S
an Isidro, a pesar de su juventud como distrito, tiene historia, ¡y vaya que historia! Los que vivimos aquí la conocemos y la saboreamos diariamente, porque no hay calle ni parque que deje de recordárnosla, sea por el nombre que lleva, alguna placa recordatoria o busto conmemorativo. Mucha de esta historia es la que encontramos en las páginas de “San Isidro, un distrito sesentón, vecinos y recuerdos”, la magnífica recopilación de textos realizada por nuestro querido y recordado Carlos Neuhaus Rizo Patron. Este libro, que hoy tenemos el gusto de volver a poner en manos de nuestros vecinos, pone en blanco y negro los hechos que rodearon el antes, durante y después del nacimiento de San Isidro como distrito, pero no como una sucesión de hechos inconexos o un listado de fechas y lugares, sino como la fina urdiembre de las personas que en esta parte de Lima encontraron su hogar o el lugar donde entregarle a la sociedad lo que mejor sabían hacer. Desfilan nombres de peruanos ilustres, cuya obra ha trascendido a su tiempo, y que fueron sanisidrinos de corazón, como Don José Luis Bustamante y Rivero, Víctor Andrés Belaúnde, Jorge Basadre, Federico Elguera, José León Barandarian, Oscar y Aurelio Miro Quesada, Andrés Reyes, Julio Ramón Ribeyro o Esteban Rocca, por nombrar solo algunos. Ellos, junto con otros muchos más y los hechos de los que fueron protagonistas, aparecen descritos principalmente por la pluma del propio Carlos Neuhaus Rizo Patron, quien nos regala imágenes llenas de color de lo que era y es San Isidro. Sus calles, avenidas y parques, y sobre todo su emblemático Olivar, se sienten llenas de vida en cada línea de texto y aparecen como el gran escenario sobre el que estos actores desarrollaron su obra. Leer cada una de sus páginas es un placer y para quienes amamos San Isidro, es realmente un memorable viaje a tierras lejanas en el tiempo, pero cercanas en lo físico. Léanlo, disfrútenlo y compártanlo, sobre todo con los más jóvenes; que todos sientan el orgullo de tener un lugar como San Isidro en nuestro querido Perú.
Raúl Cantella Salaverry Alcalde
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON Vecinos y Recuerdos
CARLOS NEUHAUS RIZO PATRON
Segunda edici贸n Reservados todos los derechos de autor. 漏 1995
Impresi贸n: Azagraphic, Industria Gr谩fica
EN NOMBRE DE MI PADRE Prólogo Difícil tarea he recibido al tener que escribir algunas palabras prologando un libro escrito y compilado por mi padre, mas aun cuando en él se encuentra un discurso redactado por mi abuelo. Quisiera en esta oportunidad escribir sobre la persona buena y cariñosa que muchas veces se escondía atrás de una personalidad seria y de gesto adusto, la misma que al traspasar dicha barrera se encontraba un hombre amable, de espíritu bien formado y preocupado por su esposa, hijos y toda su familia, que a su vez vivía y sufría con intensidad su país. Desde pequeño fue educado por su madre entrando al colegio Maristas de San Isidro ya habiendo cumplido los 7 años. Fue un alumno precoz que combinó muy bien su pasión por los estudios y el atletismo, siendo sus pruebas favoritas el salto con garrocha y las carreras de vallas. Ingresó muy joven a la Universidad de San Marcos donde se graduó primero en Doctor en Historia y luego de abogado, entre sus profesores estuvieron Jorge Basadre, Julio C. Tello y Raúl Porras. Él me decía que permitía que le digan Doctor por su título en Historia ya que como abogado era licenciado, me comentaba que era mas difícil ser Señor que ser Doctor.
En el plano cultural fundó la biblioteca municipal la misma que ojalá algún día tenga su nombre, así como inició las primeras excavaciones en la Huaca Huallamarca con la asesoría de Arturo Jimenez Borja, así evitó que esta sea depredada por los afanes urbanísticos de la época. Hizo la Semana Peruana en Chile cuando los chilenos se quejaban por que la marina peruana había bautizado a sus dos nuevos submarinos como el Abtao y el Iquique. Se entrevistó secretamente con el Presidente chileno Carlos Ibañez, no solo tranquilizó las aguas sino que obtuvo la condecoración Bernardo O ‘ Higgins equivalente a la Orden del Sol peruana, además de recibir la visita del presidente a la exposición, hecho que fue primera plana de el diario El Mercurio. También hizo lo mismo con singular éxito en la hermana República del Ecuador. Su primera gestión terminó de forma abrupta cuando en una declaración que se hizo pública comentó que los alcaldes deberían ser elegidos por el pueblo y no designados, declaración que al ser informada al presidente Prado (que a propósito pariente suyo) fue motivo de su inmediato pedido de renuncia. Posteriormente se inscribió en la Democracia Cristiana para luego ser miembro fundador del PPC.
Empezó a dictar cátedra en San Marcos recién graduado de historiador con solo 23 años, gracias a la recomendación de don Aurelio Miro Quesada. También llegó a ser sub teniente del ejército peruano asimilado a la pre militar, lo hacía entre otras cosas para terminar de conquistar a mi madre y tranquilizar a mi abuela.
Recuerdo que por motivos de salud de mi hermano y mía la familia tuvo que emigrar a La Molina en el año 1958 cuando dicho paraje era solo campo y pertenecía al distrito de Ate. En La Molina terminaron de llegar el resto de mis hermanos hasta llegar a siete y la civilización nos fue alcanzando.
Recuerdo cuando fue alcalde de San Isidro en los años cincuenta con 31 años recién cumplidos. Acostumbraba recorrer el distrito en su auto y nos llevaba a mi hermano y a mi, siempre llevaba una libreta para tomar nota sobre las reparaciones que había que hacer en las pistas y nos mostraba con orgullo los vehículos de Serenazgo de reciente creación en ese entonces. Hizo la campaña del silencio con singular éxito, casi no se escuchaban las bocinas de los autos.
Cuando se restauró la democracia mi madre llegó a ser dos veces regidora y mi padre ocupó la presidencia de Entur Perú que era dueña de la cadena hotelera mas grande del país, lo que le permitió en cumplimiento se sus funciones terminar de recorrer todo el Perú y escribir una serie de artículos sobre la historia de los diversos lugares que visitó, los mismos que fueron publicados por el diario El Comercio y que la familia se ha hecho el propósito de recopilar.
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
7
Ya una vez mayores y algunos hijos casados decidió regresar a San Isidro, donde sin sospecharlo fue propuesto por Luis Bedoya Reyes con la anuencia del presidente Belaunde a ser candidato por el Fredemo en las elecciones municipales de finales del año 1989. Recuerdo muy claramente esos años donde compartía con él sus preocupaciones y deseos para que San Isidro sea el mejor distrito de Lima, asimismo tuvimos un pacto implícito donde solo un par de veces acudí a su despacho solo para recogerlo e ir juntos a su casa. Uno de sus primeros actos de gobierno fue rescatar la figura de Serenazgo que había creado durante su primera gestión, la misma que no fue exenta de presiones por intereses subalternos.
presiones de algunos contructores inescrupulosos, las mismas que supo capear con gran solvencia y rectitud hasta tener una solución permanente para los problemas de agua y desagüe como lo fue ACADESI. Muchas veces me comentaba lo difícil que era ser alcalde de San Isidro por las presiones de sus habitantes y los intereses particulares, sin embargo se daba tiempo para salir a correr por los parques del vecino distrito de Lince e ir a jugar tenis al estadio municipal, el que fue remodelado durante su gestión.
Recuerdo que una vez lo llamó de madrugada el Jefe de Serenazgo informándole que unos serenos habían sido tomados prisioneros y estaban retenidos en la comisaría, resulta que en cumplimiento de sus funciones habían intervenido a personas de mal vivir que ofrecían sus servicios nocturnos entre las avenidas Javier Prado y Paseo de la República, lo paradójico del problema era que uno de los protectores de dichas actividades era un oficial de la policía.
Al culminar su gestión como Alcalde se dedicó a su pasión por la historia, a atender temas personales y asuntos de familia. Produjo varios artículos que se publicaron en El Comercio así como mas de un libro, pero guardaba mucho cariño por el último dedicado a su Anconsito titulado “Navegando entre el Perú y Ancón”, donde hace un relato del distrito desde sus épocas pre incaicas, la partida al exilio de nuestro libertador San Martín, las anécdotas de Ricardo Palma cuya casa aun se conserva, la firma del tratado con Chile por el general Iglesias y los diversos personajes que ahí vivieron hasta nuestras épocas.
Como bien se comprenderá dicho episodio no pasó inadvertido y fue la comidilla en los titulares de los diarios los días siguientes. El resultado es que gracias a dicho incidente el servicio de Serenazgo cobró un auge extraordinario y hoy es parte integrante de nuestra vida cotidiana.
Ancón fue para él su refugio veraniego y fuente de inspiración. Alli de joven solía enamorar a mi madre, gozar a sus hijos y nietos hasta finalmente engreír a su bisnieta. Le encantaba nadar y sorprendía a todos con sus largas sesiones de natación cuando de lejos había sobrepasado los ochenta años.
Recuerdo también cuando tuvo que tomar la decisión de suspender todas las licencias de obra en el distrito, ya que se percató que las empresas estatales de servicios públicos de agua y energía entregaban factibilidades de uso fraudulentas. Decisión que le ocasionó grandes
Esperaba llegar al verano del 2013 con mucha esperanza ya que la brisa marina lo hacía sentir joven pero Dios decidió llevárselo unos días antes de navidad para que esté a su lado y sea otro el que tenga que prologar este libro.
Carlos Neuhaus Rizo Patrón 8
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
A MANERA DE EXPLICACIÓN Hacia 1920 la distancia entre Lima y Miraflores estaba colmada de bellos campos agrícolas pertenecientes a diversas haciendas como Lobatón, San Isidro, Orrantia, Limatambo, Chacarilla, Santa Cruz y otras, dedicadas principalmente a cultivos de panllevar. Lobatón por ejemplo pertenecía a la familia Risso y era famosa por una acreditada lechería. Era contigua a la hacienda Orrantia, de la familia Prado. De ahí que el límite entre Lince y San Isidro fué originalmente constituido, no por la Avenida Dos de Mayo sino por el muro de adobe que estaba situado detrás de todas las propiedades situadas tras la vereda norte de dicha Avenida. Era ameno encaramarse sobre aquel muro y mirar a las opulentas vacas lecheras pastar sobre la inmensa superficie verde de los alfalfares y pastizales. Tanto como saltar «temerariamente» dicho muro para presumir de toreros ante las inmensas pero inofensivas y blanconas o berrendas vacas. Antes del año 1930 estaba construido el espléndido Hotel Country Club. Servía originalmente como «club house» a los socios del Lima Golf Club y como «tea house» a los polistas que tenían el campo de juego situado entre la Avenida Javier Prado y el flamante Hotel. El Country Club se unía por una angosta pista de cemento con la cuadra 26 de la Avenida Arequipa - antes Leguía - pista excelentemente pavimentada por la contratista norteamericana «Foundation». Hoy se llama avenida Basadre en homenaje al Maestro que vivió en esa vía, frente a la Avenida El Rosario. Al lado estaba la antigua hacienda Orrantia que dio nombre a una urbanización que se desarrolló desde la Avenida Arequipa hasta el lindero con las tierras agrícolas de la antigua Magdalena. O sea, hasta la avenida llamada hoy Juan de la Fuente, antes Antonio Miro Quesada. Desde Orrantia hasta la Avenida Brasil se caminaba o cabalgaba por un callejón amurallado, rodeado de chacras, que más tarde se convertirá en la Avenida Pershing. Por esos parajes solíase cazar pájaros con honda o escopeta de perdigón. Cuando se quiso urbanizar el campo de Polo del Country Club, el vecino César Canevaro cuestionó la acción reclamando, con justicia, el derecho de vista al parque. Ganó y se tuvo que hacer el Parque Alfonso Ugarte. El Polo se trasladó al llamado «Campo de Salaverry», situado a una cuadra de aquella avenida. Más tarde el citado campo se trasladó a Monterrico y ese lugar se convirtió en Parque Acosta y todo su vecindario periférico tiene títulos de propiedad inscritos en los Re-
gistros Públicos correspondientes a San Isidro. Sin embargo, los ediles de la Magdalena les han pintado rótulos con el nombre de la bíblica pecadora. Hay cerca de cuarenta manzanas en disputa a resolverse mediante un pactado arbitraje. Es de recordar todos los problemas humanos que se produjeron por la tentación Adánica de comerse una manzana ajena. Cuántos podrían producirse a la Magdalena por ingerir, indebida y exabruptamente, cuarenta manzanas!. La urbanización Orrantia, comenzó dijimos, a la altura de la Avenida Arequipa y tuvo como eje a la Avenida Javier Prado cuyas dos pistas no se construyeron simultáneamente sino al compás de la venta de lotes. Vale recordar como aceleró este proceso el ingenio del vendedor Luis Dammert Muelle, quien organizó un sorteo entre compradores. A quien le tocaba el número premiado dejaba de pagar el saldo de cuotas deudoras. Este sistema, original entonces, permitió una rapidísima venta de los terrenos. Paralelamente se fueron extendiendo las urbanizaciones sobre los distintos fundos que componían el Distrito de San Isidro, creado en 1931 mediante un Decreto Ley que promulgó el transitorio y probo Jefe de Gobierno David Samanez Ocampo. Autor tenaz de la iniciativa fue un excelente médico el Doctor Alfredo A. Parodi, su primer Alcalde en cuyo recuerdo se bautizó el arbolado Paseo Parodi. Lo singular fue que en 1956, al cumplirse los 25 años de creación del Distrito, Don Alfredo, pese a su edad, desempeñó nuevamente la Alcaldía durante algunos meses. Nos tocó sucederle en setiembre de ese año. En realidad era extraño que el espacio entre Lima y Miraflores no se hubiese ocupado. Sólo tren y tranvía unían ambos destinos. La Avenida Arequipa y las paralelas Petit Thouars y Arenales acabaron por hacer un todo urbanístico entre ambos extremos. Originalmente, San Isidro crece alrededor del Olivar, cuando se urbaniza la hacienda San Isidro por los señores Moreyra, según describe con puntillosa memoria y amenidad Luis Alayza Paz Soldán en artículos que le pedimos para la Revista Municipal Cabildo, en 1958 y que ahora reproducimos en este pequeño volumen. No cabe duda que la intención de los urbanizadores fue crear la más bella zona de viviendas en Lima. Y se logró. SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
9
Lamentablemente, circunstancias económicas y sociales peruanas, que datan desde finales de 1960 transformaron la índole urbana del Distrito. El centro de Lima se descompuso por razones de todos conocidas, las oficinas, consultorios, estudios, etc. se trasladaron a Miraflores primero y San Isidro después. Quienes tenían residencias se vieron afectados por las expropiaciones agrícolas, mineras, pesqueras, periodísticas y de toda índole que se producen durante el Gobierno del General Velazco. Y como también se expropió hasta la jubilación y los arrendamientos de vivienda se congelaron, la gente que vivia en las residencias de San Isidro tuvo que recurrir a los más singulares contratos de arrendamiento para poder subsistir. O derrumbaron sus casas para hacer edificios, en consonancia con las teorías arquitectónicas o agrarias de verticalizar la ciudad de Lima. Este fenómeno debe ser analizado con mas precisión. Sin embargo, quienes hemos vivido en este bello lugar, desde 1930 somos testigos de esta evolución que, por cierto, no comprenden aquellos que nada perdieron o tuvieron habilidad para sortear esos tiempos cianóticos del país. O por mejor expresarlo, esos años de cianuración peruana. El año 1940, aún estudiante del desaparecido Colegio San Isidro de los Hermanos Maristas, emprendimos con nuestro desaparecido amigo Alejandro Ferreyros Diez Canseco, la aventura de sacar una publicación que se llamó SEMANARIO SAN ISIDRO. En realidad no fue semanario sino número único. Perdimos nuestros ahorros, ahí señalábamos la falta de tiendas y de un Paseo que congregara a los vecinos. En realidad, el único punto de reunión casi total
era la Misa Dominical en la Parroquia de la Virgen del Pilar. En el atrio del templo, vimos y conocimos a muchísimas personas. Unas famosas, otras simpáticas, otras misteriosas. En fin, de todo había en la plazoleta Paz Soldán. Más tarde como Alcalde tuvimos mejores oportunidades de conocer a los vecinos. Unos amables, otros quejosos pero en fin, gente de buen talante. Podríamos aseverar que lejos de la frivolidad que algunos arrojan como cliché a nuestra villa, hemos tenido residentes que honraron y enaltecen al país con su ciencia y su cultura. Decir que San Isidro es aristocrático resulta fútil, vano y hasta absurdo. La aristocracia en el Perú ha desaparecido aunque puede haber una docena de familias con ilustre linaje que viven repartidas desde El Chirimoyo hasta Chorrillos. San Isidro fue y es sede de gente laboriosa. A muchos hemos tratado y nos permitimos presentar, en este primer opúsculo, ensayos y homenajes a algunos pocos de ellos. Algún día nos gustaría revisar las conservadas Actas del Concejo Municipal para barruntar y recordar algunas historias. Por ejemplo, el como y porqué se restauró la Huaca Huallamarca, sitio que revela la vida humana durante más de dos mil años. Y además, escenario bélico revolucionario en tiempos de Castilla. Dios conceda tiempo y gracia para ello. No habremos de extrañarnos si se dice hoy, con razón, que San Isidro ya es el primer centro empresarial y financiero del país. El sitio adonde se levantan los mejores edificios residenciales y el lugar adonde subsisten - felizmente - las más bellas casas de Lima. Por algo, para bien o para mal, el valor del terreno es el más alto del país.
Carlos Neuhaus Rizo Patrón 10
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
MEMORANDUM SOBRE SAN ISIDRO NOTAS SOBRE EL DESARROLLO DE SAN ISIDRO El Censo de 1940 daba al Perú una población de 7’023.111 habitantes, vale decir, una población semejante a la de Lima Metropolitana, hoy en día. Ese año, Lima tenía 605,000 habitantes, incluidos sus distritos, uno de ellos, por cierto San Isidro. Poco tiempo después, en 1947, un censo simple que hizo el Municipio de San Isidro señaló que la ciudad tenía 16,666 habitantes. Otro censo simple que nos tocó realizar como Alcalde de aquel distrito arrojó aproximadamente 25,000 habitantes en 1956 (Noviembre). Hoy en día pudiéramos acercarnos a los 80,000 habitantes. Empero, la incógnita mayor resulta ser la población flotante, calculándose, por ejemplo que un 80% de la población escolar (aprox.) 25,000 reside en otros distritos. En 1972 San Isidro tenía 63,296 habitantes y en 1981, 71,203. Curiosamente, el último censo (1994) calcula los residentes en 63,004. Referencias tomadas de un Boletín Municipal de 1954 (nov.) revelan que San Isidro tenía 1,356 casas. Otra Boletín de 1961 (mayo) indica que los primeros edificios multifamiliares se construyen en 1955 con un máximo de 5 pisos. Y en 1959 se erguirá el primero de once pisos. O sea que entre 1955 y 1960 se construyeron los primeros edificios multifamiliares, que suman 110, En previsión de lo que vendría en 1958, año auge de ese tipo de construcción, se dictó el Decreto de Alcaldía que obligó a tener, en terreno propio, estacionamiento de autos para el 75% de Departamentos que tenga un edificio. Este Decreto preventivo se dictó por el suscrito, en previsión ante el visible e incontenible incremento de viviendas multifamiliares. Esto también motivó serios estudios ordenados por el Alcalde Felipe Tudela Barreda a una Comisión presidida por el eminente Arq. Ricardo De la Jara Malachowski e integrada por los
Ingenieros Julio Haaker Fort, Luis Dorich T., Carlos León de Peralta y los arquitectos Alejandro Alva Manfredi, Carlos de Martis, Carlos Pestaña y Ernesto Gastelumendi. Dicha Comisión señaló acertadamente adonde podían crearse Centros Comerciales o edificios multifamiliares, adonde actividad comercial y así se procedió con previsión y buen criterio. En esos tiempos, el Municipio de San Isidro era dueño de sus alturas. Posteriomente y en especial después de 1970, bajo el imperio de la tesis urbana de «densificación», surgirán los edificios multifamiliares al amparo de una «zonificación» no diseñada por la prestigiosa Comisión Técnica de San Isidro. Además viene también de esa época la permisibilidad para utilizar espacios residenciales para destino comercial y la desordenada ubicación de centros educativos de toda índole basados en meros permisos del Ministerio de Educación. Todo lo expresado lleva a señalar que, a pesar de los ordenamientos aprobados en 1988 y en 1992, ya la ciudad de San Isidro no sigue creciendo desordenadamente. Los términos R y C y sus respectivas numeraciones han adquirido significado. Las compatibilidades de uso constituyen no códigos flexibles y más de ello, las Comisiones Técnicas que designan Colegios Profesionales han devenido en rectoras del desarrollo urbano. Felizmente este Concejo, en 1993 obtuvo, por Resolución de la Alcaldía de Lima No. 756 un nuevo plano de zonificación, de usos de suelo, de estacionamientos que ha asegurado dos puntos fundamentales: El 60% del Distrito es exclusivamente Residencial y los edificios tendrán alturas predeterminadas en metros lineales, no en pisos de variable altitud. Este documento, sin duda pondrá orden futuro en la ciudad cuyo destino como primer CENTRO PRINCIPAL FINANCIERO EMPRESARIAL, RESIDENCIAL DEL PAIS ES INELUDIBLE. Por ende los precios de los terrenos han subido de acuerdo con los tiempos que se viven.
Por Carlos Neuhaus Rizo Patrón SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
11
12
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
EL OLIVAR DE SAN ISIDRO (I) Por Luis Alayza y Paz Soldán
No vacilo en declarar que el rincón más interesante de la Ciudad de los Reyes, el de más solera, el más acogedor y romántico es el Olivar de San Isidro, del que hasta hace algunos años se podía decir que estaba a pocos kilómetros de Lima, pero que ahora con el crecimiento de la Capital, ha quedado entre ella y Miraflores a que en otros tiempos pertenecía la Hacienda San Isidro. Hasta 1931 el Olivar era un huerto cerrado con cercos de altos muros levantados en la segunda mitad del siglo XVIII, porque el terremoto de 1746 que arruinó a Lima trajo a tierra los antiguos. Una pregunta que muchos me han hecho: ¿Por qué se eligió esa zona para sembrar olivos? - Muy sencillamente, porque son árboles aptos para terrenos pobres -si se excava en el Olivar se encontrará casi uniformemente una delgada capa de tierra vegetal de unos dos pies de espesor, lo cual permite la casi inmediata filtración de las aguas de regadío, porque el subsuelo es de grava y arena perfectamente permeable. Según los títulos de la Hacienda Conde de San Isidro los olivos fueron plantados hace más de 370 años y según la tradición transmitida de viva voz, los españoles los talaron cuando en 1821 se vieron compelidos a salir de Lima. Por eso observándose en su sección más antigua ejemplares de troncos desplazados de enorme diámetros cortados bruscamente a más o menos dos metros de altura, de donde arrancan una o dos grandes ramas, brotes que tienen hoy casi ciento cincuenta años y aunque de diez o doce pulgadas de diámetro resulta desproporcionadamente delgados, en proporción a los troncos de donde emergen. En los primeros años de ese siglo teníamos en él, la sensación de hallarnos en un mundo aparte, en un ameno y rumoroso país de égloga, tierra virgiliana donde al lado de los árboles gigantes extendían los parrales de verde frescor y sus pámpanos tiernos y casi transparentes sobre elevadas pérgolas de donde colgaban los oscuros racimos de uva negra o los esmeraldinos de la Italia. No faltan en él algunas huacas con azoresa precoloniales medio derruidos de rojiza tierra evocadores de pretéritas edades, esparcidas en las veintisiete hectáreas de super-
ficie que ocupaba. En los mercurianos tiempos que comienzan en 1919, comenzó el Olivar a inspirar gran interés a algunos hombres de negocios muy influyentes en el Gobierno, planteaban urbanizarlo para dotar a Lima de un parque; pero la propietaria, señora Luisa Paz Soldán de Moreyra, anticípaseles trazando algunos lotes en él y cediendo el resto a la Comuna de Miraflores. Haciendo un poco de historia, recordaré que la Hacienda Conde de San Isidro pertenece por herencia y en mancomún a don Juan X... y a doña Juana Y... primos hermanos entre sí, jóvenes y guapos pero enemistados por el largo proceso sobre la propiedad de aquellas tierras, concluido por una transacción que las partía a medias entre ambos litigantes. Hízose pues la división del fundo, incluso de la mansión enorme que era y sigue siendo la Casa Hacienda, pero quedaba algo indivisible, un pequeño huerto al centro del cual existía una piscina forrada en azulejos color turquesa y topacio, de los que antiguamente se fabricaban en Lima sombreada por una pérgola donde se extendían hermanablemente jazmines y madreselvas. Dividiósele pues por medio de un muro para que el Conde y la Condesita bañáranse cada uno en su respectiva mitad. Pero internémonos más atrás. El Virrey Conde de Superunda, varón maravilloso y segundo fundador de Lima, a quien correspondió la noble misión de librar de los escombros que la cubrían a la Ciudad de los Reyes después del terremoto de 1746 y de comenzar a levantarla nuevamente, confirió con regia autorización el título de Conde de San Isidro a don Isidro Gutiérrez de Cossío en los benditos años del Rey Fernando VI, hijo de Felipe V y de María Luisa de Saboya, hombre inteligente, pacífico, laborioso, iniciador del Tratado de Paz con la Gran Bretaña celebrado en Aquisgrán el 30 de abril de 1748; quien por designio del hado entregóse, juntamente con su esposa doña Bárbara de Braganza a una profunda trizteza, mal hereditario de los Borbones y desganado del poder dejó la administración en manos de su favorito Faridelli, el tenor de voz más dulce de sus tiempos, que con sus calmantes acentos atenuaba las penas de la ilustre pareja como el joven David las del Rey Saúl. Con una pareja real melancólica y un Ministro artista navegaba el reino en SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
13
mares de bonanza con gran beneficio de sus subditos y en medio de una paz octaviana. En 1758 murió en Arajuez doña Bárbara y el rey más triste que nunca se recogió en el palacio de Villavictoria en compañía de su hermano el Infante don Luis, y en tan tétrico recinto la melancolía fue poco a poco convirtiéndose en extravío de la razón, hasta acabar un año mas tarde con la vida del rey cuando apenas contaba 46 años de edad y 13 de reinado. Pero volviendo al Conde de Superunda y al flamante Conde de San Isidro, don Isidro Gutiérrez de Cossío, diré que finado éste, su heredera doña Rosa Cossío esposa de don Jerónimo Ángulo y madre de la linda María del Carmen, enviudó muy joven. Pronto comenzaron a zumbar los galanes como zánganos en torno del panal en la casa hacienda, destacándose entre ellos los dos apuestos hermanos señores de Abarca, nobles y caballeros de la Orden de Santiago; y como resultado de tales asiduidades casó don Joaquin con la mocita y su hermano mayor, a falta de mejor cosa, apechugó con la viuda inconsolable; y el de la moza tuvo una niña y el de la vieja tuvo un varón, lo cual permite suponer que tan vieja no sería, y fueron aquellos dos pequeñines los mismos que andando a tiempo
litigaron entre sí concluyeron con un tratado de paz, amistad y matrimonio, por obra de la piscina encantada y del huerto de los jazmines. El proceso fue muy sencillo; aunque rebozando saña los jóvenes enemigos tomaban su baño a horas distintas; y o que retardándose ella o que él se apresurase, lo cierto es que a menudo se encontraban al penetrar por las sendas escaleras fronterizas de la piscina, y como aristócratas que eran, no dejaban de hacerse una displicente reverencia, la que poco a poco perdió su displicencia hasta convertirse en sonrisa, más tarde en besos y después... quien quiera saberlo pregunte cautivo de la huerta, fiero otomano tallado en un grueso tronco de roble y que en tiempos mejores fue mascarón de proa de un navio berebere, pirata del Mediterráneo vencido en singular contienda por el capitán de un barco de su majestad Católica comandado según creo por el abuelo del tatarabuelo de los fieros bañistas de San Isidro; y con tantas idas y venidas y con tantos dares y tomares acabaron por confeccionar una linda muñeca, la que años después fue la Condesa de San Isidro. Olvidaba decir que antes contrajeron justas nupcias apadrinadas por el Virrey.
Luis Alayza y Paz Soldán 14
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
DE COMO SE URBANIZO LA CHACRA DE SAN ISIDRO (II) Por Luis Alayza y Paz Soldán
En mi anterior artículo me referí a la historia antigua de San Isidro, y al episodio que puso fin al Estado de indivisión de la chacra de ese nombre: pero el propietario siguiente contrajo deudas que no pudo pagar y el fondo fue sacado a subasta pública, obteniendo la buena pro el Doctor Don José Gregorio Paz Soldán, el mismo cuyo busto se encuentra hoy en la Plazuela de la Basílica del Pilar de San Isidro. A su fallecimiento pasó a su hijo, Don José Luis Paz Soldán y Rouhaou y, finalmente, a su hija la señora Luisa Paz Soldán de Moreyra, bajo cuyo dominio inicióse la urbanización. El trance tuvo una historia bastante accidentada. El Doctor José Pardo, Presidente de la República, dispuso la apertura de la llamada hoy avenida Arequipa, la que se comenzó por sus dos extremos: Lima y Miraflores, pero quedó detenida por la oposición de don Francisco Moreyra y Riglos al corte de su chacra, oposición, por las razones que vamos a ver, perfectamente explicable. Para el corte era necesario destruir tres huertas maravillosamente cultivadas por unos labriegos chinos, una de ellas de bellísimos manzanos, y amputar un ángulo del Olivar de San Isidro, lugar que para todos los limeños debería ser una reliquia intangible, y que para los esposos Moreyra Paz Soldán fuera un cofre de recuerdos familiares, vinculado a la remembranza de sus padres y de sus numerosos hijos, al trabajo arduo y asiduo de la madre tierra por parte de Don Francisco, quien aunque abogado de profesión, la cultivaba por sí mismo. Por otra parte, la casa hacienda era una joya y su capilla un relicario. El huerto de que hablé en el artículo anterior, testigo de los románticos amores del Condesito y la Condesita en la piscina morisca de azulejos y bajo la mirada boba del mascaron de proa - trofeo que ganara un antepasado en uno de los tantos combates navales con los piratas del Pacífico - y otros rincones eran ceñidos lazos cuya ruptura había de ser muy dolorosa. Entre las huacas, además de la histórica de Pan de Azúcar, la más importante de la región, escenario de la batalla de La Palma y del Triunfo del Mariscal Castilla del 5 de Enero de 1855, había dos, con restos de antiguos templos pre-incaicos, en el curso de la malhadada Avenida y otras dos en el centro del Olivar, una de ellas con azores de vetustas murallas carcomidas por los siglos, y la otra cubierta por añoso parral que
producía cada año unas cuantas pipas de vino tinto, de uva pura, algo turbio, ligeramente amarillento, pero lleno de los exquisitos dejos, que suelen perderse en las manipulaciones que sufren los vinos de marca, perfectamente transparentes y de color encendido, gracias al maquí o a la uva de Alicante. Y el viejo Olivar, cuidadosamente mantenido, rendía cada año abundante cosecha de aceitunas gordas, negras y brillantes. En la hoy llamada calle Paz Soldán, que es mas bien una avenida y frente a la casa-hacienda y a su puerta, defendida por cuatro cañones coloniales, que para no hacer estragos en estos tiempos pacíficos que vivimos, hundidos boca en tierra, más que guardacantones son los recios centinelas de la mansión cargada de recuerdos y evocaciones, algunas de ellas históricas, como la de servir unas veces de retiro para meditar y escribir, y otras de escondite, al sabio doctor José Gregorio Paz Soldán, que alternaba sus lapsos de Fiscal de la Nación, con otros de conspirador; y tuvo mala suerte en los días de 1855 cuando el Mariscal Castilla y su terrible Ministro Domingo Elias lo perseguían cruelmente para encerrarlo en chirona. Todos esos sitios, y otros más que no menciono, habían sido habitados y muy vividos por la familia propietaria y por sus antepasados; y como eran los Moreyra gente de raza y de muchos pergaminos, aferrábase don Francisco a la heredad con garfios mas fuertes que los de la hiedra. Eran pues motivos sentimentales y por lo tanto poderosísimos, los que impelían al Dr. Moreyra a negar el pase a la Avenida que llevaría el nombre de José Pardo; y en vano hablábase del pingue negocio que resultaría de la urbanización de San Isidro, con sus novecientos metros de largo a ambos frentes de la Avenida en cierne, «No es cuestión de dinero, decía. Yo no sacrifico los sentimientos del alma por un puñado de oro, por mucho que pese». Pero, asaltando Palacio en la madrugada del 4 de Julio de 1919, entronizóse don Augusto B. Leguía, disolvió el Parlamento, convocó a nuevas elecciones y como buen financista que veia desde lejos y aún bajo el agua los negocios, hizo pasar aquel mismo año una ley de expropiación, drástica y fulminante; y munido de ella dictó un decreto concediendo a unos particulares la obra de abrir la Avenida a través de San Isidro, ofreciéndoles en compensación el derecho de comprar, a precio de faSAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
15
negada (lo que entonces quería decir a diez centavos metro cuadrado) ambas fajas, izquierda y derecha, de la nueva pista; es decir la parte más valiosa. Por excesiva que fuese tal concesión, no había posibilidad de luchar contra ella: don Augusto tenía su ley. Los propietarios consultaron a grandes abogados de Lima, y todos unánimemente declaraban: el decreto no es justo, pero es legal, y nada puede hacerse contra él. Cuando la familia se resignaba ya al desastre, apareció el novel abogado que dijo a don Francisco Moreyra, hijo (a quien todavía llámase Paco Moreyra): Hay que luchar, luchar a todo trance. Y si se lo recordaban los fundamentos jurídicos de sus ilustres colegas, repetía tercamente: “Si está perdido todo, aunque no se obtenga justicia no se podrá perder ya nada más; en tanto que luchando, con armas de la moral y la equidad, hay siempre una probabilidad, como en la ruleta. Pues, apuntar a ella y entrar al juego con toda decisión”. Dejóse fácilmente la familia Moreyra no convencer, sino impresionar, por esta tesis belicista, y se inició la lucha ante los tribunales. El primer tiro partió del contrincante. Era un pedido de inspección ocular -»vista de ojos»- como gráficamente la llamaba el Antiguo Código de Enjuiciamientos. Es un aforismo jurídico, decia el abogado novel, que no hay contrato sin causa. Donde no hay prestación no puede haber remuneración. Yo abriré la Avenida, y así caerá por su base el Decreto de don Augusto; y se lanzó a la obra. Buscando a un contratista capaz de realizarla con velocidad de relámpago, recomendáronle unos arequipeños al personaje adecuado, llamado Juan Bellodas; uno de esos labriegos loncos de la campiña del Misti, mestizo casi blanco, de pocos gestos y mucha labia, un tanto socarrón, abundante en recursos prácticos y escaso en escrúpulos, que siempre trabajaba con voluntad e inteligencia,; pero mucho más si tratábase de alguna trapizonda, pues como amante de la ventura, llegaba entonces hasta la abnegación de renunciar a toda ganancia, y hasta lo sublime en los medios que ponía en juego. Eran los meses que antecedían a la celebración del Centenario de la Proclamación de la Independencia, por Don José de San Martín y don Augusto, que se había propuesto celebrarlo en forma nunca vista, como gustábale hacer las cosas, ocupaba todos los brazos de la capital y alrededores, en las espléndidas obras iniciadas para mayor lucimiento de su Gobierno y de la fiesta. Había pues una gran dificultad para conseguir en número bastante los peones necesarios para dar un golpe sorpresivo y rapidísimo abriendo en un santiamén la Avenida, y con ello el golpe mortal a los contrincantes; pues siendo un contrato sin causa su demanda 16
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
nacería muerta. Pero Bellodas, que era un hombre magnífico y de grandes recursos, como ya hemos dicho, comprometióse a presentarse al día siguiente, a las 6 de la mañana, con 300 braseros para destruir los viejos paredones coloniales, las tapias y las huacas, los abandonados hornos de quemar ladrillos y cuanto estorbo se le opusiera, y a dejar perfectamente abierta y nivelada la pista que comunicaría las haciendas Lobatón y Santa Cruz, a través de San Isidro. Y lo hizo como lo dijo. Verdad que la mayor parte de sus hombres no entendían de pico, lampa y carretilla. Unos eran sastres fracasados, otros carpinteros chambones la mayoría muchachos vaqueros y adultos vagabundos recogidos en medio de la calle. Pero ahí estaba Bellodas como Napoleón en Marengo, arengando a sus tropas; Adelante; se trata de derrotar al Gobierno!, gritaba: argumento que siempre opera sobre el alma multitudinaria. Como, no sé porqué, la inspección ocular se retardaba, transcurrió mas de una semana antes de que se presentase el Juez con las partes y los abogados, el actuario y los «chupatintas». Llegó por fin, y pasaron todos sin estorbo; algunos en sus respectivos coches a lo largo de San Isidro, desde los linderos de Lince, hasta atravesar los de Santa Cruz, sobre una pista ajustada a las condiciones del plan oficial y perfectamente terraplenada. Ya estaba pues abierta la Avenida; por lo cual su Señoría comenzó, ipsofacto , a citar con voz engolada al plumario. «En la Hacienda San Isidro, comprensión del Distrito de Miraflores, de la Provincia de Lima, y siendo las once de la mañana se constituyó...etc. etc. y dejó constancia de haber atravezado el trecho materia de la inspección ocular sin dificultad alguna, y hace constar que las dos ruedas delanteras del automóvil, para más señas de marca Ford que conducía el personal de la justicia, avanzó sus ruedas delanteras hasta quedar en tierras de la hacienda Santa Cruz, parcialidad también etc,..etc,». El novel abogado había ganado la batalla y los concesionarios ante la espectativa de tener que seguir un juicio durante diez o veinte años y para perderlo seguramente, dijéronse: del lobo un pelo y propusieron por la vía de transacción - que fue aceptada inmediatamente - transcribir sus derechos de concesionarios al Dr. Moreyra, recibiendo en cambio diez mil metros. Eso sí, en un lote cuadrado y con frente a la Avenida. El epílogo fue obra de Bellodas, quien negóse insistentementee a recibir premio o remuneración extraordinaria. Había jugado una mala pasada a la autoridad constituida, y sentíase tan satisfecho como David cuando de una pedrada derribó al gigante. Quedaba pues abierta la brecha, primero de la urbanización de San Isidro. Del segundo hablaremos próximamente. Luis Alayza y Paz Soldán
LAS RAICES DE SAN ISIDRO Charla dictada por Aurelio Miro Quesada El distrito de San Isidro, caracterizado por sus edificios modernos, sus residencias solariegas y por la abundancia de plantas de olivos, hunde sus raíces en muchos siglos, antes de la llegada de los españoles, cuando estaba habitado por antiguos pobladores limeños. Una muestra de esta población es la gran cantidad de vestigios encontrados en esta zona, de las cuales se conserva la huaca «HUALLAMARCA». El expositor fue presentado por el alcalde, doctor Carlos Neuhaus Rizo Patrón, quien destacó la labor desempeñada por el orador como investigador, docente, pensador y escritor. Luego de agradecer las palabras del alcalde, el doctor Miró Quesada Sosa señaló que uno de los primeros recuerdos que tiene de San Isidro son sus olivos y sus verdes campos. Afirmó que el nombre de San Isidro proviene de la sucesión de cinco Condes del mismo nombre, que fueron propietarios del predio donde se ubica actualmente el distrito. Recordó que fue el español don Antonio de Rivera quien trajo de la Madre Patria tres estacas de olivo, las cuales plantó con mucho esmero en su predio.
Sostuvo que el último Conde de San Isidro fue Isidro de Cortázar y Abarca, quien en su juventud fue marino y posteriormente llegó a ser regidor y alcalde de Lima. Refirió que en su calidad de burgomaestre limeño, don Isidro de Cortázar fue el primero que firmó el acta de la independencia del Perú, en julio de 1921. Luego de su muerte, en fecha no precisada, el nuevo poseedor de su predio no pudo pagar sus deudas y lo puso a remate, adjudicándosele a don José Gregorio Paz Soldán. URBANIZACIÓN DE SAN ISIDRO El doctor Miró Quesada citó al investigador Luis Benjamín Cisneros, quien ha establecido que en Lima existieron las haciendas de Santa Beatriz, Balconcillo entre otras, y las chacras de Lobatón, Lince, San Isidro, Orrantia y Santa Cruz. Refirió que a finales del gobierno de Augusto B. Leguía cuando se inició la urbanización de la zona, creándose por aquella época el campo de polo, el del golf y el campo de aviación Faucett.
Indico que «una de estas plantas desapareció inexplicablemente, provocando el encono del Hispano, quien llegó a pedir la excomunión del autor de este acto ilícito. Luego de tres años apareció una estaca de olivo en el mismo lugar donde antes había desaparecido, con algo de dinero al costado», según refieren algunos cronistas y tradicionalistas, como don Ricardo Palma.
Indicó que el primer alcalde del distrito de San Isidro, creado en 1931, fue el doctor Alfredo Parodi.
SAN MARTIN DE PORRES SEMBRÓ OLIVOS
Enfatizó que es en estos momentos de violencia cuando debemos tener «Al distrito de San Isidro como el remanso de pacifismo espiritual». (El Comercio, 25 de abril de 1991)
En otro momento de su exposición, el doctor Miró Quesada señaló que en el terreno que tenían en los padres de Limatambo fray Martín de Porres sembró gran cantidad de plantas de olivo, que son las que después se extendieron por el distrito. El orador hizo una breve referencia a las generaciones de los Condes de San Isidro, así como su obra y su árbol genealógico.
Al finalizar su intervención, el doctor Aurelio Miró Quesada Sosa refirió que Miguel de Cervantes Saavedra, en su «Viaje de Parnaso» y en otras obras denota en los olivos la característica del Pacifico.
El doctor Aurelio Miró Quesada Sosa, vecino de este distrito desde hace más de 40 años, ofreció una interesante conferencia titulada “ Los Olivos, San Isidro, Ayer y Hoy” en el auditorio de la biblioteca municipal, como parte de las actividades por el 60 Aniversario de la creación política del distrito. SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
17
18
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
ESCRITORES DE SAN ISIDRO EN EL RECUERDO En la Feria del Libro de San Isidro hay un «stand» que exhibe obras de autores que vivieron o viven en este Distrito. Pasan los treinta los trascendentes. Es justo y equitativo referirse a los que guardamos en la memoria. Luis Alayza Paz Soldán era ágil de mente y cuerpo. Hombre ameno y muy culto. Cubierto por una boina negra viaja por el Perú y lo describe en «Mi País». Alguna vez relata como impulsó al joven abogado Francisco Moreyra y Paz Soldán para adelantarse al remate del fundo San Isidro que promovió el Gobierno de Leguia, a fin de abrir la Avenida Arequipa, en la década de los veinte. Vecino del Olivar - su casa la habita hoy Marina Núñez del Prado - animó también la creación del Distrito, en 1931 y fue el bautista laico de sus primeras calles, aquellas como Conquistadores, Libertadores, Manchaypuito, La Niña, etc. Andrés Aramburú Menchaca vivió bajo el umbroso toldo de los álamos de la Avenida del Bosque, hoy Daniel Hernández, esquina con Ricardo Palma. Del primero acaso le fluiría el clasisismo, del segundo el buen lenguaje. Hombre de vasta y versátil cultura, profundo en sus textos y clases sobre Derecho Internacional, Impulsor del arbitraje, dueño de vivaz anecdotario. Ejerció, en últimas el Decanato del Colegio de Abogados, en la Sede de la Av. Santa Cruz, otrora jurisdicción de San Isidro y que traviesas plumas legislativas trasladaron a Miraflores en un aberrante «divortium no acquarum» sino vial. Jorge Basadre, aquel noble historiador sin silencios, residía desde la década del cuarenta en una bella y sencilla casa ubicada en la esquina de Los Naranjos y la Avenida Orrantía, hoy Avenida Jorge Basadre. El pequeño salón del primer piso fue escenario de mil tertulias, de sus serenos consejos. Ahí expresaba sus profundas convicciones sobre la posibilidad del Perú, su condena contra el régimen de Velazco y se preguntaba alguna vez con humor! ¿Por qué no conspira Mario Polar en Arequipa?. Años antes, firmaba ahí su adhesión a la candidatura de Aurelio Miro Quesada al Rectorado de San Marcos, frente a la oficialista de Pedro Dulanto (1950) quien, por cierto, salió elegido cuando el aparato oficial se volcó a su favor. «Ad usum». A Basadre le erigimos estatua al inicio de su avenida. Victor Andrés Belaúnde, habitó San Isidro desde los años treinta. Aún
se alcanza a divisar, desde la antigua Calle Country Club, hoy «Víctor Andrés Belaúnde», los libros de la biblioteca del Maestro sobre el alféizar de un ventanal del tercer piso de su casa. El señor salía matinalmente a recibir al Señor, en la vecina Iglesia Pasionista y escuchar la misa de 8.30 am. Monseñor Miguel Irizar relataba como le servía de censor en sus primeros sermones. Don Víctor Andrés solía jactarse del beneficio que le significaba despertarse diariamente a las tres de la mañana y meditar. Luego escribiría y escribiría sobre todo lo divino y humano, dicho esto con el mayor cariño. Pues sus obras viajan entre lo teológico, lo filosófico, la sociológico, lo jurídico y lo histórico. En los cultos y caudalosos tramos de su amenísima conversación, solía aplomarnos con sus llamadas «apotegmas», ingeniosas sentencias, plenas de precisión y sabiduría. Tiene busto en la Avenida del Rosario que - sin duda - merece mayor pedestal. José Luis Bustamante y Rivero, paradigma de gobernantes peruano acaso por ello lo deportaron - vivió en la primera cuadra de la Avenida El Golf, hoy Aurelio Miró Quesada de la Guerra. Ahí no escribió su agotado libro «Tres Años de Lucha por la Democracia en el Perú» (editado en Buenos Aires durante su exilio 1949). Sin embargo, en San Isidro trató de escribir sus Memorias pero, su energía vital le hizo dedicarse a empresas trascendentales como solucionar el diferendo limítrofe entre Honduras y el Salvador. O donar justicia, como miembro del Tribunal Internacional de La Haya. O intentar hacerla, mediante eruditos dictámenes o Presidiendo un frustrado Tribunal Peruano de Arbitraje que nunca funcionó, acaso por esa invencible vocación por la justicia letárgica que tienen muchos en este singular país nuestro. Un Parque lleva su nombre a donde colocamos una estatua hecha por Baca Rossi. Francisco García Calderón Rey, insigne representante de la llamada Generación del Novecientos, autor, entre tantas obras de «El Perú Contemporáneo» y «Las Democracias en América Latina», paso sus últimos años en una casa de la calle Juan de Arona (seudónimo del escritor Pedro Paz Soldán) y solía dar caminatas de reflexión por el Olivar. Falleció en 1953. Por ese tiempo o poco antes, lo visitaría su hermano Ventura, quien también habito esa bella casa. Domingo García Rada, hombre afabilísimo, jurista y juez en el mejor sentido de la palabra, es autor de «Instituciones de Derecho Procesal SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
19
Penal», de ilustrativas Memorias Judiciales y de muchísimos artículos. Ejemplar Presidente del Jurado Nacional de Elecciones, fue víctima de un malvado atentado terrorista al salir de su departamento, en la Calle Roma de San Isidro. Supo sobrellevar su dolor con estoicismo de viejo católico. Le recordamos en los primeros avatares por constituir la Acción Católica en el Perú, institución lamentablemente desestimada. Dicho Movimiento, con personas como García Rada, su suegro Víctor A. Belaunde, los Alayza Grundy y muchos otros, contribuyeron a formar la conciencia social cristiana que se nutre en la libertad del hombre y no en el libertinaje de las especies. José León Barandiarán, acaso uno de los juristas más profundos, cultos y razonadores del siglo XX, vivió en pequeña casa, sita en Calle Manuel Gonzales Olaechea, que honra a otro distinguido abogado y vecino, prematuramente fallecido. Don José León, en verdad, nos enseño a comprender - no recitar - el derecho. Comentó como nadie, el magnífico Código Civil de 1936. Lo enseñó en San Marcos y participó activamente en el vigente Código de 1984. Pero acaso, su mayor singularidad radica en haber dejado una Escuela de Maestros en Derecho, muchos de los cuales has ejercido el Decanato del Colegio de Abogados. Personalmente sentimos cierta luminosa fascinación por su Manual del Acto Jurídico. León Barandiarán tiene busto en San Isidro en el Jardín de los Amautas. Luis Miró Quesada de la Guerra, tuvo de joven brillante desempeño como Catedrático Sanmarquino y escribió sobre «Ideas y Realizaciones Pedagógicas». Si bien se ha publicado una obra que recoge aspectos de su vida muy patriótico. Fuere hacer compilación de sus famosas editoriales que, muchas veces, fueron consultados antes de tomarse decisiones gubernamentales. Iniquidad fue despojarle de «El Comercio», en los últimos años de su vida, como lo fue el de todos los medios de comunicación a más de las apropiaciones del autártico régimen de Velasco que, sin duda motivaron hasta el cambio de fisonomía urbana de Lima y particularmente de San Isidro. Don Luis vivió y falleció en bella casona - hoy demolida - sita en la segunda cuadra de la avenida Javier Prado. Racso, (¿es necesario decir Osear Miró Quesada?), ejerció docencia casi cotidiana a inmensa cantidad de peruanos. Al margen de sus obras sobre filosofía, sociología, psicología, arte, derecho y gracias a su cultura humanística, fue el gran divulgador de temas científicos, siempre 20 SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
animoso, siempre inquieto y dueño de una bondad bíblica, vivió en una bella residencia sita en la Av. Javier Prado cuadra séptima, tan amplia como sus sueños y su cultura. Su busto honra en El Jardín de los Amautas que rodea la Huaca Huallamarca. Sobrino carnal de los anteriores fue Carlos Miró Quesada Laos, ameno ensayista, escritor punzante y valiente. Tiene escritos libros sobre Historia del Periodismo, «Radiografía de los Partidos Políticos» y un sugerente testimonio sobre el General Sánchez Cerro. Vivió en la calle Víctor Andrés Belaúnde esquina con Los Pinos. Falleció en Bruselas víctima de un accidente automovilístico. Manuel Moreyra y Paz Soldán, ha sido uno de los investigadores más serios que hemos tenido sobre asuntos económicos. Era ingeniero civil. Se ha ocupado de historia monetaria estudiando La Casa de Moneda o La Circulación durante la conquista y el virreynato, así como el Tribunal de Consulado, jurisdicción virreynal que perdura en la república, para resolver litigios entre comerciantes. Don Manuel vivió en la calle Santa Luisa dada en honor a su madre, junto a la bella casa hacienda San Isidro. Carlos Moreyra, su hermano, ingeniero agrónomo, hombre capaz de ingenio sutil, llegó a ser Vice-Presidente del Perú en el segundo gobierno de Manuel Prado en 1956 y dejó de serlo -como tantos - por razón de militarismo, cosa distinta a ser militar, allá por los tiempos de Pérez Godoy (1962). Carlos Moreyra ha publicado «Evolución de la Agricultura Nacional» y una interesante biografía del Presidente Manuel Prado Ugarteche, que descubre episodios desconocidos de su meritoria vida, a caso difuminada o desvirtuada por impresiones adversas que, justo fuere poner de lado. Vivió en la calle Los Laureles. Mario Polar Ugarteche segundo Vice Presidente del Perú (1963-68) fue habitante diurno y nocturno del Senado y residió en un departamento de la calle Víctor Maúrtua, jurista economista, orador convincente y escritor ameno , solíamos decirle que abandonara la política para acatar su vocación del buen escribir. Sin embargo, la galanura de sus discursos parlamentarios embelesaba a todos. Durante los «años negros» del 70 escribió unas famosas Cartas a su Nieto, que hizo sentirlo una especie de pater generalis y sus «Estampas Humanas», con ilustraciones bellas de su paisano el pintor Núnez Ureta. Emilio Romero es uno de los valores más preciados aunque poco re-
lievados que ha tenido el Perú en este siglo. Geógrafo por afición, nos deja sin embargo una de las mejores historias económicas del Perú, parcialmente superada por el magnífico libro de Juan Bardella que solo cubre el último centenio. Romero - Constituyente en 1931 - fue uno de los propulsores del descentralismo, paso cauto y previsto que debió anticipar el frustrado intento regionalista de más tarde. Vivió en la calle Burgos, no lejos de la vía del historiador Prescott que, sin duda, leería y meditaría con sapiencia. Augusto Tamayo nos fascina ya, en la década del cuarenta con su maestro poético: la ilusión del «cerúleo mar». Vivió en un bello chalet ubicado en la calle Los Fresnos. Sus clases de literatura en San Marcos eran primorosas por su galano estilo de expresarlas. Tenía en común con su colega y amigo Luis Favio Xammar, la ironía a flor de pluma. Cuando la conmemoración del IV Centenario de San Marcos vino a Lima el célebre escritor español Dámaso Alonso
y en amena tertulia le llamaría «L’ enfant terrible». Nada de ello tenía Augusto. Su bondad, al contrario, lo llevaba por los más tersos caminos. Más tarde escribe su fabulosa Historia de la Literatura Peruana, colmada de verbo e irreprochable en veracidad. Últimamente se ha publicado una nueva Edición. Tuvo a bien legar su Biblioteca a la Municipalidad de San Isidro, contándole por cierto, quien fundó ésta. Le recordamos con entrañable afecto. Al final vivió en calle de nombre que le venía justo: Camino Real. Porque en nuestro juicio, en un camino real que conduce al Parnaso, adonde moran las decenas de escritores que, viviendo es esta bella ciudad de los olivos, han publicado libros, artículos o inventado poseía. Su recuerdo nos alivia e inspira para trucar de vez en cuando la escoba por la pluma. Carlos Neuhaus Rizo Patrón, Discurso al inagurar «La Feria del Libro», San Isidro 24 de noviembre de 1994.
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
21
22
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
DON JOSE LUIS BUSTAMANTE Y RIVERO Cuando nuestros pueblos y sus restablecidas libertades en 1945 se veían aún envueltos en los terrosos torbellinos del odio político y hasta de la inquina personal, reclama usted en su Mensaje Presidencial a la Nación, el 28 de Julio de aquel año que, «a los ciudadanos incumbe prestar al nuevo régimen todo el caudal de su colaboración... No cuentan para ello - añade - diferencias ideológicas ni posiciones políticas, porque en el plano de una bien entendida cordialidad patriótica caben la libre discusión de las ideas y la alturada discrepancia de los puntos de vista». Lamentablemente, esta invocación no prosperó. Tres años después, terminada la Segunda Guerra Mundial, si bien el Estado de Guerra del Perú contra el nazi-fascismo había sido declarado, y el conflicto mundial se había extendido al Asia. Los peruanos, alejados del teatro de operaciones sentíamos que existía en nuestras mentes una suerte de vocación conceptual que nos conducía a reiterar a diestra y siniestra palabras como democracia y libertad. Acaso éramos todos ecos del momento, de la promesa que surgía de la reciente Carta de San Francisco. Más tarde comprendimos que dichas proclamadas frases llevaban más ilusión que convicción. Mientras, el mundo empezaba a romperse en tajadas, Bustamante tenía fe en el futuro ordenamiento legal que prometían las Naciones Unidas y anotaría «tras la contienda enorme, la humanidad llega sangrante a una unánime conclusión: la necesidad de una convivencia en la Paz». Años más el ex-Presidente Bustamante tendrá el acierto de lograr la paz entre Honduras y El Salvador. Tiempo después, tocaría a otros hábiles y distinguidos peruanos, como Víctor Andrés Belaúnde y Javier Pérez de Cuellar, desde sus altos cargos en la Organización de las Naciones Unidas, auspiciar y auscultar finalmente, los latidos de la paz de los llamados dos mundos. Ahora toca a todos los peruanos extinguir las hogueras nuestras, hechas con las remanentes pero aún quemantes ascuas de apagados fuegos que, por tantos años, han atizado ideologías extranjeras. El Presidente Bustamante llevaba como algo consubstancial y acaso congénito el tema de la práctica al par que la divulgación del Derecho. Tan arduo de definir y más para practicar. Ya San Agustín, en citada frase, expresaba «Cuando tú me preguntas lo que es un Derecho, yo no puedo decírtelo; pero si no me lo preguntas, sí que lo sé». No obs-
tante el Dr. Bustamante, como Catedrático de la Universidad arequipeña de San Agustín, al analizar en 1934 la personalidad de Don Francisco García Calderón, - autor del monumental Diccionario de la Legislación Peruana - asentirá en el concepto dinámico del Derecho, que no es inasible teoría aposentada en la fijeza del pasado. Señaló entonces, que «si la idea del Derecho pudiera granearse, cabría tal vez , representarla, sedientas las fauces y extendidos los brazos en actitud de perpetua aspiración hacia la altura, quizá, inasible, de la felicidad social» (pág. 19). Veinte años más tarde, envía desde Madrid un trepidante ensayo, acaso fruto de su experiencia tanto de gobernante como de exilado. La obra se tituló «LA SUBESTIMACIÓN DEL DERECHO EN EL MUNDO MODERNO». Ahí señalará que «la observación objetiva de la realidad social de nuestra época nos lleva a una comprobación harto inquietante: existe una tendencia de menosprecio del Derecho. Se percibe en los hombres una postura mental de subestimación de lo jurídico ; y , en correspondencia con esa actitud del pensamiento, las acciones humanas pierden escrupulosidad en el acatamiento de la ley». La historia contemporánea del Perú así lo comprobará. Tanto en el Derecho público que en veces parece cosa privada como en el Derecho privado que muchas veces se apoyó en el poder público. Bustamante en su libro «TRES AÑOS DE LUCHA POR LA DEMOCRACIA EN EL PERU» asevera que su programa de gobierno «reposaba en la Ley y proclamaba el imperio de las normas jurídicas como instrumento de gobierno», que debe ser «motivo de orgullo para las naciones» sin embargo, expresa en 1949 que durante los últimos tres años el Derecho ha sido entre nosotros «el blanco de las protestas y las burlas de los descontentos de todos lados. Se ha escarnecido la juridicidad», añade. No ha sido distinto en la mayor parte de los años posteriores a su gobierno. En nuestro país el Derecho se ha visto girar como una rosa de los vientos. La Ley - cualesquiera que fuere su origen - es tomada como una cometa cuyo pabilo sujeta cualquier individuo, anudándole o alargándole como le viene en gusto. Todo el sistema está librado al soplo de los vientos. Las convicciones jurídicas del Presidente Bustamante distan mucho de estimar al Derecho como perla de escaparate o ave que deambula sin nido. Se ha tratado con lucidez el tema de las doscientas millas marinas de pleno dominio que gana al Perú. Dominio nada arbitrario ni meSAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
23
nos descortés frente al Derecho Internacional. Nuestro homenaje se produce en el mes de agosto, al haberse cumplido cuarenta y cinco años de la promulgación de aquel Decreto refrendado por un jurista ilustre, el Canciller Enrique García Sayán. El Decreto del Io de agosto de 1947 se funda, como es sabido en la obligación nacional de proteger y conservar las riquezas naturales «cuya permanencia al patrimonio nacional - se señaló - es indispensable proclamar». No se trata de volver intocables aquellas riquezas ni de atascar el paso inocente de los navios en nuestro vasto y depredado territorio marítimo. Recordaba él que sobre nuestra plataforma marina vuéleanse, sumidos en el caudal de nuestro ríos o la resaca del oleaje marino, especies o sustancias que, en admirable fotosíntesis, conducen a la formación del plancton, vivero de nuestras especies ictiológicas. De ahí la decisión tan certera como audaz de extender nuestro dominio territorial a las doscientas millas, justificándose por ello la inscripción que orla este monumento levantado en honor del Presidente que brindó la mayor conquista al Perú: «Conquistó el Mar Peruano con la razón y el derecho». Vale recordar que este Derecho fue recibido con el mayor beneplácito en los vecinos países, hecho conmemorado en Santiago de Chile, adonde acude Bustamante en 1952 para celebrar el XXV aniversario de su Decisión, en presencia de ilustres representantes de ese país y de Ecuador. Paradójica situación se produce entonces, Bustamante al Perú no podía llegar porque el gobierno de entonces, omiso al cumplimiento de la Constitución, no le permite navegar en las aguas marinas o en el espacio aéreo que él conquistó. Hablar sobre la ideología de nuestro ilustre y Patricio ex-Gobernante y omitir su pensamiento Constitucional sería pecar de manquedad. Si la vida humana es la raíz de un árbol y el tronco es el Derecho que la eleva, la Constitución, en un estado civilizado es la savia que debe penetrar en todas las ramas para que exista fruto válido o lozanía. Por eso dirá Bustamante en 1952 que hay «en la teoría democrática un talismán que preserva la continuidad medular del Derecho: la Constitución», ley fundamental que «sufre el impacto agresivo de los hombres bajo el golpe de las dictaduras. Y roto el orden constitucional desaparece el estado de Derecho para dar paso a la zozobra y el temor en el espíritu público». Y añade «si la inseguridad jurídica perturba esta confiada espectativa del día de mañana; si al acostarnos no sabemos que vientos de tumulto nos traerá la aurora, entonces cunde la desconfianza, y la iniciativa se recoge y la libertad se amedrenta y la personalidad se deprime y el respeto que inspiraba ese baluarte de la seguridad social que es el 24
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
Derecho, se desmenuza como el polvo de una ruina». Ha señalado Basadre que casi todos los alzamientos caudillescos del Perú han usado de pretexto a la vigente Constitución para mudarla por otra a su gusto. Por ello las Constituciones que han emanado de rebeliones como la de 1920 por solo tocar este siglo duraron tanto como su auspiciador el Gobierno Revolucionario del señor Leguía. Subrógase la de 1933 por el golpe del General Velazco. Apruébase la de 1979 que ninguna necesidad hubo de modificarla por las agrestes vías tomadas. Este desprecio por las Cartas Magnas afecta no solo y torna inútil la lección cívica que se brinda en los Colegios, sino que contribuye al menosprecio popular por ese básico Texto Legal. Y lo más grave aún es que ese nocivo desprecio afectará sin duda el prestigio de la próxima Constitución. Porque sus páginas podrán pasar por el mismo ciclo. Y podría ser, otra vez hojas caídas al viento, juguetes de los usuales ventarrones que soplan los frecuentes «salvadores» de nuestra frágil República. Magníficas semblanzas se han escrito sobre el Dr. Bustamante y Rivero. Destácase entre ellas el discurso que tocó pronunciar al Dr. Aurelio Miro Quesada al incorporar a nuestro ilustre jurista como Miembro de Número de la Academia Peruana de la Lengua. Al destacar sus calidades de escritor, recuerda que en los momentos más difíciles de su gestión escribía sus propios discursos, como Bolívar durante la Emancipación, o - con más semejanza - como Vivanco, como Manuel Pardo o como Piérola en el siglo XIX. Era pues Don José Luis, como señala certeramente Aurelio Miro Quesada, esa persona «que quiso proceder siempre con un critero ético, un sentido jurídico y una limpia y estricta fidelidad a su conciencia». Es lástima que Roberto Ramirez del Villar no haya conservado la etopeya de Bustamante que pronunció al fallecimiento de un hombre que es fanal para muchos o electrizada e hiriente alambrera para otros. No hemos querido incidir en la calidad literaria, excelsa por lo demás, del ilustre Patricio cuya memoria evocamos con respeto, con afecto, con el sentimiento de quien lo considera ejemplo cotidiano para todos los peruanos. Baste como límpido ejemplo sintetizar su amoroso decir sobre nuestra costa, sierra y montaña. «Árida la primera - escribe parece mojar el dorso de sus tórridos arenales desnudos en la caricia fresca del mar». «Erguida y empinada la sierra en cuyas cumbres cónicas son timbales las tormentas, y entrevero de lanzas los relámpagos». «Plena de exuberancias la montaña, allí donde los viejos árboles
se doblan, fatigados de contar centurias». Así describe aquel «tríptico característico de nuestra geografía; múltiple voz de la peruanidad...» Bustamante expresó al repasar los tres años de su mandato Constitucional que «no era un Político». Al asumir su cargo advirtió que «el país anhelaba un hombre nuevo porque se quería verdad no demagogia y seriedad. Expresó que «la familia peruana estaba mental y cordialmente divida e INCUBABA UN FERMENTO DE EXTERMINIO Y DE SANGRE QUE EN SU MOMENTO, PROCURARÍAN DIFUNDIR Y UTILIZAR CORRIENTES SUBREPTICIAS DE PELIGROSAS DOCTRINAS FORÁNEAS». Situación tan grave le condujo a la aceptación de una austera y elevada candidatura presidencial auspiciada por un Frente de Partidos. El Frente, como muchos previeron, se escindió. Vino el golpe militar de 1948. Posteriormente, en 1963, se ajusto una candidatura presidencial alentada también por una alianza de partidos (Odría). Dicha alianza también se resquebrajó y vino otro golpe militar en julio de 1962. En 1990 se constituye otro Frente Democrático de Partidos que, infortunadamente se fractura con imprevisible rapidez. Extraño designio de los Frentes Políticos en el Perú. El hombre de razonamiento simple acaba pues culpando a los Partidos Políticos, por su desunión, como culpables de las graves situaciones que se dan el País y de las subsecuentes transgresiones constitucionales que sistemáticamente ha sufrido el Perú. Al respecto, Don José Luis Bustamante en el Memorandum de la Paz dijo que los Frentes representan, propiamente una coalición electoral de circunstancias para el fin objetivo del triunfo del sufragio. Pero el candidato que ellos unjan necesita algo más que ese momentáneo apoyo inicial que ha de trocar en realidad los fines perseguidos. Requiere la seguridad de que durante su mandato las Fuerzas que lo erigieron le prestarán los medios para cimentar su obra. Y añade la importancia que tiene «la promesa de cada uno de ellos - los partidos - prestarán al Gobierno el concurso de su respeto al orden y de su espíritu de armonía y transigencia para permitirle ejecutar sin tropiezo la labor proyectada». La disolución de los Frentes en el Perú es preciso añadir, pareciera haber traído
el menoscabo de los Partidos y la merma de la Democracia, que, bien entendida debe ser forja de Partidos y no alforja de partisanos. Nuestro Patricio no se incorporó a partido alguno. Pero claramente señaló, sus ideales social cristianos y específicamente, en el Memorandum de la Paz del 13 de marzo de 1945 afirmó su profesión de católico y su inclinación «a la consecución de la Democracia Cristiana». En esta ocasión señaló que «ha ocurrido en los dominios de la civilización occidental, que es la nuestra, cuando el intolerante liberalismo capitalista de hace siglo y medio se ha venido incorporando la tendencia socialista que pospone el provecho del individuo ante el interés de la sociedad. Aludo aquí como se comprende, no al socialismo marxista del cual es un desprendimiento el comunismo político, sino al socialismo demócrata y de raíz cristiana que aunque vela primordialmente por el bienestar de la comunidad no desconoce ni ahoga los derechos de la persona humana». Cuando los antiguos romanos buscaban lumbre, sombra, inspiración y consuelo dirigíanse a sus penates y dioses tutelares, ilusos y confiados con esotéricas oraciones. Nosotros los cristianos elevamos nuestras preces a Dios. Y los peruanos demócratas, en medio, de nuestros continuos desasosiegos, tenemos el firme derecho, la obligación si cabe, de encumbrar nuestro pensamiento para encontrar el de Bustamante y Rivero en «el gigantesco campamento de algún mundo estelar» sito - como usted diría - en las «cumbres cónicas» de nuestra cordillera, unas veces blancas como su conducta, otras veces robustas, como sus doctrinas y siempre alturadas como su vida política. Porque su pensamiento, que nos inspira y remueve, acaso se asemeja a nuestros grandes rios, inagotables brazos de agua que se alargan hasta perderse en el horizonte selvático, por entre argollas de follaje, en permanente ofrenda de fecundidad. Discurso de Carlos Neuhaus Rizo Patrón con motivo de la inaguración del monumento al Dr. José Luis Bustamante y Rivero. Presidente Constitucional de la República (1945 - 1948) en San Isidro , agosto de 1992.
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
25
26
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
VICTOR ANDRES BELAUNDE Sensibilidad artística. Profundo sentido estético Personalidad múltiple, plena de inquietudes, brilló en todas las actividades a las que consagró su vida. Una de las que parecieron ignorarse para la gran multitud fue, dentro del yo íntimo, la exquisita sensibilidad artística que solo podía intuirse a través del temperamento romántico que afloraba en él.
equivale a contemplar un fragmento del mundo exterior, como a través de una ventana. Velázquez es la absoluta objetividad en colorido, en perspectiva, y sobre todo en ambiente. Ese efecto me causaban Las Hilanderas tanto o más que las Meninas. Sentí la ancestral emoción religiosa ante su Cristo muerto...».
Sean mis palabras en este recinto de nuestro Museo de Arte, destinado a enaltecer los valores presentes y pasados del acervo artístico del Perú, para recordar ese aspecto singular de Víctor Andrés Belaúnde.
«Velázquez con su incomparable realismo me preparó a descubrir al otro gigante, su hermano, a Rembrandt, la encarnación de la inmanencia. Y si la esplendente luminosidad de Velázquez es la objetividad pura, el claroscuro de Rembrandt, por la continuidad entre las cosas y su confín, expresan una unidad que lleva ya un sello panteísta».
Desearía expresar, en estos momentos, los recuerdos que se agolpan en mi mente al evocar aquellas tardes cuando me fue grato recorrer con Belaúnde, ya en el invierno de su vida, esos templos de belleza, que constituyen Florencia, Roma, Venecia, Italia. Y luego escuchar en España, Francia, etc, sus eruditas reflexiones, lanzadas con su natural euforia. Nunca olvidaré especialmente la visita que juntos hicimos a la Iglesia de Jesús, en Roma, y sentirlo absorto con las manifestaciones de ese arte que ya entraba al churrigueresco o al rococó o con las emotivas disertaciones, ante Bernini, el genial barroco. Así también su sensibilidad había experimentado, años atrás, una profunda reacción artística, cuando realizó en 1906 su primer encuentro con el Greco y con los pintores de aquella época. En sus Memorias, recientemente publicadas, nos describe con espontaneidad, el impacto que le produjo aquel encuentro. Allí refleja, joven aún, su exquisita sensibilidad. «La admiración espontánea que sentí desde el primer momento, en que vi al Greco, se debía a que mi espíritu había encontrado en el mundo del pintor y en su estilo algo que respondía a las exigencias más hondas de mi ser». «Era la expresión de lo divino, la inserción de lo eterno en el tiempo, el impacto de lo sobrenatural en un episodio histórico. Recorrí (en Toledo) los cuadros de los Apóstoles. El pintor tenía el raro don de hablar a sus personajes con los ojos y con las manos. Toda su corporeidad estaba influida por el espíritu. Las figuras alargadas, las miradas abismáticas y las manos descarnadas y sarmentósas...»El entierro del Conde de Orgaz es el cuadro representativo de una época, es un episodio desprendido del tiempo que asume categoría de eternidad». «Un cuadro de Velazquez
En este Museo de Arte - treinta años después - se le escucharon también profundas expresiones semejantes a las que vertió en Toledo. Fue en la Conferencia que denominó «Del Gótico al Barroco». En esta Sala disertó con novedosa y enorme claridad, sobre un tema que le obsesionaba desde su juventud. Desenvolvía sus ideas, sus meditaciones, como quien descorre lentamente el hilo de una inacabable madeja. Era la época en que Belaúnde permanecía en Nueva York como Presidente de la Delegación del Perú ante la ONU. parecía difícil que llegara a Lima y dictara la ofrecida conferencia antes que finalizara la Exposición sobre la Época Virreinal que realizábamos en los salones del Museo de Arte. Felizmente hubo que postergar ésta, dado el inusitado interés que suscitó y pudieron realizarse las catorce conferencias programadas. Tan pronto como llegó a Lima me llamó con esa generosidad espontánea, para comunicarme que estaba presto a dar la conferencia solicitada y que inalterablemente la denominaría «Del Gótico al Barroco». La Conferencia, como todas las suyas, fue brillante, profunda. Analizó el desarrollo del arte barroco en el Perú y su influencia cultural durante la expansión española en América. Como tema novedoso, explicó cómo fue posible que el cristianismo pudiera expandirse y ser comprendido por las mentes primitivas de los aborígenes captando visualmente la doctrina de Cristo. Y al explicar el proceso ponía de manifiesto que al avanzar cada español, aún por tierras ignotas, y al construir su vivienda, su hogar, y alzar su Capilla, después una IgleSAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
27
sia, su primer pensamiento era pedir una pintura, una copia, de una Virgen, de Cristo, a los Apóstoles, de los Santos Crucificados o del que llevaba el nombre del pueblo recién fundado. Así comenzaron los encargos a los centros donde se formaron los talleres y se desarrollaron las escuelas pictóricas del Cuzco, de Lima, del Alto Perú, de Quito, etc. Los nativos, al contemplar esas escenas llenas de emoción, de sufrimiento, de dolor, que singularizó el barroco; y al asistir a las procesiones, devociones y rosarios de sus amos; fueron asimilando, sin necesidad de palabras, lo que esas palabras, lo que esas pinturas reflejaban, y comprendiendo, con la enseñanza objetiva que se les proporcionaba, las doctrinas cristianas. Acaso, explicaba Belaúnde, ¿esas enseñanzas hubieran podido transmitirse en otra forma? ¿En qué idioma? ¿En español o latín, inaccesible a los nativos? ¿Quiénes podían dialogar en quechua, aymara u otros lenguajes aborígenes? ¿Qué soldado, qué conquistador lo hablaba? Uno que otro sacerdote, cuya influencia desaparecía en la inmensidad de las tierras de América. Sólo el Arte Barroco pudo herir las mentes de aquellos pobladores. Sólo las fuertes y trágicas impresiones visuales del barroco podían enseñar la doctrina. Ello fue posible, únicamente, por la trascendencia del arte barroco que fenecía ya en Europa y que al llegar al Perú iluminó las almas y lentamente transformó las creencias. Esta claridad de exponer una verdad, jamás explicada con tanta sencillez y tanta profundidad, causó impacto definitivo en todo el auditorio. Ningún crítico de arte, ni en texto alguno, se había antes esbozado. Mucho podría extenderme para analizar y profundizar este espacio de la honda sensibilidad artística de Belaúnde. Gran romántico pasó por el mundo aportando cristianas soluciones de paz, de armonía; inspirando siempre en realizar y orientar el pensamiento espiritual de la vida. Al finalizar estas actuaciones recordatorias poco podría agregar después de haber escuchado la voz de ilustres y capacitados representativos de nuestra intelectualidad que han tratado ya ampliamente distintos aspectos de la personalidad del Maestro.
28
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
Deseo expresar, especialmente, en nombre de la Comisión Nacional Organizadora nuestro sentimiento de gratitud y reconocimiento, a quienes espontáneamente se adhirieron a este Homenaje. Recibimos desde los primeros días más de 100 adhesiones de instituciones del Perú; más de 1,000 comunicaciones de nuestros compatriotas; así como honrosas y numerosísimas comunicaciones de todos los países del Mundo. Y debo reflejar, emocionado, la enorme gratitud experimentada por el pueblo peruano, que tanto lo apreció, al margen de matices políticos, al escuchar aquí los mensajes de Su Santidad, de Jefes de Gobiernos, de eminentes políticos, escritores e ilustres personalidades, y muy en especial la presencia de Embajadores acreditados extraordinariamente por sus Gobiernos para acompañarnos en estos actos recordatorios. A todos y a cada uno de ellos le ruego aceptar nuestra reiterada gratitud. La Comisión Organizadora ha propiciado la idea de erigir un monumento, bello, sencillo, en los lugares que él amaba tanto; cerca de su hogar, de su Capilla, dentro del ambiente íntimo donde pasó los últimos treinta años de su vida. Hemos pensado, por eso, que sea en los comienzos del Bosque de San Isidro, rodeado de los olivares centenarios que tanto lo acompañaron en sus cotidianas meditaciones. Circunstancias fortuitas han aplazado esta cívica aspiración. Podéis estar cierto, señores, que ella se realizará. Este homenaje tan extraordinario sólo puede interpretarse como la más pura concordancia con los ideales que inspiraron su vida. Belaúnde los vivió con lealtad, con sencillez, con profunda capacidad, inspirado siempre en los altos valores espirituales que dignifican a la humanidad. Supo comprender cristianamente el dolor humano; tuvo inquietud por la auténtica necesidad de la justicia social, sin demagogia, y luchó, en todo momento, por la paz entre los hombres de buena voluntad. Sin estos principios, decía siempre el Maestro la vida no puede ser vivida dignamente. CARLOS NEUHAUS UGARTECHE, Presidente Comisión Nacional Organizadora del Homenaje a Víctor Andrés Belaúnde.
BASADRE ANTE EL PERU PRESENTE Así como hay pueblos que eventualmente son abatidos por aluviones y tormentas, así también hay países que no soportan la brisa de la legalidad. Jorge Basadre, en su «Colofón sobre el Perú Profundo» se refiere a nuestro viejo y alto «coeficiente de ilegalidad», pues el Estado puede ser burlado o combatido o contradicho... por las que llama «ilegalidades pacíficas y secretas». Es que en el Perú no hay Estado sino país invisible, ideal, cree el Maestro Basadre. Resulta así incomprensible - añade - «que algunos se empeñen en relegar al Perú a la categoría artificial o agobiante de un mero estado». Cuanta razón tiene. Carecemos de Instituciones confiables, no hemos superado el autoritarismo infractor, seguimos prendados y prendidos del cohecho, burlamos cotidiana y cínicamente leyes, elementales reglamentos y luego tenemos la osadía de suponer que hemos armado un Estado en forma. Ni por asomo. Creemos en veces, con Basadre, que la estructura del Gobierno Virreinal supera técnicamente, la Organización Republicana, salvo momentos estelares. Nos toca hoy por laudable iniciativa del Regidor Metropolitano, Arquitecto Enrique Espinoza Bellido emplazar en este punto, en donde convergen varios caminos, la estatua de Jorge Basadre, nuestro trascendente Maestro, a escasas cuadras de su morada, acogedor refugio a donde solíamos llegar ávidos de respuestas, en tantas circunstancias del Perú que nos tocó vivir en fecunda y filial relación, durante cuarenta años. Hoy en día no está presente. Pero su memoria carece de silencio. Porque hablan sus libros, musita aún el eco de sus agudas observaciones y vive su recuerdo, con orla eterna, incrustado en el pensamiento de muchos peruanos. No cabe duda, vencidos más de diez años de su fallecimiento, que Jorge Basadre es no solo el «Historiador» de nuestra República, sino el más profundo de sus pensadores. El rumor sobre Jorge Basadre llega a nuestras juventudes en la década de los treinta, cuando aún los textos eruditos del Profesor Carlos Wiesse colmaban nuestra biblioteca histórica escolar o los apasionados de Nemesio Vargas o los meritorios de extranjeros peruanistas como Sir Clement Markham o Sebastian Lorente. La obra sobre la historia republicana de Pedro y Lisson quedaba en el anaquel como libro de consulta. Pronto resultaría indispensable la referencia del profesor de
historia al texto sobre la Iniciación de la República cuyos dos tomos había publicado la acogedora Editorial Rosay entre 1929 y 1930 y definitivamente, la primera edición de la Historia de la República que edita la imprenta Gil en 1939. Antes y después vienen numerosos otros ensayos y ediciones que impregnarían nuestros criterios en los días luminosos de la Facultad Sanmarquina de Letras, a la cual retornan, por esos tiempos, Raúl Porras para iluminar el momento de la Conquista y Basadre para enseñarnos Historia de la República, a partir de 1944 y fundamentalmente aquella inextricable realidad que se llama Perú. Tiempo de notables profesores y de los ejemplares Decanatos de José Jiménez Borja y Aurelio Miró Quesada. Basadre no es el Herodoto que narra fríamente los hechos del pasado. Más aún, la historia para él no es «la maestra de la vida» como cansinamente se repite. Tampoco la cree solo «mera forjadora de la conducta», mera «fuente de patriotismo». Estima que debe servir «para sacar a los hombres de si mismos... para hacerles considerarse actores y autores de un gran drama que empezó antes de que ellos mismos nacieran» y abriendo las perspectivas del futuro. La historia podríamos añadir, es psicoanálisis individual del hombre colectivo y sin llegar a tecnicismos freudianos, podríamos también aseverar que nadie, sobre todo en el Perú, puede olvidar las incrustaciones del pasado, o sea de los preincaico, incaico y virreinal. Por muchas razones, señalaría Basadre, varias veces - y se ha repetido hasta la saciedad - que el Perú es una «totalidad en el espacio y una continuidad en el tiempo». Pero se ha olvidado que el mismo ilustre pensador en sus «Meditaciones sobre el Destino Histórico del Perú» (pág. 172, edic. Huascarán, 1947) ha dicho que tal concepto existe pero «combatido y sin ensamble» en razón que la continuidad en el tiempo ansían romperla «el menosprecio a sus distintos períodos históricos». Y a la totalidad en el espacio, le combaten «la tragedia de las distancias, los exclusivismos regionalistas y las incitaciones a la lucha de razas». Basadre escribió en varias ocasiones una frase que ha sido repetida hasta la saciedad y - diríamos - aprovechada en muchísimas convocatorias. Nos referimos a que el Perú es un problema y también una posibilidad. Este concepto, revela como pocos, un grado de voluntarismo optimista en vuestro pensador. Si desbrozamos la múltiple y razonable crítica de Don Jorge Basadre a nuestro pasado y presente encontrareSAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
29
mos el presionante estímulo de su bondad y de su inapagada esperanza. Que diferencia con el mordaz, acerbo y escalofriante verbo ácrata de Gonzales Prada, irritante mas no terapéutico. Conceptos por cierto, nada constructivos y muchas veces criticados por Basadre. Es natural que en esta hora - como en muchas de nuestra vida republicana - volvamos a preguntar si el Perú es una «posibilidad constitucional» o «institucional» que no es lo mismo. Y volvamos a releer las páginas editas de Basadre para hallar explicaciones y tal vez respuestas pues, como lo señaláramos anteriormente, el Maestro es un hombre sin silencios. A nuestro juicio, el Perú, parte como idea cuando se fusionan nuestros pueblos genésicos, a partir de Garcilaso o acaso antes, en 1542, cuando se dan en España las llamadas «Leyes Nuevas», para «ordenar» el Nuevo Mundo. Sin embargo, ese Perú tiene ciertas constantes que vienen desde tiempo atrás. Señálase primeramente realidades que podríamos llamar con títulos un tanto dramáticos, a saber: Un país en permanente ebullición social y un Estado sin formas, forzado y copiado. Basadre tiene una visión premonitoria del pasado pre incásico. En su artículo «Colofón sobre el Perú Profundo» señala que «la relación entre la vida colectiva y la existencia del Estado no proviene de ayer. La fecha de su iniciación no es el 28 de julio de 1821. Tampoco se halla en el año de 1532. Ni siquiera los Incas fueron sus creadores. La unidad política y la relación cultural entre costa y sierra, entre nuestro norte y nuestro sur se pierde en la lejanía de la pre-historia». Investigaciones acuciosas y posteriores como las de Rostorowski, Kaufman y Franklin Pease, y otras muy valiosas nos hacen comprender el peso transcendente de las civilizaciones anteriores a los incas y el carácter estratificado de la sociedad que estos últimos forjaron. Y habrá de verse, la inevitable convulsión que debió humanamente producirse entre las distintas capas sociales, sea por privilegios o por la inevitable superposición de unas capas sobre otras, hecho que acarrea toda sociedad con jerarquías. Lo incaico, al sobreponerse sobre civilizaciones anteriores crea tensiones mayormente notorias hoy en día, cuando las investigaciones, tornan nítida la figura de Pachacutec, el inca imponente, pero frustrado conquistador de los Collas cuya heroica defensa percíbese en el túmulo invicto de Cerro Baúl, una ciudadela intrigante y casi cubierta en la vecindad de Moquegua. 30 SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
La situación social durante el virreinato, tan certeramente trazada por el rector sanmarquino Javier Prado Ugarteche en su «Estado Social del Perú durante la dominación Española» apunta también las diferencias y distancias de las clases sociales que repercutirán o se prolongarán hasta bien entrado el siglo XIX, el peor de los siglos según Basadre. ¿Han acentuado la dependencia y el capital extranjero las desigualdades económicas del Perú?. Basadre analiza el problema de la «Dependencia» en el Capítulo de su juvenil (1931) ensayo «Perú Problema y Posibilidad» y luego formulará algunas aclaraciones en 1978. Visto el panorama hoy en día a la luz de las estadísticas del ingreso per-cápita o del acaso impreciso Producto Nacional Bruto (véase Juan Bardeli)... Resulta difícil pensar en el estrago económico de aquella llamada dependencia sin antes preguntarse, en actitud de ucronía, tan grata para el maestro ¿Qué hubiese ocurrido de no mediar en el país la inversión extranjera?. No nos referimos por cierto al tema de los consignatarios del guano - causa del principal desmedro económico del siglo XIX - ni al problema de la Brea y Pariñas cuya naturaleza y arreglo generaron el golpe del General Velazco, la más desdichada aventura caudillista del presente siglo. Tanto en el siglo pasado como en el presente, lo más dañino ha sido repeler a ciegas, como tontos o locos, la inversión extranjera para reemplazarla por el endeudamiento en el exterior. Sobre todo cuando este sirvió, ayer como hoy, para cubrir los gastos corrientes del Presupuesto de la República. Hoy en día, que el Perú ha devenido nuevamente en un libro abierto, con índice de ventas pero sin prólogo explicativo, para la presencia del capital extranjero debe buscarse la experiencia histórica para que se abra también la «posibilidad» del ingreso paulatino del capital individual nacional en la tarea del desarrollo nacional. EL PERU : UN ESTADO SIN FORMA Para Basadre, el Estado peruano no ha cuajado aún. Y tiene palmaria razón. Entresacando sus apreciaciones y tratando las cosas sin perjuicios ni tapa ojos, podríamos apuntar las siguientes causas. 1.- La Utopía republicana de 1822 2.- El Pseudo constitucionalismo 3.- Los cien gobernantes 4.- Las diez guerras del siglo pasado y las del presente.
1.- LA UTOPIA REPUBLICANA DE 1822 Los Peruanos nos hemos preguntado muchas veces, con necia vergüenza, la razón de ser los últimos sudamericanos en desprendernos de España. Sin embargo, pocas veces hemos reparado en los resultados del Censo de 1792 que mandó preparar el Virrey Taboada y Lemus, cuyo análisis también despierta el interés de Basadre. Durante los primeros años del siglo XIX la población de españoles en el Perú es considerablemente mayor que la de Buenos Aires o México o cualesquiera otro país americano. Verdad es que el Censo llama españoles a los criollos. Pero no menos cierto es que el Virreinato del Perú, el más importante, atrajo como real colmenar, un centenar de nobles y una corte que en mucho rivalizaba con Madrid. Porque, en verdad, Lima era España, simbólica península americana de la península ibérica.
nos la teoría del equilibrio de poderes, alertaron sin imaginarlo, todo el desequilibrio político y estatal que perdura, como estigma durante nuestra historia republicana. Y si tuviésemos que hacer una «ucronía» - como solía enseñar Basadre - podríamos preguntarnos si acaso la monarquía constitucional, con mutantes Jefes de Gobierno parlamentario, no hubiese sido más fluida que esa letanía de caudillos que se arrojaban los unos sobre los otros, como bolas de billar que parecían taqueadas por un fantasma alocado, llamado ambición. Imposible jugar a la ucronía pero si vale analizar, comprobar y rabiar, si cabe, comprobar como, la ilusión liberal de nuestro pueblo, plasmada en 16 ó 17 Constituciones - Paraguay solo tuvo 4 - trajo más de un centenar de gobernantes, o sea, uno y medio por año. 2.- EL PSEUDO CONSTITUCIONALISMO
¿Qué ocurre al proclamar San Martín nuestra independencia? Un debate básico para el destino del nuevo Perú: la cuestión monárquica que ha planteado el Protector. Y al respecto Basadre desliza una opinión en su «Nota sobre la Experiencia Histórica Peruana» que data de 1952. No valen estos comentarios para asumir que Basadre apoyó una solución monárquico-constitucional para el Perú incipiente de 1821. Pero en su artículo «Ideas del Peruano del Siglo Pasado» (Inserto en la pág. 179 de «Meditaciones sobre el Destino Histórico del Perú, Edic. Huascarán, 1947) afirma que «hubo en los hombres de aquella época auroral varias fuerzas poderosas que los apartaron de la comunión con el propio terruño. Fue una de ellas, la fascinación por lo extranjero. A la patria misma no sólo le impusieron los ornamentos republicanos, sino también piezas de maquinaria estatal de Francia y los Estados Unidos. Ideólogos, legisladores, codificadores, artistas, poetas, coincidieron en una actitud de sumisa y unciosa imitación». Triunfaron pues en los debates los liberales como Sánchez Carrión, Pérez de Tudela y sobretodo, el clérigo Luna Pizarro cuya gran influencia en la década inicial del Perú no ha sido debidamente resaltada. La formación del Perú inicial, valga decirlo sin ambajes, es resultado de una ficción y una ilusión para los patriotas peruanos dirigidos inicialmente por Riva Agüero. Al combatir éste a los liberales y protagonizar, el Motín de Balconcillo, el primero de la República, en Enero de 1823, se deshace la oportunidad de hacer un Perú netamente peruano. Quedarán en cancha los hombres que, por traer-
Resulta sugestivo recordar que, el Perú a pesar de ser el último país en independizarse, tiene en 1822, con excepción de Colombia, la primera Constitución de Hispanoamérica. México la daría en 1824, Uruguay en 1829 y Chile en 1833. La nuestra, valga recordar, surge de un Congreso Constituyente no elegido sino integrado por miembros designados, en 1822. El día que se promulga la Constitución - 12 de Noviembre - el mismo Congreso que la formula la declara en suspenso. Curioso presagio: Ya estaba la dictadura de Bolívar tramada para salvar al Perú. Las Constituciones como señala Basadre. (ver Algunas Reconsideraciones a «Perú y Posibilidad» - 47 años después , pág. 319) «sirvieron a menudo de pretexto para el surgimiento de dictaduras». Y así podríamos comprobarlo caso por caso, con excepción de la Carta de 1860 que dura sesenta años y norma el atinado lapso de cuatro años para el mandato presidencial. Resulta significativo, por decir lo menos, que este precepto constitucional tuvo no solo eficacia sino ejemplaridad futura. Gracias a dicha Constitución, el pueblo tendría un mejor sentimiento de afinidad constitucional. Leguía, como es sabido, derogó la Constitución del 60 para dar paso a los cambios que sugería su llamada Patria Nueva y que fueron, una Asamblea Constituyente y una Constitución ad-hoc que duró solo dos años más que sus tres períodos, concluidos en dramática deposición. Sobre Leguía, Basadre tiene acres comentarios pronunciados frente a frente, cuando le tocó pronunciar el Discurso de apertura de San Marcos, como Catedrático más joven, en 1929, recordando por ejemplo los trágicos episodios populares de 1834 o 1872, cuando el pueblo limeño se SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
31
alza contra las tiranías. Todos ellos consignados bajo el conocido rubro de «La Multitud, la Ciudad y el Campo». Premonitaria y valerosa actitud. 3.- LOS CIEN GOBERNANTES Acaso la circunstancia que el Perú recibe ayuda exterior para lograr su independencia puede haber ocasionado este caudillismo revanchista que se inicia con Riva Agüero en 1823 y seguirá con Gamarra, Santa Cruz, Vivanco y pareciera cesar con Castilla, en 1845. Sin embargo, y según recuento que formula el General Felipe de la Barra, el objetivo «Palacio de Gobierno» motiva que el Perú haya tenido 97 Gobernantes contados hasta hoy. Esta caótica vorágine de poder no es asunto arqueológico. El presente siglo no trae menos golpes de Estado y además tuvimos que «obedecer» cinco Constituciones (1860 - 1920 - 1933 -1979 - 1993). Basadre nacido en 1903 pudo haber apuntado que durante su fecunda existencia, de 1903 a 1980, vivió 44 años bajo el herético «mandato» de gobiernos no-constitucionales. Pudo decir también que sólo conoció 13 ó 14 años de gobiernos democráticos en algunos de los cuales participó como ponderado y señero Ministro de Educación: Épocas de Bustamante (1945) y Prado (1956). Basadre, como se sabe, formó parte de la Comisión que, formada por Alberto Arca Parró, creó las bases del sufragio universal y secreto del Perú, régimen que empezó a funcionar en las elecciones que convocó Prado en 1945 trajeron a José Luis Bustamante por abrumadora mayoría y cuya destitución, paradójicamente, la dura frustración generacional de 1948. De otra parte, Basadre ha comparado la situación inicial de 1948 de Chile y el Perú. Chile bajo la influencia inicial del estadista Diego Portales, con un régimen presidencial de diez años por mandato, sólo tendrá cuatro Presidentes desde 1830 hasta 1870: Prieto , Bulnes, Montt y Pérez. El Perú después de su independencia hasta 1870 tuvo 52 Gobernantes. Salvo error u omisión. En el presente siglo, podríamos contar 28 gobernantes. Lo ocurrido, nos lleva a concluir que la promesa de la vida peruana ¿acaso será un permanente duelo entre el autoritarismo tradicional y el honroso vasallaje constitucional? 4.- LAS DIEZ GUERRAS DEL SIGLO PASADO En 1941, Basadre publicó un artículo titulado «Las Diez Guerras del Perú». No se ha reparado quizás todavía en el hecho de que ningún 32
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
país sudamericano llegó a sumar en el siglo XIX una cantidad de luchas internacionales tan grande como el Perú. Cita las que tuvimos con Bolivia (1828 y luego 1841); guerra contra la Gran Colombia (1829); las de la Confederación (1836-37) entre peruanos, bolivianos y chilenos; la campaña del Ecuador (1859); el conflicto con España (1866) y la Guerra del Pacífico (1879). Pudo referirse al presente siglo : cuatro conflictos con Ecuador (1911 - 1941 - 1981 - 1995) una guerra contra Colombia (1952). Juzga el maestro que la «verdadera causa para la relativa abundancia de guerras internacionales en la historia peruana del siglo, no se halla, pues, en el instinto proditorio del país»...sino «en su peculiar posición geográfica y en la vastedad, así como la riqueza de su suelo». Como se sabe, hemos tenido guerras en todos los frentes, excepto el brasilero. No escapa el vasto litoral cuyos puertos y caletas han sido fustigados por sitios y ataques. Al margen de las guerras, los golpes de Estado que según el metódico estudio del General Felipe de la Barra, solo han permitido - hasta 1963 - que de 94 mandatarios, sólo cumplan su periodo 12. Entre las revoluciones que se recuerdan, dos tuvieron características de guerra total, como las revoluciones de Cáceres contra Iglesias en 1885, y la posterior de Piérola contra Cáceres que concluye en 1895. Estas contiendas civiles, ocasionaron más bajas peruanas que las tenidas en la guerra contra Chile. Aparte de la desmoralización cívica que causa el inclemente e interminable caudillismo en el Perú, es preciso examinar el daño económico. Para muchos historiadores marxistas o sociolingüistas o especulativos, se ha tomado en cuenta, para explicar el evidente atraso del país, únicamente causas, económicas derivadas de la dependencia - a nativos o extranjeros - del gamonalismo , de la oligarquía o de otros peculiares factores. Todo ello puede ser considerado y revisado. Pero también debe escribirse la historia - no anecdótica sino social -de las revoluciones. A Basadre le sorprende también como «GRANDES ESCRITORES DE ENORME INFLUENCIA SOBRE LA JUVENTUD, HAN OLVIDADO ESTE HECHO SENCILLO Y HAN VISTO LOS PROBLEMAS NACIONALES con un criterio que podría llamarse horizontal , ahondando antagonismo para lanzar unos peruanos contra otros peruanos sin preocuparse del efecto que esa situación puede causar sobre la codicia o la envidia, o el rencor de los vecinos» (Meditaciones etc. pág. 123 ed. 1947). Y al punto nos permitimos agregar que estos escritores o políticos o gobernantes, verdaderos atilas verbales, han logrado que estos fuegos se crucen
en todas las direcciones del país, incendiando desde los pajonales de la puna hasta las almas conventuales.
dos que se han «encerrado dentro de ellos mismos» y los Incendiados -como intuye y dice textualmente - que «quisieran prender explosivos y verter veneno para que surja una gigantesca fogata».
COLOFÓN SOBRE EL PAIS PROFUNDO Basadre publicó un ensayo titulado como el rubro antedicho, hacia 1941, insertándolo más tarde (1947) junto con su juvenil y premonitorio discurso sobre «La Multitud, la Ciudad y el Campo». Ahí se refiere a diversos temas que merecen su comentario cincuenta años después. Manifiesta que «hay problemas hechos y asuntos peruanos a los cuales es ajeno el Estado del Perú». Hoy en día podemos insistir en lo mismos pero bajo la salvedad que dicho Estado cometió la equivocación de entrometerse en órbitas que no le tocaban, congelando o derritiendo la economía del país, por un lado y descuidando los servicios esenciales, siendo omisión gravísima el abandono a la educación, tan esencial para Basadre como lo fuere para el precursor estadista argentino Domingo F. Sarmiento o para cualquier estadista sensato. Jorge Basadre representa la conciencia del Perú republicano. Lo examina, intuye, profundiza y diagnostica con amor y pureza ejemplares. Distingue certeramente entre el Estado y el País. Reclama que no se confundan términos tan disímiles. Ama al país en sus recovecos cordilleranos; ama su selva, verde arácnido que nos sugestiona o agrede. Ama su mar de arena costera y respeta a un hombre peruano fusionado ya, en muchos siglos y que no resiste clases o categorías menospreciadas. Los peruanos, que nos hemos sentido, muchas veces, un pueblo despojado de nuestros derechos por arbitrariedades mesiánicas o diabólicas debemos refugiarnos en aquel indomable optimismo de Basadre, en su alentadora teoría sobre «las Caídas y Resurgimientos» en la vida republicana. Y recordar la dureza de sus expresiones cuando señala que «la promesa de la vida peruana, sentida con tanta sinceridad, con tanta fe y tanta abnegación por próceres y tribunos, ha sido a menudo estafada o pisoteada por la obra consciente de tres grandes enemigos de ella: los Podridos que prostituyen palabras... e instituciones... al servicio exclusivo de sus medros... y sus apasionamientos». Los Congela-
Si la promesa de la vida peruana se basa, como cita, en el escudo que simboliza la riqueza natural, urge ya reconocer que no hemos sido capaces de aprovecharla. Ahí están nuestros ríos llevando casi intocadas sus energías potenciales al mar. Ahí están nuestros campos, yertos, esperando no sólo la mano del hombre que trabaja, sino los acechos de la amenaza terrorista o la titulación regateada. Ahí está nuestro subsuelo aguardando que se agoten necios chauvinismos y se explote su riqueza en beneficio del país total. Basadre también señaló que la promesa de la vida peruana estaba en el lema del escudo peruano que nos decía «firme y feliz por la unión». En verdad, no hemos sido firmes en lo institucional, ni felices por tanta zozobra económica y política y menos unidos, ni siquiera ante el respeto a los Derechos Humanos y menos ante la única Constitución que los volvió preceptos (1979). De ahí que más vale aprender a ser civilizadamente desunidos , pues unidos civilizadamente nunca lo fuimos. El Perú, dijo alguna vez el Maestro «es más grande que sus problemas». Lamentablemente, los peruanos hemos sido más pequeños que ese «objeto ideal» que se llama Perú. Porque reverenciamos - aunque sea pasajeramente - el autoritarismo o pensamos en el paternalismo de las Fuerzas Armadas, o en las golosinas del Poder. Olvidamos que, simbólicamente, el Perú también puede ser como el escudo, un árbol de quina que brinda no solo fruto sino remedio, una llama que nos acompañe y ayude a llevar las cargas y una cornucopia que a más de monedas de cambio, gustaríamos verla colmada de medallas que premien la veracidad, la eficiente laboriosidad y las tantas veces apagada luz de la honestidad. CARLOS NEUHAUS RIZO PATRON, Ensayo sobre Jorge Basadre pronunciado cuando se inaguró su monumento en San Isidro el 23 de junio de 1992.
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
33
34
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
EL PADRE CONSTANCIO BOLLAR: PÁRROCO DE IMPOSIBLES Un día de Junio de 1926 llega a la Casa Hacienda de San Isidro un animoso Padre Pasionista y descubre la bella capilla que aún se conserva. Conversará luego con Don Francisco Moreyra y Riglos, dueño de aquella heredad y se conviene alojar ahí a la primera Comunidad de sacerdotes que laborará en San Isidro. Trece años antes habían llegado al Perú como misioneros, estableciéndose en Chachapoyas, Moyobamba y Tarapoto. Dícese que los vascos son emprendedores y buenos cantores. Lo demuestran de inmediato. Entre cánticos y con esfuerzos manuales construyen el Convento de rojizas paredes y adentro una pequeña iglesia bajo la advocación de la Virgen del Pilar, Patrona de Zaragoza. Poco después, en 1931 se crea el Distrito de San Isidro gracias al tesón y empeño del Doctor Alfredo Parodi, su primer Alcalde. Era médico de profesión y luego médico de la villa. Convivía en aquella comunidad, un sacerdote vasco alegre, comunicativo y dinámico llamado Constancio Bollar. Tenía veinticinco años. Hacia 1931, el Olivar de San Isidro, era un paraje encantador dentro del cual se habían incrustado algunas bellas y pequeñas casas que más parecían cabañas. Se había construido el magnífico Hotel Country Club, dotado de jardines y utilísimas instalaciones deportivas. El Hotel estaba unido a la Avenida Arequipa por una angosta vía llamada Avenida Orrantia que cruzaba El Fundo Orrantia, asiento de una promisora urbanización cuyos terrenos valían inicialmente cinco soles metro. O sea, algo más que un dólar de ese tiempo. El crecimiento de San Isidro era no sólo intenso sino armónico. Usando las prerrogativas del Derecho Canónico, Los Pasionistas solicitan el establecimiento de una Vice-Parroquia que estará a cargo del Rvdo. Padre Mariano Arrien, hombre bondadoso, artista excepcional, quien prácticamente, diseñó la construcción de la primera Iglesia sita al costado del Convento. A principios de 1934, la Casa Hacienda San Isidro es cedida a los Hermanos maristas, para que establezcan el primer Colegio de la localidad. Lo dirige un adusto pero bondadosísimo catalán, llamado hermano Pablo Nicolas. No podrá funcionar ahí por la inusitada actividad de indoctos roedores y se traslada a una casa sita en la Avenida Orrantia, hoy Basadre, No. 255. Ahí nos matricularon. Integramos la primera promoción.
Pocos años más tarde asume la Vice-Parroquia el animoso Padre Constancio Bollar quien logra que la Curia la eleve a la categoría de Parroquia y luego es nombrado Párroco. En suma, Don Constancio Bollar, que a la sazón había perdido su delgadez, aumentando su bonhomía y «vitaminizado» a toda la feligresía, se convierte en el primer Párroco del Distrito de San Isidro. Vendrá el terrible terremoto de 1940 y un crecimiento comprensible de la zona. Se habían vendido prácticamente todos los terrenos de las urbanizaciones San Isidro, Orrantia y Country Club. Aún existía el aeropuerto de Santa Cruz, que servía a la pionera Línea Faucett. Vienen los años de la guerra española y luego la mundial. Ahí conoceríamos los alcances de una tragedia llamada Nazismo y las olvidadas exacerbaciones de un comunismo que no vacilaba en sacrificar monjas y curas en los ámbitos de sus propias dictaduras. Pasan los años, nuestro Párroco comprende la necesidad de incorporar a la juventud dentro de una vida útil, al margen de nuestras naturales diversiones. El Padre Constancio asoma cierta vez por el local social que un grupo de alumnos del Colegio San Isidro habíamos habilitado. Se pone a jugar ping-pong con nosotros y luego nos propone dictar clases de alfabetización en el local parroquial que había habilitado. Embarcarnos en esa aventura didáctica y luego convencernos de formar la Acción Católica fue un acto sutil de seducción. Armaría luego una pequeña biblioteca con obras tan convincentes como sencillas escritas por Tihamer Tooth que, lentamente, nos llevarían a conocer la famosa Encíclica Rerum Novarum, base y sustento de una doctrina social cristiana que brindó los cimientos de nuestra ideología, con la simpatiquísima complicidad de Lucho Iglesias, un hombre ejemplar que supo convencernos de la maravillosa diferencia existente entre católico y cucufato. Allá por el 42, quedó instituida la Acción Católica local en tres ramas, la femenina presidida por Doña Leonor de Coronel Zegarra, la masculina por Carlos Palacios Moreyra y la juvenil por quien escribe estas gratas remembranzas. Don Constancio obtenía todo aquello que se proponía. No solo embarcó a toda una generación en las naves de la Acción Católica que SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
35
había creado el Papa Pío XI, sino que organizó un teatro - hoy llamado Real - para que la juventud viese películas aptas y agradables en franca competencia con otros cines. Esto podría titularse hoy economía social de mercado artístico.
como pensaba financiarlo nos asombra con su extraordinaria idea. «He observado - señaló - que en los cerros de Rinconada Alta existe un antiguo cementerio. Pues bien, hagamos uno nuevo, hacemos una pre-venta de nichos y de allí obtendremos fondos para todo».
El templo parroquial que había diseñado el Padre Mariano, con paredes y columnas de marmolina, empieza a quedar estrecho. Era preciso ampliarlo. ¿Cómo? El buen Constancio no lo duda y propone un aparente imposible: levantar otra iglesia mayor, encima de la construida. Encomendó a excelentes constructores la obra y, en 1954 queda concluida, ¿Quién la financió? Fuente Ovejuna por un lado. Pero sobre todo el cepillo que pasaba el Párroco en todas la misas y los sobres en blanco que repartía en el atrio... Luego de construir la actual Iglesia, emprende una colosal obra para adoptar de asistencia médica y social al Distrito, con la colaboración del Municipio y por cierto o más del vecindario. Consultorios médicos reflectorio, asistencia y todo cuanto se le ocurrió en beneficio social. Inclusive una cancha de frontón en la azotea para esparcimiento atlético en la comunidad pasionista...
Dicho fue y hecho quedó.
En 1959, el Padre Constancio, cumple sus bodas de plata sacerdotales. El Municipio de San Isidro le declara «HIJO ADOPTIVO Y PREDILECTO». Por esos años quien ésto escribe, habíase trasladado a la Molina que aún no era distrito ni tenía Parroquia. Extrañábamos a nuestro Párroco Constancio. Le invitamos cierto día y paseándole por la promisora zona le convencimos de tomarla bajo su jurisdicción eclesiástica. No fue difícil como no lo era reto alguno para él. En fértil complicidad, invitamos un frugal almuerzo a nuestro querido amigo y Cardenal Juan Landázuri, quien acepta de buen grado la petición. Y comienzan a rezarse las misas en pequeña capilla, local facilitado por Carlos Ferreyros Riveyro. Conociéndole al Padre Constancio, sabíase que pronto se le ocurriría levantar un templo y correspondiente establecimiento de obras sociales. Y al preguntarle
El Padre Constancio no solo prestaba asistencia parroquial y social a muchísima gente. Brindaba también su sangre para transfusiones. Con extremada frecuencia. Al parecer, ésto le trajo serios problemas en la visión y a mediados de 1975 viaja a España para hacerse examinar por médicos de prestigio. Fallece repentinamente el 10 de octubre. Era en realidad un joven de 71 años, alegre, bondadoso, emprendedor. Desconocía la palabra no, y cada sí que brindaba al prójimo, tenía el aliento de una bendición. Guardamos entre nuestros recuerdos copia de un breve sermón que alguna vez brindó a una familia, palabras estimulantes que leemos con frecuencia cuando las nubes del desaliento llegan o ante el desconsuelo que produce esa desconcertante y pródiga maldad que impera en nuestro tiempo. El Padre Constancio expresó textualmente: «Mis amadísimos hermanos, reflexionen en lo más profundo de vuestros corazones las bondades que habéis recibido de Dios, comparad con espíritu sincero vuestra vida con tantas vidas, vuestro hogar con tantos hogares, vuestros hijos con tantos otros hijos, vuestro bienestar con tantas desgracias y pobrezas». Porque en verdad y pese a todas las desdichas siempre hay algo que agradecer. Porque para toda oscuridad hay una vela, para todo sofoco una brisa, para todo desaliento una esperanza. Padre Constancio, numen tutelar de muchas vidas y maestro de cristianismo práctico, ayúdanos a rezar ese nuevo Padre Nuestro que dice ahora: Perdona nuestra ofensas así como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden.
Por Carlos Neuhaus Rizo Patrón 36 SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
FEDERICO ELGUERA (DON EFE), ALCALDE DE LIMA A las pocas semanas de haber concluido su mandato Presidencial, en 1899, Nicolás de Piérola presenta su candidatura a las elecciones para la Alcaldía de Lima. Pierde. El vencedor será Federico Elguera Seminario.
es valioso y colaborador. Le acompañan gentes sabias e ilustres como Carlos G. Amézaga, Félix Costa y Laurent, Ernesto Odriozola, Eleodoro Romero, Federico Villareal, Manuel Vicente Villarán.
¿Quién es Elguera? No se trata de un advenedizo, es un abogado de 39 años con interesante ejecutoria pública. Ha combatido en la batalla de Miraflores, ejercido labor administrativa como Secretario del Colegio Guadalupe y conocido la realidad peruana como Secretario de la Sociedad Geográfica. Además, ha sido Diputado por Yauyos, tres años antes. Trátase de un político culto y experimentado administrador.
Durante los ocho años de su pertinaz esfuerzo municipal, Elguera se empeña en tareas de canalización de desagües y dotación de agua potable. Construye Mercados, crea el Instituto de Bactereología y el Lazareto, obras que devendrían indispensables ante una posterior y exterminarte plaga que entonces causarían los roedores, virreyes aún de nuestra ciudad, en singular connubio con las imbatibles cucarachas.
Su prestigio vendría también de otras canteras. Don Federico hombre grueso, era conocidísimo escritor. «En 1894 - cita Juan de Arona - fue redactor de El Comercio, diario en el que ha colaborado muchas temporadas con el seudónimo Barón de Keef» (en otras ocasiones escribe a la limón con Federico Blume, usando como seudónimo, para sus letrillas satíricas las siglas F+F). También sale de su pluma un semanario festivo que llámase «LA NEBLINA», traducciones de obras teatrales francesas y una zarzuela en dos actos llamada «Ñusta», según puntual recuerdo de Alberto Tauro.
Si acaso Piérola vislumbra la transformación urbana de Lima toca a Elguera, el desarrollarla. Traza y ejecuta éste la Plaza Bolognesi y las seis avenidas que parten de ahí rumbo a mejores destinos. Erase una reducida imitación de la Plaza parisina de L’Etoile, por ende útil y bella. Construye el Paseo Colón, destinado a empalmar con la Avenida Grau. Inicia el Jirón Paraguay que, proyectado como Avenida Central debió llegar a la Plaza de Armas.
Nuestro escritor, ha viajado a Buenos Aires antes de las elecciones municipales. Afortunado episodio. La capital de Argentina, ciudad de reflejos parisinos, sabores italianos y acentos gallegos le impresiona notablemente. Su progreso aventaja por cierto a una Lima que empieza a mudar sus pañales algo barrocos para sumergirse en un neoclasicismo que le venía tal vez de Francia. Federico Elguera, entenderá que «el ornato y la higiene son indispensables y consecuencia el uno de la otra. Lo que se embellece se higieniza - agrega - y lo que se higieniza se embellece». Perspicaz lección para vecinos y ediles. El 1 de enero de 1900 asume Elguera la Alcaldía. Acaso retorcería sus kayserianos bigotes, añoraría las vías y perfiles bonarenses al contemplar las acequias que aún corren por muchas calles de Lima, para deleite de gallinazos que hacían aún la Baja Policía. (Tropezaría con nobles pero aturdidos borricos que cargaban agua y comida, descargando, en desaprensivo gesto fisiológico, ingredientes de otra natura). Pero Elguera conoce el estímulo de los contrastes. Su viaje ha sido pródigo en lecciones. A partir de 1900 las aplica. Su elenco de Concejales
Construye también las Avenidas Alfonso Ugarte, Arica y Brasil que llega al mar y da acceso a las «dos Magdalenas», zona de buen clima para la convalecencia de las endémicas bronquitis limeñas. Finalmente traza la hoy llamada Guzmán Blanco que apuntando al sur permitía vislumbrar un enlace posterior con los bosques de Matamula, el Olivar de San Isidro y la lejanísima Miraflores. Notable desarrollo urbanístico que hoy gozamos en lo estético, aunque lo sufrimos en lo higiénico. Escritor y dramaturgo, impulsa la construcción del bello Teatro Municipal, hoy Segura, que tanta prestancia aunque no poco rubor diera a las artes limeñas. Conscientemente que los dineros municipales jamás alcanzarían para otros servicios que reclama el impaciente limeño, facilitó a la actividad privada la construcción del Hipódromo de Santa Beatriz, hoy Campo de Marte y el desaparecido Zoológico de la Exposición, escenario del inolvidable elefante Pancho, cuya trompa sonaba como corneta para solaz de niños y pavor de ancianos. Elguera puso adoquines de piedra como existen hasta hoy, en ciudades regadas por la lluvia. Vale decir que saco los pies limeños del barro. También facilitó la generalizada instalación del alumbrado eléctrico. SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
37
Difícil es encerrar en breves cuartillas las memorias de uno de los más prolíficos alcaldes de Lima. Sin embargo «Envidias y emulaciones», según recuerda Basadre, le sacaron del cargo mediante treta legal. Acaso intervendría el «malillero», personaje de uno de sus cuentos.
Pero la obra de Elguera perdura y su inspiración instiga. Tanto porque su escoba supo barrer para todas las aceras , incluso «la del frente opuesto» como por su fino sentido del humor. El Alcalde «Don Efe» supo reírse de todo. No de Lima, que la modernizó o civilizó.
Por Carlos Neuhaus Rizo Patrón 38
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
A LAS CINCO DE LA TARDE: JOSE LEÓN BARANDIARÁN MAESTRO DEL DERECHO A las cinco de la tarde, esa hora trágica en el romancero de García Lorca, solía entrar un haz de luz por la ventana, enfrentada al poniente, de la pequeña aula esquinera del Patio de Derecho, rumoroso y bello sitio de la vieja Casona Universitaria de San Marcos. Y las cinco de la tarde, justamente y tres veces por semanas y por muchos años, ingresaba en esa aula a enseñar Derecho Civil, el Maestro José León Barandiarán. Usualmente permanecía de pie, con la mirada puesta en un desconocido infinito. De pronto empezaba a expresar conceptos asombrosos que creaban reverente silencio, luego se erguía con parsimonia y encaminábase a la pizarra para crear personajes, sujetos de derecho, que solía nominar «A» y «B» o «C», entrelazándose con rayas, círculos y paralelos configurativos de un mundo mágico de relaciones jurídicas que nosotros, sus alumnos, entendíamos gracias a su admirable don pedagógico, basado un tanto en la simplicidad y mucho más en la profundidad conmovedora de su original conceptuosidad. Afortunadamente, el año 1984, al cumplir Don José 85 años de edad se publica un extraordinario Libro Homenaje al Maestro. Ahí pueden encontrarse excelentes biografías y epopeyas escritas por sus alumnos, los eximios juristas Carlos Fernández Sessarego - mi compañero de aula - Fernando de Trazagnies Granda, Max Arias Schereiber Pezet, Ricardo La Hoz Tirado y Fernando Vidal Ramirez. Don Carlos Rodríguez Pastor, su amigo, ha escrito una pieza extraordinaria sobre el lenguaje de JLB. Tiempo antes, Juan Mejía Baca tuvo el acierto de permitirle relatar su vida, grabándola la voz en la sugestiva colección que llamó «Perú Vivo». A mi vez tengo la satisfacción de presentar y entregar un documento que considero inédito: tratase de un curriculum vitae preparado por él mismo, con correcciones de su puño y letra, que me entregase allá por 1979, con motivo de la creación que hicimos del Instituto Peruano de Arbitraje, presidido inicialmente por don José Luis Bustamante y Rivero y luego por el Doctor León Barandiarán. El Instituto se constituyó por Escritura Pública de 19 de Setiembre de 1979, ante el Notario Alfredo Aparicio Valdez. Lo integraron los doctores Jorge Eugenio Castañeda, Ernesto Alayza Grundy, Andrés Aramburú Menchaca, Ernesto de Vivanco, Mario Alzamora Valdez, Alberto Rey de Castro y quien habla. Se instaló en el Colegio de Abogados de Lima. Se creó para servir como centro de arbitraje comercial. Paradójicamente, no se presentó, ante dicho Tribunal, un solo caso.
El curriculum de León Barandiarán antes citado, tiene además relación de muchos de sus escritos, datos importante para concluir la ubicación de los mismos y procurar la publicación de su valioso tanto como dispersos trabajos. Lejos estamos de hacer comentario cabal de su obra pero nos asombra por ejemplo una ilustradísima conferencia que pronuncia en 1943 afirmando la incidencia del derecho en las esferas del arte, recomendando a sus alumnos no enclaustrarse «dentro de un intolerante y único quehacer. La visión de la estrella - señala - no eliminará la del cielo...». Se regocija cuando recuerda que Rubén Dario afirmaba que la escultura de «La Victoria de Samotracia» - hoy en el Louvre - hizo hervir a los griegos en las calles de Atenas. Le impresiona, como pocos, el monumento a Lincoln en Washington y escribirá amenísimo ensayo sobre el mártir Presidente norteamericano. En lo pictórico le estremece naturalmente el «Moisés rompiendo las tablas de Rembrandt y por cierto los «Fusilamientos de la Moncloa» que pinta con dramático colorido el español Francisco Goya cuando los franceses y los afrancesados se apoderaron de Madrid en 1808. Recuerda que la «Sinfonía Heroica» de Beethoven «fue una entonación exultante a la libertad al par que la Polonesas de Chopin» pues se estremecen de rebeldía contra el sojuzgamiento político» de ese pueblo tan sufrido. Y en fin, bien podríase continuar recogiendo las proyecciones tan amplias de su talento, vertido hacia temas tan diversos como las aventuras del Quijote o los clamores de Vallejo, cuyo valor exalta premonitoriamente. Pero nos lleva el viento por otros parajes, quizá siempre vigentes, de sus enfoques constitucionales. El Doctor León Barandiarán señala que «fue miembro integrante de la Comisión encargada de elaborar el proyecto de la Constitución del Estado presidida por Manuel Vicente Villarán» (sic). Se refiere a la Carta de 1933. Poco antes había publicado un opúsculo sobre la Constitución Alemana de 1919, llamada de Weimar. De sus comentarios brotan naturalmente algunas opiniones sobre temas que, indudablemente merecen presente reflexión, como las modificaciones Constitucionales - tan desbaratadas en el Perú-, la Revocación de Poderes y la Administración de Justicia. En lo atinente a las modificaciones constitucionales señala, como es obvio, que existiendo un régimen normativo de gobierno «su transformación ha de hacerse dentro de ciertos procedimientos SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
39
en aquel». Tal es el «derecho predeterminado» que denomina Stammler. Sin embargo y citando caos foráneos, dirá León Barandiarán en 1930 que «Todas las grandes reformas se han hecho en forma arbitraria. La parte activa de la sociedad, la que impone el nuevo régimen, puede ser una mayoría o una minoría. En cualquiera de los casos, hace primar su voluntad arbitrariamente». En ello coincide con lo expresado penosamente por León Duguit en «Las Transformaciones del Derecho Público» (Pág. 78, Madrid 1926) cuando advierte que «la conciencia moderna se halla hoy profundamente penetrada... que los hechos han demostrado su impotencia para proteger al individuo contra el despotismo». Comenta J.L.B. que los acontecimientos políticos de los últimos años...» demuestran que las reformas políticas se han hecho extra-constitucionalmente y en algunas partes por una minoría. Una revolución -cita- abolió en Rusia (1917) el absolutismo monárquico y una minoría hizo la revolución bolshevista. En nuestro país no ocurre algo diferente. Leguía, elegido democráticamente en 1919, disuelve el Congreso, convoca a una Asamblea Constituyente y sin considerar la normatividad de la vigente y loable, entonces, Constitución de 1860, hará nacer la de 1920. Esta, como es sabido será derogada en similar forma por la de 1933 dictada por un Congreso Constituyente reducido por deportaciones políticas. Tampoco la de 1933 es modificada por sus propios mecanismos. El Gobierno Militar, en 1978, convocará otra Constituyente que producirá la Carta de 1979, abolida innecesariamente, por la Constitución de 1994 cuyo contenido, lamentablemente se avizora errado en no pocas cuestiones y ojalá se ofrezca el caso inédito, en este siglo, que sean congresistas elegidos con plenitud democrática, quienes modifiquen artículos cuyo cambio es clamor de juristas y honesto reclamo ciudadano. Tema que no soslaya León Barandiarán en su comento a la Constitución Alemana de 1919 es el relativo a la llamada Revocación de Poderes, que puede ser parlamentaria, presidencial o funcional. En Alemania de ese tiempo se dio la curiosa figura que el Reichstag o sea el Parlamento podía por acuerdo de dos tercios de sus votos, pedir al pueblo que vote la destitución del Presidente. Si el pueblo no consentía esta destitución, el Parlamento quedaba disuelto. Había pues una legítima contraposición de Poderes. El tema y la misma Constitución fueron, en cierto modo, incitantes al advenimiento posterior del nacional-socialismo que acabó con el sistema Presidencial alemán y trajo el surgimiento de Adolfo Hitler. O sea, 40 SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
el fin de la democracia tan criticada por el socialismo por su carácter «indirecto». En el Perú de este siglo no se ha dado revocatoria Presidencial alguna y en vez, tres veces la Presidencia ha disuelto al Parlamento. No citamos, por cierto la simultánea desaparición de Parlamento y Ejecutivo, en 1930, 1948, 1962 y 1968. Todo esto conlleva a reflexionar sobre la conveniencia de establecer en el Perú un sistema parlamentario de gobierno pues no existiendo ya, por cierto, las motivaciones de los fracasos primerizos de 1822 y 1828, años azaetados por conflictos externos contra España y la Gran Colombia. Tema que resulta de insoslayable comentario es el referente a la Administración de Justicia. Dice el maestro León Barandiarán -en sus mismos comentarios a la Constitución alemana de 1919- «que interesa fundamentalmente tratándose de la administración de justicia: Io forma de designación de los jueces. 2o duración en su cargo». Se ha creído -añade que con la idea del poder judicial independiente del ejecutivo se concuerde el carácter electivo de los jueces». Tratemos brevemente el tema de la elección de los jueces conforme se ha consagrado en los artículos 150 y 152 de la Constitución Peruana de 1994. Sesenta y tres años antes, observaba el Maestro que «el sistema electivo presenta varios inconvenientes. El principal es la falta de preparación de los jueces electivos. La función judicial es difícil, compleja. Establecer la existencia de una situación de derecho, requiere especial, estudio técnico de la materia, conocimiento de la ciencia jurídica. El juez, así deviene necesariamente un profesional, un técnico. Esta consideración ha hecho que el sistema electivo no haya podido progresar». Inclusive, señala, en «algunos cantones de Suiza los jueces son electivos; pero la eficiencia de este sistema es discutible». Harold Laski, en «El Estado Moderno» (Tomo II pág. 317 Barcelona, 1932) señalaba con respecto a la selección de los jueces, que «de todos los procedimientos el de la elección de jueces a cargo del pueblo constituye sin duda alguna, el más pernicioso e inaceptable. Porque en este caso, sucede una de estas dos cosas: o se elige al candidato por meros motivos políticos, razón que debe quedar en último término, o quienes emiten el voto no están en condiciones de contrapesar las circunstancias de las cuales depende la elección». Toda elección representa una bandería. Vale decir una toma de posición. Inclusive en aquellos ciudadanos que se titulan independientes.
En lo judicial, la interpretación de la Ley está cargada de subjetivismo cuando no de amenazas de toda índole. Un país, como el nuestro que aún trepida bajo el terror del narcotráfico y del terrorismo, no es precisamente el prado verde y serenísimo adonde pueden brotar, como flores edénicas, judicaturas elegidas por la pasión popular y fertilizadas por las cornucopias de los intereses económicos. Y estamos ante una geografía política de más de dos mil distritos... Don José León Barandiarán: Prisioneros somos de su recuerdo que ilumina todos los cruces jurídicos adonde siempre llega la claridad de su comentario o reflexión, la generosidad de su consejo, la sutileza de sus opiniones. Sus textos, son el cálculo que nos permite transitar por este mundo que el mismo derecho controversia. Mundo, o mejor dicho proyecto nuestro de país, cercado por valladares que nosotros mismos ponemos para obstaculizar al prójimo o encimarnos sobre él. Tenemos vivo el recuerdo de su optimismo tenaz y de su admirable bonhomía. Por todos fue llamado Maestro, porque maestro es sa-
crificio, no es mero título sino una condición humana persistente. Maestro es quien, como usted, transido por una vocación de gozosa entrega a la cultura, sabe tener una conducta de permanente dignidad. Porque usted fue altivo con los poderosos, sencillo con los humildes e incorruptibles ante todas las acechanzas y tentaciones que pudo tener su fe en la justicia, haremos como al personaje de Schiller, citado por usted que «no puede hallar la justicia y se le hace insoportable el agravio, extiende las manos, con confiado valor al cielo y busca la justicia eterna que allí mora, inmutable e inviolable como las mismas estrellas». No señor. Tomemos todos como misión traer a esta tierra, a este mundo, esa Arcadia, pues mientras el peruano no tenga conciencia que la ley no es solo la Ley sino que tiene vigor y olor a justicia, seguiremos atónitos, desvaídos, mirando estúpidamente las estrellas, preguntándonos adonde está el clamado Perú Posible. Carlos Neuhaus Rizo Patrón, homenaje al develar su busto en el «Jardín de los Amautas» abril de 1994 en la Huaca Huallamarca San Isidro.
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
41
42
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
OSCAR MIRO QUESADA, PENATE DE LA EDUCACIÓN PERUANA A mediados de 1985 evocamos en el Diario « El Comercio» las figuras que a nuestro juicio podíamos considerarlas penates y entendíamos por tales «una sombra de recuerdos que nos sigue, hecha de gestos, frases o visiones que danzan en nuestra memoria, como las notas musicales, sedimentando una partitura inolvidable que ayuda a forjar nuestra personalidad y sentimientos. Citábamos entonces a Don Oscar Miró Quesada, ya fallecido en el plenilunio de sus 97 años. Decíamos que este personaje tan amado «enseñó la bella lección de la curiosidad vital. El sentía algo así como el placer del movimiento perpetuo. Su afanosa búsqueda de la verdad profunda, para exponerla con generosa sencillez y su imperturbable optimismo, parecieron decirnos que una mañana sin afán parece un nublado atardecer». Una circunstancia curiosa se produce antes del nacimiento y de la defunción de RACSO, como se le llamaba literariamente. Desde 1880 hasta Octubre de 1883, «El Comercio» permanece cerrado, como consecuencia de la ocupación chilena de Lima. Reaparece «El Comercio» y nueve meses después nace Oscar Miro Quesada anunciando al parecer una esperanza de vida que recobrábamos los peruanos. De otra parte, cuando «El Comercio» es incautado - mas no cerrado - por la Dictadura Militar de 1969, Don Oscar soportará bravíamente, no solo el padecer democrático sino la penuria económica que suelen las dictaduras repartir. Sin embargo, sobrevivirá a tan luctuoso episodio y acaso, a fuerza de optimismo, ingresará a su recuperado Diario pero apenas sobrevivirá un año. Fallecerá a los 97 años pugnando por llegar a los cien, reclamándoselos a su hijo Oscar, médico e investigador eminente que pareciera haber heredado el optimismo del padre al entusiasmarnos anunciando siempre, con la divulgación, la posible cura de malignas enfermedades. Ayunos estamos de conocimientos para juzgar la singular obra de un personaje que, a semejanza de los grandes humanistas, dominaba la filosofía, las matemáticas, la literatura, la música, la historia y hasta la grafología. Su vida es bellísima y reconfortante. Su hijo Francisco, hombre superior y antiguo amigo entrañable, ha escrito una maravillosa biografía que he leído y releo cuando aparecen nubarrones. Porque el vital optimismo del padre, adentrado también en sus hijos, no solo conforta como una oración cristiana sino que acicatea el ánimo. Tócame hoy así con vuestro permiso, brindar
ciertos testimonios personales - algunos desconocidos - sobre Don Oscar, que contribuyen a divulgar su luminosa imagen. Empiezo por la grafología. La primera vez que conocí a Racso fue en Ancón, allá por 1947. Hallábase él, en el zaguán de una bella casona de la calle Dos de Mayo, rodeado de jóvenes que le alcanzaban textos escritos para que leyese su carácter. Y a propósito, - cita FMQC, en la biografía de su padre - pensaba Don Oscar que quien «evoluciona mucho en la vida va transformando su escritura que expresa, inconscientemente, el cambio y el enriquecimiento de su personalidad». La grafología, a diferencia de otras curiosidades tiene una base psíquica. Pues bien, asombrado quedé con sus explicaciones anconeras, pero más, cuando me relató mi Padre, poco después, como se divertían en los años veinte cuando ambos, ubicados en distintos salones de un hogar, brindaban «diagnósticos» caracteriológicos a las mismas personas, solazándose al comprobar las muchísimas coincidencias. Valga evocar que mi Padre, Carlos Neuhaus Ugarteche tenía un extraordinario aprecio por Don Oscar, como muchísima gente y, en cierta forma nos sentimos herederos de esa bella y tradicional amistad familiar. Aún recuerdo, el asombro que causó en mi hogar, cuando la publicación de la famosa carta de Einstein a Don Oscar, elogiando sus artículos divulgatorios sobre la relatividad. Y esta vinculación familiar, acaso nacida al amparo luminoso de la redacción del «Mercurio Peruano» que aparece bajo la Dirección de aquel hombre extraordinario que fue Víctor Andrés Belaúnde, me ha permitido descubrir unos «poemas metafísicos» de Don Oscar, publicados en Enero de 1920 junto con artículos de Riva Agüero, Gonzalo Zaldumbide - notable escritor ecuatoriano - Angélica Palma y otras figuras. Al parecer Don Oscar había leído estos poemas en la sesión semanal de los redactores del Mercurio Peruano, por recomendación de Belaúnde y bien aplaudido fue por aquella lectura. No hemos de transcribirlos todos acá, pero daremos copia fiel de algunos. Citemos el primer verso: A tí, Oh gran Naturaleza! Virtualidad de lo creado Donde el presente y el pasado Han de anularse en lo que empieza. SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
43
Luego, los demás versos reflejan «concepciones metafísicas en que se funden ideas de Spinoza y Schpenhauer» estarán divididas en dos títulos que encierran una descripción con sentido de Génesis sobre la evolución de una naturaleza. Uno se llamará «NATURA NATURANS» que así termina: «Pero por un misterio extraño y caprichoso la natura naturans de si misma se hastió, la fuerza se hizo forma, sucesión el reposo, y la sustancia única se diversificó, y aparecieron mundos y el espacio gigante de estrellas y plantas y soles se pobló, y en la noche infinita solitaria y errante la tierra apareció». El segundo rubro es «NATURA NATURATA» que concluye con cierta sensación de angustia: «Las hojas fueron ojos, las ramas fueron brazos, en pieles coloreadas se transformó la flor; los nudos de los troncos fueron los espinazos, y en la naturaleza apareció el dolor. Dolor que en la inconciencia del animal es grito; reflejo de la pobre sensible carne herida. Y que en el pensamiento del hombre es infinito disgusto de la vida». Años más tarde - valga la revelación - hubo reunión nocturna de aquellos redactores del Mercurio Peruano que solían, en los años veinte, llamarse la «PROTERVIA». Nunca habría podido darse nombre tan sarcástico a esa pléyade de magníficas y asaz bonachonas personas que integraban aquel notable grupo de intelectuales. Pero la reunión que cito y recuerdo por haber estado circunstancialmente presente ocurrió en octubre de 1947 y no era precisamente literaria. Era de suma importancia política. Invitados por mi padre, asistieron Don Oscar y su hermano Luis, Víctor Andrés Belaúnde, Alberto Ureta, Mariano Ibérico, Pedro Beltrán, Pedro Roselló, Carlos Rizo Patrón P. y Octavio Tudela Garland. Se había producido el motín aprista del Callao el pasado día 03 de octubre y los caballeros antes citados conocían que se gestaba la llamada revolución restauradora del General Odría. Todos, con excepción de tres personas, abogaron largas horas en favor de apoyar al legítimo Presidente 44 SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
José Luis Bustamante y Rivero. Recuerdo vivamente los tenaces argumentos a favor de Don Luis Miró Quesada y los sutiles de Don Oscar. No hubo caso. La ilusión de 1945, del régimen democrático con demócratas, se desvaneció aquella noche. Mas tarde Don Oscar hacía ingeniosos comentarios sobre el valor de las noches, abiertas siempre al pensamiento. Aquella vez la noche se cerró, quedó atrás, como diría Jan Valtin. Hacía 1966 me vi un tanto seducido por una dama muy imperiosa y felizmente difunta. Tratábase de Francisca Zubiaga de Gamarra, llamada «La Maríscala», pasión y tormento del General Agustín Gamarra, dos veces Presidente del Perú. El médico Juan Bautista Lastres había publicado un estudio psiquiátrico sobre aquella audaz mujer y diagnosticaba su conducta como resultado de una epilepsia. Consulté el punto, entonces, con el psiquiatra arequipeño Sigisfredo Luza y en su opinión, los ataques de la Maríscala no eran epilépticos sino histéricos. Emprendí la investigación histórica y pedí al Dr. Luza que escribiera lo suyo. Con ambos textos a la mano se me ocurrió visitar a Don Oscar y pedirle un análisis que sirviera de prólogo. Lo hizo y cuando los originales se hallaban en la imprenta, ocurrió un infausto acontecimiento al Dr. Luza. Las tres personas involucradas decidimos inconveniente publicar el libro así concebido. Hubiese sido aprovecharse de una situación delicada para obtener - sin desearlo - un tiraje amplísimo. El Dr. Luza publicaría más tarde su ensayo. Quien habla, un libro histórico y el prólogo de Racso quedó inédito. Me resulta grato entregarlo ahora a su familia, con algunas correcciones de su puño y letra y otras del impresor ¿Qué dice Don Oscar en el prólogo?. Luego de comentar generosamente los capítulos formula los análisis del histerismo y de la epilepsia para concluir que la dominante doña Pacha padecía de histerismo porque «la epilepsia no tiene causas psico-éticas ocasionales, la histeria sí». El prólogo está firmado. La excepcional inteligencia de Don Oscar Miró Quesada, la bondad permanente que a tantos iluminó, esa infatigable curiosidad, su generosa comprensión a todos, lo elevan a una categoría ejemplar. Francisco su hijo, evoca en su libro algunas frases suyas. Me impresiona aquella que dice: «muchas personas habrían preferido nacer en el pasado. Yo preferiría haber nacido en el año tres mil. Pero estoy contento con mi época». Cómo no estarlo. Un hombre que presencia la evolución desde la radio galena que construye hábilmente para oír radioemisoras del exterior, hasta el desarrollo
de la cibernética, le toca pues vivir el siglo de las más grandes transformaciones científicas de nuestra era. Y las goza a plenitud. Mas bien los habitantes del año tres mil extrañarán a Don Oscar. Qué duda cabe!. Si acaso reflexionamos con el relativo propósito de encasillarlo en alguna de sus actividades, tal vez nos atrevemos a pensar que fue, por sobre todo, un maestro todos los minutos de su fecunda vida. Maestro Sanmarquino primero y luego de sus excepcionales artículos periodísticos de divulgación cultural. Porque Maestro no es un mero título, sino una persistente condición humana impregnada de cultura de amor al prójimo y a la verdad.
Don Oscar, con su efigie inauguramos este jardín que llamaremos de Los Amautas de San Isidro. Sus ojos mirarán a los seres que lleguen a este Museo que contiene reliquias halladas en esta Huaca Huallamarca que, bajo la esforzada dirección de Arturo Jiménez Borja, salvamos desde 1958. Y los niños y los hombres que lo observarán a perpetuidad, sabrán que este busto representa a un peruano superior, generoso, sabio, en fin Amauta del año tres mil. Carlos Neuhaus Rizo Patrón, discurso pronunciado el 18 de agosto de 1994 con motivo de la develación de un busto del Dr. Oscar Miró Quesada en el «Jardín de Los Amautas», Huaca Huallamarca, San Isidro.
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
45
46 SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
SOBRE AURELIO MIRO QUESADA SOSA Es lugar común y desde luego cierto expresar que personas como Aurelio Miró Quesada no requieren presentación. A nuestro entender, su obra y su cívica actuación ya precisan de una señera interpretación, exegesis o análisis o a lo más cercano a todo ello. Muchas veces he pensado que en este Auditorio Municipal de San Isidro adonde mora el espíritu, la ideología, la cultura y el lirismo de muchos intelectuales, alberga también sin enclaustrar, una auténtica academia. Basta repasar la relación de quienes han disertado en este lugar ayer y hoy para confirmarlo. Aurelio Miró Quesada, nuestro consocio vecino desde mucho tiempo atrás y es buen ejemplo de esta realidad. Y no solo maestro de muchas disciplinas y realidades sino además, nuestro Rector San Marquino en 1956 y Presidente de instituciones tan señeras como la Academia de Historia, la Academia de la Lengua y la Sociedad Geográfica. Y a más de todo ello, le alcanza ahora dirigir, con prestancia, el Diario más antiguo del Perú. Resulta pues simbólico que en este país de lo efímero, Aurelio Miró Quesada haya atado su vida a muchas instituciones de honrosa permanencia en nuestra Historia. Miró Quesada es sanmarquino por esencia y a la vez integra por ello, el desideratum de aquella, su bien amada Universidad. Porque precisamente en San Marcos se recibe de Abogado -profesión que no le albergará- y de Doctor en Letras, al año 1935, vencidas las zozobras de la clausura universitaria. El alumno afanoso y preocupado transcurre fluida y meritoriamente del Salón de Grados a la Cátedra de Historia de la Literatura Castellana que dictará durante veintiún años, iluminando el dictado de clases con su vocación humanista por el saber y su devoción por la galanura del Lenguaje. Escribe desde joven artículos amenísimo en «El Comercio», libros inquietantes uno tras otro, edita revistas de mucha calidad como «Mar del Sur» o pronuncia conferencias hoy y desde aquellos tiempos en que limeños buscaban reposo y cultura en recitaciones, lecturas y reflexiones, más allá de las estampidos violentos de la «pantalla chica» acaso llamado así porque muchas veces pareciera empequeñecer el alma. En las obras y quehaceres de Aurelio Miró Quesada advertimos dos constantes; su rumbo, vaya a sotavento o barlovento, siempre será el
Perú; su instrumento científico, su astrolabio, digamos, será siempre la investigación rigurosa de todos las verdades a su alcance. Desde que nos abre páginas, allá por 1935, en su «América en el Teatro de Lope de Vega», busca al Perú. Y tendrá que hallarlo de relance o relancina cuando enhebra a la seductora huanuqueña Amarillis con Lope como un «anuncio del ingenio y travieso disfraz de las tapadas». Luego entresaca once poetas puruvianos en la Obra de Cervantes e investiga con rigor la realidad tras las referencias de Tirso sobre los tres Pizarro, sin olvidar sus elogios a Garcilaso, en su ensayo sobre «Cervantes, Tirso y el Perú». Entre Garcilaso de la Vega y Aurelio Miró Quesada se columbra una vinculación casi sentimental, proficua y persistente. En ambos se enlaza la afición por el buen decir y el esmero, a veces piadoso, por rastrear el pasado que muchos llamaremos peruano, a partir del Inca que mora en España. No nos atreveríamos a decir que Aurelio Miró Quesada empieza a rondar o chischigear a la Musa de la historia a partir de su biografía de Garcilaso, pese al Premio Nacional que el Estado le concede en 1945. Pero me temo que la historia se le viene desde entonces, con viento de verdades y música de altos lirismos. Aurelio Miró Quesada la tratará en lo sucesivo con la destreza de un torero. Pero llevará para las suertes capote de alamares y observará riguroso, el canon de los tres tiempos. Vale decir, para incólume ante la hojarasca de los datos; templar severamente ante la verdad del mismo y luego mandar con sapiencia por la ruta de la amenidad. Y sin retirarnos de este imaginario redondel vale así comprobarlo, cuando a raíz de sus minuciosas investigaciones, tanto en el Perú como en Chile, demostraría que la primera corrida de toros que se celebra en nuestra Plaza firme de Acho, construida por Landaburu, sería el 30 de enero de 1766, hecho que reconocemos hidalgamente pues estábamos convencidos de otra fecha. Bonafide. La historia y el ensayo nutren sus llamados Temas Peruanos. Por ellos desfilan desde el «Oceánico» Doctor Peralta y Barnuevo hasta la pequeña Manuelita Sáenz; las profundidades geográficas del científico Humbolt hasta las delicias oníricas del Poeta Vallejo. Aurelio Miró Quesada destaca pues, con amorosa prolijidad, los peruanos simbólicos y el suelo que le brinda solio. Y en esto último, en lo de territorio y viajes, es menester señalar como paulatina y casi insensiblemente, el ameno cronista de «La Vuelta al Mundo» -navegado en 1935 -se nutriSAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
47
rá de utilísima información, para descubrir y bien narrar las cosicosas de todos los Departamentos del Perú, en sus tres ediciones de «Costa, Sierra y Montaña». Permitidme concluir este gratísimo encargo con una reflexión acaso simbólica. Mi generación fue inculcada a querer lo peruano sin chauvinismos pero acaso con sentimentalismo. Nuestros modelos no eran solo buenos tarzanes que bajaban de árboles exóticos, durante las breves matinés dominicales. Nos inculcaron a leer y admirar los escritores peruanos a quienes tal vez suponíamos inasibles personajes de celuloide. Nuestra llegada a la inolvidable Facultad de Letras de San Marcos nos brindó imborrables sorpresas. Los nombres que conocíamos por la imprenta se tornaban de pronto hombre accesibles, buenos, ejemplares, que nos impregnaron el Perú por todos los poros.
48 SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
Aurelio Miró Quesada recoge como los Riva Agüero, Víctor Andrés Belaúnde, Basadre, Porras, Jiménez Borja y tantos maestros inolvidables, esa vertiente peruanista. No tuve, por desdicha ocasión de ser su alumno en aula sino fuera de ella. Pero a la vez, perdónese la digresión personal, supo brindarme una de las mayores satisfacciones de mi vida. Me llevó a la cátedra sanmarquina de Historia del Perú. Y no sólo transformo la vida de un estudiante de derecho sino de muchos, proyectando sobre varias generaciones su hombre conspicuo pero sencillo, ameno pero erudito, bondadoso pero severo. Aurelio Miró Quesada alguna vez -años duros de 1977- llamó a un libro suyo «Tiempo de leer, tiempo de escribir». Ahora toca decir a sus lectores ha llegado el tiempo de releerle y ya es hora de escribirlo... CARLOS NEUHAUS RIZO PATRON, «Presentación» al Dr. Aurelio Miró Quesada en charla que ofreció en la Municipalidad de San Isidro». 1991.
REQUIEM PARA JORGE LUIS RECAVARREN Cuando se pronuncia la voz honestidad, surge el espíritu de Jorge Luis Recavarren
Hombre culto con voraz vocación de honestidad, quiso limpiar al Perú de ex creencias egoístas de nefastas que las hipodérmicas o frontales infiltraciones doctrinarias.
Cuando se reclama dignidad, llámase al recuerdo a Jorge Luis Recavarren. No en vano declaro, proclamo esta reflexiones atadas con su limpieza de espíritu durante cincuenta muy vividos años, jamás en su vida encontré recodo ajeno a la decencia. Jamás entrevi rincón de impureza. Era un hombre que hubiese merecido aquello que dijo Descartes «sé perfectamente que no sirvo para llamar la atención del público ni para que me consideren una celebridad. Más agradecido quedaré a los que me dejen disponer de mi Dios con la libertad más absoluta... y así fue en el fondo.
Y así como la generación del 20 liberó al Perú del positivismo, gracias a Enrique Rodó, Jorge Luis, signo y valor de la generación del 45 transmitió cristianismo al par que una perspectiva divulgación de su Maestro, Ortega y Gasset. Por Carlos Neuhaus Rizo Patrón, bosquejo para un discurso en el Cementerio Jardines de la Paz para Jorge Luis Recavarren ex-Teniente Alcalde de San Isidro.
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
49
50 SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
ANDRES REYES, PRESIDENTE DEL SENADO Y DEL PERU Es de cabal justicia realzar a los próceres peruanos que se alzan contra la dominación española antes de la llegada de San Martín, como ocurre con el agricultor peruano Andrés Reyes Buitrón, chancaíno que al borde de cumplir los cuarenta años, se embarca en la nave del valiente y díscolo Lord Cochrane y promueve la primera proclamación de la independencia peruana, en Supe, el 5 de Abril de 1819. Y al unirse militarmente con los otros peruanos, el supano Francisco Vidal y Requena simbolizan el airoso tránsito de civiles al estado de guerra, colaborando con otros, como Riva Agüero, por ejemplo, para urdir conspiraciones, edificar las conciencias, azorar al Virrey Pezuela motivando inclusive, condenas de muerte. Reyes contrasta con aquella masa de peruanos que, como asevera Jorge Bouroncle se hallan «más en contra que en favor del movimiento independentista». El pueblo entonces, como asevera Raúl Porras «ese extraño en su mayor parte a la revolución, es conspirador de palabra... que no se convence de la independencia hasta que se dá con el ejercito de San Martín en las calles». Muchos de nuestros homenajeados próceres, pelean en las filas realistas antes de asumir con inesperada clarividencia la vocación de patriotas. Reyes no. Deja posición expectante, fortuna, familia. Embárcase con el arrojo de un grumete y acabará casi de náufrago en la isla Juan Fernández. Pero retornará con la Expedición Libertadora, batallará como guerrillero en el norte peruano y alcanzará el grado de Coronel y será Benemérito de la Orden del Sol. Luego ingresará al servicio público como Prefecto de los Departamentos de la Costa (Lima). Reyes tendrá grave contratiempo con Bolívar cuando éste en carta que recoge Juan Pedro Paz Soldán (Juan de Arona) le ordena requisar las alhajas de oro y plata de todas las Iglesias de su jurisdicción. Reyes se negará y por cierto, Bolívar lo entenderá como enemigo. Los años que siguen tienen signos premonitores del caos que envolverá posteriormente a la República. El régimen bolivariano es depuesto por la urdidumbre tejida entre Santa Cruz y Gamarra, amigos por un instante, pero trágicamente enemigos después por la controversia que surge de sus ambiciones personales, la misma que conducirá luego a la destrucción de aquella gran promesa que pudo significar la Confederación Perú- Boliviana y antes a la deposición del General La Mar y la consiguiente derrota frente a la gran Colombia en el Pórtete de Tarqui.
El Congreso de la República se instala el Io de Setiembre de 1829 con el mandato constitucional tan acertado - ayer y hoy - de la bicameralidad. El Senado, es curioso recordarlo, funciona en la Sede del Palacio Arzobispal de entonces. Los Generales Gamarra y La Fuente, ostentando el mérito caudillista de haber derrocado al honesto y liberal Presidente La Mar, presumían títulos para alcanzar la Presidencia de la República. Sin embargo, la mayoría parlamentaria se inclinaba a favor de elegir al probo, audaz y reflexivo Andrés Reyes. No obstante la ciega e inveterada presión de la fuerza ejercida sobre los parlamentarios por un Coronel Castro les induce a escoger a Gamarra como Presidente y a La Fuente como Vice-Presidente. Parte Gamarra fuera de Lima y queda La Fuente frente a la Presidencia. Sin embargo, el poder lo retenía Doña Francisca de Gamarra, llamada «La Maríscala», según lo testimonia la prensa y los más calificados historiadores de la época como Mariano Felipe Paz Soldán y Nemesio Vargas. Dadas las circunstancias y algunos galones de orgullo que tenía La Fuente, el rompimiento con la esposa de Gamarra era previsible. Aquel detuvo algunos negocios de importación exclusiva de harinas y cortó dobles sueldos que percibían los validos del ausente Gamarra. El 14 de Abril de 1831, la tropa adicta a Doña Francisca Gamarra ataca al General La Fuente en su domicilio, pero este logrará escaparse por los techos vecinos hasta lograr embarcarse en una nave norteamericana. Este episodio no conmueve a Lima pero el Senado, en función del artículo 83 de la Constitución vigente de 1823, elige a su Presidente Andrés Reyes, como Jefe de la Nación. Vendrán tiempos que ofuscan la memoria del país y activan un caos que sólo detendrá Castilla en 1845. Según Paz Soldán «el talento se prostituyó y la conciencia pública, sin el menor pudor, se puso de lado del que más crímenes había cometido para subir al poder». Interesa saber que Reyes, como primer paso, reinstala la Corte Suprema que había creado Bolívar. Dos meses después retorna Gamarra, pide facultades extraordinarias y el Congreso se las niega. Al poco tiempo, este Parlamento legislará señalando «que sólo al Poder Legislativo le corresponde dar leyes» (Octubre 1829). Tras breve periodo, pasa Gamarra al Sur para continuar esa suerte de galleo que tenía con Santa Cruz, para desdicha de Perú y Bolivia. Sigue Andrés Reyes en la Presidencia de la República y acuerda el retorno al país de todos los desterrados, como Luna Pizarro, pertenecientes al Partido Liberal. SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
51
Reyes - escribe Pedro Dávalos y Lisson - «a más de ser una persona honorable, vivía con independencia y tenía carácter». Llamó a su gabinete a dos juristas singulares: Manuel Pérez de Tudela, Autor del Acta de Independencia, y a Manuel Lorenzo Vidaurre, Presidente de la Suprema. Además promulgará una ley obligando a que «la plana mayor y oficialidad del ejercito activo» corresponda a jefes peruanos, intentando así romper la camarilla militar de Gamarra que incluía a jefes realistas que se pasaron al Perú, después de la Capitulación de Ayacucho. Tócale también al Presidente Reyes convocar a Congreso Ordinario para el 30 de Junio (1831) amenazando a los inasistentes con la pérdida de rentas y todo empleo. De otra parte y advirtiendo los estragos inflacionarios que producía la emisión de billetes por la Casa de Moneda, incentiva, en vez, intensa monetización de metales porque, en esos tiempos se animaba la minería, base económica, estática y esencial del país, menos resentida ante los vaivenes que se producen en la agricultura tanto por las exacciones que otrora cometía el asfixiado poder virreinal como por las ciegas - vindicativas o sociologizantes - que ha producido el poder demagógico después. Gamarra, anota Basadre era «un latinista versado». Sin embargo había preferido la áspera universidad de la vida impura. Andrés Reyes, pensamos hoy, no llevaba en el bolsillo los textos latines del poeta Horacio para confortar tropelías que fueron signo y mala
52
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
seña del primer militarismo autócrata peruano. Andrés Reyes trajo al Perú que imaginó en 1819, el húmedo y soleado aroma de sus cultivos campesinos, con sana ilusión rústica, pensando acaso que el Perú, soñado con San Martín, podía ser una tierra de sembrar para cosechar, de toma esfuerzo y daca retribución. Pero se equivocó. Porque inesperadamente se encontró que, para hacer país, no bastaba gestar el fruto luminoso de una primera declaración independentista en Supe. Supo, amargamente , que en nuestra inacabable persecución por la democracia, era menester transar con los poderes y negociados de turno, hecho que rehusó apartándose de la vida pública en diciembre de 1831, como repiten sus biógrafos. Sin embargo, hemos hallado un testimonial Decreto fechado a 10 de marzo de 1834, que le encarga integrar con José de la Riva Agüero y el procer Mariano José de Arce, una Junta de Árbitros «que proponga al Gobierno lo que le ocurran a fin de subvenir a los gastos que demande el Estado del país». Ignoramos si Reyes aceptó el encargo. Es materia de ulterior investigación. Nos sentimos tentados a suponer que aceptó la tarea. Porque un civil que se tornó militar para salvar la República y no tomar prebenda alguna, es posible que haya insistido en la tarea ejemplar e ilusa de salvar al país. Ayer como hoy. Discurso pronunciado en setiembre de 1991 por Carlos Neuhaus Rizo Patrón con motivo de la inaguración de su monumento en San Isidro.
JULIO RAMON RIBEYRO Una circunstancia, casi bíblica, nos reúne esta noche. Hace algunas horas partieron los restos de Julio Ramón Ribeyro desde la Iglesia Sanisidriana de Santa María Reyna y ahora, como poseído su espíritu por una gravedad alucinante, viene a este recinto de cultura, para vivificar su recuerdo. Como si el realismo de sus narraciones quisiera donarnos otra. Porque es extraño, muy singular, que desde varias semanas atrás, la Feria del Libro hubiese programado un homenaje a Julio Ramón Ribeyro, hoy, justamente el ocho de Diciembre de 1994.
Gabriel» se volverá a cronicar. Sus «Geniecillos» no serán sólo dominicales. Todo se volverá en cierto modo «sublevante». Porque su creatividad se recreará, en sí misma, mirando al mar, como él solía hacerlo, movida inspiración, con sus picos, cretas y resacas; como también lo sería para el Frances Claude Monet que a veces lo difumina. O para Augusto Tamayo que le recita de tarde en tarde, con melancolía. Todo ello captarían la fértil e «inmensa, fría, eterna y silenciosa verdad» que brota de ese mar, dibujando con «La Luz de las gaviotas».
Hoy retorna aquí, nimbado por la gratitud de sus apesadumbrados lectores cuyo creciente quantum vale tanto como los premios. La palabra, ya invencible del mudo, resonará no sólo en la meditación, sino en alados ecos que llegarán a las más altas nubes de la imaginación. Se producirá ya un pentecostés general de su verbo, urbi et orbi. Su «San
Vuelve a nosotros, Julio Ramón Ribeyro, para seguir trasegando tus imágenes, tu vino y tu maritísima tanto como creciente gloria. Carlos Neuhaus Rizo Patrón, discurso pronunciado en homenaje a Julio Ramón Ribeyro. San Isidro, 8 de diciembre de 1994.
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
53
54
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
RIVA AGÜERO, ALCALDE DE LIMA Las circunstancias que afrontaba el General Sánchez Cerro, a principios de 1931, no eran precisamente compatibles con la «lógica revolucionaria». En agosto del año anterior había depuesto del Presidente Leguía, náufrago ya, en un país entre estremecido y ahogado por la desocupación y la devaluación monetaria. A principios de 1930 extinguida la Libra Peruana que se cotizaba «a la par con Londres», surge el imperio del Sol de oro que podía adquirirse con solo cuarenta centavos de dólar. Un año después, la anemia monetaria reduce el sol a menos de treinta centavos norteamericanos o sea, más de S/.3.00 por dólar. En vez comprensiblemente, el costo de vida descendió un 6%. A finales de 1930, el revolucionario Presidente de la Junta de Gobierno, que aún era Comandante, convoca a elecciones para Asamblea Constituyente la misma que debía elegir un Presidente Provisorio. Sin embargo, Don José Manuel García Bedoya personaje adicto a Sánchez Cerro propone que se efectúen elecciones directas para Presidente de la República. Esto tradujo la dimisión de la Junta Gubernativa y algunos hechos que aunque manidos en nuestro olvidado ayer conviene recordar. El 20 de febrero de 1931 se producen rebeliones simultáneas en el Real Felipe del Callao, en la pródiga Arequipa adonde se había gestado el alzamiento de Sánchez Cerro, con su dosis trágica de militares muertos, en Cuzco, Piura y Lambayeque. En el fondo, no se aceptaba que el Jefe de Gobierno, por mayores títulos que significaba haber depuesto a Leguía después de su tercera reelección, montado en Palacio, contendiese, desde aquel privilegiado puesto, a la Presidencia de la República. Por lo demás, había otros candidatos de mérito, como el Dr. José María de la Jara, alentado por Alberto Ulloa Sotomayor, José Gálvez, Raúl Porras, Jorge Basadre, José Sabogal, José León Barandiarán, José Quesada, Carlos Neuhaus Ugarteche y otros intelectuales de relieve. El partido llamado «futurista» que había auspiciado José de la Riva Agüero en 1915, no participará en las convocadas elecciones que vendrían a jugarse en 1931. Se habría disuelto por desilusión. Pero Riva Agüero acudió a la asamblea convocada por Sánchez Cerro, en Palacio de Gobierno el 1ero. de marzo. En aquella histórica ocasión, el líder de la Revolución de Arequipa, pese a su evidente popularidad, no alimentada por encuestas, tuvo frente al país, la gentileza de renunciar al mando supremo. Su lenguaje no era precisamente académico pero tenía cierta cultura. No hablaba latines pero si francés y castellano con
ajos. Era hombre de coraje por eso tuvo el valor de jugársela, o sea, dejar la Presidencia y largarse a Europa. Luego desde aquel extremo, sentiría el reclamo del pueblo que lo instó a competir, sin privilegios, en la inclemente elección que se celebrara en octubre del 31. Jorge Basadre, señala que estuvimos frente a «una de las etapas más llenas de incertidumbre y de inestabilidad en la historia del Perú republicano», solo comparable, diríamos, con los meses previos a la ascensión de Castilla al gobierno de 1845. Desde que surgió el alzamiento de Sánchez Cerro el 22 de agosto de 1930 hasta que David Samanez Ocampo, el destacado hombre público cuzqueño toma el mando, o sea, durante siete meses, se producirán seis movimientos revolucionarios. Muchos más vendrán después. De ahí que podamos aseverar, sin exageración ni apasionamiento alguno que, a partir del innecesario golpe de Estado que da Leguía el 4 de julio de 1919, se reinicia en el Perú una irrefrenable descomposición institucional y democrática. Con breves y saludables excepciones, por cierto. 2. LA SITUACIÓN MUNICIPAL Los Municipios, entonces, se regían por la Ley Orgánica dictada en 1892 durante el gobierno de Remigio Morales Bermúdez. A partir de entonces gobernaron Lima, once Alcaldes elegidos a saber: Juan Revoredo, Juan Martínez Echenique, Federico Elquera, escritor que resulta elegido todos los años, durante nueve,(1900 a 1909), sucedido por Guillermo Billinghurst, futuro Presidente, Nicanor Carmona, Elias Malpartida, Pedro de Osma, David García Yrigoyen, Luis Miro Quesada (1915-1917), Manuel Yrigoyen Diez Canseco, Wenceslao Espinoza y párese de contar a los elegidos, pues Leguía cancela el sistema. Los Alcaldes dimanaban de Concejos electos popularmente, los cuales elegían alcalde, teniente-alcalde y síndicos e inspectores entre sus miembros. A partir de 1919 hasta 1963, año que Lima elige a un Concejo y éste a su vez a Luis Bedoya Reyes, todos los Alcaldes fueron nombrados por el Poder Ejecutivo. A raíz de la Revolución de Arequipa, la Junta de Sánchez Cerro nombra Alcalde al doctor Luis Antonio Eguiguren eminente polígrafo catedrático sanmarquino, Presidente de la Asamblea Constituyente en 1931 y futuro candidato presidencial en 1936. Un ciudadano de acusados méritos y ejemplar honestidad que tuvo brillantes iniciativas como SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
55
Alcalde. La renuncia de Sánchez Cerro aparejará, como era de rigor, la consiguiente del Alcalde Eguiguren. Y en mayo de 1931, la Junta de Gobierno presidida por David Samanez Ocampo, designa sorpresivamente al respetado erudito José de la Riva Agüero, acaso el hombre más culto del Perú en su tiempo, político frustrado que partió al exilio cuando la Dictadura de Leguía para regresar el año 1930 con evidentes ánimos de luchar por la restauración del país y particularmente de su amada ciudad limeña, tan conocida como descrita por él, más allá de cualquier reseña o crónica anteriores. 3. LA LIMA DEL DIECINUEVE, PREVIA A RIVA AGÜERO A Lima hay que redescribirla a partir de los principales terremotos. Los que peor o mejor diseñan el perfil presente fueron, sin duda, los de 1746 y 1940. Sobre el primero recodará Jorge Basadre(1) que «fue el más tremendo de todos. Pareció la tierra UNA BESTIA ROBUSTA QUE SE SACUDE EL POLVO DE SU LOMO. En tres minutos quedó deshecha la obra de doscientos años. Solo 25 casas quedaron en pie». Otra catástrofe, no precisamente sísmica, citada por el mismo autor, fue la destrucción de los altares barrocos de Lima, a fines del siglo dieciocho, por obra y desgracia inverosímil, practicada por el arquitecto Matías Maestro,- autor del Cementerio que lleva su nombre-. Maestro fue un paladín del neoclasicismo que hará moda en el diecinueve, asunto que mucho conmueve a Riva Agüero, sobretodo cuando se restaura la Iglesia de San Agustín, vecina a su casa de Lártiga. Sobre las iglesias de Lima, Riva Agüero escribió con alquitarado desdén que «ninguna de ellas es, por cierto, una obra de arte, ni merece las consideraciones de tal. En su mayor parte construidas durante la centuria décima séptima, participan, cual más, cual menos, del crespo estilo churrigueresco que en ellas, a veces, coexiste y contrasta de extraña manera con el severo estilo del renacimiento español. Pero aquella arquitectura de decadencia, aquellos adornos amanerados y floridos, sobre los cuales han impreso sus huellas los años, no están desprovistos de algún interés; son representativos de un período de la historia. El tiempo ha idealizado el aspecto del presuntuoso barroquismo, suavizando los colores chillones, opacando el reflejo de los oros, extendiendo en las figuras las pátinas, imprimiendo en todos los objetos el encanto del recuerdo. No hay decadencia arquitectónica que, vista a través de los siglos carezca de poética sugestión». Sin embargo añadirá que «nuestras iglesias suscitan la imagen de viejecitas que conservarán y usarán los tontillos y complicados lazos, las extravagantes 56 SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
modas de su remota juventud(2) De otra parte, dirá Riva Agüero en su artículo sobre «La Tradición y la Ciudad de Lima»(3) que «el Convento de San Francisco, el único monumento de veras sobresaliente de que deberíamos gloriarnos, SIN QUE LO IGUALE NINGUNO DE LIMA, ANTIGUO NI MODERNO», poco a poco se desplome ante la insensibilidad moral, criminal, apatía y sordera». (1
«La multitud, la ciudad y el campo», pág. 101, Edición Antológica de Festivales de Lima, 1961. (2) Pedro F. Cortázar, Col. Documental del Perú, tomo V, Lima ed. 1984, pág. 51. (3) «La tradición y la Ciudad de Lima» pág. 195, recopilación «Afirmación del Perú», tomo II, Lima, 1960.
Según Aurelio Miró Quesada,(4) «La riqueza del guano y la estabilidad política conseguida por el auge de un caudillo militar de tan arraigado calor popular como Castilla, trajeron como consecuencia que Lima empezara a transformarse». En verdad, con Castilla llegó el telégrafo, el ferrocarril, la navegación a vapor y el Presupuesto Nacional. Miró Quesada anota que se complació en «engalanar a la capital con nuevo pavimento y aceras de losas, un mercado en las antiguas huertas de la Concepción, una penitenciaría en lo que entonces eran las afueras(6) y un rutilante alumbrado de gas, que el mismo encendió en 1855 desde los balcones de Palacio de Gobierno». Hemos expresado,(5) que don Ramón fue un Mariscal empresario. Mas allá de jugar noche a noche el tresillo, compuso un país desarmado por los caudillismos infecundos; impulsó la industria manufacturera, iluminó Lima y trajo el agua desde La Atarjea por cañerías de fierro, y aunque él mismo se tornara caudillo y gobernara con mano más que dura en su segundo período electivo, su gobierno despertó al Perú y por ende a Lima. Victoriano Lastarria, en sus cartas sobre Lima asevera que Lima nota rasgos de haber sido una «ciudad monumental». «A cada paso -afírma-se encuentra en ella vestigios claros de una Corte que fue rica y altanera en otro tiempo, y que ahora se inclina para amoldarse a la frívola elegancia y a la efímera brillantez de la civilización del siglo. Sin embargo - añade - no se edifica, sino antes bien se deja a cada edificio su libertad para desmoronarse como quie-
re». Luego asevera que el lujo monumental de la ciudad está en sus 69 iglesias cuyo valor estima en 340 millones de duros, «Suma prodigiosa que hoy bastaría para hacer del Perú el primer estado de América del Sur». En realidad, el Perú de 1850 es el primer país del continente sur. Gracias a Castilla. Y Lima, sin duda, aún conserva trazas de gran ciudad. A pesar del terremoto de 1746, a pesar de todas las revoluciones posteriores. (5,bis) La señorial capital cuenta entonces algo así como once mil casas. Las más de ellas construidas con adobe en el primer piso y quincha en el segundo, para seguir las recomendaciones del sabio Gaudin, emitidas a raíz del citado sismo de la centuria anterior. La quincha, como es sabido, no se abate fácilmente. Pero es combustible in extremis. (4)
“Lima, Tierra y Mar”, pág. 91, Ed. Mejía Baca, 1958. “ Don Ramón, un Mariscal en su ley” Págs. 34 y sgtes. Ed. Mejía Baca, Lima, 1969. (6) Panóptico llamóse y fue derribado en 1963 por Luis Bedoya Reyes como Ministro de Justicia durante el primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry. (5)
Castilla, consciente del problema que ello significa, dispone a 7 de octubre de 1845, que se organice un cuerpo de bomberos. Cincuenta hombres al mando del intendente de la ciudad, serían desde entonces responsables de apagar fuegos. Para ello trae material especial. Y a fin de no correr riesgos, mandará que el señor Intendente duerma cerca de su tropa bomberil y asista piadosamente a todos los incendios que se produzcan. Añade Aurelio Miró Quesada que el Coronel Balta (de cuyos arrebatos da cuenta la historia de «El Comercio»), fue quien impulsó, con firmes caracteres, el desarrollo urbano de Lima, al tenderse el puente de fierro que cruza el Río Rímac a la altura de Acho. A Balta se le deben los Jardines de la Exposición y el Hospital Dos de Mayo, de magnífica y previsora factura, como puede verse hoy día. Para Riva Agüero, el afán demoledor de Balta se excedió a menudo. «Ya había caído innecesariamente bajo la ignara piqueta la venerable capilla de la vieja universidad, sede de los primeros congresos, cuando con mediano esfuerzo era restaurable». En cuanto concierne a las murallas, la opinión del futuro Alcalde de Lima es drástica. Para muchos, dichas gruesas murallas de adobe, construidas casi dos siglos antes por el Virrey Duque de la Palata (1685) encerraban a Lima e impedían
su expansión. Este argumento resultaría poco convincente si advertimos que el crecimiento de Lima, según los censos publicados por Manuel A. Fuentes y citados por A.M.Q. sería solo de seis mil personas entre 1857 (Castilla) y 1876 (M.I. Prado). A nuestro entender, la destrucción de las murallas fue a la larga nociva, innecesaria y acaso un buen negocio para Henry Meiggs. De otra parte Riva Agüero señala que «en opinión de discretos contemporáneos no fue tampoco de indispensable necesidad para el ensanche y la higiene. Por cierto -añade- que los baluartes del Duque de la Palata no merecían el escrupuloso respeto que ha salvado la sagrada cerca de Roma o de Toledo y Avila en España... pero dentro de su modesta y moderada vetustez americana, las bicentenarias murallas limeñas daban tono y límite preciso a nuestra antigua ciudad, y la hubieran distinguido claramente de las ampliaciones, nuevas avenidas de residencias, suburbios y arrabales, como ya ocurre con el ya invocado e irrefutable ejemplo de Roma» y otras ciudades. Las murallas, agrega Riva Agüero «eran inútiles para una verdadera guerra, no lo eran para la seguridad policial y tributaria, y los infantiles bochinches y montoneras de nuestra república. A las necesidades de mayor tráfico y urbanización futura, bastaba con abrir nuevas portadas y abatir algunos lienzos ante las principales vías en proyecto». Es indudable que esta opinión, vertida en 1943, lleva el hálito de la experiencia municipal limeña que había tenido doce años antes. Las murallas de Lima, cuyos restos, en Cocharcas, se buscan con afán y conservan sin mucho apego, hubiesen constituido la mejor valla para salvar el centro «histórico» de Lima. En las bellas portadas destruidas hace más de un siglo pudo haberse detenido, con cierta eficacia, el contrabando y el comercio de ambulantes o buhoneros, como se les llamaba, consecuencia deplorable e inadvertida de una crisis económica que se acentúa desde 1940, cuando los limeños ya eran minoría y los forasteros representaban un 63% de la población. Ya Luis E. Valcárcel había afirmado en su «Tempestad en los Andes» que «día llegará en los que los de la sierra arranquen la monstruosa planta urbana de Lima», alarido precursor de una situación trágica que, sin la estridencia de lo escrito por el entonces joven erudito moqueguano, motivó serias comprobaciones de su distinguido discípulo José Matos Mar. El problema del comercio ambulatorio o de contrabando o de estraperlo, legalizado hoy, devino en agravio para los moradores del presente centro de Lima, no precisamente oligarcas, aristócratas o como quiera motejárseles. SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
57
A nuestro entender, simple y complejamente, vecinos menguados, acaso en peor situación ecológica o física que los habitantes de otras nobles ciudades provincianas. 4. EL AGRAVIO NACIONAL Y LIMEÑO DE LA GUERRA DEL PACIFICO Y LAS GUERRAS CIVILES. La ocupación de Lima por el ejército chileno en 1881 conlleva dos fenómenos adversos. De una parte la mengua que se sufre por la pérdida de monumentos y especialmente de libros en la Biblioteca Nacional y de otra, la crisis económica que impide al limeño restaurar su casa o al Municipio, realizar obra pública. No deja de incidir sobre Lima la situación de guerra interna que adviene desde 1883 fecha del Tratado de Ancón hasta la consolidación de Piérola en el poder (1895). Vamos a decir, un período casi parabólico que podríamos llamar de Piérola a Piérola. Como es sabido, ante el inesperado viaje del General Prado a los Estados Unidos para intentar resolver la crisis financiera post-Huáscar (Angamos 1880) Piérola resuelve tomar el poder, desplazando al Vice-Presidente La Puerta. «El enano Perinola» como le llamaba despectivamente González Prada, asume el Poder Supremo y el mando naturalmente, de la tropa. No tenía más experiencia bélica con su continua actividad promotora de conspiraciones, su experiencia en montoneras que pudo servir a Cáceres y como signos de mando, sus botas federicas, un renombrado kepí y su excepcional carácter. El general Iglesias comprende la inutilidad del esfuerzo bélico y brinda el Grito de Montan, una valerosa y aunque criticada llamada a la paz. No la acata el General Andrés Alfredo Cáceres quien inicia la resistencia no sólo contra los chilenos en las breñas serranas sino contra el gobierno del General Iglesias. Si bien este último no sería el Mariscal Petain Peruano, acaso Cáceres sería una suerte de Charles de Gaulle, pero sin éxito. La guerra civil se define en 1885 en favor del altivo general de las serranías. En Lima, el día que no hay cierra puertas, hay temblores de angustia. Finalmente asume Cáceres el poder y viene una etapa de reconstrucción Nacional. Le sigue el Coronel Remigio Morales Bermúdez en cuyo tiempo se dio magnífica Ley de Municipalidades, con elección de ediles. Pero lamentablemente este militar fallece antes de finalizar su mandato (1849) Cáceres caudillo in fine, buscará retornar al poder como lo hace Castilla después que depone a Echenique. Pero tropezará con el antes elusivo y ahora nuevamente salvador de la Patria, don Nicolas de Piérola. Dura y renovada guerra 58
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
civil que finaliza con la pintada entrada por la Puerta de Cocharcas, a caballo de paso y bien a carrera por el poder. A partir de entonces, tal como había ocurrido en 1845 con Castilla, el Perú y por ende Lima, empiezan a recuperarse. Los vientos de paz y sensatez aletean nuevamente en el País. Valga advertir que el periodo entre 1885 a 1895 perecen más peruanos como consecuencia de las guerras civiles que aquellos muertos durante la guerra del Pacífico. Nicolás de Piérola formará la gran coalición del 95. Intervendrán las fuerzas políticas que, no están insepultas y darán un hálito de institucionalidad excepcional al país. Nos referimos al Partido Demócrata que dirige el citado caudillo; al Partido Constitucional, que capitanea el respetado Cáceres y básicamente al Partido Civil que fundara Manuel Pardo años atrás. 5. LA GENERACIÓN DEL NOVECIENTOS Paralelamente, jóvenes intelectuales, humanistas, serios y conscientes de la importancia del Perú como esencia peculiar y distinta, dialogan sin frivolidad, sobre el Perú. Entre ellos, los hermanos Francisco y Ventura García Calderón, hijos del eminente jurista Francisco, Presidente del Perú que fue durante la ocupación chilena, en Magdalena y expatriado luego al país sureño. Está Víctor Andrés Belaúnde, entonces cultísimo sociólogo, Oscar Miro Quesada, brillante periodista científico aunque frustrado médico, José María de la Jara, abogado y candidato a la Presidencia en 1931, José Gálvez, literato y fino poeta, Pedro Zulen, propulsor de un serio movimiento pro-indígena, Luis Fernán Cisneros, escritor, poeta y futuro diplomático, Alberto Ureta, poeta, Julio C. Tello, médico y arqueólogo, Javier Prado Ugarteche, sociólogo y Rector de San Marcos. Cabeza o lider, si cabe la expresión de ellos en un momento dado lo sería José de la Riva Agüero y Osma, nacido en 1885. Dotado este último de una prodigiosa capacidad de aprehensión y de memoria, que no es lo mismo, dedicóse a la lectura desde muy niño. Navegaba por muchos mares menos aquellos que le exigían dominio de matemáticas. A los diez años -ha escrito- dominaba el francés. Muy joven se gradúa con portentosas tesis. Una sobre el «Carácter de la Literatura en el Perú Independiente», primer análisis serio de casi todo lo escrito en tal época y luego se doctora con «La Historia en el Perú», referencia puntual y exacta a las fuentes de nuestro pasado, documento que casi los agota, solo equiparable más tarde, con lo trabajos del Padre Rubén Vargas
Ugarte y Raúl Porras Barrenechea, el discípulo que brindará alas y galanura al útil aunque árido tema. Riva Agüero posa su mirada o mejor decir, su memoria, en cuanta escritura pública puede alcanzar. Le interesan las historias domínales de inmuebles, la traslación de títulos, no solo de propiedad sino genealógicos. No tanto para tender redes creemos, sino para ubicar biografías, vidas o muertes de centenas de peruanos. O de extranjeros, después, cuando se exilia en Europa, entre 1919 y 1930, zarpando luego de instaurada la innecesaria dictadura de Leguía. Valga señalar que a partir de 1915 funda el Partido Nacional Democrático, ensayo precursor, alejado del civilismo, y del populismo. Le llamaron el Partido Futurista. Ensayo frustrado. Riva Agüero asoma pues a las raíces de los abolengos virreinales y al anotar, por ejemplo, mayorazgos, encontrará declaratorias de fábrica de tanta casa, casona o palacete limeño, los más destruidos por los terremotos de 1552, 1553, 1578, 1586, 1609, 1618, 1630, 1650, 1655, 1678, 1687 y 1746 «De no haber sido por esos horribles movimientos-decía convencido el dominico Fray Juan Meléndez, citado por Aurelio Miró Quesada-(7) Lima, sería sin contradicción la ciudad más hermosa que ilustrara el mundo».- Es de imaginar el cambio de manos y de fábricas que soportan esas limeñas construcciones, aunque el ancho barro de sus muros y la leve quincha de sus ostentosos pisos altos, las defendían en mucho. Pero ello no obsta para el desprendimiento de sus mudéjares balcones y celosías y de aquellos Miradores, minaretes criollos que servían para otear el mar, como el de Oquendo y advertir velámenes o el estruendo de cañones piratas. Don José de la Riva Agüero advierte, en su ensayo sobre «Lima Española» (8)-«que los terremotos tan repetidos y espantosos, desde el de 1586 hasta la ruina de 1746, nos han privado de muchas de las obras artísticas que ornaron el apogeo de Lima». La Lima que trata de salvar Riva Agüero, en su ínclito batallar, es la que sobrevive a 1746, paulatinamente reconstruida con estilos abobados entre el barroquismo, el borbónico rococó y luego importados por el afán neo-clasicista republicano. Más tarde vendrán otros ismos -que el atestiguará- convirtiendo a Lima un arquitectónico extremo de neo-peruanismo, californianismos, (trasplante del hispánico norteamericano), versallismo, florentinismo esperpentos náuticos en tierra firme, rascacielos o rascanubes, otros terrorismos, en fin en polimórfica ciudad devino el centro de Lima, al final con verticales
edificios que el mismo Riva Agüero consideraba propios de Nínive. En suma y resta, Lima acaso tuvo renombre babilónico. Tanto por el esplendor inicial como por el caos final. Pág. 62 «LIMA, TIERRA Y MAR» Edic. Mejía Baca 1968 Pág. 69 «HISTORIA»,Edic.Antológica, Municipalidad de Lima 1959
La reconstrucción de nuestra capital que plantea Piérola y ejecuta el Alcalde escritor Federico Elguera, consiste en seguir un modelo parisién con atisbos bonaerenses, adonde mora muchos años inspirándose, Elguera. Así será que, rotas las murallas, vendrá el Paseo Colón, cortando en dos el Parque de la Exposición, otrora zoológico y sede de famosísimo restorante. Ábranse la estrechas calles para dar paso a la Avenida Colmena, eríjase un monumento a Bolognesi en la nueva plaza redonda del mismo nombre. Parta de ahí la Avenida que, rumbo al mar, cruzaría las dos Magdalenas, avenida que debió prolongarse con el nombre de Central y que felizmente no siguió, diagonalmente hasta encontrar la Plaza de Armas. Constrúyase la Plaza San Martín a expensas del Convento de la Encarnación y anulando la Placita del Micheo, cerca del jirón Quilca, antigua estación del ferrocarril al Callao. Ampliase la Avenida Arequipa -antes Leguía- para construir la Wilson, nunca llamada Garcilazo. Luego vendrían los grandes estropicios del Centro: las avenidas Tacna y sobretodo Abancay. Esta última cortaría tanto el Monasterio de la Concepción como el magno Convento de San Francisco, el mejor de Lima, como diría Riva Agüero. A la postre los no forzados desastres económicos de este siglo volverían, a la Avenida Abancay en pocilga suprema de carniceros, cuchilleros, emolienteros, ropavejeros, utileros pasamaneros, bolsilleros, ladronzuelos, todos ellos cabalmente equipados con letrina propia. Todo este desastre lo previo el limeño Riva Agüero, menos la apertura de las citadas «grandes avenidas» y su empalme, peregrinamente llamado Avenida de la Emancipación, que no resulta otra obra que una especie de magno alcantarillado con gradiente al poniente, por donde discurren las gaseosas nubes negras de la polución creada por todos los monóxidos del caos vehicular. Riva Agüero se duele, hacia 1943 de la «animadversión contra los típicos balcones de cajón tallados. Hubo ordenanza municipal -añade- que prohibía reedificarlos». Los salvaría el señor italiano Bruno Rosselli, catedrático de arte en San Marcos. Pero la salvación fue SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
59
temporal porque un incendio los llevó a infernal extinción. Estos balcones, que intensa y épicamente quiso salvar el inolvidable Manuel Solari Swayne, así como todo el santuario de Lima centro, quedan aún en pocos lugares, como Torre Tagle, por cierto, la Casa de Oquendo, el Museíllo taurino de Berckemeyer al frente, en el tercer piso del claustro de la Merced, en la calles Lescano, en Aldabas y en no pocos lugares. 6. RIVA AGÜERO EN LA ALCALDÍA DE LIMA Al asumir David Samanez Ocampo, la Presidencia de la Junta de Gobierno, en marzo de 1931, renunciará a la Alcaldía de Lima un intelectual eficaz, Luis Antonio Eguiguren y lo remplazará otro eficaz intelectual, José de la Riva Agüero. Este último asume el mando el 21 de mayo. Le acompañan, también nombrados por el Gobierno, personas de mucha valía que no representaban, al parecer, afinidades con el emigrado Sánchez Cerro. Entre los 22 Concejales -nombre más apropiado que el de Regidores estaba el historiador y novelista Luis Alayza y Paz Soldán, el abogado Ernesto Araujo Alvarez Reyna, el doctor Manuel Gallagher, futuro Ministro de Relaciones Exteriores, el ingeniero Cristobal de Losada y Puga, más tarde Director de la Escuela de Ingenieros Eduardo Pérez Araníbar, el Sr. Jorge Felix Remy, notable ingeniero de minas, Pedro Zavala Vizcarra, empresario, don Hipólito Larrabure, médico, el abogado Fernando Gamio Palacio, el Doctor Carlos García Gastañeta, Profesor de Derecho Internacional Privado y luego Gerente General de W.R. Grace y Co. el historiador piurano Ricardo Vegas García, el abogado Edilberto C. Boza, el profesor de Derecho internacional y luego Canciller Alberto Ulloa Sotomayor, el abogado José Luis Llosa Belaúnde, muchos años a cargo de la Compañía Administradora del Guano, el abogado y luego parlamentario Domingo López de la Torre, el médico Alfredo Jacobi, Don Jorge Chamot, luego Gerente de la Cámara de Comercio, doctor Sergio Bernales, más tarde Rector de San Marcos, Don Benjamin Callirgos, célebre Contador Público, abogado Augusto Durand Dyer, diputado por Huánuco, Doctor Ernesto de la Jara y Ureta, notable jurista, el abogado y agricultor Guillermo Salinas Cossío, Don Augusto Maurer, probo Presidente del Banco Industrial. Se escapan algunos nombres pero el citado elenco de profesionales tenía un nivel más alto que el promedio de personas que ingresarán al Congreso Constituyente algunos meses después. Podría decirse de los Concejales que no representaban partido político alguno. Hacia fines de 1931, Lima (incluidos los balnearios de 60 SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
Miraflores y Barranco) tenía una problación de 373,500 habitantes. ¿Qué opinará Riva Agüero de este brillante Concejo, algunos meses después? En su memoria anual expresará «permitidme deplorar la inasistencia a las sesiones, que últimamente ha llegado al punto de impedir, por dos veces consecutivas, la obligatoria quincenal». Reclama además la necesidad de «limitar el número y la extensión de los pedidos, pues raras veces queda tiempo para la Orden del Día» que, sabido, es el momento de las votaciones. Valga pues comprobar que, a pesar de los años transcurridos, el Concejo Provincial de Lima constituye un parlamento similar con sus virtudes y defectos. De otra parte, ¿está satisfecho el Alcalde con el sistema de gobierno municipal? No precisamente. Propone ya, en 1931 la necesidad de «separar las funciones ejecutivas de las directivas... porque este sistema de Alcaldes e Inspectores, de frecuente renovación electiva, que resuelven casi todos los asuntos deliberando en Concejo, tiene que ser, por la fuerza de las cosas y a pesar de nuestros óptimos deseos, un regimen débil, instable e inexperto». Valga recordar que, hasta 1984, los Concejos, elegidos o no, debían renovar anualmente los cargos de Alcalde e Inspectores, por votación interna. ¿Qué propone Riva Agüero para darle mayor ejecutividad al Concejo? No la anacrónica disposición constitucional de 1993 que confiere a los Alcaldes la calidad de Ejecutivos, sin gabinete, rebajándoles así a recibir diatribas, acusaciones pueriles, otras penales sin ton pero con mucho son político. Cree Riva Agüero que es preferible instituir para la Capital un Gobernador o Intendente, técnico y duradero que vendría a ser como el Gerente del Concejo Municipal. Y pide para el Concejo, palabra que viene de Consilium, retener «la facultad deliberante, pero no la ejecutiva, con la CLARA DIVISION DE PODERES que el buen gobierno pide y CON EL DERECHO SUSPENSIVO DE VETO». Juzga que los Alcaldes «debían conservar el título honorífico y tradicional, sin el cúmulo de atribuciones y responsabilidades». La reforma municipal de 1984 trató de crear algo similar, estableciendo los Directores (¿gerentes?) -Municipales. Sin embargo, por estar entroncados a las leyes del funcionario público, sus remuneraciones, si bien laudables para muchos poblados resultan ínfimas para Lima y muchos de sus Distritos que tienen, hoy en día, poblaciones superiores a Lima «Cercado» o centro por que la palabra cercado valía cuando la ciudad estaba protegida por las murallas del Conde de la Palata. ¿Por qué un hombre cultísimo como Riva Agüero, que conoce, ama
y desea proteger a la ciudad, nada significativo logra en su período edilicio? Básicamente por la situación económica que encuentra. Por lo demás aquello no fue novedad. Ya el Alcalde Nicolás Carmona que gobernó paralelamente en los tiempos premonitorios del gobierno de Leguía y el de Billinghurst. (1912-1913), se quejaba de las deudas excesivas. Y el doctor Luis Miró Quesada señalaba hacia 1916, que «el concejo no ha podido vivir antes con la renta de que disponía; y menos ha de poder ahora, en que la deuda ha aumentado». Riva Agüero, con el apoyo del Gobierno puede gobernar con mas tranquilidad. Pocos días después de su juramentación la Junta de Gobierno -presidida por Samanez Ocampo- ordena suspender el pago del servicio de los bonos emitidos en favor de The Grace National Bank y H. Rollins & Sons de Nueva York, mediante el Decreto Ley 7176, deuda proveniente de un empréstito que databa de la época de Leguía (1928). Ese mismo día suspende el Gobierno el pago de todas las deudas de la República. Además de la ventaja general que tuvieron esas moratorias, se añadió otra muy circunstancial. Antes de 1930, se pagaba un sol de oro por cada cuarenta centavos de dólar americanos. A principios del año 1932 se invirtió la figura: se daban soles tres con sesenta centavos por cada dólar. Tratóse de una de las mas graves devaluaciones monetarias que tuvo el Perú. Posteriormente, como es sabido, se batirán todas las marcas. Felizmente para la ciudadanía, el costo de vida descendió. Finalmente Benavides, que gobernará luego del asesinato de Sánchez Cerro, logra situar el dólar en S/. 5.25, pese a que había traspuesto la barrera de los seis soles. El Municipio de Riva Agüero encontró pues, una deuda de tres millones de dólares. Esto impedía, naturalmente, realizar obras. El presupuesto total del Concejo para 1932 ascendía a S/.3,290,154.56 (equivalentes a US $ 913,695).- El tiempo y la prudencia resolvieron el problema municipal y también el nacional. Hasta la reaparición del prurito de endeudamiento para gastos corrientes. ¿Cuánto ganaba el mas alto empleado municipal en 1932, o sea el Secretario que era el excelente Don Juan Bromley? Según el presupuesto S/. 750.00, equivalentes a US $ 283.- Sin tomar en cuenta los dólares, equivalentes a US $ 33.00 por onza de oro, unidad aurífera que hoy vale diez veces más, podríamos apreciar, en el recuerdo, acaso no muy fiel, que una quinta parte del haber podía dedicarla al alquiler de una cómoda casa en Miraflores, cinco soles le costaría el metro cuadrado de terreno en la avenida Javier Prado de San Isidro y dos sueldos
le hubiesen permitido adquirir un Ford nuevo. Estas comparaciones pueden servir para comprender el trastocamiento económico que ha soportado el Perú desde que Riva Agüero fue Alcalde en 1931 y 1932. Los problemas del Alcalde también eran menudos. El Inspector de Higiene, Doctor Jacoby le informa que en el puesto No. 1422 del Mercado Central que conduce el asiático (sic) Chan Pin se había vendido «CHICHARRÓN DE PRENSA» habiendo causado serias intoxicaciones en Lima. No era privilegio del señor Chan Pin vender ese tosco comestible pues descubrióse su fabricación al por mayor en una casa de los Barrios Altos. Extraño bocado con denominación ya olvidada. Lo que recuerdan más bien los ediles de hogaño son los «chicharrones» calientes o crudos que reciben en veces de cierta prensa, no particularmente aséptica en sus informaciones. En otra ocasión, nuestro severo Alcalde se vería sorprendido por la escasez de carne de primera o de segunda, alarmándose el Concejo por la magra calidad de la exclusiva carne de tercera que se vendía en Lima. Riva Agüero, tenazmente abogaba por la libre matanza, hecho que sin duda siempre se daría en los valles aledaños, inagotables proveedores de carne no solo vacuna sino caballar o asnal. Interludio grato y justamente celebrado fue la conmemoración del Aniversario Patrio en 1931. En aquella oportunidad, se inaugura la estatua a Sarmiento ubicada aún, al inicio de la avenida Arenales. Sarmiento, como se recordará, había asistido al Congreso Americano que convoca el Presidente peruano Pezet ante la amenaza española de recuperar las islas guaneras. Acude Sarmiento en representación del gobierno argentino y en gesto que lo relieva, apartándose de las instrucciones recibidas de su país, signa el acuerdo de Lima, incorporando a su Patria el pacto de la cuádruple Alianza Defensiva que suscriben, Chile Bolivia, Perú y Ecuador, gesto que el Perú y menos Riva Agüero olvidaron. El discurso es, en verdad, una biografía cabal y certera de Sarmiento y de su sólida obra. Sarmiento, alguna vez -cítase-considera a Lima «Versalles Colonial, Sevilla americana», «erizada de cúpulas y torres bajo la gasa luminosa» de un cielo que es un palio permanente». Aunque la gasa no sea precisamente luminosa conmueve el ditirambo porque el palio existe y es opaco, como la leve gasa. Riva Agüero describe generosamente el carácter algo díscolo de Sarmiento y le compara con sus contemporáneos Víctor Hugo y Castelar. SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
61
El autor del célebre «Facundo, rememora nuestro Riva Agüero, es hombre que se enfrenta a Andrés Bello a Rosseau y a Voltaire. Apoya de otra parte en 1864, el ideal de una América unida que poco tiempo después contendrá exitosamente, con las armas, la insensatez de la Reina María Cristina de España, para recuperar sus colonias. Sarmiento, a su vez asumirá la Presidencia de la Argentina en 1868 y dará fin a la terrible guerra contra el Paraguay. Tócale también a Riva Agüero, con presumible deleite, inaugurar la estatua, largo tiempo proyectada, del sabio Hipólito Unanue, el hombre más culto de su tiempo. Y señalará, para asombro de muchos, la perspicacia de Unanue en resaltar las estatuas de Tiahuanaco, los sepulcros de Chachapoyas, los edificios de Pachacamac y su «desconfianza acerca de las fábulas transmitidas por todos los historiógrafos y en especial Garcilazo, desconfianza tan exagerada luego por la hipercrítica moderna»... «Por ser imperfecta la imagen que nos trazo Garcilazo del antiguo imperio», hecho que en parte, corroboran hoy, los modernos arqueólogos e historiadores. Resalta Riva Agüero los afanes edilicios de Unanue en los tiempos de Abascal, contribuyendo, con su empeño, a la construcción del Cementerio Presbítero Maestro, saludable medio de evitar la nociva costumbre de enterrar nobles y obispos en las iglesias. No fue ajeno Unanue a la fundación de la Escuela de Medicina de San Fernando, emplazada otrora por la Plaza de Santa Ana en los Barrios Altos, mucho antes de su construcción -bellísimo monumento neoclásico- en la moderna avenida Grau, allá por los principios de este siglo. Destacan también Riva Agüero la posición de Unanue frente a la independencia, su participación en nombre del Virrey Pezuela, para darle independencia al Perú bajo la égida de un Príncipe. O sea, crear una monarquía liberal o constitucional y evitar así, la república imperial o imperialista o autocrática que, en verdad, hemos creado, desde que Bolivar nos mandó la Constitución con Presidencia Vitalicia, la misma que Unanue finalmente apoyaría. Hasta ese tiempo no se había descrito con tanta claridad, sapiencia y objetividad la vida discutida de Unanue, sabio hombre público que simboliza al hombre que ama y acaso forja, como pocos la conciencia del verdadero Perú. Más tarde el Concejal del Municipio que evocamos Luis Alayza y Paz Soldán, biznieto de Unanue, escribirá una interesante biografía del prócer que, por lo demás, fue elemento vital del «Mercurio Peruano», germen vivificante del Perú independiente. 62
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
Muchos Alcaldes en el Perú han tenido la cainita costumbre de agraviar al anterior o desdeñar u opacar sus obras. Riva Agüero da señas de lo contrario. Valga recordar que a raíz de la caída de Leguía y aún antes, la desocupación asóla al país. Para paliar tal situación, el Alcalde anterior Luis Antonio Eguiguren había creado una Junta Municipal para recibir contribuciones que permitieran dar trabajo a los desocupados. Se emprendieron obras tales como refectorios escolares, arreglos de saneamiento en Lince, construcción de casas. Además se enviaron a su tierra de origen, dos mil hombres que no pudieron obtener trabajo en Lima. Poco después en abril de 1931, el Presidente Samanez Ocampo legaliza esta situación y se promulga el famoso Decreto Ley 7103, creando no solo la Junta Pre-Desocupados sino también diversos impuestos para formar el Fondo Pro-Desocupados, el mismo que tendrá vigencia treinta o más años. Riva Agüero sigue a Eguiguren y propone un Refectorio Escolar, obra que continúa y inaugura el siguiente Alcalde José María García Bedoya. En aquella ceremonia, Riva Agüero está presente y en discurso alusivo manifiesta que «contrastando con las mezquinas quisquillosidades y las ruines emulaciones de nuestra política, el señor Alcalde García Bedoya y yo, desde hace dos años, hemos dado ejemplo de franca colaboración». En efecto, el sucesor continuó la obra del refectorio escolar y ambos la inauguran, lección tantas veces vana pese a su nobleza. La función edil tiene a veces episodios que a la postre quedan en lo anecdótico pero que perturban, por razones de ética o pudor, los ánimos municipales. A fines de 1931, los diarios «La Noche» y «La Patria» condenan «los vergonzantes espectáculos» que con el calificativo de «solo para hombres» o de «género libre» se permiten en la capital. El inspector de espectáculos, Guillermo Salinas Cossío protesta por ello y en uso de sus atribuciones los suprime. Uno se daba en el Teatro Cosmopolita, no lejos del Molino de Santa Clara tradicional barrio limeño, otros en la Victoria. Sin embargo, el Alcalde Riva Agüero no logra que el colega del Rimac cierre el Cine Gaumont ni tampoco que la Policía lo haga, desacatándose éstas sus disposiciones, destinadas a combatir el escándalo. La situación, conocido es, se ha agravado con los años, en el centro mismo de la ciudad, antes devota de santos hoy de las más deplorables expresiones del cine pornográfico que han desbastado todo sentido estético y alejado las finas expresiones del arte cinematográfico. Uno de los conflictos más sonados que toca al Alcalde Riva Agüero, es
la huelga de las telefonistas. No cabe duda que la Compañía Telefónica que se establece en Lima, a mediados de los años veinte y permanece hasta su expropiación, no ha tenido un servicio eficiente sino al contrario selectivo, interrumpido y agobiante. Alguna vez, hacia 1956, en función edilicia, la calificamos como «micro república de privilegiados». La estatización no mejoraría fundamentalmente el problema que, en el fondo, derivaba de una política errada, dar un mal servicio para exigir alza de tarifas. Por extraña circunstancia, el 21 de setiembre de 1931 el Gobierno traslada al Municipio la facultad de resolver los conflictos laborales que afecten a mujeres y niños. El mismo día le encarga la solución de la grave huelga de las empleadas telefonistas que venía afectando seriamente las comunicaciones de Lima. El Concejo nombra una Comisión integrada por los señores Grieve y Nieto que informan sobre aspectos puntuales. El primer término, se refiere, a los asientos que ocupan las telefonistas, los mismos que son giratorios y regulables por un tornillo central. A estos asientos, que por importados debieron ser magníficos, les fueron luego removidos los espaldares ajustables tanto porque sufrían los vestidos de las damas, como porque siendo giratorios «se molestaban mutuamente las operadoras vecinas». Los espaldares se arreglaron. Preocupaba también el tamaño de los tableros pues tenían 1.80 mts. de altura y las conexiones para enchufes de línea se hallaban en la parte más alta. Dado el tamaño de las señoritas telefonistas, esto les obligaba a levantarse continuamente, creándose molestias innecesarias y «una fatiga adicional». Posteriormente siguieron otros problemas relacionados con la baja remuneración de S/. 45.00 mensuales, duración de la jornada de trabajo. Fueron, en realidad quince puntos los reclamados. Después de personal, análisis, el Alcalde Riva Agüero dio un fallo que resolvió favorablemente, once de los puntos reclamados, el 25 de setiembre de 1931. Los sueldos, por ejemplo, se elevaron a S/. 80.00, se exigió a la Compañía «cómodos asientos colocándoles espaldar y que abonaran las horas extras de trabajo». El reclamo de las telefonistas fue auspiciado por doña Zoila Aurora Cáceres hija del Mariscal y dirigente de un Movimiento Feminista. Sin embargo, consta en las actas del Concejo de Lima, que el debate volverá después respecto al pésimo servicio de la telefónica, destacándose la actitud crítica y muy fundamentada del Concejal Luis Alayza y Paz Soldán. A la postre vendrá un multa por S/. 5,000 y después del postre,
ni pago ni buen servicio Los números telefónicos fueron aumentando de dígitos, vino la central automática, los inconvenientes de la segunda guerra mundial, una solución hacia 1959 y sobre una red de esperanza, surge la re-privatización en 1994. Delicado asunto fue el promovido sobre reintegro de haberes correspondientes al célebre poeta Luis Fernán Cisneros, muy amigo y coetáneo de Riva Agüero. Años atrás, el distinguido periodista había ocupado un cargo municipal en la Sección Estadística. En 1921 fue exiliado por Leguía. A su retorno, el Concejo, no presidido por Riva Agüero, acordó una pension de cesantía, que incluía los años de su forzoso exilio. Riva Agüero a más de considerar la difícil situación económica de la Municipalidad, no estima legalmente procedente cargar dicha suma al Municipio, sino al Gobierno. Hace gestión personal ante Cisneros y el Celebre periodista, sin renunciar a su derecho, solicita que ese monto fuese dado a beneficio de los desocupados. Finalmente e invocando el artículo 102° de la Ley Orgánica, Riva Agüero desestima la petición de sueldo devengados por razón de destierro o por ausencia de labor presente. Cisneros y Riva Agüero siguieron amigos. Acaso una de las tareas mas gratas que emprende el Concejo de Lima fue organizar una exposición filatélica con motivo del Aniversario Patrio de 1931. Fue la primera que se organizó en el País. Esto tuvo doble motivo. De una parte, la divulgación cultural. De otra, lo económico. En efecto, el gobierno autorizó al Municipio a expender, en el local de la Exposición Filatélica 500,000 estampillas conmemorativas con el valor de 2, 4, 10 y 15 centavos. De acuerdo con el dictamen de la Comisión, en que participa el catedrático sanmarquino de historia José M. Valega y otros distinguidos Concejales se emitieron siete series de 71,500 estampillas, o sea, advertimos, quinientas en exceso, lo cual no fue objetado pues sirvieron para otros fines. Se aprobó para imprimirlas, la propuesta de la renombrada imprenta limeña Scheuch y se instó al Gobierno a exigir el uso de dichas estampillas durante los días de Fiestas Patrias. La exposición, la emisión y la recaudación fueron un éxito. Revelaron como el sentido peruanista del Alcalde, al divulgar con las estampillas, escenas patrióticas, podía simultáneamente brindarse beneficio económico al pauperizado Concejo de Lima. El local del Municipio de Lima fue originalmente construido en el solar que tocó a Gonzalo Pizarro cuando se trazó la Lima conquistada. Tuvo muchos avatares. Frente a sus balcones se alzó un tabladillo para la Jura de la Independencia. Antes, el 15 de diciembre de 1821, se redactó y SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
63
suscribió el Acta de petición de la independencia que redacta Manuel Pérez de Tudela y suscribe, con muchísimos, el Alcalde Isidro Cortázar y Abarca, Conde de San Isidro. Desdichadamente a fines de 1923, un incendio destruye el histórico local así como en 1921 se incendió el Palacio de Gobierno. Posteriormente pasa el terreno edil a propiedad del Dr. Victor Larco Herrera y el Municipio se traslada al Palacio de la Exposición hoy Museo de la Arte creado por el Doctor Carlos Neuhaus Ugarteche y ahí estará hasta la construcción, en 1944 del local actual, obra de los arquitectos José Alvarez Calderón y Hart Terre. Riva Agüero ejerce pues su cargo, en el Palacio de la Exposición pero le preocupa de sobremanera que se erija un nuevo palacio en el local tradicional. Considera en su Memoria, que debe respetarse un Acuerdo de Concejo que data del 06 de noviembre de 1923 obligando a construirlo nuevamente en la Plaza de Armas. Tres años después en carta dirigida al Alcalde Luis Gallo Porras (9 de noviembre de 1934) abona en razones para ello a fin de evitar «la vulgarización, la ramplonería y me atrevo a decir que la profanación y desvastación de lo principal y esencial de Lima». Antes había expresado que así se cerraría el paso a construcciones a la vez exóticas e insípidas, inmerecida afrenta al buen gusto y a la verdadera cultura limeña. El Alcalde Luis Gallo Porras y el Gobierno de Benavides le oyeron. Riva Agüero fallece en 1944. Afortunadamente, al igual que ocurriría con la Iglesia de la Merced, el barro o la yesca que se arrojó sobre su faz, ideológica o espiritual, en suma, va desprendiéndose con el aguacero de los años. El hombre culto, acaso uno de los más eruditos de los que habitaron el Perú durante el presente siglo, aparece nuevamente con los brillos naturales que emanaron de su bondad, de su patriotismo y de su sapiencia singular, antes de los confusivos que dimanaron de su innegable prosapia genealógica,
64 SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
de su posición ideológica o del afán peyorativo que despertó en algunos. Así como parte a Europa, desilusionado ante la conjura entre un civil -Leguía- y alguna fuerza militar para gobernar el Perú autocráticamente, no tiene objeción ni reparo alguno, a su regreso, en asumir la dura Alcaldía de Lima, cargo que por vocación podría haberle llevado a detener el caos urbano a la vaciedad de imaginación arquitectónica o las construcciones ninivitas -moles verticales- como él despectivamente llamaba a las obras de un progreso que jamás debió afectar al centro de la ciudad. Sin embargo, nada pudo hacer ante la llamada, pomposamente, dinámica urbana. Lima se iba ya, lo anunciaba José Galvez; el maravilloso libro de Manuel Atanasio Fuentes no sirvió más de inspiración alguna. Tampoco las remembranzas sobre el pasado limeño de Ismael Portal tanto como las previsoras y sentidas notas de Aurelio Miro Quesada. Riva Agüero, como Alcalde no tuvo dinero para emprender obra significativa. Tan solo su paso por dicho difícil e ingrato cargo sirvió para dejar una estela de honestidad, de cultura, de señorío y de buen gusto. Riva Agüero, según lo expresara su discípulo, el Maestro y Académico José Jimenez Borja era un apasionado «de la verdad histórica en primer término, para la que tenía la luz de su ingente erudición; y luego la verdad actual, la dramática lucha por restablecer lo exacto, lo justo, lo conveniente, según los imperativos de su certeza indubitable «amando la Patria, broche insoldable entre lo telúrico y lo humano». Por Carlos Neuhaus Rizo Patrón, Conferencia pronunciada en nombre del Instituto de Historia de la Universidad de San Marcos, con motivo del homenaje a José de la Riva Agüero que organizó la Municipalidad de Lima, enero de 1995.
ESTEBAN ROCCA Cuando el ser humano cegado por el dolor y la ansiedad busca la luz, acude a un médico. Cuando los antiguos egipcios perfeccionaron la heredada disciplina de la curación humana nimbaron a sus médicos con investiduras sacerdotales porque el prestigio de aquel oficio alcanzaba las más altas pirámides. Cuando los antiguos peruanos acudían con su dolor al «hambi camayoc», certero médico que conoció de trepanaciones con rústicos «tumis», sabían que se acercaban a un ser sobrenatural. Porque curaba alma y cuerpo. Cuando los pacientes peruanos de mediados de este siglo llegan al umbral de intensos problemas sin aparente etiología neurología, encuentran al Doctor Esteban Rocca, sabio como pocos, diestro como poquísimos, animoso como nadie, organizador sin parangón, hombre vital que no conoce treguas. El Doctor Rocca, cuya biografía será mejor narrada por los prestigiosos médicos que me seguirán en este curso, tuvo no sólo la ciencia sino la conciencia de saber crear una Escuela de Neurología. Así como los grandes maestros de la Medicina, formarán discípulos preclaros. A más de ello, tuvo y tiene la tenaz capacidad de organizar hospitales. Y sin mengua de todo su impulso cívico lo llevó al Parlamento, a donde logrará la trascendental Ley de Trasplante de Órganos, y demostrará una intensa preocupación por las condiciones sanitarias de la ciudad tan descuidada hasta hoy. Por ello y mucho más, el Dr. Esteban Rocca tiene válidas similitudes con Hipólito Unanue, Proto Médico en nuestra aurora republicana, fundador del Colegio San
Fernando y de la Sociedad de Beneficencia Pública que otrora cuidaba ejemplarmente a los hospitales. Nos resulta imperativo confesar la admiración que desde tiempo atrás sentimos por Esteban Rocca y apreciamos esta oportunidad para expresarla. Porque conocerle es intentar definir la esencia, el «ser en sí» - como diría la ontología - de un médico. Médicos como usted son una especie de halo mágico que al rodearnos nos brindan paz interior, nos despojan de angustias, detienen nuestros males y amenguan las zozobras. Médico como usted es, por cierto, un ser humano que camina con los brazos extendidos recogiendo el dolor ajeno y cerrándolos para curarlo. Médico como usted es abnegación para brindar su tiempo a lo que no tiene remisión y a la vez racionalidad estricta ante el mandato supremo de salvar una vida. Parafraseando un antiguo poema en usted, diría que no descansa la mano ni da paz a la espuela que aguijonea la búsqueda de esa verdad, muchas veces inasible, que significa sanar. Esteban Rocca, permítase reconocerle como Vecino ilustre de San Isidro en homenaje no solo a una sapiencia profunda sino a una maestría que lleva ínsita en sus nobles actos e imperecederas enseñanzas. CARLOS NEHUAUS RIZO PATRON Discurso de homenaje al Dr. Esteban Rocca, en el Auditorio de la Municipalidad de San Isidro. 20 de julio de 1993.
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
65
66 SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
EN SAN ISIDRO DOBLAN LAS CAMPANAS POR DUELO Francisco Benavente García, Alcalde de San Isidro y José Miró Quesada Sosa, Regidor del Municipio han fallecido en menos de una semana. Es como si dos luces se apagaran casi juntas. Como si una penumbra repentina se extendiera sobre sus añosos olivos, añadiendo tristeza a su perenne sombra.
pareciera haberle esa escuchado. Y a poco fallece así, una madrugada. Una mañana que nació sin luz...
Dos hombres distintos pero que hicieron ambos de sus vidas, caminos propicios para una excepcional y fértil vida cívica. Desde muy temprano, ambos tuvieron una privilegiada visión colectiva del país y la urbe. Desde muy jóvenes atendieron, en sus propias y distantes atalayas, que la misión principal de los peruanos era conciliar y no agitar la rencilla. Cultivar la planta que embellece, cubriendo con flores y no el arbusto espinoso que hiere.
Pepe Miró Quesada era, si cabe la expresión, humano, de una bondad encarnizada y porfiada. Tenía el coraje de luchar contra toda maldad. El valor inmensurable de hacer favores sin miramientos ni interés. Para todos guardaba una frase amable, una gentileza a flor de esfuerzo, una irreductible inclinación a servir al prójimo. Su vocación original fue la Diplomacia y laboró en Relaciones Exteriores algunos años. Era natural. La Diplomacia es síntesis de inteligencia, cultura y cortesía. Pepe llevaba todo ello en el alma. Y aunque se retiró del Servicio Exterior, jamás esas virtudes se retiraron de él. Las vertió en la Presidencia de esa cristiana y generosa institución que se llama Club Serra.
Pancho Benavente vino de Arequipa. Comenzó a trabajar con imaginación y tesón. Abrió un llamado «Servicentro» en la Avenida Arequipa novedad puesta al servicio del usuario de vehículos. Ahí se le veía, noche y día. Conoció mucha gente y por cierto, las necesidades de su distrito sanisidrense. En la década del cincuenta, formará una institución benéfica llamada Cámara Junior y pertenecerá a ella toda su vida. En tarea pletórica de obras. Luego le invitamos a formar parte del Concejo Municipal allá por 1957. Desempeñaría varios cargos. Y en todos ellos estableció orden, actividad y rectitud. Y contagió disciplina.
Escribir fue otra pasión de su vida. Cuando joven, alumno de la Universidad Católica v perteneciente a la connotada Promoción Riva Agüero, edita con Julio Vargas Prada y otros intelectuales, la interesante revista «Punto y Coma», expresión de una generación y de un momento significativos. Más tarde será un porfiado devoto de la Conservación de Monumentos y reparte sus anhelos por Lima, Arequipa y Cuzco. Luego dedicará sus empeños al turismo, comprendiendo que esta actividad, que muchos intensos confunden con frivolidad, es esencia de cultura, patriotismo, arte y profesionalismo.
Luego, con otros inolvidables amigos, auspiciamos la Cámara de Comercio que el progreso distrital reclamaba. Pancho, su Presidente por muchos años, hizo de aquella asociación un centro irradiante de capacitación profesional. Como lo hacía como Presidente de la Asociación de Dirigentes de Ventas del Perú. Años más tarde volvería a ejercer la función de Concejal. Con la misma energía y entrega de siempre. Finalmente el pueblo lo eligió Alcalde. Pocos conocían que su corazón estaba herido de muerte. El se sabía limitado pero desoía todo mandato de natural y preventivo reposo. Tercamente iba entregando su vida. Su obra no cesaba. Pocos días antes de morir visitaba a su amigo Pepe Miró Quesada quien ya se encontraba gravemente enfermo. Y al parecer Pancho confiesa cuanto deseaba una muerte súbita. Dios
Y como si todo ello no bastara, José Miró Quesada Sosa sostuvo un permanente romance con San Isidro, ciudad que lo llevó a ser Regidor elegido en varias oportunidades desplegando una generosa y proficua labor. Han fallecido dos hombres de bien. Dos amigos. Es como si dos teas de cívica luminosidad se hubiesen apagado. La vida les unió en el mismo Concejo Municipal, que es hogar de vecinos más allá del podio de autoridades. Y en el mismo Concejo, estamos ciertos que escucharon las mismas voces que hablan de honor y sintieron los mismos vientos que impulsan el patriotismo. Por ellos doblan las campanas del viejo San Isidro. Por ellos se doblan, reverentes, los viejos Olivos que plantó el conquistador y cosechó el peruano. Por Carlos Neuhaus Rizo Patrón SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
67
68 SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
¿QUE ES EL SERENAZGO? El 22 de Agosto de este año, EXPRESO publicó una reveladora encuesta realizada por Apoyo S. A. En ella, el 85% de los limeños estaba de acuerdo con extender el serenazgo a todos los municipios de Lima. Pero, ¿qué es el serenazgo? Esta palabra no figura en el diccionario; no es una institución parapolicial (como equivocadamente se cree); tampoco es una institución meramente municipal. Más bien el serenazgo es un servicio social creado en San Isidro, como consta en el diario La Prensa del 17 de abril de 1958, a raíz de un significativo episodio ocurrido en El Olivar. Serían aproximadamente las cuatro de la tarde, allá por febrero de 1958, cuando observamos el intento de rapto de un menor. De inmediato, salimos con dos policías municipales y se logró capturar al presunto delincuente. Luego llegaron policías en patrullero y lo llevaron preso. Resultó ser un insano. A partir de ese suceso comenzamos a planear la modalidad del serenazgo. Obtuvimos que se destinara tres automóviles Ford como patrulleros policiales exclusivamente a San Isidro, conducidos por personal de Radio Patrulla. Todo esto, gracias al apoyo del doctor Carlos Carrillo Smith, entonces Ministro de Gobierno, y del General GC José Urteaga, Jefe de la II Región. Después de mi renuncia a la alcaldía de San Isidro (1959), los vehículos no volvieron más. Durante la campaña electoral de 1989 vivimos un episodio similar, en plena avenida Javier Prado. Esta vez no se trataba de insanos, sino de gente de mal vivir, que intento un rapto. Este no se produjo milagrosamente, pues no había dotación policial, dados los conocidos problemas que afronta la institución. Este caso sirvió para comprender que el problema de vigilancia se había agravado con relación a 1958. Entonces, se decidió aplicar el sistema de serenazgo, cuyo arbitrio había sido aprobado por los concejos de San Isidro y Lima, por la Guardia Civil y por el Gobierno, mediante resolución suprema del 6 de mayo de 1959. Su vigencia actual está apoyada por la Ley Orgánica de Municipalidades, confirmada por varias resoluciones judiciales, por el Colegio de Abogados de Lima, así como por el Instituto Peruano de Derecho Tributario. Básicamente, la idea es unir la autoridad municipal con las fuerzas
policiales, en base a los artículos 10° y 114° de la Ley de Municipalidades que permiten al municipio exigir el cumplimiento de sus normas «con el auxilio de las fuerzas policiales» y destacan «la preminencia de la autoridad municipal» para solicitar el «apoyo que requiere» de las fuerzas policiales. Nuestra concepción del serenazgo fue desarrollada operativamente, con mucho profesionalismo, por el ex regidor coronel(r) GC Juan Fisher; y, en la parte legal, por el experto doctor Edwin Masseur Stoll. Después de intensos y clarificadores diálogos, se firmó un convenio entre la Policía Nacional, representada por su Director General Adolfo Cuba Escobedo y el Alcalde de San Isidro. Este convenio, entre dos entidades, permitió que el servicio social de Serenazgo fuese encomendado a una Asociación Vecinal sin fines de lucro, inscrita en los Registros Públicos con el nombre de Avesesi, que es dueña de sus instalaciones y vehículos y paga las planillas. Sus resultados hablan a través de las siguientes estadísticas: desde enero hasta el 31 de agosto de 1993 se producen 12,799 intervenciones. De éstas, 11,031 fueron de acción social o humanitaria (86%): por accidentes, insania, enfermos, meretricio escandaloso (con cierto porcentaje de SIDA), menores abandonados, uso de grúa, etc. De otra parte, nuestras cinco líneas telefónicas han recibido 6,362 llamadas pidiendo auxilio o recibiendo avisos de nuestros 600 «Serenos Honorarios». Gracias a la participación policial en los vehículos vecinales del Serenazgo, la Policía Nacional ha tenido 1,763 intervenciones en San Isidro durante 1,993, al margen de las que realizan en sus patrulleros. El serenazgo no trata de competir con la Policía, sino de apoyarla con recursos que brinda el vecino mediante sus aportes. Y, por cierto, busca recibir su honesto y eficiente apoyo. La retribución a los policías que están de vacaciones o de franco la paga Avesesi, y no el Municipio, para no contravenir el principio constitucional que impide abonar dos remuneraciones estatales a una misma persona. Finalmente, debe entenderse que los llamados «serenos» son auxiliares de la Policía Municipal; es decir, funcionarios, según reiteraSAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
69
damente han reconocido los Jueces y Fiscales, cuando - innecesaria y erradamente - los han tomado presos, causando indignación en la opinión pública.
Demos al César lo que es del César: Saludemos a la policía por su esforzada labor frente al terrorismo y demos a los vecinos el serenazgo que desean.
Por Carlos Neuhaus Rizo Patrón 70 SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
¿QUE HACE LA MUNICIPALIDAD DE SAN ISIDRO POR SUS VECINOS? La respuesta de la Municipalidad de San Isidro a través de los servicios de calidad que brinda a sus vecinos (una población aproximada de 63,000 habitantes), las obras y el mantenimiento de las mismas en un área de 927 hectáreas y que, además acoge diariamente auna población flotante de aproximadamente 650,000 personas; puede considerarse, por lo menos seria y lejana a toda jactacia. MAS Y MEJORES AGUAS PARA SAN ISIDRO, ACADESI Una de las originales formas de gestión y servicio municipal implementado por la Municipalidad de San Isidro en estos últimos años es la ya conocida ASOCIACIÓN CIVIL SIN FINES DE LUCRO PARA EL AGUA Y DESAGÜE DE SAN ISIDRO (ACADESI). Esta Asociación, integrada por vecinos, ha ejecutado obras de importante envergadura nunca antes realizadas y, sin tocar fondos municipales. Gracias al Convenio de Cooperación Recíproca para el mejoramiento de la infraestructura de agua y desagüe de San Isidro, firmado entre la Municipalidad del Distrito, Acadesi y Sedapal (27.07.92) se han ejecutado, en síntesis, las siguientes obras:
LAS OBRAS PÚBLICAS El mantenimiento en el Distrito no sólo ha sido constante; sino que hemos tratado de estar a la altura de las mejores administraciones que ha tenido San Isidro. Es así que las obras públicas realizadas por la Municipalidad desde 1990 se pueden resumir como las siguientes: Veredas rehabilitadas 77,800 m2. Calzadas de Concreto Rehabilitadas 85,500 m2 (mezcla tradicional). Rehabilitación de calzadas con carpeta de emulsión asfáltica en frío (técnica moderna de pavimentación) 12,399 m2: total 165,699 m2. A estas obras pueden sumarse otras construcciones y pavimentaciones de sardineles, monumentos, desarenadores, canchas, patios, etc. que eleven la cifra a un total aproximado de 181,199 m2. Es como si se pavimentara 18 canchas de fútbol. Entre estas obras públicas pueden mencionarse también el mantenimiento de 24 semáforos, señalización horizontal de tránsito de 92,350 m2, construcción y reparación de los 2,600 m2 de barandas metálicas para proteger las bermas centrales de avenidas principales y enrejados de seguridad de monumentos.
l Perforación, equipamiento y puesta en funcionamiento de cinco po-
zos que abastecen el Distrito de aproximadamente 150 litros por segundo de nuevas aguas; o sea 75% más del agua que teníamos en 1992. l Instalación y renovación de 15,738.20 ML de nuevas tuberías de
agua potable en todo el distrito.
LOS PARQUES Y JARDINES San Isidro tiene 83 hectáreas de áreas verdes, divididas en 54 parques y 27 bermas centrales, a las que se les dan constante mantenimiento y, para lo cual han sido construidas 6 cisternas en diversos puntos del distrito y que juntas logran acumular un total de 760 m3de agua de regadío.
l Instalación y renovación de 3,160 ML de tuberías de desagüe. l Limpieza de 11,613 ML de tuberías de agua potable; con todo lo an-
terior que suman cerca de 30 kms de tuberías. l Adquisición de 25,000 nuevos medidores para el control de desper-
dicios de agua en casi todos los inmuebles de San Isidro, a instalarse por SEDAPAL. Instalación de 24 nuevos grifos contra incendios y construcción de 47 buzones.
Estas extensas áreas verdes son también fumigadas y desratizadas dos veces al año, además existe un cronograma anual de enriquecimiento de tierras a través de abonos naturales. Los sistemas de regadío son celosa y constantemente mantenidos (limpieza y desatoro) por expertos regadores que cubren, tres veces por semana, un servicio de madrugada. LA LIMPIEZA PÚBLICA
La inversión total de estas importantes obras ascienden en la actualidad a U$ 2’180,000 dólares que no son fondos municipales.
A fin de llevar a cabo esta importante labor municipal, se han SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
71
adquirido (durante la última gestión edil) diez nuevos camiones compactadores, un camión baranda y una grúa de brazo hidráulico para el recojo de las 120 toneladas de basura domiciliaria que son trasladadas desde una propia planta de transferencia hasta el relleno sanitario; a través del recientemente adquirido camión madrina. En San Isidro se recoge un promedio diario de 250 m3 de maleza. Sería carísimo recoger tanta maleza a domicilio. Por eso, también hemos establecido puntos de acopio. Existe además un servicio especial de recojo de desperdicios (compactador color blanco) para clínicas, hospitales, mercados y centros comerciales. El barrido de calles no solo se hace con barredores manuales, también se han adquirido dos barredoras mecánicas que realizan la limpieza de las avenidas principales del distrito en horas de la madrugada.
LA SEGURIDAD SERENAZGO El Serenazgo de San Isidro, invento del Alcalde Neuhaus, es un sistema de seguridad ciudadana pionero y primero en la ciudad, que hoy cuenta con diez automóviles del patrullaje, 9 motocicletas, una ambulancia y una grúa, todas equipadas con radio comunicadores enlazados a una moderna Central de Comunicaciones. Está integrado por 175 Vigilantes (Serenos), 10 inspectores, 36 supervisores y apoyado por 60 miembros de la Policía Nacional. El personal que hace patrullaje a pie utiliza radios manuales. El éxito de su gestión puede atribuirse a que se trata de una Asociación Civil de Vecinos, sin fines de lucro, y no de una empresa de vigilancia ni tampoco una agencia policial, pues respeta los fueros y las responsabilidades de la Policía Nacional.
De igual modo, se ha comprado un camión cisterna para llenar tanque, regar parques y jardines y limpiar monumentos. Otras adquisiciones realizadas con éstos fines son: un tractor agrícola, seis camionetas para supervisión y administración en campo de las obras, un tractocamión trayler, una retroexcavadora, cortadora de grass, motosierras y fumigadoras a motor.
El total de intervenciones del Serenazgo de San Isidro, desde que entró en operatividad hasta la fecha es de: 49,895 durante 1994 fue de: 23,915, en lo que va del año se han realizado 5,010 intervenciones.
EL CATASTRO
ILUMINACIÓN
¿Qué es el catastro? Es el retrato computarizado de la ciudad, de la realidad física del distrito, tanto de la propiedad privada (predios), como de la vía pública: redes de alcantarillado, de agua potable, de instalaciones eléctricas, teléfonos, parques, veredas, calzadas, semáforos, redes de agua de regadío, espacios vegetales, diagramas de funcionamiento del servicio de limpieza pública; etc. La actual gestión municipal lo tiene en permanente avance.
En 1,990 la alcaldía promovió la adquisición de una Planta Térmica para brindar a San Isidro aproximadamente 50 megawatts. Al decidirse la privatización de Electrolima se suspendió el proyecto, pero se modernizó la iluminación total del distrito con la colocación de 5,000 luminarias de vapor de sodio con sus respectivos pastorales, con fondos municipales.
El total de: 49,895 intervenciones debe tomarse como un total de 49,895 casos menos de delincuencia.
LA CULTURA BIBLIOTECA LA ASISTENCIA MEDICA La municipalidad de San Isidro ha recibido e implementado el más moderno laboratorio municipal del país, donde se realizan diversas pruebas bromatológicas, ubicado en la Dirección de Sanidad y Bienestar Social. Pero además se ha adquirido el primer y único Laboratorio Bromatológico Móvil del Perú equipado para analizar muestras y hacer pruebas bromatológicas en cada lugar de expendio. 72
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
Fue fundada en 1955 por el actual Alcalde y construida en 1972 por el Alcalde Máximo León Velarde. Actualmente tiene un promedio de 44,856 lectores inscritos y atiende a 550 lectores diarios de los cuales el 77% son universitarios. Cuenta con un total de 15,000 volúmenes de la más variada información. En la Dirección de Educación y Cultura se realiza continuas y destacadas exposiciones de arte, se dicta cursos de orientación familiar,
juvenil y empresarial, se realiza actividades musicales con destacados interpretes de la música clásica. Todos los años se dicta vacaciones útiles y últimamente se ha implementado el Taller Didáctico Infantil.
DEPORTES Y RECREACIÓN
De otra parte, San Isidro ha rendido homenaje cívico poniendo estatuas al Dr. José Luis Bustamante y Rivero, al Dr. Jorge Basadre, a Oscar Miro Quesada de la Guerra, a José León Barandiarán y monumento al trabajador municipal y al ex alcalde Miguel Dammert Muelle.
El Complejo Deportivo Municipal está dotado de una cancha de fútbol reglamentaria y, bajo la actual administración municipal, se implemento una pista atlética, y camerinos con duchas y servicios higiénicos con salones adecuados para el dictado de cursos y charlas sobre deportes, ambientes de ajedrez, una cancha de frontón, un espacio para tiro con arco y flecha, una óptima cancha de tenis, una cancha asfaltada de fulbito y cancha asfaltada de vóley y basquetbol.
HUACA HUALLAMARCA
EN CONCLUSIÓN
La Huaca Huallamarca o Pan de Azúcar está ubicada en el centro del distrito de San Isidro. Específicamente entre las avenidas Choquehuanca, Salamanca, El Rosario y Nicolás de Rivera; trátase del monumento arqueológico mejor conservado de Lima.
No debe creerse que la enumeración de obras realizadas en los últimos 5 años significa perfección ni mucho menos. Podríamos señalar también nuestros defectos. Por ejemplo, no hemos podido concluir aún el proceso de computarización. Nuestro sistema de cobranzas ha mejorado muchísimo, pero casi no terminamos de cobrar deudas anteriores que representan un 28% del Presupuesto.
Los trabajos se iniciaron en 1956 hasta 1960 y estuvieron originalmente bajo la dirección del profesor Arturo Jimenez Borja. En 1990 la actual alcaldía firmó un convenio con el Instituto Nacional de Cultura para reiniciar los trabajos de excavación con sorprendentes resultados; habiéndose encontrado una invalorable cantidad de piezas arqueológicas y restos humanos que se exhiben en el Museo de Sitio y en el Museo de la Nación.
Creemos finalmente, que debemos promover una mejoría en la legislación que afecta a los Municipios y por ende a las ciudades del Perú. Lo intentaremos a través de artículos periodísticos. De no lograrlo apoyaremos al próximo alcalde para que lo haga: El beneficio de San Isidro y de todas las comunas del Perú.
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
73
CUERPO EDIL 1992 - 94
DR. CARLOS NEUHAUS RIZO PATRON
ALCALDE
DR ENRIQUE SABOGAL MORZAN
TNTE. ALCALDE
DR. ROBERTO RAMIREZ DEL VILLAR
REGIDOR
DR. JOSE TALAVERA HERRERA REGIDOR SR. JAIME BEDOYA DELBOY REGIDOR ING. GASTON BARUA LECAROS REGIDOR DR. MANUEL ARAMBURU YRIGOYEN
REGIDOR
ARQ. ANTONIO GRANA ACUÑA REGIDOR SRA. ALICIA BEHR DE ALAYZA
REGIDOR
SR. LEOPOLDO PFLUCKER LLONA REGIDOR
74
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
DR. VICTOR HUGO GARCIA ROSCELLI
REGIDOR
SR. JOSÉ ANTONIO MIRO QUESADA
REGIDOR
DR. JAIME RAUL SANCHEZ DE LA PUENTE
REGIDOR
DR. GONZALO GARCIA CALDERÓN MOREYRA
REGIDOR
ING. GUILLERMO AMEZAGA ARELLANO
REGIDOR
REFORMA DEL SISTEMA MUNICIPAL PERUANO Para reformar, para empezar la Ley Orgánica, habrá que empezar por modificar el artículo 191 de la actual Constitución. O interpretarlo debidamente. Expusimos anteriormente que el Gobierno Municipal debe tener tres poderes. No los tiene. Más aún, la Constitución usa el concepto de brindar a las «Alcaldías las funciones ejecutivas». Quiere esto decir que el Alcalde es responsable del oro y el moro. ¿Puede humanamente serlo? Muy difícil. El Poder Ejecutivo tiene un Presidente sin responsabilidad y Ministros ejecutivos. Dadas las dimensiones de algunas capitales provinciales, es lógico suponer que el Alcalde puede designar «Regidores» o vecinos como si fueren Ministros responsables. Porque resulta prácticamente imposible que un Municipio grande como Lima o mediano como San Isidro o muy grande como San Juan de Lurigancho puedan atender eficazmente más de un centenar, dos centenares o más solicitudes diarias. Luego hacer al Alcalde responsable de todo lo que ocurre en la ciudad, sin tener siquiera Fuerzas Policiales o dineros a su disposición, es sencillamente absurdo o quimérico. Aparte de ello, los señores elegidos como Regidores, al margen que conceptualmente debían volver a llamarse Concejales, integran una especie de Parlamento. Falta, sin embargo, crear la parte más importante que puede tener un Municipio: la función judicial. Muchas de las peticiones de vecinos envuelven querellas vecinales. Lógico sería que estos temas pasaran con adecuada competencia hacia los Jueces de Paz. En alguna forma debe repararse el degradante espectáculo de ver a los Alcaldes sometidos a múltiples acciones penales o constitucionales por presuntos abusos de autoridad. ¿Por qué no ocurre lo mismo con los Ministros en vigencia?. No provienen del voto popular pero tienen desde antiguo, inmunidad. Ningún Alcalde la tiene. No es justo. Las acusaciones antes de pasar al fuero judicial deberían ser vistas por los propios Concejos. NUEVOS RUMBOS MUNICIPALES Creemos necesario mencionar la necesidad de algunas medidas que permiten mejorar el sistema municipal peruano y por ende la situación tan desvaída de muchas ciudades: a - Tutelaje Provincial.- Lima tiene, dice el último Censo, 5’706.170 habitantes de los cuales, el Distrito del Cercado alberga 311,635. ¿Cómo puede válida y plenamente ocuparse de esta zona histórica
el Alcalde Metropolitano que, a la vez debe velar por una población Provincial casi veinte veces superior? El nuevo Régimen debería contemplar un Alcalde Provincial para el Distrito del Cercado y otro Metropolitano. De otra parte, valga anotar que Comas, San Juan de Lurigancho y San Martín de Porras tienen más población que el Cercado (Comas: 362,210.- San Juan de Lurigancho 515,965.San Martín de Porres 343,175). Ninguno de los 42 Distritos de Lima puede aprobar un tributo sin mediar la aprobación del Concejo Provincial de Lima, que desde hace mucho tiempo no puede operar con tranquilidad y al rápido ritmo que exigen sus millones de habitantes. Los Edictos que establecen tributos de 42 Distritos no solo deben ser aprobados por la mayoría de los Regidores sino por funcionarios municipales previos cálculos y análisis. ¿Acaso otros distritos, en la nueva ciudad, no tienen funcionarios para aprobar sus tributos? ¿O la zonificación? ¿U otras tareas?. Es tiempo de revisar las competencias metropolitanas. Quizá - repetimos - pueda crearse un Alcalde exclusivamente Metropolitano y otro del Cercado. b. El Problema de las Regiones.- Sin entrar al análisis del regionalismo en el Perú, cabe preguntar desde ahora: ¿Si los actuales gobiernos regionales se superponen con las mismas prerrogativas a los Municipios Provinciales, cómo se repartirán las funciones del futuro? ¿A quién toca pavimentar sus calles?. Los problemas de doble autoridad y doble personal, nos deben preocupar. En estos días es pública y notoria las desavenencias entre la Municipalidad del Callao y Corde Callao. c. El Apoyo Policial.- La Ley señala que la autoridad policial debe auxiliar a las autoridades municipales (Art. 10 y 114). En el Distrito de San Isidro hemos creado una solución llamada Serenazgo que consiste en unir a la Policía Municipal con la Nacional, pagando a esta última más no restándole atribuciones. El éxito del sistema - extendido en varios Distritos - merece respetarse y consolidarse mediante Asociaciones Vecinales, jamás sujetas a las trabas de los organismos públicos. d. El Aspecto Político.- Dada la concepción de la Ley Orgánica de Municipalidades los Regidores pueden paralizar una Alcaldía tanto como un Congreso al Presidente de la República, empero el Alcalde no tiene poder de veto y ni siquiera voto. Los Concejos se han vuelto en muchísimos casos, campos de Agramante, de experimentación política, SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
75
en reconocido desmedro de la ciudad. Para evitar ello debe tratar de equiparse en lo posible las caracter铆sticas del sistema de gobierno nacional con el municipal.
e.- La Nueva Ley Municipal.- Debe dictarse por expertas y experimentadas personas, mediante delegaci贸n de facultades del Congreso. Debe ser muy simple.
Por Carlos Neuhaus Rizo Patr贸n 76
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
ÍNDICE A Manera de Explicación 9 Memorandum sobre San Isidro 11 El Olivar de San Isidro (I) 13 De como se urbanizó la chacra de San Isidro (II) 15 Las raíces de San Isidro 17 Escritores de San Isidro en el recuerdo 19 Don José Luis Bustamante y Rivera 23 Víctor Andrés Belaunde
27
Basadre ante el Perú presente
29
El Padre Constancio Bollar: Párroco de imposibles..
35
Federico Elguera (Don Efe), Alcalde de Lima
37
A las cinco de la tarde: José León Barandiarán ma©stro del derecho
39
Oscar Miró Quesada, Pénate de la educación peruana
43
Sobre Aurelio Miró Quesada Sosa 47 Réquiem sobre Jorge Luis Reeavarren 49 Andrés Reyes, Presidente del Senado y del Perú 51 Julio Ramón Ribeyro 53 Riva Agüero, Alcalde de Lima 55 Esteban Rocca 65 En San Isidro doblan las campanas por duelo 67 ¿Qué es el Serenazgo? 69 ¿Qué hace la Municipalidad de San Isidro por sus vecinos?
71
Reforma del Sistema Municipal Peruano 75
SAN ISIDRO UN DISTRITO SESENTON
77