Libro los trabajos y los dias

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LOS TRABAJOS Y LOS DIAS


DEL MISMO AUTOR La Flauta de Caa

....... .

aq!ado

Libro del Gay Vivir ....... Los Hijos del Llastay ...... . ;i vcnta Nuevo Mundo .......... Coplas .............

IP


Luis

FRANCO

LOS TRABAJOS Y LOS DIAS (GEORGICAS)

SEGUNDA EDICIÓN

ÑÍCCN ¶ FLORIDA 508

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LITERARIAS 1:iiG,FS BII3LT0Ii:c.\ A ':JF1N A U V I3UEN\V I

BUENOS AIRES MCMXXIX


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ES PROP!EDAD. Copr'gh by BbeI 1929


• Para aquellos que cudivan las tierras fértiles en la hondura de los valles, lejos de la mar resonante. lIEs: "Los trabajos y los días".


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RECOGIMIENTO

SE

ataren en su alma, la frente doblegada Con la humildad sagrada de la espiga cargada.

"Como un perro (lC basen un hueso en la basura, Apaciente mi verso en el motivo humilde. A la oscura ¿ de ese álamo ¿no es el lucero un tilde? La enciendes con basura, pero la llama es pura." Dice: "Me sea siempre el corazón amigo. Para darlo en el ritmo o el ademán fraterno, Esté en mi mano como un puñado de trigo. Sea mi corazón un brasero en invierno." 9


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F 1? A N C O

Dice: "Y por qué mis odios han de herrumbrar mi canto 1 Por qué colgar mis penas a los dcmftsl La vide, Salada como gota de sudor o de llanto, Es tan alegre a ratos, y siempre tan querida" "Debe vestirse un alma que haga en las otras crédito. Verdad, por dentro llevo la corona de espinas —Suda sangre mi frente bajo dudas divinas—, Mas quede en lo más hondo mi torcedor inédito." "La alegría del pájaro se repita en mi voz; Sea mi verso honrado como surco de arado; Pluma, tu acero sea limpio como el de una hoz. Bueno." Y prendo de nuevo su cigarro apagado.

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CANTO DE GRACIAS

¿CON qué voz cantaremos ahora y de qué modo? Dónde están las palabras para honrar a la diosa ,Que el blanco de la hostia saca del negro lodo Y del estiércol ft ido da esencias a la rosa? Pues he aquí que digo como en el himno santo: "No podrá quien la olvide ornar su dulce canto." Y por ella alzan hoces de oro y no saetas Virgilio, Hesiodo, Pascoli, Alistral, Jammes, sus poetas. Ella es la dulce madre del gran seno moreno; 11


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Su regazo es más fértil que el corazón del bueno; Ella infunde su fuerza y su frugalidad Y su paz a los hombres de buena voluntad; Con la misma inocencia y el mismo alzado esfuerzo Con que un poeta puro cría de sí su verso, Todo lo da su sacra voluntad genitivo: Del rosal a la higuera y del apio a la oliva; Morena es, pero ciñe todo color, y es blonda Cuando como una oveja da el vellón de sus mieses; Cantando en torno suyo danzan los doce meses; Se enjoya de rocío, se corona de fronda Y se viste de avena, de frumento y de lino; La ropa de los lirios teje con pulcro afán, Y, como el Nazareno, hace del agua vino, Y del terrón más duro y oscuro hace pan, Y aun enseña a los pájaros el gay saber del trino. Cierto que bajo el frío o la sequía gimo Su dolor, pero el cielo es su esposo sublime: Le manda el sol en muda gloria o la bendición De la lluvia que llega con rumor de oración...

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MADRUGADA

J

OS cantos de los gallos suenan en gran manera. (Esos golpes de yunque con que se forja el día.)

Viene sencilla el alba, igual que una lechera. Más de quince calandrias funcionan todavía.


QUEMANDO LA BROZA DE LOS RASTROJOS

LA tierra franciscana, que es humildad y anhelo, Eleva las plegarias de sus humos al cielo.

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EL BUEY

rJiu grandura se aploma con sencillez de monte. Tu paso es remansado, profundo, fértil como Un río en la llanura. La paz del horizonte Del campo se celia en tu ojo. Manso como una encina, A los pájaros cedes, para rama, tu lomo. Lames tu mansedumbre, suave tomo la malva. Tu morro humea al alba, igual que una cocina. Y oyes como una misa los rumores del alba... Rumiando, de rodillas sobre las hierbas o entre Los pastos, quizá rezas tu amor sacerdotal: 15


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A ve, tierra, llena eres de gracia virginal Y maternal. Benditos los frutos de tu rico! re. Por tu rastro que tiene forma de corazón; Por tus cuernos, par de hoces a tu testa amarrado En seda; por ci yugo, la cruz de tu paiÓu Fecunda; por el santo madero del arado; Por la reja que brilla sin mancha en su faena, Y por la harina blanca y la gleba morena, Y por el pan del rico y el pan del indigente, Oh CSOSO de la tierra, por lo puro de toda Labor con la honramos y nos honramos, mi oda Te corone de espigas y de olivo la frente.

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ARADA 1 et soleo attitus splen.deseere rorner. VIRG.

L aire agudo; el cielo alto; la sierra calva. E La calandria es de plata en la plata del alba.

Sube, humeando a ojos vistas, un mugido de toro. —Güey!... El arador viene con su yunta que ninrclia Sin rastro por el suelo cliapadito de escarda. Sí, ya... El alba ensangrienta su virginidad de oro. 18


L OS TRA B A JOS Y L OS DIA S II _i rçORO! Los bueyes reman flojos, dando trabajo, Errando huella a trechos. —Erre... ÂĄAl surco, carajo 1

(En el campo, donde hasta el mismo polvo es puro, Ese reniego es casi inocente, lo juro.) Los bueyes van con pausa ritual. Tuercen la cola, Mientras deshilan baba verdosa. Uno estercola. S, pero el sacramento vivo de la semilla Los viste en el esfuerzo de grandeza sencilla. El surco se abre como un seiidcro de amor, O una mano, un libro, una herida, una flor, Y a la reja herrumbrada de meses sin empleo Le vuelve poco a poco su inmaculado aseo.

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LA COCINA

hecho un ovillo, dormita contra la olla: E Elgato, gato riinrunea y la olla borbolla. La vieja sopla el fuego brujo. El humo se escapa, Duendecito, a las varas mas negras que morcillas. La pava para el mate hace bailar la tapa. • en sí misma se fríe la tira de costillas, • el ají y el vinagre ensangrientan ya un plato. Alzando el lomo al techo se despereza el gato. 20



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F 1? A N U O

En el surco la reja brilla al sol con la honrada Limpieza que no tiene ni la más alta espada. En ojos del ciclo halle gracia la tierra amiga, Y cien granos por uno devolverá en la espiga. El sol ya cuida de ella, sublime jornalero; El sol más laborioso que el fuego de l herrero. * ** En el tala el murmullo cristalino y de prisa. Son los negros curitas que están aún en misa. Cantan, que si no siembran ni tienen alfolí, El cielo cuida de ellos. Pueden holgarse así.

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, .--*

SOLCITO

L dĂ­a tan clarito como un grano de sal. E Y ese silencio... El ciego escucha el sol sonoro. Invierno, a todos muestras tu sol alegre, tal Corno un viejo mendigo una moneda de oro.

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MADRE

esta mujer callada, esta mujer Oscura, A La alabo, así, vestida de simpleza y cordura. Su bondad está hilada de consuelo y abrigo, Y su corazón lleno de experiencia y de días Es corazón más cándido que el corazón del trigo. Y nada hay tan de madre como sus manos pías, Doctas en la dulzura y en todo noble uso, Que hacen el pan de Dios y hacen rezar el huso, Y criaron con afanes santamente prolijos Las plantas de este huerto de su vida: sus hijos. 25


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(En su presencia alguno de ellos sea alabado, Su corazón se alegra como huerto regado.) Y ella que ha trabajado y ha padecido tanto Es vaso de indulgencia, porque de todos modos Como el malo es el bueno, y únicamente el llanto Es el agua bendita que purifica a todos.

Madre, eres esa cosa buena, sencilla y santa, Corno el fuego que nunca se apaga en el hogar; Corno el agua que riega, abreva, lava y canta; Corno el viento que sopla en la era de aventar; Como la hormiga enorme en esfuerzo y paciencia; Como el haza que a un tiempo nos da el pan y la flor; Corno el nogal fresquito en días de calor; Como esta vieja casa que es nido y es querencia.

Aquí a su lado sueño. Rezando al tiempo toco Sus cabellos, cenizas del mortal enemigo. Como siempre secretamente la bendigo. Como siempre los ojos se me han nublado un poco.

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LOS GANSOS

EMAN en tierra firme, y, dos por tres, sin tino, R Su desacreditado grito capitolino.

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TIUMOS

BAJO el hielo (隆todito lo ardi贸 con su ascua blanca!) La tierra s贸lo a pena y a l谩stima convida, La tierra pobrecita como una mula manca.

El alba colorea como venda de herida...

Tierra sufrida y dura. Pero vive un consuelo: Humos azules cuelgan las casitas del cielo. 28


VERDES MELLIZOS

L silencio apacienta la soledad. Casual, Un flauteo. . . Silencio. Tres sonidos de nuevo.. Es la perdiz que espulga invisible el trigal Mรกs verdecito y puro y lindo que su huevo.

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NIEVE

L fuego-Dios alegra la cocina de quincha.

El viejo reanuda los hilos de una cincha Y los chicos calientan un pichĂłn entumido, Mientras bailan los husos que van echando panza Como niĂąos glotones y brindando a la holganza, Se abre el maĂ­z que tuestan como un peral florido. La blancura chiquita de esas flores se suma A la blancura enorme de la nevada, espuma 30


LOS TRA BA JOS Y LOS DIA S de jabón que en silencio sonríe la limpieza Sin mancha, como un ángel, de la Naturaleza.

La nieve es la pureza cristalina del frío. Es el lirio inodoro de tus inviernos, tierra. Con su blancura (le hostia, con su silencio pío, Quién sabe qué misterio de comunión encierra.

Es tan simple su gracia de blancura que el suelo Ahora no es indigno del celeste del cielo.

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EL OLIVO

LABANZA del Libro repetirá mi labio: "Es corno el hombre justo." "Es como el hombre sabio." Grave, guarda el misterio de los dioses benignos; Su fronda habla en voz baja y hace no sé qué signos. Y como esos patriarcas de remotos antaíios Vive quinientos aros y vive hasta mil años. Ap6tol - y el más alto quizá - en la hora sin nombre Miró sudar, - él solo - sangre al Hijo del hombre. A

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LOS TRABAJOS Y LOS DLÁ S Y en otra tierra pura lo consagró otro día La diosa de ojos claros de la sabiduría; Su óleo vistió de fuerza los desnudos atletas, Su fronda fuó corona sin peso a los poetas.

En donde él se levanta se produce el milagro: En campo de grosura se vuelve el campo magro. Tal como un vientre o una frente bajo la cruz Del concebir, es pálida su hoja bajo la ]uz. (Esa fronda que aclara su color con la brisa Como un rostro severo se aclara en la sonrisa, Y en la cual mora el buho como el consejo mora En la barba del viejo). Su experiencia totora Se destila en aceite: su fruta aún no madura Ya es útil, mas lo pingüe de su sazón oscura, Como a racimo o espiga, la hace digna de alzar Con gozo y alabanza y con voz do cantor.

hombre pobre que siembras, da tu amor al olivo. Con fe de padre críalo en el rincón nativo, Que si en crecer es tardo, de rey es su largueza, Y un día ha de canjearte penas por regocijos: Su aceite será el oro caudal de tu pobreza, Y por él han de honrarte los hijos de tus hijos. 33


LA CALANDRIA

SILENCIO do diamante. En el campo ni un eco. L De pronto la calandria que halla en la luz su alpiste Desciende melodiosa sobre un gajito seco Como buena noticia sobre un coraz贸n triste.

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EL CAZADOR

U morral traga la Ăşltima perdiz tumbada al vuelo. S (Lejos cavila un tala mirando el redondel De pozo de su sombra: allĂ­ almorzĂł en el suelo, Sus talones de silla y un diario de mantel.)

Y eso?... A un gajo del tala le pone luto un cuervo. Sudor, polvo, sed. Alto: la aecquia. Una rodilla Y las manos en tierra, ante el agua se humilla 35


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Y ahoga siete sedes, jadeando, a lo ciervo... Su arma trasmina a p贸lvora corno el aire a jarilla.

Se celia al fresco. Su perro, Le贸n, se echa dcpu茅s, Como r煤brica al pie de una firma, a sus pies.

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AURORA

O inmenso en lo seneillo, lo santo en lo jocundo. L En su telar - la aurora - la luz reteje el mundo.

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LA PODA

L podador y su hijo en la viĂąa casera.

Con su grito de pĂĄjaro (un pĂĄjaro de pico Corvo, acerado,) canta mordaz la podadera.

Sarmientos para el horno del pan recoge el chico.

De este acto tan puro y tan simple, la poda, Dije una vez y digo que vale bicis una oda. 38


PATIO

L sol suena en los gallos todavĂ­a. En enagua E Y corpino la chica remuele en el mortero Pepitas de durazno para aclarar el agua. Dios de alpargatas, desde su patio, el tonelero hace temblar la aurora ajustando una duela. Dos pollitos pelean corno (hicos de escuehi Junto al gato que ronca siete sueĂąos dormido En rosca. Las gallinas escarban la basura.

Cacareando, una pulla de primera postura, Guiada poi el gallo, anda buscando nido. 39


INCIENSO

AJO la hechiza concha de peludo del horno B Mire llamear la leda de jarilla y retama Que da el olor del campo en siestas de bochorno.

L'Iiurgonero de xnolle barre la ardida cama Y la pala de tabla deja los panes, frutos Que el verano del horno madurarรก en minutos. 40


LOS TRA BA JOS Y LOS DÍA S Cierran el horno. Lo abren una vez. Y otra vez. El pan, de un tueste cálido, abre un color de nuez.

Olor de pan... Sahúma toda la casa. Pienso: Es familiar, mas pío como un olor de incienso.

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LLORAN LAS VIDES

ADA cepa sus lágrimas clarísimas destila, C Y con ellas su oscura pena llora la urpiia.

Y por qué esa tristura si ellas son promisión Del llanto de dulzura del racimo en sazón?

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LUNA DE MIEL

J]1UELE a la cabra el chivo que empina en la loma รกrida Sus barbas de santรณn y sus astas de diablo. La cabra parpadea un brillo de cantรกrida. Y son tan inocentes como Virginia y Pablo.

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MEDICINA-FARMACIA

LOR a viento, a estiércol, a simpleza y acacia. O Gusto a raíz, a cerro, a mañana y resma. Digo: más sabio es este sol que la medicina Y este aire más salubre que toda la farmacia.

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ALBRICIAS

TJMANDO, el viejo mira caer con son de cobres F Las gotas, una a una, pagadas al contado... Es la esperada lluvia que bautiza el sembrado.

— El año será bueno para ricos y pobres.

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EL PADRE -NUESTRO DEL SOL

AL como un niño un trompo de colores, oh sol, T Te ansía el mundo. En todo resplandece tu ley: En l'airc, el monte, el árbol y las olas en coro, Y en los cuernos del buey y los del caracol. A todos les repartes tu justicia de oro. Haces florecer nuestra sangre, jardín profundo, Y eres la levadura que leuda el pan d&riuiido. Eres un padrecito sin dejar de ser dios. 46


L OS TR A B A JOS Y L OS DIA S Oremos: Padre nuestro que estás en nuestro cielo, Santificado sea tu nombre. V enga u nos Tu reino. Hágase tu voluntad en el suelo Lo mismo que en la altura. La luz de cada día Dánosle hoy, así como la fuerza y la aegría.

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EL HOMBRE QUE INJERTA

OMO entre hijos anda entre las plantas de su huerto.

Ya calado el patr贸n y calado e] injerto, Encajo uno en el otro con justeza de rimo. O en la hendida corteza de una planta la yema De la otra le incrusta como en joya una gema. Con la cera y la venda la viva alianza ultima. Dos 谩rboles ser谩n s贸lo uno verdadero: 48


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F fi A. N C O

Ciruelas o dainaseos llevar谩 el duraznero Y ese naranjo amargo dar谩 la dulce lima.

Piensa, y una sonrisa se le entra al coraz贸n Corno la brisa se entra en el sauce llor贸n.

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CAMINO

I, más fresquita y verde que una rana, la loma. S El alba está en las pieriis de esa moza descalza. Un burrito gracioso como tui serafín alza Sus dos orejas como dos alas de paloma.

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EL TELAR

la sombra, casera como un cuarto, del tala, A Sobre sus cuatro estacas, a dos jemes del piso, Se alza armado con arte livianito y preciso, Y el ĂĄrbol lo cobija con un cariĂąo de ala. Las mozas agachando sus dos rostros cobrizos Juegan la lanzadera - fud un corcovo de lizos Y oigan el sofreriazo sonoro de la pala. 51


LOS TRA BA JOS Y LOS DJA S En la colcha se alegran colores de peonzas. Pero el telar prefiere los ponchos de vicuĂąa, Rubios como un soleito y lisos como una uĂąa, Y tan finos que a veces dan apenas quince onzas. A travĂŠs de las ramas, atizando las listas, Juega el sol con la tela como ese gato plomo Con el ovillo de hilo colorado. En el lomo De la clueca hacen pinos dos pollitos pruebistas.

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LOS TRA BA JOS Y LOS DIA S En la esteva la mano, ancha como su pecho, Va el arador alerta de su arado derecho, Y el surco atrás lamiendo sus pies como un lebrel.

A la orilla del día anda su yunta... En tanto El sol que iba estirándole la sombra hacia el oriente, Antes de irse le alarga su bendición ardiente. Y la labor acaba serena como un canto.

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VIVIENDA

IENIIAYA en el silencio del sol y en el susurro J3 De la acequia y el árbol esta casita aislada, • su viña más prieta de granos que granada, • su senda dejada y parda como el burro, • su humo que sin duda, por azul, se va al cielo, • sus gentes que tienen su corazón de umbral • conciencias más limpias que piedras de arroyuelo, • bienhaya esta vida simple como la sal.

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LA VIRA EN FLOR

PENAS si en el aire matinal se dicierne A Esa púber £raganeia de las vides en cierne.

Tienen razón los pájaros de alabar esta viña Que ensortija coqueta sus ricillos de niña Y sonríe todita vestida de hojas nuevas.

Pámpano que con gracia anacreóntica llevas La leve flor del vino, llevaras con más puro Gozo las libras de oro del racimo maduro. 56


EL CItESPIN

A mujer hecha pĂĄjaro (IUO busca en toda siega L A su esposo lo llama ya COfl su larga voz.

Vamos a los rastrojos. La espiga se doblega Ofrecida al degĂźello sin sangre de la hoz.

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-

DE CAMINO

RRó el tiro a una polla que hueveaba en la viiia E El zorro que se hace humo en el cañaveral.

Olor a chicharrón, a higuera y a cal. Pasa el ñato Cirilo con un gallo de riña Y tres burros de colla con sus tercios de sal.

El azul, el azul de par en par abierto... Contra su umbral - blasfemia - trasciende un perro muerto. 58


EL PAVO REAL

L marajali... Qué orgullo, qué fasto, qué gran tono. Hay que aceptar su rango real sin controversia. Cuando él lo pisa el suelo es alfombra de Persia. Su cola se abre alzando el dosel de su trono.

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VOTO

L verano en el aire como el mosto en la cuba.

El maíz, que en secreto mantiene su promesa, Fermente ya en el surco como el pan en la artesa.

El sol de mediodía, quieto, la siembra incuba.

Siembra, que el sol y el aire te guarden con cariñoComo el asno y el buey ce el pesebre al Nido.

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SACRAMENTO DE LA ESPIGA

AS espigas ladeadas hacia la siega dan L Al viento, como abejas, un afanar sonoro. El rastrojo cocido al sol, rescoldo de oro, Tiene el color y tiene casi el olor del pan.

Con un ademán largo como un surco bendigo El misterio de gracia de la ecpiga en sazbi Que se ladea un poco igual que un corazón... (Blanquea la hostia inédita en el seno del trigo.)

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EL HERRERO

la par de los gallos alerta ante la aurora, La saluda su yunque. Y no quieran decirme Que hay mesa de trabajo más limpia ni más firme. Y la fragua? Es su propio corazón, a toda hora En labor, que angosto su ocio más que su frente.

Creador como un príapo su gran brazo desnudo Vuelve el árido hierro más fértil que simiente; Lagrimea el sudor por su pecho velludo. Mas las chispas de la obra son su diadema ardiente. 62


L U 1 SL.

F R A N a o

hoja de pum, hoja de hoz, reja de arado,

Pico, herradura, argolla, asador, eje, llanta, Duela, rastrillo, freno, todo el hierro domado En la fragua que ruge y en el yunque que canta!

Este hombre estĂĄ en su casa y en su honra satisfecho. Lo limpio de sus ojos dice: "Yo no me aburro Nunca". Su calma copia la anchura de su pecho. La sencillez va en su alma como un niĂąo en un burro.

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LA PERDIZ

LZA el canto del surco convidando en la aurora A A la fiesta del trigo. Es Rut, la espigadora.

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ATARDECER DOMESTICO

OBRE el techo, cansadas de volar todo el día, S (Puras cual si estuvieran ca un Avemaría) Las palomas alisan sus plumas con el pico. Llevando agua a las flores en un balde de zinc, Remangada la falda, la moza entra al jardín. Las criaturas juegan con un perrito chico.

Desde la puerta llama la señora: - lleliodoro! repiLc desde su palo el loro. -- Heliodoro!


NOCHE

OMO una cucharilla dando vuelta en un vaso C Una ranita suena en el silincio: acaso Canta en la vía-láctea, arroyo. Un remolino Cruza bailando al sesgo corno un trompo cucarro. Un granito de incienso quema (a dónde?) un zorrino.

La noche es fresca corno un cantaro de barro. 66


LA FIESTA DEL TRIGO

También la fiesta de la siega guardards. (V iejo Testamento).

OS pájaros aún tienen mojado de alba el pico. Cargada con la aurora la loma es una hormiga Con una hoja de rosa. Salud al campo rico Del oro simple, humilde y sanito de la e.-piga. 1L

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LOS TRA BA JOS Y LOS DIA S El filo de las hoces brilla como el rocío. A ratos con el viento manda albricias el río.

Ya bajo el sol, corvados en el trigal sonoro, Cada hombre multiplica ese curvo ademón De abrazo que recoge, pura, la flor del pan. La gavilla en sus brazos cae, virgen de oro.

Dos perros olfatean el trasero de un cuzco. Una perdiz contra ellos revienta en vuelo brusco.

La herrada en la cabeza andan las aguadoras Regando a un lado y otro la sed de la cuadrilla. Alguien bromen: -" ¡Sólo tres melgas a estas horas!" Es el patrón que llega en su mula tordilla.

El patrón, hombre bueno: un pedazo de pan, Un corazón abierto siempre como un zaguán.



SEGADORES

1

aroo viejo como Matiisa\6n Se contrat贸 de tienda de caninaiia y cocina Donde afanan sin tregua las mujeres. Reci茅n 11,in quitado las ollas del fuego. En una tina tn niuchaebo desagua un barril. Del rastrojo Llegan los segadores, soasados de sol rojo, Como un fusil a p贸lvora trascendiendo a sudor.

I1掳

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L U 1 SL.

F R A N a o

"Nunca mejor el vino que después del tocino", Dice alguien, por la sed, cuando traen el vino. Y una cesta rebalsa de panes de mi flor. Sentados a la vuelta de tres fuentes de palo Honran ya el mote, locro de guerra y de regalo. El patrón, rebanando un pan con una hoz, El pedazo más grande sopa en el caldo gordo, Y como en un estrado va a sentarse en un bordo. El sol doma los campos, bueno y terrible: un dios. II CuENTA años se estrechan en su cara arrugada O Igual que odre exprimido, igual que tierra arada.

Como aguerrida lanza de paz, sobre la parva Blando su horquilla. Apenas si tieniblaii sus rodillas Cuando sus curvos brazos acuestan las gavillas.

Santifica las parvas la sombra de su barba. 71


NEGRA, PERO HERMOSA

ON esa numerosa risa blanca de negra, C La breva, rajateada de madura, se alegra.


SOL ESTANCADO

pOR el arenal tĂłrrido corre volando un chico. El sol, al rojo blanco, pica como una roncha. Buscando a sus pichones, un pĂĄjaro, alto el pico, Lleva la butifarra de una oruga rechoncha.

Zumba el calor como una bordona de guitarra. Nubes de lana sucia manchan el cielo, Envida La luz contra el reposo. De pronto una cigarra ChirrĂ­a largamente como plancha ecupida. 73


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F 1 A N C ()

El sol aprieta, enorme, pero bajo la mora La frescura es holgada CONO una bota vieja. Con una pa el eliieo mata su sed bermeja. La pera de agua es, cierto, mejor que cantimplora.

1--

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EN LA HORTALIZA

L edén culinario alza sus corazones E Ofrecidos al sol: los pimientos morrones. Su testa lacrimosa esconde la cebolla, Mas los pobres alegran con su hoja verde la olla. Frescor de las lechugas! Vendrá quien lo consagre Pronto con el aceite, con la sal y el vinagre. Y mi carnal azúcar, dice la remolacha, Es de choclo, y sandía y beso de muchacha. Como en los viejos días en que eras alto emblema, Oh apio, con tus gajos corono mi poema. 75


HILANDERA

ON palabras de mimo que ponderan su ma単a, C Colgado de sus manos, baila el huso, sonoro. Mientras, casi invisible, de sus deditos de oro El hilo nace fino como un hilo de ara単a.

Su boca viva es corazoncito de u単igal, Y aunque algo del misterio de una noche tranquila Deshila de sus ojos de sombra mie1i 1a. hilo, Su coraz坦n es simple como su delantal. 76


LOS TRA BA JOS Y LOS DIA S Tres anillos de plata en sus dedos morenos; Cinturita redonda corno tortero de huso, Y la blanda firmeza de sus senitos llenos Que no saben ni jota del amor, ese intruso.

Con murmullo bajito que pondera su ma単a, Cabeza abajo el huso baila, trompo sonoro, Mientras, casi invisible, de sus deditos de oro El hilo va naciendo como un hilo de ara単a.

Oveja, hilo de plata. Vicu単a, hilo de oro.

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1-.

ADOLESCENCIA

ON sus rulitos rubios y su fresco contento C La chacra, ya mocita, lo coquetea al viento.

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QUINTA DE FEBRERO

piropo 11Illi()('l a la moza que turba. La fruta da a la rama la gracia de la curva.

La brisa que anda ca ropas menores abanica Los follajes que alivia (le la calor pesada. Como boca besada se vuelve mĂĄs rosada La avispa hace mĂ­i-s dulce toda fruta que pica. 79


L U 1 SL.

F R A N O O

(Sólo a la nuez fruncida no le busca querella, Que es dura de abrir corno rodillas de doncella.)

La higuera que so ciáe de pámpanos, guasona, Tira a la acequia un higo con un el ¡ -el¡ de reno. La granada que es reina porque lleva eiou, Oferta sus rubíes con la risa más llene.

Se ofrecen y se esconden las hijas del peral Que tienen pecho, talle y caderas de dama. Mientras rendido ante ellas, del balcón de una rama, Un pájaro recita un verso de cristal.

La manzana en su fresco rubor de paraíso Es el cuerpo de Eva cuando por primer vez Sin ojos de inocencia miró su desnudez. Ante el estanque, en éxtasis, está un guindo-Narciso.

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LA COCINERA

L horizonte viene desde la lejanía Por el camino blanco de sol. El mediodía. Cerca, corriendo en sueños, el perro gime a ratos. En la parra del patio una cigarra chilla Remedando al chorizo que sufre en la parrilla. Mientras cojeando a un lado y otro vienen los patos, La vieja mira el único reloj que ella conoce. Como la sombra llega al unibral son las doce.

8l


EL REGADOR

OMO ya sobre la Ăşltima melga el agua se cierra, C Echa su pala al hombro como mi fusil de paz.

Tres quililos festejan, gritoneando a cual mĂĄs, La hermandad franciscana del agua y de la tierra.

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SACRAMENTO DEL RACIMO

[ 10S racimos sanguíneos de mosto vendimial.

El dueito que anda al rastro echa un terno, por fin. Un portillo.. . Y las cáscaras nomás bajo el nogal.

Un clioclín en los cercos silabea:

Cho -clin!

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L U 1 S

L.

F R Á N C O

Ajustando una rama, su horqueta de chañar Clava el hombre en ci cerco. La tardecita mansa A la sombra redonda del olivo descansa, Y la viña trasciende un olor de lagar.

El olivo bendice, entrando en oración, El misterio del vino de la consagración.

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EL GALLO

OBRE la mansa chusma del corral alza el ailc S Su grito libertario, en alto el gorro 11,lilio. Se calz贸 las espuelas, 驴va a montar a caballo Qu茅!, cabalgando pollas se gan贸 su prestigio.

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MI AMIGO EL ALBAテ選L, HOMBRE ALEGRE

OMBRE afanoso y grave, tu risa es cosa buena. H Cierto que la nuez suena, mas de meollo llena.

Fテュes, hombre, y me digo No hay mis licrnaeei cosa Que una cara que rテュo sencilla y amisto-a.

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EL VIENTO EN LA ERA

L raneltito en la loma se asienta con la ley E De eonianza de un p谩jaro en el lomo de un buey.

Una palada al aire, as., en alto, y el viento Bota la paja a un lado como un sobre de carta. Y en la ca1IelIa, oro limpio, llueve el grano, contento La moza, despacito, con su pichana aparta Las granzas. Par贸 el viento. 87


L U 1 SL.

F 1i A N C O

En el mont贸n de trigo Una cruz de palitos le hace seda de amigo Y el que avienta le silba lo mismito que a un perro.

Nada, nada. De pronto, en la cafiada sola, Un ruido... Es 茅l, el viento, que viene desde el cerro Como un perro que llega plumereando la cola.

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BEND1CION

tomando un puñado de trigo, con la unción De los antiguos días, dije en mi corazón: Bendito sea el gusto previo del pan seguro, En el contento agrario como una hostia puro; Bendito sea el sol, que es servidor y rey; Bendita la criada que es gran reina, la tierra; También la mansedumbre de los ojos del buey, Y el trabajo escondido de la lombriz de tierra; Y a más la golondrina, que amadrina la lluvia, Y la hoz, corva como un ala de golondrina. 89


L U 1 S

L.

F E A N C O

Bendita en cada grano, vuestra cosecha rubia, Sembradores, y vuestro vivir de hondura y calma Como un arar. Bendita la fatiga divina Que endurece las manos y que mejora ci alma.

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CALLEJON

L aire huele a viiins y a senos de mujer. Un buey traga la acequia con un CTCSI)O susurro. El tapial iza un gallo. Y una moza de ver, Limpia como lunita nueva, viene en un burro.

RĂ­e... Sabe que bajo la espuma de la enagua Hacen dar sed sus piernas elaritas como un agua.

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L U 1 S

L.

F E A N C O

Rezongando a las chanzas de cachorro del viento El tomento flato se moquea en la estaca. Rumiando alfalfa y paz lo entremira la vaca Con simpleza de madre del Viejo Testamento.

Desde un gajo del bisco el palomo azorado Estira, encoge, estima, su cuello matizado En que la luz, temblando, se desnuda un momento...

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SIESTA AFIEBRADA

AJO la siesta es fresco el arroyito flaco Lo mismo que mi term贸metro debajo de un sohaco

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LLUVIA DE TIERRAS ENJUTAS

"JSOS odres del cielo", que dice la Escritura, Sobre la tierra vuelcan sus aguas de hermosura.

El agua de Ii. lluvia trae salud de cielo. Su visita 隆qu贸 albricias para la sed del suelo! Llega y se va, y queda la tierra congraciada Corno vientre parido o cara persignada. 94


L OS TRA B A JOS Y L OS DIA S Lavandera, cantando, lavó todo de priesa. Azuló cielo y monte con su añil de limpieza.

Toro que huele a su hembra de lo hondo de su ansia, El aire queda ido de su viva fragancia. Y la luz prometiendo otros días mejores Se encurva en la sonrisa de los siete colores.

Agua del cielo, a todos tu bendición alcanza: Al pájaro del aire como al sapo del cieno; • al árbol abrevado corno un buey de labranza, • al grano que se leuda en el surco moreno • al que con él un día sembrara su esperanza.

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EL MAESTRO RAMON

AESTRO, le decimos, y esto es simple de ver: De la destreza honrada este hombre hizo mujer. Siembra o poda como otros rezan a Dios. Su vi単a Es como su hija. Dice: "La vi単a es una ni単a." Es, con sus manos rudas, carpintero cumplido. Entre talabarteros no es mal talabartero. Trabaja el hierro y dice: "Bah, yo no soy herrero." Y hace una casa como un hornero su nido. jj

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L OS TR A B A JOS Y L OS DIA S

So ayuda y ayuda a otros, y su pecho se aclara. "Lava una mano la otra: las dos lavan la cara." Sobrio, bebe su vino, sonriendo a algún muchacho: "El vino es para todo., menos para el borracho."

Sobrio es también su sueño. Suba do mañanita En su trabajo, alegre según manda la ley. No va a misa, no reza, mas la dulzura habite En su corazón como e el ojo del buey.

Más que en ninguna me hallo en tu amistad. Venga, hermano, A mi mano que se alza sólo en el arte fútil, (Aún vibra del último verso escrito) esa mano Sucia, callosa y fértil en toda labor útil.

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LARGO PUBESCIT VINEA FETU

Fl1ESCFRA de las viñas que abluciona el sereno. Frescura de 1u ero bajo la madrugada.

Da gracias o flaquea la viña arrodillada Bajo la milagrosa carga del logro pleno?

Viña en sazón, colmena de la abeja del sol, Del sol que melifica los turgentes panales De los racimos, muchos en su llenez iguales A los que halló Moisés ea el arroyo Eeol. 98


L OS TRA B A JOS Y L OS DIA S Busca éste forma de odre, aquéllos de melón, De piña, de paloma, de ubre, de corazón.

Uvas de pro, uvas nobles, de sangre de princesa, Fiesta en la pasa, el vaso, el arrope o la mesa. Mas no olvidemos la uva común, de ningún modo, La uva del pobre, útil como él, para todo.

La vendimia se anuncia, gaya, en ntús de un cantar. El aire de las viñas se hace dulce y pesado. Y en los atardeceres se enibermeja el collado Anunciando asimismo la sangre del lagar.

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PATIO

UNTO al portón los chicos juegan a las hormillas. J Va ladeando la siesta. Un peón en cuclillas Afila su machete en la piedra mojada. Del balde en que ha caído sale un polio hecho sopa. A compás de los golpes con que tunde la ropa Cauta la lavandera debajo la ramada.

Amusgando sus hojas presiente la tormenta El naranjo. En lo alto, levantando la cola, Con un grito de burla un pájaro estercola.

La confianza en la casa como vieja sirvienta. 100


MOLINO DE TRIGO

s el hermano blanco del lagar colorado, E El hermano sonoro del arado callado.

Buen obrero, trabaja sin demora y sin prisa, Y alegra su tarea canturreando en voz baja. Tau limpio que no ensucia l'agua con que trabaja, Vestido as铆 de blanco como un cura en la misa.

Es como un coraz贸n, con su gran vena de agua Latiendo siempre y donde s贸lo bondad se fragua. 101


LA VENDIMIA

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ODRE sus cuatro patas de horcones los lagares, Odies de buey, aguardan ya. Las voces dispares De los vendimiadores y las vendimiadoras Que cii cestos de poleo trasiegan los racimos Fueron frescas al alba. Pero, amigo, a estas horas Asienta el sol su pinocha sin undarse con mimos. (Un pรกmpano, a lo vincha, bajo el sombrero es bueno.)


LOS TRA BA JOS Y LOS DIA S Dos pisadores suben al primer lagar huno Con las piernas desnudas y en mangas de (omisa. Uno, un viejo de barbas y de muslos faunesuos Les juega a las clunitas sus chisines pintorescos Y con las risas claras trinen su ronca risa. El otro el movimiento alterno de la pisa Con dejado silbido de tropero acompasa. Sus canillas y pies, a lo zorzal, bermejos, De mosto, lunarean de senu]las y hollejos

Canta su amor de turco el gallo de la casa.

Con dulzura de vaca de pachorra norteña El lagar rinde baldes en esta roja ordeña.

Ida de sol, la grey vendimiaria regresa. Uno lo pifia al viejo del lagar: "Se conoce Que usté está a la sumbrita." La luz se estanea y pesa. Las campanas, con tranco de arador, dan las doce.

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L U 1 SL.

F R A N C O II

Al hornillo, en la paila, hierve el mosto hasta el tope. Y un pegajoso aroma da albricias del arrope.

Tiene hojas de albahaca o de no sĂŠ quĂŠ hierba De olor, y unas tajadas de angola y de manzana. Las dos espumaderas de latas de conserva Avientan rezongando con la llama tirana.

Sacan de muestra. Es miel, de cristalino y rubio. Con el quesillo blanco quĂŠ gozoso connubio!

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EL BURRO

OMO Mamerto Esquiú se viste de estameña; C En sus lomos, se sabe, lleva la cruz en seña. Siervo de un siervo, el pobre, lo lleva sobre sus Lomos tan evangélicamente conio a Jesús. Lazarillo de los niños va a pordiosear A los campos de Dios leña para el hogar. Con su rastra de ramas, pudiendo y no, empareja La tierra en que el hermano buey hundió la roja. Saca el noque del pozo, ¡qué andar de peregrino! Ocomo amor a un pecho llev:i trigo al molino. 106


LOS TRA BA JOS Y LOS DIA S Manos de paz, levanta sus dos orejas toscas, Mas le arman guerra a muerte los perros y las moscas. De palos o improperios sabe a veces tan sólo, El tan sencillo como un ángel o un chingolo. Su jornal qué de veces un ayuno lo paga, Y lo celia a rodar tierra su reuguera o su haga. A la de Dios se suelta, hecho así un Ecce horno. Dijimos ya que lleva la cruz sobre su lomo. Pero en sus ojos grandes está su corazón 1irando con la hondura de la resignacn.

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CALLEJON

EMOLCANDO una opípara galleta de caballo, R Guiña el escarabajo sus álitros al sol, Más aseados que ci cobre fregado de un perol.

El airecito es vivo como un ojo de gallo. Lejos grita alguien: "¡Rosa, que vuelvas por aquí!" Un zorzal le responde por tres veces que sí. 108


SILENCIO

rj1RASLO1IANDO el ocaso, la tarde veraniega Se borra poco a poco como senda olvidada. Hay la pausa que sigue o que precede un cardo. El sauce alarga un gajo al pájaro que llega.. Ruido de hojas, de nidos, de sombras. Después nada.

El silencio unge todo como un óleo santo.

Pero ante él, recogidos, sujetemos la lengua: Sélo lo rompería la plegaria, sin mengua. 109


MANOS DE CARPINTEIIO

esas dos manos, diestras ambas, que hacen sin yerro Las santas cosas Ăştiles, alabanza les digo: La puerta que nos guarda la casa como un perro Ose abre a fondo como los brazos de un amo; La muleta del cojo, Cireneo; la cruz, Cuyos brazos son alas y cuya sombra es luz; El cuerpo del arado y el brazo de la hoz; El huso, arafla sabia que Lila nuestro abrigo; La mesa que con:;ugra el pan, cara de Dos; La cama para el sueĂąo de una noche fugaz Y esa en que dormiremos la eternidad en paz. 110


DESCA NSO

pASA la brisa haciendo rumorear su enagna. Surca el suelo un lagarto, la cola de mancera. Mi perro y yo alquilamos la sombra de esta higuera Ladeada corno moza que lleva un balde do agua.

Silencio y luz. Posadas sobre un ga j o, sencillas, Dos palomas me fuerzan a soiiar tus rodillas. 111


EL PAN

OMO el vino y el pan son hermanos se amasa C En la bodega, aren de sombra de la casa.

Sal y grasa a la harina que le entreguen a ella Lo que gracia y cordura a la simple doncella.

La levadura ensanche su bondad recogida, Como un coraz贸n leuda su sangre y le da vida. 112


LOS TRA BA JOS Y LOS DIA S * ** Manos que juntas hiiiou haciendo el pan, no son Ciertamente más puras ni aún en la oración.

El pan blanco es hermoso como plata de pobre; El pan negro, más fuerte, honrado como el cobre.

Bajo el mantel, camisa sin bordado ni cinta, Se hinche el pan como el seno de una mujer encinta.

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EL VINO

IGAMOS bicn del vino nazareno y pagano, ID Bueno, con una honesta sed, a las gentes todas: Del que ci sediento bebe con ansias de verano; Del que nutre al aninieo como una fuerte teta; Del que bautizo, dulce, la pascua de las bodas; Del tuyo, melodioso y lĂşcido, poeta.

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LEVANTE

EMPULGO el horizonte, mi arco. El aire malva Huele a ticfllp() y a rĂ­o y a ven-os de Luis Franco. De verso tan desnuda se ruboriza el alba. Y el mundo se embandera del dĂ­a azul y blanco.

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0,1,1,

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Aurora La lada Patio Incienso Lloran las vides Luna de miel Medicina-faraunia Albricias El padre nuestro del El hombre (100 injerta Camino El telar El maĂ­z Vivienda La villa ea flor El crespĂ­n De camino El pavo real Voto Sacramento de la e-piga ......... El herrero La perdiz Atardecer doni(sl Noche La fiesta del trigo La espiga Segadores Negra, i H1'0 hiermoa Sol estancado

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.............. ............ ................ sol ......... .......... ................. ................. ................. ................. ............ ............... ............... .............. .................. ............... ............... o ........... ................. ............ ................ ................ ........... ...............

37 38

39 40 43 41 45 46 48 50 51 53 55 56 Di

5$ 59 (10 61 (12

64 65 (jO (17 (19 7() 72 73


qw 75 En la hortaliza. 76 hilandera 78 .Ldolcu &i. 79 Quinta de feariru 81 La cocinera . 82 El regadur ............... Sacramc 1 U (1(1 ra(Uh1O .......... SS El gallo ................ SG i laGil, hombro alegre . Mi ami 87 El viento en la era ........... Sl) Bendici贸n ............... 91 Callej贸n ................ 9:3 Siesta afiebrada ............. 9.1 Lluvia de tierras enjutas ......... 96 El maestro llam贸ti ............ 98 Largo pubescit vinea fetu ........ Palio .................. 1100 Molino de trigo ............. 101 La vendimia .............. 102 Oracion nui la' plagas ......... 105 El burro ................. 106 Callej贸n ................ 108 silencio ................ 109 i te ro ........... 110 1l\In nos de u Descan-,o ................ 111 Elpan ................. 1112 El vino ................. 114 Levante ................. 115



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