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Burt Lancaster por Fernando Regueira

Postales del Hollywood clásico

BURT LANCASTER

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Por Fernando Regueira

Un actor capaz de construir un arquetipo y luego superarlo, para ir a dar forma al siguiente.

Una carrera que dibuja una parábola maravillosamente desconcertante, un camino libremente clásico.

El musculoso hombre de circo que, desde aquella exaltante y errollflynesca The Falcon and the Arrow de Jacques Tourneur, llegó a encarnar al sofisticado amante del decadentismo, professore Mario Praz en Gruppo di famiglia in un interno de Luchino Visconti.

El rostro de piedra de ese clásico menor de Robert Siodmak, The Killers, que es capaz de encarnar el personaje probablemente más relevante de la historia siciliana, el Principe di Salina, en la adaptación al cine de esa cima de la novela del siglo XX, Il gattopardo también de Visconti.

El sanguíneo Apache Massai en ese primer destello de Robert Aldrich hasta aquél melancólico e irreal Nadador que soñara Cheever.

Más tarde se llamaría a este tipo de actores “versátil”. Prefiero llamarlo simplemente un actor “clásico”. Porque el clasicismo contiene en sí todas las virtudes representativas que en el arte pueden

encarnar.

La humanidad actual, en el profundo abismo de esta Edad de Hierro, ya no produce, no digo actores, sino hombres como este.

Infinito reconocimiento al cine por recordarnos que hombres mejores han existido.

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