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La virgen del Castro, diosa y Señora de la lluvia
from Revista de Antropología y Tradiciones Populares Nº6
by Sociedad Española de Antropología y Tradiciones Populares
LA VIRGEN DEL CASTRO. DIOSA Y SEÑORA DE LA LLUVIA Por David Gustavo López Foto Tierra Mágica
Sobre la coronación de un antiquísimo castro o poblado erigido en lo alto de un cerro, que fue pertenencia de alguna tribu del pueblo astur, tal vez de los orniacos que habitaban las tierras que se extienden al sur de Astorga, sobre la cuenca del río Duerna, se halla el devotísimo santuario de la Virgen del Castro. Viéndolo desde cualquier punto de su entorno, con su aspecto de vigía del territorio y con la masa oscura y rocosa del monte Teleno (2.188 m) del lado de poniente -el monte que los astures consideraban su dios, y que los romanos equipararon a su Marte guerrero, bautizándolo como MartiTileno- es inevitable la sensación hierofánica de aquellos lugares donde lo sagrado parece manifestarse.
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Todo indica que, desde tiempos remotos, posiblemente desde antes de que naciera el pueblo astur -entre los siglos VII y VI antes de Cristo- como consecuencia de una fusión gradual entre las gentes nativas de la Edad del Hierro y las oleadas procedentes del centro de Europa, en este castro existió un santuario vinculado a un poblado allí existente. Fueron muchos siglos de cultos y rituales celebrados en el lugar que, como siempre ocurre, experimentaron un fenómeno de sincretismo religioso cuando el cristianismo llegó a estas tierras -existen documentos que confirman que Astorga, la Asturica Augusta de los romanos, ya era sede episcopal a mediados del siglo III. Como resultado de tal fusión de creencias, lo que entes era, casi seguro, un culto a la Diosa Madre, deidad de la fertilidad, se transformó en devoción y culto a la Virgen del Castro, cuyo nombre bien habla del lugar donde está erigido su santuario y del cual también deriva el del pueblo emplazado a su pie, posiblemente continuador del que se hallaba en la cima: Castrotierra de la Valduerna.
Ilustración 2. En lejanía, el santuario del Castro, visto desde la torre y posible despoblado romano de Argentiolum.
Ilustración3. Crucero y santuario de la Virgen del Castro.
Ilustraión 4. Crucero y retablo central del santuario. En el centro, la Virgen del Castro. Ilustración 5. Nuestra Señora del Castro (siglo XIII).
El santuario actual es el resultado de varias reconstrucciones y reformas que concluyeron en un sólido edificio, compuesto por una nave central, dos laterales y crucero que se cubre con tres cúpulas, datando todo ello de los siglos XVII y XVIII. La torre, levantada a partir de una antigua espadaña, está fechada en 1763. El interior es de una magnificencia no aparentada desde el exterior y posee un retablo construido en 1664 por artistas tardíos de la escuela de Gaspar Becerra, artífice del de la Catedral de Astorga. En el centro, sobre un sagrario monumental, se halla la imagen románica tardía de la Virgen del Castro y, a sus lados, las de Santo Toribio y San Antonio de Padua. Tras el retablo se halla el camarín de la Virgen, de 1763.
Es a esta Virgen fecundadora y fertilizante a quien las gentes de media provincia de León le organizan la romería más espectacular, casi me atrevería a decir, de España entera. Precisamente, la que tiene lugar cada siete años o, hecho más frecuente, cuando la sequía amenaza a los campos de las tierras ribereñas del Duerna, Órbigo, Tuerto y Turienzo, para cuya celebración, documentada desde 1557, según consta en el Archivo Capitular de la Catedral de Astorga (1,2,3), se da cumplimiento a un antiguo ritual que requiere la peregrinación de la Virgen desde su santuario de Castrotierra de la Valduerna hasta la Catedral de Astorga, siguiendo el legendario consejo dado en el siglo V por el obispo Santo Toribio de Astorga, patrono de la diócesis, cuando una sequía prolongada durante siete años asoló el territorio.
¡De Astorga, ni el polvo!
El sábado de la Octava de Pascua, San Justo de la Vega, a sólo cinco kilómetros de Astorga, también celebra su secular
romeria en honor de Santo Toribio, con motivos similares, pero estrictamente locales, a los de la gran marcha a la Virgen del Castro.
Es histórico que Toribio fue nombrado obispo de Astorga en el año 444.
Y también es histórico que este hombre, cuyo origen y andanzas previas a su nombramiento fueron un tanto misteriosas -entre otras cosas, llegó de Jerusalén con el lignum crucis que todavía se venera en el monasterio cántabro de Santo Toribio de Liébana, se convirtió en un gran perseguidor de la doctrina ascética predicada por Prisciliano, obispo de Ávila, el cual, en el año 385, tras ser acusado de brujería y gnosticismo por algunos obispos hispanos que tenían miedo de sus ataques a la alianza existente entre clero y poder, fue ejecutado junto a varios compañeros en la ciudad de Tréveris, a pesar de que a ello se opusieron personas tan relevantes como San Martin de Tours y San Juan Crisóstomo.
Astorga, por ser importante ciudad del noroeste de Hispania, donde las antiguas creencias prerromanas estaban todavía muy arraigadas, fue terreno muy abonado para los seguidores priscilianistas, que aquí tuvieron uno de sus principales núcleos, llegando a ocupar la diócesis con un obispo, Dictinio,
Ilustración 6. Imagen de Santo Toribio en la Catedral de Astorga. antecesor de Toribio, que fue seguidor de dicha doctrina e, incluso, autor de la obra más destacada sobre ella: Libra. Curiosamente fue proclamado santo y sigue siendo personaje muy reconocido en Astorga. Con estos antecedentes, Toribio dirigió al Papa León I el Magno una carta en la cual denunciaba lo que ocurría en su diócesis, así como la permanencia en el noroeste hispano de algunos obispos que todavía enseñaban las doctrinas priscilianistas en lugar de las Escrituras. Informa también al Papa de cuáles eran las principales herejías de esta “secta” y solicita su refutación, adjuntándole, para mejor comprensión, dos libretos que él mismo había escrito: Conmonitorio y Libelo, en los cuales describe los principales errores priscilianistas y las razones para refutarlos. El Papa, en su carta de respuesta, fechada en el año 447, encarga a Toribio la celebración de un concilio para tratar los problemas expuestos y excomulgar a los obispos que se negasen a condenar la doctrina de Prisciliano.
La persecución iniciada por el obispo astorgano dio lugar a una conspiración de sus enemigos que llegaron a acusarlo de un grave pecado de adulterio -él llegó a demostrar mediante la milagrosa prueba del fuego que no lo había cometido, motivo por el que se autoexilió de la ciudad. Cuenta una leyenda que, durante su marcha, alcanzados los altos de San Justo de la Vega, el santo se detuvo, miró sobre la capital de su diócesis y, sacudiendo sus sandalias, exclamó: “¡de Astorga, ni el polvo!” .
Toribio, un taumaturgo hacedor de lluvia
Para desagraviar a Santo Toribio -hay quien dice que para agradecerle la lluvia enviada en casos de sequía, sus fieles construyeron una ermita, ya desaparecida, y un crucero de piedra, todavía conservado, aunque renovado, en el sitio de tan triste despedida. Por eso, todavía hoy, las gentes de San Justo de la Vega y otras venidas de Astorga siguen subiendo a este lugar en procesión romera con la imagen del santo y el pendón de la localidad para asistir a la bendición de los campos y a las cuatro invocaciones por la lluvia, en dirección de cada uno de los puntos cardinales, dando cumplimiento a la tradición que atribuye a Santo Toribio poderes taumatúrgicos para convocar la lluvia.
También es tradición, a semejanza de las efectuadas en los “montes de Mercurio” - protector de caminantes y conductor de las almas al más allá, que cada romero exprese un deseo mientras deposita una piedra, traída desde su lugar de origen o recogida durante el trayecto, al pie de la cruz de madera que marca el lugar donde se alzaba la desaparecida ermita. Dicen que cada piedra depositada redime un alma del purgatorio.
La leyenda no acaba aquí. Cuentan que, estando Santo Toribio de ermitaño en el lugar de su destierro voluntario -otra leyenda asturiana lo sitúa en las cuevas del Monsacro, no lejos de Oviedo, una delegación de fieles astorganos llegó hasta él para solicitarle su regreso y su consejo ante una larga sequía que amenazaba con hambre y enfermedad a las gentes de su diócesis. No quiso Toribio regresar, pero les dijo a los mensajeros: “Id y buscad en el entorno de Astorga a la Virgen del Castro; cuando la encontréis, llevadla hasta la Catedral y pedidle por la lluvia durante nueve días; ella os escuchará” . Concluye la leyenda con la noticia de la petición atendida y de cómo, a partir de aquella fecha, cada vez que una sequía amenaza a las tierras de Astorga y comarcas limítrofes, se organiza una rogativa en los términos indicados por el santo.
Hay una segunda versión de la leyenda que cuenta cómo fue el mismo Toribio quien se puso al frente de sus fieles para buscar a la Virgen del Castro y, una vez hallada, retornó a los altos de San Justo de la Vega, desde donde pidió la lluvia sobre los campos de la región, al tiempo que las campanas de Astorga
Ilustración 8. Romería de Santo Toribio. Cada piedra depositada redime un alma del Purgatorio. comenzaron a tañer espontáneamente mientras el santo entraba en la ciudad y el agua caía abundante.
De aquel milagro dicen que vienen las devociones a la Virgen del Castro, y dicen también que para solicitar la lluvia en casos de sequía se creó, ya en época medieval, la “Hermandad de los Procuradores de la Tierra” , cuya misión es aplicar las llamadas Ordenanzas de la ciudad de Astorga y de los ocho lugares, en las cuales se dispone que, ante la petición de agua efectuada por la junta vecinal de cualquier pueblo de la jurisdicción astorgana, deberá reunirse el Consejo de la Tierra, que está integrado por ocho procuradores y cuatro pedáneos. Los primeros en representación de los pueblos llamados “quartos”: San Justo de la Vega, San Román de la Vega, Sopeña, Brimeda, Valdeviejas, Murias de Rechivaldo, Castrillo de los Polvazares y Santa Catalina de Somoza. Los segundos, con voz, pero sin voto, representan a los “alfoces”: Nistal, Celada, Piedralba y Bustos.
Cuando el resultado de la votación del Consejo es favorable y la rogativa por la lluvia se considera necesaria para bien de los campos, éste solicita permiso de las autoridades eclesiástica y civil para llevar a cabo la peregrinación acordada, siendo el Cabildo de la Catedral quien determina la fecha. Hasta hoy, solo en dos ocasiones desde 1557, año en que se tiene la primera noticia documentada de la peregrinación, se han producido dos alteraciones en su continuidad, la primera en 1772, por oposición del marqués de Astorga, siendo resuelto el problema mediante una Cédula del rey Carlos III; la segunda, en 1803, por negativa del obispo asturicense Francisco Gutiérrez Vigil, quien se vio desautorizado por otra Real Cédula, en este caso de Carlos IV, con carácter perpetuo: “(…) mandamos que siempre que se acuerde en Junta General de los Procuradores de la Tierra de la ciudad de Astorga la celebración, procesión y novenario a su costa, de la imagen titulada de Nuestra Señora del Castro, por falta de agua u otra necesidad pública, no se les impida por el Muy Reverendo Obispo de Astorga ni por el Magistrado Secular, concurriendo ambos con sus respectivos auxilios, conforme a los antiguos usos y costumbres: que así es Nuestra voluntad” (firmado el 2 de julio de 1804). (1).
La Virgen del Castro, Diosa y Señora de la Lluvia
Nunca hubo más impedimentos a la salida de la Virgen del Castro, y hasta treinta mil personas se dan cita para acompañar a la Señora de la Lluvia en peregrinación desde su santuario hasta la Catedral de Astorga. Son dieciocho kilómetros por la llamada “Calzada de Nuestra Señora” , conocida por algunos como “Camino del Milagro” , que se convierten en un espectáculo en el que los pendones, desplegados al viento, abren la peregrinación, según dispone la tradición para aquellos actos celebrados a petición de la autoridad civil.
Ilustración 9. Treinta mil personas, setenta pendones y sesenta cruces acompañan a Virgen del Castro desde su santuario hasta Astorga (Ft Chema Vicente)
Ilustración 10. Los pendones, desplegados al viento, abren la peregrinación.
Los pendones son enseñas centenarias, cada uno de un pueblo, confeccionados con paños de damasco o terciopelo, algunos muy antiguos, cuyas dimensiones alcanzan cinco metros de alto y poco menos de ancho, con un corte en uve que origina la terminación en dos puntas. Van sujetos a un varal o asta cuya altura varía, aunque en esta zona del santuario oscila entre diez y quince metros. Los colores pueden ser uno o varios, dispuestos en franjas horizontales cuyas combinaciones cromáticas los identifican. Los pendones fueron usados antiguamente como bandera o insignia de la milicia y, es muy posible que los actuales, cuyo tamaño creció enormemente a partir del siglo XVII por causa de su exclusivo uso ceremonial, sean descendientes de aquellos usados en la guerra por las mesnadas o tropas medievales organizadas temporalmente por el rey, los nobles o los concejos. (4)
Por eso, el concejo de cada pueblo del antiguo Reino de León dispone de su pendón -de especial conservación y utilización en la provincia de León, donde están catalogados más de medio millar, en cuyos colores se puede leer la identidad y valores de cada uno, con interpretaciones que especulan pueda ser, más o menos, la siguiente: púrpura, del Reino de León; blanco, de pureza y ofrecimiento a la Virgen y al Sagrado Sacramento; verde, de honores en batalla, concedidos por el rey; azul, en pendones específicos de la Virgen, etc.
Ilustración 11. Púrpura o rojo, verde y blanco son predominantes, pero el número y orden de las franjas impide que haya dos iguales.
Es un orgullo para cada pueblo exhibirlos en sus actos más señalados, como fiestas, procesiones, romerías, reuniones concejiles, etc. Sin duda son el símbolo de la identidad y tradición de un pueblo y el elemento de referencia de una comunidad o grupo social. Han sido declarados Bien de Interés Cultural de carácter inmaterial en abril de 2019.
En la marcha romera de la Virgen del Castro son más de sesenta enseñas, representando a las juntas vecinales de otros tantos pueblos, las que desfilan tras la guía marcada por el pendón de Santa Marina del Rey, todo de paño verde y once metros de vara, ostentador de este privilegio por tradición secular, aunque mantener tal distinción requería que el citado pueblo pagase cada año una fanega de trigo. (5).
Lo mismo que en la marcha hasta Astorga, al volver al santuario el pendón de Santa Marina abre el paso. Cierra la comitiva del grupo de pendones, también por tradición secular y por ser el símbolo del santuario, el de Castrotierra de la Valduerna, de franjas púrpura, verdes y blancas.
Ilustración 14. El de Castrotierra cierra la marcha de los pendones y precede a las cruces.
Durante el recorrido, los mozos -ahora también se suman las mozas- hacen alarde de su destreza en la puja y en el baile del pendón o, por el contrario, aprenden a manejarlo.
Ilustración 12. Ellas también pujan y manejan el pendón. Ilustración 13. No es fácil aprender a llevar el pendón.
Intercalados con las enseñas, marchan grupos de música tradicional de la zona, en una armónica algarabía de gaitas, dulzainas, flautas, chiflas, castañuelas y tamboriles, que confieren a la peregrinación un carácter más festivo que religioso y contribuyen a elevar magnificencia del acto, convirtiéndolo también en singular muestra del folklore musical .
Ilustración 17,18. Los pueblos de Maragatería y Valduerna son fieles a su chifla y tamboril y a sus castañuelas. (1) Ilustración 19 y 20. Cuando van en romería, ramos de flores rematan los pendones.
Curiosidad de gran valor etnológico es la tradición, cuando se va en romería, de atar a la cruz que remata el pendón un ramo vegetal o unas flores porque así recorrerán el espacio romero, captando a los espíritus fertilizantes de la vegetación que habitan en los campos y arboledas.
De esta manera, serán introducidos en el pueblo para que hagan llegar sus efectos benefactores de primavera a todos los hogares. Hoy no se sabe el porqué, pero la costumbre se hermana en significado con la de los “mayos” , también arraigados en la zona . (6)
Detrás de los pendones marcha medio centenar de cruces parroquiales de los pueblos implicados, algunas de antigüedad y valor artístico muy notable, como las de Bustos, Robledo y la gótica hecha en madera de Huerga de Garaballes. También la de Castrotierra, obra del platero Peñalosa, cuyo Cristo se hizo utilizando un vaciado de Miguel Ángel. (7). Tras ellas, entre multitud de fieles, peregrina la imagen de la Virgen del Castro, una talla tardía de estilo románico de finales del siglo XIII, que ha sido canónicamente coronada en la Catedral de Astorga el día 20 de septiembre de 2014. Durante todo el trayecto las andas son pujadas por fieles, hombres y mujeres, que van relevándose en el esfuerzo.
Ilustración 23. Hasta medio centenar de cruces parroquiales se han juntado.
Ilustración 22.
Algunas cruces son piezas de orfebrería de gran valor artístico e histórico. Suele ser en mayo cuando la Virgen del Castro peregrina a la Catedral de Astorga y permanece nueve días en ella; el tiempo necesario para efectuar un novenario y ser visitada por las instituciones locales, juntas vecinales y corporaciones del entorno, siendo también agasajada con el canto de algún “ramo” , en cuyas letrillas queda explicitado el motivo pedigüeño de la peregrinación y de cuantas ceremonias ha llevado consigo:
Un último acto, tradición dentro de la tradición, es la visita que el Nazareno del barrio astorgano de Puerta de Rey hace a la Virgen, acompañado por la Junta Pro-Fomento de la Semana Santa y representantes de todas las cofradías que, en aparente contradicción con los fines de la peregrinación, agradecen a la Señora el tiempo soleado y sin lluvia otorgado durante los desfiles procesionales de Semana Santa. Nada más cierto en esta ocasión que el proverbio “Nunca llueve a gusto de todos” .
Cumplidos los nueve días, el regreso de la Sra. del Castro a su santuario discurre con el mismo ritual y la misma multitud de fieles acompañantes que en la peregrinación de venida a Astorga.
Creo que como muestra de superioridad que esta del Castro tiene sobre las demás Vírgenes, cuando ya está cerca del santuario, la Virgen del Rosario, que ha guardado “la casa” en su ausencia, sale a recibirla.
Nunca dejes de oírnos Cuando lluvia te imploramos, Virgen del Castro eres siempre Guardiana de nuestros campos.
Como colofón, pienso que tal vez no haya conseguido transmitir en su integridad el alma de la romería que, a mi criterio, es la más bella e insólita del antiguo Reino de León, mereciendo por sí sola el galardón a las tradiciones populares mejor conservadas. Y, por si fuera poco, nadie del contorno duda de sus resultados favorables para las cosechas e, incluso, los medios locales dan la noticia con titulares de este porte: “La Virgen del Castro volvió a su santuario trayendo la lluvia a los campos como marca la tradición” .
Las nueve Vírgenes de la Valduerna
Aunque la romería descrita es la más grandiosa, no es la única ante la Virgen del Castro. Todos los años, el sábado víspera de Pentecostés, los nueve pueblos de la comarca de la Valduerna más cercanos al santuario celebran su tradicional romería de Las Pascuas en el que todos renuevan su “voto” o acción de gracias por las lluvias y favores recibidos desde que, en tiempo del que no se tiene recuerdo, se hiciera promesa solemne de dar gracias en este día. Por eso, los vecinos de Castrotierra de la Valduerna, Fresno, Valle, Miñambres, Redelga, Ribas, Villalís, Villamontán y Palacios, cada uno enarbolando el pendón del concejo y portando en andas y bien engalanada con flores a su Virgen del Rosario, salen en procesión desde sus respectivas iglesias parroquiales y, por caminos distintos, concurren todos, a eso del mediodía, en el santuario del Castro, donde Castrotierra las recibe al son de chifla, tamboril y castañuelas.
Ilustración 27. En Jiménez de Jamuz, los instrumentos musicales son la dulzaina y el tamboril. Ilustración 26. Según van llegando al santuario, las vírgenes son recibidas con chifla, tamboril y castañuelas (en foto, las de Villalís y Villamontán).
Son cientos de devotos los que cumplen con el culto, realizan comida campera, echan unos bailes al son de chifla y tamboril y regresan nuevamente en procesión a sus pueblos de partida, cerrando un ciclo de festividades en honor de la Señora de la Lluvia que se había iniciado el 23 de marzo, día de la Anunciación y fiesta del santuario, prosiguiendo con otro “voto” durante el sábado posterior al 8 de mayo, festividad de San Miguel, al que también acuden los pueblos de Posada y Torre, Robledo y Robledino. (8, 9).
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS:
1.- Matías Rodríguez: Historia de la muy noble, leal y benemérita de Astorga. Astorga, 1909. Edición facsímil Editorial Maxtor, Valladolid, 2008. (Interpreta el documento en el sentido de que ésta no fue la primera peregrinación sino la primera vez que se escribió de ella).
2.- José Manuel Sutil Pérez: “Santuario de Nuestra Señora de Castrotierra:
peregrinaciones y exvotos
” . Memoria ecclesiae, nº 19, 2011. (Interpreta el documento como alusivo a la primera vez que se celebró la peregrinación).
3.- Francisco Javier Rodríguez Pérez: “Diferencias históricas y conflictos en torno
a la Virgen de Castrotierra ” . Argutorio, nº 24, Astorga, 2010.
4.- Alejandro Valderas: Los pendones. Biblioteca leonesa de tradiciones. Diario de León-Edilesa 2008
5.- Santiago Alonso Garrote: El libro de la Virgen del Castro. Gráficas Sierra, Astorga, 1938.
6.- David Gustavo López: La fiesta de los mayos. Antropología y Tradiciones populares, nº 1, enero 2018.
7.- Laureano Rubio Pérez: “La Virgen de Castrotierra: su historia, santuario y
romería ” . Tierras de León, nº 42, 1981.
8.- David Gustavo López, Puri Lozano y Miguel Sánchez: León romero y festivo. La Crónica 16, León, 1996.
9.- David Gustavo López: Fiestas y Romerías (Tomo 2). Colección de etnografía leonesa. Diario de León-Ediciones Leonesas, 2009.