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Testimonios. La parroquia como lugar de aprendizaje y comunión fraterna - Enriqueta Lucía García
TESTIMONIOS
La parroquia como lugar de aprendizaje y comunión fraterna
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Soy Enriqueta Lucía García. Nací en Hurlinghan, Buenos Aires, hace 82 años. Desde los dos años, mi padre me llevaba a misa junto a mis tres hermanos mayores. Asistí a un colegio salesiano. Ejercí la docencia en la escuela parroquial de Morón Ntra. Sra. del Buen Viaje. En 1966 uní mi vida a Hugo, formando nuestro hogar, donde nacieron Adrián y Gabriel. Vine a vivir a barrio Arroyito en 1970. Mis hijos recibieron la primera comunión en el hermoso templo parroquial Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro. El Padre Pablo del Río nos invitó junto con el Dr. Amerth a dar una charla en la Vicaría Santísimo Redentor (que aún no tenía hecho el piso) para los padres de los niños que recibirían allí su primera comunión, con la idea de poder compartir cómo nos habíamos sentido en el acompañar a nuestro hijos es ese tiempo de camino a la fe.
Entre 1987-1988, el Padre Fernando Bellocq pide colaboración para Liga de Madres a fin de juntar alimentos (aún no estaba reorganizada Cáritas) ya que, debido a la gran inflación y a la crisis que trajo aparejada, muchas familias se dirigían a la parroquia para pedir una ayuda. Se involucraron generosamente comerciantes y fieles en esta propuesta solidaria. Los padres Fernando y Ariel me invitaron a participar del 1er. Curso del Seminario de Catequesis del Decanato y luego fui nombrada ministra de la eucaristía. Le comenté a la Hermana Beatriz Casiello, que nos daba la materia sacramentos, que no me sentía digna para esa tarea; ella me dijo: “ni los sacerdotes son dignos, pero es el servicio que Dios te pide y pide”. Realmente una hermosa tarea la de llevar al enfermo el Cuerpo de Cristo, el Cristo que sana, consuela, que da luz y vida; también es un acompañar a la familia del enfermo. Por ello, cuando se abrió el curso de Pastoral de la Salud en la Iglesia de Lourdes, quise participar para ahondar en este servicio tan especial, invitada por Adriana Almada.
En el año 1994, el Padre Ariel invita a Liga de Madres de Familia a participar del primer encuentro nacional de Familia Redentorista en Villa Allende, en función de profundizar en el carisma y la espiritualidad de la congregación redentorista, y conocer hermanos de otras provincias, las tareas que realizaban y el modo de llevar adelante la evangelización. Como Liga de Madres de Familia, presentamos nuestro estilo de evangelización que es llevar la Palabra de Dios a la familia, en lo cotidiano del día a día. La parroquia me aportó el aprendizaje de la escucha de la Palabra, tanto en homilías, como en cursos, retiros, charlas, para aplicarla a mi vida y en mi tarea hacia mis hermanos. También me aportó la cercanía y amistad de todos los sacerdotes; cada uno de ellos dejó una huella en Liga de Madres de Familia, permitiéndonos y animándonos a desarrollar nuestra tarea con gran libertad, siempre dando consejos y siendo guías.
Coseché muchas amistades, conocí gente muy buena y sencilla, que te recibe siempre con una sonrisa. En la Liga de Madres de Familia tuve dirigentes nacionales, departamentales y de sección que, con entusiasmo y amor cristiano, nos enseñaron, formaron, y animaron a trabajar para y por las madres. Nos queda el cariño del alumnado que pasó por nuestros cursos y el de nuestras socias. La parroquia fue y es mi segunda casa; al poner un pie en ella desaparecían los problemas. Realmente al ocuparse “del otro” nuestro peso se hace ligero. Jesús y María siempre estuvieron y están a mi lado llevándome de la mano. Así lo siento.