Testimonios. Mi parroquia, nuestra parroquia… la de todos - Mara Bufarini

Bibliografía y fuentes documentales

TESTIMONIOS

Mi parroquia, nuestra parroquia… la de todos

Soy Mara Bufarini. Alguien me dijo que recordar es volver a pasar por el corazón. Y si de eso se trata… cuántos momentos, cuántas historias, cuántas experiencias enriquecidas a la luz del Evangelio.

La Parroquia, mi Parroquia, nuestra Parroquia... la de todos.

La Parroquia misionera, adormecida en una tarde de verano a la sombra de los árboles o en torno a la mesa bajo la glicina, invitando rondas de mates interminables, mientras preparábamos las misiones en las barriadas de nuestra ciudad, en distintos parajes del campo goyano, en las alturas de Cachi (Salta); o armábamos los encuentros formativos para adolescentes.

La parroquia bulliciosa los sábados por la tarde con los niños en catequesis, conociendo a Jesús amigo y jugando a las escondidas; y con los adolescentes poniendo ritmo y calidez con las guitarras aún en cada oración comunitaria. La Parroquia, templo enardecido, lleno de fe en cada Vigilia Pascual, con sus luces apagadas al comienzo de la celebración, pero con un cirio que alumbra y nos dice que Cristo es la LUZ del mundo.

La Capilla de la Parroquia, pequeña y silenciosa, que invita a rumiar la PALABRA en la intimidad y así poder descubrir el secreto de Dios para nuestras vidas. La Parroquia redentorista en las caminatas por el barrio en cada Vía Crucis de Viernes Santo o en las procesiones en honor a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. …Y aprendimos a compartir la vida, a forjar lazos indestructibles, a formar comunidades: en la sacristía cada domingo cuando preparábamos las celebraciones, en el patio cuando armábamos el coro para la Misa de Navidad, o en los almuerzos del Parabólico para recaudar fondos para alguna Misión o en el té de Cáritas… en catequesis familiar o de adultos, en los grupos de adolescentes y jóvenes, en las Asambleas parroquiales. Aprendimos que con una Madre que nos acompaña el camino se hace más fácil, y con LA CRUZ redentora, todas nuestras cruces diarias se resignifican.