Luis franco lucifer

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Como resultado de las sostenidas tare-as Ilevadas a cabo tanto por la etnografla y la etriologia como por la filosofla de nuestra época, este siglo ha visto por fin constituirse, con su objeto especifico y su estatuto de ciencia, la antropologla social y cultural. Es, en efecto, una ciencia interdisciplinaria y consulta de' manera directa la concepción filosófica del hombre. Malinovski, Boas, Radcliffe-Brown, Levi-Strauss, etc., entre muchos otros, son nombres hoy por hoy famihares para quienes procuran conocer el funcionamiento del espIritu humano. En nuestro pals se suma a ellos el de Luis Franco. Franco no es, ahora bien, un antropólogo estricto. Sus aritecedentes Iiterarios nos Ia presentan ante todo como poeta (Leopoldo Lugones saludó alborozado su aparición en Ia lIrica de America) y enseguida como ensayista hondamente preocupado por nuestra historia. Y quien dice historia menciona, como tan a las claras lo ha seialado Lucien Goldmann, las tres dimensiones del tiempo humano: pasado, presente y futuro. Franco recoge una larga serie de datos u observaciones inherentes a la antropologla filosófica y sobre la base de ellos enjuicia, a veces para acusar y condenar y otras para defender y celebrar, las entidades que dificultan el1desarrollo social y las que lo favorecen. Sus principios son los deslindados y esclarecidos porel materialismo histórico. Su propósito, uno meridianamente claro: contribuir a la desalienación del hombre, a su libertad. Pero además Franco es dueio de un particular registro lingülstico. He aqul el castellano revitalizado por la savia de America. He aqul la ironia empleada, corrio querla Rilke, en función eminentemente creadora. No hay el menor hiato entre este Franco reflexivo y punzante y el excelso cantor de Pan. Lucifer, el prIncipe de los rebeldes celestiales, se emparienta de alguna manera con Prometeo, pues uno rescató la ciencia y otro el fuego —y ambos la luz— para entregarlos a su verdadero amo: el hombre. En este libro se hace patente la dialéctica de la libertad y la necesidad. Y su toma de conciencia es, como desde Ia primera página apreclara el lector, radiante.

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Como resultado de las sostenidas tare-as Ilevadas a cabo tanto por la etnograf ía y la etnologla como por la filosofla de nuestra época, este siglo ha visto por fin constituirse, con su .obj eto especIfico y su estatuto de ciencia, la antropologIa social y cultural. Es, en efecto, una ciencia interdisciplinaria y consulta de manera directa la concepción filosófica del hombre. Malinovski, Boas, Radcliffe-Brown, Levi-Strauss, etc., entre muchos otros, son nombres hoy por hoy famihares para quienes procuran conocer el funcionamiento del espIritu humano. En nuestro pals se suma a ellos el de Luis Franco. Franco no es, ahora bien, un aritropólogo estricto. Sus antecedentes hiterarios nos ho presentan ante todo como poeta (Leopoldo Lugones saludó alborozado su aparición en Ia lIrica de America) y enseguida como ensayista hondamente preocupado por nuestra historia. Y quien dice historia menciona, como tan a las charas lo ha seialado Lucien Goldmann, las tres dimensiones del tiempo humano: pasado, presente y futuro. Franco recoge una larga serie de datos u observaciones inherentes a la antropologla filosófica y sobre la base de ehlos enjuicia, a veces Para acusar y condenar y otras Para defender y celebrar, las entidades que dificultan eIdesarrohlo social y las que lo favorecen. Sus principios son los deslindados y esclarecidos por%el materialismo histórico. Su propósito, uno meridianamente claro: contribuir a la desahienación del hombre, a su hibertad. Pero acjemás Franco es dueFio de un particular registro lingülstico. He aqul el castellano revitahizado por ha savia de America. He aqul ha ironia empleada, como querla Rilke, en furición eminentemente creadora. No hay el menor hiato entre este Franco reflexivo y punzante . y el excelso cantor de Pan. Lucifer, el principe de los rebeldes celestiales, se emparienta de alguna manera con Prometeo, pues uno rescató Ia ciencia y otro el fuego —y ambos la luz— para entregarlos a su verdadero amo: el hombre. En este libro se hace patente ha dialéctica de la libertad y ha necesidad. Y su toma de conciencia es, como desde la primera página apreciará el lector, radiante.



LUIS FRANCO / LUCIFER Los museos contra €1 devenir


LUIS FRANCO

COLEOCION 04DDIACIONES

Functa&i par Edgcirdo Trilnick

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Dirigicla par Hugo Acevedo

LOS MUSEOS CONTRA EL DEVENIR

EDICIONES PAPIRO


EL GRAN PAN NO HA MUERTO

De cuando en cuando nos topamos todavia. con Un hombre que dana todos los lujos y aun las comodidades de la civilizaciOn, Si las tuviera a mano par bañarse en algd•n remanso salvaje con oior a •raices y lama, a par una hora de descanso junto a unaJ fogata cuidando un pedazo de carne puesta a asar en. un asador de pale verde, 0 par tirarse a dormir sabre su montura, pestafleando al par de ilas estrellas, después, de haber cubierto quince ieguas a uña de cabailo. Los babélicos ruidos modernos no dejan escuchar la müsica auténtica y mucho menos la que el hombre ileva en si mismo. Los anticuanjos olvidan casi siempre quo la antigualla mao vieja, aunque eternamente remozada, es la Naturaleza. Nada más illeno de milagro que lo natural. Una solterona de un cuento frances confundia al Espiritu Santo con su loro. Yo Ia confundo con Jos pãjaros, esos hijos de Ia aurora que son como los mensajeros de la, inocenci.a, Ia gracia, la libertad y la sagrada alegria de irivir que hay en el mimdo.

© 1972 Editorial Cultural Argentina (ECA) SAECIFI Libro do edicidn argentina. Hecho el depósito que lija la ley. Printed in Argentina. Prohibida su reproclucciOn parcial o total. Impreso en Argentina.

No puede quemarse incienso en dos altares, adorar a dos dioses a la vez. Quien siente que el ave de las a yes es el pato al horno no puede emocionarse ante Ia belleza bogante del cisne: quien encuentra su mayor deleite en las melodias cullnarias (Ia. de 1a saichicha en la sartén, par ejemplo) no puede ioibrar ante Ia müsiea de Chopin. Solo el temor y In tradiciOn nos impiden advertir gue las hierbas que brotan en Jos cementerios son tan verdes y puras (!flmr 1 --


Luis FOANCO Cuántos clistraces y cuãnta n.ecesidad cle ellos! El del hombre primilivo o aiv.aje –cuernoS, piumas, pintura'S, tatuajeScon el objeto de asustar al enernigo y a la vez de tapar el propio miedo y ubre todo dc satisfaeer 11 hinchada necesidad de diStinciOn y preeminenCia, uerdura intacto pese a la evoluciOfl no, Jos cintajOs, •medallas, uniform-es, trasformista. 6Qu6 son, 'Si aretes ahorcados de las orejas, anillOS con piedras Caa.ba, OrdeacoflaradaS, pompofleS, bastones, espadifles, tItulos y epItenes Lnto salvatos (excelente, eminente, sereniSimO, augusto)? iCu j jismo y prehistoria! El exceso de precaucioneS y seguros, de comodidadeS, cuidados y mimos de la civilizacidn 'puede liegar a ser corno las hermosas lianas parásitas que terminan ahogando al ãrbol tropical. El hombre jnteriormeflte mutilado de nuestra época estâ convencido de que !la misteriosa y sagrada naturaleza es una mera cantera de expiotaCiOfl, un almacén general de materiaS prirnas. Son adm.irabies Jos diferenteS modos e inventos ideados por Jos muebleros modernos para reduCir espaCiO, sOlo que son tantos y tan seductores que el adquireflte es quien debe reducirSe al minimo para no estorbarlos. El pàjaro enjaulado :prueba a la vez nuestro •cultivo intensivo de la crueldad y la estupideZ y nuestro despreCio extensiVo de la ilbertad. Todo ci esfuerZo social e individual de nuestra época parece estar dirigido a evitar el gasto inütil de tiempo, a ahorrar horas de trabajo, todo a fin de disponer de un tiempo ltb'se o hueCo que no se sabe ilenar sino con diversiones y comodidades no imprescindibles, compradas a costa de agotadoras horas de trabajo. El caballo salvaje, fque vive en prolundo coxnercio con la naturaleza —como ci antiguo bagual •de nuestraS pampas— estã obligado a manejarse y .defend-erSe solo, a ser su propio guardian y conductor. No nos extsañe que al par de su fortaleza y elasticidad desarrolle también su capacidad de iniciativa y nun de inventiva, es clecir, su inteligenCia. El cabailo de la civilizaCiOfl, carcelaria y mimosamente cuidado, es mãs ágil, nervioSo y esbelto, pero no rnâs fuerte ni inteligente. Cuidado, pueS, con Ia esta'ouiaciOn indiscriminada!

LUCXCC La creciente tecnificacjón y mecaI-lizacján de la vida moderna teiminará haciendo lo suyo. Los hombres dejarán de sec peces de mar o de rio 3T se volverán peces de pecera. ,Con qué ahundancia de a ua, cle forraic v do ridad puede indemnizársela a ta. gacela de su libertad perdida, si el mismo riesgo diario, el temor al chacal a al leOn, le eran precisos para sus fugas y sus emociones, repentinas e intensas como ci reiámpago? Por qué ha de ser siernpse obligatoria que haya uiia properciOn inversa entre ci desarrollo de los biceps y el de las circunvoluciones cerebrales? Las personas gordas y pacificas defienden su sueño con ronquidos dc leOn. El grosero hartasgo de todos Jos apetitos termina casi siernpre par estragar al lJrimero y ultimo de todos: ci apetlt .o de vivir. Se explica que las modas tengan Ia precauciOn de pasar enanto antes, pues Si algo se soporta apenas es una tonteria reit erada. El carnaval cuiinario juega con venenos disirazados de comest,ibles y potables. La capaciclad deglutiva estã casi siempre en razOn inversa de la capacidad sensitiva, imaginativa o meditativa Come nacemos y nos criamos en €1 artificio, el sec natural exige un largo aprendizaje. El teléfono ahorra distancias y dilapida tiempo. También el alma humana es pOnica. No solo €1 cuerpo 5mb tamblén ci espiritu del hombre tienen absoluta necesidad del contacto anteico o restaurador de la Naturaleza Pero no calgamos en el filantropismo corn antic0 atribuyendo ursa moral para usa nuestro a La Naturaleza. Ella no tiene mds ética que la de la salud, la belieza y La vida victoriosas. Los usos y convenciones sociales impuestos par la civilizadOn inhinitarnente mecanizada son tan opresores y deformantes —aunque no nos demos cuenta— coma el ritual de la arcaica sociedad brahmdnica o el de las antiguas cartes europeas.


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;Cuâ1 hemiplejia es preferible: la de un buen Intelecto con la o'oesidad y laar tritis a remoique o la de un g .imnasta con la cabeza vacia y cerrada como un puño?

El glotOn es un individuo sin conoideracián aiguna can su estómago a higado, ni con su bolsillo, ni con ci apetita del prójimo.

Crea : que la arquitectura humana no ha creado todavia nada comparable a la de los árboles; par su sombra de hogar lara hombres ry bestias; par su respiración que desintoxica tla ide nuestro pecho; por su columna viva, más herinosa que los pilares y los mãstiles; por su copa, apriscadora de iluvias, arnansadora de vientos, vivienda de pjaros y guirnaida de la tierra, y, en resumen, por su augusta y benigna presencia de dioses vegetales que regalan a hombres, brutos y a yes la ambrosia del munda: las frutas. (Todo esto viene sãlo para decir que mermar a devastar la pobiación arbórea en vez de aumecitarla es una forma de genocidio).

El que posee una salud bestial puede prescindir no sOlo de medicos sine tamhién de vetertnarios.

Olvidamos que en la vida de los niños los animales desempeñan una funeión de la mayor eficacia moral y pedagógca. ,Quién les da mayor y mâs honda leeción de sinceridad, fidelidad, desinterés y olvido de Jas ofensas que un perro? ZDe amor mutuo que una pareja de palomas? zDe amor a su prole gue una gallina? ZDe gentileza con las damas que un gallo que par ellas aiza el grano de maiz y Ic suelta sin probarlo? La muerte, tan calumniada par los hombres, quizá no sea al fin y al cuba Ia pear de toda. Tratemos de imaginar uci Neron, un Bertolda, Un corredor de estupefacientes, lun recitador de avisos a plegarias, un necrologista 0 Un prestamista .imperecedero

Nada tan artificioso y tramposa coma Un alarde ostensible de naturalici.ad. Toclos somos aprendices de ilong ,evos, aunque a maestros llega:n pOCOS. Nuestro cuerpo puede ser ci mejor aliada contra las enfermedades del espiritu. Casi tadas las razones de la sabiduria senil van enderezadas a demostrar que ci inviernp a Ia arilia de la estufa es preferible a Ia primavera en ci prada o ci bosque. Un cuerpo demasiada invasor y ambicioso puede no dejar una rendija para alojar ci espiritu. Si la tierra con eizó con ci musgo y ci helecha, quiere decir que ya en ci principia fue la bellez.a• Como el amoi humane, la rosa tiene ci rubor de su propia belieza. Aun dormido ci gallo está en acecho de Ia aurora.

Ni las prafesionales del ocio, par un lado, ni los aetOvistas perpetuas, par el otra, padrán persuadirse fácilmente de que el mejor don del esfuerzo liumana es que permite disfrutar del descanso

El hombre no puede con su mania de embadurnar a la fluturaleza o de enmendarie la, plana. Asi ha hecha del ciprds —árbol inimitable dc aitivez, austeridad y gracia— un gendarme a un sacristán de ccmenterios.

La elegancia que deparan sastres y modistas es una estética dc embalaje, naturalmente.

Nuestra contacto can Ia naturaleza es una relacián nupclai de sangre y espiritu, o no es nada.

No •está probado que el exceso de perfumes supiante a la escasez de baños.

El helecho imprirnienclo su esqueleto en Ia picdra fue ci primer mausolea y será ci ültimo, prohablemente.

La capacidad de aburrimiento en la gente debe de ser casi insondable. Si no no se explicaria el asombroso consumo de pasatiempos para escapar del tiempo –para huir de la vida—, desde el dominO hasta la velocidad supersónica.

No es cspectdculo inferior al dc la aurora, ci del duraznero de agosto sacarido su propio amanccer de sus ramas opacas. La vida realincute humana es una clisciplina austera y a la


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vez un olvido juguetón de esa disciplina. La vida cS esgrima sin delar cle ser danza.

Cómo pueden pasar los seres humanos la vicla entra dc espaldas a la naturalcza, lojo do las hierbas y las nuhee, del misterio dc IUZ de las estrelias, y del alba qua nos alarga hasta or el ojo de la cerradura su jübilo de renacimiento, de la serenidad patrtarcal de los ârboles y el lirismo desbocado de los pájaros, y del aire sin contagio, numen universal: emparedados libando flares de papel, digo libros y peliculas, a amarrados como galeotes a mãrjuinas de escribir, cuando no a !as de correr y volar, coi o escapando dc si mismos? La vida del salvaje no es l ibre, pues se halla rnãs o menos esciavizada a las fuerzas naturales. Tampoco es libre el supercivilizado beato de la civilización industrial, que solo aspira a explotar a la Natualeza coma el rufián a su victirna, sin sospechar ni en aucños que no le asiste ningdn derecho •a castrarla dc sus bestias, dc sus 6.rboles y de sue pájaros, a ensuciar sue paisajes con avisos comerciales, a emporcar sus rios hasta el hedor obsceno, a expulsar el silencto hasta de sus retiros nS pU.dicos, con la espantosa chatura de sus altoparlantes. La icivilizaci6n entendida como un programa de puro con/07't cc la filosofia del cartaginismo. El ánim'o y la nobleza humana cc ablandan entre el exeeso de comodidades y exquisiteces como ci cuerpo dc la odalisca se ablanda entre cojines. Una vida un poco —y no rnuy p0cc— dura, un sobrio y sabroso bienestar logrado a tr.avés de la lucha con la pobreza, y a veces la mlseria, son tan indis.pensables iara la rebeidia y la generosidad, la dllataciOn y la autocleterminasiOn del alma como el aire libre y la gininasia para la templanza del cuerpo. Ya está vista y dicho que lo más fünebre no cc la muerto, dna la pompa con que se la viste. El ilamado árbol genealógico es coma ciertas plantas de las zonas mâs frias de la cordillera: tiene tan largas y entreveradas raices que no ic queda nada a cast nada para ci tronco y las ramas, las flares y los frutos. La alegria ide viir es ci primer sacramento del mundo y deberia ser uno de los temas centrales, no sOlo dc la filosofia y ci arte, sino tamblén dc la economia politica. Dc que el matrimonio cc parezca con frecuencia al Huerto

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do :as Olivos no tiene Ia culpa ci natrhnonij, ni siquiera ci demonlo, sino los pecados contra la naturaleza biolOgica y social del hombre y la mujer. Hay tanta gracia de amer en Ia paioma quo u peoho parece el molde dc la suavidad y su canto el arrorrd del mundo. La gracia de los árbDles es tanta que no so Lards en advertir que la de loS árboles viejos no es inferior a ia dc !as mozos Y tanibién que unidos par sus raices, su lianas y sus ramas lorman un todo indesmembrable e indescifrable: el ãrbol se ha trocado en basque, como ci roclo, los rios y las liuvias se truecan en mar. Mãs ann: lo que mãs misteriosamente se adivina es quc ci basque no es una exposidiOn dc historic, natural, ni un templo primordial, slno on dtos velludo y viviente. La montafla, que puecle escalonar tacks las climas en su desaforada estatura, ofrece tantos cambios e imprevislos coma ur1a caja de sorpresas: Sn calor y su hielo, su cercania y su lejania, y sobre todo su feracidad dc las gradas bajas y medias rematando en un paraiso ascético de donde toda corrupciOn y casi toda vida están desterradas, y donde sus cimas, nimbadas de 'candor y terror sagrados, parccen estar ya I uera dc la tierra y del tiempo. No hay nih ni ci mãs remoto recuerdo del idiulo dc valles y Colinas. De todas las formas dc is naturaleza, ci mar es, sin duda, Ia mãs enigmática y tcmible, y sin embargo la dc mãs honda parentesco con el thornbre ya que, coma todos !as demãs seres 7IVOS, nosotros somos meras gotas dc su fuente. El mar, con sue vorgines 0 CU vaivén y Sn arrOrró de anna, con su impetu desmelenado a su poder, de apaciguamiento y olvido, con su soririsa innumerable a sus abismos de sal y ilanto: coma nosotros. El hombre persiste en el plaglo de las a yes: desde ci dia en que adornó con plurnas su cabeza y sus flcchas y dotO de alas de paloma al Espiritu Santo, hasla el pãjaro mecânico que hay vuela en torno de nuestro pianeta coma un satélite dc repuesto. Sin desconocer Jos méritos del hombre Coma artesano y artifice de su propio destino, tampoco es duciable que de algUn modo ya en la naturaleza estaban prefijados los vericuetoe y la extensiOn de su itinerario.


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Con el juego aiterno de sus otoños y primaveras, la naturaleza sumi.nistra al hombre Ia más profunda de sus lecciones: que lo caduco es el abono de lo que renace. Quizá una de las muestras más nobles de la inteligencia humana es Ia dada par nuestro tiempo al reconocer que Ia eiencja y ci arte del hombre, con todas sus maravillas, son, en el fondo, el resultado de la aplicación de técnicas inventadas por la naturaleza En efecto, millones de años antes de que apareciese el hombre cuaternario ya •el martillo, la sierra, el telar, Ia albañileria, Ia aguja de inyecciOn y Ia pila eléctrica —sin contar Ia milsica— tenian patente de invenciôn. Aun en las creaciones más innegablemente humanas el pulso de la naturaleza se acusa a través de Ia sangre y ci espirftu del creador. La idea de ponderación y autonornia, de superforidad y majestad correlativas al titulo de rey casi nunca fue autenticaa per Ia historia. En cambio, aunque muy parcamente, siempre ha habido reyes de corona invisible, pero diferidas par ia naturaleza. Ni la devoción desalumbrada a la realidad ni ci matriraonio indisoluble con Ia utopia: desde el comienzo —frente a ctra criaturas— 10 que definió al hombre tue su aptitud para ir •advirtiendo con creciente aproximaciOn ci grade en 'que la realidad era capaz de piegarse a Ia voluntad, el pensamiento, los sueflos del hombre.

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Dialéctica y nietamorfosis. Pasamos de Ia at irmacidn a la neg'aeión para Jiegar a U:ria afinnaoión inédita. Ya estã dicho que nada huele peer que los lirias podridos. Pero también estâ dicho ique el estiércoi ayuda a la primavera a hacer Ia irosa, El olor del mar es más reconfortable que los cordiales y ms poderoso que las mareas. El olor de la descompocición y disoiuciOn de Ia materia es repug.nante a nuestros sentidos porque lo vivo tiende a mac vida segün un ambicioso .sueño de telicidad. El olor del rayo es ci dc la sequedad absoluta destondando el vientre de las nubes y par eso tue tenido por ci de la cólera de los dioses. El olor de la carrofla no es precisamente desagradable para ci olfato dc chacales y cuervos. El aiba, que eel-ia sobre todas las frondas y corolas su ahluciOn de rocio, estimula y unifica todos los aromas de la tierra hasta hacer del aire una sola corola. Una cosa isentida solo a través del perfume es mac sutillnentie hermosa que .cuaIquiera otra, porque rnãs que una cosa peccibida parece una cosa soñada. Un aroma determinado intimamente adscripto a un recuerdo ñnico, tien.e el poder de resuciar10 a través de los añ'os y las décadas.

Los caminos recOnditos de Ia naturaleza. Abonando ci suelo •para las flores de Ia nueva primavera 0 volando al dde en el buche de los cuervos cc coma Ia carrofla se redime de cu ofensiva condicidn.

Un aroma excelso es un trasporte para los sentidos y puedc serlo, también para ci espiritu. Se parece al amer y a la rn.'Cisica.

La naturaleza segrega perfumes de tanta sutileza, y delicia y tan soñadoramente puros y alados corno ngeles, tan inniateriales como sueños.

Las flores son los Organos sexuales de las plantas, no meros adarnos coma la gente cree. No cc extraño que sea visible una ieiacOn entre la exhalación dc las flares y los ensueños del amor humano.

El olor del poivo aplacado y saciado per Ia Iluvia cc ci aroma vital y paradisiaco par excelencia porque alude a las nupcias origii arias: las del terrOn y la nube. Sin duda las soifataras y los igneos vómitos arrojados desde las entrañas de Ia tierra par las bocas de los volcanes fueron Ia causa de que se atribuyesa exceso de trOpico y olor de azufre al hogar del diablo.

La capacidad ensoñadora del perfume explica que las tbnez —mucho más que par sus colores y sus lormas— hayan sido en todos los pueblos y épocas no sOlo los ornamentos 0 dijes dc la igalanteria, sino algo mOs trascendente: en ci reino deffos corazones enamorados, ia f'lor es Un cetro. El solo hecho dc que haya fragancias tan duices cnio una


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melodla, tan intimas conio recuerdus, tan aiadas o inmateriales coma sueflos a angeles, indica qua Ia materia y el espiritu se confunden, es decir, que no sabemos lo que es.

el blanca estl en las pla'ntas de los pies y en los ojos de los flegros.

De repente una nube eclipsa Ci sal. Pero no es una nuhe de vapor, stno una nube de alas, -es decir, de pájaros, a sea, la mejor guirnalda del cielo.

No hay, no puede haber hombre totalmente malo, es deeir, privado de huinanid.ad , coma no hay desi p rtn ahoJiito: en la montana más desnuda, en el arenal más insolado, bajo la nieve del polo, la flora y Ia fauna tienen sus representantes.

DesDués de todo, el horno faber no ha superado todavia, ci encaje semiaéreo del helecho, ni la geometria hilada de Ia araña. En el reino prof undo de Pan la vida. y 'la, muerte son meros cambios de postura del ser en el tiempo y el espacio. Cuando el desierto exirema ru sequedad bajo el sal veraniego, uno se pregunta si 11a sad fue creada primero que €1 agua o viceversa. ntonces no hay dios rods misericordioso que un ajo de agua escondildo en al.-On médano. Porque aqul y ahora el agua es más preciosa que los diarnantes, que el cielo y la tierra y que la ida misma. Ahora sabemos qua venirnos desde rnuy abajo, y qua la bestia que aün sobrevive en nosotros, pese a nuestro orgullo intelectual y moral, afirma sus patas on los pisos del terciario. Con solicitud de nodrizas, que Ia son, las nubos se apean a la cuna de los rios. Para 'a mosca, la lagartija es un dragon, mientras el elefante o ci tigre son vecinos pacificos. Asentado en la tierra más árida y seca, el diva, a fuerza de paciencia y persistencia, termina par ordeñar la gordura mar nutricia de la tierra. El parentesco de sangre y espiritu del erizo y el cacto no puede ser mãs obvio. Olvidarnos que mucho •más que el arte, el amor a la Iu cha, la naturaleza es Un sortilegio vital.

Cruzando de noche a caballo una travesia peligrosa es cuando se siente el misterio de las estrelias coma un escalofria innumerable. He •aqui el picaflor, lanzadera de los siete colores de la luz y de la lflCOflsÜtll tela de su vuelo, •Sobre las cimas tapaclas de nieve €1 viajero no emparenta su blancura : COfl la del alba, sino con las del márrnol lapidario, el sudaria a la osamenta. El arrorrO de la torcaz, que arrulla ci sueño del basque en la siesta, tal vez intenta paner en rnisica ci Ilanto humane El agua chocando en las piedras, Ia brisa chocando en los follajes, la IUZ chocando en el canto de los pájaros. La sombra del árboi solitario del desierto aplastado de sal y dc calor es mãs dichosamente acogedora que los zaguanes, las piscitias y el eden mismo. Se sabe qua las uñas de los muertos si g uen creciendo un largo rato, sin duda adn ansiosas de asirse a lo que huye. Coma nuestra civilizacjón totalitarianeite industrial trata de esclavizar 0 relegar a Segundo piano a Ia naturaleza, ci olar de la nafta tiende a suplantar al de las flores —sOlo usadas hay para coronas fdne:bres— y a tracarse en ci perfume universal del eden de hay.

El gallo bate las alas antes de eantar, no para aplaudirse par anticipado, sino para que su saludo vuele hasta el solO

La hierha se come al mineral, ci herbivoro se come la hierba, el carnIvoro Se come al herbivoro: la tierra termina devorãndols a todos para renovar sus fuerzas y comenzar dc nuevo.

La riaturaleza estã de algün modo no solo en Io rnâs prirnitivo sino tamblén en lo rnás evolucionado de nosotros, coma

La naturaleza es estatua, sin dejar de ser lava, nube a vuelo.


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.Quién nos dice que las razones del corazón no sean las menos intelectuales y las mãs racionales? Sin el amor verdadero el hombre no pasa en Ia vida de ser un turista o un dilet,ante. Los medicos y los no medicos creen que la fisiolgia de la mujer necesita irnprescindtbiemente de Ia maternidad. Lo que no siempre se sospecha es que es el corazón de la mujer, tanto 0 más que su cuerpo, quien 'necesita del hijo. EL AMQR, LAS MU JERE S Y LA VIDA

Como sin saberlo estamos aburridos de ser siempre nosotros mismos, el amos Inc creado sin duda par.a prevenir o •aligerar e:se I astidlo.

,Cónio podia Eva, Ia •analfabeta y edénica Eva, todavia integral, sospechsr siquiera el perverso encanto de La malla de bane o del tapado de visOn?

El amor que se goza en buriarse de las convenciones tontas, (creo que todas lo son) logra uno de sus eapolavoros cuando la gata de la beata del barrio se empefla en seducir al gato del sastre socialista.

en cleshabiflé

Pese a la comlin creencia, los amores fãciles son tan desaconsejables para un corazón bien puesto como el chocolate con churros para ci higado Ya es mucho que el amor permita un breve veraneo en el paraiso terrestre. ZPor qué exigirle vacaciones vitalicias? El defeeto del matrimonio es que los que .se easan casisiempre lo hacen sin conocerse; si se conocieran no se unirian 5mb por excepción: pero esa excepciOn es Ia que realmente vale. La coqueteria mascullna suele dejar corta a la emenina. El exceso de ornamentos personales en ci salvaje como en la mayoria de los animales va por cuenta del macho, no de la hembra. No es siempre culpa de la mujer el que buscanclo en ella un poco de infinite, nos demos con un finito asaz mensurable. No es la virtud menos generosa y hermosa del amor esa de exaltar los rasgos amables de la persona amada y dejar en Ia penumbra sus defectos. Si comenzamos desconfiando del artier, no podemos triun far en el. 6Qu6 estratega venció nunca sin confianza previa en la victoria?

El verdadero amor, come ci verdadero: arte, no es una brillante y hechicera superlicie, sino la realidad de fondo revelada e •iluminada por la imaginación, el sentimiento y ci inStinto de belieza. El amor es la mayor aproximación 0 no es el amor.

y el alma

posible entre Ia carne

Una dama del gran mundo no puede t,ener los sentimientos y el lenguaje de una rabanera, y si se 'los perniite —cosa muy posible—, cobran en ella un inevitable aire aristocrático. Solo las leyes dc la dialéctica pueden explicar la frecuencia eon que las mujeres de cabeza de muñeca se enamoran de hombres de cabeza de toro. El amor, copa de came y espiritu, es lo ünico que puede procurar la embriaguez viviente, es decir, positiva, no negativa. Nada como un gran amer para revelamnos que nuestra pcqueiiez estã casgada de infinito, o puede estarlo. ,Que Adán perdió ci paraIso per cuipa de Eva? No tue eso, sino que, obligado a elegir entre Eva, con todos sus defeetos, y la perfección del paraiso puritano, prefirid lugar con su coinpafiera.


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El verdaclero arnor o la verdadera felicidad amorosa sob 'puecle darse bajo el supuesto de una vercl.adera iguaidad o eqUivaieflCia, es decir, de una armoilia. Sin proporciOn matemá tica no hay müsica, Es fàcil advertir que las cualidades saledizas clue el hornbre reconoCe a la mujer —vanidad, veleidad, imprevisión, •devoclan del 'pasado y la mona— son tarnbién cualidades que ilevan barha y bigote. La rnezquind.ad y la vanidad son dos negaciofleS del anior, coino la catarata es is ne.gaciófl de la rnüsica. Quien no es capaz de enarnOrarse de veras es capaz de lo peor. DetráS del jadin de la mujer cornienza la selva• Nuestra dicha es siempre un poco apresurada y ciega corno el beso que la pareja de enarnor.adoS Se •descerraja en el eruce de un tünel. Una mujer madura prefiere ser elogiada mäs por su juventud que por su belleza. Tina mujer inteligente prefiere ser elogiada mãs por Sn belleza que por su talento. El •arnor no miente o miente con la verdad cuando dice: prefiero ilorar a tu •lado que reir lejos de ti. Un lionrado observador hace notar que la antigua costumbre de las mujeres ârabes de no .sentarse jams a corner junto a los hombres —seguida en muchas regioneS de España y América— no se originó en la escasez dc silas, pues los .musulmanes clâsicos se sentaban en el tafanario o en los .talones.

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an niejor creacián es la del amer rolam cute humane, es clecir, a algunos grados per encima de Ia zoologia. Sin duda Ia obscenidad enuacada es Ia n:cnos rernm pndaIae: la eTc Ins conveutos. por ojoiiip]n Nada puede hurnillar tan intimamente a un hornbse como ci ue una mujer hen-mesa Jo mire sin verb o Jo mire como 51 fuera una estatua o un museo. La novia que so resign a a casarse con el novio rico al que no ama, Cs come el inquiiina que se resigna a una casa anticcada, antthigiéntca e incOmoda pero de lujo. En las aideas de Ia antigua Rusia las muchachas de veinte afios so casaban Con chicos de trece. AsI ellas podIan manejar el látigo durante un lustro (y conservar ese recuerdo para la vejez) hasta que el instrurnento cambiaba de ejecutante El primer privileglo de don Juan Tenorio y do mister rummel es el de ser hombres totabmente desocupados. Privado de ilberbad, ci arnor deja de 5cr arnor, como psivado do cielo y vuelo en su jaula ci pájaro es ya un ex-pãjaro. La inteligencia puede y debe intervenir en clamor, pero no como dirigente y menos como dictador. La vida, y menos la vicla del arnor, no tiene su residencia principal en Ia cabeza. Los •enamorados que graban sus nombres entrelazados en las cortezas de los árboies, buscan, sin saberlo, identiticarse con todas las pIimaveras futures. Muchos ojos de mujer son un firnnamnto. Qué culpa tiene él 51 los hombres en general, come los gansos del traspatlo, han perdido el hábito del vuelo.

El rnito de la bruja cabalgando una escoba es la mejor muestra de calumnia biI1ida come la lengua de la serpiente a la escoba y a l.a mujer.

Como los grandes rios, sOlo los grandes amores conocen la belleza y el peligro del mar.

La mojig ateria y la.pornogralia se parecen corno dos difuntos al tercer dia.

El amor sigue siendo un dies cuanclo ci clltimo beso sigue sie'ndo el primer beso.

El hombre ha descuhierto y maneja la potencia del vapor, del rayo, ha inventado el teléfono, la television, ci vuelo mecánico, el cohete espacial y ha creado :algO mOn profundo: el pensanilento y la müsiea. Pero suele olvidar infaustan ente que

Como no hay dos voces o dos almas exactamente i guales, un par de piernas de niujer no se repite nunca. Y no sOlo hay en ellas helleza escultural, sino sentimiento, pasión, misterlo. Y la mas honda razOn vital.


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Luis FRANCO

Entre un 'amor y otro arnor puede mediar tanta diferencia coma entre una carga de rosas y una carga de cab•allerja. Besar Ta cabellera de una mujer es adorar alga que sabrevivirã larguisimos aflos al Idolo y al idólatra. Una mano de mujer entre ]as nuestras no solo nos trasmite ia tibieza, sino la intimidad, la profundiclad y el secreto del nido. Las curvas y Jos estremecimjentos de la rnujer son. tan vertiginosos coma Jos del mar y ni los mas hipócritas Jo Ignoran. Lie pie, una mujer puede ser derribable, coma la columna el árbol mas sOlidos. Acostada, es invencible como el mar. La religiOn invento, masculino para consumo femenino, ha canonizado la condicjOn de animal doméstico de la mujer. Para la religion brahamánica la mayor virtud de la esposa se probaba acompañando al esposo a la tumba. La judia, Is sometia al esposo coma una alfombra de lujo a una alfombra ordinaria. La mujer mahometana no tenla acceso al :paraiso y solo par intermedio del morabito podia dirigirsea Dios. En algün cancilia de la iglesia los teólogos cristianos discutieron sobre si la mujer tenia alma a no, coma recuercia Adler. Cómo pudo ilegarse a identificar Ia sexual con lo femenino Y ponerlos baja la misma excomi,iniOn? Es indudabie que debid obrar el indiscutido dogma de la inferiorid.ad de Ia rnijer. Eso 'desde luego. El cejijunto y 'patilludo hombre de 'las cavernas debiO ver en su mayor fuerza muscular una prueba tajante de su superioridad sabre la hembra. Cuando la mnjer del neolitico inventO la canasteria y la alfareria, el' hilado, la agricultura y la ganaderia menores, aiareciO el m'atriarcado, y el varOn, en desveritaja econOmica, dejO de ser el señor natural SOlo que con ci dominio del caballo y el toro, y el invento del arado tirado par bueyes, ci hombre recobró su hegemonIa y la mujer paso a ser cosa a bestia de 'su ama, es decir, esciava, antes de la inauguraciOn de Ia esclavitud. A esta inferioridad de facto debiO agregarse Un hec'ho; que el hombre arcaico debiO entrever lo que solo la biologia de hay ha venido a poner 'bien en claro: que la mujer —en su grandeza y su servidumbre—. es una criatura mucho mãs atada al sexo gue ci hombre; no 'sOlo por ia atingente a las onerosas funcion'es de la concepciOn, el alumbramjento y Ia lactancia, sino quo su cuerpo todo —verdad'ero napa de amor— y su alma, están mds colonizados par Eros que los del hombre.

LuCIFER

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Las pretensiones —que no faltan— de querer equiparar o poco menos, la distorsión homosexual al amor fecundo, no resisten a' menor aniago de análisis cientifico. Los campeones de esas tesis son coma el zorro rabOn de la fábulra que Jntentó convencer a los otros de la, veritaja de podarse la cola. Los gomorritas, apóstatas del sexo y su fecundidad saoxada, ilevan su propia condena colgada del cuello: su amor de mulo padece la doble esterifldad de Ta earne y del espIritu. En su ceguera, que niega Ta dialéctica, no y en que sin polo positivo y polo negativo no hay luz, que sin notas agudas y notas graves no hay müsica... •Hasta en épocas reclentes ci matrimonlo entre miembros de las clases acomodadas a seniiacomodadas fue casi fnvariablemente un pacto entre un pretendiente •más o menos provecto y buen chapado y ios padres de Ta joven novia, sin que la voluntad de ésta contase para nada. Las leyes, y sabre todo la Iglesia, hacian de Celestina. Era un estupro con patente coleslãstica y civil. El mismo Dante, pese a las nubes de incienso Leolãgico que nublaban su espIritu, lo vio asi denunclãndolo al poner en boca de la athltera Francesca los más humanos y hermesas versos del interminable poema. Es clara que 'todas las perreria's que el hombre ha hecho y sigue haciendo con las mujeres —prostibulos, harenes, trata de biancas— son. 'una mera variante de las perpetradas con los hombres par el patron esciavista a ci patron capitalista. Convengamos, par ejemplo, en que la prostituta es la, negación del amor. Pero 6q.u6 son los hombres que se dan un bane en el fango que ella ofrece? Eso sin olvidar que en la prostitución, alicia de gaTeote, so cae no par vocación, sino por seducciOn y abandono, por hambre, par miedo a la humiliacTón de la iservidumbre doméstica y sabre todo par esa floreciente rama de la industria capitalista liamada trata do blancas de que son socios much os de los mã.s honorables bonetes de la sociedad burguesa. El amor es sin duda la primera y ha devenido la más elevada forma de embriagUeZ, la, mas hermosa, aunque también la mãs riesgosa: ('La castidad paultna y la pornografia son sus dos negaciones fünebres). Del hombre depende, en ültima instancia, que los pezones de la mujer sean dos picas de paloma a dos cabezas de vibara, que su cabellera sea una bandera a una madeja dc enriedos,


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Luis F

BANCO

Que Ia pompa con que se cel:ebra la inauguración de un rnatrimonio termina casi siempre en pomias Iünebres? Dc es'c no tiene la culpa el amor sino la sociedaci con sus saldos del pasado que aUn no se atreve a tirar per la borda. Una sociedad e'arc'eiaria engendrará •siernpre calabozos como el agua estancada segrega mal olor y miasmas. La poligamia de Oriente y Occidente se diferencian solo en el grado de publicidad y en que la poligamia cristiana tolera filosóficamente la poliandria.

Luc

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La belleza es punilicaciOn, coil -10 10 rnuesti'a Ia naturaleza, slevando a la clignidad de la flor y el canto la orgia amorosa dc las plantas y los pdjaros. Cuando el alilul' e vuelve un puru htbito, hare rato que el numen del amor se 'ha ido. La mãs vieja lucha politica de la humanidaci es la emprendida por convertir al amor, rey con pretensiones absolutIstas, 'en rey constitucional.

,Que hay mujeres que no tienen alma? No, 10 que hay es que la •llevan en la piel, como un tapado de visOn.

Dos almas enamoradas se embellecen mutuamente como ci rio y los cabaflos que lo cruzan.

En el amor las vias del corazOn son 'las de pe•netracián menos rãpidas, Pero las rnás profundas y perdurables.

Ruborizarse es acaso la gracia más aristocrâtica de la mujer y es gran ldstima que ya no esté de moda.

Una adültera puede Ilorar sinceramente a su marido difunto, porque •ya sus amarios perdern todo sentido de aventura. Hay algo in-As inmoral que el matrimonio tal como lo ccnocemos; es el celibato 'tal como lo conocemos. El hombre que se respete un poco no debe correr jarnâs detrãs de las mujeres, y menos disparar idelante de ellas. Enamorarse angelicalmente es tan inhumano como enanicrarse infernalmente. El rufiá'n se jacta de aus bajezas como un alpinista de Ios picos que ha esoaiado. La eanonización de la castidad y el celibatismo es una fervorosa invitaciOn a •la contra-natura. El galanteo es el arte de impetrar de una diosa lo que ésta, casi siempre, arde en deseos de conceder. Tantos siglos de incubos, tabiies y terrorismo antisexual pesan so:bre nosotros que todavia la mera desnudez femenina tiene alga de obscenidad 0 saciilegio. ,Amar mucho? No; se 'ama o no se ama, eso es todo La cópula es el sepelio diane de la muerte.

El beso, en que el estremeciiniento humane parece rebasar las fronteras de la came, es la caricia inicial y final y superior a todo el resto, con -10 el arnanecer es mãs hermoso que el •dia y la noche. Se dirá que la mujer, clue es la criatura contradictoria per antonomasia, se molesta si la miran con insistencia y se molesta si no la miran en absoluto. SOlo que el hombre no IR va en zaga. Se lamenta sin fin de la mujer infiel y se aburre de la mujer leal. iPuede hablarse de amor moderno? Desde luego. El arnor tal coma lo han ex p resacto los artistas y sin duda han comenzado niuchos hombres y mujeres desde fines de la Edad Media es un sentimiento mas o menos desconocido en la antigüedad, sin excluir a pals alguno. Las rnuy probables causas han de ser, per un ilado, la reacciOn contra siglos de misoginia judaico-pauJina que buscando saciar su .sed de femineidad inventó la ma'io1atrIa; per el otro, la muy lenta, Pero creciente dignificaciOn social de la, mujer. Se dirá, finalmente, que mediante la igualdad de derechos civiJes y politicos de la mujer con los del hombre, y mediante la paridad de ed'ucaciOn y cultura, Ia liberaciOn hurnana llega'rã a ser un hecho cumplido. Nos atrevemos a contestar que no, ni aun agregando su creciente intervenciOn en todas las vanedades del trabajo moderno. Recordemos solo este detalle oregráfico: los más fastuosos amos de Wall Street no son hombres sino viudas reincidentes, Cs decir de mOs de un mariclo


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Luis F1INCO

,Es que este matliarcado plutocrátjco nos acerca a la 1iberacón Tern enina? N o, sin dada, dada que Ja Jiberación humana impilca la ruptura dc los moldes de una socledad y en contradjcciOn conalga misma y en miérco}es de cenlz.a, par cierto. Ya está dictho que lo que ithere de sus ex'Plotadoresa Jos p ueblos y a las inasas baja coyunda, sOlo eso podria liberar a la mujer de su doble serviduinbre sexual y social. En cuanto a las herculinas que luohan contra Ia aervidijmbre y la tradicjOn usando pelanibre de conscripto y pantalones de torero a fumando y escupiendo coma ap p endices de pirata, a emitieucl0 con voz tiple palabras gruesaa a inhitando servilmerite las manqueras del hombre, esas transitan a contramano la vereda de la emancipaci6n lenienina. Mientras la mujer, a través del marido patriarcal, del an cerdote, del joyero y del modisto, alga siendo sumisa sierva del pasado, no podr criar hi jos para libertad futura. La sup'eraciOn ale su COndicjOn ale sexo débil que el honthre le asignara desde el ocaso del matriarcado sOlo la lograrã la mujer hacienda causa comün con los que luchan revoluciona mente par limpiar al mundo ale legañas y privilegios anceatrajes. La clue los .bizcos, volu•ntarjos 0 no, ale todos los tiernpos, le echan en cara a Ia mujer, es no se p exactamente igual al hombre. Fundamenta1men, que la mujer es mds obra del arnor y para el amor que el hombre. 0 si se prefiere: que hay en ella más femineidad que mascui j uidad en él La que la mujer tiene de inferior y superior al hombre es que estã más cerea de la naturaleza, digo, de Jos aliases que crearon la vida. En el cuerpo de amor de la niujer hay mayor latido cOarnico que en ci del hombre. Tiene vinculacjdn directa con la luna y ]as mareas Si los sexos no fueran dhferentes —aunque equivalentes y com ,p iementarjos_ no tendrjan propiamente rasOn de ser. La diferencia entre Jos sexos constituye Ia explicaejn ale su exiatencia. La unidad origiriaria del sexo está probada par la historia natural. Las formas prirnarias ale la eseala zoolOgica son unisexuales Pero Ia creciente oposiciOn dialéetjca entre la femenino y Ic masculino es Ia cave mayor de Ia altura y beileza que puede alealizar ci amor hurnano. La aparicion do Ia femenino y To Inascujino es, pues, un resuitado ale Ia evoluciOn progresiva ale Jos seres coma otros enO-

LUCIEER

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rnenos biolOgicos Nuestro Ameghino, que madrugO tanto, advirtiO que la evoluciOn progresiva del sisterna sexual era aimétrica a la del cerebra —o "cefalizaciOn de la vida"— y ambas delinian al avance ascencional de los seres. Ya está sugerido que los sexos opuestos y complementarios son coma ila mano derecha y la mario izquierda, un resultado de la division del trabajo, pam mayor eficacia. DirIamos que los dos sexos son las dos manos de la creacidn genésica. Y sOlo la conjunciOn ale lo femenino y ia masculino, en lo bioiOgico Coma ien la espiritual, nba ala la suma creadora. El hombre, sépalo o no, tiene tanta necesidad idel alma ale la mujer como de su came, sOlo que no puede ilegar .a la primera sino a través ale is segunda. Partiendo del hecho de que anatOrnica y fisioiOgicarnente la mujer está rnás adscripta a la funclOn procreadora, suele desprenderse como corolario que la mujer es más victima que ci hombre ale la dictadura del Eros. Mas recuérdese, que es comUn partir de premisas justas para liegar a conclusiones lalsas En este caso el error dimana ale que no se computa la mucho mayor trascendencia que para la mujer tiene la peripecia anlorosa, sin contar que el amor a la .prole y su responsabilidad ante ella son también mayores que en ci varOn: doble motivo para un contralor mãs severo. El pudor femenino no es, pues, un. gazmoñerla, conho creen tantos que confunden realidad con groseria. El pudor no sãio es ci ünico aderezo que realmente aumena la belleza y el misterio de La mujer, y be confiere una especie ale aristocracja de sangre y esplritu, sino que expresa, desde sus origenes, la defensa contra La promiscuidad, el apoyo al progreso de la selecdOn sexual y par ende a ese paulatino ascenso ale un fugaz placer a un duradero acontecimiento emocional y espiritual. Eso si, otra cosa es 10 que sostiene la mistica, a los que en nombre ale la ciencia alegan que la abstinencia sexual corrobora la potencia del cerebro. El charlatanismo cientificista puede liegar a ser más ieshvo que ci de feria cuando cede a la supersticiOn tradiciona] a a la complacencia cortés, como el sapo que traga una colilla ale cigarrillo conlundiéndola con una luciérnaga. En efecto, la sexologia de hay señala que ci desarrolbo del sistema nervioso del hombre —él más complejo y rico de la eseala zoológica— signilica ale auyo la mds alta potencia sexual y cerebral a la yes, o sea que, en funciOn de ser el más erotizado de los acres es también ci más sensible e inteligente


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Luis FaNco

Se repiicará con la teorla actual de la transferencia ci blimación del eras, transformado en pasiôn inteleetual a mistica. No intentanios negar la parte de verdad que puede haher en elI, coma en ci caso del hombre consa.grado a una gran causa Oi . 2i nnt.riótica, qsie suele olvidarse de si mismo, de u familia y haste de sus deudas. Bien, pero dicha teoria sOlo es válida corno excspción, y aün discutible. El astrOnomo que doserta de la alcoba y engafia a su esposa con !as estrellas, podrã ser Un grail sabio, ,pero es una frustraciOn coma marido y an duda coma hombre. Hablar de ainor can superficialidad de sobremesa, con mof a obscene o escrüpulo gaznloño, son dos actitudes que obedecen en el fondo a una misma eausa: el desprecio del sexo 1-jumano difundido -por sigios de orgia y cobardia. Tamblén iele usarse a esgrimirse la estética. a la contenpiaci&i pura pare disimular ci viejo odlo o tern or a lo viviente. Pero aurique haya clernorado sus ojos en la ms maraviliosa de las estatuas, todo honTbre cabal y honrado terminard. confesando que sus ojos y .su corazOn se abren con rnás gozoso azoramiento ante el mármol que respire y late, la estatua que despiaza sus lineas en el juego y armonia sagrados de lo que vivc• Taniblén se ha hecho sicm.pre del amor una encarnaciOn de la veleidad y la fugacidad. Pero un amor verdadero puede durar tanto coma una vida y adn mãs. "No es verdad —testimonia Saint Beuve, que sabla dc la materia tanto coma Stendhal y lots padres corifesores— que el anior en los corazones compietos sea algo incomprensible, que un pequeño azar hace nacer y otro desaparecer: que esta pasión, la mrs elevada y belle (con su fuerza de vida e inmortalidad) sea siempre ccmo un cristal procioso que el menor golpe puede destruir sin remedio". Todo esto para no recorder que el •amor, numen prirnigenlo, es quien ha aconsejado casi siempre las más hermosas hazañas del espiritu. El anvor y su estreilado misterio han dada materia a Shakespeare pare las rnás trémulas figuras de su teatro, y al Dante y a Camoens lots claros pasajes de la poesla. Sin ellos Goethe no hubiera creado a Margarita, ni las "Elegies romanas" ni la "Elegia de Marienbad". For algo Beethoven dedicó su 'Claro de lime" a la condesa de Guieciardini, y Mozart a las hermanas Weber (eon uric de las cuales se casO) dos do los mãs celestes momentos de su müsica Incurrirernos en calumnia si recordamos eu "Gioconda" a Leonardo y su "Maja' a Goya?

Lucir

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Las modas femeninas ilamadas oreaciones' por 105 mothstos – justificadas por su analogia con ci aIi\io que ci cambio de postura procure al paciente en cu 1ech son una mera reiteraciOn de usos immemoriales. Los arqueáiogos hsn descliert que las dames eretenses de Cnossn 11500ñn 2 fl ) gastahan un atuendo tan complicado y refinado coma el de las damas del Paris moderno. Se dird que la faida gitana es una supervivencia trasnochada de usos del mds viejo Oriente frente a la revolucionarja en minifalda. -. Sin embargo, y en fin do cuentas, ésta no es mds que un timido intento do regreso ci taparrabo. La cabellera femenina, que es a modo de madreselva ci selva en que cc embosean el pudor y ci amor --qae recuerda a la nube, a la noche, a los hUas del sol o la liuvia, pero que resulta nids mareadora que ci ahisnuo 0 el vino—, que tiene algo do oleaje en que q'uerriamos hundir nuestros dedos o acunar nuestros sueños, es ciertamente una desnudez más profunda que la de la piel, hecha de u.n material que peudura incorruptible cuando Ia came cc ha esfurnado, triunfando sabre el tiempo mds que los imperios y los epitalios. Quando uric rnujer se deshace de nosotros, no mayoranente deshacemnos del todo.

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importa

Es obvio que la Bardot (la mds moderna abanclerada de la Vulva) coincide perfeetamente con ci reblandecjmjento de la médula espinal maseulina No usa peine ni vestidos, pero la transparente toilette do madame Eva es en ella Un laberinto de salacidad y perversidad Es el desnudo movido par una cinética tendiente a provocar Un terremoto de lihidine. .La eano. nizaciOn del vicio, la puesta del pudor universal en la berlina, un atent,ado de lesa majestad contra el, sexo y la belleza sagrada del Eros humano, uric ofensiva mortal contra ci inmortal encarito de la mujer? Quizá. Pero no olvidemoc que Ia Bardot, esa Eva sacada do las costillas de la propaganda capitalista, es una de las columnar de la economia do Francia, un factor deCisivo en su balanza de pagos. Nadie mdc digno do com.pasiOn que ci pobre enarnorado quo espera con Ia hoca seca a su dame mientras ella se demora traiciondndolo eon ci espejo. Solo ci ainor es capaz do fundir La floribunda primavera y el fructuoso otoflo en una estacidn Unica: Ia des pareja pareja de Rut y Booz.


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El amor seguirã siendo el elixir de ernbriaguez para las musas coma la luna llena para el lirismo del ruiseñor. Nada rnás hermoso que el diálogo de dos eflomorados Si no es el silencjo en que escuchan el acorde de sus corazones. El solterón nato Ia sigue siendo después del matrimonio. El misteria del sexo, fuente de la vida, es el misterjo sagrado por antonomasia: arrai g ado en el mãs profundo •pasado tiende al rnás remoto futuro, es decr, estã al servicio do la inmortalidad. La vocación do eteonidad nace, no de la vocaéión de morir, sino de la de arnar para siempre.

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La came del amor tiene la espesura y el mister-lo de la selva. En las ramas del amor verdadero la voiuptuosidad y el sentimiento se besan como dos palbrn.as. Puede haber en los besos mas pürpura y embriaguez quo en las vendimias Que la felloidad del arnor es pasajera es opinion rnuy cotizada entre los que se enamoran de 'a primera mujer que pasa. Que una mujer no tenga cabeza o no sepa usar sus manos no parece constituir un defecto mayor siendo hermosa. La Venus de Milo y la Victoria de Samotracia signen disfrutando de fama inmarcesible. Si el amor deja de Ser peligroso, deja en las zarzas su mayor poder. El beso parece seguir siendo el más profundo sisteina de comunicacjOn de los cuerpos y las almas inventado liasta el dia. La Lana adorna festivalmente al árbol a que se abraza, pero le cobra el servicio trasegãndole lo mejor de su savia. Es el rito do la Venus venal. El Paso de una mujer puede ser tan ondulante, magnético y mortalmente peligroso como ci de una serpiente. Y no hay suero antiotidjco que valga.

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El caso muitireincidente de curas y obispos que ahorcan el polierudo hábi•to en el respaldo de una eama matrimonial, es un bvio triunfo de la minifalda. Nada mao risuefiamente fünebre que una mojigata torturada por el amor. El saber ilumina el eamino de la ignorancia; el amor ilumu-ia el carnino de ia sabiduria. Al arnor para saivar la especie se añade a veces €1 amor para salvar ia mayor belleza del cuerpo y el corazOn h-um anos.

El amor es el antipoda del amor propio o no es nada. Hay dos amores que no tienen ningi.in parentesco: el quo se esfuma con Ia ausencia y el que se profundiza con ella•

La mejor prueba do talento de irna mujer es saber dsimulane ante un marido o amante mentairnente enano. Lo que má.s aprecia una mujer en su manido es su bueii gusto y talento en haberla preferido a otras. Si no so educa imitegralmente a la mujer, el hombre seguirá

viviendo en el cuaternario. iAmo, luego soy.

De que el matrimonlo ,siga siendo con frecuencia ijnas onzas de paraiso y una arroba de purgatorlo tiene menos culpa el amer que nuestra averiada sociedad de clases. La co.nsonancia 1e dos corazones en el amor puede no s-er escuchado por los amantes, pero constituye sin duda ci acorde mar sagrado de la tierra. La bella que vende la intimidad de sus gracias a los am-ianciadoes comerciales para embaucar el ingenuo püblico perpetüa un tipo de prostituciOn visual no mejor que la, táctil. ,Poner afm on duda la icy de la evoluciOn, cuando nada la patentiza mnejor que el amer humane que comienza en cuatro patas come un mero agente de las ieyes de la reproducciOn y liega un dia a tornarse —en ciertos ejemplares humano-s al rnenos— en una especie de maravilla alada repitiendo ci itinerario del gusano q ue asciende a mai4posa?


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Luis FRAN Co

Pese a su exceso de perfumes, el amor de la prostituta conserva su olor a sepulcro. El heato y ci gazmoño pueden liegar a comprendea cualquicr cosa menos e' impurlor sagrado del edéti. Los hombres apenas sospeclian que el corazOn de la mujer, más que su cuerpo, es el que tiene necesidad de hijos. La ternura y el ensueflo son la poesia del corazón y apenas hay otra fuera de ella. Hay distancias muy apreciables entre chamuscado, tostado, ci uemado y carbonizado: y las victimas del amor lo saben mejor que nadie. Que la muj,r tenga brazos serpentinos para enlazar y pies de cierva para esca.par, no es .sino una de las ieyes de la di.aléctica. Lejos de ser una mengua, la natural coqueteria de la mujer es uno de sus encantos, perU dejade serlo cuando se trueca en un vicio solitarlo, en un bümeran deportivo. 60 va mos a condenar al vino porque hay a quienes lo usen hasta la cirrosis o el deiriun tremens? La pornografia oral o impresa es la trata de blancas de la literatura. Las conficlencias mutuas de los amantes lievadas a veces hasta el delirlo a la niñeria, el susurrado diâiogo del amor humano, acaudala sin duda rnayos liermosura y menos utopia que los Didlo gas de Piatón. La tibieza es el peor enemigo del amor como el agua tibia lo es de la sed. Si a través del anior no se logra una aproximaciân a la dicha, sobran razones para dudar que ésta exista sobre la tierra. La mujer que elude la maternidad por miedo a alterar las lIneas dc su cuerpo a la tiesura : de su corazón; que no ama a los hombres sino coma espectadores de su bello artificia, ignora que la esterilidad del corazón es ms •iügubre que la esterilidad de la came.

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,Qué saibe de amor don Juan Tenoria? 6Qu6 de los sentimientos, esperanzas, afioranzas a torluras, mds grandes que ci amor mismo, qué dc la temnura prosiemnada y orante, de la dicha destilada por 'las lágrimas? jC6mo va a sosiJçchar ci prestigioso riifin de capa y cspada quo ci •amor no t6 on placer solitar j o ni un Sonido en, el desierto, sino un acorde sagrado y que la felonia del amor que humilla a su victima hasta la desesperacian o la locura es la felonia par antonomasia? Es más que dudoso que Jos artificios de amor inventados par la mujer agreguen un tilde a los artificios profundos inventados por la naturaieza El realista corto de ojo y dc imaginacidn sOlo cree en ci placer carnal porque su sensibilidad analfabeta ignoi;a que la ternura, la pasián y ci lirismo amatorio son tamblén una insobornable realidad. La monotonja del consuetucljnarjo vivir, interrumpida por la aventura del -gran amor, Cs coma ci curso horizontal del rio obligado al salto dc la catarata, can su latido abismal, su nidsica secreta baja ci estruerido, so blancura parecida a la:del alba, sus brumas nimbadas dc arcoiris. Tal vez solo las almas can vacaciOn dc lo extraordinario logran la revelaeiO•n de un gran amor, que parece tener Un secreto parentesco con ci 'heroIsmo y la müsi'ca. Ni ci más firme equilibrio fIsico y mental puecle evltar siempre a un hoinbre los peligros dc un desequibrio emocional o sentimental sübito. El cuento verde es ci •galopmn de la porriograf Ia; más que un chisme bajo constituye la calumnia discordante de ese acorde sagrado que es ci amor de la pareja humana. Las exigencias sentimentales e imagfnativas del amor huniano son tan poderosas coma las fisicas. Solo los Trbmabclones y los Tenorios lo Ignoran. El mãs viejo Cantar de los Cantares es ci de los pdjaros en sus nupcias volantes Qué rnucho, si hasta las luciérnagas piden luz y las hormigas alas al amor para celebrar sus bodas. El amor es un excitante sagrado que no puede ser confundido con el tabaco a La filatelia, la religion a la marihuana.


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Luis FRANCO

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Sin arnor no puede coneehirse siquiera el arte: es su musa favortta.

habria podido darnos, sin duda, un espléndido modelo de mujer y no de falena a mariposa nocturna.

Si algo puede decirse del amor propiamente hurnano —tal como viene dãridose en ciertas parejas de eXcePCiófl, pero que se darã como norma mañana, sin duda— es que ya no puede confundirse con ia mera propagación gana.derll de Ia especie.

Mãs idónea para ci am-or y la misericordia humana que ci hombre, la mujer, integrada a Ia actividad social e intelectual y librada del pietismo (que esteriliza su mejor vocación biológica y espiritual) nos darã sin ducia mañana un 'tipo de personalidad humana que el hombre no ha dada ni puede dar.

Hasta en no pocos hombres tenidos por espiritus ema.ncipados sobrenada aün el criteria de que Ia inujer, cifra de la •belleza y ia gracia, es una débil mental, o en todo caso una criatura tan éarecida de espiritu filos&fico come dc barba. Pero es obvio que se torna per una fatalidad de la naturaleza lo que es solo una talla de la, crianza histórica ya que ads mil años de servidunibre siguen pesando no solo en la insumergibie tradiciOn p.atriarcal del hombre siflo también o más sabre la tradicional obsecuenola de ilas in'ujeres, defensoras en su alta mayoria de sus propias eadenas como el pájaro criado en jaula Ia prefiere al aire libre. Que la mujer tiene afinidad nativa y electiva con la fe y Ia mIstica? Eastarâ recordar que Ia mlstica ha catequizado más :bülios que lechuzas. For ima Santa Teresa o una Santa Catalina, icuimtos Plotino, Jamhl'ico, Forfirio, San Buenaventura, Eckart, Tauber Swedenborg, Kempis! En cambio bartará el ejemplo moderno de Luisa Michel, Rosa Luxemburgo, Madame Curie, Simone de Beauvoir y den más —sin contar 105 miliares de mujeres irreilgiosas —para poner en evidencia Ia ejemplar patraña. Baja el salvajismo y la barbarie come en las elases interiores de las sociedades civilizadas, la mujer tue siernpre una eselava a una sierva. En las clases acomodades la mujer fue encarcelada en ci girieceo o ci harén. El espiritu conservador de la mujer, dado por innato, es tamblén un producto histOrico de su secular inferioridad social. Una criatura hecha rnás al devocionario que al silabario, a la obediencia y al castigo que al dlalogo, naturalmente debia mantener en santa ietargia su espiritu de iniciativa e inveritiva. Clausurada fisica y metalmente, la mujer dehia lienar ci hueco de su inercia y su ignorancia con rezos, contesiones, novenas y demás fantasmagorias •piadosas

Estâ bien que ci amor esciavice a los amaiites, pero no que ellos se esciavicen mutuamente.

Si Santa. Teresa hubiera recibido una mediana educaciófl racional y humanista en yes de atorarse eon ensoñaciones y pesadivas religiosas, a liubiera —campesina u obreratenido que trahajar para sastener a su niadre a a sus lilies, es dccii, si no se hubiese criado en 'a mar zãngana ociosidad,

El mayor artista de las letras no iogrará escribir minca con la temperatura y ci temblor emocionales de la mujer enamorada. Que la mujer sea coqueta, no es lâstima deplorable. Que convierta, eso si, sir coqueteria en un fin en si mismo, en un bUrneran, es un nihilismo fünebre. ,DL-be quedar, sin duda, fuera de todo reproche, el hombre doniinado par ci ünico fanatismo exorable —el del amorcoma otros dominados por ci juego, ci poder, le alcohol, la erudición a la caza mayor de dividendos. Coma el amor es capaz de superar todas las contraclicciones, no tenemos por qué extrañarnos cuando ci fanático vegetariano se casa con Ia hija del matarife. Las m'ujeres, en general, tienen mejores modales que los hombres aunque tengari pear ortografla. La pear ocurre cuando las sexos dan en imitarse ci uno al otro en vez de persistir en su iInea, ahondãndola, y sabre todo cuando la mujer adopta prejuicios nuevos y libertades de reclén indultado a modaies de marinero en comienzo de motin. ,Puede caber ci mar en una pecera, dig-0, ci gran amor en nn alma cerrada?


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nez que an los dias paleoliticas Apenas han can--b'--do do forma —aunque no steinpre— pero no de erencia. La deifagia Ia dice claro: la actituol interior del creyente quc hoy se traga la hostia sin manducarla as Ia misma del antropófago que se coinia a su dies en came y hueso.

LUCIFER CONTRA LA TINIEBLA SACRA

El hombre puede ser definido sin calumnta como el más inteligente y el mas bruto, el mãs sensible y el màs inniisericorde de los nimales. Su conducta en cuanto a su afn sin tregua per procUrarSe alimento y abrigo y delenderse de sus adversariOs, as fundainentalmente idéntica a la del resto de la zoologia. SOlo qua el hombre es tamblén el animal imaginativo e iluso per excelencia. 'Cree mejorarse a si nüsmo mediante prOcticas que a ningimn irracional se ic ocurrió nunCa: per ejemplo, despojarse de su pelo o su plumaje, o mutilarse la cola o el sexo. Pero ci hombre a lo large de los milenios se complUgo 0 se coniplace an raparse la pelambre, tatuarse Ia piel, usar de percha sus orejas, desarraigarSe los dientes delanteros, atravesarse Ia iiariz con un hueso, degoilarse ci prepucio o los colnpanoñes, caer de rodillas ante amos invtsibies Ilamados dioses o amos obesamente visibles Ilamados sacerdotes o reyes. Digamos, pues, qua Ia superstición del mâs allá de Ia muerte y Ia vanidad suntuaria comenzaron con el hombre más arcaico. "Ain los subbumanoS hombres de Neanderthal —recuerda Gordon Childe— qua cazaban an Europa hace sesenta mil años se preocupaban de enterrar en forma ceremonial a sus muertos". Es decir, colocando sus cuerpos segün ritual y escoltãndolos de alimentos, adornos y armas. Ahora bien, tales supersticbones relacionadas con Ia tumba y su más allá, carozo de todas las religiones 6han. evolucionada paralelaniente al prodigioso progreso técnico, intelectual y artistico del homo sapiens qua ha liegado al drama de Shakespeare, ia misiea de Beethoven o la astronâutica? Todo 10 contrario; las supersticiofles con aureola son épicamente conservatrices y aUn se mueven por los mismes acicates e ilusic-

SegUn Renàn y otros teóIogos intonsos (4 , j e emulan a los tonsurados, ci instinto religioso seria semejante al instinto de nidificaciOn de los pájaros: el florerimiento de una senila, puesta per Dios, sin duda. Naturalmente se trata de una patrafla piadosa o humareda de incensario. No hay tal instinto divine ni sentimient-e del infinito an el hombre arcaico. El mOnT religioso se engendra a ojos vista en ci mieclo a lo desconocido y an la necesidad de explicaciOn de 10 ignoto y de protección de suDuestas potencias sebornables mediante el sacrificio y Ia ofrenda. Los sueflos debieron ser ci nids poderoso factor dc Ia idea de su pervivencia. El hombre primitive, qua vela an sueños a sit jefe o su padre inuerto, tan viviente y real como antes de morir, no p odia dudar qua esa persona segula existiendo en aiguna parte: bale tierra o an una isla lejana o en Ci dde. El cuito de los rriuertos tace en di mesolitico, pero ya an ci paleolitico superior comienzan el culto de las tarmac animales y los rites mãgicos de fecundidad No otra coca son las ilustraciones zoomorficas de las cuevas de Dordoña y Aitamira y den mãs. El sentimiento del niás aliá 0 del infinite viene después: no nace con ci hombre, sine qua cc una lenta adou!sicioln suya, como ci andar en dos pies a el lenguaje articulado. En su inmaculada ignoranela y en su asombro y ternor defensives, ci hombre de la prehistoria estaba dispuesto a ncr poderes agresomes o proteetores en cuanto lo rodeaba y a iratar de propiciárselos o apiacarios, fuese animal, irbo1 o niedra. Todo 10 qua se niueve —aunquc sea per on impulse cxterno, coma una roca que se derruniba de Ia ladera— as para ci animal come para Ia mente primitiva un ser animado, decimos dotado de intenciOn. No nos extrañe, pues, que hayan siclo adoradas come agentes de poder eficiente, desde la piedra Caaba de los árabes 0 la Piedra Azul de la que Callucurá hizo su pila de ba:utismo. Al a:handonar el refuglo protector d e los drboiez y ensayar sus primeros pininos sobre los pies, ci prehombre ofreció a Ia agresiOn sus Organos ms vitales r vulnerables —garganta, corazOn, vientre, sexo— trocãndose en Ia ncás dObli e inerme dc


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las criaturas: ni piel ni caparazón protectoras, ni patas o alas rápidas, ni pezuflas sOlidas coma guijas, ni müsculos potentes como el huracán, ni colmillos, garras o astas perforantes. Cárno no iba a ver criaturas superiores en el elefante, el oso, el leon, el águila a 'a serpiente, y rendliles pleitesIa? Si el temor y el culto de las prepotentes fieras se explica solo, no menos explicable resulta esa actitud ante el árbol, con su estatura de gigante y su longev .idad centenaria, y macho más •ante Ia selva, que rezuma de suyo el terror sagrado, con su sombra semejante a Ia noche, su silencio habitual y sus vagos suspiros y quejidos de ocasiones, sus alaridos ahogados bajo el viento. 'Para el germano el basque era templo o casa del dios, o el dios mismo, y no entraba en él sino descaizo y conteniendo el aliento. También las montaflas con sus inalcauzahies cimas y sus nubes coléricas de rayos a benignas do liuvias —Olimipo, Sinai o Himalaya— fueron los apeaderos a barrios residenciales do los dioses. Todo Ia desconocido infunde temor y Te : speto tanto al animal como al hombre primitiva, y es en éste semillero de •supersticiones y fâbulas: Ia religion eomienza como una de ellas. Qué más lógico quo la monte arcaica, que ignora el determtnjsmo natural de los fenOmenos, ]as leyes de causa y efecto, comience viendo potencias armadas de inteligencia y voluntacl como él mismo en las grandes fuerzas de la naturaleza? 6Qu& mucho quo crea que las formas inanimadas que lo rodean están movidas par un soplo a espiritu semejante al que él siente dentro de si nhismo? Su interpretacion de Ia naturaleza comienza siendo infantilment..e antroDomorfica como será nás tarde su cancepciOn de sus dioses oli g árquicos y do su dios monãrquico TamDoco Ia mente primitiva podia d istinguir la muerte del sueño y sobre todo del letargo invernal. El despertar de la serpiento después de tres meses de catalepsia debia parecerle una resurrecciOn, camo Ia de las planias vistiéndose de hojas y de flores en Ia primavei-a. La Superstición y Ia reli gion ban sido fenómenos perfectamente explicables, decimos racionales, a lo largo de los trarnos primitivos de la evolucidn humana La mente prehistOrica, carente de experiencia, no podia distinguir enti-e 10 inonirnado y lo animado lo inorgánico y lo orgOnico, lo posible y To imposible• El perro reclén domesticado en el mesolitico, lamiendo los Pies del ama, prefigure ]a sumisiOn del hombre ante sus amos

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invisibles a visibles. Los teOlogos iy demâs émulos laicos aOn sostienen que el sentirniento religioso es privativo del hombre, pero antes que él se arrodillara ante sus dioses, el perro yb en el hombre algo coma un dios, adorándoie con los ojos, Ia cola y la lengua, ace'ptandc sin odio ni resentimiento sus iatigazos 0 patadas. Las monsergas de Jab y los Salmos de David expresan al perro humano lamiendo los pies de Jehovd. He auI pues, que el perro ha contribuido a su modo a la elaboradon del sentimiento y el fervor religiosos. Las ideas do espiritu alado, de infinito, do causa urimordial, nada tienen quo yes con el hombre do los origenes, ajeno a todo sentimiento metafisico. Tales ideas engendraron ]as religiones, no fueron engendradas par ellas. El invento de las religiones par los pueblos arcaicos abedece a un intento de interpretacidn del mundo y de Ia vida, si bien grosera, la más racional posible entonces, dada la infantil inexperiericia de su razdn. El respiro, el latido, Ia sambra del cuerpo fueron engondranda sin duda la idea do alma cono opuesta a la de cuerpo. Hasta entre los griegos homericos las almas de los muertos sobrevivi an en forma de sambras. La idea de suipervivencia tue tan jorpe en los pueblos primitivos, aün en los ilegados a Ia civilizaciOn, quo las muertos eran enterrados con las armas y todos los elementos quo se usan en Ia vida. Las tumbas do los faraane ineluian manjares, caballos y esciavos. De ahI, poco a paca, so pasO a Ia idea de alma separada del cuerpo y con un destino inmort.al en el cielo a el infierno. Ese paso, tenido par un tránsito sublime y el descubrimiento de una verdad suprenia, no es más que una ilusion, tan groseramonte supersticiosa coma Ia de los muertos egipcios que precisaban letrinas. El animal no tiene suipersticiones iii reilgianes. Ambas prueban Ia mayor inteligencia o fantasia del hombre. SOlo quo de una inteligencia quo cornienza tanteando en las tiniebias. Repitamos que la religiosidad humana nace en Ia edad de piedra. No nos extrañe quo los dogmas religiosos conserven adn Ia inercia y rigider de los monolitos.

De la coneepciOn de espiritus vagos e invisibles a Ia do los diases menores y do toda laya no hay on trecho insalvable, y el hombre arcaico Ia iue salva'ndo sin advertirlo.


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Como observaba TvIax Weber, las prácticas religiosas comienzan —y no han perdido ese carãcter— como meros trueques de Lipo econórfllCO: si la divinidad es capaz de prestarle tat o cual srvieiu (sanarlo dcl lumbago o desn19ar1e una JJuvia a tiempo) el creyente le sacrificará una res o quemarã en su ara una resina olorosa, tal como hoy se compra a buen preclo un responSo o se regala Un ex-voto de oro a una igiesia o un latitundlO a un convento. La cremación del cadaver fue un rito inventado por los hombres del neoliticO en Europa y otras partes del mundo La conducta opuesta, la de conserVar intactos los restos del 'difunto, ftc práclica de Egipto, aconsejada por la sequedad absoluta de las arenas del desierto que permitiO que hombres enterradoS hace cincuenta siglos salgan boy de sus tumbas con el pelo y la uñas lucientes coma si salieran de la peluquerla. La •costumbre cld trasladar al clifunto a la tumba con sus ütiles y armas y adornos (como si se tratara de una simple mudanza) iniciada en dias inmemoriales, no estä abolida y solo ha eambiadO de forma, se-fin lo indican el lujo de los éretros y mausoleos y la pompa asiatica de los ftnerales de boy. Desde el tercer snilenlo antes de Cristo, la tumba de un noble era ms ampl'ia y lujosa que su casa, y no olvida ni el harén ni la letrina. SOlo que como esa tumba se excavaba en la roca, resuitaJba infinitamente más costosa que cualquier palacio. La muerte importaba más, infinitamente más que la vida tel como ocurrira después en ci medioevo cristiano. Esta sublimaOiófl de la mãs tenebrosa barbarie que tncluia, junto con la inhumaciófl del dif unto, la de sus riquezas y la hecatombe de sus concubines, servidores y caballos, nació en la religiOn y fue fomentada por ella, y en vez de decrecer, creciO con los tiempos y fue emulada hasta incont,ables siglos después por reyes babilOniCoS, chinos y los de muchos pueblos bárbaros. Continuó con la tumba del Far.aón Keops, de la IV dinastia, trece siglos antes de Cristo, es decir la. Gran Pirámide (480 pies de altura, 755 pies cuadrados de base, 2 • 300.000 bloques de pied'ra de dos •toneladas y media cada uno) construida con esas moles acarreadas de la otra margen del Nilu y elevada hasta esa altura de 144 metros sin poleas ni cabrias. ,Be pensó alguna y es que las piramides eran observatorioS astron0miC0s o relojeS de sol. "No eran otra cosa que tumbas

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reales", dice un egiptOlogo de boy. Si, la más empingorofada muestra de aberracion a que puede liegar el despotismo jolttico. timoneado por la fanta smagorIareligiosa Toda la vida dc un pueblo sacrificada al cadaver de su ama. Los templos sucedieron en Ins distintns rligiones, a las pirdmides egtpcias, en su papel de monumentos a la muerte, es decir, •de tumbas, con su mismo mayestatico sentido y al. canoe, En China, en la India, en Judea, en Rusia, en España, en nuestra America, la erecciOn de templos más o menos orográficos y mirificos tenia par contraipartida la haraposa indigencia material y moral de los pueblos que los rodea.ban como un ãrbol de mala sombre. rodeado de hierba raquitica y rastrera. Mientras las relipiones —segOn 10 indican be muitiplicidaci y ferocidad de las guerras religiosas— han tendido siempre ha dividir a los pueblos, la rapicia e ilimitada difusión de los inventos en todas las épocas, prueba que la ciencia ha sido la Primera Internacjonal conocida en la historia. Sin embargo, y pese a todo, fuerza es confesar que la ñnica ciencia exacta es la de las religiones. La prueba es que desde Moisés a Buda sus verdacles se mantienen tan monoliticamente inalterables como las pirámides de Egipto. La demostración de que todos las credos religiosos son uno 'solo en el fondo —la religiOn es indivisible corno los latifundios— es que todos coinciden sin un desacuerdo minima en la más ascética inmunidad a todo pensamiento. Son innumerabies 15ersonas distintas y una sola superstición verdadera. Cuando el sol se va y llega la noche con su tiniebla que solo perforan las pupilas y voces devorantes, y cuando el invierno trae ci frIo y el hambre, el hombre de los origenes su.fre agoniosamente y eomienza a experimentar sin dude la necesidad de una protección sobrebumana, 'Cree verificar el milagro en ci sal que renace de las tinieblas y en la vegetación que revive dc la tierra, En ci sol (o ci fuego, sal doméstico) el árbol 0 la fiera ci hombre comienza viendo antecesores divinos de su estirpe (totemismo), aunque poca a poco, confiando rnás en si mismo, cree ver que ba divin'idad del sol prefiere encarnarse en la forma humana, y que comienclo su came se asimila sus poderes Tocamos aqui el misterlo capital de todas a tcasi todas las religioies: el dios 'sob (todas las religiones son he!iotátricas) que muere sangrientarnente, pero resucita y asciende al ciebo entre una aurora dejObilo. Cristo es sOlo el Oltimo avatar de la especie.


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El inisterlo £omplenlentarjo es el cuerpo del dios devorado par sus adoradores, real o simrbólicamente ("este pan es mi came, este vino es mi sangre") para comulgar con él. Asi ocu rre que el hornicidio antropofgico y el terror sangriento estan en la entraña de toda religion, y que sOlo :por el fervor mIstico, la crueldad hurnana ilega a lo sobrehumano. (Recordemos sOlo a Abraham aprestándose a degollar a su hijo Isaac, a AgamenOn sacrificando a .su 'hija Ifigenia, a Jehovã tavoreciendo a sn hijo con el calvario).

La primera virtud de las dioses tue vivir en vacaciones im,perecederas; la segunda entretenerse en perturbar los dias efimeros de los que trabajaban.

Repetimos que el sal tue dios ubicuo adorado baja la forma de una cruz :que representó la figura del sol o el fuego que sube •a lo alto y se extiende a la vez a los costados. La cruz devino asi el instrumento ideal para sacrificar al hombre en quien .se encarnaba el dios sal que triunfaba sabre la muerte. La cruz, fetiche patibulario, fue objeto de culto en Asia, Europa y America, millares de aflos antes de aizarse en el GOlgota, a estar al mito evangélico.

No se puede negar que el infierno de los credos tradiclonales, aunque un poco cargado de retOrica truculenta, tiene el interés de un cuento policial a Ia Poe; en cambia su paraiso t.iene el aburrimiento de los domingos puritanos.

Las religiones, abrando sabre la inerme mentalidad del hombre arcaico, tuvieron el poder de contagio de las pestes .asiáticas. El mito del hombre-dios o Cristo que muere y resucita es un simple préstamo del mito sumerio de Tamuz, del fenicio •de Adonis, del egipcio de Osiris. El mito do la Trinidad viene de la Trimurti hindU, de la BabilOnica AnUEaBel.

Toclavia hay psicologos profesorales que ponen en cluda que la devociOn que suscitan el boxea, las cocotas calipigias, la lidia de toros, los milagros de la Virgen de Lourdes, las cari-eras de automóvil, el espiritismo y los estupefacientes —no pertenecen al mismo orden y revelan el misn'io nivel mental.

Todas las religiones comienzan adorando fetiches, duendes, espiritus o diases menares. Es el feudalismo mistico . Viene p0cc a paco, al cabo de los tiempos, una unificaciOn monãrquica, bajo un faraón celeste ilamado Osiris, Jehovã, Baal, Zeus o Ala. El hombre sale de la zoologia primero y del salvajismo y de Ia barbarie después, gracias principalmente al ejercicio progresivo de sus poderes intelectuales y de su voluntad propia. (Tunio la religiOn im.plica una actitud polarmente opuesta —la l'e ciega en sus dioses y la renuncia a su criteria y acciOn propios— es claro ue ella implica la perduraciOn de To maS amcaico del hombre: To que está ileno de miedo irracional e ilusiones tránsIugas y encarcela al hombre en la tiniebla ancestral. La delinicibn de Reinach es inapelable: "ReligiOn es el conjunto de escrUpulos y tabdes que obstaculizan el libre desairollo de nuestras facultades". Los cultos reIigiosos son el espiritisma con campanas.

La credulidad nace con nosotros, es decir, Con nuestra nodriza. La incredulidad exige experiencia y aprendizaje. La conciliaciOn de la fe y Ia aarOn equivale a la del aguachirle y el fOstoro.

Todos los cultos religiosos tienen alga de Ta psicologia del chacal en su at iciOn al olor pOsturno y a vivir del esfuerzo ajeno.

Los sacerdotes saben lo que hacen, Ordenan el arrodiUamiento, el silencio y la quietud en las' iglesias: es la actitud que plagia mâs fielmente a la tumba, es decir, la más prapicia para contrarrestar la insurgencia sin tregua de 10 viviente, Por largos siglos (que no han pasado del todo) los clarines de astas de cameras de Josué, los rebuznos de la hurra de Balaan a de la yegua de Mahorna se han sobrepuesto no sOlo a la voz del Agora y el teatro áticos, sino tambiOn a la grandeza del verbo de los Profetas a la 'heileza del Cantar de los

cantares.

La más fUnebre no es la muerte sino la pompa hieratica con que la celebran todas las religiones. La ingenuidad a el tariseismo tradicionales se atreven aUn a propaner que las términos religioso p espiritual, son sinónimos, Pero la critica hi tOrica muestra hay que las cultos e idolatrias, cualesquiera que sean, son saldos de épacas tribales man tenidos a fbote par intereses que no son los del progreso externo e interno del hombre ama justamente su más maoizo cstorbo.


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Es un error de -tar-to y de tãctica, entrar en poiémiea con ci creyente de •una verdad ievelada. Es como intervenir en el rnonOlogo del océano. El Uran lnouisidoi'de LjiwslJ liWla. 'Jesis ha cometido ci error de dejar a los hembres la elecciOn de creenia. Para ellos no hay nada ms insoportable que la libertad" Tr.aduciclo al lenguaje prolano, ello viene a signhficar que el pLEjaro nacido y criado en jaula renuncia voluntario al ãn-Lbito del bosque y al cielo rpor tres decimetres de alambre tejido. Otro si cligo: corno cada religion a secta Se tiene par concesionaria exciusiva de la ;patente divina y en los otros ye monecleros talsos que es preciso desterrar, ocurre que, en yes de cumplir on compromiso etirnoidgico de ligar a los hombres, ha sido en todo ;tiempo ci mãs eficaz agente fisico de encono y divorelo. El 6diwn teológicum es ci precursor de la disgregadOn del átomo. Toda ;gUerra religiosa ha sido una Iliada de Cameo. Tocla red giOn, concesionaria de la verdad eterna e ininutable, resulta de euyo la abanderada del pasado contra el porvenir, la muralia china opuesta a todo cambio progresivo, a tocla evoluciOn nscendente. Dc ahi que en y es de ,significar el rns puro valor espiritual, €1 ampiilicador de la conciendia hurnana, signiDica, al contraria, una residencia vitalicia en la jungia de tabLEes que encarcelan la vida del salvaje. Es la barbane interior, mãs aciaga, 'porque tiene los ojos en el occip ucio. Todas las ideas religiosas han comenzado como hirsutas supersticiones, .pero corno no han podido renunciar a su raiz, siguen siendo supersticiones .bien peinadas, pero no tanto que puedan ocultar su desgreflado fetichismo. ,Qué, sino, es el culto de medallas, escapularios, crucFtijos y estampas, virgenes y santos de 1palo o yeso con ojos de perro embalsamado del catolicismo, o los iconos de la iglesia ortodoxa, o ci apego delirane al texto mosaico de los protestantes o al texto corãnico de los mahrnnetanos? ZQue la critica religiosa de hay demuestra que ni Moisés ni Jesus existieron nunca, o que Mahoma fue analfabeto? Esas herejias retrospectivas no tienen liiiportancia. Es sabido que an ci Medioevo la proliferación de las astihas de La Cruz del GOigoa .pudieron haber formado un hosque sacro. Se sabe tarnbién que las reliquias —simple avatar de los tahisrna'nes Ibruj'os— son ambivalentes: sirven tanto para aliviar de las almorranas como dc los pecados del alma.

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Los fundadores do roligioner no son snistificadoros convictos como creen todavia muchos liberales con babero. No, son nijisioneros inconscientes de la ilusiOn o là alucinaciOn, apóst,oles sinceros del fraude. La extrema creclulidad del hombre primitive estd en proporciOn a sit Baca eunliansa tn oi mismo, 05 dccii, en su pensamiento y en su voluntad; igual que el nine quo desearga golpes contra el muehie en que se goi p ea, ci pnimitivo hurca deseargarse en un tercero —padre, jele a dios— de là responsailhidad ciue le incumbe. Los campesinos aiin tratan de conjurar la sequia volcando sus infimos caudales en la aleancia del cura en yes de aunar esfuerzos para aumentar el caudal de riego. Durante siglos y siglos, y desde sus onigenes, là especie humana ha vivido en minoria de edacl bajo la tutela de reyes y sacerdotes. Aim no se atreve a librarse dc una vez por todas dc ella. "Hãg.ase la voluntad de Dies" —signif ica— "Aniulese la voluntad del hornhre" En yes dc eoforzarse en inteligir las ieyes naturales y proceder segün ehlas, el crcyente le ruega a Dios que las revoque icon el milagro, o sea, que borre con ci codo lo her-ho con La mano. Natm-a]rnente como ci hombre es el que crea a sna dioses a su imagen y semejanza y no al revés, éstos reflejan en cada periodo de la evolucidn histórica lo que el hombre es en dicho momenta. indudabiemante ci Dies liberal i casi socialista de los profetas Isaias y AmOs no se parece al Dios hitieriano de Moisés y Josué, ya que un dios dc hirsutos pastores venidos del desierto no podia ser menos bLErbaro que ellos. Pese a eso la barbaric interior, el carozo dc las religiones, es irremediable. El progreso de las ideas reilgiosas es tan humoso coino ci incienso. El Dios de los Evangelios, que somete a sn hijo a la mao gestãpica de las torluras, se muestra tan cavernario como ci Dios de Abraham y Jsué. Torquemada y Calvino son digrios brotes de esa savia. Se dirá quo ci Dies biblico de hoy ya no hace hover fuego sabre las ciudades (eso queda para los dioses dc Wall Street y ci Pentágono) ni castiga con las piagas dc Egipto. Es que no puede, ci pobre: la oposiciOn pariamentania dc la ciencia lo ha trocado de rey absoluto en monarca constitucional, liasta que hague la hera de destronarlo coma a un BonbOn o Un Romanofi' cualquiera. La inmoraildad esencial de las religiones la advierte cualquier ojo sin legañas. No son un liamado a lo mejor del hombre, a su iinteligencia, su corazOn y su voluntad, incitãndoie a hacer prevalecer los instiitos dc misenicordia y creaciOn so-


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bre los de mezquinidad y destruccján: no, sino que buscan el triunfo del bien p or agenda del soborno de los dioses mediante el ayuno o la ofrenda de reses o indienso, o engolosi•nándolo al creyente con la promesa de una jubilaoión celestial, o alebronánclo•lo con la amenasa de una Gestapo eterna. Las religiones no han mejorado moralinente al hombre, sino que la paulatina ampliaciOn de la conciencia humana ha iclo divilizanclo y hurn g.njzando hasta donde fue posible (aunque es más o menos iniposible humanjzar a los amos vitalldos) a sus velludos dioses arcaicos. Jupiter no solo es un dios de iracundia piafante como cualquier caudillo bdrbaro y castiga en Prometeo con ejempiar truculencia el intento de ascenso y liberaciOn de los hombres, sine que sus reincidentes hazañas galantes equivalen al ominoso harén de los peores déspotas de Oriente. Las santas inmoralidades de la Biblia son de mayor bulto todavia Tres o cuatro ejemplos dirán si exageramos Abraham que sugiere a su esposa el ernpleo de sus encantos fisicos para aumentar las entradas de Ia sociedad conyugal, se nos ofrece como el decano de los ruI)anes (Genesis cap. 12 p 20). La mujer de Isaac se burla a mansalva de su marido medio diego, arrancándole el derecho de prirnogenitura en favor de su hijo Jacob, el future ladrón de los idolos de su suegro Labdn (Genesis cap. 31-V. 20). Como Jehovi ha eliminado a fuego a todos los hombres, ninos y mujeres de Sodoma, incluso a Ia mujer de Lot, ]as hijas de éste Se y en obligadas a estuprar a su progenitor para asegurar el futuro del pueblo elegido (Genesis cap. 31-33). David, el "rey santo", lieva a su casa y .su lecho a Betsabé, mujer del capitán Urias a quién envIa con una carta para uno de sus enerales ordenándole poner al ofendido marido en el lugar mo ds mortIfero del próximo cornbate,pese a lo cual las relaciones entre Jehovã y el adultero felOn y asesino —uno de cuyos descendjentes . será Jesus— no se alteran ni Un tilde (Segundo libro de Samuel, cap. 11-V. 1-27). La sandiOn religiosa es un mero plaglo de Ia vindicta de los bárbaros mas primitives, para quienes las culpas sOlo se redirnen con el taliOn. La teoria del castigo con las penas eternas es un mere avatar de la ferocidad de la horda. Decid si esta tierna expresiOi-i de San Cipriano no es equivalente a la alegria de la tribu antropófaga frente a sus vIctimas puestas al asador antes de banquetearse con ellas "Qué dia aquél en que el Altisimo contarã sus fieles, enviarà a los culpables al infierno y hara que ardan nuestros perseguidores en la hoguera eterna. jQué inmenso espectáculo! Cuán grandes serán mis transportes ml admiraciOn y ml risa" (,No cree verse lectcr los colruiillos canibales en esta carcajada. profética?)

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Que el amor a Dies comporta secret.amente el desamor al hombre b insinña ya el hecho asaz frecuente de que las beatas y los santurrones p o suelen caracterizarse per Ia blandura ni la anchura de su corazón. Suelen terminar desheredardo a su familia en favor del cura o la igiesia, esto es, de su individualisima salvaciOfl propia. El excesivo arnor a Dies, como el excesivo amer a los perros, suele estar en razOn inversa del amer a los hombres. Esta no es una idea nuestra, sino que está señalada a fuego en los Evangelios, donde nor amer al "reiflo de los cielos" se p0ne en la berlina a la familia y al matrimonio, recomendando el eunuquismo, y en Ban Pablo y en los Padres de la Iglesia los mistices de todos los tiempos. y en los jansenistas y en Fiel a tal concepdiOn, la Iglesia terminO por sacramentar el celibatismo de los curas, pues entre el amer a Dios y el amor P. la mujer y los htjos hay mayor incompatibilidad quo entre ci ajo y la rosa. No es sine perfectamente justo que el aura que no puede prescindir de los lavores de Eva, comience ahoroando los hãbitos, es decir, a su Dies. Los tramposos, los bigamos son los otros, quo quieren casarse con la Santisima Trinidad y con la mujer a un tienipo. Los misticos no han escondido nunca que su concepciOfl del frontal divorcio entre divinidad y humanidad, ni que la consagradión a aquélla, expresan su total rechazo del mundo y los hombres. Son los Schopenahuer piadosos. Be argüirá con .el "amaos los unos a los otros" del Evangello: pero 10 ünico claro en ésa preceptiva cristiana es- que el hombre solo es amado en Dies y per Dios y todo termina en que el amer divine se trueca en la amnesia del amor umano y en que la sociedad fundada sOlo por amer a Dios implica la teocracia, esto es, el hombre trocado en gusano. Ego sum vermis et non hamo. El amer a Dies es la tumba de lujo del amor humane. Si Dies hizo a los hombres incapaces de resistir el mal .por qué los condena? Y Si los condena, Zpor qué a penas eternas sin una esperaflza de perclón? 6No implica one una tirria cengénita, una venganza corsa sub].lmada, la evaporaciOfl hasta del más tenue sentimiento de amor humane? El sentimien-to do temor a Dies o al infierno, tan fervorosamente recomendado per las religiones, no es un sentimiento moral, sine una emoción de p resiva que rebaja al hombre a Ia condidiOn de perro humillado por la 1 usta, a de coneje acorralado per el huron. Que ci hombre ha creado a Dios a su imagen y semejaflza, as mensaje de la inteligencia griega sugerido por agencia do


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Jenófones. F'eurhaeh en ci siglo pasado din su vista buena: "Dios es el espIritu humano divinizado". Solo que el aprendiz de brujo terniinO enredándose en sus propias artes, al •proyectar su yo al infinito , Dios se trocO en su espejismo y su pesadilla, en su pretexto para volver a la caverna originaria, mentalmente hablando. Las grandes ideas de los griegos, los inventos y descubrimientos de Copérnico, Galileo, Laplace y Einstein, o los de Linneo, Lamarck, Darwin y Ia paleontologia moderna, no solo han hecho trizas el cascarOn mistico, aventando todos los fuegos •fatuos de la aiucinac•ión ilamada milagro, sino que han jubilado al Dios de las religiones, no solo por innecesario, sino por daflino. Dios, como esas madres de maternidad tiránica, no deja desarrollarse y expresarse al hombre por falta de oxIgeno, decimos, de libertad y autonomia. Mientras ci hombre siga siendo planta criada en invernáculo religiaso, padecerá de. raquitismo espiritual congénito. Dos dc los espiritus más profundos y alertas del siglo XIX ensayaron estas definiciones de Dios: "La ünica excusa de Dios, es que no existe" (Stendhl) "Dios es el más estüpido de todos los azahares" (Nietzsche). Aunque el republicano inglés Vane se habia anticipado a ambos: "La idea de Dios es Ia mejor autorizaciOn de los tiranos". La oposiciOn de actividad y pasividad encuentra su sintesis en la afirmaciOn del principio activo en el pasivo, del sujeto en el objeto. Este desarrollo dialéctico, constituye Ia actividad real. 'Fern Dios no tiene antitesis al querer crear de la nada. Es la negación, asi, no sOlo de todo pensamiento propiamente tal, sino de toda praxis, es decir, de toda intervenciOn activa y orogresiva del hombre en la naturaleza y en Ia his•toria. El Dios de las reiigioies es el decano de los jubilados. No es calumnia decir que par reverencia a las clases duehas de la riqueza y el poder los filOsofos, salvo tal cual excepciOn, siguen conservando gotas de sangre teológica en las venas. El gran Kant habla hecho polvo en su Critica de la razón pura todas los argumentos en pro de la existencia dc Dios, n-las borrando a poco con el codo In hecho con la mann por respeto a la policia, reconoce y justifica la hegemonia de Ia fe sobre ia razOn en ci fendmeno moral: el predomirdo de Ia razOn práctica (que no es más que hàbito y rutina) sobre Ia razón pura o critica. Su imperativo categOrico se parece a un Jehová sin barbas, sin Sinai y sin maná• Toda moral religiosa que exalta el amor y el hien por encima dc los dogmas, los ritos y los rezos, deja de ser religiosa

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a lrocarse en moral Pura. Cualquier esfuerzo por raciofla lizar a moralizar Ia religion termina demostraudo que toda religion ha sido siempre Ia liana constriciora que ha venido semi estrangulando ci crecimiento moral Y mental de la planIa humane.. El dc Ia llovizna de otofio y ci de la beata en oracjOn son dos rumores .parejos y los mayores somnjferos conocidos Hablar de Ia luz y Coflsuelo de los credos religiosos es hablar del consuelo, que procuran las clarahoyas de los calabozos. Lo que define Ta praxis relig iosa es la pasividad absoluta, la total secesion entre lo real y Ia ideal. Tiene por expresiOn el arrod j ilamiento y el rezo, mientras Ia moral libre enseña al hombre a erguirse y caminar sobre sus pies y a juntar sus manos no en la rogativa ociosa, sino en Ia labor creadora. El rezo es Ia negacjOn del más elemental espIritu do independencia, Ia p ostradora humiflaciOn ante un amo absoluto, la r enuncia a la acciOn y al pen.sarnjento propios, todo ello Para no c omputar ci •bajuno interés do Ia sOplica que mueve el rito. todo Que la vocaciOn religiosa no está refiida con Ia vacaciOn fornicarj'a es Cosa sabida desde los dias hibllcos. Pero tampoco con la vocaciOn asesifla 6Que ci delito hace tan buenas migas con la irreligion como con Ia religion? Sea, pero ésta tiene la ventaja de volver al delincuente más ens otanadarnente hipOcritay confiere al crimen cierta aureola apostOlica Sin necesidad de acudir a las guerras santas y las Santas Cruzadas y al Santo Ofico, p odriamos citar casos in dividuales a balde Volcado. Cifiámono,s a una minscula antologia. Lombroso recuerda en: "Un joven p tes de desalmar a su parricjda cubierto de amuletos" que anrogenitor tue a Consultar ci proyecto Con la Virgen dc la Cadena, quien le dio ci vista bueno. En Italia los crimiflales son por regla general religiosos: Verzeni, que estrangulo a tres mujeres acudla asiduarnente a la Iglesia y al Confcsi onario y procedia dc una familia no sOlo reli g iosa sino beata.

Mds conocido es ci caso de la m arquess de Erinvjllers clue Consignaba honr adamente en un diario mntimo, lOS COPiosos parricitho, fratricjdios envene nientos e incendios que olvidaba o desilguraba en sus reilcidentes confesiones Los c audalosos d eg oIlad5 de Ia San BartolomO fueron todos tieles dc desbordada fe. ZY acaso hubo to más ardiente que la


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dc Torquemada, que purificó a fuego lento las almas de mfl'lares de herejes enviándolas de prisa al otro mundo? Las argentines tarnpoco carecemos de titulos beatificantes; nuestro Herodes criollo, el de la Santa Foderaciôn, fue muy protector de la Ic, y Parra, el rnàs acreditado cirujano de la Mazorca, no solo subiO al patibulo besando el crucifijo, sine que •eritre dos degüellos de unitarios acudla a la iglesia a encomenclarse a Dies con la cara bañada de lãgrimas. (J. M. Ramos Mejia: Rosas y sit tiempo.) Los teólogos laicos y los otros, quo quieren derivar ci sontimiento religioso do un sentido innato, piensan sin duda que Ia condición dornéstica del caballo viene de un sentimiento inmate de sometimiento al hombre... La humanidad no ha podido aün superar del todo su aprensión a sentarse en n,imero de trece •a una mesa o a embarcarse en din martes No nos asombre demasiadoque tarde en superar esa supersticiOn en do ma yor que son las religiones. Todas las sectas son una sola. Ortodoxos, católicos y protestantes comulgan en esDs cuatro dogmas de Ia religion cristiana ----el pecado original, la redención, Ia predestinacián y las penas eternas— que son los cuatro remos del anaifabe•tismo euadrüpedo de las religiones. Un ibot6n de muestra. Lutero, ci tremebundo monje teutOnico que se alzO como el propio Wotan de la Walafla contra ci papa y le arrojO un tinteraze al diablo, terminO suspirando: "Si ye pudiese asumir la responsabilidad de ml conciencia trabajaria para que ci papa volviera a ser nuestro amo" (Guyau: La irreligiOn del por-venir). Ya nadie cree en los aparecidos, duendes, gnomos, hadas, vampiros Angeles ni ogros, iQuién que no sea un monaguilie puede hay tomar en serio una virgen madre del Dios del universe y sus galaxias, o una Trinidad formada par un Padre, un Hijo y una paloma, o en un Dies embozado en harina e incorporado a Ia digestiOn del creyente? Con ci sOlo hecho de jibrar a los pueblos do la inoculaciOn masiva de estupefacientes religiosos administrados en ia infancia se recuperarIan los dos tercios del sentido comün de Ia humanidad. La fe en la verdad bajada de lo alto como los areolitos o los cuervos(el fiat nox de la razón humana) trata hoy con TeIlhard do C-hardin come ayer con Loyola de familiarizarse can la ciencia para volverla totalmente inofensiva disol yléndola en agua bendita.

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La biografia comparada •de las religiones es el modo de demostrar come cada una es ci estorbo de las otras, y todas juntas ci eclipse de Ia conciencia humana. La teoio g ia es un directo a la razOn humana, coma ci chocolate con churros es un directo al higado. La euforia dionisiaca de las bacantes pertenece al mismo género que ci éxtasis de los misticos. 011uminación del pensamiento, transporte del espiritu? No, mera irritaciOn nerviosa que se produce también en los fumadores do epic y quo los poetas logran con ci ajenjo o ci haschich. Si toda ia torrentosa riqueza 0 la energIa material y espiritual gastada a lo largo de la historia en ofrendas, altares, catedrales, inciensos, rezos, misas conventos, cruzadas, seminarios, cálices, congresos eucaristicos, palacios y pampas cardenalicias y episcopales se hubiera invertido en alumbrar y embeliecer la vida humana, relevando la limosna por la justicia la clausura de dogmas y conventos per la gimnasia respiratoria de Ia libertad, ci mea culpa por ia denuncia de las castas culpables, las pesadiflas del más allá por las aladas verdades del mâs acá— ci hombre se hubiera elevado sobre si mismo mucho mãs que con los asoensores y Ia astronautica, Cuanto no hubiera ganado a través de los tiempas ia conciencla humana si en vez de dedicar-horas a la bectura o a Ia audición de los Vedas, la Biblia, o ci Corãn —libros de cabecera de ia humanidad es decir, de su modorg— con sus feroces e infantiles aberraciones, hubiera escuchado los mensajes realmonte sagrados de ia humanidad, poniéndose en contacto con el espIritu de Mencio, Herãclito, Epicuro, Esquilo, HipOcrates, Lucrecio Montaigne, Leonardo, Shakespeare, Linneo, Goethe, Lamarck Heine, Darwin, Hugo, Feuerbach, Marx, Freud. La actividad fisica y mental preservan de esa hueca contempiaciOn liarnada misticismo como la gimnasia y la higiene preservan de Ia obesidad y ci reumatlimo. La dogmatica religiosa niega ci pensamiento corno ci pantano niega Ia flora. La verdad revelada a seguridad de poseer Ia verdad absoluta por gracia de lo alto es Ufl pecado contra la inteligencia y Ia decencia a ia y es: una inmoralidad dobie. "En ci principio fue ci verbo". Pero hey ci verho do Ia naturaleza y el del hombre ascendiendo arduamente desde los bajos fondos, reieva al verho divine, es decir, a tedas las


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revelaciofles ecuchadaS por magos y sacerdotes. El pensaest de los denODS y los dioses. miento immaflo es el Ito missa La le sOlo puede Ixallar lo maraVillOSO en la thula y el TOtS \rrdaileS desmite. La razOfl Ia deSeulJre en la realidad cubiertas por la ciencia en una gota de agua o en la meeáfliCa de la geologia o en la célula, en la evolUceleste, en los pisOS en la desintegraciOn don de las especieS desde su primer dia 0 del átomO, en ci fondo del océano o del alma humana, Son rnaraVillas ante las cuales las fantasmagorias sugeridas por e1 opio religiosO caen como lodo secado por el sol. El más grande pensamientO griegO, el de Jorila, dijo por agenda de Herãclito "La Ie es una enIermedad sagrada". Es 10 mismo clue se decia de la epilepSia. La religiOn racioflal de Comte es el ültimo homenaje o sacrifidlO de la irreligcnCia humafla a la imhecilidad sagrada. sueño en .perfecto estado de vigilla. Comte, teôlogo ateo, Es Un penSó que la moral o ia deceflcia humafla tendrã siempre necesidad de un imperativo categórico eon aureola, de un Jefe .más abstractO y vaclo, 111dlscutible, de un gran fetiche, cuando niejor. do las religiOfleS como de un pasado adaNo renegl.emo s ganiente lamentable. Son o lueron, en el devenir histOrico, tanteOS o erroreS inevitableS y explicables. Su jubiladiófl, no por tardia, es meflos urgente, pues OrganO que no fundiorla, estorba. Dentro de joco la religiOn será solo un recuerdo del protérito, un f also camino ensayado y superado coma la astrolola aiquimia. La creciente expansiOn de la gia, el tot,emismo 0 iefldia y del conodirnientO termina atrofiando el senticonc miento religiOso, como la falta de uso atroliO los müscUlOS que ncoviafl las orejas del Adân paleolitidO. Los abogadoS religioSOs o laicOs de la religiOn, desde Aristóteles a Tame, la considerafl el freno moral por antonomasia, y de rebate, dare estã, un freno politico bueno para apacigUar a las masaS en sus veleidadeS de insurreCCiófl contra los ombligudoS dioseS terrenoS. La eThiusma de rangO, que son los privilegiadOs del poder y el dinero, suele permitirSe prescindir del treno religiOSO, pero lo considerafl indispensable para en su pesebre. Nadie mantefler al rebaflo de los descalsoflados 10 ha expresado con mas imperial zafadUria que Napoleon Bonaparte: "Sin la desigualdad de la propiedad no hay sociedad, y aquélla no se puede mantefler sin la religiOn. Pues la

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desigualdad, y con ella 'a sociedad iflisma, aillo pi;eae existir cicando lo quiere un Dios y cuanclo Se obese xi homboc, en el ins all!!, una distribuciOn de bienes dstinta a la quo rige en este mundo". i(Ccrtai a Petel de la Losbre;. ,Demagogia? La demagogia p olitica es cosa do nenos frente a la demagogia sublinie dc los agitadores do sotana quo dan carta de crédito para la jubilacion celestial siempre quo el pecador renuncie en favor suyo a los bienes dc este mundo aguantando con paciencia €1 hambre, los harapos y los puniaoiés. La historia de los dieros do todas las reli g iones, desde ci primer acto de la civilizacjón en Surneria y E-gipto es la biograf Ia do los mds sapientes beneficiarios del hombre, ya aue el sacerdote, vampiro de alas de querube, es el pardsito cjue le sorbe ci espIritu y la sangre a un tiempo. Hay una inscripciOn sumeria del tercer miienio antes ole Cristo que consigna: "El Supremo Sacerdote entrO en ci huerto do los pobres y sacO madera de aild". El Roy ljnkagina, de Lagash, denuncia los abusos del clero, que "no solo recarga el precio de los entierros sino quo considera la tierra, ci ganado y los bienes del dios, corno su propiedad privada y a los servidores del dios como esciavos person ales". Dc la historia do Egipto basta consignar quo el clero liegO a tal omnipotencia que un dia el gran saoerdote defenestrO al faraOn delante de sus ejércitos y sentO sus sacras nalgas en ci trono ni16tico Cdmo todos los grandes templos antiguos, el de Jerusalén tue una ciudadela quo inclula granjas, talleres, baluartes, esclavos, artesanos, tropas, administradores, depOsit,os de materias y metales preciosos, todo producto de los tentáculos piadosos don que aliviaba los bolsillos de todo judio viviente aunque habitase en AlejandrIa o España. Vaciado un dia de sus casi siderales riquezas por ci romano Craso, nadaba en abundancia poco tiempo después, segün dice Josefo en sus Antigüeclades juclaicas, El rnás bellaco de todos los cleros de la historia tue sin duda ci l brahamdnico que esclavizO por mâs de treinta si gios, hasta hoy, al pueblo hindu, fosilizdndolo en castas incornunicables, y poniéndose éi por encima de todas y del proplo rey, ya que todo brahaman es pariente consanguineo do Braharna. Del clero catOlico solo recordemos que en la era feudal tuvo bajo su descansada mano un tercio del agro de ,la cristiandad y en nuestra era, ci papado figura al frente de los bienaventurados del mundo capitalista. Segdn el profesor Laski, ci sesenta por ciento del alto clero ingles es accionista de las tdbricas tie armas del Iniperio.


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Pese a la secular hipnósis religiosa, los pueblos, cuando esporãdicamente despiertan y se atreven a obrar, advierten sin esfuerzo que el despotismo politico y la opresión religiosa son dos vertientes de una sola montana de oprobio. La Iglesia cristiana padece por cierto una providencial amnesia respecto a su ãrhol genealágico, ,Qué el rico, esto es, ci usurpador privado de 1 os bienes püblicos, es para ios Evangelios el concesionarie nümero uno del mal y que Ic será tan difIcil ienetrar en el cielo coma a un camello pasar por el Ojo de una aguja? Hay más: los mayores padres de la Iglesia fueron comunistas ingenuos, pero absolutes, los mas fanáticos enemigos de la propiedad privada: "La usurpación ha engendrado el derecho privado. La opu1eu'ia es producto del robo" (San JerOnirno) "El rico es an ladrón" (San Basiiio); "El rico es un bandido" (San Crisóstomo). Todo esto la Iglesia lo tiró al tacho de ]as basuras cuando en el siglo IV celcbrO su matrimonio morganático con el Imperio Romano canonizador máximo de la propiedad privada y la esciavitud. Si esa es la verdadera historia de los cleros de las distintas religiones, la existencia del sacerdote es la mejor prueba de Ia inexistencia de Dios. Toclas las consideraciones que preceden no intentan un desconocirniento de la metafisica, distrito de la filosofia. Gracias a las fiiósafos de todos los tiempos el pensamiento ha logrado su maxima capacidad de expansion, pero cuántcs residuos teoldgicos y telarañas ,sublimes en sus especulaciones, cuánt.os antojos tie niños terrihies en los Pitágoras, los Empedocles, los PlatOn, los Plotino, los Jámblico, los Pascal, lo.s alebrancie, los Liebnitz, los Kant, los Schopenhauer, los Kierkegaard. El hombre es p ar delinición la bestia metafisica Reconoce los lirnites de lo visible, las fronteras del miindo sensorial, pero extiende su ansia a lo que está mas allá, a lo que sin duda nunca lograrâ abarcar: el principio y fin de las 'cosas, la magnitud del todo. La ciesesperado de la empresa no niega Sn condlcián de gimnasia, suprema que ensancha ci espIritu del hombre Y SU pensamiento en y es de encerrarlos en un area hierática, coma las religiones. Si, prolongando ci iflStin r to cientifico y la •evicjencia positiva, estã el instinto que intuye la limitaciOn del proplo conocirniento y busca trascenderlo come quien tantea las tinieblas. El pensamiento es p eculativo es en cierto mode ci antipoda

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del pensaniiento prãctico, pero no es el menos linportante nt el menos represeitativo de la idiosincracia humana. ,Que no poclemos concebir ci universo sin la existencia de un Editor responsable? No, es la Nada, la realmente inconcebible, Ia que necesita explicaeiOn. La idea de la nada preexislente es algo tan absurdo come la de un agente creador. Todo viene de la concepciOn dc una inercia previa, precisada dc Un motor. Pero la imnovilidad solo existe en el cerebro de los constructores de monolitos y dogmas, nunca en la naturaleza. El ser fue, es y serã y no admite intérpretes. Solo podemos concebir 10 inexistente come el ser puro de Hegel y entonces ser y no ser se unimisman y por ende no hay necesida4 de creaciôn, es decir, la hipOtesis. Dies estâ demás come los anteojos en un ciego. Los que rechazan la idea del infinito, y per ende la metaflaica, se basan en que la racionalidad del ;pensamiento y de la, naturaleza excluye la idea de un eterno más allá. en ci tiempo y el espaclo. Con ello, no hacen mâs que confesar la limitación de nuestro pensamiento: preferimos creer que 10 ue él no puede abarcar no existe. ,Qué hacer si las fronteras del universo se nos escapan por todos los puntos cardinales del espiritu y tenemos que concebirlo come ilimitado? Pero intinito, es una mera palabra, puesto que ci concepto escapa a las posibilidades no solo de nuestro pensamiento sine de ruestra iiginación misma. Debemos aceptar la miopla del pensam iento y buscar la los en la revelaciOn? No, sin duda, sine adoptar la aetitud filosOfica que sospecha la magnitud tie lo ignorado por lo mlnimo conocido y advertir que este enfrentarniento racional con lo que sobrepasa la razón dulata ci espiritu hurnano. Fue la actitud tie Goethe. La materia en si niisma e independiente tie sus formas sOlo puede ser concebida come infinite o apeiron, segiin la y es griega. Carente tie fronteras, la materia se vuelve "misteria Ultimo". Come tampoco el espiritu puede ser concebido con orillas, él y Ia materia tienden a aparecer come aspeclos tie una sola cesa, 8-3 decir, tie un solo enigma. El panteismo se origina sin duda en la necesidad de unidad. Con todo iii las fuerzas eternas tie los mecanicistas, iii la voluntad universal tie Schopenhauer, se ofrecen come respuesta satisfactoria, pues dicha unidad permanece abstracta e


indeterminada, denunciándose corno una pura nociOn subjetiva. En una palabra, el Dios-sustancia de los panteistas no se presenta con mayor objetividad que el Dios-pensamiento de los deistas. For lo çlomás, el panteIsmo serenamente optimista de Spinoza so vn e 1 1.7 en p1 fildsofo tiidesco tan fervorosamente nesimista como las religiones. El mundo es un vale de lágrimas. Schopenhauer, Hartmam, Leopardi, budistas retardados, no yen más eamino de redención que la muerte o el nirvana. El materialismo a secas es tan visionario como el idealismo gareoso de tonsurados o intensos. La materia independiente de todo latido y pensarniento, no existe. Es un sueño do amcinados como la ocurrencia de Un Autor manufacturero de universos y adanes. LEI mundo como conciencia 0 como realidad exterior, como subjetividad o •como objetividad? ,Por qué no la realidaci como una integración viviente? Cada pueblo y cada hombre tiende a concebir el mundo conforme a su propia idiosincracia o experiencia. El pasivo pueblo hindu, acoquinado por la .selva, el sol, los tigres reales y el brahamanismo, ha preferido la inercia, es decir, la coitemplación y la oración, y su ideal ültimo, el nirvana, o sea la sumersión en el todo o la nada. Los activos pueblos de Europa, amaestrados por los griegos, prefirieron el ejercicio de la razón y de la acción, es decir, el desposorio del pensamiento y la labor operantes. El alma humana no es una entidad simple e invariable, sino, al eontrario, el resultado de innumerables aprendizajes y combinaciones, una sIntesis evolucionante y evolucionada, hasta liegar a ser, como dice Liebnitz, "espejo del mundo". ,COnio poner en un solo estante el alma del Hombre de Pekin o sinántropo con la del Hombre de Neanderthal, la del OreMagnon, la del Sumerio, la del Griego, la del Faüstico o la actual del Hombre atómico? Es obvio que la evolución general de la vida —Se trate de insectos o de vertebrados— re ha movido hacia una organización cada vez más rica del sistema nervioso en quo la masa encefálica gana terreno sobre el resto del organismo. Es lo que nuestro Ameghino liamO 'ia cefalizacián do la vida", 0 sea la conciencia creciendo en cantidad y cualidad. No es menos obvio quo el fenórneno ha logrado en el hombre .su maxima potencia y su alma.

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En nosotios hay residuos del hombre mar arcaico, pero somos tam;bién depositarios de las experiencias mar altar do devenir histórico. En la escala ascensional de la especie nosotros legarernos tamblén algo al Juturo, es decir. do algim macIa resucitaremos en él. La ciencia y la filosofia ale hay abren a los O j os y el espiiitu del hombre moderno la promesa ale un mundo nuevo, al quo su alma, demasiado hecha al mito y la rutina, icgrará aclimatarse solo a través de duras peripecias, hasta crear, con su libertad, su proplo inhinito. El pesimismo ale las religiones so originó sin duda en la inercia estéril de la pura contemplaciOn, esto es, en una actitud hemiplégica del ser hum ano. El remedio contra ese mal está a Ojos vista, en el ejercicio integral de la idoneidad humana, en el empleo activo del cerebro y de los mñsculos, sobre todo del mdsculo ilamado corazón. Arnad si queréis que la vicla so mucstre como un don do los dioses. Reca'pitulemos, volviendo a los origenes. La religiOn naciO mucho después que ci hombre y se Ira mucho antes que él. Pedagogos y psicólogos nos cuentan que los sordomudos —algunos invcrosImilmente inteligentes— educaclos tarde no tienen la mãs remota noticia ni Sospecha de la divinidad, Lubbeck, Baker, Fraser y otros antropOlogos y viajeros nos ensenan que lo rnismo ocurre con gran ndmero de salvajes. Lo cual poneboca abajo la teorIa de Max Muller y otros filOsofos con residuos teologales, sobre el instinto a intuicián do infinito del hombre en estado de naturaleza. "La perpetuidad de la religiOn —dijo ya Guyau— no está demostrada ale manera alguna. Del hecho de que las religiones hayan existicto siempre no puede deducirse que seguirdn existiendo". Exacto. Los dinosaurios y plesiosaurios ale la paleontologia existieron, no por miles, sino por millones de años, y terminaron yénclose cuando el mundo 'cambiO tanto quo so les tornO inhabitable. Sin ir tan lejos: la esclavitud o propiedad absoluta del destino ale un hombre par otro hombre, que existiera desde los origenes de la barbarie —no del salvajismoha caducado ayer no más . El incesto, aceptado hasta hace dos milenios, repugna, desde entonces no sOlo a Ia moral, sino al instinto humano. La religiOn se ira simplemente porgue su horizonte ha quodado ya muy por debajo del horizonte del hombre moderno Y mucho mds del de la humanidad futura, aunque no lo crea la canclorosa astucia de los doctores sinaiticos. En realidad,


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está sobreviviéndose a si misnia debido a una razén bicorne como la testa del diablo: el terror del hombre a jubi l ar sus ilusiones y supersticiones tradicionales sigue aün creyendo en Ia malignidad del dIa martes y en la benignidad de Ia herradura) y sabre todo al no rnuy serâfico interés de ]as dazes explotadoras en volverla imputrefactible aunque sea par emhalsamamiento eglpcio, pues la religion es el ingrediente sine qua non de in servidumbre humana, vieja de siglos. Los cuentos de niños de la humanidad (digase religiones) buenos para cultivar la imaginación y sensibilidad infantile.s, los seguirãn co.nsumie .ndo los adultos? El hombre no es una criatura purarnente sensible e imaginativa, ni puramente intelectual, sino una combinación de ambas aptitudes, pero es indudable que su inteligencia —su atributo superzoológico— debe ser su principal consejero privado y püblico, La fe, almohada del p ensamiento, es Ia ieor farina de abulia y pereza mentales. Los pueblos se ap egan a su religion corno los niños a la abueia que los mima y maicria,. y mês cuando Ia abuela es sorda, miope y ehooha. La ciencia abre ]as ojos del cuerpo y el espiritu del hombre de boy, al que su alma criada en in incubadora religiosa, no puede amoldarse de golpe. De ahi qua en sus momentos de desfa.11ecimiento tienda a volver a la religiOn como el ex alcoholista a su cáliz profano. Que las religiones enseñan que este mundo es indigno del hombre y que la verdadera vida estâ más allá de la muerte? No nos extrañe: ellas fueron, ya lo vimos, engendradas en épocas boscosas de ignorancia y terror. La oquedad, Ia oscuridad y Ia miseria no estaban afuera, sino en ci espiritu de los hombres. Convieta y confesa de que Ia vida es un pecado, Ia religiOn es la opt.imista del mat.... Mientras tanto, la razón pura y Ia razOn práctiea del hombre nunea se muestran más dignas de ser compafleras del hombre que cuando advierten los dereclios de 10 incansciente y lo irracional, es decir, su propin limitaciOn: o sea que el árbol de la vida es más faniosamente vivo, verde y hernioso que el árbol de la ciencia. .Que dirernos de la áspera y cenicienta higuera religiosa, Ia que dio a Eva sus hojas para el primer distraz? Preferiremos la ceguera sacra de Ia fe a Ia evidencia profana de la razOn? 1 Renuneiaremos a caminar sobre nuestros pies porque no son alas, es decir, renunciaremos a nuestra razOn porque no es oninividente? La religion, sabiduria de la muerte, qua incita a Ia contriciOn y el arrepentimientci y el cilicio, Condena la alegria de vivir, y can mayor rasOn Ia nsa. (Los ünicos dioses que supieron reir fueran ]as de Homero, pero esos eran casi primos hermanos de los hombres.) Y sin embargo, la nsa, más que el

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lianto, es una de las claras conquistas del hombre sabre la zoologia. Se liora solo, pero nadie ne solo. Es que la nsa, expre,sión cristalina de in alegria de vivir, es también, como la palabra, un noble agente de comunicaciOn y comuniOn entre lo hombres La idea de Ia inmortalidad personal o salto victorioso sabre el foso de la tumba es otro de los falsos sueños cultivadas par las religiones. Sabemos conao naciO él y coma 1ue elaborado gradualmente, a punlo que, par larguisimos periodos iniciales, la inmortalidad, como in propiedad privada y Ia niqueza, tue un privilegio exelusivo de re-yes y magnates, y tanto qua sOlo gracias a una protesta insurreccional de la plebe egipcia logrO ser partIcipe de beneficio tan aristocrático. El hombre realnente moderno, desnudo de supersticiones piadosas, pero senbidor y venerador de la vida como un misterio sagrado y una hermosura, se siente como lo que es hoy: ci universal heredero y beneficiario del trabajo, el pensamiei-ito y el ensueflo de todas las generaciones idas: las células y las almas de los hombres pretéritos resucitan en nosotros como las nuestras resucitarán a su modo en las generaciones del porvenir. Samos inmortales dentro de la especie, no fuera. Otro si digo. En su celestial ignorancia, las religiones crcyeron —y están obligadas a seguir creyendo— que in tierra es el ombligo del universo y el ünico lugar donde in vida y el rensamiento florecen. Pero la ciencia averiguO ya qua lo creado es Un latifundio bastante mé.s ancho de lo que ereyeron Josué, ci que le inuligiO un plantOn al sol, y Jonas, el que inventO ci primer submanino: y que en él cabe; innunierables soles con su cortejo de planetas (semejante a los nuestros, segUn el anãlisis telescOpico y el espectral) y par tanto seria mas o menos inconcebible q,ue no lievaran a cuestas su flora y su fauna con criaturas pensantes y tal vez mejor pensantes qua las nuestras. .. ,Los dioses astrales de las mitologias?


EL OPUS DEl EL MITO Y LOS RAYOS X Cuando las hogueras del Santo O!cio pese a ,, su saãni fervor no pudieron evitar el sur.gir de la conCiena rn en Alemania se inventó la Reforma para saivar alcriS ia que amenazaba mrir de anemia en Ia Roma de !as pas del Renacimientoz Pero el libre examen de la, ,Reoraia sona mal a las orejas piadosas. Espana, el pals mas eviticode cristiandad la patria terrena de la Trinidad, nvento o mejor: la Contrarreforma de ignacic de Loyola, que no mci- nera al heroic sino que lo toma en la cuna r la educa mansa y espartanamente para la serviclunthre. - Podia haberse profetizado que de Espana debia salir tam- bién el nuevo San Ignacio Ilarnado Jose Maria, el I undaclor del Opus Dei, version actual del jesuitismo. El Opus Dei mezela do nazismo, falangisiflo y mafila rociada con agua bendita, se ha encargado del recauchutamIento ctOlico del mundo de habla española. Bajo la proteccion de Francisco Franco, ese Herodes piadoso, y Jos purpurados mas iredievales del Vaticano, el Opus Dei ha logrado el control burocrático educativo y bolsistico del Estado y con la exporta- don o formaciOn de curas opusdeistas y de generales devoo, -el de toda HispanoanlériCa. Los dos lemas favorites do an cruzada son: "acomodar la enseñanza e urnversidades e- cuelas a la del dogma y la moral catolica y el derecno cane- nico" ' "cristianizar la cuitura". No nos persignemos .antes do tiempo.Sid i ci lector recuer ci éxito de los cieroS brahainãnieo, judia y medoeval en sus respectivas parroqutas, sacarâ sus condiuSiOneS sin error ap e- ciabie la invocación mIstica ' el incienso son ci mejor escudo en la lucia par lograr ci dominio policiaco y moneario do

•Thiporta ci Nuevo Testamento una ohvia superioridad sabre €1 Viejo? De ningün mode. En primer lugar, el Eva ngello no aporta nada, Come doctrina moral, que no esté en los Salmos, Job o los Profetas. En segundo lugar, hay en éstes una grdeza literaria a QUO no so asornan los evangelistas. Flnalmente, y es lo que rna importa: el hombre en ci Anttguo Tesfamento no es, como en ci Nuevo, Un asexuado aprendis de angel, sino Un hombre, ya que el servir cia nacire al huérfano Y de báculo al ciego vale rnás aue todos los r n y los ritos, segUn enseñanza de los Profetas. que constituyeron una especie de oposición parlamentaria de izquierda contra los desmanes de reyes y de rices Hay ms politica que teologia en el Viejo Testamento, observO Herder.

A su parecer, la eritica histórica moderna ha ikegado a conclusiones definitivas sabre la existencia real do Jesus. Es decir, la doctrina reformista o hereje de Eretechneider, Báuer, Straus, Renan y otros, de un Jeeds de ca rney hueso divinizado per Ia ieyenda, resulta diáfanamentc utópica Para Ia exegesis radical de A. Draws, B. Smith Ch. Guignebert, N. Robertson y Kaithoff: el cristianismo do Jamseetas ohiorlita, esenia, terapeuta Y otras inventá a Cristo y no al revés. SOfl, someramente seflaladas, las bases en qua se apoya esa tesis? Aunque ci tema se presta pore a,ra un informe periodustico, trataré de hacerlo. 19) El pueblo de Israel que, a su aita pasiOn moral y espiritu de justicia, unla. una rampante ignorafleja, ha ide engendrando en los sigios lamediatamente anteriores a su Diaspora la idea del MesIas,o enviado de Dies a reparar los males de su pueblo. 29) For Jos este valle de lá!grimas... afios en que se inicia nuestra era esa idea recite ci aporte de los credos misticos del Cercano y Media Oriente y el todo encuentra su mejor caldo de cultivo en Ia gran necesidad y esperanza de redencicin de Jos pueblos que gimen bajo In beta


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romana La idea del Mesias suire la influencia de los mitos de Adonis, Atis y Osiris, de un hombre joven que mijere y resuci.ta, y Se combina quizá con ci recuerdo de Jesus Ben Pandira, iiéroe popular judio crucificado un siglo antes. Y la leyenda evangélica comienza a elaborarse. 39) Coma la figura de Jesñs se fragua sobre la base de las profecias, ocurre Ique en gran parte la vida, los hechos de Cristo están ya en el Antiguo Testarnento Apenas se sospecha, primero, y se comprueba, después, que el texto evangélico es en esencia una abreviatura a antologia del texto biblico a mejor, que los evangelistas escribieron testarudamente sOlo para justificar las profecias de que estã empedrado el Antiguo Testamento, Ilegamos a esta evidencia meridiana: los Evangelios y su protagonista pertenecen ciento par ciento a la mitologia Veamos Jesus engendrado po runa virgen (Isaias VII-14). Su nacimiento en Belén .porque asi estã profetizado en Malaquias (V-2). Los Reyes Magos venidos del Asia (Isaias LX-1,6). La estrelia de los Reyes Magos (nilmeros XXIV-17). El viaje a Egipto (Oseas XI-1) • Juan Bautista coma adelantado (Maiaquias 111-1). La maldiciOn de la higuera estéril (Oseas IX-10). La entrada de Jesus en Jerusalen (Salmos 11-7, Isaias LXII-11). Los mercaderes en el templo (Jerernias VII-4). La traiciOn de Judas (Salrnos XLI-9) y los treinta dineros arrojados en le ternplo (SacarIas XI-13), La de los dace apOstoles, tornado de los jefes dc las doce tribus de Israel (Nmeros 1-4,16). Lo de Pedro o piedra come simbolo dc la fe indestructible sugerido par Moises haciendo de la piedra el simbolo de Jehová (Deuterononjjo XXXII-4, 15, 18) El milagro de la resurrección de Lzaro tomacla de Elias y Elise-0, que tam:bién resucitan un muerto carla uno El milagro de la multiplicaciOn de los panes y los peces, inspirada en el abasto de maná y codornices en el desierto cuando la expediciOn de Moisés. Jesus ayunando cuarenta dias en ci desierta coma Moisés y Elias, a calmando los vientos y las olas como Jehová separando las aguas del Mar Rojo. Coma si esto fuera poco, buena parte de la palabra del Evangello está ya formulada en ci Viejo Testamento: "Alégrate, oh huja de Jerusalem; he aqui que tu rey viene a ti, humilde y montado en un asno; es justo y trae la salvaciOn" (Zacarlas, XX-9). "Los malos me ban cercado, agujerearon mis manos j mis pies' (Scclrnos XXIII, 16) 'Tarnbién me dieron hiel por comida y en mi sed vinagre". "Dios mb, Dios mio 6por qué me has abancbonado?" (SairnOs VI, 9 y XXI, 1). "Es un varôn de dolores y estã identificado con ci agravio" (Isaias Liii, 3).

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El protagonista 10 tiene unidad psicológica, pues carla evangelista, es decir, cada secta, lo concibe a su mode: aqul y aTlá se muestra corno un puro curnplidor de la Icy mosaica (Mateo V-17) a.consejando pagar el tributo al rornano (Marcos XII, 17) y ofrecer la mejila izquierda al que nos gelpee la derecha, y condenando a.scéticamente hasta el ainor de mujer y hombre (Mateo XIX, 12). Pero en otros pasajes viola el reposo del sãbado (Marcos Xi, 22) y es acusado de negar ci tributo a César (Lucas XXII1, 2), o dice: "No a meter paz sino espada he venido" (Mateo X, 34) o perdona aft a la addtera sorprendida infraganti (Juan Viii, 3). En ci Evangelbo de Marcos y más en el de Mateo muéstrase un fantico judaico; en Lucas es liberal y tolerancte; en Juan y Pablo, un abierto amigo de los gentiles. No se sabe bien Si el reino de Dios es ci de las almas urnpias, o la realizaciOn de Jos sueflos apocalipticos de Enoch, 0 un eden sacialista de desposeidos. Las alusiones del texto evangélico a hechos del siglo Segundo denimclan que quiénes pusieron en escritura la leyenda oral del Evangelia no conocieron al protagonista. Y hay finalmente un secreto a voces: el propio texto evangélico declara contra la divinidad de Jesus. En efecto no hay un sOlo pasaje que afirme tal cosa, sino lo contrarbo: "Dios mba, .por qué me has abandon-ado?", "Ascenderé a mi Padre y a vuestro Padre, y a mi Dios y a vuestro Dios" ",Córno podéls decir a quien el Padre consagrO y envió a este mundo: Td blasfemas de Dios, porque yo dije soy Hijo de Dios?" En ninguna parte del Nuevo Testanfbnto se dice que Jesñs es Dies a sea la segunda persona de la Trinidad Este ftc u n invento alejandrino. Se argumentarã con Jos milagros, pero éstos, se-gin el proplo itexto bIblico, no dan categoria divina a su obrador. Ni a Moisés, que derramó sabre Egi.pto plagas no inferiores a las que Hitler derramO sabre Europa, ni a Elias y Eliseo, carla uno de los cuales resucitó su muerto, ni al propio Josué, que infligbo un plantón al sal, :prOeza cosmogOnica. ,Se quiere alga mãs inapelable? Jesãs no fue ni siquiera un mediano profeta, coma lo dice ci que su rnO.s campaneada profecia, la de su inminente regreso para ci Juicie Final, faUO escandalosamente: "Amen as digo: hay aigunos entre los que me oyen que no gustarán la muerte hasta ver al Hijo del hombre venir en Ia gloria de su reino",(Mateo c. XV! V-28,

Marcos, c. IX, V-i, Lucas c IX, V-27). No nos extrañemos. Protagonista sobrenatural desde Jos

andariegos talones a la punta tie sus largos eabelios, pertenece


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Luis FPANCO

por entero a la mitologia, como Adãn, Apolo o los especificos contra la calvicie. FilOn de Alejandria y Justo de Tiheriades, judIos, y e griego Plutarco y el romano Seneca, escritoses que vivieron -en tiempos del supueLo nacliniento de Cristo, a poco m tarde, nunea Luvieron de éi Ia menor noticia. En cuanto a las sendas 4ugaces citas de Josef'o y de Tácito, son tenidas, se.-fin obvios •motivos, por dos tramposas interpolaciones. Es que Cristo, dicho está, nada tiene que ver con la historia, y si todo con la mitologia: su figura se fue elaborando con saldos de mitos precedentes, sin más novedad que la de salpicar la leyenda con un puñadito de nombres liistóricos: Octavio, Herodes, Caifás, Pilatos. iVIuolio antes de los Evangelios, el judlo alejandrino Filón habia escrito el "evangelio de Ser.apis", un dios iueno o redentor que muere y resucita mero trasunto, a su y es, de Orus, hijo de Osiri' e Isis, es decir, de la Trinidad egipcia. Adonis y Ails, creaciones del Asia Menor y Siria, dan otro ejemplo de un dios joven y hermoso, que muere entre ci lianto de sus fieles —preferentemente lágrimas 1 emeninas— y resucita entre una aurora de jübilo. El dia del nacimiento de Cristo del que nada dicen los Evangelios, celebrado primero en los meses de marzo y abril, fue fijado defin'itivamente el 25 de diciembre para haccrlo coincidir con el de Mitra, dios solar dc Persia, adorado por innumerailes gentes del Imperio Romano y que se parece a Cristo como un prirno andaluz a otro. En ci Viejo Testamento ci nombre Mesias a Cristo apilcase también a re yes paganos como Ciro (Isaias XLV, 1) o al rey de Tiro (Ezequiel XXVIII, 14). Se sabe que en un principlo los Evangelios liegaban a cuarenta, hasta que la flamante Iglesia aprobó solo cuatro, constelados de absurdos y contradicCiOfleS y que están lejos de coincidir entre ellos. Un botón dc muestra: JesUs es hijo del Espiritu Santo en una virgen quo no deja dc serlo después del parto, o mejor, dc los parlos, puesto que fueron varios los "hermanos de Jesus segUn la came" (Mateo XIII, z5-56; Juan II, 12). El absurdo liega a su apogeo cuando se nos anoticia que Jesus pertenecia a la .sangr .e real de David, por la linea de José pese a que este se dejara relevar sin protesta por ci ipalomo del Espiritu Santo. Por otra parte los cristólogos demuestran hasta lo exhaustivo que, dados los testimonios dc los esenio.s y terapeutaS y las doctrinas de Seneca y FilOn, el espiritu y la práctica del cristianisino se anticiparon largamente al nacimiento dc Cristo, esto es, a la apariCión de los Evangelios en los sigio.s primero y segundo o sea a la puesta en escritura de mUltiples

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Ieyendas que venian elaborãndose de mucho tiempo atrás a objeto do dar cumplimento a la prometida venida del Mesias, aurique no ya para lealizar la justicia en este mundo sino "en el reino de los cielos" Pero si el inacaba}jle rosarlo dc Pueriliclades de los Evangclios, con sus l'eeliieerjas de Curandero dc tribu a do domador de serpientes, son una aguerrida pifia de las byes del conocimjento y la naturaleza averiguadas en su época, su moral es un ludibrjo de la decencia humana, como vamos a verb. 19) En el fonda todas las .religiones son pesimistas, con su despreoio del mundo, el sexo, la razOn y la voluntad del hombre, incapaz dc salvarse sino humillândose y adulando sin pudor a sus dioses; mas tal vez en ninguna otra ese odlo a la vida se expresa con más ferviente ceguera que en los Evangelios: "Quién odie su vida en este mundo la salvará en la vida eternal' ( Juan, XII, 25). Y que esto no es lenguaje figurado lo expresa sin tapujos ci consejo de auto eastracion lisa y Ilana: "Y hay eunucos que son hechos eunucos par los hombres; y hay eunucos que so hicleron a si mismos eunucos par causa del reino de los cielos: ci quo pueda ser capaz de eso, séal'o", (Mateo, XIX, 12). Ya lo vemos: la misma fUnebre sexofobja de San Pablo, fundador del matrimonjo cristiano coma conceziOn especialisima al sOlo fin de que la especie no perezca. 29 ) "No he venido a meter paz, 5mb espada" (Mateo X, 34) "Quien no esta conmigo, contra ml está" (Mateo, XII, 30). He aqul ci mejor de los toxic05 patentados, la intolerancja sacra, ci odium teologicum,, que trocO a la Edaci Media en una antesala del infierno. 39) JesUs muestra más miedo u odlo al trabajo que los mismos igitanos e induce a eludirlo a cualquier preclo imitanrjo a los pájaros y a los lirios del campo (Mateo VI, 26-28). Ni decir que el y sus discipulos no viven del aire sino a Costa de esos herejes que hunden sacrilegarnente sus manos en ci trabajo en vez de elevarlas en la plegaria, 49) No resistájs al mal l antes al quo te hiere una mejilla ofrécebe la otra, y al que te pleitea Ia tUnica, déjale tamibién la capa" (Lucas, VI, 29). Ya se y e que la buena nueva de los Evangeljos, es una pedagogia para larvas de angel no para hombres, pues que su "Mi reino, no l es de este mundo" y su "Dad al César 10 que es del César" y ci escupir asi Contra la lueha por la libertad y la dignidad humanas (quo los proletarios de Jerusalén y los campesinos de Gal-ilea ilevaron a Sn mayor auge, derrotando varias legiones romanas, como recuerda Kautsky) signhuica el mejor servici0 hecho a los ordefladores de sudor y sangre do aqui abajo. 59) Feroz nacionalista judlo, a ratos, JesUs no contesta a la


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mujer cananea que viene a adorarle y pedirle que salve a su hija enferma, y cuando sus discipulos interceden por ella, contesta: 'No soy enviado sino a las ovejas descarriadas de la casa de Israel" (Mateo, XV, 22-24). 69) Para Jesus la pobreza, aunque provenga del vicio o la vagancia, constituye de suyo an mérito celeste; la riqueza, ain juntada con sudor y sacrificfo, Cs prenda segura de vacaciones en invierno pues "más f'ácii es a an caniello entrar por el ojo de una aguja que a an rico entrar en el cielo", 7Q) Más cavernariameiste sectario aun es el dogma de Ia predestinacián, seg' uri ci anal Judas traiciono a lJesus sOlo para ciue se cumplieran las prot'ecias, o sea, se ejecutara el plan dc la redención. 'Nadie puede venir a mi si el Padre que me ha enviado no me lo trae", 81? Toda Ia tenebrosa moral del clero judaico rebrota en Jos Evangelics. Si an profesional vitaliclo de la infamia se goipea ci p'echo a tiempo antes de morir, se gana el cielo, en tanto una antologia de virtudes, di g o una vda entera de honra, merece ci infierno si no tiene el salvoconducto de la fe. 99) La persecuojOn no solo está consentida sino santamente aconsejada en parubola: "Y en cuanto a aquellos que no quisieron que ye reinase sobre ellos, traédmelos acd y matadlos delante de ml". (Lucas, XIX, 27). La InquisicjOn, Ia. San Bartolomé y Tomasjto Toruuemada salieron de aqui y del Viejo Testamet'ito (recordaci a Elias degoilando 450 prof etas de Baal en Re yes, XV1II, 40) come ci miasma sale del pantano. 10) Sobre los fariseos y los escribas debe recaer toda la sangre derram:acla en Ia tierra de Israel, santificando asi el dogma tie la reversion de las penas condenado ya por los Prol'etas ii) Que el amor divine es el antidoto del amor humano no sOlo lo ejempli-fiea la frecuent.e aridez de alma de monjas y solteronas devotas, sino que Jesus lo predica Con itodas sus ic. tras. "El que ame a so padre, su madre o• sus ihijos mâs que a ml, no es digno de ml." (Mateo, X, 37). Y esta pregunta a su propia madre que viene c-n su busca: "Qué hay de comOn entre to y yo, niujer?" (1110"cos III, 33. Juan II, 4). 12) La irrestañahle llaga. de la moral evangeljca es que no apela a "in genercrstdad e intrepides del alma", como queria Esp inosa, sine 'a sobornar ai hcmhre con la goiosina del premlo celestial o a pen erie came de gallina con la pension a perpetuidad en ci infierno. Se dire. que el texto evangélico —alfiletero de Contradicclones— inaiuye tamblOn mementos ilenos tie duizura, de comprenslOn y rnisericordia, No Ic negamos, pero nada de ello

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logra amenguar la tumefacta barbaric de su inspiraciôn general. En suma, la moral de Jos Evangelios no es ninguna "buena nueva" sino una reiteración, bastante empeorada a rates, de la moral de Buda, Moisés, Mitra o Confucio, e inferior a la helénica, moral abarcardora de la fecunda complejidad fisica, intelectual, poiltica, etia y estética del hombre, y no un recetario para esciavos o prófugos de este mundo. En realidad la doctrina del cristianismo vino eiaborãndose bastante antes ide la era cristiana, como consecuencia de la deciinación del helenismo y del auge de in hota de Roma. Pero esa moral, para .prender en las masas de in decadencia romana —pauperizadas hasta ci esqueleto, y embrutecidas de servidumbre y afrenta, y vaciadas de todo derecho y esperanza en este mundo— 1precisaba un mite y una promesa de reivindicaciOn en ci otro mundo. La cosa comenzó a fraguarse por una hereje com.binaciOn de in promesa tie un mesias justiciero, de los profetas, con la alucinaciOn de un duos que se apea para morir a manes de los hombres a fin de redimiria's, proveniente de Egipto y ci Cercano Oriente, sintesis que prohijada por Roma en ci siglo IV debia desenibocar en ci catolicismo populista en la letra y laristoerdtico y cesáree en ci esplritu y la prâctic'a que conocemos hasta hey. Todo esto después del pensamiento de Heráciito, Jenôfanes y Anaxágoras, de la astronomia de Aristarco de Samos, de la medicina de Hipócraties, del atomismo de DemOcrito, del teatro de Esquilo, ci desenfado libérrimo de Epicuro, Luciano y Lucrecio! Es .para ilorar tapándose la,cara. Que semejante mite y tamaña doctrina de resignaciOn y derrotismo, tuviera un miienio tie vigencia durante la barbaric regresiva del Medioevo, puede explicarse. ZPero come expilcar (en la era del transformismo, ci criticismo religioso, ci psicoane.lisis, la ciencia termonuclear, in dialectic-a revolucionaria y las crecientes luchas sociaies de liberaciOn) la supervivencia tie semejante beatificaciOn de in servidumbre, de tan alevosa zancadulla a in inteligencia y in libertad del hombre? Per la mera razOn de que a lo large de diecisiete sigios las ciases expropiacloras vienen prohijando aniorosamente ci descubrimiento que hiciera Constantine: que ci cristianismo, con su relevo de in justicia per in Iimosna y su prornesa de jubiiación celestial, es la santa panacea par que los pueblos Y las masas sigan resignãndose a su desposesiOn y su yugo en este mundo. 6Se advierte, asi, por qué las castas parasitarias sigucn apegdndose al crucifijo como ci tahOr se apega a sus naipes marcados?


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de soldados, ci poeta canta sOlo las proezas individuales de

LOS PRODUCT.ORES DE MISERIA

Una inscripción legipcia de las niãs antiguas que se conocen reza: "Un ejército es un conjunto de puros consumidores, rnás aün, de productores de miseria". Gordon Childe acota: "Los soldados protesionales son hostiles a Ia producción porque su comercio es ci robo en gran escala... Hasta eran capaces de asaltar a sus propios conciudadanos, se.-An lo expresan fragmentos de la legisiaciOn egipcia". (Qué sucedió en la historia.) Eso ocurria ya hace cinco mil años. No ha cambiado nada, pues. Los ejércitos permaflentes de hoy, cuando no desvastan a los pueblos vecinos o ieanos, se conforman con desvastar los presupuestos caseros El soldado profesional es el hermano siamés del sacerdote. La misma heroica renuncia a la voluntad y al pensamiento propios, el mismo culto de la obediencia absoluta, el mismo parasitismo Ilevado a una perfección sin cotejo. He aqul una opinion dobiemente autorizada por no ser de un pensador revolucionario: "El castigo material, aUn el •más leve, implica un principio servil de obediencia por miedo. De ml dire que nunca creo haher obedecido: Ful dócil, sumiso, pero a un pr.incipio espiritual, jam.s a una rfuerza material procedente de temor al castigo. Mi madre nunca me mandá. Una orden es una humillación. Quien ha obedecido es un capitis minor manchado en el germen mismo de la vida noble... Yo no hubiera podido ser soldado. Me habria suicidado o desertado (Ernesto Renan: gouvenirs d'e fllcLnce et de eunesse).

La Iliad a es el mayor monumento Iiterario de los tiempos elevado en honor de la iguerra. Su pretexto es el relato de la camorra larga de diez aflos, entre griegos y troyanos, su objeto es Ia exaltaciOn de la aristocracia feudal guerrera del mediocvo griego, y en tanto que la guerra se hac'e con enjambres

los heroes. Pese a eflo, el g enic griego tuvo coma nadie ci sentide de Ia armenia en todo y por elide el de la justicia. ,Que Ia poesia epica tiene coma cometido Ia idealizadOn (if, la gw'rra, del homicidilo en m ass, de ea alla sulna de brutalidades que es to-do proceso belie0? Si, Pero Homero 110 descuida el otro aspecto, el ale la rofia, clecimos la rapacidacj Y avaricia: "Helena y las riquezas que Alejandro trajo a liiOn, esto fue ci origen de la guerra". El poema irrumpe con la cOlera de Aqulles que se niega a combatjr zA qué se debe tan épico berrinche? A que en ci reparto del primer hotin AgamenOn se queda con el bocado más gordo. Porque si Homero no oculta la hirsuta bestialidad de la guerra, tampoco disimula la sucia avaricia de los heroes ni el handiclaje dc alto estilo que es toda guerra: "Conquiste —confiesa Aquiles doce ciudades par mar y once p ar tierxa y de todas saqué abundantes y preciosos despo j os...... "Par Licacu, hijo jde Priamo, obtuve den hueyes'. Las religiones en su intento de sacar al honibre de si mismo y de la tierra enfrentáncj.olo al inC.s allã, terminan deshumafljzándolo sin miser j cordja No so eatrañe, pues, que las guerras ilamadas religiosas, no se disdngan par su piedad 0 mejor, pareciera que la musa Cpica, aliada a la musa religiosa, remonta la crim j naijdad humana a niveles sobr ehumanos En nombre de Ala, ciemente y 'nisericordioso Mahoma y sus discipulos pasaron afilo de yata g án a buena parte de la poblacidu de Asia y Africa. En nombre del Dios ale Ia mansedumbse los cristianos ale la Edad Media y ci Ren acirnjento derramaron más sangre que el agua que arrastra ci Jordan. El modelo original lo habia dado ci Antiguo Testarnento En el Libro de los Reyes y ci de Samuel bay mSs homicidjos que pintas en un leopardo, aunque ci Libro de Josué los t supera canónjca mente. Veamos que ]as instrucciones ale Jehovd al capitãn judio son md,s o rnenos las que Hitler daba a sus g eneral: "Y ci nmero de los que cayeron aquOl ala a cuchillo. hombres y mujeres, fue doce mu, todos de Hai." y "redujo a mouton perpetuo asolado hasta hey". (JOSU6 c. 8, v. 25-28) "Y Josué peleO en Libna y metidla a filo de espada con todo 10 que en ella habia vivo. . . ". "Y Jehová entrego a Lachis a manos ale Israel y tomOla y metiOla a cuchiflo. .. ". "Y de Lachis pasaron Josué y todo Israel a Eglón y la tornaron y metiéronla a cuchub" (C. 10, V. 30-35)" Y destruyeron todo lo que en Ia q iudad dc JericO habia, hombres y mujeres, viejos y niños y hasta bueyes y asrios, a filo de espada' (C. 6, V. 211).


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Para un profane es mãs -que dificil de -entender por qué 01 Dios del pueblo elegido resulta el asesino funcional de todos los pueblos no elegidos. Tampoco se alcanza por qué del exterminjo no se libran ni los asnos cananeos. ZQu6 culpa tenian los • pobres de no ser circuncisos? Justo es reconocer que en los grandes dominios ilamados imperios ("ese poder que se junta con la espada") no todo es negative. 'Las grandes carreteras abiertas para el -trMico do 'as legtones y los tributos, al poner en contacto -pueblos distintos que se ignoraban mutuamente, mancomunaron y enriquecieron la experiencia -hurnana. Solo que su aspecto negativo no es menod obvio: lie-van- al mãximo la violen-cia, el expoho y la servidumbre Esos fueron los imperios asirio y aqueménida. Ya veremos lo que -tue e1 romano. El hombre no es, ni puede 5cr, peor que 1-as f'ieras que no derraman la -sangre de sus congén-eres, sino per 'xcepc-ión. Si L el hombre colectivo va a la guerra y la destrucciOn no es per su gusto Sino arreado por la clase •mon•itora y ex-plotadora. - I

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'El Werther, -dijo el -Obispo de -Derby, es un libro in-moral conden-a1e. Alto, exclarné, Si emplea usted ese •tono para hablar del pobre Werther, qué tono emplearia para hablar do los rrandes de la tierra cue en una sola camnaña P.chan al campo -den mil hombres, do los -cuales mueren oc-henta mu, y los azuzan al asesin-ato, al -incen-dio y al saqueo. Despué-s de tales horrores ,no dais gracias a Dios y entondis el Tedéum?" (Relato de Goethe en Conversaciones con Ecicerman.) No faltan por cierto Iilós-ofos de bota que intentan present-ar la guerra corno una escuela de sublimaciOn de los Valores viriles. Confunden virili-dad con sevidia y avaricia. Maquiavelo, cuya niisiOn tue corregir la visiOn a los bizcos, vio al desnu-do en esto como en tantas cosas. "Fue sempre ii tine di coloro que muovono una guerra d'arrichire se ed impoverire ii nernico". La can-onizaciOn -de la guerra trae naturalmente la CanonizaciOn de sus prOceres. El héroe militar es el héroe -per antonomasia, el hombre ultravertebrado. Aunque la historia diga lo contrario, la tradiciOn sigue intacta hasta hoy . El quo ci héroe militar jinetea en la gloria un caballo de bronce ddbese a una traiciOn del subconsci-ente denundiadora de quo el glorificado estã rnás li-gado a la zoologia que al resto de los honibres.

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Segün -tradición recogida 1por H-erodoto la reina Tomys mandó meter la cabeza del enorme conquistador Ci r o en 'in odre Ileno de sangre para saciarlo do su licor favorite. Pero Ciro, quo li-bertó a los judios de su -cautividad y sus fluviale-s ilantos, cuando entró en Babilonia, y dejó con vida y corona al roy -Creso, parece ha-ber sido mueho menos feline quo sus -colegas asirios, judfos y romanos. Su hijo Cambises, en camhio, salvo el honor de la antropof ag-ia militar, mandando matar a su hermano Esmerdis y semirando de crimenes ci limo de Egipto come si fueran cehada. Bajo Dane y sus -sucesorcs Persia devino un desaforado imperio do ,servidumbre tan asiatic-a montado sobre un ejército tan t-umelacto que bas-aron unos -cuanto-s haces de picas gniegas para desinflanlo. Un pueblo sernita, ilamado asirlo (do su dios As-sun) ocupO afla per ci aflo 1.000 aC. el norte montañoso de Mesopotamia. Sabléndose. come -todos, ex'puestos a la invasiOn de otros pueblos nOmades quiso ponerse a cubierto rebasando fronteras, pues sus reyes pe-nsaban sin duda como Hitler qu-e ci ataque es la niejor parada. A los demás pueblos su ejército le.s sirvió de espejo: infanterla pesada con Ia-nzas, liviana con arcos, cahalieria de van-guardia o a los flancos, -e-scaleras y torres de madera para escalar los muros o piqu-etas -para perfosarlos, todo con hierro del que carecian casi todos sirs adversaries. 6Los rios? Los cruzaban cabal-gando odres inflados 'en ci mornento preciso. Pueblo cazador de pueblos, el -puño do Asiria golpeO y hendiO toclas -las fronteras, desde la. Media al viejo- Sümer, desde Babilonia y Susa, al Asia Menor, Siria, Palestina, Egipto y Chipre. Sus toros a-Iados no expresaban la alianza entre cuerpo y espiritu -sine la ra'pidez do Sn brutaiidacI Si de ha guerra h-icieron su cficio, Ia sevicia ase-sina tue su deporte. Tras-lad-a-ban -pueblos a lugares desiertos, regalaban la vida de los cautivos a sus dioses o los sacaban b-s ojos para que no haIlaran el camino de la fuga. Ese -militarismo asbrio, miop-e como to-dos, no advirtiO 'que la produoción, la poblaciOn y el comercio !ban lajando come rio en la seca. Un dIa del año 012 aC. los medos penetraron en Ninive, Ia m-etrOpo-li asiria, como en una mesa de f es-tin y la p usieron patas arriba. Alejandro, roy de un pueblo do los aledaflos do Grecia, la conquistO cuan-do su -espi-ritu -y sir democracia estaban Ya Con los brazos caidos. Se lanzó después sobre -Egip-to y ci Asia, dominios do monarquIas ya reumáti-cas que fueron chaladas triunfalmente. Mn se opina que las conquistas del -hijo de -Filipo helenizaron parte del Asia, pero mas -hien ocurriO 10 contra-


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rio. El no era un •griego propiamente dicho y menos un griego de la gran época. No solo imitO la hazafla bestial do Aquiles eon el cadaver de Hector, haciendo arrastrar en torno a Gaza los restos de su leroico defensor, y eliminO a cuantos intentaron Irenar Jos rleshnrl p s desu delirlo militar (sin perdonar ni a Clito, salvador de su vida) 5mb que llegO al antipolo de lo griego: .ganado hasta Ia médula por la servidumbre asiática, se sinlió monarca divino, y se .portO como tal, hasta que reventO de liebre, de vanidad o dc vino La historia romana, como todas ha tendido a mostrar a sus heroes civiles y militares como seres a caballo sobre el nivel comiln hurnano. El método usado es de éxito fácii: •basta con magnificar ciertos aspectos y dear otros en la penumbra cuando no en la som'bra. Los próceres de la clase propietaria suelen ser casi sienipre, cuando no hacendosos o heroicos asesinos, una mezcla, modelo de valor y hajeza como el mulo es una mezcla do yegua y garañón. Véase a titulo de iiustración la semblanza del mayor do los politicos y capitanes romanos trazada por dos conipatriotas de su época. Digamos antes, que desde la, segunda guerra pünica, segün el criterlo mo'derno, se inicia la verdadera decadencia de Roma: la poiltica de la hegemOnica ciudad pasa •a mano de los generales, es decir, de hombres cuyas campañas do dominlo y despojo sobre los otros pueblos, les proporcionaron ci botin indispensable para comprar ci voto de los civis romanus compuesto en su aplastante mayoria de ex-labradores desposeidos por los terratenientes. La •ciudadania romana está compuesta, pues, por orondos parãsitos, ya que ci trabajo corre por cuenta de los esclavos, y la adquisición de riquezas, tributos y esclavos es Ia •funciOn especifica dc la guerra. Ya se comprenderâ que pese al atuendo epico el general romano se parece mucho mâs a un cuervo que a un águila. He aqul ci perfil del mds grande de todos ellos, trazado por dos autorizados compatriotas: "César no mostró desinterés ni como general ni como gobernante, porque segün sabemos de buena fuente recibiO dinero do nuestros ahados cuando era proconsul en Espafla, mendigando a fin de pagar sus deudas y saqueO varias ciudades en Lusitania eon el pretexto de que eran hostiles aunque habian abierto las puertas a su liegada. En las Galias robO los templos y santuarios ricamente dotados dc presentes; Irecuentemente destruia ciudades mãs por el botin que por las transgresiones. Tuvo tanto oro que hizo ofrecer en Italia y las provincias una libra por tres mil sestercios. Durante su primer consulado robO tres mil iibras de oro del Capitolio reemplazándolas por metal dorado 1 . (Suetonio). "Esperaba obtener no sOlo mucha

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fama sino mucho dinero". "CombatiO contra los partos, no por motivos de g uerra sino de rapiña"

(Apiano)

OulLuralmente hablando, Roma no creO nada; lo suyo fue on plagio de Grecia, desde sus versos a sus dioses, pero ci militarjsmo romano no I ue sOlo ci se pu j turer0 do la Repdblica sino del mundo antiguo. No fue otro ci papel de sus generalesg obernantes desde EscipiOn, Sila, Mario, LÜCulo, Craso, Porn peyo y César a Octavio, Marco Antonio, Tiberlo, Vespasiano Tito y todo el resto hasta Ilegar a Constantino liamado ci grande por haberse convertido al cristianismo dando varias batallag triun'fales y haber asesinado a su suegro Maxirnjano, a su hljo Orispo, a sri rival Licinio, a los dos hijos del emperador Majencio y hallar su mejor p asatlempo en desayunar a lasfieras del circo con prisiorleros de guerra. Los hi storiadores de hoy suelen clasificar las distintas civilizaciones en dos grupos clefinidos: las de desarrollo normal y las abo p tadas Seflalan tarnbiCn un tercer grupo, ci de las llamadas civilizaciones detenidas, corno Ia de los polinesios, p aralizados por ci ocOano, como los esquirnames paralizados por los •hielos, lactores fisicos en ambos casos. Pero hay una tercera causa de ataraxia locomotrjz en la historja y esta vez ella Cs social: ci militarisino totalitario, cuyos ejemplos más próceres lo ofrecen los espartano,s en la antig 7liledad y los turcos otomanos cai veinte siglos después. Pero no solo ci esquimal, ci poiinesio o el nómade hicieron un dia alto para siempre en la escala evolutiva de la sociedad humana. El caso Inds señero de la historia es ci do Esparta. Los invasores de Laconia lograron voncor a sus pobladores, menos bánbaros que ellos, y también mienibros do la Iamilia helénjca, y Inucho más numerosos. La prim era guerra meseniocsparsana (736-720 aC.) fue saivajemente dura, y Ia segunda, iniciada en 650 aC.; tue espantoa de tesOn y denuedo y la Victoria se mantuvo indecisa a lo largo de 30 afios. A fin de perpetuarja contra un enenhigo quo por su odio, sri valor y su nilmero representaba un peiigro sin pausa, el esprrtano debiO vivir y dormir con ci arma bajo ci brazo, trocarso en carcelero y verdugo . Su sociedad se estructuró en tres pisos: la Icy implacable como Moloch; los osprtiatas, ministros de la Icy, y los ilotas, trocados on ganado hurnano, cuya actitud interior hacia sus pastores se adivina: "en cualquier parte quo se mencionase a los espartiatas entre esas gentes —dice Jenofonte_ no habla una que ocultase ci que los encantarja poder comérselos vivos". No lo lograron, pero su venganza fue poor que eso: ci escudo de Esparta se troco en la lapida de su destino histOrico. El integral militarismo espartano (Un desafio a los hados del hombre) no sóo signiicO


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la dethurnanización de los sumergidos, sino y sobre todo, la de los amos, victimas de un eunuuismo cultural que le volviô tabii la ciericia, M filosofia, el arte y toda creación lxumana La degeneración de sus ethos llegô a ser tal que ci espartiata practico patraotcamente un nuevo tipo de cacerIa: la de b1 pedos implumes, •tal coma los yanquis del sur harán mucho tiempo después eon las •negros. "Dispusieron —cuenta TucidL des— que se presentaran todos los ilotas eapace de •probar una hazaña guerrera; para elegir de entre elios los dignos de ser libres". "Fue sOlo una treta". En efeeto, los dos mil voluntarios fueron eliminados en el más tenebraso secreto, par puro miedo a una posible insurrecciOn. El case espartano se repitiO en lo esencial, casi 'veinte siglos después, con los osmanlies, una tribu turca que expulsada de los contornos del Asia Central por la explosiOn expan.siva de los mongoles se estableció en el siglo XI en Anatolia, como sübdita de los musulmanes seyulcjdas. En elsi g lo XIII iniciaron su lucha contra la cristiandad asiática y europea baja el mando de Olman --de alli lo de otomanos— hasta que en ci siglo XV tomaron Constantinopla y un dia liegaron a las puertas de Viena. FsicolOgicamente los turcos otomanos, como nuestro Rosas, eran pastores de ganado que casi de goipe ascendieron a pastores de hombres. Tal habja cecurrido desde el cuarto y el tercer milenlo ac. con las tribus árabes abatiéndose sabre las tierras agrarias del Tigris y el Eulrates, y allá por el 1700 a. C. con los icsos que lievaron sus polvorosos caballos sabre los frescos trigales y huertas de Egipto, de donde fueron desp edidos después de 120 anos de hospedaje. Allá par ci siglo XII de nuestra era los jinetes mongoles cayeron sobre la agrana y sedentaria China con los mism'os efectos y el mismo final antes de los dos siglos de residencia. El ültimo ejemplo de este tipo de hazafla fue el de los turcos otomanos, con la diferencia de que su caso fue una esp ecie ole reincideneja del caso espartano •de veinte siglos atrãs, :bajo ci incubo de Un regimen militar sirnétrico y con Jos mismos resultados de esterilidad cultural llevada hasta la ralz, es decir, de inhumanizaciOn ilevada hasta la catalepsia. Aqul el paclisha reemplazO a la ley •espartana, los jenizaros a los esparijatas y todo ci inmenso resto the conver.tldo en ganado humane como los ilotas. El jenizaro representó al ascetismo fanâtico aplicado a las armas, ci monje castrense. Después de toolo, la afinidad entre ci fervor militar y Ci religioso es de esencia: ambos son dOs constricciones niOs o menos letales de la libertad y expansion humanas.

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El feudalismo es un regimen ecanómico y politico por ci que pasaron la mayor iarte de las sociedades humanas desde China y la Grecia homérica a la Europa medioeval. Consistia en que lanzas a caballo se arragaban la propiedad de la tierra y liegaban con los campesinos a un pacto segan el cual éstoc debIan labrar la tierra, moler ci trigo, cuidar los animaies y los bosques, seguir al señor a la guerra, someterse a su justicia, someterle su mujer en la primera noche de casado. El señor, para aliviar ci peso de sus horas desocupadas, que eran toclas las del dia, se declicaba a la caza, a torneos de lanza, o rnâs preferentemente a asaltar otros castiflos feudales o caravanas de mercaderes. El feudalismo es ci militarismo en su forma más iigenua y pura. Toda conquista guerrera lieva en si ci pecado original no sOlo de genocidio y iatrocinio, sino de lesa hunianidad: se extirpa parcial o totalmenite al conquistado a se le somete a la mâs afrentante servidumbre material y espirituai, naturalmente después de haberle inyectado los selectos logros do la civilización —alcohol, armas jupeterinas, amor ambisexuai— cuando se trata de pueblos subdesarroilados o salvajes. Eso ocurriO, en general, en épocas remotas y la conquista cristiana del Africa a del Asia prueba que la tradición Sc ha refinado, es decir, se ha vuelto más exquisitamente infernal. El Viae al Congo, de André Gide y den libros mds, asi lo testimanian. Como se sahe ci pretexto de la conuista de America no era ci de civilizar a los salvajes a los bábaros, coma hoy, sino ci de convertir a los infieies a la fe del Dies del amer y otorgar a sus almas una boleta de entrada al paralso. La que ocurriO en verdad fue que mientras los indios abrazaban la nueva fo, los conquistadores se abrazaban a sus tierras y sus mujeres (los padres espirituales resuitaron los más inexhaustos padrillos carnaies), y los condenahan a trabajo perpetuo después de marcarlos con ci hierro del ganado: cualquier conato do protesta a desobediencia era un pecado contra ci Espiritu Santo. Cortés no pasa par el rnds feline de los conquistadores do America a mejor, es ci menos señalaolo coma ta ll. Sin embargo, no a través de las piumas tonsuradas, sino de la de nfl intonso i recio soldado que lo vio actuar de cerca, aparece como fueron todos los espadones conquistadores: un inmejorable modelo de dohlez, rapacidad y ferocidad OrdenO herrar con hierro candente a los cautivas, incluso mujeres y niflos. MandO sacrificar al buen Moctezuma ("los saidados lo floramos coma a nuestro padre" dice un soldado españoi) y puso


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en pai'rillas candentes a Guatimocin €fl hornenaje a San Lorenzo, iEscribirà cartas al rey atribuyéndose el solo, o poco me nos, las hazaflas de la conquista. Para librarse de sus posibles rivales les confiaba expediciones destinadas al fracaso. En el :eparto dcl botiri Sc asignaha Ia pnxtr , dol leén dejarido a sus compafleros la de los chacales (Bernal Diaz del Castillo: Ver-

ejércitos organizaaos están por encima de ic pueblos Para someterlo, no a su servicie. En efecto, comentando a Maqujavelo, NapoleOn conhiesa que es lo que el se apresujá a hacer como primer cOnsul: dejar con las manos vacias a las masas Ipopulares arniadas por Ia Rcvciucibn. France

Los indios de Eudamérica nunca habian oldo hablar del injfierno. El porquero Pizarro, el cura Valverde y sus conipafieros se encargaron de darles pruebas fehacientes de su ecistencia. De los seis millones de habitantes que tenIa 'ci Imperlo del Peru solo quedaban seiscientos mil a mediados del 51gb XVIII, (Antonio de Ulloa y Jorge Juan: Noticias secretas de

Nada como algunos desnudos inhormes sobre el carácter Y la carrera del ditimo de los grandes capitanes de la historia Para auscultar 'ci fondo de avaricia, vanidad e i nhurnanidaci sin fronteras que constituye ci espiritu militar. Aludimos a Napoleon. Bajo T hermidor, el joven capitdn ascendlO a general por la RevolucjOn y relacionado con los Robespierre, comienaa a despiegar su estrategia, sofocando la revoluciOn de los vendimiarjos casándose co nia viuda de Beauharnals (que le Ileva seis años y le regaiara un par de cuernos, pero que es amante del poderoso Barras de ese memento) y liegando al mando en jefe de uno de los ejércitos de la Repdbljca Lo denids lo hard su genio militar y sus suefios tan regresivos como las pirámjdes de Egipto.

dc4era historia de la conquista de Nueva Granada).

America).

Por ciento que la version protestante del Dios cristiano no resultO inferior a 1,p. catOlica y aiin le mató aigunos puntos... Inspirada en las instrucciones hitlerianas que Jehová dio a MoisCs contra los •egipcios y a Josué contra los cananeos, los compatriotas de Ricardo III y Jack ci destripador que conquistaron America purificaron la Nueva Canaan de todo pielroja, bisonte o coyote que les salió al Paso. Hasta la ufición a las formas, colores y ruidos detonantes revela la barbarie tribal de lo castrense: clarines y banderas, uniformes de papagayos, botas refulgentes, espadas lievadas a la cintura como 'ci cuaternario la clava al hombro. No estâ probado que el casco militar defienda contra las balas, pero si contra las ideas. Hay un parentesco perceptible al primer vistazo, entre los curas, los militares y los jibaros reclucidores de cabezas. El opio patriótico de los cuarteles no cede en virtud hipnOtica al opio piadoso de los conventos. Rascad al mariscal y daréis con el polironte. La polItica de toda sociedad de clases despide siempre mal olor. De todos el mâs agresivo es ci olor a botas. En un pasaje de su libro mâs famoso, Maqulavelo aconseja a su principe rodearse de gente de armas unidas por la más •estrecha dependencia a su persona para enfrentarse a cualquier veleidad popular. Ello es una de las tantas pruebas que los

La •asombrosa lista de sus victorias militares y 'ci código burgues que lieva su nombre han dejado en 'ci desvdn la lista de sus bajezas y sus traiciones a la historia: 1) manda raptar y matar al conde Enghien; 2) se hace asignar, en la lista clvi:, los 'veinticinco millones de francos al año de los déspotas depuestos, y liega asI a ser ci mayor ahorrista de Europa con cieito cincuenta millones de francos, y regale. a Maria Luisa un trousseau caiculado en seis miibones y medio; 3) hijo de la RevoluciOn democráitica, se trueca en ci g de la Con trarrevolucion aborreciendo a los jacobinos endarme como a la tiebre amarilia y temiendo a los ideOlogos más que a la menin-

gitis; 4) sin la menor sensibilidaci Para ci movimiento de la historia moderna intenta volver hacia la Roma de la decadencia por ci ücase imperial y al Mecuoevo por 1 Concordato • ) Confiándolo todo a la mecánica de las legiones y huérfano de sentido 'cconOniico, asfixia a Francia y a Europa con el bloqueo continental contra Inlgiaterra; 6) se borboniza hasta el punto de reconocer que "sOlo los realistas saben servir" e imita las nofieces polvorienfas de ]as cortes; 7) con vertical desprecjo de los pueblos, les da reyes y reyezueios sacados de los boisillos de .su casaca militar, y cuando los pueblos aquéilos se subbevan, se olvida de la geograf ía y la meteorologia y asI se derrota solo en Rusia en ci mds bunebre desastre ocurrido a conq uistador alguno y del gue se hubiera librado con sOlo liberar a los siervos del zar. El azoro undninle se habla ex p resado ya por boca de Lafayette: "Seis miliones de hombres muertos rpOr el orguflo y afdn de poderic de Un hombre!" ,Qué puede im-


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portar eso a un hombre que tiene, segdn sus palabras "den mil hombres de renta?". Y si algien no entiende la frasecita, ése no es €1 anguuuino Tallyrand que atreviéndose a lamentar el sepelio de tantos cientos de miles de hombres bajo Ia mortaja de la nieve ruse, escucha esta respuesta jupiterina". "Usted no es soldado... Yo he crecio en los campos de betalla y a un hombre coma y o lo tiene sin cuidado la muerte de un miilón de hombres"... ,Verdad lector que la sentencia pdria servir de divisa a un sindicato de empresas de pornpas filnebres? La incompatibilidad fundamental entre cultura y ejército la denuncia el hecho demostrado de que el alto perfeccionamiento de la técnica militar se da en civilizaciones ya en pirnpante decadencia y en vIsperas de derrumbe • Asi ocurrió con China, Asiria, Grecia y Roma. El militarismo es la regresiôn armada, la mejor expresidn de la barbarie técnica. La falange macedónica que domino a todos los pueblos griegos y conquistO a gran parte de Asia, no signi6ic6 el auge del helenismo sino su partida de defunciOn. Cuando la inatajable legiOn rornana que aplastó buena extension de Europa, Africa y Asia mejora con la adopción del catafracto a arquero a caballo (tornado de los bdrharos de los lianos de Mesopotamia y el Danubic) es cuando Ci infracto pod.erio romano está en visperas de desatarse en astillas. Igual ocurriO siglos antes cuando el pesado carro de guerra de China y Anna fue suplantado por la ágii cahalleria toniada de los nOmades. Ya verernos lo que pasa en nuestros dias Se sabe que alguien, conversando Con Jorge Clernenceau Ic expresO su asombro de que, pese a sus agobiantes ocupacienes politicas, Se ingiriese tan nirecta y personalmente en is conclucciOn de la guerra del 14-18: "Eh! —contestO el hombre— la guerra es asunto dernasiado serio Para dejarlo en manes de los militares. .." El primer sacramento de la cartilla nilitar es que quien no sabe ohedecer no sabe mandar. Pero quien se cria obedeciendo Ordenes indiscut.ibles queda mutilado pare el mando. "Yo creo que el Que no ha sahido mãs que obedecer durante cuarenta anon ya no puede mandar" (Z'Tapoieón) jDC gobernar no hablernos! Pcos ejempLos man ciaros de los nauseabundos negocios que suelen cocinarse detrOs de los frentes de gixerra y de Ia obligada inepcia de Los generales cOrn p lices que ci de la Guerra de Secesión de lOS EE.tJU., segOn los dates consignados

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par Charles Sanburg en su magistral biografia de Lincoln. Lincoln se iba volviendo boo de asombro y angustia ante los inlalibles y reiterados fracasos de los generales del Norte, pagados con decenas de miles de viclas y cientos de millones de dOlares. A no mucho andar sospecha o adiv&ia que un cccreto comadrargo entre los nroveedores del ejército y los generales procuraba en la prolongación de la guerra sus más seguras rentas El propio Sherman Ile a, a confesar: "La corrupohm mina a tal punto al gobierno que aün en esta hora de prueba la •estafa en ropas, mantas, larina. .. es universal". Cameron, ci ministro de guerra, tenia fame indisputable de see el más caudaloso ladrón del pais. El general en Jefe de las o:peraciones, Mc Cleiban, se movia con Paso do tortuga sagrada, mientras urgia par mãs soidados Para el matadero. Se supo de él que se habia entrevistado con dos politicos esclavistas que vinieron a ofrecerle la prOxima candidatura presi-. ciencial. El jefe del ejOrcito aconsejaba la entrega de los fuertes Sumter y Rikens. El Cornandante Scott, baja el peso de los años y de la hidropesia, se mostraba aletargado o explosivo. Cuando el presidente 'visitó la flotilla de Stanton, advirtió que era tan apta a sus fines como las tetillas de un hombre pare alimentar a un nina de pecho. Fremont, Mc. Clellan y Dowet •competian entre Si corno estrategas del letargo. Con comedida caurlela, Lincoln ernpezó a prescindir de ellos. Se amanecla leyendo tratados de estrategia o conv.ersando con jefes y on-. dales de experiencia; inspeccionaba Jos fuertes y cuarteles, y en eneso de 1862, baja su sola responsailidad, iijó per una orden general el dia del movimiento de las tropas del Norte. Ordenó otro die al cornodoro Goidowough atacar las baterias de Shewell y Point dennostrando que ci rnonstruo no era invulnerable. La captura de Nordi old fue obra personal de LIIICOifl que ilevaba los pianos dc los cuarteles y la flota bajo la cope del sombrero, y estudiaba el problema en mapas. Consultó con pilotos y ordenO ci asalto. Fue su primera experiencta en la conducción de las fuersas de mar y tierra; tamafla decisiOn era harto justificable porque los mercachifies millonarios del Norte y del Sur y sus cOm.plices castrenses estaban engorciando con la guerra empantanada y algunos prendian sun chalecos con hotones de diamante. Al borde de la desesperaciOn y la locura, Lincoln empuñô sus entrañas y salvO su calma 37 su arrojo entre el unánime coro de calumnies y escarnios, haste que Grant, Sherman y la historia be dieron la razOn. Cuando una comisiOn de reverendos fue a denunciarle que Grant combatia barracho, Lincoln se concretO a preguntarles sí qué casa surtia de bebi-


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da a Grant Para enviar un cajón de whisky a cada uno de los generales que evitaban el alcohol, Pero no las derrotas. La rondieiOn de analfabeto no menoscabó nunca la alta eficacia milttar, segün lo dice el ejemplo de Josué, Atila, CarloniagflO y Pizarro, para no citar mae. La filosof ía liberal de la burgueSla aseguraba, a fines del siglo pasado, que la guerra era Un saldo do ya abolidas épocas de barbarie y miseria, y que dada Ia amaZOniCa psoducciáfl de bienes de la técnica y la industria modernaS, la Paz era un imperativo categóricO y la guerra un suicidio. La guerra de 1914-18 trocó en pesadilla el idilico sueuio. No podia ocurrir otra cosa. La guerra está en las entrañaS mismas de toclo gobierflo de clase, y del capitalismo mãs aim, como la gazuza en las enctrañaS del tiburón. La gran industria moderna cultiva Ate secreto a voces: no produce para las necesidacieS del :imundo, sino tiara obtener gancLnciaS, o inejor, superijaflaflCias. A tal etecto, y lanzados a la caza de materiaS y merca-dos do consumo, los distifltoS grupos capitalistaS —el inglés, el desdC alemáfl, el frances, el japonéS a el yanqui, deviflieron ci comieflZo enemigoS entre ci. He aqul el secrete a ojos vista de las guerraS de floy: la voracidad de ogro do materias primaS y de altas ganancias del Ca-

pitalismo rebaja muy par debajo del ombligo la capacidad adquisitiva do las masas consumidoraS, a tiempo que la gran ind,ustri'a acumUla montañaS de viveres y artefactos, nubes do algodón y aviones quo no pueden adquirirSe y hay que tirarlas al mar o desatar la guerra. Esa maldiciófl Iünebre lieva el capitalismo en su indole y por eso el dest.ino estâ poniéndolo fuera de la historia. Derrotada Alemania en 1918, el presideilte de los EE.UU. —Un profesor de dienteS largos y sonrisa de gran rotariaflo— se presentó a Europa como el apOstol de una Paz sin anoxiofleS ni indemnizaCiofles. 6Qu6 resultó do todo esto? Que par la Paz de Versailles, dictada por Wilson, Lloyd George y ClemenceaU, Alemania so vio desmantelada de su ejército y su escuadra, ocupado lo mas rico de su territoriO y obligada al pago de una escalofriante douda. Fue la primera sienibra do nazismo. La segunda fue la forzosidad do roconoCer quo el rearme aleniân era ci arbitrio mãs barato Para tenor a raya la expansiOn del bolchevismo ruso .,Que el poderio nazi podia resultar un alto peligro? Si, pero sleinpre muclio merLor q.ue la revolnciOn obrera en Alemania y su poder de contaglo.

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Por otra parte, Occidente sabia quo la RevoiuciOn Rua ha-

bIa entrado en Termidor bajo Stalin, devinlendo una especjo de capitalismo de estado, Para el coal ía mayor amenaza era el triunfo del socialismo en escala mundial y de ahi su apostólica a y uda para hacerlo fracasar en China, Alemania, Hungria y España. Cuando Hitler pisoteO el Tratado de Versailles, Austria y Checoslovaquia la bestia negra Para los nazis eran los bolcheviques y vicevorsa Pero cuando ambos so ostrecharon las manos en un pacto de no-agrosiOn las domocracias aizaron las cejas: 6Stalin, sepulturero do Lenin y exhumador de Pedro 01 Grande? Digamos de paso que las alta.s inteligencias castrenses so oquivocaron on coro. Los domocrátjcos no imaginaron ni en .sueños un pacto nazi-bolchevique ni quo la lInea Maginot resultase un espantapájaros Stalin descontó quo después que Alemania y las democracias se molieran lo huesos, éí dictarIa la Paz. El pobre H1t1er a su voz creyó que doniinada Europa dominaria el mundo. Se equivocO, aunque clândose el gusto do desvastar • a Europa e inhumar veint,e miliones do roses La i'rnica que ganó la guerra fue 'a casta duefla del dOlar, que adeiantO préstamos a sus compafleros de causa y al terminar la masacre se quedO con el 80 % del oro del mundo, y des plazó a .sus com.pinches do todas sus colonias. 6Que derrotada Alemanj a tamblén lo estaba el JapOn, su aliado? No importa, EE.UU. arrojO dos democrátjcas bombas sabre el JapOn imperial, a objeto do advertir a Rusia quo ella tonia un arjna do Juicio Final y con ella la hogemonia del planeta. ,iQue Para ello electrocutO dos ciudades inocontes coma si fueran dos ratas? Eso lo tuvo sin cuidado al Pentágono. Es bueno recordar quo los grandes Imperios del munclo —desde ci asirio al persa, desde el romano al de Gen g is Khan o el de Naporleón_ no se han dada sino gracias a la hipertrofia militariista. Si hasta hace poco Inglaterra domino todos los mares fuo porque su escuadra de guerra tenia tantos barcos come una ternpestad olas. A mediados del siglo pasado EE.EJU. tenla Ui 1 ejército do cuatro mil hombres es decir, no tenla ejército. Hay que sus comerciantos, banqueros e industriales dominan el llaneta necesitan Ilegar al titanismo militar. El Marte yanqul se llama el Pentá g ono, qr o tiene por funclón controiar los mares, tierras y ciebos do lo cuatro continentes, con oxeepcjOn do Rusia, ayer, y boy tamblén do China. Ni decir quo este dios eastrense dehe ser tamblén, de


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suyo, ci ãrbitro de la economia, y la politica de su propio pais "El fleparta.mento de Defensa de Jos EE.UU. es la mayor organizacion del mundo, con •trece millones de hectdreas en Nortemérica sin conts.i' los rnillones del reato del 'planeta. Hoy (1966), de cada c101ar, mãs de 75 centavos se •están gestando en guerras en curso o en preparacldn. A los bolsillos de los militares yanquis afiuyen miles de miflones de dólares en cif.ras siderales, 10 que da al Pentdgono un poder que afecta a todos los sectores de la vida de la Union. Concede miles de millones a la gran industria. En 1960 fueron favorecidos asi, quince compañias, en cuyas olicinas directivas hay 1400 jefes y oficiaies retiradol,.. He aqul una casta dominante que sigue en el poder, sea quien sea ci ele g ido y Ia democracia americana ha perdido su vida y so sentido..." (B. Russell: Crimenes do

guerra en Vietnam).

Ya se y e: el pueblo yanqui sirviendo de alfombra a sus botas miltares como el pueblo ruso a las suyas y el pueblo hin dü a sus vacas sagradas. La industria, ci cornercio y las finansas yanquis lievan hoy botones militares. (No olvidemos que la CIA —Agencia Central dc Informacjones_ es Un segundo ejército que dispone de toneladas de dOlares y mueve los hilos de los gobiernos del mundo, con excepciOn de Rusia, China y Cuba). Como ci Pentágono defiende la g fronteras dc Ia UniOn (es decir las del dOlar, que abarca.n el 'globo) cualquier desacato dc los sub desarrollados, en 'cualquier punto dc ia -tierra, debe ser chafado de inmediato. La guerra es, pues, su oficio y be. neficjo Que no se trata de maledicencias de civiles resentjdos lo dicen las confesiones del general Smedley Butler, del ejército de la UniOn, citadas por s us compatriotas e ilustres .sociOlogos Wright Mills, Leo Huberman y Paul Sweesy: "He dedicado treinta y tres años al servicjo activo dc nuestra fuerza militar más ágil: la lnfanterja dc Marina. He ascendido desde teWright Mills, Leo Huberman y Paul Swcesy: "He dedicado la mayor part-c dc ml vida a servir los intereses del Big Business, a Wall Street y a los banqueros. En suma, ful un pis4olero a las Ordenes del ca p italismo. Contribui a trocar a Méjico en lugar seg-uro para los intere g es petroleros yanglils en (1914. Ayudé a que 'Cuba y Haiti no opusieran resistencia a Jos cobros de lOS muchachos del National City Bank y a que Nicaragua cumpliera sus compronilsos con la Banca Internacional dc Brown Brothers en 1919-22. En 1916 aclaré la situaciOn de los intereses azucareros nortearnericanos en Santo Domingo. Con-

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tribui a que Honduras siguiera una poiItica arnoldada a nuestras compaflias bananeras, en 1903. En 1927 servi en China para que la Standard Oil 6u-viera ci crnpo libre". "Durante todos Lestos años disfruté, corno dijeron los muchachos de Ia tra:stienda, de magnIficas .pi'ebendas, Fui premiado con honores, medallas y ascen-sos. Mirando hacia atrãs, pienso que hasta le hubiera podido dar algunas indicaciones a Al Capone. El solo pudo hacer sus sucios negocios, apenas en tres di-stritos de Chicago; los marines operbamos en tres continentes". (Wright Mills; Escuchen yanquis; Huberman y Sweezy: Anatomia de una revoluciOn.) Ni que decir que hoy ci mayordomo manda más que ci dueño dc casa. i.Que 'Kennedy no creyO en ci -éxito dc la in. vasiOn a Cuba? El Pentãgono y la CIA la envian 10 mismo. ,Q.ue ci Congreso de la UniOn no ha declarado la gucrra al Vietnam? La iguerra se hace igual, con ms de medio millOn de soldados yanquis y algo más de Un -millOn de dólares diai-los. Confesemos en que mediahan razones del mayor respeto: "Si .perdiéramos Indochina nos dejarian de vcnir de alli €1 tugsteno y el estaño. Luchamos por evitar algo que podria ser de terrible trascendencia para los EE.UU. y six scguridad: ci ries'go de perder las cosas que precisamos de esa zona, cxplotada solo en parte, y quc da ci 90 % del caucho crudo, ci 60 % del estaflo, ci 80 % dc la copra y aceite de copra del mundo, sin contar sus enormes aportes de azücar, -té, café, tabaco, -hene-guen, frutas, especias, gomas, hierro y bauxita"

(Informe de una ComisiOn of icial nosteamericana).

i,Se comprende ahora ci apostOlico interés del Pentãgono en ir a defender, a miles de millas de distancia, a la "democracia del dólar" contra ci "comunismo" dc los dcsarrapados, aunque más dc la mitad de los guerrilieros del Vietcong son anticomunistas notorios? Con qué derecho, sin autorización del Congreso de EE. UU., ci Pentago-no se ingiere en la lucha intestina de un pals remotisirno? La pregunta fue contestada antes. Sc dire, al menos que la guerra -en defensa do Ia democracia respeta diáfanamente las normas del Des-echo Internacional. Sin duda, ya que ci propio ejército norteamericano este. procesando a un oficial y a un sar-gento acusados del fusilamiento de un puñado dc civiles... LAIguien tendre. valor para dar fe a lo cbvio si demuestro que se trata solo de la más obscena de las tretas inventadas para velar con gases lacrimOgenos un tipo do infierno que eclipsa al soñado per Dante y realizado por Hitler? "Arrojan -bombas de napalm que se adhieren -a la piel y


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eausan una agonIa indescriptible, o gases nara expulsar a los guerrilleros de sus escondrijos... Segin el New York Times del 3 de octubre d 1985, hasta principios de ese mes se habian matado 170.000 civiles; 800.000 inválidos por tortura; 5.000 quemaclos vivos, destripados o decapitados; 100.000 muertos o invãlidos por tóxicos quirnicos. 400.000 confinados y torturados, entre otros métodos por el de "Iritura" que consiste en aplicar electrodos a los órganos genitales de los prisioneros o los pezones de las prisioneras". ,Puede ser superado 0 ampliado este repertorlo de horrores? Si: ocho millones de campesinos viven encarceiados en campos •de concentración no inferiores a los de Belsen. Se ha inventado el lan-dog, bomba que estalla horizontalmente a ras de tierra, esparciendo a la redonda Un miliar de esthetes. De cuando en cuando los helicópteros bombardean, con infalible precision, sanatorios, hospitales y escuelas o en convocatorias püblicas 'se abre el vientre de mujeres encintas y Be arrojan al aire sus fetos vivientes. 61nventos o exageraciones de gacetilieros irresponsables? No Se trata solo de una parte de los crimenes comprobados por el Tribunal de Guerra formado por Bertrand Russell, la más alta autoridad intelectual y moral del mundo de hey. Mas pese a este sibaritismo de inhunanidad que lieva gastada casi una décacia en 'castigar al Vietnam como lo fueron Sodoma y Gomorra (aunque mejorand'o el sistema ya que Jehovd nada sabia de bombas incendiarias, quimicas y microbiana.s convertidas en dhluvio) el Pentãg ono... ha perdido 15 guerra en una aventura, que volv. erd tan perdurable como la Via LAP-tea su infamia. y su derrota. La •explicación global es que cuando la historia toma del cuello a una clviiiaciOn o una dpoca Para sacar de su seno a la que ha de sucederle está dem.s toda resistencia y sobran todos los onmenes. La civilización occidental, cristiana y capitalists está en plena disgregación y sus con'tradicciones internas y externas golpean más fuertes ique el Vietcong. SOlo ello puede explicar que el poderlo militar más !grande de todos los tiempos dé la espalda o caiga de rodillas ante un pufiado de "enanos amarillos" como los llama el inadjetivalbie Johnson. La oligarquia financiero-militar yanqui viene saqueando sin asco ni palisa la bodega del mundo, y todos los desposeidos y oprimidos —incluso los de dentro •de, casa— comienzan a ver en ella al •enemigo ubicuo. Sobre eso, la armadura de que se ha revestido Para defender sus cOsmicos espolios, pesa más que ci guerrero y comienza a aplastarlo. Sus dias están contados pues, y tamblén los de la burocracia russ que

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predica la coexistencja pacifica armada hasta !as cejas. Por lo demás ci devenir enseña que duando una sociedad histOrica se viste de hierro lia la moliera es Para defenderse de su propia calda. Es lo que ocurre ante nurstros con los dns mayores pocIere del mundo y do la hiLuiia.ojos La desaforada coinpetencia entre U.S.A. y la U.R.S,S. per ci dominio astronOmico del espacio no es mãs que una Ihada de almaceneros. Toynbee, €1 mejor informado historiador de , nuestros dias, acaba de decir que ia insondable dhiapidacion de riqueza que implica la coionizaciOn de un satélite más estéril que ci Sahara, equivale a la construcciOn de las Piriunides de Egipto: monumentos a la nuerte aizaclos sobre el sacrilicio de la vida y la lihertad de millones de seres humanos. Es ci mayor guerrero moderno quien advirtiera que la violencia armada no es precisamente un iprincipio constituclonal. "Las bayonetas sirven Para toclo menos Para sentarse en elas", y escribió al final: "La guerra se va trocar en Un ana. cronismo: Si hemo librado baiaiias en todo el continente es porque dos sociedades Be lialiaban frente a frente: la que data de 1789 y ci antiguo regimen. Hay dos sistemas; el pasado y Cl porvenjr. ,Cuãl debe triunfar? El porvenir, desde luego, •porque es la industria, la inteligencia y la Paz: ci pasado era la fuerza bruta, los privilegios, la ig norancj. Cada una d& nuestras batallas ha side un triunfo de ]as ideas de la Revoludon. Las victorias Be lograrán un cia sin eañones ni bayonetas" (Napoleon Bonaparte). Cuando apareciO, inventado Per Prusia, el primer ejército pernianente, Bismarck explicó a las cancillermas de Europa que era una prevenciOn contra la Social-Democracja, es decir, contra ci movimiento obrero alem.n. Era una mentira a medias. Ni los Estados Unidos ni las repiiblicas sudamericanas tenian ambiciones de expansiOn territorial ni heredados pieitos de fronteras ,Por qu montaron ejércitos después de la guerra emancipadora? Porque ci parasitismo armada es el modelo de sus congéneres y porque el ejército es Is. :panoplia del Estado en su ifunci6n de guardian de los privilegios de la clase poseyente. Con todo ci mito de que el ejército es el angel custodio de las fronteras y de la soberan j a de la naciOn, siguió funcionando como en sus mejores dias. ZQu6 seria del amor a la patnia sin desfiles militares?


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Hasta que un clia la aparicjón de la coheterja at6mica como un privilegio concedicjo por D i os a solo cuatro 0 CinCO p otencias redujo a polvo la llusjón del ejércjto Custodjo de nuestra independencia Ejército, marina, aviación, todo se re- ducia a humo de paja frente al poderio termonuclear. El glorioso ejército de Ia tradicidn ya no serviria en adelante iii para las fiestas patrias? No nos apuremos. ,Que los ejércitos patrios se reducian a enjarnbres de mosquitos frente al poderIo atómico? Si, pero conservaban toda su eficacia en so misiOn realmente esoeci- lica, de s.alvadores del orden social, esto es, de salvar a la clase Pose , de los desmanes de los sumergidos, con tanta mayor razón, que éstos venlan tornando dia a dIa mejor con- ciencia de su i nfracondición y mayor voluntad de superarla. La escenografia del dios de la guerra en los siglos anteriores ya nada tiene que ver con la de hoy. Concesionar.ia ünica del poder económ j co en el munclo libre —libre de rivales—, Nortea.mCrica, forzada a defender sus privilegios en cualquier punto del mapamundi, se ha vuelto gendarme ubicuc. Sus naves infeotan todos los mares, sus aviones todos los cielos. Como Rusia y China ban hecho sus revoluciones en nombre de Jos principios socialistas a comunistas (los mismos del Evangelic y de los prirneros padres de la Iglesia). EE.IJU., olvidando eso, asi como que ayer se unió a la U.R.S.S. para salvarse de Hitler, declara hoy que el comunismo es la peste del mundo, la ifiloxera de la democracia cristiana y occidental y para defenderse de él son buenos todos los gases incendiarios, microbianos y tOxicos. Entoncas se da con una ocurrencia sugerida sin duda per los angeles puritanos. No solo hay que armar a America hasta los dientes, sino que urge convencer a cada pais de la necesidad de renunciar a sus veleidades de soberania, poniendo SUS ejCrcitos bajo la direcciOn de los estrategos yanquis, cediendo bases militares donde Se las pida, trocándose en fliercado de consume de los desechos de la industria bélica forteamericana, aceptando finalment.e, para obvio beneficio de Ia democracia, la ingerencia totalitaria de la Agenda Central de informacjones iQue la proliferacidn langosteril de ejércitos y armamentos no alivia en un adarme i amenaza atórnica de la U.R,S.S. Y en carnbio derrota napoleónicanente las ecoflamlas y los

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pLesUpueSt03 de cada nación? 6Que la suma de poder püblico secuestrada por los militares ahoga el postrer suspiro de la democracia y el iltimo rezongo de las masas enajenadas per el hambre? En eso estamoS, Santo Domingo, Paraguay, Peru, Bolivia, Brasil, Argentina y poco a P0CC todo el resto se van trOcalTldO en reformatorios de menores castrenses. iQue el muisdo se acerca a esta disyuntiva: o volar mañana como liormguero de primavera bajo la de.flagración atômica o agonizar oros.mte bajo la orogratia de los presupuestos militar•es? No desespem05 antes de tiempo. La, pantanosa derrota del imperialismo en el Vietnam, el asiduo resquebrajamiento del sistema baja el golpe de sus •propias contradicciones de londo, y el creciente despertar de la conciencia y la voluntad de insurreccjón y lucha contra los amos del dólar y el rublo, que hay se soban los lornos en Moscu, Lno son los sintons de la nueva aurora humana?


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sidad de nutrirse es lo que llevO al Athn antebiblico a fabricar armas y herramientas cada y es más eficientes para luchar por la supervivencia en un mundo mãs inhOspito para él que Para cuaiquier otro animal. Este tenso tributo exigido a su cerebro y sus manos, es lo q uo ha hurnanizndo ,d prehnrnhre ascendiéndolo de bestia a homo faber p horno sapiens.

-- Entre los hombres del paleolitico superior de hace qul-

LAS DAMAS Y LOS CABALLEROS DEL NEOLITICO

La mayor revolución conocida en el mundo ocurre cuam do al primo hermano de los monos ilamado prehombre u hominideo, a fin de }thrarse de la esciavizadora sujeción a los árboles, comienza a erguirse, y cada vez más, sobre sus miembros posteriores, hasta dejar libres un dfa los anteriores. Que eso lo trocó en el niãs indetenso de los animales? Si, pero justamente, movido más agudamente quo nadie por la necesidad de no perecer, debió confiarse fanátlearnente a SU cerebro y sus manos, es decir, a algo capaz de pensar y a algo capaz de transformar las cosas De esa indefensiOn del prehombre •naeió la necesidad de asociarse a sus prOjimos —eso significa el zoom politikon de Aristóteles— y por ende la de comunicar 'su pensamiento cada vez menos nebuloso y asI nació el lenguaje articulado que dialécticamente influyO a la vez sobre su pensamiento. Que en el principio fue el verbb, corno dice el Evangelio de Juan? No, en el principlo fue la acciOn, como dice el Fausto de Goethe, o sea el hombre arrojando ramas y piedras primero y transtormándolas después en arrnas y herr.amientas, corno se lee en el poema de Lucrecio El hombre es, pues, el hijo de •esta santa trinidad: el cerebro, el verbo y las manos. El filósofo catalán Turró, es quien ha formulado tal vez Ia sospecha más certera del origen del conocimiento. Ese ongen es trófico. La primera noción do su contacto con el mundo, do su condici•ón de sujeto Irente a un objeto, la da en el hombre el acto de apegarse al seno materno para nutrirse. Después la büsqueda e ingestiOn de alimentos, es su primer intercarnbio con el mundo y primer conocimiento del mismo y el alumbramiento paulatino de su conciencia. La nece-

nientos siglos o mâs, y los del paleolitico inferior y 01 medio, que le precedieron, hay un ancho salto. Entre aquellos y los mismos ya evolucionados hombres de Neanderthal media la distancia quo va del hombre bestia al hombre propiamente tal o sea y a elnancipado de la zoologia La conjetura más aceptable, es que los hombres de Cromagnon y congéneres vinieron a Europa de la cercana Asia cuando los de Neanderthal aün vivian. Los hombres quo han dejado muestras prodigiosas de pinturas y 1 grabados ejecutados hace cincuenta o sesenta mil años en las cuevas de Dordogna, Altamira y cien m.s eran sin duda morfolOgica y cerebralmente seres idénticos a nosotros, elevados a ese rango, a lo largo do centenares de siglos, por el ejerciclo de una técnica cada vez má.s eficiente en la fabnicaciOn do herramientas y armas, como por los trarnos de una escalera. El perIodo mesolitico que le sigue (en que el hombre iny enta el arco y domestica el perro) es solo un largo puente entre el periodo anterior y la Ilarnada revoluciOn neolitica calculada en diez mil años o más, en que el hombre adquiere todo el equipo técnico de la civilizaciOn, sin liegar a ella propiamente. Inventariemos las cosas. 19) Por primera vez el hombre no se gonforma con recoger paciente o viol entarnente —cosocha, caza a pesca— lo quo la naturaleza produce; ahora colabora con ella multiplicando y mejorando sus dones 29) 'Crea materias quo la naturaleza no produce, transf ormando fisica y quirnicamente la lana en hilo y la arcilla en teja. 39) Cultiva cereales y frutales silvestres, mejorando sus frutos paulatinamente a Jo largo de los siglos. 49) Domestjca animales salvajes —la cabra, la oveja, el cordo, la vaca, el camello—, mejorando también Ia calidad de su lana y el rendimiento de su came y •su leche. 59) Mejora el equipo técnico heredado —agregando punzones, taladros, sierras, azadas—, trabajándolo con piedra pu-


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lida, madera, asta 37 hueso, descubrim j entos o inventos que constituyen ci arsenal cientifico de la cultura o mejor, ]as culturas neoliticas, puesto que varian sensihiemente segün las Zonas y êpocas. 69) Todas !as reiiqujas necilticas pertenecen geoldgicamente al holoceno periodo actual o p osterior al pleistocene en que el hombre deja sue primeras huellas comprobahies 79) El hombre ya no se refugia en cavernas come los animales: hace sus prinleras chozas, agrupadas en minüscuioS aldeorros con callejas y todo, eso si, evolucioflando en su construcciOn junto con su capacidad industriosa, aunque estrechamente sometido a las POSibilidades del medic: en lugares pedregosos se hacen con piedras asentadas soibre barro 0 astiércol, come aUn boy Jo practjcan ciertas tribus; en regiones Jacustres la choza se aiza sdbre pilctes en la orilla interior de los lagos; más comünmente se construye sobre un esqueleto de sólidos 'postes bien enterrados sosteniendo tin tethe de cortezas o turha, con p'aredes de tejido vegetal revocado de barro. 89) El testimonia de la choza, igual que otros, patentiza Jo desparejo de Ia evoiucjón humana, p ues mientras log restos fósiles de alguna vivienda permiten SUponer Un cortés respeto por la higiene, en otras del n isnio periodo, o muy posteriores, la presencia de coprolitos (bosta petrificada) y otras lindezas parecen dar fe de ese desprecio ascético por el cuerp0, en que c aYe,-K)n ciertos Ianatismos sacros. 99) Con frecuencia !as aidehuelas Se construyen y reconstruyen sucesivamente sobre ci mismo iugajs, formando sus reetos colinas o tefls de haste. veinticjnco metros de al . zada. La Troya dc Homero, descubierta por Sch i elemann se aizaba sobre Jos restos su p erpuestos de seis Troyas anteriores. 10) El area de difusiOn de la cultura neolitica mejor ccnocida hasta boy oharca: Ei p to, Asia Menor, Siria, Palestina, Mesopotamia, Persia y gran parte de 'Europa. 11) La economia neolitica es variada: casi purarnente ag ropecuaria en ciertos pueblos, as prefereritemente nlixta, es decir aliada a la pesca y la caza y aün a Ia mera recoieccián de ostras y truths. 12) El la'oriego •neolitico practicaba casi en todas partes el riego artificial, sernbra'ba con estacas de madera o pal-as y azadas de paletas de buey, y segaba sus cereajes con hoces de hueso provistas de dientes de pedernal, y molia so trigo con molinos roqueños de mano. 13) El agricultor neolitico advirtiO un dIa que el cultivo reiteraclo y uniforme a.gotaba las tierras y buscó el reme-

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die abandonando esas tierras, dedicando a paste los prados dc siembra o viceversa o restaurando su fecunclidad con el guano de los establos. 14) For cierto que también fueron inventados las bebidas ifermentadas, la levadura y el home de pan. 15) A juzgar per testimonies fehacientes o la ind'ucción dc los arquealogos, la mayorIa dc los descubrimientos e inventos mencionados —canasterIa, alfareria, hilado y tejido, ganaderla y agricultura menores, ela'boraciôn dc pan y bebidas— que forman casi todo ci .tingiado de la civilización en ciernes, habrIa sido obra de la mujer, y asi esta Eva de la prehistoria lava a la o'tra del mito de su inmemorial calumnia. 16) La economia tipicarnente fernenina del neolitico cxplicarIa la vigencia del matriarcado. El patriarcado se habria iniciado con la domesticación del camello y la vaca y la tracción del arado a sangre, esto es, con la ganaderla y la agricultura mayores. 17) El auto abastecimiento de la aiclea neolltica foe una aspiración ms o menos fallida no solo por las sequias y plagas sino por la relativa insuliciencia del equipo product-or. 18) El comercio fue ya un factor ponderable, puesto que se encuentran herramientas de piedra o gemas en tierras de :aluviOn, muy lejos de sus pagos montañosos, o conchas marinas en recónditos pagos mediterráneos. 19) No puede hablarse de una ctencia neolitica sine dc variados laallazgos e inventos, producidos en lugares diatintos, aunque casi inevitablemente mezclados a supersticiones más 0 menos infantiles que persisten aim en nuestra época. Y como el comercio incita a la especializaciôn, hay ya oficios como ci de mineros de piedras de pedernal y otros. 20) La religion estã aiin en ciernes, reducida a prácticas propiciadoras de iluvia o de salud y al entierro y culto dc los muertos heredado del remote paleolitico. 21) El matrimonlo representaba un drama de fecundidad, no solo para asegurar la perduración de la especie sino para incitar la copia dadivosa de la naturaleza: la mujer .simbolizaba la tiensa y el marido, que representaba el grano, podia ser reemplazado a tiempo por otro más joven, es decir, mãs vigoroso. Esas fuerzas naturales humanizadas se truecan con el tiempo en los primeros dioses. A veces todo se concretba en una sola persona: el rey del cereal, dc donde saidrãn los reyes divines. 22) La tierra era poseIda en comün per el clan, aunque su cultivo se hiciera per agenda de cada I arnilia : Los prados de pastoreo, ni que decirl'o. eran de todos.


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23) La dernografia, pese a su mas que relativa escasez, acusaba Un gran crecimiento respecto a los periodos prececlenVes. Un gran arqueólogo exciarna con toda justicia: "Es inmeriso 10 qu dehrnnns a estos bdrbaras del neolitico que no conocian la escritura". SOlo que debe hacerse un gran descuento. El de los cjtaques entre trlbu y tribu, desconocidos antes, segOn parece y originadas en el neolitico, no per ninguna vocaciOn aseina del hombre, sino par una razOn meramente econámica: la disputa de tierras past-osas o laborables que —ante el agotarniento del suelo asicluarnente cultivado y €1 aurnento constante de la población— iban volviéndose cccasas. De modo, que junto a los próceres titulos enurnerados, el neolitico carga con el vicio mãs aciago adquirido un dia por el hombre: el de la guerra, destructora de vida y creadora de servidumbre.

LAS tJRI3ES PIONERAS Opina Un in vestigador modern 0 que la humanidad die un largo Paso adelante el clia en que la earga pasO de la espalda de la mujer a la del burro. Ya vimos que Ia lnayorja de Jos des cubrimjens e inventos del neoljtjco que p relucUaron Ia hegira de la clVilizaiO, se debió a manos femenjnas y eso explicarla Ia vigencia del m atriarcado Con la domestjcacjO del asno, el camello y la vaca, y la agricult a cargo del arado arrastralo par bueyes, comienza ci ura patr i arcado, es decir, la lieg emonj o tiranla varonji ann no j ubilad.a del todo. Cuando la sociedad neoljtjca descubre el manejo del cobre, comjenza una flueva edad. No se tra'taiba solo de que la fundician, mol deamiento o Iaminaci6 11 de Suyo del cobre implies ban un esfuerzo inteleetuai y manual superior a J os precedentes, sine que el metal superaba l i la madera para ciertos usos y nipiamente a la piedra a p osibilitaba otros inéthtos. Cuando se descubrjó que el cobre aleado al estaflo Sc superaba a si mismo, se dio otro Paso adelante La rueda, su'peracjOn del rodillo, fue tal vez in venfada al final del neolitico, y ilevaba liantas de cuero como las carretas a La Ilaurta de metal le dio una nueva caterg entihas del pasado. g oria El carro mon tado sobre ruedas seguras y tirado per bueyes que reempiaco a la balsa, y ci buque a vela que dejO muy atrãs a la canoa, mul tiplicaron la comunicaciOn y Ia experie.flcja h umanas. A la p otente incitaciOn que ella signific se agrcgó otra de no menor alcance. La progresiva desecacjón de ciertos prados f6rtiles ob]igo al hombre a arrimarse a las orillas mds bajas de los g randes rIos, con tango, mosquitos, cocodriios y cañas en lugar de dr.boles Pero donde era tan seguro como prOdigo el don del agua dulce, sangre de la tierra y de so fl ora Y su fauna. Que Para sobrevjvjr aili era indispensable asociarse 0 man comunarse a fondo y emplear más a fondo ci ingeflic y


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Ci müsculo, excavando canales, cegando pantanos, terraplenando bancos de arena? Justamente ese empefio no acornetido ni sofiado antes por el hombre, es lo que permitirIa sriperar la vida mas o menos nómacle o de pequefia alclea aislada y dar ci gran paso a la civilizaciôn, es decir a la ciudad, la escritura y la ciencia propiamente tal• La mayorja de los hombres olvida facilmente o simplemente ignora : que los descubrimientos o inven . tos cimentales de la civilizaciOn tienen cincuenta o sesenta siglos de antigüeclad. 'Si bien indirectarnente las ideas sumerjas influyeron sin duda en ci Alto Egipto la barbarie neolitica estaba siendo fecundada por el contacto con la civibzación mesopotámca'. A lo que cree saberse, en efecto, el primer ensayo de civillzaciôn sobre la tierra —la verdadera Tierra Santa de la historia— tuvo lugar en la casi confluenaja del ufrates y el Tigris, en la pequeña lianura de aluvión Ilamada Sümer. Recordemos sumariarnente aquI a tItulo de meros noticieros, cómo ese capital suceso histórico, Ilamado por Jos investigadores de hay Ia RevoiucjOn Urbana, coronamiento a la y es de las otras no menos importantes que la precedieron: la Revolucjón Neolitica y su antecesora mucho más remota conocida par la Revolución del Paleolitico Superior cuyo protagonista fue un hombre ya irrefutablemente parecido a nosotros. El magno acontecimiento vino :preparándose sin apuro, obrando par diferentes grupos humanos, escasos aün, pero que ocuparon una vasta zona circuida al forte por ci espinazo montafloso euroasiático, al oeste per ci desierto de Thar y ci l-Iimaiaya, al este por ci Sahara y el Mediterrãneo y al sur por el TrOpico de Cancer. En la mayoria de esos ensayos de aldeas (sitas generalmente junto a Jos rIos y rodeadas de zonas mas a menos andas) la necesidad de riego para la agricultura, trocada ya en fuente prima de abastecimien.to , fue el impulse decisivo a ma ccoperaciOn social de más aicance, que iniciá la superaciàn de la barbarie. Los arqueálogos creen distinguir varias g ases en esta evalución. Las cuatro liarnadas Sialk —aldea persa— a lo large de las cuales aparecen el caballo dornéstico y el uso del cobre. En otra zona, de 714esopotamia septentrional, se sitüa lo que se llama la cultura halafiana, que ya conoce el metal, aunque no sabe fundislo, y eleva templetes. En Asiria una aldea se sricede a si misma a lo large de los siglos en el sitio en que se alzará Ninive. No lejos do ella Tepe Gaur, llega también a constituir UR pequeño municiplo y Coflstruye en tempiete con ladrillos cocidos, deja dibujos de vehiculos con ruedas y hasta un zurdo ensayo de bronce. Estas y otras aideas de

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Iran, Siria, Asia Menor, Mesopotamia, Ohipre y Grecia— en muehas de las armies hay objetos traidos de Surneria— pose-en y a los conocimientos técnicos de la civilización. Sdlo la or.ganización econdmica y la armazón social eran deficientes. Esa fue la hazaña dc Sumeria. Coma la Iundicidn y vaciamiento del metal implica una verdadera ciencia, atiza la audacia mental y manual del hombre y lo predisponen a cosas mayores. Como la metalurgia exige una dedicación total, y sin duda estaba rodeada de gran prestigio (Jos griegos hicieron dc Efestos, ci iorjador, un dies) ci sostén de sus oficiantes debió correr a cargo de la comunidad, cuyo trabajo cornenzaba a producir excedentes. Siendo hastante escaso en la natur-aleza el cobre Inc sin ducla desde el principia objeto de Un intense comercio, como lo fuera ci pedcrnai siglos atrás, y acaso mayor que el de ad-ornos y amuletos. El arado tirade a buey niultipllcó la producción agraria y el carro y ci barco facilitaron en grande su trueque. El caballo era escaso en los cornienzos de la época histórica. Su centre de difusión parece haber sido Persia, ci Turquestan y Mongolia. Sin duda al principio fue usado conro dador de came y iechc, segdn siguieron haciendo los escitas y mangales después. La época del caballero, cc supone, no cornienza antes del afio 2000 a.C. Por muchos siglos ci caballo I ue ignorado en Egipto y Arabia y tan articulo de iujo era para los ãrabes, que alimcntaban al potrilla con leciae dc camelia. El camello, con su ascética sobriedad y su invisible aijihe, era coma inventado para ci cruce del dcierto, imposible de otro modo. Puedc darse por hecho que en cualquier aitura del cuarto milenio aC., ci camello, el burro y e cabaio, comenzaron a entrar al servicio del hombre. Algdn tiernpo después, posiblemente en Sumeria, se pasa del bote al barco a vela, eon lo cual ci comercio recibe un soberano impulso, ya que los rios —o la orilla del mar— "son carninos que andan". (Los dibujos dc los jarrones prueban que la veia marina es anterior al año 3030 aC. aunque se supone que lOS barcos allI represen-tados eran forasteros dc visita en ci Mar Rojo.) La ruoda pasa tarnbién a manos dc-i alfarero. Dc hecho ci comercio va volviéndose internacional. Los primeros ritos de fertilidad —como dibujos representando animales de caza y hembras prefladas del paleolitico superior— debieron sen cibra de artistas especializados a magas. Del mago se pasa ahosa al sacerdote y de la caverna al templete.


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Los seilus de la época, de marfil, piedra o ccrárnica —grabados con signos totémicos— son como Un anuncio de la escri tura. Pese a Hobbes y a todos los acreditados calumniadores de antes y de hoy, la prhistoria prueba que ni el hombre del paleolitico ni el del neolitico eran "el lobo para el hombre". ,Por qué habia de serlo si las fieras matan para sobrevivir, pero no se destruyen entre ellas? La guerra aparece en e1 neolitico per una causa puramente económica: cuanclo el •aumento de la demografla y la merma de las tierras fértiles agotadas por el cultivo rei'ter•ado incitan a la lucha por 1a conquista de tierras ya ocupadas. Y la cosa trajo otra cosa tan aciaga como sus destrucciones y genocidios: la esclavitud, es decir, el hombre convertido por el hombre en animal doméstico, como el perro o el camello y tratado peor que éstos. Se esboza ya, pues, la servidumcbre humana que se institucionaliza y liega a su auge bajo la hegira de la civiiizaci6'n. Tenemos, pues, que en las postrimerIas del milenio IV a.O. el equipo técnico de la civilizaciOn estaba casi compFeto y en pleno camino ascendente. Faltaba solo una incitaciOn de gran envergadura para mancomunar a Un grupo más populoso que el de las aldehuelas en una tarea mãs vasta y compleja. Se dio por vez primera cuando aceptando e1 desaflo de las tierras inundadas sitas entre las desembocaduras del Aufrates y el Tigris —el Shinar, de la Biblia—, es decir, canalizando sus aguas, cegando sus fangales y terraplenando sus dunas, el hombre logrO trocarlos en praderias de riego y producción seguros. Que ese incipiente delta era una comarca más o menos inhóspita? Si, pero no era el ciesierto, donde la sequia es más fünebre que las fieras y las pestes. Y habia también ayes, peces, jahalies, fuera de agua y dátiles. La vida y las tareas debieron ser desesperada y ascéticamente duras al principio. Pero cuando paso lo peor, pudo verse que esas praderas artificiales multiplicaban pos ochentiseis un grano de trigo y daban tres cosechas por año. Significaba una aibricia gloriosa: la supervivencia asegurada de hombres y bestias domésticas. Aparecieron las primeras aldeas y sobre sus ruinas se alzaron otras nuevas y sobre cincuenta pies de detritus el cimiento de las primeras ciudades que conoció el mundo, con huertos, jardines y prados suscitados por el hombre. Erech, Eridu, Ur, Lagash, Umma. ,Tan grandes coma Ba'bilonia 0 Alejandria? No par cierto, pero lejos de ser aldeas o viliorrios.

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"Ur, con sus canales, puertos y huertos ociipha eienw veinte acres". "Los muros de Erech encerraban dos millas cusdradas". Lagash, ci'udad menor, llego a 36.000 habitantes Que la poblaciOn crecia también por aporte mm ia Lorlo. lo dice ci quo los Iliologos creen disliuguii cii i iuilpClO nes del remoto Simer, dos grupos iingbisLieoS, fuera del cu merlo: ci jafelita y ci semita ('saiz éste del ärabe y el hebre'o). Repetimos que todas las conquistas de esta civilisación pionera —coino la del Nilo y ci Indo—, ior gloriosas quo sean tienen su raiz en las aldeas del cobre. Sus templetes, en que el hombre colectivo agradece al destino o a las fuerzas cOsmiens que llama dioses, sus éxitos, se truecari en temples, tan importantes, qiue son a la vez lortalezas, clepósitos de mercaderias, talleres de artesania y granjas. Sus administradors, monopalizando los antiguos ritos comunales, cc han trocado poco a poco en una casta do prestigios preeminentes y posiblemente hereditarias. Los carpinteros y forjadores de sigbos anteriores han perdido su independencia pasada, pues sus materiales de trabajo debian 5cr adquiridos de sus poseedares: "los administradores de los bienes do los dioses". Pose a las agobiantes dificuitades del trâfico —caravanas desafiando la sed, las tormentas de arena o los ataUec a exigencias dc las tribus del desierto, a barcos lidiando con los bancos de arena dc los rios o las tormentas dc las codas del mar— ci comercio se ha trocado en ci denilurgo do las clvilizaciones pioneras. Salvo los productos dc so labor agropecuaria, Sumeria debia traer dc distanoias rnás o menos temibios casi todos los materiales estratCgicos del orogreso. La piedra y el cobre deblan venir edl Golfo Pérsico a de las mantaflas del norte; ci estaño de Iran, Siria o Asia Menor; lo, ilata y ci plomo, del Tauro; la madera, del lejario Noroeste. El acceso a los amuietos y al bujo no era menos arduo: conchas do la India, madreperlas del Golfo Pérsica, lapislzulis do Afganistãn, y perlas engastadas descie los valies del Indo. Si la riqueza material que maneja Sumeria foe grande, es mucho mas significativo ci progreso intelectual cornenzando por sus dos creaciones trascendentes: ',a escritura y las matemáticas. Coma todas las cosas mayores creadas por ci hombre, la escritura no nació do la providencia de los dioses o do la ilusiOn hurnana, sino de necesiclades concretas do una creciento comunidad social, en este caso, dc causas económicas. Los sacerdotes, coma administradores dc los ibienes do los dioses —es decir, do la comunidad— debIan ilevar sus cuentas registrando las entradas y salidas con signos muy sumarios y convencionaies. Do aili con el tiempo nacieron la eseritura y la


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aritmética. De la necesidad de construjr los templos y graneros y calcular su capacidad, se engendro la igeometri . La de medir el tiempo inventO el reloj de agua, antes de la clepsicira de arena; la de controlar el peso de las mercaderias, la balanza La ventaja de facilitar los cambios, creO la moneda y ella terrninO con el engorro del trueque bruto de mercanclas. La g eometria se engendro en la alta conveniencia de planear previamente las construcciones de los templos, depOsitos y graneros y caloular sus dirnensiones y capacidades. El progreso aritmético llegó hasta concebir los quebrados y decimales.

sacerdotal entrO en conflicto con el gobernador que no asumIa ci tItulo de roy (lugal) sine el de agricultor arrendatario del dins (ishaku). Urukagina, de Lagash, dictó un decreto contra los abusos y extorsiones de los ricos, y también de los sacerdotes que, do simples administradores de los bienes del dios, es decir, de la comunidad, se arrogaban el dereclio de propiedad y abusaban recargando ci precio do los entierros y otros servicios y consideraban a los servidores del temple como sus siervos: "El Gran Sacerdote entró en el huerlo de los pobres y sacO madera do albi". "Si la casa de un gran hombre era contigua a la do un hombre comdn, aquél podia anexarse la humilde vivienda sin compensación alguna". En Egipto, pese a su alta hazafla civilizadora, el fenómeno se die con una qui'ta mucho nrãs fdnebre: tue obligado a trabajar titánicamente para la muerte, es decir en la erección do las tumbas orogrOficas de sus reyes-dioses -en las cuabes sepultO tamblén su espiritu de libertad para siempre. Es que desde sus dias inaugurales hasta hay la civilizaciOn en su conjunto no ha cambiado mucho interiormente, ya qua a la par de su espléndido plus estã su opaco minus: la tradicional igualdad del salvajismo y la barbarie dcsaparece de hecho en la sociedad de clascs.

De la necesidad de registrar los cambios periOdicos de tiempo y fijar la posiclón mOvil de ]as estrellas a fin de colaborar con labriegos y navegantes, nació poco a poco la astronomia, aunque aliada a la utopia astrologica Todas estas ciudadesestados eran independjentes y llegaron a luchar entre Si por la hegemonja y la expansion comercial. Alrededor del 2500 aC. Umma se impuso a varias de sus rivales. Bajo el sernita Sargó n se llegO a la unificacjOn imperial. Ur tomO el desquite y se impuso de nuevo el predominia s umerio. El sistema de marcas convencionales en los bienes administraclos por los sacerciotes, a fin de facilitar su manejo, es decir, registrar las entradas y salidas, no sOlo debIa ser entenclido par ellos y los neOfitos, sino 'por sus herederos. Cuando esto se logro naciO propiarnent,e la escribura con su insondable trascendencia, ya que el creciente saber de los hombres serIa trasmisible en forma más o menos completa e indestructible. El adelanto logrado si g lo tras 51gb alcanzO a tanto que los signos de la escritura cuneiforme ya no eran Solo pintura (pictograrnas) sino que rep resentaban también sonidos (janegrarnas) y aluclian no sOlo a los objetos Sine a las ideas (ideagrarnas) Gracias a ese gran progreso y al creciente intercambio de mercaderjas y experiencias con otros pueblos, Jos sumerios llegaron a reducir sus si g nos de dos mil a seiscientos (Los chinos, que en cierto modo procuraron aislarse del mun cIa, se retrasaron enormemente, par esta causa, en la evoludon de su alfabeto). Si bien se mira, todo el proceso de la historia es una cruzada por mirar al hombre do la servidumbre, que es el pecado original de la civilizacion, tal coma la conocemos hasta hoy. En efecto, no todo es ascenso Cultural en las civilizaciones pioneras pese a quo la ciudad Moh enjodaro, del Indo, tenia cloacas y cuartos de bano, elementos de que carecian, cmcuenta siglos después, muchas ciudades indostánicas Han quedaclo constancias de que con los tiempos la clase


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REPASO DE LA HISTORIA

La orfandarl de iensaniicnto verdadero del mundo enstiano capitalista es ital que on sus calles ci tráfico dc mentiras con aureola es más dañino que ci tráfico de alcaloides. Por cierto que Ia historia no es una excepción. El ataque de Marx a Palmerston o de Trotzski a Stalin, como ci de Nietzsche a Wagner, no se dirigiO en absoluto a Ia persona sino :a la falsificaciOn o servid.umbre vieja o regresiva re.sumida o simbolizada por tales hombres. La historia humana es la epopeya en grande, es decir, la guerra homOrica contra la servidumbre interior y exterior del hombre, aventura tan ilena de derrotas conic do victorias, aunque siempre en avance. La opinion, acreditada durante sigio.s, de que las civilizaciones surgen con los estimulos propicios y decaen ante los do contrasies, ha sido suplantada per ci critenio E. Huntington —aceptado •por casi todos los investigaclores do hoy— que dice precisaniente lo contrario: que las civilizaciones aparecen como replicas a desafios fisicos o sociales y se marchitan con la comodidad y la costumbre. Las civilizaciones pioneras surgieron todas, so-On observacioncs rnãs o menos incontestables, como resultas de un esfuerso casi sobrchumano por dominar un medlo adverso o incalculablemente inhOspito: los deltas espesos do tango y mosquitos, do caflas, fiebres o cococinilos do las bocas de Nilo y del Tigrisufrates —o la cuenca depredatoriamente inundadiza del rio Amarillo—, o los arenales horneados dc la costa peruana o ci eden infernal de la selva maya. El protagonista de la historia no es Dios o los reycs, como sostenia el obispo Bossuet, ni la Naturaleza, como cree ci mate-

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nialismo mecanicista, sinoci proplo hombre, quien comenzO 'haciéndose a si mismo: rncm makes himself. Como una de las ifallas mentales del hombre es no sentir Ia naturaleza de las cosas como Un camblo incesanle y tiend.c a creer que toclo tue siempre mãs o menos To mismo aün suenan un poco a mito las averiguciones mâs iehaeienles de Ia historia. Por ejemplo, que hace siete u ocho mil afios —ayer no mãs, como quién dice— ci contorno dc las civilizaciones iniciales, o sea Ia estepa afroasiática era asaz distinto al dc hoy. Europa y Asia del norte cubiertas de lielo. Buena parte de las tundras de Europa barnida .por los • vientos, mientras el loess o polvo arcaico va formando dunas. El reno, el mamut y el eletante lanudo todavia herbajan en Francia y ci sur de Inglaterra, Africa y 'Arabia septeritrionaies, Persia y el valle del Indo ocupados par bosques y praderas. El Sahara, gracias a lluvias regulares, verde como una lana. La meseta irania .albergando mares interiores en vez de desiertos con mortajas de sal. Pero la ültlma convulsiOn del üitimo periodo glacial tre como primera consecuencia un desecamiento progresivo. Todo el vasto escenario de referencia esUi recorrido ya por pequeños grupos más o menos aislados de cazadores neoliticos que dehen afrontar el cambio traldo por la desecaciOn sobrevenida. Se han abierto tres alternativas: moverse siguiendo sus prosas hacia las zonas de pasta, quedarse en el viejo habitat Cazando lo que haya sdbrevIvido a hacerlo domesticando animales y cultivando árboles y semiilas coma respuesta a la tirania del contorno. (V. G. Childe: The rnbst anciant East). De la primera de las tres determinaciones ya aludidas surgió Ia civilizaciOn nOrnade. SOlo que do comprobaciones y erificadas en tierras del extremo su'ooeste de la estepa euroasiãtica (R. Pumpelly: Exploraciones en el Turkestan. 1903-4) parecen surgir dos verdades nuevas: 19) que el hombre no naciO nOmade ni se entregO al nomadismo por vocaciOn sino par necesidad irresistible; 29 ) que, en ciertas panes al menos, se ensayO -antes Ia agricultura menor y después la domesticaciOn de parte de Ia salvajina, sin a'bandonar Ia cinegética, hasta que no abastando el nineón u oasis cultivado a las necesidades del aumento de la p&blaciOn, tue preciso buscar nuevas tierras de ipastoreo y asi naclO la ganaderia nOmade, y el comercio a cargo de caravanas que unian puntos opuestos de los extremos del desierto o estepa. Un obvio Progreso. Eso si, al nomadismo externo respondiO el quietismo interno o ineapacidad do iniciativa, esto es, de dar un paso adelante en el camino de la historia. El nOmade de Ia estepa eu-


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roasiática o ci desierto nordarábigo de los remotos tiempos, come los carnello.s de Ahrán, Sc repite sin alteracjon en .sus deseendientes Los resto,s InAs antiguos encontrados en Creta (en un depOsito estr atific5d0, a veinte metros de cirnientos del palacio de C nosso5) dan profundidad, bajo los fe de una cultura ya evolucionada y visihieniente venida de afuera. Los dictãmenes ms o menos coincidentes de los ar q ueologos establecen que los primeros ocuijantes de iCreta no fueron criollos de las márgenes mediterráneas sine emigrants de las lejanas regiones afr o-asiática, corrido iJor algiin proceso de desecaciOn, qUizas. Es decir, Come siempre, la Civilizacjón plonera se die aqui como respuest feliz a tin desafjo severe hasta el espanto. Lo fue, en efecto, este de los primeros domesticadores del mar, en que la audacia humane, afronto el abismo liquido sin fronteras Conocjdas ii p revisthies y a merced del capricho del viento, es decir, del demonic. La magnitud del peligro encido midid la del triunfo. El dominlo del Mediterrneo quo trajo come primera con secuencia el contacto e intercamblo tan variados come fr ecuentes, con pueblos de hábito5 y culturas muy diversos, tue el elemento fundador de Ia talasocracja unpenal do Minos, genial .preãmbule de la cultura helénica, corona de laurel de la histonja. Los investigadores e h i stoniadores más modernos exponen diversas hipOtesjs sobre ci origen y caida de la civilizacjón maya, cuyo habitat ocupO part. e do Guatemala y de Honduras Bnitánjca en plena regiOn de selva 37 diluvio tropicales Su reinado tue fijado per H. J. Spinden entre 300-600

a7rtigzla C1V1ZCC16 Ii de Mdjjco p CentroamEl

d.c. (La

. ica) y entre 450700 d.C. por P. A. Means (La a7tigua civilizacjón de los 4ncles) ,Los inmensos temples y isalacios y las p opulosas ciudades do esos grandes astrOnouos artistas y g obernan5 Palenque, Copán, Tical, Uxmal —iiteralmente tragad por la selva como par una anaconda? La causa pudo ser el agotamiento do Is tierras de cuitivos, o superatiojones religiosas, o guerras intestinas, o una ComhinacjOn de estas causas. El gran int . ringulis es éste: (cOme pudo una j que 11i siquiera conocia ci hierro realizar una 'hazaflasociedar no repetida haste, hoy en Ia historia- donsar Ia feroz feracidad de Ia selva y ci trOpico, creonclo Ia mas aita civilizaciOn de America y de Ia cual Ia do Yucatan y Méjico fueron meras filiales? Se haIlO una sole, explioaciO aceptable que la zona ocupada por lo mayas no estuvo e n tonces, como ahora, somctida al rigor del trOpico y el diluvie. Y sin embargo esa explicación

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tan convincenle es ahora puesta en tela de juicio y aun negada. ZC6mo pudieron los may-as •batirse y mantener a raya a la selva del trópico, hazaña de más ambicioSe poder que la do los holandeses haciendo retroceder al ocOaflO? Sin duda con ese arrojo mayor 'que ci de las IlIadas, ya empleaclo por los inauguradores de la civillzaciOn en Egipto, en Sumeria y en Creta. Si la teonia de Huntington es correcta —y apenas hay duda de ello— ontonces sOlo ci tniunfo sdbre Un tremendo de. safIo pudo producir una civilizaCiOn de tal magnitud creadora. Palmira y Petra, que ya existIan antes de Cristo, situadas en ia estepa nordaráiDiga, reducidas a ruinas desde hace siglos y rodeadas de un desierto inmisericorde, vienen siendo objeto de la curiosidad histOrica descie ci XVIII en que Volney Pu.. hlicO su libro famoSO. La explicaciOn tradicional de su derrumbe tue tamblén la de un camblo de clima desfavorable. Hoy iprima un parecer distinto u opuesto; segOn ci c'ual esas ciudades dehieron surgir por Un esfuerzo do altisima tensiOn de la voluntad 'humana tniunif ante sobre un medic tan inhóspito come ci actual, a semejanZa de lo que dio nacintiento a todas las civilizaCiorleS inaugurales. Mineros de poses, rabdomantes, urdidores de hilos de agua, dignos dc una épica mayor que no tuvo cantores, los que hicieron sungir esas ciudades en las rutas de las Cacomo dice M. Rastovtzef f— ilevaron ravanas —caravan cities, a la realidad ci mite de Moisés, quo alumbrO un manantial en una roca ciega. Los nabateos de Petra sirvieron durante siglos dc intermedianiOS entre Roma y la India viajando desde Siria Jos puertos de Arabia, como los dc Palmira un j an, tambiéfl a lomo de camello, ci comercio sinio al de Mesopotamia. SU desapariCiOn se debiO muy probablerneflte, más quo a un cambio de clima, a un cam'bio de rutas comerciaies a al impacto do la brutalidad militar romana. (A. J. Toynbee Es-

tudlo de la historia t. II). La isla de Pascua, poblada hey per estatuaS y por genies que ya no saben tallarlas, y situada a mil millas de la isla más prOxima de Polinesia, constituye otra pregunta de esf inge pare, los histoniadoreS e investigadores do he y , que no admiten la ingeflUa version del eden adámiCo sine que piensan en tin muy probable proceso dc apogee y caIda do una cultura poiinesia cuyoS nautas, sin cartas do navegaCiófl ni brüjulas, en canoas abiertas, y solo a remo y vela, araron un tiempo mlhares de miilas del océano mayor y mãs irasctbie del mundo. Probablemente ocurriO que si bien su demesuradO esfuer-


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zo les perniitió sortear el abismo sin fronteras, nunca lograrori hacerlo can holgura y seguridad suficientes, hasta que un dia Ia excesiva tensiOn aflojO, y debieron retrotraerse a su paraisc analiabeto, hasia la ilegada de Jos mensajeros de Ia civilizaciOn occidental, es decir, de la scrvidunbre y la extinciOn. .0 ocurrio mas Wen —como sugieren los pasmosos aventureros del Kontiki— que fueron prdfugos de 1a civilizaciOn de Tiahuanaco los que pohiaron de eatatuas la isla de Pascua? También una sociedad histórica puede detenerse en an evoluclOn y repetirse indefinidamente, como la sociedad de las abejas a de las hormigas. Es la más frOnebre de las caiainidades de la historla. Es el caso, entre otras, de la cult-nra esquimal que nace de Ia adaptaciOn del indlo màs septentrional de Pxnérica a las exigencias del hielo del océano ãrtico. No es ci camino de la barbaric hacia la civiliaaciôn; es el del bárbaro con su técnica y su experiencia regresando a lo m.s primario y elemental —no para adaptar la naturaleza a sus crecientes necesidades, sino Para unimismarse con la naturaleza, corno otro hijo de Ia zoologla, eon inteligencia eviz'ora y paciente trocada pau1atinamente easi en instinto, en un instinto de mera lucha por Ia subsistencia. Sus varios arpones, an casa de nieve, su raqueta Para tiansitar el hielo, sus trineos tirados a perro, su canoa de piel de foca: todo eso tan adherido a su persona como 01 al âmbito de hielo o la trompa al elef ante. La detención del desarrollo cultural del poLinesio y ci esquimal se originô en causas lisicas y naturales. Un factor social puede producir efectos easi paralelos, segOn veremos después al ocuparnos de Esparta y de Turquia, Lo de cajón al estudiar Ia historia de Egipto es ponderar hasta el éxtasis Ia hazaña del pueblo de ]as Pirámides que esculpiO la eternidad en granito. Pero si nos sacudirnos Las legañas arqueolOgicas tenemos que reconocer que al verse forzado a regar con su sudor y su dolor las arenas del desierto Para elevar esas tunihas orográficas a sus amos, esos monumentos a Ia muerte y al más allã, el pueblo egipcio echO el peso de esas moles sobre sus espaldas, eternizando su servidumbre. La Vida de David transcurre cuando los montafleses de Israel se debaten en guerra de fronteras contra los filisteos de la costa del mar, de origen cretense o griego. David, pastor primero, guerrero después, despierta los celos de Saiii, su sue-

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gro reglo, y debe retirarse al desterto 0 tiera dc ndie entre Israel y Filistia, a acaudlilar a todos los atligicios y eudendados" (Saml4ei c.22), es decir, si modesto oficia de capitn de bandidos. Coma Ia diferencia entre baidolero y guerrero no inc nunca tadl de establecer. David tenrilnO oar destacass coma el mãs eficas capltân en Ia guerra- antifilistea y par code coma ci mejor candidato a la corona. Hasta aqui todo es clara. La mistificacián magistral, es decir, aace-dota1, comienza coando el marido de la inja do SaUl, que se queda primero con ia viuda dc Nabal y con Ahinoam de Jezreel y rnãs tarde —mediante el rnás felOn do los criinencs— con Ia viuda de Urias, se tsueca en rey santo, en una especie de yerno de Jeh&vã, y en ci autor de los mas espirituales cánticos de ia lirica hobrea. So trata de un milagro mayor que ci del cruce del Mar Rojo pot Moisés sin majarse ]as sandailas. Una verdad que recién coiniensa a tomar carta de ciii-

dadania es que una personalidaci no aparece porque si como

una fior parásita, sino que tiene sos raices prohundamente metidas en los jugos de su medio y sir época. 0 dicho dc otro mode: su aparicidn estã motivada a exigida por concretas y liasta perentorias razones. Una desvastadora guerra intestina y ci saqueo de Rapilivartu, su pequefia patria, lIevO a Buda a huir dc ese infierno y a buscar retugio en el desierto y ci ascetismo acérrimo. A sir vez, par reacciOn contra amaUo conato dc aniquilamiento espiritnal, nacen sir dactrina y su prédica. Igualmente, Ia doctrina de Ia salvaciOn en ci mOs alld de los Evangeios, y la misma ligura mitica dc Cristo, tienen Como explicaciOn fundamental ese "tiempo dc angustias" que se padecia bajo la ubicua bota romana, en que pareciO no haber salida en este munclo Para 01 amor, Ia libertad y Is dignidad huinanas. Ni decir que tanto la respuesta do Cristó como la de Buda I ueron recetas de curandero, es decir, analfabetamente utápicas. Dc Ia icy de un gran ascenso humane coma resuitado dc una victoria sobre un acérrimo desafio, no hay ejemplo mâs iluminador que ci suministrado por el Atica y Beocia. En toda ci area de la civilización helOnica no hubo tierra más propicia que Ia de Beocia a la regalada comodidad del hombre, y ci beocio nunca salió de su condiciOn de tal, es decir, ci habitante mks orondo e inesencial dc toda Grecia. Al revés, ci de Atica era ci más flaco de los suelos y andando ci tempo buena porte de sus hijos dcbió salir en busca de itierras subsidiarias, y


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cuando eso tamblén no dia abasto, los áticos plantaron olivos entre las piedras y después inventaron la más pura alfareria del mundo y perfeccionaron la marina para exportar el aceite, y este comercio con el mar y con toda clase de gentes les fue dilatando el ingenlo y el Animo y Ia industria, hasta hacer de Atenas 'escuela de Ia Hélade" (como dijo Pericles sin énfasis) y del mundo futuro'. La negación hurnana que implica ci sistema de Esparta es una de las mayores lástimas de la historia. Solo que hay otro en el terreno especulativo que la iguala si no Ia supera. Y es que cuando .a dernocracia de Grecia, cave de su inimitable cultura, entrO en decadencia, los PlatOn y Aristóteles exaltaron las ventajas del sisterna espartano —también por miedo a los surnergidos— incurriendo en el piano teOrico en todas ]as calamidades que sus creadores habian perpetrado en los hechos, es decir, prograrnando ufla repüblica ideal estr.ucturada en castas inmóviies gobernadas por •filósotos esciavistas y donde Ia libertaci, el arte y ci pensamiento sin anteojeras fuecan una mera rernernbranza de tiempos revueltos. (PiatOn: Leyes, RepiThlica; AristOteles: Politica). Y, todo esto por puro terror a los desclasados y al reconocimiento de su condiciOn de hombres, tal como hoy ocurre con los filOsofos dc Occidente ante Ia crisis final de la milenaria sociedad de clases. Esquilo es sin duda ci mãs grande do los poetas del mundo, y, en todo caso, ni en Homero, ni en la Biblia ni en hak'espear•e hay nada que pueda hombrearse con la soberana figura de Prometco. Es verdad quo desde Tertuliano a Edgard Quinet Ia beateria tradicional ha intentado señaiar en Prom•eteo una especie de esbozo do Jes'is Nazareno. No hay disparate de igual majestad. En cambio si es cierto que ci espIritu aün turbio do la Grecia arcaica concibiO una edad de oro o de buena ventura, do quo nos anoticia Hesfodo, y un Prorneteo "de taimados pensamientos" robándole el fuego a Zeus para ayudar a los hombres, a quienes ci dios castiga con el .sudor y ci dolor obligatorios enviãndoles a la mujer, autora asi de la caida del género humano: un mito beato y patriarcal, perfectamente sirnétrico en nuisoginismo Y pesinhismo al dc la Eva de la Biblia. El Proneteo Encadeaad.o, creaciOn de Esquilo (0 mejor, del luminoso racionalismo jOnico o âtico en su hora meridians) es ci antipocla de 10 resignaciOn y la ic en la alto de todas la.s culturas esencialmente religiosas: es Ia fe en is voluntad y ci pensamiento demiürgicos del hombre en lucha contra los do-

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mOflios y los dioses y 'el temor a la muerte". Ei Prometec de Esquilo, acusado como "aihorotador del pueblo" y quo so jacta de haber .sacado a Jos hombres de Ia sonsbra de cavernaS y bosqUes, amaestrãndolos en todas las artes, desde la doma del cabailO mar, si alumbralrLlento de Jos nilmeros y Ia noisica, es y el es dc aplacar a Dies con la resigflaCifl y is anti-Job, que en y estã puesta en el plegaria, lucha contra El y eflas po:que su tO hombre. Naturalmente Ia mutilaciOn del real espiritu griego quo significaba la pedagogla de Socrates —para no hablar do is ethos mntiiaciófl estoica— concibiefldO al bombre en su puro como una sinfonia de 10 material, lo moral, 10 intelectUal, y no 10 estéticO y 10 politico, igual que el platoniSfllo y el aristoteliSmo Cscon su apostasia de Ia libertad heléfliCa en pro del cuartel partano— debla halagar al beato eticisiflo de judios y nazarelica ci insumergible prestiglo de los tses fiIóSOfOS nos. Ello •exp de Ia decadeflCia griega, al par clue el cast olvidO do is astral figura de AnaxOgoraS que no 5610 habia descubierto veinte sigios antes de CopérfllicO la icy de Jos eclipses, y que el sol Jos vlento nacia1 do era una bola do fuego en igniCión, y quo la rarefacdiófl dci sire, sino que habia intuido que un nrinciPiO inmortal, quo éi 11am aba esoiritU, aniniaba diversafliente todas is y la psiquis del las cosas, desde is roca y Ia estrella a Ia. phys hombre. Los ricachOS atenieflSeS tan umbiliCaliflente conservador es y de siempre, lo hicierori condeflar a y cobardeS como los de boy muerte per "perturbar ci reposO de las dioses" y Pericles debiO relevar su elocueflcia por sus Iagrimas pars salvarlo. Destesrado, s-c retiró sonriendo. "Yo no soy ci desterrahlO on los atenieflses l O de mi muerlos que se destierran de ml. Pido quo el aniversar to sea un dia de asuetO para Jos escolareS'. en dare que la cultura helénica no tUVO Ahora se ha pueS ?G0 su partida de nacimiefitO en Ia Grecia continental ni insular sino en Jonia y sus islas. Alil nace la poesia homériCa, ethicaaiora tigu, y s-ubre todo, alli surge la filosode la barbaric medieval an a. fia do la escuela de Mileto, Ia creacldn más auténtica p mãs inagata)bleflleflte feraz del espiritU de la Hélade. es en Ia bistoria del mundo los hombres dan Per primera y la espalda a is sabidUria revelada p hereclada —la del sacerJos colegiOS sacerdotaies p se atreven a ver las cosas dote 0 por su propia cuenta y con sus proPios ojos. En la antropologia. fiiasófiCa del hombre este relevo de la fe p la revcladiOn per Ia razón y la experieflcia equivale, come hazaña, a Ia del hominiche pasandO de la estaciOfl cuadréPeda a Ia bipeds- El hombre arrodilladO se pane al fin do pie.


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El insondable ojo do I-Iorãclito advirtiendo que Ia creación —y por ende el hombre— no es un suceso concluido, sine un proceso en marclia, no una estalua sliw un rio, significô la •eutanasia, decretada con antelaciOn, de los dogmas y las pirárnicics do los temples, las tcologiaz y los museos do cera. Las crOnicas cristianas cuentan que el joven Juliano, dostinado a sacerdote y empachado de catecismo y dogmas, reaccionó Un dia haciéndose instruir en los misterios de Eleusis y trató de restaurar el politeismo. A todas luces Ia biografIa del gran Juliano ha sido enturbiada deitbedaramente. Su templanza y generosidad reconocidas, sus numerosas vietorias militares, su eficaz administración de las Galias, y los libros quo escribiO, hablan de la inusual claridad de su talento y su carâcter. No fue apOstata, come se le llama, porque sin duda nunca so sintió osistiano. Si repugnó la barbarie beata de cuna judeo-alejandrina, no pudo entusiasmarso con los misterios eleusinos que eran afluentes del mismo rio. Lo q ue se desprende claro do su fiuth y acción es quo :trató do contrarrestar el fanatismo siriaco con la tolerancia pagana y sobre todo que intentO eludir Ia tiniebla del hipogeo cristiano con la claridad y la belleza de Ia Hélade. MuriO a Jos dos años escasos de iniciar su reinado bajo Ia flecha de un bãrbaro inspirado —segün puede sospeeharse— por Ia Santisima Trinidad. El ünico niártir con aureola clara. Entre las innumerables intamias de Roma, ocupa sin duda -el primer puesto la muy proficua industria de amaestrar esclavos y obilgarlos a pelear a muerte para que el alma del civs rornanus liegase a la cuna del deleite estético y espiritual paladoando la sangre, el ostertor y el estiércol derramados por los mártires La rebeliOn do esclavos gladiadores, a quo se sumaron los otros, capitaneada por Espartaco, dejaria una indeleble cicatriz do bocliorno •en la memoria do Roma. La vordad es quo aquello dejó do ser dosde el comienzo un motin servil para trocarse en una guerra libertadora, en que Espartaco tue ascendiondo por una oscalera de triuntos .—desdo las derrotas de Glabro, Pulchos y Varino hasta las ms dosastrosas do los cOnsules Léntulo y Gelio— liegando a comandar cuarenta mil. insurgentes, invadiendo las provincias, imponiendo contribuciones, obligando a las ultravert,ebrados amos del mundo a tomar el sendero de las liebros o —pose a la reconocida generosidad del gran jef ea com'batir como gladiadores. El poligro y el pavor esparcidos fueron igualos o mayores a los que desató Anibal ciento treinta aflos antes. Espartaco no pudo liegar a la victoria definitiva por razones

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obvias: ci aparato militar romano, apoderado ya del mundo mediterráneo, era demasiado enernigo para quienquiera fueso; a su voz apenas era mcnos que imposible el gobierno dc taurias de esciavos que ni siquiera ladraban el mismo idioma: ültima-

nint , 'J prflI(flrioKln ne itnila tnn reducicto 2 11follibrn conic

los osclavos, no supo hacer causa comdn Con ellos, olvidando Ia Iección de los Gracos, per carencia do eso que recién comienza a hacerse conciencia en nuestros dias: que todos los desposeidos y sumorgidos ---oselavos o prolotarios, blancos, negros o amarillos, cricuncisos o incircuncisos— forman una sola innumerable legion quo debe combatir corno un solo hombre si de veras busca el triunfo prometido per la historia. El talión de Roma, humillada y espantada hasta la nausea, tue ci que debia esperarso: la Via Apia trocada en una alameda de cientos de cruces y de cristos que no eperaban resurrección al tercor dia. Espartaco tue también ci que tue "la uigura mãs espléndida de Ia historia anti'gua", dirã Marx), muriendo do rnuerte inmortal para servir de levadura, después de vointe siglos. Los listoriadores dc hey enseñan que una civilizaciOn puede detenerse por agotamiento do poder croador, y repetirse sin cambiar ni avanzar (tal lo ocurrido con ci "Irnperio Nuevo" do Egipto en que durante dos milenios Ia sociedad nilótica pareciO consagrada a repetir su pasado). También comprueban Ia existencia de medioevos o tiempos revueltos en la historia universal —en Egipto, China, Grecia— en que bajo ci peso do una invasion barbara una civilización mas o menos vieja so rebarbariza, por lo monos hasta quo logra digerir y asimilar ci dcménto extraño. Fue lo quo sucediO con ci Medloevo cristiano on quo ci arte, la ciencia y otras conquistas fundarnentalos del mundo grecolatino parecieron volver a cero grado, mucho menos por agoncia de los bárbaros paganos del Norte que ppr la barbarie rollgosa del Sinai y sus dogmas dc granite. Los papas fueron —ya está dicho— los Césares tonsurados, muclio más constrictores quo los otros. El clero, quo tuvo una influencia minima en Grecia y Roma, recobró su omnipotencia asiãtica: inonopolizó un tercio de las tierras y ol total dc las conciencias dc Occidento, que sumiso al cOdigo do Moisés, dictado dos mil añOs atrás para pastUres de chivas y carnellos del desierto, terrninO olvidando ci uso del pensamiento y del bane. ,Que Ia historia escrita poco o nada tiene que ver con la historia real? Un ejemplo ontre mu. Despues de Ia Carta Magna, la revoluciOn inglesa dc 1868 es tenida por la partida dc nacimiento do Ia democracia moderna, esto es, ci gobiemno del


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Pueblo por y para el pueblo, pose a lo cual la oltgarquIa logró mantener el rnonopolio virtual de la politica inglesa hasta 1832, y aunque a partir de esa fecha, per sucesivas concesiones, el grueso do la DohlaciOn fue participando de los derechos politicos conquistados por los whigs en 1888, de liecho los fuigurantes privilegios de lores, financjstas obispos y almirantes so mantienen incontaminados de mugre popular... ,Democraeja inglesa? Bueno es recordar que hasta la s e gunda mitad del Siglo XIX en Inglaterra el obrero trabajaba doce horas diarias y el robe de un cordero se saldaa con la horca, y que desde hacia rate la talasocracia puritana, gracias a la alta producciOn de harcos y de ib]ias, habia favorecido con el re g imen de la libra esterlina a la India, L at j noamérj.ca SudMrjca, Egipto •—para no contar dies mil islas— y habia Convencjdo a la China de las ventajas del uso masivo del opie descomisado a 103 hindües. Ilolanda, Francia e Ingiaterra superan en el Renacimiento la atomizacidu o anarquia do 1a sociedad medloeval y lagran la unidad nacional posibilitando con eso la acurnulación capitalista primitiva y sobre esa base el tercer estado o burguesia crea la industria moderna —que multiplica per cien 1 a capacidad productora del home sapiens— y asume la gerencia de la sociedad. EspaAa, per motivos varios, queda al margen de esa revolucián democráiicoburguosa y de esa revolución industsial quo cainbian Ia las del muncie. Vearnos: 1) a) la lucha secular entre españoles godos y espafloles arábigos, arruinó la agricultura y 1. economja del pals, estorbando el desarrollo arte.sanal; b 'a expulsion de moros y judlos, quo representaban be mds delantero de la Opcca, significO hover sabre mojado; C) la burguesia no respaidó al TOY en su rifia con la nobleza, el clero y las ilamadas ciudacles ]ibres: los comuneros luchan contra el roy y la unidaci nacional, mientras la Igiesia, estrechAndose mis a Ia Corona, so vuelve casi omnipotente d) Is ilnidad asi lograda bajo los Austria, es meramente burocrãtica como quo Castilla Cataluña, Navarra, Valencia tienen monedas, aduanas e intereses en guerra mutua; e) la ganadoria, Con la Mesta por gestora, hace retroceder la agricultura, impidiendo el desarr-ollo manufacturero, es decir, el de la burguesia, que ni siqu.iera logra adueflarse del comercio, sucesivamenlo en manos de judlos, flamencos, genoveses, franceses e ingleses; I) con UflO agricultura clesvalida, carento de industria y cornercio propios y •sobrada de sotanas, sables y manes menthcaites —Erpafi0 bajo el manto cesãreo, ofrece todos Jos rasgos de pals subciessrroiiado o colonial: exportación do mate-

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rias primas e importaciOn de manufactUras, cometimiento a la industria, al comercio y a la banca ajeflos—. La conquista de America agravO su indigencia: Jos metales do Méjico o el Peru no alcanzarofl Para pagar a los ogros prestamistas do afuera. Toclo eso so retlejó en 10 politico y espiritual. Espana siguo siendo la adeiafltada del pasado. La loyenda pa'tria ha creado el niito do una revolUCiOfl demoerátiea en 1810 en America 37 de Ia, conquista do nuestra independencia. Nunca ocurriO nada do eso. VeamoS. 1) Peso a ciertos modes feudales do apropiaciOfl y explotaciOn el regimen colonial de Latinoarnérica tue capitalista o subcapitaliSta, puesto quo la mayor parte do su prodUCCiófl so exportaba a las otras colofliaS y principaln'lente a las raetrOpolis del capitaliSmo mundial, do donde debia importar los productoS industrialeS de quo carocia totalmento, con humiSin quo ello intente ofuscar ilante desventaja en el trueque. 2) la épica do los Bolivar y San Martin, advirtamoS quo nuestra sb1evaCi6fl contra España tue una resultaflte casi pasiva do la hegemonia de Francia e Inglaterra sobro España, has.ta liegar a la cautividad do sus reyes par NapoleOn. 3) Al princiPlO al memos el movimiento no era segregaciOniSta ni antifll0flOJquico; nuestros hidalgos orioles solo aspiraban a relevar a los peninsularoS do los cargos de la burocraCia local y sobre todo a comerciar con Inglaterra sin los estorhos saCrafl'LentadoS par Cdiz y Sevilla; el mismo CongreSo de Tucurnãn quo declaró la independeflcia fue moflarqUiZaflte. 4) La revolUciOn latifloamericana tue obra de la casta colonial acomodada (hacendados, comerciantoS, abogadoS, militares) tan do espaldaS al pueblo, quo con los peninsulareS —segun recuerda Mitre— coincidlan del todo en el detalle do evitar la ingerenCia del populacho en Jos asuntos püblicoS, sin perjuiCio do usar a gauchos e indies come came do guerra. 5) Bien al revés de la revoluciófl demoCrãtica do Inglaterra y Francia, en quo una ciase media reemplazO a la nobleza y al clero en la gereflola de la socie dad, aqul la daze poseyente criolla reemplaza a la peninsular, y todo sigue como antes; Mariano Moreno en su Plan jacobino Para quo la burguesia criolla detendiera con inteligendia su movimiento, acoflse3a entregar a Inglaterra la isla Martin Garcia, Ic que dice bien quo la insurreCdiOfl no buscaba la soberania popular y nacioflal, slab la prosperidad do los mostradoreS y los latliundiOS. 6) Es decir que no huho tal indepondencia americana, porque desde antes de 110 ya estâbamo, enfeudados al capitalisfl'lO inglés; nuestra burguesia puramente exportadora de materias primas, naciO esciavizada a la industria y ci comercio ouropoos: tue la comadrofla do nuestro


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vasallaje. 7) La revoluciOn latinoamericana no benefició a las masas populares: los •artesanos fueron reducidos a la nulidad por Ia aplastante competencia do la nianufactura extranjera; los gauchos y mestizos, usados en Ia guerra para defender los latifundios y mostradores, fueron despues esciavizados por I'LL ley de la vagancia en las estancias o en los cuarteles. los negros esclavos conqu.istaron con sus vidas la independencia de sus amos; los indies, cuyos intentos do liberación —coino el de Tupac Ainaru— fueron mirados con frigida indiferencla por los blancos criollos, debieron trocar el yugo encomendero pos el yngo patriota 0 ceder el campo al crucifijo y el fusil de la civilización capitalista. La civilización, aparecida hace mã.s de cincuenta siglos a orillas del TigrisEufrat,es y del Nib, trajo como aporte positivo una asociación o cooperación humana de amplitud desconocicia hasta entonces, un ancho crecimiento do la producción y del intercaxnbio de mercancias e ideas, sin contar la invenciôn de Ia escritura y do la. cultura propiamente tal. SOlo que su aporte negativo tan amorosamente escondido, no es menos obvio: la apariciOn de Ia propiedad privada significó el paso de los bienes de la comunidad a una destacada minoria 0 sea, la escisión de la sociedad en eructantes y ayunantes. Como este pecado do la justicia clamaba venganza a los dioses, Ia clase poseyente echo mano de todos los recursos para disfrazarlo o defenderlo: la religion, la moral, las byes, el derecho, ci reverendo respeto al pasado, sin olvidar la.s fuerzas armadas de hierro canibal. Come esa estrucbura orgdnica no ha variado hasta hoy (hay dos estdos, ci do los ricos y el de los pobres, reconocia el mismo ?latón) •se comprende por qué, al par de los progresos do la ciencia y la técnica, la barbarie interior continue intacta o acrecida en eficacia, segm lo dicen ci satanismo policiaco de Pepe Stalin, los hornitos para roses humanas, do Adolfo Hitler o las bombas de Juicio Final lanzadas por la democracia occidental y cristiana de Truman sobre Hiroshima y Nagasaki. Los laistoriadores de hoy creen distinguir seis culturas o civilizaciones pioneras: la egipcia en Africa, la sumeria y la sinica en Asia, la cretense en Europa, la maya y la peruan.a en America. Las civilizaciones que vinieron después, son consideradas filiales o nacidas por fecundaciOn de las precedentes. Ahora .bien, esa tiliacián no implica un mero proceso hereditarlo, sino una sucesiOn y oposiciôn dialéctica. Cuando una sociedad pierde todo pocler creador, y su minoria dirigente se trueca en meramente opresora y explotadora, se vuelven más

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o menos fatalniente contra ella, on proletariado intemno, cuando no un proleta.riado externo o bárbaro, en quienes estã la fuerza de impulsión innovadora. "El proletariado ereador no intenta entrar en una sucesiOn apostólica. Sc revela contra un centre que ha dejado dc atraer porque ha perdodo su poder creador. LEI creador en este caso es el proletariado que se resiste a la ctifusián de la cultura muerta y amortecedora de Ia minoria clominante y este proletariado lieva a cabo un acto de creaciOn forcejeando dolorosamente contra las trabas que lo rodean"

(Toynbee).

Estas insobornables byes de la liistoria son las que no comprendieron ni podrdn comprender nunca las minorias mcnitora's de una sociedad ya en declinación aguda. Se autoenganan con su poder y esplendor externos y creen sincerarnente que toda resistencia a sus privilegios ya antihistóricos son un atentado de lesa humanidad y civilización. El temor recOndito al derrumbe las vuelve crecientemente opresoras e insensibles a todas las abominaciones, at Con eilas creen capear la amenasa. Roma —en comienzo de decadencia desde la segunda guerra pünica— so creyó segura alucinândose con el enjaxnbre do sus legiones y conquistas, Ia pompa de sus carreteras y arcos, m.ientra cada dIa daba otra vuelta a 'a tuerca de sus opresiones y expoilos. El fenómeno se repite boy Con los amos de la sociedad capitalista de Occidente. La democracia yanqui —quo Se prostituyO en la cuna, haciendo su primer negoebo con los sueldos Impagos do los sobdados do la guerra emancipadora (como testimonia Beard; historiador de Ia ConstituciOn), que sacramento la esciavitud por santas y sebosa's razones econOmbcas, quo hizo del viejo Testamento y del nuevo Business el photo y el timonel de su crucero— la democracia yanqui ya estaba predestinada a abortar en la bomba de Hiroshima y la cocacola, la Aliansa para el 'Progreso y la masacre del Vietnam, es decir, a trocarse en el ogro ubicuo de la democracia y de la ernancipaciOn final do los pueblos. Se sueña invicta con la magnificencia creciente de sus industrias, su turismo astronâutico, su militarismo termonuclear y sdbre todo, su titanismo policiaco, sin sospechar, al parecer, que las erogaCiOnes sin fondo que todo eso implica y las resistencias planetarias y en ascenso que crean, están cavando a prisa la sepultura del sistema. Dos son los aspectos del magno camblo en cuyas visperas vivimos que escapan al grueso de Ia fauna humana, comprendidos los profesores, los metafisicos y los abogados: que por primera vez en la historia Ia capacidad productora del hombre


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está a Ia altura de las necesidacjes de la humanidad, o sea, qua por IJrimera vez su sueño de redencián, viejo de sigics, puede dejar de ser sueño, y que la, Victoria de las legiones del trabajo brujuleadas par la inteligencia no va a signiflearla hegemonja de la daze proletaria silo la aboliciOn de las claaes Y con ello no el ingreso en el paraiso, sine un comienz 0 de egreso del infierno.

CATALEPSIA DE LA MORAL

El ahorro de calor humane, y aün de sentido humano es la ültima moda. Los hombres y los pueblos se miran unos a otros con esa curiosidad fria y lisa con que se observa un mapa colgado de la pared. Hay criaturas que gastan tanta compasiófl pasa el recuerdo de los mártires cristianoS del Circa Romano que no dejan nada para los mártires paganos del Go-so a Circo Cristiano. ?,Quién dice qua el servilismo y la insolencia no se unen casi siempre en matrimofliO ejemplar? El que a fin de triunfar se somete servilmente al gusto del gran püblico (tin püblico clue usa las anteojeraS de la tradiciófl o de la propaganda) es tan esciavo de su amo como el cortesano del más autócrata de los principes. Somos honraclos y hasta generosoS, pero no nos tomamos el trabajo de disimular siquiera nuestro entusiasmo cuando dos vie jos enemigoS nuestros cargan uno contra ci otro con brIos de catapulta. Las filosofias sacras o profanas ban tendido siempre a dspreciar y aün a condenar como una I utilesa la cosa mâs digna de tomarse en serb: la poca alegria que podemos y endirniar aqui abajo. Es la obra maestro de Tartufo. Profesamos a la sencillez 0 la naturalidad ese odlo jurado qua los alcoholiStas prolesan al agua mineral. Nuestras virtudes son oficiales. Nuestros vidlos, privadoS. En el pais de los jorobados es una provocadión insolente ci caminar erguido.


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,Qué duda cabe que la alegria rnãs pura es la que nos viene de hacerla n.aeer en los otros?

Perdonamos los méritos dc nuestros enemigos en la medida que ellos disiniulan nuestras faltas,

Juzg ar a la vida caliticándola de justa u injusta, de noble a innoble, de moral o inmoral o cosas por el estilo, es algo taa infantil coma si los peces Se arrogaran el derecho de enjuiciar al océano

Aliviar los pesares ajenos es quiza el modo menos inepto de aliviar los nuestros. Ya Se que naclie 10 Va creer.

La cortesia sumaniente refinada suele ser la mascara de la más refinada frialdad cuando no de la mãs refinada malevolencia. La pesadez de nuestras convicciones no impide la ligereza de nuestras costumbres. flespués de todo, el verdadero premio del trabajo es un descanso tan grato omo merecido. SOlo que perturbada por el ritmo del progreso mecánico la humanidad va perdiendo el sentido de su dereclio al más aristocrãtico de los piacei'es: el de no hacer nada. Hay quienes no creen, •por principio, en la, decencia visible de Un hombre a una mujer. 6Se trata de una experiencia adquirida en el trato con el mundo o en el trato consigo mismo?

Ay del hombre honrado! El ingenio y ci buen gusto, de comün acuerdo, mandan declararlo un poco tonto. El hombre que se y e rodeado populosamente de sus hijos, sus nietos y biznietos no puede quejarse de no haher goz.ado en vida ci reconocimiento de la posteridad. •Nuestra conciencia es un botiquin donde pueden prepararse los más eficaces analgésicos y bebedizos para el sueno o el olvido. Es buena tratar de no perder nuestra buena reputaciOn, pero es mejor tratar de conseguirla primeramente. El vanidoso es un guijarro con delirios de Aconcagua. Un rinoceronte es bruto par vocaciOn a naturaleza; un rinoceronte humano 10 es a veces par pura conveniencia o par mero amor a la tradiciOn y al uso.

Después de siglos de culto a la diosa esterliria y al dios dOlar, la moral de Occidente tiende a igualarse a la del pulpero mejicano que vendia armas a los rebeldes y municiones de boca a las tropas oficiales.

COmo extrañarnos de que el nivel moral de un hombre a de una sociedad descienda en los malos tiempos como el nivel de un rio en la sequla.

La persona nativa o prof esionalmente deshonesta duda entre asumir el papel de apôstol de la virtud o predicar apostOlicamente que la virtud es un mito.

No hay aire de condescendencia y compasián mas paternal que el del perro que mira :a su arno en el suelo derrocado de su pedestal por el excesivo fervor de sus iibaciones.

Si los dueños de las ruletas y otras diversiones serias no supieran que el jugador que gana va a seguir jugando hasta salir coma entrO (0 quebrado en el espinazo) no se hubieran arriesgado a fundar esas instituciones filantr&picas.

Hay un modo de amar a los niños —sometiéndolos a un exceso de estudios, de preceptos morales e higlénicos y de admoniciones— pear que el modo que ci prestamista suele deparar al deudor insolvente.

El prodiglo del ex-alcoholista es sufrir las penas del infierno sin quemarse en él.

Liarnarnos hombre horrado al que cuida escrupulosamente que su honra no tropiece con sus intereses.

La mera honradez, par lo •excepcioflal y solitaria, tiene alga de fogOn al aire libre amenazando a todas las colas de paja.

Nuestro sincero desprecio de los charlatanes proviene tal vez de sospecharles alga de eomün con nosotros. Tendemos a aceptar cualquier version desfavorahie res-


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pecto de nuestros enemigos, sin sospechar exageracion a Calumnia, con era indiferencia con clue un envejecido tirano firma una sentencia de muerte

Los robos de los proveeclores de los ejércitas —en entendimiento con las altas inteligencias del mismo— han praducido siempre tantas bajas como las batallas más reñidas.

Si un borracho a.rrepentido se desarrepiente lo hace casi siempre de modo torrencial.

El oportunista tiene la inmaculada carencia de prejuicios dc la mosca, que lo mismo se asienta en una dulceria que en un muladar.

Para mucha gente el perfecto caballero de boy es un hombre irnpecablemente vestido y que no tiene deuclas ni ideas. Hay gente canvencida de que eon buenos "principios" morales pueden vestirse los "fines" mãs inmorales. En ocasiones excepcionales decimos Ia verdad pero hacem'os lo ms que podemos para que esas ocasiones se presenten lo menos posible. No hay desdén más aristocrático que el de un ladrón célebre por el ratero a el de la gran cocota par la buscona. El primer sintoma del nacimiento de la piedad en ci antropóIago comienza cuando, en vez de comerse viva a su vIctima, espera su total defunción. El adulado puede trocarse en secuaz y aun en lacayo dc sus aduladores. Hay la altives imperial del cocinero del emperador. lPor qué no, si hay otras menos justificadas? El tema favorito de las gentes es el más aburrido que puedan elegir: el hablar de sI mismas. La vanidad es capaz de todo, hasta dc una buena aceión.

La persecución püblica de los maleantes reconocidos coma tales sirve para hacer creer que todos los demâs son gentes de bien, incluso los maleantes magnos que manejan la sociedad. Un cobarde puede a veces traicionarse valientemente, un neclo puede perpetrar par erros actos inteligentes, pero un buen canalla se mantendrã siempre leal a su tradicián. No es raro que a los sentimientos vaporosos y evasivos coma las nubes corresponda una conducta al nivel de los pantanos. Hasta hay la humanidad ha mostrado una amorosa preferencia par laS virtudes tristes y las diversiones estüpidas. Toda vanidad implica Un co rnienzo de boberia corno el humo implica un comienzo de hollin.. Podemos suponer que el pesimismo noes ajeno a las malas digestiones a las citas de amar frustradas. La sociedaci y la soledad son nuestra mano derecha y nuestra mano izquierda. No debemos olvidarlo. Entre brihoneria e hipocrecia suele mediar la misma reladon que entre pelirrojo y pecas.

El especulador que conragra su vida a acumular dinero y el botarate clue consagra la suya a dilapidarlo, son los extremos de la misma caclena.

Ser honrado par là satisfaccidn de ser lo es una cosa; ser honrada par temar a la policia a al infierno, es cosa simétricamente opuesta a la primera.

Si nuestros vicios y defeotos nos perjudican prineipahnen te a nosotros, 6por qué nor empeñamos en series tan servilmente fieles?

Si la palitica hasta hay sigue aliada a la coacciOn, la rapiña y el fraude, no es par maldad irremediable del hombre, como creen los bizcos y los fiatos, 5mb parque desde la instauraciOn dc là sociedad de clases, ésta tiene par alfa y omega la caceria de la riqueza propia saqueando la riqueza ajena.

El arte cia batirse en retirada es —suponemos--- el arte de retirarse a tiem p o pa.ra evitar una nueva batida•


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L distancia que media entre tin caballero y un villano no ha etorbado nunca que las mejores muestras de villania ha yan florecido entre caballeros.

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El peligro desafiado, no por mere arrojo. Sine por amer al decoro o a la gran.deza, implica Un valor no inferior a nmg u no.

Como la gimnasia sueca desarrolla la cyacidad pulmonar, la gimnasia de la generosidad tiende a desarrollar la capacidad respiratoria del alma.

Ni la vanidad ni la ambiciOi onieInprc coudcnablc3 en sl; si sirven de acicate par superar la mezquindad o la chatura, ya están justificadas

El hombre es el animal anfiblo per antonomasia ya que puede pasar del valor al acornodo, o de la dignidad a la conveniencia sin reefriarse iii constiparse.

Un ado de g enerosidad nos mejora a nosotros antes que a nadie, como el que riega una pianta de albahaca es el primemo en recibir Sn aromada Srescura.

Si el alcance de nuesira simpatia no va más allã de nuestros amigos y allegados, no es simpatla propiarnente humana, sino la del boticarlo per su clientela.

Cuando se dialoga con una de esas personas que no tienen nias tema que el de si mismas, al interlocutor no le quecla rnás argumento y respuesta que ci bostezo

No siem pre logra'lrios evitar el ser falsos con nosotros mismos. Cuando disimulamo.s los celos, ci interés, la vanidad, La envidia, no ante los ojos- ajenos, sine ante los propios. Somos maestros en el autoengaflo.

Cual =is, cual menos, toclos tenemos vocación de ricos aunque ocurre que Casualmente las eosas quo ns nos hacen falta no pueden comprarse con dinero,

La generosidad no es solo la mt.s noble de las virtudes, sine, si bien se mira, la más inteligente. Nada más de moda siempre si no es la estupides. La honrada inteligencia hace siempre visitas de excepción. Los paralsos artificiales tan ponderaclos en su tiempo por Baudelaire y de Quincey son tan ilusos como los paraisos de las religiones, pero terminan en infiernos mãs reales que los otros. Si los pulperos supieran fisiologia y no ignoraran que la mayor parte de nuestro cuerpo es agua se evitarian de bautizar el vino en su Jordan. La moral, como el esperanto, es un idioma universal, pero lo I ablan muy pocos.

Acaso la mera y auténtica bondad sea la más alta muestra de belleza e inteligericia humanas, Cuando la arrogancia se vuelve insalente nada le cuesla ilegar a afrentante. Si nuestros defectos solo nos perjuclicaran a nosotros mis:mos, serjan perdonables, aunque no plausibles. Mas ocurre, come los pinches del puercoespin, que perjuclican preferente mente a los otros. Cuando la gleba humana es de buena calidad, los contratiempos, las penurias, la pobreza o el peligro, en y es de esquilmaria, le sirven de abono. Es fuerza creer en la metempsicosjs. 6C6mo explicar Si no la aparidiOn de personas con transparentes sentimientos de cuervo, chacal o yarará? Tamnbién es verdad, en cambio, que no faltan hombres quo tienen mac corazOn quo varias madres jun. las. Son ci desquite sagrado de la especie.

Tal vez no sea dificil probar que un gran éxito en el mostrador, la bolsa o el bufete coinporta casi inevitablemente un fracaso en el polo inverso: en la conciencia del victorioso.

Es sumamente probable que la fiebre de los pantanos y la fiebre de riquezas sean hermanas siamesas

Aunque no parezea, la honradez auténtica exige un coraje más epico que el de la canalleria o el crimen.

Los clue se entregan del todo al pecado de 'a gula suelen sufrir el màs pesado de los castigos: ilevan s u joroba en el Vientre


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Los bribones a medjas son más peligrosos que los integralee, como el agua tibia es el peor enemigo de la sed Hay épocas en quo la vergüenza humana parece perder casi todos sus glObules rojos. La estatura del talento de un hombre no siempre hace pa reja con la estatura do su alma. Es la inãs lamentable de las asim etri as. Las gentes quo hacen de su corazdn un mármol Ilevan ya Su propia lápida mortuoria. Nada mãs desagradable que la cortesla falsa; pero un poco de sencilla y espontánea cortesia hace el papel del espliego en el cajdn de la cOmoda. Hay perros o cabalios demasiado hermosos para sec pies perros o caballos 6Pero acaso no hemos encontrado alguna vez en Ia vida un hombre a una mujer demasjado olvidado de .su proplo interés ijara ser un simple mortal?

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La más asordante sic las disonancias la ofrece el hombre sobraclo de vales y delicitarlo do valor. El hombre sic negocios nato y neto tiene ci oil ato de las espoculaciones y el lucro, invisibles para otros coma ciertas fieras ttenen ci oltato do la came enterrada. La filantropia se ha mostrado en todo tiempo coma una do las técnicas publicitarias más eficientes. Es de usa corriente la incongruencia entre la persona y el atuendo. Personas calvas con barbas de espesura tropical y damas rechonchas con pantalones de torero, tips rnacilentos y cahizbajos con trajes sic colores y formas detonantes. Los sujetos obesos y de buen humor pacilico y ampilo, suelen reir más con el vientre que con el rostro. Las ideas heredadas suelen mostrarse tan rigidas, simétrieas y acompasadas como los icaballos de un cortejo i'iinebre.

La ecuanimidad y la g encrosidad son virtudes esencirimente heroicas: el mayor valor se prueba en Ia capacidad de ser esencialmente un hombre.

Las gentes conservan sus prejuicios como un naturalista sue Inseetos y arácnidos: clavados con un alfiler en una caja bien cerrada a enfrascados en alcohol.

De aigdn modo hay que emular y aün superar a Mitridates inmunj zándose contra el Pear vereno: la amargura y el desénimo.

Nuest.ra primera obligaciOn moral deberia estar puesta entro anular o reducir a un minimo la antinomia entre nuestros intereses y el interés fundamental y tota de ser hombre.

Toda grandeza es pequeñez detrás de las bambalinas ci se asienta sobre ci em p equeñeciniJeno de los demás.

Los hombres en general somos un poco como ci insecto en su face do gusano arrastrado y glotOn antes de desamarrar sue alas nacientes.

La sara de los eclécticos a contemporizadores a toda costa es capaz de conciliar no solo al terciopelo con la arpillera a el moho con Ia pOlvora, 5mb al negrero con el esciavo.

Sin dude ocurre algo más aciago que la guerra cuando la peloma sic la paz empolla huevos sic serpiente.

Las personas en su mayoria se y en hoy aquejadas par la desilusiOn antes dc una experiencia válida, por ci ansia do regreso antes de haber ilegado a la meta o haber partido siquiera: fanáticos de todo p lacer y huérlanos de toda clicha. El histerisno clandestino, la enlermedad de moda' Aunque no so crc-a, ci trabajo intenso y tesonero hasta Ia testarudcz es quizá e l dili--o modo sic aliviar nuestro corazOn Y nuestra monte de Ia tension do una penuria insoportabie

En la edad sic la ciherné .tica el hombre todavia huyendo dcl hambre como un lobo en cuyo aullido desembocan ci invierno y las tinieblas! La humanidad, como la mujer, deeconfia de los audaces y usira par encima del hombro a los prudentes, peso sic liecho la prudencia y la audacia no son antitéticas y deberãn ser ci puigar y el induce de nuestro espiritu. El magnate no siempre está seguro de que ci desposeido pertenezca tamblOn a la especie 1ìuniana


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Luis

FaANcO

En un ambiente denso de relajarniento y trampa ci candor

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Sc muestra tan hermoso como la forma, el color y olor dcl

lirlo.

Pese a todo la gente es benevolente A cuántos tontos de remate los declara locos y aOn espera que recuperen su cordura.

No todos saben quc la vocaciôn parlarnentaria dc los lore. es muy anterior a la de los hombres.

En general Jos hombres somos bobos o alienados intermi. s deeir, con intrvaIos de luriclez, aunque son los menos.

El senticlo comün debe ser una virtud de segundo orden pues nadie se envanece de él. El hombre de acción solo cree en los hechos sin importarle su sentido y alcance. El soflador solo cree en ci ideal, sin averi.. guar si eso ileva a algo. Son dos modos dc utopia. El ünico realismo válido es €1 capaz de fertilizar los hehos con el ideal Y viccversa. El espiritu de gyan respire busca en la ciencia, el arte, o Ia acciOn creadora las sensaciones extraordinarias que el botarate halla sOlo en la vanidad, la avaricia o la orgia. No enfaticemos las virtudes del trabajo por el trabajo mis-

me, que puede trocarse en un mode dc ascetismo y puede

ilevar ci hombre hasta una especie de anonadamiento. Menes aUn exaltemos las virtudes del descanso vitalicio, que no sOlo ilevan casi siempre a la oquedad, ci relajamiento y ci fastidio, sino a trocarse en un fastidio para el prOjimo a cuyas expensas Se vive. Si aplicárarnos en nosotros mismos los consejos que predicamos, nuestra préclica perderia en ruido y ganaria en eficacia. Las ideas mãs descabelladas tienen frecuente relaciOn con los cabellos largos y casi siempre Se gana en mañas lo que se pierde en peio. Una sociedad en visperas de disolución se denuncia en €1 hecho de que las necesidades rnás 0 menos fOtiles 0 inUtiles se vuelven las mãs indispensables. •Los perfumes y lociones se usaron, por siglos, preferentemente para disimular la ausencia dc baflo condenacjo por Ia gazmoñeria, Cuando la influencia de ésta mermó y aumentó ci precie de los perfumes, se descubriO que el uso del agua ccmün era más barato y de m a yor eficiencia que cuaiquier otro tratamiento.

La fraternidad hurnana se dard cuando los hombres dejen dc imitar al puercoespin, que por pura desconfianza deja sus espinas en la piel de sus prOjimos. La Unica soluciOn del alcoholismo es no caer en el Nada mãs fdnebre que Un alcoholista arrepentido. El ser humano es con I recuencia un animal falso, sin ilegar a ser un hombre verdadero. .Pensamiento libre? Si no es libre no es pensarniento, sino una pieza de museo pale ontolOgiCo. Inconscientemente la altisonancia del tone busca disimular la chatura dc las ideas. La lucha por lo grande es lo Unico que aumenta la estatura humana, Los hombres en general tienen per la verdad ese sincere entrañable desprecio que €1 bebedor consuetudinario tiene per el agua potable. La vigencia mayoritaria de la tontera humana viene de que los tontos de conveniencia son más que los otros. La proeza mayor del mago no estâ en sus obras sine en su virtud de suscitar creyentes fervorosos en la verdad dc su magi a, Los seres humanos somos gigantes en n1iniatura aunque tenemos la grosera pesadez de los gigantes dc verdad, Nada más altivo que el desprecio del chacal al leOn muerto.


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revelados tienen un fonclo comün de aberración y exaltaciOn eocéntrica.

III

?QUE ES EL HOMBRE?

Los zoOlogos suponen que el hdbito del conocimiento dentIfico tiene su aernota raiz en el instinta de curiosidad animal. Pero he aqul quo hacer usa razonable de la razOn no The nunca un hbito f(ci1. en parte par la tendencia a confundir la real idad con la i1us6n, y en parte pOrque instintos turbics ofuscan a menudo los fines de la inteligencia. 60 alguien puedo sostener cue lo niejor do Ia ciencia y del trabajo puesto al servidjo de la desti-ucciOn —coma aOn lo vemos— sea un mcdelo de racionalidad? ,Es que puede liamarse a secas ser racional al hombre? En cualquier caso, desde hace decenas de siglos, el hombre abocado ci estudlo do ! Os rnás diversos y contra puestos as.pectos de To quo él tomO par realidad (desde las estrellas y J-o átomos ci Aiiocalipsis) ha venido postergando el objeto ms inmediato y trascendente del conocimjento —Sn propio ser—, o mejor, Jo ha hecho sin separar siempre lo real de lo ilusorlo, o separando en fragmentos —historia, sociologic, psicologia, metailsica— la unidad indivisible del .ser humano.

II Ante ci gran prob1ena del esairitu ci hombre comenzO acudiendo a la imaginaclon autos cue a la, razOn propiarnente dicha. Descontando q ue nada puede existii- par si mismo, supuso, par encima del tiempo , un Supremo Hacedor de la tierra y ci cielo y do 10 quo en ellos Se mueve. Al hombre, eso Si, lo cred como un ser aparte, es (ecir, a su imagen y selnejansa. Fese a las diierencjas externas de SUS versiones, todos los credos

Los griegos, pueblo de aguerrida vocacidn racionalista, mlclan una excepcián en la materia, par agencia de los filOsof as jtnicos. Tales cree liallar la sustancia primordial del mundo en ci elemento agua. Anoxirnandro en el aire, l-Ierâclito —tatarabuelo del traslormismo y la dialéctica— en el fuego. Los dioses son creación del hombre. La astronomia de Aristarco de Samos columbra lo infinitamente grancle como DemOcrito el átomo• A diterencia de las otras y aun de la de Eleusis, la olimpica no es religiOn de redenciOn, y alguno de sus dio'ses —Zeus, Ares, Hermes— Se muestran a trechos más como opres'ores quo como tutores. En Esquilo, ci mito de Frometeo —por haber apeado el fuego celeste para ayudar a los efimeros— se trueca •en el sImbolo do la acciOn y ci pensamiento emancipadores del hombre. El Titan se jacta de haber aizado a los mortales desde el umbral de la animalidad hasta el dintel de la conciencia plena, mediante la enseñanza de todas las artes, desde ci arado surcando la gieba y la qulila suscando el mar a los nümeros y la müsica (siglos después, Lucrecio pondrã en los más altos versos latinos ese esbozo de antropoiogla cientItica). "Cosa espléndida entre todas es el hombre", dice SOfoeies por boca de un personaje suyo en epico contraste con el versiculo del Saimista. "Ego sum vermis et non homo". Con todo, la concepciOn aristotélica del hombre denundi-a la limitaciOn —peso a su excelsitud— de la concepciOn helénica del mundo, emlinentemente plástico objetivado. El hombre sentido solo coma tercera persona, a sea en tanto que él y no en tanto que yo; casi una c'osa rnâs entre las otras del mundo y no el grandioso sujeto y protagonista del conocimiento y la acciOn. La pregunta "Qué es ci hombre?" apenas Si the formulada. Iv El rnundo de los griegos era Un mundo de armoniosa sintesis en que la naturaleza y ia cultura, el cuerpo y ci espIritu, la acciOn y ci pensamiento eran coma miembro dc un bOo orgáni Co.


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Solo que Con Ia decadencia y derrumbe del helenismo, y ia hegemonia romana que enyuga y ordeña a tOdQS los pueblos, esa unidad queda rota. La inteligencia da la espalda a' espiritu. La belleza es menos la expresión de una armonia vital que Un ornamento El dereitho, desplazando a Ia justicia tiende a ser una legalizaciOn acaciérnica del erpolio. En un inundo asi conformado —y ci ascenso del cristiardsmo a religiOn oticial no podia cainbiar mayormente las cosas— el hombre, escindiclo aciagamente en un cuerpo mortal y un alma inmortal, debia buscar su saivaciOn en otro mundo V La gran gngustia y el cainbio de frente del alma occidental ocurrido entonces lo expresa San Agustin mejor que nadie. La armonlosa concepciOn helénica del mundo cc partiO y bilurcó: ci pasaiso contrapueo al infierno, el cuerpo de lodo al alma inmortal. Apenas creado ci hombre, mal aconsejado por la serpiente a través de Eva, desobedeció, cayó y arrastrO consigo a toda la especie por ci suelo y tanto que ni ci Diluvio con agna ni Cristo can sangre lograron llrnpiarla de su mancha. El alma aisiada en Ia encrucijada de las dos lejanias del cielo y ci infierno, siente el espeluzno del misterio y se vuelve a Dios preguntando: "Pues qué soy?". Frente al abismo de ese cosmos interno del alma, Lqu46 es el cosmos externo, por ostentoso que se muestre? El hombre cc un viajero ultramundano apeado en este mundo de paso al ciclo o el infierno. La concepciOn. es tan alucionada que el Dante consigna con minuciosidad de reportero hasta los menores detalles de la Gestapo infernal y de Ia jubilaciOn celeste. Podemos sonreirnos, pero de cualquier modo la profundidad del alma humana ha sido entrevista 0 SoSpechada mejor clue antes. ji Nuevo cambio de frente en el Renacimiento en que la razón y la experiencia vuelven a privar ante la vida sobre la fe y en quc ci perLsamiento y el análisis reinician el balance del mundo. El hombre se siente dueño de un saber y un poder crecientes y casi illmitados. La magna curiosidad sobre Sn esencia queda poco menos que olvidada. El hombre se siente en la creaciOn como en un jardIn casero. SOlo que los descubrhnientos de Copérnico ensanehan des-

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mesuradamente 01 mundo visible y traen la noticia ms grande de los siglos: Ia Tierra, de centro del universo, pasa a ser un mero secuaz del Sol y éste y SUS pianetas Son apenas On pufiado dc arena en un arenal sin fin El abisno are cur fauces mils vertiginosas que nunea. El más profundo espiritu de la época se siente atrapado en la escrucijada de lo inconmensurablernente pequsfic. ,Que es ci hombre en ci infinito? se prcgunta Ia hwnanidadj por boca de Pascal Respucsta: "Una. cafia, ci mar dObil de los seres, pero una caña pensante". Eso. ci hombre cc un lijo de Ia naturaleza, pero de hecho se ha puesto fuera o por encima de ella, puerto que es eapaz no sOlo de reflejarla, sino de sondearla y trasformai'ia, mientras ella no sabe nada dc él. El hijo ültimo de Ia naturaleza, también es ci hijo primero del erpiritu. eCdmo penetrar este misterlo, mãs grande que ci dc las teogonias y todos los Iantasmas de la imaginaciOn y ci miedo? La soledad del alma hurnana se ha vuelto mayor y más intensa que nunca. 6QU,6 son sino grimorios 0 cuentos de fifes ]as cosmogonias y reveiaciones de egipcios, hincthes, hebreos 0 musulmanes irente a las revelacione,s de la astronomja moderna con sus nebulosas sitas a millones de afos-Iuz de distancia? Se ha abierto un abismo mas oscuro que ci bostezo de Ia esfinge. El universo no puede ser, ya no digo concobido sino ni siquiera hnaginado. El infinito no halla menus dificultad en entrar en nuestro crárieo que un camello en el ojo de la aguja. VII Spinoza acepta la infinitud espacial contraponiéndoia al pensamientu: dos entre los atributos sin fin dc la sustancia infinita, lla.mada tambiéri Dios, aunque Spinoza es tenido por ci primer ateo moderno. El amor del hombre a Dios es sOlo parte del amor de Dios a si mismo a través dc todas las cosas y especialmente del hombre. Que es ci hombre? Spinoza contesta: "Aliguien en el que Dios se ama a si mismo" Esta explicación intelectual de Dios y del amor —Spinoza es Un geOmetra como Pascal— no aplaca la angustia del bornbre concrete y real, no lo defiende de Ia intemperie metalisica. VIII Se tiene a Kant por ci iniciados- dc Ia antropologia, en ci sentido verdaderamente filosófico, o sea, de una filosofia, no en la acepclOn académica, sino cOsmico, como 61 dice.


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Kant enLia cuatro preguntas como Si se dirigiese a los cuatro puntos carcllnales del espiritu: ",Qué puedo saber? ,Que puerTo hacer? ZQu6 puedo esperar? ,Qué es el hombre?" A las cuales responden respectivamente la metafIsica, la religián, la moral y la antropologia. Y aflade este irrefutable aserto: "En el fondo todas estas disciplinas se podrian refundir en la antropologia, porque las tres primeras cuestiones revierten en la ültima". Los comentaristas de Kant reconocen que él tampoco Contestó a su abismal pregunta si bien •abrió las puertas a este debate de los debates. Ix De pronto ocurre un cambio profundo frente a la cuestidn de las cuestiones, Hegel, buscando ir más allã de Kant, su maestro, comienza declarando que se propone tomar- coma centro de su especulacidn y punto de partida de una antropologia filosáfica de verdad a la persona humana real y concreta. Fero he aqui que eso queda olvidado a eclipsado del todo en ci gran sisterna hegeliano, ci idealismo trascendental. El hombre es la criatura en que la Razôn que anima tod:as las cosas se conoce a si misma, liega a la autoconciencia. Al pavor del espado y el tiempo infinitos, Hegel opone, coma elemento apaiguador, el cosmos de la historia en que el Logos trabaja a tray es del pensamiento y la acciOn del hombre para sus fines ültimos. Eso si, se ha observado justificadamente que la concepdon hegeliana del hombre resulta inconvincente par ausencia de lo que el mismo Hegel prometiera: la persona humana concseta coma centro de su contriciOn filsOfica. Su grandiosa mansiOn edificada en el tiempo (como la de Santo Tomãs a la de Spinoza en el espacio) resulta inhabitable para el hombre real. La oregunta de Kant s.igue sin respuesta.

Oq

El primer serio oponente a la c'oneepciOn hegeliana del hombre y ci mundo es Feuerbach. Para el autor de La esen.cia del cristianisino la razOn de Hegel no es más que el nombre laico de Dios. La teologia habla sacado al hombre de la tierra proyectOndolo sobre el infinito en el nmbre de Dios. En el ara de la razón cOsmica, Hegel volvió a trocar al hombre en una

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abstracciO'n. "La filosofia nueva convierte a la antropologia en ciencia universal". Es decir, parte del hombre y vuelve a él. Feuerbach trae otro aporte decisivo liamado par alguien: revoluciOn coperniquiana del pensarniento. Para él, ci hombre que constituye el objeto central de la filosofia no es el individuo aislado, es decir, el hombre como yo, sino el hombre come yo y W. La esencia humana estã en esa reiaciOn esencial. Con todo, Ta concepción de Feuerbach, que sitiga al hombre en ci mundo do Ta historia prescindiendo dc su ciudadania del universo deja de lado propiamente la pregunta de Kant.

XI La doctrina Ilamada marxismo-leninismo, tan dilundida a todos los vientos en las ültimas décadas, puede ocr tomada coma un modelo de deformaciOn oportunista segdn lo deinuestra Fromm, entre otros, analizando el casi desoonodldo texto llamado Ideologia ajemana, para sefialar que por sabre la Tiberación económica del proletariado, su autor buscaba el regreso del hombre a si mismo desde todas las alienaciones que frustran su existencia, Ia plena integraeión y expresiOn eTc la persona, superando 'a jungia social después de la- jungla de espinas y harras, es decir: ci perfecto revés de lo practicado por el sistema politico que quiere autorizarse con su nombre. Sin duda lo incuestianable de la euestionada doctrina es haber ilevado la dialéctiea dc Hegel desde ci mundo del Logos abstracto al proceso viviente de la histria. .Que desde el ánguio eTc la antropologia fiiosdfica esa doctrina comporta la reducciOn de la antropologia a sociologla? Es un gran pequeflo detalle a dc-batir. XII Pose a sus limitaciones p eontradicciones, Nietzsche eTa un paso decisivo en la cuestiOn, no concibiendo al hombre coma a Un ser dlaro p conciuso sino coma a aigo esencialmente prohiemtico: "una cosa oscura y velada", "el animal no fijado todavia", a, coma dice Hebbel en su Mario, un ser eternamente deviniente". El hombre puede y debe ir más allã del hombre. Ha triunfado de la naturaleza, pero no de si mismo. Eso es lo que encarnan Zaratustra y su canto.


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dialógica (como dice Buher on su 1icido ensayo, cu y o resumen y glosa se intenta en ecte ejercicio eccolar) quo en ültima instancia no responde a la compleja diversidad del hombre real. El comn de !as gentes ignora que tue Linneo, en el siglo Es Un Yoismo laico tan cerraclo coma ci tenlógico de SO maestro XVIII, el sahia que par .slrnpie respeto lieroieo a la verdad se iKier1cgaai'd on que in ornti-ni y CS 'r 11110 11115 atrevió a colocar al hombre en el grupo de los primates cornO mo. No es que prescinda del mundo viva —pretende lo conun mero hijo dc la bistoria natural, y que Lamarck, un rate trario—, pero cree que ci yo libre es ci objoto supremo de la antes que Darwin, fue quien promulgó las leyes del trasformis- Existencia, vuelto de es p aldas al liecho do quo solo a través mo o sea la alta probabilidad de que la forma hombre fuera el de la creadora relaciOn del ye y ci t' so logra la esencia humera coroiario de precedentes formas no humanas. Les faltO mana, Heidegger mica per sobre ci hombro la advertencia inclecir, eso si, que nUn aceptada su parentela zooiógica, el horn- deleble de Goethe: "Somos seres coiectivos". "Solo cnti-c todos bre se ha erguido sabre la naturaleza, 0 mejor, in naturaleza los honirbres vive lo hurnano". revelO a través de él ci milagro del espiritu, superior, como La falia de las Coflcepciones ifldividuai(ctas COifl a la, de las dice Hegel, a la misma maravilla de los cielos. colectivistas es ohvia, porque ci hornJire no es una osira en su valva ni una niadrépora, ni Un lobo aisiado ni una jauria Al hombre se Jo entiende coma individluo-socjedad y en relaXIV dOn sanguinea y espiritual con el cosmos, a no hay modo de entenderlo. Que es sin duda Jo que esbozO Husseri, ci hombrc La teoiogIa, retirada al parecer de la linea de fuego, vu1ve se dejó decir que ci fenOmeno histOrico magno no figura a ella en ci siglo pasado con un abanderado dc fuste, Kierke- los textos de historia: La lucha de in humaniclad poe corn-dad gaard, padre del existencialismo, se empeña en demostrar que prendlerse a si misma. La pasiOn dc Edipo ante in niujer do una Te o un pensamiento no son nada en si mismos si el horngarras de 1001'a per conocer ci aquendo y ci aliende do su ser bre no las justifica con su entero ser, Oristiano 'hasta la me- es tan implacable coma la del pajaro por ci grano y ci vuelo. dula, se atrevió a denunciar que entre in moral evangélica y la existencia del cristiano suele mediar una reiaciOn reinota cuando no una antitesis rotunda. La fe cornproniete, sOlo es tai Ic si tiene par garantIa la existencia integral del creyente. La hazaña de Kicrkegaard consistiO en vincular, con angustiosa pasiOn, la metafisica a lo vivo y concreto del hombre SOlo que, naturalmente, buScO la saivación de Dios, ci Absoluto personificado, no en este mundo y a través de los hombres (El concepto de la angustia); Unamuno, -version con boina vasca de Kierkegaard, llegó a este nihilismo desolado: "No hay mäs libertad que in de la muerte" (La agonIa del cristiaxiii

nisflio).

Xv Pasa 1-leidegger 'la existencia es Un ente que posee una relación con su propio ser y una comprensiOn dc este ser". En este sentido sOlo ci hombre existe ya que es la Unica criatura que se sabe a si. misma. Tal concepciOn pareciera ser el antipolo del absolutismo idealista, pero es más bien su equivaiencia. Se trata en efecto dIe urns exiStencia monolOgica y no


ENDICE El gran Pan no ha muerto

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El anior, las mujeres y la, vida .........................18 Lucifer contra la tiniebla sacra .......................... El Opus Del ............................................60 El mito y los raxo X ...................................61 Los productores de miseria ..............................68 Las darnas y los caballeros del no1ltjco ...............88 Las urbes pioneras ......................................93 Repaso de la, historia ...................................iou Catalepsia de la moral .................................115 iQuĂŠ es el hombre? ....................................126


LIBRO SE TERMINÔ DL IMPRIMIR EN ARTES GRAFICAS BARTOLOMI U. CHIESINO, S. A. AMEGHNo 838 - AVELLANEDA BUENOS AIRES EL DIA 25 DE JULIO ESTE

iw 1972


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