testimonios
Misioneros ante la amenaza del terrorismo y la violencia
«Nuestro miedo muere delante del pobre que llama a la puerta» Texto de MARTA CARREÑO. Departamento de Comunicación.
Los encuentras en los lugares donde no llega nadie, invariablemente al lado de los más pobres, caminando con ellos. Hacen suya la suerte de los más desfavorecidos, predican el Evangelio con su ejemplo diario y nunca abandonan a su gente por voluntad propia. Siempre se ha dicho que están hechos de «algo especial». Celebramos en octubre el «mes misionero», rindiendo homenaje a unos hombres y mujeres sin cuyo esfuerzo sería imposible el trabajo de Manos Unidas. Y lo hacemos dando voz a tres religiosos que llevan a cabo su misión en países en los que la amenaza del terrorismo yihadista y los conflictos entre etnias son una constante y donde los ataques contra los cristianos están a la orden del día: Burkina Faso, Mali y República Centroafricana.
Padre Eugenio Jover, misionero en Burkina Faso:
Padres Blancos
«Cultivemos la paz».
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«Pocas personas saben en España lo que ocurrió el 12 de mayo en Dablo a las 9 de la mañana». El padre Eugenio Jover se refiere al ataque de los yihadistas a la localidad de Dablo, al norte de Burkina Faso; el país donde el islamismo más extremo siembra el terror entre la población más vulnerable. La barbarie yihadista comenzó en el país en 2015 y, desde entonces, no ha cesado de aumentar. «La población huye abandonando sus pueblos, que están vacíos», relata el misionero español. «La gente se ha refugiado en lugares donde hay gendarmes, creando una situación humanitaria muy difícil puesto que llegan con las manos vacías. Y más de 1.800 escuelas y colegios continúan cerrados pues los terroristas quieren que los niños aprendan el árabe y el Corán». Este relato le hace plantearse muchas cuestiones: «¿Se puede obligar a la población a convertirse al islam? ¿Dónde nos lleva todo esto? ¿Van a continuar los ataques a los cristianos en las iglesias y lugares de culto? ¿Cómo van a sobrevivir las personas refugiadas?» El padre Eugenio no piensa moverse de allí, del lado de su gente. Pide que los españoles de buena voluntad se acuerden de los refugiados del Sahel. Y que «a través de proyectos de Manos Unidas y otras ONG sigan apoyando la convivencia entre musulmanes y cristianos. Cultivemos la paz, ese don que hay que pedir a Dios. La paz en la familia y en la sociedad» l