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Ailin Toso Lic. En Relaciones Internacionales y Magister en proceso. Aspira a poder encontrar a través de la escritura el vehículo mediante el cual acercar los debates y aconteceres de la disciplina a público no académico con la intención de problematizar y cuestionarnos sobre la sociedad y el mundo en el que vivimos. Por lo pronto, la escritura es una senda que recién comienza a transitar, de manera que la práctica en la escritura abarca distintos géneros y recursos. Ante cualquier sentimiento efervescente su primer impulso es escribir, El verano más triste nace del desamor y la pérdida.
El verano más triste Debo encontrar y si no inventar un lugar. Un lugar no tan pequeño ni tan grande, de un tamaño que me entre en el cuerpo y a la vez me permita coleccionar bártulos, palabras, momentos y ese tipo de cuestiones que ya sabes. Quiero atesorar algunas cosas, y te digo esto porque necesito pedirte permiso –si es que no te molesta, claro, sin presión-, porque si bien algunas de esas cosas han sido regalos evidentes de tu parte hacia mí, otras tienen un color de entrega dudosa, incluso forzada, algunas hasta de mezquindad. Pero no quería referirme a eso, quiero pedirte permiso para quedarme con aquellas cosas que tomé en concesión, por decirlo de una forma elegante. Claro en su momento supuse que mi posesión sobre estos bienes tenían consentimiento de tu parte. No te asustes que no es tanto, sabes que no pido mucho, apenas si alcanzan a contarse con los dedos de la mano; eso sí, temo a que me niegues la posesión definitiva por el valor que poseen. Desde ya te digo que no, que la perra no se negocia. Vos discúlpame porque yo entiendo el amor que le tenes, pero para mí es importante su compañía. Enojate, tenés todo el derecho porque la metí a tu vida, a tu casa, dejaste que durmiera en la cama y el sillón, juntaste la caca con tu propia mano, y ahora vengo como si fueses un extraño y te la arrebato. Sí, soy
~4~ pésima. Nací, me crie y viviré con perros en mi vida. Vos en cambio… no te digo que no la extrañes, no, pero que se yo tenes un aire más burgués viste, que los pelos en la ropa, que si viene fulano le molesta, que se yo como explicarte: para mí es parte de mi identidad, para vos un complemento. Ya sé, olvídate de todo lo que te dije antes, se me ocurre algo mejor, te podés quedar con todo lo que pretendía pedirte, y no te lo digo de pura bondad. Negociemos, al mejor postor, como se hace en estos casos… No te enojes che, es un chiste, una forma de decir, si sabes cómo pienso… Yo sé que es tedioso, discúlpame de verdad por esta insistencia, pero que queres que te diga, siempre fui un poco terca y testaruda, encima la nostalgia, encima los años, el correr de los días. Mirá te la hago corta, no quiero robarte tiempo porque sé que toda esta cháchara te ofusca, pero no creas que es una excusa para hablar con vos eh, es que me parece importante poder dejar las cosas en claro. Lo que te quiero pedir es algo delicado, sutil… ¿Te acordás ese día que te emborrachaste y revoleabas los ojos como un camaleón en pleno orgasmo? No, no sé qué cara tiene un camaleón cuando… lo que quiero decir es que fue un momento de gloria para las endorfinas, me acuerdo y se me dibuja una sonrisa en el alma con una ternura que no te imaginas. ¡No me río de vos eh! Sabes que no. Es que es con vos, y siempre prefiero tu sonrisa a la mía; y no me importa que primero asome esa tranquera de alambres, qué más da si ahí nace y vive tu risa. Es que nunca te dije pero cuando te reis los ojos te brillan tanto que me siento una liebre que se sabe atrapada pero no se mueve…y sí, me da pena, pero antes de que el cazador le quite el aliento ella ya asumió su muerte, en ese instante de incandescente ceguera. No es que recuerde con carácter burlón, pero no podes negarme que ese día que te tiraste la comida asiática en la cabeza no quedó eternizado. Porque mira que hay cosas, que hay actos estúpidos a mansalva en este mundo, pero ¿a quién se le ocurre batir un tupper mal cerrado sobre la cabeza como quien prepara un fresco coctel de suaves frutos rojos? Pero esa risa prominente pudo más que el olor a pescado que te brotaba de la cabeza, porque nunca importó el color o gravedad del asunto, siempre importó tu sonrisa. Bueno pero te decía que necesito encontrar un lugar, un espacio ni tan chico ni tan grande, de temperatura adecuada como para la supervivencia ¿me entendes? No de esos calores que te sofocan la existencia, ni tampoco ese fervor que te asquea y termina resquebrajándote la piel, el alma, todo. El frío excesivo no es lo ideal tampoco, porque voy a necesitar demasiada friccion, un roce mínimo entre los objetos para que generen algo de temperatura. Para ser específica, no quiero climas extremos, la humedad justa como para
~5~ germinar alguna que otra cosa que me interese perpetuar sin que muera seca o ahogada. ¿Te parece una ridiculez todo esto no? Y bueno, que esperabas de alguien como yo… a esta altura ya me conocés, no te voy a pedir permiso para guardar besos, pasiones y esas cosas, para qué si ese fue el puerto desde el cuál embarcaste al exilio. El agua, las tormentas, esas cosas, ¿para qué? No te dije, pero quiero tener el sol siempre en mis días, sabés que el verano es mi estación preferida: los días son más largos, las estrellas resplandecen de una manera que parece que quisieran hablarnos. Y que te voy a decir de los atardeceres de gamas hermosas que con pinceladas adornan el final del día. Y bueno, en definitiva, es por eso que te quiero pedir permiso, te juro que con esto me conformo. Es que mi predilección por los atardeceres me conducen a la muerte, y los domingos, me acuesto pensando que el sol ha estallado en mil pedazos, y que ahora flotan pulverizados en la galaxia muy lejos de acá. Y como siempre llego tarde, no alcancé a juntar ningún pedacito que me alumbre al menos con el símil candor de una vela; ya prendí varias sí, pero no es lo mismo. Entonces, quería saber si cuando encuentre un lugar con las condiciones que ya te dije, ni tan grande ni tan pequeño, de la medida justa que entre acá, quería saber si puedo quedarme con tu risa. No te ofendas por favor, me entusiasma la idea de conservar tus abrazos, pero entende que tienen tanto fuego que podría desestabilizar el lugarcito, que como te dije, necesito que sea ni tan grande ni tan pequeño, de temperatura y humedad justa para poder atesorar y germinar, tu sonrisa. Bueno, pensalo, sin compromiso. En el caso que no quieras, te pido al menos me devuelvas el ropaje, porque ya no me interesa - ni puedo- andar con el alma desnuda.
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Antonella Corallo Bao Nació en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en 2003. Actualmente cursa sus estudios secundarios. Fue seleccionada en el concurso de Visiones 2020 de la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, con su cuento «Papas», obtuvo una mención especial y fue finalista del concurso de ―APAIB 2020‖, con su cuento Hawai vs Laferrere, fue finalista del concurso Cuento digital Itaú, y seleccionada por Ashoka con su cuento: ―plumas entre los dedos‖. Tiene terminadas seis novelas.
Me sacan de contexto Habrán leído en un manual de objetos la utilidad de cada cosa inerte, aunque es posible que no lo razonen, si el manual dice: «el cerámico va en el suelo», ¡va en el suelo!, las cortinas en las ventanas, y el techo arriba de la cabeza. Bah, cotidianidad disfrazada de locura. No estoy describiendo una película donde los objetos se maximizan y comienzan a disparar, claramente las repisas no reproducen trofeos de una manera escandalosa, ni la heladera tiene un chimpancé colgado encima. —De ser así ya estaría yendo al médico —le digo a mi psiquiatra. Tipo bueno, que vende muchos perfumes. Uno cree que los perfumes van en la parte externa del cuerpo, y luego, a medida que las circunstancias abren paso al desarrollo contextual, hasta el recipiente de un perfume se puede tragar. —El contexto no es lo es todo —grito mientras recibo un trofeo en el inodoro. —No lo recibiste ahí —asegura mi vecino —. Y además no fue un trofeo sino un aviso. Gente envidiosa seguro, personas que no aceptan el éxito de uno, querrán pincharnos las burbujas a toda costa, pero como ya reemplazaron sus alfileres por correctores de ojeras, nuestras burbujas, queridos amigos, estarán volando libres por las fantasías de todo objeto cuidadito. Me llevo bien con las cosas que me rodean, porque las cosas no me rodean, porque yo abrazo, exprimo y rodeo a la cosas.
~7~ —Tengo el control —aseguro mientras el repasador hace contacto con el fuego y decido reemplazar a un repasador nuevo y ordinario por uno quemado. Los cerámicos me invitan a usarlos como papel higiénico, las servilletas como manteles, y el desodorante como pintura para paredes. Empecé hace poco; siguiendo las letras chiquitas del manual de objetos, donde especifica claramente, que uno puede reemplazar la carencia de objetos por más objetos, para algunos desequilibrados eso significó comprar electrodomésticos. Algo deben tener, ves una heladera y ya querés meterte dentro, conservarte en ese frío no perecedero, y vivir en la inmundicia de un hielo, ¡derraman agua! —Agua que no se bebe, ¡comprá agua mirenal! —promocionan varios dueños de supermercados. Al leer cada quien tienen su interpretación, pero el ochenta por ciento de la población coinciden con la misma idea: endeudarse hasta tener la capacidad de reemplazar los objetos existentes por objetos nuevos. Sin embargo, no se puede reemplazar un microondas por una olla, o una canilla por un vaso, lo intenté y les aseguro que esa ducha no llegó ni a mojarme la mano, ¡no es coherente!, si bien nada de lo que estoy explicando llega a serlo, aseguro lo siguiente: una vez que logren ocupar el espacio, los objetos se volverán tus esclavos. Todos decimos que ser esclavo es lo peor que hay, pero ser dueño tampoco es muy placentero que digamos, ¡estás encarcelado!, pendiente de tratar bien a cada enchufe y cablecito, de lo contrario te denuncian por maltrato y descuido; expectantes a cada paso, reclamándote dinero, rezando ser reemplazados. —No, ¡basta! Acéptenlo, tienen que ser parte de mi vida, ¡están contratados! —Tenemos sentimientos —grita la ventana—. ¡Es maltrato! La gente, los objetos, y hasta el perro hacen lo mismo; me sacan de contexto. Tiro yerba en la habitación y el cerámico llora sin consuelo. —La culpa te está matando —me advierte la famosa proteccionista de casas que tengo como prima, falta que se encadene a la mesada y ahí sí… le confieso que siempre la vi como una estúpida. Tampoco es bonito admirar cómo despierto y utilizarlos cada vez que tengo hambre o necesito un refresco. —Arrojarles lavandina, queridos pisos, no es señal de intoxicación —advierto mientras descubro que quizás el amoníaco es mejor. Construir una relación reciproca sería un dolor de cabeza, para colmo pretenden que los mueva con cuidado, si bien ya me sentía exhausta, este mes terminó por convertir mi cansancio en un vacío irremediable, porque me encuentro con el siguiente dilema; ni delirando puedo simular tener la casa llena, ¡está vacía!, solo me quedan dos objetos; la ventana y la puerta.
~8~ Verdaderamente no sé de qué lado me encuentro… si afuera o adentro, solo escucho al tipo gritar: — ¡Mudanza! Tengo una crisis materialista y es probable que ahora reemplace esta casa por otra. Escucho un susurro frágil, casi afónico: —No existen más mundos. Así fue como aparecí en este espacio blanco, Dios sabrá el contexto y el significado. Y para advertirlos mis amigos, una vez destruido el mundo, no hay manual de objetos que pueda reemplazarlo ni sustituirlo.
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Doris Harrison Nació en San Carlos de Bariloche. Reside en El Bolsón, Río Negro, Argentina. Publicó la novela infanto-juvenil ―Los príncipes del caballo blanco‖, ―El silencio del río‖ (cuentos cortos para niños) y ―Los príncipes del caballo blanco. Reencuentro‖. El FER premió su obra ―El largo sueño de Tugüi‖ para su edición y publicación. ROI, de editorial Dunken, seleccionó y publicó ―La última hoja‖ en el libro colectivo ―Lo que quieras decir‖. Su última publicación, en el año 2020, el libro de poemas: ―El dorado perfume del silencio‖.
Como una botella arrojada al mar Este instante de soledad, tan profundo y grande como la inmensidad del mar y los océanos. No pisaré sus playas de arena blanca en donde va a golpear la espuma de mis pensamientos inciertos, vulnerables. Dejaré que tan sólo por unos días, mi vida, como ese mensaje dentro de una botella arrojada al mar, se entregue, viaje, se deje llevar. Y que divague en la bravura de aguas tempestuosas, para conocer en qué momento dejo de ser yo, o si acaso me reencuentro para siempre conmigo misma. O que simplemente vaya a la deriva en una extensión calma, donde un camino largo, sin sombras, sin desvíos, me conduzca llanamente al sol. Pero si en cambio mi vida se pierde en la hondura del océano y no llega a orilla alguna, ni playa, ni destino, quiero llenarme de lo mejor con lo que me encontré en mi peregrinar: Los momentos prodigiosos, libres, como aquellas enormes olas. Las palabras coloridas, sinceras, perpetuando su eco más allá del arrecife de indiferencia, o los tantos sueños que ilusionados volaron alto, aunque hoy duerman en el furtivo abandono de un barco hundido. Quiero, a pesar de todo, permanecer más allá de las nubes, en mi último cielo, como una estrella que, por ausencia de olvido, palpite desde el fondo del mar.
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Yoelin González 22 años de edad. Originaria del Estado de México. Estudiante de la licenciatura en Teatro con énfasis en actuación. Inició a dedicarse a la escritura a la edad de 15 años en géneros de poesía y actualmente ha iniciado también en la dramaturgia. En 2020 obtuvo el primer lugar en un concurso de la Universidad Autónoma de Hidalgo ―7x3‖ interpretando un monólogo de su autoría titulado ―Mis oídos vivos, mi alma desahuciada‖. Mismo que fue publicado por la revista Almicidio junto con poemas de su autoría. El mismo año, otros de sus poemas fueron publicados por la revista ―Poetas impropios‖ y ―Cisne revista digital‖.
Autopsia Una mirada carente de brillo. Unas manos frías y ansiosas de un abrazo ya desvanecido. Un par de piernas en las que abunda la debilidad para continuar la misma dirección de tu imponente y dañino caminar. Un nido de cabellos negros entrelazados como laberinto sin salida a falta de tus dedos danzando entre ellos con una caricia como cuando en tu pecho se solía acurrucar. Mejillas ahogadas y vastas de sorber el néctar salado que en tu nombre, durante noches enteras, un par de ojos hizo hábito derramar. Labios disecados por no sorber más de la esencia de los tuyos con los que cada mañana se hidrataba como ayuno. Voz quebrada cuando de hablar de ti se trataba. Mente congelada con flashazos de caminatas nocturnas ya no culminadas. Alma devastada por el torbellino de tus caricias que aunque sutiles, terminaban por espinar. Tus puñaladas que se vestían de abrazos. Tus palabras que deleitaban y al indagar dentro de ellas, un vacío y silencio se desbordaba. Amor caduco de honestidad desahuciaron un alma que optó por solo seguir contemplándote mientras te alejabas en tu apresurado e insípido andar.
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Danilo Oliva Mura Mail: danilomuras@gmail.com
Nació en 1978. Oriundo de Viña del Mar. Fundador de la Agrupación de Fotógrafos Independientes de Marga Marga.
Tránsito 1 En el silencio de la pequeña existencia constante. En las huellas difusas entre el descenso, sin ascenso, como si apenas estos símbolos lejanos, se nos hicieran conocidos. Seres esfumándose entre la luz y la sombra. Obscuro, imperceptible y distante, busco la visión que me niega el horizonte. Túneles guían el paralelo desplazamiento, Sobre los rieles que nunca se acercan. En el alma se siente un vacío, dejado por la niebla, Como en el impreciso camino de aquellos días. Un sitio detenido en el tiempo, en el cuál la transparencia se hace inmóvil. Quizá sea tan solo, el obscuro tránsito de un ser, Que imagina en blanco y negro, el lejano paisaje de este bosque inerte.
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Tifanny F. Cárdenas Originaria de la Ciudad de México, ha participado en distintas revistas de índole cultural, tales como TintaSangre y Almicidio [México] y Festival Fantasmagoría [Colombia]; de igual forma, ha participado en una antología mexicana y en el libro digital 'Microcuentos de terror, en tiempos del Coronavirus' [Bolivia]. Ha colaborado como prensa con dos revistas y participado en eventos de poesía y body painting. Profesora de inglés y lectora apasionada.
El muchacho de los anteojos Esa mañana transcurrió, peculiarmente, tan extraña; desperté y la luz lucía demasiado brillante, golpeando mis ojos a través del ventanal; por alguna extraña razón, no recordaba lo que había sucedido los días anteriores. Confundida y un poco adormilada, me recosté sobre el sillón, mientras observaba a la gente pasar; todos caminaban con prisa, excepto un muchacho distraído que, por voltear la vista hacia mi casa, tropezó; consecuentemente, sus lentes cayeron al piso y no pude evitar reír; una vez que se los volvió a colocar, fijó su mirada en mí y sentí mis mejillas sonrojarse; su cabello era largo y negro, sus labios rosados y su cara estaba perfectamente delineada por una alborotada barba. Después de algunos segundos, comenzó a colocarse los lentes, una y otra vez, limpiándolos en repetidas ocasiones; de pronto, comenzó a acercarse hacia mi ventana y, de un sobresalto, me incorporé e intenté acomodar mi cabello. - ¿Qué debería hacer? – pensé Sobra decir que, su sola presencia, era intimidante para mí. Rápida y torpemente, intenté recorrer el vidrio, pero me fue imposible; entonces, él se acercó y, recargando sus brazos por encima del alfeizar, comenzó a observar el interior del caserón; yo estaba frente a él, primero sonriendo, y después, sumergida en una gran confusión. - ¡Qué extraño! Estoy seguro de haberla visto, no debe ser más que mi propio remordimiento – susurró el muchacho, a sí mismo, con la voz entrecortada. Desde el bolsillo derecho de su abrigo, se deslizaron las hojas de un periódico; ―Joven muere envenenada, tras haberse suicidado por desamor‖ se leía en el encabezado, que mostraba la fecha de una semana anterior y, ahí, fue cuando recordé todo…
~ 16 ~ Una danza violenta de recuerdos emergió a mi alrededor, deslizándose sobre mi cabeza, como si intentaran mofarse de mi fatalidad; cerré mis ojos, pero fue inevitable, pues golpeaban y penetraban cada parte de mi inerte ser; sentí que comencé a flotar en ese mismo vórtice de terror, mientras recordaba todas mis noches en vela, llorando bajo las sábanas de algodón e implorando, amargamente, porque terminara todo mi dolor, acariciando, con las puntas de mis dedos y mi lengua, el cianuro de aquel viejo botellón... Con gritos imperceptibles para él, le supliqué al joven que no se fuera, que se quedara junto a mí... A pesar de recordar la razón de mi propia muerte y verlo abandonarme, por segunda ocasión.
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José A. García 1983, Buenos Aires, Argentina Escritor, guionista de historietas, blogger, profesor de historia. Participa en diferentes publicaciones independientes de Argentina, Costa Rica, Cuba, Ecuador, España, México, Venezuela, con cuentos, artículos e historietas realizadas con diferentes dibujantes. Publicó el libro de cuentos Fábulas del cuaderno verde (2014) con Textosintrusos. Cree fervientemente que el conocimiento se demuestra haciendo y no acumulando diplomas, premios y menciones como si fueran condecoraciones o títulos de nobleza. Página web personal: http://www.proyectoazucar.com.ar
La caja La caja llegó a mis manos es uno de los pocos servicios de mensajería puerta a puerta que continuaban funcionando. Si preguntara cómo es que logra sobrevivir una empresa que se ocupa de tareas tan arcaicas como destinadas al olvido, no sabría qué respuesta recibiría, por lo que prefería no indagar demasiado. Me encontraba en medio de la mudanza, en cualquier momento llegaría el camión en el que cargaría todo lo que había acumulado en mi vida y que pensaba conservar conmigo, pero aquel misterio logró imponerse sin dificultad. Aunque es cierto que la caja venía envuelta en una tela engomada que llevaba décadas sin fabricarse, la fecha en el matasellos no podía tratarse más que de un error de tipeo. Traía, además, en un sobre que colgaba en el exterior del paquete, una carta mecanografiada en dos cuartillas de papel que debían de ser viejas y estar amarillentas mucho tiempo antes del momento en que fueran utilizadas. A pesar de las dudas, el sobre estaba destinado a mi persona, por lo que al abrirlo y leer su contenido, no cometía ninguno de los delitos estipulados por la ley. Las manchas de tinta y las palabras mal tachadas hablaban más de la impericia de quien utilizaba una vetusta máquina de escribir tal vez por primera y única vez, que de posibles dudas al momento de la redacción. Eran dos cuartillas, como ya dije, cubiertas de palabras apretadas que pretendían dar cuenta de las razones de quien me había hecho llegar aquella caja en plena mudanza. Sin presentación alguna, la carta comenzaba a enumerar las razones de quien la escribiera:
~ 18 ~ Primero. Estoy vivo. Como en la mejor trilogía en la historia del cine mundial, estoy vivo en el pasado. Pero no hace falta que vengas a buscarme. Porque todavía no se inventó el viaje en el espacio-tiempo en tú época. Lo sabés, y también lo sé. Esto es lo segundo. Vos sos yo, o yo soy vos. Es lo mismo. Pero hay una distancia de tiempo entre uno y otro que resulta insuperable de momento. Incluso aunque sé que te gustaría estar aquí, donde me encuentro ahora, y aunque sé que me gustaría estar allí, donde te encuentras ahora, no es posible. Tercero. Si por alguna razón es posible, si alguien del futuro se pone en contacto con vos antes de que llegara esta carta, o después, porque para el caso es lo mismo, no vengas a buscarme. No hace falta que me rescates de nada, ni de nadie. Al menos por ahora. Cuarto. Podrás decir que es imposible pero SÉ qué es lo que necesitas. Sí. Está en la caja. Me costó mucho saberlo, pero una vez que descifré el enigma, no dudé en hacerte llegar la respuesta de la única manera en que se me ocurrió hacerlo. Es decir, de la mejor manera. Quinto. ¿Cómo sabía que el correo iba a seguir funcionando luego de tanto tiempo? Esa respuesta me la guardo para mí. Tal vez algún día vos también la descubras. Tal vez no. Como sea, disfruta de lo que te envío. Muchos desearían que, en un momento de adversidad, alguien llegara para ayudarlos de la forma en que lo hago contigo. Sexto. Es lo mejor que vas a conseguir para superar tu situación. Sabelo. Un garabato indescifrable ocupaba el lugar en el que debería encontrarse la firma en una carta. Se parecía, en parte, a la que decía que era mi firma, aunque llevaba tanto tiempo sin usarla que resultaba difícil estar seguro. Pero también podrían ser varias líneas tiradas sobre el papel al azar. No había manera de saber cuál era la opción correcta. Con el cutter que llevaba usando toda el día rasgué la tela engomada y saqué la caja de su envoltorio. Luego, con un poco más de precaución, corté la cinta que mantenía unidas las solapas, y la abrí. Debería de haberme dado cuenta antes, tal vez por el peso, de que la caja estaba vacía. Pero hasta ese momento había querido creer en lo contrario. Sin comprender muy bien qué estaba pasando, miré hacia los lados. Entre las cajas apiladas cerca la puerta descubrí varios libros que habían quedado sin guardar la noche anterior cuando descubría que me había quedado sin espacio en la última…
~ 19 ~ —Qué hijo de… —murmuré al darme cuenta que esos libros entraban, a la perfección, en la caja que tenía en mis manos.
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John Carlos Yunca Cruz Nació en Chimbote-Perú el 4 de noviembre. Tiene dos hijos: John e Isaías. Estudió licenciatura en lengua y literatura en la Universidad Nacional del Santa y Post Grado en la Universidad César Vallejo con mención en Psicología Educativa. Publicó su primer libro, la novela ―Líbrame la próxima semana‖ en Junio del 2016.Su segundo libro, el poemario: La misteriosa rosa, el 20 de octubre del 2019. Ganó el Premio Juntos en Acción organizado por el centro de Adolescentes de Nuevo Chimbote en diciembre de 1997 y 1998. Fue Homenajeado en el evento "Vates de mi puerto" organizado por la Biblioteca Pública Municipal César Vallejo de Chimbote el 30 de octubre del 2019. Le otorgaron el Premio El Nevado solidario de Oro en Argentina el 27 de Noviembre del 2020 y fue galardonado por los premios Latinoamericano de oro ―Funculatino‖ en Venezuela 2021.
Urgida bonanza Vas sembrando crepúsculos de esperanza entregado con un grito casi desvanecido y trepas presurosa horadadas escaleras de una alianza de brazos hasta penetrar aquella bóveda celeste para llegar a negociar la bondad de Dios. Perpetuas promesas son impresas sobre una tabula raza para camuflar el corazón de una madre que ha perdido a su hijo en la milicia
~ 21 ~ Mientras en un lugar tétrico, distante y tan habitual a la vez la imagen seráfica de un inocente niño está muy empañada porque ha sido arrancado de la escuela sin permiso, ni reparo para ser lanzado al destino de otro juicio y después de tantos agravios quede coaccionado atribuladamente a trabajar. En esta hora yo no sé que tan pequeño tenga las entrañas la tierra o que tan grande sea el dolor humano, pero tengo una certeza si todos nos unimos para formar un estallido de aplausos canalizará el alma esas esperadas adrenalinas junto a aquellos hálitos frescos con sonrisas espaciosas por volver a tener la conciencia tan ingenua y sobre todo mitigar el dolor de nuestros camaradas.
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Viviana Baldo Nació Mendoza, Argentina. Estudió la carrera de Letras desempeñándose como docente en escuelas secundarias. Reconocida en concurso nacionales como ―Plaqueta Literaria‖ de la UNC, ―Reciclando Letras‖ de la Sociedad Argentina de Escritores filial Mendoza, entre otros. Desde 2014 hasta la actualidad, colabora como Embajadora de la Palabra en la Fundación Égido Serrano de Madrid España. La revista mexicana ―Vómitos de letras‖ ha publicado ensayos de su autoría. Su narración ―Amar y querer‖ alcanzó casi dos millones de visualizaciones en las páginas de internet y más de cien mil reproducciones en YouTube. Es autora de dos libros de poesía: ―De mi alma a la tuya‖, ―Rumores de acequias‖, ―Tayel‖ y ―Si te atreves a volar‖, ―Guiso de lentejas‖ y ―Palaras para mí‖. Ha colaborado en las antologías: ―Río de palabras‖ Ed. Mis Escritos; ―Cuentos de terror‖, ―Mujeres poetas 2016‖, Ed. Equinoxio; ―Poetas contemporáneos‖ Ed. Dunken.
Colgamos el tiempo en relojes sin cuerdas. Aprendimos a dibujarnos sin acuarelas, con lápiz nuevo cada mañana y media resma en el horizonte. Ya no somos los mismos que ayer remontábamos barriletes a favor del viento o leíamos sobre planetas, estrellas y rosas. Elegimos una rosa. Aquella majestad que gobernó cada uno de nuestros palacios. No hay musa que despierte el apetito de la lujuria. La frivolidad quedó colgada
~ 23 ~ en el armario viejo que atesora un millar de historias y verdades. Hoy hace frío y se entumecen las manos. El viento remolinea más allá de los sueños y enreda los hilos del cometa para devolvernos la paciencia multiplicada en memorias. Sin engranajes que hagan girar las hélices. El día comienza nuevo y se desliza en la piel que lo abriga y estremece. Se abraza a nuestro instinto para permanecer soberano. Un día a la vez, te repites. Un día. En perfecta unidad de tiempo y de vida. Una vida, a la vez.
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Rocio Joanteguy Portada
Nació el 19 de mayo de 1974, en El Gualichu, paraje rural de Las Flores, Prov. de Buenos Aires, en esa zona concurrió a la Escuela Rural N 33, luego se mudó a la ciudad para cursar la Educación Secundaria. Casada, ya madre de sus dos hijos, se recibió de Trabajadora Social, profesión de la que trabaja en la actualidad. Hace cinco años, se empezó a interesar por la fotografía, buscando entre otras imágenes, situaciones de lo cotidiano, para contar una historia, para mostrar la realidad de su pueblo. Concurre al taller de fotografía de la Dirección de Cultura, con el Prof. Eduardo Dubor, un talentoso fotógrafo con 40 años de trayectoria.
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Rosa Amelia González Baeza Nace en Talca, un 16 de octubre de 1964. Desde pequeña manifiesta un gran interés por la lectura, pero es durante la enseñanza media (1979) que comienza a crear sus primeros tímidos versos, gran parte de los cuales terminan asesinados por ella misma, hechos trizas en el fondo del basurero o extraviados en alguna noche de juerga ilimitada. Entre los años 1991 a 1996, se convierte en destacada columnista del Diario El Centro de la séptima Región. Actualmente la autora se prepara para iniciar una nueva etapa creativa, aproximándose lentamente a la narrativa, pero sin abandonar el instinto cazador de imágenes que ella acumula a la hora en que muchos están durmiendo.
Poética No basta enloquecer para engendrar poesía La conciencia dormida y alerta casi al mismo tiempo De la luz a la sombra ir y volver repetidas veces (Jaque mate a la cátedra) Un juego peligroso para jugadores inexpertos No basta declararse melancólico Entre sentir y pensar se construye el dilema Ahogarse en términos eruditos nunca ha sido la respuesta Buscar la identidad de la voz entre las hojas del misterio y salir invicto de la contienda El trato es romperse el alma vivir muriendo al borde del instante desangrar los sentidos
~ 27 ~ y obedecer el llamado Aceptar que la memoria insondable nos pertenece Resucitar el mundo propio entre el mundo sonámbulo de ajenos transeúntes Liberar el universo desadaptado donde la búsqueda es intrusa y traicionera Dejarse atrapar por ese fuego indefinible que masturba la sangre Sólo el subversivo encanto de sentirse menos dócil que el resto de la manada.
Autorretrato No soy un ángel alado ni un demonio conocido Soy ―voluntad celeste‖ incandescente fantasma que va y viene.
Alumbramiento La última vez que me vi caminaba extraña Irresoluta en líquido amniótico Embarazada de madrugada colgaba de un cordón infinito Era sueño en catacumbas Pedazo de carne amorfa apenas un ombligo por crearse La última vez que me vi faltaban dos minutos...
~ 28 ~ para el parto.
Mala estrella NacĂ como nace cualquiera del vientre a la calle Con la diferencia entreabierta y una herida sangrante de preguntas sobre la mirada Vine por inercia sin cobija ni abrazo El destino me hizo poeta la vida... parĂŠntesis al margen.
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Jimmy Alejandro Castro Zambrano Caracas, 1977 Licenciado en Artes, mención Cinematografía, en la Universidad Central de Venezuela, 2012.
La balsa
La balsa flotaba a merced de la corriente, aún entre témpanos, el silencio sólo era roto por el llanto ahogado del monstruo, que todavía se lamentaba por la pérdida de su creador, pensaba que lo único que le quedaba era dejarse morir, abandonarse ahí mismo en esa pequeña embarcación y que la mar lo paseara por los confines de la tierra hasta que su cuerpo se apagara. Tal vez era mejor no postergar ese momento, podría dejarse caer del bote y hundirse en las profundas y gélidas aguas del ártico. Se inclinó hacia un lado, colocó sus gigantescas manos en el borde e hizo crujir la madera sin intención, miró su reflejo deforme en la suave marea, en esa posición sus lágrimas cayeron al agua. Se auto compadecía por haber perdido al único ser que lo anclaba al mundo. Repentinamente, su llanto fue interrumpido por una orca que saltó fuera del agua con sus fauces abiertas directamente hacia su rostro, con la intención de arrancarle la cabeza, el monstruo cayó de espaldas sobre la embarcación con todo el peso del animal encima, sin perder el tiempo, éste atacó por segunda vez, pero el monstruo lo sostuvo por la mandíbula, lo miró directo al ojo siniestro y vio en el reflejo de la pupila su propia monstruosidad, en ese momento entendió quién era, qué era, no una presa sino un depredador, el rastro de tristeza se esfumó, en cambio, se hizo presente toda la maldad contenida en su ser, hizo un esfuerzo y le arrancó la mandíbula, lo lanzó a un lado, se incorporó con facilidad, abrió los brazos y gritó, como quien le grita al universo por rabia, por dolor, por pérdida, pero no gritaba por eso, él era una abominación e iba a ocupar su lugar en este mundo.
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Juan Luis Henares Web: https://juanluishenaresescritor.wordpress.co m/ Facebook: https://www.facebook.com/juanluishenarese scritor/ https://www.facebook.com/profile.php?id=1 00010167552389
Nació en 1963 en Paraná, República Argentina. Profesor en Ciencias Sociales. En 2004 obtuvo el Primer Premio en el Concurso de Ensayos Memoria y Dictadura. Sus cuentos han sido publicados en antologías, revistas y webs de Argentina, México, Uruguay, Venezuela, Colombia, Guatemala, Chile, Perú, Cuba, España, Alemania, Canadá y Estados Unidos. En 2018 fue editado su primer libro: Lápiz clandestino. Actualmente prepara el segundo.
Anonymous El callejón se encuentra despejado; aislados relámpagos iluminan de manera intermitente la oscuridad que reina en esta lluviosa noche de primavera. Aguardo a que el semáforo de la esquina dé paso, así circulan los autos y la calle queda desierta; allí podré salir sin que nadie me observe. Resultó más simple de lo que esperaba. Al terminar con la limpieza guardé mis ropas en el casillero y me despedí de algunos empleados; en caso de ser interrogados, declararán que me retiré en el mismo horario que lo hago a diario. En lugar de ir hacia la puerta trasera me escondí en el baño de servicio. Esperé a que se vayan, minutos después el silencio me indicó que era el momento oportuno. Me puse los guantes, la máscara —Anonymous de V de Vendetta, famoso personaje, la venden en todo multirubro que se precie de tal— y sigilosa me desplacé a la sala que ocupa Adrián, el guardia que tiene turno hoy jueves. Estaba sentado frente a la pantalla de la computadora; no vigilaba las cámaras de seguridad, sino que se encontraba entretenido con un juego de guerra online. Me acerqué, lo tomé del cuello y coloqué el paño bañado en cloroformo en su rostro. Se resistió, mas de inmediato aflojó su cuerpo. Até sus tobillos y muñecas, pegué varias vueltas de cinta en su boca para que al despertar no pudiera gritar y, no sin esfuerzo, lo arrastré y encadené al pie del lavatorio en el baño. Cerré la puerta con llave.
~ 31 ~ Sucede que me cansé de llevar una vida llena de privaciones. La rutina se repite: limpiar inodoros manchados con caca, fregar con el trapo el piso de las oficinas, lavar la vajilla en la cocina. También soportar empleados machistas que consideran que, al ser quien realiza la limpieza de su mugre, debo estar agradecida cuando me dicen las cosas que me harían en la cama. Y la frutilla del postre: Alfonzo, el hijo del dueño de la Casa de cambio, que hace dos meses me acorraló y manoseó las tetas. Ese día me juré no tolerar más la situación. Por mí y por mi hija. Comencé a planearlo. En los medios las encuestas mostraban que la oposición triunfará en las elecciones; según ellas, este domingo habrá presidente, sin necesidad de recurrir al ballotage. Los pronósticos se reflejaron en el precio de las monedas extranjeras, que comenzó a subir de manera lenta pero continua. Al acercarse la fecha se produjo la consabida corrida a comprar dólares, cuya cotización alcanzó valores exorbitantes. La actividad se volvió vertiginosa; a principio de semana resolvieron extender el horario de atención al público hasta las veinte. Esto facilitaría mi tarea; ya no debería esperar horas escondida en el toilette, sino que podría hacerlo luego de cerrar el local. Tras asegurar la puerta del lavabo con Adrián dentro, fui a la sala donde se almacenan los billetes; marqué en el teclado el código de la alarma —fue fácil obtenerlo: al realizar la limpieza era habitual observar en detalle a los empleados al introducirlo— y me dirigí a las bolsas repletas de divisas, las que aguardaban al camión de caudales que pasará a retirarlas a medianoche. Descarté las que contenían moneda extranjera: sería sencillo rastrearme al pagar o intentar el canje por pesos nacionales. Cogí entonces billetes locales, llené la mochila con fajos de mil pesos y salí de la habitación. Mis movimientos quedaron grabados en las cámaras, sin embargo quien debía controlarlas se encontraba maniatado y encerrado. Al revisarlas verán como Anonymous se marchó con el dinero. El semáforo pasa a verde, los coches avanzan. El silencio vuelve a reinar en el callejón, solo lo interrumpe el sonido de solitarios truenos. Parto. Al poner un pie afuera del establecimiento escucho un ruido proveniente de su interior; doy media vuelta, no logro ver nada. Pronto un mareo me invade; lo ignoro y camino con la pesada mochila colgada de mis hombros. Al alejarme me quito la máscara; doblo en la avenida y a la siguiente calle giro a la izquierda: anónima me pierdo entre la lluvia que moja la capucha de mi campera. Arribo a mi domicilio, mi sobrina me aguarda. Le agradezco haberse quedado más de lo acostumbrado; le digo que mañana es el último día, el lunes volveré al horario normal. Me saluda y se larga. Mi niña duerme en la cama que compartimos; me acuesto a su lado y juntas tenemos hermosos sueños.
~ 32 ~ A las siete suena el despertador; desayunamos y nos vamos a la escuela. En la entrada me despide con un abrazo inmenso, me besa y grita te quiero. Se me caen las lágrimas; dudo si no renunciar ya mismo al trabajo y ambas retornar a casa. No obstante, es imposible; sospecharían de mí, debo aguardar un par de meses. Transito las cuadras que separan la escuela de la oficina; cesó de llover, y el tiempo sobra pues entro a las nueve. Me detengo en las vidrieras. En un comercio de ropa infantil me enamoro de una campera de color rojo que le quedará hermosa a mi chiquilla; frente a la zapatería decido que a la salida regresaré a comprarle esas botas de gamuza que tanto necesita. Soy otra mujer, ahora el mundo es bello. Casi sin darme cuenta estoy frente a la Casa de cambio. Pulula la policía; hay patrulleros al frente del local e inspectores de tránsito desvían los coches en dirección a la mano opuesta de la avenida. Me desplazo con disimulo hacia la esquina, transeúntes curiosos se agolpan e impiden el ingreso al callejón. Logro escabullirme y me acerco a la puerta posterior. Adrián con ademanes explica lo sucedido al dueño. Pobre, se lo nota alterado, será difícil convencerlo de que fue sorprendido y encerrado en el baño. Detrás varios agentes, parados en círculo, se amontonan en la vereda. Intrigada me acerco; uno de ellos se hace a un lado. En el centro, tendido en el suelo, el cuerpo de Anonymous con un orificio de bala en su frente decora la escena.
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Ángel Carrillo Egresado de la carrera de Lengua y Literatura Hispánicas por parte de la FES Acatlán, UNAM. Ganó en dos ocasiones el concurso de poesía Décima Muerte por parte de la UNAM siendo incluido en las publicaciones de los libros correspondientes a los concursos. Ha sido seleccionado para participar en tres ocasiones en el Encuentro Nacional de Estudiantes de Lengua y Literatura Hispánicas (ENELLHI) y en el recital de poesía Cardenal, lectura de narrativa (Sexto Canto) por parte de La Congregación Literaria de la Ciudad de México (ahora Revista Literaria Taller Igitur).
Del recuerdo Habita disconforme un espacio pequeño en la memoria, encogido durante el día, pero expandiéndose en el frío de la noche. A contra luz se volvía caleidoscopio, tapiza la superficie de escenas derruidas por la lluvia y la temperatura del cuerpo: el color se perdía. En días de enero comienza a picar, sólo el calor destilado rasca la parte interna donde se resguarda entre pliegues cerebrales con miedo al olvido. Pero sale sin miedo cuando brotan lilas las flores,
~ 34 ~ si se percibe el olor a lavanda, se entibia el café de grano o las calles invocan tu nombre: en ese momento, existe sin dudar aquel resquicio de nuestros años en que empezaba a nacer en los últimos días el recuerdo.
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Luis Eduardo Saravia Parione Escritor peruano. Hijo de padres militares, a muy temprana edad le inculcaron el amor a la patria, estudió la carrera de Administración Hotelera, y la especialidad de administrador en Bar, dedicándose a la coctelería hasta la actualidad con 16 años ininterrumpidos.
Colores Las calles se llenaron de risas Al saber que todo fuiste tu Sus medias atornilladas a sus pies Reflejaban su inocencia solo hoy Como tantas veces se escuchaban Sonajas a lo lejos Una calle Un balcón Cayendo entre flores tu voz Se arrullaba feliz Sentía todo ese momento Un silencio Mientras entre sus piernas Atardeceres junto a vos Vestido de colores Sonido de sus pasos El miedo me levanto Su mejilla reclamando Una caricia Una velada
~ 36 ~ Bajo aquellos santos Bendijeron su infancia Sus costumbres no estรกn Ya no mas Ella con sus medias jugueteando A medio caer entretenida Vestido de colores Un beso que se esconde Tras su risa Aun va a prisa Su sangre Su sed Ella va de colores
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Fausto Padilla Nacido en Ecuador en 2003, fue becado de sus estudios superiores por UNEATLANTICO (grado en Comunicación Audiovisual) y Esneca Business School (maestría en Escritura Creativa y Cinematografía). Ha ganado varios concursos internacionales, como el Primer Lugar del Concurso Internacional ―¿Qué estás leyendo?‖ organizado por la OEI y la ONU, el Primer Lugar en el Concurso Internacional de Poemas de Esneca Business School, el Primer Lugar en el Certamen Internacional ―Relatos en Cuarentena‖ en Morón, España. Ha publicado textos y cortos animados en países que van desde Reino Unido hasta México.
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Luisina G. Berasi Instagram: @artemissbook
Nacida en Argentina en el año 2003, actualmente cursando el último año de sus estudios secundarios y posteriormente interesada en continuar la carrera de Letras. Desde temprana edad el mundo de la literatura la cautivó, y más tarde cualquier elemento considerado como arte, lo que la llevó a crear en el 2019 una página dirigida a comentar sus lecturas y posteriormente a realizar análisis más completos de las obras en su blog literario. Luisina cree importante que las personas expresen lo que en verdad quieran transmitir, e invita principalmente a los jóvenes a animarse a hacerlo.
Andreita La madre siempre le decía que no se acercara a la casa del vecino. Que si podía, mejor evitara el hecho de pasar por su vereda adoquinada para ir a la escuela. Pero Andreita nunca hacía caso, especialmente si era algo que <<no>> debía hacer. La advertencia era una especie de imán que la cegaba y la atraía en cuestión de segundos. Segundos que técnicamente fueron dos días de arduo espionaje detrás del Jazmín de leche de la entrada del patio, observando a través de sus binoculares hechos con sus pequeñas manos la casa del vecino. Construcción antigua de aspecto fantasmagórico. Tenía una gárgola sin cabeza tirada al lado de la cerca de madera mohosa que daba con la reja de la casa de Andreita, y a unos metros más allá, la fuente antigua cubierta con una lona azul que le susurraba algo cada vez que pasaba por allí. La madre siempre le decía que no se acercara a la casa del vecino. La advertencia era una especie de imán que la cegaba y la atraía en cuestión de segundos. Ya era demasiado tarde para dar media vuelta y marcharse a tomar la chocolatada que le esperaba en la cocina. Tenía esa lúgubre fuente enfrente que le gritaba con gran ímpetu. Aclamaba para que se acercara un poquito más. La voz le daba miedo, mucho miedo. Pero a la vez le parecía familiar. Como si hubiese estado esperando aquel llamado durante sus cortos seis años de vida y al fin pudiese oírlos como lo que eran. Con nitidez y un dejo de familiaridad. -Tocá mi agua -Susurraba una y otra vez. Su mente le decía que no pero su mano parecía tener vida propia. Podía ver como se movía lentamente y destapaba la lona que la cubría. Podía ver ahora su rostro como cristal delicado reflejado en las aguas oscuras. Podía escuchar el grito de su madre detrás diciendo -No! Andrea!
~ 40 ~ Incluso podía ver el semblante de su vecino que la miraba desde la ventana de su casa con una sonrisa de perversidad cómplice. Para cuando la madre de Andreita dio los últimos manotazos errados y llegó al sitio, la niña había caído dentro de la fuente. Era tan oscura, que su profundidad se asemejaba al infinito. Era tan oscura, que incluso aún pasados los once años de este hecho, se cree que Andreita sigue cayendo.
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Mei.kusak.b Instagram: @Mei.kusak.b_arte
Débora Gualda Tiene 28 años y es de Córdoba. Desde chica se interesó por las artes como el cine, la fotografía, el piano y la poesía. En su afición por ellas, cursó materias de piano en el Conservatorio Provincial de Música Felix .T. Garzón, materias de la Tecnicatura en Medios Audiovisuales en la UNC y realizó varios talleres de pintura y dibujo. A los 19 años se interesó profundamente en la poesía y los relatos, desde allí no ha dejado de escribir.
La telaraña de Alicia Esa noche le pedí que me deje, que me abandone, que no vuelva, que sólo vuelva si soy otra, si no soy yo, cosa que no creo poder lograr. Me anticipé, antes que me dejara él se lo pedí yo, me preparé, me necesito sola, sin sus sacrificios por ayudarme, lo cuidé en lo que pude. Los dos sufrimos el abandono, por eso me anticipé, para no tener que atravesarlo, aunque me traspasa igual, mi terquez no tiene arreglo. Yo no tengo arreglo, estoy rota, estoy quebrada por algo que ni sé qué es, sólo sé que fue en otro tiempo. No puedo ver con claridad a mis fantasmas, sé que son varios. A veces por las noches, se sientan al lado de mi cama y me inmovilizan, sólo puedo verlos con mis ojos espantados y hacer fuerza para gritar, sólo así huyen. No quieren darse a conocer, sólo buscan recordarme las heridas. Hace un tiempo que no los veo, no se presentan, los esperé por muchas noches, ahora ya desistí, sólo es cuando ellos quieren. Necesito saber quiénes son, qué buscan en mí, ¿qué quieren?, sólo se esconden, pero quieren que los tenga presentes, sin descubrirlos, no quieren ser olvidados, ¿o no quieren que me olvide de algo? Siempre tuve muy mala memoria de los hechos, sólo guardo la emoción eso sí nunca la olvido, pero el hecho no, el hecho sólo se desvanece. Por eso
~ 42 ~ siempre fui mala para los argumentos, no puedo argumentar mis emociones, no sé de sucesos. Espero que mis fantasmas vuelvan, sé qué tienen algo para decirme por más que no sean los mejores en pedagogía. ¿Quién pudiera decirme la experiencia vivida como relato y no como emoción? Esa fue mi falla siempre, desbordada por el brote hormonal, sólo soy eso, una cantera de hormonas confundidas en una cabeza llena de ideas y búsquedas inútiles. Por eso le pedí que me abandone, porque estoy en mi telaraña siempre esperando a mis fantasmas.
Sobrevolaba en la cornisa, mientras el consuelo de tus ojos resbalaba por mi sien. La niña, que quemada en la hoguera del pensamiento, no sabrá retomar camino. Por el río esconde su risa, y en la montaña habitan sus recuerdos de aromas perfumados de felicidad. En el bosque en que ella vive sólo vaga entre la bruma del sentir; en la línea blanca parpadea su mirar. Todo se tiñe de garúa y humo de cigarro, y en el festejo de su éxtasis la derrite el lobo que refleja su voz.
Deshabitar tus manos, congelar tu canto para volver al barro. Estancar el pensamiento, anclarlo en la presencia. Convertir la estrella para converger el tiempo. [ Lo que de tus ojos vi. ] Tu espanto alado envolvió mi silueta, tu amor de a ratos vulneró mi consuelo. Resonando el reflejo de tu voz, pasmó mis heridas, congelado el gesto disolvió el espacio.
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Recomendaciones- series
La maldición de Bly Manor es la segunda entrega de la serie que comenzó con ―La maldición de Hill House‖. Puede clasificarse como terror, suspenso y romance gótico, y vio la luz en el año 2020. Trata de una Au Pair, o ―niñera‖, que huyendo de problemas personales escapa a Inglaterra y consigue trabajo en una mansión con dos niños pequeños. El lugar es un sueño, pero cada cosa que sucede es extraña. Los niños no quieren que la Au Pair salga de noche, los rostros en las ventanas no tienen explicación, y cada día se descubre un nuevo misterio que encierra Bly. Además de las apariciones fantasmales, y los bellísimos paisajes, serie encierra una magia que nos mueve los sentimientos dormidos.
Anne with an E es una serie de 3 temporadas que se lanzó en 2017. En la década de 1890, llega por accidente a Green Gables una niña de 13 años huérfana para vivir con Mathew y Marilla, un par de hermanos mayores que esperaban un niño que los ayude en la granja. Luego de una infancia difícil de paso por lugares de acogida y orfanatos, Anne logra quedarse con los Cuthbert y de esta manera transformar a todos los habitantes de Avonlea con su imaginación y mentalidad revolucionaria para la época. La serie tratará entre muchos otros, temas serios como los derechos de la mujer, el racismo, bullying, comunidad LGBTQ+, conformación de una identidad propia, adopción, etc.
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Recomendaciones- películas In time, es una película estadounidense, de ciencia ficción y suspenso, estrenada en el año 2011.Corre el año 2161, y el gen de envejecimiento de las personas ha sido desactivado, eso quiere decir que al cumplir los 25 años dejan de envejecer. Al año siguiente mueren de un ataque cardíaco, excepto que ganen tiempo, y rellenen con él sus relojes de vida, que todos tienen instalados en sus muñecas. El tiempo se ha convertido en el nuevo dinero, y la gente trabaja para obtenerlo, con él compran su comida, sus autos y casas. Cada persona vive en distintas zonas horarias en función a sus clases sociales. Y como siempre, los pobres viven al día, al límite del tiempo. Un día, una persona con un siglo de vida, le regala a Will Salas (un pobre trabajador) todo su tiempo. Y se desencadena un desastre, ya que todos creen que él lo mató para robarle su vida. Ocean’s 8: las estafadoras, es una película publicada en el 2018 del género crimen/comedia. Con la protagonización de la gran Sandra Bullock, veremos la planificación y realización de un crimen perfecto a mano de Debbie Ocean, la hermana del famoso criminal Danny Occean. Recién salida de su paso por 5 años en prisión, Debbie recluta a un grupo de mujeres para robar un collar valorado en 150 millones de dólares en el famoso evento del met gala. ¿Su justificación? Las mujeres siempre pasan desapercibidas e incapaces de cometer un robo de tal magnitud. Esta película es la última parte de la saga criminalística denominada ―La gran estafa‖. Con una excelente elección del elenco con actrices como Cate Blanchett, Anne Hathawey, Rihanna y Sarah Paulson, esta película te cautivará de principio a fin.
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Recomendaciones- libros
La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida es un libro de poemas de la escritora española Elvira Sastre, que salió en el año 2016. Medita sobre los temas que nos dejan con las heridas abiertas, como la soledad, la ausencia, el olvido y el amor. Nos muestra todas las desgracias, para luego arreglarnos un poquito, y animarnos a continuar el camino. Elvira tiene la capacidad de ser clásica y a la vez contemporánea, dulce y contundente, directa y misteriosa. Una de las mejores escritoras en vida, que llega al corazón con apenas unas pocas palabras, y toca todas las terminales nerviosas de nuestros sentidos.
El futuro explicado a los niños, es un libro infantil publicado en 2012 por sus autores Giovanni Bignami y Cristina Bellon. En primera persona, el narrador se dirige al lector infantil y le explica diversos campos de ciencia y filosofía que han avanzado a lo largo de los tiempos para luego hacer una previsión de cómo afectarán al futuro del que ellos formarán parte. Cada capítulo se ocupará de un área diferente como el espacio, la materia, la genética, etc con el objetivo de que los lectores de hoy, resuelvan los enigmas del mañana.
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Diccionario sin Coronita
En nuestra onceava edición volvemos con el Diccionario sin coronita, proyecto llevado a cabo por la Editorial cartonera de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Este diccionario busca registrar las palabras que utilizamos individual y colectivamente caracterizando nuestra manera de habitar el mundo. La idea surge ante la realización del congreso de la lengua española organizado por la RAE y el Instituto Cervantes que nos limita una soberanía lingüística. Por ende, su objetivo será crear un diccionario de nuestra lengua que no sea restrictivo. Ilimitadez: sustantivo. Cualidad de ilimitado; falta de límite o fin. Del adjetivo latino ilimitatus ―ilimitado‖, ―sin límite‖. Ej.: ―El límite y la ilimitadez fueron los principios básicos del pitagorismo antiguo.‖ (Colaboración de Miguel Angel Spinassi de Córdoba,Argentina). Junar: 1. verbo. Acción de divisar a alguien o algo, que trae recuerdos o se cree haber visto ya. Ej.: ―Creo que te juno de algún lado.‖ (Colaboración de la chica de pueblo de Córdoba, Argentina). 2.1. Verbo. Acción y efecto de observar o mirar con detenimiento a una persona o cosa. 2. Saber, virtud conocimiento sobre algo. 3. Tener juano, tenerte fichado, con un ojo encima. Sinónimo: ―te pique el boleto‖ uso popular cordobés. Ej.: ―Ese vago juna un fangote‖, ―La cana lo tiene rejunao‖ (Colaboración de Sánchez de Córdoba, Argentina). Limado: adjetivo. Loco//cansado. Ej.: ―Quedó limado después del trabajo‖. (Colaboración de Ragaci de Córdoba, Argentina).
~ 47 ~ Loquihay: sustantivo. Lo que se encuentra y tenemos para hacer, comer, construir, vivir. Lo que el sueldo permitió comprar. La pareja que tenemos. Lo que nosotros elegimos y no necesitamos más, muchas veces. Rudimentaria deformación a partir de Lo Que Hay, o Había. Generalización que cierra toda discusión o cuestionamiento a la mercadería, suceso, persona, de que se trate. Ej.: ―Y bueno qué querés… es loquihay‖. (Colaboración de Corinne de Córdoba, Argentina). Mafalda: sustantivo. Pieza de pastelería consistente en una medialuna rellena con jamón y queso. Etimología: Algún panadero creativo la habrá bautizado así. Ej.: ―Me clavé un café con leche y dos mafaldas‖ (Colaboración de Andrés de Córdoba, Argentina). Machirulo: sustantivo. Hombre que hace alarde de su machismo. (Colaboración de Paula V. de Córdoba, Argentina). Mal: adverbio. Muy, mucho. También puede usarse para expresar un acierto muy preciso. Etimología incierta, se supone que vendría del mal como exceso, extremo, de allí la asociación con lo excedido del muy, mucho. Ej.: ―Se enojó mal‖. (Colaboración de Aicrag de Córdoba, Argentina). Malaprendido: adjetivo. Dícese de quien demuestra mala conducta o comportamiento, en particular niños, pero deslindando la responsabilidad de los padres en su crianza. Se usa también como sustantivo. Ej.: ―No es un maleducado porque yo lo eduqué, es un malaprendido‖. (Colaboración de Pablo, de Córdoba, Argentina). Mambo: sustantivo. Dícese de una persona tiene un problema, enredo o dificulta. Generalmente se emplea a modo de crítica. Ej.: ―Esa chica tiene un mambo en la cabeza‖. (Colaboración de Eugenia T. de Córdoba, Argentina). Manija: adjetivo. Significa cuando estás ansioso y contento por algo que va a pasar o está pasando. También se utiliza cuando te quedás con las ganas de algo. Etimología: tiene relación al mecanismo para abrir la puerta. Ej.: ―Cuando estás por salir a un boliche y estás con tus amigos con música, estás re manija‖. ―Fulanita está re manija con la salida al boliche‖. (Colaboración de Cami de Córdoba, Argentina).
~ 48 ~ Aquí es donde finaliza la 11° edición de nuestra revista Marginalees. Es un proyecto, por ahora digital, que salió a la luz ya que siempre pensamos que existen maravillosos artistas en nuestro país, y en otros lugares, que no son reconocidos como merecen. Como verán, todo lo expuesto en la revista, excepto una o dos cosas, son de artistas de las sombras. Creemos que si difundimos de esta manera a quienes embellecen el mundo, podrán encontrarse todas las ovejas negras de esta sociedad, y formar una comunidad de ―excluidos‖, o como nos llamamos nosotras mismas, Marginalees. Esperamos que en la próxima edición recibamos aún más material, así la gente tiene la posibilidad de conocer el arte oculto bajo las rendijas de nuestro país, y de nuestra tierra. Para enviar material solo tenés que seguirnos en nuestras redes sociales. En Instagram como @marginalees, y en Facebook como Marginalees Revista Cultural. O podés contactarnos vía e-mail, con el asunto Revista N12 (ver en nuestro Instagram las bases de participación), y enviarnos cualquier proyecto artístico que tengas en mente a marginalees@gmail.com.
Esperaremos sus mensajes.
Antonella Gatti y Candela Gottig