Impreso por lfunes el 10/30/2005 a las 8:05:06 PM horas
DE PORTADA
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ASÍ
CAYÓ ROMERO EN LA SEGUNDA MITAD DE 1979, DOS MILITARES ENCABEZABAN ESFUERZOS INDEPENDIENTES POR LOGRAR DERROCAR AL GENERAL CARLOS HUMBERTO ROMERO. ESTE, QUE SABÍA QUE SE PREPARABA UNA CONSPIRACIÓN, INTENTÓ DETENERLA, SIN ÉXITO, EN UNOS DÍAS EN QUE ESTADOS UNIDOS, ALIADO CLAVE, LE DIO LA ESPALDA DESPUÉS DE QUE EL ÚLTIMO PRESIDENTE MILITAR DE EL SALVADOR RECHAZÓ UN ULTIMÁTUM DE ACORTAR SU MANDATO. ESTA ES LA HISTORIA DE CÓMO LOS MILITARES PLANEARON Y EJECUTARON EL ÚLTIMO GOLPE DE ESTADO.
EN 1977. El general Carlos Humberto Romero (derecha) fue juramentado presidente en la Asamblea Legislativa, vestido de civil. Le acompañó el vicepresidente Julio Astacio.
[ ] La orden de cambios. Los golpistas redactaron una “lista negra”. En esta aparecían los nombres de los militares a quienes habría que darles la baja, luego del golpe de Estado. Estos eran los comandantes de las guarniciones y otros oficiales de confianza o cercanos al general Carlos Humberto Romero. En otras listas escribieron los cambios que debían realizarse en cada brigada.
POR METZI ROSALES MARTEL
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5 de octubre de 1979. El presidente Carlos Humberto Romero llegó a las 7:15 de la mañana a su oficina en Casa Presidencial, en el barrio San Jacinto, al sur de San Salvador.Llevaba prisa.Lacertezade quealgo no marchaba bien lo hizo telefonear a las oficinas del organismo de inteligencia del gobierno,laextintaANSESAL. Queríasabersisepreveía que ese día intentaran derrocarlo. El fin de semana había sido agobiante, pues todas las guarniciones estaban de emergencia desde el viernes 12 de octubre ante un previsto intento de jaque mate. El general intentaba neutralizar el desplazamiento que las piezas blancas habían iniciado, desde enero, en el tablerodel ajedrez del control militar del país. Sabía que podía ser su última jugada e iba a intentar ganarla. Las noticias no eran buenas. Luego de llamar a la Agencia Nacional de Seguridad instruyó al subsecretario de Defensa, coronel José Eduardo Iraheta, uno de sus hombres de confianza, para que se mo-
viera hasta la Fuerza Aérea. La historia le había enseñado cómo uno de sus antecesores, Fidel Sánchez Hernández, frustró el golpe de Estado utilizando el arma aérea. Ese lunes, no obstante, el general ya estaba en desventaja y todo lo que dispusiera de poco iba a servir. “Yo pude haber peleado, ¿pero cómo iba yo a bombardear el cuartel San Carlos, si nadie ni nada mepodía garantizarquelas bombasibanacaer allíy no en las colonias vecinas, en algún colegio? Hubierasidopeor (siyomeles enfrento)”,reflexionaahora, 26 años después (ver entrevista en página 7). Tres días antes del hito del 15 de octubre, Romero había ordenado que le quitaran las baterías a todos los aviones y que las guardaran en la Policía de Hacienda. Además, dispuso que se capturara a los pilotos teniente Felipe Mejía Peña, mayores Edwin Lazo, Rodolfo Salazar Mena, Balmore Escamilla y Mario Amílcar Molina Panameño, y al capitán de infantería Francisco Mena Sandoval. Solo logró que detuvieran a Mejía Peña y a Salazar Mena.
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El día antes, 11 de octubre, mientras el cuarto presidente pecenista de El Salvador se encontraba en Estados Unidos haciéndose un chequeo médico, MenaSandoval habíainstruido alosmecánicos dela Fuerza Aérea para que quitaran los magnetos a los aviones. Uno de ellos lo delató ante el comandante de la base aérea, coronel Nelson Bolaños, quien dio aviso al entonces ministro de Defensa, general Federico Castillo Yanes. En menos de 24 horas, Romero retornó ypor lanoche convocó auna reunióna todos los comandantes de las guarniciones militares. Abdul Gutiérrez, el comandante de la Maestranza y quien luego sería uno de los dos militares símbolosdela rebelión,lejosdearrestara MenaSandovaly entregarlo a la Policía Nacional (PN), le dio dinero para que huyera rumbo a Guatemala. “¡Váyase y no quiero verlo, por usted nos han descubierto!”, recuerda Gutiérrez haberle dicho al oficial que un año después se uniría a las filas guerrilleras. Ese lunes15 deoctubre, elpresidente encargóa su secretario privado, coronel Rafael Flores Lima, lla-
mar a todos los cuarteles para saber cuáles eran sus apoyos.Romero sabíaqueen estaluchale hacíafalta un aliado clave, que en realidad se había vuelto en su contra:Estados Unidos.Laadministración deJames Carter había abandonado al presidente nicaragüense Anastasio Somoza, y ahora presionaba a Romero. Román Barrera, quien entonces era capitán, recuerda sobre la elección de Romero: “En 1977, el coronel José Iraheta me mandó a llamar para que ayudara en una junta receptora de votos a rellenar urnas. De lejos, con binoculares nos ponían a espiar a soldados y empleados para que votaran por el PCN”.
LAS PIEZAS CLAVE El presidente cargaba un peso más, pues el 6 de septiembre las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) habían matado a su hermano, Javier, en Apopa. Romero,duranteelsepelio enChalatenango,noocultó su dolor. “El asesinato de mi hermano es la más grave provocaciónque semeha hechoenlo personal,pero no lograrán su propósito”, sentenció.
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