Dichos por los susodichos - Opúsculo

Page 19

La traviesa Chilis Por Belen Aviles ¡Se llevaron a la Chilis!—. Entré gritando como alma que lleva el diablo a la casa. —Espérate, espérate, espérate ¿Cómo que se la llevaron? ¿Quién? —. Preguntó mi madre. —¡Si supiera, no estaría gritando, jefa! Lo que quiero decir es que fui a dejarle sus croquetitas como siempre y ya no está. —¿Pues qué esperas, niña? ¡Vamos a buscarla! —. Respondió mientras me empujaba hacia la puerta. Salimos a buscar a nuestra perrita, la Chilindrina o como le decimos de cariño, la Chilis. Queremos mucho a Chilis, aunque provenga de la calle; es muy graciosa y siempre me saluda al llegar a casa moviendo su cola. Después de un rato escuchamos gritar a Don Víctor, el carnicero. —¡Largo de aquí perra del demonio!, ¡que te vayas, te digo! Corrimos hechas la mocha hacia la carnicería y la encontramos debajo del mostrador mientras comía un pedazo de carne. Don Víctor, el carnicero, intentaba sacarla de ahí con una escoba. —Pero, Don Víctor, no sea así de salvaje, ¡deje a la pobre de Chilis!—. Le dijo mi madre. —Es la tercera vez en el mes que su perra se come mi mercancía ¡Ya llévesela! Amárrela o a ver qué hace— dijo Don Víctor mientras dejaba su escoba. Mi madre y yo agarramos a la Chilis, pagamos lo que la perrita se comió y salimos de la carnicería. Al llegar a casa la dejamos en el patio. Más tarde, mi madre dijo que tendríamos que mantenerla encerrada para que no volviera a pasar lo de hoy. Sin embargo, Chilis es traviesa y ni encontrando las esferas del dragón se quedaría quieta por un segundo.

Dichos por los susodichos

17


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.