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Alondra: una niña con valor
Había una vez una niña llamada Alondra a la que le encantaba escribir. Ella tenía el amor de su familia que la cuidaba y la protegía. Por ser la más pequeña era muy apegada a su mamá, quien siempre le decía que tenía que ser una niña muy valiente y vencer sus temores ante cualquier situación que la vida le presentara.
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Cuando llegó la hora de ir por primera vez a la escuela no lloró, pues era una niña que tenía la confianza de que todo iba a estar bien, de tal modo que no tardó en adaptarse a sus compañeros y maestra; además recordaba que su mamá le decía: “Ahora que no está tu papá con nosotros, tu hermano, tú y yo tenemos que ser fuertes”.
Alondra era una niña curiosa, platicona y preguntona, pero si veía a su mamá platicando con otra persona, sabía que no podía interrumpir, aunque se mordiera la lengua por preguntar algo.
En clase, su maestra la describía como una niña trabajadora, responsable y solidaria con sus compañeritas y, si alguna no entendían algo, ahí estaba ella dispuesta a ayudarle.
Alondra entendía que ella y su hermano tenían el derecho y la obligación de ir a la escuela, y que siempre, según realizaran sus actividades o no, tendrían una recompensa o una reprimenda, porque habían aprendido que todo en la vida tiene consecuencias.
Cuando su papá estaba en casa, ella veía que junto con su mamá platicaban y decidían lo que convenía para estar mejor en familia.
Le emocionaba mucho saber que cualquier fin de semana irían a visitar a los abuelos, pues “Tita” cocinaba un pay de limón que le quedaba riquísimo, y “Tito” siempre tenía en la bolsa de su pantalón dulces que compartía con ella.
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Alondra se consideraba una niña feliz, que recibía mucho amor y que, por lo tanto, era capaz de darlo.
Alondra Zavala Dávalos Segundo grado de primaria Escuela Primaria “Niños Héroes” 11DPR0455B Valle de Santiago