Los Documentos del Magisterio de la Iglesia en el año de San José | REVISTA DIGITAL | 5° I

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I.E Nuestra Señora del Rosario


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Editorial

La Doctrina Social de la Iglesia

Aprendiendo sobre Doctrina Social de la Iglesia y sus Principios

Juntos construimos con esperanza el Perú que queremos Políticas divinas: El Perú necesita líderes con vocación de servicio El Magisterio de la Iglesia y sus documentos importantes El Magisterio de la Iglesia y su importancia para los católicos


REVISTA VERDAD Y LUZ

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Fratelli Tutti: Encíclica social y de aporte para la reflexión Fratelli Tutti, la encíclica social del Papa Francisco

Carta Apostólica: Patris Corde

Un año para encontrarnos con el corazón de un padre

Conclusiones

Agradecimientos

Créditos


EDITORIAL INTRODUCCIÓN Como buenos cristianos e hijos de Dios estamos llamados a realizar, y tenemos el deber de cumplir ciertos requisitos y actitudes que fortalecerán nuestra fe, amor, y lazo con el creador y el mundo; ante las problemáticas del mundo actual, como habitantes de este planeta y nacidos en esta sociedad, podemos contribuir de manera tanto unánime como conjunta en las diferentes acciones que podemos tomar para vivir en un mundo donde se vele por la integración y empatía entre todos y todas, pero ¿Cómo y cuáles son esos “requisitos” que debemos cumplir para lograrlo?. En esta revista podemos encontrar diferentes Documentos del Magisterio de la iglesia en el año de San José que son fundamentales para mejorar en todos los aspectos, tanto en cuerpo como en alma, para con nosotros y nuestro prójimo, en cómo llegaremos a la construcción de un mundo fraterno, en paz y de la mano del Señor. OBJETIVOS Y PROPÓSITO Este producto digital tiene como propósito comprender el mensaje de Cristo a través de la enseñanza social de la iglesia en el año de San José para asumir como cristianos el encuentro personal, espiritual y comunitario con Dios. Con esta revista buscamos que a través de información confiable, verídica y nuestras opiniones bien fundamentadas, los

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lectores busquemos la oportunidad de ser solidarios ante la crisis financiera, ecológica, educativa y moral; y así poder contribuir al bien común y a la construcción de esta razón social a base de los valores morales y derechos de integración, colocando al centro, la dignidad de la persona humana. DESCRIPCIÓN Esta revista contiene diversos artículos informativos y de opinión relacionados a temas que abarcan distintos problemas sociales al día de hoy, pero también muestran un enfoque humano, Cristiano y comunitario, demostrando actitudes de empatía y comprensión. El presente producto, habla, de las diferentes relaciones internacionales de la humanidad basada en el evangelio y magisterio de la iglesia, el sentido de fraternidad y respeto como hermanos e hijos de Dios, en cómo cumpliremos las exigencias cotidianas del gran mandamiento del amor, los diferentes problemas sociales y en cómo muchas veces la indiferencia antes la vida humana, las tensiones políticas, económicas y raciales, crean aún más división entre nosotros; del inmenso amor de san José y cómo es que el Papa Francisco nos invita a imitarlo mediante la Carta Apostólica Patris Corde. En este año dedicado al Patrono de la Iglesia todos estamos invitados a reflexionar; hagámoslo leyendo los siguientes artículos.

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La doctrina social y sus principios La doctrina social de la Iglesia, además de los principios que deben presidir la edificación de una sociedad digna del hombre” (Fuentes, 2011, p. 123) Se define como la enseñanza moral que, en materia social, política, económica, familiar, cultural, realiza la Iglesia, expuesta en diversos escritos y pronunciamientos radiales por el Papa, organizaciones eclesiales y los Obispos. El Compendio de la doctrina social de la Iglesia y los documentos pontificios posteriores han identificado y desarrollado ampliamente cuatro “principios de la doctrina social de la Iglesia”: la dignidad de la persona humana, el bien común, la subsidiariedad y la solidaridad. Historia de la doctrina social La doctrina social católica nace, pues, signada por su rechazo de la modernidad. La encíclica Rerum Novarum (1891), de León XIII, sería su primera sistematización y lanzamiento público. Se trata ahí claramente de defender la causa de los proletarios contra los abusos de los patronos. La encíclica pretende desde el comienzo tomar partido por el pueblo. El causante de la cuestión social sería el capitalismo. La encíclica denuncia el carácter clasista, burgués del Estado. A. Los cuatro principios básicos de la Doctrina social de la Iglesia: El mandamiento del amor, sería, por lo tanto, el fundamento general de toda la doctrina social de la Iglesia. No obstante, existen fundamentos específicos, que se pueden resumir en los cuatro principios

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básicos de toda la doctrina social de la Iglesia, cuatro columnas sobre las cuales se asienta todo el edificio. Estos pilares son: 1-La dignidad de la persona humana: El primer principio clásico es el de la dignidad de la persona humana, que proporciona el fundamento para los derechos humanos.


Cada persona, creada a imagen y semejanza de Dios, tiene una dignidad inalienable y, por tanto, debe ser tratada siempre como un fin y no sólo como un medio. En su carta encíclica Centessimus Annus, el Papa Juan Pablo II subrayaba la centralidad de este

(«Centessimus Annus», No. 11). 2- El bien común: El segundo principio clásico de la doctrina social de la Iglesia es el principio del bien común. El Concilio Vaticano II lo define como «el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección» («Gaudium et Spes» 26, ver GS, 74; y El Catecismo de la Iglesia Católica, 1906). El hombre, creado a imagen de Dios que es comunión trinitaria, alcanza la propia perfección no aisladamente de los demás sino en comunidad. El egoísmo que nos lleva a buscar el bien propio por encima del bien común, se supera a través de la búsqueda del bien común. • El bien común es un bien de la sociedad como tal, un bien nuestro y no solamente mío, ni tampoco sólo tuyo, y mucho menos de una colectividad abstracta exterior a nosotros. El bien común nos permite expresarnos como sujeto común, "nosotros" y de poseer un bien común, "nuestro".

principio: «hay que tener presente desde ahora que lo que constituye la trama... de toda la doctrina social de la Iglesia, es la correcta concepción de la persona humana y de su valor único, porque «el hombre... en la tierra es la única criatura que Dios ha querido por sí misma». En él ha impreso su imagen y semejanza (Cf. Gn 1, 26), confiriéndole una dignidad incomparable»

• El hombre es esencialmente (y no sólo circunstancialmente) social, relacional, interpersonal. Nuestro bien es necesario incluso para mi realización, es decir, para mi bien particular. El hombre se perfecciona en la sociedad y a través de la sociedad. Por ello, el bien común se distingue, pero no se opone al bien particular de cada uno. Muchas veces mi bien y tu bien se encuentran en nuestro bien. • El bien común se opone, por el contrario, al utilitarismo, es decir a la máxima felicidad (placer) para el máximo número de personas, que lleva necesariamente a la subordinación de la minoría a la mayoría.

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La excelencia e inviolabilidad de la persona individual excluye esta posibilidad si se subordina el bien de uno al bien de los demás, convirtiendo así al primero en un medio para la felicidad de los otros. El bien común es el conjunto de condiciones sociales que permiten a las personas desarrollarse de manera individual y social de la mejor manera, pero para que este ambiente se dé, es necesario la práctica de las virtudes de todos los miembros de la sociedad que han de vivir por un lado el principio de subsidiaridad que busca coordinar el dinamismo interno de las comunidades locales para que puedan desarrollarse de manera estable y por otro lado, el de la solidaridad que mueve a las personas a compartir el tesoro de los bienes espirituales y materiales con que cuenta la humanidad. Benedicto XVI afirmó que: "Cuando los responsables del bien común respetan el natural deseo humano de autogobierno basado en la subsidiariedad, dejan espacio a la responsabilidad y a la iniciativa del individuo, y lo que es más importante, dejan espacio al amor, que siempre es el camino más excelente".

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3. Subsidiariedad: El tercer principio clásico de la doctrina social es el principio de la subsidiariedad. Ha sido explicado por primera vez por el Papa Pío XI en su carta encíclica Quadragesimo Anno. Este principio enseña que las decisiones en la sociedad deben dejarse al nivel más bajo posible, es decir al nivel más cercano de las personas sobre las que incide la decisión. Este principio ha sido formulado justamente a la sombra de las amenazas del totalitarismo con su doctrina centralista de la subordinación de la persona al estado. Nos invita a buscar soluciones a los problemas sociales primero en el sector privado antes de solicitar la intervención del estado. El propio Papa León XIII "varias veces sobre los necesarios límites de la intervención del Estado y sobre su carácter instrumental, ya que el individuo, la familia y la sociedad son anteriores a él y el Estado mismo existe para tutelar los derechos de aquél y de éstas, y no para sofocarlos" (CA 11).

4. Solidaridad: El cuarto principio básico de la doctrina social de la Iglesia ha sido explicitado recientemente por el Papa Juan Pablo II en su carta encíclica Sollicitudo rei socialis (1987). Este principio se llama el principio de la solidaridad. Frente a la globalización, es decir a la creciente interdependencia de los hombres y los pueblos, es importante tener presente que la familia humana es una. La solidaridad nos invita a crecer en nuestra sensibilidad con los demás, y sobre todo con aquellos que sufren. Pero agrega el Santo Padre que la solidaridad no es un mero sentimiento, sino una verdadera "virtud" por la que nos hacemos responsables de los otros. El Santo Padre ha escrito que la solidaridad "no es un sentimiento de vaga compasión o de ternura superficial por los males de tantas personas, cercanas o distantes. Por el contrario, es la determinación firme y perseverante de trabajar por el bien común: o sea por el bien de todos y cada uno porque todos somos en verdad responsables de todos" (SRS, 38).

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Fundamentos de la Doctrina Social de la Iglesia B. Fundamento General: El primer fundamento es, sin más, el propio mandamiento del amor: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como sí mismo. Este es el fundamento de toda la moral cristiana, y por lo tanto de la doctrina social de la Iglesia, que forma parte de la moral. Jesús dijo que el mandamiento doble del amor no es solamente el primero y más importante de los mandamientos, sino que también es un resumen o compendio de toda la ley de Dios y del mensaje de los profetas. Por ello, la doctrina social de la Iglesia da una respuesta a una pregunta: ¿Cómo debo amar el prójimo en el contexto político, social y económico? Como sabemos bien, el amor de Dios y del prójimo no se reduce a una obligación sentimental de asistir a misa y echar algunas monedas en la cesta del ofertorio. Debe impregnar, de hecho, toda la vida y conformar nuestras acciones y nuestro ambiente de acuerdo con el Evangelio. Este principio es muy importante para poder superar la tendencia a considerar la economía o la política como algo completamente separado de la moral, cuando en realidad es justamente allí donde el cristiano hace que su fe incida en la vida temporal. Doctrina social, evangelización y promoción humana Lazos de orden teológico, ya que no se puede disociar el plan de la creación del plan de la redención, que llega hasta situaciones muy concretas de

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injusticia, a la que hay que combatir, y de justicia, que hay que restaurar. La doctrina social tiene de por sí el valor de un instrumento de evangelización y se desarrolla en el encuentro siempre renovado entre el mensaje evangélico y la historia humana. Por eso, esta doctrina es un camino peculiar para el ejercicio del ministerio de la Palabra y de la función profética de la Iglesia. En efecto, para la Iglesia enseñar y difundir la doctrina social pertenece a su misión evangelizadora y forma parte esencial del mensaje cristiano, ya que esta doctrina expone sus consecuencias directas en la vida de la sociedad y encuadra incluso el trabajo cotidiano y las luchas por la justicia en el testimonio a Cristo Salvador.


Es éste un ministerio que procede, no sólo del anuncio, sino también del testimonio. Pero precisamente de esta misma misión religiosa derivan funciones, luces y energías que pueden servir para establecer y consolidar la comunidad humana según la ley divina (Crepaldi, 2014) La doctrina social de la Iglesia en la historia da a conocer documentos importantes como: 1- La encíclica Rerum Novarum (1891): Aunque el principal objetivo de la encíclica Rerum Novarum (1891) fue determinar el correcto sentido de la vida del hombre en el mundo, y más concretamente el verdadero sentido

del trabajo, la ocasión inmediata del documento papal fue la política y las propuestas socialistas encaminadas a eliminar los derechos a la propiedad, y a abrir una vía conducente al orden social totalitario. 2. Quadragesimo Anno: Publicada en 1931, con motivo de los 40 años de la publicación de la Rerum Novarum. Trata el tema de la reconstrucción del orden social. Propugna por una distribución equitativa de los bienes según las demandas del bien común y la justicia social; protege el derecho de propiedad la propiedad privada, afirmando su función social y el derecho de todas las personas a acceder a Él. (Delgado, azael,2012, pág. 110) 3. Mater et Magistra: Publicada en 1961, con motivo del 70 aniversario del Rerum Novarum. Trata del Cristianismo y progreso social. Las principales características del contexto social son la revolución de las comunicaciones y los transportes, la proliferación de armamentos cada vez más sofisticados y el aumento de las diferencias económicas entre los llamados primer y tercer mundo. (Delgado, azael,2012, pág. 109) 4. Pacem in Terris: Publicada en 1963. El tema principal es la paz en la tierra. El contexto de la encíclica es la guerra fría, el muro de Berlín, la crisis de Cuba. La encíclica ofrece una propuesta de paz para la sociedad internacional, basada en la justa relación entre persona y el estado, y entre persona y los otros seres humanos, en el ámbito de los derechos

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como base de la paz. (Delgado, azael,2012, pág. 109) 5. Gaudium et Spes: Del CONCILIO VATICANO II, publicada en 1965, “La Iglesia en el mundo actual”. Enfatiza la dignidad del ser humano, imagen de Dios, que se realiza y vive en sociedad. Insiste en que la sociedad es justa cuando favorece la realización de todos los individuos, aporta principios reguladores de la vida social y económica e insiste en que el bien común y la solidaridad son generadores del desarrollo de todos los pueblos. Afirma la necesidad de paz y la obligación de evitar la guerra. Ataca la carrera de armamentista y la amenaza de la guerra nuclear. Establece la responsabilidad de los cristianos por trabajar en la generación de estructuras que hagan el mundo más justo y pacífico; desde el reconocimiento de la dignidad humana como base para las decisiones políticas y económicas y la edificación de la comunidad internacional. (Delgado, azael,2012, pág. 110) 6. Populorum Progressio: PABLO VI nos da a entender que el desarrollo del pueblo no depende de lo económico, también depende de lo cultural y social. Propone la solidaridad internacional para lograr el desarrollo de los países subdesarrollados, que es la tarea más urgente en el ámbito social. también recalca sobre la injusticia que se da por la falta de la evolución en los pueblos pobres y enseña que los recursos deben ser compartidos a través de la ayuda, la asistencia técnica, las relaciones comerciales justas además de que

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respalda la idea de que el dinero gastado en armas para las guerras, sea invertido en las ciudades pobres. (Delgado, Azael, 2012, pág 110) 7. Octogesima adveniens: de PABLO VI, publicada en 1971. “Una llamada a la acción”. Aborda, entre otros, tres temas básicos: El cristiano ante los nuevos problemas: La creciente urbanización, la necesidad del diálogo como fundamento de la paz, la relación jóvenesadultos, la marginación de la mujer, la inhumana situación que padecen los migrantes, el desempleo, los medios de comunicación, y el deterioro creciente del medio ambiente, entre otros. (Delgado, Azael, 2012, pág 110) 8. Laborem Exercens del Papa JUAN PABLO II, publicada en 1981. “Sobre el trabajo humano”. Trata del trabajo y él hombre a la luz del Génesis, desde una visión filosófica y teológica del trabajo. Visto como colaboración con el creador, lo que le da una especial dignidad por estar basada en la dignidad humana y divina de la persona. 9. Sollicitudo Rei Socialis de JUAN PABLO II, publicada en 1987. “Interés social de la Iglesia”. Analiza la desigualdad creciente e injusta entre Norte-Sur. Enfatiza en la esperanza y en la necesidad de fomentar el desarrollo de las personas y de los pueblos más pobres. Define que el auténtico desarrollo del hombre se realiza en todas sus dimensiones, principalmente la espiritual 10. Centesimus Annus: El día 1 de

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mayo -fiesta de San José Obrero- del año 1991, décimo tercero de su pontificado, el Papa Juan Pablo 11 promulgó en Roma el documento de la Carta Encíclica Centesimus Annus, CA, en el centenario de la Rerum Novarum. Sin lugar a dudas, esta Encíclica es una defensa de la causa de los pobres en una situación totalmente nueva, desde la tradición acumulada de la Enseñanza Social de.la Iglesia. Sin embargo, analizar esta Encíclica y entrar en el debate que se ha suscitado en torno a ella no es fácil. Y tenemos que ir paso a paso. (J. de Roux, pág 25) 11. Caritas in veritate: En la Introducción de la encíclica Caritas in Veritate (CV), Benedicto XVI explica cuál era su anhelo: «deseo rendir homenaje y honrar la memoria del gran Pontífice Pablo VI, retomando sus enseñanzas sobre el desarrollo humano integral y siguiendo la ruta que han trazado, para actualizarlas en nuestros días» (Mons Toso, 2009, pág 01) 12. Laudato si': Es una relectura del cántico de las criaturas de Francisco de Asís, y es, además, un grito de auxilio del Papa Francisco en nombre de la Iglesia, un grito a Dios y al hombre posmoderno a que cuide, proteja y haga un buen uso de los recursos de la madre Tierra. Su objetivo es realizar una hermenéutica argumentativa y dialógica sobre la encíclica Laudato si, del Papa Francisco, como una mediación entre la ecología y la eco teología, en pro del cuidado del planeta. (Zapata, 2016, pág. 87)

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13. Fratelli tutti: El Papa Francisco, al presentar al mundo la nueva encíclica, el domingo 4 de octubre de 2020, dijo: "La ofrecí a Dios en la tumba de San Francisco, de quien me inspiré, como en el anterior Laudato sí. Los signos de los tiempos muestran claramente que la fraternidad humana y el cuidado de la creación constituyen el único camino hacia el desarrollo integral y la paz, ya indicado por los Santos Papas Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo II". La tercera encíclica del papa Francisco se ubica en el contexto de la crisis del COVID-19 y propone lo que debería ser cada sociedad nacional y el sistema del mundo después de la pandemia. Es un documento de análisis y de propuesta. (Aguilar, 2020) 14. Redemptor Hominis (latín: El Redentor del Hombre) Es el nombre de la primera encíclica escrita por el papa San Juan Pablo II. Con ella, marca una senda para su pontificado al explorar los problemas contemporáneos del hombre y proponer soluciones basadas en una más profunda comprensión del ser humano. (Delgado Y Azael,2012, pág. 110)

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Concluyendo este artículo, ahora tenemos el conocimiento de que los principios y la doctrina social de la Iglesia son como un cuerpo humano, esto quiere decir que Dios es la cabeza y el cuerpo somos nosotros por tanto tenemos que estar trabajando constantemente de manera unida para que estas enseñanzas tengan fruto; Dios está siempre fortaleciéndose de todos y cada uno de nosotros siempre y cuando cumplamos sus dictaduras, la dignidad humana, el bien común, la subsidiariedad y la solidaridad son pequeñas enseñanzas que no solo “aportarán un bien a la iglesia” si no a todos nosotros para en la Tierra podamos tener una buena vida que no solo se base en lujos si no en el crecimiento de nuestra alma al cumplir y obedecer a nuestro padre y el día que nos vayamos de manera terrenal podamos disfrutar en la gloria junto a Él. Invitamos a todas y a todos a reflexionar y los motivamos a seguir estas dictaduras que nos brinda Dios y la Iglesia “La Doctrina Social de la Iglesia, tal y como se ha enunciado, define el horizonte de las responsabilidades relativas a la construcción, organización y funcionamiento de la sociedad, haciendo énfasis particular en los desafíos que la Iglesia tiene en el mundo de hoy: el desafío cultural y el desafío de la indiferencia ética y religiosa es por ello que el diálogo es un instrumento donde se busca el bien del hombre”. (Rodríguez y Santamaría, 2015, pág 72)

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Aprendiendo sobre Doctrina Social de la Iglesia y sus Principios El Compendio de la doctrina social de la Iglesia y los documentos pontificios posteriores han identificado y desarrollado ampliamente cuatro “principios de la doctrina social de la Iglesia”: la dignidad de la persona humana, el bien común, la subsidiariedad y la solidaridad. Se trata de conceptos muy diversos, cada uno con su tradición particular, que no siempre es claro cómo deben entenderse. El objetivo de este escrito es profundizar, a partir de los textos magisteriales, en los diversos sentidos de la expresión, distinguiendo de qué modo lo es cada uno de ellos, y dedicando particular atención al modo como la dignidad humana puede ser considerada un principio social. (Theologica Xaveriana, 2017 p. 183) La dignidad de la persona humana es afirmada desde sus inicios como la inviolable dignidad, que es intrínseca al hombre por ser imagen de Dios. (Escobar, 2012, p. 105). La igualdad fundamental de los seres humanos ante Dios tiene como consecuencia la imposibilidad de justificar ninguna discriminación ante las leyes humanas. Por tanto, la persona debe ser defendida contra cualquier intento social que pretenda negarle, abolir o impedirle ejercer sus derechos. Como imagen de Dios la vida de todo ser humano es sagrada e inviolable, por lo que cada hombre tiene valor absoluto.

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Dios no piensa en los hombres en masa, ni en porcentajes, sino como personas individuales. Cada persona es preciosa, insustituible. Por ello la Iglesia no piensa en primer lugar en el estado, el partido, la tribu o en el grupo étnico, sino que lo hace de las personas individuales. La Iglesia, como Cristo, defiende la dignidad de las personas. Entiende el valor del estado y de la sociedad como servicio a las personas y a las familias, y no al revés. El estado en particular tiene el deber de tutelar los derechos de las personas, derechos que no provienen del estado sino del Creador. Subsidiariedad trata de que cuando una persona necesita apoyo en diferentes ámbitos ya sea en el ámbito de la salud, la educación, etc. Y no se siente feliz con lo que le está pasando solicita ayuda o apoyo, si ni su familia ni las organizaciones sociales no lo pueden ayudar, entraría a brindar apoyo lo que es el estado o el gobierno. El principio de subsidiariedad es el tercer principio, que nos permite a cada ser humano asumir nuestro propio rol para el cuidado y el destino de la sociedad. El propio Papa León XIII "varias veces sobre los necesarios límites de la intervención del Estado y sobre su carácter instrumental, ya que el individuo, la familia y la sociedad son anteriores a él y el Estado mismo existe para tutelar los derechos de aquél y de éstas, y no para sofocarlos" (CA 11). Solidaridad el cuarto principio que fundamenta la doctrina social de la Iglesia sólo fue formulado recientemente por Juan Pablo II en su carta encíclica «Sollicitudo Rei Socialis» (1987). Este principio es el llamado principio de solidaridad. Al hacer frente a la globalización, a la creciente interdependencia de las personas y los pueblos, debemos tener en mente que la familia humana es una. La solidaridad nos invita a incrementar nuestra sensibilidad hacia los demás, especialmente hacia

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quienes sufren y a ser compasivos, a ayudar a los demás. Este no es un simple principio, este se tiene que trabajar todos los días para preservar el bien común. Nos invita a ser empáticos, a ser un solo pueblo. (SRS, 38) Desarrollo para el bien común de la dignidad, unidad e igualdad de todas las personas deriva, en primer lugar, el principio del bien común, al que debe referirse todo aspecto de la vida social para encontrar plenitud de sentido. Siendo de todos y de cada uno es y permanece común, porque es indivisible y porque sólo juntos es posible alcanzarlo, acrecentarlo y custodiarlo. Una sociedad que, en todos sus niveles, quiere positivamente estar al servicio del ser humano es aquella que se propone como meta prioritaria el bien común, en cuanto al bien de todos los hombres y de todo el hombre. La persona no puede encontrar realización sólo en sí

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misma, es decir, prescindir de su ser «con» y «para» los demás. Esta verdad le impone no sólo una simple convivencia en los diversos niveles de la vida social y relacional, sino también la búsqueda incesante, de manera práctica y no sólo ideal, del bien, es decir, del sentido y de la verdad que se encuentran en las formas de vida social existentes. Las exigencias del bien común derivan de las condiciones sociales de cada época y están estrechamente vinculadas al respeto y a la promoción integral de la persona y de sus derechos fundamentales. Sin olvidar la contribución que cada Nación tiene el deber de dar para establecer una verdadera cooperación internacional, en vistas del bien común de la humanidad entera, teniendo en mente también las futuras generaciones. El bien común exige ser servido plenamente, no según visiones reductivas subordinadas a las ventajas que cada uno puede obtener, sino en base a una lógica que asume en toda su amplitud la correlativa responsabilidad.

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El bien común corresponde a las inclinaciones más elevadas del hombre, pero es un bien arduo de alcanzar, porque exige la capacidad y la búsqueda constante del bien de los demás como si fuese el bien propio. Todos tienen también derecho a gozar de las condiciones de vida social que resultan de la búsqueda del bien común. Llegando al final de este artículo de opinión, que ha sido también una reflexión e invitación para que como cristianos sigamos las enseñanzas de Dios ya que todo esto nos permitirá una buena convivencia no solo de nosotros hacia Él sino también con las personas que nos rodean, nuestro prójimo. Por último, igualmente llegamos a la conclusión de que si no hubiera vida en comunidad y amor hacia nosotros y el prójimo la sociedad no funcionara y no se entablara relaciones con los demás. Porque de eso se trata de hacer el bien no solo para uno mismo si no para todos donde predomina el respeto, solidaridad, bien común y dignidad para vivir plenamente como hijos de Dios y así entre todos construir un reino de amor y respeto. "... la doctrina social tiene de por sí el valor de un instrumento de evangelización: en cuanto tal, anuncia a Dios y su misterio de salvación en Cristo a todo hombre y, por la misma razón, revela al hombre a sí mismo. Solamente bajo esta perspectiva se ocupa de lo demás: de los derechos humanos de cada uno y, en particular, del "proletariado", la familia y la educación, los deberes del Estado, el ordenamiento de la sociedad nacional e internacional, la vida económica, la cultura, la guerra y la paz, así como del respeto a la vida desde el momento de la concepción hasta la muerte" (Juan Pablo II. "Centesimus Annus", n° 54)

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Juntos construimos con esperanza el Perú que queremos “El presente nos plantea los retos que debemos tener, el deber histórico de asumir. Nos obliga a hacer un balance de lo que avanzamos y de los que nos falta recorrer” (Jorge Pacheco Tejada) La persona humana es el fundamento y el fin de la convivencia política. La comunidad política deriva de la naturaleza de las personas, cuya conciencia descubre y manda observar estrictamente. Lo que caracteriza en primer lugar a un pueblo es el hecho de compartir la vida y los valores, fuente de comunión espiritual y moral. La comunidad política tiende al bien común cuando actúa a favor de la creación de un ambiente humano en el que se ofrezca a los ciudadanos la posibilidad del ejercicio real de los derechos humanos y del cumplimiento pleno de los respectivos deberes. La autoridad política debe garantizar la vida ordenada y recta de la comunidad, sin suplantar la libre actividad de las personas y de los grupos, sino disciplinándola y orientándola hacia la realización del bien común, respetando y tutelando la independencia de los sujetos individuales y sociales. La autoridad política es el instrumento de coordinación y de dirección mediante el cual los particulares y los cuerpos intermedios se deben orientar hacia un orden cuyas relaciones, instituciones y procedimientos estén al servicio del crecimiento humano integral.

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Compromiso de los católicos en la vida pública Cuando hablamos del compromiso de los católicos en la vida pública, nos referimos a

un compromiso específico que proviene de la condición de católico, propio de los católicos y que supone además una influencia de la fe católica en la actuación y en las aportaciones de los cristianos a la vida pública. En esta perspectiva podemos decir que el compromiso de los católicos en la vida pública es posible, legítimo, obligatorio y necesario. Los principios permanentes de la doctrina social de la Iglesia constituyen los verdaderos y propios puntos de apoyo de la enseñanza social católica: se trata del principio de la dignidad de la persona humana en el que cualquier otro principio y contenido de la doctrina social encuentra fundamento, del bien común, de la subsidiaridad y de la solidaridad. Los principios tienen un carácter general y fundamental, ya que se refieren a la realidad social en su conjunto.(...) Los principios de la doctrina social deben ser apreciados en su unidad, conexión y articulación. Una sociedad que, en todos sus niveles, quiere positivamente estar al servicio del ser humano y se propone como meta prioritaria el bien común. La persona no puede encontrar realización sólo en sí misma, es decir, prescindir de su ser «con» y «para» los demás. Como el actuar moral del individuo se realiza en el cumplimiento del bien, así el actuar social alcanza su plenitud en la realización del bien común. El bien común se puede considerar como la dimensión social y comunitaria del bien moral. La responsabilidad de edificar el bien común compete, además de las

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la democracia, aunque sin duda expresa mejor la participación directa de los ciudadanos en las opciones políticas, [...]. Se trata de un principio sobre el que los católicos no pueden admitir componendas, pues de lo contrario se menoscabaría el testimonio de la fe cristiana en el mundo y la unidad y coherencia interior de los mismos fieles. [...] El respeto de la persona es, por lo demás, lo que hace posible la participación democrática. Como enseña el Concilio Vaticano II, la tutela «de los derechos de la persona es condición necesaria para que los ciudadanos, como individuos o como miembros de asociaciones, puedan participar activamente en la vida y en el gobierno de la cosa pública»” (Bertone, 2002)

personas particulares, también al Estado, porque el bien común es la razón de ser de la autoridad política. El Estado, en efecto, debe garantizar cohesión, unidad y organización a la sociedad civil de la que es expresión, de modo que se pueda lograr el bien común con la contribución de todos los ciudadanos. (...) En un Estado democrático, en el que las decisiones se toman ordinariamente por mayoría entre los representantes de la voluntad popular, aquellos a quienes compete la responsabilidad de gobierno están obligados a fomentar el bien común del país. “La Iglesia es consciente de que la vía de

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“La participación, se expresa, esencialmente, en una serie de actividades mediante las cuales el ciudadano, como individuo o asociado a otros, directamente o por medio de los propios representantes, contribuye a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece. La participación es un deber que todos han de cumplir conscientemente, [...] en modo responsable y con vistas al bien común. Somos propensos a juzgar el éxito por el indice de nuestros salarios o el tamaño de nuestros automóviles, en lugar de por la calidad de nuestro servicio y la relación con la humanidad” (M. luther king) De la mano de Dios, podemos construir un futuro mejor para nuestro país Sabemos que para crecer debemos ser


cada vez más competitivos y generar empleo de calidad para todos los peruanos sin distingo de edades y género. Por eso fomentamos el voto de conciencia y encomendamos a dios al gobernador para que nos guíe y haga del país, un lugar de paz y armonía. Cuando la acción política está relacionada con principios morales que no permiten derogaciones, excepciones o cualquier compromiso, el compromiso de los católicos se vuelve más obvio y responsable. De hecho, frente a estos requisitos morales básicos e inalienables, los creyentes deben saber que la naturaleza del orden moral está amenazada, que se relaciona con los intereses generales de las personas. Este es el caso de la ley civil sobre la eutanasia (que no debe confundirse con la crueldad de renunciar al tratamiento, que es moralmente legal), y el derecho básico a la vida debe protegerse desde su concepto hasta su duración natural.

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Repensar el Perú que queremos Queremos un Perú en el que todos los peruanos y peruanas puedan ser felices. Y entendemos la felicidad no como un momento o una experiencia aislada, sino como la búsqueda y el ejercicio constante de la libertad. Cada peruano y peruana es feliz, o encuentra su realización, en la medida en que es y hace lo que valora y que, a la vez, permite o procura el bien de su comunidad. “El Perú del Bicentenario, el Perú con que soñamos, necesita de un liderazgo político que inspire e impulse una reforma contundente del sistema educativo, [...] un auténtico cambio que otorgue a los jóvenes las herramientas para mejorar su rol de ciudadanos; una reforma que promueva mecanismos para que esos mismos jóvenes sean emprendedores y competitivos en el mercado laboral. (...) El Perú del Bicentenario no necesita políticos que antepongan sus intereses personales a los del país. Son múltiples las teorías e hipótesis desarrolladas para explicar por qué se ha menoscabado la oferta de políticos, pero lo que sí está claro es la necesidad de contar con una masa crítica Cortesía: Erik Chiri Jaime 68 de ciudadanos capaces, decentes y comprometidos con la nación que participen activamente en política.“ (Alva, 2012, p. 66) Este marco de tragedia, de luto y de dolor, tiene que ser una oportunidad para repensar el Perú que queremos. El pasado nos habla de nuestra identidad, de nuestras bases culturales, de nuestro pasado histórico. Y allí cabe la reflexión sobre un Perú que se sustenta en una historia milenaria y que en su periodo de mestizaje fue diseñando una fisonomía vigorosa. El presente nos plantea los retos que tenemos el deber histórico de asumir.

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El futuro nos hace mirar nuestros sueños y compromisos. Es imposible asumir compromisos que involucren nuestras voluntades, si no se plantan sueños que despiertan nuestra ilusión y nuestra esperanza. Eso paraliza todo proceso histórico de desarrollo y engrandecimiento patrio. (...) Enfrentarse con coraje y decisión al reto de construir un Perú libre del flagelo de la corrupción, del egoísmo, de la delincuencia. “La construcción de infraestructura sostenible también será un pilar de nuestra gestión. Hay mucho por hacer en nuestro país, con el fin de hacerlo más competitivo económicamente, y más justo en su distribución regional, en Costa, Sierra y Selva. Más aún cuando tenemos una reconstrucción pendiente, y es urgente emprender y cumplir con cada uno de los damnificados.” (Paz, 2021) La religión ha cumplido un papel importante en el desarrollo de la humanidad ya que siempre estuvo ligada al desarrollo moral de la persona dirigiendo así el rumbo de sus acciones; los aportes de la religión se aprecian en la literatura y filosofía, las ciencias y el desarrollo del potencial humano en general. (...) Como se puede apreciar, la religión es una herramienta formal para acercar el hombre a Dios, y tomada sin fanatismos y con tolerancia contribuye al desarrollo integral y a la sana convivencia entre seres humanos. Nuestro compromiso personal es conocer la religión a la que pertenecemos, participar así con convección desde una transformación constante de vida.

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Políticas divinas: El Perú necesita líderes con vocación de servicio Una frase muy conocida de Gandhi dice: “Los que dicen que la religión no tiene nada que ver con la política, no saben lo que es la religión.” ¿Qué pensarías si te decimos que no estás cumpliendo con tu deber como cristiano? ¿Si no estás cumpliendo con lo que Dios manda? Quizá te asustaras y te preguntarás el porqué de estas acusaciones. Actualmente nuestro país está pasando por una situación preocupante, nos encontramos postrados en un estado lamentable, pues a raíz del proceso electoral dado este presente año se pudo deducir que la mayoría de la población peruana no se informa antes de dar su voto, esto sin contar a los distintos candidatos a la política que se ve sumergidos en distintos escándalos y aquellos que han sido ya gobernantes de nuestro país engañando al Perú entero, haciéndolos creer en sus promesas. ¿Qué está pasando con los peruanos? ¿Por qué no cumplimos con los valores que Dios nos otorgó? ¿Haciendo esto lo estamos traicionando? Los ciudadanos requieren la más completa autonomía para sus propias preferencias morales, y por otra parte, los legisladores creen que respetan esa libertad formulando leyes que prescinden de los principios de la ética natural, limitándose a la condescendencia con ciertas orientaciones culturales o morales transitorias, como si todas las posibles concepciones de la vida tuvieran igual

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valor. Al mismo tiempo, invocan engañosamente la tolerancia. Sin embargo, la Iglesia tiene el derecho y el deber de pronunciar juicios morales sobre realidades temporales cuando lo exija la fe o la ley moral, el cristiano está llamado hacer partícipe y decidir entre lo moral, y lo nocivo, con fundamentos verdaderos y sólidos, esto es, de principios éticos para la vida democrática. “… la buena política está al servicio de la paz, respeta y promueve los derechos humanos fundamentales, que son igualmente deberes recíprocos, de modo que se cree entre las generaciones presentes y futuras un vínculo de confianza y gratitud”. (Papa Francisco, 2019) La vía de la democracia, aunque sin duda expresa mejor la participación directa de los ciudadanos en las opciones políticas, sólo se hace posible en la medida en que se funda sobre una recta concepción de la persona. Se trata de un principio sobre el que los católicos no pueden admitir arreglos ni ningún tipo de soborno ni corrupción, pues de lo contrario se menoscabaría el testimonio de la fe cristiana en el mundo y la unidad y coherencia interior de los mismos fieles. El respeto de la persona es lo que hace posible la participación democrática. Como enseña el Concilio Vaticano II, la tutela «de los derechos de la persona es condición necesaria para que los ciudadanos, como individuos o como miembros de asociaciones, puedan participar activamente en la vida y en el gobierno de la cosa pública». Los gobernantes y la mayoría de candidatos en la actualidad no cumplen con los valores que Dios nos ha dado como la honestidad, el respeto, la integridad de las personas, la veracidad, la transparencia, el bien común entre otros. Hoy en día se ven envueltos en prácticas corruptas electorales como el soborno de votantes, la obtención de fondos de campaña mediante promesas de beneficios ilegales como recompensa a los donadores, sobornar a los candidatos opositores para que se retiren de la

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contienda y un manejo encubierto de los gastos de campaña para poder exceder los límites. Tratan de hacer cualquier cosa con tal de retener u obtener el control del Estado, en beneficio de sus intereses económicos particulares e intereses partidistas. Como consecuencia, traen la posibilidad de que los sistemas permitan el voto a personas sobre el voto a partidos favoreciendo el triunfo de los políticos corruptos, y haciendo que estos puedan incurrir en prácticas indebidas. Otra de las consecuencias que traería sería favorecer vínculos particularistas entre votantes y políticos, y a aumentar considerablemente el costo de las campañas, la corrupción tienden a hacer a los políticos más dependientes del dinero y del clientelismo, y a los electores a dejar de evaluar en términos generales la eficacia en la provisión de bienes públicos y a centrarse en los beneficios de retribuciones particularistas, la consecuencia más grande es que el país no avanza, no crece sigue manteniendo en el subdesarrollo y traicionamos y desobedecemos con estas prácticas injustas a Dios nuestro Padre. “Los cristianos no podemos lavarnos las manos, debemos meternos en política porque la política es una de las formas más altas de la caridad ya que busca el bien común”. Sabia frase del Papa Francisco, que nos invita a involucrarnos en la política aunque ésta sea “demasiado sucia". Podemos concluir que, La Iglesia se ha confrontado con diversas concepciones de la autoridad, teniendo siempre cuidado de defender y proponer un modelo fundado en la naturaleza social de las personas, ya que, como Dios

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ha creado a los hombres sociales por naturaleza y ninguna sociedad puede conservarse sin un jefe supremo que mueva a todos y a cada uno con un mismo impulso eficaz, encaminado al bien común, resulta necesaria en toda sociedad humana una autoridad que la dirija; una autoridad que, como la misma sociedad, surge y deriva de la naturaleza, y, por tanto, del mismo Dios, que es su autor. “El Perú necesita líderes resonantes, que sean comprometidos, más humanos, que obren por el bien común y generen nuevos liderazgos que aporten al país.” (García, 2021).


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El Magisterio de la Iglesia y sus documentos importantes ¿Por qué es considerado el Magisterio y los documentos de la iglesia importantes para los católicos? El Papa y los obispos tienen la autoridad y la gracia para conservar, predicar e interpretar la Palabra de Dios. A esta tarea, exclusiva del Papa y los obispos, se le llama Magisterio de la Iglesia. “El Magisterio de la Iglesia siempre ha sido motivo de polémica, como lo fue la Iglesia misma, y el propio Cristo, mientras vivió en el mundo. Pero en la actualidad, se acentúa este problema por la crisis general de la era moderna, en la que se rechaza toda manifestación de una autoridad que no se haya elegido” (Catholic.net, 2021) El Concilio Vaticano II definió a la Iglesia “como un sacramento”; esta frase no pretende afirmar que se añade a los siete sacramentos conocidos uno más. Se trata de argumentar que, así como los sacramentos son instrumentos de Cristo para distribuir su gracia entre los hombres, la Iglesia es una institución que sirve a Cristo como instrumento para realizar la salvación de los hombres (Catholic.net, 2021)

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Importancia del Magisterio de la Iglesia “El magisterio de la iglesia es importante pues posee la autoridad que le da ser sucesores de los Apóstoles para enseñar la fe bajo la autoridad del Sumo Pontífice, sucesor de Pedro, Vicario de Cristo y cabeza visible de la Iglesia católica. El magisterio incluye la enseñanza de la doctrina, la moral y las costumbres” (Magisterio y Teología, 1975)


Objetivo del Magisterio de la Iglesia La palabra Magisterio se deriva de la misión que tiene la Iglesia de ser Maestra de los hombres. La Iglesia es la encargada de proteger a todo el Pueblo de Dios de las desviaciones y de los fallos, y de garantizar una profesión sin error de la fe auténtica. El oficio del Magisterio está encaminado a velar para que el Pueblo de Dios permanezca en la Verdad. Además, es el oficio conferido por Cristo a los Apóstoles y a sus sucesores de custodiar, interpretar y proponer la verdad revelada con su autoridad y en su nombre, y el conjunto de enseñanzas dadas en el ejercicio de ese oficio. Se caracteriza por ser auténtico, porque ha sido instituido por Cristo, y vivo, porque tiene la

permanente asistencia del Espíritu Santo. (Const. Ap. Lumen gentium 25; CIC cc. 749-753; Motu proprio “Ad tuendam fidem”, 1998) La función magisterial corresponde a quienes están autorizados para enseñar públicamente en nombre de Cristo y de la Iglesia, es decir, los ministros sagrados legitimados por el ordenamiento. La recepción de las enseñanzas del magisterio por los fieles dependerá de la medida en que esté implicada su autoridad y del objeto propio de sus intervenciones. Al magisterio infalible en doctrina de fe divina y católica se pide al fiel adhesión de fe teologal, que se basa en la fe en la autoridad de la palabra de Dios que revela; al magisterio que enseña de manera definitiva se pide abrazar y retener firmemente esas proposiciones; al magisterio auténtico no infalible se pide un asentimiento religioso de la voluntad y de la inteligencia. (Magisterio y Teología, 1975) Sus principales documentos El Catecismo Católico: Es motivo de gran alegría la publicación de la edición típica latina del Catecismo de la Iglesia Católica, que apruebo y promulgó con esta Carta apostólica, y que se convierte así en el texto definitivo de dicho Catecismo. El código de Derecho Canónico: El Código, ordinariamente, no determina los ritos que han de observarse en la celebración de las acciones litúrgicas; por tanto, las leyes litúrgicas vigentes

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hasta ahora conservan su fuerza salvo cuando alguna de ellas sea contraria a los cánones del Código. El Denzinger: Esta 45ª edición del «Denzinger», actualizada por el profesor Hünermann, se han añadido los documentos doctrinales de la Iglesia hasta el fin del pontificado de Benedicto XVI y el inicio del Papa Francisco hasta el 2013. Acta Apostolicae Sedis (AAS): Es el boletín oficial de la Santa sede, en el que publican los decretos legales y las enseñanzas autorizadas.

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Entre los documentos importantes destacan los documentos pontificios: 1- Cartas Encíclicas (D): Según Catholic Net (2021) Tienen el valor de enseñanza dirigida a la Iglesia Universal. Sin embargo, cuando tratan con cuestiones sociales, económicas o políticas, son dirigidas comúnmente no sólo a los católicos, sino a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Esta práctica la inició el Papa Juan XXIII con su encíclica Pacem in terris (1963). 2- Epístola Encíclica (D): “Difiere muy poco de las cartas encíclicas. Las epístolas son poco frecuentes y se dirigen primariamente a dar instrucciones en referencia a alguna devoción o necesidad especial de la Santa Sede. Por ejemplo: algún evento especial, como el Año Santo” (Catholic net, 2021) 3- Constitución Apostólica (M): “Estos documentos son la forma más común en la que el Papa ejerce su autoridad "Petrina", Tratan de la mayoría de los asuntos doctrinales, disciplinares y administrativos. dichas constituciones enuncian normas legales y continúan siendo principalmente documentos legislativos pertenecen al magisterio ordinario del Papa” (Catholic net, 2021)

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4- Exhortación Apostólica (M): “Estos documentos generalmente se promulgan después de la reunión de un Sínodo de Obispos o por otras razones. La exhortación apostólica es uno de los documentos oficiales elaborados por el Papa de la Iglesia católica” (Catholic net, 2021) 5- Cartas Apostólicas (E): “Son cartas dirigidas a grupos específicos de personas. Estas también pertenecen al Magisterio Ordinario” (Catholic net, 2021) 6- Bulas (E): “La bula era inicialmente un tipo de plato redondo con forma de disco que se aplicaba a los sellos metálicos que acompañaban ciertos documentos papales o reales. La bula tiene una inscripción en la cual el Papa utiliza el título Episcopus Servus Servorum Dei (El Siervo de los Siervos de Dios). Este título fue adoptado muy probablemente por el Papa San Gregorio I” (Catholic net, 2021) 7. Motu Proprio (G): Según Catholic Net (2021) Son documentos papales que contienen las palabras "Motu proprio et certa scientia". Significa que dichos documentos están escritos por la iniciativa personal del Santo Padre y con su propia autoridad. El Papa trata cuestiones sociales, económicas y políticas específicas con el propósito de derramar sobre las mismas la luz del Evangelio. Aparte de ciertos principios morales, también recomiendan formas de acción práctica. Estas últimas merecen respetuosa consideración, pero no llaman al ejercicio del asentimiento religioso de la misma manera que lo exige la enseñanza en fe y moral.

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Uno de los documentos que nos llamó la atención es: Evangelium Vitae: El Evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús. Acogido con amor cada día por la Iglesia, es anunciado con intrépida fidelidad como buena noticia a los hombres de todas las épocas y culturas.La Iglesia sabe que este Evangelio de la vida, recibido de su Señor, tiene un eco profundo y persuasivo en el corazón de cada persona, creyente e incluso no creyente, porque, superando infinitamente sus expectativas, se ajusta a ella de modo sorprendente. El Magisterio de la Iglesia es un tema de gran importancia para todos los católicos y creyentes, ya que busca a través de distintos documentos, poder guiar al pueblo de Dios y velar para que esas almas no se pierdan. Indicando en nosotros esa necesidad de creer, que se manifiestan en los dogmas, que están enunciados en los símbolos de la fe.

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El Magisterio de la Iglesia y su importancia para los católicos Queridas compañeras de estudio, en el presente trabajo hablaremos sobre uno de los temas más importantes para nosotros los católicos. El Papa y los obispos tienen la autoridad y la gracia para conservar, predicar e interpretar la Palabra de Dios. Para cumplir este servicio, Cristo les ha dado a los pastores el carisma de infalibilidad en cuestiones de fe y de costumbres. Esto significa que, por la ayuda especial que tienen del Espíritu Santo, el Papa y los obispos en comunión con él, no pueden equivocarse cuando dicen algo en materia de fe o de moral. Las pruebas de la Verdad que transmite la Iglesia están en la Revelación, conformada por las Sagradas Escrituras y la Tradición. A continuación, hablaremos sobre el ”El Magisterio de la Iglesia y sus documentos importantes”, con la finalidad de dar a conocer la gran influencia y gran labor que cumplen con toda la población. “Por lo cual no podrían salvarse aquellos hombres que, conociendo que la Iglesia católica fue instituida por Dios a través de Jesucristo como necesaria, sin embargo, se negasen a entrar o a perseverar en ella.” (Lumen Gentium, p. l4) La iglesia es muy importante en nuestra sociedad, predica la palabra de Cristo y sirve de instrumento para realizar la salvación del hombre.

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La autoridad, el Papa, y los obispos en comunión con él, interpretan y enseñan la revelación que corresponde a la auténtica fe cristiana.

La constitución dogmática, del concilio vaticano segundo nos dice que la revelación puede ser de 2 formas, la Sagrada escritura, que es la revelación consignada en libros de la biblia que no se modifican o cambian; y, la tradición viva de la Iglesia, que nos Muestra la vida cotidiana de la iglesia y lo que el señor va revelando en cada acontecimiento de nuestra historia. Pero... ¿Quiénes son los encargados de cuidar el depósito de nuestra fe? Jesus, como eterno pastor, designa a los auténticos intérpretes de la fe que se encargan de mostrarnos cómo entender los textos de la sagrada escritura, el papa como sucesor de Pedro y los obispos. Nos damos cuenta que los obispos, sucesores de los apóstoles, pueden darnos la interpretación científica que estamos buscando, no solo nos dieron una frase o textos, ellos mientras que estuvieron en vida nos ayudaron a comprender qué es lo que se decía en la sagrada escritura. El Magisterio es el encargado de guiar al pueblo de dios y de velar para que esas almas no se pierdan. Además, indica en nosotros esa necesidad de creer, que se manifiestan en los dogmas, que están enunciados en los símbolos de la fe. Es por ello su importancia, ya que busca lograr la recta interpretación del depósito de la fe para que llegue la salvación de Dios hasta el confín de la tierra. Cabe resaltar que el magisterio no está por encima de la revelación, sino al servicio de ella, se trata de una inmensa obra de caridad y de que a cada persona le llegue íntegro, completo y bello el depósito de la fe.

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Tampoco está sobre la palabra de Dios, sino, le sirve, y le enseña lo que le ha sido confiado por mandato divino y con la asistencia del espíritu santo. La Iglesia la oye, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad. Está más que claro la ardua labor del Magisterio de la Iglesia con todos los fieles y seguidores de Jesucristo, pero ella, cuenta también con cartas, que expresan su enseñanza en materia de gran importancia, y documentos importantes como el Catecismo, que es el manual oficial de la iglesia con el que la gente que está dispuesta a creer y puede conocer la fe comprometida de la ella; también, documentos como el Denzinger, las actas apostólicas y código derecho canónico, que es un instrumento eficaz con el que la Iglesia pueda perfeccionarse, se encarga de redimir a todos los hombres en torno al Misterio de Dios y que está al servicio del bienestar de ellos, todos ellos, tienen un gran valor y significado para los creyentes transmitiendo su enseñanza de la doctrina social o teológica.

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Finalmente, puede decirse que a lo largo de 20 siglos, la Iglesia ha testimoniado y ha proclamado de diversas maneras y con diversas intensidades la unidad establecida por Jesucristo entre al amor al prójimo y el amor a Dios. Coherentes con la enseñanza de Jesús, los documentos de la Iglesia nos hablan del modelo de la convivencia que basa en el respeto y promoción del ser humano; nos enseñan a vivir fraternalmente de acuerdo al Evangelio, cumpliendo con las exigencias cotidianas del gran mandamiento del amor.

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Fratelli Tutti: Encíclica social y de aporte para la reflexión Desde las primeras páginas, el Santo Padre nos dice que su intención con esta encíclica no es resumir la doctrina sobre el amor fraterno, “sino detenerse en su dimensión universal, en su apertura a todos”. “Fratelli tutti” es, asegura el Papa, una encíclica social y un aporte a la reflexión para que, frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras. “Si bien la escribí desde mis convicciones cristianas, que me alientan y me nutren, he procurado hacerlo de tal manera que la reflexión se abra al diálogo con todas las personas de buena voluntad" Las sombras de un mundo cerrado El Papa Francisco alerta que, los pasos que la humanidad había dado en las últimas décadas hacia diversas formas de integración, parecen estar quedándose atrás, con el regreso de conflictos anacrónicos que parecían superados y nacionalismos cerrados y agresivos. El Papa hace un recuento de las amenazas como la pérdida de algunos

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valores, la polarización política, la imposición de un modelo cultural único, la cultura del descarte que afecta principalmente a los no nacidos y a los ancianos, la inequidad que favorece el crecimiento de la pobreza, las diversas

formas de injusticia, la esclavitud moderna, guerras, atentados, persecuciones por motivos raciales o religiosos, la globalización sin rumbo, la pandemia, la desinformación y la amenaza a los migrantes. El Papa lamenta cómo la humanidad ha crecido en distintos aspectos, “pero somos analfabetos en acompañar, cuidar y sostener a los más frágiles y débiles de nuestras sociedades desarrolladas. Nos acostumbramos a mirar para el costado, a pasar de lado, a ignorar las situaciones hasta que estas nos golpean directamente”. “Para ello –agrega- es importante que la catequesis y la predicación incluyan de modo más directo y claro el sentido social de la existencia, la dimensión fraterna de la espiritualidad, la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona y las motivaciones para amar y acoger a todos”. El Papa nos dice que un ser humano sólo se desarrolla plenamente en la entrega sincera a los demás, pero no sólo con nuestra familia o amigos, pues “grupos cerrados y las parejas autorreferenciales, que se constituyen en un ‘nosotros’ contra todo el mundo, suelen ser formas idealizadas de egoísmo y de mera autopreservación”. Ante los creyentes que piensan que su grandeza está en la imposición de ideologías al resto, en la defensa violenta de la verdad o en grandes demostraciones de fortaleza, el Papa les dice: Todos los creyentes necesitamos reconocer esto: “lo primero es el amor, lo que nunca debe estar en riesgo es el amor, el mayor peligro es no amar”.

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No se trata; dice el Papa, del falso universalismo de quien necesita viajar constantemente porque no soporta ni ama a su propio pueblo, o del universalismo autoritario y abstracto, planeado por algunos para homogeneizar, dominar y expoliar. En cambio, hace un llamado a promover el bien, para nosotros mismos y para toda la humanidad, [...]. “Si se acepta el gran principio de los derechos que brotan del solo hecho de poseer la inalienable dignidad humana, es posible aceptar el desafío de soñar y pensar en otra humanidad. Es posible anhelar un planeta que asegure tierra, techo y trabajo para todos”.

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y de crecer con dignidad, “pero mientras no haya serios avances en esta línea, nos corresponde respetar el derecho de todo ser humano de encontrar un lugar donde pueda no solamente satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia, sino también realizarse integralmente como persona” [...]. El Papa recuerda que los esfuerzos ante los migrantes se resumen en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar; y retoma el llamado a los jóvenes que hizo en la Exhortación Christus Vivit. [...] “Necesitamos desarrollar esta conciencia de que hoy o nos salvamos todos o no se salva nadie. La pobreza, la decadencia, los sufrimientos de un lugar de la tierra son un silencioso caldo de cultivo de problemas que finalmente afectarán a todo el planeta” [...]. Toda cultura sana – puntualiza el Papa-, es abierta y acogedora por naturaleza, de tal modo que una cultura sin valores universales no es una verdadera cultura.

Un corazón abierto al mundo entero El Papa también se centra en el problema migratorio. Es verdad, asegura, que lo ideal es que todas las personas encuentren en sus países de origen la posibilidad efectiva de vivir

La mejor política “Para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial, capaz de realizar la fraternidad a partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social, hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común” [...]. El Papa denuncia que la forma actual de hacer política suele no incorporar a los débiles y no respetar la diversidad cultural. En concreto, critica al populismo —entendido como “la habilidad de alguien para cautivar en orden a instrumentalizar políticamente la cultura del pueblo, con cualquier signo ideológico, al servicio de su proyecto personal y de su perpetuación en el poder” [...] y el “dogma de fe neoliberal” [...], pues asegura que el mercado por sí mismo no resuelve todo.

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Asegura que la buena política está basada en el amor, la caridad, la solidaridad y la subsidiariedad, pues una visión que supera toda visión individualista nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar el bienestar de todas las personas. El diálogo es el primer paso para acercarnos, expresarnos, conocernos, tratar de comprendernos y buscar puntos de contacto. Sin embargo, el Papa asegura que no debemos confundir el diálogo con “un febril intercambio de opiniones en las redes sociales, muchas veces orientado por información mediática no siempre confiable” [...]. El auténtico diálogo social supone la capacidad de respetar el punto de vista del otro aceptando la posibilidad de que encierre algunas convicciones o intereses legítimos. No obstante, el Pontífice advierte de los riesgos del relativismo que, disfrazado de tolerancia, [...]. El Papa Francisco propone cambiar la “falsa tolerancia” por un “realismo dialogante”, donde podemos ser fieles a nuestros principios, pero reconociendo que el otro también tiene el derecho de tratar de ser fiel a los suyos. Esto será posible si practicamos la amabilidad, pues ésta facilita “la búsqueda de consensos y abre caminos donde la exasperación destruye todos los puentes” [...]. El Pontífice recuerda en esta encíclica que el proceso de paz es un compromiso constante en el tiempo. “Es un trabajo paciente que busca la verdad y la justicia, que honra la memoria de las víctimas y que se abre, paso a paso, a una esperanza común, más fuerte que la venganza” [...]. Y para este proceso es indispensable la transparencia y la preservación de la memoria histórica, pues “la verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia” [...].

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Asegura que la buena política está basada en el amor, la caridad, la solidaridad y la subsidiariedad, pues una visión que supera toda visión individualista nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar el bienestar de todas las personas. El Papa Francisco propone cambiar la “falsa tolerancia” por un “realismo dialogante”, donde podemos ser fieles a nuestros principios, pero reconociendo que el otro también tiene el derecho de tratar de ser fiel a los suyos. Esto será posible si practicamos la amabilidad, pues ésta facilita “la búsqueda de consensos y abre caminos donde la exasperación destruye todos los puentes” [...]. El Pontífice recuerda en esta encíclica que el proceso de paz es un compromiso constante en el tiempo. “Es un trabajo paciente que busca la verdad y la justicia, que honra la memoria de las víctimas y que se abre, paso a paso, a una esperanza común, más fuerte que la venganza” [...]. Y para este proceso es indispensable la transparencia y la preservación de la memoria histórica, pues “la verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia” [...]. El Papa también habla de la guerra, a la que califica como una amenaza constante, lejos de ser un fantasma del pasado. Asegura que no es posible sostener el concepto de “guerra justa” y hace un llamado a la eliminación total de las armas nucleares y propone usar ese dinero para acabar de una vez con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres. Sobre la pena de muerte, “El firme rechazo de la pena de muerte muestra hasta qué punto es posible

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reconocer la inalienable dignidad de todo ser humano y aceptar que tenga un lugar en este universo. Ya que, si no se lo niego al peor de los criminales, no se lo negaré a nadie, daré a todos la posibilidad de compartir conmigo este planeta a pesar de lo que pueda separarnos” [...], escribe el Papa. El Santo Padre asegura que las distintas religiones, a partir de la valoración de cada persona humana como criatura llamada a ser hijo o hija de Dios, ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia en la sociedad. Hace también un llamado al respeto de la libertad religiosa. Esa libertad proclama que podemos encontrar un buen acuerdo entre culturas y religiones diferentes. Sobre la violencia y el terrorismo religioso, el Santo Padre advirtió que “el culto a Dios sincero y humilde no lleva a la discriminación, al odio y la violencia, sino al respeto de la sacralidad de la vida, al respeto de la dignidad y la libertad de los demás, y al compromiso amoroso por todos” [...]. Casi al final del capítulo, el Papa retoma su llamado a difundir la cultura de la tolerancia, la convivencia y de paz que plasmó en el Documento sobre la hermandad humana por la paz mundial y la convivencia común. Al igual que cada una de las encíclicas y documentos episcopales, “Fratelli tutti” nos invita tener en cuenta seriamente lo que realmente dice, y la forma en la cual lo dice, en vez de hacer caso a las perspectivas de los críticos. La encíclica está redactada de forma ecuménica en cuanto el escrito y el tono, que puede molestar a ciertos lectores.

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Pero, pese a todo, la encíclica muestra una “nueva visión” de la interacción humana a partir de un criterio de hoy y al mismo instante aspira al renacimiento de una apreciación mundial nueva de fraternidad humana y amistad social en nuestro mundo basada en el recíproco respeto que está al reconocer la “dignidad intrínseca de cada ser humano”. [...] En resumen, la nueva encíclica, fraguada previo a la enfermedad pandémica,sin embargo, pensada en el entorno de esta, es una invitación a tener un corazón abierto que sea capaz de albergar la fraternidad y la amistad social como vehículos para la reconfiguración de un mundo nuevo y de construcciones sociales y políticas más humanas y justas donde nadie quede excluido. En un momento de nuestra historia en que la pandemia del COVID haya afectado a millones de personas de por todo el mundo resultando en el “distanciamiento social” entre todos; cuando la indiferencia ante la vida humana desde la concepción a la muerte natural no es solamente común sino legal; cuando abundan las tensiones económicas, políticas raciales,creando aún más división entre nosotros, el mensaje del Santo Padre es sumamente necesario,convincente y bienvenido a reflexionar.

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Fratelli Tutti, la encíclica social del Papa Francisco En Octubre del 2020 el Papa Francisco publicó una carta encíclica titulada Fratelli Tutti, dedicada a la fraternidad y la amistad social. Fratelli tutti significa "Hermanos todos", esta era una expresión que utilizaba San Francisco de Asis para dirigirse a cualquier tipo de personas, aunque su traducción dice "hermanos", no debe entenderse solamente desde el punto de vista masculino, ya que se trata de un llamado mundial e incluye a toda la humanidad. Tiene una extensión de 287 puntos dividida en una introducción y ocho capítulos de diferente longitud, concluyendo con una oración dirigida al creador y la otra de carácter ecuménico. El documento fue firmado en la tumba de San Francisco de Asís en la víspera de la fiesta de este santo. De la introducción podemos rescatar diferentes aspectos muy interesantes, al igual que ocurrió con la anterior encíclica titulada Laudato Si y dedicada al cuidado de la casa común, el Papa Francisco recurre a la figura de San Francisco de Asís como modelo e inspiración para la redacción del texto. La encíclica Fratelli Tutti, promueve la convivencia fraterna y amistad social, donde el Papa Francisco señala que, en la manera en la cual actuamos los unos con los otros y nuestro compromiso para con la sociedad, podremos construir un mundo mejor. Todos somos hermanos, y dicha fraternidad no solo debe promoverse con palabras, sino con

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hechos; hechos que se concretan en la mejor política, aquella que no está sujeta a los intereses de las finanzas, sino al servicio del bien común, capaz de poner en el centro la dignidad de cada ser humano y asegurar el trabajo a todos, para que cada uno pueda desarrollar sus propias capacidades.


Una política que, lejos de los populismos, sepa encontrar soluciones a lo que atenta contra los derechos humanos fundamentales y que esté dirigida a eliminar definitivamente el hambre y la trata. Al mismo tiempo, el Papa Francisco subraya que un mundo más justo se logra promoviendo la paz, que no es sólo la ausencia de guerra, sino una verdadera obra “artesanal” que implica a todos. Ligadas a la verdad, la paz y la reconciliación deben ser “proactivas”, apuntando a la justicia a través del

diálogo, en nombre del desarrollo recíproco. De ahí deriva la condena del Pontífice a la guerra, “negación de todos los derechos” y que ya no es concebible, ni siquiera en una hipotética forma “justa”, porque las armas nucleares, químicas y biológicas tienen enormes repercusiones en los civiles inocentes. También es fuerte el rechazo de la pena de muerte, definida como “inadmisible” porque “siempre será un crimen matar a un hombre”, y central es la llamada al perdón, conectada al concepto de memoria y justicia: perdonar no

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significa olvidar, escribe el Pontífice, ni renunciar a defender los propios derechos para salvaguardar la propia dignidad, un don de Dios. En el trasfondo de la Encíclica está la pandemia de Covid-19 que revela Francisco: “cuando estaba redactando esta carta, irrumpió de manera inesperada”. Sin embargo, la emergencia sanitaria mundial ha servido para demostrar que “nadie se salva solo” y que ha llegado el momento de que “soñemos como una única humanidad” en la que todos “somos hermanos” La “fraternidad y amistad social”, los temas centrales de este documento del papa, son un mandato del Evangelio ; la ‘alegría del Evangelio’, y la voluntad de Dios por el pueblo que ha creado y hecho suyo. Esta tercera encíclica está dirigida hacia nosotros, nos invita a reflexionar, a pesar de los diversos problemas como el que pasamos el año pasado y seguimos pasando con la pandemia del COVID-19, que nos marca significativamente, y que ha afectado a millones de personas en todo el mundo; la indiferencia ante la vida humana desde el inicio, la muerte no solamente común sino legal; cuando abundan las tensiones económicas, políticas y raciales, y como también problemas personales de cada persona. Para todo esto el mensaje del Santo Padre es necesario, convincente y bienvenido que llega con propósito de leer para ser capaces de reaccionar a un nuevo sueño de fraternidad y amistad social, que no quede solo en palabras, sino que reaccionemos, compartamos y accionemos para compartir esta encíclica maravillosa tanto oralmente como activamente en la sociedad.

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Carta Apostólica: Patris Corde La Carta Apostólica Patris Corde (Corazón de padre) es un documento pontificio que fue escrito por el Papa Francisco, [...] y publicado el 8 de diciembre del 2020. Con esta Carta, el Pontífice recordó el 150 aniversario de la declaración de san José como Patrono de la Iglesia Universal y, con motivo de esta ocasión, declaró que hasta el 8 de diciembre del 2021, se celebrará un año dedicado especialmente a él. El Papa Franciso ofrece en este documento algunas reflexiones personales sobre la “figura extraordinaria” de san José, “tan cercana a nuestra condición humana”. (...) En la Carta Apostólica, el Pontífice destaca que estuvo “siempre dispuesto a hacer la voluntad de Dios manifestada en su ley y a través de los cuatro sueños que tuvo”. Subraya también que “tuvo la valentía de asumir la paternidad legal de Jesús, a quien dio el nombre que le reveló el ángel”. (ACI Prensa, 2020) El Papa Francisco en su Carta Apostólica habla sobre cómo él es un padre amado, padre en la ternura, padre en la obediencia, padre en la acogida, padre de la valentía creativa, padre trabajador y padre en la sombra. Padre amado: Francisco subraya que “la grandeza de san José consiste en el hecho de que fue el esposo de María y el padre de Jesús”. San José es un padre que

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siempre ha sido amado por el pueblo cristiano. Muchos santos y santas le tuvieron una gran devoción, entre ellos Teresa de Ávila, quien lo tomó como abogado e intercesor, encomendándose mucho a él y recibiendo todas las gracias que le pedía.(Vásconez, 2021) Padre de la ternura: Según enseña Francisco en esta Carta Apostólica, “Jesús vio la ternura de Dios en José”. Nos enseña que “en medio de las tormentas de la vida, no debemos tener miedo de ceder a Dios el timón de nuestra barca. A veces, nosotros quisiéramos tener todo bajo control, pero Él tiene siempre una mirada más amplia”. (Pérez, 2021) Padre de la obediencia: Dios le reveló a San José sus designios y lo hizo a través de sueños, con tan solo saber lo que Dios quería, lo hizo sin duda. José estaba muy angustiado por el embarazo incomprensible de María, pero con la obediencia superó su drama y la salvó. (Suzuki, 2021) Padre en la acogida: José, asume la responsabilidad y se reconcilia con su propia historia. Acogió a María sin poner condiciones previas y confió en las palabras del ángel. Este ejemplo de acogida invita a acoger a los demás, sin exclusiones, tal y como son, con preferencia por los débiles, porque Dios elige lo que es débil. (ACI Prensa, 2020) Padre de la Valentía Creativa: La Sagrada Familia encontró dificultades y afrontó problemas concretos. La valentía creativa de San José, aquella que surge en las dificultades y que da lugar a recursos inesperados en el hombre.

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"El carpintero de Nazaret sabía transformar un problema en una oportunidad, anteponiendo siempre la confianza en la Providencia". (Francisco, 2020) Padre trabajador: San José era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia. De él, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo. El Papa Francisco recordó que todos “estamos llamados a valorar el trabajo”, y reiteró que “la sociedad debe comprender que el ser humano es el verdadero fundamento del trabajo”. (2020) Padre en la sombra: José es la sombra del Padre Celestial en la tierra, porque auxilia, protege y no se aparta jamás del lado de Jesús para seguir sus pasos. (ACI Prensa, 2020). Por lo tanto, es un padre porque no solo se define a sí mismo como un padre, sino que se define a sí mismo aceptando al Hijo de Dios. (Patrignani, 2020) El Papa hace recordar en su carta que desde la época de la primera Encíclica social, la Rerum novarum de León XIII, se destaca el trabajo como una característica fundamental del santo. San José, padre adoptivo de Jesús, es también un padre para todos los católicos, él enseña a tener fe en Dios. Además, de él fue quién Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa poder comer con trabajo propio. José es un modelo de creyente fiel porque supo identificar y cumplir la voluntad de Dios. (Pérez, 2021) Este año, se hace un llamado a imitar las virtudes que tuvo el esposo de la Virgen María. A pesar de las dificultades que se pueda tener en la vida, san José muestra que en medio de las tormentas, no se debe tener miedo de darle a Dios las riendas de la vida.

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Un año para encontrarnos con el corazón de un padre Como sabemos, san José es una figura trascendental para todos nosotros, él tuvo la valentía de asumir la paternidad legal de Jesús siendo un hombre virtuoso, y es precisamente de él de quién habla la reciente Carta Apostólica Patris Corde (Corazón de padre). Mediante este documento, el Papa Francisco nos comenta acerca de la extraordinaria figura que representa san José para todos nosotros. En esta carta el Pontífice nos invita a reflexionar y profundizar sobre un padre que nos guía y enseña con su vida a mantener la fe en Dios. En el trasfondo de la Carta apostólica, está la pandemia de Covid-19 que escribe Francisco y nos ha hecho comprender la importancia de la gente común, de aquellos que, lejos del protagonismo, ejercen la paciencia e infunden esperanza cada día, sembrando la corresponsabilidad. Como lo fue san José, el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta. Sin embargo, el suyo es un protagonismo sin igual en la historia de la salvación.

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El ahora patrono de la iglesia, siempre fue amado por los creyentes, puesto que fue un padre ejemplar para Jesús, y a través de él pudo tener el amor y el cuidado de Dios. Además de que fue un padre amoroso, él también amaba a su familia y a su pueblo. José es el modelo de la paternidad. Su fe y obediencia a Dios inspiraron su devoción por la familia, vio a Jesús progresar día tras día “en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres” y siguió mirándolo con ojos de ternura, mostrando el amor que un padre le debe dar a su hijo. José al no cuestionar sobre las consecuencias que encontraría, por los sueños que se le presentaron a través de los cuales, Dios le transmitía sus órdenes, fue un gran ejemplo de padre obediente, él las cumplio tal y como Dios le ordenó, además le enseñó a Jesús a ser sumiso a sus padres. San José a lo largo de las diversas situaciones que ha enfrentado en su camino, se ha desenvuelto en muchos aspectos, como en el trabajo, en su familia y/o su vida cotidiana, aprendiendo así a acoger y a cumplir el don que Dios le dio. Así mismo, en la carta se destaca la valentía creativa de san José, la cual surge en las dificultades, donde nos enseña a acoger las cosas que suceden en la vida. Es por ello que Dios nos ha concedido la inteligencia y generosidad, la cual la hemos visto a montones en esta pandemia para ayudar a los más frágiles, a pesar de estas circunstancias debemos tener fe en la Providencia y cuidar de

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nuestro prójimo, tengamos la misma valentía de san José transformando un problema en una oportunidad. Por otro lado, el trabajo se convierte en ocasión de realización no sólo para uno mismo, sino sobre todo para nuestro núcleo original de la sociedad que es la familia. Una familia que carece de trabajo está más expuesta a dificultades, tensiones, fracturas e incluso a la desesperada y desesperante tentación de la disolución. La obra de san José nos recuerda que el mismo Dios hecho hombre nos enseñó el trabajo, por eso debemos aprender a valorar lo que nos da nuestra familia, porque ellos trabajan y dan todo de sí, para poder darnos lo mejor y que nunca nos falte el pan de cada día. El Papa Francisco nos deja en claro que estamos llamados a valorar el trabajo, necesitamos comprender que nosotros somos el verdadero fundamento del trabajo.

También la Iglesia de hoy en día necesita padres. Ser padre significa introducir al niño en la experiencia de la vida, en la realidad. No para retenerlo, no para encarcelarlo, no para poseerlo, sino para hacerlo capaz de elegir, de ser libre y de salir; sin embargo, actualmente en nuestra sociedad, los niños a menudo parecen no tener padres.

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En conclusión, mediante la Carta Apostólica Patris Corde, el Papa Francisco nos hace reflexionar acerca del amor, humildad, valentía, obediencia, sensatez y fe que siempre mostró san José. Este año dedicado a él, tengamos presente su figura como un modelo de creyente fiel que supo identificar y cumplir la voluntad del Señor. Recordemos siempre que después de María, Madre de Jesús, ningún santo ocupa tanto espacio en el Magisterio Pontificio como José, su esposo.

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CONCLUSIONES Frente a la tentación de la indiferencia y el estar solo, la doctrina social de la iglesia nos enseña que más allá de las diferencias nacionales, raciales, étnicas, culturales, lingüísticas, económicas e ideológicas, tenemos mucho más en común, somos hermanos y hermanas en una sola familia humana. La nueva encíclica Fratelli Tutti se basa en la fraternidad social, invitándonos a reconocernos como hijos e hijas de Dios, para lograr un emplazamiento urgente a la fraternidad y a la amistad social como medios de reconstrucción de un mundo herido. Como sabemos, San José es una figura trascendental para todos nosotros, él tuvo la valentía de asumir la paternidad legal de Jesús siendo un hombre virtuoso, y es precisamente de él de quién habla la reciente Carta Apostólica Patris Corde. Queremos un Perú en el que todos los peruanos y peruanas puedan ser felices. Cada peruano y peruana es feliz, o encuentra su realización, en la medida en que es y hace lo que valora y que, a la vez, permite o procura el bien de su comunidad. La religión es una herramienta formal para acercar el hombre a Dios, y tomada sin fanatismos y con tolerancia contribuye al desarrollo integral y a la sana convivencia entre seres humanos. Nuestro compromiso personal es conocer la religión a la que pertenecemos, participar así con convección desde una transformación constante de vida. Podemos decir que el Magisterio de la Iglesia nos enseña y ayuda a incrementar con autoridad a los fieles nuestra fe hacia Dios, para así poder mejorar nuestro estilo de vida siguiendo las enseñanzas de Jesús, a través de sus documentos emitidos por el papa Francisco.

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Podemos concluir diciendo que, gracias a los desarrollos de nuestros artículos informativos y de opinión, logramos nutrir nuestros conocimientos religiosos, y por consiguiente acercar nuestro corazón a la vida de Dios. Como personas parte de la sociedad que somos hemos interpretado los diferentes temas como un llamado al perdón, el cual tiene como base la verdad, ayudándonos a sanar heridas del pasado y evitar los mismos errores en el futuro.

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AGRADECIMIENTOS El aula de 5to “I” agradece en primer lugar a Dios, nuestro Padre Celestial, por el majestuoso sendero por el que nos guía día a días, por fortalecernos espiritualmente para empezar un camino de vida lleno de plenitud y éxito mutuo. De la misma manera queremos mostrar nuestras más sinceras acciones de agradecimiento a todas aquellas personas que estuvieron presentes en la realización de este logro grupal, logro que es muy importante para nosotras como aula unida y conjunto de enseñanza que somos. También, queremos agradecer todo su apoyo, sus palabras motivadoras, sus conocimientos, sus consejos y su dedicación a cada uno de nuestros maestros de enseñanza pura y diaria por esa motivación y entrega constante para/con nosotras, somos el alto reflejo del aprendizaje continuo y dedicado por el que marcan vidas y mentes en el ahora y siempre. Cada uno de sus conocimientos, sus guías de temas aprendidos y aplicados jugó un papel importante en la realización de este objetivo en común. También, no queremos dejar de agradecer a todo el grupo de compañeras, por la constante comunicación, aquella investigando ardua, lluvia de ideas, aportando cada una desde sus hogares con ideas inimaginables. Así también, queremos agradecer a nuestros padres y madres, que nos sirvieron de constate apoyo para lograr incentivarnos a continuar con este camino de aprendizaje. En la realización de este trabajo logramos darnos cuenta de las capacidades que poseemos, aprendimos, nos informamos e informamos a otros acerca de este tema que es de mucha importancia: “Los documentos del magisterio de la Iglesia en el año de San José”, donde les damos a conocer nuestras ideas y opiniones, lo que más nos impresionó de dicho tema.

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CRÉDITOS REDACCIÓN Coordinadoras y subcoordinadoras Ivette Bautista Quesquén Fátima Irigoin Larraín Gabriela Curo Díaz Mariana Ocampo Mesones Alana Ruiz Barriente Bryana Uyene Quesquén Karolina Salazar Castro Fiorella Goicochea Seminario Lucía Campos Jacinto REVISIÓN DE LOS ARTÍCULOS Secretarias Dayanne Chalas Mimbela Camila Caro Mayra María Fernanda Mil Astrid Zárate Amoretti Dayana Cortez Vera Yoselyn Mendoza Pupuche Valentina Raymundo Bravo EDICIÓN Y DISEÑO Diseñadoras y encargadas de logística Mariana Baca Yrigoin Marisela Chuquista Gutiérrez Sol Polo Murillo Evelyn Santamaría Gianelly Miñope Saavedra Naomy García Herreta Vania Montoya Tiparra

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ELABORACIÓN DEL ÍNDICE Moderadoras Guadalupe Verástegui Pacherrez María Anyelina Tineo Monteza Fernanda Mil Fátima Paico Ríos Darcy Eneque Sánchez


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