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334 Martes 21 de diciembre de 2010 • Año 7
Homenaje a Valentín Paniagua Corazao
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4 Y 5 FRANCISCO JOSÉ DEL SOLAR
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Libro del Fondo Editorial de la PUCP:
2-3 / La personalidad y la obra de Valentín Paniagua ALAN GARCÍA PÉREZ 6-7-8 / Brevísimos fragmentos de varios artículos de la obra 8 / Paniagua y el fortalecimiento de la gobernabilidad JOSÉ F. PALOMINO MANCHEGO
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Suplemento de análisis legal
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La personalidad y la obra de Valentín Paniagua (*) Alan GARCÍA PÉREZ
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Abogado. Presidente Constitucional de la República (1985-1990/ 2006-2011)
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ay raras ocasiones en la historia en las cuales las expectativas y esperanzas de un país convergen en torno a la figura de un hombre, tal como sucedió en el Perú a fines del año 2000. La gravedad de la situación generó la necesidad de buscar un liderazgo capaz de encarar los desafíos del momento. En esas circunstancias, Valentín Paniagua encarnó el clamor democrático de la nación y la condujo con serenidad y firmeza a través del período de crisis provocado por la repentina renuncia por fax a la Presidencia de la República de Alberto Fujimori. La implosión de la dictadura impuso en Paniagua la obligación de asumir el mando exento de ambiciones personales, motivado ante todo por su hondo sentido del deber y su profundo respeto de la Constitución y las leyes. El Congreso de la República, no obstante enfrentar condiciones políticas inéditas, estableció el Gobierno de Transición en plena concordancia con los procedimientos legales preestablecidos, sin necesidad de recurrir a medidas de excepción ajenas a la Constitución. La sujeción a la ley en un contexto político tan inestable fue la primera manifestación del proceso de recuperación de la institucionalidad democrática emprendido bajo la dirección de Paniagua, la primera expresión del tiempo nuevo al que hizo alusión en su mensaje inaugural como Presidente Constitucional. En ese sentido, su designación como jefe de Estado constituyó un rotundo triunfo de la legalidad más que de la voluntad. En retrospectiva, uno no puede menos
jurídica
Valentín Paniagua Corazao y Alan García Pérez.
que alegrarse porque en esas circunstancias un hombre con las características de Paniagua estuviese de congresista, y felicitarse por el hecho de que el Congreso hubiese tenido el acierto de elegirlo el 16 de noviembre de 2000 como presidente del Poder Legislativo. Gracias a ello, la designación del primer mandatario para restaurar el estado de derecho en el Perú, una semana después, pudo recaer justamente en un reconocido constitucionalista. Y si bien los eventos se sucedieron de manera imprevista, el azar, una vez más presente en la historia, determinó que quien debió conducir la transición democrática fuera un hombre preparado toda su vida para cumplir a cabalidad dicha tarea. Su larga trayectoria política estuvo consagrada a la defensa de la Constitución y las leyes. Paniagua solía decir que se consideraba a sí mismo, antes que nada, un constitucionalista por vocación y convicción. Así lo confesó al ser condecorado por la Pontificia Universidad Católica a fines del año 2001; su
amor y devoción al derecho constitucional habían sido pasiones fundamentales en su vida y aún pudiendo ser consideradas ingratas a la luz de la historia política del Perú, él jamás cejó en su empeño de enraizar en nuestro país el respeto absoluto a las normas constitucionales. Por eso, al inaugurar el Gobierno de Transición, pudo decir que su fuente de inspiración era una profunda convicción en la necesidad de afirmar y consolidar la Constitución como norma básica de vida y de convivencia. Desde la perspectiva de Valentín Paniagua, la defensa de la libertad y la democracia es indisoluble del respeto a la Constitución y las leyes. Dogma cívico que asumió como norma de conducta personal desde sus días de dirigente estudiantil y que mantuvo inalterado a lo largo de su vida. De ahí que en alguna ocasión dijera que sentía que defender la libertad y la democracia en el Perú era casi un compromiso familiar, una obligación impuesta por sí mismo que robusteció a lo
largo de su amplia labor política, en particular como parlamentario primero, luego como ministro de don Fernando Belaunde Terry y, finalmente, como dirigente partidario. Cabe afirmar, entonces, que la identificación entre la defensa de la democracia y la sujeción a la Constitución fueron los principios rectores de la gestión que llevó a cabo como jefe de Estado. La adhesión de Paniagua a las vertientes más progresistas del pensamiento socialcristiano, su cuna ideológica, trascendió el mundo de las ideas y se plasmó concretamente en sus actos, de manera tal que su quehacer político y académico constituyó un apostolado de sus convicciones democráticas y libertarias. La rica trayectoria pública de Valentín Paniagua puede ser definida como docencia política mediante la cual transmitió su indoblegable fe en la defensa de la democracia y la libertad a través del estricto respecto a la ley. Sus enseñanzas nos llegaron tanto a través de su ejemplo como político, como por las ideas que inculcó rigurosamente a sus alumnos a lo largo de sus años de cátedra universitaria. En otras palabras fue, ante todo, un demócrata convicto y confeso que enseñó en las esferas del poder político y en las aulas universitarias el difícil arte de perseverar siempre en defensa y promoción de la democracia. Por ello, me inclino a pensar que la mejor manera de comprender el gobierno de Paniagua es concebirlo como una extensa clase magistral de derecho constitucional, dictada por un hombre que durante toda su vida ejerció, simultáneamente, cátedra como dirigente político y profesor universitario. Y aunque temo que el valor de la contribución pedagógica de Paniagua a la cultura política nacional todavía no ha llegado a ser aquilatado en toda su dimensión, no dudo de que su conducta como jefe de Estado de
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acentuó aún más la lección de ética política que legó. La dignidad, sencillez y vocación de trabajo que había mostrado previamente al desempeñar los cargos de diputado y ministro de Estado las mantuvo invariables al ocupar la jefatura de Estado. De ese modo, Paniagua, un hombre que probablemente se sentía más a gusto en las aulas universitarias que en el despacho del Palacio de Gobierno, devolvió a la Presidencia de la República la calidad moral que precisa. Gracias a él, la presidencia recuperó la posibilidad de personificar cabalmente a la nación y la ciudadanía recobró la capacidad de identificarse con los valores democráticos promovidos desde la jefatura de Estado.
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Paniagua demostró así, en el momento más oportuno, la fortaleza moral intrínseca del ejercicio constitucional del poder estatal, y la eficacia y firmeza con las cuales se puede gobernar democráticamente. Tal como lo señalase al entregar el mando en julio de 2001, la historia le dio la oportunidad de liquidar la república autocrática. Al hacerlo, culminó, en la cúspide del poder político, una larga historia personal de casi medio siglo. Paniagua, como docente y político, jamás concibió que un estudiante de derecho no fuera un activo defensor de la Constitución y las leyes. Consecuentemente, como dirigente universitario fundó el frente estudiantil reformista opuesto a la dictadura de
Odría, encabezó la Federación Universitaria Cusqueña y luego presidió el Congreso Nacional de Federaciones Estudiantiles. Décadas más tarde, como profesor universitario, promovió decididamente que sus alumnos participaran en las jornadas de protesta de los años 1999 y 2000 para recobrar la democracia, enfrentándose a las autoridades universitarias que pretendían impedir que los alumnos ejercieran sus derechos cívicos. En 2001, señaló a sus alumnos de la Pontificia Universidad Católica que tal vez su única virtud era una historia de lucha indeclinable en defensa de la libertad y la constitucionalidad contra la arbitrariedad, su perenne oposición a renunciar a la responsabilidad de decidir y construir libre y democráticamente el futuro de nuestro país. Miembros de diferentes generaciones tuvieron el privilegio de ver al profesor riguroso y sosegado inspirarse en clase cuando propugnaba exaltar el respeto a la constitucionalidad como un sentimiento que fuera principio fundamental de nuestra vida como nación y colectividad política. El imperio de la Constitución y la Ley es el ejercicio de la libertad, tal como él sostenía, y esa es la principal lección que imprimió en las aulas universitarias, como joven estudiante y veterano profesor, en los salones del Congreso, como novel diputado y experimentado legislador, y en el Palacio de Gobierno como Presidente de la República. Paniagua consideraba que habíamos dado un paso gigantesco al entender que la democracia es tolerancia y diálogo, pero que la consolidación de nuestro proyecto democrático común demanda compartir una visión de futuro que nos identifique a nosotros mismos bajo la imagen de una nación unida que minimice las diferencias que nos distancian. Esa visión de futuro compartida requiere una democracia eficaz e inclusiva, capaz de crear ciudadanías reales, y una democracia limpia por su adhesión a los valores, por su conducta e inspiración, por su disposición a servir, con generosidad y solidaridad, los intereses generales del Perú. Esa democracia a la cual hizo referencia, el límpido ejercicio del poder político, a través de la plena sujeción a la Constitución y las leyes, es precisamente la gran lección que nos ha dejado Valentín Paniagua. ◆ (*) Fragmentos del artículo publicado en el libro Homenaje a Valentín Paniagua Corazao (2010). Fondo Editorial de la PUCP. pp. 124-129.
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por sí nos legó una invalorable lección en el ejercicio del poder apegado estrictamente a la Constitución y las leyes. Su gobierno constituyó la negación práctica de la tentación autoritaria que con demasiada frecuencia se ha manifestado a lo largo de nuestra historia política. Las características peculiares de la situación política en la cual gobernó le hubieran permitido cierto margen de flexibilidad en la aplicación de las leyes. Sin embargo, Paniagua se esforzó en preservar la plena legalidad de las acciones del gobierno bajo su conducción y el irrestricto respeto por los poderes del Estado, en contraste claro con la manipulación política de la elaboración de las leyes y la administración de justicia que caracterizó el período previo. La firme adhesión que Paniagua demostró como gobernante al imperio del derecho y la legalidad fue uno de sus principales aportes personales a la recuperación y reparación de nuestras instituciones democráticas, ante la profunda erosión que sufrió el tejido político y moral de la sociedad peruana a fines del siglo pasado. El legado ético de la presidencia de Paniagua es uno de los aspectos menos analizados de su paso breve pero intenso por la jefatura del Estado peruano. Sus cualidades personales, reflejadas en su honestidad intachable, su reconocida probidad, su singular sobriedad, entre otras, fueron condiciones indispensables para que el gobierno que presidió cumpliera a cabalidad la tarea encomendada de regenerar la democracia en nuestro país, tanto para el rescate de sus instituciones como de sus valores. Modificar o revertir percepciones colectivas es una labor que requiere coherencia y consistencia para obtener resultados significativos y duraderos. En ese sentido, una de las tareas más complejas que enfrentó el gobierno de Paniagua fue recobrar la confianza ciudadana en la transparencia y el funcionamiento de la administración pública y el conjunto de las instituciones estatales. Ello significó, ante todo, asegurar que la elaboración y la aplicación de las leyes recobrasen transparencia e imparcialidad, es decir, que las leyes recuperasen los valores que les son indispensables para que las normas públicas tengan plena legitimidad ante la ciudadanía. La identificación de Paniagua con la defensa de la libertad y el apego a la Constitución sirvió como fuerza motriz para impulsar la regeneración democrática del Estado y de la comunidad política nacional. Su desdén por la sensualidad del poder
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Francisco José DEL SOLAR ROJAS Abogado por la PUCP y por la U. Central de Venezuela (UCV). Posgrados en derecho, historia y ciencias de la comunicación. Profesor de Historia del Derecho en la UIGV.
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l libro Homenaje a Valentín Paniagua Corazao da vigencia eterna a la vida, obra, pensamiento, personalidad, bonhomía, generosidad, humildad y grandeza de este ilustre político, querido maestro y reconocido jurista cusqueño que llegó, por sus propios méritos y cualidades, a la Presidencia de la República, después de una larga y sacrificada existencia de entrega y servicio público ejemplar, en beneficio de todos los peruanos. En suma, la obra nos entrega a Valentín Paniagua Corazao (Cusco 1936-Lima 2006), para que siempre lo recordemos entre nosotros tal como fue, como se ofrendó en defensa de la justicia social como político, como el viviente luchador por las causas justas y por la verdad, y como fiel testimonio de cómo impartió su magisterio, lleno de generosidad y marcado por una profunda humildad en las diversas cátedras universitarias que dictó con sapiencia y grandeza sin igual. Por eso es que Valentín ha hecho historia, es y será historia permanente, imperecedera, en el Perú.
Vida y obra, homenaje a Valentín Paniagua
LA OBRA Cuarenta y nueve articulistas hemos escrito sobre lo que hizo y dejó de hacer Paniagua Corazao, sobre su huella profunda que surcó democráticamente, con calor y sentimiento populares, llena de humanismo y peruanidad. Asimismo, sobre su más decidido y fuerte rechazo a la dictadura, a la violencia, al militarismo, al oportunismo y al relativismo moral y jurídico de los tecnócratas, vale decir, de “los vivos”, que estuvieron a la búsqueda de la prebenda, engañando a los humildes y apropiándose del dinero del pueblo, de los más pobres del Perú. Estos males y malos peruanos sucumbieron ante la aguda mirada y el franco verbo de Valentín, por eso, sus ocho meses de gobierno constitucional fueron dignos y ejemplares. El homenaje rendido a Paniagua por el Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), con motivo de los diez años en que asumió la Presidencia del Perú, el 22 de noviembre de 2000, por un corto pero trascendente período de ocho meses, esto es, hasta el 28 de julio de 2001,
EL LIBRO / HOMENAJE
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es y será el crisol, la llama viviente, de sus ideas, de su acción y de su ejemplo, con la finalidad de que la generación actual y futuras lo tengan siempre presente. Este importante fondo editorial difusor de cultura, sapiencia, ciencia y tecnología, coordinó con el Comité Editor de esta obra, y juntos han hecho realidad un invalorable obsequio, que, sin duda alguna, constituye el más sustantivo aporte bibliográfico-biográfico sobre nuestro querido y conspicuo paradigma al que el Perú y todos los peruanos tanto le debemos. EL COMITÉ EDITOR En verdad, se constituyó la Comisión especial encargada de organizar el libro homenaje en memoria del Excelentísimo Dr. Valentín Paniagua Corazao, la cual estuvo presidida por Javier Arias-Stella; como vicepresidente,
Juan Incháustegui Vargas; y como miembros Alberto Adrianzén Merino, Gustavo Bacacorzo, Marita Castro Pisfil, Domingo García Belaunde, Marco Jamanca Vega, Francisco Miró Quesada Cantuarias, Luis Ortega Navarrete, Henry Pease García, Marcial Rubio Correa, Débora Urquieta, Alberto Velarde Yáñez y Juan Manuel Velarde. De ahí que la presentación corre a cargo de Incháustegui Vargas, quien afirma: “Hemos querido realizar este libro homenaje, que servirá tanto para destacar la vida y la obra de este ilustre peruano como para reunir vivencias, testimonios y análisis que puedan convertirse en una guía que permita a todos quienes aspiramos a un mundo mejor emular el ejemplo de este compatriota excepcional.” Mas adelante, agrega: “Es, pues, un libro que por un lado contiene una visión
y unos análisis de políticas y acciones que cubren un amplio espectro de las relaciones humanas; y por el otro, refleja las varias facetas de la personalidad de Paniagua describiendo, en muchos casos, sus actos, sus angustias y sus logros, de modo tal que, finalmente, sin ser en rigor formal una biografía, proyecta una imagen de la personalidad de Paniagua y de su vigencia actual y proyección al futuro en su lucha por la preservación y mejora continua de la democracia para su querido Perú.” En este contexto, Incháustegui nos recuerda que Valentín: “Desde sus inicios como dirigente estudiantil hasta su brillante gestión como Presidente del Perú, y más allá aún, en su proyección internacional destacando en el selectísimo Club de Madrid ante políticos, jefes de gobierno y presidentes del mundo entero; pasando por sus intervenciones en universidades como Harvard, Wisconsin, San Marcos o Siracusa, se percibe su notable y brillante calidad de político. Es así como se advierte, además, su dimensión intelectual de estadista y queda nítidamente consignada su visión holística y trascendental del devenir, del futuro y de la necesidad de actuar en política.” Así también, en la aludida presentación, subraya: “No menos importante es su faceta de profesor y catedrático, que es igualmente destacada en varios de los artículos o escritos que conforman este libro. Ellos abarcan menciones y descripciones de
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Arriba: Juan Incháustegui Vargas. Izquierda: Portada del libro homenaje.
LOS ARTICULISTAS Ya hemos anotado que somos cuarenta y nueve colaboradores que tenemos el inmenso honor y el privilegio de registrar nuestros nombres en esta magna obra. En orden alfabético: Adrianzén Merino, Alberto; Alva Orlandini, Javier; Álvarez-Couceiro, Antonio; Arias-Stella, Javier; Avendaño Valdez, Jorge; Bacacorzo, Gustavo; Bernales Ballesteros, Enrique; Barnechea Alfredo; Blancas Bustamante, Carlos; Brewer-Carías, Allan; Chávez Molina, Juan; Del Solar Rojas, Francisco José; Díaz Orihuela, Javier; Domínguez, Jorge I.; Fraga Iribarme, Manuel; Fernández Segado, Francisco; Fernández Sessarego, Carlos; Ferrero Costa, Raúl; García, Enrique; García Belaunde, Domingo; García Belaunde, Víctor Andrés; García Pérez, Alan; Gonzales de Olarte, Efraín; Gorriti, Gustavo; Guevara Pezo, Víctor; Incháustegui Vargas, Juan; Jamanca Vega, Marco; Jochamowitz, Luis; Lorente Sariñena, Marta; Mc Evoy, Carmen; Mesa Gisbert, Carlos D.; Miró Quesada Cantuarias, Francisco; Ortecho Villena, Víctor Julio; Ortega Navarrete, Luis; Paz Zamora, Jaime; Pease García, Henry; Pérez de Cuéllar, Javier; Rivero, José; Roncagliolo, Rafael; Rubio Correa, Marcial; Samper, Ernesto; Santistevan de Noriega, Jorge; Silva Ruete, Javier; Solari de la Fuente, Luis; Valadés, Diego; Varela Suanzes-Carpegna, Joaquín; Velarde Yáñez, Alberto; Vidal Ramírez, Fernando; Zavala Costa, Jaime. Como es imposible reproducir parte de todos los brillantes y excelentes artículos escritos en esta obra, nos hemos permitido seleccionar una serie de fragmentos de algunos de ellos que presentamos a continuación, pidiendo, de antemano, disculpas a su ilustres autores por los cortes de los textos efectuados, y, asimismo, a quienes, por falta de espacio, no hemos podido incluir en dicha selección. ◆
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esa vertiente de su vida, que llenó tanto de su tiempo que podría decirse que fue tan político como maestro.” Por último, señala Incháustegui: “Y solo para centrar esta introducción en los rasgos esenciales de la personalidad de Paniagua que el libro refleja, no podría omitirse su ejercicio de la abogacía como la lucha por los derechos fundamentales de las personas y en defensa de las instituciones creadas por la sociedad. Allí están las referencias a su brillante participación en defensa de los magistrados del Tribunal Constitucional y su actuación respecto de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.”
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Brevísimos fragmentos… Días con huellas, por Javier Alva Orlandini l Congreso recogió el clamor popular. No aceptó la renuncia del fugitivo (Fujimori) y lo inhabilitó durante diez años para ejercer toda función pública. Exaltado, pues, a la presidencia del Congreso (Paniagua), por sus méritos personales y públicos, por el voto de todos los sectores democráticos del Congreso, y a la jefatura del Estado por mandato constitucional, Paniagua aceptó el reto de restablecer el estado de derecho del que solo esporádica y precariamente había gozado el Perú. Paniagua fue cordial con todas las personas. Puede afirmarse de él que tenía buen talante; pero también claridad en sus opiniones y firmeza en sus decisiones. El 15 de setiembre de 1965 juró el denominado Gabinete Parlamentario, presidido por el senador por Moquegua, doctor Daniel Becerra de la Flor. La cartera de Justicia fue encomendada al diputado Valentín Paniagua Corazao. Debido a un acalorado debate entre los senadores Julio de la Piedra y Héctor Cornejo Chávez, sin interpelación, la mayoría del Senado censuró a Valentín Paniagua Corazao, el 21 de enero de 1966, o sea cuando solo había desempeñado el cargo cuatro meses y seis días. Ante la actitud cómplice de la dirigencia del Partido Demócrata Cristiano, Valentín Paniagua se alejó de tal agrupación. El presidente de ese partido, además de asesor de los golpistas, fue designado director del diario que más identificación tuvo con la insurgencia. Como había ocurrido en la década del 60 con José María de la Jara y Ureta, un grupo importante de dirigentes demócrata-cristianos (que no compartieron la identificación partidaria con los militares usurpadores) decidieron inscribirse en Acción Popular entre 1977 (sic) y 1980. Entre ellos destacaban Javier de Belaunde y Ruiz de Somocurcio y Valentín Paniagua Corazao (…) En las elecciones de 1980, Paniagua fue elegido diputado por Cusco. En ejercicio del cargo de Presidente de la República, Valentín Paniagua Corazao por Resolución Suprema 281-2000-JUS, de
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Javier Alva Orlandini.
Javier Arias-Stella.
pidiéndole que convocara inmediatamente a su consuegro Javier Arias-Stella y al doctor Javier Silva Ruete, a fin de que fueran buscando nombres para el nuevo gabinete. Al día siguiente estábamos los tres a las 8:00 horas, en la oficina de Silva Ruete, iniciando el encargo recibido. Durante el gobierno de transición se concretó la coordinación interpartidaria y se plasmó lo que sería el Acuerdo Nacional y el doctor Paniagua estuvo listo a darle la partida de nacimiento. Sin embargo, ya teníamos un nuevo presidente electo y el doctor Alejandro Toledo le pidió a Valentín postergar esa decisión para que fuera el nuevo gobierno el que instalara el Acuerdo Nacional. En otra muestra de su sobriedad, Paniagua accedió al pedido y dejó así que el presidente Toledo recogiera los laureles de este histórico logro nacional.
Valentín Paniagua: ejemplo imperecedero para la juventud por Raúl Ferrero Costa uvimos la suerte de conocerlo (a Valentín) a comienzos de la década de los 80 cuando se me invitó a enseñar el curso de Derecho de las Obligaciones en la Facultad de Derecho de la Universidad de Lima, en la cual él dictaba el curso de Derecho Constitucional. Era un hombre calmado y seguro de lo que decía. Amable y fino al hablar, era considerado por sus alumnos como un excelente profesor, tanto por su versación como por su claridad al exponer. Además, hacía gala de un fino sentido del humor. Unos años después, cuando me tocó ejercer el cargo de decano del Colegio de Abogados de Lima (CAL), en 1987, nuestra junta directiva no dudó en pedirle que presidiera la Comisión de Constitución, encargo que él aceptó con gusto. Pocos años después, en 1989, nos tocó participar juntos en la campaña del Fredemo, en la cual fui testigo de excepción de cómo sustentó con firmeza su posición ante Mario Vargas Llosa sobre el papel del Estado en el fortalecimiento de la educación obligatoria y gratuita en los colegios estatales y, a la vez, de cómo se debe propender hacia
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Raúl Ferrero Costa.
Francisco Miro Quesada Cantuarias.
4 de diciembre de 2000, creó una Comisión de Estudio y Revisión de la legislación…, a efecto de que hiciera un diagnóstico e identificación de las normas contrarias a la Constitución y los instrumentos internacionales en materia de derechos humanos (…). En la Comisión de Estudio de las Bases de la Reforma Constitucional fui el único militante de Acción Popular. El Gobierno Transitorio quería dar oportunidad a todos los sectores cívicos a fin de que el proyecto recogiera la mayor gama de sugerencias, como, en efecto, ocurrió.
Popular y luego presidente del Congreso, para culminar, por su talento, cualidades humanas y políticas como presidente Constitucional del Gobierno de Transición e Institucionalización Democrática, destaca la visión premonitoria de aquellos que, tempranamente, subrayaron sus singulares dotes personales. Cuando el congresista Fernando Olivera hizo público el video de Alberto Kouri, ocurrió el escándalo y la protesta general en el país. El corrupto gobierno de Fujimori y Montesinos quedó al descubierto, y en pocas semanas los opositores del gobierno asumieron la iniciativa. La nefasta dupla: Fujimori-Montesinos llegó a su fin. Cuando ya las discusiones y cubileteos, propios de la política, habían terminado y se había definido que Paniagua sería ungido presidente del Gobierno de Transición e Institucionalización del Perú, Valentín llamó por teléfono al ingeniero Juan Incháustegui
Valentín Paniagua Corazao figura ilustre del siglo XX por Javier Arias-Stella a trayectoria ulterior de Valentín Paniagua, diputado en 1980-1985, presidente de la Cámara de Diputados, ministro de Educación, secretario general de Acción
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ujimori había gobernado de manera cruel y vergonzosa, había violado los derechos humanos muchas veces, asesorado por su inseparable consejero Vladimiro Montesinos, y había robado, junto con su compinche, en forma escandalosa, el dinero que estaba dedicado a cumplir con el presupuesto. Más aún, con la ayuda permanente del asesor del Servicio de Inteligencia Nacional, contribuyó a corromper de manera increíble a los miembros del Congreso y del Poder Judicial, corrupción que hasta la fecha no ha podido ser superada. Cuando Fujimori fue declarado por el Parlamento indigno de tener el título de Presidente, se creó un vacío del poder en el país, lo que era muy grave, pues cuando el país va a la deriva se crea un caos y nadie puede saber lo que pueda suceder. Para salir de tan peligrosa situación, el Congreso decidió elegir un presidente de la República, y nombró al doctor Valentín Paniagua Corazao por unanimidad, el 16 de noviembre de 2000.
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Javier Pérez de Cuellar.
Fernando Vidal Ramírez
Jorge Avendaño Valdez.
La oposición democrática al fujimorato: Valentín Paniagua en su momento culminante por Henry Pease García scribo para dar testimonio del momento culminante de la vida política de Valentín Paniagua, de su actuación como parte de la oposición democrática que se constituyó en alternativa al régimen fujimorista, haciendo posible una transición dentro del orden constitucional, pacífica y capaz de desatar los nudos principales del poder autocrático y mafioso construido por Fujimori y Montesinos. Predomina el testimonio y reproduzco hechos poco conocidos en ese proceso en el que me tocó participar en primera línea, pero también analizo cómo se constituyó, desarrolló y cuajó esa oposición. Gustavo Mohme y Valentín Paniagua, quienes ya no están entre nosotros, tuvieron un papel ejemplar todos esos años. Gustavo no llegó a ver el momento culminante, pero partió cuando ya intuía lo que se venía. Valentín encarnó la transición y dio desde la Presidencia de la República un testimonio de sobriedad, honradez, transparencia y actitud democrática, valores opuestos a los de del corrupto que le precedió en el cargo. Valentín Paniagua fue parte de esta opo-
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Domingo García Belaunde.
Marcial Rubio Correa.
lo mismo en las universidades estatales. Lo hizo con claridad y seguridad, logrando la aceptación de quienes estaban a cargo del Plan de Gobierno que expusiera el Fredemo durante la campaña política. Él encabezó un grupo que conformamos con Juan Monroy para defender a los magistrados constitucionales –los dignos juristas Manuel Aguirre Roca, Guillermo Rey Terry y Delia Revoredo– que fueron defenestrados por la mayoría parlamentaria, en 1997, por emitir un fallo que declaró inconstitucional la tercera candidatura consecutiva del ingeniero Fujimori a la Pre-
sidencia de la República (la denominada re-reelección). Defendimos con ardor la legitimidad del voto emitido por los magistrados constitucionales ante la Comisión Permanente del Congreso y luego ante el Pleno del mismo, a sabiendas de que la mayoría parlamentaria de entonces ya había decidido su veredicto para destituirlos. En exposiciones individuales que duraron más de media hora ante la Comisión y una hora ante el Pleno, pude ver en toda su dimensión la categórica y enérgica argumentación que expuso con brillantez Valentín Paniagua.
sición democrática todo el tiempo, lo recuerdo presente desde las primeras reuniones que tenía el Comité Cívico por la Democracia en la oficina de Gustavo Mohme en 1992. Regresó al Congreso recién el año 2000, pero como Secretario General de su partido, Acción Popular, tenía un rol protagónico desde bastante antes.
Homenaje a Valentín Paniagua por Javier Pérez de Cuellar abía tenido el agrado de encontrar en varias ocasiones al ex ministro Paniagua, de quien conocía sus grandes cualidades de todo orden, en varias reuniones con amigos comunes, pero sin que se hubiera establecido entre nosotros una relación de amistad. Recuerdo mi satisfacción cuando me enteré de que había sido elegido presidente del Congreso, persuadido de que su prestigio personal y su experiencia política podrían compensar ante la opinión interna y externa la negativa imagen dictatorial que desde el año 1992 había ofrecido nuestro país. Pocos meses después mi satisfacción fue extrema al saber que Alberto Fujimori había huido y el doctor Valentín Paniagua, en rigurosa aplicación de la Constitución, había sido designado, por consenso del Congreso, Presidente de la República. Cuando el 21 de noviembre del año 2000 recibí una llamada telefónica de mi excelente amigo el doctor Javier Arias-Stella para decirme que el nuevo presidente deseaba hablar en ese momento conmigo, mi sorpresa fue grande, pero no tanto como la que experimenté cuando este me ofreció que asumiera el cargo de presidente del Consejo de Ministros.
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Una semblanza de Valentín Paniagua por Fernando Vidal Ramírez onocí a Valentín Paniagua en febrero de 1961 cuando él, estudiante de Derecho de la Universidad de San Antonio de Abad, de su Cusco natal, y yo, de la de San Marcos, junto con otros estudiantes de las entonces existentes facultades de Derecho del país, fuimos becados por el gobierno de los Estados Unidos para asistir a un seminario de Derecho en la Universidad de Indiana, en Bloomington, Indiana, y para visitar varias otras universidades y ciudades del gran país del Norte, entonces presidido por John F. Kennedy. En ese momento las relaciones de EE UU con la Cuba de Fidel Castro eran sumamente tensas y la infiltración castrista se hacía sentir en varios países de América Latina.
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Más que un Presidente por Francisco Miró Quesada Cantuarias
Henry Pease García.
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Paniagua y el fortalecimiento de la gobernabilidad JOSÉ FÉLIX PALOMINO MANCHEGO Profesor de Derecho constitucional, Filosofía del derecho y director de la Escuela Académica Profesional de Derecho en la UNMSM.
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El Principio de unidad del Estado y los organismos constitucionales autónomos por Jorge Avendaño Valdez reo que Valentín Paniagua fue primero un político ejemplar y después un jurista destacado. Alguna vez le pregunté por su trayectoria política y me respondió que la había tenido siempre, desde muy joven, pero que ello no afectaba su vocación jurídica. En realidad, ¿qué mejor que un político honesto y genuino que está al mismo tiempo protegido en todos sus actos por principios jurídicos? Así fue su trayectoria en el ministerio, en el Parlamento y en la Presidencia de la República. Me sumo muy honrado a este justo homenaje que se tributa a un peruano valioso, que paradójicamente llegó a la presidencia sin el voto popular y sin embargo el voto mayoritario le fue negado injustamente pocos años después.
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cho partido, se afilió a Acción Popular, donde escolló de manera sobresaliente, llegando a ser presidente de la Cámara de Diputados (1982-1983). Por esas raras circunstancias de nuestra vida política, el aparentemente sólido gobierno de Fujimori sufrió un fenómeno de implosión que llevó a la renuencia del Presidente de la República desde el extranjero, primero, y de los vicepresidentes, luego. En ese momento, como presidente por consenso del Congreso de la República, ascendió Paniagua a la más alta magistratura. Las mezquindades de los mismos que lo apoyaron –tardofujimoristas o fujimoristas blancos o arrepentidos– hicieron todo lo posible para hacerlo figurar únicamente como presidente del Congreso encargado de la Presidencia de la República, no obstante que juró, actuó y firmó como presidente los actos que le tocó desarrollar durante los meses de su breve periodo de transición.
Racso y el derecho por Domingo García Belaunde
La reforma constitucional y la reforma del Estado requieren, sobre todo, una reforma en el pensar … por Marcial Rubio Correa
uego de una breve enfermedad, nuestro querido amigo y colega Valentín Paniagua falleció en una clínica local, el 16 de octubre de 2006. Se le tributaron los honores que su alta investidura requería. En ese momento no ostentaba ningún cargo público, si bien había sido todo o casi todo. Fue dirigente universitario, ministro de Estado en más de una oportunidad (primero de Justicia en el primer gobierno de Belaunde y luego en el segundo, en la cartera de Educación). Fue además parlamentario de larga data. Se inició en los predios de la Democracia Cristiana –luego de seguir exitosos estudios en la Universidad de San Antonio de Abad del Cusco– y tras el declinar de di-
l presidente Valentín Paniagua fue sobre todo un jefe de Estado cotidiano a cada uno de sus ministros y al presidente del Consejo de Ministros le encargó representar al Ejecutivo, aunque todo lo siguió muy de cerca. El presidente de la República no fue el capitán de equipo del Poder Ejecutivo sino un verdadero jefe de Estado. Era necesario por la dispar composición de los poderes en aquel tiempo. Cumplió bien su papel orientando la reconstrucción de un Estado que había sido destruido por la corrupción. Ese período debe inspirar para encontrar caminos de reforma constitucional e introducción de una genuina jefatura de Estado en el Perú. ◆
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La puesta en circulación del merecidísimo Libro-Homenaje al extinto estadista político Valentín Paniagua Corazao (1936-2006) me permite recordar, de entre las distintas facetas de su empresa intelectual, con total benevolencia, uno de sus aportes para el fortalecimiento de la gobernabilidad. En realidad, Valentín Paniagua fue dueño de un alma impregnada de grandeza conceptual de gran alcance. En su pensar y sentir civilizador fue hombre avizor y profundo conocedor del Derecho Electoral peruano, a fin con sus inquietudes y conocimientos. EL INFORME DE LA COMISIÓN DE ESTUDIO DE LAS BASES DE LA REFORMA CONSTITUCIONAL DEL PERÚ DE 2001 Durante el gobierno de Transición de Valentín Paniagua Corazao se llevó a cabo la propuesta para dar inicio a un proceso de reforma constitucional que devuelva el pacto político fundamental, reforzando el respeto a los derechos y procesos constitucionales y ratificando el enfoque de seguridad jurídica indispensable para la vida en sociedad. En ese contexto, mediante Decreto Supremo Nº 018-2001-JUS, de 26-05-2001, se creó la “Comisión de Estudio de las Bases de la Reforma Constitucional”, que fue presidida por Diego García-Sayán, actuando como vicepresidente Domingo García Belaunde. La “Comisión de Estudio de las Bases de la Reforma Constitucional” del Perú de 2001 propuso metodológicamente tres productos concretos: 1. Las normas constitucionales que podrían ser reformadas, a partir de la evaluación de su contenido, de su análisis sistemático y de la regulación de las instituciones políticas. 2. Las opciones sobre el contenido de las reformas propuestas. 3. El procedimiento para desarrollar las reformas constitucionales propuestas. Luego del trabajo desarrollado se presentó el Informe Final, como un documento de bases constitucionales que no contiene un proyecto de articulado, sino lineamientos fundamentales que recogen un conjunto de ideas novedosas que buscaban rescatar la democracia, el principio de supremacía constitucional y la consolidación del Estado de Derecho, tal como lo sostuvo el ministro de Justicia de aquella época, Diego García-Sayán. (1) En puridad, la rectitud de su conducta y la entereza de su carácter de Valentín servirán como ejemplo digno de ser imitado por las futuras generaciones en los campos del Derecho y la Política, en toda la extensión que el término encierra. [1] Cfr. Comisión de Estudio de las Bases de Reforma Constitucional del Perú, Ministerio de Justicia, Lima, 2001.