Mes 09 año 03 número 33
Editado por Aquarellen cultura Directora de redacción: María José Mattus Director de contenidos: Jesús De Castro Portada: Fotografía de Antonio Letelier C o n t ra p o rt a d a : P e t e r H o l me Poemas visuales: Old book stock photo Okno Zimny DickSijtsma Serena Truzzi
EN ESTE NÚMERO
MARIO PÉREZ ANTOLÍN PÁGINA 10
ENRIQUE WINTER PÁGINA 18 JUAN PABLO VITALI PÁGINA 28 JESÚS DE CASTRO PÁGINA 36 ROSA MARÍA ESTREMERA PÁGINA 42 JULIA GUTIERRÉZ PÁGINA 50
PORTADA
La portada de este mes es una fotografía del poeta chilena Antonio Letelier, el autor captura la belleza de uno de los lagos más grandes y emblemáticos de Chile, el lago Villarrica ubicado en la región de la Araucanía, terruño de las gentes más gallardas y belicosas, los mapuches, gente de la Tierra. Esta fotografía tomada en el invierno del hemisferio sur, captura la lindeza del entorno y el tono purpura del lago es el reflejo del sol que pega en la nieve del volcán que vigila al lago. La Región del sur de Chile es un terruño salpicado de lagos y a cada uno de ellos le acompaña majestuoso un volcán humeante e imponente. Antonio Letelier como buen artista, poeta y fotógrafo de ocasión rescata la magia del sur en su captura bucólica destacando los matices coloridos de los paisajes poéticos que se inmortalizan en poemas o fotografías.
EDITORIAL
Septiembre es un mes simbólico para las personas que están
detrás de Aquarellen, el noveno mes del gregoriano encierra una serie de fechas importantes que celebran y conmemoran cariñosamente, por eso las ediciones de este mes siempre tienen un especial dulzor para nosotros. Cada mes que avanzamos seguimos procurando que la calidad literaria vaya a más, que la sinergia artística que creamos siga aumentando y generando lazos unidos en las letras y el arte en general, no sólo con el fin de aumentar lectores sino, con la meta de hacer literatura, de hacer del ciber espacio, ese tan mal usado tantas veces, un espacio que aporte y que sea un real estandarte del arte total, ese magnifica filosofía de elevación cultural de la que el compositor Richard Wagner hizo gala hace años atrás. En esta nueva edición mantenemos la dinámica de abrir nuestros folios a tremendas escritoras, almas versátiles que traspasan su ser y estar a la pluma: María Rosa Estremera, Juan Pablo Vitali y Julia Gutiérrez. Contamos también con viejos escritores que siempre están interactuando con nosotros: Enrique Winter, Mario Pérez Antolín y Jesús De Castro, editor y co fundador de la revista de las acuarelas. Literatura per sempre, arte per secula, motivados siempre a dar lo mejor de nosotros mismos, contra viento y marea. María José Mattus
MARIO PÉREZ ANTOLIN
Mario Pérez Antolín (Stuttgart, 1964) es uno de los aforistas
más importantes de nuestro país. Sus libros en este género (Profanación del poder, La más cruel de las certezas y Oscura lucidez) han recibido elogios de pensadores tan eminentes como Eugenio Trías, Victoria Camps o Joan Subirats y se han convertido, por méritos propios, en lectura obligatoria para aquellos que prefieran la fusión de la buena literatura con una filosofía disidente. Su obra poética, publicada en dos libros (Semántica secreta y Yo eres tú), destaca por la fuerza expresiva de las imágenes y por la profundidad reflexiva de las ideas, dando forma a un estilo muy innovador que tiene el reconocimiento de la crítica especializada, dentro y fuera de España.
Harto de llegar siempre tardes a sus citas, ha decidido
corregirse y ser puntual a partir de ahora. Por más que lo intenta, no consigue adaptarse al ritmo de los otros. Cuando no se rezaga, se tropieza; y si no, son los despistes los que le impiden comparecer a tiempo. Antes de que un decreto de precisión acabe con su derecho a la demora, piensa destruir todos los relojes que hay sobre la faz de la tierra o, al menos, manipularlos para que retrasen al unísono.
Las balas, en vez de entrar, salen de su pecho. Se introducen en los cañones de unos fusiles que vuelven a descansar en los hombros de unos soldados en formación. La sangre del fusilado desaparece y este recupera su posición erguida. El oficial envaina su sable y, caminando hacia atrás, monta en el vehículo que lo trajo. Todos retroceden y se van, sin dar la espalda, por donde vinieron. El sol hace un recorrido inverso. La muerte, esta vez, no se ha salido con la suya porque alguien decidió rebobinar la escena.
Hojas lobuladas, que parecen de cuero, sobre briznas de hierba, que parecen, por el rocío, los filamentos de una pradera submarina, frente a cantos de granito, que parecen huevos de dinosaurio, en un valle, que parece una bañera inmensa, a los pies de una montaña, esta sí, incomparable a nada.
Me identifico con las cosas que carecen de objeto y con los
hombres que no tienen propósito y con los transeúntes sin destino y con los seres que perdieron su función y con aquellos que han hecho de la inercia su nofinalidad.
Este viento que me ocupa no llena el lugar que deja; se
conforma con rizarse y envolverse y plegarse, así hasta que la nervadura de un soliloquio admite su silencio abrumador. Por encima de lo inalcanzable, ni el ímpetu más quebradizo logra la condición de claridad absorta; antes debe almacenar vacíos, configurar aberturas, convalecer de su propia nada, implorar un reducto mínimo donde seguir ardiendo… Prodigios tan convencionales como la planicie que ya no sostiene elevaciones porque disfruta de su completo arrasamiento.
ENRIQUE WINTER
FOTOGRAFÍA DE LAUREN SILVER
ENRIQUE
WINTER (Santiago de Chile, 1982) ha publicado en diez países los poemarios Atar las naves, Rascacielos (traducido como Skyscrapers), Guía de despacho y Lengua de señas (como Sign Tongue), y el disco Agua en polvo, reunidos en Primer movimiento, Código civil, De ruidos para construcción y orquesta, Nunca aprendimos a saltar la cuerda, Puste spacje, Suns y Oben das Meer unten der Himmel, además de la novela Las bolsas de basura. Traductor de antologías de Charles Bernstein y Philip Larkin, ha recibido los premios Víctor Jara, Nacional de Poesía y Cuento Joven, Nacional Pablo de Rokha y Goodmorning Menagerie ChapbookinTranslation, entre otros. Fue editor de Ediciones del Temple y abogado. Magíster en Escritura Creativa por NYU, coordina el diplomado de la PUCV y es escritor residente de la Sylt Foundation, de la Künstlerhäuser Worpswede y de la Universidad de los Andes, en Bogotá.
HONGOS EN EL BORDE LA TINA Y BAJO LA TAZA alas de termita por las sábanas y en el piso el aire no ventila y se respira su clausura es un telar aglomerado como nata de leche que un volantín de viento estiraría pulgas de seguro polvo contra arañas en las tablas esquinas de la pieza que los niños caminan en puntillas los hoyos hechos para pies más grandes para subir por la escalera de la mano de extraños la planta de los pies al piso acumula redondos mundos en que los pelos son la tierra y la tierra son los mares y sin que pase la quincena hongos termitas pulgas polvo arañas
TENÍA BUENA LETRA Y UNA CARA LISA DE PIEDRA
medía diariamente sus ventanas diciendo no son manchas las del plumaje son las plumas negras y enteras blancas como las ropas que adoptaron el difuso color a lluvia de los dedos pulgares cal y polvo de sed el agua pronto ahoga las mejillas coloradas a la manera de o de la apuesta perdida a los quince la besaría sin tocar sus labios cuesta no hacer trampa al principio y hay un punto de fuga entre el rictus de esta cara rugosa que mira el techo y la esquina del mismo techo donde espléndida la telaraña marca territorio
SABE A LECHE HOSPITAL BAÑO DE HOMBRES
acorralado en una esquina lo mean dos compañeros lo persiguieron por pasillos y la camisa se le pega al pecho y abdomen como yema caliente y luego clara fría acetato de polivinilo o nieve adherida a la piel de gallina en las casas de ladrillo en su abdomen contra el piso y la pared de baldosas arrancan los de camisas secas como velas náuticas nubes banderas de paz o de pan mientras él huele las gotas de meado y sudor afuera de su buhardilla de su axila sobre las escupidas escarchas y baldosas despabila nevado a delantales policías en un hotel pero en el piso del pasillo latía la pieza que buscaba a los cubrecamas de canas las pisadas de hielo globo ocular los dientes
HACEMOS TANTOS GUIÑOS QUE YA SE NOS CIERRAN LOS O JO S espiando a los queltehues en la cancha del colegio y nos dicen que atacan como hombres bala en la frontera de países enemigos vanellus chilensis los hombres bala grises de águilas café sobrevuelan en círculos luego el graznido y en picada ni se te ocurra ponerte los zapatos café con el abrigo gris del color de los pantalones colegiales escapando de una cancha ancha como el mar atacados por queltehues y las camisas vasos botando espuma de la barra donde luego nos ocultamos los ciruelos de octubre vistos desde la micro a casa en fin velas náuticas cuando la ventolera va por dentro
DOS LAS PERSONAS la mano de una es una araña y en la cabeza de la otra teje bien despacito la telaraña de su pelo el vello de los brazos y los muslos la polilla es la piel que atrapa con la lengua un hombre bajo una mujer también son una araña cuando no cada uno y con ella cantando o de comentarista de los momentos previos las aceitunas son ojos y en el velador echados a las hormigas pueden ser esa hormiga ahora las dos personas del comienzo las mismas de después que acunaron sus lenguas a contraluz esferas de las que salen patas piernas brazos o incluso una larva de la cuarta generación de mariposas arriba para el día de los muertos porque muertas están la mayoría de las que en grupos emigraron norte con las medias caladas noche y carne no saben cuáles teclas apretaron cuáles no se mueven juntas como vértebras o dedos en los lóbulos y párpados cerrados del saxofón como cuerdas del piano el pelo húmedo por mientras nada más sobre esta colcha cuesco para los ojos de aceituna vértebras y amanece arañas suben los parlantes hormigas en el contrabajo ella sentada dos hoyitos en la espalda y las cuatro trenzas
entre jaleros que hablan sobre jale la segunda persona piensa en la buganvilia y el ciruelo en la primera de paseo por el parque percuten amor sin plástico larva la oruga y alas los pies pisándolas latidos perdices y bocinas en telarañas de autos cruzan bronces cerca de ahí están las cuerdas de la nuca y la espalda abiertas las vocales en las bocas cerradas no entran moscas cuando la certidumbre toma aire y emigra la mayoría emigra por la noche en que dos mariposas son de nuevo una sus cuerdas apretadas como pasta oriental instantánea la vibración de quienes no pueden encontrarse como si no se conocieran todos se oyeron desde antes en otras cuerdas flojas los funámbulos y a falta de un lugar tampoco habrá un lugar común las aceitunas son los ojos
SIN PROTEÍNAS
casi sin carbohidratos como la fruta fruta que aleja así a los insectos de su dulzura
JUAN PABLO VITALI
Escritor argentino nacido en la ciudad de La Plata, provincia de Buenos Aires, República Argentina, en 1961. Autor de numerosos poemas, artículos y relatos cortos. Ha publicado cuatro libros: “El templario y otros textos”, “Ser Disidente”, “De pie sobre las ruinas” y “El libro del Sur”. Estos tres últimos en España. Trabaja actualmente en un nuevo libro, que suele adelantar fragmentariamente por medio de su Facebook. Ha escrito por años en numerosos sitios virtuales, tales como El manifiesto.com y muchos otros. Su temática es variada, pero puede consignarse el particular énfasis y enfoque sobre la inmigración europea en América y su descendencia, tanto desde el punto de vista ideológico como poético, a veces sin poder precisarse los límites de esos planos, tan relacionados con su obra. Todo esto desde un punto de vista eminentemente pagano. El pensamiento metapolítico y filosófico teje a través de la pluma de Vitali, la trama de un mundo preciso, que podríamos denominar “pancriollista”. Su particular estilo es amado o denostado, pero no deja neutral a nadie. En tal sentido todos los temas son tratados dentro de su “visión del mundo”, porque según la opinión del propio autor: ”Lo que no se entiende por al arte, no se entenderá de ningún modo”.
Pilatos
Hiciste lo correcto: en nombre del orden y el derecho, estuvo bien lo que hiciste. Sin embargo, a dos milenios de distancia debo decirte Pilatos, querido camarada, hermano mío, que a veces no hay que ser tan recto, tan buena persona, tan disciplinado. Debiste haberlo liberado. Que se mataran entre ellos: que dirimieran sus internas, que se diezmaran entre los resentidos y los privilegiados. Porque finalmente, querido amigo, todos nos hemos convertido en eso. Debiste pedir a Roma tomar distancia. Abandonar temporalmente esa tierra donde la gente no quiere el derecho romano. Abandonarla y volver, cuando varios miles menos ya no amenazaran el futuro del imperio. Porque al final, amigo mío ambos bandos de aquella vieja disputa casi nos han exterminado. Y vos, por hacer lo correcto terminaste siendo el malo de la historia, aunque uno de tu sangre a milenios de tu decisión y tu dilema pueda decir con orgullo: Mírenme a los ojos: Yo también soy Pilatos.
Corazón pagano.
No quiero tu corazón crucificado. Quiero el corazón que me robaste, la sabiduría que perdimos, el viento entre los árboles que me manifestó a los dioses en la infancia. No quiero tu compasión ni tu pecado. No quiero tu cruz. Yo soy Pilatos. Soy Hypatia y soy Juliano. Soy el orden de los astros, el símbolo que creíste terminado. Soy el pagano, cuyo fuego creíste, dormía para siempre en las cenizas. No necesito tu perdón ni tu llanto. Te desprecio. Aborrezco tus dogmas, la política de tus sacerdotes, tus libros que son o no son hebreos, según te convenga. No te quiero en mi vida, ni en las calles, ni en las aulas que yo pago con mis impuestos. Que tus figuras oscuras asexuadas, miserables, te acompañen al cielo y al infierno: esas dos mentiras del negocio que inventaste, para vender tu inmunda mercadería, a ambos lados del mostrador.
Antigua hermandad. La de anoche fue la peor helada del invierno. Por la mañana intenso frío y una capa de hielo sobre el piso. En algún momento del día inadvertido, el sol se eclipsó tal como pasan las garzas a cierta hora del ocaso. Mis amigos tensan una y otra vez las cuerdas de los arcos. Es el gesto repetido de una antigua hermandad. No hay viento. Baja la temperatura y va a volver a helar. Pasa un pájaro furtivo que ya no hace sombra. Se siente la tensión de las cuerdas en los dedos fríos. Toman una fotografía color pastel sobre el mangrullo. Siento que la vida pasa como una flecha de hielo. El Sur es como un sueño deshecho entre las voces. Un mate con hierbas pasa de mano en mano. Para ver ciertas cosas hay que irse y volver. Porque al volver la vida nos atraviesa de otro modo. Antigua hermandad de los arqueros. Alquímica disciplina. Incisiva búsqueda de un blanco espiritual. Sé que en cualquier momento la verdadera noche puede comenzar. Destensamos las cuerdas y tapamos los blancos. El campo presiente su inminente soledad. Antigua hermandad de los arqueros: sombra sobre sombra: Saetas perdidas en la eternidad.
I mp e ri u m Es fácil ser piedra donde impera la piedra. Pero en el barrial infinito del Sur, la piedra se gasta de llorar lejanías. Es fácil ser piedra donde los milenios han sido siempre dominio de la roca. No es fácil abrir los ojos bajo el agua oscura del último estuario, en la última frontera de la civilización. No hay reyes despiertos donde fueron arrojados los últimos reyes desterrados. Sólo hay sueños eternos e instantes sumergidos en las aguas oscuras. Ángeles de piedra en la última ciudad del mundo, antes del fin, antes del hielo que oculta los secretos de los dioses. Capital de un infierno de líquidos hirientes. Amparo y esperanza de una raza perdida. Ciudad donde la desproporción impera, para tratar de suplir la inexistencia, de un imperio que aguarda aún su fundación.
Atados a la noche del tiempo
Esperamos el fuego De la última batalla. Perdimos el sol Y nuestra sangre está dispersa Por los cuatro puntos cardinales. Nos cortaron los puentes de regreso. Nos duelen los huesos Que som ya como una magnólia olvidada. No hay revolución Que ampare ilusiones. No hay palabra ni vino Que resucite a los muertos. El amor es asimétrico Y nosotros estamos Del lado equivocado.
Mis amigos
van colgados de una luna de fuego, oscilando sobre precipicios de hielo. Llevan el rostro cruzado por tintura secreta, duermen en pensiones solitarias donde todo es frío menos soñar y luchar. Cuando se quedan sin munición suficiente, arrastran sus fusiles y abren surcos en lo más profundo del amanecer, para señalar el camino a los que vienen detrás. Mis amigos se han despojado de toda materia terrenal y esparcen el virus de la rebeldía en muros impregnados por milenios de humedad. Se tatúan a sí mismos con cuchillos bajados del olimpo, y brindan con bebidas mezcla de sangre y soledad. Nadie sabe si están de un lado o del otro de la vida, porque la muerte es un juego de cartas deshechas bajo lluvias poderosas, en el umbral de la casa natal. Mis amigos espantan la noción de lo correcto y navegan sobre la incomprensión de la sociedad. Ellos no piden nada, pero todavía esperan un amor que ya no está. Mientras tanto construyen un puente de corazones sangrantes hacia el tiempo luminoso que algún día vendrá.
JESÚS DE CASTRO
Jesús De Castro nació el 16 de Septiembre de 1966 en un
pueblo al sur de la sierra de Gredos, Ávila, España. Años más tarde llega a la poesía con un pequeño poemario, con este primer libro comienza su caminar poético al que suma diversas colaboraciones en revistas y círculos literarios en Madrid, la provincia de Ávila y Toledo. Su constante inquietud cultural le llevó a participar en televisión y radio. Su estilo literario se caracteriza por una rebelde honestidad y podría enmarcarse en el reaccionismo poético, con algunos rasgos propios del creacionismo. Autor de cuatro libros, coautor de tres antologías, además de traducciones de sus trabajos al portugués e italiano. En el año 2015 es invitado a viajar a diversas ferias de libros en Sudamérica, instalándose en Chile, donde comienza a colaborar en el proyecto “La ruta Mistraliana” con motivo del 70 aniversario de la poeta chilena, Gabriela Mistral. A consecuencia del terremoto del 2015 inicia la campaña de cooperación internacional “Libros para Chile” con la colaboración del gobierno de Chile, el Consejo nacional de la cultura y las artes además de la embajada de España. Su interacción cultural se ha extendido con universidades locales como la pontificia universidad católica del Norte, universidad Pedro de Valdivia y universidad de La Serena. Además es cofundador y editor de la revista literaria Aquarellen.
LA ERA DEL LIRODORO.
Entré en estado de prosa cuando me dejaron de latir los versos enchufado como estoy a un aparato de respiración artificial que mantiene mis constantes vitales en estado de alerta. No me intuben el suero de unos versos ñoños para convencerme, la cicuta mata más rápido a las musas y se evitan el hastío de los renglones torcidos. Prefiero regar el pequeño laurel del patio trasero y respirar el aroma a libertad de la constancia que impregna sus verdes hojas. La lira eléctrica está de moda es cierto, tan de moda como estuvo en su tiempo la lengua de los rolling stones que siguen subiendo al escenario con pañales para adulto e incontinencia marcando paquete sobre el escenario. Me falta endecasílabo y arte mayor para caer vertiginosamente en las tentaciones sociales, y el faro alejandrino sigue brillando en el horizonte para guiar a buen puerto a los marineros tenaces alejados de los cantos de sirena de la impostura. Debería marcar distancia con la revolución democrática de la guillotina virtual y sus falsos héroes, pero cuando pienso en el esfuerzo de construir calzadas romanas de catorce endecasílabos con rima consonante repartidos en dos cuartetos y dos tercetos, me caen décimas de sudor sobre la frente agostada por la falta de vocabulario. Las autopistas actuales son de cómodo alquitrán, el viaje a ninguna parte más rápido y hay que pagar pocos peajes hasta llegar a la corrala donde el vulgo instalado cómodamente en sillas de tres patas espera con el aplauso en sus bolsillos raídos. Imaginad el esfuerzo empleado innecesariamente en dar a las gallinas otro alimento que no sea su pienso habitual, siendo su naturaleza de vuelo corto es vano el empeño en fortalecer sus alas no habituadas a las alturas del cielo claro.
Voy a escribir una nota de suicidio en mi nombre, en el
nombre de los míos, en el nombre de mis antepasados. También en el nombre del padre que sufre, del hijo sin futuro ni tierra que le sepulte, la mujer violada por el Corán, el espíritu trastornado del profeta barbudo. Después cortaré las venas de mi cultura, de mi historia y de mi raza, para sumergirme en las aguas tormentosas del mar invasor y desangrarme lentamente entre titulares colaboracionistas. El horizonte ennegrecido por las cúpulas de la media luna, el silencio perturbado por gritos paganos y dioses de muerte, las calles empapadas por la sangre del cordero occidental, y de nuevo más silencio, un silencio sepulcral, hediondo como un cadáver sin batalla. Los buitres sobrevuelan el festín, satisfechos, sin dar gracias por los alimentos recibidos carroñean con sus picos afilados por la ambición y sus garras sostienen con fuerza las actas de su poder. La tierra también agoniza, el verde muere para dar paso a la desertificación y negros demonios cabalgando con sus alfanjes desenvainados. Los viejos dioses se mudaron hace siglos, el nuevo dios solo sabe poner la otra mejilla. Su rebaño sigue siendo de ovejas sus apóstoles ya no son pescadores de hombres si no de valores bursátiles y niños despistados. En Roma un viejo loco pasea su soberbia ignorante por el mundo con alma negra y blancas vestiduras mientras el apóstol enterrado bajo la Basílica le llama Judas. Garibaldi espantado convoca un consejo de estado y ultratumba, pero las camisas rojas no significan lo mismo que antaño, nadie responde a su llamada y el Águila tiene reuma en las alas. El tótem de Europa es ahora un feo edificio de cristal y hormigón con plaga de cucarachas.
EL LABERINTO DEL FAUNO. Llegué al Laberinto del fauno de la mano de todos mis diputados. Pero no había historias bonitas, ni seres mitológicos. Llegué con un sabor amargo a pasado, al pasado de no pasaran, y las gargantas del coro de paz entonaban himnos de guerra. Los viejos cadáveres prestaron sus uniformes apolillados con agujeros de bala para dejar pasar el aire enrarecido. De pronto me encontré en medio de un bosque de puños alzados con guantes de alambre de espino y perros policías que olfateaban la casa de mis vecinos, pero todo estaba en silencio. Los mayores recordaban la bajada atropellada por las escaleras de medianoche, el frío cañón del fusil apuñalando su espalda. Los motores encendidos hacia el parque temático de la fosa común, la complicidad de los muertos con la boca cosida a balazos. Los mayores siempre recuerdan aquel laberinto, miran con tristeza las puertas abiertas hacia las fauces del Fauno siempre hambriento de vida y de muerte, sus ojos brillan con malevolencia y su sonrisa es una trituradora de carne. Su guarida sigue en el mismo lugar, escondida en el tronco de un árbol podrido, no necesita salir a cazar, él sabe que todos entraran para no salir jamás. Tal vez uno o dos para que cuenten su historia y otros la olviden, así funciona el laberinto, se alimenta de mentiras que encienden fuegos de odio. Me senté a descansar al lado de un anciano que me contó su historia, él estuvo antes que yo frente al laberinto. Todo comenzó porque un Rey no quiso defender su reino, y sus senescales lo dividieron usando muertos para construir fronteras. Los más crueles llevaban pendones rojos como la sangre de 100 millones de muertos. Gritaban libertad con la voz desencajada por el odio liberticida, pisaban con la fuerza del opresor. Bailaban aquelarres alrededor de templos incendiados y momias crucificadas. Sus voces al final despertaron a los cuatro jinetes y sus perros de la guerra. El brillo de sus fuegos se eclipsó ante el brillo de las hojas desnudas de los sables y todo quedó en silencio.
MICRO HISTORIAS DE LA CRIPTA.
Tras el duro ascenso conseguí salir de la caverna, me deslumbró la luz y sentí miedo. Volví a bajar hacia aquella oscuridad húmeda y tenebrosa, al trasluz familiar de las hogueras y sus medias mentiras. Acepté de nuevo gozoso la venda en los ojos y las cuerdas en mis manos, la comodidad de las noticias a la carta, el menú familiar subvencionado, la cremallera sobre mis labios. La papeleta electoral cada cuatro años, el reflejo de mi tristeza en la urna que a todos nos contiene, la seguridad de mi inseguridad. La caverna es cómoda cuando no se conoce otra vida, tienen banda ancha, tdt y telefonía móvil. En las noches más oscuras puedes disfrutar de las ventajas de la tecnología si te alcanzó el presupuesto para pagar la factura de la luz. Hoy vi al presidente del gobierno explicando un nuevo concepto, desamortización democrática o algo así. Mi guacamayo ya lo aprendió, es más listo que yo, no se pregunta nada, se limita a repetir y repetir la frase, creo que si fuese humano tendría futuro en política. Sí, la caverna es libertad y dos más dos son cinco.
RO S A M A R Í A E S T R E M E R A
Rosa María Estremera Blanco, nacida en Ceuta en 1966, las
luces de “dos mares” iluminaron su pasión por la palabra. Desde que en la adolescencia colaboró en la elaboración de la página juvenil del periódico “El Faro de Ceuta”, hasta la profundización en el psicoanálisis, no ha parado de buscar la palabra allí donde la vida habla. Madre, Psicoanalista y Poeta. Estudió piano y danza, relaciones públicas y comunicación. Master en clínica psicoanalítica y psicoterapia en la Escuela Española de Psicoanálisis y Psicoterapia (E.E.P.P) donde formó parte del equipo docente, y colaboró impartiendo diversas conferencias. Colabora en diferentes medios escritos y digitales. Entre sus últimos recitales en 2017 destacan el de la Casa de Ávila en Madrid y el del extraordinario entorno del Ateneo de Madrid. Hasta el momento tiene publicados con la prestigiosa Editorial Vitruvio tres libros de poemas: “Sinfonías y voces” 2014. “El tacto de la Luna hiriente” 2015. “Las tierras que nos cubren” 2016.
RESIGNACIÓN
Aquel momento turbio decidió por mí. Busqué los palacios ocultos entre los escombros del mundo y no supe encontrarte. Tras las hoces, circulaban tranquilas las aguas. Quietas emanaban por los cauces traslúcidos. Equipajes sedimentados en los fondos lodosos de cualquier vida. Incluso en la más feliz. El largo transcurrir de los hayedos. Los recuerdos amarillos se transformaron en sonrisas de ancianos verdes, en la resina de un pino. Perenne. Como el otoño, rumbo a un tiempo donde perderse. (De mi libro “Las tierras que nos cubren” Ediciones Vitruvio)
E N S O Ñ A C I Ó N
Huele amargo el olor a derrumbe. Espeso como la mente de un loco, perplejo como el crepitar del olvido. Su pausado runrún se acerca al principio de tus ojos y se instala, insultante, en el lado oscuro de la memoria perdida. No se pude eludir la firmeza del vuelo de la gaviota, ni la densa apatía del levante. El vértigo que envuelve los destellos enmarañados de su bruma. Aquel amanecer distante. Que solo corta, de paso, las costas por las que vagamos. (De mi libro, “Las tierras que nos cubren” Ediciones Vitruvio)
LO INEXORABLE
No me suceden las horas, se quedaron adheridas a las rejas oxidadas de una verdad. Latentes en el tiempo. Una maceta enarbola la vida y adorna el ladrillo azotado y deforme. Sobre la vida, la muerte. Sobre mis ojos, tu llanto. En la calle contigua asalta el desprecio de los hombres. Inverosímil y real. Ventanas que charlan sobre las tumbas. Palacios antiguos sobreviven a la humedad de los días perdidos. Los minutos esperan tras las horas el arreglo misterioso del paso por el mundo. (De mi libro “Las tierras que nos cubren”)
XVI
La certeza de un día lluvioso es lo único válido. La caída de sus gotas por mi pelo y en mis manos. La promesa de perderme con ella, de empaparme de ella de vivirme, de mancharme de olvidarme. La firmeza del ser porque siento su fresca tibieza, porque bautiza mis emociones en credos libres de pecados. El ruego de sentir sus cálidos regalos, su tierra humedecida, sus hojas cuajadas de vida. El esfuerzo de revivir la tierra yerma y seca los ríos sin caudal los lagos sin fondo. El plácido temblor de los días y las vívidas experiencias, las palabras gritadas con los ojos dichas para que tú las sientas. La certeza de quererte siempre a pesar de las lluvias y por encima de las tierras que nos cubren. (Poema XVI, de mi libro “EL tacto de la luna hiriente” Ediciones Vitruvio)
La Salamandra. Hay en tu forma de rama el vuelo de un ave, la flor exótica de un encuentro. El sueño irrealizable de la pluma y la tinta.
y se duerme en el vientre de aquella estrella que parpadea el roce de mis manos.
Perfectamente enmarcada: la forma atrapada de tus labios.
El astro que se enreda en mi pelo, silencia de nuevo el deseo.
La lejanía, dibuja en mis besos la humedad de tu perdida boca.
Y una polilla corre a la luz vencida de nuestro abrazo.
El escalofrío de mi piel tiene el contorno de tu oreja... el hueco de mi lengua. Tu ser milimetrado de deseo. El calor sofocante de la espera se desanuda en la noche de los juegos adultos. La salamandra recorre el fresco marco de la madrugada. Las hortensias erizan sus hojas y tersan la exuberancia de sus mil flores azules. Solo queda mi piel atravesando tu camino angosto. La cigarra que calló el canto de los mordiscos lame tu encuentro. La letra que da forma a lo privado no encuentra tu principio…
(Poema inédito 2017)
LA LOCURA Si me preguntas, te diré que tengo miedo. Me desborda la certeza de tus pensamientos que como un bedel sordo abre cualquier puerta, sin avisar… porque todo lo sabe, de todo te informa entre diálogos incoherentes. Percibe siempre sin duda y expone aún más allá. No hay titubeo en lo absurdo. El delirio, corre resbaladizo cuando no queda nada que entender: instala su sentencia. La desventura te acompaña en un sendero inconexo que todo lo engulle. Y aquel bedel agoniza exhausto, dolorido, en brazos de la mujer más cruel o la más sabia: la locura. Si me preguntas, te diré que tengo miedo. (De mi libro “Las tierras que nos cubren” Ediciones Vitruvio)
JULIA GUTIERREZ
Julia Gutiérrez (Rociana, Huelva, 1972). Licenciada en Filología Inglesa por la Universidad de Huelva. Posee un Master en Género, Identidad y Ciudadanía y actualmente realiza Doctorado en Estudios Interdisciplinares de Género, ambos en la misma universidad. Fue Presidenta de la Asociación Cultural Nueva Mirada (19982005), Vocal del Patronato de la Fundación Cultural Odón Betanzos Palacios (19972005), Directora y Editora de la revista de creación literaria La Palmera (19972005) y miembro del Consejo Asesor de Actividades Literarias (CAAL) de la Diputación de Huelva (19972000) así como miembro del prejurado del Certamen Internación de poesía Juan Ramón Jiménez de la Diputación de Huelva (1998) y miembro del jurado del Certamen Internacional de poesía Odón Betanzos Palacios (19972001). Es autora de las siguientes publicaciones: Poemas. Colección Donaire, Nº 2. Diputación Provincial de Huelva. 1999; Poemas en “La Palmera” ediciones 04. Fundación Odón Betanzos Palacios 19962001; La Piel de La Memoria. Identidad Femenina en Beloved y Paraíso de Toni Morrison. Alfar Universidad, 163. 2010; Prólogo en La Saliva de los Versos de Carmen Maroto. Babilonia Ediciones, 2015; Saltaré si Hay Abismo. Las Modernas Editorial, VitoriaGasteiz, 2017; su poesía está incluida en las antologías Combinados Poéticos en Punta Umbría. Editorial Niebla, Huelva, 2017; Las Mil y Una Noches del 1900. Editorial Niebla, Huelva, 2017 así como en medios digitales. Escribe en su blog: Julia Gutiérrez. A la Cola del Viento: http://juliagutierrez7.blogspot.com.es/
Rara vez vuelve el brillo a los ojos
medio ciegos del agua y sus reflejos de quienes huyen del infierno y reciben el silencio del mundo. La miseria existe y también los miserables, cazadores furtivos de los que escapan despavoridos, y niegan asilo a los desesperados que abandonan sus casas. Warsan Shire sabe que no hay tierra prometida: navegar hacia la niebla siempre será mejor que la muerte segura. El Atlántico negro de secuestros y su resaca fantasma, el Mediterráneo que se traga esperanzas y miedos ¿dónde está el multiplicador de peces? ¿nadie tuvo fe para caminar sobre las aguas?. Espuma color sangre, un mar azul cementerio, océanos con banderas y olas de bolardos móviles abren paso a un yate con caviar iraní pero no a una patera de hambrientos. ¿Hacia dónde vamos en esta deriva inhumana? La vida de nadie tiene sentido si viene prescrita sin conciencia. ¿Por qué no miramos el fondo del mar, o mejor, de nosotros mismos y sí el de la cerveza?. Porque resulta que para algunos esos a los que llaman los Otros depende de las mareas el trozo de océano donde pierden el pulso a la supervivencia sin lápidas, sin historia, sin refugio donde solo las ballenas lloran sus muertes. Mientras, sin pudor ni vergüenza Europe's living a celebration.
© Julia Gutiérrez
Podríamos ajustar nuestros versos,
afinar el poema en tardes como esta en la que la poesía llama a mi puerta pero pregunta por ti, corretea por la casa como una loca y porque te intuye, te busca, rastrea tus huellas siguiendo tu olor. Y ahora se ha ido, justo antes de que yo escriba una sola letra. Ella sabe que si encajáramos una estrofa tuya con un fragmento hecho por mí, serían ellas, las palabras, quienes dijeran que en estas tardes, sobre un papel, hay una forma nueva de querernos y que recitarnos hace de mi casa tu hogar y de tu hogar nuestro mundo y eso es algo bueno al menos, en mi caso.
(de Saltaré
si Hay Abismo, Edit. Las Modernas, 2017)
Qué hacer cuando el deseo viene a buscarme, cuando estoy sobre tu cuerpo y quien me toca no eres tú. (de Saltaré si Hay Abismo, Edit. Las Modernas, 2017)
Dentro, existen los intersticios, espacios
huecos, por donde se cuela la angustia y se hace una casa en cualquier tejido del ventrículo izquierdo, como un parásito que se alimenta de ti y lo deja todo como un campo baldío. A medida que va engullendo los músculos va transformándose en estructuras de soledad o tristeza, carcome los impulsos eléctricos de luz y te deja frágil como una niña, que perdida en una ciudad, espera llorando a que la lleven a casa. Solo aplicar calor cada ocho horas como un parche sobre la parte herida, puede regenerar la materia o quizá no, y así te mueves por la vida, según los días, acusada de blanda por deshacerte en ternura y de dura cuando ya te ha hecho inmune. © Julia Gutiérrez
Esta noche es perfecta
para estar encima o debajo de un cuerpo. No diagnosticar daños ni interpretar sonrisas ni calcular distancias. Sólo una cita de esas de relamerse con los ojos mientras me pides un cigarro para acabar fumándolo a medias, bebiendo un sorbo de mi copa pensando en los besos que nos quedan por darnos, la primera sensación de tu lengua en mi lengua, con prisas, con ganas, con rabia. Llegar a la cama ya sin ropa, abrir las piernas, comer despacio. Eso sí, antes de que pienses en un solo abrazo volver a casa tan lunes siendo sábado. (de Saltaré si Hay Abismo, Edit. Las Modernas, 2017)
Cuelgan restos de un sueño
del mechón de tu pelo, náufrago en esta isla de realidad del día que comienza. Viajaste a un lugar ingrávido; no pesaban los huesos, no había adherencias al mundo, veías flotar el dolor en la atmósfera pasando de largo como algo ligero. Semidespierta no sabes dónde ir ni desde dónde regresar frágil reflejo inexplicable de una ilusión óptica. Y te lavas la cara, te miras al espejo la sensación persiste, apenas quedan restos, es inútil intentar retener lo que fuiste que ya se está yendo. © Julia Gutiérrez