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John Wayne por Gustavo Cabrera
Postales del Hollywood clásico
JOHN WAYNE
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UN ROSTRO SÍMBOLO INDISCUTIBLE DE U.S.A.
Por Gustavo Cabrera
John Wayne (Marion Robert Morrison). Nació en Winterset, Iowa (U.S.A.), el 26 de mayo de 1907 y falleció el 11 de junio de 1979 en Los Ángeles, California (U.S.A.) a los 72 años.
Hablar o escribir somera y sintéticamente sobre un gigante mitológico cinematográfico como es —mal que le pese a muchos— Mr. John Wayne, es prácticamente casi imposible; al menos —lo admito— para mí, en mi condición de crítico, investigador, escritor e historiador del séptimo arte.
Glorificado a nivel popular en el mundo entero, odiado en paralelo políticamente por ciertos
sectores demócratas, vapuleado e insultado por estudiantes universitarios y defenestrado como racista, xenófobo y fascista durante décadas y décadas por la crítica de su país y también por la europea, su extensa carrera se mantuvo empero durante ¡50 años! —nada más ni nada menos— (1926-1976) en la cima de Hollywood y en el viejo continente por igual, defendido por el cariño de incondicionales cinéfilos y críticos especializados —me incluyo—; nombres tan prestigiosos como lo son: Andrew Sarris, Lindsay Anderson, Francois Truffaut, el británico Robin Wood, Peter Bogdanovich, o los españoles Félix Martialay y César Santos Fontenla. Todo gracias a su transparente e incisivo talento, su supremo carisma y su arrolladora personalidad cinematográfica. Pureza "cinética" versus palos y palos a lo largo de los años de la crítica no eclipsaron sin embargo, su colosal éxito popular en la pantalla y tampoco —supongo— supieron o desearon ver esos mismos "cronistas", a un actor fílmico extraordinario —es decir, no ordinario— que jamás necesitó a priori de escuelas o reglas dramáticas para transmitir sentimientos varios, sólo de sus dotes innatas, salidas de un estilo limpio, puro, sin vicios teatrales, con pocos recursos gestuales (ej.: su voz, su caminar, su frente, sus ojos, miradas esquivas y rostro) que lo identificaron y lo convirtieron —sin entroncar tampoco, lógico, con sus pares británicos— en una verdadera leyenda y fenómeno "cinético": único, irremplazable e irrepetible en toda la Historia del Cine. Por lo tanto comparar a John Wayne con Marlon Brando y los demás famosos salidos del célebre Actors Studio neoyorquino —desde James Dean, Paul Newman, Rod Steiger y Karl Malden hasta Robert De Niro, Al Pacino, Dustin Hoffman y Sean Penn— es o resulta absolutamente absurdo. El
"Duke" Wayne solo necesitaba de un gesto repetido hasta cien veces para afirmar su condición de gran actor. Su potente personalidad la definió frente a las cámaras de directores tan dispares o disímiles como lo fueron John Ford y Raoul Walsh —ambos cineastas lo insertaron en la industria
como perfecto símbolo "westerniano", en La gran jornada (The Big Trail, 1930) Walsh, y luego en La diligencia (Stagecoach, 1939) Ford—; sumados a William A. Wellman, Allan Dwan, Howard Hawks, John Farrow, Edward Dmytryk, Ray Enright, John Sturges, Melville Shavelson, Otto Preminger, George Stevens, Dick Powell, Andrew V. McLaglen, Henry Hathaway, Burt Kennedy, Mark Rydell; o el mismo Donald “Don” Siegel, que lo dirigió en su último largometraje: El tirador (The Shootist, 1976).
En fin, cuando recién en 1969 recibió de las manos de Barbra Streisand el ansiado Oscar de la
Academy Awards al "mejor actor principal" de ese año por su estupendo papel del sheriff tuerto en Temple de acero (True Grit) de Henry Hathaway —todos conocen este momento—, con lágrimas en sus ojos Wayne sentenció: "Si hubiera sabido esto, me colocaba el parche en el ojo hace cincuenta años atrás"... No puedo extenderme más. Aquí van
entonces mis 10 (diez) interpretaciones preferidas en la pantalla de John Wayne, sin orden cronológico:
1º) Como Ethan Edwards (Más corazón que odio, The Searchers, 1956 —Centauros del desierto, en España—) de John Ford.
2º) Como el sheriff John T. Chance (Rio Bravo, 1959) de Howard Hawks.
3º) Como Ringo Kidd (La diligencia, Stagecoach, 1939) de John Ford.
4º) Como Frank W. "Spig" Wead (Alas de águila, The Wings of Eagles, 1957 —Escrito bajo el sol, en España—) de John Ford.
5º) Como Sean Thornton (El hombre quieto (The Quiet Man, 1952 —El hombre tranquilo, en España—) de John Ford.
6º) Como Hondo Lane (Hondo, 1953) de John Farrow.
7º) Como Tom Doniphon (Un tiro en la noche, El hombre que mató a Liberty Balance, The Man Who Shot Liberty Valance, 1962) de John Ford.
8º) Como Capitán/Ranger Jake Cutter (Los Comancheros, 1961) de Michael Curtiz y John Wayne (sin acreditar).
9º) Como Davy Crockett (El Álamo, The Alamo, 1960) de John Wayne y, sin acreditar, John Ford.
10º) Como el sheriff Rooster Cogburn (Temple de acero, True Grit, 1969 —Valor de ley, en España—) de Henry Hathaway. P.S.D.: Como escribí, John Wayne también dirigió y/o codirigió varios films, algunos como vimos sin acreditar; entre ellos el citado Los comancheros (1961) de Michael Curtiz —al enfermarse éste durante el rodaje—; y anteriormente también junto a su amigo James Edward Grant en El ángel y el malvado, (Angel and the Badman, 1947), y dos superproducciones que lo identificaron en los créditos de apertura como único realizador: El Álamo (1960) y Las Boinas Verdes, (The Green Berets, 1968).
The Alamo (1960) es un trabajo épico majestuoso, descomunal, y un manifiesto republicano hasta la médula. En cuanto a The Green Berets (1968), codirigida —sin acreditar— por Ray Kellog y Mervyn LeRoy, los críticos no observaron el mensaje oculto de Wayne, absolutamente pacifista y, sobre todo, anti-intervencionista sobre Vietnam, que debe leerse por debajo del nivel inmediato de lectura dramática y estilística. La letra de la insigne marcha de "Las Boinas Verdes" —en el sublime
comienzo del soundtrack del compositor austrohúngaro Miklós Rózsa— lo dice prácticamente TODO, como así también el diálogo de cierre de la película entre el veterano Wayne y el niño vietnamita... ¡He dicho!