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Dirceu Villa
Antolog铆a Poetas j贸venes del Brasil - en espa帽ol Traducci贸n de Alfredo Fressia
2 Poesía joven del Brasil
Sofisticado & sabroso, el aperitivo
Dirceu Villa
La poesía brasileña más reciente, escrita por jóvenes, y sobre todo desconocida de público y crítica (particularmente desatentos en los últimos quince años a las obras publicadas en el país), presenta una variedad no sólo muy vital sino también ejemplar de diversas concepciones de la poesía, todas compareciendo simultáneamente y sin actitudes exclusivistas, lo que constituye una diferencia notable respecto al período precedente. Después de los años transcurridos bajo la fuerte influencia de la segunda ola de vanguardia, la de los años 1950 y 1960, y sus reflujos en las tres décadas siguientes, empiezan a surgir autores que, asumiendo la experiencia del “modernismo” local y sus derivaciones como un hecho ya consumado, aplican mucho de la técnica poética desarrollada en esa época, pero también presentan su crítica en forma de parodia, y en la reconfiguración de sus elementos con referencias más antiguas o recentísimas en el mundo de la cultura. Usan formas osadas muchas veces, pero no en el sentido del experimentalismo programático que les antecedió: las formas ahora tienen una aplicación orgánica. Un ejemplo es el libro de Angélica Freitas, que ya desde el título, Rilke Shake, sugiere que batirá sus referencias en una licuadora de irreverencia. Es lo que hace inteligentemente en algunos poemas, que son parodia de preocupaciones y nombres de la modernidad, como Gertrude Stein, Ezra Pound, y de un autor fundamental parea las vanguardias de los años 1950-1960, Stéphane Mallarmé1.
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El libro sobrepasa lo meramente paródico. evidentemente, pero el sentido paródico es presentado en esta introducción como ejercicio de perspectiva.
3 Hay poetas que llevan sus referencias hacia otro punto, como lo hace Paulo Ferraz con la técnica de subordinación y análisis de João Cabral de Melo Neto en poemas focalizados en la experiencia de la metrópolis, con una inteligencia sintáctica muy personal; o Fabio Aristimunho Vargas (que escribe el listo y muy técnico “Cactus”), en quien resulta notable el uso de formas y tonos de voz que lo aproximan a Manuel Bandeira y, en ciertos aspectos, a Carlos Drummond de Andrade; Ana Rüsche escribe una poesía muchas veces violenta, muchas veces irónica, compuesta de epigramas y poemas mordaces que inciden sobre la vida metropolitana2. Ricardo Domeneck, que ha explotado con fineza, crítica y poética, cierta inversión de los presupuestos poéticos, practica en los dos poemas que aquí figuran no sólo un sutil metalenguaje, sino que centra la dificultad de su escritura no en el aparato y sí en la propia complejidad del pensamiento sobre el lenguaje y sus relaciones éticas con la vida; Eduardo Sterzi también compone sus poemas con foco en el lenguaje, revolviéndolo y obligándolo a fornecer significados antes inertes en las palabras, pero también se lee en su poesía un humor de entrelíneas, sinuoso. La delicada y bella poesía de Alexandre Barbosa de Souza se compone de una limpidez estilística que corta sus versos de modo claro (muchos de ellos evocativos), pero sin sonar nostálgico, lo que es por sí solo un logro; Fabiano Calixto, por otro lado, se muestra permeable a un uso poroso del lenguaje poético, y se percibe no sólo su habilidad con el idioma y el verso, sino también un ímpetu por abarcar una diversidad de referencias del modo más elástico posible3; la poesía de Rodrigo Petronio, también variada formalmente, va desde poemas de gran percepción visual, a veces áspera (como se leerá en los dos
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En la escritura de su verso ante todo inteligente hay necesariamente la melancolía que no se perdona a sí misma. Muchas veces su poesía es rápida, elíptica, no porque sea vaga y sugestiva, sino porque exige del lector la recomposición del sentido asociativo. 3
Así como Angélica Freitas, su poesía tiene parentesco con lo mejor de la llamada poesía marginal brasileña de los años 1970, de Ana Cristina Cesar, Paulo Leminski y Torcuato Neto, entre otros.
4 poemas escogidos), hasta una poesía filosófica, idealista, que registra el uso de formas fijas como el soneto o la terza rima. La delicadeza de una construcción calcada sobre todo en la imagen puede ser leída en la poesía de Flávia Rocha, quien publicó un libro nacido bilingüe (portugués-inglés), A casa azul ao meio-dia / The blue housearound noon, con poemas de una lírica esencial, contenida, inteligentemente imagista; entre los más jóvenes de esta selección, Fabiana Faleiros ha escrito poemas en que el lenguaje empleado es único, y no se basa en el repertorio tradicional de la poesía4: parece merecer la expresión “ver con ojos nuevos” usada por Oswald de Andrade; por fin, Mariano Marovatto mezcla un manejo inteligente y certero del verso con experiencias de gran apertura formal, y un humor frecuente, irónico, muchas veces transido de referencias pop5. Esta es una muestra muy breve que espero invite al conocimiento más amplio de la nueva poesía brasileña; pero espero también que, en este pequeño espacio, la opción haya sido lo suficientemente hábil como para presentar la diversidad fecunda de la escritura practicada en los últimos años. Habría muchos otros nombres para mencionar, de poetas que podrían contribuir igualmente para un panorama de esa poesía, pero el objetivo de doce poetas nacidos a partir de 1970, a dos poemas cada uno, pretende ser de hecho (y no podría funcionar de otra manera) sólo un aperitivo. Rebuscado & sabroso en sus dimensiones discretas, el aperitivo. Gaudete.
Aunque “Nosotros, en el raro café” –poema que se leerá aquí- se aproxime a experiencias cubistas y dadaístas, del collage y del efecto de descocamiento imagístico y sintáctico que leemos en poetas como Gertrude Stein o Hans Arp, me parece que la relación es sobre todo circunstancial. Sus poemas buscan especialmente decir cosas difíciles y muy peculiares, como percepción. 4
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Ha explorado recientemente la relación de la poesía y la música popular.
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POEMAS
Alexandre Barbosa de Souza (n. 1972)
En una exposici贸n de fotos de Sit Kong Sang
Nosotros que nacimos ayer,
6 En el cuarto día del sexto mes, Del segundo año del nuevo milenio, En la era cristiana, en este lado del mundo, Después del trabajo, vinimos apreciar Los muchos nombres de la luz.
Se siente la distancia en cada uno: Beijing Tsingdao, Wuhan, Pamir.
En el cigarrillo después del almuerzo, En el rostro de la muchacha uighur, En el trazo de un afiche de Kashgar, En la piedra escrita en Guilin.
Sin embargo es posible volver a la China: En bicicleta, oír las palabras de diez mil años, Y subiendo el Himalaya llegar a Shangrilá.
En silencio veamos los presentes: El vendedor kazako los pescadores del río Li
Se siente que la luz No necesita la aprobación de los hombres, Y casi llega a avergonzarse de su brillo.
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Saber secretamente E ignorar saber.
Como sabían aquellos niños: Que el mar derretirá El Castillo De Arena. Y se preocupaban con las torres, As torres que el agua hace y derrumba.
Como secretamente Sé que me conocen: El poeta de ese castillo de arena.
Angélica Freitas (n. 1973)
entro en la librería del bobo. no tengo dinero y tampoco tengo talento para el crimen.
desfilan ante mis ojos títulos maravillosos moribundos de tanto estar en los escaparates.
róbanos, dicen. no aguantamos más estar aquí en la librería del bobo.
8 ¿quién creería en esta versión de los hechos? ayúdenme, maragatos en esta hora afanérrima de una libertadora paupérrima de libros.
retumba mi corazón, retumba más que la batería de samba de salgueiro. tiembla el cuerpo por entero y las manos ya sudan como grifos.
gano la calle, las manos vacías y los libros gritan: marica.
Rito de pasaje
ahora que me rapé la cabeza no voy a demorar en las esquinas irritaré a los viejecillos asustaré a las niñas y los perros ya ladran antes de vislumbrarme.
los vecinos en la escalera piensan: ¡pobre! qué desgracia preguntarán si agarré piojos o tuve pérdida capilar.
tranco la puerta y las ventanas dejo el mundo y sus narices la calle se extraña de mi cabeza desnuda
9 ¿se extrañará el espejo?
Eduardo Sterzi (n. 1973)
Juego
después de la primera patada es fácil alguien pregunta para qué tanta violencia poco a poco hasta se va serenando como si entrañara a contra gusto la lámina del sueño sucia de la propia sangre la sangre de otro poco a poco hasta se va ahogando en el sueño que baja por la garganta viene de los oídos sólo piensa proteger los ojos proteger la nuca proteger las sienes parece que sonríe a espera del último que no viene a espera del próximo es fácil basta con sólo olvidar
10 que aquella es tu (sólo) tu cabeza
Mimo mundo – manivela monocordia – música – verruga de la concordia – monodia recitada a la amplia nada – pozo de palabras – re verberación del verbo re vogado –
mímica,
mudez de un desespero sin vocales
Fabiano Calixto (n. 1973)
11 Guaifenesina dextrometorfano
garganta que late, áspera piedra nocturna –vivir triste, asfixiado, una eternidad roja. (acero de navaja ruborizado); paisaje (rojo de azafrán) que el viento dice, oxítona; (rubor, sangre drago, noche sanguínea, rubí, tierra donde guitarras en punteo, donde, canoros los labios de las muchachas – mejor, donde los labios de las muchachas: dos incendios); la voz que no sale, el brazo que no se deja leer, que se cierra a los ojos, el sueño que cesa asustado de sudor. (pargo rojo; carmesí; riñones; raspadura de moras; sangre, sin explicación). -palabras atropelladas por estrellas-, insomne, soso, torpe, oigo campanas tocando lejos, pienso en Mauricio y Teresina, en Londres, imagino la calma turbulenta de las manos de Sylvia Plath escribiendo en su diario: “Soy yo misma. No es suficiente.”
Garanhuns, Pernambuco
estás más cerca del de-color de los rabeles que de los violines europeos. (te llaman rima. prefiero lágrima). tu invierno embiste en olores inolvidables que, como forjados
12 a durísimo metal, jamás pierden lo raro y alzan un pórtico de nombres y colores a la entrada de la memoria. tal vez, en verdad, estés más íntima de la penumbra calculada de un palacio moro cuyos entalles, caligrafías y paneles confunden nuestras sentidos y, ahora, estamos sólo rodillas. despedazada estás en la garúa fría, en el reloj de flores, en las aguas minerales, en la pupila de mi madre. estaré aquí hasta que la impaciencia reviente el dique, al hueco de las manos, como la nada de lluvia de este otoño predominantemente gris.
Flávia Rocha (n. 1974)
Algas en la noche
El faro al fin de la península. Dos bultos parados, la sugestión de un beso: tronco retorcido caído en la arena, las raíces expuestas como cabellos al viento.
Noche sin viento. El mar recoge a los pies la noción de distancia.
13 Camino en dirección al mar e hacia fuera del ángulo del beso. Las manos en hueco, las lleno con agua oscura:
un alga flota (brilla) en el vacío.
Naturaleza muerta (peras) Lluvia en los bordes del tejado – verde-agua, pendiendo como hojas: parodias de un carnaval de viento, en parte imaginado. Una cesta de peras olvidada en la lluvia, las peras empapadas sobre la mesa con cubierta de latón. Lluvia sobre latón: monotonía interrumpida por la naturaleza imperfecta de los sonidos. En el pomar, los frutos pesan en las ramas, que se aproximan al suelo. Nuestra conversación es fértil… De nuevo me olvidaré de todo lo que se dijo, del lago color petróleo, de las peras sobre la mesa, del tintinear incesante y corrosivo de la lluvia sobre el latón.
Paulo Ferraz (n. 1974)
La poética vista en un armario
Suspendidos por esos hombros finos –cual humo condensado en paño,
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no por acción de intemperies, sino por el dominio de las manos sobre lo bruto – ¿cuánto
guarda de un contenido ya tenido? Su corte forma no es para lo aparente
vacío. Si me entrego a las curvas y drapeados, me dejo envolver en la trama y allí me
aposto. Luego, noto el don que lo hizo, paciente y cierto, por metrajes que yo que
nada sé de sus motivos, compruebo en cuál cuerpo caería – de pronto me espanto,
pues se forma dentro de mí –aun siendo ropa- la sensación de toque.
Para Noel
Perfectas en peso y medida, dos obras del genio me tocan:
15 son las puertas sin trancas que ceden con un simple toque (o, si es alta la borrachera, con un tumbo) y esas lozas donde mear. Ándele, llegar sin sentir las piernas, dar con la frente en la pared, abrir el cierre y observar el dorado en la cloaca no tiene traducción!
Rodrigo Petronio (n. 1975)
Revolución
Entonces él se sentó En el segundo peldaño y se quedó refunfuñando Algunos sonidos entre el humo del cigarrillo Y los ojos fijos en el vacío Cuando dije que en fin Estábamos listos para hacer una revolución De verdad estábamos listos Para tocar el filo de la navaja Y romper la niebla con un tajo de cuchillo Estábamos en el mejor de los mundos posibles Estábamos a salvo en un balcón Estábamos lejos muy lejos Del césped que crecía bajo los pies de los hombres Y les cubría el tobillo en el domingo azul Estábamos sí de hecho allí yo y él Tejiendo el futuro
16 En sones agrupados en el labio con saliva blanca.
Reímos. Él abrió un libro cualquiera Dio dos pasos de espadas Y el cuerpo en columpio cayó del décimo quinto piso.
En la plaza al lado Unos viejos iban a alimentar a las palomas con semillas de girasol.
Saldo
Piel de Levy en la lámpara del príncipe de Gales. Cabellos de Sara en la sandalia de unas putas de Berlín. Un joven circunciso muestra en la glande una esvástica Tatuada en una revista sodomita made in USA. Sólo para los electos fueron hechos el reino de los cielos y la ley. Vide Isaías capítulo IV versículo VI. A orillas del Ganges un asceta aspira a la gracia Y la estrella de cinco puntas gira en sentido antihorario. I hate niggers and I want to Hill Mahoma: Grafiteado en el Muro de las Lamentaciones. Y el enigma de los tiempos se ofrece en una rosa refractaria Que bajo la corona de pétalos se recompone incontinenti Y en la espiral de la historia se repite como farsa.
Fabio Aristimunho Vargas (n. 1977)
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El cactus
Son mezquinos los cactus. Aptos ante lo inhóspito, optan el flujo (no ínfimo) retener en lo hueco. Aptos, mas míseros son los cactus -con espina se abstienen los escépticos.
Escéptico: ser como el cactus: signo erecto de acúleos. Resentir del silencio de las hojas, conformarse a la demencia de las ramas.
Ejercicio fragmentado de mis contradicciones
(b)
siempre fui de la mayoría ( hombre clase media blanco hetero sin ideologías ni otros vicios sino tabaquistas, que no cuentan ) y aun así de las minorías Me atribuyo una que no sé cuál :
¿serán mis gestos? ¿tics de este sentido común que es sentirse aparte?
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Ricardo Domeneck (n. 1977)
hablar hoy exige elidir la propia voz las transacciones inventivas entre interno y externo demandan que la base venga a flote y la superficie sea de la profundidad de la historia ímpetu denotando lo centrífugo el cuerpo público que exhibo como escenario fruto de la ansiedad del remitente lo interno a lo largo de la epidermis como emily dickinson terminando una carta de minucias con “forgive me the personality”
difícil convencer todas
19 las partes de mi cuerpo del sentido de una acción y así poner en movimiento las ruedillas de la corpulencia en dirección al abstracto cruzar el océano tantas veces humedece los propósitos hace querer una cama en el fondo no no es irónico que bas jan ader in search of the miraculous se hunda desparezca en medio océano
Ana Rüsche (n. 1979)
la canción del limpiavidrios
yo, un pez de acuario, gordo, consumiendo lo que surge de esta agua turbias.
los transeúntes allá abajo como pulpos en patines, una muchacha cargando un agujero negro a sus espaldas y chicles.
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al lado de los diarios de Internet, mis cactus mueren en su compulsión por agua.
los osos polares serán extinguidos por las neveras. en Australia, las ballenas se suicidan en la arena.
continúo consumiendo cualquier cosa que brille un poco, yo, un pez pudriéndose gordo en estas aguas sucias.
Revenant
mi madre fue muerta en un siglo de entrañas cuando los pájaros oscuros tomaron del suelo el acero para sus alas
y las hijas que crió para la tierra fueron en minifaldas llenas de pintalabios y dientes hacia los soldados y los empresarios
y los hombres que amó sobre el barro fueron en busca de mujeres de revista y corbatas desparecieron con las bombas y las fábricas
pero ahora nuestra madre retorna
con la pestilencia de un perro amordazado para descongelar y beber todas las nieves eternas para asesinar todos los hombres y gallinas de la China
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Fabiana Faleiros (n. 1980)
Las letras que pasan paradas en los letreros las luces prendidas una a una dentro de la casa
mientras camina duda vestida y sin estar desesperada
un antro
una posición suya con la cabeza para escribir antes que olvide cuál reloj tiene la hora cierta
Nosotros, en el raro café, siempre nos sentábamos a una mesa donde en la cual existía otra por bajo de la misma donde nos acostábamos y empezábamos a conversar. Aunque hubiera entre nosotros un caño que mantenía mesa de arriba pendiente era nuestra estrategia para aproximarme. Había un agujero donde el café filtrado al vacío era colocado para bañarnos. El camarero ya cansado servido del café aromático entre nosotros y yo siquiera decía, ay está muy caliente, y las heridas nacieron durmientes. ¿Quieres levantarte? En esa pregunta se decide pasar azúcar y empieza a picarme. Raspa este elemento accesorio que forma parte de todo almacén: “Fornezco gusto pero no soy la
22 cosa en sí. How do you know me?” Si mi blancura asociada a la espesura de tu piel te repele. Si quieres ser un edulcorante. So quieres alcanzar la forma que retorna sin ser mero acompañante. Filtra café por mí.
Mariano Marovatto (n. 1982)
Waldroped No. 1
Sabes,/ tus pequeñas observaciones de oído a la ventana, atenta al posible ruido de la pareja de viejos ricos/ que ahora se sientan en el banco de hierro del parque/ / al mismo tiempo en que recorres los lomos de los libros lamidos por largos rabos de gatos snobs y limpísimos,/ tal como tus alumnos del west village,/ que en realidad prefieren pintar sus propios zapatos de tenis en la adidas / que lo que de kooning podría pretender aquel día antes de la guerra frente a la pantalla. // Ellas, / las observaciones silenciosas como la pluma desprendida de lo alto de las secuoyas,/ o como la nieve/ de enero / ritmada con la cajita de música heredada de la madre / rota hace tiempo, / pueden/ de vez en cuando, / no ser lo suficiente.
Poema can-pequinés de la dinastía Tang
El convoy pasa a la ventana carros, auto-carros y bocinas también
Desde dentro del Hotel Roma pienso en cómo volver al estado original de hombre
23 Expulsa tu sapiencia infame y asume tus Ămpetus de poeta.