La bola de cristal

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Ventana al NEGRO

La bola de cristal

Ganar más, contaminando menos Investigan cómo la puesta en marcha de buenas prácticas ambientales mejora los resultados ecológicos y económicos de las PYMES de Castilla La Mancha.

-Así no es como tu padre te enseñó a cuidar del campo - le reprochaba la abuela a papá, cada vez que lo veía llegar a casa con la camioneta cargada de fertilizantes y otros productos químicos.

La agricultura convencional, basada en la utilización de productos químicos para el control de plagas y la fertilización, ha tenido como consecuencia un importante impacto en el medio físico de nuestro entorno. La actividad de las bodegas, aunque no genere un grave impacto ambiental, cuenta con una serie de implicaciones medioambientales derivadas del elevado consumo de agua que se destina a las operaciones de limpieza de maquinaria e instalaciones, los vertidos líquidos generados durante la fase de elaboración del vino, así como la producción de residuos, las emisiones atmosféricas, el ruido o el consumo de recursos, que dañan igualmente el entorno natural. En este sentido, desde la UCLM se trabaja para analizar cómo la implantación de estrategias ambientales en las PYMES vinícolas castellano-manchegas puede incrementar su eficiencia y nivel de competitividad. Así, se ha diseñado un modelo de gestión medioambiental, un sistema de autocontrol que permite valorar y evaluar los aspectos ambientales producidos por cada empresa, en función de los posibles efectos. Los resultados indican que el establecimiento del sistema de autocontrol no sólo disminuye el impacto ambiental, sino que ayuda a optimizar también los costes de gestión.

- En veinte años seremos ricos, madre - respondía papá. - En veinte años seremos pobres - lamentaba la abuela. Tantas veces había escuchado esa misma conversación, que aquel día no me lo pensé dos veces. La feria anual había llegado al pueblo, y entre charlatanes, magos y malabaristas, se encontraba la atracción más esperada de todas: la pitonisa. Un cartel colgado de la cortina de su tenderete aseguraba que Madame Sabrina podía predecir el futuro con su bola de cristal. Era la ocasión perfecta. Por fin sabríamos si en veinte años mi familia sería completamente rica, o todo lo contrario. - Sólo los adultos pueden pasar - dijo la pitonisa cuando la abuela, papá y yo nos disponíamos a entrar al interior de la tienda. Veinte minutos después, mi padre descorría de nuevo la gruesa cortina. Cualquiera diría que había visto un fantasma. - Te lo dije - le recordó la abuela.

"Debemos asumir nuestra responsabilidad como consumidores en la contaminación del Medio Ambiente"

El investigador investigado Hoy en Ventana al Negro utilizamos la bola de cristal para viajar a través de la trayectoria de Virginia Barba Sánchez, profesora del Área de Organización de Empresas de la Universidad de Castilla-La Mancha. Licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Valencia, obtuvo el grado de Doctor por la UCLM. Desde 2008 dirige el Grupo de Investigación ENSITMA (Environmental Strategy Interdisciplinary Team & Management) destinado a identificar y evaluar los impactos ambientales producidos por el sector agroalimentario. En sus veinte años como investigadora, Virginia Barba ha participado en más de 20 proyectos a nivel europeo, nacional y regional, y ha dado a conocer los resultados de sus investigaciones a través de medio centenar de artículos, capítulos de libros y monografías. Pionera en Castilla La Mancha en promover el espíritu emprendedor y la creación de empresas en distintos ámbitos, cree firmemente en la internacionalización del conocimiento y el establecimiento de redes de investigación. Su labor docente la ha llevado a través de diferentes centros, titulaciones y campus de la UCLM, desde la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, hasta la Escuela Superior de Ingeniería Informática, pasando por la Facultad de Derecho, la Facultad de Ciencias Sociales y la Escuela Politécnica de Cuenca.

hablamos con_

"En nuestra mano está escoger los avances más beneficiosos a largo plazo"

VIRGINIA BARBA SÁNCHEZ

Profesora del Área de Organización de Empresas de la Universidad de Castilla-La Mancha " Una viña puede durar hasta 50 años con un proceso de producción óptimo"

¿Qué cree que vio mi padre en aquella bola de cristal? ¿Cuál sería el futuro de nuestro viñedo si continuaba maltratando el campo que heredó del abuelo? Vio la realidad. Es decir, cómo en 20 veinte años tendría serios problemas para seguir con su trabajo en la viña por la mala elección de la estrategia de explotación de la misma. El abuso de herbicidas y otro tipo de tratamientos químicos alteran los ciclos naturales de regeneración y crean resistencias en los agentes que se quieren eliminar, provocando que éstos muten y sean, a la larga, más dañinos. Es lo mismo que sucede con el abuso de los antibióticos: si los tomamos cuando no son absolutamente imprescindibles, podemos tener un problema cuando de verdad los necesitemos. Tras conocer la predicción de la vidente, la abuela se reafirmó en su idea de que cuidar así del campo nos llevaría a la ruina. ¿Cree que se refería tan sólo al dinero? En Castilla-La Mancha, uno de los grandes viñedos del mundo, el sector vitivinícola está viviendo un auge que puede “cegar” tanto a viticultores, como el protagonista del relato, como a responsables institucionales, preocupados por las cifras del déficit y de la balanza comercial (importaciones-exportaciones) de nuestra región. Es indudable que el desarrollo económico es fuente de riqueza, pero para que dicha riqueza se materialice en bienestar y progreso, es condición necesaria que optemos por una estrategia de desarrollo sostenible. De otra forma, estaremos haciendo realidad el consabido refrán “pan para hoy, hambre para mañana”. No repitamos los errores del pasado imitando modelos de desarrollo que propiciaron el “boom” turístico de los años 60 o la “burbuja inmobiliaria” de los 90.

Durante aquellas discusiones, la abuela recordaba a papá que la tierra no era infinita. Sin embargo, cuando yo observara aquel paisaje que rodeaba nuestra humilde casa, éste parecía no acabarse nunca. ¿Qué cree que quiso decir la abuela con aquella expresión? Los recursos naturales de los que disfrutamos de forma tan inconsciente son finitos y la Tierra tiene sus límites. Pensamos erróneamente que la capacidad de regeneración de la tierra es infinita, y que cual madre abnegada, nos lo va a permitir y perdonar todo. Nada más lejos de la realidad. En algunos casos, además, estamos sobreexplotando nuestros escasos recursos sin obtener ningún beneficio a cambio, ni siquiera a corto plazo. Hay viticultores, por ejemplo, que pretenden aumentar sus ganancias incrementando el aporte hídrico a sus viñas, de modo que obtienen mayor cantidad de kilos en la campaña. Pero como esta uva es de peor calidad (tiene menor graduación, lo que impide un proceso de vinificación adecuado), finalmente el precio al que la consiguen vender es menor. En definitiva, se incurre en mayores costes (mayor consumo de agua), para obtener el mismo o menor ingreso. Por tanto, una gestión sostenible promueve el uso racional y eficiente de los recursos, que no está reñido con el cuidado y protección del medio ambiente. Las viñas que trabajaba papá habían pertenecido a su padre, y también a su abuelo. El secreto de su larga vida, decía la abuela, era tratarlas como se merecían. ¿Realmente habían vivido tanto por esa razón? Efectivamente, una viña puede durar hasta 50 años con un proceso de producción óptimo. Para llevar a cabo tratamientos sostenibles, es necesario realizar estudios previos de análisis para identificar y proporcionar a la planta sólo lo que necesita en cada momento. El exceso de aditivos tiene el mismo efecto perjudicial que el defecto.

Ventana al Negro es un espacio concebido para difundir el conocimiento y la cultura científica en la sociedad. En su elaboración colaboran investigadores de la Universidad de Castilla-La Mancha e investigadores INCRECYT del Parque Científico y Tecnológico de Albacete, gracias a la dinamización generada por el Proyecto Europeo Winetech Plus.

Ventana al NEGRO Idea y dirección_ Manuel Carmona Delgado Redacción_ María García Vidal Ilustración_ Mª Dolores Alfaro Cuevas Dinamización _ Luis Gayoso y Francesc Verdaguer

Cada vez que papá volvía del pueblo cargado de fertilizantes y otros productos químicos, explicaba a la abuela que su uso era necesario para proteger al viñedo de plagas y amenazas. ¿Tenía razón? ¿Acaso no existía otra fórmula? ¿O sí? Claro que existe otra fórmula, la que se plantea en el actual viñedo ecológico, la misma que hasta hace pocas décadas era la única forma de hacer las cosas, la forma tradicional. La historia del vino es milenaria, y sin embargo, el método de elaboración se ha mantenido casi inalterable hasta hace unas pocas décadas, en las que se han ido incorporando nuevas tecnologías que, sin duda, lo han hecho más saludable y rentable; y otras que no tanto, cuyas consecuencias todavía hoy no podemos valorar en su totalidad. En nuestra mano está el saber escoger entre esos avances técnicos, aquéllos más sostenibles y beneficios a largo plazo. La predicción de la pitonisa apoyó la teoría de la abuela de que un mal uso del campo no sólo acabaría con la flora del lugar, sino también con la fauna. ¿Qué tenían que ver los animalitos en las discusiones de papá y la abuelita? Los ecosistemas están interconectados, por lo que la alteración de uno de sus elementos afecta al resto. El equilibro ecológico, que de forma natural está establecido, es frágil y se puede romper fácilmente con malas prácticas medioambientes, como el abuso de fertilizantes o herbicidas del relato, que hace difícil su restablecimiento. Cuando la abuela veía la cantidad de residuos que generaba la bodega, se lamentaba diciendo que echaríamos a perder el magnífico río que rodeaba el pueblo, y en el que nos refrescábamos cada verano. ¿Cómo llegarían allí aquellos residuos? Se trata de los llamados costes sociales, que tradicionalmente las empresas han preferido que paguemos todos, a pesar de que sea suya la responsabilidad de asumir los costes de gestión de los residuos que ellos mismos generan. Y todo con el consentimiento tácito de gran parte de la sociedad, que mantiene una actitud pasiva ante esta circunstancia. En este sentido, es importante recordar la fuerza que tenemos como consumidores, y que ejercemos incorrectamente al fijarnos sólo en el precio de venta y no en cómo se ha obtenido dicho producto. Está claro que una empresa que no asume parte de los costes en los que incurre, puede poner un precio más bajo que una que sí asume todos sus costes, incluidos los derivados de la correcta gestión de sus residuos. De esta manera, deberíamos ser capaces de asumir

nuestra responsabilidad como consumidores en la contaminación de nuestro Medio Ambiente. Al preguntarle, papá me explicó que la producción de la bodega familiar era grande, y de ahí que generase tal cantidad de residuos. ¿La única manera de reducirlos era produciendo menos vino? Ser respetuoso con el Medio Ambiente no implica solamente generar menos vertidos, residuos o emisiones, sino hacer un uso más eficiente de los recursos disponibles. Es lo que llamamos la ecoeficiencia. Posiblemente si producimos menos contaminaremos menos, pero no porque seamos más respetuoso con nuestro entorno, sino porque estaremos haciendo un uso más ineficiente de nuestros recursos. En definitiva, porque seremos menos productivos. La verdadera cuestión que nos ocupa, por tanto, es producir más contaminando menos, lo que en absoluto es incompatible. Gracias a las nuevas tecnologías de tratamiento de vertidos, de residuos o de emisiones, y a los nuevos paradigmas organizativos de Responsabilidad Social Corporativa, se puede conseguir ser productivo y rentable de forma sostenible, minimizando los impactos ambientales en nuestro entorno. En la bodega, unos gigantescos tanques se ocupaban día y noche de mantener fresquito el vino que producía papá. A la abuela no le gustaban. Decía que no hacían más que despilfarrar energía. ¿Tenía razón? ¿Cómo, si no, podría papá mantener el vino en buenas condiciones dentro de la bodega? El proceso de fermentación del vino debe realizarse a una temperatura constante y no muy elevada. Tradicionalmente, el vino se dejaba reposar en cuevas o cavas que ayudaban a mantener una temperatura constante durante todo el año, paliando los desfases térmicos entre el centro del día y la noche durante el proceso de fermentación. Además, este efecto se favorecía usando tinajas de una capacidad reducida y fabricadas con barro, el mismo material que da forma a nuestro entrañable botijo. Cuando pregunté a papá por qué discutía con la abuela tan a menudo, él aseguró que en el campo, la tradición y la modernidad no se llevaban bien. ¿A qué se refería? ¿Estaba equivocado? No se trata de elegir entre tradición o modernidad, sino de saber aprovechar las buenas prácticas de antes y los avances de ahora. Las prácticas tradicionales de nuestros abuelos eran, sin duda, más respetuosas con el Medio Ambiente. Pero como no había

tanto control sanitario, en algunos casos, no podemos afirmar que los vinos de antes fuesen más sanos. Evidentemente, la combinación de las prácticas tradicionales con los controles sanitarios actuales, y el uso de las nuevas tecnologías denominadas limpias, garantizan al consumidor productos saludables y sostenibles. Entre la finca y la bodega, papá empleaba a más de una treintena de trabajadores. Cuando le abuela le reprochaba sus malas prácticas, él se justificaba diciendo que no podría mantener su empleo de otro modo. ¿Tenía razón? ¿El empleo y el cuidado del campo no son compatibles? Ser respetuoso o no con el Medio Ambiente no interfiere en el número de puestos de trabajo que generes o mantengas. El posible beneficio de las malas prácticas vitivinícolas no perdura en el tiempo, por lo que difícilmente ayuda a generar más puestos de trabajo. Al contrario, la actividad será más productiva y rentable a medio y largo plazo gracias a la ecoeficiencia: el empleo de menos recursos para obtener el mismo resultado. Aunque no podemos afirmar que gracias a la ecoeficiencia se generan nuevos puestos de trabajo, lo cierto es que los nuevos nichos de empleo están en el sector de esa nueva tecnología y en actividades relacionadas, precisamente, con el cuidado del Medio Ambiente y la valorización de los residuos, vertidos, etc. Sin duda, nuestros trabajadores deben adaptarse a estas nuevas circunstancias y la formación continua es el camino a seguir. Después de conocer la predicción de la pitonisa, papá comenzó a cambiar. Para empezar, consultó a un experto que le aconsejara sobre el mejor método de producir vino, sin destrozar el medio ambiente. Éste dijo que lo primero era diseñar herramientas que ayudaran a reducir los daños que la bodega de papá causaba al medio ambiente. ¿A qué herramientas cree que se refería? Aunque en el mercado existen algunas aplicaciones informáticas que ayudan al empresario a gestionar sus impactos ambientales, éstas son genéricas o están adaptadas a otros sectores. En el seno del Grupo de Investigación ENSITMA (Environmental Strategy Interdisciplinary Team & Management) de la Universidad de Castilla-La Mancha, y con la colaboración de algunas bodegas de nuestra región, se está desarrollando una nueva herramienta denominada GABOS (Gestión Ambiental para Bodegas Sostenibles), para ayudar a los bodegueros a identificar y evaluar sus aspectos ambientales, a fin de reducir los impactos producidos en nuestro medio natural.


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