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MÁS ALLÁ DE LAS MONTAÑAS
Aunque su nombre se asocia a las pinturas de paisajes o de cuadros de costumbres, Jorge Mazariegos Rodríguez asegura que el tema resulta ser un pretexto para aplicar una paleta de colores e iniciar la composición en cada cuadro. Con más de cincuenta años de trayectoria, resulta imposible cuantificar las dimensiones de una labor que ha documentado el panorama y la vida cotidiana guatemalteca en todas sus pinturas. Por Lucía León, texto / Andrés Amaya, fotografías.
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ay paisajes que no se olvidan aunque pasen los años. Basta cerrar los ojos para sentir el viento y escuchar el murmullo del lago. A Jorge Mazariegos Rodríguez le sucede una situación similar, pues los horizontes cobran vida cada vez que se acerca al lienzo. El pincel se convierte en una batuta que dirige el sonido del agua y que también percibe el clima del panorama que está a punto de ser pintado. La corriente creativa encuentra su cauce y el artista se abstrae en la obra. La pintura de paisaje es un género con mucha difusión internacional. Son numerosos los artistas que se dedicaron a plasmar su entorno y uno de ellos ha sido Mazariegos, quien se especializa en el paisajismo y el retrato. Después de haberse dedicado más de medio siglo a este oficio, el artista asegura que los motivos nunca se acabarán y niega sentir predilección por un color específico. Los cuadernos escolares fueron los espacios de experimentación en los que un joven Mazariegos volcaría su creatividad. Solía imitar los trazos de grandes impresionistas franceses como Rembrandt y Cezanne. Sin em-
bargo, al dar un vistazo al paisaje que le rodeaba en su natal San Marcos, sintió la necesidad de pintar veredas, bosques, alamedas y otros elementos que se mantienen presentes en su obra. Fue así como empezó a recorrer ferias locales y donde incluso, vendió sus primeras pinturas. Después de los años autodidactas, se inscribió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas para obtener las bases académicas necesarias para profesionalizarse. Fue alumno de grandes artistas guatemaltecos como Roberto Cabrera, Max Saravia, Dagoberto Vásquez y Ernesto Boesche. De esa época recuerda con cariño una ocasión en la que su obra fue seleccionada por autoridades gubernamentales que convocaron a diferentes artistas para donar la pintura a un museo uruguayo.
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PORCIONES DEL PAÍS La temática de Mazariegos se formó gracias a lo que lo rodeó durante su juventud. De esa cuenta, su trabajo se caracteriza por retratar paisajes y el folclor a través del estilo realista bajo diversas técnicas. El pintor bromea un poco al explicar por qué escogió los motivos que definen su trayectoria. «Quizá si hubiera crecido en los barrios neoyorquinos ahora estaría pintando muros y fachadas de concreto», dice pero «uno es el reflejo de donde está y de su tiempo, por lo que teniendo tanta belleza en Guatemala, creo que es necesario llevar eso al lienzo», asegura. Si todos sus cuadros se colocaran alineados uno detrás de otro, el espectador podría recorrer cientos de kilómetros imaginarios y deambular por los diferentes panoramas que ofrece Guatemala. Las regiones plasmadas en sus lienzos van desde el altiplano, pasando por oriente
y la costa. La experiencia de tantos años ha impreso cada uno de los paisajes en su memoria, por lo que ya no es necesario llegar al lugar y pintar in situ. Cada horizonte tiene lo suyo, por lo que le cuesta determinar si hay alguno que le guste más. Por ejemplo, el de oriente ofrece una vista ocre árida que contrasta con las tonalidades grisáceas de las rocas y los nopales. De acuerdo con el libro Nuestra colección de arte moderno y contemporáneo, publicado por el Banco Industrial, Mazariegos pinta los paisajes con una laboriosa ejecución de los detalles y gran realismo y dominio de la perspectiva. Su acertada realización de la atmósfera y de la luz característica del país, también es propia de su estilo, pues el colorido que emplea está matizado por una particular luminosidad.
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EN LAS OBRAS DE JORGE MAZARIEGOS SE APRECIAN LAS TÉCNICAS DE CRAYÓN, LÁPIZ, ÓLEO, ACRÍLICO, TINTA, ACUARELA Y LAS MIXTAS. INMORTALIDAD DEL PAISAJE En una era caracterizada por el posmodernismo y el auge de la creación contemporánea, Mazariegos asegura no sentirse preocupado por la posibilidad de llegar a perder vigencia con su estilo. «La pintura realista no pasa de moda. He estado en varias galerías de Europa y nunca falta este género. Siento que lo conceptual es de élite, pero un paisaje a cualquiera le gusta porque es raro que alguien no sienta nada al observar el cuadro», reflexiona. El curador y coleccionista de arte Guillermo Monsanto coincide con Mazariegos y explica que aunque pase el tiempo, hay algunas expresiones que no desaparecen porque traen consigo una serie de elementos que conectan el inconsciente del observador con el de sus propios gustos y memorias. Fue por eso que en 2010 regresó el paisajismo al Salón del Coleccionista de la galería El Attico. En junio de ese año sus directivos volvieron los ojos hacia el trabajo del protagonista de este perfil, cuya labor ha girado invariablemente alrededor del paisaje y el urbanismo académicos de Guatemala.
JORGE MAZARIEGOS RODRÍGUEZ (GUATEMALA, 1944) Pintor paisajista y retratista. Nació en San Marcos. Estudió En la Escuela Nacional de Artes Plásticas y en España en la Academia de San Fernando, Folklore guatemalteco y Conservación de Monumentos en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Ha realizado exposiciones individuales y colectivas en El Salvador, México, Estados Unidos, España, Japón y Guatemala, entre otros. Ha recibido los premios del Certamen Arturo Martínez, Cervecería Centroamericana, Concurso Shell de Guatemala y de bienales de Arte Paiz. Sus obras han sido expuestas en el Museo de Arte de Uruguay, Museo Nacional de Singapur y en bancos, hoteles y edificios de Guatemala. Ha realizado labor docente en varios colegios e institutos de Guatemala y en la Universidad Rafael Landívar.
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ESTAMPAS COTIDIANAS
EN CINCO TRAZOS 1. Prefiere ver películas de humor infantiles, porque cuando era joven solía dibujar a los personajes de Disney. También observa los filmes con ojo crítico para apreciar el uso del color y el estilo de los caricaturistas. 2. En cuanto a lecturas, prefiere a autores como José Camilo Cela y Juan Ramón Jiménez, porque tienen mucha poesía. Además gusta de temas psicológicos y religiosos. 3. Cuando pinta suele escuchar a Mozart, Bethoven y Tchaikovsky. 4. Su mayor satisfacción se divide en cada uno de sus cuadros, pues cada uno implica un reto y una satisfacción particular. 5. Se siente frustrado al no tener la misma resistencia física que hace algunas décadas, cuando trabajaba hasta quince horas diarias en la pintura.
En los anales de la historia de la pintura, Brueghel, Caravaggio, Vermeer, Hogarth, Bonnard, Hopper y Rockwel, entre otros, abordaron el género conocido como escena de costumbres, que empezó en la Edad Media. En Guatemala este género fue inaugurado por Gálvez Suárez y Garavito, a quienes siguieron Mazariegos, Cercado, Fortuny, De León Campos y otros más. Los mercados, las fiestas o las calles son recogidos para destacar lo pintoresco o atractivo de las costumbres. Pero más allá del interés antropológico o sociológico por documentar las costumbres locales, la inspiración de Mazariegos proviene del uso de la tonalidad. Cuando el pintor se enfrenta al lienzo en blanco, no tiene claro hacia dónde lo llevará el primer pincelazo: «lo que hago es usar el color como parte de un mensaje de poesía. Las pinturas son como ventanas hacia el mundo que nos rodea y nos identificamos fácilmente porque aquí no se trata de descifrar manchas colocadas por aquí o por allá. La pintura está hecha y preparada solo para disfrutarla», puntualiza. Al hacer un recorrido histórico por sus obras también es posible detectar las etapas anímicas por las que el autor estaba pasando. En algunas habrá más tonos intensos y personajes en atractivos colores, mientras que en otros habrá celajes nublados y matices apagados. Aun así, las historias se presentan sin buscarlas y es el espectador quien debe darse a la tarea de interactuar con la pintura y darle su propio significado. En el estudio de Mazariegos hay bastantes cuadros comenzados que esperan su turno para poder ser completados. Todo dependerá de cómo se sienta cuando amanezca, pues su estado de ánimo suele influir en la agenda de trabajo. Entonces podría suceder que una mañana sople el frío viento de occidente cuando recree las laderas de Nahualá. Pero también cabe la posibilidad de que los cañaverales del sur capten su atención o que su pincel lo lleve a caminar por las empedradas calles de Antigua Guatemala en un día de mercado.