Efraín Jara Idrovo

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LAS EVIDENCIAS DEL MUNDO DE EFRAÍN JARA IDROVO Entrevista con Edwin Madrid*

Efraín Jara Idrovo (Cuenca, Ecuador, 1926) Sin duda el mayor poeta vivo del Ecuador, es un nombre muy respetado en el ámbito nacional; su labor de catedrático, crítico y poeta es reconocida en el ambiente de las universidades y de las letras ecuatorianas. Dueño de una potente obra poética desdoblada en poemas sostenidos hasta llegar al relámpago del epigrama. Nunca se ha creído el excelso poeta que es, lo que le ha valido cierto apego de los más jóvenes que ven en él un poeta a seguir. Esa mañana llegó al aeropuerto de Quito con traje azul impecable, sus cabellos blancos-plata relucían con el fulgor del sol. Estaba preocupado porque el día anterior había perdido sus lentes en la inauguración de las fiestas de Cuenca, me pidió que copiara sus poemas en letra gigante para poder leerlos con sus gafas antiguas. Como eso no era problema, lo calmé inmediatamente y nos dirigimos al sitio donde se hospedaría. Después de registrarse, desayunamos y paseamos. Su lectura de poesía en la universidad estaba fijada para las 18:h30. Entonces almorzamos, tomamos café y conversamos de sus obsesiones estrictamente literarias, pero también de su etapa de borracho, de su especulación con el dinero, de su derrame cerebral, de su silencio literario de 25 años, del suicidio de su hijo, de lo viejo verde que todavía se siente, de la reticencia a publicar sus poemas y a conceder entrevistas, de las feas ediciones de sus libros, de sus “caquitas de mosca”, del riesgo que no asumen los poetas ecuatorianos de su visión de que toda circunstancia es poetisable. Para mí fue una lección de vida la que sostuvo en este diálogo.

¿Todos los poetas tienen un concepto de poesía. Me gustaría que hables del tuyo y si fue cambiando a lo largo de tu trayectoria? Llegué un poco tarde a la poesía. Inicialmente, en el último año de bachillerato, escribía prosa narrativa, pero el conocimiento de los textos de Jorge Carrera Andrade fue decisivo para empezar a escribir poemas. Por otro lado, todo mi grupo generacional era de poetas. Hay un poema que fue determinante en mi lectura para entregarme al trabajo poético: La vida perfecta. El primer poema que leí con emoción realmente devota a Carrera Andrade y en el que, de pronto, vi que era un instrumento muy idóneo para sacar fuera de mí las precipitaciones


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Efraín Jara Idrovo by Ray Reyes - Issuu