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Los Moros ancestrales

Autor de texto y fotos: Chema Vicente Dibujos: Sergio Vicente.

Mi adolescencia y toda mi juventud me las pasé explorando y topografiando cuevas de la Montaña Leonesa con el GEM. -Grupo Espeleológico de Matallana-, de Matallana de Torío, León. Y como siempre he sido un "charlatán", pasaba las horas de descanso hablando con los pastores trashumantes o con los residentes de los pueblos cercanos. Ellos eran quienes nos informaban de las cuevas que conocían en el entorno y las citaban por su auténtico nombre. Si te gustaba charlar, seguías interrogándoles del porqué y del cómo de su nombre. Así conocí varias leyendas. Pero nunca me supieron explicar por qué en lugares remotísimos, donde apenas había pisado cristiano alguno, existían cuevas que se llamaban del "Moro".

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Los Moros, de Vega de Gordón -esta cueva la fundaron los moros, nos dijo una vaquera que bajaba del monte con la "vecera" , la del Moro, de Cabornera, o la del Moruquín, en el enriscado Valle del Marqués, de Rodillazo, son unos pocos ejemplos.

Ilustración 1. El arroyo del Valle del Marqués se cuela por la Cueva del Moruquín y atraviesa la montaña hasta salir en las Hoces de Vegacervera por la cueva inundada que la gente llama "El Pozo del Infierno" En invierno la entrada del Moruquín, se tapiza de una gruesa capa de hielo por la que es muy difícil avanzar sin crampones. Las goteras forman traslúcidas estalactitas y estalagmitas de hielo. Todo esto, unido al repentino vaho que se forma con el calor humano, redondea un paisaje muy fantasmagórico.

También conocí la existencia de fuentes de la Mora. Fuentes que siempre estaban inverosímilmente comunicadas con una sima cercana. Simas que en lenguaje llionés se dice Sil, palabra que, como Silo, proceden del latín sirus = profundo (sirus abyssi), siendo buenos ejemplos Sil de la Columbina, Sil de la Vallina Rubia, El Sil, La Silota...

Ahí sí que supieron darme la respuesta del porqué,

“Al parecer, hace muchísimos años, en este sil, se cayó una mora, y sus collares de coral, arrastrados por un río subterráneo, aparecieron por la Fuente de la Mora" .

Olvidadas las leyendas ancestrales por los actuales habitantes, la toponimia aún sabe guardar su nombre. Los vecinos actuales, asocian "moro" a musulmán. Un falso amigo lingüístico.

Una iglesia sobre un arrecife de coral

Después de muchos años rumiando el significado, me inclino a creer que incluso pudieran haber visto los corales. Existen miles de corales en la montaña leonesa. Roca caliza, formada en los mares del trópico. La deriva continental, la presión de los plegamientos y la fabulación en los filandones (reuniones nocturnas de vecinos) hicieron el resto. Aún se pueden ver montañas de corales -eso sí, petrificados- Por ejemplo, entre Matallana de Torío y Orzonaga o bajo la iglesia de Colle. Lo del "moro" me costó más tiempo. No me di cuenta hasta que empecé a leer mitología ástur. "Moro" o "mouro" no tenía por qué significar islámico o musulmán. Mucho antes de la existencia de esta religión, los romanos ya llamaban "Mauritania" al norte de África. Esto nos dice la etimología del nombre propio Mauro: "Maurus/Maura, sobrenombre utilizado en época imperial romana para referirse a los procedentes de Mauritania. Su significado es Moreno y sus variantes son: Mauricio o Amaro” . Parece ser que los romanos tomaron un "préstamo" de las lenguas célticas donde la partícula "MRVOS" "MOR" significaría oscuro y/o oscuridad. En León, llamamos moro o mora a los perros o vacas de color negro. Moras a las frutas de la moral y la morcilla, que es, nuestro embutido más oscuro... Y solo cito uno de los incontables topónimos con el morfema "mor" , "Peña Morquera", en la primera línea defensiva, del "Frente Norte" de la II Republica. Una enorme masa de cuarcita oscura, en un mar de caliza blanca del Namuriense. Pero creo, además, que esta oscuridad está asociada a lo oscuro bajo tierra, a lo subterráneo. En llionés a las lombrices de tierra las llamamos "morucas" y su color no es negro, pero sí oscuro. Algunos estudiosos opinan que la palabra "morte" también está relacionada. Todo esto viene a cuento porque es opinión bastante generalizada que los ástures -pueblo indígena de estas tierras, y que debe su nombre al río Esla o Astura, además de otras muchas creencias mitológicas, estaban convencidos de que existían gigantes colosales, que habitaban en la oscuridad de las cavernas, y los llamaban "Moros" o "Mouros" . Por eso, si en tierras leonesas te encuentras un topónimo con la palabra moro o mora incluido, ten cuidado, puede que no tenga nada que ver con los habitantes del Magreb. Según la mitología leonesa, los moros que habitaban en la oscuridad de las cavernas se dedicaban a la minería y eran buenos orfebres. Por esta causa, a veces, al salir de una cueva, algún anciano socarrón nos preguntó si habíamos encontrado el tesoro del moro o de la mora. Parece ser que solo salían de las cuevas de noche, para cazar su comida y, en ocasiones muy especiales, de celebración, como en la noche de "San Xuan" .

Ilustración 2. La iglesia de Colle está construida sobre un enorme arrecife de coral fosilizado.

Los moros eran gigantes y descomunalmente fuertes

Eran descomunalmente fuertes, como prueba la enorme piedra que lanzaron desde el castro de Quintana-Raneros. Por eso, la gente ha venido atribuyendo a los "Moros" o a las "Griegas" aquellas obras gigantescas de las que no se guardaba memoria histórica y que para ellos eran humanamente imposibles de hacer.

Por ejemplo, algunas ciclópeas construcciones, que los ingenieros romanos y prerromanos dejaron en nuestros montes y, como prueba de su gigantesco tamaño, el "Pendiente de la Mora", que custodia la Diputación de León. Se trata de una pieza originaria de Corniero, un recóndito pueblo de la Montaña Oriental Leonesa, cuyas dimensiones superan los dos metros de altura y los ochocientos kilos de peso, que ya fue descrita por Gómez Moreno en su Catálogo monumental de la provincia de León en el año 1908, sin que nadie haya sabido decir cuál es su origen ni su utilidad. Ha sido nuestro compañero David Gustavo López, quien publicó un excelente estudio en la revista ProMonumenta, nº XV, diciembre de 2018, demostrando que se trata de una estela funeraria de algún notable antepasado vadiniense, tribu cántabra que habitaba en el noreste de León y tierras colindantes de Asturias y Cantabria, posiblemente tallada entre los siglos III al I antes de Cristo, que después fue cristianizada y convertida en reloj solar vertical con stilo paralelo al eje de la Tierra -lo cual le hacía extraordinariamente preciso- del templo de un monasterio altomedieval dedicado a San Juan Bautista, hoy venido a ermita bajo esta misma advocación.

Ilustración 3. El "Pendiente de la Mora" , de Corniero. Depositado en la galería del patio del Palacio de los Guzmanes. León.

Habíamos mencionado otro ejemplo al lado de Quintana y Raneros, una pequeña localidad donde existe un monte "chano" que llaman "El Castro" , en el cual probablemente se ubicara un asentamiento de ástures, reutilizado posteriormente por los romanos, ya que allí se han encontrado tanto molinos barquiformes como cerámica romana. Dice la gente del pueblo que, al edificar sus casas, se han encontrado con un subterráneo que antiguamente comunicaba "El Castro" con la población de Santovenia de La Valdoncina. Pudiera ser una mezcla de leyenda y realidad, pues no sería imposible la existencia de un acueducto subterráneo, similar al que en la ciudad de León entra por la Puerta del Castillo de la muralla, procedente de las fuentes de Carbajal de la Legua. También del Castro procede una fuente de aguas termales -como la que hay en la cercana población de Oteruelo, al lado de su iglesia- con un curso tan profundo, que, al excavar la trinchera de la vía férrea, no llegaron al acuífero Cuentan que los habitantes de Santovenia y los de Quintana estaban en constante litigio por las lindes de sus concejos, ya que con el tiempo se habían perdido y fueron olvidados los fitos o murias que indicaban los límites entre propiedades. Después de mucho consultar antiguos pergaminos y de mucho discutir sin llegar a ningún acuerdo, decidieron preguntar al moro que habitaba en la cueva del castro, ya que al ser más antiguo que las poblaciones humanas, podría saber y recordar donde se pusieron los límites. Tras buscarle en los subterráneos, lo encontraron y, efectuada la consulta, el moro sin decir nada cogió una enorme piedra y la lanzó desde "El Castro" -otros paisanos disienten, afirmando que la lanzó desde el cercano cueto de "El Moro" . El lanzamiento llegó hasta lo que hoy es el campo de fútbol del Polideportivo Municipal de Santovenia. Viene a ser una distancia en línea recta de 1,20 Km desde El Castro y de 1, 90 Km desde El Moro.Moro" .

Ilustración 4. “Piedra del Moro ” . Canto rodado de 0,80 x 0,70 m

Afortunadamente, las obras de explanación no la transportaron a un vertedero de escombros, donde han acabado tantos vestigios de las creencias paganas y populares de los leoneses. Con muy buen criterio, el Ayuntamiento de Santovenia conservó la piedra d entro de la zona de deporte y recreo, para que todo aquel que quiera pueda contemplarla.

Piedra del Moro” es un enorme canto rodado, similar a los utilizados por los cántabros vadinienses de la cuenca alta del Esla, para realizar sus estelas funerarias. Sus dimensiones son difÍciles de precisar pues es bastante irregular y está parcialmente enterrado, pero es aproximadamente un ovoide con unos 80 cm. en su eje mayor por 70 cm. en su eje menor. Teniendo un ancho medio de unos 35 cm. En las ilustraciones Nº4 y Nº6 se pueden ver 7 marcas casi semiesféricas, muy parecidas, que me hacen pensar, por su simetrÍa circular, en petroglifos del tipo "cazoleta" . Pero seguramente estoy equivocado, ya que la tradición popular afirma que son las marcas de losdedos del "Moro" la lanzó.

Ilustración 5. Los lugares de la leyenda: “El Moro” y “El Castro

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