COMPILACIONES CO MP I LA CI ON E S COMPILACIONES
COM PILAC I O N ES C O M P I LAC I O N ES
Est茅tic a de la opin i贸n
COMPILACIONES
COMPI LAC I O N E S Nº 1. 2014.
COM PIL ACIO N ES
Dirección Susana Casas Toro Adriano Toro Madrid
Dirección de arte y diagramación COMPILACIONES Manuela Sánchez Aguirre Fotografía de la portada Camilo Gaspar E
COMPI LACI ON ES Edición Jorge Mario Dussán López
C O M P I LAC I O N ES
Consejo Editorial Alejandro Vallejo Torres Carolina Arbeláez Hernández Daniela Cossio Góez María Montoya Mejía Santiago Restrepo Velásquez Sebastián Londoño Vélez Simón Mejía Toro Ilustraciones www.pinterest.com Contacto
compilacionesrevista@gmail.com
COMPILAR.
(Del lat. compilare). 1. tr. Allegar o reunir, en un solo cuerpo de obra, partes, extractos o materias de otros varios libros o documentos. 2. tr. Inform. Preparar un programa en el lenguaje mรกquina a partir de otro programa de ordenador escrito en otro lenguaje.
Editorial
Es difícil en estos tiempos pensar que la opinión sea capaz de ser admirada o por los menos leída, porque se vuelve complejo pensar que exista ese otro que todavía tenga la osadía de enfrentarse a dar su punto de vista sobre algo que le pareció o no le pareció, que le causó curiosidad, algo que refutó o defendió hasta el final, o que simplemente deshecho de su mente. Nosotros creemos que sí existe todavía esa gente. Por eso estamos acá. Compilaciones es la idea de una sentada a conversar con gente de Arquitectura, Derecho, Diseño de Vestuario y Comunicación Social – Periodismo, donde
se les planteó que escribieran lo que quisieran, lo que los hiciera feliz y con eso que se sintieran bien. Qué escribieran como una manifestación de esas vainas que los definen, y mientras lo hicieran se enfocaran en hacer propio el proyecto. En hacerlo parte de ellos. En divertirse. Este es el principio de algo y quién sabe si nos quedaremos, pero estamos satisfechos por haber tomado la iniciativa de correr el riesgo. Estamos llenos de gratitud por darles la bienvenida a Compilaciones.
Cómo duele
amarte, Colombia Por: Adriano Toro Madrid
Cada año, el 20 de julio es una fecha que más allá de brindarme una alegría con una nueva etapa del Tour de France, me sirve para meditar un rato sobre Colombia. Pienso en lo que me gusta (esto me produce escalofríos) y lo que no de este país. Desde hace ya varios años, hay un tema que siempre se me viene a la cabeza en esos momentos de conmemoración: los símbolos patrios. Esto no se debe necesariamente a la admiración que pueda sentir por ellos, sino porque con cada día que pasa, me parece más irónico lo que hacemos con lo que estos representan. Tras una búsqueda breve, uno se da cuenta de que Colombia cuenta con seis símbolos, por lo menos. Tenemos los tres obligatorios que son la bandera, el himno y el escudo. Pero además, contamos con otros tres que nos han parecido dignos de semejante honor: la palma de cera, la orquídea y el cóndor andino (estos últimos dos no son oficiales).
historia
Ilustración: Emir Šehanovic
historia
Algunos países tendrán más, otros menos. La cuestión es que parece muy necesario volver a la patria una figura, como para que la gente se aferre a algo fácilmente. Eso está bien y ya lo sabían los padres de la patria. Lo que ellos no tenían por qué saber era lo que estos iban a representar 204 años después de ser declarada la independencia. La palma de cera, planta de características únicas y hogar de especies endémicas, está al borde de la extinción. Esto se debe, principalmente, a que su hoja ha sido usada indiscriminadamente como parte de las celebraciones de Semana Santa. Claro, Dios se molestaría mucho si usaran una planta distinta. El cóndor andino nos ha maravillado por su majestuosidad durante años, igual cantidad de tiempo en el que hemos decidido matarlo hasta dejarlo al borde de la desaparición en nuestro país. El gran
cóndor podrá, por lo menos, salir triunfal de la faz de la Tierra sabiendo que fue símbolo patrio en Colombia. El himno tiene 127 años y no hay por qué criticarlo mucho. Lo único que me molesta es que entre las estrofas que siempre se entonan, esté la que termina mencionando las palabras de Jesús (primera estrofa). La cuestión aquí no es solo que a todos no nos importa este personaje, sino que, y aún más importante, Colombia es un estado laico y esa frase del himno le quita fuerza a dicha declaración. La cuestión aquí no sería llegar al punto de eliminar la estrofa, pero sí la de tal vez prescindirla en los eventos oficiales y en las reproducciones radiales que tanto disfrutamos a las seis y a las dieciocho. Después de la Segunda Guerra Mundial, Alemania empezó a omitir su primera estrofa, pues en ella dice que están ‘sobre todo’. Creo que no estaría mal si de repente Colombia imitara a un país como Alemania.
Fotografía: El pavo real del mar - Leo Matiz
Ahora, el símbolo que está mal de cabo a rabo es el escudo. En él se exhiben el ya mencionado cóndor, las palabras ‘libertad y orden’, una granada (fruta), cuernos de oro llenos de monedas y frutas, un gorro desconocido para la mayoría de colombianos como lo es el frigio y, por último, el istmo de Panamá. Hágame el favor, ¿a quién estamos tratando de engañar? En este país no hay ninguna de esas cosas, ni lo que pretenden representar. Para mí es lamentable que de seis, solo dos de nuestros símbolos no tengan problemas o no representen algo negativo. Todo esto no quiere decir que no quiera a este país, pero qué complicado que lo vuelve. Para terminar, si usted es uno de esos que está convencido de que el himno de Colombia es el segundo más bonito del mundo; por favor, replantee su vida.
El efecto de la crítica literaria Por: Susana Casas Toro
literatura
Las buenas historias tienden a desaparecer porque esos otros que no tienen criterio, que nada les duele, dicen que el mundo es una esfera cambiante en el que la imprenta no tiene cabida. Yo, por otro lado, creo lo contrario y me rehuso a dejar de tener una excusa para darme una cita con los amores que se quedan en las historias de héroes, en las batallas de los no tan valientes, en un universo que nunca ha sido complejo, sino bonito: el universo de la literatura. Entre como yo y lea la crítica que quiere ser parte de este nuevo proyecto. Haga de cuenta que se está maravillando conmigo y verá lo sencillo que resultará esto.
No hay derecho a pensar siquiera que la crítica literaria se enmarca en el pensamiento de los que apenas hemos cogido un libro, de la generación de la indiferencia (no solo la mía, sino también la suya), porque somos de una época que no ha cambiado en ningún sentido, a menos de que mi artículo se centrara en hablar del poder de la globalización y sus efectos, de la rapidez de las tecnologías de información y en ese montón de cosas que en otro lado tienen un poder de inmediatez más que cualquier cosa, pero aquí no. Acá el único efecto está fundamentado en la palabra de esos otros que han creado el significado de literatura. Yo no quiero crear una controversia al decir que somos de una generación arruinada (o algo por el estilo) al mencionar con tal autoridad a la “indiferencia”; pero sí somos de una generación que poco ha sabido entender el valor de las pequeñas cosas. No hemos tenido la mentalidad para comprender lo que ha sido el significado de “creación”, no solo en los estudios de la crítica literaria, sino también en la consolidación de la historia y su efecto dentro de la sociedad. Todo nos da igual. Yo lo entiendo. Porque soy de la generación del Tetris, del Nintendo 94 y de cuanta cosa se inventara Coca Cola para entretenernos, mientras Shakira vendía por todos lados sus movimientos de caderas y Nokia hacía historia con los celulares de antena. La generación que nos ha consolidado, porque yo no me quejo, yo soy de las que me siento a recordar y me exploto de la risa a partir de los recuerdos. Pero imagínese qué hubiera sido de nosotros si alguien se hubiera tomado la molestia de hacernos enamorar desde un principio de un Tolstoy, un Hemingway o, para ser más exactos, del Macondo de Gabo. Ese que está enterrado en el realismo mágico y que de mágico pareciera no tener nada para esta sociedad. Ilustración: Tallulah Fontaine
literatura
El pensamiento literario se ha acomodado desde el principio de los tiempos a las contextualizaciones de la época. Sería más o menos pensar que pese a las diferencias de las generaciones, el esfuerzo de los críticos ha sido llevar en el mismo lenguaje una explicación de lo que las diferentes escuelas teóricas querían transmitir y enseñar desde la estética de la palabra bien escrita. No es lo mismo adentrarse a hablar de las posturas de los formalistas rusos en el siglo XIX, que ahondar en la misma crítica pero desde las nuevas transformaciones globales en pleno siglo XXI. Ya la diferencia se concentra en un asunto de nuevas técnicas de escritura dentro de los continuos cambios que van surgiendo en la literatura. El cambio es significativo de un estudio a otro.
La vaina que me produce inquietud es pensar en que si se toma una obra para nada clásica (escrita hace alrededor de diez años), es necesario que se mire a través de los nuevos parámetros conceptuales de las construcciones de la crítica. ¿Pero eso sí será una crítica de algo? Tomo como referencia la última obra que escribió el estadounidense Dave Eggers, Un holograma para el rey. En ella encuentro que la necesidad de empezar a plasmar las nuevas tecnologías de información en los ambientes de las novelas es muy grande. No nos podemos quedar con la idea renacentista o los ambientes de la Rusia zarista, pero sí es casi obligatorio que nos tenemos que adentrar en las construcciones de los entornos apoteósicos y maravillosos que se forman a partir de las descripciones de pasar de un lugar a otro; que fue otra cosa que me impresionó de esta obra.
En ningún momento me sentí familiarizada con un lugar. Creí que me iba a maravillar de principio a fin con la ciudad de Yeda en Arabia Saudita (espacio donde se desarrolló la historia. Pero no, no me maravillé. Más allá del efecto que ha creado esa crítica literaria en los estudios de la palabra bien dicha y el abordaje de diversos temas, ha sido el efecto que le ha dado sentido a la estética en las narraciones y en la construcción de personajes, ambientes y escenarios que se han convertido en un soporte para inspirar la imaginación del que lee y del que tiene la oportunidad de maravillarse con un concepto, de transmitírselo a otro en algún momento o de encontrárselo en las pisadas que da, en lo que come o en el firmamento que mira. En lo cotidiano.
¿Es lo mismo la justicia
transicional que la impunidad? Por: Sebastián Londoño Vélez
Las cuestiones políticas pueden parecer aburridas a primera vista. Confieso que también lo fueron para mí, pero llega un momento en la vida en que nos damos cuenta que todas las respuestas para lo que pasa en nuestro entorno dependen de la fluctuación de ella. De la política cambiante y reinante de nuestras vidas. Lejos de estos escritos está la politiquería y más cerca se encuentra la gente que le interesa ahondar en este mundo de ideas, pero también aquellos que no lo entienden aún y puedan utilizarlo como un puente hacia la vida política, quizá, la verdadera vida social y humana en su totalidad.
Esta es, tal vez, una de las cuestiones que más se debate en Colombia con respecto a los diálogos de paz que se están llevando a cabo en La Habana, Cuba, entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Farc. Desde las cafeterías de las universidades hasta los pasillos del Capitolio Nacional, en niveles muy diferentes, todos los colombianos se preguntan si es que los militantes del grupo guerrillero no pagarán un solo día en las cárceles (porque acá la única solución penal y jurídica aceptada es el tiempo en prisión; ni siquiera la detención domiciliaria), o cómo es posible que los militares implicados en delitos de lesa humanidad sean juzgados por jurisdicciones diferentes a la ordinaria. Todo esto, claro está, dependiendo de la orilla desde la cual se mire el debate.
pol铆tica
Ilustraci贸n: Mundoabuelo - Pepe Serra
“En todo proceso de justicia transicional se sacrifica algo de justicia”, se cita en un debate de la Comisión de Paz del Congreso. “Pues si usted quiere paz le toca tragarse unos cuantos ‘sapos’”, grita una víctima de los paramilitares en un foro organizado por la oficina del Alto Comisionado para la Paz. Ambas declaraciones, valga decirlo, causaron gran revuelo en sus respectivos lugares porque no se acepta que un grupo de guerrilleros o paramilitares, a quienes “la causa” (sea cual sea) no les justifica los crímenes de lesa humanidad que está demostrado que han cometido, puedan quedar paseándose tranquilamente por el país. No obstante, es importante reconocer que estas dos frases, por más polémicas que parezcan, representan la realidad final de lo que se refrendará (si es que llega a darse un consenso final entre los equipos negociadores) por los colombianos. Los procesos de paz traen consigo cierta dosis de impunidad (algo difícil de digerir) que es altamente necesaria como pequeña porción agridulce, puesto que nos dará un statu quo diferente al que tenemos desde hace más de 60 años. No será fácil aceptar situaciones en donde uno se pueda encontrar con los asesinos de un familiar a sabiendas que no hubo retaliación alguna. Y es allí donde está el problema. No es posible aceptar que no exista, por lo menos, un mínimo de justicia expresada en actos de paz por parte de las Farc: tales como el trinomio de Verdad, Justicia y Reparación. Las víctimas saben que no pueden recuperar a sus muertos, pero sí que aún pueden darles una sepultura digna o un descanso a sus mismos cuerpos, si es que de religión se trata. Los milicianos tienen que basar sus condiciones en que no son las únicas víctimas y en que quizá son las menos afectadas. Es necesario entonces tener en la cuenta que el oficialismo de la coalición Santos II no la tendrá nada fácil frente al nuevo Congreso, instalado el pasado 20 de julio. Sus senadores y representantes se las tendrán que ver con ‘dardos lanzados’ tanto desde la derecha (con el expresidente Álvaro Uribe y su política antisantista), como desde la izquierda (integrada por el Polo de Robledo y el Partido Verde de Claudia López). Proyectos de ley relacionados con la refrendación de los diálogos y el posconflicto tienen una agenda lista para su presentación; al igual que otra (la del Centro Democrático) lista para tumbar a su enemiga. La justicia transicional tiene enemigos al igual que el Proceso de paz y por eso necesita más adeptos. Pero lo mismo le sucede a las Farc. De allí que su actuación debe ser rápida y contundente, pues los ‘sapos’ quizá puedan tragarse, pero no tan fácilmente.
pol铆tica
Ilustraci贸n: Kurt Kranz
El mundo, más que
un colapso económico Por: Daniela Cossio Góez En este entorno global donde hay más corrupción que inflación, cada individuo está relacionado con el ámbito económico. En este país donde la tasa de desempleo “disminuye” cada día más, según el Estado, los ladrones de cuello blanco comienzan a disputar como aves de rapiña puestos con altos ingresos salariales. Y mientras tanto, un salario mínimo miserable que el Gobierno considera digno de un monarca… Entonces, ¿Colombia tendrá futuro? ¿Podrá ir de la mano con aquellas potencias reafirmando su actividad económica y consolidarse? Por esta razón, el conocimiento sobre economía no solo es importante en este medio, sino también en el país.
economía
En los últimos años el entorno mundial se ha visto marcado por una constante sobreproducción de bienes y servicios que buscan satisfacer la necesidad del consumidor, donde este obtiene beneficios por medio de un productor que le pone a su disposición un sinnúmero de recursos. Esto origina una era capitalista en la mayoría del mundo caracterizada por la propiedad privada, la inversión y las múltiples herramientas de producción en un mercado libre. En este, la relación constante entre productor y consumidor permite que se dé un acuerdo de precios entre ambos.
Los famosos Hinterland utilizados por el Imperio Romano donde se abastecía a la población mediante intercambios monetarios, ahora se hacen más evidentes, no por la satisfacción de necesidades, sino por la inversión innecesaria y la distribución desigual de los recursos, donde los ladrones de cuello blanco se ven cada vez más beneficiados.
Ilustración: 鄉間小路9月號-s - Ra Ra S’ Va
Ilustraci贸n: Economy concepts - Ana Galva帽
Estos aspectos pronosticaban un futuro lleno de ganancias, inversiones, producción y compra, donde se vería fortalecida la economía global y los países más industrializados y desarrollados aprovecharían para reafianzarse como potencias y aquellos países en vía de desarrollo seguirían como “la más fea del baile” al no poder resurgir. Las crisis hipotecarias y financieras hicieron su aparición, trayendo consigo una de las peores crisis económicas luego de la Gran Depresión (1929), la cual fue denominada la Gran Recesión.
En 2008, Estados Unidos fue el epicentro de un desequilibrio financiero y de inversión. Aseguradoras y bancos quebraron por consecuencia de los préstamos altamente desmedidos a personas con incapacidad de asumir dicha deuda (hipotecas subprime). El consumo se fue viendo reducido por las alzas en precios (tanto de vivienda como de necesidades básicas), lo que causó pérdida de empleos, disminución del consumo y aumento de la inflación. Esta “superpotencia” quería imponerse ante el mundo recurriendo a acciones que la desestabilizaron y dejaron en evidencia que no solo los famosos Yankees no tenían el dominio para ejercer su anhelado control, sino que en el negocio ya mandaban otros patrones. Fue así como se le dio un nombre audaz a tal situación: “La crisis de los países desarrollados”. Australia, Nueva Zelanda, Dinamarca, Letonia, Irlanda y muchos otros se encontraban también con una economía tambaleante e impredecible.
economía
Colombia, el país más feliz del mundo, podría poner en duda dicho título tan “merecido”. La alta desigualdad en la correcta distribución de los ingresos solo es superada por un país como Brasil (pasada sede del Mundial y en donde se invirtieron US$ 65.000 millones destinados a estadios y al sector del turismo, dejando de lado a jóvenes y niños carentes de educación y necesidades básicas), que cuenta con diferencias económicas y sociales que no son ajenas ante los ojos del mundo. A la incapacidad de nuestro amado país por distribuir adecuadamente la riqueza se le suma la corrupción, la violencia y los enfrentamientos políticos patéticos que conllevan a la pregunta del millón: ¿el futuro es incierto en Colombia?
La moda: El arte que cambia y se renueva Por: Alejandro Vallejo Torres
Mi propuesta, más que escribir sobre tendencias y lo que está in o out, es analizar la moda desde todas las perspectivas. Demostrar mediante lo que escribo que esta industria se basa en un arte que muchos no reconocen. Escribo para todos, no para un público selecto amante de la moda. Que las personas se interesen, por lo menos, en aprender un poco. Que vayan más allá de lo que vagamente se conoce.
moda
El primer ideal que se tuvo de vestuario surgió con la necesidad del hombre de cubrirse de las inclemencias climáticas y de protegerse de los peligros a los cuales estaba expuesto al vivir en condiciones poco favorables. El pasar de los siglos hizo que las prendas se convirtieran en un medio de comunicación de las personas. El vestir comenzó a reflejar actitudes y personalidades, sentimientos y estados de ánimo. En mi experiencia en el campo de la moda he conocido muchas personas. Desde simples fanáticos a la “ropa linda” hasta quienes han convertido esta industria en su vida: diseñadores, fotógrafos, editores y bloggers. En muchas de las conversaciones casuales, en un café o restaurante, o incluso en reuniones y conversatorios donde se analizan diferentes aspectos del vestuario, nos hemos preguntado: ¿qué es moda? La respuesta más común, no solo entre nosotros, sino también entre las personas desentendidas del tema, es que “la moda es un medio para expresarse”.
En general, la industria moda ha sido protagonista de muchas críticas provenientes de otros campos de estudio que no tienen relación alguna con ella. Calificativos como superficial, aparente o elitista son utilizados constantemente al momento de comentar algo referente a ella. Pero la moda, además de ser superficial, es artística. No es aparente, es lo que las personas quieren demostrar. Y dejó de ser elitista hace muchos años, hoy es para todos los que queramos pertenecer a ella. No solo se trata de tendencias que cambian cada temporada. Se trata de un proceso de arte, de creación y de puesta en escena. Es más que comprar ropa. Es una industria que está representando en Colombia un aproximado de 20 billones de pesos en ventas anuales. Y lo más importante, es un fenómeno social porque todas las personas, independiente de su empatía con el tema, tienen que ver y están involucrados con ella.
FotografĂa: Le dragon - Melvin Sokolsky
Colombiamoda y Moda
para el mundo, unen fronteras Por: María Montoya Mejía
moda
Fotografía: Emily Tu
Cada vez que miras al rededor tuyo hay moda. Sea el rincón más íntimo u oscuro, está marcado por algo que fue tendencia, que fue un hito o acontecimiento en el mundo. Vivimos la moda todos los días de nuestras vidas. Vemos cómo su corto y efímero momento de existencia entre una y otra, pasan volando sobre nuestras cabezas. Pero en Compilaciones no veremos la moda solo de esta manera, la veremos como un estilo de vida, como una forma de reflejar lo que eres, lo que sientes o lo que llevas en el interior. La moda no es lo que te dicen que te pongas, lo que marca tendencia. La moda es la forma más real para expresarte. Es historia y estilo. Solo el estilo propio es aquello que puede llamarse moda para cada uno de nosotros.
Alrededor del mundo se celebran unas 97 semanas de la moda. La primera de ellas tuvo lugar en Nueva York en 1943, seguida por las de Florencia y Milán en los 50’s, la de Londres en 1961 y la de París en 1973. Estos eventos se celebran con el fin de atraer compradores nacionales e internacionales y de mostrar nuevas tendencias y nuevos diseños. Se utilizan también como plaza de promoción para nuevos diseñadores de moda y para que los ya reconocidos se afiancen más en el mercado. En Colombia se realizan cuatro semanas de la moda: el Santander Fashion Week, Cali Exposhow, la Semana Internacional de la Moda en Bogotá y Colombiamoda, que es la más reconocida y antigua de ellas. Esta última feria tiene lugar en Medellín desde 1989, ciudad donde se hizo necesario crear un espacio para exponer el trabajo. Más del 20% de su industria local estaba enfocado en el sector textil. En Colombiamoda se le abrían las puertas únicamente a diseñadores de alta costura y marcas reconocidas en el mercado, haciendo de esta una feria enfocada a miradas internacionales. Pero no todos los productos manufacturados en Medellín tenían estas características y necesitaban un espacio para ser exhibidos a compradores extranjeros. Fue por esto que la asociación textil del Centro de Medellín, CEDEMODA, decidió crear la feria Moda Para el Mundo, como competencia directa de Colombiamoda. Desde el 2004 y durante nueve años, Moda Para el Mundo realizó una feria paralela a Colombiamoda.
Una de las diferencias más marcadas en los resultados de estas semanas, era que Colombiamoda facturaba en posibilidades de negocio y Moda Para el Mundo facturaba en productos vendidos y su éxito era inminente. Por esto, en 2013, Colombiamoda y Moda Para el Mundo decidieron agruparse con fines netamente comerciales. Este ensamble de ferias ha representado grandes conquistas en fines lucrativos para la ciudad. En la última versión de Colombiamoda, los días 22, 23 y 24 de julio del presente año, se le dio espacio a la feria de textiles, moda para el hogar y la oportunidad de venta de franquicias de almacenes de moda reconocidos como el Grupo Inditex (Zara, Stradivarius, Massimo Dutti, Bershka), Marithé Francois Girbaud, Bebe Stores, Kipling, entre otros. El éxito de esta feria, sin lugar a dudas, fueron sus ventas totales: US $308 millones. Colombiamoda ocupó 221 millones de dólares en posibilidades de negocio; Textiles, 65 millones; y Moda Para el Mundo, 22 millones. Además, durante los tres días de feria y pasarelas se contó con la visita de 1.552 compradores internacionales y 7.024 nacionales, así como con un aproximado de 61.350 visitantes a los tres ejes de pabellones. Medellín no para ahí este año. Tendrá la oportunidad de ser la sede del 30th IAF World Fashion Convention durante el 29 de septiembre y el 1 de octubre. El costo de este evento internacional de la moda para personas de América Latina será de 520 euros y de 750 para personas del resto del mundo. Medellín sueña con convertirse en la capital mundial de la moda y va por buen camino.
La representaci贸n
de mi Venus Por: Sim贸n Mejia Toro
Ilustraci贸n: Venus collage - Alicja Pulit
Decidí escribir de música porque considero que es un escape de la realidad, una respuesta a aquellos días en que preferimos una cucharada de mierda antes que escuchar una verdad más. La música nos permite ser libres, ser alegres e incluso adueñarnos de la tristeza. Cada emoción es un pedazo de vida; y la vida en todos sus altibajos vale la pena vivirla al son de la música. Entonces, esta merece ocupar un espacio en Compilaciones porque, sencillamente, sin ella la vida sería un error.
música
Les quiero presentar a mi venus, a mi gran amor; que a diferencia de aquellos amores terrenales no te decepcionará, no te dejará esperando su llamada y más importante aún, no te romperá el corazón. Estando muy pequeño escuché a mi madre decir la palabra “melómano” y de inmediato mis ojos se llenaron de curiosidad. Fue allí donde entendí que había una etiqueta que quería llevar en mi frente por el resto de mi vida. Que me rehusaría a ser clasificado como homosexual, latino, soltero o cualquier otro estereotipo que la sociedad me quisiera imponer. Desde ese momento decidí que solo respondería por mi nombre y por mi amor a la música. Es extraordinaria la capacidad que tienen las melodías para transportarte a un lugar; una construcción del intelecto humano y de la naturaleza que se convierten en un híbrido: la música y yo. Un híbrido que puede significar una infinidad de cosas que danzan como un ser omnipresente por la historia de la humanidad.
La música es a la especie humana lo que Robin es a Batman. Hay una relación de dependencia que se da desde el comienzo de la vida misma. En las épocas prehistóricas, la música y la danza se fusionaban para realizar rituales en torno a los aspectos más esenciales de la vida: la caza, la guerra y la muerte. En la antigua Grecia, la música tomó cuerpo en las musas, unas divinidades que presidían la poesía, las artes y las ciencias. Y entonces, como si fuera un amor a primera vista, Calíope, “la de la bella voz”, cayó perdidamente enamorada por este híbrido y con la bendición de su padre Zeus dejó que la música llenara sus venas como una droga indolora. Lamentablemente como en toda historia de amor, llegó la tormenta. Mi corazón llora por mi venus; aunque no precisamente por una infidelidad, pues la música es de todos y de nadie. Sería egoísta pretender una relación monogámica con ella, pero no logro evitar entristecerme y ponerme gris cuando me doy cuenta de lo que la sociedad actual le ha hecho. La música como arte ha sido insultada. Estamos en una civilización que define la buena o mala música dependiendo de un mercado, de cuánto se vende un álbum o una canción. ¿Ha perdido la música su papel protagónico en la sociedad? Esta ha sido opacada por un mundo despiadado que busca la fama, la decadencia, el dinero y el poder. Será entonces buena música aquella que llegue al top 10 de las listas de iTunes y de los Billboard, o sea la más escuchada en Spotify o la más vista en Youtube. Esto a pesar de que la mayoría son manipuladas por unas compañías que quiebran la musa interior que habita en cada artista hasta el punto de que nos venden algo que si bien puede ser bajo en grasa, es sintético, sin sentimientos y manipulado hasta el punto de alienar este arte. El problema no es que alrededor de la música se haya construido un mercado, lo triste es que este se enfocó, principalmente, en un público de entre los 12 y los 18 años. Un público que si bien es la generación futura, no ha desarrollado totalmente su lóbulo frontal, que es donde se encuentra la toma de decisiones del ser humano. En otras palabras, aquel top 10 está construido por un conjunto de personas sin capacidad de decidir qué está bien y qué está mal. Hemos dejado en manos de un grupo de sujetos hormonales e inestables el futuro de nuestro romance, de nuestro arte, de ¡MI VENUS! ¿Qué pensarían nuestros ancestros si vinieran al siglo XXI y vieran que hemos puesto a una hermosa diosa en el traje de un bufón, dedicados únicamente a ridiculizarla? Este híbrido somos cada uno de nosotros y vivirá en nuestra sociedad hasta el fin de los tiempos.
música
El estado ausente y el chiste de la planificación Por: Santiago Restrepo Velásquez
Estos dos términos se refieren a ámbitos completamente físicos de la sociedad; sin embargo, la arquitectura y la ciudad son mucho más que eso, están presentes y tienen implicaciones directas en dinámicas sociológicas y políticas, además de caracterizarnos como cultura. Por esto es importante hablar de ellas y tocarlas desde el punto de vista en el que nos toca a todos, porque todos nos quejamos de la movilidad, de la contaminación, del hambre, de la pobreza; y estos tienen que ver con el hombre y cómo él ha adaptado el territorio para sobrevivir y dominarlo.
Juan Guillermo, “Memo” como le conocen, vive hace más de 20 años en un barrio que se construyó informalmente en Medellín. Construyó su casa cerca de una quebrada que pasaba por allí. Justo ahí es donde lleva viviendo toda su vida y donde constituyó una familia junto a su esposa Ofelia y sus hijos. Memo ha sido víctima de este estado ausente del cual muchas personas en Colombia son víctimas. Un Estado que no ha sabido hacer respetar los derechos fundamentales de la mayor parte de sus habitantes. Un Estado que no estuvo ahí cuando por la problemática del desplazamiento forzoso, Memo fue sacado de su tierra natal y se mudó a la ciudad, donde además no encontró otro remedio que construir una casa con sus propias manos, porque no había otra opción.
arquitectura y ciudad
Ilustraci贸n: Regular Paper- Lynn Skordal
Él es como muchos otros colombianos. Uno de esos que se levanta a las cinco de la mañana a trabajar en su moto. Probablemente trabaje en la construcción o como mensajero, celador; qué sé yo. Se gana un mínimo que a duras penas le da para sostenerse. Su esposa le ayuda cuidando uno que otro niño por ahí en el barrio. Con lo que se ganaba fue construyendo su casa y después de 20 años viviendo allí, le hizo algunas modificaciones. En un lote de escasos 30 metros cuadrados funciona una vivienda en cada piso y son tres.Esa casa es lo único que tiene Memo en el mundo y es lo que planea darles a sus hijos, pero lastimosamente las cosas no son tan fáciles como él piensa que pueden ser. Estar cerca de una quebrada, a pesar de estar en un barrio que hoy se llama de consolidación, hace que su casa sea una construcción ilegal por una de esas normas urbanísticas en Medellín que no tienen ningún sentido.
Porque a pesar de tener excelentes intenciones, los urbanistas no entienden que hay lugares donde estos procesos ya no tienen reversa. Y personas como Memo no tienen nada más en el mundo. Memo probablemente no se movió en el marco de lo estrictamente legal, pero es que no tuvo otra opción. El Estado no estuvo ahí cuando él tuvo que migrar a la ciudad. Tampoco estuvo cuando llegó a Medellín en busca de cualquier tipo de oportunidad. Y hoy le quiere quitar lo único que tiene. Esto se hace cada vez más complejo porque son miles de “memos” los que hay en la ciudad. Sabemos que la mayor parte de Medellín fue desarrollada de manera ilegal, sin embargo, la norma es lo suficientemente flexible para que barrios como El Poblado se haya desarrollado legalmente pero sin planificación, con vías lo suficientemente estrechas para que hoy, ese que muchos creen el mejor lugar para vivir, sea el gran cáncer de la ciudad. ¿Por qué en Medellín la norma están en función de quien tiene los recursos para sortearla y no para el ciudadano de a pie?
Medellín se construye hoy en un marco legal, pero violentando los principios de su propio Plan de Ordenamiento Territorial (POT). Se construye de una manera bastante ilógica y el precio no lo pagan las constructoras, lo pagamos los ciudadanos. Por eso resulta increíble que una persona como Memo, que realmente no busca beneficiarse económicamente de esto, que solo quiere lo que le corresponde, esté enterándose de que su vivienda no tiene ningún tipo de solución dado que realmente lo único que él creyó que tenía, no lo tiene. Qué lástima que este sea el ejemplo de ciudad que vendemos al mundo. Que hoy nos llamemos innovadores y sostenibles. Si esta es la ciudad más innovadora del mundo, debería tener miedo la humanidad de lo que ha hecho con el mundo. Cómo nos duele a los paisas que nos critiquen nuestra amada ciudad, pero ese regionalismo desmedido también debería servirnos como mecanismo de autocrítica, porque Medellín lo necesita. Medellín necesita que se deje de elogiarla y ponerle los pies en la tierra. Si bien se han hecho cosas para mejorar la calidad de vida de la gente, falta muchísimo y corresponde desde todos puntos de ataque que se haga una revisión, y que ese POT que está por aprobarse dé luces para que
la planificación de esta ciudad se lleve a cabo de una mejor manera y no sigamos acabando con nuestros suelos de expansión. Que en serio se haga algo por esta ciudad. Que los grandes edificios públicos que se hacen en la ciudad sean para sus ciudadanos y no para la gran cantidad de extranjeros que nos visitan. Que la planificación y el Estado no sigan pasando por encima de los derechos de personas como Memo que son las que necesitan una ayuda estatal y no las constructoras, quienes son las culpables de los grandes gérmenes de la ciudad.
arquitectura y ciudad
Ilustración: Series Daré alla Lucé - Amy Friend
Poster por Ben Drury, que conmemora el aĂąo 1972, y con motivo de la Ăşltima caminata lunar por el astronauta Eugene Cernan.
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Con cebir u n pen sa miento, u n solo y Ăş n ico pen sa miento, pero qu e hicie se peda zos el u n iverso. Emil Cioran
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