La habitabilidad de la arquitectura

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La habitabilidad de la arquitectura. El caso de la vivienda The habitability of architecture. The case of housing Recibido: 23 de marzo de 2010. Aprobado: 11 de mayo de 2010.

Jaime López de Asiaín

Doctor arquitecto por la universidad de Madrid. Catedrático de Estética y Composición Arquitectónica, ha desarrollado su docencia en Madrid, Sevilla y Las Palmas de Gran Canaria en España. Fundador de la Cátedra de Arquitectura Viva en la Escuela Superior de Arquitectura de Sevilla y director del Seminario de Arquitectura y Medioambiente, SAMA S.C . lopezasiain@gmail.com

Este articulo fue publicado en una versión anterior en el libro Arquitectura, Ciudad y Medio Ambiente

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No existe una razón más profunda, una definición más esencial de la arquitectura que la habitabilidad. Es (como la racionalidad que distingue al hombre dentro del reino animal), lo que determina a la arquitectura y lo que la distingue de todas las otras bellas artes en el mundo de la cultura. Arquitectura es el espacio habitable. Muchos han hablado de ello y es interesante apreciar la preocupación que, desde los primeros tratados de arquitectura, despierta el tema. La referencia a vitrubio resulta especialmente pertinente:1

Una versión anterior de este artículo fue publicado en: López de Asiaín, J. Arquitectura, ciudad, medio ambiente. Sevilla: Universidad de Sevilla. 2001, pp. 87-100.

1 Vitruvio, De Architectura.

Cualquier cosa que se construya ha de ser atendiendo a la solidez, firmitas, adecuación a la función que desempeña, utilitas, y a la belleza, venustas. [...] Se atiende a la adecuación del edificio cuando la distribución es impecable y facilita en todo el uso para el fin a que se dedica [...] (libro I, cap. III).

Será adecuación natural tener luz naciente en los dormitorios y en las bibliotecas, la luz poniente en las ventanas de los baños y en las habitaciones de invierno y luz del norte en las galerías de pintura [...] (libro I cap. II ).

[…] ha de seleccionarse un lugar lo más saludable posible para el teatro. Porque cuando se dan espectáculos, los espectadores, con sus esposas e hijos, se sientan todos juntos encantados, y sus cuerpos inmóviles en su diversión, tienen los poros abiertos dentro de los cuales penetran los vientos. Si estos vientos vienen de pantanos o ciénagas o de otros lugares insalubres, introducirán exhalaciones nocivas para la salud. Por consiguiente, se tratará de evitar estos males seleccionando cuidadosamente el terreno del teatro [...] (libro V, cap. III). […] debemos considerar con el mayor cuidado la acústica del teatro para comprobar que se ha seleccionado un sitio donde la voz tenga una caída agradable y no sea devuelta con sentido indistinto al oído (libro V, cap. VIII).

Deben construirse columnatas detrás de la escena a fin de que si la lluvia intempestiva interrumpe la representación, la gente tenga donde guarecerse y también para que haya espacio para la preparación de todo el equipo del escenario (libro V, cap. IX). Por tanto [...], deben las ciudades ser dotadas de paseos espaciosos y adornados al aire libre y bajo cielo abierto. El espacio central entre las columnatas y abierto al cielo ha de embellecerse con jardines, porque pasear al aire libre es muy saludable, especialmente para los ojos, ya que el aire refinado y purificado que viene de plantas verdes encontrando entrada en el cuerpo abierto por el ejercicio físico da una imagen clara de las cosas, deja la vista clara y la imagen precisa (libro V, cap. IX). Ahora, pues, si es un hecho que los países difieren unos de otros y son diversos en clima, de forma que hasta los hombres nacidos en ellos se

Figura página opuesta: Cabaña en Aspen, Colorado, Estados Unidos. Fotografía: Leyla Yunis.

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diferencian naturalmente en su conformación física y mental, no podemos vacilar en hacer nuestras casas adecuadas a las peculiaridades de las naciones y razas, porque la misma naturaleza nos lo indica (libro VI, cap. I).

2 Butti y Perlin, “Arquitectura solar en la antigua Grecia”.

Hemos encontrado, incluso, algunas referencias anteriores que se citan en un artículo de K. Butti y J. Perlin publicado en Era Solar:2 Las excavaciones modernas en numerosas ciudades griegas clásicas muestran que la arquitectura solar floreció en toda la región. Las viviendas se orientaban al Sur y se planificaron ciudades enteras para permitir a todos sus habitantes igual disfrute del sol de invierno. Una casa orientada solarmente reducía la dependencia de sus ocupantes de los braseros de carbón, conservando combustible y ahorrando dinero. Como cita Jenofonte, Sócrates explicaba el sistema en estos términos: ‘En las casas orientadas al sur, el sol penetra en el pórtico en invierno, mientras que en verano el arco solar descrito se eleva sobre nuestras cabezas y por encima del tejado, de manera que hay sombra’. Estos simples principios de diseño sirvieron de base a la arquitectura solar de la antigua Grecia. Comoquiera que los griegos veneraban al sol, el desarrollo de la arquitectura solar encontró pocos impedimentos culturales. Teofastro, conocido naturista de la época, comentaba la creencia de cada ciudadano según el cual ‘El sol proporciona el calor necesario al mantenimiento de la vida de los animales y las plantas. Probablemente, también suministra su calor a las llamas terrenales. Sin lugar a dudas, mucha gente cree estar capturando los rayos del sol cuando alumbra su fuego’.

En el diseño arquitectónico, cuando la habitabilidad se ha estudiado y garantizado, comienza el juego de lo formal y se llena de significado y capacidad expresiva mientras mantiene dichas garantías. Si en el juego se pierde la relación con la habitabilidad, lo formal se convierte en accesorio, superficial, frívolo e insustancial.

3 Heidegger, Arte y poesía.

Reflexionando sobre el texto de Heidegger, en su libro El arte y el espacio, “la verdadera necesidad de habitar consiste en el hecho de que los mortales, buscando siempre de nuevo la esencia del habitar, deben aún aprender a habitar”, 3 e interpretándolo desde una perspectiva del presente, podemos inferir que todavía seguimos aprendiendo a habitar el mundo, o lo que es lo mismo, que debemos seguir incorporando a nuestro habitar elementos y valores del medio que puedan proporcionarnos una mayor riqueza cualitativa de sensaciones y fruiciones. Muchas de ellas no serán nuevas, sino olvidadas o marginadas por el imperio de la tecnología y del consumo. La luz y el calor del sol, la frescura de la brisa en nuestra piel, el aroma y la tersura de una flor, la lejanía de un paisaje, la contemplación atenta de la escena urbana, la fluidez de nuestra comunicación con el otro, la comprensión de un lenguaje cultural ajeno y tantas otras vivencias que constituyen el habitar, forman parte de ese aprendizaje que, una vez más, hemos de realizar.

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Figura 1. Casa Farnsworth, diseñada por Ludwig Mies van der Rohe. Plano, Illinois, Estados Unidos. Fotografía: Leyla Yunis.

Para ello, probablemente, debemos retornar de la confusión producida por el falso señuelo de lo tecnológico, que nos engañó con sus aparentes logros y creó un medio ambiente artificial, contaminado, distorsionado, incomprensible y ajeno. Por otra parte, esos valores, esos nuevos despertares de vivencias, hemos de buscarlos en el medio en que la arquitectura se inserta, en el lugar de la arquitectura, para que sean naturales y radicales, es decir, referidos a sus raíces. Nuestros maestros inmediatos, aquellos arquitectos que se enfrentaron a principios de siglo con la nueva arquitectura sin prejuicios formales y en el vacío de una nueva época histórica, cultural, económica y social, nos señalaron las claves para tratar de aprender a habitar. Tengo muy presente la precisa explicación que Richard Neutra nos hizo del uso de aquel pequeño radiador que calentaba nuestra espalda al situarnos frente al lavabo y, a la vez, reflejaba su calor en el espejo calentando nuestro rostro, cuando nos instalaba en el apartamento de invitados de su casa. Así como la descripción que hace Ise Gropius del lugar de la construcción de su casa en Lincoln:4

4 Ise Gropius, Sobre la Casa de Gropius.

Entre los solares para la construcción que la Sra. Storrow nos ofreció elegimos una pequeña colina rodeada por un gran pomar con una bonita vista del monte Wachusset. Se puede ir también andando desde allí al lago Walden, famoso en todo el mundo por los escritos de Henry Thoreau quien tan profundamente influyó sobre Mahatma Gandhi en su formulación del movimiento de resistencia no violento.

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La Sra. Storrow nos dio buenos y prácticos consejos sobre cómo sobrellevar las tormentas de nieve en invierno y cómo capturar las brisas frescas en verano, pero[,] por otra parte, nunca intervino en el diseño de la casa, a pesar de que ella era nuestra vecina más directa en su enorme mansión en lo alto de la colina arbolada sobre Sandy Pond. Cada tarde deambulábamos para ver la puesta de sol desde nuestra nueva propiedad y pensábamos la orientación de las ventanas para sacar el mayor partido posible de las vistas y de la luz. Por estas razones mi marido quería construir una casa compacta, capaz de soportar los rigores de un clima que tendía a irrumpir en extremos de frío o calor, con condiciones árticas parte del año mientras que en el resto producía vegetación tropical. A mi marido algunas veces le preguntaban por qué encontró necesario poner una chimenea en el salón. Explicaba que a él siempre le gustaba proveer una casa con lo básico para poder sobrevivir incluso en emergencias. Durante los huracanes en los días de escasez de petróleo en la Segunda Guerra Mundial, la chimenea demostró ser en ocasiones nuestro único medio de mantenernos calientes y de cocinar, ya que cortaban la electricidad a menudo durante días. Pero fuera de este valor práctico en momentos de emergencia, él apreciaba el efecto psicológico del fuego abierto, que habíamos aprendido a saborear durante nuestra estancia en Londres. Crea una atmósfera relajada y parece satisfacer el deseo de sentirse seguro y a salvo durante una gran nevada. Encontrábamos también el dulce olor de la madera quemada como el mejor perfume del mundo. Es mucho más difícil orientar una casa para evitar los efectos del calor de verano y de la humedad sin un aire acondicionado que proporcione suficiente calor para los meses de invierno. En invierno las ventanas del comedor y del salón hacia el sur y el oeste permitían que el sol penetrase a ambas habitaciones en abundancia, de tal modo que en los días claros cualquier calor artificial podía ser suprimido durante las horas del mediodía, incluso en los días de[l] frío enero. En verano, por otra parte, con el sol en una posición mucho más alta, a estas habitaciones les da sombra un alero en la segunda planta, que está calculado para suprimir completamente el sol de las habitaciones desde mayo a septiembre. Pero permitirá entrar el aire caliente desde la losa de la terraza a través de una abertura de tres pies entre el muro de la casa y el alero. La mayoría de los aleros creados para el cobijo del sol producen aire estancado bajo ellos que luego meten en las habitaciones en los días sin viento. A la ventana del oeste, que ofrece la mejor vista, no se le puede dar sombra de este modo, ya que el sol está demasiado bajo. Por lo tanto, una gran persiana de aluminio que cubre toda la extensión de la ventana está instalada fuera aunque puede ser manejada desde dentro. Teniéndola fuera, corriendo por carriles, nos permite cerrarla en los días de calor como si fuese una capa protectora de metal que repele el calor antes de que éste alcance la ventana y consecuentemente la habitación. De esta manera es posible mantener la temperatura del salón siempre 10 grados por debajo de la temperatura exterior, suficiente para resultar confortable y eliminar la necesidad de aire acondicionado que nunca fue añadido a esta casa en los años posteriores estando disponible.

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La mayoría de la gente pensó que la cantidad de luz que entraba en las habitaciones causaría irritación constante a los ojos. No se daban cuenta [d]el hecho de que el deslumbrante efecto de luz brillante en una habitación no es producido sólo por la fuente de luz en sí, sino también por el contraste entre el espacio de la ventana y el muro cercano a ésta, que resulta oscuro al ojo. Cuando 2 o 3 ventanas están puestas a una distancia entre sí, resulta muy dañino para el ojo mirar fijamente en su dirección, a menos que estén bien ocultas por cortinas, persianas o visillos que eliminan la vista del mundo exterior y fuerza a la gente a encender la luz al mediodía de un día de verano. Pero la situación es completamente diferente cuando el muro por completo se convierte en una ventana dando luz brillante, apagada o difusa según se prefiera, añadiendo persianas o cortinas de fibra traslúcida que crean una luz uniforme, no deslumbradora, agradable debido a la eliminación de los contrastes. Nosotros invertimos mucho tiempo en la construcción del jardín. Al principio sólo fueron plantados tres árboles estratégicamente en el solar. Dos bastante grandes, pinos blancos en el frente y en la trasera de la casa para ayudar a crear sombras en verano y calor en invierno. También un roble rojo en la esquina suroeste de la casa, un olmo cerca de la marquesina de la entrada y un olmo americano en medio del aparcamiento. El olmo, el cual había empezado a dar una agradable sombra sobre el dormitorio, murió de la enfermedad del olmo, y el haya, que había sobrepasado su dimensión prevista, fue trasplantada al patio del centro de graduación de Harvard que Gropius y sus compañeros de Architects Collaborative habían construido en 1952. Los otros árboles ahora han triplicado su tamaño y muchos otros han sido añadidos, como los dos cedros azules en el lado este y oeste de la casa y muchos cedros rojos y enebros Pfifzeren en la vertiente este. El área sur de la meseta está rodeada por un apenas visible muro de piedras que fue puesto allí por el antiguo propietario del solar. Un pequeño roble que encontramos allí ahora ha alcanzado un respetable tamaño. A la derecha e izquierda de éste plantamos dos dogwood[s] americanos y uno chino y un árbol agridulce. Por otra parte, este[a] área permite la visión de la colina de árboles que bordean la propiedad a una distancia de 61 metros a través de un campo en pendiente con unos magníficos cantos rodados. Nosotros conseguimos sólo ligeramente aflorar algunos de éstos que estaban cubiertos con zarzas y a menudo poco visibles, y convertirlos allí donde se encontraban en llamativos centros para plantas como peonías, yucas y lirios. Cada planta fue elegida por su resistencia al exigente clima de Nueva Inglaterra y para proveernos de flores a lo largo de las estaciones, desde el temprano florecimiento de la andrómeda y el laurel hasta la entrada de la casa, el Phlox del florecimiento tardío. Una de las vistas más fascinantes es la del Smokebush en el este del césped cuando florece en julio entre nubes de humo rosado que duran hasta la escarcha. La parra Concord que pusimos enfrente del muro de ladrillo en el lado oeste, ha alcanzado el techo, da una gran cantidad de uvas, con lo que produce una sensación de sabor sureño en las fiestas de verano.

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Figura 2. Vista desde una mezquita sobre El Cairo, Egipto. Fotografía: Leyla Yunis.

5 Alison y Peter Smithson, Upper Lawn.

O, desde una postura más personalizada y vitalista, el mensaje de Alison y Peter Smithson nos transmite en Upper Lawn:5 En un intento de crear una casa climática sencilla, en la que poder abrir las zonas de servicio de la planta baja a las antiguas áreas pavimentadas del jardín y poder cerrarlas rápidamente cuando cambie el tiempo [...] Para descubrir lo que es vivir todo el año en Inglaterra en una casa con fachadas de vidrio al Sur, Este y Oeste y comprobar si puede obtenerse la mayor parte del año suficiente calor solar como para compensar en cierta medida las pérdidas térmicas. La casa se halla situada en un paisaje inglés del siglo xviii con la deliberada intención de disfrutar de sus placeres y su historia y de someterse a sus estaciones, admitiendo la melancolía que la quietud y dichos cambios estacionales pueden entrañar. El pabellón fue proyectado como un aparato cuyo esquema de habitabilidad podía variar con el tiempo [...] una distribución de habitaciones y pequeños espacios de jardín que irían sintonizando con el paso de las estaciones, con los cambios en la utilización familiar, con las variaciones en la sensibilidad porque Upper Lawn era un aparato con el que experimentar cosas en uno mismo. Fue allí donde exploramos los pequeños ajustes, los adornos temporales, la invención de aquellos signos de cambio que más tarde llegaríamos a reconocer como la necesaria labor de la cuarta generación del Movimiento Moderno.

Las condiciones bioclimáticas del habitar se hacen objeto de aprendizaje y, por tanto, generan una necesidad de espacio habitable. Los aspectos fisiológicos (térmicos, lumínicos y acústicos), los psicológicos, los culturales y estéticos se confunden e interpretan en una sinfonía

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que no sólo se siente, no sólo se contempla, no sólo se sueña, sino que, todo a la vez, nos envuelve y nos sumerge en algo tan sencillo, tan inmediato y simple como es el habitar un espacio arquitectónico. Y tan fundamental. El medio, el clima, el lugar han ido conformando al hombre y a su desarrollo cultural, y son la más segura referencia para la construcción de una historia de la arquitectura. He dicho al principio que, cuando el juego de lo formal se queda sin soporte, sin fundamento, la forma se convierte en accesoria, superficial, frívola e insustancial, y el resultado es algo que se queda incompleto, arquitectura a medias. Es de temer que la “arquitectura culta oficial” controlada por los santones y por los chupatintas que viven de una imagen, se encuentra actualmente en esa situación, y como siempre, resulta difícil sacar agua fresca del pozo. ¿Por qué en las revistas de arquitectura la fotografía está siempre deshabitada? Propongo que aprendamos de nuevo a habitar, que recuperemos nuestra preocupación por el medio y volvamos nuestra mirada al lugar y a las condiciones que ese lugar nos ofrece, para reencontrarnos con la arquitectura y empezar a construir la vivienda del hombre del siglo XXI.

Bibliografía Butti, K. y J. Perlin “Arquitectura solar en la antigua Grecia. Historia de la energía solar”, Era Solar, núm. 65. (1996): 19-27. Gropius, Ise. Sobre la Casa de Gropius. Boston: SPNEA, 1975. Heidegger, Martin. Arte y poesía. México: Fondo de Cultura Económica, 1985. Smithson, Alison y Peter. Upper Lawn: Folly Solar Pavillion. Barcelona: Ediciones UPC, 1986. Vitruvio Polión, Marco L. De Architectura. Madrid: Editorial U.E.R.T.S.A., 1973.

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