato juega con la tímida rata; juega a si lo mata o no lo mata; el terror 'Registro oficial de la provincia de San Juan: "A consecuencia de la presente ley, el gobierno de la provincia ha estipulado con S. E. el señor general don Juan Facundo Quiroga los artículos siguientes conforme a su nota de 13 de setiembre de 1833: "19 Que abonará al Excmo. Gobierno de Buenos Aires la cantidad que ha invertido en dichas haciendas. "2 1' Que suplirá cinco mil pesos a la provincia sin pensión de rédito, para la urgencia en que se halla de abonar la tropa que tiene en campa ña, dando tres mil pesos al contado,

y el resto del producto del ganado, a cuyo pago quedará afecto exclusivamente al ramo de degolladuras. "39 Que se le ha de permitir abastecer por sí solo, dando al pueblo a cinco reales la arroba de carne, que hoy se halla a seis de mala calidad, y a tres al Estado, sin aumentar el precio corriente de la gordura. "49 Que se le ha de dar libre el ramo de degolladura desde ci 18 del presente hasta ci 10 de enero inclusive, y pastos de cuenta del Estado al precio de dos reales al mes por cabeza, que abonará desde el 1 9 de octubre próximo. San Juan, setiem bre 13 de 1833. - Ruiz. - Vicente Atienzo."

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES de la víctima ha sido tan ridículo, que el verdu go se ha puesto de buen humor, se ha reído a carcajadas contra su costumbre habitual. Su buen humor no debe quedar ignorado; necesita explayarse, extenderlo sobre una gran superficie. Suena la generala en La Rioja, y los ciudadanos salen a las calles, armados, al rumor de alarma. Facundo, que ha hecho tocar a generala para divertirse, forma a los vecinos en la plaza, a las once de la noche, despide de las filas a la plebe, y deja sólo a los vecinos padres de familia acomodados, a los jóvenes que aún conservan visos de cultura. Hácelos mrchar y contra marchar toda la noche, hacer alto, alinearse, marchar de frente, de flanco. Es un cabo de instrucción que enseña a unos reclutas, y la vara del cabo anda por la cabeza de los torpes, por el pecho de los que no se alinean bien; ¿qué quieren? ¡así se enseña! El día sobreviene, y los semblantes pálidos de los reclutas, su fatiga y extenuación revelan todo lo que se ha aprendido en la noche. Al fin da descanso a su tropa, y lleva la generosidad hasta comprar empanadas y distribuir a cada uno la suya, que se apresura a comer, porque es parte ésta de la diversión. Lecciones de este género no son inútiles para las ciudades, y el hábil político que en Buenos Aires ha elevado a sistema estos procedimientos, los ha refinado y hecho producir efectos maravillosos. Por ejemplo, desde 1835 hasta 1840, casi toda la ciudad de Buenos Aires ha pasado por las cárceles. Había a veces ciento cincuenta ciudadanos que permanecían presos dos, tres meses, para ceder su lugar a un repuesto de doscientos que permanecían seis meses. ¿Por qué? ¿Qué habían hecho?. . . ¿Qué habían dicho? ¡Imbéciles!, ¿no veis que se está disciplinando a la ciudad?... ¿No recordáis que Rosas decía a Quiroga que no era posible constituir la República porque no había costumbres? ¡ES que está acostumbrando a la ciudad a ser gobernada; él concluirá la obra, y en 1844 podrá presentar al mundo un pueblo que no tiene sino un pensamiento, una opinión, una voz, un entusiasmo sin límites por la persona y por '.a voluntad de Rosas! ¡Ahora sí que se puede constituir una República! Pero volvamos a La Rioja. Habíase excitado en Inglaterra un movimiento febril de empresa sobre las minas de los nuevos Estados americanos; compañías poderosas se proponían explotar las de Méjico y Perú. y Rivadavia, residente en Londres entonces, estimuló a los empresarios a traer sus capitales a la República Argentina. Las minas de Famatina se presentaban a las grandes empresas. Especuladores de Buenos Aires obtienen al mismo tiempo


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privilegios exclusivos para la explotación, con el designio de venderlos a las compañías inglesas por sumas enormes. Estas dos especulaciones, la de Inglaterra y la de Buenos Aires, se cruzaron en sus planes y no pudieron entenderse. Al fin hubo transacción con otra casa inglesa que debía suministrar fondos, y que, en efecto, mandó directores y mineros ingleses. Más tarde se especuló en establecer una Casa de Moneda en La Rioja, que, cuando el gobierno nacional se organizase, debía serle vendida en una gran suma. Facundo, solicitado, entró con un gran número de acciones, que pagó con el Colegio de jesuitas, que se hizo adjudicar en pago de sus sueldos de general. Una comisión de acciiuistas de Buenos Aires vino a La Rioja para realizar esta empresa, y desde luego manifestó su deseo de ser presentada a Quiroga, cuyo nombre misterioso y terrorífico empezaba a resonar por todas partes. Facundo se le presenta en su alojamiento con media de seda de patente, calzón de jergón y un poncho de tela ruin. No obstante lo grotesco de esta figura, a ninguno de los elegantes de Buenos Aires le ocurrió reírse, porque eran demasiado avisados para no descifrar el enigma. Quería humillar a los hombres cultos y mostrarles el caso que hacía de sus trajes europeos. Ultimamente, derechos exorbitantes sobre la extracción de ganados que no fuesen los suyos completaron el sistema de administración establecido en su provincia. Pero a más de estos medios directos de fortuna, hay uno que me apresuro a exponer, por desembarazarme de una vez de un hecho que abraza toda la vida pública de Facundo. ¡El juego! Facundo tenía la rabia del juego, como otros la de los licores, como otros la del rapé. Un alma poderosa, pero incapaz de abrazar una grande esfera de ideas, necesitaba esta ocupación ficticia en que una pasión está en continuo ejercicio, contrariada y halagada a la vez, irritada, excitada, atormentada. Siempre he creído que la pasión del juego es, en la mayoría de los casos, una buena cualidad de espíritu que está ociosa por la mala organización de una sociedad. Estas fuerzas de voluntad, de temeridad, de abnegación y de constancia, son las mismas que forman las fortunas del comerciante emprendedor, del banquero y del conquistador que juega imperios a las batallas. Facundo ha jugadc desde la infancia; el juego ha sido su único goce, su desahogo, su vida entera. ¿Pero sabéis lo que es un tallador que tiene en fondos el poder, el terror y la vida de sus compañeros de mesa? Esta es una cosa de que nadie ha podido formarse idea, sino después de haberlo visto durante veinte años. Facundo jugaba sin lealtad, dicen sus enemigos... Yo no doy fe a este cargo, porque la mala fe

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES

le era inútil, y porque perseguía (le muerte a los que la usaban. Pero Facundo jugaba con fondos ilimitados; no permitió jamás que nadie levantase de la mesa el dinero con que jugaba; no era posible dejar de jugar sin que él lo dispusiese; él jugaba cuarenta horas, y mis, consecutivas; él no estaba turbado por ci terror, y él podía mandar azotar o fusilar a sus compañeros de carpeta, que muchas veces eran hombres comprometidos. He aquí ci secreto de la buena fortuna de Quiroga. Son raros los que le han ganado sumas considerables, aunque sean muchos los que en momentos dados de una partida de juego han tenido delante de sí pirámides de onzas ganadas a Quiroga; el juego ha seguido, porque al ganan cioso no le era permitido levantarse, y al fin sólo le ha quedado la gloria de contar que ya tenía ganado tanto y lo perdió en seguida. El juego fue, pues, para Quiroga, una diversión favorita, y un sistema de expoliación. Nadie recibía dinero de él en La Rioja, nadie lo poseía sin ser invitado inmediatamente a jugar, y a dejarlo en poder dci caudillo. La mayor parte de los comerciantes de La Rioja quiebran, desaparecen, porque ci dinero ha ido a parar a la bolsa del general; y no es porque no les dé lecciones de prudencia. Un joven había ganado a Facundo cuatro mil pesos, y Facundo no quiere jugar más. El joven cree que es una red que le tienden, que su vida está en peligro. Facundo repite que no juega más, insiste el joven atolondrado, y Facundo, condescendiente, le gana los cuatro mil pesos y le manda dar doscientos azotes, por bárbaro. Me fatigo de leer infamias, contestes en todos los manuscritos que consulto. Sacrifico la relación de ellas a la vanidad de autor, a la pretensión literaria. Si digo más, los cuadros me salen recargados, innobles, repulsivos. Hasta aquí llega la vida del comandante de campafia, después que ha abolido la ciudad, la ha suprimido. Facundo, basta aquí, es como todas los demás, como Rosas en su estancia, aunque ni el juego ni la satisfacción brutal de todas las pasiones le deshonrasen tanto antes (le llegar al Poder. Pero Facundo va a entrar en una nueva esfera, y tendremos luego que seguirlo por toda la República, que ir it buscarlo en los campos de baralla. Qué consecuencias trajo para la provincia de La Rioja la destrucción del orden civil? Sobre todo no se razona, no se discurre. Se va a ver ci teatro en que estos sucesos se desenvolvieron, y se tiende la vista sobre él: ahí está la respuesta. Los Llanos de La Rioja estmn hoy, desiertos, la población ha emigrado a San Juan, los aljibes que daban de beber a millares de rebaños, se han secado. En esos Llanos, donde hace veinte años pacían tantos millares de


BIOGRAFIAS rumiantes, vaga tranquilamente el tigre, que ha reconquistado sus dominios; algunas familias de pordioseros recogen algarroba para mantenerse. Así han pagado los Llanos los males que extendieron sobre la República. "Ay de ti, Bctsaida y Corazain! En verdad os digo que Sodoma y Gomorra fueron mejor tratadas que lo que debéis serlo vosotras." • . . Aquel Brccna de que hablé antes fue el encargado de asesinar al comisionado de la Compañía inglesa de minas. Le he oído yo mismo los horribles pormenores del asesinato, cometido en su propia casa, apartando a la mujer y los hijos para que dejasen paso a las balas y a los sablazos. Este mismo Bórcena era el jefe de la mazorca que acompañó a Oribe a Córdoba, y que en un baile que se daba en celebración del triunfo sobre Lavalle, hacía rodar por el salón las cabezas ensangrentadas de tres jóvenes cuyas familias estaban allí. Porque debe tenerse presente que el ejército que vino a Córdoba en persecución de Lavalle traía una compañía de mazorqueros, que llevaban al costado izquierdo la cuchilla convexa, a manera de una pequeña cimitarra, que Rosas mandó hacer ex profeso en las cuchillerías de Buenos Aires para degollar hombres. ¿Qué motivo tuvo Quiroga para estas atroces ejecuciones? Dicese que en Mendoza dijo a Oro que su único objeto había sido aterrar. Cuéntase que continuando las matanzas en la campaña sobre infelices campesinos, sobre el que acertaba a pasar por Atilcs, campamento general, uno de los Villafañe le dijo con el acento de la compasión, del temor N súplica: "Hasta cuando, mi general?" "No sea usted bárbaro, contestó Quiroga; ¿cómo me rehago sin esto?" He aquí su sistema todo entero: ci terror sobre el ciudadano, para que abandone su fortuna; el terror sobre el gaucho, para que con su brazo sostenga una causa que ya no es la suya; el terror suple a la falta de actividad y trabajo para administrar, suple al entusiasmo, suple a la estrategia, suple a todo. Y no hay que alucinarse: el terror es un medio de gobierno que produce mayores resultados que el patriotismo y la espontaneidad. La Rusia lo ejercita desde los tiempos de Iván, y ha conquistado todos los pueblos bárbaros; los bandidos de los bosques obedecen al jefe que tiene en su mano esta coyunda que domcña las cervices mís altivas. Es verdad que degrada a los hombres, los empobrece, les quita toda elasticidad de ánimo; que un día, en fin, arranca a los Estados lo que habrían podido dar en diez años; pero ¿qué importa todo esto al zar de las Rusias, al jefe de bandidos o al caudillo argentino? Un bando (le Facundo ordenó que todos los habitantes de la I

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES ciudad de La Rioja emigraran a los Llanos, so pena de vida, y esta orden se cumplió al pie de la letra. El enemigo implacable de la ciudad temía no tener tiempo suficiente para ir matando poco a poco, y le da el golpe de gracia. ¿Qué motiva esta inútil emigración? ¿Temía Quiroga? ¡Oh! sí, itemía este momento! En Mendoza levantaban un ejército los unitarios, que se habían apoderado del gobierno; Tucumán y Salta estaban al Norte, y al Oriente Córdoba, la Tablada y Paz; estaba, pues, cercado, y una batida general, podía, al fin, empacar al Tigre de los Llanos. Facundo había hecho alejar sus ganados hacia la cordillera, mientras que Villafañe acudía a Mendoza con fuerzas en apoyo de los Alclao, y él aglomeraba sus nuevos reclutas en Atiles. Estos terroristas tienen también su momento de terror; Rosas también lloraba corno un chiquillo y se daba contra las murallas cuando supo la revolución de Chascomús y once enormes baúles entraban en su casa para recoger sus efectos y embarcarse una hora antes que le llegara la noticia del triunfo de Alvarez. Pero, por Dios! ¡No asustéis nunca a los terroristas! ¡Ay de los pueblos desde que el conflicto pasa! ¡Entonces son las matanzas de setiembre, y la exposición en el mercado de pirámides de cabezas hunianas! Quedaba en La Rioja, no obstante de la orden de Facundo, una niña y un sacerdote: la Severa y el padre Colina. La historia de la Severa Villafañe es un romance lastimero, es un cuento de hadas en que la más hermosa princesa de sus tiempos anda errante y fugitiva, disfrazada de pastora unas veces, mendigando un asilo y un pedazo de pan otras, para escapar a las acechanzas de algún gigante espantoso, de algún sanguinario Barba Azul. La Severa ha tenido la desgracia de excitar la concupiscencia del tirano, y no hay quien le valga para librarse de sus feroces halagos. No es sólo virtud lo que la hace resistir a la seducción; es una repugnancia invciacible, instintos bellos de mujer delicada que detesta los tipos de la fuerza brutal, porque teme que ajen su belleza. Una mujer bella trocará muchas veces un poco de deshonor propio por un poco de la gloria que rodea a un hombre célebre, pero de esa gloria noble y alta que para descollar sobre los hombres no sita encorvarlos ni envilecerlos, a fin de que en medio de tanto matorral ra;t.rero puede alcanzarse a ver el arbusto espinoso y descolorido. No es otra la causa de la fragilidad de la piadosa madame Maintenon, la que se atribuy e a madame Roland, y tantas otras mujeres que hacen el sacrificio de su reputación para asociarse a nombres esclarecidos. La Severa resiste años enteros. Una vez

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BIOGRAFIAS escapa de ser envenenada por su tigre en una pasa de higo; otra, el mismo Quiroga, despechado, toma opio para quitarse la vida. Un día se escapa de las manos de los asistentes del general, que van a extenderla de pies y manos en una muralla para alarmar su pudor; otro, Quiroga la sorprende en el patio de su casa, la agarra de un brazo, la haiia en sangre a bofetadas, la arroja por tierra y con el tacón de su bota le quiebra la cabeza. ¡Dios mío! ¿No hay quién favorezca a esta pobre nijia? ¿No tiene parientes? ¿No tiene amigos? ¡Sí, tal! Pertenece a las primeras familias de La Rioja; el general \T illafae es su tío; tiene hermanos que presencian estos ultrajes; hay un cura que la cierra la puerta cuando viene a esconder su virtud detrás del santuario. La Severa huvr al fin a Catamarca, y se encierra en un beaterio. Dos años después pasaba por allí Facundo, y manda que se abra el asilo y la superiora traiga a su presencia las reclusas. Una hubo que dio un grito al verlo y ca yó exánime. ¿No es esto un lindo romance? ¡Era la Severa! Pero vmos a Atiles, donde se está preparando un ejército para ir a recobrar la reputación perdida en la Tablada, porque no se trata sino de reputación de gaucho cargador. Dos unitarios de San Juan han caído en su poder: un joven Castro y Calvo, chileno, y un Alejandro Carril. Quiroga le pregunta a éste: "Cuánto da por su vida?". "Veinticinco mil pesos", contesta. "Y usted, cuánto da?", dice al otro. "Yo sólo puedo dar cuatro mil; soy comerciante y nada más poseo." Se conoce, en efecto, que es comerciante. Mandan traerse las sumas de San Juan, y ya hay treinta mil pesos para la guerra, reunidos a tan poca costa. Mientras el dinero llega, Facundo los aloja bajo un algarrobo, los ocupa en hacer cartuchos, pagándoles (los reales diarios por su trabajo. El gobierno de San Juan tiene conocimiento de los esfuerzos que la familia de Carril hace para mandar el rescate a aquel Duguesclin que no ha hallado oro bastante para apreciarse a sí mismo, y se aprovecha del descubrimiento. Gobierno de ciudadanos, aunque federal, no se atreve a fusilar ciudadanos, y se siente impotente para arrancar dinero a los unitarios. El gobierno intima orden de salir para Ati P es a los presos que pueblan las cárceles; las madres y las esposas sben lo que significa Atiles y urns primero, otras después, logran Icunir las sumas pedidas para hacer volver a sus deudos del camino que conduce a la guarida del tigre. Así, Quiroga gobierna a San Juan con sólo su nombre terrorífico. Cuando los Aldaos están fuertes en Mendoza y no ha dejado en La Rioja un solo hombre, viejo o joven, soltero o casado, en estado de llevar las armas, Facundo se transporta a San Juan a

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SAR\IIFTNI() - II1XFOS F'UNI)Ai\IFNL\LES cstabkcer en aquella población, rica entonces en unitarios acaudalados, sus cuarteles generales. Llega y hace dar seiscientos azotes a un ciudadano notable por su influencia, sus talentos y su fortuna. Facundo anda en persona al lado del cañón que lleva la víctima moribunda por las cuatro esquinas de la plaza, porque Facundo es muy solícito en esta parte de la administración; no es como Rosas que desde e fondo de su gabinete, donde está tomando mate, expide a la mazorca las órdenes que debe ejecutar, para achacar después al entusiasmo federal del pueblo todas las atrocidades con que ha hecho estremecer a la humanidad. No creyendo aún bastante este paso previo a toda otra medida, Facundo hace traer a un viejecito cojo a quien se acusa o no se acusa, de haber servido de baqueano a algunos prófugos, y lo hace fusilar en el acto, sin confesión, sin permitirle decir una palabra, porque el enviado de Dios no se cuida sienipre de que sus víctimas se confiesen. Preparada así la Opinión pública, no hay sacrificios que la ciudad de Sara Juan no esté pronta a hacer en defensa de la federación; las contribuciones se distribuyen sin réplica, salen armas de debajo de tierra; Facundo compra fusiles, sables, a quien se los presenta. Los Aldaos triunfan de la incapacidad de los .xnitarios, por la violación de los tratados del Pilar, y entonces Quiroga pasa a Mendoza. Allí era el terror inútil; las matanzas diarias ordenadas por el fraile, de que di detalles en su biografía, tenían helada como un cadáver a la ciudad; pero Facundo necesitaba confirmar allí el espanto que su nombre infundía por todas partes. Algunos jóvenes sanjuaninos han caído prisioneros; éstos por lo menos le pertenecen. A uno de ellos manda hacer esta pregunta: ¿Cuántos fusiles puede entregar dentro de cuatro días? El joven contesta que si se le da tiempo para mandar a Chile a procurarlos, y a su casa para recolectar fondos, verá lo que puede hacer. - Quiroga reitera la pregunta pidiendo que conteste categóricamente. - ¡Ninguno! Un minuto después llevaban a enterrar el cadáver, y seis sanjuaninos más le seguían a cortos intervalos. La pregunta sigue haciéndose de palabra o por escrito a los prisioneros mendocinos, NI respuestas son más o menos satisfactorias. Un reo de más alto carácter se presenta: el general Alvarado ha sido aprehendido, y Facundo lo hace traer a su presencia. Siéntese, general, le dice, ¿en cuántos días podrá entregarnie seis mil pesos por su vida? - En ninguno, señor, no tengo dinero. ¡Eh! pero riere usted amigos, que no lo dejarán fusilar. No tengo, señor; yo era un simple transeúnte por esta provincia cuando, forzado por el voto público, me hice cargo del gobierno. - ¿Para

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dónde quiere usted retirarse?, continúa después de un momento de silencio. - Para donde S. E. lo ordene. - Diga, usted, ¿a dónde quiere ir? - Repito que donde se me ordene. - ¿Qué le parece San Juan? - Bien señor. - ¿Cuánto dinero necesita? - Gracias señor, no necesito. - Facundo se dirige a su escritorio, abre las gavetas rehenchidas de oro, y retirándose le dice: tome, general, lo que necesite. - Gracias, señor, nada. - Una hora después el coche del general Alvarado estaba a la puerta de su casa cargado con su equipaje, y el general Villafañe que debía acompañarlo a San Juan, donde a su llegada le entregó cien onzas de oro de parte del general Quiroga, suplicándole que no se negase a admitirlas. Como se ve, el alma de Facundo no estaba del todo cerrada a las nobles inspiraciones. Alvarado era un antiguo soldado, un general grave y circunspecto y poco mal le había causado. Más tarde decía él: "Este general Alvarado es un buen militar, nero no entiende nada de esta guerra que hacemos nosotros". En San Juan le trajeron un francés, Barreau, que había escrito de él lo que un francés puede escribir. Facundo le pregunta si él es el autor de los artículos que tanto lo han herido, y con la respuesta afirmativa, ¿Qué espera usted ahora?, replica Quiroga. - Señor, la muerte. -.- Tome usted esas onzas y váyase noramala. En Tucumán estaba Quiroga tendido sobre un mostrador. - ¿Dónde está el general?, le pregunta un andaluz que se ha achispado un poco para salir con honor del lance. "Ahí dentro, ¿qué se le ofrece?". "Vengo a pagar cuatrocientos pesos que me ha puesto de contribución. . . ¡Como no le cuesta nada a ese animal!" ";Conoce, patrón, al general?". "Ni quiero conocerlo, forajido!". "Pase adelante; tomemos un trago de caña". Más avanzado estaba este original diálogo, cuando un ayudante se presenta, y dirigiéndose a uno de los interlocutores: "Mi general", le dice... "Mi ,general! ....., repite el andaluz abriendo un palmo de boca. "Pues ¿qué?, ¿vos sois el general? . . . ¡Canario! Mi general, continúa hincándose de rodillas, soy un pobre diablo, pulpero... ¡Qué quiere V. S.! . . . Me arruina. . . : Pero el dinero está pronto. . vamos... ¡no hay que enfadarse!" Facundo suelta la risa, lo levanta, lo tranquiliza y le entrega su contribución, tomando sólo doscientos pesos prestados, que le devuelve religiosamente más tarde. Dos años después un mendigo paralítico, le gritaba en Buenos Aires: "Adiós., mi general; soy el andaluz de Tucumán; estoy paralítico". Facundo le dio seis onzas. Estos rasgos prueban la teoría que el drama moderno ha explotado con tanto brillo, a saber: que aun en los caracteres históricos

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SARMIIINTO - TEXTOS FUNDAMENTALES más negros hay siempre una chispa de virtud que alumbra por momentos y se oculta. Por otra parte, ¿por qué no ha de hacer el bien el que no tiene freno que contenga sus pasiones? Esta es una prerrogativa del despotismo como cualquiera otra. Pero volvamos a tomar ci hilo de los acontecimientos públicos. Después de inaugurado el terror en Mendoza de un modo tan solemne, Facundo se retira al Retamo, a donde los Adaos llevan la contribución de 100.000 pesos que han arrancado a los unitarios aterrados. Allí está la mesa de juego que acompaña siempre a Quiroga; allí acuden los aficionados del partido; allí, en fin, es el trasnochar a la claridad opaca (le las antorchas. En medio de tantos horrores y de tantos desastres, el oro circula allí a torrentes, y Facundo gana al fin de quince días los 100.000 pesos de la contribución, los muchos miles que guardan sus amigos federales y cuanto puede apostarse a una carta. La guerra, empero, pide erogaciones, y vuelven a trasquilar las ovejas ya trasquiladas. Esta historia de las jugarretas famosas del Retamo, en que hubo noche que 130.000 pesos estaban sobre la carpeta, es la historia de toda la vida de Quiroga. "Mucho se juega, general!", le decía su vecino en su última expedición a Tucumán. "Eh! ¡Esto es una miseria! En Mendoza y San Juan podía uno divertirse! ¡Allí sí que corría dinero! Al fraile le gané en una noche 50.000 pesos; al clérigo Lima, otra, 25.000; ¡pero esto! . . . ¡estas son pij . . . Un año se pasa en estos aprestos de guerra, y, al fin en 1830 sale un nuevo y formidable ejército para Córdoba, compuesto de las divisiones reclutadas en La Rioja, San Ju2n, Mendoza y San Luis. El general Paz, deseoso de evitar la efusiót' de sangre, aunque estuviese seguro de agregar un nuevo laurel a los que ya ceñían sus sienes., mandó al mayor Paunero, oficial lleno de prudencia, energía y sagacidad, al encuentro de Quiroga, proponiéndole no sólo la paz, sino una alianza. Créese que Quiroga iba dispuesto a abrazar cualquier coyuntura de transacción; pero las sugestiones de la Comisión mediadora de Buenos Aires, que no traía otro objeto que evitar toda transacción, y el orgullo y la presunción de Quiroga, que se veía a la cabeza de un nuevo ejército más poderoso y mejor disciplinado que el primero, le hicieron rechazar las propuestas pacíficas del modesto general Paz. Facundo esta vez había combinado algo que tenía visos de plan de campaña. Inteligencias establecidas en la Sierra de Córdoba había sublevado a la población pastora; el general Villafañe se acercaba por el Norte con una división de Catamarca, mientras que Facundo caía por el Sur. Poco esfuerzo de penetración costó al hábil Paz para penetrar en

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BIOGRAFIAS los designios de Quiroga y dejarlos burlados. Una noche desapareció el ejército de las inmediaciones de Córdoba; nadie podía darse cuenta de su paradero; todos lo habían encontrado, aunque en diversos lugares y a la misma hora. Si alguna vez se ha realizado en América algo parecido a las complicadas combinaciones estratégicas de las campaias de Bonaparte en Italia, es en esta vez que Paz hacía cruzar la Sierra de Córdoba por cuarenta divisiones, de manera que los prófugos de un combate fuesen a caer en manos de otro cuerpo apostado al efecto en lugar preciso e inevitable. La montonera, aturdida, envuelta por todas partes, con el ejército a su frente, a sus costados, a su retaguardia, tuvo que dejarse coger en la red que se le bahía tendido, y cuyos hilos se movían a reloj desde la tienda del general. La víspera de la batalla de Oncativo aún no habían entrado en línea todas las divisiones de esta maravillosa campaña de quince días, en la que habían obrado col binadamente en un frente de cien leguas. Omito dar pormenor alguno sobre aquella memorable batalla en que el general Paz, para dar valor a su triunfo, publicaba en el Boletín la muerte de 70 de los suyos, no obstante no haber perdido sino 12 hombres en un combate en que se encontraban 8.000 soldados y 20 piezas de artillería. Una simple maniobra había derrotado al valiente Quiroga, y tantos horrores, tantas lágrimas derramadas para formar aquel ejército, habían terminado en dar a Facundo una temporada de jugarretas y algunos miles de prisioneros inútiles a Paz. • . . ¡Ya no hay tiempo! ¡Los han fusilado! Un grito de horror sale de entre aquel coro de ángeles, que se escapa como una bandada de palomas perseguidas por el halcón. ¡Los habían fusilado en efecto! ¡Pero cómo! Treinta y tres oficiales, de coroneles abajo, formados en la plaza, desnudos enteramente, reciben parados la descarga mortal. Dos hermanitos, hijos de una distinguida familia de Buenos Aires, se abrazan para morir, y el cadáver del uno resguarda las balas del otro. "Yo estoy libre, grita, me he salvado por la ley". ¡Pobre iluso! ¡Cuánto hubiera dado por la vida! ¡Al confesarse había sacado una sortija de la boca, donde, para que no se la quitaran, habíala escondido, encargando al sacerdote devolverla a su linda prometida, que al recibirla dio en cambio la razón, que no ha recobrado hasta hoy la pobre loca! Los soldados de caballería enlazan cada uno su cadáver y lo llevan arrastrando al cementerio, si bien algunos pedazos de cráneos, un brazo y otros miembros quedan en la plaza de Tucumán, y

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SARMIENTO TEXTOS FUNDAMENTALES sirven de pasto a los perros. ¡Ah! ¡Cuántas glorias arrastradas así por el lodo! Don Juan Manuel de Rosas hacía matar del mismo modo y casi al mismo tiempo, en San Nicolás de los Arroyos, veintiocho cficiales, fuera de ciento y más que habían perecido oscuramente ¡Chacabuco, i\Iaipú, Junín, Ayacucho, Ituzaingó! ¿por qué han sido tus laureles una maldición para todos los que los llevaron? Si al horrar de estas escenas puede añadirse algo, es la suerte que cupo al respetable coronel Araya, padre de ocho hijos: prisionero, con tres lanzadas en la espalda; se le hizo entrar en Tucumán a pie, desnudo, desangrándose y cargado con ocho fusiles. Extenuado de fatiga, fue preciso concederle una cama en una casa particular. A la hora de la ejecución en la plaza, algunos tiradores penetraban hasta su habitación, y en la cama le traspasaban a balazos, haciéndole morir en medio (le las llamaradas de las incendiadas sábanas. El coronel Barcala, el ilustre negro, fue el único jefe exceptuado de esta carn cería, porque Barcala era el amo de Córdoba y de Mendoza, en donde los cívicos lo idolatraban. Era un instrumento que podía conservarse para lo futuro; ¿quién sabe lo que más tarde podrá suceder? Al día siguiente principia en toda la ciudad una operación que se llama secíestro. Consiste en poner centinelas en las puertas de todas las riendas y almacenes, en las barracas de cueros, en las curtiembres de suelas, en los depósitos de tabaco. En todas, porque en Tucumán no hay federales, esta planta que no ha podido crecer sino después de tres buenos riegos de sangre que ha dado al suelo Quiroga, y otra mayor que los tres juntos que le otorgó Oribe. Ahora dicen que hay federales que llevan una cinta que lo acredita, en La que está escrito: ¡Mueran los salvajes, in',rntndos unitarios! ¡Cómo dudarlo un momento! Todas aquellas propiedades mobiliarias y los ganados de las campañas pertenecen de derecho a Facundo. Doscientas cincuenta carretas con [a dotación de diez y seis bueyes cada una, se posen en marcha para Buenos Aires llevando los productos del país. Los efectos europeos se ponen en un depósito que surte a un baratillo, en el que los comandantes desempeñan el oficio de baratilleros. Se vende todo y a vil precio. Hay más todavía; Facundo en persona vende camisas, enaguas de mujeres, vestidos de niños; los despliega, os enseña y agita ante la muchedumbre. Un medio, un real, todo es bueno; la mercadería se despacha, el negocio está brillante, faltan brazos, la multitud se

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agolpa, se ahoga en la apretura. Sólo sí empieza a notarse que, pasados algunos días, los compradores escasean, y en vano se les ofrecen pañuelos de espumilla bordados por cuatro reales; nadie compra. Qué ha sucedido? ¿Remordimientos de la plebe? Nada de eso. Se ha agotado el dinero circulante; las contribuciones por una parte, el secuestro por la otra, la venta barata, han reunido el último medio que circulaba en la provincia. Si alguno queda en poder de los adictos u oficiales, la mesa de juego está allí para dejar, al fin y al postre, vacías todas las bolsas. En la puerta de calle de la casa del general están secándose al sol hileras de zurrones de plata forrados de cuero. Allí permanecen durante la noche sin custodia sin que los transeúntes se atrevan siquiera a mirarlas. ¡Y no se crea que la ciudad ha sido abandonada al pillaje, o que el soldado haya participado de aquel botín inmenso! No; Quiroga repetía después en Buenos Aires, en los círculos de sus compañeros: "Y o jamás he consentido en que el soldado robe, porque me ha parecido inmoral". Un chacarero se queja a Facundo en los primeros días, de que sus soldados le han tomado algunas frutas. Hácelos formar, y los culpables son reconocidos. Seiscientos azotes es la pena que cada uno sufre. El vecino, espantado, pide para las víctimas, y le amenaza con llevar la misma porción. Porque así es el gaucho argentino, mata porque le mandan sus caudillos matar, y no roba porque no se lo mandan. Si queréis averiguar cómo no se sublevan estos hombres y no se desencadenan contra el que no les da nada en cambio de su sangre y de su valor, preguntadie a don Juan Manuel de Rosas todos los prodigios que pueden hacerse con el terror. ¡El sabe mucho de eso! ¡No sólo al miserable gaucho, sino al ínclito general, al ciudadano fastuoso y envanecido se le hacen obrar milagros! ¿No os decía que el terror produce resultados mayores que el patriotismo? El coronel del ejército de Chile don Manuel Gregorio Quiroga, ex gobernador federal de San Juan y jefe de estado mayor del ejército de Facundo, convencido de que aquel botín de medio millón es sólo para el general que acaba de dar de bofetadas a un comandante que ha guardado para sí algunos reales de la venta de un pañuelo, concibe el proyecto de sustraer algunas alhajas de valor de las que están amontonadas en el depósito general y resarcirse con ellas de sus sueldos. Descúbrese el robo, y el general le manda amarrar contra un poste y exponerlo a la vergüenza pública; y cuando el ejército regresa a San Juan el coronel del ejército de Chile, ex gobernador de San Juan, el jefe de estado mayor, marcha a pie por caminos apenas practicables, acollarado con un novillo; el compañero del

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SAl{\llI'\TO - 11 Xi OS l'UNI) \tF\TALFS

novillo sucumbió en Catamarca, sin que se sepa si el novillo llegó a San Juan. En fin, sabe Facundo que un joven Rodríguez, de lo más esclarecido de Tucumán, ha recibido carta de los prófugos; lo hace aprehender, lo lleva ¿1 mismo a 1_i plaza, lo cuelga y le hace dar seiscientos azotes. Pero los soldados no saben dar azotes Como los que aquel crimen exige, y, toma las gruesas riendas que sirven para la ejecución, batiéndose en el aire con su brazo hercúleo, y descarga cincuenta azol:es para que sirvan de modelo. CorLcluÍdo el acto, él en persona remueve la tina de salmuera, le reftiega las nalgas, le arranca los pedazos flotantes y le mete ci puño en las concavidades que aquéllos han dejado. Facundo vuelve a su casa, lee las cartas interceptados, y encuentra en ellas encargos de los maridos a sus mujeres, libranzas de los comerciantes, recomendaciones de que no tengan cuidado por ellos, etc. En una palabra, no hay nada que pueda interesar a la política; entonces pregunta por el joven Rodríguez y le dicen que está expirando. En seguida se pone a jugar y gana miles. Don Francisco Reto y don N. Lugones han murmurado entre sí algo sobre los horrores que presencian. Cada uno recibe trescientos azotes y la orden de retirarse a sus casas cruzando la ciudad desnudos comp etamente, las manos puestas en la cabeza, y las asentaderas chorreando sangre; soldados armados van a la distancia para hacer que la orden se ejecute puntualmente. dY queréis saber lo que es la naturaleza humana, cuando la infamia está entronizada y no hay a quien apelar en la tierra contri los verdugos? Lugones, que es de carácter travieso, se da vuelta hacia su compañero de suplicio, y le dice con la mayor compostura: "Pásame, compañero, la tabaquera; ¡pitemos un cigarro!" En fin, la disentería se declara en Tucumán, y los médicos aseguran que no hay remedio, que viene de afecciones morales, del terror, enfermedad contra la cual no se ha hallado remedio en la República Argentina hasta el día de hoy. Facundo s presenta un día en una casa y pregunta por la señora a un grupo de chiquillos que juegan a las nueces; el más atisbado contesta que no está. "Dile que yo he estado aquí". - "dY quien es usted?" - "Soy Facundo Quiroga. . .". El niño cae redondo, y sólo el año pasado ha empezado a dar indicios de recobrar un poco la razón; los otros echan a correr llorando a gritos, uno se sube a un árbol, otro salta unas tapias y se da un terrible golpe... ¿Qué quería Facundo con esta señora? . . . ¡Era una hermosa viuda que había atraídc sus miradas y venía a solicitarla! Porque en Tucumán el cupido Sátiro flO estaba ocioso. Agrádale una jovencita, la habla

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BIOGRAFIAS y la propone llevarla a San Juan. Iniaginaos lo que una pobre niña podría contestar a esta deshonrosa proposición hecha por un tigre. Se ruboriza, y balbuciendo contesta que ella no podía resolque su padre... Facundo se dirige al padre, ye! angustiado padre, disimulando su horror, objeta que quién le responde de su hija; que la abandonarán. Facundo satisface todas las objeciones, y el infeliz padre, no sabiendo lo que se dice y creyendo cortar aquel mercado abominable, propone que se le haga un documento. Facundo torna la pluma y extiende la seguridad requerida, pasando papel y pluma al padre para que firme el convenio. El padre es padre al fin, y la naturaleza habla diciendo: "No firmo; mátame!" - "Eh, viejo cochino!", le contesta Quiroga, y torna la puerta ahogándose de rabia. Quiroga, el campeón de la causa que han jurado los pueblos, corno se estila decir por allá, era bárbaro, avaro y lúbrico, y se entregaba a sus pasiones sin esbozo; su sucesor no saquea los pueblos, es verdad; no ultraja el pudor de las mujeres; no tiene más que una pasión, una necesidad: la sed de sangre humana y la del despotismo. En cambio, sabe usar de las palabras y de las formas que satisfacen la exigencia de los indiferentes. Los salvajes, los sanguinarios, los pérfidos, imnundos, unitarios, el sanguinario duque de Abrantes, el pérfido ministro del Brasil, ¡la federación!, ¡el sentimiento americano!, ¡el oro inmundo de la Francia, las pretensiones inicuas de la Inglaterra, la conquista europea! Palabras así bastan para encubrir la más espantosa y larga serie de crímenes que ha visto el siglo xix. Facundo había llegado a Buenos Aires después de la caída de Balcarce. "Otra cosa hubiera sucedido, decía, si yo hubiese estado aquí". "Y qué habría hecho, general?", le replica uno de los que escuchándole había; "su excelencia no tiene influencia sobre esta plebe de Buenos Aires." Entonces Quiroga, levantando la cabeza, sacudiendo su negra melena y despidiendo rayos de sus ojos, le dice con voz breve y seca: "Mire usted! Habría salido a la calle, y al primer hombre que hubiera encontrado, le habría dicho: ¡sígarne!, ¡y ese hombre me habría seguido!" Tal era la avasalladora energía de las palabras de Quiroga, tan imponente su fisonomía, que el incrédulo bajó la vista, aterrado, y por largo tiempor nadie se atrevió a despegar los labios. El general Viamonte renuncia, al fin, porque ve que no se puede gobernar, que hay una mano poderosa que detiene las ruedas de la administración. Búscase alguien que quiera reemplazarlo; se pide por favor a los más animosos que se hagan cargo del bastón, y na-

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SARMIENTO - TEXTOS FU'DÁMI:NTALEs die quiere; todos se encogen de hombros y ganan sus casas, amedrentados. Al fin, se coloca a la cabeza de[ gobierno al doctor Maza, el maestre, el mentor y amigo de Rosas, y creen haber puesto remedio al mal que los aqueja. ¡Vana esperanza! El malestar crece, lejos de disminuir. Anchorena se presenta al gobierno pidiendo que reprilila desórdenes, y sabe que no hay medio alguno a su alcance; que la fuerza de la policía no obedece; que hay órdenes de afuera, El general Guido, el doctor Alcorta, dejan oír todavía en la Junta de Representantes algunas 'protestas enérgicas contra aquella agitación convulsiva en que se nene a la ciudad; pero el mal sigue., y, para agravarlo, Rosas reprocha al gobierno desde su campamento los desórdenes que él mismo fomenta. ¿Qué es lo que quiere este hombre? ¿Gobernar? Una Comisión de la Sala va a ofrecerle el gobierno; le dice que sólo él puede poner término a aquella angustia, y aquella agonía de dos años. Pero Rosas no quiere gobernar, y nuevas comisiones, nuevos ruegos. Al fin se halla medio de conciliarlo todo. Les hará el favor de gobernar si los tres años que abrazan el período legal se prolongan a cinco y se le entrega la simia del poder público, palabra cuyo alcance sólo él comprende. En Csts transacciones se hallaba la ciudad de Buenos Aires y Rosas, cuando llega la noticia de un desavenimiento entre los gobiernos de Salta, Tucumán y Santiago del Estero, que podía hacer estallar la guerra. Cinco años van corridos desde que los unitarios han desaparecido de la escena política, y dos años desde que los federales de la ciudad, los lomos negros, han perdido toda influencia en el gobierno; cuando más, tienen valor para exigir algunas condiciones que hagan tolerable la capitulación. Rosas, entretanto que la ciudad se rinde a discreción, con sus instituciones, sus garantías individuales, con sus responsabilidades impuestas al gobierno, agita fuera de Buenos Aires otra máquina no menos complicada. Sus relaciones con López, de Santa Fe, son activas, y tiene además una entrevista en que conferencian ambos caudillos; el gobierno de Córdoba está bajo la influencia de López, que ha puesto a su cabeza a los Reinafé. Invítase a Facundo a ir a interponer su influencia para apagar las chis pas que se han levantado en el norte de la República; nadie sino él entá llamado para desempeñar esta misión de paz. Facundo resiste, vacila; pero se decide al fin. El 18 de diciembre de 1835 sale de Buenos Aires, y al subir a la galera, dirige en presencia de varios amigos sus adioses a la ciudad. "Si salgo bien, dice, agitando la mano, te volveré q ver; si no, ¡adiós


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B lOGRA 1' lAS para siempre!" ¿Qué siniestros presentimientos vienen a asomar en aquel momento a su faz lívida, en el ánimo de este hombre impávido? ¿No recueda el lector que algo parecido manifestaba Napoleón al partir de las Tullerías para la campaña que debía terminar en Waterloo? Apenas ha andado media ;ornada, encuentra un arroyo fangoso que detiene la galera. El vecino maestro de posta acude solícito a pasarla; se ponen nuevos caballos, se apuran todos los esfuerzos, y la galera no avanza. Quiroga se enfurece, y hace uncir a las varas al mismo maestro de posta. La brutalidad y ci terror vuelven a aparecer desde que se halla en el campo, en medio de aquella naturaleza y de aquella sociedad semibárbara. Vencido aquel primer obstáculo, la galera sigue cruzando la pampa como una exhalación; camina todos los días hasta las dos de la mañana, y se pone en marcha de nuevo a las cuatro. Acompáñanle el doctor Ortiz, su secretario, y un joven conocido, a quien a su salida encontró inhabilitado de ir adelante, por la fractura de las ruedas de su vehículo. En cada posta a que llega hace preguntar inmediatamente: "A qué hora ha pasado un chasque de Buenos Aires?" "Hace una hora". "¡Caballos sin pérdida de momento!", grita Quiroga. Y la marcha continúa. Para hacer más penosa la situación, parecía que las cataratas del cielo se habían abierto: durante tres días, la lluvia no cesa un momento, y el camino se ha convertido en un torrente. Al entrar en la jurisdicción de Santa Fe, la inquietud de Quiroga se aumenta, y se torna en visible angustia cuando en la posta de Pavón srbe que no hay caballos y que el maestro de posta está ausente. El tiempo que pasa antes de procurarse nuevos tiros es una agonía mortal para Facundo, que grita a cada momento: "¡Caballos! ¡Caballos!" Sus compañeros de viaje nada comprenden de este extraño sobresalto, asombrados de ver a este hombre, el terror de los pueblos, asustadizo ahora y lleno de temores, al parecer quiméricos. Cuando la galera logra ponerse en marcha, murmura en voz baja, como si hablara consigo mismo: "Si salgo del territorio •de Santa Fe, no hay cuidado por lo demás". En el paso del Río Tercero acuden los gauchos de la vecindad a ver al famoso Quiroga, y pasan la galera punto menos que a hombros. Ultimamentc llega a la ciudad •de Córdoba, a las nueve y media de la noche, y una después del arribo del chasque de Buenos Aires, a quien ha venido pisando desde su salida. Uno de los Reinafé acude a la posta, donde Facundo está aún en la galera pidiendo caballos, que no hay en aquel momento; salúdalo con respeto y efusión; suplícale que pase la noche en la ciudad, donde ci gobierno se prepara .11


SARMIENTO - TI XI OS F'U\l) \1UN

a hospedarlo dignamente: ''CabalIos ncccsito!'', es la breve respuesta de Quiroga. "Caballos!", replica a cada nueva manifestación de interés o de solicitud de parte de Rcinafé, que se retira, al fin, humillado, y Facundo parte para su destino a las doce de la noche. La ciudad de Córdoba, entre tanto, estaba agitada por los más extraño rumores; los amigos del joven que ha venido por casualidad en compañí2 de Quiroga, y que se queda en Córdoba, su patria, van en topel a visitarlo. Se admiran de eno vivo, y le hablan del peligro inminente de que se ha salvado. Quiroga debía ser asesinado en tal punto; los asesinos son N. N.; las pistolas han sido compradas en tal almacén; han sido vistos N. N. para encargarse de la cjecucion, y se han negado. Quiroga los ha sorprendido con la asombrosa rapidez de su marcha, pues no bien llega el chasque que anuncia su próximo arribo, cuando se presenta él mimo y hace abortar todos los preparativos. Jamás se ha premeditado un atentado con más descaro; toda Córdoba está instruida de los más mínimos cttalles del crimen que el gobierno intenta, y la muerte de Quiroga es el asunto de todas las conversaciones. Quiroga, en tanto, llega a su destino, arregla la diferencia entre los gobernantes hostiles, y regresa por Córdoba, a despecho de las reiteradas instancias de los gobernadores de Santiago y Tucumán, que le ofrecen una gruesa escolta para su custodia, aconsejándole tomar ci camino de Cuyo para regresar. ¿Qué genio vengativo cierra su cc razón y sus oídos, y le hace obstinarse en volver a desafiar a sus enemigos, sin escolta, sin medios adecuados de defensa? ¿Por qué no toma el camino de Cuyo, desentierra sus inmensos depósitos de armas a su paso por La Rioja y arma las ocho provincias que están bajo su influencia? Quiroga lo sabe todo; aviso tras aviso ha recibido en Santiago del Estero; sabe el peli gro de que su diligencia Jo ha salvado; sabe el nuevo : más inminente que le aguarda, porque no han desistido sus enemigos del concebido designio. 'A Córdoba!", grita a los postillones al ponerse en marcha, como si Córdoba fuese el término de su viaje 1 1 En la causa criminal seguida contra los c(mplices en la muerte de Quiroga, ci aco Cabanillas declaró en un momento de efusión, de rodillas en presencia del doctor Maza (degollado por los agentes de Rosas), que él no se había propuesto sino salvar a Quiroga; que el 24 de diciem bre había escrito a un amigo de éste,

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un francés, que le hiciese decir a Quiroga que no pasase por el monte de San Pedro, donde él estaba aguardándole con veinticinco hombres, para asesinarlo por orden de su gobierno; que Toribio Junco (un gauello de quien Santos Pérez decía: "Hay otro más valiente que yo: es Toribio Junco") había dicho al mis-


BIOGR IIAS Antes de llegar a la posta del Ojo de Agua, un jos , cn sale del bosque y se dirige hacia la galera, requiriendo al postillón que se detenga. Quiroga asoma la cabeza por la portezuela y le pregunta lo que se le ofrece: "Quiero hablar con ci doctor Ortiz." Desciende éste y sabe lo siguiente: "En las inmediaciones del lugar llamado Barranca Yaco está apostado Santos Pérez con una partida; al arribo de la galera deben hacerle fuego de ambos lados NI en seguida de postillón arriba; nadie debe escapar; ésta es la orden." El joven, que ha sido en otro tiempo favorecido por ci doctor Ortiz, ha venido a salvarlo; tiénele caballo allí mismo para que monte yescape con él; su hacienda está inmediata. El secretario, asustado, pone en conocimiento de Facundo io que acaba de saber, N insta para que se ponga en seguridad. Facundo interroga de nuevo al joven Sandivaras, le da las gracias por su buena acción, pero lo tranquiliza sobre los temores que abriga: "No ha nacido todavía, le dice con voz enérgica, el hombre que ha de matar a Facundo Quiroga. A un grito mío, esa partida mañana se pondrá a mis órdenes y me servirá de escolta hasta Córdoba. Vaya usted amigo, sin cuidado". Estas palabras de Quiroga, de que yo no he tenido noticia hasta este momento, explican la causa de su extraña obstinación en ir a desafiai la muerte. El orgullo y el terrorismo, los dos grandes móviles de su elevación, lo llevarán maniatado a la sangrienta catástrofe que debe terminar su vida. Tiene a menos evitar el peligro, y cuenta con el terror de su nombre para hacer caer las cuchillas levantadas sobre su cabeza. Esta explicación me la daba a mí mismo antes de saber que sus propias palabras la habían hecho inútil. La noche que pasaron los viajeros de la posta del Ojo de Agua es de tal manera angustiosa para el infeliz secretario, que va a una muerte cierta e inevitable y que carece del valor y la temeridad que anima a Quiroga, que creo no debtr omitir ninguno de sus detalles, tanto más cuanto que, siendo, por fortuna, sus pormenores tan auténticos, sería criminal descuido no conservarlos, porque si alguna vez un hombre ha apurado todas las heces de la agonía, si I

mo Cabanillas, que, observando cierto desorden en la conducta de Santos Pérez, empezó a acecharlo, hasta que un día lo encontró arrodillado en la capilla de la Virgen de Tulumha, con los ojos arrasados de lágrimas; que preguntándole la causa de su quebranto, le dijo: "Estoy pidién-

dole a la Virgen me ilumine sobre si debo matar a Quiroga, según me lo ordenan; pues me presentan este acto como convenido entre los gobernadores López, de Santa Fe, y Rosas de Buenos Aires, único medio de salvar la República". (Nota de la edición de 1851.)

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SARMIENTO - l FX ios l.. Nl) Ydl'\ lAL1'S

alguna vez la muerte ha debido parecer horrible, es aquella en que un triste deber, el de acompañar a un amigo temerario, nos la impone, cuando no hay infamia ni deshonor en evitarla 1. El doctor Ortiz llama aparte al maestro de posta, y lo interroga encarecidamente sobre lo que sabe acerca de los extraños avisos que han recibido, asegurándole no abusar de su confianza. ¡Qué pormenores va a oír! Santos Pérez ha estado allí con una partida de treinta hombres, una hora antes de su arribo; van todos armados de tercerola y sable, están ya apostados en el lugar designado, deben morir todos los que acompañan a Quiroga, así lo ha dicho Santos Pétez al mismo maestro de posta. Esta confirmación de la noticia recibida de antemano no altera en nada la determinación de Quiroga, que después de tomar una taza de chocolate, según su costumbre, se duerme profundamente. El doctor Ortiz gana también la cama, no para dormir sino para acordarse de su esposa, de sus hijos, a quienes no volverá a ver más. ¿Y todo por qué? Por no arrostrar el enojo de un temible amigo, para no incurrir en la tacha de desleal. A media noche, la inquietud de la agonía le hace insoportable la cama; levántase y va a buscar a su confidente. ---Duermcs, amigo? —le pregunta en voz baja. - ¡Quién ha de dormir, señor, con esta cosa tan horrible! - ¿Con que no hay duda? ¡Qué suplicio el mío! - Imagínese, señor, como estaré yo, que tengo que mandar dos postillones, que deben ser muertos también. Esto me mata. Aquí hay un niño que es sobrino del sargento de la partida, y pienso mandarlo; pero el otro... ¿a quién mandaré? ¡A hacerlo morir inocentemente!" El doctor Ortiz hace un último esfuerzo para salvar su vida y la del compañero; despierta a Quiroga y le instruye de los pavorosos detalles que acaba de adquirir, significándole que él no lo acompaña si se obstina en hacerse matar inútilmente. Facundo, con gesto airado y palabras groseramente enérgicas, le hace entender que hay mayor peligro en contrariarlo allí que el que le aguarda en Barranca Vaco, y fuerza es someterse sin más réplica. Quiroga manda a su asistente, que es un valiente negro, que limpie algunas armas de fuego que vienen en la galera, y las cargue; a esto se reducen todas sus precauciones. Llega el día por fin, y la galera se pone en camino. Acompá_ ñanle, a más del postillón que va en el tiro, el niño aquél, dos co1 Tuve estos iietlles del malogrado doctor J'iñciro, muerto en 1846, en Chile, pariente del doctor Ortiz, compaiero de \iaje (le Quiroga des-

de Buenos Aires hasta Córdoba. Es triste necesidad, sin duda, no poder citar sino los muertos, en apoyo de la verdad. (Nota de la ed. de 1851.)


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rreos que se han reunido por casualidad, y el negro, que va a caballo. Llega al punto fatal, y dos descargas traspasan la galera por ambos lados, pero sin herir a nadie; los soldados se echan sobre ella con los sables desnudos y en un momento inutilizan los caballos y descuartizan al postillón, correos y asistente. Quiroga entonces asoma la cabeza y hace por un momento vacilar a aquella turba. Pregunta por el comandante de la partida, le manda acercarse, y a la cuestión de Quiroga: "Qué significa esto?" recibe por toda contestación un balazo en un ojo que le deja muerto. Entonces, Santos Pérez atraviesa repetidas veces con su espada al malaventurado secretario, y manda, concluída la ejecución, tirar hacia el bosque la galera llena de cadáveres, con los caballos hechos pedazos y el postillón, que con la cabeza abierta se mantiene aún a caballo. "Qué muchacho es éste? —pregunta, viendo al niño de la posta, el único que queda vivo. —Este es un sobrino mío - contesta el sargento de la partida—; yo respondo de él con mi vida". Santos Pérez se acerca al sargento, le atraviesa el corazón de un balazo, y en seguida, desmontándose, torna de un brazo al niño, lo tiende en el suelo y lo degüella, a pesar de sus gemidos de niño que se ve amenazado de un peligro. Este último gemido de niño es, sin embargo, el único suplicio que martiriza a Santos Pérez. Después, huyendo de las partidas que lo persiguen, oculto en las breñas de las rocas o en los bosques enmarañados, el viento le trae al oído el gemido lastimero fiel niño. Si a la vacilante claridad de las estrellas se aventura a salir de su guarida, sus miradas inquietas se hunden en la oscuridad de los árboles sombríos para cerciorarse de que no se divisa en ninguna parte el bultito blanquecino del niño, y cuando llega al lugar donde hacen encrucijada dos caminos, lo arredra ver venir por el que él deja al niño animando su caballo. Facundo decía también que un sólo remordimiento le aquejaba: la muerte de los 26 oficiales fusilados en Mendoza. ¿Quién es, mientras tanto, este Santos Pérez? Es el gaucho malo de la c;rnpaña de Córdoba, célebre en la sierra y en la ciudad por sus numerosas muertes, por su arrojo extraordinario, por sus aventuras inauditas. Mientras permaneció el teneral Paz en Córdoba. acaudilló las montoneras más obstinadas e intangibles de la sierra, y por largo tiempo el pago de Santa Catalina fue una republiquera donde los veteranos del ejército no pudieron penetrar. Con miras más elevadas habría sido el digno rival de Quiroga; con sus vicios sólo alcanzó a ser un asesino. Era alto de talle, hermoso de cara, de color pálido y barba negra y rizada.


SARMIENTO - TEXTOS I'UNI)A.\l lINTALÍS Largo tiempo fue después, perseguido por la justicia y nada menos que 400 hombres andaban en su busca. Al principio los Reinafé lo llamaron, y en la casa del gobierno fue recibido amigablemente. Al salir de la entrevista empezó a sentir una extraña descompostura de estómago que le sugirió la idea de consultar a un médico amigo suyo, quien informado por él de haber tomado una copa de licor, le dió un elixir que le hizo arrojar oportunamente el arsénico que el licor disimulaba. Más tarde, y en lc más recio de la persecución, el comandante Casanova, su antiguo amigo, le hizo significar que tenía algo de importancia que comunicarle. Una tarde, mientras que el escuadrón de que el comandante Casanova era jefe hacía el ejercicio al frente de su casa, Santos Pérez se desmonta en la puerta, y le dice: "Aquí estoy; qué quería decirme? - ¡Hombre! Santos Pérez, pase por acá, siéntese. —No! Pata qué me ha hecho llamar?" El comandante, sorprendido así, vacila y no sabe qué decir en el momento. Su astuto y osado interlocutor lo comprende, y arrojándole una mirada de desdén y volviéndole la espalda, le dice: "Estaba seguro de que quería agarrarme por traición! 1-le venido para convencerme no más." Cuando se dio orden al escuadrón de perseguirlo, Santos había desapirecido. Al fin, una noche lo cogieron dentro de la ciudad de Córdoba, por una venganza femenil. Había dado de golpes a la querida con quien dormía; ésta, sintiéndolo profundamente dormido, se levanta con precaución, le toma las pistolas y el sable, sale a la calle y lo denuncia a una patrulla. Cuando despierta, rodeado de fusiles apuntados a su pecho, echa mano a las pistolas, y no encontrándolas: "Estoy rendido, dice con serenidad. ¡Me han quitado las pistolas!" El día que lo entraron en Buenos Aires, una muchedumbre inmensa se había reunido en la puerta de la casa del gobierno. A su vista gritaba el p:pulacho: ¡Muera Santos Pérez!, y él, meneando desdcñosamcntc la cabeza y paseando sus miradas por aquella multitud, murmuraba tan sólo estas palabras: ''¡Tuviera aquí mi cuchillo!" Al bajar del carro que lo conducía a la cárcel gritó repetidas veces: "Muera el tirano!"; y al encaminarse al patíbulo, su talla gigantesca, como la de Dantón, dominaba la muchedumbre y sus miradas se fijaban de vez en cuando en el cadalso como en un andamio de arquitectos. (Facundo.)


B ¡ OC RAFIAS

ROSAS El 13 de abril de 1835 se recibió Rosas del gobierno, y su talante e'escmbarazado y su aplomo en la ceremonia no dejó de sorprender a los ilusos que habían creído tener un rato de diversión al ver el desmayo y gauc1crie del gaucho. Presentóse de casaca de general, desabotonada, que dejaba ver un chaleco amarillo de cotonía. Perdónenme los que no comprenden ci espíritu de esta singular toilette ci que recuerde aquella circunstancia. En fin, ya tiene el gobierno en sus ruanos. Facundo ha muerto un mes antes; la ciudad se ha entregado a su discreción; el pueblo ha confirmado del modo más auténtico esta entrega de toda garantía y de toda institución. Es ci Estado una tabla rasa en que él va a escribir una cosa nueva, original; él es un poeta, un Platón, que va a realizar su república ideal según él la ha concebido; es éste un trabajo que ha meditado veinte años, y que al fin puede dar a luz, sin que vengan a estorbar su realización tradiciones envejecidas, preocupaciones de la época, pla gios hechos a la europea, garantías individuales, instituciones vigentes. Es un genio, en fin, que ha estado lamentando los errores de su siglo y preparándose para destruirlos de un golpe. Todo va a ser nuevo, obra de su genio: vamos a ver a este portento. De la Sala de Representantes a donde ha ido a recibir el bastón se retira en un coche colorado, mandado pintar ex profeso para el acto, al que están atados cordones de seda colorada, y a los que se uncen aquellos hombres que desde 1833 han tenido la ciudad en continua alarma por sus atentados y su impunidad; lkuinasc la Sociedad Popular y lleva el puñal a la cintura, chaleco colorado y una cinta colorada, en la que se lee: "Mueran los unitarios". En la puerta de su casa le hacen guardia de honor esros mismos hombres; después acuden los ciudadanos, después los generales, porque es necesario hacer aquella manifestación de adhesión sin límites a la persona del Restaurador. Al día siguiente aparece una proclama y una lista de proscriptos, en la que entra uno ele sus concuñados, el doctor Alsina. La proclama aquella, que es uno de los pocos escritos de Rosas, es un documento preciso que siento no tener a mano. Era un progranla ele su gobierno, sin disfraz, sin rodeos: El que no está convii go es 7/li c'neiulgo, tal era el ;xiona de la política consagrado en

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SAR\UiN 10 1IX LOS FU\[)AMENTALES

ella. Se anuncia que va a correr sangre, y tan sólo promete no atentar contra las propiedades. ¡Ay de los que provoquen su cólera! Cuatro días después la parroquia de San Francisco anuncia su intención de celebrar una misa y Te Deum en acción de gracias al Todopoderoso, etcétera, etcétera, invitando al vecindario a solemnizat con su presencia el acto. Las calles circunvecinas están empavesadas, alfombradas, tapizadas, decoradas. Es aquello un bazar oriental en que se ostentan tejidos de damasco, púrpura, oro y pedrerías en decoraciones caprichosas. El pueblo llena las calles, los jóvenes acuden a la novedad, las señoras hacen de la parroquia su paseo de la tarde. El Te Deum se posterga de un día a otro, y la agitación de la ciudad, el ir y vcnr, la excitación, la interrupción de todo trabajo duran cuatro, cinco días consecutivos. La Gaceta repite los más mínimos detalles de la espléndida función. Ocho días después otra parroquia anuncia su Te Deum; los vecinos se proponen rivalizar en entusiasmos y oscurecer la pasada fiesta. ¡Qué lujo de decoraciones; qué ostentación de riquezas y adornos! El retrato del Restaurador está en la calle en un dosel, en que los terciopelos colorados se mezclan con los galones y las cordonaduras de oro. Igual movimiento por más días aún; se vive en la calle, en la parroquia privilegiada. Pocos días después otra parroquia, otra fiesta en otro barrio. ¿Pero hasta cuándo fiestas? ¿Qué? ¿No se cansa este pueblo de espectáculos? ¿Qué entusiasmo es aquel que no se resfría en un mes? ¿Por qué no hacen todas las parroquias su función al mismo tiempo? No; es el entusiasmo sistemático, ordenado, administrado poco a poco. Un año después todavía no han concluido las parroquias de dar su fiesta; el vértigo oficial pasa de la ciudad a la campaña y es cosa de nunca acabar. La Gaceta de la época está ahí ocupada año y medio en describir fiestas federales. El retrato se mezcla en todas ellas, tirado en un carro hecho para él, por los generales, las señoras, los federales netos. "Et le peuple, enchanté d'un tel spectacle, enthousiasrné du Te Deum, chanté mo alt bien a Notre Dame, le peuple oublia qu'il payait fort cher tout, et se retirait fort joyeux" 1. De las fiestas sale al fin del año y medio el color colorado como insignia de adhesión a la causa; el retrato de Rosas, colocado en los altarc primero, pasa después a ser parte del equipo de cada hombre, que debe llevarlo en el pecho, en señal de amor intenso a la perso;la del Restaurador. Por último, de entre estas fiestas se "Chronique du rnoyen gc." nR r.r.]


BIOGRAFIAS desprende al fin la terrible mazorca, cuerpo de policía, entusiasta, feder:l, que tiene por encargo y oficio echar lavativas de ají y aguarrs a los descontentos primero, y después, no bastando este tratamiento flogístico, degollar a aquellos que se les indique. La América entera se ha burlado de aquellas famosas fiestas de Buenos Aires y mirándolas como el colmo de la degradación de un pueblo; pero yo no veo en ellas sino un designio político, el más fecundo en resultados. ¿Cómo encarar en una república que no conoció reyes jamás la idea de la personalidad del gobierno? La cinta colorada es una materialización del terror que os acompaña a todas partes, en la calle, en el seno de la familia; es preciso pensar en ella al vestirse, al desnudarse; y las ideas se nos graban siempre por asociación. La vista de un árbol en el campo nos recuerda lo que íbamos conversando diez años antes al pasar por cerca de él; ¡figuraos las ideas que trae consigo asociadas la cinta colorada y las impresiones indelebles que ha debido dejar unidas a la imagen de Rosas! Así, en una comunicación de un alto funcionario de Rosas, he leído en estos días, "que es un signo que su gobierno ha mandado llevar a sus empleados en señal de conciliación y de paz". Las palabras Mueran los salvajes, asquerosos, inmundos unitarios, son por cierto muy conciliadoras, tanto, que sólo en el destierro o en el sepulcro habrá quienes se atrevan a negar su eficacia. La mazorca ha sido un instrumento poderoso de conciliación y de paz, y, si no, id a ver los resultados, y buscad en la tierra, ciudad más conciliada y pacífica que la de Buenos Aires. A la muerte de su esposa, que una chanza brutal de su parte ha precipitado, manda que se le tributen los honores de capitán general, y ordena un luto de dos años a la ciudad y campaña de la provincia, que consiste en un ancho crespón atado al sombrero con una cinta colorada. ¡Imaginaos una ciudad culta, hombres y niños vestidos a la europea, uniformados dos años enteros con un ribete colorado en el sombrero! ¿Os parece ridículo? ¡No! Nada hay ridículo cuando todos, sin excepción, participan de la extravagancia, y, sobre todo, cuando el azote o las lavativas de ají están ahí para poneros serios como estatuas si os viene la tentación de reíros. Los serenos cantan a cada cuarto de hora: ¡V iva el ilustre Restaurador! ¡V iva doña Encarnación Ezcurra! ¡Mueran los impíos unitarios! El sargento primero, al pasar lista a su compañía, repite las mismas palabras; el niño, al levantarse de la cama, saluda al día con la frase sacramental. No hace un mes que una madre argentina, alojada en una fonda de Chile, decía a uno de sus hijos


SARMIENJO - TFIX1 OS FUNDAMENTALES que despertaba repitiendo en voz alta: ¡V ivan los federales! ¡A meran los salvajes asquerosos unitarios!: "Cállate, hijo, no digas eso aquí, que no se usa; ya no digas más, ino sea que te oigan!" Otra creación de aquella época fue el censo de las opiniones. Esta es una institución verdaderamente original. Rosas mandó levantar en la ciudad y la campaña, por medio de los jueces de paz, un registro, en el que anotó el nombre de cada vecino, clasificándolo de unitario, indiferente federal o federal neto. En los colegios se encargó a los rectores, y en todas partes se hizo con la más severa escrupulosidad, comprobándolo después y admitiendo los reclamos que la inexactitud podía originar. Estos registros, reunidos después en la oficina de gobierno, han servido para suministrar gargantas a la cuchilla de la mazorca durante siete año:;. Sin duda que pasma la osadía del pensamiento de formar la estadística de las opiniones de un pueblo entero, caracterizarlas según su importancia, y, con el registro a la Vista, seguir durante diez años la tarea de desembarazarse de todas las cifras adversas, destruyendo en la persona el germen de la hostilidad. Nada igual me presenta la historia, sino las clasificaciones de la Inquisición, que distiagufa las opiniones heréticas en malsonantes, ofensivas de oídos piadosos, casi herejía, herejía, herejía perniciosa, etc., etc.; pero, al fin, la Inquisición no hizo el catastro de la España para exterminarla en las generaciones, en el individuo antes de ser denunciado al santo tribunal. Como mi ánimo es sólo mostrar el nuevo orden de instituciones que suplanta a la que estamos copiando de la Europa, necesito acumular las principales, sin atender a las fechas. La ejecución que llamamos fusilar queda, desde luego, sustituida por la de degollar. Verdad es que se fusila una mañana cuarenta y cuatro indios en una plaza de la ciudad, para dejar y ertos a todos con esta matnza, que, aunque de salvajes, eran, al fin, hombres; pero poco a poco se abandona, y el cuclillo se hace el instrumento de la justicia. ¿De dónde ha tomado tan peregrinas ideas de gobierno este hombre horriblemente extravagante? Yo voy a consignar algunos datos. Rosas desciende de una familia perseguida por goda durante la revolución de la Independencia. Su educación doméstica se resien:e de la dureza y terquedad de las antiguas costumbres señoriales. Ya he dicho que su madre, de un carácter duro, tétrico, se ha hecho servir de rodillas hasta eSOS últimos años; ci silencio lo ha rodeado durante su infancia, y el cspccticulo de la

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autoridad y de la servidumbre ha debido dejarle i111pesioncs duraderas. Algo de extravagante ha habido en el carácter de la madre, y esto se ha reproducido en don Juan Manuel y dos de sus hermanos. Apenas llegado a la pubertad, se hace insoportable a su familia, y su padre lo destierra en una estancia. Rosas, con cortos intervalos, ha residido en la campaña de Buenos Aires cerca de treinta años; y ya el año 24 era una autoridad que las sociedades industriales ganaderas consultaban en materia de arreglos de estancias. Es el primer jinete de la República Argentina, y cuando digo de la República Argentina, sospecho que de toda la tierra, porque ni un equitador ni un árabe tiene que habérselas con el potro salvaje de la pampa. Es un prodigio de actividad; sufre accesos nerviosos en que la vida predomina tanto, que necesita saltar sobre un caballo, echarse a correr por la pampa, lanzar gritos desacompasados, rodar hasta que, al fin, extenuado el caballo, sudando él a mares, vueive a las habitaciones fresco va y dispuesto para ci trabajo. Napoleón y lord Byron padecían de estos arrebatos, de estos furores causados por el exceso de vida. Rosas se distingue desde temprano en la campaña por las vastas empresas de leguas de siembras de trigo que acomete y lleva a cabo con suceso, y, sobre todo, por la administración severa, por la disciplina de hierro que introduce en sus estancias. Esta es su obra maestra, su tipo de gobierno, que ensayará más tarde para la ciudad misma. Es preciso conocer el gaucho argentino y sus propensiones innatas, sus hábitos inveterados. Si andando en la pampa le vais proponiendo darle una estancia con ganados que lo hagan rico propietario; si corre en busca de la médica de los alrededores para que salve a su madre, a su esposa querida que deja agonizando, y se atraviesa un avestruz por su paso, echará a correr detrás de él olvidando la fortuna que le ofrecéis, la esposa o la madre moribunda; y no es él sólo el que está dominado de este instinto: el caballo mismo relincha, sacude la cabeza y tasca el freno de impaciencia por volar tras el avestruz. Si a la distancia de diez leguas de su habitación el gaucho echa de menos su cuchillo, se vuelve a tomarlo, aunque esté a una cuadra del lugar adonde iba; porque el cuchillo es para él lo que la respiración a la vida misma. Pues bien, Rosas ha conseguido que en sus estancias, que se unen con diversos nombres desde Los Ccrrillos basta el arroyo Cachagualefó, anduviesen los avestruces en rebaños, y dejasen, al

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SARMIENTO - lix lOS FU\1)A\1I NT ALES fin, de huir a la aproximación del gaucho; tan seguros y tranquilos pacen en las posesiones de Rosas, y esto mientras que no hayan sido extinguidos en todas las adyacentes campañas. En cuanto al cuchilo, ninguno de sus peones lo cargó jamás, no obstante que la mayor parte de ellos eran asesinos perseguidos por la justicia. Una vez él, por olvido, se ha puesto un puñal a la cintura, y el mayordomo se lo hace notar; Rosas se baja los calzones y manda que se le den 200 azotes, que es la pena impuesta en su estancia il que lleva cuchillo. 1-labrá gentes que duden de este hecho confesado y publicado por él mismo; pero es auténtico, como lo son las extravagancias y rarezas sangrientas que el mundo civilizado se ha negado obstinadamente a creer durante diez años. La autoridad ante todo; el respeto a lo mandado, aunque sea ridículo o absurdo; diez años estará en Buenos Aires y en toda la República haciendo azotar y degollar, hasta que la cinta colorada sea una parte de la existencia del individuo, como el corazón mismo. Repetirá en presencia del mundo entero, sin contemplar jamás, en cada comunicación oficial: "Mueran los asquerosos, salvajes, inmundos unitarios!", hasta que el mundo entero se eduque y se habitúe a oír este grito sanguinario, sin escándalo, sin réplica, y ya hemos visto a un magistrado en Chile tributar su homenaje a este hecho, que, al fin, a nadie interesa. ¿Dónde, pues, ha estudiado este hombre el pian de innovaciones que introduce en « 'su gobierno", en desprecio del sentido común, de la tradición, de la conciencia y de la práctica inmemorial de los pueblos civilizados? Dios me perdone si me equivoco, pero esta idea me domina hace tiempo; en la "estancia de ganados", en que ha pasado toda su vida, y en la Inquisición, en cuya tradición ha sido educado. Las fiestas de las parroquias son una imitación e la "hierra" del ganado, a que acuden todos los vecinos; la "cinta que clava a cada hombre, mujer, o niño, es la "marca" con que el propietario reconoce su ganado; el degüello a cuchillo, erigido en medio de ejecución pública, viene de la costumbre de "degollar" las reses que tiene todo hombre en la campaña; la prisión sucesiva de centenares de ciudadanos sin motivo conocido y por años enteros, es el rodeo con que se dociliza el ganado, encerrándolo diariamente en el corral; los azotes por las calles, li Mazorca, las matanzas ordenadas, son otros tantos medios de "domar" a la "ciudad", dejarla al fin como el ganado más manso y ordenado que se conoce. Esta prolijidad y arreglo ha distinguido en su vida privada a don Juan Manuel de Rosas, cuyas estancias eran citadas como el

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modelo de la disciplina de los peones y la mansedumbre del ganado. Si esta explicación parece monstruosa y absurda, denme otra: muéstrenme la razón por qué coinciden de un modo tan espantoso su manejo de una estancia, sus prácticas y administración, con el Gobierno, práctica y administración de Rosas; hasta su respeto de entonces por la propiedad es efecto de que el gaucho gobernador "¡es propietario!" Facundo respetaba menos la propiedad que la vida. Rosas ha perseguido a los ladrones de ganado con igual obstinación que a los unitarios. Implacable se ha mostrado su Gobierno contra los cuereadores de la campaña, y centenares han sido degollados. Esto es laudable, sin duda; yo sólo explico el origen de la antipatía. Pero hay otra parte de la sociedad que es preciso moralizar, enseñar a obedecer, a entusiasmarse cuando "deba" entusiasmarse, a aplaudir cuando "deba" aplaudir, a callar cuando "deba" callar. Con la posesión de la "Suma del Poder Público", la Sala de Representantes queda inútil, puesto que la ley emana directamente de la "persona" del jefe de la República. Sin embargo, conserva la forma, y durante quince años son reelectos unos treinta individuos que están al corriente de los negocios. Pero la tradición tiene asignado otro papel a la Sala; allí Alcorta, Guido y otros han hecho oír en tiempo de Balcarce y Viamonte acento de libertad y reproches al instigador de los desórdenes; necesita, pues, quebrantar esta tradición y dar una lección severa para el porvenir. El doctor don Vicente Maza, presidente de la Sala y de la Cámara de Justicia, consejero de Rosas, y el que más ha contribuido a elevarlo, ve un día que su retrato ha sido quitado de la sala del Tribunal por un destacamento de la Mazorca; en la noche rompen los vidrios de las ventanas de su casa, donde ha ido a asilarse; el día siguiente escribe a Rosas, en otro tiempo su protegido, su ahijado político, mostrándole la extrañeza de aquellos procedimientos y su inocencia de todo crimen. A la noche del tercer día se dirige a la Sala, y estaba dictando al escribiente su renuncia, cuando el cuchillo que corta su garganta interrumpe el dictado. Los representantes empiezan a llegar, la alfombra está cubierta de sangre, el cadáver del presidente yace tendido aún; el señor Irigoyen propone que al día siguiente reúnan el mayor número posible de rodados para acompañar debidamente al cementerio a la ilustre víctima. Don Baldomero García dice: "Me parece bien; pero. no muchos coches. . .; ¿para qué?" Entra el general Guido y le comunican la idea, a lo que contesta, clavándoles unos ojos tamaños y mirándoles de hito en hito: "Coches? ¿Acompañamiento?

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S:R\111:N 10 - TEXTOS I:UNDA\IU\TXL[S Que traigan el carro de la policía y se lo llevan ahora mismo". "Lso decía yo —continúa García—. ¡Para qué coches! .... . La Gaceta del (lía siguiente anunció que los impíos unitarios habían asesinado a Maza. Un gobernador del interior decía, aterrado, al saber esta catástrofe: "Es imposible que sea Rosas el que lo ha hecho asesinar!" A lo que su secretario añadió: ''Y si él lo ha hecho, razón ha de haber tenido''; en lo (ll1e convinieron todos los circunstantes. Efectivamente, tenía razón. Su hijo, el coronel Maza, tenía tramada una conspiración en que entraba todo el ejército, y después Rosas decía que había muerto al anciano padre por no darle ci pesar de ver morir a su querido hijo. Pero aún me falta entrar en el vasto campo de la política general de Ross con respecto a la República entera. Tiene ya su "gobierno"; Facundo ha muerto dejando ocho provincias huérfanas, unitarizadas bajo su influencia. La República marcha visiblemente a la unidad del Gobierno, a que su superficie llana, su puerto único, la condenan. Se ha dicho que es federal, llámasela Confederación Argentina, pero toda va encaminándose a la unidad más absoluta; desde 1835 viene fundiéndose desde el interior en formas prácticas e influencias. No bien se recibe Rosas del gobierno en 1835, cuando declara, por una proclamación, que los "impíos unitarios" han asesinado alevosamente al ilustre general Quiroga, y que él se propone castigar atentado tan espantoso, que ha privado a la Federación de su columna más poderosa. ¡Qué! —decían abriendo un palmo de boca los pobres unitarios al leer la proclama--. ¡Qué!. . . Los Reinafé ¿son unitarios? ¿No son hechura de López? ¿No entraron en Córdoba persiguiendo el ejército de Paz? ¿No están en activa y amigable correspondencia con Rosas? ¿No salió (le Buenos Aires, Quiroga, con solicitud de Rosas? ¿No iba un chasque delante de él, que anunciaba a los Reinafé su próxima llegada? ¿No tenían los kcinafé preparada de antemano la partida que debía asesinarlo'. . . Nada; los impíos unitarios han sido los asesinos, ¡y desgraciado el que dude de ello! Rosas manda a Córdoba a pedir los preciosos restos de Quiroga, la galera en que fue muerto, y se le hacen en Buenos Aires las exequias más suntuosas que hasta entonces se han visto; se manda cargar luto a la "ciudad" entera. Al mismo tiempo dirige una circular a todos los gobiernos, en la que les pide que nombren "a él", juez árbitro para seguir la causa y juzgar a los impíos unitarios que han asesinado a Quiroga; les indica la forma en que han de autorizarlo, y por cartas particulares les encarece la importan-

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BIOGRAFIAS cia de tal medida; los halaga, seduce y ruega. La autorización es unánime, y los Reinafé son depuestos y presos todos los que han tenido parte, noticia o atingencia con el crimen, y conducidos a Buenos Aires. Un Reinafé se escapa y es alcanzado en el territorio de Bolivia; otro pasa al Paraná y más tarde cae en manos de Rosas, después de haber escapado en Montevideo de ser robado por un capitán de buque. Rosas y el doctor Maza siguen la causa de noche, a puertas cerradas. El doctor Gamboa, que se toma alguna libertad en la defensa de un reo subalterno, es declarado impío unitario por un decreto de Rosas. En fin: son ajusticiados todos los criminales que se han aprehendido, y un voluminoso extracto de la causa ve la luz pública. Dos años después había muerto López, de Santa Fe, de enfermedad natural, si bien el médico maridado por Rosas para asistirlo recibió más tarde una casa de la Municipalidad, por recompensa de sus servicios al Gobierno. Cullen, el secretario de López en la época de la muerte de Quiroga, y que a la de López queda gobernador de Santa Fe por disposición testamentaria del finado, es depuesto por Rosas y sacado, al fin, de Santiago del Estero, donde se ha asilado, y a cuyo gobernador manda Rosas una talega de onzas, o la declaración de la guerra si el amigo no entrega a su amigo. El gobernador prefiere las onzas; Cullen es entregado a Rosas, y al pisar la frontera de Buenos Aires encuentra una partida y un oficial que le hace desmontarse del caballo y lo fusila. La Gaceta de Buenos Aires publica después una carta de Cullen a Rosas, en que había indicios claros de la complicación del gobierno de Santa Fe en el asesinato de Quiroga, y como el finado López, decía La Gaceta, tenía plena confianza en su secretario, ignoraba el atroz crimen que éste estaba preparando. Nadie podía replicar entonces que si López lo ignoraba, Rosas no, porque a él era dirigida la carta. U Itimamente, el doctor don Vicente Maza, el secretario de Rosas y procesador de los reos, murió también degollado en la sala de sesiones; de manera que Quiroga, sus asesinos, los jueces de los asesinos y los instigadores del crimen, todos tuvieron en dos años la mordaza que la tumba pone a las revelaciones indirectas. Id ahora a preguntar quién mandó matar a Quiroga.¿López? No se sabe. Un mayor MusIera, de auxiliares, decía una vez en presencia de muchas personas en Montevideo: "Hasta ahora no he podido descubrir por qué me ha tenido preso e incomunicado ci general Rosas durante dos años y cinco meses. La noche anterior a mi prisión estuve en su casa.

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SARMItNIO - TEXTOS FUNDAl11NTALES Su herniaia y yo estábamos sentados en un sofá, mientras que él se paseaba a lo largo de la sala, con muestras visibles de descontento. ¿A qué no adivina -me dijo la señora -, por qué está así Juan MarLuel? Es porque me está viendo este ramito verde que tengo en las manos; ahora verá, añadió tirándolo al suelo. Efectivamente, don Juan Manuel se detuvo a poco andar, se acercó a nosotros, y me dijo en tono familiar: - ¿Y qué se dice en San Luis de la muerte de Quiroga? —Dicen, señor, que S. E. es quien lo ha hecho matar. —Sí? ¿Así se corre?... Continuó paseándose; me despedí después, y al día siguiente fuí preso y he permanecido hasta el día en que llegó la noticia de la victoria de Yungay, en que, Cofl doscientos más, fui puesto en libertad." El mayor Musiera mur.ó también combatiendo contra Rosas, lo que no ha estorbado que se continúe hasta ci día de hoy diciendo lo mismo que había oído aquél. Pero el vulgo no ha visto en la muerte de Quiroga y el enjuiciamiento de sus asesinos más que un crimen horrible. La Historia verá otra cosa; en lo primero: la fusión de la República en una unidad compacta, y en el enjuiciamiento de los Rcinafé, gobernadores de una provincia, el hecho que constituye a Rosas jefe del Gobierno unitario absoluto, que desde aquel día y que por aquel acto se constituye en la República Argentina. Rosas, investido del poder de juzgar a otro gobernador, establece en las conciencias de los demás la idea de la autoridad suprema de que está investido. Juzga a los Reinafé por un crimen averiguado; pero en seguida manda fusilar sin juicio previo a Rodríguez, gobernador de Córdoba, que sucedió a los Reinafé, por no haber obedecido a todas sus instrucciones; fusila en seguida a Cullen, gobernador de Santa Fe, por razones que él solo conoce, y, últimamente, expide un decreto por el cual declara que ningún gobierno de las demás provincias será reconocido válido mientras no obtenga su exeqzlatur. Si aún se duda que ha asumido el mando supremo, y que los demás gobernadores son simples bajáes, a quLenes puede mandar el cordón morado cada vez que no cumplan con sus órdenes, expedirá otro en el que deroga todas las leyes existentes de la República desde el año 1810 en adelante, aunque ha y an sido dictadas por los Congresos generales o cualquiera otra autoridad competente; declarando, además írrito y de ningún valor todo lo que, a consecuencia y n cumplimiento de esas leyes, se hubiese obrado hasta entonces. Yo pregunto, ¿qué legislador, qué Moisés o Licurgo, llevó más adelante el intento (le refundir una sociedad bajo un plan


BIOGRAFIAS nuevo? La revolución de 1810 queda por este decreto derogada: ley ni arreglo ninguno queda vigente; el campo para las innovaciones limpio como la palma de la mano, y la República entera sometida sin dar una batalla siquiera y sin consultar a los caudillos. La Suma del Poder Público, de ' que se había investido para Buenos Aires solo, la extiende a toda la República, porque no sólo no se dice que es ci sistema unitario el que se ha establecido, del que la persona de Rosas es el centro, sino que con mayor tesón que nunca se grita: ¡V iva la Federación; q;/iteran los unitarios! El epíteto unitario deja de ser el distintivo de un partido, y pasa a expresar todo lo que es execrado: los asesinos (le Quiroga son unitarios; Rodríguez es unitario; Cullen, unitario; Santa Cruz, que trata de establecer la confederación perúboliviana ¡sic], unitario. Es admirable la paciencia que ha mostrado Rosas en fijar el sentido de ciertas palabras y el tesón de repetirlas. En diez años se habrá visto escrito en la República Argentina treinta millones de veces: ¡V iva la Confederación! ¡V iva ci ilustre restaurador! ¡Mueran los salvajes unitarios!, y, nunca el cristianismo ni el mahometismo multiplicaron tanto sus símbolos respectivos, la cruz y la creciente, para estereotipar la creencia moral en exterioridades materiales y tangibles. Todavía es preciso afinar aquel dicterio de unitario; fue primero lisa y llanamente unitarios, más tarde los impíos unitarios, favoreciendo con eso las preocupaciones del partido ultracatólico que secundó su elevación. Cuando se emancipó de ese pobre partido, y el cuchillo alcanzó también a la garganta de curas y canónigos, fue preciso abandonar la denominación de impíos; la casualidad suministró una coyuntura. Los diarios de Montevideo empezaron a llamar salvaje a Rosas; un día la Gaceta de Buenos Aires apareció con esta agregación al tema ordinario: mueran los salvajes unitarios; repitiólo la Mazorca, repitiéronlo todas las comunicaciones oficiales, repitiéronlo los gobernadores del interior, y quedó consumada la adopción. "Repita usted la palabra salvaje - escribía Rosas a López hasta la saciedad, hasta aburrir, hasta cansar. Yo sé lo que digo, amigo". Más tarde se le agregó inmundos, más tarde asquerosos, más tarde, en fin, don Baldomero García, decía en una comunicación al Gobierno de Chile, que sirvió de cabeza al proceso a Bedoya, que era aquel emblema y aquel letrero "una señal de conciliación y de paz", porque todo el sistema se reduce a burlarse del sentido común. La unidad de la República se realiza a fuerza de negarla; y desde que todos dicen federación, claro está que hay unidad. Rosas se

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SARMII'NIO - IFXTOS FU\I) \'dI \FALES llama encargado de las Relaciones Exteriores de la República, )' sólo cuando la fusión está consumada y ha pasado a tradición, a los diez a os después, don Baldomero García en Chile, cambia aquel títu o por el (le Director Supremo (le los asuntos de la República. He aquí, pues, la República unitarizada, sometida toda ella al arbitrio de Rosas; la antigua Cuestión de los partidos de ciudad, desnatural zada; cambiado el sentido de las palabras e introducido el régimen de la estancia de ganados en la administración de la República más guerrera, más entusiasta por la libertad, y que más sacrificios hizo para conseguirla. La muerte de López le entregaba a Santa Fe, la de los Reinafé a Córdoba, la de Facundo a las ocho provincias de la falda de los Andes. Para tornar posesión de todas ellas bastáronle algunos obsequios personales, algunas cartas amistosas y algunas erogaciones del erario Los Auxiliares acantonados en San Luis, recibieron un magnífico vestuario, y sus sueldos empezaron a pagarse de las cajas de Buenos Aires. El padre Aldao, a más de una suma de dinero, empezó a recibir su sueldo de general (le manos (le Rosas, y el general Heredia, de Tucumán, que, con motivo de la muerte de Quiroga, escribía a un amigo suyo: "Ay, amigo! No sabe lo que ha perdido la República con la muerte de Quiroga! ¡Qué porvenir, qué pensamiento tan grande de hombre! Quería constituir la República y llamar a todos los emigrados para que contribuyesen con sus luces y saber a esta grande obra"; el general Heredia recibió un armamento y dinero para preparar la guerra contra el impío Unitario Santa Cruz, y se olvidó bien pronto del cuadro grandioso que Facundo había desenvuelto a su vista en las conferencias que con él tuvo antes de su muerte. Una medida administrativa que influía sobre toda la nación, vino a servir de ensa yo y manifestación de esta fusión unitaria y dependencia absoluta de Rosas. Rivadavia había establecido correos que de ocho en ocho días llevaban y traían la correspondencia de las provincias a Buenos Aires, y uno mensual a Chile y otro a Bolivia, que daban el nombre a las dos líneas generales de comunicación establecidas en la República. Los Gobiernos civilizados del mundo ponen hoy toda solicitud en aumentar, a costa de gastos inmensos, los correos, no sólo de ciudad a ciudad, día por día y hora por hora, sino en el seno mismo de las grandes ciudades, estableciendo estafetas de barrio, y entre todos los puntos de la tierra por medio de las líneas de vapores que atraviesan

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el Atlántico o costean el Mediterráneo, porque la riqueza de los pueblos, la seguridad de las especulaciones de comercio, todo depende de la facilidad de adquirir noticias. En Chile vemos todos los días, o los reclamos de los pueblos para que se aumenten los correos, o bien la solicitud del Gobierno para multiplicarlos por mar o por tierra. En medio de este movimiento general del mundo para acelerar las comunicaciones de los pueblos, don Juan Manuel de Rosas, para mejor gobernar sus provincias, suprime los correos, que no existen en toda la República hace catorce años. En su lugar establece chasques de gobierno, que despacha él, cuando hay una orden u una noticia que comunicar a sus subalternos. Esta medida horrible y ruinosa ha producido, sin embargo, para su sistema las consecuencias más útiles. La expectación, la duda, la incertidumbre se mantienen en el interior; los gobernadores mismos se pasan tres o cuatro meses sin recibir un despacho, sin saber sino de oídas, lo que en Buenos Aires ocurre. Cuando un conflicto ha pasado, cuando una ventaja se ha obtenido, entonces parten los chasques al interior conduciendo cargas de Gacetas, partes y boletines, con una carta al amigo, al compañero y gobernador, anunciándole que los salvajes unitarios han sido derrotados, que la Divina Providencia vela por la conservación de la República. Ha sucedido en 1843, que en Buenos Aires las harinas tenían un precio exorbitante, y las provincias del interior lo ignoraban; algunos que tuvieron noticias privadas de sus corresponsales, mandaron cargamentos que les dejaron pingües utilidades. Entonces las provincias de San Juan y Mendoza, en masa, se movieron a especular sobre las harinas. Millares de cargas atraviesan la pampa, llegan a Buenos Aires, y se encuentran... que hacía dos meses que habían bajado de precio, hasta no costear ni los fletes. Más tarde se corre en San Juan que las harinas han tomado valor en Buenos Aires; los cosecheros suben el precio; suben las propuestas; se compra el trigo por cantidades exorbitantes; se acumula en varias manos, hasta que, al fin, una árrea que llega, descubre que no ha habido alteración ninguna en la plaza, que ella deja su carga de harina porque no hay ni compradores. ¡Imaginaos, si podéis, pueblos colocados a inmensas distancias, ser gobernados de este modo! Todavía en estos últimos años las consecuencias de sus tropelías le han servido para consumar su obra unitaria. El gobierno de Chile, despreciado en sus reclamaciones sobre males inferidos a


SRMtENIO TEXTOS FUXDAfILN1 ALIS sus súbditos, creyó oportuno cortar las relaciones comerciales con las provincias de Cuyo. Rosas aplaudió la medida, y se calló la boca. Chile le proporcionaba lo que él. no se había atrevido a intentar, que era cerrar todas las vías de comercio que no dependiesen de Buenos Aires. Mendoza y San Juan, La Rioja y Tucumán, que proveían de ganados, harina, jabón y otros ramos valiosos a las provincias del norte de Chile, han abandonado este tráfico. Un enviado ha venido a Chile, que esperó seis meses en Mendoza, hasta que se cerrase la cordillera, NI que hasta aquí hace tres meses no ha hablado una palabra de abrir el comercio. Organizada la República bajo un plan de combinaciones tan fecundas n resultados, contráj ose Rosas a la organización de su poder en Buenos Aires, echándole bases duraderas. La campaña lo había empujado sobre la ciudad; pero abandonando él la estancia por el Fuerte, necesitando moralizar esa misma campaña como propietario y borrar el camino por donde otros comandantes de campaña podían seguir sus huellas, se consagró a levantar un ejército, ue se engrosaba de día en día, y que debía servir a contener la República en la obediencia :v a llevar el estandarte de la santa causa a todos los pueblos vecinos. No era sólo el ejército la fuerza que había sustituido a la adhesión de la campaña y a la opinión pública de la ciudad. Dos pueblos distintos, de razas diversas, vinieron en su apoyo. Existe en Buenos Aires una multitud de negros, de los millares quitados por los corsarios durante la guerra del Brasil. Forman asociaciones según los pueblos africanos a que pertenecen, tienen reuniones públicas, caja municipal, y un fuerte espíritu de cuerpo que los sostiene en medio de los blancos. Los africanos son conocidos por todos los viajeros como una raza guerrera, llena de imaginación y de fuego, y aunque feroces cuando están excitados, dóciles, fieles y adictos al amo o al que los ocupi. Los europeos que penetran en el interior del Africa, toman negros a su servicio, que los defiendan de los otros negros y se exponen por ellos a los mayores peligros. Rosas se formó una opinión pública, un pueblo adicto en la población negra negra de Buenos Aires, y confió a su hija doña Manuelita, esta parte de su gobierno. La influencia de las negras para con ella, su favor para con el gobierno, han sido siempre sin límites. Un joven sanjuanino estaba en Buenos Aires cuando Lavalle se acercaba en 1840; había pena de la vida para el que saliese del recinto de la ciudad. Una negra vieja, que en otro tiempo Jiabía pertenecido a su familia y había sido vendida en

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BIOGRAFIAS Buenos Aires, lo reconoce; sabe que está detenido: "Amito —le dice— ¿cómo no me había avisado? En el momento voy a conseguirte pasaporte. - ¿Tú? - Yo, amito; la señorita Manuela no me lo negará". Un cuarto de hora después, la negra volvía con el pasaporte firmado por Rosas con orden a las partidas de dejarlo salir lihrement. Los negros ganados así para el gobierno, ponían en manos de Rosas un celoso espionaje en el seno de cada familia, por los sirvientes y esclavos, proporcionándole, además, excelentes e incorruptibles soldados de otro idioma y de una raza salvaje. Cuando Lavalle se acercó a Buenos Aires, el Fuerte y Santos Lugares estaban llenos, a falta de soldados, de negras entusiastas vestidas de hombres, para engrosar las fuerzas. La adhesión de los negros dio al poder de Rosas una base indestructible. Felizmente, las Continuas guerras han exterminado va la parte masculina de esta población, que encontraba su patria y su manera de gobernar en el amo a quien servía. Para intimidar la campaña, atrajo a los fuertes de] Sur algunas tribus salvajes, cuyos caciques estaban a sus órdenes. Asegurados estos puntos principales, el tiempo irá consolidando la obra de organización unitaria que el crimen había iniciado, y sostenía la decepción y la astucia. La República así reconstruida, sofocado el federalismo de las provincias, y por persuasión, Conveniencia o temor, obedeciendo todos sus gobiernos a la impulsión que se le da desde Buenos Aires, Rosas necesita salir de los límites de su Estado para ostentar afuera, para exhibir a la luz pública la obra de su ingenio. ¿De qué le habría servido absorberse las pro vincias, si al fin, había de permanecer, como el doctor Francia, sin brillo en el exterior, sin contacto ni influencias sobre los pueblos vecinos? La fuerte unidad dada a la República sólo es la base firme que necesita para lanzarse y producirse en un teatro más elevado, porque Rosas tiene conciencia de su valer y espera una nombradía imperecedera. Invitado por el gobierno de Chile, toma parte en la guerra que este Estado hace a Santa Cruz. ¿Qué motivos le hacen abrazar con tnt() ardor una guerra lejana y sin antecedentes para él? Una idea fija que lo domina desde mucho antes de ejercer el gobierno supremo de la República, a saber: la reconstrucción del antiguo virreinato de Buenos Aires. No es que por entonces conciba apoderarse de Bolivia, sino que, habiendo cuestiones pendientes sobre límites, reclama la provincia de Tarja; lo demás lo darán el tiempo y las circunstancias. A la

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SARMIENTO - IlIXTOS FUNDAMENTALES otra orilla del Plata ha y tuubién una desmembración del virreinato: la República Oriental. Allí Rosas halla medios de establecer su influencia con el gobierno (le Oribe, y si no obtiene que no lo ataque a prensa, consigue al menos que ci pacífico Rivadavia, los Agüero, Varela y otros unitarios de nota, sean expulsados del territorio oriental. Desde entonces, la influencia de Rosas se encarna más y más en aquella República, hasta que al fin el ex presidente Orihe se constituye en general de Rosas, y los emigrados argentinos se confunder, con los nacionales en la resistencia que oponen a esta conquista disfraada con nombres especiosos. Más tarde, y cuando el doctor Fi ancia muere, Rosas se niega a reconocer la independencia del Paraguay, siempre preocupado de su idea favorita, la reconstrucción del antiguo virreinato. Pero todas estas manifestaciones de la confederación argentina, no bastan a mostrarlo en toda su luz; necesítase un campo más vasto, antagonistas más poderosos, cuestiones de más brillo, una potencia europea, en fin, con quien habérselas y mostrarle lo que es un gobierno americano original, y la fortuna no se esquiva esta vez para ofrecérsela. La Francia mantenía en Buenos Aires, en calidad de agente consular, un joven de corazón, y capaz de simpatías ardientes por la civilización y la libertad. M. Roger está relacionado con la juventud literata de Buenos Aires, y mira, con la indignación de un corazón joven y francés, los actos de inmoralidad, la subversión de todo principio de justicia y la esclavitud de un pueblo que estima altamente. Yo no quiero entrar en la apreciación de los motivos ostensibles que motivaron el bloqueo de Francia, sino en las causas que venían preparando una colisión entre Rosas y los agentes de los poderes europeos. Los franceses, sobre todo, se habían distinguido ya en 1828, por su decisión entusiasta por la causa que sostenían los antiguos unitarios. M. Guizot ha dichos en pleno parlamento, que sus conciudadanos son muy ent:ometidos: yo no pondré en duda autoridad tan competente; lo i'mico que aseguraré es que, entre nosotros, los franceses residentes se mostraron siempre franceses, europeos y hombres de corazón; si después, en Montevideo, se han mostrado lo que en 1828, eso probará que todos los tiempos son entrometidos, o bien que hay algo en las cuestiones políticas del Plata que les toca muy de cerca. Sin er:lbargo, yo no comprendo cómo concibe M. Guizot que en un país cristiano, en que los franceses residentes tienen sus

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hijos y su fortuna, y esperan hácer de él su patria definitiva, han de mirar con indiferencia ci que se levante y afiance un sistema de gobierno que destruye todas las garantías de las sociedades civilizadas, y abjura todas las tradiciones, doctrinas y principios que ligan aquel país a la gran familia europea. Si la escena fuese en Turquía o en Persia, comprendo muy bien que serían entrometidos por demás los extranjeros que se mezclasen en las querellas de los habitantes; entre nosotros, y cuando las cuestiones son de la clase de las que allí se ventilan, hallo muy difícil de creer que el mismo Al. Guizot conservase cachaza suficiente para no desear siguiera el triunfo de aquella causa que más de acuerdo está con su educación, hábito e ideas europeas. Sea de ello lo que fuere, lo cierto es que los europeos, de cualquier nación que sean, han abrazado con calor un partido, y para que esto suceda, causas sociales muy profundas deben militar para vencer el egoísmo natural al hombre extranjero; más indiferentes se han mostrado siempre los americanos mismos. La Gaceta de Rosas se queja hasta hoy de la hostilidad puramente personal de Purvis y otros agentes europeos, que favorecen a los enemigos de Rosas aun contra las órdenes expresas de sus gobiernos. Estas antipatías personales de europeos civilizados, más que la muerte de Bacle, prepararon el bloqueo. El joven Roger quiso poner el peso de la Francia en la balanza en que no alcanzaba a pesar bastante el partido europeo civilizado que destruía Rosas, y Al. Martigny, tan apasionado corno él, lo secundó en aquella obra más digna de esa Francia ideal que nos ha hecho amar la literatura francesa, que de la verdadera Francia, que anda arrastrándose hoy día tras de todas las cuestiones de hechos mezquinos y sin elevación de ideas. Una desavenencia con la Francia era para Rosas el bello ideal de su gobierno, y no sería dado saber quién agriaba más la discusión si 2\i. Roger, con sus reclamos, su deseo de hacer caer aquel tianu árbaro Rosas, animado de su ojeriza contra los extranjeros, trajes,costumbres e ideas de gobierno. "Este bloqueo - decía Rosas, frotándose las manos de contento y entusiasmo va a llevar mi nombre por todo el mundo, y la América me mirará como el defensor (le su independencia". Sus anticipaciones han ido más allá de lo que él podía prometcrsc, y sin duda que ni Mehemct Alí, ni Abdcl-Kader, gozan hoy en la tierra de una nombradía más sonada que la suya. En cuanto a defensor de la independencia americana, título que él se ha arrogado, los hombres ilustrados de la América cm-

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES piezan ho y a disputárselo, y acaso los hechos vengan tristemente a mostrar que sólo Rosas podía echar a la Europa sobre la América y forzarla a intervenir en las cuestiones que de este lado del Atlántico se agitan. La triple intervención que se anuncia, es la primera que ha tenido lugar en los nuevos estados americanos. El bloqueo francés fue la vía pública por la cual llegó a manifestarse sin embozo el sentimiento llamado propiamente americanismo. Todo lo que de bárbaros tenemos, todo lo que nos separa de la Europa culta, se mostró desde entonces en la República Argentina organizado el sistema y dispuesto a formar de nosotros una entidid aparte de los pueblos de procedencia europea. A la par de la destrucción de todas las instituciones que nos esforzarnos por todas partes en copiar a la Europa, iba la persecución al frac, a la moda, a las patillas, a los peales del calzón, a la forma del cuello del chaleco y al peinado que traía al figurín; y a estas exterioridades europeas se Sustituía el pantalón ancho y suelto, el chaleco colorado, la chaqueta corta, el poncho, corno trajes nacionales eminentemente americanos, y este mismo clon Baldomero García, que hoy nos trae a Chile el mueran los salvajes, asquerosos, inmundos unitarios, como "signo de conciliación y de paz", fue botado a empujones del Fuerte un día en que, como rnagistrac.o, acudía a un besamanos, por tener el salvajismo asqueroso e inmundo de presentarse con frac. Desde entonces la Gaceta ensancha, cultiva, agita y desenvuelve en el ánimo de sus lectores el odio a los europeos, el desprecio (le los europeos que quieren conquistarnos. A los franceses los llama titriteros tiñosos; a Luis Felipe, guarda chanchos unitario, y a la política europea, bárbara, asquerosa, brutal, sanguinaria, crue', inhumana. El bloqueo principia, y Rosas escoge medios de resistirlo, dignos de una guerra entre él y Francia. Quita a los catedráticos de las universidades sus rentas; a las escuelas primarias de hombres y de mujeres las dotaciones cuantiosas que Rivadavia les había asignado; cierra todos los establecimientos filantrópicos; los locos son arrojados a las calles, y los vecinos se encargan de encerrar en sus casas aquellos peligrosos desgraciados. ¿No hay una exquisita penetración en estas medidas? ¿No se hace la verdadera guerra a la Francia, que en luces está a la cabeza de la Europa, atacándola en la educación pública? El mensaje de Rosas anuncia todos los años que el celo de los ciudadanos mantiene los establecimientos públicos. ¡Bárbaro! ¡Es la ciudad que trata de salvarse de ser convertida en pampa si abandona la educaci . n que la liga al mundo civilizado! Efectivamente, ci doc-

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BIOGRAFIAS tor Alcorta y otros jóvenes dan lecciones gratis en la universidad durante muchos años, a fin de que no se cierren los cursos; los maestros de escuela continúan enseñando, piden a los padres de familia una limosna para vivir porque quieren continuar dando lecciones. La Sociedad de Beneficencia recorre secretamente las casas en busca de suscripciones; improvisa recursos para mantener a las heroicas maestras que, con tal que no se mueran de hambre, han jurado no cerrar sus escuelas, y el 25 de mayo presentan sus millares de alumnas de todos los años, vestidas de blanco, a mostrar sus aprovechamientos en los exámenes públicos. . . Ah, corazones de piedra! Nos preguntaréis todavía por qué combatimos? Diera con lo que precede, por terminadas las consecuencias que de la vida de Facundo Quiroga se han derivado en los hechos históricos y en la política de la República Argentina, si por conclusión de estos apuntes aún no me quedara que apreciar las consecuencias morales que ha traído la lucha de las campañas pastoras con las ciudades, y los resultados ya favorables, ya adversos, que ha dado para el porvenir de la República. (Facundo.)

ALZAGA En 1829, sabe usted que Alzaga, federal, salió a la campaña y reunió 3.000 gauchos contra Lavalle. Recuerda usted la fisonomía arrogante del señor Alzaga, sus modales altaneros, su gallarda presencia y su influencia entre los hacendados. Alzaga, radioso de haber reunido tan crecido número de partidarios, los forma y se avanza él solo al campo de Rosas, que estaba a poca distancia. Venía a ofrecerle el tributo de su cooperación y recibir sus órdenes. Alzaga llega y se desmonta haciendo sonar las espuelas que decoraban sus botas granaderas. Llega con paso firme a la puerta de la tienda de Rosas, y dos edecanes le avisan que no se puede hablar con su excelencia el general. Aguarda Alzaga, se pasea garbosamente por delante de la tienda. Eran las ocho de la mañana, y fueron las doce del día, y las dos de la tarde, y al fin las piernas le flaqueaban y vabidos de estómago vacío aturdían su cabeza. Hubo al fin de acercarse al fuego de los asistentes y aceptar un mate, y al fin tirar, a fuer (le militar, un tajo en el asado que ellos comían. Usted ha dicho

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES en su carta a Melgarejo que "el amo y el criado, el general y el soldado obedecen a la par". Custine había notado ya, antes que usted, en Rusia, esta igualdad en la degradación; porque eso significa su observación de usted, o no significa nada, puesto que en Chile no es una novedad muy grande saber que amos y criados, soldados y generales, obcdcccn a la par a las leyes. Yo añadiré que generales y amos obedecen aquí mucho más que criados y soldados. ¡Visite usted los tribunales y las prisiones para convencerse de ello! Pero vamos a la historia de su cuñado. El sol se escondió entre las hierbas de la pampa; la noche vino fresca, como había sido ardiente el día, y el general tuvo que aceptar las atenciones de sus com pañeros de degradación, los asistentes. Amaneció otro día y anocheció para él, sin cambio de situación, y sobrevino el tercero, y al fin Rosas se asonló a la puerta de su tienda, diciendo: ¡qué!, aquí don Félix Alzaga, el primer federal, el hombre a quien la patria debe todo, y no inc lo han dicho. Venga usted, acá, compañero, a mis brazos; traigan mate, hablenios ... ¿Qué novedades hay? Qué quiere usted, tengo la cabeza volada! ¡Está visto, no soy yo hombre para mandar! ¡El trabajo me abruma! Hace tres días que no levanto la cabeza de los papeles... Alzaga, que sabía que lo habían estado mirando tres días expuesto a la vergüenza pública, ajándolo para anularlo y degradarlo, aceptó esta horrible farsa. (Carta a M. Fraguciro. Obras: T. V I.)

LAS RENUNCIAS

En 1833 es derrocado por una revolución hecha por los partidarios de Rosas, el gobierno federal del general Balcarce. El tiene un ejército, y la junta de representantes y el gobierno tienen tropas. Sospecha de intimidación. El general Viamontc sucede a Balcarce, y es hostilizado por los partidarios de Rosas, hasta que renuncia, porque el ejército que manda Rosas, no apoya al gobierno sino a los anarquistas. Sospecha de intimidación. Desde entonces no se nombra gobernador en Buenos Aires, porque no hay un solo ciudadano que quiera aceptar tan encumbrado puesto, y el presidente de la sala de representantes, el doctor Maza, amigo e instrumento de Rosas, queda encargado del

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BIOGRAFIAS gobierno por más de un año, hasta que Rosas, que estaba acampado en San José de Flores con 2.000 hombres, es nombrado gobernador. Prueba evidente de intimidación, obrada por el jefe de la fuerza armada, que sólo sirve para dar alas a los revoltosos, organizados bajo ci nombre de Sociedad Popular, que después se llamó Mazorca, por un regalo que le hizo Rosas de una gran mazorca de maíz, llena de cintas coloradas, para que se la metiesen a los salvajes unitarios, palabras textuales del mensaje con que acompañaba el general Rosas el don. En junio 30 de 1834 la sala de representantes nombra gobernador al jefe del ejército que está acampado un año hace a las puertas de Buenos Aires, soplando la anarquía; puesto que el gobierno no puede triunfar de ella. Sospecha vehemente de intimidación de los ánimos. Rosas renuncia el empleo de gobernador, bajo pretextos frívolos; pero en realidad porque no le quería conceder la junta de representantes facultades extraordinarias. Con fecha 6 de julio insiste la sala en el nombramiento, pero no le da facultades extraordinarias, lo que prueba que no era voluntad espontánea dárselas. En julio 9 renuncia por segunda vez Rosas. En julio 10 insiste la sala, pero sin conceder facultades extraordinarias. Tercera renuncia del jefe del ejército el 13 de julio, desde San José de Flores. Julio 24, insiste la sala, pero no • por eso concede facultades extraordinarias. Cuarta renuncia del comandante general de campaña, en 24 de julio, que admite la sala el 28, en atención de haber dicho Rosas que se persuadan de una vez que su resolución es absolutamente invariable, y que no ha y le y alguna coactiva y que la contraríe. En esta lucha de meses entre la junta de representantes y el caudillo del ejército, que sitia a Buenos Aires desde San José de Flores, no se escapa de la sala de representantes la concesión de facultades extraordinarias, prueba evidente de que no era su voluntad concederlas. La dictadura que quería arrancarse a la sala de representantes y que no cedió sino después de nueve meses de resistencia, se pedía en el momento mismo en que se estaba discutiendo un proyecto de constitución de la provincia de Buenos A ires, presentado a la sala por la comisión, el 19 de diciembre de 1833. La

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES sala, previendo el desenlace de las maquinaciones de Rosas, quería oponerle una Constitución sancionada y promulgada que contuviese sus desmanes; pues ya venía en marcha sobre Buenos Aires con el ejército de su mando. En esta constitución se disponía que "la cámara de representantes, tendría el derecho exclusivo de acusar ante el Senado al gobernador de la provincia y sus ministros.. por violación de la constitución, principalmente, con respecto a los derechos primarios de los ciudadanos. - LXXX. El gobernador durará en el cargo por el término de tres años, y no podrá ser reelecto sino después de seis, de haber cesado. - CXLI. Todos los babitantes de la provincia tienen derecho a ser protegidos en el goce de su vida, reputación, libertad, seguridad y propiedad. - CXLIII. Todo hombre puede publicar por la prensa sus opiniones. Los abusos cometidos por este medio, serán juzgados en virtud de una ley particular y calificados por un tribunal de jurados. - CXLVIII. Queda abolida toda confiscación y toda pena cruel y de infamia trascendental. - CLIV. Ninguna ley tendrá fuerza retroactiva. - CLVIII. La ley declara inviolable toda correspondencia particular; nadie podrá interceptarla ni abrirla sin hacerse reo de la seguridad personal. - CLIX. La casa del ciudadano es inviolable. - CLX. Niiigún habitante de la provincia podrí ser penado y confinado sin que preceda juicio y sentencia legal. - CLXI. Tampoco podrá ser obligado a hacer lo que no le manda la ley, ni privado de lo que ella no prohibe. CLXXI. Todo rigor que no sea necesario para asegurar la persona de un individuo, será severamente re primido. - CLXXIII. Jamás se usará del tormento en la provincia". Este provecto expresa bien claro cuál era la mente de los representantes dc Buenos Aires a fines de 1833, y por tanto a principios y a mediados de 1834, en que fue electo gobernador Rosas. Esta es la mente expresa de los federales, y estas disposiciones son la condenación y la previsión de todos los actos horribles de la administración del caudillo, a quien no facultaron para violar todas las leyes, sino después de rueve meses de resistencia, y cuando el asesinato del general Quiroga había redoblado el terror de los espíritus. Lo que debió pasarse en los ánimos (le Buenos Aires después de esto, no consta de actos públicos; pero lo que pasó en el tiempo que medi3 entre el 30 de junio de 1834 y el 7 de marzo de 1835, puede colegirse de la circunstancia de que en estos nueve meses la sala no intentó nombrar gobernador ninguno a la provincia en acefalía; que Rosas permanecía con SU ejército a la entrada de Buenos Aires, los muertos y tropelías se aumentaban, y

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que el 5 de febrero ocurrió el horrible asesinato del general Quiroga, único caudillo que podía contener a Rosas, asesinato hecho oficialmente por gobiernos amigos de Rosas. El 7 de marzo, la junta de representantes de Buenos Aires, después de haber visto dos gobernadores caer a los ataques de la mazorca, después de cuatro renuncias de Rosas para gobernar conforme a las leyes, después de un año de acefalía y de angustias, después de asesinado el general Quiroga, la junta de representantes nombra a don Juan Manuel de Rosas gobernador por cinco años, con la suma del poder público por todo el tiempo que el electo lo quiera. ¿Hay o no violencia, intimidación, ejercida sobre los electores? ¿Basta a disimularla la consulta hecha a los ciudadanos, formulada por Rosas mismo en estos términos: se aprueba o no el nombramiento hecho por la sala? Cuando el artículo 10 del decreto especial para el caso, establece "que a cada una de las parroquias se proveerá por el Poder Ejecutivo de dos escribientes que lleven un registro en que se escribirá el nombre, apellido, domicilio y opinión del que se presente voluntariamente a emitirla con palabras claras y categóricas, de estar o no conforme con la citada ley" 1, dos escribientes dados por el Poder Ejecutivo para tomar nota del domicilio de cada votante, eran dos esbirros de la sociedad de la mazorca para leer en los semblantes, para mostrar a los electores el mango del puñal, que por instinto lleva cada uno de los miembros de aquella horda de asesinos al servicio de don Juan Manuel de Rosas. ¿Hasta dónde puede llevarse la brutalidad de un gobernador, que cree legalizar la violencia que hace a los espíritus, a fuerza de consignar en los actos públicos los medios mismos de intimidación que se propone disimular? Y como si la sala hubiera querido dejar rastros en el decreto mismo de la violencia oculta que había en todo esto, dice que se tome la "opinión del que se presente voluntariamente a emitirla". ¿Qué significa aquí en una elección popular la palabra voluntariamente? Pueden ir a las mesas receptoras votantes a decir su nombre, apellido, domicilio y opinión, para que dos escribientes dados por el Poder Ejecutivo los inscriban de otro modo que voluntariamente? El hecho justifica estas previsiones. Los padres de familia mandaban a sus hijos, las mujeres imploraban a sus maridos que fuesen a votar voluntariamente, por temor que sus nombres no fuesen echados de menos en aquellos registros en que quedaba hecho el proceso a Buenos Aires. De esta famosa consulta hecha a la ciudad, temblando 1 Decreto del 23 de marzo de 1835. morfi


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bajo la amenaza del puñal, que estaban haciendo lucir sobre su garganta hacía un año, resultó que toda la población en masa aprobó uaánimemente el nombramiento, de tal manera intimidada, que se contaron cuatro Votos sólo por la negativa, ¿Era legal este gobierno? (Crónica, 23 de diciembre de 1849. Obras: T. V I.)

LA EDUCACION PUBLICA BAJO LA FEDERACION .En Fuenos Aires existían desde 1822, con las administraciones de Las Heras y Rivadavia, escuel qs normales, y además de un sistema completo de educación popular de hombres y mujeres, descollaba el colegio de Ciencias Morales fundado para dar educación gratuita a las provincias. Lanz, Chauvct, Brodart, Mora, Parvins, Fcrrari, Carta-Molina, Senillosa, Cacianiga, Jutt, pintores (y quedaron contratados en París, Miguct y Blanqui, hoy celebridades de la ciencia); 1\Iozotti, hoy director del observatorio de Londres, Angelis, y tantos otros fueron llamados para cooperar a la enseñanza. La reacción bárbara que sobrevino apareció desde luego bajo la forma de la persecución al extranjero; pero en el fondo había el odio profundo a la instrucción que era el obstáculo en que venía a estrellarse todo aquel espantoso desquiciamiento. Entonces el poder absoluto se fue a la causa del mal; cerró el Colegio de Ciencias Morales, dispersó los profesores de la universidad; retire a las escuelas y a los colegios las rentas con que el Estado tenía ampliamente dotada la educación; últimamente del local sagrado de la Universidad misma hizo almacenes de aduana. Todas aquellas medidas destructoras de la civilización se presentaron como temporales, pero no han sido hasta hoy revocadas. Los jesuitas aparecieron entonces, y los padres de familia enviaron a sus aulas centenares de alumnos, para que recibiesen en ellas la educación que les negaba el Estado; pero no bien la instrucción pri-icipió a dar sus frutos, cuando un decreto del gobierno declaró a los jesuitas salvajes unitarios, y desde entonces continúa hasta hoy la persecución de aquella orden ¡cuyo delito es enseñar! Don Vicente López, padre, presidente de la Cámara de Justicia, movido por los ruegos de los padres de familia, hubo de abrir un curso de enseñanza en su casa particular, y al efecto, y temeroso de suscitar sospechas de salvajismo, pidió permiso a la autoridad, la cual tuvo buen cuidado de no contestarle jamás.

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BIOGRAFIAS En fin, pasadas las impresiones del terror en 1840 y 1842, profesores particulares empezaron a abrir casas de educación, a que acudían los jóvenes deseosos de recibir alguna instrucción. Estas casas eran generalmente tenidas por extranjeros para los hijos de los residentes en el país; y los colegios establecidos por vecinos de Buenos Aires, necesitando profesores de francés, inglés, alemán, matemáticas, química, física, etc., estos profesores eran naturalmente extranjeros. En una palabra, la educación empezaba a despecho del gobierno a levantar la cabeza, a infiltrarse en la población. Entonces vino el famoso decreto de que nos ocupamos, a cortar aquel abuso de la lenidad del gobierno, era preciso introducir la alarma en el profesorado; hacer depender de un chisme, de una palabra vertida por los niños, la suerte de la empresa, que teniendo una casa capaz tomada, un material de enseñanza que demanda capitales, profesores contratados, necesita renovar año por año el permiso de enseñar, pues que no le basta una vez de haber probado que es católico, apostólico, romano, sino que al año siguiente, y al tercero, y todos los años, ha de probar que no se ha hecho protestante o judío. "Rosas acaba de decretar, dice El Mercurio, la rigurosa ejecución de uno de sus más bárbaros decretos inhibiendo de la enseñanza a todo ci que no sea católico, apostólico, romano." Pero ésta no es la mente del decreto; es sólo el pretexto plausible con que trata de encubrirse la atrocidad de la medida; es aquella exclusión del extranjero, con el que el progreso aquí trata de hacerse prosélitos entre la turba; es la misma saña con que la Inquisición perseguía a nombre de la religión, a todo español que estudiase química, astronomía, o supiese francés. En Buenos Aires los extranjeros gozan de su derecho de creer, y para moralizar a los católicos, el gobierno al mismo tiempo que revivía el decreto en cuestión, fusilaba a un clérigo sin permitirle confesarse, y dejando ver al lado de sus vestiduras sacerdotales el vestido de una mujer, para afrentar en el cadalso al sacerdocio, por una debilidad culpable, pero que no sale de los límites de la flaqueza humana. Cualquiera que nos oiga hablar de un decreto reglamentario de la instrucción pública, creerá que vamos a exponer el rigorismo de los exámenes, el cúmulo de requisitos de ciencia que el gobierno exige para asegurar el fruto de la enseñanza. No; eso sería hacer el inventario del saber y por tanto, exponerlo a las miradas del público. La muestra exterior de su saber la prescribe el artículo 49 del decreto que dice: "Los directores, preceptores, maestros, ayudantes y alumnos, usarán la divisa federal, según lo

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prevenido en las disposiciones vigentes". (Crónica, 8 de abril de 1849) 7\1E\SAJE DE ROSAS A JA 27 1 LEGISLATURA DE BUENOS AIRES • . .E1 Mensaje de 1849, es una descarga en retirada. Sábese que Rosas ha renunciado el mando, y es hombre demasiado circunspecto para no llevar adelante su propósito. Las razones de su renuncia las expone de nuevo en el mensaje. "Desde que no es posible al general Rosas despachar con prontitud el todo de los asuntos de elevación nacional, ni los infinitos, que aun cuando sean de un orden subalterno, forman en su conjunto un todo, cuya demora es perjudicial y de graves consecuencias; su opinión en la provincia y en la república, naturalmente ha decaído." El Mensaje tiene por fecha el 27 de diciembre de 1849, época que el ritual prescribe para la presentación del mensaje, no obstante ocuprsc de cosas posteriores a aquella fecha. La junta recibió una petición de toda la población en masa para que continúe Rosas en el mando. El mismo probó a Southern la conveniencia, oportunidad y utilidad de que los súbditos ingleses le estorbasen renunciar. Toda la Rusia se ha conmovido a la idea de verse libre de su adorado Iván! ¡Pero él no se contenta así no más! "En medio de este elevado reconocimiento, tengo el pesar de no poder adherir a los sentimientos y deseos de la honorable junta en orden a mi continuación en el gobierno" (pág. 236). "Por otra parte, aunque los ciudadanos influyentes del país en su universalidad han sufragado libre y deliberadamente, no hay, sin embargo, mayoría de los sufragantes hábiles de la provincia. En los partidos de campaña, dista mucho la votación de aproximarse a la mayoría. En unos ha sido escasa la votación atento el número de sufragantes, y en los otros, que son los más, ha sido tan reducido, que no llega a la quinta parte" (pág. 237). He aquí un hecho curioso. La campaña de Buenos Aires no ha querido sufragar en favor de la perpetuación del gobierno de Rosas. ¡Qué franqueza de su parte! Qué tunante tan descarado, (ligo yo. Quiere hacer repetir las elecciones, quiere tener a Buenos Aires como en 1834, como en 1840, bajo la zozobra de la renuncia, pendiente sobre las cabezas como la espada de Damocles, quiere que apuren el cáliz de la humilk ción para gozarse en el envilecimiento general. No

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BIOGRAFIAS ha habido votaciones, sino listas encabezadas por los jueces de paz para elevar la petición. Nadie ha votado, pues. En la campaña menos que en la ciudad puede sustraerse a la solicitud temibli del juez de paz. El objeto de esta farsa del mensaje, ininteligible para el público, es ocultar a los extranjeros el verdadero número de habitantes nacionales de la provincia. En 1845 dijo la Gaceta, que la provincia de Buenos Aires tenía 450.000 habitantes. La enumeración de las firmas de las listas no da ni la vigésima parte, porque en dieciocho años de guerra todos los gauchos de la campaña han ido al ejército, constituyéndose en el cuidado de los ganados alzados, vascos, ingleses, franceses e italianos. Por esto dice que apenas un quinto de los sufragantes hábiles han votado. Si cree que no hay mayoría, ¿por qué no e ha retirado en el acto? Cuando no hay mayoría en favor, es claro que la hay en contra, y según el Mensaje, la mayoría de la provincia ha declarado no peticionando que no quiere que continúe en el mando. En el dédalo inextricable de esta pieza curiosa, de este cuento de vieja que refiere sin perder una tilde lo que ya todos saben, sin hacer gracia de una coma, de un incidente, le dije, y me contestó, le respondí, y volvió a tornar, es casi imposible dar un extracto que ahorre el inagotable fastidio de leer aquellas soporíferas páginas. Los Mensajes de 1840 a 1846, son de treinta páginas más o menos, y no por eso, aunque con renglones interlineados, más llenos de materia útil y explicativa. El del 49 contiene 238 páginas cerradas, ahora que por confesión suya no despacha los asuntos de elevación nacional ni los infinitos subalternos. Algunos creen que don Juan Manuel es loco. Nada de eso. Es tonto, y tonto rematado; lo que hay es que es un tonto malo y peligroso. Si alguna vez nos reunimos en Buenos Aires, me prometo ratos muy agradables haciendo charlar a esta comadre. Vamos, don Juan Manuel! Venga, siéntese aquí: hablemos de asuntos de preeminencia nacional. Cómo eran aquellos cuentos de las renuncias?. .. Cuéntenos aquí. . . ( Tribuna, febrero de 1850. Obras: T. V I.)

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SAIt\1IE' \ 1 0

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SAN \l \RTIN Y B()LIVAR

Los americanos que gozan de alguna posición social en las secciones de la parte del Sur, luego de haber llegado a París y satisfecho la curiosidad (lite excita It gran ciudad, toman el camino de hierro dc Corbeil, y descendiendo en la estación de Ris, siguen las márgenes del Sena, desde Puente Aguado hasta no lejos del olmo que según tradición, plantaron los soldados de Enrique IV que sitiaban a París, y llegan a un recodo desde donde se aparta una estrecha y tortuosa callejuela que se interna en las tierras. Graiidbourg se llama ci lugar de aquella romería. Jardines cultivados con toda la gracia del arte euroco rodean una sencilla habitaciór, y entre las vcredas flanqueadas de dalias y rosas variadas, que la vista descubre en el estío, preséntanse aquí y allí plantas ameriranas que el viajero saluda complacido, como a conocidos y compatriotas que encuentra establecidos en Europa. El monumento que los americanos solicitan ver allí, es un anciano de elevada estatura, facciones prominentes y caracterizadas, mirar penetrante y vivo en des pecho de los años, y maneras francas y atables. La residencia del general San Martín ' en Grand Bourg, es un acto solemne de la historia de la América del Sur, la continuación de un sacrificio que principió en 1822, y que se perpetúa aún, como aquellos votos con que los caballeros o los ascéticos de otros tiempos ligaban toda su existencia al cumplimiento de un deber penoso. Ved lo que San i\Iartín decía a los habitantes del Perú, la víspera de abandonar el mando del ejército, con el cual había ido arrollando a los españoles desde las Provincis Unidas del Río de la Plata y Chile: "Yo he proclamado la declaración de la independencia de Chile y del Perú, les decía, y tengo en mis manos el estandarte que Pizarro trajo para someter el imperio de los Incas. "1-le cesado de ser un hombre público, quedando así recompensado con usura de diez años que he pasado en medio de la revolución y de la guerra. "He llenado mis promesas para con los pueblos adonde he llevado mis armas. Les doy la independencia, dejándoles la elección de la forma de su gobierno. "La presencia de un soldado feliz, aunque desinteresado, tiene

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BLOC RAFIAS

sus peligros para Estados nuevamente constituidos; y por otra parte, estoy cansado de oir decir que aspiro a poner una corona sobre mi cabeza. Yo estaré, pronto siempre a sacrificarme por la libertad del país, pero como hombre privado y no más. En cuanto a mi conducta política, mis compatriotas, según es costumbre, la juzgarán diversamente. Yo apelo a la opinión de sus descendientes. "Peruanos: os dejo la representación nacional que vosotros mismos habéis establecido; si tenéis en ella entera confianza, podéis estar seguros de triunfar; si no, la anarquía va a devoraros. Que Dios os haga felices en todas vuestras empresas y os eleve al más alto grado de paz y de prosperidad." Y diciendo adiós a las playas americanas, después de haber vagado algún tiempo en Europa, encontró en Grand Bourg el asilo oscuro en que quería sepultar su gloria, no conservando de ella otro testimonio que el estandarte de Pizarro, que lo ha acompañado en su destierro. Este Santa Helena voluntario, da a la despedida del Perú todo su valor histórico, y apenas se conservan en el suelo movible de la historia americana, rastros de los antecedentes que motivaron la resolución de abandonar la América, que tantos incentivos ofrece, en sus cambios y revoluciones, a las ambiciones vulgares. El nombre de Bolívar se mezcla en este drama, y por la nobleza del sacrificio, como por el interés histórico unido a él, creo oportuno retrazar la historia de tan singular acontecimiento. A principios del siglo presente, dos focos principales de movimiento intelectual existían en la América del Sur. Méjico en la del Norte había iniciado la insurrección antes de 1810; pero el espíritu que dirigía estos movimientos, era de un carácter particular. Más que efecto de las ideas de libertad política que agitaban el mundo europeo y reflejaban sobre la América, era indígena en su esencia. El cura Morelos y otros párrocos de campaña que se pusieron a la cabeza de la insurrección, pueden considerarse como los representantes de la raza de los antiguos aztecas, que forman las masas populares de Méjico. El cura es en los pueblos españoles un personaje religioso y político a la vez; él posee la confianza de sus feligreses; él es el pensamiento de los que por su ignorancia no pueden pensar; él sabe lo que es justo e injusto; a él se refiere el pueblo para manifestar sus necesidades o sus deseos. Por eso se han Visto en Méjico y en España tantos párrocos convertirse en generales, cuando alguna pasión popular ha puesto en conmoción a las masas. El primer movimiento mejicano partía, pues, de las clases inferiores de la sociedad, y fue

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES sofocado por falta de cooperación de la población de origen español, que no se echó en la revolución sino después de aquietada esta primera convulsión. En Caracas y en Buenos Aires, el movimiento seguía un camino inverso. La revolución descendía de ta parte inteligente de la sociedad a las masas; de los españoles de origen a los americanos de raza. Aquellas dos ciudades con exposición al Atlántico, estaban de antemano en contacto con las ideas políticas que habían trastornadc la faz de la Europa: los libros prohibidos andaban de mano en mano, y los diarios de Europa se escurrían entre las mercaderías españolas. El pensamiento de establecer juntas gubernativas, que administrasen en nombre de Fernando VII, entonces prisionero de Napoleón en Valencay, lo había sugerido la España misma, en las juntas provinciales que surgieron de todas partes para organizar las resistencias locales contra la invasión de las armas francesas. Pero en América era esta mutación una de aquellas ficciones a que ocurren los pueblos esclavizados de largo tiempo, para arribar a los fines que se proponen. Las juntas gubernativas se reunían en presencia de las guarniciones españolas. Buenos Aires tenía en pie, en :t810, un ejército de catorce mil hombres, compuesto de americanos y de cuerpos españoles de la península. Montevideo estaba igualmente guarnecida para resistir a una nueva tentativa de la Inglaterra, que en 1806 y 1807, había estado a punto de apoderarse de las bocas del Plata. Pero las juntas gubernativas comenzaban con éste o aquél motivo, por separar de la administración a lo.; españoles, sustituir americanos en el mando de las tropas, hasta. que al fin se declaraban en verdaderas comisiones de salud pública, tomando medidas enérgicas y terribles para asegurar la revolución. En Buenos Aires se principió por fusilar al ex virrey Liniers, precisamente por la buena influencia que le daban sobre la opinión pública los servicios prestados al país durante la invasión inglesa que él desconcertó. ¡Terrible ostracismo que castiga la buena reputación como peligrosa para la República! El doctor Moreno, de 26 años de edad, pero lleno de talento y dotado de un carácter arrojado, era el Dantón que concebía este y otros expedientes de salvación. Con medidas análogas en Caracas, la guerra de la independencia empieza desde las dos extremidades de la América del Sur, pero marchando la revolución de estas dos ciudades. toma muy desde los principios, caracteres distintos y opuestos. En Caracas los esfuerzos de los americanos son sofocados por los ejércitos

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BIOGRAFIAS españoles. El general Monteverde logra apoderarse de esta ciudad, y Morillo, de Bogotá, capital de Nueva Granada, que había seguido el impulso de Venezuela. Ambos se van derecho a la causa del mal. En una carta dirigida a Fernando VII por el último de aquellos generales, expresa el sistema adoptado con un laconismo admirable. "La obra de la pacificación, dice, debe hacerse precisamente de la misma manera que la primera conquista fue establecida. No he dejado vivo en el reino de Nueva Granada, un solo individuo de suficiente influencia o talento para conducir la revolución." Y a esta nota acompaña la lista de doscientos doctores, nobles o ricos propietarios, fusilados o ahorcados, mientras los diarios de Méjico, entonces reincorporado a la dominación española, se encargan de enumerar los veinticinco o treinta mil criollos de todas clases, rangos y sexos, que habían expiado en las matanzas, en los suplicios o en los tormentos, el delito de la insurrección. Por fortuna, INIorillo e equivoca en su cálculo, dejando vivo a Bolívar, de quien habría podido decir como Sila de César: "Muchos Manos veo en este joven!" Pero aquel exterminio de todos los hombres de saber e influencia de Nueva Granada y Venezuela, quitó a la revolución la cooperación de la parte inteligente de la sociedad, y cuando Bolívar se presentó, se encontró casi solo como hombre de prestigio, hallando en las masas populares, en los odios de raza, entre los indios y mestizos, un elemento que no podía decapitarse, como había sucedido con los letrados. La historia de Venezuela desde 1814, en que Bolívar se apodera de Caracas, se liga en todos sus actos políticos a la persona del Libertador, que asume desde este momento la dictadura, la cual, con su significado romano, expresaba va que la salvación de la República dependía de un solo hombre. Derrotado el dictador en Aragua, el país casi entero cae en poder de los españoles. Reaparece Bolívar, después de haber peregrinado por la Nueva Granada, la Jamaica y Haití, buscando medios de rehacerse, y la guerra toma nuevo incremento; el dictador asume su carácter oficial, hasta que por congreso reunido por él en Angostura en 1819, renuncia la autoridad para volverla a tomar en el acto, fortificada por la sanción unánime de la asamblea. Llevado por las complicaciones de la guerra al territorio de Nueva Granada, la batalla de Boyacá le abre las puertas de Bogotá. Bolívar vuelve de nuevo ante el Congreso, esparce en el suelo las banderas que ha tomado al enemigo, presenta la Nueva Granada, que acaba de conquistar, corno dispuesta a reunirse a Venezuela, y renuncia el

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES poder supremo. El congreso le da el título de Libertador, incorpora a Nueva Granada en la República de Colombia, y reelige presidente del doble Estado a Bolívar. Entonces el Libertador dirige sus armas al Sur, y en 1820, a consecuencia de la batalla de Pichincha ganada por uno de sus generales, entra en Quito, y el gobierno provisional, reunido bajo sus auspicios, declara que aquel país forma parte integrante de Colombia, esto es, de la dominación de Bolívar. Desde entonces y largo tiempo después, toda influencia, toda dirección está reconcentrada en un solo hombre; Bolívar es el general en b efe de los ejércitos, el presidente (le una república que va agrandando de día en día por agregaciones sucesivas, el Liber' tador en título y el dictador permanente, circunstancia que revela más que ninguna otra, la personificación del poder. Muy distinto rumbo siguió la revolución en la otra extremidad de la América del Sur. En el virreinato de Buenos Aires, desde que los españoles son expulsados una vez, no vuelven a reconquistar un palmo de terreno. En lugar de defenderse, los rebeldes invaden desie el principio; ejércitos unos en pos de otros, salen de un mismo foco, para el Alto Perú, para Montev:deo, donde se había encerrado un ejército español, para Chile, para todos los puntos, en fin, donde la dominación real existía. Durante la lucha no hay un Bolívar que absorba y represente la revolución: hay congresos, directorios, representantes del pueblo, generales que mandar ejércitos independientes, tribunos, demagogos, revueltas populares que derrocan el gobierno; todas las fases que el poder toma en las revoluciones, menos la dictadura, que nunca fue proclamada. Era la ciudad entera de Buenos Aires, el centro del poder; era la llama del poder revolucionario distribuida sobre muchas cabezas, la que estorbaba el poder personal de uno sólo. Era, en fin, la República, tal como se concibe en todas partes; la inteligencia y la acción (le todos. Este antagonismo de fases se muestra en las dos repúblicas hasta en sus últimas manifestaciones, y hasta en el espíritu y política de los grandes hombres que figuran en una y otra, entre Bolívar y San Martír. La revolución de Venezuela y la (le Buenos Aires, arrollando a [os españoles desde las dos extremidades de la América del Sur, van a encontrarse con sus ejércitos y sus generales en el centro, y el Perú es atacado a un tiempo por San Martín que viene del Sur, y por Bolívar que llega del Norte. El encuentro de estos dos grandes hombres de la América española, es la parte más dramática de la revolución sudamericana, y la opinión

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del mundo ha experimentado las consecuencias del desenlace, dando a Bolívar toda la gloria de haber asegurado la independencia del continente, porque permaneció en la escena hasta el último acto, y amenguando la de su rival, porque tuvo ci raro valor de oscurecerse ante él, y abandonar su posición para evitar una colisión entre las dos fuerzas americanas. Chile, como la mayoría de las colonias españolas había tomado parte activa en el movimiento general de insurrección que estalló por todas partes en 1810. Pero la aparición en la escena política de dos hombres eminentes, trajo luego la división entre los habitantes, la anarquía y la guerra civil. En 1814, no obstante resistencias heroicas, los españoles estaban de nuevo en posesión del país. Este contraste aconsejó al directorio de Buenos Aires, enviar un ejército a prestar apoyo al sentimiento de independencia subyugado en Chile, pero no extinguido; y el general San Martín fue encargado de esta difícil misión. San Martín era un jefe que había servido en España durante la guerra de la península, distinguiéndose en Bailén y escapándose de ser asesinado con el general Solano en Cádiz, en una conmoción popular. Cuando estalló la guerra entre España y América, San Martín se sintió llamado a tomar la defensa del partido que la naturaleza le había asignado, y regresó a Buenos Aires a ofrecer sus servicios. La presencia de San Martín hizo una revolución en el sistema de guerra de los americanos. Como los españoles a los franceses en la península, los americanos a los españoles en América, oponían a falta de conocimientos estratégicos, sus terribles guerrillas o montoneras, aquel levantamiento en masa de las poblaciones, que hace fatales para el enemigo, la mujer que lo acaricia, el guía que lo conduce, el techo que lo cubre; y que hace de cada matorral, de cada sinuosidad de la tierra, de todo el país, en fin, un enemigo armado, que es preciso reconocer y registrar antes de acercarse a él. La educación militar había principiado en América, pero estaba muy lejos de corresponder a las necesidades de la época; la España enviaba para asegurar sus colonias, los viejos tercios españoles, que habían resistido las irresistibles armas de Napoleón, y los americanos sólo contaban con sus jinetes para embarazar las marchas del enemigo, sus vastas llanuras para dispersarse y rehacerse en caso de descalabro. San Martín llevó de España la ciencia de la guerra que los vencedores de Vitoria habían hallado en los bagajes de los vencidos, y desde entonces las resistencias populares y espontáneas tomaron forma y carácter;

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES desde entonces la táctica, la disciplina y la estrategia, dieron nuevo temple y más alcance al valor y a la resistencia. Con un ejército en cuya organización empleó tres años, metió San Martín en 1817 una empresa an.loga a la que ha hecho la celebridad de Aníbal al descender a Italia. Tratábase de invadir a Chile, atravesando la cadena de los Andes por la parte mis ancha, elevada y fragosa que presenta aquella colosal barrera en una inmensa extensión. Entre Chile y las Provincias Unidas, apenas tres o cuatro pasajes practicables presenta aquella colosal muralla en una extensión de cuatrocientas leguas, y aón éstos, por la profundidad de las quebradas y las gargantas que a cada paso forman las nTontañas, son inexpugnables si Se intenta defenderlos. Las habitaciones humanas concluyen de ambos lados de la cordillera donde las escarpadas ramificaciones comienzan. El centro, de centenares de leguas, ocúpalo un laberinto de montañas graníticas, masas de hielos eternos, torrentes que descienden con la violencia de cascadas sucesivas, en fin, la naturaleza con sus formas mas colosales e imponentes, sin que el hombre haya podido imprimirle el sello de su poder, si no es en caminos apenas discernibles y que desaparecen cada invierno. Toda la vigilancia y sagacidad de los españoles, no fue parte a descubrir el punto por donde se meditaba la atrevida y al parecer desacordada invasión. Durante veinticinco días, el ejército de San Martín estuvo ejecutando el paso de aquel San Bernardo, y los españoles vieron repentinamente formado en, batalla en los valles chilenos, un ejército disciplinado que había descendido con todos sus pertrechos de guerra de lo alto de aquellas crestas que parecen desafiar la audacia humana. Un año después, la dominación española había perdido, para no ser recobrada jamás, aquella hermosa colonia. Desde este momento principia a mostrarse el sistema político de San Martín, y el antagonismo de miras e ideas que debía pronto ponerle en oposición a Bolívar. El pueblo de Chile proclamó, como era de esperarse de la excitación producida por los recientes sucesos, jefe del nuevo Estado, al que acababa de darle la independencia perdida Una buena política aconsejaba ponerse a la cabeza del gobierno para improvisar medios de guerra y anonadar la influencia y el dominio de la España. Pero en el esoiritu que la revolución, republicana en esencia, iba tornando en la extremidad sur de la América, aquella administración del general del ejército de otra sección, chocaba al mismo San Martín, como si esta aceptación del poder, aunque accidentalmente, diese al esfuerzo be-

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BIOGRAFIAS cho para libertar el país, los aires de tiria conquista. San Martín no aceptó el mando, haciendo servir su influencia, tan sólo para que se formase un gobierno nacional, que favoreciese de llevar la guerra al Perú. El ejército que había atravesado los Andes, perdió su carácter de auxiliar, haciéndose nacional, para conservar así a cada una de las naciones coloniales las demarcaciones que tenían ya consagradas. El Gobierno de Chile se ocupó desde luego de la organización de un ejército de desembarco, y de crear una escuadra para ir al Perú a desalojar a los españoles de sus últimos atrincheramientos. La escuadra, al mando de Lord Cochrane. con el ejército bajo las órdenes de San Martín, se hizo a la vela en 1820: el ejército tomó tierra y el general pudo, desde luego, apoderarse de suficiente extensión de país para aproximarse a la capital del virreinato más poderoso después de Méjico. La ciudad de Lima era entonces una corte, por el lujo, la disipación y los placeres, que embellecía la residencia de los virreyes. Hasta hoy conserva aquella ciudad en sus costumbres, algunos vestigios de lo que antes fue. Era el Edén de las colonias; el sueño dorado de los españoles; pues era fama que sus casas estaban revestidas de plata, y sus mujeres eran las rivales felices de las graciosas andaluzas. Lima era por tanto el rendez-vous de todos los aventureros; sus virreyes salían de entre los favoritos de las damas y reinas de la Corte española, y las Lais y las Aspasias que han brillado en aquellos tiempos de galas, toros, serenatas y tapadas, son recordadas hoy por las alegres tradiciones populares de Lima. • . Una ciudad montada bajo este pie de gusto y de costumbres, la residencia de los virreyes, en la más rica de las colonias, no era de extrañar que no hubiese dado hasta entonces síntomas armados de participar del espíritu de independencia que agitaba a las otras secciones americanas. La España, además, había establecido allí una sucursal de la Inquisición, que aunque no había encendido sus hogueras sino en vía de ensa yo hecho sobre alguna vieja bruja, esparcía muy a lo lejos el terror de su nombre, y estorbaba que en la ciudad penetrasen el Contrato Social, Voltaire, Raynal y todo el índice de los libros prohibidos política y religiosamente, que llevaban a los espíritus la duda de todas las creencias y la Revolución. San Martín empezó a aflojar sus marchas a medida que se aproximaba a la capital del Perú; el general, tan osado para atravesar los Andes, vacilaba ahora en presencia de una ciudad que no tenía

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES suficiente guarnición para resistirlo. El ejército murmuraba por esta tardanza inexplicable que exponía al soldado a la inclemencia de las enfermedades endémicas. Los jefes no veían la hora de entrar en aquella Capua americana, para gozar de los placeres fabulosos, cuya fama anda por toda la América en adagios y leyendas. Un escrúpulo de conciencia retenía sin embargo a San Martín. Ningún patriota de Lima se había presentado a su cuartel general a darle la bienvenida. El terror reinaba en la ciudad, y los Cuentos más absurdos, propalados por los españoles, sobre la moralidad del ejército americano, cuan creídos y aceptados por aquella población a quien venía a interrumpir en sus placeres, sus procesiones y sus fiestas de toros. El capitán B'aslev Hall, que fue presentado a San Martín en aquellas circunstancias, ha conservado en su viaje una de esas expansiones íntimas de los hombres colocados a la cabeza de los hechos consumados. "Preguntan por qué, decía entonces San Martín a aquel viajero, yo no marcho inmediatamente sobre- Lima. No me detendría un instante, si aquello conviniese a mis miras; pero yo no ambiciono la gloria militar, ni busco la reputación de conquistador del Perú; mi único pensamiento es librar a cst país de la opresión. ¿Qué haría yo en Lima, si los habitantes (le esta ciudad me fuesen contrarios? La Causa de la independencia no ganaría nada con la posesión de Lima. Mi plan es enteramente diverso; deseo ante todo que los hombres se conviertan a ms ideas, y que sus sentimientos se pongan actualmente de acuerdo con la opinión pública. Que la capital proclame su profesión de fe política, y yo le proporcionaré la ocasión de dar este paso con entera libertad. Día a día gano aliados en el corazón del pueblo. Por lo que hace a la fuerza militar, he logrado aumentar y mejorar el ejército patriota, mientras que el de los españoles ha sido disminuido por la miseria y la deserción. Al país mismo toca ahora juzgar cuáles son sus verdaderos intereses, y es justo que los habitantes hagan conocer lo que piensan. La opinión pública es un nuevo resorte introducido en los negocios de estos países; los españoles, no sintiéndose capaces de dirigirla, se ocupaban de contener su impulso; pero es llegada la época de que manifieste su fuerza y su importancia." Al fin el virrey anunció su intención de encerrarse con las fuerzas que guarnecían la ciudad en las fortalezas del Callao, delegando el mando en un noble americano. La agitación, como era de esperarse, crecía por momentos en la ciudad, lo que no estorbó que en circunstancias tan críticas, la trivial etiqueta de un besa-

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BIOGRAFIAS manos y recepción de gala de todas las autoridades y corporaciones religiosas, absorbiese durante el día la atención del nuevo gobierno, mientras que las tribus indígenas, conmovidas por el rumor del edificio de la conquista española que amenazaba desploinarse, rodeando la ciudad, pedían venganza por la sangre de sus padres a torrentes derramada; mientras que las bandas de salteadores, que con la Inquisición, los toros y las galas, formaron siempre los caracteres distintivos de la antigua administración española, entraban en las calles de Lima a ejercer su profesión. El nuevo gobierno tuvo tiempo al fin, para enviar una diputación a San Martín invitmndole a tomar posesión de la ciudad, a fin de ponerla al abrigo del populacho y de los esclavos que la amenazaban. La noche que medió entre la misiva y la respuesta, la pasaron los habitantes de Lima en vela, reunidos en grupos silenciosos, y aguardando con la aurora del siguiente día, saber la suerte que les estaba reservada. San Martín contestó que no entraría a la ciudad sin que los habitantes manifestasen de una manera auténtica su intención de proclamar la Independencia, y para prevenir los desórdenes, mandaba a sus tropas de vanguardia disponerse a las órdenes de las autoridades de lima. Los habitantes de la ciudad, no volvían de su sorpresa, y el Gobierno, por sólo cerciorarse de si no era un sueño todo lo que estaba sucediendo, mandó órdenes a las tropas, las que fueron inmediatamente obedecidas. Al fin dos frailes se presentaron en el campo de San Martín. Los pintores de costumbres, para caracterizar a Lima, ponen siempre en sus cuadros un fraile que da a besar el escapulario al pueblo, una tapada que vuelve la cabeza, una india de la sierra, y una mulata que canta acompañándose de la guitarra. Uno de los buenos padres lo comparó a César, el otro a Lúculus. Esto prometía, y San Martín empezó a esperar; porque ahí estaba el punto difícil de la Revolución, teniendo los patriotas fama de condenados en vida, como enemigos del altar y del trono. Rousseau les había legado esta reputación. Una madre de familia se presentó a ofrecer sus hijos para la guerra; cinco beldades limeñas se abrieron paso hasta la tienda del General, y lo envolvieron en una red de brazos torneados. Ultimamente otro fraile de aspecto adusto y severo, vino a cruzar los brazos ante el jefe de los patriotas, fijando sobre él miradas penetrantes, como si quisiera descubrir en el fondo del corazón todos los secretos que traía para el porvenir la Revolución. . . El resultado del examen pareció satisfacerle. Lima estaba desde este momento conquistada para la causa de la Independencia; los frailes, estos representantes natos del antiguo pueblo

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES español, y las mujeres, el arbitrio soberana de la ciudad encantada de los Reyes, aceptaban a San Martín. El espíritu revolucionario y la victoria harían lo demás. San Martín explicaba entonces la causa de esta apatía de los peruanos, y la casi completa indiferencia que al principio de la Revolución mostraron por ser indepen±cntes. "El Perú, había tenido la degracia de ser privado por la naturaleza de tener comunicaciones directas con las naciones ilustradas de la tierra. En los otros Estados del Sur, el progreso gradual de la inteligencia humana, había preparado los espíritus para un nuevo orden de cosas: en Chile y en otras partes, la mina estaba cargada, y no necesitaba más que ponerle fuego. En el Perú la explosión habría sido prematura." (Lafozd.) Después de la entrada de San Martín en Lima, quedaba la difícil tarea de desalojar a los españoles que se habían replegado sobre las provincias más ricas en recursos. Su posición no era por eso menos angustiada. Los ejércitos de las provincias Unidas los contenían de la parte del Sur; Bolívar ocupaba una línea desde Gua yaquil en el Pacífico hasta las Guayanas en el Atlántico. San Martín, con el ejército y la escuadra chilena, dominaba las Costas y los mares al Occidente, y las colonias españolas la terminaban por el Naciente en los bosques y desiertos centrales de la América, para que al fin no hubiese adonde retirarse, cuando los patriotas pudiesen aproximar sus fuerzas y cerrar el círculo que venían haciendo en torno de los españoles. San Martín fue el primero en ponerse en contacto con Bolívar, mandando al general Sucre, que operaba en Gua yaquil, una división de su propio ejército. La batalla de Pichincha, que aseguró la Independencia de toda la parte de la América Española que queda al norte del Perú, fue dada por divisiones de ambos ejércitos reunidos. Y sin embargo, este contacto tan deseado, mostró desde el moirento en que tuvo lugar, la incompatibilidad de los sistemas de política de ambas revoluciones, con respecto a los países a que prestaban su auxilio para sacudir el yugo español. La Provincia de Pasto pertenecía al virreinato del Perú. Bolívar, siguiendo la guerra por su lado, ocupó esta provincia y la declaró agregada a Colombia, poco después de haber hecho otro tanto con la presidencia de Quito. La sorpresa que estos procedimientos causaban en el Perú, no era sino el antecedente de la sorda indignación de los patriotas que creían ver en esta continua anexión, sustituirse una conquista a otra. Un incidente singular y poco conocido en Áiiiérica pudo, desde luego, (lar a Bolívar lilia idea

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BIOGRAFIAS del espíritu que reinaba en ci ejército que había desembarcado en el Perú. San Martín había principiado su carrera militar en las Provincias Unidas del Río de la Plata, por armar un regimiento de caballería, que llamó de granaderos a caballo. Hoy empieza a ser conocida en Europa la palabra gaucho con que en aquella parte de América se designa a los pastores de los numerosos rebaños que cubren la Pampa pastosa. Es el gaucho argentino un árabe "que vive, come, y duerme a caballo". El lazo que maneja con una increíble destreza, le somete toda la creación animal, sin excluir el jaguar y el león, a quienes acomete sin temor. Los que huyen de su aproximación, no están libres del tiro certero de sus bolas, que hace girar en torno de su cabeza y lanza como un rayo sobre el objeto que le sirve de blanco, seguro de ligarlo estrechamente, sin que le sea posible hacer un movimiento, marchar o desembarazarse. No hace dieciséis años que la guerra civil entre unitarios y federales se terminó por haber boleado un gaucho al general que mandaba uno de los ejércitos contendientes y hécholo prisionero a pocos pasos de su frente. El gaucho no se preocupa de saber si el caballo que monta es salvaje o domesticado. En cualquier estado que lo encuentre en la Pampa, echa el lazo sobre él, lo ensilla y lo somete de grado o por fuerza a su voluntad. Su alimento exclusivo es la carne asada en las llamas y saturada de cenizas. Pocos pueblos hay que resistan con mayor estoicismo toda clase de privaciones y de fatigas. Es un bárbaro en sus hábitos y costumbres, y sin embargo, es inteligente, honrado y susceptible de abrazar con pasión la defensa de una idea. Los sentimientos de honor no le son extraños, y el deseo de fama como valiente, es la preocupación que a cada momento le hace desnudar el cuchillo para vengar la menor ofensa. De estos gauchos formó San Martín un regimiento a la europea, añadiendo a las dotes de equitador más osado del mundo, la disciplina y la táctica severa de la caballería del Imperio. El regimiento de granaderos a caballo, ha producido diecinueve generales, y otros tantos oficiales superiores de menor graduación. Principió a servir en 1814 en San Lorenzo, en el Río de la Plata, terminando en Ayacucho, en el Perú, en la guerra de América, la serie de sus campañas, en las que se calcula que ha atravesado como 4.000 leguas lineales. Ciento veintiséis hombres de ese cuerpo volvieron a Buenos Aires, en 1826, y depusieron sus sables, como trofeos de guerra en la Sala de Armas. San Martín incluyó en la división que mandó a Sucre para la campaña de Guayaquil, un escuadrón de aquel cuerpo modelo.

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SA RMIENTO - 1EX IOS 1'U<J).\I[\JLLS La ocasión de hacerse conocer de Bolívar, no tardó mucho en presentarse algunos días antes de la batalla de Pichincha. El Chimborazo que los poetas americanos han asociado al nombre del Libertador, e alza de una pieza y sin desigualdades que alteren su forma cónica. A su base se extiende la llanura de Río Bamba, cubierta de gramilla y yerbas. Sobre esta llanura, el escuadrón de granaderos encontró una división de caballería española en número cuarto veces mayor que el de sus combatientes; introdújose en el centro de la línea enemiga, como una cuña, rompiéndola en dos, y en repetidos encuentros la hizo pedazos. Bolívar era desde entonces admirador entusiasta de los granaderos, de que hizo su guardia cuando entró en Quito, apellidándolos de Río Bamba, en memoria de aquella jornada. Las nuevas autoridades de Quito, siguiendo el sistema de Bolívar, declararon las provincias de Quito y la provincia de Pasto anexadas a Colombia. Esta desmembración que Bolívar hacía de una provincia del Perú, cuyo nuevo pabelJón había adoptado el ejército de San Martín, llenaba de indignación a los oficiales que se hallaban en Quito. Una noche, mientras el Libertador asistía a una fiesta, el escuadrón Río Bamba, su guardia de honor, había desertado con sus jefes a la cabeza. Bolívar monta a caballo, se hace seguir de todo su Estado Mayor, y sale al alcance de los fugitivos que se dirigían hacia el Perú. Cuando lo hubo conseguido, hizo tomar alojamiento para el escuadrón y su Estado Mayor; la noche se pasó en fiestas y regocilos, y al día siguiente todo el ejército de Bolívar llegaba al lugar aquél, a recibir entre sus filas, como si no hubiese ocurrido nada de extraordinario, aquellos ilustres desertores. La anexión de Guayaquil, que hasta entonces había formado parte del Perú, sublevaba de este modo las primeras chispas de mala inteligencia entre San Martín y Bolívar. Por otra parte, la organización de ambos ejércitos, traía sin esto, motivos de desafección recíproca. San Martín había introducido en el suyo las prácticas, régimen y jerarquía de los ejércitos de Europa, autorizando como Washington el duelo a fin de desenvolver el sentimiento de la importancia personal entre sus oficiales. El ejército de Bolívar estaba montado sobre otro pie: Bolívar era más que el general en jefe, el soberano absoluto, a cuya persona y voluntad se referían todas las cosas. Jefes de alto rango le presentaban servicios personales incompatibles en otros ejércitos con su grado. militar. Su lenguaje para con ellos se resentía de esta posición, y San Martín mismo en la entrevista de Guayaquil, oyó

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BIOGRAFIAS al Libertador mandar echar en hora mala a un general que pedía órdenes para el servicio. Así el jefe de granaderos que estaba al servicio de Bolívar, no se excusaba de manifestar en términos poco Corteses, su oposición a tal sistema. El general Mosquera, hoy presidente de Nueva Granada, decía, hablando esto mismo, en Chile: "Cuando vimos al ejército de San Martín, conocimos por la primera vez lo que era jerarquía militar. Entre nosotros, no había sino general en jefe y soldados'. Las enfermedades endémicas habían reducido a la mitad el ejército que había desembarcado en el Perú: los nuevos cuerpos formados en el país, habían mostrado al principio poca aptitud para la guerra, y los triunfos obtenidos en algunos puntos, eran neutralizados por derrotas experimentadas en otros. San Martín sabía que el personal del ejército español acantonado en las más ricas provincias, era más del doble del suyo, y temeroso de comprometer el éxito de la campaña, había suspendido las operaciones de la guerra. Las Provincias Unidas no podían enviarle contingentes a mil leguas de distancia, y Chile había quedado demasiado exhausto en el armamento de la escuadra y equipo de un ejército, para enviar nuevas fuerzas. La completa expulsión de los españoles desde el Istmo de Panamá hasta el norte del Perú, dejaba ocioso el ejército de Colombia, fuerte de doce a catorce mil hombres, y mandado por generales hábiles y experimentados. Reunidas las fuerzas de ambos ejércitos, la última campaña contra los realistas podía terminarse en algunas semanas, con todas las seguridades del triunfo. San Martín había solicitado hasta entonces en vano, que se reemplazasen las pérdidas que había experimentado la división de su ejército, enviada en auxilio de Sucre. Por otra parte, era preciso entenderse sobre la desmembración de Guayaquil, que tanto chocaba a las ideas de San Martín, con respecto a los deberes de los generales que combatían contra la España. "Durante diez años que he luchado contra los españoles —decía él al viajero citado—, o más bien, que he trabajado en favor de estos países, porque yo sólo he tomado las armas por la causa de la Independencia, lo único que he deseado es que este país sea gobernado por sus propias leyes, sin sufrir ninguna influencia extraña. Por lo que hace al sistema político que adoptará, yo no tengo derecho de intervenir en ello. Mi sólo objeto es poner al pueblo en estado de proclamar su Independencia, y de establecer el gobierno que mejor le convenga. Hecho esto, yo miraré como terminada mi misión, y me alejaré." Este lenguaje era una verdadera condenación del sistema opuesto, seguido por Bolívar. Impul-

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES sado por éstos y otros motivos, San Martín solicitó de Bolívar una entrevista en Guayaquil; pero este general tuvo atenciones que le estorbaron acudir el día designado para la solicitada conferencia. Al fin citados una segunda vez, los dos jefes de los ejércitos de la América del Sur se hallaron reunidos bajo un mismo techo. Cada uno de ellos tenía la más alta idea de la capacidad militar del otro. "En cuanto a los hechos militares de Bolívar, ha dicho San Martín en aquella época, puede decirse que le han merecido, con razón. ser considerado como el hombre más extraordinario que ha producido la América. Lo que sobre todo lo caracteriza, y forma en cierto modo su genio especial, es una constancia a toda prueba, la cual exasperándose con las dificultades, no se deja abatir por ellas, por grandes que fuesen los peligros en que su alma ardiente lo había echado." (Pasyle Hall.) Pero si la estimación del mérito era igual en ambos, las iiniras, ideas y proyectos de cada uno eran enteramente distintos. Bolívar abrigaba decididamente designios para el porvenir; tenía un plan de ideas que desenvolver por los acontecimientos; había allí, en aquella cabeza, proyectos en bosquejo, política y ambición de gloria, de mando, de poder. San Martín había muy en mala hora venido a continuar por su lado la obra de la emancipación de la América del Sur que Bolívar se sintió llamado a realizar por sí solo. San Martín, por el contrario, no queriendo ver más que el buen éxito de las operaciones militares principiadas en el Perú, venía con el ánimo libre de toda idea ulterior a solicitar la cooperación de Bolívar para llevar a buen fin la campaña. General de las Provincias Unidas, una vez libertado el Perú, debía alejarse necesariamente de aquel país. El porvenir allí no se ligaba a su persona por ningún vínculo duradero. Solicitaba el reemplazo de las bajas que había experimentado la división auxiliar dada a Sucre, porque necesitaba soldados para continuar la guerra; pedía la reincorporación de Guayaquil al Perú, porque había pertenecido al virreinato. Las conferencias participaron de la posición en que se habían puesto ambos jefes. El uno manifestando abiertamente su pensamiento, el otro embozándolo cuidadosamente, a fin de no dejar traslucir sus proyectos aón no maduros. San Martín, de talla elevada, echr.ba sobre el Libertador, de estatura pequeña, y que no miraba a la cara nunca para hablar, miradas escrutadoras, a fin de comprender el misterio de sus respuestas evasivas, de los subterfugios de qu . i echaba mano para escudar su conducta, en fin, de cierta afectación de trivialidad en sus discursos, él, que tan bellas proclamas ha dejado, él, que gustaba tanto de pronunciar toasts

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llenos de elocuencia y de fuego. Cuando se trataba de reemplazar las bajas, Bolívar contestaba que esto debía estipularse de gobierno a gobierno; sobre facilitar su ejército para terminar la campaña del Perú, oponía su carácter de presidente de Colombia, que le impedía salir del territorio de la República; ¡él, dictador, que había salido para libertar la Nueva Granada y Quito, y agregándolas a Venezuela! San Martín creyó haber encontrado la solución de las dificultades, y como si contestase al pensamiento íntimo del Libertador: "Y bien, general, le dijo, yo combatiré bajo sus órdenes. No hay rivales para mí cuando se trata de la Independencia americana. Esté usted seguro, general; venga al Perú; cuente con mi sincera cooperación; seré su segundo". Bolívar levantó repentinamente la vista, para contemplar el semblante de San Martín, en donde estaba pintada la sinceridad del ofrecimiento. Bolívar p qreció vacilar un momento; pero en seguida, como si su pensamiento hubiese sido traicionado, se encerró en el círculo de imposibilidades constitucionales, que levantaba en torno de su persona, y se excusó de no poder aceptar aquel ofrecimiento tan generoso. San Martín regresó al Perú, dudando un poco de la abnegación de su compañero de armas, y resucito a hacer lo único que a su juicio podía salvar la Revolución de un escándalo. La noche que siguió a la entrevista de los dos generales, un jefe de Bolívar se introdujo en la habitación de San Martín para revelarle la verdadera situación de las cosas, y ofrecerle a nombre de muchos otros jefes sus simpatías y adhesión. Bolívar mismo había dicho a San Martín, que no tenía confianza en sus jefes; y su sistema de organización militar lo hacía más popular entre los soldados y subalternos, que entre los oficiales superiores, a quienes trataba de una manera humillante. Sucedía en esto, además, una cosa que es general y que justifica el proverbio: "no hay hombre grande para su ayuda de cámara". La gloria ejerce todos sus prestigios a la distancia. San Martín era en el ejército de Bolívar un héroe sin rival; Bolívar en el de San Martín, un genio superior. A su llegada a Lima, San Martín encontró que el pueblo había ensayado en su ausencia las disposiciones a la anarquía que han caracterizado la historia del Perú durante veinte años. El Gobierno interino había sido trastornado, y San Martín tomó de nuevo las riendas del Gobierno para poner orden en los negocios públicos, y convocar un Congreso. Mientras tanto, escribió a Bolívar instándole de nuevo a que entrase en el Perú con su ejército. San Martín ha dejado ignorar en América durante veinte años

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S.-.R.\Il[N1 () - itXi OS FUl)A'.lLN1 A1ES

el objeto y el resultado de la entrevista de Guayaquil, no obstante las versiones equivocadas y aun injuriosas que sobre ello se han hecho. No hace dos años que el comandante Lafond, de la marina francesa, publicó en Les l7oxages autonr du monde, la Carta de San Martín a Bolívar que retraza todos los puntos cuestionados allí. Esta carta es la clave de los acontecimientos de aquella época, y por otra parte revela tan a las claras el carácter y posición de los personajes, que vale la pena de copiarla íntegramente: "Excmo. señor Libertador de Colombia. - Simón Bolívar. Lima, 29 de agosto de 1822. - Querido General: Dije a usted en mi última del 23 del corriente, que habiendo asumido el mando supremo de esta República, con el fin de separar de él al débil e inepto Torre-Tagle, las atenciones que me rodeaban en aquel momento, no me permitían escribir a usted con la extensión que deseaba: ahora, al verificarlo, no sólo lo haré con la franqueza de mi carácl:cr, sino con la que exigen los grandes intereses de América. "Los resultados de nuestra entrevista no han sido los que me prometía para la pronta terminación de la guerra; desgraciadamente yo estoy firmemente convencido, o que usted no ha creído sincero mi ofrecimiento de servir bajo sus órdenes con las fuerzas de mi mando, o que mi persona le es embarazosa. Las razones que usted me expuso de que su delicadeza no le permitiría jamás el mandarme, y aun en el caso de que esta dificultad pudiese ser vencida, estaba usted seguro de que el Congreso de Colombia no consentiría su separación de la República, permítame usted, General, le diga que no me han parecido bien plausibles: la primera se refuta por sí misma, y la segunda, estoy muy persuadido de que la menor insinuación de usted al Congreso, sería acogida con unánime aprobación, con tanto más motivo, cuanto se trata con la cooperación de usted y la del ejército de su mando, de finalizar en la presente campaña la lucha en que nos hallamos empeñados, y ci alto honor que tanto usted como la República que preside, reportarían de su terminación. "No se haga usted ilusión, General; las noticias que usted tiene de las fuerzas realistas son e quivocadas, ellas suben en e' alto y bajo Perú a más de 19.000 veteranos, las que se pueden reunir en el término de dos meses. El ejército patriota, diezmado por las enfermedades, podrá, cuando más, poner en línea a los 8.500 hombres, y de éstos una gran parte reclutas: la división del general Santa Cruz (cuyas bajas según me escribe este general, no han

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sido reemplazadas a pesar de sus reclamaciones), en su dilatada marcha por tierra, debe experimentar una pérdida considerable, y nada podría emprender en la presente campaña: la sola fuerza de 1.400 colombianos que usted envía, será necesaria para mantener la guarnición del Callao y el orden en Lima; por consiguiente, sin el apoyo del ejército de su mando, la expedición que se prepara para Intermediarios, no podrá conseguir las grandes ventajas que debían esperarse, si no se llama la atención del enemigo por esta parte con fuerzas imponentes, y por consiguiente la lucha continuará por un tiempo indefinido; digo indefinido, porque estoy íntimamente convencido de que, sean cuales fueren las vicisitudes de la presente guerra, la Independencia de la América es irrevocable; pero también lo estoy, de que su prolongación causará la ruina de los pueblos, y es un deber sagrado para los hombres a quienes están confiados sus destinos, evitar la continuación de tamaños males. En fin, General, mi partido está irrevocablemente tomado, para el 20 del mes entrante he convocado el primer Congreso del Perú, y al siguiente día de su instalación, me embarcaré para Chile, convencido de que ini presencia es el inico obstáculo que le impide a usted venir al Perú con el ejército de su mando; para mí hubiera sido el colmo de la felicidad terminar la guerra de la Independencia bajo las órdenes de un General a quien la América del Sur debe su libertad; el destino lo dispone de otro modo, y es preciso conformarse. "No dudando que después de mi salida del Perú, el Gobierno que se establezca reclamará la activa cooperación de Colombia, y que usted no podrá negarse a tan justa petición, antes de partir remitiré a usted una nota de todos los jefes cuya conducta militar y privada puede serle a usted de utilidad conocer. "El general Arenales quedará encargado del mando de las fuerzas argentinas: su honradez, valor y conocimientos, estoy seguro lo harán acreedor a que usted le dispense toda consideración. "Nada le diré a usted sobre la reunión de Guayaquil a la República de Colombia; permítame usted, General, le diga que creo no era a nosotros a quienes correspondía decidir sobre este importante asunto: concluída la guerra, los gobiernos respectivos lo hubieran tratado, sin los inconvenientes que en el día pueden resultar a los intereses de los nuevos Estados de Sud América. "He hablado con franqueza, General; pero los sentimientos que expresa esta carta, quedarán sepultados en el más profundo silencio; si se traslucieran, los enemigos de nuestra libertad podrían

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prevalerse de ellos para perjudicarla, y los intrigantes y ambiciosos para soplar la discordia. "Con el cc mandante Delgado, dador de ésta, remito a usted una escopeta, un par de pistolas, y el caballo de paso que ofrecí a usted en Guayaquil; admita usted, General, este recuerdo del primero de su admiradores. Con estos sentimientos, y con los de desearle únicamente sea usted quien tenga la gloria de terminar la guerra de la Independencia de la América del Sur, se repite su afectísimo servidor. - José de San Martín." La promesa de abandonar su posición y embarcarse, fue cumplida al día siguiente de reunirse el Congreso, que de antemano había convocado San Martín para deponer ante él el nando político y militar del Perú. He aquí un testamento en que un hombre eminente lega a otro la gloria, el poder adquirido, con todos las prevenciones necesarias para que su heredero a proveche de su legado. Los Estados pequeños Quitan a los hombres grandes que en ellos aparecen, todo el brillo que corresponde a 1 os altos sacrificios. La abdicación de Carlos y y su clausura voluntaria en un convento, no fue un sacrificio personal más grande hecho a una idea, ni fue fundado en motivos más poderosos. Había allí una vieja y cansada ambición, satisfecha ya en todos sus deseos: acaso ideas religiosas que podían a u vez ser satisfechas; una monarquía asegurada, sobre cuya política podría el recluso tener siempre los ojos abiertos, En San Martín era la renuncia en la flor de la edad de toda su existencia venidera, de la mitad de una obra feliz y gloriosamente comenzada. Poseedor ¡el terreno en que debía decidirse la guerra de la Independencia, todo lo que el corazón humano tiene de noblemente egoísta, hasta ci ceder a otro una gloria imperecedera, había sido acallado, dominado, para separarse de los negocios públicos, dejar un ejército que se ha formado desde el recluta, al que se ha enseñado a triunfar y que se ha mandado durante diez años, y entregarlo a un rival, mientras que la víctima de tan duro sacrificio va a oscurecerse en medio de un mundo que no lo conoce, y- a correr todos los azares de una posición mediocre en suelo extraño. Aquella acta de abdicación voluntaria y premeditada, es la última manfestación de las virtudes antiguas que brillaron al principio de la Revolución de la Independencia Sudamericana. Desde aquel día datan los trastornos, las revueltas y todas las inmoralidades que le han caracterizado después.

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Bolívar entra poco después de la partida de San Martín en el Perú, y con ambos ejércitos reunidos da las batallas de Junín y Ayacucho que terminaron la guerra. Pero Bolívar tenía una sed insaciable de gloria, y después de haber sido el libertador de América, quiso ser el legislador universal. Desgraciadamente no se encuentra siempre en las inspiraciones del genio, la ordenación triunfante de las batallas y al mismo tiempo los artículos de una constitución política. No era tampoco aquella la época propicia para constituir los Estados que habían trastornado su manera de ser por el movimiento político del siglo xvirt. Las lucubraciones de la filosofía no habían pasado aún por el crisol de la experiencia, y Bolívar, atacado aún corno los estadistas de su época, de la manía de forjar constituciones, quiso también en este ramo mostrar la originalidad de su genio. De la parte del antiguo virreinato de Buenos Aires, llamado antes Alto Perú, que Bolívar había rescatado del poder de los españoles, no pudiendo por la interposición de otros países soldarla a Colombia, como lo había hecho siempre con las secciones coloniales que libertaba, formó una República, a que dio su nombre, haciéndola servir de ensayo para una constitución política que él había imaginado. Había un presidente de por vida, irresponsable; y una Cámara de tribunos, otra de Senadores, otra de Censores, que debían limitar recíprocamente la acción de los poderes. En el fondo como en el objeto, era una traducción de la segunda edición del Consulado de Bonaparte. Un general de Bolívar fue electo presidente vitalicio; pero no admitió el mando sino por dos años, a condición de conservar parte de los ejércitos colombianos allí. El real presidente vitalicio q uedaba, pues, por nombrarse. El nuevo Estado no tenía comunicación con las costas, enclavado en el centro del continente, circunstancia que ha dado después origen a guerras interminables con los Estados vecinos, de quienes depende para la exportación de sus frutos. Esta imprevisión de Bolívar haría poco honor a su capacidad, si no fuera prudente creer que la nueva República era un arreglo transitorio que debía refundirse en un estado general de organización de todos los países sobre los cuales alcanzaba su influencia. Bolívar, después de haber promulgado su código, regresó a Lima, donde en pro de algunas representaciones un poco teatrales, del empeño popular en retenerlo allí, consintió en ser electo presidente vitalicio, adoptindose su código como ley fundamental del Estado. Partió enseguida para Guayaquil, dejando 4.000 hombres del ejército colombiano en Lima: quince días antes (le SU llegada, el código boli-

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SARMIENTO - TEX MS 1'uND.\lI;NiALFs viano había sido proclamado por el Prefecto de aquella ciudad. Así, pues, esta legislación se presentaba como el vínculo que unía al Perú y Bolivia con Quito, Guayaquil, y demás anexiones anteriores. La obra comenzada al arrimo de las armas, continuaba ahora a pretexto de constituciones, y regresando a Bogotá y a Caracas con la aglomeración de las presidencias vitalicias de dos Estados extraños, traía a su patria la subversión de las instituciones en virtud de las cuales era él Presidente de Colombia también. Mientras ta:lto, hacía tentativas para hacerse un partido en Chile para proclamar la anexión, y a las Provincias Unidas, que pretendían comprender su política, se contentaba por lo menos con desearles todo ci mal posible. La idea de un Congreso americano venía de esta fuente. La dictadura de que casi siempre estuvo revestido Bolívar, era necesaria para dar unidad a la resistencia, que conviene personificar cuando toma formas tan materiales como la expulsión de un enemigo. Pero al querer reunir la América en un solo Estado, desconocía Bolívar un antecedente de las instituciones españolas, que se ha convertido después en un sentimiento profundamente arraigado er, la península, y que se ha transmitido a sus descendiente en América, como una de esas pasiones nacionales que pierden o salvan a los pueblos, según el motivo que las excita. La España es evidentcmentc local: ahí está su fuerza; ahí el origen de todos sus niales. Existe ho y en la península el retaceo que caracterizaba la organización social de la Edad Media. La Cataluña es la antípoda de Castilla; las provincias vascongadas son casi una cosa extraña a la España. Cuando una fuerza exterior amenaza a aquella nación, el poder central se disuelve en juntas provinciales, municipales, etc., y arraigándose en cada localidad, se convierte en el Anteo de la fábula, que adquiere nuevas fuerzas- cada vez que toca la tierra. Por el contrario, si la acción parte de adentro, si es la monarquía la que quiere fortificarse, o dar unidad a las instituciones, entonces los fueros, las regalías, las localidades, en una palabra, alzan de todas partes su cabeza amenazante, y son necesarias la conquista, los bombardeos, para dar una apariencia de nación a estos miembros desligados entre sí. Los americanos del Sur se han mostrado fuertemente impregnados de este espíritu. La Constituc..ón de cada nuevo Estado se ha parapetado de restricciones para alejar a los americanos de las otras secciones de toda participación en los negocios públicos; los celos de unos pueblos para con otros van basta falsificar la historia, a fin de conceder ni servicios prestados, ni mérito anterior al que a yer era

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BIOGRAFIAS hermano, y hoy es extranjero, y a veces enemigo, aunque tengan el mismo idioma, religión e instituciones. Bolívar con su fuerza de voluntad y su pertinacia, que tan fatal fue a los españoles, se estrelló contra las resistencias locales que se alzaron de todas partes para desbaratar su sistema de agregaciones. En 1825, al mismo tiempo que él preparaba en el Perú y Bolivia la legislación política que debía anexar aquellos Estados, se forman en Guayaquil y Quito Juntas Provinciales para protestar contra la Unión Colombiana, y sólo la presencia del Libertador pudo reprimir por algún tiempo estas manifestaciones. Mientras que él acudía a apagar el fuego por est3 lado, el Perú declaraba la abolición del Código boliviano, y en Bolivia, Sucre, su tenedor ad interim, de la presidencia vitalicia, se escapaba, lleno de heridas, de las manos de la población sublevada. Ultimamcnre Colombia misma, en presencia de Bolívar, anuncia la intención decidida de disolverse en las tres secciones coloniales de que había sido compuesta, y el libertador, ciego en su empeño de realizar una quimera inútil para los pueblos, desciende al humilde papel de revolucionario, aprovechándose de insurrecciones encabezadas por sus partidarios o los jefes del ejército, para encender la guerra civil, y forzar a los pueblos a aceptar su sistema. En esa tentativa tuvo que enajenarse la simpatía de la parte inteligente de la sociedad, que comprimir las ideas, que reaccionar el país, recurriendo siempre a la dictadura que sólo servía para concitarle odios, y hacer derrisorias sus promesas de dar instituciones libres. Las conspiraciones amenazan a cada momento su vida, hasta que un Congreso, reunido para poner término a tantos desórdenes, declara termiá nada la dictadura, y, lo que para Bolívar debía ser m s humillante, disuelto el Estado de Colombia en las tres Repúblicas de Venezuela, Nueva Granada y Quito o el Ecuador. Bolívar, abrumado de pesares, perseguido por la desaprobación, por no decir el odio de sus contemporáneos, muere al año siguiente en una quinta adonde había ido a ocultar su desencanto, expresando la preocupación que lo dominaba, en c^tas palabras: "Me ruborizo al confesarlo, pero la Independencia es el único bien que hemos conseguido a costa de los demás". Felizmente para su patria, el lapso de cinco años después de terminada la guerra, que era la época en que Bolívar decía esto, no era un tiempo suficiente para desesperar del porvenir, y Nueva Granada ha sido uno de los Estados americanos que más pronto se han organizado y que mis libertades han asegurado en sus instituciones. Ojalá que Bolívar se hubiese contentado con haber asegurado a una gran parte de la América

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esa Independencia, sin empeñarse después en doblegarla a miras que pueden ser tachadas de personales, y en manera alguna aconsejadas por intereses conocidos de los pueblos. Esto le hubiera ahorrado una parte de los desengaños que amargaron sus últimos momentos. Más previsor, menos confiado en sí mismo, o mejor aconsejado por los acontecimientos, el rival que le cedió su puesto en el Perú, comprendió desde luego, que terminada la lucha con la Península, la América iba a entrar en una larga y penosa elaboración en que no debían mezclarse los que habían obtenido glorias más puras. La guerra civil ya estaba anunciada por carteles en todos los parajes públicos de la América; y la prudencia aconsejaba alejarse de la escena. Sin Martín, después de haber vagado algún tiempo por la Europa, y permanecido en Bruselas, se estableció definitivamente con su familia en Grand Bourg. En 1826 parecía que las Provincias Unidas del Río de la Plata, después de haber gozado algunos años de tranquilidad perfecta, iban a constituirse definitivamente. San Martín creyó llegado el momento de regresar a su país y gozar en la tranquilidad de la vida privada, del reposo que las agitaciones de su vida pasada reclamaban. Cuando llegó al puerto de Buenos Aires, vio disipadas tan halagüeñas esperanzas. La guerra civil había comenzado de nuevo; y en su propósito de no verla siquiera, ni aun como espectador, regresó a Francia sin haber descendido a tierra, no obstante la solicitud de sus amigos y las sugestiones de los partidos.

URQUIZA Montevideo, asegurado de subsidios, era inexpugnable para Rosas; esto era evidente. Montevideo, libre de su poder, toda la bóveda elevada de diez años venía abajo por falta de coronación. Rosas no podía retroceder ni avanzar, y aquel sitio era un jaque mate sin salida. Los elementos argentinos debían com pletar la obra. ¿Quién los encabezará? —le preguntaban. _Urquiza. -Pero Urquiza es su más fuerte apoyo. - Esa es la razón. Rosas ha venido absorbiendo lrs provincias y desarmándolas. Las necesidades de la lucha de Montevideo lo han forzado a poner las armas y el poder en manos de Urquiza, que ha dado batallas y creádose un ejército suyo, de este lado de los ríos. Urquiza es lo único que no ha

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avasallado; luego el día que Rosas quiera terminar la obra de la centralización habrá pugna entre los dos caudillos. • El general Urquiza tiene a su lado un enorme perro, a quien ha dado el nombre del almirante inglés que simpatizó con la defensa de Montevideo en los principios del sitio, y contribuyó a su sostén contra Oribe. En honor del anciano y simpático almirante, la batería que defiende la puerta principal de la línea de defensa se llamaba Purvis. El perro Purvis. pues, muerde horriblemente a todo el que se acerca a la tienda de su amo. Esta es la consigna. Si no recibe orden en contrario, el perro muerde. Un gruñido de tigre anuncia su presencia al que se aproxima; y un "Purvis" del general, en que le intinia estarse quieto, la primera señal de bienvenida. Han sido mordidos Elías, su secretario, el barón de Grati, cuatro veces, el comandante de uno de sus cuerpos, y Teófilo, su hijo, y ciento más. El general Paz, al yerme de regreso de Buenos Aires, su primera pregunta confidencial fue: —¿No lo ha mordido el perro Purvis? —Porque no ha podido morderme, general, le contesté, es que me ve usted aquí. Siempre tenía la punta de la espada entre él y yo. ¡Que se imagine cualquiera las emociones que debía experimentar cada ciudadano argentino al penetrar en aquel antro, con el sombrero en la mano, los ojos fijos en el monstruoso perro, su salvación pendiente de un grito dado un segundo más tarde del momento oportuno, mostrando ante un extraño síntomas de terror que nos presentan en una luz desfavorable, y a veces ridícula! Pero lo que más me llamó la atención en estas confidencias fue que el general se había ocupado, durante su acamparncnto en los alrededores de Montevideo, en hacer sentir a los emigrados argentinos la necesidad de ponerse la cinta colorada. El momento supremo llegaba de ver al general Urquiza, objeto del interés de todos, el hombre de la época, y el dispensador de cuanto el hombre puede apetecer: fortuna, gloria, empleos, etc. Yo hice anunciar mi llegada y mi visita, y mientras llegaba el momento de hacerla, me informaba de cuanto convenía a mi propósito, y repasaba mis lecciones sobre los miramientos que debía guardar para no comprometer indiscretamente nada. Presentéme al fin en la casa de gobierno a las horas de costumbre, y a poco fui introducido a su presencia. Es el general Urquiza un hombre de cincuenta y cinco años, alto, gordo, de facciones regulares, de fisonomía más bien interesante, (le OJOS pardos suavísimos, V (le

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SA.MIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES expresión indiferente sin ser vulgar. Nada ha y en su aspecto que revele un hombre dotado de cualidades ningunas, ni buenas ni malas, sin elevación moral como sin bajeza. Cuando se encoleriza SU VOZ flO se altera, aunque hable con más rapidez y cortando las palabras; su tez no se enciende, sus ojos no chispean, su ceño no se frunce, y pareciera que se finge más enojado que lo que está, si muchas veces las consecuencias no se hubiesen mostrado más terribles qw lo que la irritación aparente habría hecho temer. Ninguna seíial pude observarle de disbnulo, si no es ciertos hábitos de expresión que son comunes al paisano. Ningún signo de astucia, (le energía, de sutileza, salvoagunas guiñadas del ojo izquierdo, que Son la pretensión más bien que la nlucstra de sagacidad. Su porte es decente; viste de poncho blanco en campaña y en la ciudd, pero lleva el frac negro cuando quiere, sin sentarle mal y sin desdecir de modales mu y naturales, sin ser natiirnlotes. La única cosa que le afea es el hábito de estar con el sombrero puesto, sombrero redondo, un poco inclinado hacia adelante, lo que le hace levantar la cabeza sobre los hombros, sin gracia, y de la manera, un poco ridícula, de los paisanos de las campañas. cordial. Después de sentados Al¡ recepción fue política s, en un sofá, y pasadas las primeras salutaciones, nos quedamos ambos callados. Yo estaba un poco turbado; creo que él estaba lo mismo. \o rompí el silencio, diciéndole el objeto de ini venida, que era conocer al hombre en quien estaban fijas nuestras miradas y nuestras esperanzas, y para poderle hablar de mis trabajos en Chile, (le mis anticipaciones sobre el glorioso papel que le estaba destinado, recordé que a poco de regresado de Europa don José Joaquín Gómez de Mendoza me había comunicado detalles preciosísimos sobre las disposiciones del general respecto a Rosas. Que el cono2imiento de estos hechos íntimos me había señalado el camino que debía seguir en mis trabajos posteriores, consagrados en A rgiiópolis y S71d A mérica a predisponer la opinión en favor del hombre llamado por las circunstancias a dar en tierra con la tiranía de Rosas. Esta introducción, sin carecer de verdad, porque ci hecho era positivo, era conforme a las indicaciones que me habían hecho en Montevideo sobre las debilidades del general. Era preciso aiiularsc en su presencia; era preciso no haber pensado jamás, hecho o dicho cosa que no partiese de él mismo, que no hubiese sido inspirada directa o indirectamente, mediata o inmediata, próxima o remotamente por él. A este precio, decían, hará usted lo que guste de él. Es esto como la libertad de Fígaro!

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BIOGRAFIAS • . . Esta necesidad de forzar a la naturaleza a producir lo que no puede dar de sí da origen a mil desaciertos económicos que, lejos de propender al progreso, no hacen más que perpetuar la pobreza. Por ejemplo, es prohibido en Entre Ríos tener panadería, velería o jabonería en grande, a fin de que las pobres puedan amasar su pancito de aldea y colar sus velas. Pero corno entre las pobres mismas habría concurrencia, es prohibido a los almaceneros de menudeo comprar el peso de velas a menos de siete reales por peso, lo que hace que la competencia va y a a luchar en el largo y grueso de las velas. Es prohibida la introducción de harinas, para que los habitantes siembren trigo. Lo que hace que los coroneles y el general hagan muy buenas cosechas, y que de cuando en cuando se le permita a este o al otro amigo introducir sin pagar derechos doscientas barricas de harina para su negocio. Para juzgar de los efectos prácticos de esta legislación baste saber que uno de los privilegiados proveía al colegio del Uruguay, compuesto de ciento doce o catorce alumnos, con veintidós pesos diarios de pan. El pueblo y aun familias de empleados no comen pan, porque es un lujo. El general tiene molino y panadería (en que trabajan mujeres por compulsión) a media legua del Uruguay, al cargo del coronel Acosta, oriental. Así se protegen las siembras. Es prohibido a los extranjeros salir a hacer sus compras, ni de gallinas a la campaña, debiendo comprar al precio que los paisanos vengan a venderles en las poblaciones. Es prohibido a los hacendados matar y eguas en sus haciendas, debiendo traerlas a los saladeros, o venderlas a los que no las tienen, que son por lo general los jefes, y el gobernador mismo. Es prohibido, en fin, por temporadas, a juicio del gobernador, matar su propio ganado los hacendados en sus propios saladeros, cuando el gobernador tiene grandes contratos de cueros en Montevideo y Buenos Aires, para hacer bajar el valor del ganado. Es prohibido, en fin, comprar y vender estancias sin consultar al gobernador, que decide de la conveniencia y oportunidad del contrato. Al coronel Pacheco le ofrecía el general habilitarlo con ganado para poblar un campo. Para qué, general, si me ha de arruinar luego, le contestaba el favorecido, prohibiéndome vender ganado cuando necesite? Don Mateo García, que posee una estancia de sesenta leguas cuadradas con sesenta mil vacas, cien mil yeguas chúcaras, y seis ingenios a vapor, se quejaba de no tener con qué pagar veinticinco mil pesos por los quebrantos que las leves protectoras le imponían no pudiendo vender su ganado.

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S R.\l1l:" FO - FEN 1 OS FU\DA\1]\ IALFS

El Entre Ríos es, pues, una grande hacienda con ganados y hombres, reglamentada y dirigida, ya por compañías de comercio, ya por leyes destinadas a producir ciertos resultados. Es la administración de Mehemet-Alí, pero sin altura, sin el concurso de la ciencia y de la industria europea, que desarrollaría recursos, explotaciones y empresas. Entre Ríos es seco en algunas partes. El gobierno mandó a los hacendados que construyesen represas en las quebradas u hondonadas del terreno. Los trabajos se ejecuta~ ron a ojo de buen varón, sin ingenieros y sin estudio. Sobrevinieron las l luvias, arrastraron el lodo y se rellenaron de tierra y ripio en un año las construcciones. Supieron entonces, muy a su costa, que lo eran los bajos los lugares donde debían hacerse las represas. Estaba prohibida la extracción de ganado para Montevideo durante el sitio; cuando se abrió el comercio, después del pronunciamiento ce Mayo, la prohibición continuó, concediéndose por gracia la exrracción primero al comandante del Uruguay, en seguida al coronel Basabilbaso, más tarde a López, y a otros. Al fin se tiró un decreto levantando la prohibición, concediendo el permiso a los hijos del país, es decir, de la provincia, para estorbarles negociar a unos dos vascos de Montevideo que habían hecho muchos años este negocio en Río Grande y que fueron con sus buques y su dinero a Entre Ríos a continuarlo. Los licores no tenían derechos excesivos; pero habiendo establecido el general, en compañía con un español Nil, una destilación de aguardiente de palma, ginebra, etc., se subieron los derechos a los licores en general. La administración de las rentas se hace con una pureza de parte (le los empleados de colectarlas que se concibe fácilmente de la tirantez de este sistema general de gobierno; la inversión se hace según lo juzga oportuno el general, comprendiéndose en ella las escuelas y colegios que fomenta con un celo laudable, deslucido sólo por la coerción, y en los gastos de las guerras que emprende, bien es verdad que Rosas las pagaba, se g ún las cuentas que se le presentaban. De la tramitación para invertir las rentas puede formarse idea por la cuenta que la Tesorería de Buenos Aires acaba de publicar, de cinco y medio millones de que ha dispuesto en unos cuantos meses, con este solo descargo: "por orden del general en jefe tantos mil pesos". En Entre Ríos, como he dicho antes, ni orden escrita queda en las aduanas y tesorerías. • . . Así, pues, en Entre Ríos sale a campaña todo arón siviente, propietario o no, artesano, enfermo, hijo de viuda, hijo único, sin

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ninguna de las excepciones que las leyes de la humanidad, de la conveniencia pública han establecido para la organización de la milicia. Los dos batallones de infantería se componen de todos los zapateros, carpinteros, herreros, sastres, albañiles, sirvientes, etcétera, de las ciudades y villas. Las divisiones de caballería las forman la población de cada departamento de campaña. Para reunirlos no se toman disposiciones extraordinarias. Los jefes de división mandan citar, y señalan día y punto de reunión. Nadie falta, porque nadie puede faltar, si no se expatria para siempre. Esta omisión es delito capital que se persigue sin piedad a fin de moralizar la población. • . Los soldados de caballería se visten a sus expensas, y se presentan al campamento con dos, tres o cuatro caballos si se les pide así. Estas tropas no reciben salario nunca, ni aun cuando están de guarnición en las ciudades. Para la manutención de las tropas se provee de ganado, por una lista de vecinos del departamento, según su cupo, con devolución del cuero y del sebo. Las milicias para la campaña contra Rosas empezaron a reunirse en noviembre y principios de diciembre: las sementeras, en donde se cultiva trigo, quedaron, por supuesto, abandonadas. El comandante del Uruguay mandó ofrecer a un comandante de la Banda Oriental seis reales por cada peón o soldado que enviase a cosechar trigos; pero habiendo contestado éste que, siendo poco salario seis reales, él pagaría de su bolsillo dos reales más, las autoridades de Entre Ríos se indignaron y no se aceptó este expediente. Supliéronlos los inválidos del ejército de Rosas, que pasaban de mil, y no dejaban por eso de estar enrolados en los cuerpos, y las mujeres de un pueblo que se llama el Pueblo, compuesto de mujeres traídas prisioneras de la Banda Oriental en guerras anteriores, se hacen servir por compulsión y con salarios no discutidos por ellas. Así, pues, a cada expedición todos los trabajos se interrumpen, los talleres se cierran, las construcciones se paran, los sembrados se abandonan a la naturaleza, supliendo esta parálisis súbita en las poblaciones los vascos e italianos establecidos en ellas, pues en las campañas les es prohibido morar, ni aun en los saladeros, salvo, sin embargo, en los del gobernador u otro agraciado. La fidelidad, la moralidad de estas tropas se mantiene de una manera muy sencilla. Las familias de los soldados que se adhirieron a Paz o siguieron al coronel Hornos fueron deportadas a un punto desierto a poblarlo. El coronel Hornos me dijo en la isla de Fragas que todavía estaban allí y que sus parientes se le habían

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presentado, empeñándolo para que pidiese al general su vuelta. La deserción tiene, o ha tenido durante diez años, pena irremisible de degüello, sea el número que fuere el de los delincuentes. En una de las pasadas campañas de la Banda Oriental un grupo de soldados liabía desertado con las chinas que los acompañaban. Tomados los prófugos, se dio orden al coronel a cuya división pertenecían de degollar hombres y mujeres. El coronel cumplió la orden, excepto con una mujer cmbar.zada, pidiendo se le diese tiempo de dar a luz la criatura. El general mandó en réplica dos ayudantes, uno con la orden de la ejecución y el otro con la de presenciar si se cumplía para hacer, en caso contrario, degollar al coronel al frente de su tropa. No llegó este caso. Estas craeldades son la base del sistema; sin ellas no puede haber ejército, ni levantamiento en masa. Así, pues, el sistema de los caudillos puede reducirse a esta simple expresión: un negocio de fortuna y de ambición, efectuado por la población en masa de la provincia de que se apoderan, con el concurso de todos los varones, en perjuicio propio, compulsados por el terror y sostenidos por la violación de todas las leves naturales y económicas en que reposan todas las sociedades. Los resultados no se hacen esperar muchos años. Me ha contado el general Mansilla que cuando entró a gobernar a Entre Ríos, después dc Ramírez, sólo bahía dieciséis mil cabezas de ganado en toda la provincia. Lafone, de Montevideo, hizo, después de levantado el sitio de Montevideo, explorar la campaña, y los datos que obtuvo le daban sesenta mil cabezas (le ganado, de tres millones había al principio de la guerra. Facundo Quiroga extinguió ganado y población en La Rioja, y en Córdoba no han quedado cuarenta mil vacas, según datos muy fundados. Pero lo que este sistema tiene de deplorable es el consumo espantoso de hombres que hace. Impotente como ciencia, como estrategia, como táctica y disciplina, suple a su deficiencia., aumentando el número de los combatientes. Así Chile, con millón y medio a dos millones de habitantes, nunca ha puesto en campaña más de cinco a seis mil hombres, mientras que Entre Ríos pone casi el doble a cada momento con una población de sólo cuarenta mil habitantes. Las batallas no son menos desastrosas; pues que siendo inadecuadas las tropas por falta de disciplina y de capacidad para las maniobras, ara sostener un combate reñido, el desorden se introduce en la ' filas luego, la derrota se pronuncia y los vencidos son entonces muertos sin piedad y los prisioneros, y aun los paisanos que no estuvieron en el combate; y todo para inspirar terror,

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BIOGRAI'] AS

dar brillo a la batalla y acrecentar el renombre del caudillo, que es un capitalito que se va desenvolviendo, que principió por bodegonero, se hace después almacenero, hasta ser banquero, es decir, gobernador de provincia, dispensador de la muerte o la vida, de la ruina o la fortuna, y aun después emprende en grande el negocio de hacerle un hijo macho a la historia, llamándose restaurador, director u otra cosa peor. PASAJE DEL PARANA 130LE'rIN NUMERO 3

Cuartel General en el Diamante, 25 de diciembre de 1851. "El sol de ayer ha iluminado uno de los espectáculos más grandiosos que la naturaleza y los hombres pueden ofrecer: el pasaje de un gran río por un grande ejército. • . ."Animaban la escena del paso de las divisiones de vanguardia la presencia de los vapores de la escuadra brasileña, y la llegada de las balsas correntinas, construidas bajo la hábil dirección de don Pedro Ferré, y capaces de contener en su recinto, circundado de una estacada, cien caballos. "Al amanecer del día 23 todo era animación y movimiento en las alturas del Diamante, en la playa, en los buques y en las aguas. "En los países poco conocedores de nuestras costumbres el juicio se resiste a concebir cómo cinco mil hombres, conduciendo diez mil caballos, atravesaron a nado en un solo día el Uruguay, en una extensión de más de una milla de ancho, y sobre una profundidad que da paso a vapores y buques de calado. "Esta vez el auxilio del vapor mismo hacía innecesarios esfuerzos tan prodigiosos. Embarcaciones menores pasaban de una a otra orilla los batallones de infantería en grupos pintorescos que matizaban de vivísimo rojo la superficie brillante de las aguas. El vapor Dom Pedro, de ligerísimas dimensiones, remolcaba las balsas cargadas de caballos, pero aun no satisfecha la actividad del gene tal en jefe con estos medios, centenares de nadadores dirigían el paso de tropas de caballos, cuyas cabezas se diseñaban apenas, como pequeños puntos negros que interrumpían en líneas transversales la tersura del río. Por horas enteras veíase algún nadador luchando con un solo caballo, obstinado en volver atrás a la mitad del canal, mientras que el espectador se reposaba de la fatiga que

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TFIXTOS IL'.DA\1F NI ALES

causa el espectáculo de tan peligrosos esfuerzos, al (liViSaF en la opuesta orilla los caballos que tornaban tierra, los batallones que desplegaban al sol sus tiendas, y allá en el horizonte los rojos escuadrones de caballería, que desde temprano avanzaban perdiéndose de vista en la verde llanura de las islas. "Daba impulso a aquel extenso y variado campo de acción la mirada eléctrica del general en jefe que, situado en una eminencia, doniiniba la escena, inspirando arrojo a los unos y a todos actividad y entusiasmo." • . . El general permaneció todo el día sentado en una silla al respaldo del rancho que servía de cuartel general, presenciando el pasaje, inmóvil, inabordable, porque aun sus allegados tiemblan de acercarse a él cuando desempeña una de esas funciones en que se quiere convertir el terror en una fuerza motora, para hacer a otros, a riesgo de su vida, vencer dificultades, contra las cuales ningún auxilio inteligente se pone en juego. Los soldados, nadando, luchaban horas y horas con los caballos que de la mitad, de los dos tercios del río, se volvían para atrás y volvían a la ribera. Una hangada construida sobre lanchas, hacía raros viajes con sesenta caballos en cada uno, por la falta de dirección, por la imperfección de los medios de embarque abandonados a caballerizDs, comandantes de cada división, etc., etc. El resultado de la :ascinación mágica de la presencia del general fue que en todo el día pasaron seiscientos caballos de treinta mil que aguardaban su turno. El general pasó en la noche el río, y avanzó en las islas buscando la costa firme con los dos escuadrones que primero pudo montar. Al día siguiente, no habiendo quien ejerciese el ensalmo del terror, se acudió a los medios vulgares, vulgarísimos, de hacer las cosas, que fue encargar al general Madariaga de dirigir los trabajos, presidir al servicio de las hangadas, y se pasaron ese día dos mil seiscientos caballos. En adelante se procedió con más actividad, pues se les agregó un vaporcito brasileño para remolcar las hangadas, y entonces el pasaje de a nado, que era al principio como lo practican los indios salvajes, se convirtió en pasase al vapor, cual conviene a pueblos que van a constituirse.

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B JO GR A 1' ¡AS

ROSARIO

Descendimos ci río, y el Blanco atracó a las barrancas del Espinillo, puerto intermediario entre el convento de San Lorenzo y la villa del Rosario. Descender a tierra y montar a caballo fue la obra de algunos minutos. ¡A caballo, en la orilla del Paraná viendo desplegarse ante mis ojos en ondulaciones suaves pero infinitas hasta perderse en el horizonte, la Pampa que había descrito en el Facundo, sentida, por intuición, pues la veía por primera vez en mi vida! Paréme un rato a contemplarla, me hubiera quitado el quepí para hacerle el saludo de respeto si no fuera necesario primero conquistarla, someterla a la punta de la espada, esta Pampa rebelde, que hace cuarenta años lanza jinetes a desmoronar, bajo el pie de sus caballos, las instituciones civilizadas de las ciudades. Echéme a correr sobre ella, como quien toma posesión y dominio, y llegué en breve al campamento del coronel Basavilbaso, a orientarme y pedir órdenes para el desembarco de mi parque de tipos, tinta y papel para hacer jugar la palabra. Permítame el lector contar todo como ha sucedido. Si por modestia omito un detalle, no comprenderá cuanto más tarde ha ocurrido. Hay en ello, más que vanidad pueril, tributo debido a las ideas y muestra clara del espíritu de los pueblos, y las esperanzas y objeto de la revolución incompleta aún. Seis personas encontré que regresaban a la villa del Rosario, los seis montados en silla, a la inglesa y sin mandil. Acerquéme a uno, y le dije: —Usted perdone, señor. ¿Supongo que son ustedes vecinos del Rosario?, y a un signo afirmativo, ¿a quién debo dirigirme para que se prepare una casa para la imprenta del ejército? —Es usted el señor Sarmiento? Y con mi asentimiento, todos se descubrieron, cambiando las maneras respetuosas pero indiferentes en las manifestaciones más vivas de simpatía, y me parece que algo de entusiasmo. Me dijeron que no pensase en nada, que ellos se hacían un deber de arreglarlo todo, y se despidieron llevando al Rosario la noticia de mi arribo. Al día siguiente fuíme, en efecto, al Rosario, donde me estaba destinada y preparada la casa de Santa Coloma, una de las más cómodas y capaz de hospedar veinte personas. El juez de paz don Marcelino Bayo y los comerciantes vecinos acudieron en el acto, y cuanto la hospitalidad más exquisita y la buena voluntad pueden, se puso a mi disposición. Un señor Mal-

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SAR\I1EN 10 - lEX 105 FUNI)AMLN1 ALES donado vecino, me decía: Esa gente que pasa mirando es por verlo, porque todos saben que ha llegado. Sus escritos de usted los saben de memoria todos. A rgirópolis lo tienen hasta los soldados; y los que nada han leído saben por la Gaceta que es usted el enemigo r.lás terrible que ha tenido Rosas. Mi primer diligencia, como se concibe, a la mañana siguiente fue ir al campamento general tres leguas distante. Dióme caballo un mayor Rodríguez que había sido edecán de Echagüe, y galopando con él mi,mo de guía íbame contando los sucesos recientemente acaecidos, y extasiándose en las consecuencias prósperas y felices que traería para el Rosario la caída de Rosas, y con ella el cstahlecmiento de la libertad comercial, la navegación libre de los ríos; porque, señor, me decía, el día que se naveguen los ríos, el Rosario se hace tan grande como Buenos Aires; porque todos los camines vienen al Rosario, el de Tucumán, Santiago, y las provincias de Cuyo. 1-le aquí, me decía mi vanidad, A rgiró polis, galopando en la Pampa, la economía política demostrada por estas gentes de Rosas, como las campañas de Napoleón contadas por los soldados, que no alcanzaban a ver más horizonte que el frente de su batallón. Llegado al cuartel general me hice anunciar, e invitado a entrar en la tienda, los ojos fijos en Purvis, me senté medio de bruces, principiando por dar cuenta de los boletines publicados en ausencia del ge;aeral, pero consultados con sus jefes. El general se mostró contentísimo, como nunca lo había visto: me elogió el tercero, ap:obó todo, y añadió: "En adelante no consulte a nadie, ni a mí, escriba nomás; va bien, me gusta. Váyase con tiento: así, corno hasta ahora va bien." Pasé entonces a consultarle los boletines; nueve y diez que venía preparando, ya porque era preciso ponerse de acuerdo en las cifras de los estados y rectificar errores inevitables en un documento fundado en datos orales que había recogido yo mismo de cuantos podían dármelos, como porque la publicación del estado de las fuerzas de Rosas podía tener sus inconvenientes, y para mí tenía ventajas que era necesario explicar. Estos estados le dieron a Rosas un famoso chasco, en cambio del que él quería darnos, con tan poco discernimiento y habilidad. A mi vuelta a Montevideo traté de procurarme datos precisos sobre las fuerzas de Rosas y los hice pedir a Buenos Aires. Me mandaron el estado que se publicó en el Boletín número 10, como sacado de las oficinas de Rosas. El estado era forjado ex profeso para hacernos creer realmente que tení.a 46.000 hombres. Para mí te-

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BIOGRAFIAS oía 23.000 hombres, esto es, la mitad de la cifra. Cónio engañar al embustero? Presentándole nuestro estado de fuerzas, ligeramente abultadas, a fin de que hiciese el mismo cálculo, es decir, sacar la mitad de la cifra dada. a0LETIN NUMERO

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Rosario, 7 de enero de 1852. La carta que publicamos a continuación, encontrada en la casa de Santa Coloma, se halla depositada en manos del señor juez del Rosario, don Marcelino Ba y o, para que la vean los que dudaren de su autenticidad. Ella revela todo ci sistema de Rosas y los medios de que se ha valido para perpetuar su odioso poder. Santa Colima pertenecía a una familia distinguida de Buenos Aires; pero el desarreglo de sus costumbres lo llevó a enrolarse en la mazorca, distinguiéndose por su ferocidad entre aquella horda de caníbales. Rosas lo hizo coronel, al mando de la división acantonada en el Rosario, dándole la propiedad de la estancia del general López en ci arroyo de Pavón, y el remate de derecho de corrales en Buenos Aires, que ha conservado muchos años. Este último lo tenía por pesos 120.000 papel, no obstante que Prudencio Rosas ofreció medio millón y ha producido en solo el mes de noviembre pasado ciento ochenta mil pesos. Santa Colonia cnía, p ues, de renta medio millón de pesos al año, dos estancias ajenas, pobladas de ganado, tres casas en el Rosario y una división de soldados, cu yo trabajo explotaba en su beneficio. El teniente Lucas Barbosa. encargado de hacer herrar el ganado con los soldados de su compañía, da cuenta a su coronel del resultado de la faena, como habría dado parte del triunfo obtenido sobre los enemigos, recomendando a los individuos de tropa y oficiales que más se han distinguido, trabajando para Santa Colonia, sin salario ninguno. Los vecinos contribuyen con sus caballos y su persona a a y udar gratis a la y erra, y todos ellos merecen una mención especial, hasta las mujeres de los infelices sargentos que también trabajan, para enriquecer al famoso bandido, que hoy va a Palermo a buscar abrigo al lado de Rosas. Mansilla tenía a San Nicolás por patrimonio, y aquella infeliz población ha soportado ocho años de exacciones, los despojos, las tropelías, y las violencias del cínico general, hermano de Rosas. Estos son los hombres, éstos son los principios que ha sostenido don Juan Manuel de Rosas. Santa Colonia, cuyo Sueño perturba-

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S \R\JIL\ 10 - I1X lOS 1"U\I).\\!lT \LFS

han somtras e imágenes siniestras, crc endose sin perdón de la amnistía del general L T rquiza, ha marchado a Buenos Aires, donde Rosas, \linsilla y unos cuantos criminales famosos piensan hacer frente a nuestras armas, en sus últimos atrincheramientos, como jauría de lobos acosados y resueltos a Yender caras sus vidas, si el crimen pudiese jamás aliarse con el verdadero valor. Pero allá en sus trincheras los perseguirá la maldición de los pueblos y los alcanzarán las lanzas de nuestros valientes y el castigo (le Dios. Paisanos del Rosario y San Nicolás! Las leyes dictadas en Corrientes y Entre Ríos para protecciónde la propiedad rural servirán de modelo a las que protegerán la vuestra contra los Santa Colonma y los Mansilla que quieran enriquecerse en adelante con el sudor de os soldados y las exacciones sobre los paisanos.

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sf O de 1S 2.

Señor don Martín Santa Coloma: "Mi querido y apreciado coronel: No puede U. S. figurarse ci placer tan grande que tengo al escribirle ésta que me alegraré lo pase sin la menor novedad para lo que U. S. disponga mandar; el motivo de no haber escrito a U. S. antes la sido por esperar la conclusión de la yerra, que ya se ha concluído, por lo que doy cuenta a U. S. de todo lo ocurrido; el señor don Francisco Seguí se ha portado perfectamente bien conmigo, y con toda la gente que acá en la población está y ha estado en el trabajo de la marcación y demás, nos ha auxiliado con todo lo que nos ha hecho falta y nos ha mirado con la mayor distinción y respeto, y me ha dicho en su retirada que le diga a U. S. que a los hombres que han estado trabajando de la vanguardia no ha tenido cómo gratificarlos, por lo que le do\ cuenta a U. S. y le mando una lista de los individuos, y al mismo tiempo recomiendo a U. S. los hombres que se han portado y que han trabajado con sus caballos, que son: Gahino Castro. Tomás Pérez, Andrés Acosta, Eusebio Maldonado, Francisco Romero, Arias, Escobar y Rojo han trabajado a pie, \ el capataz Manuel Alvarez también nos ha ayudado con su persona y caballos hasta la conclusión del trabajo; y todos los soldados que pertenecen a la división se han portado perfectamente y han servido con toda puntualidad y obediencia, por lo que se los recomiendo a U. S. y juntamente ' 2 la señora doña Juana, la mujer de 1 Se supone que esta

Estancia del Honor era una que tenían a medias con Echagüe.

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Gabino; Mauricia, la mujer del sargento Moyano, nos ha servido y nos sirve hasta la fecha, y todos los demás vecinos, como U. S. lo presenció el primer día. También doy parte a U. S. de los cueros de garra que existen en la población; de los animales que se han muerto y de los que se han carneado para el consumo son sesenta. Entregué a don Francisco sesenta y siete caballos de los que tenía a mi cargo, con nueve que me entregó el capitán Maldonado. "El señor don Agustín Cardoso es el que ha quedado acá desempeñando las funciones de don Francisco Seguí por orden del señor general Mansilla, de lo que U. S. va estará enterado, según y o estoy impuesto. Mas como es deber de mi obligación dar parte a U. 5., y creo que este hombre es bastante inteligente según lo que hemos conversado. En fin, U. S. dispondrá sobre todo lo ocurrido. Y sin más que esto reciba U. S. los más finos recuerdos de todos los compañeros; los míos los tomará a medida de su deseo y en su persona a su señora y demás compañeros de armas de la benemérita división a que tengo el honor de pertenccr. "Súbdito y subalterno que le ama de corazón. LUCAS BARBos.."

INTRODUCCION A LA

VIDA DE ABRAFIA\•l LINCOLN

Más bien que ejecutado, hemos diri g ido el trabajo de adaptar a la lengua que se habla en la América del Sur, una vida del Presidente Lincoln, entresacada de las varias que corren impresas, y extractando de ellas por redundantes, documentos oficiales dados iii extenso, y añadiendo detalles o explicaciones, necesarias a la distancia del teatro de los sucesos, para la recta inteligencia de los hechos. En verdad que nadie puede con propiedad llamarse autor de la biografía de hombres que han llegado por entre las agitaciones de la vida pública a puestos tan encumbrados como Lincoln. Son estos personajes como aquellos lienzos transparentes, con letreros legibles desde la distancia, merced a su propia luz interna. Nacido Lincoln a la sombra de los bosques, su vida privada, desde que llega a la edad viril, compónese para el público de discursos en los meetings populares; y su vida pública de oraciones parlamentarias, (I UC más tarde se fijan en decretos, mensajes y proclamaciones. Su

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SAR1I1NTO - TEXIOS FUNDAMENTALES muerte misma es el último acto de vida tan consagrada a la cosa pública. Una hala criminal, dirigida por las pasiones políticas, lo alcanza. en medio de las felicitaciones del triunfo, y le acuerda los honores del martirio. El comandante general de los ejércitos y marina de los Estados Unidos, es el último soldado que muere en aquella ,,tierra colosal. Esta su historia ha debido ir quedando como estereotipada en las hojas de la prensa, o en los registros oficiales de documentos públicos. Ni corregir es ciado tales pruebas, limitándose, el que quiera darles cuerpo y forma, a compaginarlas por el orden de fechas, cuando la Providencia ha puesto el finis coro',at opus a este libro escrito día a día en cincuenta y seis años de vida. Así es que conservando el tono simple y sin pretensión literaria de las diversas biografías, al hablar de personaje tan sencillo en lenguaje y maneras, esta compilación ha procurado evitar el juicio que sobre una de las biografías publicadas en Francia hace un escritor norteamericano. "En la apariencia exterior, dice de este libro, nada hay que lo distinga de las memorias que por millares publica la prensa fraacesa; pero al abrirlo y leerlo, cuánta extrañeza no debe causar al cspíritu de un americano, el encontrarse con esta vida de nuestro tan sencillo Presidente! A veces aquel sentimiento llega a ser tan pronunciado, que uno duda de la identidad de Abraham Lincoln con el héroe del vivaz autor francés. Y no viene esto de alguna palpable inexactitud de los hechos que se refieren a la vida del presidente Lincoln, o de deducciones u opiniones erradas sobre su carácte:, sino simplemente del peculiar color y sabor que da a la historia el folletinista parisiense, que no puede dejar de ser espiritual, aun cuando trata de cosas serias, y que no quiere pasar por pesado, aunque guste de filosofar. Y que de corazón escribe M. Arnaud, no puede haber dudas, puesto que es ardiente partidario de la causi de la libertad y de la verdad, y un sincero admirador del presidente Lincoln, a su manera espiritual y francesa." El nombre de Abraham Lincoln ha llegado a la América del Sur, entremezclado con la narración de los acontecimientos sorprendentes de una guerra gigantesca que ha tenido en suspenso a la humanidad entera. Habíamos asistido desde lejos a este drama, así como la actividad asombrosa de las comunicaciones entre todos los pueblos del mundo, nos había hecho seguir de cerca e instruirnos sucesivamente en todos sus pormenores, causas y resultados, acerca de la sublevación de los cipayos en la India, la toma de Sehastopol, Magenen la antigua Colchida; y de las batallas d. Solferino s7

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BIOGRAFIAS ta en Italia, cuando los italiotes volvían a reclamar, por segunda vez, dieciocho siglos después, sus derechos a la ciudadanía romana. Más de cerca que las del resto del globo, nos interesa comprender las evoluciones que en su desarrollo ejecutan los Estados Unidos de Norteamérica, cuyas instituciones y rápido engrandeci miento son como el itinerario que nos está trazado por la similitud de origen colonial, la comunidad de continente, y hasta de ríos estupendos que fluyen de los Andes, lo mismo de la Sierra Nevada que del Chimborazo o Tupungato, aunque estemos al principio de la jornada, y vacilemos y perdamos el camino por no estar bien trazado; si no se pretende todavía que están condenados a vagar sin término los descendientes de 105 patricios y pueblos del Lacio, que en su dispersión fundaron la serenísima República de Venecia, sentada catorce siglos a orillas del Adriático, Génova, Pisa, Luca y Florencia, que restauraron las letras y las bellas artes antiguas, y crearon el comercio y la industria moderna, hasta que el genio de la raza latina, con Colón y Cabot, salvando mares hasta entonces ignotos, cuales otros Eneas, señalaron el nuevo campamento donde habría de terminarse, en cuanto a instituciones libres, el laborioso ensayo principiado a orillas del Tíber, y cuya meta está ya más cerca de lo que se pensaba ahora cuatro años. 2 En la vida de Lincoln encontraránse esas afinidades de existencia entre ambas Américas; y de los hechos que con ella se relacionan, deducirse han por fuerza lecciones y advertencias útiles para nuestro propio gobierno. Injustos o precipitados en demasía andan los gobiernos y publicistas europeos cuando echan en cara a la América del Sur sus extravíos y sus luchas sangrientas. Cúlpania de su propia obra, exigiéndole que remedie en treinta años los errores que al colonizarla le legaron durante tres siglos. Los Estados Unidos, descartados desde su origen del recargo de dinastías y de noblezas, continuaron en santa paz, después de independientes, el desenvolvimiento de las hereditarias libertades ingle sas, añadiendo nuevos resortes a la máquina del gobierno con las constituciones escritas, la separación de las creencias religiosas de la administración civil, la educación universal, - las leyes agrarias que ponen al alcance de cada nueva generación su parre de heredad en las tierras públicas.

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SARMIENTO - FEXIOS FUNI)AMFIN1' ALES Las colonias españolas, vástago del más envejecido tronco de la encina europea, venían a la vida de naciones, desde 1825 adelante, en la época de más vacilación y oscuridad, porque haya atravesado la Europa. Con Felipe II y la Inquisición en el cuerpo, buscaron, en vano, medios de desembarazarse del demonio que se llamaba Legión de atraso, y clamaba desde sus propias cntraas. Al hacerse independiente la América del Sur, cediendo en ello a impulsos externos, porque era la época histórica de la emancipación de las colonias, volvió los ojos a la Europa en busca de mentores para organizar los nuevos gobiernos. Dónde hallarlos, empero? ¿Inventaría derrisoriamcntc una aristocracia privilegiada para gobernarse corno la Inglaterra', ¿Seguiría a la Francia, que pretendía ser por entonces el luminar del mundo, en sus revoluciones sangrientas, pero abortadas en eZ. imperio? ¿Seguiría al glorioso Emperador cu y a frente había sido surcada por ios rayos del sol en todas las capitales de Europa, pero cuyos gemidos podían, desde las costas americanas, oírse en la vecina isla de Santa Helena, donde, cual Prometeo, purgaba sus osadas tentativas de crear instituciones emanadas de la voluntad de un solo hombre? ¿Seguirían a los restaurados Borbones al destierro con su otorgada carta? Y si al fin aparece Luis Felipe, el rey ciudadano, conciliando la tradición y el progreso, la monarquía hereditaria y la libertad popular, no bien empezaban a estudiar este bello modelo, cuando. . . Luis Felipe y su libertad en ci orden, y su progreso gradual, fueron a parar a donde habían ido el legítimo Carlos X, el grande Emperador, Robcspicrre el incorruptible, y Luis XVI, la víctima expiatoria de los delitos de la monarquía. La Repiblica es el gobierno definitivo de la humanidad, se dijo entonces a mundo expectante; pero viósc luego que era sólo error de imprenl:a; que no era la República el gobierno definitivo de la raza latina, sino el Imperio democrático, absoluto, militar. La libertad quedaba para Sajones de aquende y de allende los mares. La raza latina traía en su esencia mism.i las instituciones imperiales. Y ya empezaban a aplicarse estas doctrinas a la América, aprovechándose del siniestro eclipse que amenazaba oscurecer por siempre el brillo de las libertades y prosperidad de la gran República americana. Creyóse, al verla convulsionada, que el pueblo soberano, artífice feliz de ferrocarriles, telégrafos y naves de vapor, muy competente para acumular tesoros por la paciente industria o el audaz go

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BIOGRAFIAS ahead, retrocedería siempre, como en Buil Run, ante el peligro de la muerte vista cara a cara. Naciones formadas por el voto del pueblo, sin el derecho superior del hereditario monarca, o la mano de hierro de la conquista, se rasgarían como la cola del corneta de Encke, e irían sus girones a disiparse por las profundidades de la historia. Sólo las monarquías eran, al decir de los maestros de entonces, planetas regulares en el orden inmutable de la economía del universo. Tardaba ya la separación del Sur y del Norte co ci efímero ensayo de los Estados Unidos. Las aristocracias sólo tienen la tenacidad de propósito, y el espíritu de suite que caracterizó a Roma, Venecia e Inglaterra en la ejecución, durante siglos, de un plan fijo. Los Estados Unidos, y en ellos la República, desprovista de estas guardas y seguros contra incendio de las democracias necesariamente turbulentas y veleidosas, debían sucumbir a la prueba, quedando con su próximo fin disipadas las falaces promesas de una corta y robusta infancia. Tales fueron los oráculos oficiales de la antigua ciencia de Estado. Lo que sucedió en realidad, cómo y por qué sucedió, verálo el lector en la Vida de Lincoln, protagonista del drama, narrado, explicado por él mismo en documentos públicos, con la sencillez del héroe que se ignora a sí propio, y cuenta las pavorosas peripecias de su combate con el monstruo, como si las cosas no hubiesen podido ser de otro modo, a no mediar su terrible pujanza. Veráse también, cómo, sin hacer violencia a las libertades inglesas, ni desmentir los principios americanos, que sobre ellas se levantaron cual majestuoso edificio hecho para la paz, objeto primordial del Gobierno - el Poder Ejecutivo de la República, halló, en el mismo arsenal de la guerra, coraza y guantes de hierro para manejar las escorias ásperas o incandescentes, sin herirse en sus púas, o quemarse con su abrasador contacto. Qué era, en sustancia, la cuestión que tres millones de ciudadanos soldados han debatido a fuego y sangre, cuatro años; disputándose palmo a palmo el terreno, a una u otra orilla del Potomac; oponiendo al Sur el Norte; al Mcrrimac en los mares el Monitor; al Torpedo el Parror; a la victoria estéril anteponiendo la taimada derrota, hasta que contra Lee inventan un Grant, y cansados de acumular montañas para el asalto de Richmond, los Titanes dan un prodigioso rodeo, y socavan por la espalda la fortaleza feudal, proclamando, al fin, entre truenos y rayos la abolición por toda el haz de la tierra de la esclavitud del hombre? Si bien la esclavitud, como institución, fue la causa eficiente de

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES la guerra, : su extinción el resultado aparente, otros puntos más vitales para la preservación de la República, estaban detrás de esta grande facción exterior del cuerpo político; y esto importa conocer para la inteligencia del grande espectáculo.

La esclavitud del ilota es la primera manifestación visible del sentimiento de humanidad, en el contacto hostil (le los pueblos primitivos. Más atrás está el antropófago, devorando en horrible festín al ve cido: ¡y ac victis! Mucho escándalo causó a los (le! Norte ver que sacerdotes piadosos, y aul ejemplares obispos, abogaban por la esclavitud como de institución divina. Preciso es convenir en ello. sin eiiibaro. El cristianismo traía sin duda, por implicancia, en el fondo (le su doctrina, toda libertad humana; la libertad del pensamiento, puesto que era una doctrina espiritualista; la libertad civil, puesto que constituía iguales a los hombres ante Dios; la libertad (le las razas inferiores, puesto que las hacía provenir de un padre común a la especie humana. Pero su influencia no ha podido ser ni general, ni directa. Con el dogma del pecado original veníale de la tradición hebraica la condenación a servidunibre eterna de la raza de Cam. Los dos grandes actos de la creación gcncsíaca traen estas dos condenaciones; la serpiente tienta a Eva, que lega a sus hijos la pobreza y la ignorancia; el sumo de la vid embriaga a Noé, el segundo Adán, y Cam, por haberse burlado del ebrio, es maldito, esclavo en su descendencia. Cuando en los primeros siglos de la Iglesia se ensaya piadosamente el comunismo, o el desprendimiento de los bienes terrestres, poco se dice ni hace por la abolición de la esclavitud, que los bárbaros retornaron en servidumbre a los romanos vencidos. En la orgía feudal de la Edad Media, obispos y abades tomaron la misma parte que reyes y barones, sin hacerse escrúpulos de mantener el santuario con el trabajo de los siervos. Al disiparse aquellas nieblas de donde salía regenerado el inundo, Colón, el último de los cruzados, y el más exaltado cristiano, arrebata indios a sus hogares, para mostrarlos entre papagayos pintados y otros animales raros en España, corno trofeos de su inmortal victoria sobre el misterioso océano, y los vende por esclavos. El santo obispo de Chiapas, movido a compasión por la raza india que perece a millones

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BIOGRAFIAS

en la servidumbre, abre él mismo el ancho reguero de esqueletos humanos que tapizan el fondo del océano entre el Africa y la América, con la trata de negros. La abolición de la esclavitud alcanza entonces en las conciencias hasta el seno de la raza caucásica; pero no protege a la que Noé maldijo. Los padres peregrinos que desembarcaron en Pl y mouth, y se creían la expresión más alta del espíritu del cristianismo primitivo, nada dicen ni hacen por borrar de la historia humana esta mancha original; porque la creen caída de la pluma de Jehová, en la Biblia. Decisiones de los tribunales ingleses muestran largo tiempo el mismo respeto por el texto sagrado; y es sólo en nombre del derecho civil, cuando éste se ha fortificado por las conquistas de las libertades inglesas, que al fin un juez declara no ser la esclavitud del hombre conciliable con la declaración de los Derechos contenida en la Magna Carta Sábese el extraño expediente que al obispo de Nadal ha sugerido la letra harto positiva del texto sagrado sobre el esclavo; y sábese también cuál fue el estrago que causó en la conciencia de un neófito negro, cuando el obispo Colenso le traducía en zulú los versículos 21 y 22 del Exodo: "El que hiriere a su siervo o a su sierva con palo, y murieren entre sus manos, será reo de crimen. Pero si sobreviviere uno o dos días, no quedará sujeto a pena, porque dinero suyo es." Dinero de los plantadores del Sur eran sus negros. Más acertado, en punto a filiación de la esclavitud, ha andado el Comité Romano, que tomando una piedra del Ager de Servio Tulio, sepultado bajo el detritus de veinticuatro siglos, escribió sobre ella esta inscripción del Lacio: ABRAHAi,lO LINCOLNI() RECIO.I. FOEDERAT. AMERIC. PRESIDI. II. l-IUNC EX, SERVIl TULLIJ ACURRE IAPIDEt QUO UTRIUSQUE lIBERTATIS ADSERTORIS 101V FIs. MEMORIA CONJ U(iAII.R CRES ROMANI, D. A. MDCCCLXV.

"Los Ciudadanos Romanos dedican a A braham Lincoln, Presidente (en su segundo Consulado) de la Región federal americana, esta piedra extraída del A ger de Servio Tulío, cii la cual va unida la memoria

de uno y otro Jortisi/nu sotenelor de l.i Libertad, 1865."

Sábese que Roma fue cercada en su cuna de muros renovados por Servio Tulio; y que a medida que crecía la futura dominadora del mun-

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SA.\lIF N ¡0

11 X ¡OS FUN])A\tl'5 FAI.l S

Y como para suplir a la tradicional concisión de la leyenda mscriptural, en la carta de remisión de este monumento al presidente Johnson, añaden: "Lincoln sucumbe por la abolición de la esclavitud, y el mantenimiento de la unión nacional, corno Servio Tulio fue víctima de un parricidio, favorecido por los patricios que querían la opresión de la plebe, y la perpetuación de la esclavitud. Uno y otro, en los dos hemisferios, a veinticuatro siglos de distancia, fueron benefactores de los pueblos, devolviendo al esclavo la dignidad de hombres. Sea esta lntigua piedra, presagio de libertad eterna para vosotros, y (le próxima redención para nosotros."

Cuestión más grande que la de la esclavitud traía en sus entrañas la República, corno institución. Los pueblos no siendo patrimonio de nadie; los hijos no pudiendo ser obligados, sin término, por los padres, deduciríase que las naciones fundadas en el espontáneo r libre consentimiento de los pueblos que las componen, pueden disolverse buenamente, cuando alguna pari:e de ellas quiera segregal-se. La historia no presentaba, sin embargo, ejemplos de estos arbitramientos voluntarios. Las monarquías europeas, hasta ahora poco, se componían y descomponían por el casamiento entre príncipes soberanos que llevaban sus propiedades (¡naciones!) como bienes matrimoniales, o cuyos límites cambiaba la conquista con harta frecuencia, sin que en ello entrase la voluntad del pueblo para nada. Hoy se aproxima el derecho público en Europa a dar por base estable a las nacionalidades la comunidad de lenguas en límites continuos; y la guerra de Italia y . desenlace de la de Dinamarca parecen sancionar este principio, con cierta admisión, do antiguo, se le trazaba nucs o y unís amplio circuito. La muralla de Sers jo Tulio fue encontrada y reconocida en excavaciones recientes sobre el Monte Aventino, y en el lugar llamado hoy Terinini, verificóse el rgcr hasta la puerta V iminale. De esta venerable reliquia de los fundamentos de Roma, el Comité Patriótico sustrajo a hurtadillas un canto de dos metros cuarenta y nueve centímetros de alio, tres y treinta y seis de ancho, y un metro y sesenta

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seis centímetros de espesor; \ grabando en la una de sus faces la citada inscripción, lo ha remitido a América, al C pitoliO de la Gran República, como presagio de sus destinos, y vínculo simbólico de la continuación de las instituciones planteadas por los romanos, detenidas en su natural desarrollo por la resistencia de los patricios, interrumpidas por César, continuadas, quince siglos des pués, en los Estados Unidos. ( N. /cl A .)


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en leve dosis, de consentimiento o asentimiento popular, discernible al parecer por el éxito de las batallas.¿Pueden las Repúblicas fundadas en la soberanía popular disolverse, corno una firma de comercio, cuyos socios están mal avenidos? Parece que las naciones contaran como unidades ante los ojos de la Providencia para el desarrollo humano, y la realización de sus designios. Una grande nación que se disolviera en átomos o en fragmentos, traería necesariamente una gran perturbación en la economía del mundo. ¡Cuánto desastre se seguiría a la desaparición de Cartago, para que tres siglos después fuese todavía el propósito del genio romano colmar el abismo abierto, restableciendo la ciudad pílnica, va que no el Estado colonizador y comerciante! Esta cuestión que interesa a todas las Repúblicas, venía agitándose en los Estados Unidos de treinta años atrás con Calhoun y los nulificadorcs, hasta presentarse en el horizonte, cual torva nube de irrepresible conflicto. El error de la transacción, en materia de principios, consiste en contar con que mientras el principio no avanza por prudencia, la reacción se ha de estar tranquila en su puesto. Cuando el principio vuelve de su error, es cuando se encuentra circunvenido por todas partes, y tiene que pelear, no por avanzar, sino por la vida. Así sucedió en los Estados Unidos. Terminada la terrible lucha, y penetrando en los misterios íntimos del Sur, se ha encontrado la verdadera causa del antagonismo entre el Sur y el Norte, que se hacía más hostil, a medida que éste realizaba más conquistas en la vida moderna. El Sur con los esclavos era como la capa geológica anterior al terreno reciente: era el intermediario entre la Europa y la América: el descenso natural de la América del Sur a la del Norte. Conglornerábanse de aquel lado la Florida que fue española, la Luisiana y el Mississipi, que fueron franceses; Tejas, que no acaba de ser mejicano. Cuando en la Convención de 1768, que dio la Constitución de los Estados Unidos, se discutía un punto, usábase de este argumento: "La Virginia lo quiere: sería desagradar a la Virginia"; y las cosas se hacían o no según estos estímulos o cortapisas a la voluntad de los otros. La Virginia dio largo tiempo los presidentes: el Sur los ministros, senadores y almirantes. La vida del patricio romano entregado a los asuntos del foro, con consagración exclusiva, es posible donde ha y esclavos, sobre cuyos hombres hacen pesar el fardo de la subsistencia. A más de esclavos, encontróse en el Sur plebs blanca, o los blancos pobres e hidalgos, que tienen afinidad de posición con los descendientes de españoles en la América del Sur, que se llaman gaucho, ranchero, huaso. En el Sur la escuela

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SAt-&\l1l\ 1 lix tos i Ni) \\llN 1 AJA

primaria no estaba al alcance del blanco pobre, COmO un Johnson, hoy presidente. Los bancos no eran institución tan difundida Como en el Norte; las fabricas, si no en las (1UC despepitan ci algodón, o el ingenio del azúcar, no lanzaban sus bocanadas de humo para empañar la claridad de aquella atmósfera radiosa y tibia. El amo de esclavos hacía alarde de la caballerosidad de sus sentimientos, y debía de tener razón. Esas diversas capas sociales llevan los sentimientos nobles a las partes altas. Los señores debían de ser cabaIlerscos, valientes, tenaces en sus propósitos, aptos para e! gobierno de la República, ya que en su casa misma es un gobierno sin afecciones de raza, muy alto el que manda, mu y abajo el que obedece; haciéndose fuertes por el hábito, la le y la disciplina dos blancos contra doscientos esclav( 5. Este es el tipo romano. Este fue ci carácter de la aristocracia inglesa que destronó a los Estuardas. Cuánto no debían despreciar al habitante del Norte, comrciante, industrial, plebeyo, parvenu, emigrante irlandés o alemán; el igual de todos, hasta de los extranjeros; sin grandes nombres como Washington, Jefferson y Madison; rueda inferior del mecanismo gubernativo de que eran muelle real los presidentes, senadores y ministros del Sur? Y sin embargo, el Norte con todas las fuerzas de la República del siglo xi' iba al mismo tiempo marchando adelante; con sus escuelas, sus máquinas, su inmigración, sus fábricas, sus empresas, su igualdad. Esta ola subiendo, subiendo, subiendo, llegaría al pie de los castil os del feudalismo colonial, y trataría de pasar el nivel que tantos prodigios opera en el Norte; y como el tribuno romano, a su vez pediría su parte en el sacerdocio, ya que la tenía nominal en el Consulado. La humanidad cntera lo apo yaría con sus votos en la cuestión de la esclavitud; ci ma y or número de los Estados en la guerra por su propia emancipación; y la mayor riqueza y número de habitantes permitirían llegar a donde 'el heroísmo no siempre llega, que es a vencer a la postre con SUS recursos pecuniarios, y ma y or gasto de sangre. Así venían preparadas las cosas, cuando por un último desarrollo del sentimiento de la igualdad del Norte, contra la dilatación de la esclavitud del Sur (porque sólo chocan los principios cuando se exageran), aparecen en la escena politica dos hombres que concluyen por reconcentrar en torno suyo aquellas inmensas fuerzas dispersas, y llevarlas por la elección al asalto del Capitolio, de donde casi siempre habían sido alejados como menos dignos los candidatos del Norte. Vése venir a Lincoln con el hacha al hombro, el emblema del

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trabajo que conquista la tierra, desde el seno de las selvas de Kentucky, pioneer del desierto, dotado de aquella ciencia moral de los Establecimientos, que hace la belleza del tipo que Cooper pasea por todas sus novelas: Calzas de cuero; Larga Carabina; Irarnpero. El otro es un joven sastre que sale del corazón del Sur, corno una protesta viva contra la condición que la esclavitud impone a los blancos pobres, que forman como una clase intermediaria entre el esclavo y el señor. El partido abolicionista con Boston, la Atenas americana, por cuartel general, con la Nueva Inglaterra por guardia escogida, lanza al fin, con mistress Beecher Stowe, aquel grande grito de redención de la raza negra, que se oyó por toda la tierra, cuando el alarido salió de las entrañas de una mujer. Lincoln se presenta en la escena, y desde ci primer día tiene el sentimiento del caudillo; estimulando a la formación del partido Republicano, para oponerlo al Democrático, que de años venía disponiendo de la dirección de los negocios públicos. Lincoln, depuesta a la puerta de su casa, en Springfield, el hacha del leñador, se ha hecho abogado, orador y legislador; absorbiendo en SU naturaleza de esponja esas esencias de civilización, de gobierno, de libertad, que están flotantes y diluidas en la atmósfera de los Estados Unidos, y se reconcentran diariamente en cuatro mil diarios, y en millares de libros y folletos, que popularizan el saber del uno, la experiencia del otro, el resultado de la ciencia o de sus aplicaciones en toda la tierra. Del bosque ha traído la confianza en la Providencia, y el sentimiento de la armonía en las leyes del Universo, más visibles en el seno de la naturaleza, como poder plotector del débil, que entre el bullicio de las ciudades; de su vida de paisano viénele su conocimiento de la índole de las masas, y el acopio de imágenes con que hará palpables y sensibles las áridas deducciones de la lógica; del estudio del abogado saca la estrategia del controversista; de la Legislatura de Illinois, el hábito del debate parlamentario; del jury, el conocimiento práctico de las leyes; del meeting, las inspiraciones de la política. Su primera palabra para contener el ardor de los abolicionistas, es que cree que la esclavitud está fundada en una injusticia y en una mala política; pero que la promulgación de doctrinas abolicionistas tiende más bien a agravar el mal que a disminuirlo. Pero cuando ya hay disciplinado un ejército de opiniones decididas a la acción, en su famoso discurso de Nueva York, a medida que este Juan viene avanzando desde el desierto: "Una casa dividida entre sí —exclama—, no puede subsistir. Creo que este gobierno

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SAR\I1IN 10 - TEXTOS FUNDAMENTALES no puede existir permanentemente, mitad esclavo, mitad libre. Ha de ser lo uno o lo otro. El resultado no es dudoso. Si nos tenemos firme, triunfaremos. Prudentes consejos pueden accierarla, como retardarla los errores; pero más tarde o más temprano la victoria es nuestra". 5

La hora del combate ha sonado, pues. ¡A Jerusalén! Al presentarse en el Congreso ataca la política de expansión del Sur, por la conquista (le Méjico, y su espíritu de justicia para Con las otras naciones se revela en aquella oración, la más acabada en su género especial, pesado de ordinario, como el hacha que emprende derribar una encina, golpe tras golpe, hasta que se conmueve, sus hojas se estremecen, bambolea y cae COfl fragor. Hay en este discurso la candoroa malicia de Sancho, depositario de las verdades vulgares; la ironía de Timón; el estilo rústico y, sin embargo, clásico de Paul Luis Couricr; pero campea sobre todo él, el sistema de demostracin iliatcmátjca, que ha aprendido de Euclides; una condensación química del pensamiento en cristales de dos palabras, contrapuesnas como facetas, que el énfasis de la voz señala al hablar, e indicamos con bastardillas en lo escrito. Si aquel discurso se pusiera al sol, veríanse relucir cual piedras preciosas, o gotas de rocío, rquellas palabras enfáticas, llenas de vida y dotadas de intcligcncin. Diéramos el discurso contra la guerra de Méjico a los jóvenes, como materia de premio de lectura; a los practicantes de derecho, como modelo de análisis de la prueba contraria, y de exposición del caso controvertido. A los sudamericanos lo presentamos coma una muestra, en lo que mister Lincoln condena, de la influencia que sobre el destino de una nación pueden ejercer los partidos internos de un vecino poderoso. El resumen del discurso del diputado Lincoln está en esta frase final: "Si el presidente de los Estados Unidos no demuestra que era nuestro el terreno en que se derramó la primera sangre en la guerra de Méjico, entonces quedaré plenamente convencido de lo que ya estaba sospechando, y es que tiene conciencia de su sinrazón; y que siente que la sangre de esta guerra, como la sangre de Abel, está clamando contra él!" Lo que él insinuó apenas en este discurso, por no exasperar a la mayoría esclavócrata, díjolo a boca llena mister Mann más tarde en la Cámara de Diputados. "La facción más promincntc de la civilización de este país, es que tiene más de tres millones de seres humanos en dura servidumbre: que el espíritu

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BIOGRAFIAS que gobierna a la nación ha anexado últimamente a Tejas, porque tenía esclavos; que ha despojado a Méjico de sus más ricas provincias, con la esperanza de extender la esclavitud; que ha intentado robar Cuba a la España con el mismo fin, y que no abandona el pensamiento hasta ahora." ¡Ah! sí, ¡contra el presidente! ¡contra el gobierno de los dueños de esclavos es que necesitaba decirse; contra los Estados Unidos, a cuyo nombre se intentó y se consumé) el acto, clamó en vano aquella sangre! Los Estados Unidos también sufrieron de rechazo el golpe que lanzaron sobre su hermano Abel. El día que las águilas americanas atravesaban el Río Colorado, firmaban ellos un pagaré a corto vencimiento, que han cubierto con intereses, desde la derrota de Buli Run basta la toma de Petersburgo, no importa cuya fuese la sangre y el oro que se derramaba, como Roma pagó caro la destrucción de Cartago. La esclavitud buscó espacio para extenderse hacia el Sur, sobre Tejas por la anexión, sobre Méjico por la conquista, sobre Centro América por el filibusterismo. Feliz con la presa dorada de California, el espíritu (le invasión no conoció límites, pudiendo como Pompeyo ostentar a los ávidos ojos de los romanos cartagineses los tesoros del Asia, las estatuas de la Grecia, y los reyes bárbaros vencidos y atados a su carro. Julio César, empero, fue el ganancioso, y Roma quedó desde entonces herida por sus triunfos, como la ballena a la cual se larga bastante soga, cuando ya tiene clavado el rejón, para que vaya a morir en lo profundo del abismo. La Independencia de América española venía garantida por el decoro público de las demás naciones. No era culpa suya, que la España al colonizarla hubiese sembrado los habitantes con mano avara, sobre una superficie mayor tres veces que la Europa. Los Estados Unidos estaban codeándose a orillas del Atlántico en trece colonias, que el vapor recorre hoy en tres días. Más previsores, por instinto de raza, los puritanos no habían incorporado como los españoles por millones a los pueblos autóctonos, que han sido causa de tanta rémora en la América del Sur. Las colonias españolas fueron diseminadas, espolvoreadas par el interior de la América del Sur, sin contacto unas con otras, casi sin puertos en los mares. Las repúblicas emancipadas nacieron débiles de constitución, cada una con un millón de habitantes, cuál con dos, una sola con más de cuatro, la mayor parte indios de la raza azteca. Vencer a este pueblo, tres siglos después de que Cortés sometió con doscientos europeos el imperio de .\léji-

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SAR1I1NI O - ItIXIOS iT \DA.\!F;N1ALLs

co, no era empresa difícil, estando divididos entre sí los descendientes de ray a europea, y en su favor la parre más directamente heredera (le .US vicios orgánicos. Los monarquistas de Méjico son de la misma raza que los separatistas del Sur, los menos americanizados. Más difícil habría parecido que los Estados Unidos lo hubiesen atropellado, después (]uC 1\IOnraC y Canning habían escudado la debilidad nativa (le Estados cii germen, contra las tendencias de la Santa Alianza. Pero para conseguirlo tuvo el partido esclavócrata que dejar la puerta abierta a todas las tentativas futuras sobre la América del Sur, incapaz de defensa marítima; porque un buque como el Dunderberg absorbería todas las rentas de cada uno de los Estados; entrando la América del Sur, a deshora, en el ruinoso sistema de la paz amada, que ha creado las enormes (leudas europeas, y que quisieran abandonar ahora, sus propios inventores, si pudieran darse garantías recíprocas los soberanos entre sí. Para apoderarse de Calitornia y Nuevo Méjico, el presidente esclavócrata sugiere que de un ''pueblo dividido por facciones contendientes, y de un gobierno sujeto a constantes cambios, por medio de revoluciones intestinas, no puede obtenerse satisfaccion''. No olvidemos que la Francia, la Inglaterra y la España (que siempre deben tener razón en la América española) están oyendo el mensaje del presidente. ¿Qué se hará entonces con aquellos Lstados sujetos cambios constantes? LI medio iínco de obtener una paz duradera, sugiere el presidente, al decir del diputado 1 incoln, es hacer de modo que ci pueblo mejicano desoiga los consejos de sus jefes políticos, y confiando en nuestra protección, forme un gobierno que pueda asegurar una paz duradera. ¿No es esto mismo, por ventura, lo que hizo el gobierno de Francia, para acabar con la anarquía y asegurarle a Méjico una paz durailera, con una prosecución mas vigorosa de la guerra con tan poca razón en uno y Otro caso comenzada? Fueron, pues, los Estados Unidos los que atropellando esas telarañas que se l.aman derecho (le las naciones, cuando sólo concierne a los débiles, abrieron para la América del Sur, en estado de crisálida, la caja de Pandora de todas las combinaciones de la política europea; y como con la raza negra arrancada al Africa por los portugueses, a fines del siglo xv, se retaró la definitiva abolición de la esclavitud has ta el siglo xix, así los Estados Uni los, con la conquista de Nuevo Méjico y California, retardaron la formación de la República, en el terreno en donde, por la liman-

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cipaCión, las ex colonias españolas podían seguir su propio ejemplo, sin alarma ni ofensa de los gobiernos tradicionales de Europa. 6 Tras la guerra de Méjico, en que el Aguila de cabeza blanca señaló, con la dirección de su vuelo, dónde yacía una presa indefensa, las Aguilas imperiales, de una o de dos cabezas, alzaron su vuelo a través de los mares, como Audubon ha mostrado que es el seguro instinto de las aves de su especie, para guiarse las unas por el movimiento de las otras, al cruzar el espacio. Y cuando se ha querido recordar con ci generoso propósito de Canning y Monroe, muertos ¡ay! de cuerpo y espíritu, que la A nirica es para los A mericanos, la ironía de la historia ha preguntado, a causa de la guerra de Méjico, si aquel principio no encierra un doble sentido, como las respuestas del oráculo de Delfos. Estados Unidos de América, bastaría para llenar la letra de la sentencia. Circunstancia providencial parecía, feliz y como buscada para el desarrollo de los Estados Unidos, en cuanto a ensayo de instituciones libres, la de no tener vecinos que perturben sus movimientos. Pero mucho empeora la situación, con la vecindad del principio hostil al en que reposan sus propias instituciones. Ahora el único Estado del mundo que se vanagloriaba de no tener ni ejército ni escuadra permanente, tiene uno de observación en Tejas, y una formidable escuadra en los mares. Si el nuevo ensayo de instituciones es feliz en Méjico, la América del Sur, tan vulnerable, tan dividida por facciones internas, pedirá a gritos el bálsamo y panacea de Méjico; y si en tierra por poblarse, bañada por los rivales del Mississipi, y unida a los Estados Unidos, ha de prosperar, remediando los defectos actuales de despoblación y malos hábitos, desde el Canadá hasta el Cabo de Hornos, habrá tela donde cortar grandes y poderosos imperios. No fue cosaca ni republicana la Europa, no obstante las previsiones del genio; pero cuando las fuerzas se equilibran entre corrientes encontradas, preséntase de tarde en tarde el problema que formuló Lincoln en su primer discurso de Nueva York: "Este país no puede ser siempre mitad libre y mitad esclavo"; y fue todo libre. Un día llegó en que el Mediterráneo no pudo ser mitad romano y mitad cartaginés; y Cartago fue borrada de la faz de la tierra, y su nombre execrado hasta hoy. Más tarde el mundo

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES antiguo no pudo ser mitad romano y mitad bárbaro; y fue bárbaro diez siglos. Acaso no era justo en la providencial c1stribución del bien y del mal entre las naciones, que a los Estados Unidos sólo cupiesen ventajas, sin mezcla de inconvenientes. Acso era llegada la hora en que devolviesen a la humanidad, tomando parte en sus tribulaciones prescn:es, y en sus progresos futuros, lo que de los progresos pasados recibieran en herencia con las libertades inglesas. Mal que les pese tendrán ejército permanente, y borrarán de sus constituciones la cláusula que recuerda su incompatibilidad con las instituciones libres. Mal que les pese tendrán formidables escuadras, y entenderán en los negocios del mundo antiguo, ya que aquella situación aislada y apartada ha desaparecido por culpa del gobierno esclavócrata, que les deja este legado de su política. Están pues lanzados por la mano de sus antecedentes y los designios de la Providencia en los azares de los mares desconocidos del mundo futuro, de la política militante, en antagonismo necesario con los que esperan hacer volver atrás la historia, y que de las aberraciones en la marcha de los pueblos tienden a hacer itinerario regular a las instituciones políticas. Lincola tuvo, con el instinto del pueblo, el presentimiento vago de estos peligros; y bueno es que haya protestado solemnemente en ci Congreso contra los incautos que los provocaron. Las duras verdades que, en el discurso sobre la guerra de Méjico, dirigió al pueblo desde lo alto del Capitolio, contra la corriente de la opinión popular que veía extraviarse, no le hicieron perder su popularidad. Es privilegio de la sinceridad de propósito, y recompensa de la rectitud, esta docilidad del pueblo para dejarse fustigar en aquellas predilecciones del momento, que halagando el amor propio nacional, no tienen, sin embargo, en su apoyo la aprobación clara de la conciencia. Webster también había señalado los peligros de la anexión de Tejas, que trajo, como un abismo llama a otro abismo, la guerra de Méjico, que a su vez produjo el conflicto, que a su turno atrajo el imperio armado a sus fronteras.

Electo presidente en 1861, Lincoln llega al Capitolio atravesando por Chicago, Cleveland, Boston, Nueva York, Filadelfia, y por todo el camino prodiga su palabra tranquila, ofreciendo a sus adversarios tratarlos como \Vashington y Jefferson trataron a los

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BIOGRAFIAS suyos. Pero su elevación era sólo la eminencia que debía hacer descargar la electricidad de que estaba cargada la atmósfera, y la tormenta se desencadenó. Si el triunfo electoral del Norte era para el Sur una mortificación, la elevación de un campesino era la última de las degradaciones: "Un rajador de leña gracejo, y un sastre remendón, decían, de presidente y vicepresidente, ambos salidos de los bosques, ambos creados en la más grosera ignorancia". El fuerte Sumter cayó, y desde entonces todas las cuestiones tomaron fisonomía y cuerpo. Desde entonces también Lincoln mostró, como había desde antes el pueblo llano, la masa popular mostrado, su pasión por la nacionalidad y la Unión, que sólo la intervención del pueblo había prolongado hasta entonces. Quiere la Constitución "tal como era", nada más, nada menos, y cuando le urgen que proceda a la abolición de la esclavitud, contesta con su hábito de deslindar una idea por el Sur y por el Norte, por el Este y por el Oeste: "Quiero, dice contestando a la Tribuna, salvar la Unión. La salvaré por el más corto camino bajo la Constitución. Si hubiesen algunos que no querrían salvar la Unión, a menos de salvar al mismo tiempo la esclavitud, no estoy con ellos. Si hay quienes no salvarían la Unión, a menos que la esclavatura no desaparezca, no estoy con ellos". Después decreta la emancipación como medida de guerra para salvar la Unión; pero esta cuestión había de fijarla definitivamente el éxito de las armas. Otra interna, que a él sólo le tocaba fijar, amenazaba a su retaguardia introducir la división en su propio campo. Setenta y cinco años habían los Estados Unidos marchado tranquilos, como el Mississipi desciende entre las selvas y praderas del más espacioso valle del universo. El único accidente que perturba la tersura de sus aguas, es la entrada de algún majestuoso río que viene a rendirle el tributo de sus cristales, o la rueda del vapor que acaricia su superficie, o la brisa que la riza blandamente. La Constitución tenía mecanismos excepcionales, como las válvulas de seguridad de las máquinas de vapor, para cuando amenaza reventar el caldero, que por falta de uso, estaban, por decirlo así, tomados de orín. Pudiera decirse que en la conciencia del pueblo no existían; para muchos habían caído en desuso; para otros no importaban una suspensión de las garantías. El Ejecutivo autorizó a los generales según su discreción a suspender el escrito del habeas corpus en los Estados leales, siempre que la ejecución (le las medidas de guerra encontrase resistencias. La Ley Marcial fue puesta en ejer-

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SARMIFINFO TEXTOS FUNDAMENTALES cicio, y se aplicó a diarios hostiles, a oradores sediciosos. Un diputado nada menos fue juzgado militarmente y condenado, a causa de un discurso inflamatorio contra las autoridades. El presidente Lincoln es asaltado por los diarios, los meetings, y aún graves constitucionalistas sobre el abuso del poder militar. Ll mccting en masa de Albany le ofrece m concurso, menos para las prisiones arbitrarias: una comisión de Ohio expone los agravios hechos al Estado en el arresto militar del diputado \7alandigham. Lincoln responde a todos, y a cada uno, con la paciente pertinacia de su dialéctica, comentando el texto y la excepción de la Constitución, elevándose al principio de que emana: ¿La Constitución salvada y el Estado perdido? se pregunta; y responde: "La Constitución ha debido en tesis general proveer a los medios de salvarse a sí misma. . . Va a probarse si un gobierno, como el de los Estados Unidos, demasiado fuerte para no limitar la libertad individual, es demasiado débil al propio tiempo para conservarse a sí mismo. La experiencia (le todos los tiempos y países ha mostrado que las naciones no se salvan por los procedimientos ordinarios de la justicia". Cita el caso de Jackson arrescando diaristas, ahogados y jueces federales, y la absolución que el Congreso le dio, treinta años después, devolviéndole la multa que le había sido impuesta por el juez aprisionado. La opinión pública se ilustra con este debate, y todos sienten que la Constitución contiene en sí medios de: suprimir insurrecciones, previniendo los delitos sin castigarlos, por la suspensión del escrito del habeas corpus; y castigándolos sumariamente, después de cometidos,, por la Ley Marcial, que \Vebster había definido: "La facultad de arrestar, juzgar sumariamente, y dar pronta ejecución al juicio. y que una vez proclamada, la tierra viene a ser un campí:nlcnto, y la lev del campamento la ley de la tierra". Sobre el caso de Vaandigham dice con sencillez: "No sé si yo lo hubiera arrestado; pero por regla general tengo que el comandante del punto es el mejor juez de la oportunidad N, Al teniente general Grant dice otra vez: "No conozco sino en globo sus planes, y no pretendo saber sus detalles"; y sin embargo, desde el urincipio de la guerra y hasta que se concluye, releva de sus puestos a los generales, sean McClellan, el prestigioso, o Butier, el antiguo servidor; desaprueba a Frcmont, como Johnson a Sherman, siempre que traspasan los límites de su autoridad puramente militar, o la victoria no les sonríe sistemáticamente. El poder civil queda siempre incólume; y la República, no obstante sus colosales armamentos, libre de que los Manos y los Silas venrm


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gan a debatir las cuestiones políticas con sus legiones en tiempo de paz, o creando la guerra por sus disensiones. Después de la revista de Washington, medio millón de veteranos vuelven al seno de sus familias, y ni aun por la vista de los uniformes, que nadie usa recargados de relumbrones, se sospecharía que medio millón de soldados han vuelto a sus hogares, y que los ferrocarriles todavía van transportando al Oeste aquellas famosas legiones de Shernian que han eclipsado toda gloria. La lución francesa murió bajo el peso de los laureles, como el primer imperio en la inevitable represalia de la gloria, que es y fue siempre la expiación que aplaca los Inanes de la justicia histórica.

8 Su reelección en seguida de estos debates, como había sido electo jackson después de su condena por actos aún más severos, mostraron que el pueblo volvía de su error; error a donde no lo siguió el presidente, defendiendo las facultades y prerrogativas del Ejecutivo, tan expuestas a ser agredidas y menoscabadas por las Legislaturas, los jueces, o el pueblo mismo, que se olvidan que el Ejecutivo es su propio brazo, y que la guerra civil es una maldición para todos, para los que vencen como para los vencidos. Este punto fijado en los Estados Unidos, esta facultad usada con honradez y al solo propósito señalado por la Constitución, ahorrará muchos días de vergüenza a los Estados de la América del Sur, donde el partido liberal, ¡ y quién lo creyera! el gobierno mismo, extraviados por flOCiOflCs incompletas, tienden casi siempre a exagerar las garantías, y a debilitar la acción del poder mismo, que está encargado de salvarlas en principio. Los asesinos de Lincoln cayeron bajo la cuchilla de un tribunal militar, y el habeas corpus fue negado en favor de una señora por el presidente, que, siendo diputado, propuso al Congreso el bilI de reparación de una injusticia con Jackson; salvando así la prerrogativa del Ejecutivo en tiempo de guerra. La trágica muerte de Lincoln, elevándolo a la categoría de los mártires, y colocando uno al frente de la emancipación, como si para levantar la maldición de Noé hubiese sido necesaria una Víctima expiatoria, ha adelantado el dominio de la historia y la acción de la posteridad hasta la puerta de su fresca tumba. Lincoln ha completado a los Estados Unidos como gobierno, sometido a la prueba del conflicto intestino y sacádolo ileso; como asociación,

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SARMIENTO - TEXTOS I'tJNDAMENTALES ha borrado la tacha que empañaba sus libertades con la abolición de la esclavitud; como pueblo, llegando al poder por sólo el influjo de la palabra, del convencimiento, y tra y endo consigo a la presidencia al pueblo trabajador con ásperas y honradas manos, pero con inteligencia cultivada; mostrando al mundo completa ya la revolución democrática a que marcha fatalmente, en ci hecho de ser gobernado por el pueblo, para el pueblo, con el pueblo; bien es verdad que ese pueblo, por la difusión de la enseñanza, por los raudales de lw que derrama la prensa, por los debates del jurado, ci spcech del mceting, ci discurso de la Legislatura, el mensaje y la proclamación razonada del presidente, se llame Franklin, Wcbster, Clav, Chne, Grant, Douglas, Jackson, Lincoln, Johnson, todos del pueblo llano, enérgico, instruido y capaz de elevarse con el trabajo, con la paciencia, con el talento, con el patriotismo, como móviles, hasta altura de los más grandes próceres que honran a la humanidad. Detrás de Vv'ashington viene ii espíritu invcncibleiiicnte el nombre de Lincoln, el que termina la obra liberatriz que el señor aristócrata del Sur no se atrevió a acometer; el que realiza sus previsiones de grandeza futura; y lanza a los Estados Unidos en el mar proceloso de la historia contemporánea, como veíamos lanzar ayer al Dundcrberg en las olas del I-Tudson, la mayor de las simbólicas naves, encorazada, tripulada por cuarenta millones de marinos que pueden ser pilotos, con todas las máquinas e invenciones que encierra aun el gigantesco cerebro de la República; porque esta gran fuerza intelcc:ual y material la ha acumulado en sólo ochenta años, y la presenta hoy a las miradas del mundo, como muestra de su poder creador, y no como coerción, como ejemplo y modelo, y no como fuerza compulsiva. Por los Estados Unidos ha quedado probado lo que Lincoln, en presencia de las tumbas de los millares de muertos en Gettysburg, ponía como un problema de la historia: "Si un Estado, concebido en libertad, y consagrado a la proposición de que todos los hombres han nacido iguales, podría subsistir''. Este Estado subsiste aún después de la guerra, habiendo ensanchado durante ella el círculo de las lihcrtads humanas; mientras que con mano fuerte mantuvo ci gobierno, sin dejarse arrastrar por las corrientes de opinión que a derecha o izquierda querían desviarlo: ya transando con la rebelión, para que la hidra hiciese renacer luego la cabeza cortada; ya exagerando las garantías individuales, en presencia de la cuestión de ser o no ser, que los romanos sabían ponerse y resolver con frente serena, y que la experiencia y sobriedad de la libertad

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BIOGRAFIAS inglesa no esquivó, dejando al alcance de la corona el resorte que en tiempos turbados suspende la garantía del recurso al babeas corpus.

Para la reconstrucción de la Unión, después de sofocada la rebelión, tiene su máxima favorita: "la Unión como era". Grave riesgo había en efecto de que la deslealtad de los gobiernos del Sur, la exageración misma de sus interpretaciones de la Constitución por un lado, y por el otro la tendencia de todo poder triunfante a absorber autoridad, trajesen una modificación esencial en esta organización federal, que, salida del acaso, ha dado sin embargo, un nuevo mecanismo al gobierno, pudiendo la República dilatarse, sin traer, por su propia dilatación, la necesidad de tendones de hierro para mover tan poderosa masa. Roma sucumbió ante esta dificultad que los Estados Unidos salvaron, dejando a samnitas y griegos su vida propia, y sólo conservando la Nación el poder exterior, y los medios de conservar las formas republicanas. En la cuestión de la esclavitud, Lincoln estaba contra los abolicionistas y los dueños de los esclavos. En la de reconstrucción se tuvo en el terreno de la tradición constitucional, lo que los curiales entienden por reponer al estado en que las cosas se encontraban, antes del caso apelado; y lo siguió Johnson, cuando, muerto Lincoln, debió poner la firma en el decreto de restauración, encargándose, sólo por acefalía, de darles una forma republicana de gobierno. Al anunciarle su reelección, emitió un profundo pensamiento político, de cuya ignorancia ha sufrido muchas veces la América del Sur. Atribuyéndolo a un viejo y experimentado labrador dijo, que nunca era bueno cambiar caballos en medio del río. Su reelección era sólo, según él, hasta pasar, como la prudencia lo aconseja, el conflicto en que el país se halla envuelto. La apreciación de las consecuencias de los acontecimientos que se han desenvuelto durante la administración Lincoln, no entran en su biografía. Necesítase, para la contemplación de los grandes cuadros históricos, colocarse a la ma yor distancia posible de tiempo, a fin de poder abarcar el conjunto, y estudiar sus armonías, descubriendo detalles que completan la escena, o bien quitando su relieve excesivo a las figuras del primer plano. Así también la vida de Lincoln está por sí sola destinada a ser de un grande beneficio como enseñanza para los pueblos. No es la violencia del bárbaro, abriéndose paso con el mazo que descarga sobre sus semejantes más débiles: no es el demagogo que, a trueque de tomar la delantera, dejará tras sí una brecha irreparable.

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SAR\11IN1() - TEXtOS FUNDAMENTALES Es el labrador honrado que estudia las leyes de su país, y conociendo los signos de los tiempos, se propone encabezar al pueblo y lo consigue como San Bernardo, Cobden, como todos los que con la palabra han dirigido los impulsos generosos del pueblo hacia la libertad, el progreso, la igualdad moral. Es la historia política de la titánica guerra civil, SUS antecedentes, y su fin. Es al mismo tiempo el registro oficial de los actos gubernativos que la dirigieron y llevaron a buen fin; pero sobre todo es una escuela de buen gobierno republicano, cuyas lecciones no serán desoídas por los hombres honrados, que andamos, hace años, cola y disgusto invencible del mundo, dándonos contra las paredes, por no acertar a encontrar el camino que habremos de seguir. La América del Sur carece de antecedentes de gobierno en su propia historia colonial, pues que no ha de ir a pedirle luces a Felipe II o Fernando VII, sobre el arte de gobernar. No nos las daría mejores; la Francia, cuyos publicistas sólo pueden ser perdonados, corno la Magdalena, por lo mucho que han amado. La escuela política de la América del Sur está en Estados Unidos como copartícipes de las libertadesing lesas, como creadores de un gobierno libre absolutamente, y fuertísimo por excepción, que en la paz ha creado la más próspera nación de la tierra; y que en la guerra ha desplegado recursos, reunido ejércitos, inventado armas, y obtenido laureles, que abren una nueva página en la historia de la guerra moderna, dejando pequeñas las antiguas. La difusión que este libro tuviese será estímulo o rémora para (lile otros le sigan, sobre aquellas materias que las prensas de Bélgica, Francia y España no acostumbran mandar en libros a la América del Sur,' v proveerían con facilidad de envíos, y en cantidades sin límites, las colosales empresas de librería de Nueva York y Boston, las más perfectas y poderosas en medios de ejecución, y cuyos productos son los más acabados. La América del Norte cuenta con veinte y cinco millones de lectores asiduos. La del Sur con veinte y cinco millones de seres que hablan una lengua. Cudntos saben leer y cuántos, sabiendo leer, leerán? Acaso si la cifra nos fuere conocida, hallaríamos el secreto de la sempiterna guerra, y de la posibilidad de conjurarla. Nueva Y ork, agosto 16 de 1865.

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D. F. SARMIENTO


BIOGR\I'l.-\.S

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VIDA DE DOMINGUITO No aprende a distinguir claramente porque no le enseñan la diferencia de un niño y de un hombre adulto, en aquella vida secuestrada de Yungay, y acaba por considerarse hombre más pequeño que los demás, pero en las mismas condiciones, ¿por qué no? Ejemplo: Las elecciones de renovación del Congreso o de electores de presidente caían en Chile en 1851, según recuerdo. Debía tener seis años. Habláhase en el almuerzo de boletas de elecciones que bahía impreso M. Belin y se discurría como de asuntos corrientes sobre la votación que estaba haciéndose. —Papá - pregunta Doniinguiro - ¿qué yo no voto? —Porque eres chileno. -¿Dónde se vota? —Tú perteneces a la parroquia de San Isidro, cuya mesa está aquí cerca. A un rato: —Papá, ¿cómo se vota? —Es la cosa más sencilla del mundo. lomas una de estas boletas, vas a la mesa, donde hay mucha gente, dices que vas a votar, presentas el voto, te lo reciben, y va está. No se habló más de elecciones, yéndose la conversación a una legua de distancia. Acabado el almuerzo, ¿y Dominguito? —Ha de haber ido a votar - contestó el padre, que conocía a su sonámbulo; como nada podía suceder, nadie volvió a pensar en ello, hasta oír el grito de triunfo y de gozo del niño que decía desde lejos: _-Papá! Ya voté. —;Estás borracho! —y contó su gloriosa hazaña, que confirmaron amigos que habían presenciado la escena. Algunos de los votantes apiñados en torno de la mesa, sintieron como una cuña por entre las piernas de unos y otros, para abrirse paso. Prestando atención uno de ellos al importuno, éste dijo su objeto, que era votar, y con tal convicción v ojos tan brillantes lo dijo, que ya se supuso que alguna alucinación había de por medio. Hízole gracia el caso, y tomando al chicuelo de un brazo lo trepó sobre la mesa, diciendo muy serenamente al presidente: —Un ciudadano que quiere votar!

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SAR \1I1NTO - 1-EX-10S I'U\t) \MENTALES Y corno el manera alguna se turbase, presidente y electores hicieron que tomaban el caso a lo serio: —Sí, señor, puede usted votar. —De qué parroquia es usted? —Parroquia de San Isidro. —Su nombre? —Domingo Sarmiento. —No, señor, no puede votar, ha de ser hijo del cuyano Sarmiento. —Soy chileno! —Es usted casado? -No, señor. - (Risa general, que no lo desconcierta.) —Por quien vota? —Por don Manuel Montt! —Ah, pícaro!, que no le permitan votar —gritó en tumulto la oposición. —Es partidario del despotismo! El presidente restablece el orden, le recibe el voto, y la oposición se lo pasa de uno a otro, lo besan, lo aplauden y lo bajan ebrio de con Lento. ¿Supo alguna vez que aquello fue broma? Acaso no volvió a pensar en ello, hallándolo según se cuenta, lo más natural del mundo. *

Llegado a Buenos Aires en 58, víspera de las Fiestas Mayas, con once años, en ciudad nueva, acompañábalo uno de los niños Velázquez, a quien un pic&'t-pocket arrebató el sombrero. Dominguito pispó algo, y agarrando a un paisano le mandó entregar el sombrero con tal tono de autoridad, que lo desconcertó, y abandonando el sombrero st hizo humo, como dicen. ¿Era valor? No, es que no sabe distinguir bien hombre de niño, aunque sepa cuál es la posición relativa entre un roto y un caballero. Acompañahi a su padre en 1850 en Valparaíso, cerca del muelle, y al caer (le la tarde, y debiendo aquél entrar a una peluquería, le dijo lo aguardara paseándose por allí. Detúvose más de lo que deseara, y al salir tuvo cuidados por el chico, cuyo bulto divisó a lo lejos. Vino éste corriendo con toda una historia, "Cómo me he divertido, papá! Ima g ínese que vienen un caballero con su mujer y una niñita a tomar el fresco, y sin duda para divertirla, le muestran los buques, hasta que el caballero le dijo: mira, aquel chico es un marinerito, y el caballero, para entretener a la niñita, se me

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BIOGRAFIAS acercó y me preguntó si era marinero. Yo dije entre nií, te VO a hacer creer que soy y le contesté muy serio: "—\CS, Sir. (Poco máS se pescaba del inglés a esa edad.) ''—Mira, fulana, había sido marinero. "—De aquel buque? (Uno de guerra inglés.) "—Ves, Sir. "—¡Pobrecito —dijo la señora—, tan chiquitito s, pareciendo! "-No —dijo el caballero—: éstos son grumetes de familias nobles, y los cuidan a bordo... "—Y se han quedado creídos que era inglés marinerito. Yo me vine riendo." El taimado tiene siete años; pero ésa es su educación: toma la vida como si fuera hombre, y, si quieren burlarlo, él se burlará del que lo intente. * Un día al salir en su busca, divisa su tutor el hultito que ya regresaba también de motu proprio, después de su tuna. El vigilante de a caballo estaba cerca, y, abordándolo, le expuso el caso y el hábito que iba adquiriendo el chicuelo de escabullirse y largarse de su cuenta a la ciudad en busca de más vivas emociones; y dándole una peseta, instrúyelo sobre la manera de ayudar el vigilante al padre de familia a curar tan peligrosa dolencia —el niño cimarrón— incurable a veces, lo que ha creado la palabra en la Habana para los negros esclavos que ganaban la cima de montañas inaccesibles y formaban colonias, que eran atacadas con perros adiestrados al objeto. Para ahorrar palabras, pongamos el caso. Un vigilante encuentra un niñito muy bonito por la calle, y gritándole con voz de sayón: ;alto ahí!, lo deja clavado en el suelo. —Quién es usted? —D. F. Sarmiento, señor. —¿Con qué licencia anda solo? (El pecado lo acusa N turba.) —Está usted en la escuela? —No, señor. —Tiene papeleta de conchavo? —No, señor. —Ah, pícaro! —le dice, desenvainando la lata y amenazando cortarlo en dos. —Dónde es su casa? I

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SAR \IIL NfO - 1 iXI OS FL\DA\11 NT MiS

Y señalándole la de Yungay, de un tirón lo alza, y se lo mete bruscamente en ancas, y la emprende al galope para Yungav. Llegado a csa, entra gritando: —quién conoce aquí este niño cimarrón que he recogido por la calle, salvándolo de que lo muerdan los perros bravos; y voy llevando a la penitenciaría, al calabozo donde se encierra a los niños que no obedecen a sus padres? Todo esto entraba en la lección dada al paco. Salieron las gentes, reconocieron al prófugo, y pidiéronle al señor vigilante que lo dejase dormir esa noche en su casa, hasta que el padre fuese a ver al jefe de policía y arreglara el asunto, prometiéndole que no habría de hacerlo más. Consintió la castellana en ello, pero tan intratable era el cruel sayón que todavía exigió, con una guiñada, que se le tuviera en una pieza solitaria para que no hablase con otros niños. Así lo prometieron y así lo hicieron, que era aun antes de mediodía y había tiempo de conmutar penas y ahorrar tramitaciones. Pero a poco de estar solo, meditando sobre tamaña culpa, mandó llamar a su nodriza, que le servía de mucama, por haber quedado en la casa per amor del ahijado. Llámabale para pedirle con voz dolorida que le mandasen de cuando en cuando algo bueno que comer, porque sabía que en la Penitenciaría no les daban sino porotos a los presos. Fue preciso prometerle esta infracción de las reglas. ¡Más tarde volvió a llamarla para rogarle que le llevasen una camita, porque en la Penitenciaría dormían sobre una estera! Cómo sabrán los finos estas cosas! Rumores populares que circulan en las cocinas entre sirvientes, que son los maestros de la lengua y de la historia para los niños. La nodriza no pudo resistir a este golpe y soltó el llanto, asegurándole que nada le sucedería. Vino [a madre y todo el cuento lo echaron a perder con sus enternecimientos; llcváronselo en brazos a las habitaciones, y por poco no lo ponen en el secreto. Cuando el hombre de la casa llegó, fue informado del caso, hizo las diligencias precisas, y no fue más adelt nte el escarmiento. Quince días después se le echó de menos al arrepentido. Era de noche. Buscósele en el barrio y no había noticias de él, hasta que, sabiéndose que había unos títeres no lejos, se le encontró allí, espectador abonado y entusiasta, imperando sobre una pila de adobes, y desde allí victoreando al títere protagonista, contándole sus hazañas al glorioso don Cristóbal y acentuando los palos que le da a daña Cutufina, con sus risas y alboroto. Estaba visto. El mal no estaba en el párvulo sino en la topografía

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BIOGRAFIAS de su morada fuera de la ciudad, en una habitación aislada, y el hombre es un animal gregario y el instinto lo está empujando a reunirse con sus semejante.. Se le iba a castigar porque quería sentir la vida, ver vivir y asociarse al movimiento de los otros. Continuábanse en Yungav las lecciones de lectura, las conversaciones sobre todo lo que es real y a que se asociaba el niño adquiriendo un despejo que no decía relación con sus años, y de ahí tomando vuelo la imaginación, precisamente porque van quedando muchos vacíos que llenar entre las cosas diversas que va conociendo. La tendencia a irse a Santiago, acompañado o solo, en busca de emociones, de aprendizaje, de cosas nuevas es cada día más pronunciada, y nada puede contenerla, sino el satisfacerla aplacando la inmensa fuerza de curiosidad que es la muestra de la int&igencia y a veces del talento. Nunca desanimen al niño preguntón. Ese va a ser algo. Un saltimbanqui que mostraba monos sabios, decía que él buscaba para educar los monos que mostraban inteligencia. Ofrecía a los vendedores de monos, pagar el doble si le dejaban llevar a su casa los sujetos. Ponía cuatro en lugar de poder observarlos, les llamaba la atención con algo, un ruido, un objeto, y los monos solvían la cara hacia él. Los monos no vulgares, con algunos moviinientos peristálticos que les on característicos, iban uno que otro con más mesura deteniéndose a mirar y ver. De los otros no había que esperar nada. Al momento daban vuelta la cara a otra parte, a otro lado, atraídos por una mosca que zumba, por un perro que pasa. En los niños sucede lo mismo y el ansia de entender los lleva a preguntar aun cosas que nos parecen triviales por sabidas. * Un día yendo cerca de la Casa de Moneda en Santiago, encontréme con un roto que conducía del cabestro un mampato, ponev o petizo, como llamamos nosotros. -¿Vende, amigo-Sí, señor. ^ Cuánto-—Nueve pesos. —Sígarne, y si encuentro en aquella talabartería una silla de niño, es mío por el precio. —Casualmente - dijo el talabartero -, hace tres meses que un caballero me mandó hacer aquélla, y como no ha vuelto, me creo con derecho a venderla.

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SAR\11F.N1O - IlIXI OS ICN1)AML\ lAlIS

Una hora después entraba el roto en ci patio de Yungiy, seguido de un mampato, hermosamente enjaezado. aunque nada de hermo:o tenía él con su cabeza grande, sus patas cortas, y su andar poco afanado, lo que era una cualidad apetecible para el caso. No había habido designio, ni pensado en tal cosa, sino que la casualidad de encontrar un mampato sugirió ja idea de asociarlo a la educación del infante. Al alboroto de tan inesperada aparición acudió entre las maritornes de la casa, el que se sintió al ver la sillita, que era el héroe de la fiesta; y teniéndole las riendas yo, y alzándolo de un brazo sentóse él crL aquel elevado trono, desde donde, como Sancho desde Clavileño, debió ver el mundo pedestre cuán mezquino era. Usamos can frecuencia ci epírelo de inefable que no he cuidado de definir, al lado de placer, sin darnos cuenta de la sensación que tal título merece, como usamos la palabra sublime, sin darnos cuenta de lo que es ello, sino cuando nos enscñn que es sublime aquello que dijo Dios: ¡hágase la luz. . . y la luz fue hecha! sin duda porque no es como soplar y hacer botellas. Entonces vi el placer inefable pintado en la cara de un parvulillo. Levantó ambos brazos al aire, con las manecillas vueltas hacia fuera para indicar a padre y madre que estaban a ambos lados, que se alejasen, que no lo tocasen, para tener la dicha, la gloria de tenerse él solo en el caballo, a quien impulsó a andar más bien con la voluntad; y siguiendo al caballo, y tendiéndoselo de la rienda, dio la procesión vuelta al patio en cuadro, él en la misma postura de los brazos fijos, con la mirada hacia adelante, con la sonrisa de beatitud que los escultores griegos ponían a SUS estatuas de divinidades, inefible, inmóvil, religiosa, revelando el arrobamiento del alma, mezcla de placer y (le veneración. ¡Así serían las impresiones que experimentaba el improvisado caballero! De seguro que no le había pasado por la imaginación que montaría a caballo a esa edad. Quedaban suprimidos de su cuenta y eliminados muchos años. Era un salto, ser dueño del caballo con silla y todo; y como corolario, ir a Santiago cuando le pluguiese. El día se pasó en proyectos y expediciones imaginarias, en querer probar el caballo a cada rato, hasta quedar convenido y acordado que al día siguiente iríamos, padre e hijo, a la imprenta de Belin, paso a paso por supuesto, a fin de hacer posible tan audaz ensayo. Fuimos a Santiago, que pudo ver de mayor altura que una vara del suelo, ccmo lo veía antes de a pie. La aventura terminaba ahí para el padre, ocupándose, acaso, en corregir pruebas y haciendo esperar al apremiante cahalleriro, apurado esta vez por volver a

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Sarmiento y l)aInlacio Vélez Sárficid en una de las portadas satíricas de El Mosquito, que el propio Sarmiento coleccionara.


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B1OGRAI1AS Yungay, cosa que no le había sucedido nunca; su ideal habría sido estar yendo y viniendo todo ci santo día. Cuando hubo terminado el padre, requirió las cabalgaduras. ¡Ni noticias del compañero!. . . Habíasc escabullido, engañando a uno que lo subiese al caballo para aguardar a su papá... ¡Dios mío, qué va a suceder! Al volver de la primera esquina ha de caer este chico de costado, como un marinero ebrio, ignorando que para tenerse derecho sobre ci caballo, hacen nuestros músculos complicados movimientos reflejos, de que no se da cuenta nuestra voluntad, tan larga ha sido la práctica de la equitación. A medida que el caballo se mueve, tiran nuestros músculos un cordón por allí, aflojan otro por allá, mueven dos a un tiempo y Dios sabe si diez, y con este tira y afloja, marche ci caballo de frente, se pare de golpe, galope, vuelva a la izquierda, mediante un apretón de las rodillas, o echar hacia adelante o hacia atrás el cuerpo, vamos como en una hamaca, creyendo que nada hacemos dejando ir a la bestia y nos conduzca al lugar que queremos. ¿Qué va a suceder con un niño cuyas piernecitas no alcanzan a ceñir el caballo, que ignora todas estas cosas, y se persuade que es lo mismo y más fácil moverse a caballo, según lo está viendo, pues a pie tendría que subir de un plano a otro, o pasar sobre una piedra que dcseinpareja el piso, mientras que a caballo, así así, dejándose andar, se llega de un soplo a Yungay?... De un galope estuve en Yungay, haciendo o no haciendo estas reflexiones. Otra era la cuenta del desolado padre. —Aún no ha llegado? La casa estaba en silencio. Al tropel del caballo, sale la madre desolada. —;Bárbaro! —Bárbaro qué? —¡Casi lo ha muerto el caballo! Supe entonces la tragedia. Habíalo volteado el caballo y atravesádole de parte a parte el labio inferior los dos dientes delanteros, que eran los únicos que descollaban. Averiguado el caso, se supo por el paciente, que lo había alcanzado un guaso a caballo, en el callejón de Y ungay; y, viéndolo sin duda tan gallardo caballero, le había dicho: —Vamos, patroncito, corramos una carrera! —Corramos —contestó el chico. ¿Y por qué no? Sólo que como ambos caballos eran chilenos, al arrancar del uno, arrancó el niampato, y el jinetilio que no conocía este género de equitación, salió por el anca, dando de cabeza con

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SAR\tII\t() - IIXIOS l't\1)\1l \i'•\IFS su humanidad en tierra. La sangre había sido restañada, y no se notaba miembro dislocado. Al día siguiente, todo marchaba a un restablecimiento completo; a los ocho, apenas quedaba una cicatriz; a los quince, volvían a asomar en el horizonte de la imaginación del Vi convalecido y olvidadizo enfermo, las orejas del buen petizo, (IUC a su turno se aburría de su clausura. Y al fin cc todo, un hombre debe saber andar a caballo, en América sob.e todo, y como no hay picadero se aprende a golpe, por aquello de que la letra con sangre entra. El mampato era de fiar, tranquilD y paciente; el incidente había sido extraordinario y el niño se tenía la culpa de haberse sustraído a la tutela paterna. Estaba castigado con la misma culpa y como el delincuente nada deseaba más que volver a pecar, triunfó el partido de la acción v acompañado primero, solo cuantas veces podía, acabó el hecho por hacerse familiar, como sucede con las erupciones del Etna que sepultan en lava una aldea y vuelve en ésta a los años a repetirse el mismo drama. Diose tres o cuatro golpes más, sabidos o confesados, que de los ignorados u ocultos él solo llevaría Cuenta. Fue preciso del mal sacar partido y puesto que andaba a caballo ¿adónde iría mejor y más regularmente que a la escuela? Resolvióse mandarlo a la escuela de Villarino o a la de Moreno, tan acreditadas la una como la otra, tan amigos ambos, pues eran los domingos constantes comensales en Yungay. Uno y otro fueron sucesivamente sus maestros, enseñándole según las prácticas usuales, no siempre con aprovechamiento, porque cayendo en la rutina escolar y obrando sólo la imaginación y la dilatación de las fuerzas orgánicas, se entregaba a sus desordenados impulsos, sin que hubiese al lado el correctivo de la palabra, (le la voz de su padre que ponía en acción también la inteligencia. Llegó alguna vez, siendo ya grandecito, a desaprender a leer, a desmejorar la forma inglesa de su letra, a medida que más tiempo pasaba en la escuela. Entonces el maestro casero se encargaba de remontar la máquina: y leyenda alternativamente ambos en voz alta la V ida de Franklin, que traducía don Juan M. Gutiérrez, Robinson Crusoe, o un Buffón de los Niños que entraba bien en su género de instrucción y cuya lectura recomiendo a los padres, recuperaba en un mes la perdida felicidad de leer, ganando además nuevo acopio de ideas. *

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B 10 GR A F JA S • Dommguito mostró, desde que pudo apercibirse de ello, un terror pánico, cerval, a los cohetes voladores. A cualquier distancia que resonasen en el aire, corría desolado a asilarse en el regazo de su madre, pidiendo a gritos, con el llanto imperioso del niño mimado, que no tirasen más voladores. La enfermedad infantil de todos los seres animados, el miedo, se mostraba con síntomas alarmantes. ¿Qué va a ser de ese niño, cuando fuese hombre? Emprendí curarlo. Me hice traer paquetes de cohetes de la China, y en su presencia, pero sin violentarlo, prendía tranquilamente uno tras de otro. El primer día se mantuvo a la distancia, pero viendo lii fiesta; el segundo estaba ya más cerca, entre azorado y complacido. El tercero estaba a dos pasos, sin miedo. ¡Eh! veamos, prende tú mismo este lindo paquete. ¡Túrnalo sin miedo! ya ves que no hacen nada... Y el niño lo tomó y prendido y desgranándose unos tras otros los cohetecillos y ciento después, lo mantuvo hirviendo y sin mirar, hasta que se concluyeron, ¡oh, triunfo! El dragón había sido vencido, dominado, sometido. ¡Corrió a la cocina, que es la palestra y la platea del niño, a proclamar ante todos los oyentes y por todos los rincones, que había con sus propias manos prendido un paquete de cohetes! Quince días después, el miedo era que le prendiese fuego a la casa. * • . . Sería interminable mencionar la multitud de tempranas aplicaciones a la vida de las imágenes y nociones de que su cabeza estaba poblada. Cuando uno se acerca a Valparaíso, viniendo desde Santiago y desciende la cuesta... el mar se divisa a lo lejos, abajo, sin magnificencia, encerrado en la bahía por dos lados y confundiéndose con el cielo del mismo color por el fondo. Quien sabe donde está el puerto divisa las naves ancladas y sin verlas, como un puñado de moscas, cerca de la costa. Visto así el mar, es una pobre cosa; y él que tenía idea tan grande del inconmensurable mar, de los estupendos buques; para él que no hablaba de otra cosa en el camino, sino del mar y los buques. Aquí es, dije yo, hablando con mi compañera de viaje, donde suelen vendarse los ojos a los niños, a fin de que no les hinchen con el aire salado del mar; pero éste es un loco, se ha de levantar el pañuelo para ver y nada se conseguirá. Mejor que ande allá, en llegando, dos o tres días con ojos colorados, que luego pasará.

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Al oir tal rzonamicnro paró mientes el niño y después de pensarlo un rato, dijo: —Pero qué, están locos que no me vendan a mí los ojos? - No. Ha de ir pugnando por mirar, y yo no estoy para incomodarme. - Que sí. - Fue preciso, a sus reiteradas instancias vendarle los ojos y así bajó en birlocho la larga cuesta. Temo que en las calle, en medio del tentador ruido de carruajes y gritos, se dio maña y vio un poquito, pero ya no había cuidado, puesto que el mar no se ve de las calles. Descendiendo en ci hotel de Madan]c Aub.in, tomélo de un brazo y lo introduje al muelle y poniéndolo dando frente a la bahía y yo de frente para verle el rostro, le quité la venda, diciéndole: - ¡ahí tienes el mar! ¡Qué ojazos!, ¡qué expresión sublime de sorpresa, placer miedo! Oh!, ¡sublime! Tomé inmediatamente un bote, navegamos por entre los enormes buques apiñados, leyó los rótulos de algunos, habló por los codos, mostró cuanto en aquel laberinto llamaba su atención y subimos a un vapor, no sé cuál, que no era grande, y descendimos al cuarto de la máquina en reposo. Cuando voivimos al hotel, parecía que había crecido o tenía un año más de edad, tanto se había ennoblecido y hombreado su fisonomía. * Una noche, a la hora que tienen de antiguo lugar las fantásticas apariciones de las almas en pena, a medianoche, Dominguito se acerca a tientas a mi cama, e interrogado, se empeña en querer dormir a los aies y cuenta que un ruido horrible hay en su cama, sobre su cabeza, que no le deja dormir. —Cómo es el ruido? —Un ruido que no se parece a nada, sino a ruido. Espantoso debía ser, pue que el niño estaba espantado. —Váyase a su cama, no hay nada —fué la solución de los seres racionales dada a la ligera a todas las terribles dudas, alucinaciones y errores del niño. Entonces se dejó oír un torrente de elocuencia, como sólo había visto desplegar a una niñita que iba a encerrar en lo oscuro. Todas las ieducciones, las artimañas, las lágrimas y las caricias de la mujer de veinte años, se mostraron para disuadirme de intento tan monstruoso. Dominguito, agotadas las lágrimas, las súplicas, principió por razonar. —Nada de miedo, ¡qué miedo! no era eso. Pero veamos —decía—, qué mal le hace a usted que yo me acueste, aquí, en esta puntita de la cama, calladito? Yo me duermo en el acto, y no sabe usted

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BIOGRAFIAS siquiera que yo estoy aquí —v diciendo y haciendo, ya se iba acomodando. Algo de serio había de haber en aquella repugnancia invencible a volver a su cama. Encendí luz y tomándole del brazo, lo llevé a su cama. ¡Pobrecito! Al más pintado se la doy. Uni paloma se había metido dentro de la corona de que partían las dos colgaduras de su cama, y la pobre, no pudiendo reposarse sino asiéndose un rato a una cortina, revoloteaba in cesar, sin ocurrírsele bajar. ¡Este era el ruido que a nada se parecía, sino q ue era ruido! Fue aquella la última manifestación del miedo, esta vez racional. Trasnochando una noche de marcha, vencíale el sueño y no había forma de que resistiese, después de haberse caído del cahaYo. Ni detenernos era posible en aquella jornada forzosa entre Uspallata y Mendoza. Viendo que no había medio, di a un peón un revólver con encargo de disparar dos tiros y volver corriendo a aviarme despavorido que se veían salteadores hacia adelante. La alarma se introdujo en la caravana y el sueño se disipó como por encanto. Hube de tomar disposiciones para hacer frente a los malévolos; se sacaron pistolas y cuchillos y yo me transporté a la vanguardia con mi Estado Mayor, Dominguito. Fuimos acechando por entre los montes, en la ocuridad, hasta que él me dijo, con voz cautelosa, pero entera y sin miedo. —Papá, papá, los ve allí?, ¡dos cabezas!, allí van detrás de :iquellos montes. —¿Dónde?, muéstramelos. . . La alegría se restableció luego y la charla sobre los salteadores y otras ocurrencias hizo soportable la tediosa jornada.

INSTRUCCION Esta es la tortura cruel a que están sometidos los niños, y de maldecir sería de la civilización si se tuviese en cuenta los sufrimientos físicos y morales del niño, sentado en un banco horas, cuando las piernas le están saltando por echarse a correr, estudiando insípidas cosas, cuando sólo de reir y gritar tiene ganas. ¡Qué vida la de un pobre niño, trabajando, pensando, sin tener voluntad para lo uno, ni capacidad para lo otro, pues su instrumento, su órgano está incompleto! No conoce el valor de las palabras que le dicen, ni las cosas que representan, ni siquiera el objeto para que se aprenda tanta zoncera, gramática, geografía, escritura, todo mecánicamente, todo sin aplicación práctica a su vida de niño. ¡Para cuando sea hombre! Bonito argumento; corno si un niño

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES pudiera pensr en el día de mañana, ni en cosas para de aquí a diez años. Mucho se han mejorado los sistemas de enseñanza; mucho han ganado los niños, con los nuevos métodos, con hacerlos levantarse cada media hora, sentarse en cómodos asientos, etc. Pero mucho falta todavía para que un niño quiera leer, escribir, contar, con la misma pasión. impulsiva con que quiere correr, jugar, reír, hablar y sin embargo, un método debe haber, ha de encontrarse al fin, de educar el alma por los mismos medios que se educa el cuerpo, es esa gana de correr, sin la cual los miembros se quedarían débiles. Sin la multitud de juegos infantiles, el trompo, la pelota, la raqueta, etc., la mano y el ojo no adquirirían precisión en los movimientos. El gritar y el llorar ejercitan los pulmones: el continuo hablar enseña el uso de la lengua, que es la más difícil tarea que el niño está desempeñando diariamente. ¿Acaso es nada, aprender un idioma entero er. los primeros años de la vida, con sus verbos irregulares, su irregular uso de terminaciones para formar adjetivos, adverbios, Sustantivos, Sfl equivocarse, como lo hacen los adultos, cuando aprenden una lengua extraña? ¿Por qué no habrá de encontrarse un medio, o muchos medios, de hacer que los niños importunen a sus padres para aprender a leer, a escribir, contar, como lo hacen por jugar, por correr y montar a caballo, remar en bote, y veinte ejercicios mil veces más duros penosos que aprender a leer? El día que leer, escribir y demás, sea necesario y útil para algo relativo a la infancia, los niños aprenderán solos; y ese día no está lejos por más que se crea. La sociedad marcha a acelerar la vida, o más bien, a prolongarla, empleándola útilmente, acumulando cnsaciones, suprimiendo distancias, agrandando la época de acción. Las máquinas y la común educación van produciendo otros cambios, y tanto se exige del hombre y tantos medios va adquiriendo, que no desespero llegue un día en que los conocimientos estén en la atmósfera y se respiren en el aire o se vean en las murallas de los edificios, y los niños y los adultos los adquieran de por sí, sin compulsión, porque no podrán vivir sin ellos y nadie nos fuerza a comer si no es el hambre, y a beber si no es la sed. ¿Cómo, pues, crear una secreta y constante hambre y sed de saber? He aquí el problema de la civilización. Que no es imposible, lo prueba el resultado mismo d& saber, que hace que el hombre instruido pase toda su vida leyendo, instruy éndose, aprendiendo. Con sólo existir diarios, ya nadie puede pasarse sin leerlos diariamente y con el cable nadie has' que viva

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BIOGRAFIAS tranquilo si no sabe lo que pasaba ayer en Europa. Esto, pues, que es el fin y el medio, debiera estar al principio, deseo de saber, y entonces los niños incomodarán a sus padres para que los dejen 2prender. Tan lejos están los pueblos donde algunos leerán estas páginas, que pareciera inconcebible por absurdo, si no fuera el hecho vulgar, permanente, diario, y es que naciones enteras hace siglos que están aprendiendo a leer, con tanta molestia para no !ecr, nunca, como aprendería a nadar el que vive en ciudades donde no hay ríos ni lagos. .Cuántos Icen diariamente como una necesidad de la vida en Fspaña y la América del Sur? Uno en mil, sería mucho decir. En las escuelas se enseña a leer; pero no se da ni el gusto ni ci hábito de leer nunca. ¿Cuántos sabiendo leer y enseñados según las prácticas americanas, leen? Y la civilización de la América del Sur está ahí, en ligar la escuela con el libro. En Chile se fundaron bibliotecas en las escuelas, y los libros se perdieron de estarse empaquetados o en los rincones, porque al maestro no le ocurre que los libros son para leerlos y en la escuela los pudieran leer muchos. FI que esto escribe debe a su padre la más fecunda educación que no daban por entonces Universidades y Colegios: L de hacerle leer, después de venir de la escuela, hasta imprimirle el gusto y la necesidad de leer, a la edad de siete años. Toda su vida se ha llevado ley endo, y si aprendió idiomas donde no había extranjeros en una Provincia del interior de América, era sólo para poseer la clave de leer libros; pues no aprendió a hablarlos sino de hombre entrado en años y en los países mismo. donde tales idiomas se hablaban. Con tales ideas, se presiente que teniendo un hijo, vivo, alegre, despierto, inteligente, este padre y maestro de lectura, va a ensayar sus métodos de enseñar, y realizar su idea de que los niño3 aprenden, lo mismo que juegan y corren y gritan. Pues bien, así sucedió. Y como si hubiere de dar cuenta un día del procedimiento, muerto temprano y gloriosamente el discípulo, le sobreviven las frágiles hojas de papel en que aprendió a leer sin libros, sin silabario, sólo conversando, jugando a leer, como se juega a correr carreras o a encumbrar la pandorga. El discípulo tiene tres años y medio contados. Es invierno, hace frío, y el maestro está sentado al lado de la chimenea con el alumno al lado. —Vamos a conocer estas letras. ;Córno se llama esto en que está

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sentado? - Silla. - Pues bien, esa letra se llama o... ¿cómo es la o? - Redondita. - Hágala con los dedos. . . ésa es la o. -;Qué tiene este palito encima? —Un puntito. —Esa es i, y señálela con el dedito chico, pegándole en la cabeza con la punta del otro dedito. —Esta es u, dos dedos de la mano parados para arriba y separados entre sí. Basta de lección. Vamos a buscarlas en un libro, a ver si la reconoces y la pescas en aquel mar de letras; empezaba: - aquí está la o - aquí la i - ésta es u - no, es n, ¿no ves que está para abajo? El alfabeto se fue animando poco a poco y el niño acabó por ser él mismo, letra. La A, decía, tiene una panza así, y se señalaba su barriga. La E un ojito arriba —la C ejecutaba con la mano como la O pero abierta, la F ci chicote inglés —la G con cola enroscada —la L un dedo parado —la Li dos dedos juntos —la S una culebra en el aire —la T con un palito en el pescuezo y se señalaba el SUyO con el dedo --la R con una puntita en el hombro, y se tocaba —la X dos dedos en cruz griega —la P, la O con cola —la N con dos dedos hacia aaajo, la Al tres, etc., etc. • . . El libro es monótono y la cantidad negativa pone miedo a los niños. Nuestro silabario era un librito en blanco. Ahí está, lo tengo a la vista, fresco aún. Mc parece que al abrirlo, esta memoria sagrada exhala el perfume lechoso del niño de tres años; él estaba a mi lado, él me había pasado el carbón de la chimenea con que están trazadas las sílabas; él atisbando la letra s al formarla y luego la a, diciendo sa y la lección seguía, inventándose al mismo tiempo que se iba leyendo. En medio d.e las lecciones de lectura, hay toscos dibujos al carbón. Un pato, un buque, etc. Es que para hacerle comprender una idea, a veces e trazaba una tosca figura o alguna invención. El adquirió también este sistema de demostración y en el mismo librito ha y una prueba notable. Ya escribía, lo que debió suceder un año más tarde. Un vecino tenía una niñita de su edad, o mayor, llamada Delfina, con quien se juntaba a jugar algunas veces. Eran por tanto amigos inseparables, y por tanto peleaban de palabra cada día. Uno de ellos debió ser atroz el agravio inferido, porque Dominguito vino de la calle enfurecido y tornando su librito de lecciones hizo en él la caricatura de Delfina, con patas de langosta, alas de murciélago, cuernos de cabra y otros signos agravantes de fealdad. La fi gura se parece tanto a Delfina como a una yana, pero él evitó todo error posible, poniéndole su nombre en todas las letras y como con una corona de

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BIOGRAFIAS calificativos femeniles que si no prueban que el objeto de su rencor es una mujer perdida, prueban que los niños oyen en la cocina todas las palabras injuriosas que la lengua humana contiene y otras más, como chu quisa, que se ha inventado ex profeso como si escasearan. La venganza fue, pues, completa; y siguiendo mi plan, si leía, si escribía, si dibujaba, todo eso se aplicaba a su vida de niño, a sus enojos. La página ha quedado como toda obra de arte. Será posible que el papel, esta telaraña que se nos deshace en las manos, sea más duradera que el bronce, que la fama, que la vida, tan corta y tan frágil! Así aprendió a leer Dominguito; pero en estas lecciones de lectura, en aquel diálogo compuesto de digresiones. -Vea, papá, el perro negro cómo va. . . Dígame, papá, ¿por qué suben los volatines para arriba?, etc., etc., se fue formando un tesoro de nociones, de datos que desenvolvían su juicio y la facultad de adaptarlos a los hechos prácticos. Ejemplo. Viajábamos en birlocho una vez con mi querido Jacinto Peña y el niño vio en el camino un poste de piedra con un número 2. - ¿Sabe qué ha de ser, papá, esto? Para indicar las leguas. Si encontramos otro con el número 3, es seguro que habreinos andado tres leguas. - No recuerdo haberle hablado antes de columnas miliarias. Acaso vio algo parecido en la "Illustration" LA ESCUELA En mala hora le había provisto de caballo. Un poco de pereza en llenar nuestros deberes echándolos sobre los hombros de los otros y la capacidad reconocida de mi amigo Hi'arión Moreno que comía en casa los domingos v era entudesta e inteligente maestro de escuela, me hizo mandar a la escuela a Dominguito. Allí continuó aprendiendo a leer r escribir y empezó a ponerse en contacto con todos los niños, entrar en la rutina vulgar de la enseñanza, metódica y administrada por mayor a centenares, convéngale o no a éste ¿al otro, iniciándose en los vicios, artimañas y prácticas de los niños; perversa instrucción que se insinúa por los poros, que se respira en la atmósfera; perversa, pero necesaria, edificante y útil. Eta es la sociedad en que ha de vivir siempre, y con el buen grano ha de crecer la cizaña. ¡Ay! del que intente sustraerse a ella. Se quedará inapto para vivir la vida tal ccmo ella es. El mal no estaba ahí, sino en que naturaleza tan activa, tan im-

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SARMIENTO TEXTOS FUNDAMLNTALES presionable, espíritu tan elevado, permítaseme la frase, no se limitaba a los medios ordinarios de la enseñanza. Necesitaba ser exaltado, ser tenido en algo, en mucho. Conmigo era un hombre, mi igual y hablíbamos de todo, política, educación, viajes, ciudades, noticias. En la escuela se sintió niño corno los demás, y como los demás fue niño. Aprendía, no aprendía, jugaba y ponía en alarma a la escuela. El dominga sabía por el maestro lo ocurrido en la semana, y yo indicaba remedios que no siempre podían emplearse. No recuerdo por qué causa pasó a la escuela de Villa cino, otro compatriota, amigo y comensal de los domingos, y el mar fue tomando creces. Un día dijo Villarino: —El niño está perdido, no aprende, no se contrae, es e] azote de la escuela, y se lo lleva inventando diabluras. — Y lo castiga usted? —Quería consultarlo sobre eso. —Aplíquele la palmeta, el chicote y duro. Se apliC(') el CáUStiCO con pasajeros éxitos Algún tienipo dc pus mc dijo el maestro: - No sé que hacer con Dominguito. Es inútil casti g arlo. Llora, se lamenta y una hora después vuelve a las andadas. ¡Pobre, cuántos azotes recibidos por mi culpa!, no porque así lc ordenase sino porque lo había abandonado a extrañas manos. No era ésa su cuerda. Tomélo de nuevo a mi cargo, sin discontinuar la escuela. FI visitador Suárez le mandó de regalo el Buffon de los niños, con él principiaron nuestras sabrosas lecturas, con el sentido propio del caso, con inspección inmediata de la lámina que representa el animal cuya vida es el objeto de la lectura, con explicaciones, digresiones, preguntas y respuestas. Estaba en su elemento otra vez. Vamos a escribir; un honibre inteligente ha de tener una lindísima letra. Los ignorantes juzgan por estos signos exteriores; y luego el que tiene buena letra puede ser comerciante, cajero, secretario, ministro, diplomático, porque todos lo necesitan y en todo se precisa una linda letra; y presintiéndose ya cajero, ministro, general, diplomático, escribía con cuidado y venía con aires de triunfo a mostrarme una herniosa escritura. Vilarino, que nada sabía de esto, vino a comer Como de costumbre a los quince días, diciéndome alborozado: —"Sabe que Dominguito se ha compuesto? Lee, escribe con cuidado, juega nienos y ya ni es necesario castigarlo". ¡Ah, para qué lo habíamos castigado inútilmente!, y digo castiado porque yo no le escaseaba los mismos medios de corrección, cccLntes para tipos menos finos. Así pasó su primera infancia, ca yendo y levantándose, según que

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BIOGRAFIAS se ponían en juego resortes e influencias adecuadas o estériles. Licvélo a Valparaíso, a un colegio alemán, con el ánimo de que aprendiese idiomas, cuan pequeñito era, porque ésa es la edad en que el alma está en acecho de palabras que atesorar; la lengua, sin hábitos, dispuesta a reproducir toda clase de sonidos. Las dos funciones del niño hasta los diez años, son correr para ejercitar los tendones y hablar para aprender el idioma. La naturaleza es entonces el maestro y el arte está en proveer grano a aquella maquinilla de mondar palabras, no importa de qué lenguas; para pueblos españoles, aprender idiomas vivos es simplemente acabar de aprender a leer, y yo por experiencia propia daba a esta parte una suprema importancia. Díjele al director cuáles eran las cualidades peculiares del carácter del niño y sin prohibirle la aplicación oportuna de castigos corporales, que no habría hecho jamás, llevado de mi respeto a la autoridad omnipotente del maestro, le Conté lo sucedido para ponerlo en guardia. Escribióme poco después, corroborando mi juicio, por su propia observación, deleitado con sujeto tan lúcido, riendo de sus graciosas travesuras y todo anduvo a las mil maravillas. ¡Meses después me escribió un tanto desencantado, sin el tono del panegírico y más tarde que dispusiese de él, que le había sublevado el colegio! El cabeza de motín tenía nueve años. ¡Qué prodigio! Ya hablaremos de ello. Las peregrinaciones de su padre que hacía la guerra en su país, forzaba a interrumpir su vigilancia y el niño volvió a Santiago al lado de su madre. En una de ésas le escribía esto: "el niño está perdido; no has , influencia que la tuya sobre él". "Escríbele desde Buenos Aires, dirígelo y se compondrá." Meses después, escribía: "Dominguito es otro con tus cartas. Estudia y es bueno conmigo. La idea de que te cuente que se conduce mal, basta para contenerlo y el gusto de escribirte y contarte sus cosas le hace feliz y cuidadoso". Volvamos a mi clase de francés, en la quinta, en medio de flores y árboles, con la historia de las aves de los Estados Unidos por Audubon, el más bello libro que haya sido escrito por autor más al alcance de los niños. Audubon fue un chiquillo que desde pequeñuelo se dio a cazar pajaritos con cebo, trampas y más tarde con carabina. De su juego infantil se hizo la profesión de toda su vida. Quiso conocer las aves y fue estudiando ornitología; siguiólas a los bosques para estudiar sus costumbres y se hizo el amigo íntillO) de ellas; y cuando se sintió maduro aprendió a dibujarlas y trasladarlas vivas al papel, introduciendo así una revolución en el

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES arte gráfico. Hubo de suicidarse, cuando y a hombre casado y con hijos, por una negligencia, las ratas le comieron una caja de dibujos que le costaban años de estudio y trabajos. Dícese que Newton hubo de hacer lo mismo por la destrucción de un manuscrito en los últimos años de su vida. Audubon mejor aconsejado, tomó su carabina, metiése en los bosques y en dieciocho meses más de trabajo, restableció los dibujos perdidos pudiendo así publicar la inmortal obra que está hoy sin rival como ejecución. El hombre perdido en la selva - el picaflor - el incendio del bosque - el leshiclo del Mississipi - el caballo salvaje - el águila de cabeza blanca - son trozos de literatura y de estilo que sobrepasan a toda descripción conocida, por la sencilla razón de que el autor es testigo y actor en las escenas y cuando del pavo silvestre se habla, él es pavo también ¡qué han de venir los naturalistas a contarle, a él, que ha vivido con ellos y los conoce como a sus manos! Este es el libro en francés que vamos a traducir. Dominguito es ya un futuro Audubon, eso se calla por sabido. Leemos juntos en francés para que afine la pronunciación - leo y sólo para que me oiga - en seguida leo en francés y él debe contestarme en castellano lo mismo. La lectura se hace por frases, que es mejor que palabra por palabra. Si no entiende alguna pa l abra, pregunta. Leídas así algunas páginas, le paso el libro y él lee en francés y yo traduzco; claro está que si no acierto, es porque él me ha leído nial, pronunciando incorrectamente. El tiempo pasa inapercibido, nos hemos leído un capítulo entero; el maestro encantado con las bellezas imponderables del estilo, el discípulo con la cabeza llena de pájaros, viendo bosques de pinos, acaso rnis lindos que los del Brasil que nunca vio, ríos como el Plata, pero helados, hombres perdidos en las selvas, cte. No se trataba de aprender, cosa fastidiosa, sino de leer a Audubon. A los diez días tomaba él solo el libro y venía mostrándome una nueva historia, más interesante que las otras. A los veinte se habían acabado los dos volúmenes de la traducción francesa. Dominguito leía sin tropiezo y su director en el colegio, que lo había dejado en gramática o qué sé yo qué, se quedó azorado de verlo volver a poco, en lugar de atrasad(:, como era de esperarse, saltando de clase en clase en un solo día, porque ni la primera estaba a su altura. *


BR)GRAFIAS • • Otra fue también con un fornido vasco que se estaba bañando en el río. No Dominguito, sino un compañero, tuvo la maldita idea de dejarse caer desnudo desde el puente sobre los hombros del pobre vasco desapercibido a quien daba así un tremendo zambullón, ganando a lo más hondo del río ambos muchachos, a donde el burlado no podía seguirlos. Pero no habían contado con la huéspeda; al volver a la ciudad, después de haberse bañado, poco antes de la entrada del muelle, divisaron al vasco enseñándoles los puños y dispuesto a disputarles el paso. ¿Qué hacer en tan duro aprieto? - Tenemos que pelear - decía el uno - o nos tiene encerrados aquí todo el día este bruto. - Pelea tú - replica Dominguito -, que tú tienes la culpa; lo que es yo ¿por qué me de hacer golpear de balde? - ¿Me abandonas entonces? - No; pero yo estaré viendo y te ayudaré si te aporrea. El diálogo siguió en este sentido. El uno empeñado en persuadir al otro de tomar su parte de porrazos, hasta que, tocándole la cuerda sensible del honor y de la amistad, y haciendo de tri pas corazón, se resolvieron ambos a acometer la terrible aventura. Pusiéronse cerca, como si de nada se tratase y dispuestos a seguir su camino; pero el vasco no entendía de chicas y acometió al verdadero culpable. Entonces Dominguito, levantando el brazo y la voz dijo: "Aquí estoy yo con mi golpe de arriba, a ver que tal sale!" - Y tan bien salió que el jastial cayó redondo al suelo, haciendo resonar el entablado bajo el peso de un enorme puñetazo en la cabeza. Era el caso que un maestro pugilista, viéndolo tan espigado y alto, le dijo, dándole lecciones: "Como usted será siempre más alto que su contendor, voy a enseñarle un golpe que se da de arriba para abajo, aquí en la cabeza, que es infalible y deja aturdido al que lo recibe. La mano izquierda amenaza en falso a la cara, o cubre aí el cuerpo mientras usted enarbola el largo brazo y descarga su golpe". El vasco nada sabía de estos secretos del arte, y no comprendía la exclamación burlesca del que llamaba mi golpe a aquel que lo derribó. * La otra aventura fue más chistosa, si cabe, y muestra un tondo de sensatez poco común en su edad, diecisiete años. Algo había dicho un estudiante ofensivo de él, a lo que respondió con un epigrama que dejaba tildado de ridículo al agresor. Dominguito le pidió una cita en hora y lugar determinado y reunidos allí, le dijo: "- Usted me ha desafiado y acepto el desafío; pero somos muchachos, estudiantes y es ridículo el andar manoseando armas que nos

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Hcran. Las de nuestra edad Y de estudiantes, son estos buenos puños que Dios nos ha dado y póngase en guardia, porque ya principio" - sin que hubiera lógica, ni figura de retórica que lo contuviese de poner fin a la querella, con mucha risa y aplauso de los estudiantes, sus compañeros. * • . . En esa misma expedición a las islas, la caza se convirtió en pesca; pero co proporciones tan colosales y con formas tan novelescas, que vale la pena oír la narrativa. Sólo los Titanes debieron pescar así en [os ríos y mares primitivos. Cuando los canales en que se subdivide el Delta del Paraná, formando islas, bajan en extremo, el ma y ordomo del chalet Sarmiento, un tío de Dominguito, observaba que siempre y sólo entonces pasaba una chalana haciendo fuerza de remo hacia la embocadura (las Tres Bocas), sin que nunca viese volver la embarcación para preguntar a dónde iba. Averiguando el caso por otras vías, súpose que con baja marca, se descubría el banco del Toro y los peces por millares, pacúes y dorados, quedaban a la vista y se les tomaba con las manos. Acertó a sobrevenir una baja excesiva y preparamos la chalana para ir nosoros a probar fortuna. El barco estaba desnudo, pero salvo uno que otro pez insignificante, nada había que recordase la pesca milagrosa. Dominguito se había adelantado solo sobre el banco, descalzo como los demás y nos reveló luego el paraje donde se hallaba, por el estampido de los tiros que hacía a los patos. Un momento dcspués lo vimos en el horizonte despejado del banco, con la carabina tomada del cañón, descargando golpes repetidos y sin cesar a algo en el suelo. Allá ha encontrado ci pescado el niño. Está matando pescado Con la carabina. Corrimos en esa dirección y nos encontramos con el espectáculo más grandioso y bello que haya de presenciar jamás pescador alguno. Sobre el banco enjuto de arena, había de cuando en cuando canaletas en que corría una agua escasa y cuan largas se divisaban estas canaletas, estaban llenas de dorados de una vara y aún mas de largo, llenos los intersticios con doradillos más pequeños, la mitad del rcfulgente cuerpo de fuera, moviéndose como majadas de ovejas de oro los infelices, atropellando los más forzudos, para abrirse paso y ganar el río. El pescado es elegante de formas; pero el dorado sobrepasa en belleza por las elegantes formas que descubre, lanzando una ráfaga

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BIOGRAFIAS de luz de sus escamas de oro a cada movimiento. Esto es debajo del agua, y uno solo. ¡Qué sería un torrente vivo de dorados, a la luz del sol, agitándose por la falta de agua, y la sobra de miedo que les inspiraba nuestra presencia! * Querida vieja. Setiembre 21 de 1866. - (V íspera de la batalla). La guerra es un juego de azar. Puede la fortuna sonreir, como abandonar al que se expone al plomo enemigo. "Si las visiones que nadie flama y que ellas solas vienen a adormecer las duras fatigas, dan la seguridad de la vida en el porvenir que ellas pintan; si halagadores presentimientos que atraen para más adelante; si la ambición de un destino brillante que yo me forjo, son bastantes para dar tranquilidad al ánimo, serenado por la santa misión de defender a su patria, yo tengo fe en mí, fe firme y perfecta en mi camino. Qué es la fe? No puedo explicármelo; pero me basta. "Mas si lo que tengo por presentimientos son ilusiones destinadas a desvanecerse ante la metralla de Curupaití o de Humaitá, no sientas mi pérdida hasta el punto de sucumbir bajo la pesadumbre del dolor. Morir por su patria es vivir, es dar a nuestro nombre un brillo que nada borrará; nunca jamás fue más digna la mujer que cuando con estoica resignación envía a las batallas al hijo de sus entrañas. "Las madres argentinas transmitirán a !as generaciones el legado dc la abnegación y del sacrificio. "Pero dejemos aquí estas líneas que un exceso de canijo me hace suponer ser letras póstumas que te dirijo." Tal es el libro, tal la carta, tal el presentimiento, tal el fin. Estas ideas tristes lo asaltan un día antes del combate, como los fantasmas que vio Brutus la víspera de Farsalia. No quiso abrir el registro de su último pensamiento el 17, e hizo bien, dice, porque no era víspera de batalla. Todas las razones para él, pero no de gran peso para el corazón de una madre. Hay ostentación en sus seguridades, como para encubrir la segunda parte que es el objeto de la carta; pero si todo ello, porvenir, gloria, nombre brillante, fuesen ilusiones, que mal llama presentimientos, porque éstos sí que vienen sin que los llamen, entonces, consuela el dolor que ve venir; y se atrinchera en el deber, en el patriotismo, excitando a la madre a subir a tan altas regiones, porque, presiente?. . . que esta carta llegará después de la muerte.

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En esta misma página, en lugar de marcar la hora en que su batallón montará sobre las trincheras de Curupaití, con lápiz más negro, con la letra más grande y firme pulso, está escrito: Setiembre 22 de 1866. Son las diez. Las balas de grueso calibre estallan sobre el batallón. ¡Salud, mi madre! En Washington recibieron los oficiales de la Legación Argentina la infausta nueva, que comunicaron con delicados intervalos y a dosis preventivas primero, hasta vaciar el amargo cáliz y mostrar las heces. ¿Qué decir de los dolores de entonces, veinte años después? Un contraste todavía más penoso al natural sufrimiento. Habían separádose, padre e hijo, en San Juan, para seguir cada uno su destino por rumbos opuestos. Con los años aquella movible fisonomía del púber de diecisiete años debió tomar los lineamientos del hombre adulto, hasta el retrato del Capitán con su pelo cortado a la "malcontent", pero la imagen grabada en la memoria paterna era la del suave, la del tierno, la del alegre niño apenas adolescente que vio en San Juan; y cada vez que el dolor quería presentarle la imagen del capitán muerto en el campo de batalla, acaso mal o intempestivamente asistido por el escaso cuerpo médico, prescntáhaselc la cara sonriente del festivo galán, echando hacia atrás por un movimiento de brioso corcel la espesa melena de cabellos que con el agacharse a fuerza de reir quería venírsele sobre los ojos. En el silencio de la noche, en las largas horas de insomnio, a veces creía oir la inextinguible risa del joven travieso, como desde el bu:Eete la oía todos los días, en la pieza donde las niñas e reunían aates de comer, y les contaba las anécdotas del baile, las bromas y los dichos que amenizaban los salones o las reuniones públicas. ¿Era esto un mal? El genio griego apartó de la muerte sus tristes pavores; y nuestras costumbres tienden a embellecer las moradas de los muertos disimulando los sepuicros bajo masas de verduras, flores y coronas, para dulcificar las penas que no pueden ser consoladas. Cuando de regreso a la patria pude abrazar en silencio el depósito de sus restos, hospedado en el sepulcro de los Varela, al lado del mártir de los mártires argentinos, don Florencio, pensé en cumplir con las cláusulas de su testamento, en cuanto era dado el paternal afecto, ya que la historia enmudece después que Hebé, la

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Carta al presi lente Á ellaneda, declinando un ofrecimiento, y donde hacc mención a su sordera. (4 de noviembre de 1874.)


BIOGRAFIAS copera celeste, cayó por acaso y, la copa del néctar destinado a los Dioses. ¡Tantos otros Con méritos va reconocidos murieron por la patria, que no he de abstenerme de decir que yo lo empujaba por ese camino que conduce a la gloria, por sobre la muerte que detiene a los demás! No pudo dar el salto por ser demasiado joven, y cayó, . . simple mortal como los demás aunque era de la piedra en que se tallan los héroes. Tal es el motivo que ha inspirado escribir esta biografía, ¡ah! ¡que no muera su memoria del todo ni tan pronto! Murió en la demanda de prolongarla. (Obras: T. X LV .)

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ix EDUCAR AL SOBERANO



JNST RUCCION PUBLICA El lento progreso de las sociedades humanas ha creado en estos últimos tiempos una institución desconocida a los siglos pasados. La instrucción pública, que tiene por objeto preparar las nuevas generaciones en masa para el uso de la inteligencia individual, por el conocimiento aunque rudimental de las ciencias y hechos necesarios para formar la razón, es una institución puramente moderna, nacida de las disensiones del cristianismo y convertida en derecho por el espíritu democrático de la asociación actual. Hasta ahora dos siglos había educación para las clases gobernantes, para el sacerdocio, para la aristocracia; pero el pueblo, la pkhe no formaba, propiamente hablando, parte activa de las naciones. Tan absurdo habría parecido entonces sostener que todos los hombres debían ser igualmente educados, como lo habría sido dos mil anos antes negar ci derecho de hacer esclavos a los vencidos, derecho sobre cuya práctica estribaba la existencia de las sociedades libres. esta igualdad de derechos acordada a todos los hombres, aun en los países que se rigen por sistemas tutelares, es en las repúblicas un hecho (lile sirve de base a la organización social, cualesquiera que sean las modificaciones que sufra accidentalmente por los antecedentes nacionales u otras causas. De este principio imprescriptible ho' nace la obligación de todo gobierno a proveer de educación a las generaciones venideras, va que no puede conipeler a todos los individuos de la presente a recibir la preparación intelectual que supone el ejercicio de los derechos que le están atribuidos. La coiidiciún social de los hombres depende muchas veces de circunstancias ajenas de la voluntad. Un padre pobre no puede ser responsable de lii educación de sus hijos; pero la socie-

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SAR\11I:NI o - TIIXIOS 1:u N!)A\.! FNrAL1S dad en masa tiene interés vital en ascgurarse de que todos los individuos que han de venir con el tiempo a formar la nación, hayan, por la educación recibida en su infancia, preparádose suficientemente para desempeñar las funciones sociales a que serán llamados. El poder, la riqueza y la fuerza de una nación dependen de la capacidad industrial, moral e intelectual de los individuos que la componen; y la educación pública no debe tener otro fin que el aumentar estas fuerzas de producción, de acción y de dirección, aumentando cada vez más el número de individuos que las posean. La dignidad del Estado, la gloria de una nación no pueden ya cifrarse, pues, sino en la dignidad de condición de sus súbditos; 'y esta digniiad no puede obtenerse, sino elevando el carácter moral, desarrolla ido la inteligencia, y predisponiéndola a la acción ordenada y legítima de todas las facultades del hombre. La España y sus descendientes se presentan hoy en el teatro del mundo moderno destituidos de todas las dotes que la vida de nuestra época requiere. Carecen de medios de acción, por su falta radical de aquellos conocimientos en las ciencias naturales o físicas, que en los demás países de Europa han creado una poderosa indmtria que da ocupación a todos los individuos de la sociedad; la producción, hija del trabajo, no puede hacerse ho y en una escala provechosa, sino por la introducción de los nicdios mecánicos que ha conquistado la industria de los otros países; y si la educación no prepara a las venideras generaciones, para esta necesaria adaptación (le los medios de trabajo, el resultado será la pobreza y oscuridad nacional, en medio del desenvolvimiento de las otras naciones que marchan con el auxilio combinado de tradiciones de ciencia e industria de largo tiempo echadas, y el desenvolvimiento actual obrado por la instrucción pública que les promete progresos y desarrollo de fuerzas productivas mayores. Otro riesgo nacional y no menos inminente, es el que resulta de la inmigración de la industria extraña que puede y dchc fatalmente aclimatarse entre nosotros. La industria emigra de unas naciones a otras con los individuos que se expatrian buscando en suelo extraño mayores ventajas. Un crecido número de emigrantes de otras naciones que no sean la española, la única que nos es análoga en atraso intelectual e incapacidad industrial, traerá por consecuencia forzosa la sustitución de una sociedad a otra, haciendo lentamente descender a las últimas condiciones de la sociedad, a los que no se hallen preparados por la educación de su capacidad intelectual e industrial, la impulsión de su progreso y la transfor-

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EDUCAR AL SOBERANO mación que experimentará la sociedad; de donde es fácil vaticinar a millares de padres de familia que hoy disfrutan de una posición social aventajada, la posibilidad de que con la acción de nuevos hombres y con su mayor capacidad de adquirir, sus hijos en no muy larga serie de años desciendan a las últimas clases de la sociedad. Muy de distinto modo procedió la colonización española en el resto de la América. Sin ser más humana que la del Norte, por aprovechar del trabajo de las razas indígenas esclavizadas, acaso por encontrarlas más dóciles también, incorporó en su Seno a los salvajes; dejando para los tiempos futuros una progenie bastarda, rebelde a la cultura, y sin aquellas tradiciones de ciencia, arte e industria, que hacen que los deportados a la Nueva Holanda reproduzcan la riqueza, la libertad y la industria inglesas en un corto número de años. No es posible decir cómo se trasmite de padres a hijos la aptitud intelectual, la moralidad NI capacidad industrial, aun en aquellos hombres que carecen de toda instrucción ordenadamente adquirida; pero es un hecho fatal que los hijos sigan las tradiciones de sus padres, y que el cambio de civilización, de instintos y de ideas no se haga sino por cambio de razas. Qué porvenir aguarda a Méjico. al Perú, Bolivia y otros Estados sudamericanos que tienen aún vivas en sus entrañas como no digerido alimento, las razas salvajes o bárbaras indígenas que absorbió la colonización, y que conservan obstinadamente sus tradiciones de los bosques, su odio a la civilización, sus idiomas primitivos y sus hábitos de indolencia y de repugnancia desdeñosa contra el vestido, el aseo, las comodidades y los usos de la vida civilizada? Cuántos años, si no siglos, para levantar aquellos espíritus degradados, a la altura de hombres cultos, y dotados del sentimiento de su propia dignidad? Esto supuesto, cuál de los Estados sudamericanos podrá decir que ha hecho lo bastante, para prepararse a la vida inteligente y activa que como republicanos y como miembros de la familia cristiana deben llevar a cabo? 1-lay tradiciones de raza que obran todavía poderosamente sobre nosotros, y perpetúan los males de que creíamos habernos librado por sólo el acto de desligarnos de la España. Todos los gobiernos americanos han propendido desde los principios de su existencia a ostentar su fuerza y su brillo en el número de soldados de que pueden disponer. Estado ha habido, que ha organizado por la primera vez ejércitos superiores a sus

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES

fuerzas cuando no quedaban ni presuntos, ni posibles enemigos que combai:ir. Grande necesidad es, por cierto, la existencia de los ejércitos para pueblos habituados a no sentir otros estímulos de orden que la coerción; la infancia de los gobiernos requiere también quizá esta ostentación de fuerza, que halaga aun a aquellos mismos sobre quienes sil gravita. Yo no desapruebo la existencia de ejércitos permanentes, condenados forzosamente -a ociosidad en América cuando no se rmplean o en trastornar el orden, o en arrebatar la escasa libertad; pero el CJCFCitO satisface una necesidad de previsión del Estado, como la educación pública satisface ora más imperiosa, menos prescindible. No es del todo probado que sin ejércitos permanentes, o siendo éstos menos numerosos, el orden no se habría conservado en cada Estado, o que habrían habido más ni menos revueltas, a las que los ejércitos y los militares sin destino dan siempre pábulo y estímulo; pero es muy seguro que no educando a las generaciones nuevas, todos los defectos de que nuestra organización actual adolece continuarán existiendo, y tomando proporciones más colosales, a medida que la vida política desenvuelve mayores estímulo,,; de acción, sin que se mejore en un ápice la situación moral y racional de los espíritus. Se gastan en unos estados más, en otros menos de dos millones de pesos anuales en pertrechos de guerra Y personal del ejército. Cuánto se gasta anualmente en la educación pública que ha de disciplinar el personal de la nación, para que produzca en orden, industria y riqueza lo que jamás pueden producir los ejércitos? La historia doméstica de cada Estado sudamericano está ahí para responder tristemente a esta pregunta. Las fuerzas productivas de una nación dependen menos de la feracidad del suelo (salvo casos excepcionales) que de la capacidad general de los habitantes. Todos estonios de acuerdo sobre la ineptitud industrial de nuestras masas, producida por la falta de tradiciones de trabajo, y de la adquisición de nmchas de aquellas prácticas, implementos Y la aplicación de las verdades útiles de industria que no sola están generamatemáticas o los principios de la mecánica, N I lizados entre las otras naciones. Mil datos precisos ha colectado ya la estadística inglesa y francesa, sobre la influencia que en la aptitud fabril e industrial ejerce tan sólo un rudimento de instrucción; pero no haré mérito Sim) de las declaraciones obtenidas oficialmente en los Estados Unidos, de los fabricantes interrogados al efecto. Las respuestas de los individuos dejarán fácilmente traslucir el objeto y contenido

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EDUCAR AL SOBERANO de las preguntas. \I. J. K. Mill dice: "La casa de negocio que poseo ha tenido durante diez años la principal dirección de molinos de algodón, máquinas y obras de estampados en las cuales están constantemente ocupadas 3.000 personas. Las opiniones que he formado de los efectos de la educación dada en las escuelas primarias sobre nuestra población manufacturera, son ci resultado de mi observación personal, y confirmadas por el testimonio de los agentes y directores que están en contacto inmediato con los trabajadores. De ellas resulta; 1 9 Que los rudimentos de una educación en las escuelas primarias son esenciales para adquirir destreza y habilidad como trabajadores, o consideración y respeto en las relaciones sociales y civiles de la vida. 29 Que los POCOS que no han gozado de las ventajas de una educación primaria, jamás salen de la última clase de operarios, y que el trabajo de esta clase es improductivo, cuando se le emplea en operaciones fabriles, que requieran el más mínimo grado de destreza mental o manual. 39 Que una gran niavoría de jefes de taller, y otros empleados que requieren un alto grado de saber en ramos particulares, lo cual exige a veces un conocimiento general de los negocios, y siempre un irreprochable carácter moral, han hecho su carrera desde simples operarios, sin más ventaja sobre la gran porción de aquellos a quienes han dejado atrás, que la que resulta de una educacion mejor''. Los datos estadísticos en cuanto al grado (le moralidad adquirida por los que han recibido alguna educación primaria, confirman aún más aquella idoneidad del espíritu a mejorar la condición del individuo por el solo hecho de haber estado en ejercicio. Bastará observar lo que en los ejércitos y en las fábricas se nota, que los que saben leer visten con más aseo, y tienen ITiS orden y método en todas sus acciones, y una constante aspiración a mejorar de condición. La estadística criminal inglesa acaba en 1546 de fijar por los hechos y la comparación, la cuestión muy debatida sobre si el simple acto de aprender a leer y escribir, aunque no se ha y an después empleado estos medios para adquirir instrucción, basta por sí solo a ejercer alguna influencia sobre el carácter moral de los individuos; pronunciándose victoriosamente las cifras por la afirmativa; a causa quizá de la capacidad y fuerza que con el más débil ejercicio adquieren las facultades mentales, las cuales a su vez obran sobre el carácter 111(1ra!, por aquella misma

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES ley que hace que la humanidad vaya ablandando sus costumbres,

y tomando mayor repugnancia a la violencia y al derramamiento de sangre, a medida que se civiliza por los progresos de las ciencias. La estadística francesa suministra datos análogos, que citaré más detalladamente. Pero a mi juicio no es sólo en las cifras de la estadística criminal donde deben buscarsc los efectos moralizadores obrados por la influencia de la cultura que da al espíritu la adquisición de los primeros rudimentos de la instrucción. Cada uno ha podido apercibirse de una práctica que empieza aún entre nosotros mismos y que es va general en todos los pueblos civilizados, a saber, la costumbre de anunciarse en ci frente de los edificios, las fábricas, almacenes, efectos, libros que contienen, con los nombres de abogados, médicos, ingenieros y cuantas profesiones y objetos pueden llamrLr la atención a los pasantes. Esta práctica que de las ciudades europeas y norteamericanas hace un inmenso cartel, o una minuta de cuanto en ellas se contiene, supone en el público el conocimiento de la lectura, para que los ojos puedan recorrer al paso aquellos significativos caracteres. No es posible sin duda darse una idea de la influencia civi 1 izadora que tal práctica ejerce sobre la mas,. popular, Sino apreciando lo que ignora el hombre que no sabe leer, de aquello mismo que lo rodea, y sirviera a satisfacer sus necesidades, a tener noticia de su existencia. Sucede otro tanto con los vestidos. No hay obstáculo ma yor para la civilización de la muchedumbre que el que opone la forma de los vestidos, que en nuestros países tienen un carácter especial en las clases inferiores de la sociedad, de cuyo uso resulta para los que lo llevan, inmovilidad de espíritu, limitación de aspiraciones por lo limitado de las necesidades y hábito inalterable de desaseo y perpetuo desaliño. Ahora es un hecho observado constantemente en las fábricas norteamericanas e inglesas, en el ejército francés, y pudiera hacerse entre nosotros la misma observación, que los individuos que saben leer visten de ordinario con más arreglo y aseo, tienden a adoptar el traje que pertenece a las clases superio res que ha llegado a ser ho y el distintivo sine qua non de los pueblos cultos, N I, adquieren hábitos de limpieza en sus vestidos; siguiendo el desenvolvimiento de estas cualidades en la mLma escala ascendente en que marcha el grado de instrucción del individuo. Nótase este resultado sobre todo en los Estados Unidos, donde la gran mayoría sabe leer, escribir y contar con muy diminutas

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EDUCA R AL SOBERANO excepciones. Aquel espíritu de progreso no se limita al simple vestir que desde el más ínfimo leñador hata el banquero es uno mismo en sus formas diversas de paletó, levita, frac, sobretodo, sin más diferencia que la calidad de las telas, sino que se extienden a la forma de las habitaciones, al amueblado, menaje y a los aperos de labranza, y demás utensilios domésticos. Quien haya estudiado en nuestras campañas la forma del rancho que habitan los paisanos, y aun alrededor de nuestras ciudades como Santiago y otros dos huangzialícs de los suburbios, habrá podido comprender el abismo que separa a sus moradores de toda idea, de todo instinto y todo medio civilizador. El hziangualí nuestro es la toldería de la tribu salvaje fijada en torno de las ciudades españolas, encerrando para ellas las mismas amenazas de depredación y de violencia que aquellas movibles que se clavan teniporariarnente en nuestras fronteras. A la menor conmoción de la República, a la menor oscilación del gobierno, estas inmundas y estrechas guaridas del hombre degradado por la miseria, la estupidez y la falta de intereses y de goces, estarán siempre prontas a vomitar hordas de vándalos como aquellos campamentos teutones que amenazaban la Europa y la saquearon en los siglos que sucedieron a la caída del imperio romano. No sucede así en los Estados Unidos, donde la difusión de la lectura ha asimilado la manera de vivir del rico y del pobre. Las casas de unos y otros en proporciones distintas tienen, sin embargo, las mismas formas, iguales materiales entran en su construcción, y el menaje y los utensilios son de la misma clase, aunque de calidades diversas. Las fábricas de hierro, por ejemplo, proveen de aparatos de cocina a precios distintos según la capacidad y necesidades del comprador, a todas las clases de la sociedad; y 105 aperos de labranza, los arados, las hachas, son suministradas aún a los más remotos campesinos, por las fábricas más acreditadas, y según los modelos más perfectos. De aquí resulta para aquellos estados, que las fuerzas de producción se han decuplicado en comparación de la Europa misma, por la razón muy sencilla de que siendo todos capaces de leer y teniendo el hábito de recorrer los diarios, encuentran en ellos los avisos de cuanto invento útil se hace, la receta de un nuevo proceder en agricultura o en las artes mecánicas, la descripción de una nueva máquina aplicable a los usos domésticos, y los precios menores a que pueden obtenerse y con mayor perfección los utensilios y objetos que les son ya conocidos, de donde resulta que los progresos de la civilización, y los descubrimientos de las ciencias, que en otras partes, en Europa mismo, tardan años y años en

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SAR\' ILNTO - TEXTOS I'U\DA\IINTALES hacerse popul:ire y aún conocidos, allí se propagan en un solo ano y van hasta las extremidades lejanas de los bosques a recibir inmediata api cación, y producir las ventajas en economía de costos y mayor cantidad de productos que se proponen alcanzar. La moralidad se produce en las masas por la facilidad de obtener medios de subsistencia, por e1 asco que eleva el sentimiento de la dignidad personal y por la cultura del espirito que estorba (loe SC entregue a disipaciones innobles al vicio embrutecedor de la ellmhriaguc7 y el medio seguro, infalible de ileiar a estos resultados, es proveer de educación a los niío',, va que no nos sea dado hacer partícipe de los Inisrimos beneficios a los adultos. La concurrencia de los finos a la escuela trae el efecto moralizador de absorber una parte de tiempo. (10C sin ella sería disipado en la ociosidad y en abandono; habituar ci espíritu a la idea de un deber regular, continuo, le proporciona húbitos de regularidad en sus operaciones; aíadir una autoridad mms a la paterna, que no siempre obra consrantemcnre sobre la moral de los nidos, lo que cmpie_ za va a formar el espíritu a la idea de una autoridad fuera del recinto de la familia; últimuaniente la reunióii de masas de individuos, la necesidad de contener entre ellos sus pasiones, y la ocasión de estrechar i elaciones de simpatía, echa sin sentirlo los primeros rudimentos de moralidad y de sociabilidad tau necesarios para prepararlos a las obligaciones deberes de la vida de adultos, éstas son las influencias indirectas, (loe en cuanto a las mús inmediatas, los documentos y observaciones (loe preceden dejan traslucir en toda su extensión. Sería una cosa diana de una estadística precisa fon imada expresamente para ci ( l)jetO, l comparación de las fuerzas de una nación, no va según el número de habitantes ' que cada un posee, sino según el inavor grado de desenvolvimiento que a sus masas da la educación recibida. Algunos Estados del norte de América pueden sers ir de término (le comparación, y desafiar a este respecto a las naciones (]UC (le más cultas blasonan en la tierra. Conipararíasc, por ejemplo, a cuantos inilh)nes de hombres corresponden en fuerzas morales y productivas veinte miliones de norteantericanos que saben leer, escribir, contar, y poseen otrcs 1-111110S de instrucción, que visten todos frac, llevan reloj, comen carne abundantemente, habitan en casas aseadas, ventiladas, pintadas, con vidrios, estureschimeneas. trabajan con arados Y hachas (le Iatente: poseen nilI nr(1umas caseras para auxiliarse en el trabajo leen diarios y libros, v tienen hechos votos de beber licores espirituosos, y gozan de U cr chus polírcos y ocupan sus horas de descamo dli cicíir us iiiaitrados; v por cual-

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EDUCAR Al. SOBERANO tos millones de hombres educados así, podrían trocarse sin pérdida para el Estado 18.000.000 de individuos que poseía no ha mucho la Francia, por ejemplo, que jan)áS han calzado zapatos, que llevan una blusa de nanquín desgarrada por todo vestido, que jamás o rara vez han tenido carne por alimento, que viven en desvanes o buhardillas, no saben leer, \ olvidan en la embriaguez y en la crápula los males que sufren? Ni debe arredramos la dificultad de llegar a obtener por rcsultado una mejora en la condición de nuestras masas, tan rápida que la generación presente alcance a cosechar sus ventajas. No datan tan de antiguo las leves y los esfuerzos que en la mejora ele la instrucción pública se han hecho en otras partes. En Francia estaba casi en ci estado en que nosotros nos hallamos la educación popular antes de la revolución de 1830, que inspiró la le y de 1833: quin_ cc anos, pues, tiene solo de c\istcncia la acción ordenada del Estado, y de las fuerzas nacionales para desenvolver generalmente la inteligencia popular. La legislación de Nueva York data de 1812 solamente; sólo iitucho tiempo después se instituyó la superintendencia ele escuelas que ha dado animación y vida al sistema: los demás Estados norteamericanos han adoptado después, y hasta 1845, han estado organizando sus sistemas de educación pública, aunque era bien antigua la práctica de dar escuela a todos los niños. En Massachusetts data la educación popular desde 1737, época de la fundación de las colonias; pero solo en 1838 se dictó la ley actual de instrucción pública; y en 1839 se creó el Board ele Educación que la inspecciona; pudiendo decirse que el brillo que arroja aquella institución y los asombrosos progresos hechos en los últimos nueve anos, se deben casi en su totalidad a la acción de un solo individuo dotado ele capacidad, voluntad e influencia suficientes para obrar tamaño bien, ilustrando la opinión del público y del gobierno, alentando a los a pocados, concentrando e impulsando la acción de los aninu)sos amigos del progreso, señalando los obstáculos yguiando por el buen sendero que sus largos estudios, sus viajes y su diaria consagración le indican. La mayor dificultad que a la difusión ele la instrucción se opone entre nosotros nace ele que no se quiere bien lo mismo que se desea; de que no hay convicciones profundas, y de que no se ha sondeado bastante la llaga, ni apreciado suficientemente la extensión del mal.

(Educacio, Popular, 1849.)

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SAR\IIF\l () - 1 LX l OS FL'\1)\\I1N 1 Al. l S

En esta fiesLa de familia que supongo, señores, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, nacida de una indicación suya, como nacen de uni idea fundamental las consecuencias, no hallando trabajos dignos de serle presentados, pues que muelles, aduanas, teatros, pirámides y plazas embellecidas, frontón de la Catedral aún no ornan entado, habrían sido abrazados de un solo golpe de vista por el recién venido, presentaríale esa falanje de alumnos de las escuelas públicas que él fundó hace treinta años, y que dispersados, como se dispersan las avecillas a la vista de las aves carnívoras y rapaces, ha vuelto a reunir la ciudad de Buenos Aires, tan luego como recuperó sus libertades perdidas, a fin de realizar el pensanhient:) profundo del creador de la Sociedad de Beneficencia, "para que acordase una seria atención a la educación de las mujeres, i la mejora de sus costumbres, y a los medios de proveer a sis necesidades para poder llegar al establecimiento de leyes que fijen sus derechos y deberes, y les aseguren la parte de felicidad que les corresponde." (A nte las cenizas de Rivadavia.) *

La Escuela es en lo moral lo que la palanca de Arquímedes en lo físico: el más vulgar y conocido mecanismo humano, la más colosal de las fuerzas aplicadas a la materia o a la inteligencia. Pero esta palanca carecía en América de apoyo. Donde se ha intentado ponerla, el suelo se ha hundido, y la potente fuerza ha quedado neutralizada. En la tierra que ocupan veinticinco millones de seres que hablan nuestra lengua., y que abraza medio mundo, con sus archipiélagos e islas, ésta es la primera vez que un puñado de padres de familia se reúne a poner la piedra fundamental para la erección de una escuela sobre esos cimientos, que bastan para apoyar sobre ellos la palanca omnipotente. Señores, lo proclamo en alta voz, la parroquia de la Catedral, al norte de la ciudad de Buenos Aires, el pueblo de Buanos Aires, la Legislatura de Buenos Aires, Buenos Aires en fin, es ci primer Estado sudamericano que, erigiendo una construcción especial para la escuela solemniza el acto con la conciencia cierta de que inaugura una época nueva en nuestros fastos morales, intelectuales, políticos y comerciales. Esa inmensa reunión de pueblo atraída por acto en otros tiempos y en otros países indiferente, lo está diciendo, y esas fisonomías infantiles lo proclaman con la cándida alegría de los ángeles. No: sólo en Buenos Aires, la cuna de la independencia americana, la patria de

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EDUCAR Al, SOB1RXNO Beigrano, que daba batallas y fundaba escuelas, de Rivadavia, que creaba el Banco y la Sociedad de Beneficencia, se ha Visto en esta América descender un ciudadano del primer puesto del Estado, y hacerse comisario de escuelas, y al presidente actual del Senado, tomar la plana del albañil para poner esta primera piedra, de un monumento levantado a !a inteligencia del pueblo, no por vana ostentación, sino porque s suya la cosa que honra. Los pueblos antiguos hicieron en pirámides y mausoleos la apoteosis de lo pasado y de la muerte, ensalzando la tumba. Los pueblos modernos empiezan hoy a enaltecer el porvenir y la vida, erigiendo en la escuela monumental la cuna del pueblo. . . ( Fundación de la Escuela de la Catedral al Norte, mayo de 1859.)

DESDE LOS ESTADOS UNIDOS Era miembro de la Municipalidad que cada tres meses distribuía doscientos mil pesos de lotería a tout venant, al Socorro, a San Nicolás, a todas las capillas e iglesias. Una vez se decretaron sumas para dos que después se supo no existían. Diez mil pesos para la capilla de Ranchos. No nabía tal capilla en Ranchos. Cada vez que esta lluvia fecundante de oro o papel caía, yo tendía la mano diciendo: Unos pobres 50.000 pesos para mandar traer de los Estados Unidos material para escuela. Un año tendía en vano la mano. La moción no había sido suficientemente apoyada; la hora era avanzada; las escuelas no eran obras de beneficencia. * Bien; este día de hoy, ha sido un día fausto, contra tantos nefastos que cuento. Todo lo que sobrevino era feliz. Ponía la última corrección a la última página de Las escuelas, base de la prosperidad de la República de los Estados Unidos, informe al gobierno argentino, que me ha tenido de cabeza desde mi llegada, en manuscritos y pruebas, cuando no andaba, para colectar materiales, por ferrocarriles y vapores en excursiones, según en donde se reunía una convención de maestros o debía visitar establecimientos de educación. Es un libro bien correteado y galopeado, si otro mérito no tiene.

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES ¿1 o leerán ahí? Se me viene un desahogo vulgar, y mc muerdo la lengua de miedo. . para no largarlo. Lo leerán! Después. * Una república como la Argentina, que tiene veinticuatro mil niños en las escudas, Con una población diseminada sobre novecientas mil millas, debe abandonar toda idea de independencia y dignidad, si no ponen sus hijos la mano en la Haga, no para ocultarla, sino para mostrarse capaz de curarla. * Las clases cultas de la América española son ci enemigo capital (le la educación. * Iban a matar las escuelas sin proponérselo. Hacer que los ricos reciban del Lstado la educación de sus hijos, es quitarles todo interés de proteger la educación ya particular, y a pública: hacer miserable la condición del maestro, condenado a una propina. En el fondo, era substraer del presupuesto de educación, todo lo que la fortuna particular paga por obtenerla, cuando está a venta. * El objeto de la educación común es administrar en comón la plata de los ricos y de los acomodados, para que con los desperdicios se eduquen también los pobres; pero si se les dice a los ricos que ellos no deben pagar, ¿quién paga? ¿El presupuesto? Ningún Estado tiene sobrantes, y la experiencia dsde don Ignacio Rodríguez, Benavídez, Díaz, etc., ha enseñado que nunca alcanza la nwnta, por angosta, a cubrir al maestro de escuela. * Aquel Concilio (le Nicea de los padres de la nueva Iglesia, fijó en pos de sabios debates muchos dogmas hasta hoy controvertidos. ¿Qué proporción de tiempo deben los niños hasta dieciséis años emplear en la escuela? ¿Cuáles son los deberes de un Estado americano con respecto a la educación superior? ¿Cuáles son las relaciones del gobierno nacional con la educLción?, etc., etc.

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EDUCAR AL SOBERANO Seis días la palabra tranquila, profunda, transparente como las aguas del klississipi, flu yó arrastrando consigo convicciones, ideas, adhesiones, llevando al sur, simpatías, consejos, modelos, ejemplos. ¿Vese acaso en Europa, en Asia, a orillas del Rhin o del Bósforo este espectáculo de la convocación de centenares de hombres de todas partes, a un extremo del Estado, a llevar la llama vivificadora del pensamiento, para encender voluntades que mantengan viva la luz? * Por el Registro Oficial veo que la República Argentina cuenta con 28.000 niños educándose. Le mando el informe de Brooklin, 1e es un barrio de la ciudad de Nueva York, que cuenta exactamente con el doble de niños en las escuelas. Una república y la mitad de un barrio. Qué lección! * El censo de Italia ha dado, en la patria de Cicerón y Petrarca, como decía un maestro italiano, diecisiete millones de habitantes que no saben leer en veinticinco que formaban la nación antes de la incorporación (le Venecia. En la patria de Arquímedes, Sicilia, tres mujeres en ciento saben leer; en España trece en quince no conocen la O por lo redonda. * Si esto es cristianismo, si el catolicismo o el clero han mantenido estas tinieblas, por qué quejarse de que Garibaldi retraiga al pueblo de dejarse guiar por ciegos guías de ciegos? * Un tercio de los niños de inglaterra están creciendo sin educación, y otro tercio recibe meros rudimentos. El self governrnent en Inglaterra es simplemente abominable y sería peor que un decente despotismo. * Yo, desesperando de servir a mi país, porque prefiere a los prestidigitadores que lo divierten, sigo mi camino, consagrándome a preparar el remedio que otros aplicarán más tarde, cuando se

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES convenzan de la eficacia de la panacea. Educación, educación, nada más que educación; pero no de a chorritos, corno quisieran, sino acometiendo la empresa de un golpe, poniendo medios en proporción al mal. * Desde entonces la educación se encamina a hacerse preparación indispensable del ciudadano, y esta idea ha estimulado su difusión desde Massachusetts a Nueva Inglaterra, y de allí a los Estados del Este y del Oeste, en mayor o menor excensión. Siempre será un motivo de satisfacción para los pensadores políticos de nuestros países, cl que al mismo tiempo y sin que las fechas permitan creer en una simple adopción del principio, allá hubiese quien colocase la escuela como base indispeisab1e de la República. Esta verdad se ha hecho rnís aparente aquí con las tristes revelaciones que ha hecho el desenlace (le la guerra, dejando ver la organización íntima del Sur, donde no sólo una gran parte de la población blanca no sabe leer, sino que millones de libertos vienen a engrosar las falanges de la ignorancia, que favorecieron la rebelión. * El censo de Espaia da trece millones sobre quince que no saben leer, y la América no daría menos en proporción de su población. La historia : la política de España es de cuarenta anos a esta parte la desesperación de Europa, como la nuestra vista desde aquí, hace volver la espalda de disgusto a los que la contemplan. * Los gobiernos, empero, nada liarían de por sí, si l a sociedad no les ayudase con su cooperación eficaz En los Estados Unidos es el pueblo y no los gobiernos, quien ha creado la educación pública. * ¡Qué variedad de ramos! ¡Qué profusión de profesores! ¡En fin, siempre ganamos! Pero mi pena viene de que todo eso es distraído de la educación común; si se montara en cada barrio una escuela así, estaría satisfecho; pero es el antiguo espíritu oligárquico el que prevalece. Mucha educación, toda la educación para los hijos de la clase gobernante; el pueblo, la masa, a eso se proveer después.

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EDUCAR AL SOBERANO

Francia en Europa y Chile en América, han tenido co veinte años tiempo de experimentar los resultados. La estadística de Francia muestra que ésta está aún por principiar a educar al pueblo. * A matar egoísmo, ignorancia científica y política española colonial, vamos nosotros; y me he de morir muy pronto si no les río en los hocicos, antes que me entierren, con doscientos mil argentinos en las escuelas, aprendLndo a empezar por el principio, a ser pueblo, nación, república. * La ley- que los Estados Unidos sancionan sólo en 1867 es literalmente la misma que la Legislatura de Buenos Aires esquivó Sancionar en 1 857 a propuesta del señor Sarmiento. Don Juan Bautista Peña lo estorbó. Lo que las Cámaras francesas votan hoy a la unanimidad es la misma que el Congreso de Chile rechazó en 1848, propuesta por Montt NI en los (latos y luces colectadas en sus viajes por Sarmiento. Ahora que todas las naciones se anticipan, vuelve a la carga, solicitándolas a ir a la zaga ya que no quisieron tomar la delantera. * El último libro que escribiré en mi vida será la historia de mis esfuerzos (¡ya cuentan veinte años!) por difundir la educación. Será la novela más curiosa, y la generación que viene no sabrá qué pensar de la que le ha precedido, o yendo la triste historia de tan ingrata tarea. ¡Cuántos desaires!, cuántas resistencias!, ¡cuánta mala interpretación! Los partidos llamados liberales, los hombres más altamente colocados, mis propios amigas políticos se han distinguido por su indiferencia, si no es por su oposición abierta. * Mi pensamiento sobre libros puede tomar un desarrollo colosal, si sólo se obtiene en toda América seguridad o probabilidad de colocar dos mil ejemplares de una obra en castellano. Appleton, Harper, Scribner están dispuestos a hacer en este sentido cuanto sea compatible con los intereses de su poderosa industria. Es preciso, pues, echar las bases de dos mil bibliotecas en toda la América. Aquí, en el Estado de Nueva York sólo, hay, 14.000.

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDA\IFNTALITS

Después nació la industria de las escuelas. En Buenos Airs la ahogué en ski SU cuna, introduciendo los libros de Appleron; pero no pude evitar que más tarde el inspector de escuelas escribiese una serie; de manera que la visita de escuelas era recorrer las pulperías de venta de aquella especulación. * Un día aparece en el mensaje presidencial anunciada la feliz nueva de que varias municipalidades proponen, y el Gobierno aprueba, la idea de dotar colegios provinciales con las rentas municipales que están destinadas a sostener escuelas; y el público aplaude a e: _a muestra de pragreso de las ideas; aunque ci malicioso sospeche, no sin razón, que la evolución consiste en hacer educar a sus propios hijos, los municipales, notables y empleados, con las rentas pobres y ricos colitribfl\ en en proporción. proporCion. A de lo pobres! * l'n 18 49 c presentó al Congreso un provecto de instrucción pública, ap(yado, como ilustración de la materia, en un grueso ' oluiiien con el título de Educación Popular, el primer libro escrito en la Ariérici del Sur sobre este punto. Fi Gobierno había autorizado, y en parte costeado un viaje educacional por Europa N- Américi, desenipeada la comisión por el que más competente parecía para hacerlo con provecho. Pidiéndole a su regreso que dijese en do palabras el resultado de su misión, habría contestado: "Especiales edificios para escuelas, rentas especiales para su sostén". FI libro era sólo la exposición de esta te,is, como que daba cuenta con preferencia de las leves y sistemas de los Estados Unidos. Nunca se hibrá presentado ante una Legislatura proyecto de ley más ampliamente fundado. El Congreso lo rechazó in limine, pre_ csamelirc por sus bases, que eran la renta y los edificios. El Congreso se componía de la parte naís avanzada de la sociedad. * FI resultado del sistema gubernativo e,, pues, exonerar a los pudientes y querie/2tes de costear la educación de sus propios hijos, haciendo que las rentas del Estado le economicen su propio dinero, mientras que el pobre que no educa a sus hijos paga por la educación de los hijos de los acomodados.

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EDUCAR AL SOBERANO

Pero para no hallar incongruentes estos actos, hasta tener presente que en 1857, en Buenos Aires, despué, del triunfo del partido liberal contra Rosas, el presupuesto registraba seiscientos pesos para distribuir al año a ciento veinte escuelas, lo que (la cinco pesos por escuela al año; para escuelas nt'e, como decía \iann (le las antiguas de Massachusetts, eran peores que los chiqueros para cerdos. * Los ramos de enseñanza vienen proli j amente, especificados y corresponden a lo que se clasifica en toda la América bajo el nombre de instrucción primaria: leer, escribir, contar y gramática castellana; lo cual, para principiar, es mucho, para educar es nada. * CUENTOS ILUSTRADOS PARA NIÑOS

Estos libritos, como otras colecciones del mismo género que han publicado va los Appleton, son migajas que caen al castellano del abundante y variado banquete (le libros que la literatura inglesa pone al alcance de los niños, para quienes se escribe tanto como para los adultos. (A mbas A méricas.) * Son incompetentes nuestros Colegios Nacionales v nuestras Universidades para dar educación, tales como están organizados hoy. (Obras: T. X X .) * Te mando un opusculiro sobre educación, en cu ya confección he tenido parte comparando datos y mirando cómo jvanza cual m marea la barbarie del pueblo al mismo tiempo que más ufana se muestra la oligarquía docta a que tenemos el honor de pertenecer. Es uno de lo hechos más notables y (l l.e vengo persiguiendo y estudiando en Chile y aquí, el desdén, el odio secreto de las gentes cultas a la educación general. Nunca he logrado interesar decorazón a nadie, por más que a veces ha ya sido de buen tono político prestar atención. Chile no ha podido avanzar un paso en treinta años de trabajo. Aquí hemos hecho en cuatro otro tanto. Si supieras ¡cómo anda en Córdoba! Bástete saber cómo anda Buenos Aires.

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES El catolicismo indirectamente, el ganado. la Universidad, las castas, todo contribuye. La lengua de Cervantes mucho más; es un viejo reloj ron/lié que está marcando todavía el siglo xvi. (Carta a Posse, scti'mbrc de 1872.) * Acaso la eminencia a que ci voto de luis conciudadinos me ha elevado, sea sólo para (IUC sienta más ci embate de los vientos y e] vano tronar del rayo. No creo que tantos hombres como están aquí presentes estén de acuerdo en apreciar y estimar mis actos como Presidente de la República; pero cualquiera que sean sus disidencias a este respecto, en un punto estoy seguro que están de acuerdo, Y es que esto bien aquí al borde de esta tumba, y que mi presencia en este acto ayuda a honrar a un maestro. Cuando en Chile la Sociedad Protectora de la Educación se reunía; cuando en el Perú se abría una Escuela de artes y oficios; cuando en Washington, Newhaven o Indianápolis. se convocaban congresos de educacionistas, yo tuve siempre un asiento preparado, como estaba seguro de que vosotros hehíais de l!amarmc ho y a vuestro lado para compartir conmigo el deber y el honor de este noble acto. (Homenaje del presdeiite de la Repóblica al maestro Peña.) * A aquel libro — Educación Popular— con preferencia a cualquier otro de los míos, apenas legible para ci común de las gentes, confiara la guardia de mi nombre. (Obras: T. 111.) * La escuela de ho y es el presupuesto de la política dentro de diez aíos, cuando los niíos sean ciudadanos. ¿Creen ustedes que se podrá siempre falsificar elecciones y simular la voluntad de un pueblo in voluntad Un pueblo ignorante elegirá siempre a Rosas. Hay que educar al soberano. (Sarmiento A necdótico.) * Es la educación primaria la que civiliza y desenvuelve la moral de los pueblos. Todos los pueblos han tenido doctores y sabios

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EDUCAR AL SOBERANO sin ser civilizados por eso. Son las escucas la base de la civilización. (Sarmiento A necdótico.) * Conversación con Goijid en Estados Unidos: Por allá se nace doctor, y no se puede serlo jamás, aunque se acumulen ciencias para enseñar en la Universidad, si de muchacho no se ha estudiado ciertos cuadernitos y recibid. tres R de unos rematados borricos que suelen ser de ordinario los examinadores de niños; y yo soy uno de esos condenados por la Constitución a ser lego toda la vida no obstante que mi oficio es hacer enmiendas en las constituciones hechas por los doctores. (Sarmiento A necdótico.)

LAS MISAS Y SUFRAGIOS Y LA EDUCACION DE LOS NIÑOS Sinite venire parvulos ad me! Encaramos la cuestión con la tersura que la propusieron nuestros mayores, al exonerar o gravar de impuestos los legados en beneficio del alma. "Eximo, dijo el rey, de contribución la herencia o legado que el testador deja en favor del alma para que se le distribuya en misas, en limosnas y otras obras de caridad y sufragios." Pueden, pues, imponerse derechos exorbitantes o prohibitivos, sobre ciertas mercaderías, es decir, propiedades, no obstante que por el hill de derechos y garantías establecido en la Constitución, "la igualdad es la base del impuesto y de las cargas públicas", ni más ni menos que no obstante ser inviolable la propiedad, se imponen fuertes derechos sobre la adquisición, conservación y enajenación de ciertas propiedades, por razones de interés social, moral, o público. Las leyes Suntuarias tienen este origen: como las leyes protectoras, van al mismo fin. El legislador, errada o acertadamente, quiere detener los estragos del lujo por medio de leyes, y sin coartar el uso que cada cual puede hacer de su dinero, impone un ochenta por ciento de derechos sobre espejos, cuya luna pase de dos metros de alto, dejando sin derecho alguno, el uso del espejo de una luna menor. El legislador quiere detener los progresos deletéreos de la embria-

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES

guez, e impone ci cincuenta por ciento del valor sobre los licores fabricados en el país mismo, impuesto que desde que empieza a cobrarse, y aun con sólo ser sancionado, cambia el valor de la propiedad, subiendo o bajando enormemente su precio. ¿Qué hace el Estado al imponer un cuarenta por ciento sobre el vino? Simplemente apropiarse el valor de cuarenta pipas, de ciento que constituyen una partida de vinos en aduana, recibir su importe, dejando al pobre comerciante buscar en la venta precio remunerativo que lo resarza de esta pérdida, y además le deje una utilidad; y sin c:nhargo, la propiedad es inviolable, el comerciante, ci hacendado puede usar y disponer de su propiedad, con una sola restricción, en verdad, pequeña, insignificante. . . con sujeción a las leyes. . . ¿Las le y es justas? No: a las le y es. . . ¡ Dura /ex, sed ]ex! (La Escuela Ultrapampeana.)

El. A 1, NI A EN P N A Hay un incendio N- el jefe de bomberos, el de policía, él mayor, o :dena destruir casas contiguas al incendio, se destruy en o deterioran para detener los progresos del incendio; cambia el viento y las llamas se detienen o se apagan. ¿Quién paga la pérdida de us hogares arrebatados inútilmente a varias familias? C'est la pan dii fezi, le contesta tranquilamente un francés, y eso consuela al dueño dejado en la calle sin compensación. No, la propiedad no es un dios Moloch (1uC sirve en sus entrañas de bronce de hornalla para quemar intereses de la sociedad. Se la impone cintrihuciones, sin excepción de forma, si no se quiere llegar al derecho de la Edad \ lcdia en que las temporalidades y bienes de la nobleza y del clero, y los conventos, como se pretende hacer hoy con los legados, y mañana con las mandas al alma, es decir, el curador de almas, se sustrajeron a todo impuesto. Los últimos descubrimientos hechos por el sabio egiptólo(yo Marictte, en los primitivos sepulcros egipcios contemporáneos de las pirámides, y anteriores a la cuarta dinastía, lo que supone unos seis nul lañosi y Mariette, en el caso de la estatua en madera hallada en un pozo, supone ocho mil anos), han puesto de manifiesto la uniformidad de las pinturas que decoran las paredes del edículo o casilla en que vive el muerto, siempre representando fincas, rebaños por millares, labranzas, cosechas, vendimias y numerosos

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EDUCAR Al, SOBERANO sirvientes, •no sólo pintados, sino en estatuitas por centrnares cc. torno de la momia (el señor Lamas tiene muchos ejemplares) han venido a suministrar a M. Maspero, que ha sucedido a Mariette en la guarda del Museo de Bulack ( y residió en Montevideo como colaborador lingüista solicitado por el señor López) la sencilla explicación de aquellas praderas risueñas y paradisíacas, de aquellos millares de gansos en pintura, que pueblan un Nilo pintado, y aquellas interminables labranzas de trigo, todo destinado a dar de comer eternamente al alma del muerto, sucederá en toda probabilidad que, pasadas tres o cuatro generaciones, sus deseendientes lo olviden, y lo dejen perecer de inanición antes de la resurrección de la carne, que vendrá un día, porque los egipcios creían como sus vecinos (antes sus esclavos, los hebreos) en la resurrección de la carne, y todavía se conserva en ci Museo Británico la momia del Faraón Mickerinos (Chephren), constructor de una de las ti-es grandes piráiiiides que ha fati gado los siglos, y contciiiplaron asombrados Heródoto, Cambiscs, Alejandro el Grande, Julio César, Marco Antonio, Mahoma, los cruzados, San Luis, Napoleón, los Champollioncs, \larictte, Leptius y las generaciones que detrás vengan hasta la consumación de los siglos, porque las pirámides creadas por la sociedad humana que salió la primera de la barbarie a influjo de una idea religiosa, la inmortalidad del alma, estarán ahí eternamente para mostrar que el hombre civilizado puede crear, hasta la eternidad! con su inteligencia y sus artes. Nuestra idea cristiana del alma es mucho más avanzada que la de Naniuncurá, que es la iiiisnia todavía de egipcios, griegos, romanos e indios de Occidente y de Oriente, según lo han demostrado nuestros valientes soldados, los cuales en la conquista del desierto lo comprobaron, visitando la sepultura de algunos grandes guerreros de las tribus, en cuyos alrededores, y aun cavando la scpultu ra, encontraron Ci esq ue!er ) del parcj cro más veloz que sirvió cii vida al caudillo en sus malones contra los cristianos, las mejores prendas y mandas de su atavío, las boleadoras, la lanza y otras armas de guerra. Las tribus (le! sediento Chaco entierran con ci muerto, ¡oh sublime piedad filial! un cántaro de agua para que apague la inextinguible sed del desierto; y con las momias peruanas hemos podido ver muestras del maíz primitivo, cereal espilioso que ha creado la civilización más antigua de la América toda. Nuestros sabios ctnologistas, señores Moreno, Lista y Amcghino, saben mucho a este respecto, y los dos primeros mostrarán recogida en los paraderos de nuestros abuelos de la misteriosa genera-

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES ción retrospectiva, las pruebas de la primera concepción humana de la inmortalidad del alma. No discuto en este examen de la razón de las leyes, la verdad revelada de las teorías religiosas. Examino sólo el origen de las leves para señalar las facultades del legislador, en presencia de los derechos que el hombre ha conquistado, y que ya guardarnos escritos en nuestras constituciones, como guardaban los antiguos, antes de los inventos químicos o el centelleante contacto del pedernal (la percusión), con el hierro, el fuego sagrado del hogar. El cristianismo, sin cambiar el sentimiento religioso que había hecho depositar en torno de los muertos los más auténticos y durables monumentos del arte antiguo, encontró al fin una forma (le orar por los muertos, por delegación, encargando a un funcionario religioso (le dirigir las preces por el alma de los muertos, y dándole una justa compensación por su trabajo. La cédula real de 1801 llana misa, sufragio, a esta intervención. Y he aquí por dónde las mandas, las institucionCs pías, los legados al alma propia, caen bajo la jurisdicción del legislador. Tras la forma exclusiva que entre los paises exclusivamente, yo añadiría, automáticamente católicos, ha tomado el culto del alma, innato en el hombre desde el unibral de la civilización, perteneciente a todas las creencias humanas es la forma de la MISA! Pero como el diablo puede estar tras de la cruz, así el MIGHTY DOLLAR puede estar tras de la misa, el peso fuerte, el dinero que vicia todas las instituciones humanas. Cuántas misas puede un testador mandar decir por el reposo de su alma? Yo digo, con la Constitución en la mano, con el derecho inviolable, sagrado de usar de nuestra legítima propiedad, de jugarla, de donarla intcr-vivos, que puede destinarla toda a que se digan misas en toda la cristiandad por todos los sacerdotes del mundo, que al fin no son diez millones, y la misa no vale más que medio fuerte en España y un cuarto en Italia, y obtener a tan poca costa la felicidad c:crna, que es ci bien que no habría alcanzado a soñar, sin el auxilio de la revelación, la imaginación de los poetas. Pero aquí vienen las leyes suntuarias. Dueño el creyente de proveerse de felicidad sin tasa, como los antiguos egipcios de la cuarta dinastía, con ganados, gansos, cereales, vinos, aceite, servidores para una eternidad (pintados); pero bueno es que las manos muertas, congregaciones, conventos, no puedan heredar. La Francia, la Inglaterra y todas las naciones modernas tomaron esta precaución contra la voracidad del alma, cuya sed extinguían griegos y romanos con libaciones de vinos de Chipre o de Falerno;

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EDUCAR Al. SOBERANO pero que cuando se alimenta de misas, sin tasa, no basta el Océano para extinguirla, testigo la propiedad raíz en España, cuya mitad, medida a la vara cuadrada de superficie en el mapa, había pasado bonitamente del dominio privado a las temporalidades de los conventos, por la voluntad del testador y la complicidad de la opinión, (le los jueces y de los reves, todos menesterosos de salvación eterna, y de felicidad futura, comprada al más bajo precio o sin pararse en costos. (La Escuela Ultra pampeana.)

EL CONGRESO DE TUCUMAN, LA TEOLOGIA Y EL DOCTOR AVELLANEDA La obra del señor Groussac ha suscitado, con la aprobación que tiene derecho a darle un tucumano sobre la historia especial de aquella provincia, una interesante crítica del doctor don Nicolás Avellaneda, que corre por separado en un opúsculo. No sabe uno si estar con el historiador en no incorporar a la historia local acto que era puramente nacional, o con su crítico que se inclina a localizarla, no sólo por los actores, sino por una clase especial de actores, cuales son curas, obispos y maestros de teología, como la expresión genuina del patriotismo y de la civilización de entonces, añadiendo para darle más su carácter interno, casi sacerdotal al movimiento que: "Son eclesiásticos en la mayor parte (los miembros del Congreso) y doctores todos de Córdoba y Chuquisaca. No habiendo vivido en la ciudad capital del virreinato, y sin haber salido del interior de su país, no Conocieron los libros con que la Francia había removido los espíritus del siglo xviii, y si los acontecimientos de su revolución habían llegado a sus oídos, era para inspirarles un santo horror." * Tenemos un testimonio más que invocar, y éste tiene el asentimiento del autor del folleto que motiva estas observaciones. El mismo reconoce los efectos de la revolución de ideas que se opera inmediatamente de hecha la revolución. "Fueron curas de aldea, dice, los que declararon la Independencia argentina; no habían leído a Mably, etc., ni eran sectarios de la revolución francesa." Enhorabuena. "Pero desde 1815, añade, la retrogradación es visi-

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SARMIENTO TEXTOS FUNDAMENTALES ble (de la antigua cultura). Durante 40 años no se agregan Sino ocho hombres a la lista anterior de doctores", y los nombra. ¡Pero ninguno es cura! ninguno de los ocho no es ni fraile ni sacerdote, ninguno es teólogo; N los que había antes presentado en ostentosa lista de doctores, son teólogos, hasta los genetales de ejército, después tiranuelos de aldea como era de esperarse. Y bien, era éste el resultado del cambio de dirección en los estudios \ en las aspiraciones. Oiga el doctor Avellaneda al más fanático t eólogo, a quien conocí personalmente, lo oí predicar dando misiones, y no crea, ni burlesco ni impropio el intento, al decirle que fue mi confesor en la adolescencia, el cura, después canónigo Castro Barros. Fl Manifiesto del Congreso de Tucumán, que lleva su firma dice: ''La enseñanza de las ciencias era prohibida para nosotros y sólo se nos concedió la gramática latina, la filosofía antigua, la T1:oux;TA y la jurisprudencia civil y canónica. Al virre y don _Joaquín del Pino, se le llevó mu y a mal que hubie;e permitido en Buenos Aires al consulado sostener una cátedra de náutica (matemáticas y agrimensura); y en cumplimiento de la corte se mandó cerrar el aula y se prohibió enviar a París jvenes, que se formasen buenos profesores de química para que aquí la enseñasen ''''No le convenía (IUC se formasen sabios, temerosos de que se desarrollasen genios y talentos capaces de promover los intereses de su patria, y hacer progresar las costumbres rápidamente y la civilización. La Independencia se proclama, pues, para no aprender teología, y rempla? aria COfl las matemáticas en todas las aplicaciones, arquitectura, r)arina, astronomía, construcción naval, física, química, maquinaria, historia natural, geografía, geología, paleontología, mineralogía, medicina, y tantas otras ciencias de que carecieron nuestros padres, y a cu ya difusión abrieron de par en par las puertas con la guerra de la Independencia esos pobres curas y eclesiásticos, calumniados hoy por la generación J1)isma que goza de sus beneficios. El clero argentino fue liberal, el más liberal de América, y a él se le deben con Funes, Zavaleta, Oro, los Agüero, Gorriti, Coloiimbres, el introductor de [a caña de azúcar, y cien más, muchas instituciones modernas. El IfllSlflo doctor Avellaneda ha sido el introductor más eficaz de la reeneración de la Universidad de Córdoba, mandando a ella los profesores de ciencias naturales que le negó la España, y el Observatorio Astronómico; Como antes había venido para la de Buenos Aires, Burmeister, el paleontólogo, sabio que no cree en la teología. Las lenguas vivas se han difundido y héchose famiI

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EDUCAR AL SOBERANO liares hasta para las jóvenes; y por el camino que los profesores alemanes han trazado a las ciencias naturales, y los estudios de la geología de las sierras de Córdoba, un día de éstos la barreta (id minero encontrará veneros de oro y plata, como la CollihiflaCiOn del ferrocarril con la máquina moderna ha dado a Tucumán lo que la teología le escaseaba: de qué comer N I qué enriquecerse. V oilá pourquoi se cerraron las aulas de teología en Chuquisaca, Córdoba y Buenos Aires, y el ergo y el silogismo, de que se burla el autor al reconiendárnoslo como droga, dejó de resanar en aquellos claustros. * Para asegu rar a una nación su puesto entre las otras de la tierra, no basta, como lo pretende el doctor Avellaneda, que tuviesen los que tal emprendieran "su Irlente y su corazón sanamente cultivados, dejándolo traslucir en la suavidad (le los modales; sin que les bastase el conocimiento (le las letras antiguas y las letras sagradas" (que hacían poco al caso), mediante estudios que no se barbarizaron después, como lo pretende el crítico, según lo trareinos luego. A causa de no conocer sino letras sagradas, era muy posible que aquellas buenas gentes que hacían la mayoría del Congreso de Tucumán, ignorasen que no están los soldados que hcen guerra por mar y por tierra bajo el palio del derecho de gentes que regla esa misma guerra, si no pueden presentar en justificación de su derecho una comisión militar dada por un gobierno regular, aunque sea revolucionario; N I ejércitos argentinos, faltando una declaración de independencia, hecha por ci pueblo en un Congreso de sus representantes, se hallaban en las condiciones de la ordenanza militar que permite "ahorcar a todos los que asaltan fortalezas o fuerzas del rey e, cualquier numero que sean." Debe tenerse presente que no se ensenaba derecho de gentes en las universidades, porque los americanos "no eran gente", según la picante sátira de Fígaro, refiriéndose a la condición del pueblo llano, del tercer Estado en Francia, antes de la revolución. El Congreso, movido por las razones (le San Alartín y de Beigrano, oído al efecto en plena sesión y provocado por San Martín, que era el sustentáculo por entonces de la revolución, lo que daba peso a sus palabras, celebró el acta de la independencia. *

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SR\11ENTO 'TEXTOS FU\DA.\II\TALES • Era la revolución de la independencia solamente un levantamiento contra la España, como el de los indios Con Tupac Amaru, para continuar de la misma manera y en la misma forma de gobierno que la madre patria? Cuando nuestro crítico dice del Congreso de Tucumán: "que jamás hubo una asamblea más argentina y que más respondiese al estado moral e intelectual del país'', dice probablemente una verdad, aunque falseando sin quererlo su aplicación. Como en 1816, no hay ni Nación A rgentina, ni Nación de ningún género con instituciones propias, vale decir que jamás se había reunido cii las colonias españolas asamblea más colonial, y que mostrase mejor el triste estado de la instrucción sobre instituciones Y la incrpacidad intelectual de aquellos pobres curas, a oscuras de lo que constituye un Congreso. Contra toda esa poesía de abnegación y sacrificio, de heroísmo inspiraciones propias, están ahí las sesiones del Congreso de Tucunián, que hacen recordar la fábula de Hércules en la cuna, destrozando serpientes por entretenimiento de sus nacientes fuerzas. FI Congreso aquel es un niflo, aunque no sea ¡'enf ant terrible de un siglo posterior. Rompe ataduras. Declara independencias. Es para lo único que le alcanzan sus fuerzas. Otra capacidad tenían los que formaron el Congreso de los Estados Unidos e hicieron la primitiva declaración de la independencia. Es un hecho reconocido hoy del otro lado del continente americano, y por todos los pensadores del mundo, que los prohombres de la revolución norteamericana fueron los publicistas más grandes que tuvo el mundo civilizado entonces; y la historia ha consagrado la ilustre memoria de sus grandes hombres, únicos en su género, como Washington y Franklin. Pero la Historia de la República como Institución, escrita por Adonis, que fue presidente; El Federalista, escrito por Madison, Hamilton, Jay, Jefferson y tantos otros, mostraban un saber político profundo, práctico, inenarrable, corno lo dejó ver la Constitución escrita, que crearon sin modelo en el mundo, mientras que la FrancLa y toda la Europa, para no decir nada de la América del Sur, se han envuelto en sangre y horrores durante un siglo, por no entender palabra sus hombres públicos sobre las bases constitutivas del gobierno. * • • • El doctor Avellaneda, para completar el ensayo histórico de M. Groussac, trae una preciosa nomenclatura de personas edu-

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EDUCAR AL SOBERANO

cadas en las universidades y nacidas en Tucumán, y que figuraron dignamente en los tiempos de la independencia. Desde 1815, sin embargo, "la retrogradación según él, es visible." Durante cuarenta años no se agregan sino ocho nombres a la lista anterior, y los nombra, a saber: Alberdi, doctor Ledesma, doctor 1\iarcos Paz, doctor Gramajo, doctor Lesana, doctor Angel López, doctor Salustiano Zavalía... El crítico que nota la decadencia del saber en Tucumán, lo atribuye a que sobrevino la guerra civil, con ella las proscripciones y las matanzas. ¿Había retrogradado Tucumán La misma falta de un criterio general armónico con los nuvimientos del espíritu humano, que notábamos antes sobre la inspiración del acta de la independencia, se flota en esta especie de anacronismo, que niega el progreso y aun los efectos traidos por la independencia misma que celebra. Cierto es que han disminuido los doctores en Tucumán en los subsiguientes cuarenta años; pero se olvida que estos ocho son Doctores en Derecho, HOMBRES LAICOS instruidos en ciencias sociales, mientras que los que se han citado antes, aunque honradas personas, son teólogos, ignorantes como buenos colonos españoles que eran, de toda ciencia de gobierno y hostiles a la Enciclopedia V a los libros del siglo xviii que nosotros encontranlos y leímos, ¡Dios nos lo perdone!, entre los bienes de don Ignacio de la Rosa, en San Juan, el compañero de trabajo de San Martín, como pudimos hojear la Enciclopedia sin tanto horror, en casa de don Rudecindo Rojo. Alberdi, con su instrucción en materia constitucional, vale más, aun sin su raro talento, que toda la lista junta (le curas, teólogos y maestros de Coristas, cuando se trata de fundar una nación. * • . .La colonización española no trae como elemento orgánico la escuela. Por eso no podemos proveemos hasta ahora de edificios al objeto. Los conventos, a que se destina desde la fundación de las ciudades americanas una manzana a una cuadra de la plaza principal, son el plantel de las escuelas futuras. La educación, se dediquen o no a la Iglesia, es esencialmente religiosa. Al otro extremo de la América, la Corte colonial de Massachusetts (en 1635) ordena a toda ciudad, villa, caserío de más de veinte casas, tener una escuela, observando, dice la ley, "que el

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SARMIENTO - TEXTOS 1'U\DA\1FNTALES enemigo malo se sirve de la ignorancia para perder las almas''. Aquel sistema mantiene y perpetúa la barbarie tres siglos: este otro, el de las escuelas municipales, forma la nación olas rica e ilustrada del mundo, hoy los Estados Unidos. Toda esa teología enseñada en nuestras universidades y de que eran doctores los prohombres del Congreso de Tucumán, fu estéril por 1) pronto para curar los males que esa misma educación había creado en cuatro siglos. * I-lahiasc paseado por Lucunian ci sangriento pendón de relio '/)/liCFte, siendo saqueado por los restauradores de las ideas que ho y se itrihuven a la indepcndcncia, y ci cadenándola y embruteciéndola un general teólogo. Díganos la verdad por entCro. Eran esas idas que hoy se trata de hacer prevalecer las que arruinaron y barbarizaron a Tucumán. Qué gracia! Así se barbarizó la edad inedia cristiana. No es casual ci hecho de que los hugonotes perseguidos por las queridas de Luis XIV, inspiradas por el confesor La Chaise, desparramasen por toda Europa los secretos de la industria francesa, haciendo las fábricas (le tejidos y otras la riqueza industrial de la Inglaterra, la Holanda, la Prusia y aun ]os 1stados Unidos, pues el arte de fabricar fusiles a la mecánica y copiar mecánicamente esculturas, fue invención de un Blartchard, norteamericano, descendientc (le una colonia (le hugonotes establecida en las cercanías de Boston, en terreno que les dio la \lunicipalidad. Pues bien., la industria de las pieles curtidas, que ha merecido premios en la exposición (le 1871 y los obtendrá sin duda en la de 1882, ha sido perfeccionada en Tucumán por otros hugonotes franceses, que en gran número se establecieron en Tucumán después de la caída del primero (le los Napoleones y vuelta de Luis XVIII. La industria del azúcar, que hace hoy la riqueza de aquella provincia, no le debe nada a la teología, como industria, aunque la caña fuese, según tradición, introducida por el obispo Colombres. Es una cosa curiosa que la industria azucarera venga reñida con la teología, la colonización española y las universidades. La maquinaria es inspiración del alma en los pueblos libres solamente. No hay todavía, sino importadas, máquinas en España, pocas en Italia y no gran cosa en el mediodía de F ancia, salvo el telar de

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EDUCAR Al,SOBFRkNO Jaquart, creemos. La máquina nace y se desarrolla en el Norte, y en los Estados Unidos se convierte en función orgánica a causa de no tener sazonada y amoldada la inteligencia a ninguna ciencia. Nacen y se crían sus habitantes, bárbaros o incrédulos, en la Ciencia universitaria, tales como Fulton, Morse, Edison y tantos otros self-rnade-maii de lo que se glorian. La Compañía de Jesús, que ha poseído las más bellas estaciones de la tierra, viajando por todos los países, gobernando Estados Como el Paraguay-, dirigido la alta educación en América, no 5U)U ni cultivar ni extender el cultivo de café ni de azúcar en América. La Habana era país pobrísimo como Tucumán, criador de un poco de ganado, sostenido su gobierno por las cajas de Méjico, hasta que en 1808 llegaron emigrados de Haití o Santo Domingo los colonos franceses expulsados por la insurrección de sus esclavos. Ellos abrieron los magníficos cafetales de La Habana, que han quedado, merced a las palmas reales, los naranjeros y plátanos que dividen sus compartimentos trazados por leguas a compás, la maravilla de la agricultura tropical y ornamental, y enseñaron a cultivar el azúcar y proveer de ella al mundo. El azúcar era conocido de algún tiempo en Tucumán, y no habría pasado de un producto casero sin el auxilio de las poderosas máquinas que la elaboran hoy en veinticuatro horas, y sin el ferrocarril que las hace exportables; pues que sólo entonces es industria. Con la revolución de la independencia, se hicieron dos revoluciones en esta América que no sospecharon aquellos buenos curas que daban vueltas al manubrio del organito, cuya música venia de antemano escrita para cantar en todos los tonos aquella eterna y vieja siempre nueva canción, con su trágala, trágala, trágala, al que no le guste, ¡oíd, oh curas!, el grito sagrado: libertad, libertad, libertad. La primera era el cambio de frente en materia de educación. Newton, Burmeister, Darwin, serán los profundos teólogos, los que razonan, logos, sobre la obra de Dios, Theos, Escuelas primarias, colegios nacionales, y M. Groussac, director de la Escuela Normal de Maestros de otra ciencia que la que enseñaban el maestro P. Thames, ci maestro Peña y el maestro Basail y tantos Otros maestros que enseñaban lo que son hoy puerilidades, y los que no habían leído a Mably, Rousseau ni cosa que lo valga, ni los que hacían el nervio, la organización de las colonias españolas, que eran ellos mismos y su saber. *

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SARMIENTO 1 Lxi OS FUND.\\II \ TALES No hay, pues, rctrogradación en i'ucuintn, donde, merced a colegios y escuelas allí establecidas, a los que envían, en médicos y doctores civiles y mandan las universidades lo que nos comunican los extranjeros instruidos, los ingenieros y maquinistas que allí se establecen en número de la población, desde entonces acá hay ho y diez veces más personas instruidas de verdadero saber y (le cosas útLles que no las había en 1516 cuando una docena de curas y sacristanes hacían la plata labrada de la cultura intelectual con generales teólogos como Heredia, que no pasó de ser un rematado bribón, como el doctor Francia, salido de esa misma escuela, para oprobio de ellas. Habríamos dejado pasar en silencio esta composición literaria si los indiscretos no corriesen riesgo de atribuirle tendencia a propiciar los espíritus a una resurrección de la educación clerical, llamada sin razón religiosa; pues nada de religioso se enseñó entonces, ni ha de enseñarse nunca por ese caraino. Todo esto sería muy bueno todavía si una bula del Sumo Pontífice, tal como lo trae el Derecho canónico en sus relaciones con el Estado, del doctor Vélez, no dejase establecido que el jefe de la Iglesia condenó a todos los americanos que tornaron parte en la revolución de la independencia, y que ci S llabus escrito por esos mismos obispos, a quien el americano Avellaneda atribuye la independencia americana y argentina, condenan ahora mismo aquella revolución, negando el principio de la soberanía del pueblo Y anatematizando a los que no creían en ci derecho divino de los reyes. (La Escuela Ultn-ípampeana.)

CORDOBA INTELECTUAL, 188 Quidn IvL leído la niemoria de 1874 precntada por el gobierno del doctor Avellaneda al Congreso, en que consta de todos los cuadros de la Educación Pública, que la provincia de Córdoba está rozándose con el estado salvaje en cuanto a la educación, no sabiendo leer uno en cincuenta habitantes, mientras en San Juan, Santa Fe, Mendoza, San Luis tienen uno en diez habitantes y Buenos Aires, Tucumán, uno en 14? Creeráse que estas cifras son arbitrarias y que no hay otros medios de verificación para comprobar la verdad terrible que esas cifras revelan, y es que la educación clerical, monacal, de

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EDUCAR AL SOBERANO monjas y frailes, mata la inteligencia y la estorba desenvolver su capacidad, habiendo descendido Córdoba más abajo de todas las provincias. • . Tal es la general ignorancia en Córdoba, y su atraso no sólo es relativo a San Juan, sino a la mayor parte de las provincias. Debe notarse que hoy no existe instrucción secundaria en Córdoba, sino la preparatoria de la Universidad, porque siendo senadores el doctor Cortés, el más obstinado adherente a las ideas cordobesas, el doctor Luis Vélez, finado, redactor del Eco, y el doctor Pizarro, obtuvieron del gobierno de Avellaneda volver a las andadas, restablecer el Colegio de Monserrat, y no dar instrucción secundaria sino dentro del claustro de la universidad, y como preparatorias para recibir instrucción universitaria, única que se estima en Córdoba y que da luminares como Viso, Pizarro, Achával, etc., los próceres de esta civilización ultrapampeana que nos invade, y acomete la ruda empresa de hacernos retroceder a lo que es Córdoba, en tres siglos de estar obrando diariamente sobre toda la población un plantel de monjas, de frailes, de clérigos, con colegios, universidades y seminarios para enseñar a ser con todo orgullo, con toda insolencia, ignorantes por principios, haciendo escuela, invadiendo el resto de la República, creando diarios para propagar el Flor Santorum, anunciar las cuarenta horas, las vigilias, las témporas, y mantener la población en ranchos y a ración de hambre. * Tenemos por fortuna en el cuadro 19 de la memoria presentada al Congreso por el doctor Leguizamón, el número de Bibliotecas Públicas, con el número de obras que contienen y las materias de que tratan, con expresión de literatura e historia de las lenguas en que están escritas. En Córdoba es éste un documento precioso, que nos va a revelar el estado de la mente y la extensión de los conocimientos de los estudiantes, por el número, calidad e idioma de los libros de la Universidad, única biblioteca pública ni privada que existe en Córdoba, pues el Colegio Nacional antes de que lo suprimieran los doctísimos Cortez, Vélez y Pizarro, se servía de la misma biblioteca. No hay librerías en Córdoba, siendo raras las personas que leen libremente estando toda la población bajo el santo terror del libro prohibido, que puede serlo toda novedad, no sabiendo el confesor de la mujer y de la hija, si el libro aquél es algún

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SARMIENTO - TEXTOS FUN1)ÁENTALES alacrán que se ha introducido de Buenos Aires, tales corno Darwin, Renán —tras de ellos todos los libros. El librero no se aventura a introducir libros que no sean los de devoción, el Ramillete de Divinas Flores, el Prontuario de la Misa; la Vida del Padre... o de Santa Filamena. La biblioteca de la Universidad de Córdoba contenía en 1 875 por todo caudal viejo y nuevo, 4.979 volúmenes en mil doscientas obras. * ...La biblioteca del Colegio Nacional de San Juan, formada desde su creación en 1864 por el gobernador Sarmiento, Cuenta Con 2.603 volúmenes, en mil trescientas obras. De manera que la biblioteca de San Juan cuenta con más obras sobre diversas materias que la de Córdoba, con la circunstancia de que siendo de reciente creación, todos los libros que contiene son modernos, al corriente con las ideas y acontecimientos actuales, mientras que la de Córdoba, abundante en volúmenes y escasa en obras, Contiene la morra la conventual, jesuítica, del siglo pasado, Con santos padres, vidas de santos, disertaciones místicas, etc., que harían dormirse parado a Achával o a Pizarro si los pusieran a leer tal fárrago de insulseces. A la prueba me remito. En la biblioteca de la Universidad de Córdoba hay, sobre lenguas y literatura, iveintidós obras en francés!, once en inglés ...¡en alemán, tres! * • Hola! Conque tres siglos de conventos, de monjas, de prácticas re.igiosas, dan por todo resultado que apenas uno en cincuenta sepa leer en Córdoba; que uno en quinientos ochenta y tres sepa geografía; que uno en cinco mil sepa algo de derecho, y que no hay en la biblioteca ni un libro siquiera en qué aprender algo, salvo mamotretos en pergamino, excepto once en inglés y veinte en francés, porque ni las lenguas vivas penetran en aquel cementerio de la civilización y de la inteligencia. ¿Aprendía don Dídimo por revelación de Dios tanta teología, sin libros que la enseñan, a punto de no poder ensartar dos disparates, como se lo mostraremos luego, sin echar en cara su ignorancia, a los que pudieran ser sus maestros? Los documentos públicos ponen a los insolentes ultrapampeanos en mangas de camisa. Si mejora de condición intelectual Cór-

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EDUCAR AL SOBERANO doba en 1874 a la fecha, deberáselo a Sarmiento, por las sabias leyes que dictó para promover la educación en todos los grados, en el pueblo, en los colegios, en la universidad, en las ciencias naturales, en la astronomía, con las exposiciones de industria, puentes, ferrocarriles, telégrafos y cuanta institución nueva introdujo en Córdoba para galvanizar a aquel cadáver, para reparar, si se podía, el estrago de dos siglos del poder de las preocupaciones, la superstición, la ociosidad, encubiertas de trajes de la Edad Media, de ignorancia disimulada bajo capuchones y burlas doctorales, pues cuando se han ido a levantar aquellas máscaras y cucuruchos, se ha encontrado que ni libros tienen en qué instruirse. (La Escuela Ultrapampeana, marzo de 1883.)

LA EDAD MEDIA Distinguióse la civilización de la Edad Media por un rasgo universal. Hubo una clase encargada de saber por los demás, de conservar los conocimientos antiguos que se pudo, de olvidar los que no convenía recordar. Clérigo dice escribiente, el que sabe escribir. Los reyes poco se cuidaban de esos detalles: los nobles hubieran tenido a mengua saberlo; y hasta ho y, si una persona de tono tiene linda letra, es a expensas de su inteligencia. 11 pueblo, la muchedumbre, la especie humana, diremos, no sabía leer hasta el siglo quince. Cuando, por propagar la Biblia, se recomendó enscar a leer, la reina Elizabeth de Inglaterra, por una ley, eximió de la pena de muerte a los criminales que supiesen escribir. Hasta 1872 no había en la ciudad episcopal de Córdoba más que dos escuelas con CUARENTA Y SEIS N1()s, aprendiendo a leer! Diez años después se pretende que hay tres mil ochocientos; uno otro dato constan de documentos públicos, presentados recientemente al Consejo Nacional de Educación por ci gobierno de Córdoba. La Edad Media habría terminado para aquella provincia sólo a fines de este siglo, y estaría en pleno Renacimiento. *

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES • Terminaremos aquí esta ligera reseña del estado del espíritu provincial en Córdoba, y del desarrollo iitelectua1 de su población en general bajo la influencia de instituciones añejas que resistieron a la regeneración política y social de las colonias en 1810. Córdoba ' s un mundo aparte; y en su espíritu queda mucho de la Edad Media, pues el Renacimiento que la puso término en el resto de la Europa, no pudo penetrar en España, porque la Inquisición :ue como un cordón sanitario para aislarse y cerrar a la inteligciu'ia todos los caminos. La Améri:a fue poblada bajo el dominio exclusivo de la Inquisición, con pena de la vida o prisión perpetua al extranjero que penetrase en ella, a fin de que no se le comunicasen las ideas llamadas herejías que regeneraban el mundo. Córdoba era hasta 1872, como lo hemos visto, la continuación de la Edad Media, con su universidad de jesuitas y franciscanos, sin escuelas para el pueblo, sin libros ni otra dirección que el púlpito y el confesionario.

IMPORTACION DE JESUITAS

Quéjanse allí de la injusticia de tal despojo. Nosotros observaremos sólo, que es una de tantas Sustituciones que se vienen haciendo clandest:.namente y callandito, de los hijos del país, maestros, maestras, por bandas organizadas de extranjeros de todos países, que son introducidos para pagarles las rentas de cuanta institución piadosa existe, o las principales casas de educación. Ahora les llega su turno a los curas, a los clérigos, y mañana ni los frailes se han de escapar que no sean sustituidos, si ha y lucro, por otros frailes que chapurreen el castellano,, y se sorban una misa. No piensan en el abismo que están cavando. Nos consta por declaración de un examinador habitual, que por esta razón c la otra, al parecer accidental, y con promesa solemne de remediar la omisión, los alumnos de jesuitas no estudian ni dan examen de derecho constitucional como lo exige el reglamento. La causa es que aquellos buenos padres pretenden no reconocer las constituciones civiles, como lo declararon los obispos de Bélgica, refutando los artículos que corresponden a nuestra propia Constitución; y la idea de que Esquiú era liberal y había reconocido la Constitución, fue explotada por la Curia romana, que recibió

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EDUCAR AL SOBERANO de mal ojo el primer nombramiento de obispo, hasta que fue a Roma y desvaneció los cargos. Ha de haber jesuitas no sólo por mitades y compañías para venir a estas Américas, sino batallones y regimientos de los que están licenciando en Francia, y no hallan su cuenta en la pobre Irlanda, ni lo pasan mu y bien en su patria, los de Italia. Nuestro país es el paraíso. Ha y riqueza y gentes crédulas para quienes la patria es nombre vano, trayéndole todo lo que en otras partes empieza a estar por demás para hacer descender a nuestra población a la masa común. Parece broma! Las congregaciones religiosas no son artículos de importación libre, aunque cl contrabando pase todos los días por las narices del patrono. Con el abandono de las escuelas que se viene haciendo por parte de los gobiernos civiles, y con la introducción de emigrantes religiosos que están haciendo los obispos, para entregarles las capellanías e instituciones laicas, pues la mayor parte lo son, hemos de tener algo peor que la Irlanda, en las provincias, hemos de tener las misiones del Paraguay, gobernadas como la Irlanda hoy por los reverendos padres, sin que haya poder humano que lo estorbe. (La Escuela Ultrapampeana.)

EXTRAÑAS COINCIDENCIAS • No se ataca la religión cuando se condenan prácticas absurdas o malsanas, como era la de enterrar los muertos dentro de las iglesias, que sólo revelan el atraso de los pueblos, la superstición que ellos y no la religión sostiene, y la idolatría estúpida en que suele degenerar el culto de las imágenes, como era el de San Antonio que ponían colgado patas arriba para ganar unas carreras de caballos, o bien hacer que apareciese una prenda robada o perdida. Habíamos oído referir con escándalo el cuento, el ejemplo de aquella materialización del pecado, en culebras odiosas, y aquel freir de inconfesos en sartenes de plomo hirviendo. Aludíamos a eso, diciendo que nos introducirán de Europa las viejas consejas de la Edad Media, en que el infierno correspondía a la legislación bárbara y a los castigos judiciales atroces. Desde que fue abolido el tormento en los juicios civiles, el sufrimiento y el suplicio del

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES fuego de la Inquisición, el infierno se ha ido civilizando POCO a poco, y y. no se deleitan Cfl Contarnos sus horrores, simplemente porque la conciencia humana se ha humenizado, y ni el predicador, ni el auditorio gustan, como ante— de esas escena de horror. Cuando sea abolida la pena de muerte, Como han sido va suprimidos todos los castigos cruentos, el infierno se ha de Convertir en una penitenciaría decente. .No ha y que pedir ni 1 ecencia, ni honor cuando de alguna religión se trata. Lo mismo piensa el mahometano. Pero la Constitución tiene sus trabas a estas raterías y actos de expoliación. "Los principios, garantías y derechos reconocidos en los anteriores artículos, no pueden ser alterados por las leves que reglamenten su ejercicio." Y los artíCulos anteriores icen: "En la N ciún Argentina no has' esclavos: la NacionArgentina no admite prerrogativas de .angre ni de nacimiento —no hay en ella fueros personales - ni títulos de nobleza - todos sus habitantes son iguales, ante la ley - todos pueden profesar libremente su culto - publicar sus ideas - enseñar y aprender - asociarse con fines útiles." El hecho solo de escoger una creencia para enseñarles en las escuelas, es un privilegio para uno que declara inferiores a los otros. No hay hijos y entenados. Madre y madrastra. ¿La mayoría es católica Pero los habitantes son iguales ante la ley. Uno solo es mayoría ante el derecho. (La Escuela Ultrapamperina.)

•\RCHIVOS l)[' L\ INQUISICION Acaban de destruirse en Fspaña, a petición del clero, los archivos teológicos d la Inquisición, en la plaza llamada La Cruz del Quemadero. He aquí la descripción: "La pIit;'a en que tenían lugar los AUTOS Dt. rr había quedado cubierta de anchas bandas negras que tenían hasta ciento cincuenta pies de largo, y compuestas de huesos calcinados, de carbones cubierto ., de materias grasosas y de restos de telas carbonizadas. Cavando se encontraba que las capas negras alternaban con capas de arcilla o de arena, y erail de

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EDUCAR AL SOBERANO espesor diverso, desde nueve centímetros hasta ochenta (una vara), lo que permitía medir ci celo (le la Inquisición, y medir sus variaciones." "El diario oficial español que cuenta estos hechos, dice Gcgenwrt, hizo que los sabios epaño1es los verificasen. El clero español, molestado por estos viejos recuerdos, trataba de obtener que se hiciesen desaparecer estos restos de la plaza de la Cruz del Quemadero, y ha acabado por tener satisfacción." Qué lástima no haber conservado pai lección de los pueblos este espectáculo de lo que produce a la ltrga una educación esencialinente religiosa, cuando tiene el apo yo y la sanción del poder civil! La Inquisición no ha derramado una gota de sangre ni hecho chirriar un cuerpo humano. Los entregaba al brazo secular, recoiiiendándolos a su clemencia y a la misericordia de Dios.

EL CONGRESO ARGENTINO

La discusión de la les- ultramontana de educación primaria se sostiene en la Cámara de Diputados en las Saltas regiones de las ideas generales del mundo civilizado, tomando cada día más vigor la dialéctica de los oradores liberales. La gran cuestión que hoy se ventila en el Congreso, probará que el país está en general ' i la altura de las grandes cuestiones políticas, pues los diputados al Congreso on en eso sus verdaderos representantes. Sus concolegas del Parlamento de la Bélgica, o de la Asamblea francesa, si llegan a leer estos debates, verán que de este lado del Atlántico hay Congresos cu y os oradores expresan el pensamiento de su siglo. La prensa no se ha quedado atrás, y el país y los liberales del mundo pueden darse por satisfechos. El ministro de Instrucción Pública, doctor \Vilde, tomó la palabra ayer, y ccii una lógica de hierre hizo recordar la época en que los ministros Vélez Sarsfield, M. Varela y Avellaneda hacían la defensa del Poder Legislativo, contra los desmanes oc un gobernante de provincia. La tarea del doctor \Vilde era más sencila. No necesitaba textos; su misión es hacer que las garantías, derechos y declaraciones de la Constitución no fuesen violadas por una ley del Congreso; asegurar a todos los hombres que quieran venir a establecerse en este país de que no se les pedirá certificado de confesar que acredite su fe, ni se les privará de enseñar,

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SAR\1IFN1 O - IEXFOS FUN1)A11NTA1ES

ni a sus hijos se les impondrá, corno lo mandó Luis XIV, otra creencia que la de sus padres, o se les declarará fuera de la protección de la renta pública. La tentativa de nuestras m,-)damas Maintenon y de nuestros jesuitas, es la de revocar la Constitución como el Edicto de Nantes, anulando en la práctica las garantías que aquel instrinmento asegura. (La Escuela Ultrap(ympeana.)

LA F1SLUHA SIN LA RILIGION DE Al! MUJER Un padre conscripto, terciándose ci manteo del cscolasrico, o arremangándose la toga del senador, desciende lleno de suficiencia las escalas del Capitolio. ¿para ofrecer un nuevo camino a su país y al decoro par, amentario? No: para ostentar corno trofeo de su triunfo, la escuela sin religión, a guisa del escalpo que el indio enseña para probar su victoria sobre las caras pálidas. Pero con religión o sin ella, debió mostrarnos una lev. y no un epíteto injuriaso que a muchos ofende (y que a mí me alcanza porque lo recojo) y a nadie satisface, por no ser verdad, no habiendo calificativo sin sustancia. No ha y lev; luego el epíteto "sin religión" es una hoja desprendida del árbol de la oratoria que nada produjo en e debate, y sale a la calle a darse tumbos siguiendo el soplo del cefirillo. No dándole tiempo para expedirse, tres proyectos en lugar del suyo han presentado los que se dan prisa, y el Único resultado ha sido deshonrar la ciencia, inuiIizar el Parlamento, alborotar a las mujeres con frases huecas y mostrar la guerra civil o la anarquía en perspectiva. Y todavía uno de los paladines desciende a la arena, qua'rens quem devoret, exclamando: ¿quién quiere habérselas conmigo?. . . ¿quién se declara el sostenedor de la escuela sin religión? Yo, mi honorable senador, con tal que me permita completar su pensamiento: "la escuela sin religión de mi mujer... la mía o la de cualquiera otro". Si no acep -a así el debate, acéptolo yo, como lo proponen: la escuela sin religión, puesto que no acertando a hacer leyes, podemos hacer silogismos hueros. Sobre mi mesa está en yeso el boceto del grupo que corona la escuela de Chiviicoy, el Sinite parvulos, que sugerí al escultor. ¿No los habrá visto en mi bufete? Pues en casas de los que votaron la

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EDUCAR Al. SOBERANO ley no los vi yo tampoco, aunque hay a visto sacrecoeurs de esmal-te y oropel colorado de hechura de monjas. ¡No!, no me quiten a mí mi adoración, mi abogado a la hora de la muerte, mi maestro, para revestir frases de oratoria. Cuando me afligen las punzadas terribles que sufro por la educación de los párvulos, si levanto los ojc.s encuentro a estos mis lares que me consuelan. En vano dirían los que han votado y destruido la ley, que les dejen acercar a los niños, si no son sus propios monuclos. Yo he pasado mis horas de trabajo, estudiando en los pequeñitos el albor de la inteligencia para hacer silbarios. A dos indiecitos he enseñado a leer en Buenos Aires por motivo de estudios; de uno de ellos le consta al Consejo de Educación; a un mucamo gallego, que es hoy empleado de aduana, le enseñó a leer el presidente de la República. No cuento milagros, sino que viví siempre rodeado de pequeñuelos, por amor a la cultura del espíritu. Señalado al odio de las ciento once mil mujeres, ante las cuales soy delatado como impío, ¿estoy acaso libre de que me niegue mañana la sepultura el cura del cementerio? Ya tomaré mis precauciones testamentarias para que, si la cremación no se practica, se lleve mi cadáver a Chile, donde no hay mujer ni hombre de cincuenta años que no haya aprendido a leer en el método Sarmiento, adquirido los rudimentos de su creencia religiosa en la Conciencia de un niño y héchose cristiano leyendo la V ida y doctrina de Jesús, por Sarmiento. También a mí me ha de ser permitido decir raza de víboras!... Jesús, Escipión y Rivadavia lo han dicho antes que yo por la misma causa. Téngase presente que sesenta y cinco páginas del texto están destinadas a probar que se debe enseñar en las escuelas la doctrina católica, por ser ésta la religión nacional, y entonces se dice: "La Iglesia cristiana es por su naturaleza docente." Respuesta: Todas las sectas en que hoy se divide el cristianismo son Iglesias cristianas, y entonces todas las Iglesias cristianas deben enseñar en la escuela su doctrina respectiva. Orígenes era maestro cristiano, y Lutero también. Y ambos heresiarcas. "La religión y la filosofía nacieron en un mismo día." Respuesta: Bello juego de palabras, que no niega a ninguna secta cristiana su derecho de enseñar, pero que nada tiene que ver con la Iglesia católica exclusivamente. "La instrucción primaria comprende necesariamente, según Guizor, la enseñanza moral y religiosa."

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES Respuesta. Pero siendo protestante, Guizot no había de decirlo para que lo católicos solos aprendiesen moral y reli,Tión en las escuelas que él fomentaba como ministro de Instrucción Pública. "Washington es encontrado orando de rodillas." Respuesta: Pero no lo aprendió en la escuela, sino en la familia. No tuvo escuela Washington. "El lenguaje (le Lincoln parece-aveces el de un visionario, a fuerza de ser místico." Respuesta: No aprendió en la escuela mida, pues en ella no se enseñan dogmas, ni creencias. El púlpito o la niadre lo hicieron místico. Lincoln no era católico, luego no tenía religión. "Todos los hombres eminentes de los Estados Unidos son religiosos." Respuesta: Lo que prueba que debe prohibirse en las escuelas la enseñanza de una religión especial; pues eran de religiones diversas aquellos grandes hombres y poquísimos o ningún católico. * La Franci. en 1848, siendo en su ma yoría católica, pero habiendo gran número de protestantes y de israelitas, declaró sostener los gastos materiales de estos tres cultos franceses, al paso que antes, cuando bahía religión del Estado, no sostenía sino a los sacerdotes católicos. En 1853 1853 cuando hubimos de constituir nuestra nación, hicimos lo mismo; pero flO habiendo israelitas, y siendo poquísimos los protestarnes, e insuficientes para formar Iglesia, la Nación declaró que sostendría los gastos del culto católico, y sin darle ventaja alguna a la religión, que es cosa distinta del culto. Pero como para mi mujer lo mismo es culto que religión. N, mí Ghana que Juana, y el culto a las imágenes es la religión de casi todas ellas, se les pondera toda nuestra habilidad de estarnos chupando los dedos, cuando lliCiflioS constitución, "combinando con acierto lo pasado y lo porvenir, lo negro y lo blanco, el fuego y el agua, es decir, los derechos del hombre reconocidos en las garantías, y negados en el culto preferido: —los hechos presentes y las IIás altas esperanzas''—. ¡Qué hijos tenemos! ¡Le quitan al diablo en lo sagaces N, * Después de diez años de luchas, de batallas y (le discusiones, volvió por un feliz desenlace de la guerra a consultarse la opinión pública sobra el artículo 2 9 , pues se somet:Ló a examen y revisión

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EDUCAR Al, SOBLIt\NO

la Constitución entera, ante el pueblo de Buenos Aires. La convención reunió, sea dicho en honor de la verdad, a todos los hombres públicos de todos los colores po l íticos, sin excluir a Irigoyen, Domínguez y los trece más que se concertaron para apoyar a todo trance la Constitución sin enmiendas. El convencional Frías hizo moción para introducir la siguiente enmienda: 1 La religión católica, a postólica, roll,ana es la religión de la República Argentina; 2 9 El gobierno federal costea su culto: 39 El gobierno le debe la más eficaz protección, y 49 Los habitantes el mayor respeto y la más profunda veneración". (Diario de Sesiones). Aquí están deslindados y aclarados netamente todos los subterfugios y tapujos de la escuela sin religión. Frías era honrado y convencido en política como en religión. Lo éramos todos entonces. El convencional Sarmiento, según se v, en el Diario (le Sesiones, notó que no había sido apoyada la moción, que lo fue en el acto por los dos únicos nucmhro que tomaron la palabra en su favor, que fueron Costa y Anchorena; pero veinte años después, este reparo aunque entonces reparado, es mu y significativo ahora, pues prueba que la moción era en extremo impopular. Combatiéronla Vélez Sarsfield, Sarmiento, Mármol, Roque Pérez, Portela, Gutiérrez, Estcves Saguí. No hablaron Mitre, B lestra, ni Elizalde y otros que sostenían la redacción de la Constitución federal, por evitar repeticiones; y puesta a votación, la enmienda fue desechada por una inmensa mayoría. Esta era, pues, la opinión del país. Con ella se desechó toda pretensión de dar a la religión católica: —l o el carácter de institución pública; —2 se negó que el gobierno le dispensase protección alguna (encargarse de la enseñanza obligatoria en las escuelas); _39 se negó que los habitantes le debiesen ot o respeto y otra veneración que el que se debe a todas las religiones y cultos. Los que no son católicos, no le deben profunda veneración, pues que lo que se niega en un sentido, se afirma en el otro. Esta es la regla de ititrpretación legal. Para eso sirven las actas. Por eso se pide a veces hacer constar en el acta un hecho o una indicación. * ¿Puede hablarse en el siglo xtx de constituir la nacionalidad, la unión de un pueblo, sobre la unidad de creencia?

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SARMIFN fO - TLXTOS FUNI) A\ILNTALES Este fue el error del orgullo y del fanatismo ignorante del papado y de los reyes durante quince siglos por iü menos, y que ha costado a la humanidad derramar sangre hasta llegarle al hombre al tobillo, por la unidad de creencia católica, obteniendo sólo al fin la desagregación de las Iglesias, y la libertad de creencia para felicidad del género humano. Permítasenos no dejar pasar estas pérfidas insinuaciones, que son la condenación de todo ese juguete literario, que se ha propuesto quebrantar [a razón a fuerza de paradojas y contrasentidos. Ningún Estado del mundo ha logrado asentar sus liases sobre la unidad de creencias religiosas si no son los que dominó el mahometismo con la cimitarra, la conquista, el incendio y el exterminio. Intentáronlo los primitivos pueblos cristianos; y San Hipólito, çi es suyo el manuscrito que Bunsen le atribu y e, cuenta ciento treinta años después de Jesucristo, treinta y dos de herejías en Roma, que él combate. A los tres siglos se bañó en sangre la tierra por ahogar la herejía de Arrio, y se separaron los reyes bárbaros del Norte. A los ocho se fundó el papado, y por su causa se separó de la unidad católica la Iglesia griega con sus sabios doctores, y hoy la Rusia y la Rumania, Valaquia, Moldavia, etc., cuentan cien millones de disidentes. En el siglo quince es asolado, a fuego y sangre, el país valdense y albigense para llevarles la unidad católica a pobres Ivontañeses. reducida En el mismo siglo se rompe la unidad católica N I a la Italia y a la España y Austria, gracias a la tajante espada de Carlos V, que las salva. La Inquisición es fundada para mantener la unión, la nacionalidad, por el culto católico profesado. El edicto de Nantes es revocado para restablecer, como se pretende subrepticiamente, para recuperar la unidad de creencia a que aspiramos losotros, los antiguos indígenas. No se ha fundado hasta hoy una nacionalidad con cuito alguno, ni con creencias religiosas. Al contrario, las más fuertes y poderosas naciones son las que más creencias diversas admiten en su seno. La Italia, la España, el Austria, no son naciones fuertes. * Mil mujeres dijo el senador Alvear que firmaban la petición. El censo sobre tres millones de habitantes, da un millón de mujeres adultas en nuestro país, sin contar medio millón de niñitas


EDUCAR Al. SOBERANO hasta la edad de quince años, que para lo que es firmar lo que no entienden, ni chicas ni grandes, lo mismo da. En el Uruguay, treinta y seis mil mujeres firmaron otra petición de este género, y el brigadier Santos tuvo el buen sentido (le echarla al canasto de papeles inútiles. Aquí ha dado lugar a escenas, que muestran que ha y pueblos en estado permanente de infancia y viejos que nunca acaban de ser niños. La presentación al Senado del petit monstre ha dado ocasión a actos, mociones, discursos y votos, que debían ser como fueron para que se viese que todo ello era un juego de muñecas y una representación de títeres, cuyos hilos manejaban desde adentro de la sala. Absurda o inconstitucional, usurpadora o egoísta tal petición, es una petición sujeta a ser atendida 0 110. Mas, quién tiene que ver, para influir en el espíritu de los senadores, el recuerdo que invocó el senador protector Alvear, de que los apellidos de las señoras firmantes pertenecían a las familias más ilustres y gloriosas del país, para poner en la balanza, cuando se trata de resolver una Cuestión que interesa a todas las clases sociales del país, a las familias extranjeras de origen, y aun a todos los pueblos cristianos y a todo hombre libre? Tendremos una solicitud de la /aig/-1ife, una religión de la aristocracia porteña, porque las provincias no entran por nada en la manifestación? Merece, en efecto, examinarse el apoyo que las mujeres de la clase aristocrática presta a los reales promotores de estas pantomimas, para mostrar su puerilidad. Mil mujeres firmantes son todavía menos que las que componen la Sociedad de San Vicente de Paúl, las Hermanas de la Misericordia y otras asociaciones de que ha sido digna presidenta la señora del senador Avellaneda. El senador Alvear presta el prestigio de su familia para arrastrar por el prurito de imitación al big1,i-lif e, a poner sus hijas en el colegio del Sacre Cwur, en San José de Flores, donde hay cien niñas. Baste decir que el colegio de los jesuitas ha despedido ochenta niños estos días, para saber que las mil mujeres cofrades no alcanzan al número de los cofrades de tanta hermandad, y madres de los niños N I que sostienen a precios . muy subidos los colegios particulares del Salvador, de Magendie, de las Hermanas del Sacre Caur, cte., etc., etc. Desmienta este dato auténtico ci que quiera, y prueben que no hay mil niños cii los pretendidos colegios y también escuelas religiosas, con lo que probarán que todo ello es una farsa que se hace

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES a fuerza de (linero por unas cuantas familias viejas, de las pocas que van quedando, y dirigidas por sus confesores. ¿Qué tienen que ver con las escuelas públicas estas mil mujeres, si ellas hacen educar a sus hiios en las escuelas particulares de los jesuitas y las hermandades, donde los hartan de rezos y les prodigan escapularios, imagencitas y otras piezas? (Polémica con A vellaned, 188.) CUESTIONES INCENDIARIAS EN EL CONGRESO PEDAGOGICO TUMULTO PROMOVIDO POR UNA FRASE

(El Nacional. abril 13 de 1882.) Desde antea y er se corría un papel que suscribían los señores Goyena, Estrada, Lamarca, Navarro, Viola, canónigo Piñcro, padre Magcndie, etc., para que el soberano Congreso aquél declare que: "La educación comln es esencialmente católica". Parecíalc: a aquellos predicadores que ro había más que encontrar un Congreso cualquiera para reproducir los discursos que han traído los últimos diarios de Francia, como producidos en el Senado francés, por Jules Simon, sosteniendo que en la ley de educación primaria debe ordenarse que se enseñe a los niños a amar a Dios y a la patria, enmienda que rechazó la Cámara de Diputados; volvió al Senado, y ci Senado la abandona esta vez. Traen al congreso pedagógico este mismo debate los que intentan formar un partido que allá se llama clerical, y aquí no querrá aceptar ese nombre, ni el de ultramontano, contentándose con que en país católico se le llame los católicos, como otros consienten en llamar pícaros, retrógrados, malos, traidores a sus adversarios, para que se les crea a ellos los buenos, los ilustrados, los patriotas. Llámennos los libertinos como en 1826. * • • El estatuto de 1815, cuando éramos colonos españoles, dice, artículo 2?: "La religión del Estado es la católica, apostólica, romana". La Constitución de 1826, dada por el Congreso, dice en el capítulo: De la nación y su culto: La religión es la católica, apostólica, romana, a la que prestará siempre la más eficaz y decidida protec-

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EDUCAR Al. SOBERANO ción; y sus habitantes el mayor respeto, scn cuales fueren sus opiniones religiosas. Bajo aquellas constituciones pudo decirse que las escuelas eran católicas, puesto que el Estado profesaba una religión. Sesenta años después del estatuto provisional de 1819, veinticinco anos tras la más encarnizada guerra civil suscitada por estas y, cuestiones, se reunieron en congreso los representantes de la NacVn, y de acuerdo con la marcha de las ideas y los detechos de la conciencia de cada hombre, suprimieron deliberadamente aquellas ckwsulas y declararon que: Art. 1 9 El gobierno FEDERAL SOSTIENE EL CULTO CATÓLICO, APOSTÓLICO ROMANO, y nada más. Reducida esta proposición a pagar el erario público los sueldos (le obispos y curas, como consta del presupuesto, que es lev. Las escuelas no son el culto; luego las escuelas no son católicas.

• • • ¿Es católica la escuela? La declaración propuesta por los demagogos ultramontanos es, pues, una violación flagrante de la Constitución y de las leves, un retroceso a los tiempos anteriores a la Constitución, un robo en provecho propio de las rentas pagadas por todos para el beneficio y provecho de todos, y un acto de tiraní'i disimulado con las formas de la religión. El que no quiera aceptar la enseñanza católica, ¿es libre de retirar sus hijos de las escuelas públicas? ¿O vamos a introducir las dragonadas de Luis XIV, para extirpar en los hijos la herejía de los padres, con la aprobación de ssu et? Pero es bueno no quedarse a medio camino y desemboscar las baterías que encubre esta cuestión. Si la enseñanza de las escuelas públicas es esenciahriente católica, no debe ser laica, sino que deben serle preferidas para difundirla las órdenes religiosas, de hombres y de mujeres que se han consagrado a este piadoso fin. (La Escuela Ultra pamperna.)

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SAR\UFNFO - TuXTOS 1'UNI)A\IFNT\LES

AUTO-DA-FE PROPUESTO Al, CONGRESO PEDAGOGICO POR LOS PEDANTES NO PEDAGOGOS

(A bril 19 de 1882.) Contra los penitentes Legout y Larrain, acusados de leve y de grave, y de proposiciones mal sonantes a oídos católicos, para que sean expues:os a las puertas de la iglesia con cirio y sin San Benito, estando convictos y confesos de haber dicho, el uno, ¡oh, horror!: "Las escuelas del Estado deben ser esencialmente laicas", como lo son desde hace setenta afios, y el otro, "las creencias religiosas son del dominic• privado"; pues el Estado no tiene conciencia ni va al infierno como la Inglaterra. Y aunque esta detestable doctrina sea practicada e inconcusa entre los católicos de Inglaterra, Estados Unidos y Francia, declaran los reos que se arrepienten de haberlo dicho y reconocen, con los Padres Magendie, Piflero y toda la Corte celestial (en homenaje a Dios, y la familia) que la escuela argentina debe ser esencialmente religiosa: como si en el dominio privado, no entrase Dios para nada y sólo en el Seminario conciliar se le encuentre a toda hora. Dios estaba antes en el cielo y en todo lugar, según el padre Astete. Ahora está en la escuela, y ci homenaje a la familia consiste solamente en declararlo fuera de su seno. Como estos actos de barbarie y estas denuncias antisociales y condenaciones fanáticas que recaen sobre individuos han sido reproducidas por todos los diarios, no agravaremos por cierto la situación de los dos profesores declarados heréticos, enemigos de Dios y de la familia, con dar la décima edición de la perversa, fanática y cruel declaración hecha, por los secuaces de los padres Magendie y Piiero, cuyas firmas van al pie de la inquisitorial declaración blasfema del nombre de Dios, invocado sacrílegamente para encubrir propósitos de par tido, de explotación pecuniaria y de Propaganda utrarnontana. (La Escuela Ulrrapampeana.)

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II) U CA R Al. SOBÍR \N0

EL CONGRESO PEDAGOGICO

Ayer dieron su incruenta batalla los jesuitas y los reaccionarios jóvenes que echan sobre sus hombros volver a principiar la lucha y rehacer la historia. El señor Alem, puesto de pie y siguiendo con la mirada en su retirada ultrajante al presidente y asamblea, a los señores Estrada, Lamarca y Goyena, únicos dignos de mencionarse, porque los otros son simples traficantes de enseñanza o de empleos, los apostrofó diciéndoles: "Conste que habéis venido a sembrar el deorden; que vosotros sois los que faltáis al deber y a la asamblea". • . El hecho más notable, y que a ser del resorte de tales asambleas discutir tan graves Cuestiones habría sido conveniente dejarlo producirse en toda su significación, fue que la gran mayoría de las maestras, movidas por un resorte, se pusieron de pie con decisión, apoyando la decisiva del presidente. El vicepresidente, don Jacobo \Tarela, hizo oir plabras llenas de verdad, tratando con el ejemplo de volver la tranquilidad a aquellos espíritus perturbados, a quienes exasperah ci fracaso que su orgullo recibía, en la decidida desaprobación que encontraron de cuantos no estaban afiliados con ellos, en el trueno de aplausos del público en apoyo de la autoridad del presidente, y sobre todo en el desengaño que recibieron al ver que el sexo débil se fortifica en el ejercicio de la enseñanza y da ya muestras de no estar a merced en su juicio de las explotaciones. Gracias a la actitud enérgica de todos, ayer nos hemos salvado de uno de esos desencantos que hacen arrollar el cuadro de las instituciones de un país. Un congreso pedagógico es un gran paso de la educación. Supongamos que la primera vez que se ensayara entre nosotros, el día en que a la mujer se le reconoce la facultad de pensar y se la eleva en la consideración pública, ee día, por votación de esas mujeres, así honradas, así igualadas al hombre, se resolviese que la educación de los h'mbres volviese, como en tiempo de las misiones guaraníes, a los padres jesuitas, y la de las mujeres a las hermanas de todos los hábitos y congregaciones que están aguardando cartas de los padres Salvado, Magendie, van

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SAR\-1I[NTO - TEXTOS FUNDAMI'NTAIF.S Geldcrcn, que les avisen que va es tiempo.. que va está restablecida la orden, etc. • • .Ll congreso se ha mostrado digno de su objeto, y la República entera, como los países vecinos, sabrán que no ha llegado todavía la hora • de entregar la educación a otros que a nuestros propios elementos civiles. Felicitamos al señor presidente por su energía y prudencia. Felicitamos cordialmente a las damas sobre todo, que han mostrado ser dignas de confiarles la educación de nuestro:-, hijos. (La Escuela Ultra pampeana.)

LAS 1)RAGONAI)ASEN LA REPUBLICA ARGENTINA (Setiembre 22 de 18.2.) Debemos prevenir al lector, que las escuelas públicas contienen dos tercios de niños, hijos de extranjeros, la mitad italianos y otra mitad de las particulares son de ingleses, alemanes, italianos, etc., etc., que conservan hasta la lengua. Anteayer se ha empavesado espontáneamente la ciudad, en celebración de la entrada a Roma y toma de posesión de la ciudad eterna, en nombre de la Italia política, y ayer una comisión parroquial, en cumplimiento de disposiciones del Consejo de Educación, manda a sr. turno tomar posesión y hacerlas ultrrnzontrnas, católicas y exclusivas en lugar de ser comunes, públicas, para todos, sin excepción de creencia ni nacionalidad. Esto es [o que se llaman dagoiiadas. .Esta es la misma medida que 'nzadame de i\iaintenon aconsejó, guiada por su confesor, a Luis XIV, decrépito ya, para con los hijos de los hugonotes, después del abominable crimen de la revocación del Edicto de Nantes, que reconocía, como nuestra Constitución, el derecho de adorar a Dios seg(In los dictados de su propia conciencia. Hoy estamos a dos siglos y a dos mil leguas de distancia de aquella triste escena; pero la causa subsiste la misma; y aunque mitigadas las invasiones del ultramontanismo, no por eso serán menos funestas las consecuencias. Copiamos lo esencial del decreto de revocación (le la libertad de cultos asegurada por el Edicto de Nantcs, y contiene estas disposiciones principales: —"Demolición de todos los templos; - prohibición de reunirse

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EDUCAR AL SOBERANO para el ejercicio del culto en ningún lugar o casa particular, so pena de confiscación de los bienes; - orden a todos los ministros de la religión reformada que no quieran obedecer, de salir inmediatamente del reino dentro de quince días; - las escuelas particulares prohibidas para los hijos de los que profesan la religión reformada; - los hijos que nacieran de padres protestantes serán bautizados por los curas de las parroquias, so pena de 500 libras de multa para los padres que no lo hicieran; - los hijos de protestantes serán educados en la religión católica; se hacen nuevas prohibiciones a los protestantes de salir del pais, so pena de trabajos forzosos." ¿Qué es lo que contiene la circular de las escuelas? Nuestra Constitución asegura a todo hombre el derecho (le profesar su culto, de enseñar y aprender. Véase que la revocación del Edicto de Nantes es precisamente la negación a los no católicos de esos tres derechos: prohibición de aprender en escuelas particulares, derecho "de los curas de las parroquias" de educar en la religión católica a los hijos de los protestantes. ¿Qué ordena la comisión de las parroquias del Pilar? Que los maestros lleven a los niños a sus respectivas iglesias, para que sus alumnas reciban en ellas la instrucción religiosa que se les dictará. Son o no son las dragonadas de madaine Maintcnon, dos siglos después en América, sin revocar siquiera nuestro Edicto de Narites, que es el art. 14 de los derechos, declaraciones y garantías, anticipado en el artículo (?) del tratado con la Inglaterra, que aseguró la libertad de cultos y de enseñanza a los súbditos ingleses, y los tratados con las demás naciones hicieron común, participando de las ventajas ''de la nación más favorecida"? Quedan, pues, sujetos los padres de familia a la inquisición del cura de la parroquia, a quien se le llevarán los niños católicos o protestantes, a aprender lo que se les dictará católicamente. Este acto se perpetra sin un decreto publico, sin a los padres de familia, para que sepan lo que va a hacerse con sus hijos. Lo repetimos: esto se hace el día en que se empavesan las casas para mostrar que los padres de familia italianos no son del gusto de los ultramontanos, a quienes el descreído ministro \Vilde ha entregado la educación. (La Escuela Ultrapampeana.)

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SAR\! !I\i() - IlIXIOS F L\ D\ .\I INIA11S

LAS ESCUELAS EN LAS IGLESIAS (El Nacional, setiembre 30 de 1882.) El Estado no puede mandar que los adultos, o los niños, concurran a una iglesia para ningún objeto de culto. Pero después de treinta anos de luchas sangrientas, niuriendo millares por la libertad religiosa de su patria, los argentinos, como los alemanes, como los norteamericanos, como los ingleses, aseguraron por la Constitución de 1861 la libertad de pensar, la de cultos para nacionales y extranjeros, sin que sea permitido mandar a los niños de una ciudad a que oigan lo que les enseñará un párroco, en su iglesia, pues esto es lo que tiene en la historia el nombre de dragonadas, que consistía en alojarle un dragón (soldado) a una familia protestante en su casa, para que la convirtiese al cristianismo. Si para practicar la APARTA de ovejas blancas de las ovejas negras, se le pregunta a cada niño: qué piensa tu padre? Entonces tenemos, en su esencia, restablecida la Inquisición, que era la facultad de inquirir, de preguntar, de saber qué piensa un hombre sobre Dios, o Jesús, o el Papa, o el clérigo de enfrente, u el Consejo de Educación. Si subimos de estas desfavorecidas las superiores de la sociedad, nos limitaremos a decir que estas clases, por su instrucción, por su riqueza, por su posición, no admiten ni tutela ni régimen alguno que alcance a modificar o limitar las formas exteriores de sus creencias; y es sólo justicia que debe hacerse a nuestra sociedad reconocer que en las grandes ciudades, y en Buenos Aires en particular, la conciencia pública está avanzada, como en los países más adelantados, respetándose los cultos entre sí, y lo que es más, si hay una parte de la sociedad cuyas ideas avanzan sobre las formas aceptadas, ésta se tiene en los límites del decoro y (le la buena inteligencia, de manera de no dejar sentir los disentimientos que pudieran dividirlos. Creemos, pues, con lo dicho haber establecido en qué estaba el error que vituperamos, con motivo del llamamiento de los niños, oficialmente, a la iglesia, pues era nada menos que un acto del culto, ordenado por autoridad civil, corno si se inandara asistir a misa a los ciudadanos sin distinción. (La Escuela Ultr(ipermpeana.)

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EDUCAR Al. SOBERANO

LA ENSEÑA NZA DEL CATECISMO (El Nacional, octubre 5 de 1882.) • . . Una sola cosa debía ponernos todos de acuerdo si comprendiésemos cuál es el gobierno de las sociedades modernas. Hasta el Papa en Roma ha adoptado esos principios. No se ha dado un decreto aboliendo el tribunal de la Inquisición, que existe tal corno los que en España horrorizaron al inundo con el tormento, los jueces religiosos, los delitos de herejía, etc., etc., etc. Pero aquel tribunal no funciona hace años, no quema, no sepulta en mazmorras, pero el principio se hace sentir aunque no se proclame ni adopte. El principio es que las cosas de la conciencia no entran ahora corno antes en la administración civil y política de la sociedad. No se puede mandar a ejercicios como pena, no se puede prestar fuerza a la Iglesia protestante o católica para que haga cumplir un precepto suyo. Esta es toda la cuestión. Fi Estado no tiene religión, porque la religión queda fuera del Estado. (La Escuela Ultra pampeana.)

VA l;SPF:(:uLA(:IoN DOCENTE Hace exactamente cuarenta años que se fundó en los Estados Unidos la primera Escuela Normal de hombres a que siguieron las de mujeres. La institución ha dado ya sus frutos. En 1880 había en ejercicio en toda la Unión Americana 280.642 personas consagradas a educar quince millones de niños. Los maestros en los Estados Unidos son pues seis veces más que los niños que se educan hoy en la República Argentina. De aquellos maestros, 197.000 son mujeres, pero hay por lo menos lo que falta para 200.000 de las que han enseñado antes y se han retirado, y otras tantas que no están actualmente enipleadas, pero que han recibido una educación normal y completa para enseñar. En 1880 estaban y continúan funcionando 224 escuelas normales que prepararán cerca de cincuenta mil maestros con diplomas de capacidad.

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SARMILNI O .. lEXI 0$ FUNDAMENI A1iS

De las cifras, que hemos reunido, de la educación que han dado esos maestros preparados, ha resultado que más de medio millón de mujeres en los Estados Unidos, acaso más mujeres adultas que las que hay en la República Argentina, con otro medio millón que les precedió en la generación anterior, forman tan gran número de mujces instruidas, que este hecho solo ha bastado para cambiar las ideas de todos los pueblos civilizados y abrir las puertas de las universidades a las mujeres, lo mismo que a los hombres antes. A la República Argentina han venido media docena o más de maestras norteamericanas, y su enseñanza por tres años ha bastado para ensanchar la esfera de la educación en las provincias, y aun en las escuelas normales. No es esto sólo ni el más importante efecto producido por aquella fuerte educación de las mujeres en los Estados Unidos, sino que han abierto a su sexo las carreras científicas, proporcionándoles medios de vivir. Las mujeres invaden las oficinas, los telégrafos, las bellas artes, la cerámica y la literatura. Téngase presente que los sexos están equilibrados, y que donde, como sucede entre nosotros, las mujeres no tienen cómo ganar la vida, ni carreras que seguir, los hombres tienen que mantenerlas, y no siempre tienen ellos mismos oficio, ni beneficio. Ahora veamos lo que sucede en nuestro dichoso país. Se fundaron hace años dos escuelas normales de mujeres en Buenos Aires, nueve en as provincias y va centenares de niñas encuentran ocupación honrosa lucrativa para ganarse la vida. Millares más encontrarían ocupación, si la educación progresase; requiriendo cada año mayor número de maestros, como por ejemplo en 1870 se ocupaba 180.000 maestros en enseñar en las escuelas de los Estados Unidos, mientras que en 1880, se necesitaron 280.000. Aun así, las niñas, ni aun después (le consagrar toda su juventud a la ruda tarea del aprendizaje tienen seguro su porvenir entre nosotros. Mientrrs tanto, todos los (lías llegan (le Europa compañías (le mujeres que se dicen sociedades religiosas y con profesión de enseñar, aunque se guardan mu y bien de decir en qué Escuela Normal aprendieron, ni mostrar diploma de capacidad, ni dejar inspeccionar las escuelas que abren. Qué va sucediendo? Lo de Chivileov. Llega un grupo (le mujeres emigradas religiosas, que ro presentan sus credenciales a la autoridad civil, que no la reconocen siquiera, formando entre ellas una especie de mazoiwría, reclutadas para venir a América, a ganar plata, con abrir

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EDUCAR AL. SOBERANO

colegios, e ir haciendo a un lado poco a poco, a las maestras hijas del país, aun las hijas de los mismos emigrados, como le sucedió a la familia Kraus. En Tucumán una sociedad de diez mujeres tiene contratada con la Municipalidad la enseñanza de la escuela Sarmiento, mientras que la digna maestra señora de Zavaleta, de las primeras familias de Tucumán y con la educación normal más completa, ha emigrado a Buenos Aires, a buscar ocupación en la enseñanza. En Juju y , otra compañía de siete, se hace pagar enormemente la enseñanza del colegio de maestras; y en Córdoba las Hermanas de Caridad, cu y a profesión es cuidar enfermos, para lo que no se necesita saber leer, tienen escuelas municipales y conventuales, con la circunstancia agravante, que se les paga cincuenta pesos por llamarse hermanas y a las maestras hijas del país sólo cuarenta en escuelas de la misma categoría y presupuesto. En Mendoza ya va en camino otra banda de mujeres del mismo género; y a poco andar, vamos a tener que estas emigrantes, confabuladas, se habrán apoderado de todos los colegios, donde se paguen rentas, y de todas las escuelas públicas, dejando a las niñas de las escuelas normales, sin colocación posible, y cerrando la puerta a todas las mujeres para ejercer profesión alguna. Un día tendremos dos mil extranjeras apoderadas de todas las escuelas y dos mil niñas del país a quienes las casas de prostitución les brindarán para vivir con ésta un triste recuerdo. ¿Cómo vienen estas hermandades de mujeres al país? ¿Dónde está el criadero de estos enjambres de abejas machorras que vienen a comerse la miel de la enseñanza? Es que el mercantilismo ha entrado en todo, y ha y compañías que van a reclutar y formar hermandades de gente que no tiene de qué vivir, como todos los que emigran, y en lugar de venir a correr las aventuras de la vida, traen ya asegurado un contrato de maestras. ¿Qué dan las escuelas de sociedades pretendidas religiosas de Tucumán, de Córdoba y de Jujuy? Para contestamos a esta pregunta, no nos vayan a mostrar la punta de un escapulario bordado por una niñita de tres años, que ha de acertar a ser la hija del gobernador, sino mil mujeres argentinas por el trabajo, en los telégrafos, en la contaduría de las casas de negocio, veinte mil niñas viviendo de su obra intelectual como maestras, como profesoras, como estudiantes de ramos más altos. Ese es el resultado que ha tenido el bello sistema de la educación laica de las mujeres y que ha cambiado y vaacambiar la faz del inundo. (La Escuela U/trapampana.)

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SAR.11I1NI0 - 1FXT OS I'U\D.\11NIALES

DISCURSO EN LA MASONERIA Una forma nueva de la filantropía en nuestra época es preparar al que nace a entrar en la vida con los elementos indispensables para la lucha por la existencia. No edifiquéis sobre arena. No queráis llenar COfl vuestras larguezas una cántara sin fondo, la mendicidad, q ue es insaciable. Ya habéis cumplido con la vieja caridad estéril. Volved ahora vuestras miradas y consagrad ho y vuestros conatos a la moderna caridad, caridad fecunda, viva, que cual semilla arrojada en tierra fértil da ciento por uno. ¡Educación, Educación, Educación! En lugar de querer enderezar el árbol podrido y endurecido, tomemos la planta tierna y encaminémosla al bien. Eduquemos al niño del pobre, del campesino ignorante, y habremos salvado millares de cnfcrnios antes que la enfcniiedad se pronuncie. . . (188)

EL IJL1l\lO l)ISCURSO

Habían pata el espíritu iglesias, conventos, universidades, cuyas torres y cúpulas anuncian al viajero la residencia de pueblos cristianos. Faltaba la Escuela, donde se enseñará a todos a leer, faltaba la Biblioteca, que contendrá e irá reuniendo todo lo que deberemos saber, para tener un lugar en el comité de las naciones cultas. He llegado en un momento feliz para mi, puesto que veo con placer que el Congreso ha destinado sumas de dinero para la erección de Escuelas. Es una coincidencia singular. De La Nación (paraguaya) ayer he tomado la noticia de que el Congreso de Chile acaba (le votar tres millones y medio para la erección de cien escuelas. Vea, pues, cómo un mismo pensamiento preocupa los ánimos en el Mapocho que desagua en el Pacífico, en el Paraguay que vierte sus ondas en el Atlántico. Pero sírvacs de lección para estimar las dificultades insuperables que Oponen al progreso las mejores intenciones. Chile es uno de los Estado:; más cultos de la Aiiiérjca del Sur; y hace cuarenta años que una de sus grandes hombres de Estado presentó al

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EDUCAR AL SOBERANO Congreso una ley de educación común, basada en estos dos grandes principios: rentas propias y edificios propios para escuelas, e el Senado, compuesto de los hombres más educados (no me atrcveré a decir más mal educados), rechazó (in ¡mime), el proyecto. Presentado al año siguiente a la Cámara de Diputados, donde contaba con mayoría, fue igualmente desechado. Continuó presentándolo, a cada renovación del Congreso, durante dos presidencias y dejó de presidir el Estado, y murió, sin tener el consuelo de ver aceptada su obra, que no costaba al erario tres millones medio, pero que habría dado a Chile cien millones, en aquellos cuarenta años perdidos inútilmente, mientras se emprendían guerras que han costado más todavía. Y no se crea que en la República Argentina, mi patria, se ha procedido con más inteligencia de los intereses y del progreso de la cultura. Hace unos treinta años que una ley ', parecida se presentó a una Legislatura argentina, proveyendo de rentas y de edificios a las escuelas. Tuvo el asentimiento del Senado; pero el Ejecutivo se presentó haciendo cuestión de gabinete del rechazo, fundado en dos antecedentes tan falsos como improducentes. Creeráse que eran los enemigos del progreso los que se Oponían? Eran los que representaban al partido liberal, tan mal educado de este lado como del otro de los Andes. La ley se obtuvo trunca y mutilada, un centenar (le escuelas se constru yeron en la campaña, pero en la soberbia capital se arrendaron para otros fines dos que habían, y sólo en 1887 se han erigido cuarenta y cuatro suntuosos monumentos que van más allá de su objeto, si se considera la universalidad de la demanda. De todos modos, es ya encarnación popular la de la escuela, de manera que cuando se traza la planta de una aldea, los locales de las escuelas vienen señalados, y con la Municipalidad, o el Juzgado de Paz, se alzan sus gloriosas murallas en el desierto. El primer paso está dado. Ojalá que más advertidos o más experimentados que aquellos gobiernos, no pongáis treinta o cuarenta años en realizar la idea que está ya en todos los espíritus. Por lo que a mí respecta, mis destinos están cumplidos, y aunque haya caído y levantado muchas veces con la bandera de la educación común, esta manifestación recibida en el Paraguay, después de otras recientes en Valparaíso, Santiago, Andes, Mendoza, San Juan, me harían desear que las banderas de la Argentina, de Chile, Urugua y y Paraguay me sirviesen de mortaja para atestiguar que merecí bien (le sus habitantes. (A sunción, 30 de mayo de 1888.)

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r*IACCION, CIVILIZACION



LAS ADUANAS DF ROSAS Entre Chile y la República Argentina, el comercio ha sido destruido por una orden del gobierno de Buenos Aires, que nunca había, hasta hoy desde 1810, legislado en aduanas de otras provincias, exigiendo fianzas por derechos que no ha impuesto y cuyo monto ignora ci comerciante. Si el gobierno de Buenos Aires cree haber obrado en la esfera de las atribuciones naturales de los gobiernos, que muestre el ejemplo del de alguna nación que le haya precedido en dar decretos de este género. En San Juan pagan tres pesos de internación por cabeza los ganados engordados por sus confederados los mendocinos; ocho reales el quintal de harina; y un peso de piso cada carrera. En la provincia de San Luis paga cada carga que va o viene de las provincias de Cuyo a las litorales, cuatro reales. La sala de representantes les impuso un peso, pero a consecuencia de los reclamos de los gobiernos de San Juan y Mendoza, se bajó temporalmente a cuatro reales. En el año último han pasado de ida y vuelta por las cercanías de San Luis, como 20.000 cargas que han dejado a su gobierno, de derechos de expoliación sobre el transeúnte, diez mil pesos. El gobierno confederado de San Juan, a petición de los esquilmados comerciantes, solicitó del gobierno de La Rioja, el permiso de atravesar su territorio que está al Norte, para que las cargas transitasen a Buenos Aires, que esta al Este, a fin de que haciendo rodeo de ochenta leguas, escapasen los cargamentos de pasar por aquella guarida de expoliadores que los aguarda en el camino para defraudarles de una parte de su trabajo. El gobierno de La Rioja convino en el pedido, a condición de que le pagasen un real para abrir los bosques; pero el de Córdoba, por cuyo territorio debía pasar también el camino de desecho, se negó duran-

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S \R\111\ 10 - T1IXTOS I'UNJ)A\ll\ !'AI FS te un año, por no desagradar a su coinpaflcro. Estas mismas cargas pagan en Córdoba dos reales y en Santa Fe otros dos reales, reclamados tic sus hermanos por el derecho de expohación reciproca establecido en la república. En Córdoba, en Tucumán, Salta y Santiago del Estero, hacen pagar seis pesos de derechos por carga de aguardiente de San Juan SMendoza, uc con uno y medio reales de xportación en sus provincias respectivas, cuatro reales de tránsito en La Rioja, cuatro reales de tránsito en Catamarca y seis pesos de tránsito para Jujuy en Salta, han arruinado al comerciante, (luitándole sucesivamente capital y provechos. ¿Si esos pueblos así desangrados modificaran SUS gohiernc s o coltuvicran sus desmanes, no usarían de un derecho legítimo? Las expoliaciones en Córdoba, ejercidas sobre los mismos cordobeses, son tales que no vi ejemplo de ellas entre los beduinos de Africa. Las haciendas de ganados están divididas en parroquia. Cada cuatro meses se presentan los comisarios del gobierno y a expensas del hacendado, se reune el ganado; el que no ha sido parado en rodeo, cae en decomiso. Reunido el ganado, se saca el dieii io sobre el capital y no sobre la producción. Este diezmo es transportado a los puntos que el gobierno designa, a expensas del hacendado, el del capital va diezmado. Hay unos contratantes 1o;igos, corno los de Cantón en la China, que reciben este ganado; pero ellos han inventado una medida de ganado de entrega, que hacr que dos cabezas chicas de ganado al tirar, equivalgan a una de ga iado de entrega, y una y media flaca a una de entrega. Por este medio, el diezmo que se compunJa de 100 cabezas, sólo representa 90 de entrega, apelándose al capital diezmado de la hacienda para reponer la pérdida de las 10 que faltan; y esta operación se repite tres veces en el año! Es sabido y notorio que un sobrino del gobernador de Córdoba degolló toda su hacienda, en presencia de los comisarios, después de haber pagado por la vigésima vez acuel diezmo inicuo. Hanse establecido a las entradas de la ciudad de Córdoba, casitas para arrancar una contribución de lo que de la campaña introducen los pobres paisanos. Los productos de aduana de aquella provincia dan 150.000 pesos, independientes de la contribución del ganado, que monta a mucho más, sin que los vecinos sepan en qué se invierten estas enormes sumas. El gobernador ce Córdoba tiene de renta asignada dieciséis mil pesos anuales, es decir, cuatro mil pesos más que ci presidente de la República de Chile, que sólo tiene doce mil y manda un estado floreciente y rico. En Buci' os Aires no son menos inicuas, aunque menos sensibles

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.\CCION, CIVIJJZACION sean las consecuencias de la arbitrariedad de las imposiciones. Durante muchos años, ci estado dispuso del ganado desconocido, llamándose así el que en la Pampa se encontraba en una hacienda con marca de la vecina, de la cual no lo separa límite alguno; porque estuviere a causa de la falta general de peones, por haberlos tomado ci gobierno para la guerra, alzado todo el ganado y los dueños del desconocido estuviesen presentes para reclamarlo. La multitud de decretos contradictorios del gobierno de Buenos Aires, dictados por la pasión del momento, aconsejados por miras egoístas y expedidos con una ignorancia injustificable del bello y científico sisteorn enfitéutico, ha introducido el caos en la propiedad, sistema rural, haciendo imposible hoy la claridad indispensable en el origen del título. Después de 1847 se realizó, es verdad, la contribución del ganado al dos por ciento sobre el capital y la cría, repetida ad libitum tres o cuatro veces al año. Una mula que sale de Corrientes para el tráfico de Bolivia, paga en su provincia ocho reales y cuatro reales de piso en Santa Fe; cuatro reales en Córdoba; cuatro reales en Santiago del Estero; en Tucumán, cuatro reales; en Salta Cuatro reales; en Jujuy cuatro reales, suma casi igual al Capital; mientras que en Bolivia, país extranjero, sólo pagan medio real de piso en el mercado de La Paz, siendo de notar que el traficante que hace un arreo de 500 mulas, necesita, a más de los gastos ordinarios, llevar consigo la enorme suma de 1.752 pesos para ir por el camino pagando a cada expoliador público que le sale al atajo, el permiso de pasar sin que lo protejan ni ayuden en su empresa como debieran. En todas partes y por todas las vías de comunicación, las carretas son abrumadas de derechos exorbitantes. De Tucumán a Buenos Aires Carga una carreta 150 cueros, por los cuales paga cuarenta y ocho pesos de derechos de tránsito en el camino. El azúcar de Tucumán paga en Santiago del Estero diez reales por arroba, y cuatro en Córdoba, con lo que aniquilan la producción. El aguardiente de caña tiene once pesos de derechos en Córdoba. La harina de San Juan tiene impuestos que varían según la voluntad del mandatario, y ya se ha visto imponer un 7náxinmm a la venta de menudeo, y arrancar contribuciones de a 500 pesos a los comerciantes cordobeses que no podían vender a los precios ordenados. (Crónica, jimio de 1849.)

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES

ADUANAS Y NAVEGACION DE RIOS Creo que he sido yo uno de los primeros publicistas argentinos que se ha consagrado a dilucidar a fondo esta cuestión, y, demostrando las ventajas prácticas de la libre navegación de los ríos, hecho aceptable la reforma de una de las doctrinas consagradas y sancionadas por el derecho de gentes común. El general Paz me escribía en junio del año pasado que extrañaba mucho el silencio que sobre esta cuestión guardaron los escritor--s pasados, como si hubiere en elo designio. Nada hubo, sin embargo, de intencional; nadie se había ocupado de ello. Así, pues, las doctrinas predicadas con tanto tesón sobre la viabilidad argentina fueron puestas por base de la Constitución por el señor Alberdi, formuladas en un decreto por el general Urquiza, reconocidas y ensanchadas por el actual gobierno de Buenos Aires, declarando mar los ríos, hasta donde puedan ser navegados. Esta ley de Buenos Aires le hace mucho honor por su desinterés y osadía económica, alejando hasta el pretexto del reproche de monopolio de que se le ha hecho cargo siempre. No debernos, pues, exigir de los porteños que en todo sepan más que nosotros. Si antes no dieron libre la navegación de los ríos es porque ni a provincianos ni a porteños les pasaba por las mientes tal cosa, incluso Urquiza. Y sin navegación de los ríos no había federación posible, sino es la cinta colorada y el mueran los salvajes, asquerosos, inmundos unitarios, sostenidas por Rosas y Urquiza, con degüellos y confiscaciones, y después de Caseros por este último, que revolvió la República, lo desquició todo por continuar lo único que entendía de la federación. Fue por este motivo, que, no dando mucha importancia a que la República fuese federal o unitaria, corno se la doy a no oncrme un trapo colorado, porque esto es vergonzoso y abusivo, y aquellas son formas puramente económicas y administrativas, me consagré desde 1548 adelante a estudiar el derecho federal, sus antecedentes, los pactos existentes, y a ilustrar la cuestión de la federación real, desconocida por los unitarios, y apartada a un lado por Rosas y sus caudillejos, que Urquiza quería conservar. Esta es la obra que realizó A rgirópolis, y que obtuvo el aplauso de los federales, de los seides de Rosas mismo y el asentimiento de los que habían sido unitarios. La prensa de Valparaíso, queriendo concitar hoy día el menosprecio por aquel trabajo, opor

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ACCION, CIVILIZACION tuno en su época, irreprochable en todos tiempos, en cuanto a sanidad de miras y objeto práctico, en despecho de la utopía que le servía de noble frontispicio, comete una falta de justicia, de discreción y de gratitud, aprovechándose más tarde de las mismas ideas federales que difundí e hice triunfar en los espíritus para volvérmelas contra mí y contra Buenos Aires que las ha aceptado. Pero la libre navegación de los ríos será por largo tiempo infecunda en resultados si no se centuplica y mejora rápidamente la población necesaria para consumir muchos artefactos europeos y producir muchas materias exportables que den vida y actividad al comercio. Para complemento y realización de la Federación me consagré a preconizar las ventajas de la inmigración europea, y a estudiar los medios prácticos de realizarla. La Crónica, A rgirópolis y Sud A mérica son un curso, aún no completo, sobre emigración, sobre lo que había recogido datos en Alemania, Argel, Francia y Estados Unidos. De la libre navegación resultaba el libre comercio con Chile y Bolivia, y desde entonces me consagré al estudio de los antecedentes del comercio de cordillera, aconsejando al gobierno de Chile medidas económicas, alguiias de las cuales coincidieron con la política comercial del gobierno. De todo este conjunto de trabajos preparatorios resultaba la necesidad de nacionalizar las aduanas exteriores y ataqué sin recelo el sistema; y Rosas, viéndose herir en lo vivo, me hizo contestar por el A rchivo A mericano. De la aceptación que estos trabajos merecieron ante los hombres pensadores puede formarse idea por lo que a este respecto me escribía el doctor Alberdi, entonces: "Su artículo-respuesta al A rchivo A mericano es soberbio. Lo he leído con un placer indecible. Contiene ideas madres. La de la renta o de la nacionalidad de las aduanas de Buenos Aires merece ser tratada, no diez veces, sino cien veces. Esta sola idea es una bandera. La prensa no obra sino por la repetición y la insistencia. Todo artículo suelto es perdido. Ponga usted en ridículo ]a absurda idea de una aduana de Buenos Aires. ¿Qué quiere decir eso? La aduana es argentina. Usted ha tocado en la tecla. Toque en ella en todos los tonos". (V alparaíso, mayo 28 de 1851.) El pacto de San Nicolás, el decreto de Urquiza y la ley de tránsito y navegación libre del gobierno actual de Buenos Aires muestran que no había tocado en vano la tecla. A mi regreso a Valparaíso tuve el gusto de ver consignadas, en el precioso escrito del doctor Alberdi, Bases para la Constitución de la República A rgentina, aquellas ideas madres que me había esforzado, en diez años

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SA IL\11[N1- 0 - TEX TOS FUNDA MENTA LES de trabajos, en hacer populares, sirviendo de base a un proyecto de Constitución, a saber: Federación con la capital en Buenos Aires, que yo habia tenido el cuidado de poner en la punta de un alfiler, Argirópolis, mientras caía Rosas. - Navegación libre de los ríos. Ciudadanía y garantías a manos llenas a los cxtraneros inmigrantes. - Nacionalización de las aduanas. El libro del señor Alberdi era, a mi juicio, un acontecimiento político. (Campaña en el Ejército Grande.)

GANADERIA ARGENTINA Nuestros campesinos están creyendo que nosotros somos los propietarios de la mayor suma de ganado del mundo, y algunos suponen que, vista la tierra desde la luna, se ha de ver overeando el ganado argentino. Sin embargo, alguna luz deben arrojar los datos estadísticos siguientes: La Francia tiene: Diez millones de cabezas de ganado vacuno. Tres millones de caballos y yeguas. Cuarenta y siete millones de ovejas. Seis millones de cerdos y Treinta y seis millones de bípedos u hombres. Su territorio mide ciento veinticuatro mil millas cuadradas de terrenos cultivados, con Veinte mil villas, villorrios y ciudades, lo lo que no estorba que haya allí ganado mayor y menor, relativamente al suelo, que el que hay en Buenos Aires. Y la Francia es el país ue en Europa contiene menos ganado vacuno relativamente a la población, pues hay sólo veintinueve cabezas por cada cien habitantes, mientras que en Dinamarca hay cien cabezas por cada cien habitantes, en Suiza ochenta y cinco, en Escocia sesenta y dos, en Lombardía cincuenta, etc., debiendo añadirse que cinco millones y medio de vacas que hay en Francia producen unas con otras, en leche, quesos, mantequilla, etc., la friolera de unos mil millones de pesos fuertes al año, cantidad que no vale todo el ganado de Buenos Aires, inclusos los caballos y los bípedos que los cuidan. Esta clase de trabajos son para poner serias a muchas gentes, y otras comparaciones servirían todavía para ilustrar la cuestión que

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ACCIOY, CI VIL IZACION

yo me proponía resolver, apenas llegado a Buenos Aires. Por ejemplo: el estado de Massachusetts, en los Estados Unidos, mide 7.500 millas cuadradas, es decir, la séptima parte del territorio de Buenos Aires. Poblados a un tiempo fueron estos dos Estados de América: la situación comercial de Buenos Aires a la boca de un grande estuario de ríos es superior para el desenvolvimiento y acrecentamiento de la población a la de Boston. Sin embargo, Boston tenía en 1800 una población (le sólo veinte mil habitantes, y Buenos Aires más (le 40.000, según Azara. Hoy tiene Boston 140.000 habitantes, es decir, siete veces más. ¿Tiene la ciudad de Buenos Aires 200.000 habitantes? La provincia o Estado de Massachusetts tenía en 1800, 400.000, hoy tiene 796.000 habitantes. Buenos Aires, con siete veces más territorio, ¿tiene siete veces esa población, es decir, seis millones de habitantes? La propiedad de Massachusetts está avaluada en tres mil millones de pesos o dólares. ¿Cuánto produce la cría de ganado al año en Buenos Aires? Ya hemos visto que la agricultura y la excesiva población de la Francia no estorba que mantenga diez millones de vacas, tres de caballos y cuarenta y siete de ovejas. La República Argentina entera, incluso el Paraguay y el tJruguay, que formaban parte del virreinato cuando Azara hizo sus cálculos, no puede, con el sistema actual de cría de ganado por el pasto natural, alimentar más que cuarenta y cuatro millones de vacas, Con ciento setenta mil apacentadores; y Azara, que poco se cuidaba de que hubiese una nación en esta inmensa estancia, se extasiaba en la riqueza inmensa que explotaría la España. Porque han de saber nuestros consentidos estancieros que fue un naturalista, un plumario, como si dijéramos un boletinero, quien les trazó el plan de cría de ganado que con tan fatales consecuencias siguen hasta hoy. Por supuesto que en estos cálculos no entran los mulos y los borricos, de cuyas especies hay más entre nosotros que lo que echamos de ver. He aquí las graves cuestiones que quería ilustrar durante mi residencia en Buenos Aires, pues que a estas simples bases, que no hago más que extractar, se refieren muchas cuestiones económicas, sociales y políticas que quería elucidar. Políticas nada menos! Las vacas dirigen la política argentina! ¿Qué son Rosas, Quiro ga y Urquiza? Apacentadores de vacas, nada más. Todos esos títulos de gobernador, general, restaurador, director son consecuencia de la manera estúpida, pobre, ruinosa de criar las vacas, malogrando el terreno, impidiendo la población y la industria, que

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SARMIENTO - JEXI OS FUNDAMENTALES hará imposiDie ci que reúnan chusma y atraviesen la Pampa con un baqueano, para ir a sorprender a otros criadores de vacas, que están por ahí y nos hagan poner chiripá colorado. (Campaña en

el Ejército Grande.)

PALERMO En Buenos Aires preguntaban Lis gentes: ¿Ha visto usted Palermo? ¿Qué le ha parecido Palermo? Palermo es un gran monumento de nuestra barbarie y de la tiranía del tirano, tirano consigo mismo, tirano con la naturaleza, tirano con sus semejantes. ¡Y ojalá que el tirano hubiera sido el hijo de una sociedad culta corno Luis XIV, habría realizado grandes cosas! Rosas realizó cosas pequeñas, derrochando tiempo, energía, trabajo y rentas, en adquirir las nociones más sencillas de ]-,a vida, de que carecía. Palermo está situado en la vega del río; a tres cuadras de la casa, al norte, son ciénagos los terrenos, ciénagos eran los cimientos del edificio. P::opúsose corregir el defrcto del suelo terraplenándolo, e invirtió un millón y doscientas mil carretadas de tierra. Plantó árboles; pero entonces, dando en el agua las raíces, a medida que alcanzaban a la tierra cenagosa que no había hecho más que ocultar, los árboles se morían y se replantaron en diez años cien mil naranjos para tener mil o poco más vivos. Entonces emprendía cavar pozos profundos de cuatro varas para cambiar la tierra en torno de cada árbol, y quedaron sepultados ahí millares de pesos. Derrotado en esta tentativa, zanjeó el terreno, construyendo de muchas cuadras de largo, canales de cal y canto para colectar las aguas estagnantes, y el terreno tomó los aires de una fortaleza foseada en tr)das direcciones. Sólo medraban sauces llorones, e hizo alamedas del árbol consagrado ,a cementerios. Quiso cubrir de cascajo fino las avenidas y gustáronle las muestras de conchilla que le trajeron del río. La presión de los carros molió la conchilla, y sus moléc alas, como todos saben, son de cal viva, de manera que inventó polvo de cal para cubrir los vestidos, el pelo y la barba de los que visitaban a Palermo, y una lluvia diaria de cal sobre los naranjos a tanta costa conservados, por lo que fue necesario tener mil quinientos hombres limpiando diariamente, una a una, las hojas de cada árbol. He aquí el resultado de ignorar el gaucho estúpido las leves del nivel de las aguas, y la composición química de la conchilla. La barranca del terreno alto ctá a pocas cuadras. Un

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ACCION, CIVILIZACION edificio colocado allí habría dominado el río, y tenido a sus pies la vega, de manera que los sauzales no embarazasen la vista. Lo más es que los mosquitos aguijoneaban a toda hora aquel presuntuoso sapo, habitante de pantanos, para castigarlo de su terquedad. La casa es del mismo género. Cuando se habla de la habitación del soberbio representante de la independencia americana, del jefe del Estado durante veinte años, se supone que algo de monumental o de confortable ha debido crearse para su morada. En punto de arquitectura ci aprendiz omnipotente era aún más negado que en jardinería y ornamentación. La casa de Palermo tiene sobre la azotea muchas columnitas, simulando chimeneas. En lugar de tener exposición al frente por medio de un prado inglés con sotillos de árboles, está entre dos callejuelas, como la esquina del pulpero de Buenos Aires; la cocina, que es un ramadón, está a la parte de la entrada principal, para que las reminiscencias de la estancia estuviesen más frescas. No sabiendo qué hacerse, sobre habitaciones estrechas, en torno de un patio añadió en las esquinas unos galpones de obra como el edificio, hechos sobre arcos que reposan en columnas sin base, ni friso, si no es aquel bigotito de ladrillo salido que ponen los albañiles en los arcos de los zaguanes. Así, pues, toda la novedad, toda la ciencia política de Rosas estaba en Palermo visible en muchas chimeneítas ficticias, muchos arquitos, muchos naranjitos, muchos sauces llorones. Omito los detalles de la vida que tal habitación imponía. Manue_ lita no tenía una pieza donde durmiese una criada cerca de ella: los escribientes y los médicos pasaban los días y las noches sentados en aquellos zaguanes o galpones, y la desnudez de las murallas, la falta de colgaduras, cuadros, jarrones, bronces y cosa que lo valga, acusaban a cada hora la rusticidad de aquel huésped, por cu y as manos han pasado suyo, ajeno o del Estado, cien millones de pesos en veinte años. Cuando Rosas haya llegado a Inglaterra y Visto a cada arrendador de campaña, farnzer, rodeado de jardines y bosquecillos, habitando cortages elegantes amueblados con lujo, aseo y confort, sentirá toda la vergüenza de no haberle dado para más su caletre que para construir Palermo. ¡Oh! ¡cómo va a sufrir Rosas en Europa de sentirse tan bruto y tan orgulloso! (Campaña en el Ejército Grande.)

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SARMIENTO - FLXTOS FUNDAMENTALES

FL i\IIMBRE Por una predisposición especial de mi espíritu, en las cosas más sencillas encuentro siempre algo de providencial. Estas varillas que vamos a plantar, para que se conviertan luego en árboles, han llegado hac tres días de las faldas nevadas de los nevados Andes. No sabiendo mi amigo Arcos cómo llevarlas a Buenos Aires, las dejó en San Fernando. ¿Por qué llegan mimbres a la víspera de venir nosotros a las Islas? ¿Por qué quedan olvidados, pues, que va en Buenos Aires había propagado otras plantas? Y sin embargo, señores, las tierras de las Islas y el mimbre son el cuerpo y el alma, el uno completa a la otra. El mimbre crece en la humedad y a orilla de las aguas. Es el mimbre una producción valiosa que da ciento por uno y satisface mil necesidades de la industria. La fabricación de canastillos, de canastos, se entretejerán éstos en adelante con nuestro mimbre; y en pocos años los industriales vendrán a comprarnos por toneladas, el que hoy envían los agricultores de Francia y de Alemania. Para la exportación de sus duraznos los isleños necesitan de mimbres; y en lugar de estas barcadas transportadas a granel, y sin clasificación posible, el rico cuidará de comprar fruta selecta en canastillos que el carapachayo habrá tejido por millares en sus horas de ocio. Quiero, señores, singularmente esta humilde planta, porque me unen a ella vínculos que quiero descubrir aquí en medio de mis amigos. Hace años que me sigue esta planta a donde quiera que voy, y acm.so su propagación en la América sea lo único en que no haya encontrado obstáculos. No fui del todo extraño a la fundación de la Quinta Normal en Chile y el mimbre vino luego a prestar su ayuda a la agricultura chilena. En medio de los odios de nuestras reyertas civiles, lo único en que estuve de acuerdo con el gobierno de Mendoza, fue en la creación de una Quinta Normal, y con el agrónomo que la dirige, pasó a esta falda de los Andes el primer mimbre que acarició aquella tierra feraz. Vuelto a mi provincia después de quince años de ausencia, trájele del destierro, por todo obsequio, algunas varillas de mimbre; y al día siguiertc de llegar a Buenos Aires, pedí y me envió Al. Pouguct algunas plantas que ya se han propagado. Faltábarie mimbre para las islas, y presente está el conductor

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ACCION, CIVILIZACION que de los Andes llegó a tiempo, y en la hora precisa en que debíamos plantar estas Varitas. Si ningún otro recuerdo queda de mi presencia en estas islas, sean ustedes testigos, que hoy 8 de setiembre planto con mis manos ci primer mimbre que va a fecundar el limo del Paraná. (1857)

EN EL PRINCIPIO FUE LA ACCION Los norteamericanos terminan todas sus obras públicas el 4 de julio; y de un extremo al otro de la Unión, el progreso, la ciencia, la riqueza, rinden en acueductos, muelles, templos, ferrocarriles, palacios, grandiosos puentes y obras estupendas del genio humano, ese tributo al genio de la libertad de su patria, como el antiguo adorador de los dioses ofrecía en sus altares el humo estéril de víctimas sacrificadas. Estas son las festividades de los pueblos modernos. El muelle que se construye aquí con maderas y hierro, es un trabajo moral, es una escuela de virtudes para el pueblo. Ahórrale trabajo y padecimientos inútiles: aléjalo de la naturaleza bruta, y le muestra el poder de la inteligencia del hombre; y entonces, de esclavo de necesidades duras, de vasallo del agua que era, hundido en su seno, dirigiendo una bestia, y bestializándose él mismo en este contacto con elementos desordenados y ciegos, o con animales torpes apenas sometidos a su dominio; ese paisano que hasta ayer era carretillero del río, se transforma con el muelle en hombre; mira a pie enjuto las olas azotarse humildes bajo sus plantas sin tocarlo, y se siente independiente ya de la naturaleza, y rey de la creación. Porque, señores, uno de los sofismas que han extraviado a la Europa fue decir a los pueblos: El hombre nace libre, y por todas partes encuentra cadenas". No; el hombre nace esclavo de la naturaleza bruta que lo domina; de las necesidades que la aquejan y no puede satisfacer, de la ignorancia que hace inútil la inteligcnca, cual instrumento que aún no ha sido afilado. (Discurso de inauguración del muelle de Buenos A ires.) * La América española lo es más que la España misma. *

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES Los descendientes de españoles se aferran por allá a sus calles estrechas. Desgraciado el que proponga más espacio y holgura, no tragar polvo todo el día, tener sombra para no asarse vivos en el verano. (A mbas A méricas.) * Nosotros t:enemos que delinear ciudades, y nuestros errores rutineros serán una maldición para sus habitantes cuando en el tren de vida futura se encuentren encerrados en calles estrechas y en pueblos mal trazados. En todo el Oeste (de la Unión) la calle es de treinta varas de ancho. De cierta distancia, a todos Vientos parten calles diagonales que acortan distancias. . . (A mbas A méricas.) * El primer decreto del gobierno de Dorrego, que sucedió al de Rivadavia, fué mandar cerrar el Jardín de Aclimatación. Rasgo característico, sobre todo en un país como Buenos Aires donde la naturaleza no ha provisto de leña más que los tallos de la viznaga. La pampa es la naturaleza en cueros vivos, como su madre la p.rió. • . . Dorrcgo no tenía un pelo de tonto, y si tanta prisa se dio fue para co--nplacer al público. (A mbas A méricas.) * Nuestros paisanos creen que en materia de caballos nada tienen que aprender. No es esto lo peor, sino que en eso, como en todas las cosas, la dificultad está en hacerlos desaprender lo que creen saber. (A mbas A méricas.) * Los que extasían ponderando su riqueza (de la pampa) ignoran lo que constituye la riqueza de un país. Fcrtilísirna es el Africa Central y no se ha civilizado por falta de unos cuantos golfos que permitan a la civilización exterior penetrar en ella. (A mbas A méricas.) * Rosas ponía en todos sus decretos: ¡Mueran los salvajes unitarios! Ponga la Sociedad Rural en esquelas, notas y avisos: Planten árboles. Para qué más detalles? (A mbas A méricas.)

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ACCION, CIVILIZACION No sé qué cansancio experimento de toda emoción que tienda a espanto, miedo, terror. Yo quiero admirar con la sonrisa del contento. Admirar porque es bueno, útil y aplicable a lo mejor del hombre, a su felicidad y engrandecimiento. Todo otro sentimiento me deja frío e indiferente. (A mbas A méricas.) * La América del Sur se distingue por el atraso de su agricultura. Los Estados Unidos, por contraposición, son entre los pueblos modernos, los que más instrumentos agrícolas han inventado. (A mbas A méricas.) * La ley de tierras que la mide en proporciones labrables y a la capacidad y estatura del pobre que busca su parte en la tierra de Dios. (A mbas A méricas.) * Me parece que el castellano mismo se ha de resistir a repetir en su lengua bozal algo que sea útil. Si fueran versos, declamaciones vacías o pomposas, o declaraciones de liberalismo, pase, pero agricultura en castellano, geología en castellano, hablar de cercos y de inventos... un diablo se ha de volver mudo o decir las cosas al revés para que el ánima de Cervantes o Góngora no rabie. (A mbas A méricas.) * Buenos Aires cuenta nueve o diez mil leguas y cuando diez mil propietarios se hayan apoderado de ellas qué queda para las generaciones supervivientes, para la presente que no puede comprar una legua? Tendremos un millón de vacas más y por delante un siglo para aumentar un millón de habitantes. Imposible añadir un nuevo Estado al mapa, ya que la tierra está tan lisa y llana como él. (A mbas A méricas.) * Así era California, así el ganado, así las estancias, así los habitantes (habitantes pobres, mucha carne, pocas escuelas, aldeas sucias, harapos... el cuchillo. ), pero fue la ley de tierras norteamericana, dividió en lotes el suelo y una nación se levantó en

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES diez años y hoy ochenta buques están cargando trigo en San Francisco. (A mbas A méricas.) * El ganado y sus productos como industria exclusiva y única del país, tiene el inconveniente de que su precio no lo reglamos nosotros por falta de consumidores sobre el terreno mismo sino que nos lo imponen los mercaderes extranjeros. (A mbas A méricas.) * Yo no quiero sugerir que se abandone la idea que a tantos enriquece... Lc que desearía es que se modificase haciéndola más productiva en menos espacio de terreno y se le asociasen las industrias agrícolas que aumentan la población dando más valor a la tierra. (A mbas A méricas.) * El librito sólo bastaría para hacer una revolución en nuestra arquitectura rural. Nada hay que tanto desfavorezca en el concepto de los viajeros a la América española como el ruin aspecto de las moradas de los campesinos. El rancho está revelando, después de tres siglos de conquista, que el indio ha fijado en un punto su toldo. El español conserva la morada de tapia y adobe que el árabe introdujo en el Sur de España. (A níbas A méricas.) * ¿Quién lia dicho que un muerto medianamente educado necesita sólo dos varas de tierra para descansar? Necesita flores, vege tación, oxí:eno, y sobre todo que lo vean y contemplen sus amigos sin aversión y sin desagrado. (A mbas A méricas.) * ¿Por qué la Pampa no ha de ser, en lugar de un y ermo, un jardín como las llanuras de Lombardía, entre cuyo verdinegro manto de vegetación, la civilización ha salpicado a la Ventura puñados de ciudades y villas y aldeas que la matizan y animan? ¿Por qué? Diréselo a usted al oído, a fe de provinciano agricultor: porque el pueblo de Buenos Aires, con todas sus ventajas, es el más bárbaro que existe en América; pastores rudos a la manera de los kalruucos, no han tomado aún posesión de la tierra. ( V iajes.) ')I: () uo


.&CClON, CIV ILIZACION

La colonia vive en el propósito de su fundador Felipe II: un gobernante, una raza, una creencia, y de esta triple cadena no se desatarán sus ejecutores testamentarios. (A mbas A méricas.) * Indianápolis, era ahora hace veinte años un wigram o toldería de indios. En 1796, el único habitante de Chicago era un negrito de Santo Domingo escapadó de la esclavitud. * Chicago, la prodigiosa ciudad que hace quince años viene saliendo del seno de una ciénaga, con sus palacios de mármol, sus fábricas, sus templos, y lanzando a tres de sus costados quince ferrocarriles que le traen, para alimentar su estupendo comercio, montañas de tablas y maderas, de diez mil leguas de bosques vírgenes; los cereales que bastan y sobran para asegurar contra el hambre a toda la tierra; las peleterías del polo; los ganados de las praderas rivales de nuestras pampas. Aquí Dios es más grande que en otras partes. . . (A mbas A méricas.) * El Estado de Ohio, el de Illinois, Wisconsin, Minnesota, Kansas son naciones más poderosas que las que por siglos fueron los naipes barajados por los grandes tahures de la especie humana, Alejandro, Aníbal, Gengis Khan, que envidaban y perdían pueblos. (A mbas A méricas.) * Escriba, combata, resista. Agite las olas de ese Mar Muerto cuya superficie tiende a endurecerse con la costra de las impurezas que se escapan de su fondo: la colonia española, la tradición, Rosas, vacas, vacas, vacas. (A mbas A méricas.) * El edificio suntuoso de piedra antiguo, sólido, es, pues, una enfermedad inventada por la vanidad humana. Vuestro hospital está exento de virus y, cuando envejezca, como no se puede entre-

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES gar a la lavandera para que lo limpie, podéis pegarle fuego y construir otros salones. (A mbas A méricas.) * Cuando de hombres públicos se habla en este país, a más de talento, saber, patriotismo, hay otra calificación que les acompaña, la de usefulLiess. . . Nuestros hombres públicos carecen de esta calidad en grado eminente. . . (A mbas A nzéricas.) * El oro y la plata son como las viejas aristocracias. . . Pero el carbón, el mí.rmol, el hierro, la cal son riquezas plebeyas e ilimitadas, destinadas a producir el bienestar de todos. (Discurso en la Exposición de Córdoba.) * La revuelta de los caudillos y la Exposición de los productos del trabajo se tocan y se confunden como el día y la noche, y nunca podrá decirse mejor que en la ocasión presente: esto matará a aquello. Obra provechosa y muy digna de alabanza haría el espectador extraño que nos hiciese la descripción, no ya de lo que aquí vea expuesto, sino de lo que eche de menos, y se sorprenda de no encontrar. Señores Comisionados de la Exposición: ¿hay en alguno de esos compartimentos muestras de papel producido por nuestros molinos? ¡Cómo! El papel que es el pan de la civilización; el papel que mide la cantidad de ideas que gasta diariamente un pueblo; el papel que es el Fénix moderno, que después de haber servido a cubrir y engalanar el cuerpo, resucita para hacerse intérprete y heraldo del alma ¡el papel no se fabrica en nuestro país! He aquí un grande hecho histórico. Yo he visto en la humilde habitación del pobre, en la última y más apartada aldea de la América del Norte, en ci rincón más oculto de la casa, un cajón • una cesta en que la familia deposita con prolijidad todo desecho • recorte de tejidos y mediante algunos céntimos el trapero hace de ellos su colecta; y de los andrajos de una aldea se llena un carro; y cien carros se dirigen de todos rumbos hacia un molino, de donde a poco se ve salir un río nítido, blanco, en una hoja

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ACCION, CIVILIZACION continua de papel que cortada de distancia en distancia por tijeras mecánicas, se acumula en resmas que vuelan a recibir la impresión de la palabra escrita, la que arrojada a todos los vientos, en forma de cartas, libros, diarios, ilumina el mundo, convirtiéndose en una antorcha de luz, de poder y de civilización. Y nosotros somos, sin embargo, los inventores del papel o sus introductores en Europa. ¡Yo he alcanzado a ver todavía en España, patria de nuestros antecesores, el taller del obrero que a mano y en pequeña forma, vacía su hoja de papel florete, tal como lo practicaron nuestros padres en Andalucía, Valencia, Córdoba y Granada Cuatro o cinco siglos ha! Somos nosotros los españoles, los que hemos dotado al mundo moderno de esta preciosa plancha de reflejar las ideas, reteniéndolas con más tenacidad que el bronce y el mármol. Y cómo es que hoy tenemos que introducir este artículo de lo que a otros sobra, y hasta exonerarlo de derechos fiscales, tal es la necesidad que de él sentimos? 1-le aquí por qué pudiera ser esta Exposición de nuestra industria, el comienzo de una regeneración social, que muestre a la presente y a la próxima generación, el camino por donde hemos venido extraviados, a fin de que lo eviten cuidadosamente. Si no veis papel, ni vidrio, ni azulejos, ni terciopelos de seda, obra de nuestras manos, como lo fueron de las de nuestros padres, en otro clima y Otro tiempo, es porque ellos cometieron en España un crimen que Dios ha castigado más allá de la cuarta generación, y del cual sus hijos somos víctimas expiatorias - a dos mil leguas de distancia y cuatro siglos más tarde: la expulsión de moros y de judíos. ¡No eran moros los expulsos! Eran españoles que de padres a hijos venían habitando durante ocho siglos, el rico suelo de la Bética, como eran descendientes de cántabros, de céltíberos y godos los otros españoles que los expulsaron. La historia consigna a veces epítetos calumniosos con que se disfrazan las iniquidades de una época, y son conservados por las generaciones cómplices o simpáticas al delito. Hubieron gueux (mendigos) en Holanda, sans-culottes en Francia, y salvajes unitarios entre nosotros, como hubieron en España moros y judaizantes. Sabéis lo que estos réprobos eran? La parte más adelantada de la sociedad, en su país y en su época. El fanatismo es la ignorancia armada y asustadiza, pretendiendo detener el progreso, que es el soplo divino, el espíritu de Dios que marcha sobre las aguas. De aquí nuestro atraso. Sin el obrero quedó desierto el taller y muerta la industria, y la pérdida de la industria comprometió

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S•\R\IIFNI(.) - TFIX1 OS FUNDA EN]ALF.S

el porvenir de la raza entera en España y en América, quedando así destituida del poder fabril que asegura el bienestar a los que no heredaron tierra o capital. Desde Cabo de Hornos hasta Méjico, hay menos fábricas de papel y de vidrio que las que encierra la ciudad de Pittsburgo en Pennsylvania, con menos de cien años de existencia y a doscientas leguas de la costa. California era hace veinte años carne de nuestra carne y hueso de nuestro hueso. Allí la tierra estaba, como aquí, dividida en estancias, y el habitante a caballo se llamaba ranchero. El año pasado produjo treinta y tres millones en máquinas y tejidos de lana y seda, y sus productos agrícolas valieron mucho más, sin hablar de sus minas que proveen de oro, plata y azogue al mundo. Sus frazadas solamente han bastado para expulsar del mercado americano nuestras lanas. Tan hereditaria es en nosotros esta carencia de sentido económico, que el doctor Francia aisló al Paraguay, cerrándolo al comercio del mundo, precisamente cuando el comercio golpeaba con la Independencia a la puerta de estos países, como Bolívar constituía una nación de su nombre, prescindiendo de puertos vías de comunicación. • . \T1j las pieles y las lanas que representan la industria pastoril, llevada en nuestro país a un alto grado de perfección que el comercio y las fábricas europeas reconocen y estiman. En la Exposición Universal de París ambas obtuvieron el primer premio; pero hay un nuevo desarrollo de esta industria que la Exposición exhibe en germen. A las lanas americanas y Rambouillets que nos vienen de la oveja europea, se agregan ahora el vellón de las cabras de Angora que el Asia suministra, el de las llamas del Perú, las alpacas de Bolivia, y la vicuña y el guanaco de nuestras montañas, ricas variaciones de materias textiles, con que podemos proveer a]. lujo europeo. Nada diré de las diversas materias aplicables a la industria, de que hay profusa abundancia; de los mármoles y alabastros; de las piedras de sillería y semimetales, ni de las sales aplicables a los usos de la vida. Dios ha derramado sobre la faz de la tierra, a veces con profusión, caudales que la industria humana recoge y hace servir a todas las necesidades. Un bosque es un campo cultivado por la acción fecundante del sol y de la lluvia; campo que el hombre explota y cosecha, convirtiéndolo con el hacha en

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ACCION, CIVILIZACION maderas, en carbón o leña. El carbón de piedra es fuerza depositada para el futuro hombre culto, desde los tiempos primitivos de la creación. Nuestra tarea y nuestro beneficio están de hoy más, en convertir en riqueza propia aquellos dones naturales, poniendo en actividad esas fuerzas vivas que duermen, esperando que la voz de la industria les diga corno a Lázaro: ";levántate!" Pero este genio de la industria es la inteligencia del pueblo. El Asia, el Africa y la América, están como nuestro suelo, preñados de riquezas naturales en eterno reposo; porque falta el espíritu que las evoca. En las exposiciones europeas se ha demostrado que los productos de cada país están en relación con el grado de desarrollo de la inteligencia; y vosotros tendréis ocasión de verificar este hecho aun en la nuestra. De las exposiciones europeas puede decirse que han sido un fiel espejo del trabajo y de la inteligencia del pueblo. ¿Creéis que en esta Exposición están representados los productos del trabajo de cada uno de los dos millones de habitantes que pueblan la República? Quisiera haceros sensible lo que no está aquí presente; y son un millón por lo menos de brazos cristianos que poco o nada producen; un cuarto de millón de indios que viven de lo que aquéllos elaboran; algunos miles de cristianos peores que indios, que desearían vivir de la destrucción de lo que el trabajo honrado ha acumulado en muchos años de fatiga. Este es un rasgo característico de nuestra sociedad; rasgo que nace del desierto, de la ignorancia, de la destitución, del aislamiento y de todas las concausas que abraza una sola palabra: ¡la barbarie! Cuando he oído (y hace cuarenta años que lo vengo oyendo), el grito siniestro de ¡mueran los salvajes unitarios!, o ci estrépito de caballos en la Pampa, o el clamor de los que quedan arruinados, o el gemido de las víctimas, me ha parecido oir en esos desahogos de las pasiones, en esos lamentos de las desgracias, un grito más noble, más justo: ¡dadnos educación, y dejaremos de ser el azote de la civilización; dadnos un hogar, y dejaremos de vagar por la inculta Pampa: dadnos una industria cualquiera, y nos veréis a vuestro lado creando riqueza en lugar de destruirla! (Discurso inaugural de la exposición de Córdoba, 1871.) *

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES La República Argentina ha sido trazada por la regla y el compás del Creador del Universo. Ese anchuroso río que nos da nombre, es el alma y el cerebro de todas las regiones que sus aguas bañan. Puerta de esta América que abre hacia el ancho mar que toca el umbral de todas las naciones, por ahí subirán, aguas arriba, con la alta marca del desarrollo, las oleadas de hombres, de ideas, de civilización que acabarán por transformar el desierto en pueblo. Aquí, en estas playas, han de cambiarse los nación, en pueblo. productos de tan vasta hoya, de tantos climas, por los que hayan en todo el globo preparado siglos de cultura y la lenta acumulación de la riqueza. Aquí ha de hacerse la transmutación de las ideas; aquí se amalgamarán las de todos los pueblos; aquí se liará su adaptación definitiva, para aplicarse a las nuevas condiciones de la exis:encia de pueblos nuevos sobre tierra nueva. No hablo de porvenir. Es ya, este sueño de nuestros padres, un hecho presente. (Discurso de la Bandera, 1873.) * Aquí en Palermo de San Benito se atrincheró contra toda idea de liberta¡ y de progreso el hombre de la época pampeana, como Bravard llamó a esta formación, el tirano de ejecuciones a lanza y cuchillo, que terminó el 3 de febrero de 1852. El Congreso Nacional, al dar nombre a este Parque, se inspiró, sin duda, en aquellos recuerdos; y ya que no es digno de pueblos cultos, como de antiguo, sembrar de sal lugares inocentes de los crímenes de que fueron teatro, mandó erigir un monumento al pueblo, como la piedad cristiana levanta capillas expiatorias, o como el labrador convierte en humus y abono fertilizante los restos orgánicos en descomposición, de existencias que han dejado de ser. El Parque 3 de Febrero será de hoy en adelante el patrimonio del pueblo, verdadero tratamiento higiénico, que robustecerá sus miembros por el saludable ejercicio, dilatará su ánimo por el espectáculo de las perspectivas grandiosas que alcanza en todas direcciones la vista, y cultivará ci buen gusto, con la combinación de bellezas nc.turales y artísticas que estos dilatados jardines ofrecerán. Si Nerón, al estrenar las Domus A urea, pudo exclamar: "Al fin estoy alojado como un hombre", el pueblo argentino puede desde hoy considerarse iniciado en todos los esplendores de la civlización más antigua de sus padres, y sin abandonar su país, pasearse complacido por su Bois de Bou/o gne, su Hyde Parle

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ACCTON, CIVILIZACION o su Central ParL'. El que visita estas afortunadas comarcas, o el que viene a engrosar la falange de los pioneers que atacan el desierto, para hacerlo patria feliz y cuna confortable para sus hijos, no llorará a la sombra de los sauces del Eufrates la antigua patria ausente, sino que, recorriendo estos mullidos caminos, vagando a la sombra de las plantas de todas las floras del mundo, se sentirá por asociación de ideas y plácidas reminiscencias, en su propia patria. La idea de crear un Parque, iniciada por los poderes combinados de la Nación, obtuvo desde su origen el asentimiento de todos, como su ejecución ha encontrado de parte de todos la más cordial cooperación, porque llenaba un vacío, que cada día iba tomando creces. Esta sociedad en que vivimos se compone de muchas sociedades superpuestas, pero sin vínculo de cohesión. En los templos, por las disidencias; en las fiestas públicas, por las nacionalidades diversas; en las relaciones sociales, por las clases y aún por las razas; y en las afecciones patrias, por las adoptivas o naturales ciudadanías, el pueblo que la forma se divide y subdivide por afinidades. Sólo en un vasto, artístico y accesible Parque, el pueblo será pueblo; sólo aquí no habrá ni extranjeros, ni nacionales, ni plebe yos. La estatua de Mazzini se alzará probablemente aquí, para regocijo de argentinos e italianos, para americanos y europeos. La frescura de esos lagos, la blandura de esas avenidas, el verdor de esas plantas, serán, como el aire y la luz que la vivifican, la propiedad de todos, sin pedir permiso a nadie para gozar de su encanto. Si hubiera de justificar con razones de otro orden, el pensamiento que ya está realizado, observaría que las instituciones que nos hemos dado, tienen por objeto proveer a la felicidad, cultura y mejoramiento del pueblo, y que no ha de reservarse a la limitada acción de localidades, aquello que es esencial a la cultura de todos, y que reclaman el espíritu del siglo y las necesidades de una nación. La sección primera terminada, es ya la miniatura de un parque. Cuando las obras hayan sido sometidas a la cultura, el Parque será un modelo presentado al público, de lo que el país entero puede ser con los progresos del gusto decorativo, que ya se generaliza y embellece los alrededores. Merry England es un vasto parque, y en la Pampa y a las márgenes de nuestros grandes ríos tenemos donde trazar, en cuanto a bellezas rurales, muchas Inglaterras, en una República embellecida. (El Parque de Palermo, 1875.)

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SARMIENTO - TEXTOS IT NDAMENTALES Es delito abominable poner palmas en los lugares públicos. La historia no olvidará nunca el escándalo, la humillación impuesta a un pueblo viril, colocando el Palermo Escobar de Sarmiento. ("La Avenida de las Escobas".) La gente liberal indignada no asistió durante dos años al "Parque 3 de Febrero" que fue concebido en pecado... El imperio del Brasil ostentaba la Avenida de las Palmas Reales más bellas del mundo; y en Para y en otras grandes ciudades se han cubierto las plazas públicas de aquella soberbia col. Por ahí comienzan las tiranías. •

Opongámosle la Pampa!

Qué delicia en un día de diciembre pasearse por un espacio de cincuenta mil metros cuadrados sin una sombra amiga. • . . Los árboles son como los burritos, muy lindos cuando chicos. Eso gusta al vulgo. Sólo las palmas transplantadas se tornan la libertad de ser escobas gigantescas al principio, lo que subleva las iras populares: ornbúes, sería más patriótico y más estúpido. Desgraciadamente los eucaliptus, los ombúes, los plátanos, creciendo indefinidamente o cerrando el paso a la luz, ocultan toda construcción artística. La palma tiene con sus flores y cachos, movimientos y variantes graciosos que quiebran la inmovilidad del edificio, la monotonía del árbol siempre el mismo. El castaño de Indias de las Tullerías florece durante un mes. La palma todo el año! Quién ha olvidado la tempestad en el Congreso cuando un nuevo presidente hizo plantar árboles alrededor de la Casa Rosada y deshacer el galponcito de zinc donde ataban los caballos, asistentes, ayudantes, cobradores. . .? ( Obras: T. X LII.) * Los gastos de la policía en un personal enorme, superior a las necesidades locales, afectan no sólo las rentas sino la seguridad del país, y la dignidad de la existencia de cada uno. (Obras: T. X LII.) *

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ACCION, CIVJLIZACION Los días feriados privan del trabajo necesario y del alimento de ese día al que para vivir depende de su trabajo. .La meteorología de míster Gould, ciencias fatales que vienen a quitarle toda su poesía a la estupidez, dan en término medio cincuenta días lluviosos en el año, es decir, Otros tantos en que puede no trabajarse fuera de puertas. Los domingos son cincuenta y cuatro, y los feriados entre semana otros tantos. Ahora los salarios no dan en la mayor parte del mundo para proveer a las necesidades del día presente, cuando más a las de un tercio del año, vacuo. No pidáis el pan /11/estro de cada día... Hoy no hay pan porque un millar de haraganes repletos, hartos, gordos como cerdos cebados con las rentas públicas, con las temporalidades, capellanías, dicen: hoy no se come, hoy no habrá pan para el pobre. San Pancrazio está en el cielo regodeándose, y nosotros los bienaventurados de la tierra también, con esas perdices y aquel vinillo que decora la mesa de S. S. 1. monseñor Arzobispo de (qué sé yo dónde ni él tampoco) que firmará el concordato. Pero el Estado argentino no es una Iglesia Católica sino una reunión de hombres bajo leyes, en que no entran las creencias religiosas. (Obras: Y . X LII.) * A un avaro se le convertía en oro todo lo que tocaba, hasta los manjares. A mí se me vuelven hechos públicos hasta los más simples actos de la vida privada. (Obras: T. X LII.) * Antes se cre y ó derecho conquistado, el de destruir su propiedad aniniada; derecho de que disfrutó el amo sobre sus esclavos, derecho garantido expresamente por las Sagradas Escrituras, y que al fin fue puesto en duda. . . Carecemos de leyes además que definan los delitos de maltrato a los animales, y la opinión, sin esa base, no se alarma ni se ofende con el relato, o el espectáculo husmo, de actos de verdadera y punible crueldad. En Europa un caballo vale más que un negro en el Brasil, se le trata ahora COfl respeto y se le alimenta sin mezquindad.

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES • . . Nuestra capital, que se precia de culta, con ochenta mil trabajadores en sus calles, no tiene una fuente donde beban agua ni los cristianos, cuanto más los caballos... (Obras: T. X LII.) * Las monedas de plata que el paisano nuestro lleva en su cintura, llévalas entrelazadas en sus largos cabellos la mujer de los países orientales, y Horacio Vernet las ha puesto entre las galas de Judit, o Rebeca, porque lo que hoy sucede entre los árabes, ha debido suceder dos mil años atrás, no habiendo cambiado sus costumbres pastoriles. Los franceses que acompañaban a Napoleón se ocupaban muchDs días después de la batalla de las Pirámides en pescar en el Nilo los cadáveres de los mamelucos, jinetes que como los nuestros llevan sus personas y caballos, en arreos, pufiales, pistolas y sables, recamados (le plata, oro y piedras preciosas, toda su fortuna. La vida ambulante, la falta de familia, la inseguridad de la tienda o el rancho, han aconsejado en todos los países en que tiene lugar, reducir a metales y piedras preciosas todas las economías, y llevarlas sobre el cuerpo bajo la guarda del alfanje o el cuchillo del poseedor que es la llave de esta tienda de objetos de valor. El tirador del paisano es una Caja de Ahorros que no produce interés y que está sujeta a pérdidas. . . así es que hay un principio de inteligencia y de previsión laudable que pudiera mejor aconsejado, convertirse en fuente de bienestar. El roto chileno o el cholo boliviano están mucho más abajo. Cualquiera que sea el fruto del trabajo, desde el domingo al lunes chancelan todos sus haberes en la embriaguez. El gaucho argentino prevé ya... Atesora, y ostentando en el tirador su tesoro, quiere hacerse valer... (Obras: T. X LII.) * Los indios del Chaco en contacto con los colonos desde los primitivos tiempos, neófitos a veces de las misiones... guardan el tcrrito:io en que han nacido y del que no tenemos derecho a desposeerlos sino cuando la civilización pida terreno para labrar. El Chaco se defiende a sí mismo, y la política no hará el vacío para desparpajar tierras y darlas por centenares de leguas como hasta aquí, haciéndolas perder su valor.

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ACCION, CIVILIZACION • . . Cuando las ideas difundidas (sobre inmigración) hubieron de convertirse en hechos, un centenar de suizos pidieron terrenos, y la estrechez de las tradiciones hizo limitar a dos cuadras el que se daría a cada inmigrante. La estancia para no labrar se concede por leguas. . . (Obras: T. X LII.) * Pailisy es el santo de los alfareros. Para mí, el creador del mundo industrial y científico moderno. El inventó la geología recogiendo caracoles petrificados y huesos de tapir. . . que eran tenidos por Izisus naturae, o aumentos de los huesos de caballo y otros personajes conocidos. Sólo él tuvo el buen sentido de no seguir las indicaciones del sentido común. Objetábanle que esos animales, los que habían dejado olvidados tales huesos, no habían podido por su tamaño entrar en el Arca de Noé. ¡Bien! Pallisy era tan ignorante que ensayó sucesivamente cuatrocientas materias, para barnizar loza, hasta que dio con la que hoy produce el barniz blanco de nuestros platos. (Obras: T. X LII.) * Siguiendo la traza de todas las grandes naciones que han figurado en la historia, el mapa y la topografía de Babilonia, de Cartago, de Roma muestran hoy un desierto en torno de aquellas célebres ciudades. Faltan ho y los árboles y acaso aquellos pueblos perecieron por haberlos extinguido. .En Norteamérica es tal el consumo de madera, tal la incuria de los leñadores, que desaparecerán los bosques por centenares de leguas taladas o incendiadas; ya se sienten molificaciones desfavorables del clima. ¿Qué nos aguarda en nuestro propio país, en la Pampa donde la vegetación arbórea no ha principiado, en ¡os terrenos de árboles espinosos que no forman bosque, no haciendo bóveda con sus ramas para abrigar la tierra o retener la humedad? La República Argentina en general es país seco, más seco que la generalidad de los otros países. La agricultura prospera. Pero los ferrocarriles van agotando los bosques clareados de su trayecto; y como fueron de maderas duras, a]garrobos, quebrachos, lapachos, etc., no es fácil reemplazarlos, ni hacerlos revivir,

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAI\•IENTALES aun cortándolos en estaciones propicias. El clima, pues, tenderá a hacerse más seco y la tierra a esterilizarse. . Los ferrocarriles harán el desierto. Dentro de diez años el ferrocarril recibirá de Inglaterra carbón de piedra para hacer fuego. Buenos Aires experimenta de vez en cuando secas espantosas que en un año chancelan la cuenta de] ganado. . . Estas calamidades serían atenuadas, si la superficie del suelo estuviera en parte cubierta de los rayos del sol; si el sudoeste o el pampero no pudiesen tLrrastrar consigo las emanaciones húmedas; si, en fin, los vapores encontraran obstáculos para condensarse y convertirse en nubes, función que desempeñan las montañas y los bosques. Tenemos, pues, por tarea continuar la obra de la creación cubriendo de árboles y de toda simiente ese pedazo de tierra que quedó a medio hacer. (Obras: T. X LI!.) * El comercio es cosa humana, no nacional ni local. El de los fenicios provino de que las caravanas deAsia traían hasta Tiro, Sidón y Biblos, ciudades en la palma de la mano, el oro, los diamantes, el bronce y las especias que consumía la Europa civilizada. (Obras: T. X LI!.) I maíz fué la base de la civilización de la raza indígena con peruanos y mejicanos que conquistaron y poblaron estas y aquellas Américas. Norteamérica es la más grande de las repúblicas modernas, porque el maíz y no el trigo ni la carne, es la base de su alimentación. Cultívase por miles de leguas cuadradas, se adapta a todos los climas y provee a todas las necesidades tanto (le los hombres como de los animales. Cuando vino mister Gould, el célebre astrónomo que ha puesto buen orden (contándolas y recontándolas) en nuestras estrellas del Sur, se asombró de no encontrar el maíz sino por accidente en el uso doméstico, el maíz que ( 1 ejaba rey y soberano en su patria, donde tiene más aplicación en formas variadas que ningún otro vegetal. Debo consagrar una mención honorable entre tanto proyecto


ACCION, CIVILIZACION de mejora intentado y frustrado por los partidos políticos, de uno de nuestros presidentes. . . el de traducir del inglés un precioso tratado. . . sobre el cultivo del maíz y sus aplicaciones. Contenía la receta de todos los manjares, las pastas, harinas, flores y combinaciones culinarias en que el maíz entra, para deleite del paladar vanki, y que quería propagar en la República Argentina, a fin de restaurar el antiguo y tradicional uso del maíz, suprimido por una de las más negras ingratitudes populares, a impulso de necias mutaciones de gustos extranjeros. Llegados a Buenos Aires (1852) y solicitando el manjar americano, encontré por todas partes los mismos síntomas. La familia Albarracín, a fuer de parientes, proveyó al fin el artículo. La señora de Mitre se hizo de ello un lujo; y ya me había sucedido que en San Juan sólo damas de la antigua aristocracia, como doña Al. del Tránsito de Oro o doña N. Ignacia del Carril, me ofreciefon el casero manjar, confesando tenerlo pronto y guardado esperándome, con gran desesperación de sus hijas que daban por comprometidos sus gustos refinados europeos con aquel poco culto vasaz lugareño manjar. • .Hace pocos días que ha muerto en Buenos Aires el último mohicano vendedor de mazamorra con !eche, traída de la campaña en tarros galopados, lo que aumentaba su sabor, y saboreaban estudiantes pobres que aplacaban su hambre, y lo llamaban los niños al pasar, pues era también cantado el desayuno genial, con un gritito plañidero del viejito santiagueño, fiel a las tradiciones de su patria y de su raza. • . Todos estos colegiales viciosos que hoy venden su voto, su opinión, su saber, por un em pleo, se criaron en la miseria después que ya no hubo vendedores de mazamo.tra con leche. No se crea que tan larga disertación sea extemporánea. Entre los errores que aceptamos de Europa, vino, con la revolución de la independencia y la de las costumbres coloniales, la supresión del maíz como alimento popular, llegando hasta crearse contra él una especie de excomunión que lo aleja de la vida culta y acaba por cerrarle la olla de barro del rancho del indígena que fue su cuna. (Obras: T. X LII.) * La Plata es el pensamiento argentino tal como viene formándose e ilustrándose hace tiempo, sin que nadie se dé cuenta de ello.

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES Buenos Aires continuará siendo lo que es hoy con sus calles tubulares, un suplicio para los transeúntes. . Pero denle espacio al espíritu moderno argentino y os trazará como sobre el papel del ingeniero la ciudad futura que está en todas las cabezas. ¡V oyons! un puerto excavado a máquina, flanqueado de docks y como lo construye un holandés de nota; es claro que si la Holanda contiene el mar que amenaza tragársela siempre, nosotros podemos traer a nuestros pies al Río de la Plata y mandarle que nos trague en los canales de dos leguas que habrá que recorrer hasta la gran porrada del Parque 1 pan de Rivadavia, que no tomaba el rábano por las hojas, como prccnden sus discípulos liberales. . . Rivadavia deja a un lado a la vieja coqueta con sus arrugas, su colorete y sus rebozos, y para la ciudad del porvenir, la gran ciudad del Sur, sobre los pantanos que la rodean hacia el Oeste, traza antes que en París se trazaran los bulevares de Haussman. . . traza con mano regia la calle Callao, la de Beigrano, y continúa la que hoy se llama de Rivadavia... de ancho de treinta y cinco varas. Ahora viene nuestro proyecto.. . No habrá bulevares diagonales porque hace quince años (1870) que rechazó el pueblo tan absurdo pensamiento. El ingeniero Lacroze fue encargado de trazarlos en el papel, partiendo desde las esquinas ¿e la plaza de Armas y ligando entre sí otras pazas y mercados, lo que habría dado una viabilidad espléndida, pero los liberales eran criollos ' no habían visto hasta entonces más que casitas de azotea, las callecitas de doce varas y las vereditas de una con sus correspondientes postes... (Obras: T. X LII.) * El resultado es que cuarenta ingenios de azúcar están precedidos de tolderías improvisadas, para que duerman gentes allegadizas atraídas por el trabajo, sin formar sociedad ni villa, ni requerir ni crear propiedad. No hay espectáculo más afligente que éste para quien se preocupa del lugar que en adelante van a ocupar esos seres que pululan, que se multiplican como un hormiguero humano al pie del cañón de chimenea que lanza al aire un penacho de humo de distancia en distancia, en toda la extensa llanura. ¿Cuánto tiempo va a durar este estado provisorio, este campamento de ranchos de hojas de caña, suficiente apenas para detener

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ACCION, CIVILIZACION la irradiación del sereno de noche, o de los rayos de sol los días sin trabajo? • . . Pues todo es normal y duradero en esta industria, el riego

y el plantío, la maquinaria y el propietario. Sólo los trabajadores están apiñados como de paso. El ingenio de azúcar va a reunir en el Chaco sus obreros y los reúne en torno, pudiendo, si les place, continuar siendo tribu o descendiendo más abajo todavía, siendo hato humano como lo fueron los negros esclavos. (Obras: T. X LIJ.) * Buenos Aires ha puesto veinte años para consentir en la idea de que es ciudad marítima. Cuando era colonia vivía en las alturas, dando desdeñosamente la espalda al río. El bajo era depósito de basuras circundado de tabernas de marineros ebrios. Poco a poco ha ido condescendiendo. Primero Llavallol dio vuelta la cara hacia el puerto; después se creyó tolerable que hubiese un muelle, con más agujeros que capa de vizcaíno... Pero ni por eso la municipalidad, ilustre en todo menos en achaque de Costas, se persuadía que era necesario lavarle la cara a la ciudad marítima. El Río de la Plata que nos da nombre es, a causa de su mala conducta, poco querido de las poblaciones. De aquí proviene que Buenos Aires es un pueblo fluvial que no se ha bañado los pies en su río, que no es navegante ni siquiera náutico. El Rosario está a la vista, es decir, lo que el Rosario deja ver al que por el río se acerca, los talones rajados de sus barrancas, sus muelles desmoronados, y sus casuchas y ranchos. (Obras: T. X LII.) * Una destreza cualquiera no es un arte. El arte tiene por objeto embellecer los sentimientos o las formas humanas y ha dejado de ser bello matar con gracia... Las riñas de gallos, las peleas de perros, el pugilato. . . son bagatelas, rasguños al lado de las ametralladoras.., de los cañones. . . de los torpedos. .

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES Todo es cruel y horrible, pero no se ofrece al público corno espectáculo, y nadie se gozará en ver las posturas artísticas de los cadáveres volando con brazos y piernas abiertos en el espacio... Léase en Cooper la descripción de un combate naval en el seno de una tempestad, o la descripción de la tempestad misma por Dickens, y se verá el arte en la grandeza del hombre luchando con la grandeza de la materia, pero la lucha de un hombre avezado a esquivarla, con un toro embravecido por la rabia, es pobrísima cosa para elevarla a institución humana. El pugil;ito inglés es otra cosa. En cierto año dio la estadística en Inglaterra, con veinte millones de habitantes, siete homicidios en pelea, mientras que en España y en Italia, con la mitad de población entonces, daba de mil a mil doscientos. ¡En Sevilla había en ci hosp;tal ciento cincuenta heridos de navaja! Fi hábito inglés de sacarse el saco para darse y recibir puñetazos al menor insulto, ahorra las palabras y preserva las vidas, merced a un ojo hundido o a unos dientes tragados de cuando en cuando, Ese es e] arte saludable, útil y mantenedor de la pujanza humana contra la decadencia y el afeminamiento de nuestras razas de homicidas. • Ahota, pues, mi brutal predicador de barbarie sepa cual es la cuestión que estamos tratando. Se trara solamente de humanizar a la humanidad. • • . En lugar de ponernos a la vista la escena de caballos destripados. lea a Beccaria. Crevúse por siglos que el espectáculo del suplicio escarmentaba al espectador. La estadística ha probado que excita al crimen, como la vista o el olor de la sangre despierta los instintos feroces adoruiecidos en el pueblo. • No se asaetean, ni pringan, ni atormentan los reos por las leves ni se ve una gota de sangre en las plazas públicas, y cuando Lis ciencias han demostrado que los animales tienen una chispa de razón, de la misma calidad que la nuestra, pero una sensibilidad idéntica, todas las personas cultas tratan a los animales como quisieran ser tratadas ellas, no dando en espectáculo al pueblo el

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ACCION, CIVILIZACION dolor, la sangre, la muerte, con sus agonías tan parecidas a las nuestras. Ni el gusto del pueblo por los espectáculos sangrientos ha de tenerse en cuenta sino para combatirlo, corregirlo y hacerlo desaparecer. Es larga la lista de los juegos y espectáculos bárbaros que ya han sido suprimidos. Falta sólo el de los toros muertos a traición... y como no queda sino un rincón de la tierra sin autoridad moral, donde se jugó la Inquisición quemando hombres en la misma Plaza Mayor de Madrid, donde los he visto yo, es de esperar que este espectáculo último desaparezca de la faz de la tierra. . . El espectador que gusta de aquel espectáculo. . . es el reflejo del estado moral de los espectadores. .Sansón Carrasco ha tomado un mal camino. Este cinismo paradojal de la defensa del espectáculo de la sangre, de la bosta, de las cuchilladas, de los destripamientos, es mazorca literaria pura. (Obras: T. X LII.) * Nosotros, los conquistadores, hemos despreciado la farmacopea de los Incas, cuyos boticarios y farmacéuticos nos llegan todavía vendiendo estoraque, cohquila, chachacoma y otras drogas cuyas cualidades medicinales descubrieron sus sabios hace siglos. El sauce, el culén, la quina, la zarzaparrilla han pasado a la farmacia europea. (Obras: T. X LII.) * Siento decir que, conviniendo completamente en este sistema, deploro sólo la manera de hacerlo. En los Estados Unidos son frecuentes estas concesiones de terreno a lo largo de los ferrocarriles; pero se hacen en lotes alternados, promediando entre los concedidos uno de igual extensión que retiene el propietario original. De este modo se consigue que no se entregue para siempre el dominio del territorio atravesado por la línea, a los que la explotan, con todas sus ventajas; y hacer valer el propio terreno tanto en lo futuro, como valga el vecino concedido, con lo que se compensa el sacrificio hecho. Conceder también centenares de leguas, porque hoy valen poco, pero que valdrán millones, es prodigar irreflexivamente la fortuna. (Obras: T. X X IX .)

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SARMIENTO TEXTOS FUNDAMENTALES ¡He estado en la feria mecánica de Boston! ¿Qué puedo decir en una carta de esta asombrosa exhibición de todo lo que el ingenio del hombre puede crear para aumentar las fuerzas de producción? Una máquina que está arrojando un arroyo de alfileres; otra que está haciendo duelas, sin más trabajo que aplicarse una tabla que encorva, recorta y cabecea, de manera que reunidas las que constituyel pipa o barril, no se distin guen; máquinas de talar maderas para sillones, sofás, etc.; máquinas de trenzar, de bordar; y en cuanto a motores, agricultura s, aumenta las fuerzas y ahorra trabajo, aquí mismo están asombrados de la cantidad y extrañeza de las invenciones, cada día más portentosas. (Obras: T. X X IX .) * Otra fisonomía del líquido elemento me ha traído absorbido estos días. Viajé Hudson arriba a la cascada del Niágara a las aguas medicinales de Saratoga. Viaje acuático que podría resumirse en cuadros para pintar las glorias de las aguas vivas, la cascada, el rápido, el lago, el río, añadiéndole el Michigan, el St. Clair, el Hurón y el Erie que he conocido. He visto el agua dulce, surcada por escuadras, con tempestades como ci océano, si el viento lo exaspera. Esto descrito por Hugo hubiera dejado pasmado al lector europeo, que no conoce del agua dulce sino imitaciones de escenario, como los juegos del agua de Versailles o Saint Cloud, de cascadas, sino las imitaciones de cristal de Suiza, Tvoli o Schaffousc, buenas cuando más para pintar en miniatura lo que es una cascada, esto es, cinco lagos de agua tan grandes en conjunto como el Mediterráneo, que se precipitan por una abertura a un plano más bajo para formar nuevos lagos y descender al océano. Faltaríale, empero, al pintor, una cualidad que estas aguas tienen, como hay daltonistas que no perciben un color. Cuando de hombres públicos se habla en este país, a más del talento, saber, patriotismo, hay, otra calificación que les acompaña, la de use fulliiess que no satisface traducir por utilidad. Es algo más, es la capacidad de ser útil. Nuestros hombres públicos carecen de esta calidad en g:ado eminente. Centenares de hombres conozco que gozan de .nmensa y durable popularidad que ningún bien habrán hecho al pueblo. Ni les pasa por las mientes el hacerlo, ni el pueblo espera que se lo hagan. (Obras: T. X X IX .) *


ACCION, CIVILIZACION El agua dulce es ella toda use fu/lness, por su capacidad de ser útil. El agua dulce pertenece al hombre; es de su esencia y de su talla, aunque se precipite en cascadas. El hombre la hace aserrar madera, moler trigo, papel, metales, riéndose y saltando, irrigar la tierra y cubrirla de mieses, cruzarla en canales, o recogerse en lagos para imitar al mar en límites subordinados al hombre. Ese es el espectáculo que presenta en todo país civilizado, fue la gloria de los faraones y es hoy la fuente principal del poder de los Estados Unidos. (Obras: T. X X IX .) * El ganado y sus productos como industria exclusiva v única del país tiene el inconveniente de que su precio no lo reglamos nosotros por falta de consumidores sobre el terreno mismo, sino que nos lo imponen los mercados extranjeros según su demanda. Una vaca valdrá en Buenos Aires diez pesos o dos pesos, según que en Londres o en los Estados Unidos valgan los cueros. Un hacendado será rico este año de cien mil pesos y al siguiente descenderá a un capital de veinte mil, con la misma extensión de terreno y mismo número de vacas. Aquí el ganado vale en proporción de cuarenta millones de habitantes que lo consumen sur place, y a más ci precio que les paguen en el extranjero. Creando al lado y bajo el cuidado del hombre, produce aquí una vaca en leche, mantequilla y quesos, una oveja en carne y lana, un caballo en tracción, lo que no dan los cueros, astas y huesos de diez vacas, ocupando más terreno. No quiero sugerir la idea de que se abandone la industria que a tantos enriquece, aunque el país no se muestre sino relativa y accidentalmente rico, si se lo compara con lo que era antes, con ganado y no obstante pobre. Lo que desearía es que se modificase haciéndola más productiva en menos espacio de terreno, y se le asociasen las industrias agrícolas que aumentan la población, dando más valor a la tierra. Mister Parto Peto, un economista inglés, ha hecho notar que la riqueza inagotable de los Estados Unidos está precisamente en que su prosperidad no depende del valor en los mercados europeos de un solo artículo de producción. Si el algodón, por ejemplo, estuviese a bajo precio, los cereales harían frente a la depreciación de aquel producto. Si fallaran los cereales, quedaríanles las maderas y tablazón que valen tanto. Los metales preciosos son hoy producto tan gigantesco en los Estados Unidos, como el algodón, los cereales, o las maderas;


SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES y aun le quedan para el porvenir el hierro, ci cobre, el carbón de piedra con que proveerán al mundo. Si, pues, esta variedad de productos es una válvula de salvación para un país, el no poseer sino uno solo, como nos sucede a nosotros, debe estar sujeto a muy graves inconvenientes. Seremos, ricos a veces, pobrísimos otras, sin saber por qué y sin poder echar la culpa al Gobierno. Un año e capital industrial del país vale cien millones, al año siguiente diez solamente. Esto es serio y merece considerarse. (Obras: T. X X IX .) * Nueva Y ork, noviembre de 1866. Carta a la Sociedad Rural A rgentina; Necesitan, pues, ustedes uno que tenga el diablo en el cuerpo para llevar adelante una idea, sostenerla, luchar con las dificultades y vencerlas a fuerza de paciencia y esperanza, en mejores tiempos, mejores hombres, que sepan hacer el lomo duro, como dicen, para recibir los golpes y zurriagazos que les esperan por querer persuadir que el cultivo de la tierra, por ejemplo, permite criar más vacas y con mayor provecho, y otros absurdos así, que al fin :resultan verdades de Pero-Grullo, como decía uno de un robo que le habían achacado, y que tanto dieron y tornaron los jueces. . . que al cabo salió cierto. (A mh's A méricas.) * El doctor Costa me ha indicado la idea de aplicar a la Pampa, es decir, a la llanura poblada, pero no cultivada, el arado de vapor. La idea puede tener una revolución con el resultado. No produciéndose ganado en nuestro país sino para exportar sus productos, de averiguar es si una legua sembrada de vacas, a tres cuadras de distancia una de otra, produce más que e[ mismo terreno sembrado de trigo, a una de una cuarta en cuadro, o de maíz a vara y cuarta. Yo infiero que se tendrá por sentado que de vacas es más provechoso, de lo que yo dudo un poco, porque recuerdo que en Francia hay doble número de ellas, de ovejas, cerdos y caballos, quedando espacio y medios de alimentar diez veces más bípedos que en nuestro país, los cuales allá y aquí merecen siempre se les deje un lugarcito donde pararse. (Obrar T. X X IX .) *

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Retrato Jo Sarmiento I'Iesl(lerlIt Jnst(1111ac10a tirqiiiia, \ que e,teustcnta1;a en ¼]] palacio de sarl José.


ACCION, CIVILIZACION Nunca inc olvidaré de lo que me decía un peón jornalero a quien veía trabajar con la azada en el cementerio de San Juan. Con motivo de qué sé yo qué (quizá por la disposición de haraganear de peón y patrón) alentándose a conversar con Su Excelencia, dijo al fin: "aunque yo soy un pobre, no dejo de conocer la diferencia de este Gobierno de ahora al del general" (Benavídez), y me hizo la lista de todos los trabajos públicos emprendidos como si fuera él el ministro, aprobándolos y explicando en qué estaba lo bueno. (Obras: T. X X IX .) * Toda la América del Sur fue Pampa para los colonizadores, y lo es todavía en gran parte para sus descendientes. En los Estados Unidos no se encontraron ccn Pampas los puritanos, aunque haya praderas, sabanas que son tratadas como el bosque, salvo el USO del hacha, a punta de arado; y donde una mata de pasto nacía espontáneamente pusieron diez, con lo que comían el amo y el ganado, y fueron necesariamente cinco veces más ricos, aunque las otras cinco plantas se fuesen en pagar el mayor costo. La Pampa, por otra parte, es pobre, de los dotes naturales de la tierra, madera, arena, piedra, cal, yeso y desnivel para el agua. Es preciso ayudarla con la selvicultura que le hará sombra contra el so!, mamparas contra ci viento y cercos para la propiedad. Cuánto no pueden hacer ustedes! (Obras: T. X X IX .) * Cuando el Ejército Grande avanzaba sobre Buenos Aires, un Estado Mayor de sesenta jefes marchaba en grupo y conversando en alta voz a fin de hacerse oir de auditorio tan disperso. Cuál es el pueblo más de a caballo? preguntaron a uno que gastaba silla en campaña, creyendo poner en aprieto, con pregunta que forzaba a reconocer la superioridad del gaucho. -Los ingleses contestó el tal con la mayor compostura. Risa general, explicacio nes y necesidad de reconocer (hasta por ahí) que los gringos si no aguantan un corcovo, es porque saben educar los caballos. Algo se podría decir en favor de su habilidad para criar ganado con poco terreno, mucha carne y leche y diez veces más valor que aquellos ariscos, huesudos, cornudos novillos de los cuales veinte cuentan por uno, y si no dan grasa, ni mantequilla, dan

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES Artigas, Quiroga, Rosas, producto del ganado, V después otros más mansos, pero no menos dañinos. (Obras: T.X X IX .)

HACIA EL OESTE (Orillas del lago Oscawana, 22 de setiembre de 1866.) De este lado de los Alleghanvs ha y historia, hay siglos. Del otro lado, todo ha comenzado a y er. El siglo pasado no contaba allí. No había para qué. La selva que cubría el valle del Mississipi, las praderas de Wisconsin, habían estado ahí siempre. Un árbol caía hoy muerto de vejez, después de haber vivido dos o tres mil años; Otro herido por el rayo. He aquí toda la historia de aquellas comarcas. Corno los árboles muertos no se entierran, sus cadáveres están todavía tendidos largo a largo a la sombra de SUS hijos los árboles que viven. Al principiar este siglo, ovóse un nuevo ruido en los bosques de aquellas regiones. No era la simple caída de una vieja encina que llevaba la alarma una legua a la redonda a las avecillas del cielo. Parecíase al martilleo del picamaderos que se prepara un nido; pero era más fuerte, más pausado, más sostenido. Era el hacha del sqllatfer; y desde entonces no cesa este ruido, al cual han venido a mezclarse, más extraños y discordantes, todos los ruidos humanos. Por un frente de trescientas leguas, éesde la cadena de lagos de agua dulce al Norte, hasta e1 río Ohio al Sur, la humanidad del Oriente viene desembocando en hordas, en grupos a toda prisa arrastrada por locomotoras, seguidas de largas filas de trenes. Si el bosque no se interpusiera, si la vista alcanzara a dominar el horizonte natural, veríase de distancia en distacia, a un mismo tiempo, en aquella línea de irrupción la humareda de las locomotoras, guiando al desierto los pueblos escogidos de Dios, la canalla de todos los antiguos egipcios. Si el oído humano fuese tan agudo corno hems deseado que la vista fuera, al extremo oeste de este vasto campo, en el far W est, más allá del Mississipi, que era ayer el límite accidental del far W est conocido, oiríase el crujido sordo de las hierbas secas que pisa el indio en retirada en presencia de esta invasión de los caras pálidas que arrebatan sus campos de cacería. Los indios son la humanidad primitiva, los descendientes, sin alteración, de Caín y los adamitas. FI fin de la procesión huma_

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ACCION, CIVILIZACION na alcanza aquí a la cabeza; en este valle del Mississipi, vese con asombro al hombre de ho y que llega, 110 ya sobre sus camellos, guiando rebaños, sino en confusa muchedumbre, montada en trenes, arrastrada por el fuego, y a cada parada, estirando y levantando los alambres del telégrafo para comunicar con la retaguardia de este inmenso ejército, cuyos cuarteles quedan en los viejos Estados, en Nueva Inglaterra y en Nueva York y atravesando el Atlántico con el cable eléctrico, en la vieja Inglaterra y en la más vieja Germania. ¿Por dónde va la cabeza de estas procesiones? pregunta desde el viejo mundo encadenado a los intermedios, y a los nuevos, el padre que desea saber de su aventurero hijo; y el cable responde: por aquí. .. por el Estado de Ohío, Estado de Illinois, Estado de Wisconsin, de Minnesota, de Kansas, de Nebraska, qué sé yo qué nombres más, inscritos de ayer a hoy, designando naciones más poderosas que las que por cuarenta siglos fueron los naipes barajados por los grandes tahures de la especie humana, Alejandro, Aníbal, Gengis-Khan, que envidaban y perdían pueblos. Después de treinta horas de ver pasar desde la ventanilla del carro de un tren, colinas, ríos, villas, ciudades, estados, como la golondrina deja tras sí la tierra al emigrar, [vemos] descendiéndose los Alleghanys al oeste, una extraña mezcolanza de sembrados de maíz, bocaminas de carbón de piedra y enormes depósitos de maderas aserradas en tablazón, vigas y duelas. El bosque que cubría la superficie, el maíz que lo reemplazaba, el carbón que está debajo de los bosques antediluvianos, todo, pasado, presente, futuro, se precipita arrastrado por los mismos carros y llega con los transeúntes a Pittsburgo buscando unos la fábrica que ha de consumirlos o elaborarlos, otros el buque que ha de transportarlos. (Obras: T. X X IX .) * Los troncos de las encinas están ahí, como ejército vencido en la batalla, pero terrible aún detrás de sus parapetos. Los troncos son la desesperación del labrador. Ahí está embarazando el paso al arado, disputando painio a palmo el terreno a la civilización. El fuego ataca a los más débiles, arrancándose otros que se prestan a ello. Por años quedan los más fuertes obstinados adhiriendo al suelo que fue su patria. ¿Por qué la máquina de arrancar troncos no penetra en el Oeste y arrastra estos obstáculos? ¡Ah! porque el labrador es pobre y sus fuerzas no le clan para tanto. Las economías del salario de algunos meses le han asegurado un cuarto de

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES lote de tierras públicas, sesenta cuadras, y con sus brazos ha principiado el desmonte. Siembra un poco de maíz para hacer víveres y seguir la ruda tarea: apila leña que el vecino ferrocarril le comprará, y continúa la lucha con el bosque: el log house se ha transformado en casita de madera a cu'o alrededor reposan el arado y todos los mecanismos ingeniosos que ahorran trabajo y tiempo. Los niños han crecido en tanto, y ya puede el mayor manejar e] timón del arado, desherbar el maíz y aumentar el personal. Pero esta modesta lucha con la naturaleza salvaje, se está operando en diez mil leguas cuadradas, en cien mil; es una batalla campal sobre toda la línea; y a toda la vuelta de diez años, el himno (le la victoria se oye por todas partes. Es el Estado de Ohio o ci de Illinois, el que ha salido de entre los bosques. Venid a ver los trofeos de la victoria: son campiñas a perderse de vista, cubiertas de mieses, son alquerías alegres., pueblecitos felices, ciudades de cmhrión. Son, más que todo, cientos de miles de familias establecidas, de aquellos desechos de a humanidad, de aquellas muchedumbres plebeyas que se ven venir en los trenes y son ya ciudadanos, -pater familias, Estado, nación. Son ocho millones de hombres felices que no lo son los que pueblan un continente de tres siglos a esta parte desde Magallanes hasta Panamá. Sus relaciones exteriores principian luego, enviando en lugar de ejércitos a otras naciones, acaso a su patria primitiva, torrentes de cereales y productos de la tierra, maderas labradas, carbón de piedra, hierro, mármoles, porque todo ha sido explotado a un tiempo, según las ;acilidades que el país ofrece. Todo obra de la ley de tierras que la mide en proporciones labrables, y a la capacidad y estatura del pobre, que busca su parte d, propiedad en esta tierra de Dios. La homestead law, ha asegurado tierra, sin otra forma que ocupada y labrarla, a estos hambrientos que serán hartos porque de ellos es el reino de la tierra. (Obras: T. X X IX .) * ¿Cómo es el ganado de su país? me preguntaba un criador de vacas del \Iichigan. Pues, es un ganado grande, huesudo, patas más largas que éste, cuernos retorcidos; qué sé yo cómo describir aquellos animales de mi país, tan ordinarios, comparados con este stock de Michigan, bien educado, ojo amigo, gordo, manso, carnudo, con astas diminutas y patas breves. Mire usted, digo al fin al preguntón, es como aquel novillo ba yo que viene en ese arreo,

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ACCION, CIVILIZACION una partida o puntilla de ganado, para hablar en lengua técnica de mi país, que venía gravemente haciendo resonar el pavimento de madera y parecía saludarnos con su mirada tierna y tranquila al pasar delante de nosotros. Cierto, me contestó el hombre, porque esos novillos son de Texas. ¡Era inenarrable! ¡Españoles, pues, mis compatriotas! Texas es, por si ustedes lo ignoran, una provincia de la República Argentina. Hay estancias de diez leguas, propietarios de cien mil cabezas de ganado que valen tres pesos la vaca con cría. Hay rancheros, es decir, gauchos a caballo y no se encuentra leche para el té en muchas partes y la mantequilla la introducen de otros Estados. Son pobres la mayor parte de los habitantes, hay mucha carne, pocas escuelas, aldeas sucias, harapos por todas partes, y el cuchillo brilla a cada palabra malsonante; y fueron los texanos los primeros en levantarse contra el Gobierno y los últimos en sorne-' terse. ¡Felix qui potuit rerum cognoscere causas! ¡Las mismas a los dos extremos del mundo! Así era en California; así el ganado, así la estancia, así los habitantes; pero fue allá la lev de tierras norteamericanas, dividió en lotes el suelo, y una nación se levantó en diez años y hoy ochenta buques están cargando trigo en San Francisco para Londres. (A mbas A méricas.) * El valor de la carne está siempre en relación con la necesidad de los habitantes del país que la consumen, y el espacio de tierra inculta que ocupa nuestro ganado, según el sistema salvaje actual, esteriliza millones que este ganado no vale y pudiera la presencia del hombre hacer valer. Muchos problemas que nuestros saladeros no han podido resolver, están allanados ahí, como la aplicación de la sangre a la fabricación de 2zúcar. Chicago y sus alrededores son la más útil escuela de enseñanza para los argentinos. La cría de ganado y la distribución de la tierra es institución colonial, común a toda América española, y su atraso, despoblación y guerras han de medirse para lo futuro en la misma proporción de la obstinación que muestra cada sección en perpetuar aquel sistema que debió morir con la colonia. (Obras: T. X X IX .) *

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES Quien tenga presente que en nuestros países pasan años sin que nada se invente, y un año sin que nada o poco inventado en otras partes se introduzca, comprenderá cual es nuestra situación relativa. Pero Boston es el cerebro industrial de los Estados Unidos, y ya por ahí podrá sacarse lo que es una xposición de sus máquinas y de SUS industrias. Importaría mucho que se introdujese entre nosotros esta práctica, no tanto para enseñar las nuestras, como para introducir, exhibiéndolos, los indispensables instrumentos para labrar la tierra, cosechar los granos, etc. El labrador se :Eamiliarizaría así con los objetos, y conocería por lo menos sus aplicaciones, venciendo al fin esas resistencias fundadas en qué sé y o qué teoría absurda que cada uno e inventa para mantenerse estacionario, pretendiendo que el país es así, que el terreno es asá, que aquí no es como allá. Los gobiernos, las municipalidades, debieran dar principio; que una vez dado el impulso, formaríase una corriente, y ci comercio y los resul:ados ensancharían el cauce. (Obras: T. X X IV.)

* Mi desaliento no viene sólo del mezquino resultado obtenido en Chile, donde más se ha andado, ni en la República Argentina, donde tanto era posible hacer, sino del espíritu que prevalece en toda la América española. He tenido ocasión aquí de tratar personas muy notables de Centro América, Venezuela, Nueva Granada y jóvenes viajeros de todas partes. Todos, jóvenes o viejos, americanos y aun peninsulares, están cortados por un mismo patrón. El mismo sentimiento de importancia como naciones; la misma ¡del.. de superioridad relativa si son americanos, sobre los de allende los mares; los mismos celos y predisposición a odiarse y menospreciarse recíprocamente los de una sección con los de otra. Sin excluir chilenos ni argentinos, cada uno que viene a los Estados Unidos apenas se digna, desde su propia altura, bajar los ojos y mirar con indulgencia al menos, a este pobre país, donde todos, hasta los pickpockets, son más instruídos que nuestra reducida clase educada. (Obras: T. X X IX .)

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ACCION, CIVILIZACION

ROBINSON ES UNA NACION Cuando J. J . Rousseau quiso formar un nuevo tipo humano con su tratado de educación, el primer libro que pone en manos de su educando Emilio, es ci Robinson Crusoc, como que la más esencial reforma que introduce en la educación del hombre moderno es dotarlo de un arte manual, como arma para la lucha por la existencia que han revelado los naturalistas y filósofos recientes ser su condición natural, bastarse a sí mismo. • La Europa entera, sin excluir las noblezas hereditarias, siguieron el consejo, temiendo que sus hijos fuesen un día arrojados a alguna isla de Juan Fernández, y se encontraran en la misma situación de Robinson. Había llegado apenas a la edad adulta la generación que tuvo a Emilio por maestro, cuando la Revolución Francesa lanzó a la emigración a la nobleza destituida de recursos, pero muchos (le sus miembros va provistos de un oficio manual de que sacaron partido; y habría quedado con tan cruel experiencia modificado desde entonces el plan de educación en Europa, según los preceptos del Emilio, si una reacción formidable del espíritu antiguo y de la vieja instrucción clásica y universitaria, no hubiese hecho desandar un siglo por lo menos a la raza latina de lo que había avanzado con las ideas de las razas sajona y teutónica, en quienes se realizaba con más expresión el movimiento moderno de la aptitud industrial, del scif governement y del individualismo que da más espacio a la voluntad y la energía personales en la colectividad del Estado. Recuérdese que Rousseau con su espíritu de insurrección, su Contrato social y su Emilio, inspiró la Revolución Francesa en sus más exageradas pretensiones; pero no se olvide tampoco que Napoleón Bonaparte, por actos cnianados de su propia voluntad, enfrentando la Revolución, restauró el mundo antiguo, en religión por el Concordato, en gobierno por ci arbitrio imperial y en aspiraciones por la gloria y la conquista, volviendo al tipo romano. A sus soldados les recuerda siempre el ejemplo de las legiones, N- a su frente levanta las Aguilas; principia su carrera invadiendo la Italia, siguiendo las huellas de Aníbal, y el Egipto, para registrar su nombre al pie de las Pirámides, en seguida de los de César,

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SAR\IIEN1() - TEIXTOS FU\DA.\IETAIFS Marco Amonio y Octavio, para acabar con ser el Emperador de Occidente. Poco se ha parado mientes en la educación que recibe el teniente de la Escuela Militar de la Fére, secún él mismo lo refiere. Dicho se cstá que el pan con que se desayuna su espíritu a fuer de estudiartte, son Las vidas de los más famosos capitanes griegos con las de A mílcar y su hijo A níbal, escritas por Cornelio Nepos, en latín; las de Plutarco, en griego; De Bello Gallico, de César; el A rte de la Guerra, por Maquiavelo, y alguna otra Ilíada o Eneida por el estilo. ¡Entre Robinson Crusoe y Cornelio Nepos, va trecho! Esta fue la grande reacción operada por Napoleón; desde su Consulado no se habló ya sino de gloria, de dinastías y de conquistas, y de su fundación de reinos y de imperios. ¡Cuántos desastres, sin embargo, para la Francia, y qué legado de calamidades Y de obstículos para la generación presente! Dos imperios del sable o de la perfidia; dos invasiones; la pérdida de dos provincias, N- las luchas religiosas que el Concordato provoca. Felizmente para el porvenir de la humanidad, el restaurador del imperio romano por la acción mecánica de las legiones, fue llevado después de Waterloo a la isla de Santa Helena, a hacer, si podía, el aprendizaje que había hecho Robinson en la de Juan Fernández. o, por lo menos, para no ser, de nuevo, atolladero de los pueblos modernos, a fin de que la industria, como elemento social, puesto que constituy e la independencia del individuo, viniese a ser la base de la democracia moderna. Faltábale a la Europa el espíritu, la iniciativa creadora inventora, y el Emilio trató de vulgarizarla. Lo que no consiguió Rousseau con su Emilio, ronsi çrui ólo la América con sus Franklin, sus Love, sus Fulton, sus Morse, sus Lincoln y sus Blanchard, o para decirlo todo de una vez sus selfmade-men, de que tanto se envanecen, hasta usurpar a veces el ttulo. Robinson Crusoe ha pasado al alma de una nación entera, producido los prodigios de las más inesperadas aplicaciones a la industria de las revelaciones de la ciencia —vengan de donde vinieren—, pues ellos son Robinson, los hijos de otra sociedad que lanzados al continente americano han dcbidç recordar todo lo que han leído, oído, o visto, para ensayarlo ' ponerlo en práctica en el gran continente que suplía a la pequeña isla de Robinson. Es un hecho incontrovertible va la niavor aptitud de los norte2»9


ACCION, CIVILIZACION americanos para las artes mecánicas, a punto de reconocerse los europeos a retaguardia en la invención de nuevas máquinas, y motivar pesquisas parlamentarias en In glaterra, que dieron por resultado, mostrar que la mayor parte de los inventos ingleses en los últimos diez años eran o importación o mejoras de inventos americanos. • •La explicación del comisionado inglés no explica nada, sin embargo, como un rasgo nacional. Blanchard, el inventor del fusil mecánico y de la caja hecha a torno, ajustándose cada pieza de un fusil, matemáticamente, a todos los fusiles de la misma fábrica, era un pobre mozo de Boston, a quien su hermano confió la explotación de una fábrica de tachuelas, e inventó una máquina para hacerlas de un golpe, con cabeza y punta. Las matemáticas están, sin duda, en el alma, acaso en los músculos de Blanhard; pero no las ha estudiado mejor que los millones de europeos que las saben y no las han aplicado a la industria. ¿En dónde está, pues, el secreto? No está en las escuelas científicas, que el agente inglés encuentra insuficientes, no habiéndolas especiales ni en los departamentos mineros en que se construyen en gran escala máquinas. 1 clamor es hoy universal, porque la escuela se convierta Y la educación, de clásica se haga industrial. Mister Mather, el comisionado inglés, encuentra, sin embargo, fuera de la escuela, en las campañas, en la granja del labrador de la Nueva Inglaterra, en el seno de la familia misma, lo que de allí se deseara introducir en las escuelas de las ciudades. "En los Estados de la Nueva Inglaterra especialmente, dice, la absoluta necesidad de que los niños de diez años ayuden a las faenas del verano, ha forzado a unir la escuela con el trabajo, de manera, que los padres puedan aprovechar el trabajo de sus hijos, sin sacrificar lanstrucción de éstos. Las pedregosas y punto menos que estériles tierras de la Nueva Inglaterra, requieren intensa actividad, industria y saber de parte del labrador, si cuenta subsistir de sus productos; y como los salarios son subidos, ha de echar mano de la gente de casa. Toda clase de obra ha de hacerse allí, la del herrero, del carpintero, del cerrajero, del carrocero, y aun obra de maquinaria y de hidráulica se hace tan familiar al chacarero, aunque en forma ruda y hechiza, como arar, aporcar, sembrar, y cosechar. Así se adquieren todas las artes manuales en mayor o menor grado de perfección. El hijo del labrador recibe de este modo una educación industrial

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES de la mejor especie, en su casa y adyacencias. Su ingenio se aguza, sus percepciones se desenvuelven, y encuentra allí vasto campo para la inmediata aplicación de los conocimientos adquiridos en la escuela. • . . Mister Mather no cree que las instituciones de educación de más alto grado que las escuelas públicas, ya sean de instrucción técnica, o ale pura ciencia, o de las ciencias aplicables a las artes, hay an sido la causa del progreso hecho en la invención o en el saber mecánico. "La principal causa de la inventibilidad y saber de los americanos, dice, y sobre la cual no acaba de motivar su admiración, ha sido la necesidad antes de todo, y la general aptitud para adquirir conocimientos a consecuencia del empuje que desde el punto de partida, la escuela, se da a cada niño o niña." ¡Extraña felicidad de darse cuenta del fenómeno más extraordinario que presente la mente de un pueblo en general! Cuando en otra pa:-te insinúa que el ser de raza entra por mucho en la aptitud inventiva, no anda tan descaminado sin duda, pues que Blanchard, el inventor de la intercambiahilidad de las piezas de la máquina, es al fin francés, descendiente de aquellos hugonotes que poseían en Francia los secretos industriales de su época, y que con la dispersión los pusieron al servicio de las industrias de las otras naciones en donde se refugiaron. La escuela no explica a Franklin, Fulton, Morse, ni la máquina de coser, iii a Idison con sus inventos, que parten de principios de física ciando los necesita. Necesidad hay en toda Europa, e ignorancia y preocupaciones en las campañas, más que en las ciudades; la educación es más completa ca Prusia, y nada o poco se inventa, si no es el fusil de aguja o el cañón Krupp, como en Suecia y Noruega, donde todos saben leer \T escribir, sin mejorar visiblemente las condiciones de la vida. La necesidad ni la raza explicarían nada, si la historia no viniese a darnos otros indicios. La Nueva Inglaterra fue poblada por insignes controversistas que acometían resolver los grandes problemas religio:os y traían en sus almas, como el peso de la tradición humana, que vinieron a descargar en Boston, Salem, Connecticut y más tarde en Rhode Island. ran, por otra parte, los continuadores de la resistencia opuesta en ' Inglaterra al arbitrio de los Estuardos, y muchos de ellos, cómplices u sin patizadores de la muerte de Carlos 1, de donde

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ACCION, CIVILJZACION ha salido completo de todas las piezas el sistema representativo de gobierno, basado en la acción libre, en ci pensamiento libre de cada uno, tal como lo puso en práctica Guillermo Penn en Filadelfia, y desde allí fue modelando todas las concepciones de gobierno, hasta encontrarse a la víspera de la Revolución de la Independencia, una sociedad más homogénea, más educada que la de Inglaterra misma, desde donde venían los primeros pobladores, corno lavas lanzadas a lo lejos de un volcán religioso-político, corno fueron los reinados de los Estuardos, y la planteación de la Reforma Religiosa. Edison y Franklin se dan la mano en su invención de la electricidad, pues la idea de arrancar una chispa de la nube con la pandorga, muestra por lo pueril, el genio de un pueblo; como la idea de Lowe de reinventar el telar mecánico, puesto que hombres sin estudio especial, como Watt, lo habían inventado, es la misma de Blanchard de encerrarse cinco meses a inventar el torno que ha de producir la caja de fusil. La necesidad no ha hecho inventar las maquinas de segar, trillar, etc., que las habrían inventado los egipcios en ese caso. Pero cuando un pueblo entero siente la gloria de vivir, cuando su inteligencia rebulle como la sangre en las venas y necesita poner su existencia material a la altura de su capacidad intelectual, falto de capital con cuyo interés proveer a sus necesidades, o de tierra para hacer producir vegetales, busca en su espíritu una combinación de fuerzas que, ahorrando parte del trabajo que se obtiene por los medios conocidos, le deje como su y o al inventor el valor del trabajo economizado. Robinson mismo para darse aliento en su isla, formula netamente la teoría de la invención. "Así puse manos a la obra; y. aquí es el caso de observar que como la razón es la sustancie y el original de las matemáticas, así comprobando y sometiendo a escuadre toda cosa por la razón y haciendo el juicio más racional de las cosas, todo hombre puede ser a su vez maestro de toda arte mecánica. Jamás había manejado un instrumento en mi vida, y sin embargo, llegado el caso, con trabajo, aplicación, industria, encontré al fin que nada habría dejado de hacer, especialmente si para ello tenía los instrumentos y algunos sin más instrumento que el hacha o la azuela, que probablemente nunca fueron hechos de esa manera, y eso con infinito trabajo.',

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES • Cuando mister Mather, el comisionado inglés, venía a los Estados Unidos para inquirir la causa de la superioridad mecánica, olvidaba que en su propio país se había escrito la receta universal de hacer tdas las cosas, no ya aplicando los instrumentos conocidos, sino inventándolos especiales para la realización de cada aspiración nueva. Para mostrar la correlación que hay entre la fundación de las colonias inglesas, el puritanismo que inspiró hacer descender de la "Marv Flower" los sirvientes que algunos peregrinos querían llevar consigo, la santificación del trabajo y el estímulo dado a la inventiva que es el rasgo característico del yanqui, no necesito más que agrupar las fechas de fundación y de la aparición del libro Robinson Crusoc, inspirado por lo que ya practicaban los puritanos para reinventar la civilización en sus instrumentos de acción, pues la idea la traían en su inteligencia. • .De Foe ha vivido, pues, hasta su muerte en 1731, bajo la impresión de las noticias que llegan de las recientes colonias en América, de las dificultades con que luchan y de los medios que improvisan los valientes Padres Peregrinos para sobreponerse a una naturaleza ingrata como la de la Nueva Inglaterra, que es la porción de territorio que están poblando los puritanos, y De Foe es del partido puritano y partidario en Inglaterra de la libertad que sus correligionarios han ido a poner en práctica en las soledades americanas. • . Pero el autor, para hacer más expresivo el drama y más moral el cuento, lo saca del terreno práctico de la colonización americanL que ya va perdiendo parte de la novedad de los primitivos tiempos, y lo traslada a una isla del poco frecuentado mar Pacífico, lleno de archipiélagos y de misterios, con sus palmeras y sus salvajes antropófagos. Un naufragio en lugar de un acto voluntario excita la curiosidad simpática del lector, y pone al héroe de improviso en presencia de la naturaleza, y la lucha por la existencia empieza sin otro instrumento que el sentimiento moral que hereda de sus padres y de su civilización. Esta es la fuerza que mueve todo el sistema. Robinson se diferencia del salvaje en que tiene la noción de todas las cosas de su tiempo. Sabe que se puede hacer lo que la mente concibe; y el salvaje no concibe y no ha aprendido a ejecutar, ni vsto cómo ejecutan los demás sus propias ideas. Los [tados Unidos son la patria verdadera de Robinson, por-

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ACCION, CIVILIZACION que de allí tomó De Foe la idea de su libro o el libro las ha colonizado. A merican notíons se llaman am todas las pequeñas contrivances o ingeniaturas que el norteamericano inventa a cada paso para proveer a sus necesidades ocurrentes. Cuando uno lee el Robinson, encuentra en sus páginas el arte primitivo de hallar los medios a que puedan contribuir a producir un resultado. Nociones robinsonianas, podría llamarse a la grande familia de los pequeños inventos. Ya hemos Visto cómo el sistema de educación a la Robinson, preconizado por Rousseau en su Emilio, se presentó en Europa N, fue acogido por todas las naciones civilizadas y patrocinado por los grandes y los ociosos de la tierra (Luis XVI era relojero), y cómo fue desacreditado y sustituido por la noble profesión de las armas que ofrecía, al decir de los contemporáneos, el bastón de mariscal al labriego apartado de sus labores, si mostraba una mano feliz y una inteligencia precoz para matar hombres.

BENJAMIN FRANKLIN Benjamín Franklin fue la encarnación viva de Robinson Crusoe en su forma más noble, cual es el ejercicio de la inteligencia como instrumento de trabajo. No importa que el aprendiz haga velas y jabón con su padre, o sea cajista de una imprenta, con su hermano. No son tipos ni ramas las que mejora. Es la propia razón la que está cultivando como materia prima, casi sin apercibirse de ello, y lo que busca es la manera de hacer sentir este instrumento a los demás, o aplicarlo a nuevas o desconocidas cuestiones. Franklin imprime bien o mal como obrero, es de creer que bien por la honradez de su espíritu y la dirección de sus ideas; pero no es ése su asunto predilecto. • . ¡Qué diferencia entre Sancho Panza y e l Buen Tío Ricardo! El ridículo del uno, y la santidad del otro, forman dos civilizaciones: la que moría en España, la que nacía en América. Franklin figura entre los bienhechores de la especie y entre los más grandes filósofos y sabios modernos. Sus escritos, sin embargo, han circulado poco fuera de su país, si no es su vida que es en sí misma el libro más atractivo y novedoso; pero en los Estados Unidos ha dejado tan honda impresión, que puede decirse que ha

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES dado fisonomía a la raza, creando un nuevo tipo, el seif-niademan, el yanqui inventor de máquinas, (]'IC va ya por Ldison, que sale a caza de nuevas adquisiciones de principios físicos y trae de sus incursiones en lo desconocido, lo bastante para algún invento que se formulará en patente industrial. El self-made-man es un producto americano, y sin embargo de negarse antepasados, tiene, como creo haberlo demostrado, por padre putativo a Franklin, y como abuelo heroico a Robinson, bien así como los romanos se daban por antepasados a Eneas y los troyanos. • . Pero Franklin en moral avanza sobre Sócrates, y sobre la moral niima de Jesús que, según lo ha observado Renán, es ineficaz para los fines civiles en la parte económica, ensalzando la pobreza y la destitución, excitando inconsideradamente el odio contra los ricos, que no se salvarán por serlo. La riqueza es para Franklin [a recompensa de los hábitos de economía y el fruto del trabajo honrado. • . . Las bibliotecas de aldea, y aun las asociaciones particulares, le deben a él su origen. Hay de ellas más de quince mil en los Estados Unidos, incluso su propia Biblioteca, en Filadelfia, hasta el punto de haber entrado la biblioteca, ho y día, como las obras de salubridad, ornato y provisión de agua en las ciudades y aldeas norteamericanas. Introdujo, para no desviarnos de la moral, dos virtudes nuevas: el silencia y el aseo. Esta última no era ni cristiana ni antigua, pues es de origen moderno, requerida en Holanda por causas de higiene y propagada por la raza sajona, acaso por exigirlo el servicio de la marina. Añadió otra por el ejemplo de su carácter lleno de gracia y de mansedumbre, y es la jovialidad, que hace soportables los sinsabores de la vida. Esta expresión exquisita de las necesidades y tendencias de su época, tropezó con una verdad que destruía de fond en comble la estructura del mundo antiguo, descubriendo que el rayo es simplemente el contacto de dos modos de la electricidad. El mutido moderno parte de este hecho, y todavía vamos por presentir las consecuencias del descubrimiento. Cúpole a Napoleón hacer otro hallazgo que explicará la antiguedad, con la piedra de Rosette. La expedición a Egipto no dejó otro bien, y salvo la lectura de los jeroglíficos, debida a aquel hallazgo, Napoleón pudiera ser

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ACCION, CIVILIZACIOY suprimido de la historia, si no es por los riales que acarreó al mundo moderno. Cuando se piensa en el desenlace final de las influencias que los hombres representativos ejercen sobre su siglo y sobre su porvenir, ci hallazgo de la piedra con la inscripción en tres escrituras, griega, jeroglífica y herática, aparece como la obra de Napoleón. Sin la expedición a Egipto, sin el incidente casual de descubrir al cavar los cimientos de un fuerte, la estela que las contiene, habría continuado, acaso por siglos, el misterio de la civilización egipcia, y quien dice egipcia, dice el origen de las religiones y de la cultura humana. Todavía los jeroglíficos no han dicho su última palabra, pero vase leyendo página por página el libro de piedra eterno que la contiene, ' y toda duda se disipará. Mucho ha de serle perdonado al aventurero sublime por este descubrimiento. Quiso restaurar el Imperio Romano con la cony sin industria ni libertad para la paz. El destino le forzó la mano, y a su propia obra puede aplicarse su pomposa frase: "¡De lo alto de esas Piránudes, cuarenta si g los os contemplan!" Mariette y Máspero, siguiendo la huella de Champollion, han mostrado que pasan de ochenta, y el ilustre Faraón Lesseps, reabriendo el Istmo de Suez, ha cumplido el propósito de la inspección en que el general Bonaparte hubo de perecer, tragado por la marea montante, como los egipcios que perseguían a sus esclavos prófugos con el robo de sus alhajas. En la piedra trilingüe de Rosette acaba con Napoleón el mundo antiguo, como con el pararra y o de Franklin principia el mundo moderno, que Edison explora. Collinson leyó en 1735 en la Sociedad Real de Londres, una carta de Franklin dándole cuenta de las experiencias hechas en Filadelfia, a la cual no le dio importancia alguna. Otro miembro comunicó que había leído en otra sesión su Ensayo Explicativo, pero que los conocedores se habían reído de sus ideas sobre la materia. Todavía en la época en que nos hallamos, no se percibe la otra orilla del piélago, del X eibon, del Tien, o la inmensidad iluminada por astros que engendró a los Dioses de todos los paganismos, porque en las aldeas (pagos), y los extremos de la tierra bárbara, se refugian los Joves y los Zeus destronados. Franklin irá siempre Con su bondadosa y espiritual sonrisa en los labios, y sin la sardónica y mefistofélica burla de Voltaire, aplicándoles en sus escondites, la luz eléctrica que él arrancó a la nube pudiéndole

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S\Ri\i11N1 () - ii:x[OS F'U\l)A.\llNlALFIS decir al verlos: "¡Tú lanzabas ci ra y o antes; tú eclipsabas o detenías el sol; vosotros dabais o negabais sin ton ni son la lluvia; tú curabas lo:; lamparones. . . Quedaos con Dios, buenas gentes!" Cuando considerarnos el conjunto de las aplicaciones que se están haciendo de la electricidad, y los nuevos poderes que pone en manos del hombre extendiendo su audición por el telégrafo, el teléfono y el micrófono, a todas las distancias y a todas las profundidades, como lo habían hecho ya con la vista, el telescopio y el microscopio, no podemos apartar de nosotros la plácida imagen de Franklin, sometiendo ci rayo a su dominio y desarmando a Júpiter, sin figura de retórica, pues ese día y COfl aquel acto, concluía ci reinado de las supersticiones. Franklin señala una época de la historia del desenvolvimiento humano con el advenimiento de la electricidad, más que la invención de la pólvora, de la imprenta y de la aplicación del vapor, que cambiaron la faz del mundo. Nias su gran descubrimiento es el principio moral que liga la virtud con el bienestar, y declara casi imposible el ejercicio de aquélla sin éste. La virtud es un arte, y sen viciosos sólo los que lo ignoran. Sir de hacer fortuna por la economía, ha creado, practicándola durante un siglo un pueblo, una acumulación de riquezas diez veces mayores que en Inglaterra. Este hecho es importante y unico, pues España e Italia, herederas de las riquezas acumuladas por los romanos, perecen de inanición por falta de caudal acumulado de antemano para mover la industria y desenvolver la riqueza. Sólo donde Franklin idicionó el decálogo de la moral con dos virtudes nuevas, la ecanomía y la instrucción común, será posible la habilitación para ci gobierno propio de la masa humana. La virtud sin tener el pan asegurado, la libertad de los menasterosos, son problemas que la dinamita pretende resolver, es decir, que se declaran insolubles, donde corno en Europa sucede, no se empezó por el principio, como en las colonias inglesas, abriendo a todos el camino de la adquisición o dando a cada uno, como decía Lincoln, "un mismo e igual arranque y punto de partida, para procurarse el bienestar según el alcance de sus fuerzas". La más solemne asamblea humana, por la sublime exaltación del sentimiento del genus horno, al saber la muerte de Franklin, expresó su dolor con una frase eterna como el E pur si innove, atribuida por la apoteosis a Galileo: Eripuir cae/o fula;ien Scetrum que Tyrannys

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A CCION, CIV ILIZA CJON Poniendo sobre los pináculos de nuestros palacios y usinas el pararrayo, Franklin pasó a los Morse y a los Fdison la llave aquella con que abrió la puerta de los cielos, haciendo descender de las nubes al Dios anunciado por Prometeo; y en cuanto a tiranos, la lepra y la sarna de las repúblicas, tras la Declaración de los Derechos del Hombre, ha dejado preparado el camino a la emancipación de los esclavos y a la igualdad de la mujer con el hombre. (1 9 de enero de 1886.)

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xi ANTIDEMAGOGO Y ANTIOLIGARCA



El famoso Chacho va en dirección a Coquimbo. Véalo y sírvale. (Carta a Indalecio Cortínez, 1841.) * La inmigración europea, quién lo diría, es aquí (Estados Unidos) un factor de barbarie. (V iajes.) * Yo no creo en la república sino como la última expresión de la inteligencia humana. (V iajes.) * Carta al ministro inglés Southern que en 1849 encabeza una nota de adhesión de los comerciantes ingleses en Buenos A ires al gobierno de Rosas: El gobierno de Rosas es un gobierno que se sale de todas las reglas conocidas de los gobiernos cristianos. Un inglés que lo mire con su conciencia formada por el Parlamento, el babeas corpus, el jurado, la libertad de imprenta, debe creerlo monstruoso, absurdo, detestable; si no, no es inglés. Acúsase, en América, señor, a la política inglesa de un maquiavelismo frío e in:ensib!e a los males que ella misma causa o prepara. Yo la he defendido constantemente. Acúsase a sus agentes de ser mercaderes que, con tal que vendan calicoes o madapolanes, hallarían bueno un gobierno de bandidos tales. Este cargo es el menos fundado de todos, a menos que admitiéramos la suposición de que eran, en lugar de comerciantes, mercachifles, incapaces de llevar su consideración a las grandes

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SAR\1I1NTO - TIXTOS FUNDA1ENTALES causas que desenvuelven el comercio y la riqueza de las naciones. (Obras: T. V I.) * El monstruo híbrido que se ha llamado Héroe del Desierto porque ha sabido, en efecto, despoblar a su patria. (Recuerdos de Provincia.) * Me parece que entre cien argentinos reunidos yo diría, éste es unitario. FI unitario tipo marcha erguido, la cabeza alta; no da vuelta aunque sienta desplomarse un edificio; tiene ideas fijas, invariables; y a la víspera de una batalla se ocupará todavía de discutir en toda forma un reglamento, o de establecer una nueva formalidad legal; porque las fórmulas legales son el culto exterior que rinde a sus ídolos, la constitución, las garantías individuales... Es imposible rimaginarse una generación más razonadora, más deductiva, y que haya carecido en más alto grado del sentido práctico. (Obras: T. V II, Facundo.) * El es una instructiva lección para los partidarios del americanismo a la manera de Rosas, que concluye por la desaparición de la raza española por la guerra y por el exterminio. Sábese que en Francia el Courrier dii Havre y La Presse ganan un enorme salario para defender y justificar a Rosas. Léese en el primero de estos diarios, reproducida por el segundo, la siguiente comunicación: "Havre, 25 de diciembre de 1850. "Todos los extranjeros y más particulaF mente los franceses, pues que están en mayoría en la emigración, y cuyo número puede elevarse a más de treinta mil, gozan de la libertad más completa en el ejercicio de su industria. Son aún, bajo este respecto, más favorecidos que los argentinos, sobre los cuales pesa un servicio militar qu absorbe todo su tiempo o unf gran parte de él, lo que viene a resultar en provecho de los extranjeros, que por este medio están en posesión de las principales industrias, de las que hacen en cierto modo el monopolio." Por lo demás, inútil sería negar que tal es la posición ventajosa de los extranjeros en Buenos Aires, y sobre todo la de los franceses. No hay prostitución, no hay bajeza que el gobierno no ponga en juego para conciliarse el afecto de los extranjeros. Sus tertulias en Palermo, las cajoleries de Manuelíta, se prodigan a cualquier ma-

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ANTIDLMAGOGO Y ANTIOLIGARCA

nant que venga de Europa y pueda volver a dar informes corno el de Bonnet. La policía usa para con los hilas del país, todas las groserías y durezas que le son habituales; pero si un extranjero debe rendir una declaración, un empleado público va a su casa a pedírsela respetuosa y atentamente. Hay un campamento en Santos Lugares, otro en San Nicolás al mando de Mansilla, otro en el Cerrito de Montevideo. Toda la población masculina pobre de Buenos Aires está en los campamentos hace diez años. Su lugar en la campana lo han ocupado los vascos, y en la ciudad, en las artes y ocupaciones de la vida, los europeos de todas las naciones. Aquellos argentinos, envejecidos en el ocio de los campamentos, deshabituados al trabajo, volverán, los que sobrevivan un día, a los lugares donde estuvieron sus hogares. La mayor parte no han dejado familia, y la incapacidad de trabajar los extinguirá al fin corno unos parias en su propia patria. En la ciudad cuentan ya tres extranjeros por cada hijo del país; pero esta nueva sociedad extranjera no tiene derechos políticos, ni los apetece por ahora. (Sud A mérica, abril de 1851.) * El poder colonial tenía sus próceres, y Liniers, el representante del Rey, Orellano, el jefe de la iglésia, amenazaban desde Córdoba cambiar la Revolución de la Independencia en simple asonada de calles, en sublevación de vasallos rebeldes. La revolución de Buenos Aires habría contado, como la de Méjico, la de Chile y la de Venezuela, un escarmiento al volver la primera página de su historia, si la Junta Gubernativa no hubiese osado decapitar el sistema colonial en sus próceres mismos. (En el sepelio de Rodríguez Peña, 1853.) * Mi brusca separación, y sobre todo la manera de hacerlo, habían desconcertado al general (Urquiza), por la primera vez en aquella marcha ascendente de arrollar obstáculos, porque al fin el doctor Alsina se había puesto la cinta que le había jurado a él mismo no ponerse. (Campaña en el Ejército Grande.) * Carta al general Urquiza: Acelera esta resolución el propósito de la proclama que ha circulado a yer, siendo mi intención decidida !1() suscribir a la insinuación amenazante de llevar un cintillo colo-

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SARMIENTO TEXTOS FUNDAMENTALF;S rado, por repugnar a mis convicciones y desdecir de mis honorables antecedentes. (Obras: T. X LIX .) * Hay escritores que aseguran que nuestros males provienen de haber tomado demasiado a la Europa. Oh, no hagamos del atraso una ciencia del vacío un arte. La gloria de nuestra Revolución, de la independencia, estaba en que se proponía abrir la puerta a todos los progresos de la inteligencia humana, a todas las verdades conquistadas, precisamente porque descendíamos de una nación que en un rincón de Europa se había parapetado contra la marcha de los progresos, de la libertad, de la ciencia, de la filosofía. ¡Los pícaros porteños! ¡A los porteJos! Desde Artigas hasta Facundo éste ha sido el grito universal. Se olvidan que si Rosas o Buenos Aires han destruido las provincias, aniquilándolas o esclavizándolas, ha sido por la mano de los provincianos López, Benavíde2,, Virasoro, Urquiza, sus ciegos instrumentos, sus vendidos verdugos. (Carta de Y ungay.) * De hoy en adelante seré porteño en las provincias y provinciano en Bueno: A ires. (Sarmiento A necdótico.) * Renuncia a una banca en la Legislatura de Buenos A ires. La Confedcracióa sin Buenos Aires es como aquel jinete que durante el bombardeo por los ingleses, seguía galopando y apareció blandiendo la espada por las calles, mucho tiempo después que una bala de cañón le arrancara la cabeza. El Estado de Buenos Aires sin las provincias es como la cabeza de los guillotinados que continúan pensando y sintiendo largo rato. (Obras: T. X V I.) * Buenos Aires no tiene una figura nacional que pueda oponerse a Urquiza, excepto el general Paz, y yo, quizás. (Carta a Posse, J82.) *

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ANTIDEMAGOGO Y ANTIOLIGARCA

A A lberdi: La verdad es que usted no cree en nada. ¿Qué importa el robo de un cerdo, que remedia una necesidad, en cambio de un castigo espantoso (la muerte) que destruye toda idea de justicia?, digo yo. ¿Qué responde el abogado Alberdi? Sólo la aversión personal que empezaba a nacer en usted pudo dictarle esa absolución inaudita del comunismo. No, Alberdi. No hablo con el periodista explotador de preocupaciones locales. Hablo de derecho. Un hombre roba un cerdo. Un uez lo fusila. ¿Hay proporción entre el delito y la pena? ¿Puede existir la idea de justicia donde la vida de un hombre pueda equivaler a la propiedad de un cerdo? Responde ci abogado con escritorio abierto. . . (Las Ciento y Una.) * Jamás he sufrido Como en esta época! He vivido diez años en la lucha; pero había para mí consolaciones próximas que me alentaban. Las aprobaciones de los amigos aquí; la aceptación de los pueblos allá; la visión cierta del éxito en el porvenir. Ahora no tengo esto. Vivo solo como un presidiario que guardan Alberdi y ci Club; gimo bajo su látigo. Ustedes viven en las agitaciones del foro de la tribuna, de la prensa del campo de batalla, viven que eso es vivir. Yo muero aquí corroído en la inacción por los tormentos del espíritu. (Carta a Mitre, 1853, Chile.) * Estoy desilusionado de todo, de Buenos Aires tanto Como del Paraná. Aquí son ignorantes y egoístas; allá hombres sabios y perversos; aquí anarquía y desgobierno; allá gobierno de una minoría y explotación. (Carta a Posse, 1856, Buenos A ires.) * Guardémonos de reproducir ese cargo contra la ingratitud de las repúblicas que, a fuerza de repetirse, ha hecho creer a las almas vulgares que el poder es la necesaria recompensa a los servicios prestados a la patria. PisL tratos que clan la libertad para esterilizar sus frutos negociando en batallas que p'rnen a granjería la sangre de los pueblos, para elevarse; tiranos por derecho de gratitud, más terribles que los tiranos por derecho de odio, que derrocan. (Don Nicolás Rodríguez Peña.) *

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SAE IHNiO - TEXTOS F'UNI)AMIINTALES

Pero Buenos Aires debe ese día 11 de setiembre al esfuerzo combinado de todos los argentinos, y sus resultados felices para él hoy, son sólo un depósito sagrado que guarda para distribuir por iguales partes a los pueblos hermanos, haciendo que con su paz, sus progresos, sus instituciones y su riqueza, se extienda por todas partes la buena inteligencia de lo que hicimos el 11 de setiembre, que era, seíiores, este muelle, aquel gasómetro, esa aduana, aquellas cúpulas, eses vapores que vienen dóciles a ponerse a nuestro alcance corno el corcel fogoso tiende al amo su cuello. Por qué los vientos del Océano han estorbado que hoy, como lo esperamos, desembarcasen los rails del camino de hierro? Es que todavía los vientos no obedecen a la voz de la inteligencia. Cuando Buenos Aires, señores, sea miembro de la Unión Argentina, debe doptar como los Estados Confederados del Norte su símbolo. Yc propongo este emblema: Bajo el tímpano de la Catedral, a la derecha de la Pirámide de Mayo, una mujer griega con corona mural, a la derecha un río, al frente un muelle, y a ambos lados caminos de hierro. Este símbolo dirá: Buenos Aires, miembro de los Estados Unidos del Río de la Plata. (En la inauguración del muelle de Fuenos A ires, 1856.) * No hagamos del título de extranjero un privilegio si (lucremos fundar una nación. . ., no debemos consentir en que haya una prima dada al egoísmo. (El Nacional, 1856.) * Así se falsifica la conciencia póblica... Si vosotros aprobáis estas elecciones, se declara que el fraude y la violencia fueron practicados siempre y lo serán en el futuro; las cabezas de vuestros hijos pagaron mañana el crimen político cometido por la inmoralidad de sus padres. (En la Legislatura de Buenos A ires. 1856.) * Urquiza ostenta 150 mil vacas, con 170 leguas de país y ocho mil soldados. . . Carril mandó diez mil libras (le onzas de oro a colocar en este mercado, mientras los empleados no se pagan, y Bushen_ tal se los so -be en empréstitos usurarios. No hablemos de Buenos Aires. Nada ha y que esperar de él precisalmiente porque tiene todo, si no es inteligencia y previsión. Peña, viejo representante del partido federalista, es el que dirige,

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ANTIDEMAGOGO Y ANTIOLIGARCA

con Obligado y los suyos, la política loca], porteña. Mitre y Alsina no son el alma de esta administración y ellos mismos ceden a la presión de la opinión común. . . Mi situación es la más precaria. No represento nada. No estoy con la opinión ni me atrevo a contrariarla, porque al día siguiente me quedaría sin un suscriptor. (Carta a Posse, 1857.) * En la Municipalidad porteña: No salgamos de nuestro humilde terreno. Aquí estamos encargados del barrido de las calles y de sacar las basuras. (Sarmiento A necdótico.) * No hay utopistas más osados que los ignorantes con poder, precisamente porque no están en antecedentes. Rosas es una utopía sangrienta. (Sarmiento A necdótico.) * No hay principios norteamericanos, como no los hay franceses. Hay los derechos del hombre, y los progresos de la inteligencia humana universal que piden su aplicación en todos los puntos de la tierra. * En 1859, en la Legislatura porteña, que se ríe de su proyecto ferroviario: Pido a los taquígrafos que hagan constar esta hilaridad en el acta. Quiero que las generaciones venideras aprecien mi fe inquebrantable en el progreso de mi país. Y al mismo tiempo ¡con qué clase de hombres he tenido que lidiar! (Sarmiento A necdótico.) * Los reyes de la Edad Media, semirromanos, semibárbaros, son Rosas con diversos nombres: Rosas el cojo, Rosas el tartamudo, Rosas el temerario, Rosas el cruel, Rosas el imbécil. . . (Obras: T. X X !.) *

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SARMIENTO - TEXTOS FU DA-NI ENTALES

• El espíritu de extranjerismo se va radicando de tal manera que tendremos que decir, cuando se nos pregunte, quién es usted? Con perdín de usted, argentino. (Obras: T. X X X V I.) * Por veinte años yo he desempeñado un rol que era contrario a mi naturaleza, escribir, hablar, pero constreñido, viviendo en un medio adverso; al fin puedo actuar, en pequeña escala, es verdad, pero actuar, y en tres años de gobierno mostrarles los dones que Dios me ha concedido. (Carta del gobernador de San Juan a Posse.) * La irrigación es para San Juan lo que la sangre para el cuerpo: la subsistencia depende de ella, y los disturbios en su equitativo reparto acarrean malestares semejantes a los suscitados en política por la anarquía. (Mensaje a la Legislatura de San Juan, 1862.) * Espero con la minas crear una política industrial y sana, reparadora y fecunda en riqueza, que es lo que falta en el interior. Ayúdene en esto, y habrá satisfecho mi ambición, que es tener poder para crear, transformar, realizar. (El gobernador Sarmiento al presidente Mitre.) * Hay inseguridad latente, corno cuando se vive en país donde tiembla. Alguna alarma me ha causado saber que partidas de Peñaloza arreaban ganado de Valle Fértil como de marcas desconocidas, no obstante hicérsc10 comprender así, y la noticia de que está reuniendo gente en su estancia. Hemos (lado cuenta de lo primero al gobierno de La Rioja en los mejore; términos, y por lo segundo enviado al capitán Fuensalida al Valle Fértil, para estar a la mira, con orden de ir hasta el Chacho y entenderse con él. He preferido este expediente a darme por entendido del robo escandoloso. (Sarmiento - Mitre Correspondencia.) *

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ANTII)Ei\1A(OGO Y \NTIOLIGARCA

Recibido el coronel Arredondo del escuadrón del primero de línea y de la Guardia Nacional mendocina con las fuerzas que traía, mandó 400 hombres montados a mula y con caballos de diestro, y en 6 días, salvando el desierto y atravesando tres monrañas, cayeron en Olta sobre el cuartel general del Cincho y lo ultimaron por acto espontáneo y orden que ignoro. (Mitre y el Chacho, D. de la V ega Díaz.) * Va una contestación enorme a la nota en que el gobierno nacional niega a las provincias la facultad del estado de sitio. Rawson, como todos los que se crearon en la Confederación, profesa esos errores que denuncio; y a usted y al Congreso les han de gustar porque cree que con ello ataja desórdenes y abusos, no míos, sino de otros más bárbaros. (Sarmiento-Mitre-Correspondencia, 1863.) * En aquel teatro (Estados Unidos) le prometo recuperar en servicios reales el tiempo desperdiciado en esta obra oscura. He de poder suministrarle tales datos sobre gobierno, instituciones, etc., que devolveré con usura lo que de favor haya en mi posición. (Sarmiento-Mitre-Correspondencia.) * Sobre su desempeño diplomático ante los gobiernos de Chile y Perú en 1864: Se guardarán muy bien de publicar mis notas, porque . . . sigo las instrucciones recibidas por fechas, por días, por horas, de modo que lo que reprobarían es lo mismo que ellos han ordenado y sus propias opiniones, sin que haya una mía, ni un paso aventurado en todo el procedimiento. (Sarmiento A nedóctic o.) * Excuso contestarle sus exposiciones, casi siempre fundadas, pero que tienen por base esta petición de principio: "dado que yo siempre obro bien, y usted siempre mal, que mis motivos son justos, y los de usted la plaza pública y las limeñas oiga usted este bello discurso."

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES • . Yo 1-Le hecho pocos discursos y esto contrariando siempre a las 1imeas. Usted que es hombre de letras ha de haber notado esta peculiaridad que me ha hecho siempre impopular. (Sarmientolvi itre-Corespondencia.) * Mi deseo habría sido realizar un antiguo pensamiento mío con respecto a las embajadas, que es convertir a estos planteles de ociosos en oficinas de trabajo para transmitir datos útiles, y establecer, más que con los gobiernos, con los pueblos, relaciones. (Sarmiento-ílíitre-('orrespondencia.) * El espectáculo del rápido desarrollo d este antes Far W est, y ahora centro de los Estados Unidos, me enferma, al compararlo con nuestro atraso en iguales circunstancias; y al atesorar todas las útiles nociones que voy reuniendo, me entristece pensar que voy para viejo y no tendré tiempo ni energía suficiente para aplicarlas al desarrollo de mi país. (Boletín de la A cademia A rgentina de Letras, 1, III.)

LA DOCTRINA MONROE (Rodhe Island, octubre de 1865.) La doctrina de Monroe fue en su origen la protesta de Inglaterra y los Estados Unidos contra toda intervención europea que tuviese par objeto, como lo intentaba la Santa Alianza, la proscripción de principios de gobierno libre en la América del Sur, como habían sido proscriptos en Europa después de 1815. Quién no ve que hay flotantes, para decirlo así, en el mundo político actual, como aquellas enormes masas de hielo polares, impelidas por los vientos y próximas a chocarse, tendencias cartaginenses con su comercio, colonias y fuerte oligarquía, aspiraciones teocráticas que renuevan las sociedades desde otro punto, solicitándolas volverse atrás; recrudescencias de imperio romano con sus águilas y sus legiones de veteranos por toda razón; y hasta una Macedonia se encumbraría a retaguardia y en la frontera de aquella discordante Grecia (Europa) copiando sus movimientos. La reproducción de ciclo fatal de Vico, aunque en proporciones más vastas, se realizaría, sin el advenimiento (le la América

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ANT1DI\íAGoGo Y ANTIOLIGARCA

que ha dislocado ci mundo antiguo, sacando su centro del Mediterráneo y descentrándolo. Separación histórica y alejamiento geográfico de las tradiciones y escena del viejo mundo. Exposición al Pacífico y al Atlántico, al Oriente y al Occidente antiguos. Posesión de su territorio de enormes depósitos de oro, plata, hierro, carbón de piedra y maderas. Diez veces más terreno que el que ocupa la generación presente, para dar lugar a las futuras, con su natural crecimiento de otras naciones. Supremacía marítima corno medio de contacto con otros pueblos, sin inferioridad militar de nación alguna existente, tanto en número, como en la eficacia de las armas; generalización nacional de la facultad inventiva, para acelerar y multiplicar las producciones de la industria humana y apropiarse la materia; aptitud intelectual generalizada a toda la nación y a todas las generaciones por un plan de educación universal para difundir inmediatamente todo nuevo progreso del saber humano en todos los países; preparación del suelo, terminada ya por ferrocarriles, canales, ríos y mares, a un rápido movimiento de circulación; y todo este conjunto de ventajas naturales o adquiridas, creado, impulsado, regido por un sistema de instituciones políticas que tienen la sanción del tiempo, de la experiencia fructuosa y feliz, y lo que es más, la sanción moral de la conciencia humana en todos los países, puesto que la libertad civil y religiosa, de acción y de pensamiento, está ya como una verdad incuestionable en la conciencia de los hombres, aunque no en todas partes esté en los hechos. Como se ve por esta reseña, ninguno de los poderes actuales de la tierra tiene en su seno o en su esencia todos, aunque tenga algunos, de estos elementos de grandeza presente o de desarrollo futuro. Nos será permitido, con la ciencia del desierto, interrogar al suelo, la lengua, la historia y los progresos de la América del Sur, en relación con la del Norte, que no sólo el istmo de Panamá constituye continuación la una de la otra; y acaso podamos mostrar huellas medio borradas unas, imperecederas otras, que revelan el tránsito del pioneer explorando el país, abriendo caminos para el futuro movimiento. No os pedimos indulgencia sino justicia para la América del Sur. Sólo el tiempo necesario para ..que cada causa produzca su efecto. Comparemos. Los Estados Unidos pusieron diez años en hacer la guerra de la Independencia, y cuatro en la de esclavitud.

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SAI \i1FNIO - F1'.XJOS I.LT \j)rk,\i1N

VALES

Como nosorros hicimos las dos cosas a un tiempo, pusimos quince. Estamos a mano. Pero vosotros no habéis hecho la guerra por establecer [a libertad de conciencias, que Inglaterra hizo por vosotros en un siglo de horrores, de persecuciones y de destierros por millares. Vosotros sois el resultado de esa guerra. Dadnos veinte años siquiera para apagar los fuegos de la Inquisición, a cada rato renaciendo aquí y allá en la vasta extensión de América. Pero vosotros no habéis tenido una influencia francesa que desde 1810 hasta 18... qué sé yo cuánto, os haya estado perturbando con malos libros y peores ejemplos, para. mostraros cómo era el máximimi .onurs del gobierno, la República, no, que el imperio. El imperio no, sino la monarquía por la giacia de Dios restaurada: no restaurada, sino popular. ¡Fuera monarquía! ¡Venga la República! ¡Abajo la República, el Emperador...! Pero vosotros no habéis tenido unos Estados Unidos por vecinos, que al mismo tiempo nos han tantalizado con su federación, con sus progresos, con sus libertades. ¿Cuántos años nos concedéis para ensayar todos estos modelos de la perfección humana? ¿Ni veinte más siquiera? Pues no hace tantos que logramos nuestra independencia y comenzamos a probar recetas, buenas unas y perversas otras, hasta que el diablo metió la cola y volvió a encenderse la guerra por toda aquella extensión. Y la Europa interviene en Méjico, en Chile, en Perú, ei Santo Domingo. Salen a la palestra los indios guaraníes, educados por los jesuitas, a darnos un cacique salvaje, gerente de Dios en la tierra, y tenéis el campo de Agramante. Todavía creo que hemos de establecer vuestro sistema de educación común. Combatiremos: quedará fundado. Mas os invito a que echéis una mirada sobre la situación actual de la Amírica del Sur, que arde en la guerra, casi de uno a otro extremo, y veréis cómo es inocente ella de la mitad de sus desgracias. La Francia en 1789, cediendo a esta fatal propensión del espíritu humano (la leyenda del pasado remoto), remontó la histdria para buscar en Grecia y Roma, la libertad y la República que tenía al habla y le llevaba Lafayette con la Declaración de la Independencia y la Constitución de los Estados Unidos. La verdad está siempre en los hechos actuales y sólo la cariátide que sostiene el establecimiento o lleva la antorcha, parece ignorar su fuerza, o la luz que ilumina a los otros. Escaparán los Estados Unidos a esta como fatalidad histórica. Por otra parte sólo Inglaterra y los Estados Unidos tienen ms-

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ANTID1'\1\GOG() Y ANFIOLIGARCA

ntuciones fundamentales que ofrecer como modelo en ci mundo futuro. Para la necesaria comunicación entre ambas Américas, nosotros estudiamos el inglés, pero es necesario que los del Norte estudien el castellano. Sé que habéis fundado en Providence una escuela normal para preparar maestros que lleven al Sur y distribuyan el pan de la moral a los libertos por el cultivo de la inteligencia. Esta es la última forma de la propagación de los principios del Evangelio unidos a la libertad y el trabajo libre. Esto es lo que la América del Sur necesita y acepta. En las escuelas que he visitado se enseña francés en unas, alemán en otras, en ninguna español. Se preparan maestros para ir a Francia a enseñar las artes de la libertad americana? El español es sin embargo la clave de la América del Sur, vuestros grandes historiadores le tichen su fama; vuestros navegantes, ingenieros, constructores, lo necesitan cada vez más a uno y otro lacio de los Andes, desde Cabo de Hornos hasta California y La Habana. tocan sus naves o penetran en el interior de la tierra. (Obras: T. X X I. * Aunque la libertad en tales casos venga casi siempre revestida de abusos semejantes, no dejaba esta vez de ser extraño que fuese una Administración tan violentamente atacada por sus oponentes como despótica y tiránica, cuando el hecho mismo de publicarse estas invectivas y falsificaciones de los actos oficiales, ya fuese de palabra o por escrito, sin ser coartados, estaba demostrando que era demasiado blando o demasiado débil el Ejecutivo para exigir que sus actos o sus personas fueran tratados con decencia siquiera. (V ida de Lincoln.) * El general Dix, en un discurso del 4 de marzo, reprobando a la Europa sus simpatías en favor del Sur, recordaba que la prolongación de la esclavitud en la tierra era la obra exclusiva de éste; que el espíritu de conquista que aconsejó la guerra de Méjico fue inspiracion del Sur; que el filibusterismo fue una tentativa de expansión del Sur; y que la destrucción de la Unión había sido emprendida por el Sur. Los años de su administración fueron los más borrascosos de

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SARMIENTO - lEXIOS FUNDAMENI ALES la historia americana, "con una pila de dificultades por delante", como él decía. Presidente ninguno fue más severamente atacado, ni acusado con más virulencia; nadie más empequeñecido; y sin cmbrgo iue reelecto, lo que no se veía desde los tiempos de Jacicson. ¿Por qué? Por la misma causa que lo había traído a la presidencia. Primero, porque la masa del pueblo tenía ilimitada confianza en su honradez, y en su firme adhesión a los principios. No se deduce de aquí que nunca obrase contra lo que se manifestaba ccmo la voluntad del pueblo. No era hombre de esa pasta. Fuera de toda duda obró en oposicién a la opinión pública en sus relaciones con las dos principales naciones de Europa. Nada le habría .ido más fácil que envolver al país en una guerra extranjera; v en esto, por algún tiempo al menos, habría sido sostenido por la masa del pueblo. Otro tanto habría sucedido, si hubiese tomado medidas vengativas contra los rebeldes. En ambos casos, para no citar otros, prefirió apartarse de la corriente popular. Más político, y con mejor vista para penetrar en el fondo de las cosas, vio el fin del principio; y en un caso halló mejor cerrar los ojos sobre lo que él consideraba groseramente injusto, y en otro ponerse de parte del interés general de la humanidad, en todos los tiempos, más bien que satisfacer el deseo del momento, tan natural y quizá tan justificado come aparecía. (V ida de Lincoln.) * La resistencia viene de arriba, los jefes de frontera querían ensayar el sistema de forraje para la caballería; pero eran sabios que nunca han montado a caballo, los que en la prensa o en las cámaras se oponían a su introducción. (A mbas A méricas.) * Nuestros pueblos no adoran sino las fuerzas. (A mbas A méricas.) * Yo no profeso la doctrina floja de usted, que repite que es preciso tomar a la República Argentina corno es, con sus hábitos y sus hombres. Dando un poco a las circunstancias, yo tomo el barro para modelarlo. (Sarmiento-Mitre-Correspondencia.)

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ANItI)k.1AGOG() \ ANlIOLIGARCA

Los políticos, desde Montesquieu, habían atribuido a las monarquías y a las aristocracias exclusivamente la virtud de perseverar por largos años y a despecho de dificultades crecientes, en un gran propósito político. La Europa esperaba que el Norte sería más pronto vencido por el cansancio y la necesidad de proveer a los gastos de la guerra, que los ejércitos del Sur. El pueblo iba a ser puesto a prueba en la reelección de Lincoln con el programa de Baltirnore y su convencida y profesada inflexibilidad de propósito, después de comprometer tres mil millones de deudas... Ese mismo pueblo, poniendo su hombro en sostén de la continuación de la guerra, es decir, de nuevas y más pesadas contribuciones, y más sangre de sus hijos, ha cambiado las ideas de todo el mundo sobre ci poder y la eficacia de los gobiernos libres 'i la aptitud del pueblo para gobernarse a sí mismo. (V ida de

Lincoln.)

* Los documentos de estado de mister Lincoln, en su estructura y composición, no siempre son lo que un literario habría deseado. No habría faltado quien dijese que eran simples borradores sin pulimento. Pero el pueblo no es un profundo crítico. Bastábale comprender cada palabra; y comprendía que era un compañero conciudadano quien les hablaba, y que los documentos oficiales, de ordinario tan elaborados en el estilo, salían de su sencilla pluma para ser leídos al lado de la chimenea. El decía, sin embargo, exactamente lo que quería decir, y como quería decirlo, en su manera expresiva, exenta de ornato, muchas veces en lenguaje casero, pero siempre la manifestación de una profunda convicción inteligente. Y generalmente daba en el garlito. Suya fue la frase, "el pulso del hombre mide el tiempo". ¡Cuán l lenos de lucidos símiles están sus escritos! ¡Cuán honrado y sencillo, como era el hombre, se presenta el autor! Su tenacidad de propósito era notable. Al firmar aquella memorable Proclamación que lo hizo Libertador de América, en la tarde del 19 de enero de 1863, dijo a sus amigos reunidos para felicitarlo: "La firma aparece un poco trémula, porque estaba cansado; pero mi resolución era firme". Otros podían dudar. El no dudó nunca. (V ida de Lincoln.) IPE

Medio siglo hemos dejado transcurrir, y Otro medio siglo se nos deslizará entre las manos, si desde ahora, por un supremo es-

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S\ RMIII NIO - Il.XN)S FUT'DAlFI.\I.LS fuerzo, no echamos los cimientos del edificio que sobre arena nos empeñamos en vano en construir. Siento que la tenacidad de mis convicciones, ceda a la vuelta de algunos años más, ante el eterno indicar el camino, traer a él a los descarriados, para tener luego el sentimiento de verlos tornar desviándose a la querencia, la colonia aristocrática, con universidades para sus hijos, con colegios para los ricos, y para ci pueblo, el porvenir de la República, lo de siempre, aprs moi le déluge! Aquella fe robusta de Aberastain, aquella infamación (le mister Mann se han encarnado en el pueblo y héchose fe, creencia, opinión, esperanza. I\Ti Ahcrastain es la prensa de ahora y la que me dio su corazón, años antes de que nadie creyese que merecía un corazón y sólo necesita decirme: "Venga a recibir su ínsula; el grande noviciado está terminado". vive Dios! Si Siento a mi espalda ci apo y o del pueblo, si esta brisa favorable no cambia de rumbo, he (le justificar a mí país, a mis amigos y a los que mc aman. Haré que tengan razón, y que no niuera, sin que otra falange (le amigos, de entusiastas, inc acompaúc al sepulcro... (Diario ¿le/Merrimac.) * Pero yo no fui nunca un po/it/cian. Mi propósito, aun desde joven, era constituir una república. Así es que no he seguido la opinión pública, sino escrito, trabajado para dirigirla en una nueva senda que nuestros antecedentes coloniales o franceses no traen indicada. . Tiranía y anarquía eran mis escollos. (Carta a Mary 1líami, '866.) * Si, como dices, mis compatriotas creen que soy el áncora de salvacin para la república y querrían confiarme el poder para conjurar tantos males, lejos (le huir de tal posición, como aconsejas, considerando la posición tranquila y respetable que aquí tengo y que mister Mann te pinta, volara a donde el voto de mis compatriotas me llamasen, no a gozar honoras, que no lo son tan grandes como lo creen, sino a poner mi hombro al edificio que se desploma, a trabajar humilde y valientemente, como ci pobre sanjuanino, cuando él vio amenazada (le tragarse la ciudad. Las maldic:ones de los unos, las injurias de los otros, serán mi re(Carta a su hija Faustina, Nueva Y ork, 1867.) compensa.

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ANi' Il)FMAGOG0 Y ANTIOL1GARCA

La política de allá mc vuelve, como cosa indigesta. Llego. grandes vítores, gobierno admirablemente un mes, dos. . . presento ciertos proyectos de ley, y principia la fiesta. Un diario sugiere una objeción, la comisión una enmienda. Otro provecto. . . ¡Este Sarmiento, tan poco prudente, no hacerse cargo! . . . Esta es la ley. Dáseme de ello un comino. Para alentarme tengo el ejemplo de toda la América del Sud - i\ Iéj ico, en la or g ía del bandalaj e NI guerra civil, - Venezuela pasando por nuestro horrible año 40, - Bolivia - Perú. .. - mal de raza, de antecedentes, de impotencia. Probaré a curarlo. El enfermo resistirá curárselo. - Aún espero en la opinión, en la cooperación del pueblo. Si así no fuese, apelo a la opinión de veinte años más. Cuando broten los gérmenes. (Diario de¡ Merrimac, 1868.) * Fijarse en mí ausente, sin partido, sin agradecidos, sin esperanzas personales; en mí, que nunca favorecí las tendencias de la opinión, me parecen pruebas de adelanto, no porque acierten en la elección, sino por cuanto, engañándose acaso, buscan un ideal que no es el que persigue el resto de América. Piden gobierno y trabajo, no la palabra sino la cosa; no el fruto maduro que nadie sembró, Sino la pL'nta sembrada con sudor que dará el fruto. Pediríanme lo que tantas veces he comenzado, en la escuela, en el ejército, en Chivilcoy, en San Juan, en la prensa, hasta que la piedra de Sísifo ha rodado hasta la base de la montaña. Pónganse a in¡ lado, detrás, espalda con espalda los otros, sostengan mi debilidad, y por mi madre y por Dominguito, prometo que levantaré la piedra y la subiré sobre la montaña. Tengo la convicción íntima de que puedo hacer ci bien, porque sé en qué consiste. (Obras: T. X LIX .) * Líbrame, Señor, de mis amigos políticos; •de mis enemigos su propia injusticia me guardará. (Diario del iÍerriiizac.) * El Estado no debiera ocupar peón alguno en las obras públicas, sin darle dos horas de descanso al día para aprender a leer. (A mbas A méricas.) *

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES Por qué salen de la Universidad doctorzs que nada saben de escuelas, de pueblo, de democracia? Las escuelas son democracia. Para tener paz en la República Argentina, para que los montoneros no se levanten, para que no hay a vagcs, es necesario educar al pueblo en la verdadera democracia, enseñar a todos lo mismo, para que todos sean iguales. Es necesario hacer del pobre gaucho un hombre útil a la sociedad. Para esa necesitamos hacer de toda la República una escuela. (Obras: Y . X X !.) * Heme aquí, pues, en Chivilcoy, la Pampa COmO puede ser toda ella en diez años; he aquí el gaucho argentino de ayer con casa en qué vvir, con un pedazo de tierra para hacerle producir alimentos para su familia; he aquí al extranjero ya domiciliado, más dueño del territorio que el mismo habitante del país, porque si éste es pobre es porque anda vago de profesión, si es rico vive en la ciudad de Buenos Aires. Chivilcoy está aquí como un libro con lindas láminas ilustrativas, que habla a los ojos, a la razón, al corazón también, y sin embargo. Pero si este éxito corona mis esfuerzos, Chivilcoy tendrá una inmensa Darte en ello por haber sido el pioneer que ensayó con el mejor espíritu la nueva ley de tierra, y ha estado demostrando por diez años que la pampa no está, corno se pretende, condenada a dar exclusivamente pasto a los animales, sino que en pocos años, aquí corno en todo el territorio argentino, ha de ser asiento de pueblos l ibres, trabajadores y felices. Digo, pues, a los pueblos de la República, que Chivilcoy es el programa del presidente don Domingo Faustino Sarmiento, doctor de la Universidad de Michigan, como se me ha llamado por burla. De ho y más, el Congreso será el curador de los intereses del pueblo; el presidente, el caudillo de los gauchos transformados en pacíficos vecinos. (Discurso del presidente electo en la colonia de Chivilcoy fundada por él diez años antes, Obras: T. X X !.) * A Mansilla: ¡Usted ministro! Hombre, necesitaré un ministro muy sesudo y muy calmoso para morlgerarme a mí mismo. Nos tildan de locos; a usted menos que a mí, tal vez por no haber

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adquirido méritos para ello todavía. Juntos, seremos inaguantables. (Sarmiento A necdótico.) * Carta a un pariente residente en París: V ous concevez bien que c'est une tache pénible que d'administrer un peuple, aprés une longue guerre, lorsque les rcssources sont tares et l'enthousiasme public vous Inanque. Le pouvoir chez nous n'a guére d'attraits si ce n'est poi-ir les imbéciles. (Sarmiento A necdótico.) * Carta a Procesa Sarmiento: . . . aquí me he encontrado con una oposición que no economiza críticas ridículas o calumnias provenientes de personas que creí mis amigos y a quienes yo no he hecho otra ofensa que haber aceptado la presidencia. Mi contestación serán mis actos, y como son bien intencionados, Cuento con que obtengan la aprobación de las personas prudentes, dándoseme poquísimo de la popularidad del memento, que nunca consulté para nada. (Sarmiento a través de un epistolario. Julia Otto/en ghi.) * No abandonen en sus trabajos electorales al pueblo, así ignorante, sucio como es. Esa es la República; ésa, la verdad, y por qué hacerle ascos a la verdad? (El presidente a sus copartidarios.)

He andado un poco, un año, y grandes resistencias se levantan, bajo la forma de personalidades creadas con todas las peculiaridades de estos países. Nada me extrañaría que fracasase ante las dificultades que me suscitan. Yo soy una protesta contra nuestras tradiciones, nuestra obra incompleta, y un importador de artículos que no están en uso o repelen las costumbres locales. Quisiera que entremos en la realidad de la república, a saber, que las elecciones fuesen reales, que la representación fuese real, que el poder fuese real. Algo más querría y es que la moral fuese también parte de la política. (Carta a Castelar, 1868.) *

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALLS Quiero que ci último paisano que en estos momentos sufre los rigores de la estación y las fatigas de la guerra, por vivir siempre a la sombra de esta bandera, sepa que el Gobierno de su patria tiene en cuenta su humilde, pero valioso sacrificio, porque da lo único que posee, que es la vida, pues ni un nombre tiene el pueblo anónio m que en la guerra se llama soldado. (Discurso de la Bandera.) *

Acaso la ciuincncia a que el voto de mis ciudadanos use ha c'evado, sea para que sienta más el embate de los vientos y el vano tronar del ra y o. (En la tumba del maestro Peña, 1869.) * De su carta al gobernador Taboada que no acata al preside//te:

maté en su agujero a una alimaña que durante veinte años había estado labrándose un Paragua y Miní. (Obras: T. X LIX .) *

Me parece ver en su carta el dedo de la providencia. Usted y y o, por caminos distintos, veníamos de años atrás buscando soluciones ir problema de formar una nación con los desunidos elementos que dejó la guerra civil de treinta años. Creo que sin ofenderlo puedo decirle que usted era la encarnación del país tal como lo habían constituido los hechos históricos, al mismo tiempo que no creo aventurado decir que yo era cuino el programa de lo que debía ser para entrar en las condiciones regulares de pueblo civilizado. Estas dos fuerzas, lo real y lo posib[e, han debido chocarse y chocaron, basta modificarse en lo que cada idea tiene de absoluto. Estanios al fin de acuerdo Usted ha tenido el hucii tino de soineterse al fallo dado por las elecciones; sólo a esta condición es posible el gobierno republicano. En usted este acto es una virtud; en el ex presidente era un deber. . . Los roles están cambiados, sin embargo. El viejo caudillo se somete y presta su hombro a un inveterado y constante enemigo, mientras que el amigo y correligionario de treinta años (Mitre) se alza contra las formas legales que dieron a la Repú

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ANTIDEMAGOGO Y ANTIOL1GARCA

blica un presidente que tiene el derecho de ser de todos acatado. (Carta al general Urquiza, 1869.) * A raíz del asesinato de Urquiza: La libertad no tiene por instrumento el puñal. Que todo entrerriano que sea honrado, que no sea en su corazón un asesino, se aparte de los que han cometido el crimen. (El prsideiitc' a los entrerrianos.) * Porque no hay en la tierra otro prestigio sobre los déspotas (l oe el talento y las virtudes cívicas. (Obras: T. X IV .) * Mitre, después de Ili discurso de Chivílco y, tan sin pretensiones, fue a deshacer la obra. . . decidiéndose por la carreta tucumana Contra los ferrocarriles y demás zarandajas. No es delicado de medios este zonzo que toda su vida ha vivido de ideas ajenas, sin vergüenza (le tomar todos los roles. Esta vez ha dejado ver la inmoralidad de su alma. Aquí, como allá, ha caído en el concepto de sus clientes que se ríen por lo bajo de la nulidad del figurón de banquetes. (Carta a l'osw, ¿1868?) * Habéis oído ci ruido de los acontecimientos que se derrumban, Mitre, derrotado por un cadete, prisionero como Lee lo fue después de cuatro años de guerra colosal. (Carta a Fosse, diciembre de 1874.) * La Inglaterra y los Estados Unidos deben la perpetuidad de sus libertades a la carencia de ejércitos permanentes, mientras que la Francia ha sido víctima de su preponderancia. El día que los jefes de ejército tomen parte activa en las elecciones concluiremos como la república romana... (Mensaje al Senado de la Nación, Y de octubre de 1873.) *

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES En Buenos Aires tienen libertad de votar los audaces, los jóvenes que buscan barullo o emociones, los paniaguados de un partido que favorece al gobernador, o el director de los peones del ferrocarril, o la Sociedad de San Vicente de Paul o el general Mitre que maneja hace años la sociedad de San Trampantojos políticos, por donde resulta que después de Rosas, Buenos Aires no ha producido; ni la República Argentina producirá illientras él viva y Buenos Aires sea ci Buenos Aires de hoy, Sino Mitre coronel,minisi:ro, general, gobernador, brigadier, presidente, generalísimo, todo en nombre de la libertad y el derecho de no poder votar sino los jueces de paz que hace nombrar, y los quinientos electores de la ciudad que eligen a ojos cerados ... (Sistema de elecciones en Buenos A ires y San Juan, 1872.) * Y a todas la; nacionalidades de la tierra cuyos hijos tocan estas playas en busca de un lugar para hacerse un domicilio y una patria, ofrézcales en nombre del pueblo que esta bandera representa la protección que ella da gratuitament, recordándoles sólo que el hombre es familia, tribu, nación, con deberes para con los demás, y que los sentimientos más generosos, el heroísmo, la gloria, amor de la pat:ia, se amortiguan no ejercitándolos y que la elevación del alma ]umana desciende x desaparece con la satisfacción exclusiva de la; necesidades materiales. En Estados Unidos, nuestros predecesores, no hay extranjeros, sino los viajeros que visitan sus playas. Hay dos millones de alemanes ciudadanos y otros irlandeses, ingleses y de todo origen, hasta venidos del Celeste Imperio. Aquí la amalgama marcha con más lentitud. Acaso el fuego sagrado de la Libertad no es tan vivo todavía para fundir las nacionalidades y laacer correr el duro bronce del pueblo regenerado, en que la humanidad va a presentar un nuevo tipo americano. (Discurso de la Bandera, 1873.) *

¡Los Mitre y estado mayor, no aceptando, sólo ha quedado Arredondo! ... Roca ha trabajado mucho para obtener ci perdón de su jefe, su maestro en política de campamento y su amigo. Roca y Arredondo serán pues los electores, en la campaña próxima. Eso se ve venir. . . (Carta a Fossc, junio de 1877.)

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ANTIDEMAGOGO Y ANT!OIAGARCA

Este estado de ánimos mantenido por hoy y adelante hace de la inmigración no sólo un verdadero peligro, presente y futuro, sino que deja frustrada nuestra liberal política, que consistía en aumentar rápidamente la población civilizada y europea para los fines de la sociedad nuestra, americana. (Memorial elevado al gobierno de Roca en 1882.) * ¡Que me vengan a contar a mí las hazañas de los ocho corone]¡tos que van -,a ser generales aún con el babero de cadetes al cuello!. En adelante un general argentino equivale a un mayor chileno, pues no cuenta con más de siete la nación que venció al Perú y a Bolivia. Nuestro escalafón sigue al papel moneda que a fuerza de millones se cuenta a cincuenta peso; el atado. Hojarasca. Edición Roca! (Obras: Y . X LII.) * Líbrenos Dios de proponer que se críe un ministerio de Instrucción Ganadera o Agrícola, como lo has' inútil y perjudicial de Instrucción Pública. . . Habría otros tantos empleos que distribuir entre los paniaguados, para premiar con ellos ci descaro y la depravación que hoy es la regla y ci alarde hasta de los que escriben o hablara. . (Obras: T. X LI1.) * Hasta 1811, los desastres de las armas de los patriotas eran mucho mayores que las ventajas... Para aumentarlos y apagar el eco de la insurrección que fulminaron los Papas en consorcio natural con los Reyes del derecho divino, el Virrey del Perú se propuso atacar el foco del Virreinato del Plata. . . (Obras: T. X LII.) * En cuanto a los gobiernos despóticos, su régimen, que aumenta los apetitos materiales con detrimento de las virtudes y de la energía intelectual, suele poblar de edificios suntuosos las capitales. Augusto, según dijo en su testamento, dejó una Roma de mármol en lugar de la de ladrillo que encontró. El primero de los Napoleones elevó el Arco de Triunfo y la columna Vandoma, mientras el otro invirtió cincuenta millones de francos en la actual

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES Opera de París; pero el uno perdió el Imperio y el otro la Alsacia y la Lorena, que valían algo más. (Obr(is: T. X LII.) * y

Pueblo ringuno usa con más profusión de las banderas ajenas con Illa),, or economía de la propia.

Quién me diera ser jefe de Policía para cobrar en un solo 9 de Julio in millón de multas a un pueblo olvidado de su Y del símbolo que a sus o j os la representa Como van las cosas en esta tierra sin culto, sin patria, la admiración viene de ver una bandera argentina entre millones de extranjeras, no obstante estar esto prohibido. Hagamos Nación Y nacionales por los ojos. (Obras: T. X X X V I, 188.) * Discurso cii Rosario - 1813: Las calles de Buenos Aires están llenas de mendigos que vienen a ejercer su profesión de limosne¡'os, y no se crea que es acto voluntario de esos inmigrantes, porque si la Europi pudiera lanzarnos cien mil miserables, nos los lanzaría. (Obras: T. X X .) * Homenaj: a Mazzini en 1883: Para mí esta estatua es el penate que trajo el troyano Eneas: la Libertad. No para llevar nuestra Troya a Roma, sino para crear una nación nueva bajo este cielo azul y sobre esta tierra fecunda que se extiende hasta los Andes. Porque ésta no ha sido una tierra de lágrimas para vosotros (los inmigrantes italianos) ni una tierra de camino a otros países.

Necesitamos ser

(Obras: T. X X II.) *

• Tenemos tierra para dar hogar a los que nada poseen, mejoremos las condiciones sociales de la gran mayoría y entremos en la realidad de la república, poi: la educación y el bienestar, a fin de que los hereditariamente desvalidos empiecen a mirar al gobierno Y a la patria como SU yOS. (Sarmiento A necdótico.

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ANTIDF\1\Go(;c) V

A ser cierta esta quimera, tendríamos otra: el pueblo judío esparcido por sobre la tierra ejerciendo la usura y acumulando millones, rechazando la patria en que nace y muere por un ideal que baña escasamente el Jordán. . . Este sueño, que se perpetúa hace veinte o treinta siglos, pues viene desde el origen de la raza, continúa hasta hoy perturbando la economía de las sociedades en que viven, pero de que no forman parte. (Obras: T. X X X V I.) * No tenellios, corno el Norte de Euro pa actualmente, antipatías semíticas, que es la vergüenza de la época, ni pueblo alguno que sea antipático. (Obras: T. X X X V I.) * El doctor Burra se ha encontrado Con un endurecimiento de añejos o forzados patriotismos sin patria, y ha declinado la discusión de Sentimientos anormales, de situaciones en que una de las cualidades e institutos del hombre está oprimida o apagada. Es animal gregario; y fuera de eso, de las plantas conserva el arraigo, la comunión íntima con el suelo que pisa, adaptándose a sus cualidades cuando cambia de c]ima o de país. ¡Qué monstruosidad saldrá un día en el carácter del hombre cuando tres generaciones se hayan transmitido atrofiadas las condiciones principales de sociabilidad y patriotismo, quedando sólo el moi, el egoísmo, cuando más el ghetto, y por siempre la indiferencia a todo lo que hace palpitar el corazón, si no se puede reducir al tanto por ciento la utilidad! Los hijos van recibiendo esta modalidad del espíritu y al cabo se traduce en la política, porque político es el sentimiento de polis, pueblo, el hombre sociedad, el hombre pueblo. El gobierno mismo se afecta de este extraño modo de ser de una sociedad sin patria,v acaba por persuadirse que aun los nativos están ya disgregados. y pueden contarse simplemente como neutros, a guisa de hormigas o abejas cuyo mayor número ni sexo tiene, pues su oficio es trabajar para los demás. (Obras: T. X X X V I.) * Respuesta a A vellaneda que en 1880 le propone escriba su autobiografía: El libro es pasto entre nosotros exclusivo de la Univer-

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SAI{\IILN 1 ()

lEXIOS 1"UDA'IlN1ALES

sidad, y yo estoy hace tiempo reñido con las oligarquías, las aristocracias, la gente decente a cuyo número y corporación tengo el honor de pertenecer, salvo que no tengo estancia. Soy como Rosas un desertor de mis fi as y prefiero escribir para el millón, como dicen los norteamericanos, para la canalla, como decimos nosotros, para la Nación y el pueblo argentinos, como dicen los pillos que tienen tanto de argentino, de pueblo, de nación como mi abuela que era española, noble y colonial. (Sarmiento A necdótico.) * En 1881, al Gobierno de Roca, declinando el nombramiento de instructor del Ejército: por ser puesto no creado por ley y empleo sin autorilad como esos de maestros de banda que se da a los músicos italianos. Igual declinación de la comisión de proyectar leyes orgánicas del ejércilo doblado en su número: . . . por no prestarse a tenerle una pata a la República mientras se la desuella. (Sarmiento A necdótico.) * Los estadistas que en sostén del orden han creído deber suprimir las libertades, no han tenido tiempo de morir antes de haber visto derrocado ci poder que querían resguardar, o restablecidos los absolutismos que creyeron alejar. La anarquía y el despotismo son los dos escollos de todo aprendizaje político. Los excesos del despotismo enseñan a amar la libertad; las perturbaciones y el malestar (le la anarquía reclaman el orden, y las constituciones pretenderían en vano economizar estas lecciones coartando esas mismas libertades que se proponen garantir. Cuando se dice que un pueblo es capaz de abusar de ellas se olvidan que los que ejercen el poccr, siendo parte de ese mismo pueblo imperfecto, están aún más expuestos a los abusos que provocan las resistencias. Asegurar la libertad, es, pues, asegurar el derecho a todas las disidencias políticas, a todas las opiniones, a los errores mismos cuando no se traducen en actos violentos. * El Prcsdente Sarmiento dejó a sus enemigos el derecho de serlo con toda libertad, con más libertad que la que gozan los adversarios en parte alguna, el derecho de abusar de la libertad.

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ANFIDL\IAGOGO Y ANIIOL!GARCA

Sobre la sublevación dirigida por Mitre en 1874: A mi juicio la rebelión y sus causas son las mismas de los estados confederales de Norteamérica. Allí, como aquí, ciertos individuos se han acotumbrado a gobernar el país considerando ello un derecho exclusivo. Cuando Lincoln fue ele gido presidente, ellos rehusaron admitirlo. Desgraciado el país donde cualquier coronel al frente de un batallón asume el derecho de decir a qué gobierno va a obedecer. (Mensaje al Congreso, 1874.) * Constituidos hoy, caemos en manos de los secuaces de Rosas por el ejercicio de la Con.titución que nos hemos dado, y el trabajo de medio siglo de esfuerzos, luces, sangre, glorias y leyes acaba por dar la República a Juárez porque hace sus necesidades al lado de Roca. (Carta a Posse, julio de 1882.) * Todo ello no importa nada. Es asunto concluido. Pienso retirarme de la prema periódica. Es imposible mi rol en el mundo financiero que nos domina. Mi palabra es la voz en el desierto. (Carta a Posse, agosto de 1883.) * Vamos tranquilamente al abismo: viéndolo unos, a ciegas los más; empujando algunos. Se deben tresciento millones. ¡Qué importa, qué nos va ni nos viene en ello! Créese que Pellegrini ha arreglado el empréstito bajo la tutela del sindicato. ¡Cuestión de Egipto! y deudas nacionales, no pagándose cuando son enormes. . . nosotros quedaremos por un siglo bajo inspección aduanera. ( ... ) Qué quiere usted? Hemos mostrado desde Méjico aquí en setenta años que nos falta un órgano para la digestión económica. Raza de héroes y de llamas mansas peruanas. . . . ¡Vamos a elegir un nuevo gobierno! que prometa por su esencia misma, por sus nombres, contener el estrago... Buscándose hombres que para la Bolsa de Londres, no para la nuestra, fueran garantía o prenda. (Carta a Posse, setiembre de 1885.) *

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SAR U1I\!O

flX'T OS I'UNDA\1F\1ALI1S

Mi petición de tierras públicas ha Sido recibida con indiferencia por público dominado por la sed de lucro, sin comprender el alcance político de ]a maniobra que era traer los antecedentes y el origen de la expedición al río Negro a fin de desnudar un poco al grajo y fundar la crítica, que haré a su tiempo, de la expedición que ha torndose en un crimen, derrochando toda la tierra pública, y regaluindo]a a cada oficial y coniandnte para comprarles el voto. E! almirante Cordero ha recibido diez le guas por no haber ido, y Garmendia, por ser Jefe de Policía de Tejedor. (Carta a Posse, noviembre de 1885.) * Tú juzgaras mejor de la partida de taba que ha ido a jugar el Presidente a Córdoba, y si no ha echado culo como dicen. Una (lama de allá escribe: ''El discurso ha sido la segunda boleada del general Paz" Se habla de Cárcano para sucederle, y se cree positivo; son tan bribones que es posible que el concuñado le haga esta jugada. El otro viene a recibir su depósito tra y endo los millones que ha ganado en la venta del ferrocarril de Misiones, COfl Clark, que es de él; habiendo conseguido del Congreso un aumento de $ 31.000 el kilómetro en lugar de $ 20.000, que estaba presupuestado, y doble largo, de tra y ecto.., a fin de doblar las utilidades. (Carta a I'ossc, diciembre de 1887.) * No hay un hombre en toda la República que tenga voluntad, ni pensamiento, ni vergüenza siquiera. Esto es una monarquía consentida. (Carta a Possc, ¿1885?) * Desde el primer año del gobierno del general Roca se hizo manifiesto ci propósito de forniar un ejército formidable, doblando Sil efectivo, precisamente cuando desaparecía por completo toda amenaza de complicación exterior, cuando las fronteras no exigían sino fuerzas muy limitadas, y cuando la paz interna misma no podía ser perturbada. Póngase una cruz en el mapa de la República en cada uno de los puntos ocupados por un miembro de la familia Roca. y saltará a la vista si el ejército tiene otra misión en este momento

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ANTIDEMAGOGO Y ANTIOLIGARCA

que la de asegurar el mando y la disposición de los caudales públicos a la familia Roca-Juárez. Agréguese a este plan siniestro el afán tenaz y constante del general Roca de colocar jefes del ejército en los gobiernos de las provincias. .Entró Roca al gobierno y entregó la policía de Buenos Aires a su primo, quien pidió en el acto un aumento de 700 plazas. De civil que era 'c es en todo país civilizado, la policía de Buenos Aires se ha hecho militar y ha sido dotada de armas de. guerra. El ejército de línea no ha tenido otra misión ni otro objeto que avasallar las libertades públicas, y cuando ha sido menos ofensivo, se le ha usado como ci gaucho que pone su facón sobre la piara al tirar sus naipes marcados.

De mi proyecto de rifmeiito del ejército bajo el gobierno de Roca: Sería contribuir a echarle la soga al cuello a las libertades civiles. La manía montonera que nos queda, pese a los bordados, bandas, cordones y charreteras, es la de los grandes ejércitos. (Sarmiento A necdótico.) * Fáltanos un sociólogo que nos describa las diversas razas de roedores y de proveedores y otras sabandijas que se descubren al remover cada piedra administrativa, y despertar el espíritu público que no mantiene activo el amor de la libertad, pero que se alarma cuando siente que manos furtivas se cuelan en sus bolsillos. (Mundos Prebistóricos.) * Podéis creerme, si os digo, que éste es ci peor pedazo de vida que he atravesado en tan largos tiempos y lugares tan varios; más triste con el espectáculo de la degeneración de las ideas de honor, de libertad y de patria en que nos criamos allá, en tiempo de entonces. Y serían para desencantar al diablo, si por aquellos hábitos adquiridos por tan largos años de estar esperando siempre, y siempre esperando ( y con el mazo dando, mientras tanto), no viese con los ojos claros de la inteligencia y de la experiencia dura y larga, que no puede durar el mal largo tiempo; porque ya toca en la carne viva lo que era antes sólo frotamiento de la epidermis; y porque los males que nos aquejan, provienen de que

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES el mundo marcha rápidamente en ajustar los hechos al derecho, y los que nos gobiernan se quedan atrás y sintiéndose pequeños, se arman de púas corno erizos, y faltos de recursos propios, toman de prestado millones para darse aires de grandes con lo que hunden el país y se hunden ellos. Los pueblos se suicidan, cuando dan en creerse a sí mismos inmorales, degradados y corrompidos. El mal existirá siempre en la tierra; pero hoy más que nunca, los pueblos libres brillan por sus virtudes. Si os reconocéis venales o abyectos, os gobernarán como a presidiarios. Ved hoy a vuestros jueces, y tened confianza en que la justicia prevalecerá por todas partes. (En su 71 Q cumpleaños.)

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XII PENSAMIENTO



Despojada la España de sus Cortes, con la pérdida de sus libertades políticas poco antes de emprender el descubrimiento de América, traían consigo los conquistadores las franquicias municipales que cuidaron de sembrar cual semilla fecunda en cada nuevo establecimiento donde debieron fijarse y criar a sus hijos en la práctica de aquellas salvadoras instituciones. Pudiera decirse (]UC los españoles no traían a América más instituciones que ésta de la Municipalidad, que es tan antigua, está tan arraigada en el corazón de los pueblos, que cuando la España se vio privada de su re y en 109, se organizó en Juntas por millares y se dio tantos gobiernos como aldeas y villorrios contaba. Al rescate de las Comunas en Francia se debe la civilización moderna; a los Cabildos la conservación en América de las formas civilizadas que traían nuestros padres y perdieran al contacto con la barbarie sin la existencia de los Cabildos. (Conflictos y A rmonías de las Razas en A mérica.) * Somos animales gregarios, y el hombre no puede ser considerado como un ser individual, sino colectivamente, con sus padres que lo ligan al pasado, con sus hijos que lo obligan a proveer el porvenir. Ni aun la unidad por familias le conviene, pues nunca vive fuera de la tribu donde están sus parientes, o el municipio, cuando vive en ciudades. El municipio es, pues, la unidad social. (Conflictos...) *

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES El Oriente no ha dejado formas de gobierno a la imitación de la posteridad, pereciendo los imperios acumulados por las guerras precisamente porque no tenían instituciones para la paz. (Conflictos. * La masa de los pueblos europeos era entonces enormemente ignorante, y, no obstante que la Reforma abrió escuelas para hacer leer, se ha conservado en el mismo estado hasta ahora poco en algunos puntos. En América se conserva Perú, Bolivia. Ecuador y Méjico en peor estado, a causa de la gran masa de indígenas, tan ignorantes como la Europa de entonces. Los indios no piensan porque no están preparados para ello, y los blancos españoles habían perdido el hábito de ejercitar el cerebro corno órgano, salvo el clero secular y regular, que era numeroso, y ea clase de abogados, única profesión laica, y único saber, el derecho. Peor sucedía en lo que respecta al gobierno. Se llega ho y a atribuir a la raza sajona una aptitud e . pecial para e1 gobierno libre, que se complacen en negarle a la latina. A más de tener su cuna en Atenas, la libertad democrática, y la patricia en Roma, en Venecia y después en las brillantes, tumultuarias, comerciales e industriosas repúblicas italianas, va mostrándose practicable en Francia a fuerza de caídas y de golpes. Es claro que siete siglos de libertad garantida a la Inglaterra por sus Cartas y dos o tres siglos de luchas y victorias para conservarlas, han debido hacer hereditaria en aquella raza, corno el tipo de la letra inglesa, el self-governernent. Pero la libertad moderna es un mecanismo, un arte, y ese arte se aprende y lo están aprendiendo todos los pueblos modernos, la Italia, la España, el Austria, la Bélgica. (Conflictos * La España es tina península que se aparta en cuanto puede de la Europa a que pertenece por su geografía, aunque por su geología sea africana o atlántica. Sepáranla del continente los Pirineos. Por estas barreras continentales ha debido la España quedar sustraída a los movimientos de ideas, salvo cuando civilizaciones exóticas hacían agujero y , la línea vasca. Así, para los fenicios, Gades fue el extremo occidental de los bordes del Mediterráneo y su puesto de salida al Océano. Cartagena está diciendo dónde establecieron sus factorías sus hijos más

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PENSAMIENTO tarde, para la exportación de la plata en barras que producían las minas de la Hespérida. Para los Godos de Scandinavia, Burgos fue su Finisterre del lado del sur, y para los Arabes, Djebel-el-tarik (Gibraltar) la puerta de entrada a la Europa. Los romanos civilizaron la Bética con "Itálica la Bella", a punto de no distinguirse un romano de un hispano-celtíbero, ni en el traje, ni el garbo para llevar la toga, ni en las lenguas, ni en las dotes políticas, y dando historiadores, sabios, ministros, emperadores al imperio se han quedado los españoles romanos del imperio o del papado. (Conflictos...) * El aspecto político o religioso que asume la España en los tiempos modernos tiene el mismo carácter que en geología y aun en la fauna tiene la Australia. Es un fragmento de los continentes antiguos escapado a las transformaciones posteriores de la superficie del globo. (Conflictos. . * Ha llamado muchas veces la atención de mister Galton el efecto desastroso del régimen militar de nuestra época, que arrebata a la familia y al trabajo la parte más válida de la juventud, no dejando a los hogares sino los hombres enfermos o raquíticos, productos de una selección al revés en la nación. Cuando la guerra viene a añadirse al armamento universal, ciega la mejor parte de un pueblo, y bastardea las generaciones que quedan. (Conflictos... * No obstante los cordones sanitarios establecidos para que ni penetrasen por esta fenestra falsa - el contrabando - los libros puestos al índice, porque desmoralizaban al pueblo, encontróse en Mendoza la edición ilustrada de Robertson, que tan mal trataba a los reyes y curas españoles, traducida al castellano, hecho ignorado por la aduana. Examinado el caso, se encontró que los curas eran en toda la extensión de la América los ocultadores del contrabando inglés, por el permiso que aún conservan de introducir ornamentos y vasos sagrados, sin pagar derechos y por tanto sin abrirse sus cajones sino en la sacristía, y como los curas tenían sotocuras y sobrinos, el Enemigo Malo hallaba un virgíneo (¿ con y hasta-ducto?)parin lsbdeVotair,Rus

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES la Enciclopcdia,de que estaba plagada toda América... (Conflictos... * Español repetido cien veces en el sentido odioso del impío, inmoral, raptor, embaucador, es sinónimo de civilización, de la tradición europea traída por ellos a estos países, hasta que ellos misy, por .0 propia ignorancia, llaman a auxilio a convertir a los indios, una coiiipañía de todas las naciones, sin patria ni sumisión política a radie, a hacer ensayo /// anima viii de nuevos sistemas sociales, que tienen por base el confesionario, la delación, el espionaje y la tutela ejercida sobre pueblos en la illisma forma que eor, la ejerce el padre sobre sus hiiosmc'norc.ç. El indio era un mn cualquiera fuese su edad "porque la excesiva simplicidad de los indios no permite - habla el padre Aguilar dejarles hacer ningún contrato sin la participación del procurador de los misioneros..." El doctor Francia cortó el mal por la raíz, cerrando las puertas del Paraguay bajo pena de la vida o prisión perpetua al descendiente de español y porteño que intentase penetrar (el odio era común a los blancos), y monopolizando el Estado la exportación de la yerba mate, casi el único producto del Paragua y, N , que compraba a precios oficiales a los habitantes. Ni paran aquí estas extrañas innovacioncs. Tuvieron en Europa misma sus sostenedores, y los que no quieran confesar que ci doctor Francia, colono español, había ernpapdosc en las doctrinas sociales jesuíticas, se sorprenderin más todavía al saber que en Francia, en el siglo xviii, tuvieron en Rousseau su más ardiente apóstol, en la famosa Memoria que presentó a la Academia de Dijón, ahogando contra la CIVILIZACIÓN y aconsejando volver a la simplicidad y pureza primitiva de los pueblos salvajes. El Contrato social está fundado en la teoría de la bondad innata del hombre y de la corruptora influencia de la civilización. "El hombre nace libre - dice - y en todas partes se le encuentra aherrojado." La idea de igualdad de su teoría parte del mismo principio, y la preponderancia y autoridad tutelar, protectora y directiva que da al Estado, es la traducción apenas modificada del gobierno paternal de los célebres misioneros jesuitas, a quienes combatía Voltaire, su discípulo. (Conflictos. . ) *

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PENSAMIENTO Hemos dejado analizado el cuerpo social que la colonización española dejó formado de la mezcla de dos razas de color con su propia estirpe, en esta parte del continente únicamente descubierto. Sin embargo, esta parte no es toda la América. Sus conquistadores, por ser los primeros en abordar a sus playas, no eran "en espíritu y en verdad" la vanguardia del género humano con las múltiples conquistas de la civilización qua la España no podía rrear, como lo habían hecho los fenicios en la antigüedad, los árabes más tarde, los holandeses un siglo, sucediéndole los (1uC hablan el lenguaje de las naves del océano y de las islas. (La estadística marítima universal da a la Inglaterra la mitad de los buques que tienen en el mar todos los pueblos actuales y la posesión de diez mil islas.) (Conflictos ) * La civilización ha seguido a su vez al Monzón de los mares de la India. Habíanse quedado atrás, empero, las páginas del derrotero seguido, hasta que no hace irás de medio siglo se han encontrado en el sánscrito, que es la lengua que hablaron los dioses de la India, rastros de las prinleras migraciones humanas, que han venido dejando etapas, afines o derivadas de un tronco común, como naciones, de un pueblo que desde un punto central ha lanzado enjambres humanos, todos dirigiéndose hacia el occidente, todos obedeciendo a un mismo procedimiento gramatical para coordinar sus ideas, todos sirviéndose de un corto número de raíces para viar al infinito la palabra. Cuarenta lenguas han quedado así formadas, y siglos han debido mediar entre las primeras y las últimas migraciones, de manera que griegos y romanos, teutones y españoles, ignorasen al fin que están hi)lando la misma lengua, pues que todos llaman mctter, matron, mother, madre, a la mujer que les dio el ser. Esta raza amovible sobre l globo, es también la raza del inovimiento intelectual sin límites, sin pretender fijarse como la raza amarilla que se ha colocado en el medio del mundo, NI una muralla en torno, para que nadie se le acerque, o como el Egipto que pretendió endurecer en pirámides eternas su historia, prolongar la vida de las generaciones en sus momias. (Confl ictos... *

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES La reforma religiosa del siglo xv tiene por fundamento, a más de la manera de razonar del sajón, más llana que la más completa y ornamentada del latino, un progreso general de la razón humana con el Renacimiento, que se componía de las cruzadas, los autores griegos descrbiertos, la imprenta, el telescopio, la gravitación como ley, y la redondez de la tierra verificada. Lo que no estaba consumado estaba germinando en las cabezas, como el descubrimiento de América que provocaron el viaje de Marco Polo y los reyes portugueses con dar vuelta al Africa. Estaba, pues, el programa mediterráneo y asiático de las ideas antiguas. La religión debía experimentar una revisión de afirmaciones, pues la razón que leía era otra que la que había escrito. El primer paso, después de protestar contra abusos que clamaban al cielo, como la venta de entrada a la gloria de Dios, con los pasaportes llamados indulgencias, fue volver a leer la Biblia que contenía los documentos originales. • . . Pero el iecho material de leer la Biblia trajo otras dos revoluciones que han influido más que sus textos mismos en acelerar el movimiento y difundirlo. A fin de que todo buen cristiano leyese la Biblia, se procuró enseñar a leer a todo hombre y mujer, de donde debía nacer la igualdad ante la razón o democracia científica de nuestros tiempos. (Conflictos. . * El antagonismo de hebreos y egipcios que no pueden al fin habitar juntos proviene sin duda de que éstos se han inventado un panteón de figuras de animales divinos. Esto es lo que excita la cólera de Moisés; pues antes los egipcios, acaso todavía en tienipo de José, cran monoteístas como los hebreos y lo prueba la inscripción recientemente descubierta y leída por M. Maspero, el bibliotecario del museo de momias, papiros y piedras inscriptas. La traducción de Maspero es la siguiente: "Esta augusta deidad; jefe de todos los dioses, Amon Ra, Señor de Karnacic, grande espíritu que ha sido desde el principio. Ni David en sus celebrados Salmos dos mil años más tarde, ni el evangelista alejandrino San Juan, tres mil años después de escrito este epitafio, Lan añadido gran cosa a la idea egipcíaca de Dios. La moral egipcíaca está conforme también con nueve de los preceptos del Decálogo. ir'j


PENSAMIENTO ...Ni las Tablas de la Ley ni el Evangelio han avanzado mucho sobre moral y sobre caridad. (Conflictos...

* Entonces ocurrió en Inglaterra un fenómeno igual al que presentó la Revolución Francesa en uno de sus más nobles períodos de efervescencia y que explican las resurrecciones y reacciones a que está sujeta la mente humana, por la energía de las ideas que provocan las imágenes y emulan la imitación. Careciendo de modelos la república francesa, sus apóstoles trataron de imbuirse en el espíritu de las repúblicas antiguas de Grecia y de Roma, adoptando de sus prohombres el lenguaje, los nombres propios, los sospechados usos y aun los trajes. Tuvimos Arístides, Fociones, Marco Tulios y Catones... Los muebles eran sillas curules y aun la esposa del Director Taillien llevaba la túnica griega sin peplum, a fin de mostrar desnudo el seno, con afectada simplicidad antigua. Faltáronle, empero, las virtudes de romanos y grLgos que sobraron a los puritanos, obedeciendo a otra resurrección histórica a efecto de las controversias re igiosas y de vivir por aíos en contacto diario con Moisés y los libro,, del Pentateuco, con su espíritu de exterminio y guerra contra el moabita. ci filisteo y el amorreo en que se transforman al fin los anglicanos, los prelatistas, los monarquistas y todos los hijos y adoradores de Baal. Por este iluminismo o fascinación mental, Moisés reapareció en Inglaterra, con sus orientales teorías iconoclastas, con su fanatimo mundo moderno se transformó a los ojos de intransigente N I los iluminados en una parte del Asia y del Africa. • . . Las bellas artes fueron del todo proscriptas declarando idó(atras la mitad de las pinturas de Inglaterra e indecente la otra mitad. El puritano radical se distinguía de los otros hombres por la dura solemnidad de su fisonomía, sus vestidos oscuros, sus cabellos largos hasta los hombros... Empleaba en toda ocasión las imágenes y el estilo de la escritura. El Nuevo Testamento es punto menos que indiferente a las formas d gobierno aconsejando dar al César lo que es del César, y éralo entonces Tiberio. El Antiguo Testamento no es favorable a la monarquía, que algunas veces tolera. Los Faraones son hasta hoy el emblema del despotismo. Los hebreos son gobernados por jueces y para castigo

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SAR1IF 1 O - 1 lXi OS FUNDA\IENTALFS

(la Samuel al pueblo ci rey que en mala hora le piden. Muchas indicaciones hay en la Biblia en favor de la república y bastaba esto a los puritanos para tenérselas firme a los Estuardos, que intentaban cercenar las libertades del pueblo inglés. • . . Los más ardientes partidarios de las ideas se habían refugiado, hu y endo de k crueldad de la reina María, en Suiza y Alemania. Volvieron durante el reinado de Isabel de Inglaterra, desechando toda tradición e interpretación recibida, y el espíritu de exatoen pasó luego de desconocer la autoridad de la Bestia y del Anticristo del hombre del pecado. al examen de los quilates de oro de la corona, y hallaron que la estatua de oro tenía pies de arena; el sarcasmc amargo, acerado, del puritano, contra el obispo, pudo desde entonces penetrar y agarrarse como un dardo en las carnes vivas de la monarquía, y sus doctrinas se difundían por todas las clases, adoptólas la gentry de las campiñas, que era entonces el nervio de la vieja y taimada Albión, y con los comerciantes de la City se avenía grandemente. A las próximas eleccioncuna minoría, en seguida una mayoría, de puritanos se sentó en la Cámara de los Comunes. Trájose al debate una cuestión de monopolios y la Cámara de los Comunes se ruso de pie delante de la poderosa N reina 1isabetli, y a su lenguaje altivo y amenazador respondió el eco de toda la nación. I

Como la pasión política era una forma de la pasión religiosa, Y como el Evangelio que manda dar al César lo que es del César, es poco dado i la política, los puritanos buscaron en el Antiguo Testamento textos, armas y aun ejemplos terribles para justificar todo acto en contra de los servidores de BeLal... Los puritanos forman en el parlamento lo que ho y se llamaría la extrema izquierda, el grupo de los intransigentes...En ma yoría en la Cámara de los Comunes, estaban resueltos a conservar incólumes las aeultadcs del parlamento, siendo privativo de los Comunes concdcr o no subsidios a la corona. Los puritanos, no nos arredremos de decirlo, con la fanática intolerancia bebida en las páginas de los antiguos libros, con las imágenes de aquella poesía, que hace de los profetas los inspirados fiscales de pueblos y soberanos, llevaron al patíbulo a un rey que hacía, como para provocar aquellas ardientes pasiones, uso de una duplicidad de carácter indigna de un caballero y de una licencia

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PINSAfJIEN 10 de costumbres que había de desaparecer de los fastos humanos y de las cortes todas Cristianas. Luego de la restauración de los Estuardos, los que debemos llamar, para nuestro objeto, los republicanos de Inglaterra, pasaron a ser el objeto del odio público, y luego de la persecución de los reaccionarios, teniendo que cmigrar... (Conflictos... *

Todos los que han viajado en la Nueva Inglaterra recuerdan haber observado en las frescas aldeas una vasta granja con su patio de césped siempre recortado, sombreado por espeso y sombreado follaje del maple de azúcar. Recuérdase el orden, la tranquilidad y el inalterable reposo de todas las cosas. Nada perdido, todo en su lugar, ni siquiera un palo mal puesto en el cerco, ni una paja sobre el tapiz verde del patio; los matorrales de lilas suben hasta las ventanas. En ci interior las piezas son anchas, aseadas; no hay nada que hacer, nada que componer, todo está exactamente en su lugar y para siempre, todo marcha con la misma regularidad puntual que el viejo reloj colocado en uno de los rincones del salón. En la pieza en que se reúne la familia se muestra la vieja y respetable biblioteca con sus puertas de vidrio. No hay en la casa otro sirviente que la dueña de casa con su toca blanca y sus anteojos en la punta de la nariz. Sobre el suelo batido de la cocina ni una mancha ni un hueco; las sillas, los utensilios dr! menaje parece que nunca hubieran sido removidos, no obstante que se bagan allí tres o cuatro comídas al día. • . . Podemos añadir nosotros que esa cocinera que pela papas enseña griego y latín a las jóvenes que se preparan para entrar a la Universidad. (Conflictos. . *

Los americanos habían durante dos siglos practicado tanto el sistema representativo, que el primer reglamento en discusión que se tradujo al francés y al español, y de donde tomamos los nuestros, es el jIíanual de Jefferson, el que firmó, que confeccionó Y redactó el acta de la independencia, fue ministro de Washington Y su sucesor en la Presidencia. Qué sucedía en Europa mientras tanto?

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SAI&'lIiNl ()

1 IX1US F1jN1)A\1t\IALIS

Que la igorancia y abyección del pueblo llegaban a tal grado que el eminente Bucle se asombra sólo de que el pueb'o huhiee podido tolerar hasta la revolución de 1789, el infame, monstruoso gobierno que lo había reducido a la condición de bestia de sembrar trigo; y que Taine revela que los nueve décimos de los municipales de Francia entonces no sabían leer, porque pocos poseían tanto saber. Los oráculos de la opinión eran Voltaire, demoliéndolo todo con el arma francesa, el ridículo; Rousseau, enseñando los medios y métodos de poner de punta una pirámide, y toda la nobleza, sin excluir el rey, conspirando por socavar las bases del edificio social. (Conflictos. . * La regularidad por ierto asombro:-,a de la emancipación de las colonias inglesas. . . Venía este grande hecho a corroborar las ideas de reforma del siglo xviii, propagadas por todos los pensadores de Francia, codificadas en Enciclopedias y ejemplificadas en Contratos Sociales, en Emilios o modos de educar al ciudadano que viene pan la libertad y la igualdad, bien entendido que el Estado ha de ser el encargado de distribuir con equidad ese pan bendito y ci rilaná que va a caer tan luego como la filosofía reine en el mundo y tan convencidos llegan a estar todos de que esto es la cosa más natural y sencilla del mundo, que cF rey, los cortesanos, los nobles, los obispos, los abades y los frailes, tenedores todos ellos de los privilegios y de la mayor parte del territorio, son los primeros filósofos, los primeros revolucionarios... (Conflictos... * aquella pesadilla sangrienta de la tiranía de Rosas que ensayó cándidamente an plan de gobierno y constitución que se tenía él meditado, y que tememos sea un padrón heredado de nuestra propia historia, que principia verdaderamente con Felipe II como teoría de gobierno y acaba para nosotros, con intermediarios no siempre en antigonismo, con los fundadores y confesores del sistema perfeccionado por la enseñanza de los jesuitas en las misiones de indios. . . ( Conflictos... ) * La República que apasionó a los franceses en 1789, muerto el re y, y acató en el Consulado, estaba desacreditada en 1810, ya

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PENSAMIENTO porque los republicanos de Europa tenían encima la sangre y los crímenes de la guillotina, ya porque los escritores y las victorias del emperador Napoleón cuidaron de desacreditarla... la Santa Alianza no se hacía sentir todavía en 1816 y ya hombres sinceros como Rivadavia, Beigrano, San Martín, Sarratea y tantos otros, no repugnaban la monarquía No profesaban doctrinas iruy claras sobre la división de poderes ni la representación del pueblo, pues que el Cabildo abierto sólo admite los notables, apartando al pueblo del lugar de la reunión. . . ( Conflictos... * El Congreso de Colombia en 1819 declaró desde ese día reunidas aquellas grandes secciones bajo la denominación de Colombia. La Constitución de una República popular representativa fue el término de la grande obra. No tardó, empero, la ocasión de reformar dicha Constitución, convocando Bolívar una convención para revisarla, Bolívar, que era el alma de la proyectada reforma. Los diputados nombrados traían sin duda el pensamiento de suprimir el artículo 1: Simón Bolívar... Esta moción obligó a una minoría a separarse escandalosamente del Congreso, acto que probaba cuánta razón tenía la ma y oría. Una Municipalidad de Bogotá, y a su ejemplo otros pueblos, dieron a Bolívar la dictadura, dictando él para ejercerla un decreto orgánico que sustituía a la Constitución... Venezuela se se paró de Colombia cuyo Congreso fulminaba un decreto de proscripción contra el Gran Libertador (Conflictos. . * En este caso (descubrimientos y teorías de Ameghino y Moreno) siendo el hombre primero neanderthalo, pasó a fueguino, que parece menos bestial, y pasó a pampeano, quichua, azteca, mound, palenque, y pasó al Asia y fue troyano y se puso en contacto con el Egipto, de donde alguno de nuestros viajeros trajo cuentas para adorno de su mujer en estas pampas. (Encontróse esta cuenta egipcíaca en las Conchitas, hansc encontrado fragmentos de otras en Patagonia. Llevadas a Europa fueron confrontadas idénticas con las que poseen varios muscos.) (Mundos Prehistóricos.) *

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SARMII;N 10 - IFX! OS 1UN1)A\iLN1'ALES Más atrás del fueguino está el cráneo del hombre de Neanderthal, que es la forma más animal encontrada en turberas o cavernas de Europa. (Hay de éstos, tan raros allá, varios ejemplares aquí...) Qué histcria la que cuentan esas calaveras! Cada grupo representa una época huniana. La forma del cráneo es un capítulo de aquella historia contada, no por siglos, sino por minadas. Prevalecen los fueguinos, que son los autóctonos, los indígenas, pueblo mu y culto, si es deccndiente de los faunos (le Neanderthal. Sus antepasados vieron llegar un día a los esquimales como Mario a los cimbrios hiperbóreos. Andando los siglos llegarían los de los mounds (túmulos), perseuidores acaso de los palenques. (Mundos Prehistóricos.) * La creación del del Obscr JtoF!0 \strOflófl1c() de Córdoba es. pues, un a co ntecimiento de influencia universal para la ciencia. Porque son verdaderos progresos los que suscita aquél que con observaciones propias pone en duda alguna de esas limitaciones que la tradición humana trae asignadas a la observación. • • Las est.Lellas quedaban fijas en medio del firmamento. Es verdad que de algunas se sabía va que se movían; pero al querer fijar el taniaio preciso de un tipo de cada magnitud conocida, por verificar la primera observación, habéis encontrado en la segunda que seis meses después va no era del mismo tamaFio, ni la tercera observación confirmaba las anteriores, ni ninguna estrella encontraréis perezosa y tranquila. Jodo se br' puesto en lllOvimieflto desde Çntol!ces; la circunnavegación del globo, y la astronomía, y aun esta manifestación de aprecio al pr )fcsor Gould de Norte América en esta ciudad de Sud América brota, como el raudal de su fuente, del descubrimiento de Copérnico. (Despedida del astrónomo Gon/d, 1885.) * El terror de 1789, en Francia, era un efecto, no un instrumento; Rohespierre no guillotinaba nobles y sacerdotes para crearse una reputación ni elevarse él sobre los cadáveres que amontonaba. Era un alma adusta aquélla que había creído que era preciso ampu-

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I'ENSA\IILN 1

tar a la Francia todos sus miembros aristocráticos para cimentar la revolución. . . . El terror entre nosotros es una invención gubernativa para ahogar toda conciencia, todo espíritu de ciudad y forzar al fin a los hombres a reconocer como cabeza pensadora el pie que les oprime la garganta. (Facundo.) * La poesía tiene una alta conciencia del bien que no se atreve a traicionar por temor a empañarse. (V iajes.) * El mayor número de verdades conocidas constituye sólo la ciencia de una época; pero la civilización de un pueblo sólo puede caracterizar la más extensa apropiación de todos los productos (le la tierra al uso de los poderes inteligentes, y de todas las fuerzas materiales a la comodidad, placer y elevación moral del mayor número de individuos. (V iajes.) * Es la primera vez que se introduce la práctica de hablar en público sobre cualquier materia. El púlpito sólo estuvo en posesión de esta prerrogativa. Hoy lo está el pensamiento. (A mbas A méricas.) * Los que pretenden la gloria de llamarse una nación deben vivir en el porvenir lejano -como en el presente - más allá de donde alcanzan nuestros ojos. * Los discípulos son la biografía del maestro. (En la tumba del maestro Peña.) * Los grandes maestros son inmortalmente risueños. El buen reir educa y forma ci gusto. (Sarmiento A necdótico.) *

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SARMIFN1 O .. TEXTOS FUNDA\I [NI' AL[S

El tratan icnto de doctor es exclusivo de la raza española en la América del Sur, excepto en Chile, donde hace treinta años el Gobierno y la Universidad cuidaron de quitar ese título, considerado hoy poco decoroso en la tierra. (Obras: T. X X .) * Por qué creer que ci hombre sólo está condenado a la arbitrariedad en sus relaciones sociales mientras que en todas las otras obras del Creador reina un orden tan perfecto? (La Revolución Franceça de 1848.) * A la guc.'ra hay que hacerla alegremente. (Sarmiento A necdótico.) * La paleontología, es pues la Ilíada de la creación en las edades heroicas de Li tierra, hasta que los Hércules y Jasones de los posteriores tiempos cuaternarios acabaron en esfinges, quimeras, serpientes, hidras de Lerna N I nemeos con cuchillos a más de dientes para quebrar huesos y hacer tasajo de carne... (Mundos Prehistóricos.) * Así la Patagonia vendría a ser aquella tltinm Thulé cantada por los poetas. Unas cuantas pulgadas más de cráneo, un poco más alta la frente, el hocico menos avanzado, van marcando los grandes progresos de estos pueblos primitivos. Hay quien cree que la alfarería es anterior en América a la Europa. ¡Qué bárb.ros eran aquellos europeos! Vivían en las cavernas espantando las hienas mientras que nosotros ya hacíamos puchero de guanaco. (i! undor Prehistóricos.)

¡Cuán cierto es que cI hombre es un animal que se complace en su propio dolor y se lo administra corno ornato, como consuelo, como castigo y como virtud! Qué son los santones de la India y los ascetas cristianos? Fanáticos adoradores del dolor por él mismo, por la gloria de sufrirlo. (Obras: T. X LI!.)

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PENSAM LEN 10 No es el tabaco un vicio Como desacertadamente se ha dicho, sino un recurso de la mente cuando tiene dudas, del corazón cuando abriga celos, y del farniente cuando no tiene nada que hacer. * Los progresos de la crítica histórica en Alemania se deben principalmente al carácter contemplativo de aquella nación, y yo pregunto ¿cómo podría meditar un sabio con provecho si no echase bocanadas de humo y se pusiese en seguida a contemplar sus espirales y evoluciones? Pero se entiende que no se obtienen tales resultados con tabaco hamburgués que siendo tan falsificado podría inducir a falsísimas deducciones. (Obras: T. X L!!.) SE • . . El prestigio de que carecen siempre las ideas entre los contemporáneos, vieja enfermedad notada por Jesucristo en la aldea de su nacimiento, que le negaba el carácter de profeta. Thales y los sabios de la Grecia tenían la costumbre de viajar al Egipto, Y conferenciar con sus prestigiosos sacerdotes, acaso más ignorantes que ellos, a fin de que sus lecciones pudiesen ser oídas sin desdén por sus compatriotas va que no venían de uno de ellos, sino como trasmisión del pensamiento ajeno. (Horacio Mann.) * • . . Hoy creemos en el teléfono, que es más increíble que la comunión de las almas que nos empeñamos en negar. (V ida de Dominguito.) * Bética ¿Es la España atala ya de Europa hacia el mundo bárbaro? Y sin embargo por este lado penetró la luz que disipó la tiniebla de la Edad Media. Las palabras álgebra, alquimia, son españolas, y las ciencias que representan la clave y el método de la moderna ciencia. En España se oyó el primer estampido del cañón y de Córdoba nos vino papel, y sin pólvora, y sin papel, ni se hace ni se escribe el últinio capítulo de la Historia Romana: Napoleón, ni la introducción al mundo moderno: Wellington. Si retarda el paso en la presurosa marcha del siglo de la máquina es porque arrastra consigo loç heridos y los inválidos que le cues-

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SARMIENTO FLXi OS FUNDAMENTALES tan sus tempranos combates a la vanguardia de la humanidad en la última campaña del Renacimiento. Mundos nuevos sacó del caos con América, mientras expulsaba al moro uno de sus castellanos, y con Cervantes la andante caballería, y Calderón creaba el arte dramático romántico, sin leer a Aristófanes, como de la manola sevillana Murillo hacía madonas en desprecic de la Venus de nariz recta. Sin rival, osólo todo, hasta pretender cercenar las alas del pensamiento qu ella misma había echado a volar, y como su inmortal Quijote, sucumbió en la cruel demanda. No obstante, a causa de la Inquisición, la ciencia le pasó por encima como rueda de cañón sobre los heridos en el campo de batalla. (Obras: T. X LV I, 1885.) *

El Dante puede mostrar a Virgilio este león encadenado convertido en máritiol de Paros y en estatua griega, porque del otro lado de la tumba todo lo que sobrevive debe ser bello y arreglado a los tipos divinos cuyas formas rcvistirá el hombre que viene. (A propósito de la estatua del dolor en la tumba de Facundo Quiroga.) * La hcrmos ira ha nacido para triunfar hasta de la estupidez. * El arte es la realización del hombre, es el hombre mismo, puesto que no siendo al parecer necesario a la existencia, como muestran los demás animales, es sin embargo la preocupación más constante, desde la vida salvaje hasta el pináculo de la civilización. (V iajes.) * A veces se me ocurre la idea de que tanto hicieron trabajar los egipcios a los hebreos cautivos en la construcción de las pirámides y de otros monumentos, que cuando aquella chusma se sublevó y tomó el desierto, juró no permitir que, en la tierra de pron1i ión que iban buscando, se levantasen monumentos ni erigiesen estatuas, acordándose sin duda de los palos que les habían dado los sobrestantes egipcios. Cómo explicar de otro modo el horror a

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PENSAMIENTO los templos y a las imágenes que muestra Moisés, el discípulo de los sacerdotes egipcios? (V iajes.) * Durante mi permanencia en Nueva York estaba en exhibición una bellísima estatua en mármol de Carrara ejecutada en Roma por Poper, joven artista norteamericano de rara habilidad. La estatua representaba una cautiva georgiana, no siendo más que una Venus con cadenas. Era acaso la vez primera que los puritanos veían expuesta una de esas bellas desnudeces femeniles con que tanto se familiariza uno ennobleciéndose el pudor en los museos de Italia y de Francia. Los primeros días hubo grande escándalo; pero concluyeron al fin las gazmoñas por levantar los ojos y habituarse a contemplar la beldad artística en aquel espejo de mármol. (V iajes.) * En Inglaterra hay libertades políticas y religiosas para los lores y los comerciantes; en Francia para los que escriben o gobiernan; el pueblo, la masa bruta, pobre, desheredada, no Siente nada todavía sobre su posición como miembros de una sociedad. . . (V iajes.) * Estaba establecido que siendo enorme la presión de la masa sobre el fondo y demasiado densa para que la luz la penetre, el fondo del mar profundo, el abismo, no podía estar habitado. Cuando se ha sondeado la profundidad del mar se ha encontrado que la vida pulula a seis mil metros debajo de la superficie, que la creación va por el terreno terciario aún, y que algunos peces, a más de ostentar colores variados, han tenido el talento de dotarse de un farol de fósforo en lugar de un ojo suprimido a fin de que el Otro vea su camino y que en esos abismos no se lleve por delante a la gente el propietario. (Despedida al astrónomo Gould, 1885.) * Puritanism and drunkenness. Ha habido quien note en el mediodía de Europa que el bribandage se desenvuelve en proporción que se extiende el dominio absoluto de la Iglesia, y pudiera explicarse por la tenacidad del Papa en sostener las viejas doctrinas el hecho

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SAR.\1IINTO

IFXT OS F'UNDAMEN 1.\L[s

de que los salteadores lleguen va al pie del trono pontificio. Los médicos conocen las simjatías de ciertos órganos, y cuando el enfermo siente dolor en una parte, busca e ' asiento de la dolencia no donde se siente, sino en el órgano simpático. Al ocuparnos de la borrachera como de un mal social nosotros buscamos su órgano sirnoático, que es el puritanismo, corno el salteo de caminos corresponde en los paísc católicos al convento. Ya preveemos todo el horror con que nuestra sugestión será rechazada, pero ése es el efecto del molde que el puritanismo ha dado al cerebro, iicapaz de percibir sus propias deficiencias, como los daltonistas na perciben el color azul. ¿Qué es la embriaguez? Es simplemente el medio (le imaginarse felices, de excitar la alegría del ánimo que los hechos exteriores y reales no excitan. El borracho es un poeta. ¿Qué es e puritanismo? Es la austeridad de las exterioridades, la condenación del placer, de los goces bulliciosos, los colores vivaces, las formas artísticas. El Dios puritano es una traducción del Dios hebreo, sublime, adusto, vengador. Si pudiera-i mezclarse en porciones debidas al espíritu gozoso del borracho, con el mustio tono de ideas, saldría, como el blanco del rosado y el verde, el hombre como Dios lo hizo y no como los puritanos lo han contrahecho. (A mbas A méricas.) * El que engalanó las flores con las más graciosas formas y colores, el que ercargó a las aves agitar a toda hora el aire con la melodía de sus gorgeos, y dio la música a los humanos, no ha podido prescribirles a éstos que vistan de negro, y prohibirles que hagan hulla, canten, salten y rían a más no poder, cuando quieran. (A mbas A méricas.) * Hay caminos que no conducen a ninguna parte. El de los jardines por ejemplo. * El pensamiento, además, tiene sus actos espontáneos, y todas las sensacioncs transmitidas al cerebro por los nervios, saliendo, sin la participación de nuestra voluntad, del caos confuso en que están, propenden en los momentos de reposo a agruparse según su afinidad, clasificándose de su y o en el orden que les corresponde

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PL NS AMiENTO hasta presentarse en serie de ideas íntima y lógicamente ordenadas: verdadera rumiación del espíritu, semejante a la que ejecutan los camellos en los momentos de descanso, con el tosco alimento que han acumulado en sus anchos estómagos. No de otro modo las inteligencias muy ejercitadas, cuando una idea fundamental las ha absorbido largo tiempo, deriaman sobre el papel y sin esfuerzo alguno, un libro entero, de una pieza, como la hebra dorada que hila el gusano de seda. (V iajes.) * Toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio. * ¿Por qué no daría el señor Ameghino una lectura en el salón de conciertos, a un público ávido de oírlo, y tomando por tema los primeros indicios que Darwin recogió en nuestro suelo y le trazaron el nuevo camino que iba a seguir su espíritu? Ahí están los fósiles que él describe; ahí los orígenes de la grande teoría de la evolución. Esta lectura hará sensación en Europa misma, por la grandeza del asunto y la palabra del joven maestro que ya se ha hecho sentir en Europa con autoridad... (Obras: T. X LV I.)

DARWIN Señoras y señores: He sido invitado por el Círculo Médico, para dar en su nombre testimonio solemne de respeto y admiración a uno de los más grandes pensadores contemporáneos, al observador más profundo, al innovador más reflexivo y tranquilo, al más humilde y honrado expositor, y para decirlo todo, a Darwin, muerto a la edad de ochenta y tres años de la vida más laboriosa, dotando a la ciencia en los últimos, de libros cada vez más profundos, como si temiera llevarse consigo el secreto de sus últimos estudios, no obstante dejar el siglo lleno de su nombre. Con este recuerdo, con saber que los comienzos de su ilustre carrera fueron estas Pampas argentinas y aquel Estrecho de Magallanes y la Tierra del Fuego, por él explorados, puedo estar seguro de la indulgencia de los que me hacen el honor de cscu-

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SARMIENTO - TEXTOS FUNI)A.\1I1NTALES charme; y en las simpatías de las señoras, si agrego que Darwin ha terminado su larga y laboriosa carrera rodeado de su familia, criada come él, en la siniplicidad de la vida de campo inglesa, tan confortable como inteligente. A nadie debe tomar de nuevo esta noble manifestación en honor de uno de los más grandes ingenios de nuestros tiempos, porque con harta frecuencia y para honor nuestro, grandes nombres que figuran en los anales de los progresos de las ciencias, se ligan a nuestra historia y a nuestros progresos también. Figura entre ellos, en primera línea, el ingeniero Azara, (lije instigado por la abundancia de sus colecciones, se forjó un sistema de clasificación de aves y cuadrúpedos, que vino a ser casi una repetición del de Linneo. Bonpland es el primer emigrante francés que pcntra en esta América con Huivholdr, y se queda hasta su muerte en Corrientes. D'Orbigny precedió a I3ravard, y ambos han descrito la Pampa, atribu yéndole diverso origen geológico. Hoy ya es conocida con el nombre de forriiación pampeana, como una última página de la creación, cubierta de jeroglíficos que nuestros paisanos traducen ya, y como los fellahs de Egipto, faraones y momias, venden megateriums, clyptodones, milodones y caballos antiguos, que no respondieron al llamado, puesto que flO se salvaron en el Arca de Noé. Tenemos, en fin, entre nosotros, al sabio Burmeister, el primer paleontólogo, que escribe desde nuestra patria la Historia de la Creación, mientras que el sabio Gould prepara la última edición de Los Cielos, corregida y aumentada considerablemente, desde nuestro Observatorio de Córdoba. ¿Por qué no habremos de asociarnos a los que en el resto del mundo tributan homenaje a la memoria de Darwin, si todavía están frescos los rastros que marcan su paso por nuestro territorio. y es uno de nuestros propios sabios? Designado para hablar sobre cosas que tocan a las ciencias naturales y sobre las doctrinas de un gran natuialista, me siento más a mis anchas con los miembros del Círculo Médico, que con el numeroso público que esperará tal vez oir de mis labios una luminosa exposición de las ideas que hacen de Darwin la piedra de escándalo en cuanto al origen y descendencia del hombre. Pero los jóvenes facultativos iniciado en las ciencias que concurren al ejercicio de su profesión, saben a qué atenerse a este respecto, y lo que mejor saben es que carezco de autoridad para emitir opinión sobre materias que salen, o no entraron en el campo de la vida pública que ha sido mi provincia especial,

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PENSAMIENTO No saldré, pues, de mi terreno trillado. Pudiera decir, señores, que me era familiar el nombre de Darwin desde hace cuarenta años, cuando embarcado en la Beagle, que mandaba Fitz-Roy, visitó el extremo sur del Continente, pues conocí el buque y su tripulación, y desde luego, el V iaje de un Naturalista, que hube de citar no pocas veces hablando del Estrecho. Recordaréis que nunca me mostré muy celoso de nuestras posesiones australes, porque no las creía dignas de quemar un barril de pólvora en su defensa, reprobando se montase con fantásticas descripciones la imaginación de estos pueblos que esperan todavía hallar el Dorado, por nuestros padres buscado en vano en esas mismas regiones, a fin de no tener una guerra en rescate de aquel Santo Sepulcro de las tradicionales ilusiones. No me atrevería a tener opinión propia sobre la teoría fundamental de Darwin, en presencia de mi ilustre amigo el sabio Burmeister, que no la acepta como comprobado sistema de la naturaleza, desechándola por ser efecto de un procedimiento no científico, por cuanto no parte de hechos reconocidos e incontrovertibles, para elevarse de su existencia a la causa que los produce. Opinaba lo mismo hace diez años el naturalista Agassiz, que tan profundos estudios hizo sobre el sistema glaciario; y a más de lo que le oí a ese respecto en Cambridgc, declarólo así en términos precisos, que constan de una conferencia impresa. Me preguntaban, decía, "qué objeto me lleva al emprender mi viaje de exploración al río Amazonas: naturalmente, aumentar mis colecciones de peces para mis estudios; pero el interés que me arrastra, es la esperanza de poder demostrar que no se funda en hechos la teoría del transformismo". En otra parte, fija bien su doctrina, diciendo: "Todas las derivaciones de las especies conocidas, no son para nosotros monstruosidades; y la ocurrencia de éstas, bajo influencias perturbadoras, añade, para mi modo de ver, nueva evidencia de la fijeza de las razas". Debo agregar, para que más se aprecien sus posteriores declaraciones que hallando infundada la idea de la transformación de las especies, "estaba persuadido, decía, de que a menos que pueda demostrarse que las diferencias entre las razas de negros, de blancos y de indios, son inestables y transitorias, está en contradicción con los hechos dar común origen a todas las variedades de la familia humana, y en desacuerdo con los principios científicos, hacer diferencias entre las razas humanas y las especies animales, en un punto de vista sistemado".

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SAR.\l1INIO - [IX! OS FUNDA\IFINIALES Un sabio de la altura de Agassiz, y montado sobre esta teoría científica del diverso origen de las razas, no viene muy dispuesto a dejarse guiar por la primera indicación en contrario. Al ver indios y negros, no puede resistir, empero, a la tentación de comparar a los unos con la estructura del babuino, a los otros con la del chimpancé. Concluy e, sin embargo, su expedición, con pasmosos resultados, y en una carta al emperador del Brasil, dándole las gracias por la generosa protección que a su empresa ha prodigado, hace esta reseija, que por lo breve y grandiosa, puede .repetirse ante nuestro público, y también porque se halla incluida en un libro escrito por la señora (le Agassiz, lo que hará que las presentes se interesen en la obra de una dama. "Estimo en más de mil ochocientas, dice, las especies de peces que poseo actualmente, y llegarán a dos mil. No insistiré en lo que ha y de orprendcnte en esta variedad de especies de peces en las aguas del Amazonas y tributarios, bien que me sea difícil familiarizarme con la idea de que el Amazonas nutre el doble de especies que el Mediterráneo, y un número mas considerable que el Atlántico de polo a polo. "Pero no es sólo el número de especies lo que sorprenderá a los naturalistas. El hecho de que en su mayor parte están circunscritas en límrites restringidos, es más sorprendente todavía; y no dejará de tener zinc influencia directa sobre las ideas que se difunden al presente sobre el origen de los seres vivientes." No recuerdo que ninguno de los partidarios de las ideas de transformismo, haya tenido en cuenta esta declaración de Agassiz, ignoro si él la ha adoptado después francamente como Lvell aceptó la existencia del hombre fósil, después de haberla negado veinte años. Los ríos tributarios del Amazonas alcanzan a seiscientos, casi todos navegables, y en cada uno ha y tres divisiones de especies de peces, unos que habitan la embocadura, otros el centro, y otros hacia las fuentes, sin mezclarse entre sí, mientras que ha y otras especies que recorren todo ci Amazonas y remontan por sus afluentes. Pudiera decirse de éstos que son los miembros del gobierno de la nación amazónica, y los otros constitu yen los provincianos. Debemos suponer que el Creador amaneció mu y de buen humor, el cuinto (lía, y miró con ojos muy benignos al Brasil, para echar de una sentada, mil ochocientas especies diversas de

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P EN SA M lE NT O

peces en el Amazonas, y tan bien disciplinados, que hasta hoy conservan los lugares asignados a cada especie. Darwin ha simplificado el trabajo, con la explicación de la variabilidad de las formas orgánicas, según sus necesidades y colocación. Es un hecho conocido que lo que lo indujo a sospecharlo, fue un pajarillo, chileno de origen, que encontró en el archipiélago de los Galápagos, el cual sin dejar de ser el mismo, había modificado su pico en corto, largo, grueso o delgado, según que en su localidad hallaba insectos, semillas, granos, o nueces duras para comer; bien así como el eucaliptus, único árbol casi de la Australia, y que nos es tan familiar, ha adquirido cien formas, según que el terreno es pantanoso, o de secano, de valle o de montaña. Bástenos, pues, aquella casi confesión del que venía arrastrado al Amazonas, por la esperanza de hallar pruebas que no encontró para combatir la idea del transformismo, para que nosotros que nos contentamos con menos especies de peces en nuestros ríos, y que podemos alegar en nuestro favor la opinión de nuestro naturalista paleontólogo de Mercedes, señor Ameghino, que opina como Darwin sobre el mismo terreno que aquél recorrió, ¡para no tener mucha vergüenza de creer que hemos sido todos los presentes monos y monas! . . . ¡muy monas! ¡Y hay entre nosotros muchos que COfl razón propia creen, practican y prueban las doctrinas del ilustre sabio, con la circunstancia de que se enriquecen con su creencia, cosa que no nos sucede a todos los que creemos en el progreso humano! Los inteligentes criadores de ovejas son unos darwinistas consumados, y sin rivales en el arte de variar las especies. De ellos tomó Darwin sus primeras nociones, aquí mismo, en nuestros campos, nociones que perfeccionó dándose a la cría de palomas, que es en Europa el arte de hacer variedades a merced de la fantasía del criador. También aquí fue donde vio en los potrillos cintas en las patas, que parecen indicar la descendencia del caballo doméstico, o su parestesco con la cebra o el jaguar, cintas que después desaparecen. Hay en nuestro país centenares de estancieros, criadores de ovejas y de otros animales. Entre aquellos descuellan los Pereira, Duportal, Chas, Ocampo, Olivera, Casares, Kemmis, Lowry, que Icen de corrido a Darwin con sus puntos y comas, cuando trata de la variación por la selección natural, pues ellos la hacen artificial, escogiendo los rcproductores. Por lo demás, se les da un nr-

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES dite de que desciendan a su vez los patrones de otra cruza y de otra selección. Le hemos dado, pues, ciencia y fama a Darwin, con los fósiles las crías argentinas; y siguiendo sus indicaciones, se enriquecen nuestros estncieros. Me parece que ha y motivo suficiente para que seamos los argentinos partidarios de la doctrina del transformismo, pues que nosotros transformarnos una variedad de ovejas en otra. Hemos constituido una nueva especie: la oveja argentífera, porque da plata y porcue es argentina además. Como me exigiréis que dé una idea de lo que es en sí la nueva teoría, y po: qué razón les hace a akunos tantas cosquillas; y como los que me oven no tienen más fe en mi especialidad en ciencias naturales, que la que yo mismo tengo., me serviré de una explicación casera que dio el sabio Huxley en una conferencia en Londres, an:e caballeros y señoras, para explicar esto mismo. "Las investigaciones de los últimos tiempos, dijo, han revelado en verdad, lina gran riqueza de vida ornica en las rocas. Han sido descubiertas de treinta a cuarenta mil especies de fósiles. No hay motivo para dudar de que aquellos seres vivieron o murieron cerca, o en los lugares en que se les encuentra hoy-, como no se puede dudar que son conchas las que se encuentran vacías en la costa del mar. "Lo que tenemos que hacer en seguida, es observar el carácter general de aquellos restos fósiles, y sobre todo hasta dónde las fíoras y fauna extintas difieren de la flora y la fauna de nuestro tiempo. "Si dividirnos el reino animal en órdenes, hallaremos que hay ciento veinte de éstos. Cuántos órdenes de animales están absolutamente extinguidos? "Entre los mamíferos y las aves, ninguno se ha extinguido. "Pero cuando llegamos a los reptiles, de ocho órdenes, cuatro se han extinguido. "Entre los anfibios hay un orden extinguido. "Ningún orden de peces se considera extinguido; y no falta ningún orden de insectos. "Entre los crustáceos, sólo dos órdenes se echan de menos. De los parásitos y gusanos, siete existen, pero faltan tres órdenes; de los Echinodrmos y de los Protozoas sólo hay uno, habiendo diez o doce extintas de las ciento veinte órdenes primitivas".

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PEN SA \1 lENTO

Ahora, en cuanto a la sucesión, Huxley, a quien sigo, la ejem_ plifica gráficamente así: "Suponed que tuviésemos que cavar un pozo vertical debajo de nosotros en dirección a los antípodas. Encontraréis en los diversos lechos que habremos de atravesar, restos de animales que se hallan en esos lechos y no en otros. Desde luego, daremos con terrenos de acarreo, en que se encuentran grandes animales, elefantes, rinocerontes, tigres de caverna, lo que parecerá raro en Inglaterra. "Si cavamos más abajo, se encuentran restos de un ganado extraño, y en la arcilla llamada de Londres, restos de tortugas, palmas y otros grandes frutos tropicales, con conchas que no se encuentran ahora sino en los trópicos. "Si seguimos más abajo, encontraremos todavía cosas diferentes, restos de enormes lagartos, ichthvosauros, pterodáctylos, plesiosauros. "De aquí sale el principio de que en una erie de lechos de barro naturalmente dispuestos, los más bajos son los más antiguos, llegando a la conclusión de que cuanto más nos alejamos en tiempo, mayor diferencia se nota entre la vida vegetal y animal de tina época, y la que hoy existe. "De manera que si atravesásemos el enorme espesor de la costa de la tierra, y llegásemos a las rocas más antiguas, dejarían de encontrarse animales vertebrados, como cuadrúpedos, aves, peces; debajo sólo se encontrarían animales sin vértebras; y en las más antiguas rocas se harían cada vez más escasos hasta que al fin en las que se suponen las más antiguas, la creación animal se reduciría a cuatro formas: la oldamia -que no se sabe bien si es animal o planta -, un molusco y dos crustáceos. Estos son los animales primitivamente criados". Esta es la más concisa noción a que puede reducirse por sus restos la paleontología, o la creación animal. Para ver con nuestros propios ojos las pruebas de estos hechos, basta asomarse al Museo de Buenos Aires, que es un verdadero cementerio de las pasadas creaciones. Ha sucedido, pues, en esta parte de la historia natural, lo que sucedió con la astronomía. Las plantas y animales divididos por Linneo, Buffon, en géneros, subgéneros, especies, familias, variedades - qué cosa tan bella!, qué Creación tan ordenada y tan sabia! -. Pero Cuvier crea la anatomía comparada, y en el entretanto, se están desenterrando huesos de animales desconocidos en toda Europa, y resulta que ha habido elefantes, rinocerontes, hi-

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SAR \ÍfI \ 1

- 1 IXiOS FUNIxM1 N r\LIs

popótarnos, debajo de Londres; debajo de París, tantos Como los que vemos en Palermo; pero estos animales no son precisamente los que viven hoy en Africa ni en la India; pues más abajo, en otro lecho, hubo otro elefante que era más simple que el actual, de manera que el cachorro de elefante de ho y se parece al adulto de entonces; ley que ha observado Agrtssiz en las palmas, siendo la chica de una especie, el dechado de la grande de otra inferior en el orden inverso de sucesión, y todos vemos al eucaliptus de una especie al nacer, que cambia de aspecto a un momento dado de su crecimiento. Resulta que los animales no han sido creados a un tiempo, mediando millares de siglos acaso entre las distintas capas; y que por ejemplo, n es el mismo elefante ho y , el que fue creado tres o cuatro veces antes con formas menos perfectas. La anatomía comparada reveló otro hecho más, y es que el prototipo (le los mamíferos es el mismo, traducido de diversas maneras, según que es hombre, perro, ave, tortuga: una espina dorsal, un cuello, cuatro piernas, terminadas hasta en el ala de las aves en tres, cuatro o cinco dedos. La embriología descubre el mismo fenómeno en los diversos grados del feto humano, que en la gran masa de la creación animal. Todos proceden de un huevo, incubado fuera o dentro del cuerpo, según que el animal avanza hacia la perfección; siendo primero una masa como en los moluscos, y después un embrión, Con la misma forma para el perro, el hombre, el gato, hasta un Cierto momento en que cada uno si g ue su camino, digámoslo así, diferenciándose según su género, y pasando en su desarrollo, por la clase de pez, de mamífero, respirando, hasta acabar en el hípe(10... ¡qzic nous voici!. Todos é;tos son hechos incontestables, que nadie se atrevería a poner en duda hoy, sin ponerse en pugna con la ciencia. Ahora vienen las ideas (le antiguo predominantes sobre la creación a que ciertamente no responden los hechos, y vuelve otra vez ci espíritu huniano a encontrarse desazonado, desmontado, y sin base. El caos se ha producido, y es necesario una ley que explique y una entre sí las veintiséis creaciones que Elie de Beaumont ha podido contar, haciéndose acaso, en millones de años. Son dignas de examen las cándidas ilusiones de los pueblos primiti vos. Sabéis, señores, cómo llueve?

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PENSAMIEN1() Pues ni yo tampoco; y mucho menos nuestros primitivos antecesores. ¡Cuán avanzadas deben estar las ciencias, para darse cuenta de cómo se reúne agua en el ciclo y cae a torrentes a veces, como si ríos se desplomaran en cascadas! Mi primera noción de la lluvia me la dio una niñita de once años, siendo yo menor que ella. Atravesaban blancas nubes sobre el cielo azul-celeste de una mañana de verano, y la niñita hizo esta observación, mirándolas: V an al mar a alzar agua.

No lo olvidé jamás. En San Juan, al pie de los Andes, no se conoce el mar. Un niño ignorante, que no sabe leer, hijo de padres ignorantes, si nombra el mar es porque viene la palabra en el castellano, como la trajeron los pobladores europeos que lo habían atravesado. \o completé, pues, mi teoría sobre la lluvia. Ahora era claro para mí como la luz, de dónde sacaban agua las nubes: iban a traerla del mar! ¡Y cosa singular, vosotros sabéis que ésa es la verdad. Esta es la rotación del agua, en que no me detendré. Pero el hombre primitivo debió tardar millares de siglos antes de comprender de dónde sacaban agua las nubes; como nunca comprendería cómo se tenían en el cielo los planetas. La tierra estaba para él, apoyada en pilares sobre una tortuga; la tortuga nadaba sobre el abismo, y pare usted de contar. Pero la ciencia explica las cosas de otro modo. Al principio era difusa la luz increada, como se la ve todavía en la nébula de Orión y en las nébulas irreducibles en polvo estelar de la Vía Láctea. La luz contenía la materia que dan las rayas espectrales, y desgarrándose, formó nebulosas que adquirieron rotación por la gravitación de las moléculas y fueron formándose soles, los que condensándose como el nuestro, han ido dejando por la fuerza centrífuga, anillos ecuatoriales, como los que se ven aún en Saturno, sin romperse, y que rotos, han ido creando los planetas Neptuno, Urano, Júpiter, que vienen quedando como jalones del espacio que ocupó primitivamente el sol nebuloso, como hay setenta millones de estrellas, que son otros tantos soles, centros de creaciones como la nuestra. Newton puso orden en estos mundos, legislándolos; Laplace y Herschell han descrito la línea de sucesión y desarrollo. Mister Gould está a la mira de la ejecución de esas leyes y de las novedades que ocurran en aquellos mundos inmutables al parecer, pero en eterno movimiento. Hemos llegado a la tierra, y tenemos que en lo infinitamente

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SA &\I1E 10 - II X lOS I'UNI)AMF>. 1 ALES

pequeño, ha ocurrido la misma sucesión (le operaciones. Fue primero desecho o chispa escapada de la fragua del sol. Ardió un tiempo; se :ue enfriando; pudieron caer en líquidos los gases metálicos al núcleo de la bola que se venía formando por la rotación sobre su eje; sucediéndose la cal, la sal, la )-reda, etc., hasta que hubo una costra que permitió condensarse en nubes los vapores de agua, caer sobre la superficie y formar mares calientes de los que salían islas, en ci continuo oscilar de la costra, romperse, evaporarse los mares, volver a caer el agua, descubrirse tierras y aparecer líque 'es, helechos, palmas, coníferos, árboles mono y dicotiledóneos, hasta los de nuestros tiempos; y a la vez en los mares, bancos de 7noneras, materia viva sin órganos, en seguida al/libas, la materia organizada en un núcleo, y después crustáceos, moluscos, peces, anfibios, cuadrúpedos y cuadrumanos antropomorfos, y los ú timos en su aparición en la tierra, !os que aquí estamos en dos pies va, pues hace tiempo dejamos de vivir sobre los árboles, como todavía lo hacen los naturales de Australia sobre los eucaliptus. Es Darwin quien lo dice. Todavía me permitiré seguir en este camino retrospectivo, buscando una fórmula, como la encontrada por Newton, después que Copérrico y Galileo habían puesto las cosas en su lugar. No habrá una ley que incorpore en un solo cuerpo este desparramo de creaciones en millones de años, reemplazándose unas a otras, introduciendo más avanzadas formas, bajo el mismo tipo, hasta aparecer el hombre que se parece a los monos, que se parecen a los cuadrúpedos -NI lo son los lei;,urcs -, que se parecen a ciertos anfibios, que acaban por ser peces, que se aproximan a un gusano que crece en ciertas playas y toma en la larva una espina dorsal, que es lo que constituye la creación inmediatamente superior a la de los moluscos y crustáceos? Vosotros hacéis lo mismo que ha ocurrido a Darwin, después de haber recorrido los mares y examinado las transformaciones que ha experimentado el pajarillo (le Chile, o las que hace sufrir a las palonias la fantasía, alargándoles el pico, o acortándoselos, según el capricho del criador de palomas. Aún no he terminado la serie de movimientos que principian en la luz difusa que todavía forma parte de la nebulosa de Orión. Tenemos ya creado al hombre, variedad de un mono, antecesor nuestro, algún dandy (le la familia de nuestros parientes, los antropomorpi-tos, mister Gorila o cualquier otro; pero está sin armas, desnudo, y es además mudo de nacimiento.

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PENSAMIENTO Su historia principiaba antes hace 5 o 6.000 años con los hebreos, grandes conocedores de la naturaleza de Dios; con los egipcios, grandes constructores de pirámides; con los griegos, grandes amantes de lo bello. Los romanos, ya somos nosotros. Pero faltaba una primera página a la humanidad, que con el descubrimiento de América, Colón encontró en nuestro suelo, a saber, el hombre primitivo, sin artes, sin hierro ni bronce para hacerse armas, aunque en algunos puntos conociese el oro, la plata, tejiese fibras, labrase piedras y edificase templos. Aquí en nuestro país, en la Pampa y en la Patagonia, sólo el fuego conocía, sin otras armas que pedacillos de piedras para desollar guanacos y rasparles el cuero. El indio Manuel Grande se construyó en la Isla de Martín García, donde lo mandó preso el gobierno, un corralito de ramas de una vara de alto, y allí vivió cuatro meses con ocho mocetones de su tribu. El gorila hace lo mismo. En Aurignac se descubrió un sepulcro del hombre primitivo, que ha restablecido la primera página de la historia humana y llevado al hombre a sus orígenes. Se sigue con él la misma historia. Ha sido animal gregario, vivido en paraderos, refugiándose en cavernas, contemporáneo de dos o tres creaciones de animales extintos. Ha vivido sin otra arma que pedazos de pedernal adaptados a la mano, para herir sin lanzarlos, como si primero le hubiese sido necesario dotarse de manos de piedra, a falta de garras y cuernos que envidiaba a sus enemigos. Después ha hecho puntas de lanzas, cuchillos, punzones y otros varios instrumentos, que no sé describir, pero que el señor Ameghino ha colocado en orden en la exposición, para distinguir las edades, los usos y los progresos de aquella literatura, antes de las letras, con las épocas de la piedra bruta y de la piedra pulida. El estudio y la comparación con lo ya fijado en Europa, han llevado al señor Ameghino a adelantar un poco más la historia del hombre prehistórico argentino, americano, que sirve de prólogo a la más avanzada del hombre dotado del bronce para construirse armas de combate y de la alfarería para proveerse de vasos, hasta obtener el hierro, que yo creo descubrieron los negros, que lo funden todavía por los medios más primitivos, lo labran de diversas maneras, y no se han civilizado, no obstante creérselos la raza primitiva, o el primer boceto del hombre. Viven juntos hasta ahora con el gorila; como el orán ha quedado en la isla de Java, que se cree cúspide de montañas sumergidas con los países donde

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES apareció el hombre, acaso de la raza negrito que subsiste en Australia. Tampoco querrán ustedes, señoras, descender de los negritos de Feegi, que se comen a sus madres y se adornan la cabeza con peinados tan elaborados, que el peluquero pone tres días en levantar el majestuoso edificio, y el dandy duerme en una horqueta de madera que le sostiene el cuello en el aire., para que el peinado no se aje, debiendo durar seis o siete días, lista almohada ha sido descubierta entre los cachivaches de los tiempos primitivos. Nació hablando el hombre? De las mujeres lo creen posible graves autores. Sin embargo, a una que se había casado en Nueva York con un chino que no sabía inglés, demandando a éste por mala conducta, el juez le preguntó: "Cómo se entendieron ustedes para casarse?" "lis que, respondió la matrona, para eso no faltan medios". Sucedió lo mismo con las lenguas que con la astronomía, con la historia natural y con la historia humana. Al principio, hechos sin cohesión, sin responder a una idea general: Max-Müller, ha acabado por fijar esta Cuestión. Así como fue inventándose armas de piedra, el hombre se inventó trescientos o cuatrocientos monosílabos para expresar las ideas, deseos, o recuerdos que sentía; pues aún hoy los paisanos del campo no necesitan más palabras para sus necesidades, y algunas tribus de indios ni aun poseen tantas, pues deben encender lumbre en la noche para verse la cara y las manos, porque con gestos y ademanes completan las frases y transmiten las ideas. Tan natural es esto, que he conocido al general Castilla, del Perú, quien para decir que se había acercado a una ventana recién pintada de verde, y ensuciádose la levita, por no haber sido prevenido, lo que desaprobaba altamente en el dueño de casa, se acercó a un grupo de ministros plenipotenciarios al Congreso Americano, y señalándonos con la mano el desaguisado, y con el hocico estirado haciendo la moue, que Darwin dice ser gesto que nos es común con los monos, exclamó: "¡Pintura. . . ventana... malo!" Expresaba exactamente lo mismo que he dicho en diez renglones y con setenta palabras; y la verdad es que ello basta para ser caudillo popular, como muchos otros que conocí en América. La Biblia con sus setenta libros, está escrita con seis mil palabras, mientras que Shakespeare ha usado veinte mil en sus dramas. Las lenguas se han desenvuelto, pues, de la misma manera que las estrellas, el hombre y la civilización.

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PENSA1IL:NFO Cómo pudo encontrarse la ley que sigue el desenvolvimiento del lenguaje humano? Conquistada la India por los ingleses, un día quiso alguno entender la lengua muerta en que están escritos los libros sagrados de los brahmanes. Encontróse que era una lengua afin al griego y al latín, en que habían palabras comunes a las tres lenguas, Como pi-tar, mi-tar, pa-ter, ma-ter, y Júpiter, el Dios Supremo de griegos y romanos, era Djii, Dios, y pi-tar, padre, Dios padre. La semejanza de familia estaba encontrada, pero más primitivo y más rico, el sánscrito contenía distintas y visibles las raíces de que se componen las palabras y las desinencias que las modifican, de manera que analizando padre, se encuentra que está compuesto de pi, un verbo, proteger, y de tor, dor, creador, protector. etc. Qué elevada nocióndel padre, el protector de la familia, en lugar de genitor, el padre, según la carne? Sin embargo, la palabra está montada sobre el primer movimiento del niño que quiere hablar y llama ma-ma a la madre y más tarde pa-pa al padre. Sobre esta ciencia oiréis al señor Calandrelli,, autor de un diccionario de nuestra lengua con sus raíces, y al doctor don Vicente F. López, que se ha consagrado a estos estudios. Si del bosquejo anterior no resultara comprobado directamente el transformismo en la naturaleza orgánica, rucediéndose en una especie de millones de años una forma más perfecta de la planta o del animal que la que le precede, por haber todavía un salto entre el hombre y la larga y variada familia de los cuadrumanos, en cuyas especies están repartidas o iniciadas todas las partes del organismo del hombre, menos la inteligencia suprema y la conciencia; hay, sin embargo, una marcha general en la sucesión de los astros, en las formaciones geológicas y en los progresos del hombre prehistórico hasta nosotros, como en la lingüística, y aun en la sociología, y en todos estos diversos departamentos del saber humano, procediendo de la misma manera, de lo simple a lo compuesto, de lo embrionario a lo complejo, de la forma informe a la belleza acabada, de todo ello ha resultado la teoría universalmente aceptada de la evolución; y yo, señores adhiero a la doctrina de la evolución así generalizada, como procedimiento del espíritu, porque necesito reposar sobre un principio armonioso y bello a la vez, a fin de acallar la duda, que es el tormento del alma. Y aquí me acerco ya al terreno adonde quería llevar la teoría de Darwin, para explicar la influencia social que tales movimientos en las ideas ejercen en nuestra época.

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES Tengo que pediros mil perdones, si me permito traer ciertos antecedentes para señalar la evolución del pensamiento, cuya última expresión es Darwin. Nosotros en uno o en otro continente, nos llamamos pueblos cristianos, aanque seamos greco-romanos en civilización, en artes y en leyes. Los bárbaros del Norte también introdujeron sus instituciones, acaso orgánicas de las tribus guerreras, y nos dotaron además con el sistema representativo, hoy generalizado y en vías de radicarse en todo el mundo cristiano. Desde la caída del imperio romano, el cristianismo fue el vínculo de unión entre los hombres semicultos, y con el cristianismo, las ideas religiosas que prevalecieron en el gobierno del pueblo hebreo a que Jesús pertenecía, se infiltraron en el gobierno cristiano, debilitándose los principios que griegos, romanos y sajones nos habían legado: tales como la libertad del pensamiento, y las bellas artes de los griegos, el Senado, la Municipalidad y el derecho de los romanos, y la representación del pueblo de los anglosajones en sus parlamentos. El principio religioso lo dominó todo por la necesidad de los tiempos, pues con las invasiones de los bárbaros, el gobierno se barbarizó. Los conventos salvaron los libros antiguos que pudieron, o no Jorraron los monjes para aprovechar el pergamino r escribir Vidas de Santos. No sabiendo escribir los reyes, eran los clérigos los únicos que escribían, de donde viene en inglés y francés la palabra clerc, por escribiente. El Estado fue religioso, y puede decirse que era la religión misma armada de la cuchilla de la ley, para mantener la pureza de la fe, que era católica, por ser universal después de la separación del inundo griego, que se llamó ortodoxo. Los reyes gobiernan por el derecho divino, y el Papa es tenido por el representante de Jesucristo, que lo es a la vez de Dios. El grande hecho histórico, producido por el principio religioso del gobierno, son las Cruzadas, en que sucesivamente se precipitan durantc dos siglos sobre el Asia reycs, príncipes, naciones y pueblos, para rescatar el Santo Sepulcro, es decir, nada, porque no había un sepulcro conocido de Jesús. ¡El Santo Sepulcro, era la idea religiosa! Hoy la razón, tal como la han formado los nuevos elementos que entran en cl juicio, se abisma de pensar que el poema satírico del caballero andante e ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, sea nuestra Ilíada de la Edad Media. Corno él, toda la cristiandad

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PENSAMIENTO persiguió durante diez generaciones una quimera generosa, y pasablemente absurda. Nuestro asombro cesará, empero, cuando recordemos que la historia de la anterior civilización está fundada en un hecho idéntico. Fin los tiempos prehistóricos los reyes y los héroes de la Grecia se habían trasladado a esa misma Asia para rescatar a la bella Helena, robada por Paris, hijo dr Príamo, rey de Troya, según la leyenda. Es el mismo hecho producido por causa idéntica, el principio fundamental de la sociedad y del gobierno. En la Edad Media, el gobierno tiene p01- base el cristianismo y la persona divina de Jesucristo. Recatar su sepulcro rs , pues, conservar la base y el vínculo del gobierno religioso. La Grecia se constitu y ó sobre la base de la belleza plástica, de donde dedujo todas las otras bellezas. La bella Helena puede ser la misma raza helénica, pues era llamada "Helas" la Grecia. Habíala preferido Paris a Venus, lo que muestra que era una encarnación del tipo ideal de la beldad, tal corno la concebía la raza más bella del mundo, y también el objeto de su culto bajo un cirIo luminoso y un mar azul, sobre islas y costas dentelladas como franjas de encajes. Así Jesús era la encarnación viva de la moral, y la justicia descendida de Dios mismo sobre un pueblo tétrico, agraviado por la historia, pues todos los conquistadores del Asia lo hicieron cautivo, y Alejandro y los régulos romanos lo vejaron. Estaba al lado del Istmo de Suez la Palestina, al paso de todos las grandes inmigraciones que tropezaban con ella; tenía hambre y sed de justicia, y de sus entradas salió un Dios de toda justicia y de todo amor. Con la belleza, corno base de toda aspiración, la Grecia. dado el corto número de sus habirantes, ha producido en poco más de tres siglos la civilización más asombrosa, sin excluir la de nuestros tiempos. La Ilíada que cantó aquella guerra de los tiempos prehistóricos no ha tenido rival en ninguna de las literaturas épicas. Las estatuas de Fidias y las que se han descubierto en Olimpia con el medio millón de obras de arte que decoraron las plazas, palacios y templos de la Grecia, del Asia Menor y de Roma, no han sido reproducidas por cien millones de hombres en veinte siglos en cantidad, ni imitadas en perfección, aun teniéndolas a la vista el artista moderno. Nuestros templos son pálidos reflejos del Partenón, y el de Éfeso, era sin hipérbole, la octava maravilla del mundo, pues que ocho grandes artistas y doce reyes concurrieron a la obra. El mundo moderno salió de la barbarie con sólo imitar un alto-

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SAR\I1JN 10 - l EX] OS FUXIJA\lIN1ALI1S

relieve clásico, corno modelo. Todas las formas las expresaban los griegos en músicas; y llamaron música el arte de escribir la historia, música a la poesía lírica, al canto, al baile, al colorido, a la oratoria, a la tragedia, a la comedia y al poema épico. La belleza así sentida ea la naturaleza, así expresada en el arte, se infiltró en el alma, y se produjo en el pensamiento. Platón el divino, descubrió a Dios por cuanto debía haber una suprema Belleza. Lo justo fue para Sócrates una de las armonías de la sociedad humana; y sabéis que sólo la Revolución pudo completar la idea del sencillo sabio ateniense, que enseñó a morir sin ostentación -:)or la verdad. Pendes, uno le sus políticos, lega su siglo, a los veinte que de;de entonces contemplan el Paternon y lo que de Fidias queda, y cuyo nombre significa administrador, que lo era históricamente, como Helena es la hija de la Grecia, Helas. Sus batallas son Maratón y Salamina, que detienen el curso de la historia y arrojan el Oriente más allá del Ganges. La oratoria es Demóstenes, la medicina da un dios adorado por siglos, vuestro patrón, Hipócrates; Eurípides, Sófocles, todos inmortalizan lo que tocan, y sus obras nunca las retocarán manos humanas. Cuando esta planta hubo de morir después de florecer en prodigios de art; lanzó como el áloe semillas, su civilización al Oriente con Alejandro, y su táctica guerrera, que con 35.000 hombres hace crear diez imperios de los jirones que de su túnica se reparten los generales. El país que fue Grecia, hasta las ligas Etolia y Acaia, esclavo de los romanos por agotamiento, educa a sus amos y nos lega con ellos las bellas artes, el ideal de la grandeza humana, y la libertad del pensamiento, inculcando su filosofía estoica a Marco Aurelio, que vio nacer el cristianismo con doctrina más perfecta. Ha puesto desde entonces quince siglos en amansar bárbaros, hasta el Renacimiento en que lo religioso termina su reinado exclusivo. Desde 1400 principia el mundo occidental europeo a recuperar los elementos griegos, olvidados a causa (le la separación de las Iglesias ortodoxa y católica, con los libros de los antiguos que habían salvado los modernos griegos, y las bellas artes que empezaron a cultivlrse en Italia, pasando del modelo bizantino de San Marcos, al grecorromano de San Pedro. Veamos ahora el estado del saber humano a la víspera del Renacimiento. La cnseianza es teocrática, para sacerdotes sólo, dada en la Catedral por el Canónigo Maestre-Escuela, por los Maestros de coris-


PLNSAMJE\[ O

tas en los conventos, y de palabra para los catecúmenos co el Presbiterio. No hay clase media, no hay burgueses sino reyes, nobles, obispos y frailes, con plebes, siervos y esclavos, a guisa de ganado. Para hacer las Cruzadas, Li Iglesia vende entradas al cielo, los reyes otorgan Cartas a las ciudades, y los barones dan autoridades municipales a las villas y aldeas al pie de su castillo feudal. Así comienza, a causa del desastre de las Cruzadas, la época moderna, y se recupera la libertad humana. He ahí un cuadro a grandes rasgos, indicando la sucesión de las ideas por la fecha de los acontecimientos. LAS CRUZADAS, fin

de la época religiosa. - A ño 1330. Un descendiente de los Cruzados canta la Ilíada del cristianismo, sublime poema épico de las alucinaciones y de las pesadillas del crey ente. Dante Alighieri, autor de LA DIVINA COMEDIA

Ahí acaba el mundo antiguo. La pólvora. En la batalla de Crécy habían ya hecho estragos en hombres y caballos las primeras bombardas que con grande estremecimiento arrojaban con fuego balas de hierro. Castillos y corazas dejan de proteger a barones y caballeros. La guerra será plebeya, y la inteligencia dará la victoria. EL RENACIMIENTO, 1400. -

Destrucción de las noblezas por inútiles, y aparición de la deinocracia por el trabajo libre. 1400. - LA IMPRENTA.

Inventa Gutenberg los tipos y se reproducen por millares los libros. No puede haber interpretación aceptada universalmente, desde que cada uno leyendo y confrontando los textos, es su propio intérprete. Emancipación del pensamiento. Educación común universal para que todos puedan leer lo escrito. Cesa el Presbítero de enseñar en las Escuelas de las Catedrales.

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SARMIENTO TEXTOS FUNDAMENTALES LA INS iRUCCIÓN SE HACE LAICA.

1463. - GOP1RN1CO. Perturba y disloca la astronomía tradicional, adoptada canónicamente. Pone la tierra entre los panetas, y desciende la luna a satélite, como uno de tantos que giran alrededor de los siete restantes. La mano de Dios y los firmamentos están de más para sostener cada sol y cLda planeta. Entran en funciones las matemáticas y la atracción unversal. Las ciencias y los maestros dejan de ser religiosos. 1495. - VASCO DE GAI.t, COLÓN, MAGALLANES. Completan la Geografía, verificando la va sospechada redondez del globo. El teatro de la historia humana sale del Mediterráneo al Atlántico, cuya navegación, costas, archipiélago y razas nuevas, abren infinitos horizontes. El sacerdote pierde su preeminencia, baja a ser capellán de buque o de ejército, predicador del Evangelio a los salvajes, pero no director de la nueva sociedad, que es esencialmente laica en descubridores y pobladores. Conocido el inundo, el brahmanismo, el judaísmo y la idolatría entran en el número de las religiones. HAY ANTÍPODAS. No HAY CIELO RELICIOSO. 1493. - ALEJANDRO VI. Un Papa Borgia, sobrino de otro Papa Borgia, padre de César y de Lucrecia Borgia, con quien vive en concubinato en el Vaticano, son los monstruos casi apocalípticos de depravación, la más horrible que haya avergonzado a la especie. El espíritu moral del cristianismo, dejando de dar impulso y fines a la sociedad, empieza a descomponerse, entregándose reyes, príncipes y Papas, a los más espantosos desórdenes. Se reprodujeron en Roma las Mesalinas del antiguo imperio, y en Italia las envenenadorEs de profesión. Ese mismo Papa descreído, favorece en estatuas, templos y pinturas la reurrección del arte griego, que Rafael y Miguel Angel reviven en adelante. Un siglo hacía, que Dante, el inspirado bardo de la epopeya cris-

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PENSAMIENTO

tiana, había profetizado corno Isaías, que Dios abandonaría a su pueblo, por los pecados de sus Pastores: E giunta la spada Col pastorale; e l'una et l'altra insieme Per viva forza mal conviene che vada. Di oggi mai che la chiesa di Roma Per confondere i due reggimenti, Cade nel fango... 1543. - MARTÍN LUTERO.

Escandalizado por los horrores de la Prostituta, como le llamarán en adelante a la Roma de los Borgias, y haciéndose eco de los pueblos estrujados y esquilmados con un sistema de ventas de perdones de todos los crímenes en indulcncias, que dieron los 200 millones de fuertes que costó San Pedro, abre la época del examen de los antecedentes y títulos de esas creencias, que permiten tanto desorden. Sin Alejandro no hay Lutero. La Reforma sólo pide más cristianismo, máS moral, más fuerza. menos misterios, menos autoridad y jerarquía religiosa. Nace la crítica histórica. 1560. - REACCIÓN POLÍTICA, MAQUIAVELO.

Con el rescate de las Comunas, con las sociedades de fabricantes de paños de Florencia, con el comercio de los venecianos, Cofl la libertad política merced a la imprenta y las controversias, muchas repúblicas han saboreado la libertad. Maquiavelo, profundo sabio, inspirándose de la inmoralidad reinante en su época, escribe, al uso de príncipes y aventureros, el arte de usurpar la autoridad y aherrojar a los pueblos. Maquiavelo ha dejado un sustantivo: maquiavelismo, y muchos pueblos son libres sin embargo. 1565. - REACCIÓN RELIGIOSA.

El cisma que las predicaciones de Lutero producía en la Iglesia, y la secularización que con la imprenta y los nuevos rumbos abiertos a la vida venía operándose, sugirieron a un capitán de milicia, herido en un Sitio y retirado, la idea de organizar un ejército de sabios y políticos saaces. bajo una disciplina per inde oc cadáver; con cu yo auxilio, dice Emilio Souvestrc, el "capitán Loyola, se propuso cerrarle el paso a la humanidad en marcha; a la razón que empezaba a afirmarse, opuso la obediencia ciega, a las ideas gobierno libre bajo el impede libre examen, de discni6n N-

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SARI1ENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES

río de las leyes, opuso la monarquía absoluta y el derecho divino. "En la obra que proyectaba, introdujo sus ideas de soldado; y la orden cuyas bases echó, fue por él considerada siempre como su ejército, el ejército de Cristo. De ahí proviene aquel precepto (le obediencia absoluta y ciega, que es el principal fundamento del jesuitismo." El jesuitismo, corno táctica moral, proclamó por medio de sus teólogos casuistas, este principio: El fin justifica los medios. Ensavó la colonización en el Paraguay, bajo el gobierno teocrático de la Edad Media, que se propuso restaurar. Edificaba sobre arena. 1-le visto unos naranjales donde fueron las Misiones. 1-Ja dejado una palabra en las lenguas - jsuitismo. Quedó también una obra monumental en la literatura moderna: Las Cartas Provinciales de Pascal, que son el origen de la Revista crítico-litcrara moderna. Todavía luchan los jesuitas por restaurar el mundo anterior a Copérnico y Colón, que ensancharon los limites del cielo, de la tierra y de la inteligencia. Darwin, Agassiz, Gould, Burmeister siguen a nuestra vista, ensanchando más y más aquellos límites hacia las profundidades de la tierra con Ja geología, Y (le la historia, con la del hombre primitivo. 1561. - Loan

BACON.

Introduce en la filosofía el sistema deductivo experimental, como base y método del razonamiento, abandonando la metafísica, que quería deducir la verdad de textos o axiomas, por medio del silogismo. Este método lo llamó con el presentimiento del genio, el Organo Nuevo, trazando casi todo el cuadro que han recorrido las ciencias modernas. La teología desapareció de las aulas con el sutil Juan Scott y el dominico Aquino, y Aristóteles el peripato. 1561. - GALILEO Gijrj:i.

Mide las oscilaciones del péndulo y aplica al cielo el telescopio. Acusado de herejía científica, pidió a los buenos padres que le indicasen la mntira más del superior agrado del Papa Urbano VIII y lo dejasen de fastidiar, sigaiendo sus experimentos a los setenta aflos de edad. Su prisión, su persecución y su retractación solemne, han enri-

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PENSAMIENTO quecido la historia humana con una de esas protestas vengadoras que han salvado al mundo: e pur si mulove! Y continúa moviéndose hasta ahora, como no se par' el Sol para ver pelear a unos beduinos pillívds, por haber demostrado el sabio hebraísta obispo de Colenzo, que es un simple error de traducción el que tomando la Luna en conjunción une continuaba alumbrando por el Sol mismo dio lugar a suponer a Dios .1 merced de cuanto aventurero acaudilla descamisados, como eran 1 que niandaba Josué, históricamente hablando. 1560. - PALISSY EL ALFARERO. Si fuese posible ver cómo en un cereLro humano se están deponiendo, sin que el paciente lo sospeche, las ideas que flotan informes en la atmósfera, como el polvo y los átomos que vernos relucir en un rayo de sol, y se encuentran más tarde depositados en cornisas y alcobas, habríase visto en ci alma de un alfarero, pintor, vidriero, mensurero y después fabricante de porcelana, estatuario y naturalista, el principio de la edad moderna, siendo un paisano el primero en seguir el camino trazado por Bacon para Pegar a la ciencia, con observarlo todo, recoger todo, ensayar todo - cuatrocientas Sustancias para barnizar la loza hasta que halló el piorno -, y ser el primero en sospechar que en toda la naturaleza había un cierto orden y dependencia. Contra todos los sabios a quienes mostraba huesos fósiles, él sólo contestaba que eran reales y verdaderos huesos de animales no conocidos, gigantescos, pero habían existido en las margas debajo de París. Palissy reunió el primer museo de todas las cosas raras, minerales, plantas, sustancias, sales, curiosidades; y fue el primero que dio Conferencias públicas, reuniones como ésta, con la particularidad de que él reunía a los sabios para que le enseñasen a él, o para oirios decir disparates autorizados por la alquimia, la astrología y la teología que aún subsiste. EPOCA CIENTÍFICA Y ARTíSTICA. Con el cuadro sinóptico del siglo xv, la humanidad, sin su gobierno y civilización religiosos como antes, vuelve poco a poco a recuperar el elemento legal romano, en sus códigos razonados y armónicos de leyes; con las Constituciones, el sistema representativo de los anglosajones; y con el cultivo de las bellas artes, la literatura, la pintura, la estatuaria y la arquitectura griegas.

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES Repuestos los pueblos en sus antiguas posesiones, comienza con nosotros en el feliz siglo que alcanzamos, la época científica, constitucional, artística, libre, completándose en el Continente Americano la época de las aplicaciones científicas al trabajo, con la poderosa maquinaria como instrumento, el vapor y la electricidad por motores. Darwin presenta al fin de su grande obra, un complemento a su teoría, que pone de relieve la fecunJidad del principio de la civilización helénica, y su fundamento hasta ahora no comprendido, en la naturaleza misma, y es su inst i nto de la belleza. Después de haber atribuido Darwin la variación de las formas orgánicas a Ii selección natural de los tipos más vigorosos y adaptables al medio ambiente para la lucha por la existencia, ha analia zado una carsams á apremiante todavía, y es la aspiración a la beldad por la simpatía, que ha ido revistiendo a tantos animales de formas exquisitas. de adornos de inimitable elegancia y lujo, realzados por toJos los colores del iris y de ¡as luces metálicas del esmalte. Salía de les toldos al Río IV una joven india, y antes de presentarse en sociedad, dijo en su lengua franca: "haciéndome linda primero"; y detrás de un rancho se ajustó los arreos de la Pampa, con sus placas de plata y sus alfileres de una cuarta. Esta es la historia de las aves canoras y de ropaje pintado, de las mariposas y (le las flores. La mujer culta y elegante, desde el E gipto o la India y la Etruria, en cuyos sepulcros nos viene la urna de los espejos, pomadas, peines y ornatos de la dama, es el epílogo de la creación orgánica y su más bello ornamento. ¿Sabéis que el arte del)ardinero inventa flores, a su arbitrio, con hacer vivir en la opulencia plantas de flores mezquinas? El bienestar de la planta, la civilización diríamos, la hace sobria de reproducción, cambia unos órganos en apéndices de ornatos, pide al iris su paleta, y poco a poco cambia las formas, centuplica sus pétalos, s.- doble, muda de colores, describe en cada perfil, ondulación y enganche la línea de belleza que fijó el arte griego, y tenéis diez mil variedades de rosas; la sinia que desde los campos argentinos ha ido a enriquecer los jardines de Europa, o la dalia vuelt:i a su tierra natal y que no reconoce ya a sus parientes en las sabanas de Méjico o en las Pampas, tan engalana vuelve de u excursión. ¿He descrito la historia de una flor? No. Esta es la evolución de Darwin y la perfección por el deseo de parecer bien que de la india prehistórica ha hecho la Venus de Milo, simple idealización

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PENSAMIENTO del modelo viviente de la mujer griega, de aquella Helena que se robó Paris, de aquella Friné que, acusada de un gran crimen, desprendió un broche de su túnica y dejó ver sus formas al Areópago, quien fiel a la tradición homérica, respetó la obra más acabada d la creación y del culto helénico, aplazando la vista de la causa a cien años. Cuánta sabiduría! Los que contemplan el espectáculo de un baile aristocrático, pueden verificar si entre las armonías de la música y la cadencia de los movimientos, las jóvenes confirman de instinto la teoría de Darwin, para la mejora y cinhelieciniicnto de la raza, revistiéndose de todos los atractivos y seducciones de las bellas artes, en colores, formas y apéndices. Un puñado de flores o de plumas, cayendo al desgaire, a un lado (le la cabeza, le hace perder su equilibrio y recta posición, motivando el levantar del rostro, las ondulaciones del cuello del cisne y la posición oblicua que revela la vida y la atención inteligente. La cola de pavo real ha debido sugerir ideas de majestad a reinas y prince as; y tanto hará una niña corrigiendo al espejo la posición de los músculos en reposo, que al fin se saldrá con la suy a, de hacerse bella, si no ella sus hijas, hasta hacer hereditaria la garbosa ditinción y elegancia que trajeron las damas andaluzas a esta América, y conservan nuestras antiguas familias. 1 )arsvinisino, puro darvinismo es eso que el vulgo 77ItiCíei2tí fico llama. . . coquetería, de coq, gallear, por alusión a sus malas mañas de rizar y esponjar i,u plumaje galano. He abusado, señoras y señores, demasiado de vuestra indulgencia; pero para terminar ' debo hacer del siglo xix reseña tan abreviada como la que apenas he bosquejado del siglo xv, que fue el ' libertador del género humano por la pólvora y por la prensa. Asistimos en eta época, a un período de observaciones profundas y de extensas meditaciones, afanándose el hombre en dar expresión a las leyes en virtud de las cuales la naturaleza, la sociedad y la vida misma funcionan y existen. Se hacen grandes, aunque no 1el todo fecundos e5fuerzos, para escudriñar los secretos de la mente humana, y se reconstruye, piedra sobre piedra, la filosofía de la historia; pero las investigaciones más sagaces y profundas, tienen por campo las infinitas ;nanifestaciones de la naturaleza, donde Darwin y sus discípulos han abierto nuevas y desconocidas rutas. En las ciencias biológicas, se ha llegado a la aplicación de nietodos perfeccionados de observación y experimentación, y al empleo de las medidas exactas de la física experimental para las investigaciones fisiológicas. Las que se refieren a la teoría de la generación espontánea, han dado su impertante contingente al progreso de las

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SARiJF\I'O - FFXTOS FUNDA\IENTALES ciencias médicas, descubriéndose que la aparición, en apariencia espontánea, de organismos minúsculos, proviene en gran parte de gérmenes suspendidos en la atmósfera, y pudo encontrarse el ácido fénico para destruir los innumerables gérmenes que el aire deposita en las heridas y traen la putrefacción. M. Pasteur sigue explorando este flhjeVo CaminO abcrto 1 la observación. Se ha reconocido iuualinente que muchas enfcrinedades orovienen la multiplicación excesiva de or g anismos microscópicos, y debe esperarse (1UC SC encontrarán los ndius de destruir sin perjudicar al enfermo, esos pequeños y terribles enemigos. Las ciencias que tratan del hombre prehistórico han hecho grandes progresos en la última mitad del siglo. No se ponía en duda que el hombre hubiese aparecido repentinamente sobre ¡a tierra hace seis mil años; pero se ha llegado a probar, merced al descubrimiento de las habitaciones lacustres de la Suiza, uuc anterior a la época en que el hombre usó del hierro, ha existido una época en que solamente se valió del bronce, combinación de cobre y estaño que parecía poco probable hubiera precedido al uso de un metal simple como el hierro; que antes de llegar al uso del bronce, el hombre no había conocido ningún nictal que auxiliara sus débiles manos. en la lucha por la existencia; quedando establecido igualmente que el hombre ha habitado la Europa en la época glacial, anterior a la nuestra de 21.000 años, y nuestro estudioso Ameghino ha sugerido que debe haber sido contemporáneo del elefante antiguo, lo que llevaría su presencia en la tierra a tiempos de incalculable antigüedad. Los geólogos, con nuestro sabio Burineister, según lo demuestra en si, obra sobre la Creación, que nuestro gobierno hace publicar como un timbre de nuestras ciencias naturales, han llegado a convencerse de que los fenómenos que han producido la estructura actual de la tierra, no son debidos a violentas convulsiones periódicas, ni a una energía terrestre que determinara catástrofes repetidas, sino que las fuerzas que operan continuamente, son bastante poderosas para producir con el tiempo reu[tados tan extraordinarios. Cuando contemplamos con la pesadilla (le Irandeza que las montañas imponen, con sus gigantescos dorsos de eternos monstruos de granito arrodillados a lo lejos, según la expresión de un poeta nuestro, pensarnos en prodigiosas aglomeraciones de átomos, sol¡citados de atracción, cuya inmovilidad aparente no es sino un equilibrio de esfuerzo, y que elaboran transformaciones incesantes, que no presencia la breve existencia del hombre.

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P E NS AMI EN T O

El número total de las especies de fói!cs alcanza a 700.000, de las cuales han sido descriptas 300.000 según Lubbock, pues Huxley estimó sólo en 70.000 desde el de:cuhrimiento del Titanosairro, -'monstruo de los terrenos jurásicos de California, que mide treinta metros de largo y nueve de alto, tres cces el ancho de nuestras calles, y dos el alto de nues ras habitaciones -, hasta las débiles luces que la paleontología ha podido arrojar sobre las fornias primitivas de la vida. La geografía ha comp letado casi la rectificación de los mapas, agregando su contingente al descubrimiento de las causas que han determinado la actual configuración de la tierra. La obra de Vasco de Gama, Colón, Magallanes y Américo, está terminada. La ciencia astronómica, que con el descubrimiento del planeta Neptuno, había alcanzado uno de los grandes triunfos del genio llmtcmático, ha debido en estos últimos tiempos, al análisis espectral, los más inesperados descubrimientos, sobre la química de los cuerpos celestes y su estructura misnia. Sabemos va, de cincuenta estrellas, cuáles son los metales y los gases que les son comunes con nuestro sol y nuestra tierra, y con el descubrimiento de 200 planetoides intermediarios entre Júpiter y Mercurio, podemos decir que el planeta Tierra es ci doscientos veintitrés. Nuestro observatorio de Córdoba ha completado el catálogo de las estrellas visibles, comenzado por Hi p arco hace dos mil años; y el profesor Gould ha verificado, queriendo medir la luz de ciertas estrellas, como tipo de las magnitudes diversas, que no la tienen fija, sino que cambian (le tainao visible; en fin, que las constelaciones son enjambres de soles, de mundos en perpetuo niovimiento cada uno de ellos. El cielo de las estrellas fijas, es pues, un mito que ha hecho como tantos otros su época. He aquí lo que tenía que deciros sobre la teoría de la evolución del viejo Darwin, el más joven de los sabios del orden Pii/x'cus sapiens, en cu y a especie él ha clasificado al hombre, como simple variedad. Al tributar a la memoria (le Darwin el homenaje (le la gratitud de esta parte de la humanidad, por el bien que nos lega con sus rectificaciones y descubriniicntos, creo que debemos una mención honorable a los que en otros ramos han levantado en esta América una p unta del velo de la niitericsa isis de la verdad científica. Honor a nuestro com p atriota Benjamín Franklin, que eJipuit codo fulmen sceptrumquc ryrannir, pues Morse y Edison son solo sus ejecutores testanlentariOs.

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SARMIENTO - TEXTOS FUNDAMENTALES Honor y estímulo al continuador de Plinio, nuestro sabio Burmeister, con la verdadera Historia de la Creación. Honor a nuestro astrónomo Gould, qw ha terminado ci inventario de Hiparco, y restablecido su movimiento a las estrellas, como Copérnico a la tierra. Honor a Agassiz, que completó con la ilustrada cooperación (le un emperador sabio, la historia de los peces, los primeros vertebrados que poblaron las aguas del abismo de donde salieron las aves Y los reptiles. Honor a Luhhock, el historiador de la vida y nociones del salvaje en América con la A ntigüedad del hombre, q ue nuestro Ameghino hace remontar a algunos siglos con las recientes observaciones eurapeas y las propias, hasta hundirsc en la profundidades del terreno mioceno. Estímulo y gloria a los trabajadores de toda nuestra Aniérica, para ayudar al progreso de la ciencia humana, hasta que por el Mississipi, el Amazonas y el Plata, como el triunvirato del activo movimiento moderno, descienda al viejo océano, una nueva raza americana, a:mada de máquinas para suplir su falta orgánica de garras, y vibrando el rayo que ha hecho su yo, devuelva a la vieja Tierra, su madre, en instituciones libres, en pasmosas aplicaciones de las ciencias al trabajo, los rudimentos que elaboraron egipcios, griegos, romanos y sajones para nosotros y nos trajeron puritanos y castellanos. (Discurso en homenaje a la memoria de Darwin, 1R81.)

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INDICE GENERAL DE LA OBRA

TOMO PRIMERO ADVERTENCIA....................................................7 La cuestión Sarmiento ............................................7 El criollo moderno ..............................................8 Los gauchos .......................................................11 La naturaleza .....................................................13 Lareligión .......................................................15 La acción transformadora .........................................18 Lagea............................................................22 Educar al soberano ...............................................25 Lamujer .........................................................28 La liberación (le! idioma ..........................................30 Antidemagogo y antioligarca .....................................32 Justificación ......................................................38 1. AIIJOBIOGRAFÍA ..........................................39 Los Albarracines ..................................................41 LosOro .......................................................42 Historia de mi madre .............................................46 El hogar paterno .................................................48 Mi educación .....................................................52 La vida pública ..................................................63 75 Chile........................................................ Las culebrinas de San Martín ......................................82 Circular a los gobernadores .......................................89 Vidas paralelas ...................................................90 Campaña en el Ejército Grande ...................................94

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l\l)lCI CI \ 1 RA!. 1)1 LA OBRA

11. POLÉMICA LITERARIA

Reminiscencias de la vida literaria ................................133 Ortografía castellana ....................... .. ....... ............. 138 Ortografía d ambas A méricas ....................................145 Lengua, pensamiento, estilo ......................................153 Carta a Paul Groussac 155 111. LA NATURALEZA .........................

... .

157

Una tarde de otoño ................. Lapalma real ..................................................... Fi mar Y los trópicos ............................................. El ñandú o tvestrur. pampeano .................... . Las bolead oras ................................................. El carpincho y Ja mulita . . Miscelnca Los eucaliptos .................................... . Mis pajaritos ..

159 161 166 172 177 184 186 187 188

IV. LA MUJER

.

.........................................

l..a limeña ................................. .. La española La judía y la morisca .............................................. La puritana .................................................... Camila O'Gorman ........................................... Dos cartas de amor A A urelia V élez

193

196 197 197 197 198 202 202 A .............................................................. 203 .. Otras cartas .......................... . . 205 A Elena Sarmiento ............................................... 205 A Mary Á (ansi ................................................. 206 A A urelia V élez Sarsjield ...................................... 222 Un viaje de Nueva Y ork a Buenos A ires 232 Homeward. (a tu tierra grullo) ................................ 232 Chicago................................................. 233 Las santas mujeres.......................................... 234 Mistress Mary Mano ............................................ 236 Mistress Ida TV jckershaus 237 Mistress Kate N. Dogget ........................................ 239 Miss Lucy L. Smith ........................................... 240 A Juana Manso. El poema épico de la democracia - Periódicos de educación.................................................... 241

..........................


lNl)ICI. GENERAL DL l..\ OBRA 248 Los trabajos de la señora .líai)so 251 • Magdalena Brihuega de A berastain ......................... 252 • su hija, doña Faustina S. de Belin ......................... Emancipación de la yanqui ........................................ 253 La ópera en Córdoba y en Santiago de Chile ..................... 257 259 La educación de la mujer ........................................ Un dios guarango (inédito) ....................................... 261 A su nieta Eugenia Belin Sarmiento ............................. 266

V.

LA RELIGIÓN

....................................................

Polémica....................................................... Una pregunta a los redactores (le la Revista Católica ............. La catástrofe de la superstición ................................... 1. ¡Dos mil víctimas! ........................................... 2. El culto sensual ........................................... 3. La Compañía de Jesós ...................................... La colonia y el catolicismo ....................................... La exposición industrial en Córdoba ............................... Mercedes y gracias ............................................... El concordato .................................................... Disparos al aire .................................................. Las manifestaciones .............................................. La romería a Lujín ................................................

VI. Ti pos,

CARACTERES y

269 271 273 275 275 276 278 282 291 292 295 298 301 302

usos ......................................307

Los mineros ...................................................... El capataz de las carretas ........................................ Un serrano de San Luis .......................................... Losgauchos ...................................................... El juez y ci comandante (le campaña .............................. El rastreador ..................................................... El baqueano ...................................................... El gaucho malo Elcantor ......................................................... El mayor Navarro ................................................ El general Rivera ................................................ Domingode Oro ................................................. Campaña en el Ejército Grande .................................. El coronel Hornos.............................................. Las tropas de Rosas .............................................. El general Paz en Montevideo .................................... Un vicealmirante de quince años ..................................

309 311 313 314 318 320 322 324 326 328 332 333 336 344 345 347 350

387


(flINI!-&AI. I)- LA OBRA Aquino 351 El capitán Gauna . 357 Baigorria . 360 El coronel Sondes . 364 El doctor don Antonino Abcrastajn ............................... 368 El indio Juan Chipaco ............................................ 372 Elbuhonero ...................................................... 375 Un episodio (le las tropas expedicionarias contra los indios mandadas por ci coronel Emilio Mitre en 1857 ............................ 377 Otro episodio .................................................... 379 ElChacho ........................................................ 379 ¡En Chile y a pie! .............................................. 379 A kanaiento de Chacho ......................................... 384 El Chacho en San Juan .......................................... 386 Lar caray canto son ........................................... 387

VOIUMEN II VII. PUEBI.OS .......................................................7 Indios americanos ................................................. Quichuas, araucanos y guaraníes ................................... La raza negra .................................................... Las tres razas .................................................... Los españoles arábigos ............................................ España........................................................... LaMancha ...................................................... Bnrcelona....................................................... Africi............................................................ Los estados pontificios Florencia, Vcnecii ................................................ Austria.......................................................... Suiza............................................................. Alemania......................................................... Francia........................................................... Los Estados Unidos ............................................... ElParaguay ......................................................

o 10 13 13 14 16 18 21 22 29 31 37 37 37 39 40

46

VIII. BIOGRAFÍAS ....................................................49 Facundo........................................................... Rosas.............................................................87

Lviérel


INDICE GENERAL DE LA OBRA Alzaga..................................... Las renuncias ...................................... La educación pública bajo la federación ........................... Mensaje de Rosas a la 274 legislatura de Buenos Aires .............. San Martín Y Bolívar ........................................ Urquiza ................................... Pasaje del Paraná (Boletín Número 3) ...........................

Rosario..................................... Boletín fl1nicro 13 ........................................ Introducción a la vida de Abraham Lincoln ........................ Vida de Dominguito ......................................

Instrucción .......................... La escuela ....................................

105 106 110 112 114 136 143 145 147 149 171 181 185

IX. EDUCAR Al, SOBERANO .............................195 Instrucción pública ....................................... Desde los Estados Unidos .....................................

Cuentos ilustrados para niños .................................... sufragios y la educación de los niños ................... Las misas y ..

El alma en pella .................................. án la teología y el doctor Avellaneda El Congreso de Tucumán, Córdoba intelectual ..................................... LaEdad Media ........................................ Importación de jesuitas ...................................... Extrañas coincidencias Archivos de la Inquisición ..................................... El Congreso argentino .................................. La escuela sin la religión de mi mujer ............................. Cuestiones incendiarias en el Congreso Pedagógico ................ Auto-da-fe, propuesto al Congreso Pedagógico por los presentes no pedagogos ..................................... El Congreso Pedagógico ................................... Las dragonadas en la República Argentina ......................... Las esencias en las iglesias ...................................... La enseñanza del catecismo ...................................... La especulación docente ................................... Discurso en la masonería ....................................... El último discurso .......................................

197 207 213

215 216 219 226 229 230 231 232 233 234 240 242 243 244 246 247 247 250 250

X. AccióN, CIVILIZACIÓN .........................253 Las aduanas de Rosas ...........................251 Aduanas y navegación de ríos ....................................258

389


INDICE GENERAL DE LA OBRA

.............................................. .......................................................... ........................................................ ..................................... ................................................... ........................................... Benjnzmn Franklin

Ganader铆a argentina Palermo Elmimbre En el principio fue la acci贸n Haciael Oeste Robinson es una naci贸n

..............................................

.................................. La doctrina Monroe ..............................................

X I.

A NTIDEMA GO(O Y A NTIOLIGA RCA

.................................................. Darwin ........................................................... La Divina Comedia

X II.

PENSA MIENTO

.............................................

390

260 262 264 265

290 295

301 307 318 339

375




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