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Testimonios. Entrevista a Fernando Pajón
TESTIMONIOS
Entrevista a Fernando Pajón
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¿Cuándo comenzaste a participar como monaguillo en la parroquia?
Mirando hacia atrás en el tiempo, recuerdo con agrado cuando empecé a participar en la Parroquia Perpetuo Socorro del grupo de monaguillos. En ese momento un amigo del barrio, Rodolfo Giordano, me contó que iba a comenzar a ir y si lo quería acompañar. A partir de ese momento y con solo diez años, comenzó para mí una agradable experiencia.
¿Qué misionero redentorista conociste en ese tiempo? ¿Qué nos podés decir de él?
En ese tiempo conocí al padre Demetrio Videla, que se mostró muy cercano, y que cuando terminaba la misa me invitaba charlar un rato. Recuerdo estar en su pieza y viene a mí el aroma a chocolate de su pipa, mientras me contaba las experiencias de su última misión; fue en ese momento donde comencé a conocer las misiones redentoristas y ver la pasión que despertaban en el padre Videla cuando me narraba su experiencia de vida. En ese momento, el párroco era el padre Silvio Bisi que nos tenía muy vigilados porque siempre decía que andábamos haciendo lío.
¿Recordás el nombre de otros monaguillos de esa época? ¿Ya los conocías de antes?
Además de Rodolfo, recuerdo que al grupo se sumó Daniel Grossi, que era otro amigo del mismo barrio, y juntos emprendimos esta hermosa aventura.
¿Qué servicios brindaban en la parroquia?
El servicio que prestábamos era el de colaborar con el sacerdote en las misas y casamientos. Siempre contábamos con la ayuda del hermano Rafael que nos daba las indicaciones del caso.
¿Querés compartir algunas anécdotas o experiencias vividas en tu tiempo de monaguillo?
Compartiré dos anécdotas de tantas vividas. Me acuerdo de cuando llegó el tiempo pascual y en la misa se tenía que encender el cirio, habíamos llegado temprano a la sacristía y nos vestimos con la ropa que se usaba en ese momento, es decir la pollera atada con el cíngulo, la camisola y la capa. Aparece en ese momento el hermano Rafael y nos pide que lo sigamos a la sala de velas, de donde saca el cirio pascual y se lo entrega a Rodolfo y todos nos dirigimos hacia la sacristía. Al entrar en la misma, Rodolfo se pisa el alba y comienza a caer con el cirio pascual en sus manos, el cual, al golpear contra el piso, se partió en diez
pedazos. En ese mismo momento, abre la puerta el padre Bisi y ve el cirio roto en el piso y le pregunta al hermano Rafael si había otro, éste le contesta que no, entonces se da vuelta nos mira y nos dice: “¡Fuera!”, a lo que Daniel y yo contestamos: “pero nosotros no hicimos nada”, y nos dice: “se van igual por cómplices. ”Es hasta el día de hoy que cada vez que recuerdo esta anécdota, me viene una carcajada.
También recuerdo que los domingos por la mañana llegábamos a la sacristía tipo 8,45 h, porque la misa comenzaba a las 9,30. No me podía perder de conectar las campanas: La Inmaculada y Cristo Rey. Faltando un par de minutos para las 9.00 h, las encendía, en ese mismo momento, el hermano Rafael se asomaba a la sacristía y le decíamos que ya estaban conectadas. Las dejábamos un par de minutos y, luego, las apagábamos. Mientras esperábamos el inicio de la misa, solíamos jugar a las damas, que se encontraban en el cajón que estaba en la mesa de la sacristía. Un domingo conecté las campanas y volví a mirar el partido de damas que jugaban mis amigos, el tiempo pasó, me entretuve, y de pronto se abre la puerta que daba a la clausura y vemos la sotana negra del padre Silvio Bisi, quien entrando en forma acelerada pregunta “¿qué pasó con las campanas?”, a lo que nosotros dijimos “¡ay, las campanas!”... me había olvidado de apagarlas… Sin decir nada, nos enfilamos callados hacia la salida de la sacristía, sintiendo el grito del padre Silvio Bisi: “¡Fuera!”. Ese domingo fue mucha más gente a misa, llamados por el incesante repiquetear de las campanas.
¿Qué valoras de esa experiencia vivida? ¿Qué te aportó?
El tiempo fue pasando y yo luego participé de los grupos juveniles, en los que conocí a la que luego sería mi esposa, Viviana Reina, con la que formamos una linda familia y continuamos participando en distintas actividades de la parroquia y misionando en varios lugares del país. Ya de adulto, me encontré varias veces con el padre Silvio Bisi y nos reíamos juntos recordando lo vivido; creo que es un muy buen sacerdote, muy expeditivo, cercano y que dejó un legado que hoy podemos ver, entre otras cosas, cuando miramos la renovada torre de la parroquia. Es indudable que esos primeros pasos que di como monaguillo marcaron en mi vida un camino de espiritualidad, que comenzó sin darme cuenta en ese momento, y que continúa hoy en día, tratando de seguir los pasos de Jesús y encontrarme con nuestro Padre.
Integrantes del Ministerio de Música (2020)
Integrantes de la comunidad parroquial (2020)
Integrantes de la Cáritas Parroquial (2020)
Sacristanes (2020)