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XVIII- La comunidad religiosa

La comunidad religiosa XVIII

La vida consagrada en su diversidad de carismas es un don del Espíritu Santo a la iglesia y a la sociedad. Los fundadores y las fundadoras supieron leer el evangelio desde ángulos particulares, dando a cada familia religiosa una espiritualidad propia, con un acento y una mística particular. Un aspecto común y sobresaliente en el seguimiento de Cristo, que es común a todas las familias religiosas, es la dimensión de la vida comunitaria. La comunidad se convierte en lugar de espiritualidad y de vida fraterna, motivada por el pedido del Señor: “Ámense los unos a los otros”. A la vez a la comunidad se la comprende y se la entiende como ámbito de trabajo al servicio del Reino: “Vayan por todo el mundo y anuncien el evangelio” y por último lo que vertebra la vida misma de la comunidad creyente es saberse y comprenderse como una comunidad de fe: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Los misioneros redentoristas viven en comunidad, y al compartir con alegría el don que cada uno lleva consigo, se permiten vivir relaciones cordiales de fraternidad, sabiendo que la comunidad es un signo creíble de la presencia del Espíritu Santo. El número 21 de sus constituciones expresa este ideario de la vida fraterna:

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“Para responder a su misión en la iglesia, los redentoristas llevan a cabo su acción misionera de modo comunitario. Pues la forma apostólica de vida en común abre muy eficazmente el camino de la caridad pastoral. Por consiguiente, es ley esencial de la vida de los congregados vivir en comunidad. Por lo cual se ha de tener en vista el aspecto comunitario siempre que se acepte un trabajo misionero. Pero la comuni-

dad no consiste tan solo en la cohabitación material de los cohermanos, sino a la vez en la comunión de espíritu y de hermandad”259 .

A partir del mes de marzo del año 2020, la comunidad religiosa redentorista en la ciudad de Rosario quedó configurada por cinco integrantes: Padre Fernando Belocq (superior y párroco), Padre Carlos Bartolomé, Padre Eduardo Meléndez, Padre Ariel Cattaneo y Padre Ezequiel le Favi. A continuación se presentan algunos datos de sus biografías y un aporte valorativo sobre ellos, de su presencia en la comunidad parroquial.

Padre Fernando María Belocq

Nació el 31 de enero de 1958 en Capital Federal. Ingresó al postulantado en Villa Allende, Córdoba, el 4 de marzo de 1979, siendo recibido por el entonces seminarista Padre Enrique Domínguez. Antes de su ingreso, cursó tres años de veterinaria en la facultad de Buenos Aires. En el año 1982 realiza su noviciado, en Bella Vista, Buenos Aires, y realiza su profesión religiosa el 2 de febrero de 1983. Finalizados los estudios de filosofía y teología, cursando algunos años en Córdoba y otros en Buenos Aires, recibe el sacramento del orden sacerdotal el 24 de marzo de 1987, en Bella Vista, de manos de Monseñor Juan Manuel Lorenzo. En dicha celebración, fueron seis misioneros redentoristas quienes recibieron la ordenación sacerdotal, por lo cual fue la más numerosa en la provincia bonaerense. La expectativa esperada del primer traslado se concretó con el envío a la parroquia Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro, en Rosario, donde brindó su

259 Curia General. Roma (2012) “Constituciones y Estatutos de la Congregación del Santísimo Redentor”. Madrid servicio de acompañamiento pastoral, en el ámbito de la pastoral juvenil y en la predicación de misiones en los barrios suburbanos de la ciudad, y desde 1990 a 1996 como superior y párroco. A partir del año 2011 y hasta marzo de 2019, se integrará nuevamente a la comunidad de Rosario, brindando el servicio de superior y párroco; luego de un año en la comunidad de Bella Vista regresa a Rosario y asume una vez más dichos servicios el 4 de febrero del año 2020.

¿Qué significa, Padre Fernando, en tu vida la parroquia Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro?

La parroquia significa experiencia de comunidad fraterna y de servicio pastoral. A la fecha, y pasados 33 años de la ordenación sacerdotal, fui trasladado tres veces a esta querida comunidad rosarina como superior y párroco; contabilizo un total de 15 años en esta tarea, sin duda que no he sido el mejor, pero sí el que más tiempo estuvo. Tengo un gran agradecimiento a los sacerdotes con los que compartí la comunidad, en particular al Padre Carlos Wiszniowski, que me acompañó en el inicio de mi ministerio sacerdotal, al igual de muchos laicos que recuerdo agradecido hasta el día de hoy. Valoro el apoyo que siempre tuve de mis hermanos, que con libertad y corresponsablemente, participan en las tareas parroquiales; de esa manera percibo que juntos podemos expresamos como una comunidad apostólica, que es lo que san Alfonso quería de los redentoristas, haciendo nuestro servicio pastoral más fecundo y testimonial.

Una de las cosas más lindas que me permitió el volver después de varios años es ver el paso generacional. Aquellos que eran niños o jóvenes se encuentran ya casados y con sus propios hijos. Muchos matrimonios se conocieron en los grupos de la Parroquia y pudieron hacer crecer su amor a partir de los valores cristianos.

¿Qué destacás de la experiencia vivida en estos años?

Si algo tuviera que destacar de la vida de nuestra Parroquia sería la formación y la libertad de los laicos para ser protagonistas de la misión de la Iglesia. Es posible que esto se deba, entre otras cosas, a la

Escuela de Agentes de Evangelización. Creo que hay que valorar y cuidar la formación, porque el futuro de la misión va por este camino. Le pido a la Virgen que la Parroquia sea siempre el proyecto de Dios para nosotros, y más allá del hermoso templo que heredamos, seamos piedras vivas que encontremos juntos la santidad por el camino de la fraternidad y la misión.

Padre Carlos David Bartolomé

Nació el 17 de enero de 1933 en la localidad de Ramallo, provincia de Buenos Aires. El 8 de marzo de 1943 ingresó al jovenado en Bella Vista, permaneciendo hasta el 31 de enero de 1949, donde parte a Manuel Ocampo (Bs. As.), para iniciar su noviciado. Realizó su profesión religiosa finalizado su noviciado, el 2 de febrero de 1951. Luego del noviciado pasa a Villa Allende, Córdoba, para realizar sus estudios filosóficos y teológicos. Terminados sus estudios recibe la ordenación sacerdotal en la cripta de la parroquia María Auxiliadora en la ciudad de Córdoba, de manos de Monseñor Ramón Castellanos. Trasladado a Bella Vista para acompañar a los jovenistas, cursa el profesorado de historia y geografía, entre los años 1958 y 1961. A partir del año 1985 y hasta el año 1993, acompaña la presencia evangelizadora de los misioneros redentoristas en Perú, como formador de estudiantes profesos y rector del santuario San Alfonso en Lima. Desde el año 2005 se encuentra viviendo y desarrollando su actividad pastoral en la comunidad de Rosario.

¿Qué significa, Padre Carlos, en tu vida la parroquia Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro?

Sobre todo significa vida comunitaria, ya sea con la comunidad religiosa y con la comunidad laical, donde encontré compañeros/as del camino y amigos/as. También significa un espacio de escucha desde el sacramento de la confesión, desde la dirección espiritual; a la vez es un ámbito significativo de enseñanza y formación, particularmente desde la Escuela de Agentes de Evangelización y la predicación de retiros; sin duda también es un ámbito donde la promoción humana y la asistencia encuentran en Cáritas un lugar firme de concreción.

¿Qué valoras de la experiencia vivida en estos quince años?

Valoro la convivencia fraterna con muchos cohermanos durante estos no pocos años; algunos de ellos aquejados de serios límites en su salud por enfermedad. Su cuidado y sus testimonios de vida fueron un aprendizaje que me enseñaron a reconocer y aceptar los propios límites y ajenos; a la vez esta enseñanza me llevó a crecer y madurar una profunda actitud de compasión.

Padre Eduardo Meléndez

Nació el 26 de noviembre de 1935, en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. El 15 de junio de 1951 ingresó al jovenado en Bella Vista (Bs. As). Realizó su noviciado en Salta y su consagración religiosa el 2 de febrero de 1956. Ese mismo año se traslada a Villa Allende (Córdoba) para comenzar sus estudios de filosofía y teología. En el templo de la casa de formación recibirá de manos de Monseñor Miguel Paternain la ordenación sacerdotal el 18 de marzo de 1961. Antes de su último traslado a la comunidad de Rosario, en el mes de marzo de 2019, estuvo anteriormente en tres oportunidades: de marzo de 1967 a marzo de 1968; de enero de 1977 a diciembre de 1978 y de septiembre de 1987 a mayo de 1996.

¿Qué significa, Padre Eduardo, en tu vida la parroquia Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro?

La parroquia significa para mí un lugar de encuentro y evangelización. También la descubro, la celebro y la vivo, como un lugar de pertenencia, que hace posible crear, sostener y alimentar comunidades de fe viva.

¿Qué valoras de tu experiencia sacerdotal?

Valoro fundamentalmente todo lo vivido en el ámbito del movimiento de Encuentro Matrimonial, ya que ha sido un lugar para mi crecimiento sacerdotal en comunión con Cristo, esposo de la iglesia; participando de su esponsalidad fiel, de alguna manera “dejé de ser célibe”, ya que renové mi pertenencia e identidad, siendo esto parte constitutiva de mi espiritualidad. Desde esta vivencia en clave de alianza de amor (como siempre digo), sigo renovado en ella y desde ella ejerzo mi ministerio sacerdotal.

Padre Ezequiel Le Favi

Nació el 7 de octubre de 1987 en la ciudad de Salta. El 25 de febrero de 2006 ingresó al postulantado en Villa Allende, Córdoba, comenzando con los estudios de filosofía y teología en el Centro de Estudios, que actualmente continúa bajo la responsabilidad de los misioneros claretianos. En el mes de febrero de 2008, comenzó el noviciado interprovincial en Cochabamba, Bolivia, y realizó la profesión religiosa el 2 de febrero de 2009. Realizada la misma, se traslada a la casa de formación en Bella Vista, Buenos Aires, para continuar con sus estudios en la Universidad del Salvador a cargo de los jesuitas en San Miguel, Buenos Aires. Los últimos cuatro años de formación vivió en la parroquia Ntra. Sra. de Lourdes en Moreno, localidad del oeste bonaerense. Recibió la ordenación sacerdotal en Salta de manos de Monseñor Mario Antonio Cargnello, el 17 de marzo de 2018. En marzo de 2020 se integra a la comunidad redentorista en Rosario. Actualmente es Asesor de la Pastoral Juvenil Vocacional en la comunidad parroquial.

¿Cómo vas descubriendo, Padre Ezequiel, en este breve tiempo de estadía, a la parroquia Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro?

Descubro a la parroquia como un lugar de misión permanente, a la vez como un espacio de fraternidad y de evangelización. Descubro que significa la posibilidad de renovar vínculos, comunión y cercanías, en función de ser un solo cuerpo que anuncia, al igual que María, “las grandezas del Señor”.

¿Algunas experiencias que quieras compartir?

Llegué a la parroquia justo para la celebración de los 110 años de la venida de los misioneros redentoristas a esta ciudad. Me enriqueció mucho compartir y me ha sido significativo, recrear y celebrar con la comunidad laical y religiosa el camino recorrido de tantos/ as hermanos/as, que fueron asumiendo y viviendo el carisma redentorista en estas tierras. Sin duda esta memoria agradecida, se vuelve desafío de continuidad desde la creatividad del Espíritu que nos guía, y nos invita a dar respuestas nuevas a tiempos nuevos.

Padre Ariel César Cattaneo

Nació el 15 de diciembre de 1962 en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. En el año 1982 ingresó al postulantado en Villa Allende, Córdoba, realizando al año siguiente el noviciado en Bella Vista (Bs. As.). Luego de realizar su consagración religiosa, el 2 de febrero de 1984, regresa a Villa Allende para finalizar

su formación académica, en el Centro de Estudios filosóficos y teológicos, a cargo de los misioneros claretianos. Finalizado el año 1989 es trasladado, ya ordenado de diácono, a la comunidad de Rosario. Recibe la ordenación sacerdotal en el templo parroquial de Rosario, de manos de Monseñor Jorge López, el 4 de agosto de 1990. Permanece hasta febrero de 2002 en la comunidad rosarina. Durante esos años de permanencia brindará el servicio de Asesor de la Pastoral Juvenil Vocacional, administrador parroquial (1993-1994), párroco y superior de la comunidad religiosa (1996-2002). Luego de su residencia en la casa de formación en Bella Vista, Tucumán y Moreno, es trasladado en marzo de 2019 nuevamente a la comunidad redentorista de Rosario.

¿Qué significa, Padre Ariel, en tu vida la parroquia Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro?

Primeramente diría que, por haber nacido en barrio Arroyito, es en torno a la parroquia donde se articuló, en gran medida la vida de fe de mi familia, incluida su expresión sacramental. En la parroquia contrajeron matrimonio mis abuelos maternos, mis padres y mi hermano; fuimos bautizados mi mamá, mi hermano, mi sobrina y yo; además recibí en el templo parroquial la ordenación sacerdotal. En el año 1978, ingresé en la comunidad juvenil, cuyo Asesor era el Padre Victorino Bisi, siendo en ese contexto donde aparecen mis primeros planteos vocacionales. La parroquia significa para mi vida un lugar querido, apreciado y valorado; significa un lugar de hospitalidad, de comunión fraterna, de aprendizajes y de acogida cordial. La parroquia significa nombres, rostros, historias de fe testimoniadas, alegrías celebradas, tristezas acompañadas y esperanzas compartidas.

¿Algunas experiencias que quieras compartir?

Sin duda experiencias no faltan. Tal vez la más temprana, que permanece en la memoria y el corazón, tiene que ver con mi participación en el jardín de infantes de la parroquia y Delia Avezza, una de las maestras jardineras, llevándome junto a mis compañeros de sala, al templo parroquial, a rezar a la virgen del Perpetuo Socorro; aún guardo el recuerdo de estar de rodillas, juntos a mis compañeros, en los últimos bancos de la iglesia, mirando desde lejos el cuadro de la Virgen que preside el altar. Guardo un gran aprecio por lo vivido junto a los jóvenes en la comunidad llamada “Convocatoria”, nombre que tenía que ver con el espíritu con que se inició la propuesta y que terminó siendo parte de la mística de la comunidad juvenil que la acompañó durante años, “convocando”, invitando y llamando a jóvenes, chicas y muchachos a conocer, amar y seguir al Señor. Otra experiencia muy significativa fue lo compartido y vivido con Cáritas parroquial y en el acompañamiento de la Misión Permanente en el barrio Arroyito. Cada una de las comunidades de la parroquia ha sido y sigue siendo lugar para acompañar y sentirme acompañado, para nutrir y nutrirme, para evangelizar y ser evangelizado.

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