FRECUENCIA DE DIVERSAS GEOGRAFÍAS Jair Cortés
Procedentes de diversas geografías presento, a manera de fortuita reunión, cuatro poetas que coinciden en la siempre generosa revista La otra. Ana Karina Balderrábano, desde Tijuana, asume su condición de mujer, de “sirena” capaz de redimir a “todas las de su especie” a través de la escritura y del impulso erótico. Desde Mérida, el poeta Marco Antonio Murillo explora las insondables profundidades del agua, va del sueño hasta la enunciación líquida que nombrar al mundo, construyendo una mitología íntima que revela sus misterios. Proveniente de San Luis Potosí, Jeanne Karen parte de la fotografía para reconstruir una historia en donde el tiempo se libera y encuentra sentido en el poema. Por último, Javier Taboada, (quien nació en el Distrito Federal, ahora Ciudad de México), apela al ensamblaje como vía para instaurar un discurso poético, en el que los versos (propios y ajenos) se convierten en nuevos poemas, reflexivos y cargados de sentido.
ANA KARINA BALDERRÁBANO
MI ALMA DEBIÓ SER NEGRA
Mi alma debió ser negra debió mi piel ser oscura mi cabello hirsuto apuntando hacia los cuatro puntos cardinales mis labios muy gruesos mis piernas más largas mis caderas anchas Habría cantado blues en las primeras luces y al ocaso mecería tu cabeza cerca de mis senos y tu sexo entre mis palmas rosadas mi nombre sería Sade o Nina mi boca te masticaría a besos sería activista, esposa y bailarina tendría dos hijos o ninguno Caminaría descalza sobre la tierra de mis ancestros levantaría tótems a mis dioses pondría altares a mis muertos y habría reído y reído a carcajadas hasta que mis dientes cayeran y mis ojos de ébano deslumbraran la noche.
UNIDAD
Mi Lengua serpentea dentro de una Isla a veintiún kilómetros llamada Boca es tibia mi Lengua
diestra
en artes amatorias su tono es de concha nácar otras veces de azafrán
Mi Lengua grita Protesta Sangra Explora
Mi Lengua se aloja cada cuatro días por tres días en aquella Isla que no sólo ella conoce
En Boca su fino cuerpo húmedo
rosado
danza
seduce a las aves
que sobrevuelan del cuello de los árboles
Cuando se va de la Isla permanece como red solitaria sin peces que la habiten
Mi Lengua es molusco
tejedora involuntaria de sueños
Ansía amanecer en Boca aunque sólo conoce sus tardes y noches anhela que la sepulten en su arena suave o en la playa de los alrededores
Boca se eclipsa al recibirla Lengua se abandona se ahoga
vibra
desmaya complacida
Lengua se convierte en religión
mito
cuerpo sagrado
En Boca las nubes tiemblan el viento fracasa antes del arribo un sol intenso inunda la Isla ahí no hay cabida a pesadillas que perturben a Lengua
Boca es un paraíso para ella y su soledad
Mi Lengua yace en el vientre de la Isla fuegos artificiales estallan en Boca la conmueve
se maravilla
Lengua vive su brillantez gozosa porque lo sabe pertenece a tu Isla.
EN OTRA VIDA
Te llevaré a la tierra mojada que escampa entre mis piernas de todos mis labios brotarán cenizas y nacerán flores azul violeta mis pies te los entregaré en un mar de astros los lunares de mis hombros levantarán vuelo a las montañas te llevaré a ciudades siderales en donde una madre ausente aguarda besará tus párpados y sembrará raíces en la suave arena de San Felipe regresarás ya hombre y amarás a muchas mujeres en la región más luminosa dormirás en calma sobre el remanso que son mis senos desierto de centellas relámpagos prolongados sombras y suspiros de cristal seré la sirena que redimirá a todas las de mi especie para que vuelvas a la marea que he traído a tu memoria
aromas dulces apilados en mi cuello ojos parlantes derraman serpentinas te ofrezco todo lo que el fuego guarda en mi cabellera dormida
en mi sol y mis lunas
racimos de aire soplaré en tu frente llamaré a tu padre para que juntos invoquen en lenguas antiguas los misterios de su vida comprenderás que ninguno es Caín ni Abel caerás en el limbo
en el abismo del suspenso
engullirás el mundo de un solo bocado al tiempo que los pájaros de papel emigren mis manos serán campos de trigo mis ojos olivos por donde los ancestros me llaman será blanca tu casa en Mikonos
pulcra
habitada por jazmines
Creta o Satorini
una medusa bordada tendrán las sábanas azul mar y el timón de un pirata en el patio donde los amigos se reúnan te llevaré mis brazos remos adoloridos de hojas que crujen y silencio que se desbarata murmullos
voces
susurros
palabras
te arrullarán tus progenitores en una barcaza mar adentro yo probaré suerte a la orilla de la playa esperaré a que bailes con el canto de los grillos y aprendas a reír con las cigarras de vez en vez llevaré tus camisas almidonadas a descansar los zapatos de lagarto y caguama han ido a pastar al zoológico de la isla tu colección de relojes ha sido generosa trama regalarle una hora más al tiempo dormiré mis pendientes sobre tu cama los recuerdos colgarán del cuadro de un tinto
mientras sueñas dejaré besos pintados en tu alma y echaré a correr
calle abajo
sin lágrimas
con sonrisa de media luna
acechando la noche
rompiendo el viento
en otra vida.
Ana Karina Balderrábano (Tijuana). Es licenciada en Comunicación. Su trabajo poético ha sido publicado en México, Brasil, Argentina, Uruguay, Cuba y Estados Unidos, en diez antologías. Su primer poemario, Palabras de mi piel, se publicó en mayo de 2008. Actualmente es encargada de Literatura en el Centro Estatal de las Artes Tijuana.
MARCO ANTONIO MURILLO
LAS PALABRAS Y EL FUEGO
Lamento haber escrito aquellas palabras sobre mi pueblo, incapaces de romper una cuerda o desnudar a una muchacha. Mi único consuelo es que mi obra ardió al lado de la mujer del César, la misma noche en que mi barco zarpaba al exilio. En lugar de escribir la hubiera amado con mayor fuerza: algo de mí en la hoguera tal vez sobreviviría.
BELLEZA DE LAS HILANDERAS
La luz toca la bahía, no es la misma que el alba de ultramar, es una lámpara opaca que poco a poco va adaptando sus hilos a los dedos de las mujeres. Porque las mujeres pasarán las primeras horas del día tejiendo algo más delicado que la quietud del agua, la leve tutela de
los aires. Sobre la arena el terciopelo aún duerme y la aguja y las carpas de lino y algodón… Todo lo que descansa a orillas del mar es cabellera en crecimiento. “Este país demasiado pequeño, estas velas muy grandes”. Piensa quien no ha visto otro mar abierto que el vuelo del albatros. Toda muchacha que urde y se pica los dedos, toda mujer que al fin extiende su velamen como un mar a orillas de otro mar, no ha de seguir el llamado de Ulises. Qué importan las cartas de navegación o los comercios del retorno, cuando lo que tientan los dedos se parece a la timidez del horizonte.
PACIENCIA DEL CLAVADISTA
Los peces no sueñan son los seres más profundos del alma nadie puede tocarlos…
Pasar del sueño al sueño del agua no es tarea de un pez, sino del clavadista que salta y se sumerge. En silencio, sabe que bajo sus pies descalzos se extiende un manantial de fábulas, pero ignora que en la última sílaba del salto quien observa y escucha romperse la quietud del agua es el verdadero alquimista de la imagen. Por ese instante de vigilia donde el agua abre sus brazas y es como un jardín sumergido, el clavadista salta y devuelve a la distancia todo el aire que este día ha tomado. Al hundirse en la piscina espera que al otro lado de su asfixia. el sueño, como la superficie del agua, permanezca intacto.
DISCURSO SOBRE LAS BALLENAS
Destrozada a golpes por los colores de la tormenta un pedazo de madera de junio emerge y extiende sobre el aire húmedo sus islas volcánicas no quema este ancho mar, no quema la espuma que brota de la espalda, busca sin embargo el silbo el canto el olfato el atisbo y luego el incendio bajo las aguas: así es su amor como cuando niños descubrimos lo poderosos que son los sonidos del mar amor que pesa en la nota que dejó hace días un ahogado y que ahora vuelve a su extraño país monocorde, amor la muchacha del muelle, preñada la boca de historias y cuentos sobre grandes peces y mandrágoras fue ella quien amó a todos extensamente en el lento flotar de diferentes luces y profundidades fue ella quien habló de las ballenas manchas de petróleo que se hunden y ensanchan las vocales del abismo en el océano, tierras sumergidas en una sola mirada una ballena, dijo mientras se vestía, una ballena es todo el Mar de los Sargazos, nadie sabe dónde habitan o qué lentitud gobierna el pesado canto que extiende el oído sobre la superficie para quien la divisa, la ballena es una casa en medio del camino entre dos mares, la tierra y la lengua no son hogar nido de pájaro en el mástil
es este oficio de hundirnos en el olor de la marea; ahora que no escucho más, que no sueño los brazos de esa mujer de boca extensa se que no existen las ballenas se que esto que miro es sólo una enorme tabla del naufragio que es junio pero en cambio existe ella y sus muelles ella y su cuerpo y su costa preñada en la que anclábamos por sus historias, las ballenas no son casas en mitad del mar, ella sí: arpones, pedazos de un coral madreperla mascarones de proa, maderas de raros barcos, collares, oscuras riquezas habían en su voz y sus labios como un húmedo y abierto almacén.
LUZ QUE NO SE CUMPLE
Soñé con la poesía, la soñé pequeña y temblorosa como una salamandra, negra como la sed de no ver el mar desde hace años. El bosque del lenguaje ardía toda la noche en el vientre de mi madre, y la poesía corría y el fuego la alcanzaba. La piel de la salamandra era humo y después un enorme madero que ardió como una hermosa muchacha. Como una hermosa muchacha iba corriendo con su ardoroso nombre y cubría el otro lado del lenguaje que sólo se ve a la luz de una lámpara lunar. Del carbón salía un lenguaje amarillo que los hombres hablaban en secreto con pulmones perforados, y mi corazón
triste estaba lejos de la palabra asfixia. No entendí lo que hablaban, ni lo que sus ojos decían contra lo rojo que aún dormitaba profundamente en las hojas de la noche. Eso rojo que era el lenguaje de todos los hombres y que al intentar hablarlo congelaba mi lengua. Soñé con la poesía, me dijeron que hablar de ella es quemarse las raíces de la lengua, estar ciego ante la palabra luz, buscar inútilmente la claridad en la bruma de un bosque de humo. Yo busco esa orilla, esa claridad, la busco como a un diente de león. Tal vez nunca la encuentre. Tengo el presentimiento que el cielo está apunto de partirse en una gota hacia el océano.
Marco Antonio Murillo (Mérida, Yucatán, 1986). MFA en Creative Writing por la Universidad de Texas en El Paso. Premio Nacional de Poesía Rosario Castellanos, en 2009. Premio Estatal de la Juventud 2014 en artes. Ensayos suyos aparecen en los libros: En la orilla del silencio, ensayos sobre Ali Chumacero (FETA, 2012), Museo de esperpentos y ensayos en prosa bárbara de Josué Mirlo (Verso Destierro, 2015). Es Autor de los poemarios Muerte de Catulo (La Catarsis Literaria, 2011; Rojo Siena, 2013) y La luz que no se cumple (Artepoética Press, 2014). Coautor de la antología Casi una isla: Nueve poetas yucatecos nacidos en la década de los ochenta (SEDECULTA, 2015). Ha sido editor de la revista Bilingüe Río Grande Review (2013-2015), y miembro del consejo de redacción de la Revista de Literatura Mexicana Contemporánea (2015-2016).
JEANNE KAREN
CRÓNICA DE UNA FOTOGRAFÍA DE JOEL-PETER WITKIN
I BAJO LAS CHISPAS anhelantes del rosetón se desprendieron de su cráneo las últimas imágenes, el último juego con las manos, y los sueños. Vino el silencio con la fuerza de las pinzas del cirujano. El bisturí abrió los ojos a la muerte. En el vientre del ave hay huevos que no alcanzaron a empollarse, convertidos ahora en polvo de oro. ¿Acaso creías que un ser con cuerpo de pajarraco y cabeza humana no excretaría otra cosa que un gran óvalo dorado? II En su lomo de avestruz monta su amante, porque la pareja fue expulsada del infierno para robar un poco de luz y devolver a sus cuerpos de quimera una forma menos tormentosa para fornicar. Antes, en los años en que aún poseían piernas y piel lozana, el amor aparecía en cualquier sitio: bajo un árbol, sobre camas de desconocidos, en bares y templos. Después, cuando asomó al hermoso rostro de su amado, surgió la cara de un primate: sus colmillos, sus ganas de extirparte los piojos. Lo maldijo y, en respuesta, sus caderas de luna se tornaron en una flor deshidratada. Sin embargo las plumas aún fulguraban con cierta gracia de pavorreal. Un demonio envidioso los convirtió en bestias. Sus sexos ya no coincidían. Su amor se tornó en el impulso por devorar al otro.
III El fotógrafo apareció justo antes de que el primate deshiciera los huesos viejos y malditos del ave. Cuando el obturador se cerró y el pequeño instante luminoso pereció, se desvaneció también la esperanza en el amor y el deseo. Los fragmentos de los esqueletos se regaron por el suelo como las runas claras en el paño de un adivino.
CUARTETO PARA OTRA FOTOGRAFÍA
I PEQUEÑOS MECHONES de plata se mecen con el aire que entra por la ventana, lo que queda de tu rostro es color miel, tu mirada la enmarca una máscara pelinegra. Las orejas puntiagudas se aguzan aún más cuando escuchas los débiles jadeos y el respirar de tu presa. Tu hocico supura baba y excitación. Él imagina la vulva que sobresale, los pelos rojos y erizados simulan las tenazas de un cangrejo. Hambre y delicia. Su boca busca la perla que duerme en la concha. Boca de pulpo de Hokusai, húmeda, resbaladiza, que hiere. Es todo tentáculos. Estás posesa, entregada, eres bruma. Los ojos amarillos de zorra se retuercen, tu tauteo es tan intenso. La luna se esconde.
II
El ombligo es donde estalla tu universo. Labios que recorren latitudes de ansia y deseo, cuentan nudos, millas, soles. La piel es una estampa y las colinas de su cuerpo te vuelven trashumante. La apeteces desde la primera vez que rozaste la boca, ya la locura te ataba a su cabello. En ella, el andar es música, viento que se pasea por el bosque de tus sueños, caen las hojas con el ondular de sus pestañas, permaneces callado, resistes. El bosque es el símbolo de su existencia. Es tu Ninfa, la celebración. Asir sus piernas es encontrar lo infinito del amor, ahí tu anhelo, abrirla, hallarte renovado como al cruzar un puente. Te bañas en toda el agua de su cuerpo. El sabor de tu mujer, te sigue, tienes una aureola entre los dientes, la izquierda, de su corazón.
III Dijo que te usó al menos diez veces, casi todas la misma noche y que nada hay que sea más dulce que tus gritos, ni siquiera el gemir cuando gozas, si no el desgarrarse de tu garganta cuando tienes la cola totalmente abierta. Tu cola o agujero negro, que se lleva todo lo que la atraviesa. Ahí dentro, un mar de leche, pienso. Mientras te hablo y con las manos en tus nalgas, te penetro, como él me contó, un dedo, luego el otro. No dices nada. Mi lengua resbala por tus piernas. También su amigo te recuerda, la misma cama, los mismos patrones en la colcha, tu chillido, la luna en su sitio. Ellos, detrás de ti, trepados, tú, agazapada, con dos agujeros que expresaban pasión, pero también difíciles de saciar, me han dicho y mi miembro permaneció erguido. Estás dispuesta siempre. Escuché. Es mi turno y estoy hambriento.
IV Él es la casa de los lirios, permanece en el fondo de una laguna de aguas demasiado turbias. Cuando su ciudad fue destruida, la muerte lo alcanzó, le cortó una pierna y un brazo, pero aun parece estar de rodillas, con el rostro de amante sereno. Ella está completa todavía, fiel a su misión de estatua vigila la entrada a un viejo parque en una ciudad de nadie. Las piernas esperan eternamente al muchacho. Su cuerpo es una estrella en la noche de los árboles. En sus manos la tristeza hace nido. Blanco el recuerdo del mármol, su mirada en algunas tardes profundas del otoño se ilumina. Los reunirá la tierra en otra vuelta, en el próximo movimiento de sus placas. Para ella una tarde entera de besos que la lluvia ha dejado. Para él la nostalgia del sol, un poema antiguo, un rayo de luz que atraviesa el agua.
Jeanne Karen (San Luis Potosí, mayo de 1975), poeta y editora. Tiene seis libros publicados: Canto de una mujer en tierra, Cuaderno de Ariadna, La luna en un tatuaje, El club de la tortura, Hollywood, Cementerio de elefantes y algunas antologías. Su obra ha sido difundida a través de varios medios impresos y electrónicos en México y en otros países. Una escuela de nivel básico lleva su nombre. Ha sido becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes en la categoría de creadores con trayectoria en el área de Literatura y ha ganado varios premios, entre ellos el Premio Manuel José Othón y el Salvador Gallardo Dávalos. Actualmente se encuentra preparando un nuevo proyecto editorial.
JAVIER TABOADA
NACENCIA (fragmentos) para Emilio, mi hijo
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decir menos o más un error inevitable el fin de toda traducción
ante el vértigo de la palabra escombrar lo sufrido o alzar en ella la expectativa
la experiencia todo fulgor o frío sentido por la palabra su transformación en memoria
la palabra original no puede ser reproducida
en la mente la palabra permanece atada al mundo creado
por su sola presencia
mundo y palabra celda gemelar de la discordancia oĂr o ser oĂdo
expectativa el dolor que siento por marcharme no puede ser tu dolor | J. ROTHENBERG
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toda palabra es un paso
un crear mundo
hacerse cuerpo en el vacío
la palabra inmersa en un ciclo la paradoja de la transmisión
los nombres que damos a las cosas el trueno y la muerte azules
rojos
el fuego que asciende y su abertura todo sentido se desvanece apenas pronunciado
en tus oídos vibra un mundo no tu mundo
dar nombre un silencio que deforma restituido
una nueva traducción o la misma
mariposa de oro a travĂŠs del invierno del mundo | K. KRAUS siempre sometida a su propio nacer y morir
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el odio un movimiento en apariencia inofensivo un gesto el necesario golpe de autoridad regresar al rumbo trazado
su amenaza no hallar rompiente ver las aguas nuevamente convertidas en huracรกn
un ojo ciego en su centro los heraldos de la verdad y el futuro
su liberaciรณn la instauraciรณn del dogma una lengua acerada fijar la naturaleza de cada palabra bajo dos tintas negra o blanca desprovistas de luz
el miedo
multiplicado en las paredes no deja espacio para la duda
sólo derrota o hegemonía
una ola se enfila | ALCEO el siglo del odio iterativo
semilla germinando en el hombre cada vez más lejos
vacío
de las palabras lo dicho en la poesía fantasmas que caminan entre árboles moribundos | N. TARN
Javier Taboada (Distrito Federal, 1982). Maestro en Letras Clásicas por la UNAM. Poeta y traductor del inglés y del griego antiguo. Ha traducido a Alceo de Mitilene, Jerome Rothenberg, Anne Waldman y Buddy Wakefield, entre otros. Se ha desempeñado como traductor de materiales para el Festival de Poesía en Voz Alta de Casa del Lago y como docente en la Escuela de Escritores de la SOGEM. Es autor de Poemas de Botica. Su trabajo ha sido publicado en diversas revistas nacionales e internacionales.