Entrevista con Mauricio Montiel

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Pasiones siamesas, leer, escribir e ir al cine Entrevista a Mauricio Montiel Antonio Moreno

Esta conversación con Mauricio Montiel Figueiras (Guadalajara, México, 1968) tuvo lugar en un café cercano al Parque México, en la colonia Condesa, en mayo de 2012, una semana posterior a la muerte del escritor Carlos Fuentes, aludido aquí, por supuesto, junto a Vargas Llosa, García Márquez y Cortázar, siendo este último el que más lo marcaría como escritor.


México estaba de luto, y más aún los amigos de Fuentes, y también sus lectores, especialmente los lectores de Los días enmascarados (1954) y Aura (1962), que es para Montiel Figueiras una novela extraordinaria. Después de un sexenio con Felipe Calderón, México vivía los trastornos de una guerra horrorosa y se preparaba para las elecciones presidenciales, y también para la incertidumbre, a secas. Ese fue el marco nacional de esta charla con el traductor, poeta, editor, ensayista, cuentista, novelista y trotamundos, Montiel Figueiras, quien encuentra en las propuestas de Haruki Murakami, Danilo Kiš y Pascal Quignard una correspondencia con su poética, por un lado; y en ese misma inercia de afinidades, en la que devela rasgos de sus obsesiones como lector, pone de manifiesto— por el otro—su franca admiración hacia dos raros de las letras mexicanas: Pedro F. Miret y Francisco Tario.

PREGUNTA: ¿CUÁNDO PUBLICÓ SU PRIMER TEXTO?

MONTIEL FIGUEIRAS: Empecé a publicar a los 19 años, una vez que participé en algunos talleres literarios en Guadalajara, mi ciudad natal. Empecé a publicar los ejercicios que nos dejaban en los talleres. Y uno de ellos resultó ser publicado por uno de los maestros que impartía clases allí. Él era consejero editorial en un periódico de Guadalajara, y había una pequeña sección dedicada a la literatura que coordinaba y le gustó mi ejercicio lo suficiente como para publicarlo. Ahora veo hacia atrás, y ese ejercicio era impublicable, pero agradezco mucho la generosidad de mi maestro. A partir de 1989 empecé a publicar con cierta regularidad. Si hablamos de mi primer libro, juzgo que lo publiqué muy tempranamente, en 1992, cuando yo tenía 24 años, porque ese libro fue finalista del premio nacional Gilberto Owen, que se otorga en Sinaloa. Yo mandé un librito a concursar, no


obtuvo el primer lugar sino una mención honorífica, que implicaba ser publicado, de acuerdo a los estatutos.

PREGUNTA: EN ESE ENTONCES, ¿QUÉ TIPO DE ESCRITOR QUERÍA SER?

MONTIEL FIGUEIRAS: Ah, caray. Yo estaba en esos años muy influido por Julio Cortázar. Era como mi faro. Cortázar me sacó de una especie de limbo en el que yo viví durante toda mi adolescencia. A raíz de las lecturas de novela policiaca hechas en mi infancia, me quedé en esa ruta por mucho tiempo, que no hice más que leer novelas policiacas y de terror en inglés. Prácticamente, no leía en español. Leía a Stephen King, un escritor que hasta la fecha le sigo teniendo respeto. Es bueno y demasiado prolífico. A mi gusto, King publica todo lo que escribe, pero creo que tiene cuentos y novelas bastante notables dentro de ese género. Yo venía con todo ese bagaje adolescente de novelas de terror, y al llegar a los talleres literarios, una de las lecturas fue Julio Cortázar, y éste me abrió las puertas a un mundo que no conocía, que fue la literatura latinoamericana, en castellano, en mi idioma. Entonces, mi primer libro es un homenaje bastante descarado a Julio Cortázar. Implica también haber aprendido muchas técnicas narrativas de Cortázar, de manejo de personajes, cierto manejo del lenguaje. En ese entonces yo quería ser un escritor cortazariano. Me parecía que era el modelo de escritor que había que seguir.

PREGUNTA: ¿CÓMO PODRIA EVALUAR SU EVOLUCIÓN COMO ESCRITOR 20 AÑOS DESPUÉS?

MONTIEL FIGUEIRAS: Difícil. Sigo teniéndole mucho aprecio a la propuesta de Cortázar. Sigo encontrándome, al paso de los años, especialmente con la relectura, con los textos de Cortázar, y creo que sus cuentos han resistido el paso del tiempo, mientras que sus novelas se han quedado un poco fechadas, incluso Rayuela, con cierta experimentación que nos


remite a la década de los sesenta. El cuento cortazariano sigue siendo vigente. Pero me he inclinado mucho en estos 20 años, desde que publiqué mi primer libro, a explorar zonas de la literatura universal que me han interesado cada vez más; me refiero a autores centroeuropeos que me interesan mucho, autores franceses, ingleses, asiáticos, que se han vuelto guía en mi evolución como escritor. Menciono tres autores contemporáneos que me han marcado muchísimo: Haruki Murakami, Danilo Kiš y Pascal Quignard.

PREGUNTA: ¿QUÉ HA ENCONTRADO COMO LECTOR EN ELLOS?

MONTIEL FIGUEIRAS: Técnicas, maneras y modos de narrar. Si maneras de ver el mundo suena muy abstracto, por ejemplo, lo que he encontrado en Murakami es el manejo de la primera persona, siempre joven; todos los narradores de Murakami son jóvenes y narran su encuentro con estos mundos debajo del mundo. Esta manera de hallar debajo de la superficie la realidad, esos como pasajes subterráneos que van conectando el mundo. En Quignard, lo que me fascina en su trabajo es el despliegue de erudición, casi enciclopédico, y de estar rescatando personajes oscuros que normalmente no se les atiende; en eso es muy francés, el de buscar estos personajes que han quedado al margen de la historia, sean escritores o figuras históricas. Pienso, por ejemplo, en Butes, que es uno de los textos más recientes que he leído de Quignard. Butes es el tercer marinero que acompaña a Ulises cuando van a la isla de las sirenas. Según Quignard, Butes es el que decide atender el canto de las sirenas, es el que dice: yo sí me arriesgo. Literalmente se avienta para seguir el canto de las sirenas; y es, obviamente, exterminado por ellas. Este tipo de figuras mítica es lo que rescata Quignard, una mirada oblicua a la historia. Lo que me gusta de Danilo Kiš es la temperatura borgeseana, que es la de ensayar de literatura e Historia mediante un trabajo de ficción. Kiš es a mi juicio uno de los grandes rescatistas también de personajes que han


sido aplastados por el poder y su maquinaria; rescata héroes oscuros y les da una preeminencia que merecían . Hay otros escritores que me han ayudado en mi evolución, como Dino Buzzati. Tiene una novela suya que me ha marcado muchísimo. Es El desierto de los tártaros, que es su obra más conocida. Buzzati ha sabido hacer de la espera (de estar aguardando algo), un tema metafísico.

PREGUNTA: ¿CÓMO BECKETT?

MONTIEL FIGUEIRAS: Se adelanta a Beckett.

El desierto de los tártaros es de 1940.

Esperando a Godot es de 1958. Buzzati adelanta mucho ciertos temas de Beckett, entre ellos la espera, tomada como un asunto metafísico.

PREGUNTA: ¿CÓMO INCORPORA LOS TEMAS DE LA VIDA COTIDIANA? ¿EN QUÉ MEDIDA LE INTERESAN?

MONTIEL FIGUEIRAS: Recuerdo a Javier Marías diciendo en un ensayo que le criticaron mucho cuando aparece su primera novela, Los dominios del lobo, la cual publica a los 19 años; le criticaron que esta novela carecía de vida o, en todo caso, era una vida literaturizada y pasada por los filtros de ella. Lo que responde Marías es sensacional y viene a cuento con la pregunta que me haces: Los críticos ignoran que sentarse a leer en una butaca es también una experiencia cotidiana, es una vivencia. Ir al cine es una vivencia, asistir a una obra de teatro es una vivencia cotidiana, es decir, me parece importante la manera en que el arte incide en todas sus manifestaciones en nuestra vida cotidiana. He incorporado vivencias personales en lo que espero, pero trato de, a diferencia de otros escritores que van a sus experiencias para obtener magma literario, mezclar mis vivencias con la imaginación. Considero que toda vivencia cotidiana puede ser un detonador para la imaginación. Si algo te pasa, si algo ves en la calle, si algo te ocurre, puede ser un poderoso


detonante de la imaginación. La vivencia per se reproducida periodísticamente no me interesa para mi literatura.

PREGUNTA: ¿PARA QUIÉN ESCRIBE? ¿PIENSA EN UN LECTOR IDEAL?

MONTIEL FIGUEIRAS: Como decían antes, es la pregunta de los 64 mil pesos porque yo no imagino a un lector ideal, más bien lo que imagino a la hora de escribir es una especie de espejo del que yo me reflejo. Un lector en el que yo me reflejo, aunque suene muy abstracto. Un lector que tenga el mismo bagaje que yo y que tenga esa misma pasión por los mismos materiales literarios que a mí me interesan. Un lector que se interese en querer saber qué ocurre debajo de la realidad o debajo de esa superficie que vemos cotidianamente. Cortázar tiene una imagen que me parece fabulosa: la realidad es ese telón que vemos en un escenario, pero lleno de agujeros. A Cortázar le gustaba ver a través de esos agujeros. Ese telón deja pasar ciertos atisbos de algo que está ocurriendo detrás. Es lo que me interesa como escritir, incidir en esos atisbos y volverlos literatura. Y el lector que me gustaría tener es aquel que quiera acompañarme a ver esos atisbos. No creo, la verdad, imaginar a un lector; salvo cuando escribo reseñas o notas periodísticas, sí imagino un lector en relación a la información que tiene que digerir.

PREGUNTA: CUANDO YO LE PREGUNTÉ SOBRE EL TEMA DE LO COTIDIANO, ESTABA PENSANDO QUE USTED VIVIÓ LOS AÑOS CONVULSOS DE LA DÉCADA DE LOS NOVENTA, EN ALUSIÓN A LAS CRISIS ECONÓMICAS RECURRENTES, INESTABILIDAD DE TODO TIPO, CRÍMENES POLÍTICOS, MASACRES, LEVANTAMIENTOS ARMADOS, COMO REFERENTES, ¿DE QUÉ MANERA LE AFECTARON ESOS SUCESOS?

MONTIEL FIGUEIRAS: Personalmente, por supuesto; pero no en mi trabajo literario. Ahora que preguntas eso, quizá los momentos de crisis que se vean reflejados en mi trabajo


literario sea en la incertidumbre. Todos mis personajes viven en un estado permanente de incertidumbre, de angustia y tensión. Quizá esa sea la manera de reflejar el estado de cosas, mi situación cotidiana.

PREGUNTA: DEJO A UN LADO AL LECTOR IDEAL, PERO NO DEJO DE PENSAR EN EL LECTOR Y VOLVIENDO A ÉL, ¿CUÁLES SON SUS ESTRATEGIAS NARRATIVAS PARA QUE, CUANDO CAIGA UN TEXTO SUYO ENTRE SUS MANOS, NO DEJE DE SEGUIR LEYENDO?

MONTIEL FIGUEIRAS: Una de las grandes lecciones que obtuve y aprendí de las lecturas policíacas y de terror hechas en la infancia y adolescencia, fue eso precisamente, que el interés del lector nunca decaiga. Te podría decir que en los textos periodísticos, en los ensayos, en las notas, trato de mantener cierta tensión dramática, si quiere ver así, para que el interés del lector no decaiga. Eso es lo que he tratado de hacer en todo lo que escribo. Qué curioso, es la primera vez que lo digo: mantener la tensión y la atención del lector. Sin descuidar el trabajo de la prosa que me interesa mucho. Con el proyecto narrativo que desarrollo en Twitter desde el 2011, El hombre de Tweed, es justamente eso, saber cómo mantener el interés del lector. La primera serie narrativa de El hombre de Tweed fue de prueba y error porque incorporé varias de las observaciones que me hacían los lectores. Me gustaba saber qué esperaba cierto grupo de lectores que me estaba leyendo.

PREGUNTA:¿QUÉ ELEMENTOS, QUÉ CUALIDADES DEBE TENER UNA BUENA NOVELA, UN BUEN CUENTO?

MONTIEL FIGUEIRAS: Dos cosas. Tiene que haber una perfecta armonía entre fondo y forma. La forma, es decir, el trabajo de la prosa, tiene que ser para mí una prosa muy bien trabajada. No quiero decir purista, ni tampoco una prosa emperifollada, sino bien pulida, por un lado; y por otro, la tensión dramática y la tensión narrativa. Tiene que tener bien desarrollada la historia, y bien planteada toda una serie de personajes. Vuelvo a Cortázar, quien decía que la diferencia entre una cuento y una novela. El cuento gana por nockout y la


novela gana por puntos. Me parece que es una de las definiciones más atinadas y con la que más concuerdo. El cuento tiene que ser un golpe letal. La novela es un combate del cual tomas descansos, te marchas y regresas. Pero en ambos casos, el combate tiene que ganar la atención del lector. Tú tienes que estar pendiente de lo que va a ocurrir en ese cuadrilátero literario.

PREGUNTA: ¿QUÉ IMPORTANCIA LE CONCEDE AL CINE EN SU ESCRITURA?

MONTIEL FIGUEIRAS: Las influencias primordiales en mi obra son la literatura y el cine. No puedo deslindar una disciplina de la otra. El cine me ha ayudado a conseguir tensión narrativa. Efectivamente, en todos mis textos, al menos así lo veo yo, son muy cinematográficos, pese a que hay en ellos una fuerte carga literaria. Todas las historias que he escrito han partido de una imagen fija que yo tengo que desarrollar. Quiero saber por qué esos personajes han llegado allí. Eso es para mí el resorte, el detonador de la narración. Una imagen, un cuadro fijo donde hay una serie de personajes o no; puede ser un paisaje, una habitación donde no haya personajes, una habitación vacía donde hay un cenicero en el que se consume un cigarrillo. Y quiero saber por qué la habitación está vacía y qué revela el hecho de que se consuma un cigarrillo en ese cenicero. Hay una anotación fabulosa de Nathaniel Hawthorne en sus diarios, que podría cristalizar esto que estoy diciendo de las imágenes fijas como puntos de partida para una narración. Hawthorne describe un rayo de sol que busca, dentro de una habitación, una antigua mancha de sangre. Esta frase es el tema que anda buscando el escritor.

PREGUNTA: ¿POR QUÉ LE GUSTA TANTO EL CINE? ¿FUERON DOS PASIONES PARALELAS A TEMPRANA EDAD: LA LECTURA DE NOVELAS POLICIACAS Y EL CINE?

MONTIEL FIGUEIRAS: Sí, siempre he dicho que son pasiones siamesas, leer, escribir e ir al cine. Sería muy complicado para mí tratar de explicar por qué el cine y no el teatro o la


danza. Fueron las disciplinas que mis padres me inculcaron a muy temprana edad. Mi madre nos llevaba mis hermanos, mis primos y a mí a los maratones que había en mi infancia, dos o tres películas en algún cine de Guadalajara. Llevábamos comida, botanas, qué sé yo, como para hacer un camping cinematográfico. Esa imagen que tengo de estar encerrado por varias horas en una sala viendo una película, me da la sensación de que siempre estuve rodeado de historias. Con esto me queda muy claro mi vocación por contar historias.

PREGUNTA: ¿TENÍA ALGÚN GÉNERO CINEMATOGRÁFICO PREDILECTO?

MONTIEL FIGUEIRAS: Siempre me gustaron las películas de aventuras, vicisitudes, que pasaran cosas, que algo le pasaran a los personajes. Otra obsesión que tengo, tanto en el cine como en la literatura, son las islas. La isla es una imán absoluto. PREGUNTA: ¿POR QUÉ LA ISLA?

MONTIEL FIGUEIRAS: No lo sé. Siempre me he preguntado eso, ¿por qué la isla? ¿y por qué no las montañas? PREGUNTAS: PIENSO EN LA DE SANCHO PANZA, EN LA ISLA DE AREPA, DE JORGE IBARGÜENGOITIA, EN LA DE ROBINSON CRUSOE Y EN LAS ISLAS DE SLOTERDIJK, COMO DOS GEOGRAFÍAS POSIBLES, PERO CON ECOSISTEMAS OPUESTOS.

MONTIEL FIGUEIRAS: Efectivamente, también están la isla misteriosa, de Julio Verne, y la isla del tesoro, de Stevenson. PREGUNTA: ¿QUÉ ENCUENTRA EN LA ISLA?

MONTIEL FIGUEIRAS: Encuentro que es un microcosmos de la sociedad, donde el hombre tiene que estar más en contacto consigo mismo, como más retirado de las vías de comunicación, más aislado. PREGUNTA: ¿UNA SUERTE DE ROBINSOS CRUSOE?

MONTIEL FIGUEIRAS: Así es. El aislamiento tiene implícito el término que me atrae. Aislarse es hacerse isla. Siempre he pensado en ese doble juego de la palabra. Justo llevo


escribiendo un proyecto que aún no termino, que tiene que ver con islas. Fueras películas, novelas o cuentos ambientados en islas, tienen ese valor agregado de tener una locación que a mí me encantan. Cuando viajo, trato en la medida de lo posible, de ir una isla cercana de donde yo estoy. PREGUNTA: QUIERO HACER UNA CONEXIÓN RADICAL, PENSANDO EN AUTORES ISLA, COMO PHILIP K. DICK, EN CUYA OBRA DESTACAN LOS PERSONAJES ISLA. CUANDO USTED Y YO ENTRAMOS EN UNA LIBRERÍA DE CHAPEL HILL, CAROLINA DEL NORTE, VI QUE SE AVALANZÓ A LA MESA DE NOVEDADES PARA AGARRAR UN LIBRO DE ENSAYOS SOBRE ESTE AUTOR. QUIERO CONECTAR LA IDEA DE ISLA Y LA LITERATURA FANTÁSTICA EN EL SENTIDO DE QUE LA ISLA PODRÍA SER UN MUNDO PARALELO O UN MUNDO AUTÓNOMO.

MONTIEL FIGUEIRAS: Está interesando esto. Lo que me atrae de la literatura fantástica es la posibilidad de usar los elementos de nuestra realidad más inmediata, para crear nuevos mundos. Estoy seguro. La literatura fantástica parte de una realidad, por más imaginativa, creativa y fantasiosa que pueda ser. Pienso en un ejemplo tomado de la última vez que estuve en Inglaterra. En un fin de semana, para conocer la ciudad, iba de Chidham a Oxford. Tenía que atravesar toda la campiña inglesa en autobús. Al costado había un banco de niebla. Impresionante. Ese mismo paisaje lo volví a ver recientemente en Escocia. Me daba la impresión de haber encallado en un banco de niebla. Una atmósfera irreal, fuera de este mundo. Me quedé pensando en lo que me dijo la chica que me estuvo paseando todo ese mes en Inglaterra. Tú sabías que J. R. R. Tolkien vivió aquí en Oxford y la comarca fictica The Shire son los alrededores de Oxford. Todo el mundo de El señor de los añillos es Oxford. Tolkien construyó ese mundo a partir de lo que él veía. Vuelvo a lo que tú decías. Aquí tenemos una prueba contundente de nuestra realidad se puede transformar gracias a la imaginación literaria en fantasía y en otros mundos. Podría ser esa imagen de que tú tienes el mundo real, por un lado; y junto a él, por otro, pasando ese telón aludido por Cortázar, pasas a ese otro mundo, que es el que más me interesa.


PREGUNTA: ¿EL REALISMO A SECAS NO LE GUSTA?

MONTIEL FIGUEIRAS: No. Te comentaba hace un rato lo que decía Daniel Sada, quien por desgracia falleció recientemente; falleció, ¿te acuerdas?, cuando yo estaba en Carolina del Norte; y me topé con una de las últimas entrevistas que le hicieron a Daniel; y le preguntaban justamente por esto, ¿no? ¿De dónde sacas las historias para tus libros? ¿De la realidad? Y Daniel decía que la realidad le parecía muy limitada. Yo necesito de las artes para ampliar mis horizontes, afirmaba Sada. La realidad como tal, y por extensión el realismo, me parecen muy limitados.

PREGUNTAS: ¿Y ESTARÁ DE ACUERDO QUE ES UNO DE LOS RASGOS DOMINANTES DE LA LITERATURA MEXICANA?

MONTIEL FIGUEIRAS: Sí, y del que estoy muy alejado.

PREGUNTA: ¿POR QUÉ?

MONTIEL FIGUEIRAS: Es una ejercicio de círculos que se abren y se cierran. Ya lo decía Octavio Paz, la vanguardias siempre van a ser retaguardias. Ahora estamos regresando, obviamente por la situación política y social tan convulsa que se vive en México, a una suerte de realismo que nos remite a la narrativa de la revolución. Siempre hemos estado muy cercanamente al realismo. Sin embargo, ha habido escritores raros, que son los que me interesan, como Francisco Tario y Pedro F. Miret, estos raros que han optado por un camino más tangencial y oblicuo, no apegados al realismo.

PREGUNTA: ENTONCES, DEDUZCO QUE NO LE INTERESAN LAS NARCO-NOVELAS.


MONTIEL FIGUEIRAS: No me parece nada relevante. Perdón que lo diga de manera tajante, descabezándome a todos, amigos y colegas que escriben sobre esa temática que no me interesa en lo absoluto.

PREGUNTA: ¿POR QUÉ?

MONTIEL FIGUEIRAS: Con lo que se lee a diario en la prensa, en la Red, los análisis, reportajes, creo que es suficiente. Las novelas sobre el narco son prescindibles. Me parece una pérdida de tiempo, literariamente hablando. Me parece que es importante que se escriba de eso, que es distinto. El buen periodismo que tenemos en México cumple esa función. En buena medida el boom de las narco-novelas se deben a exigencias meramente mercantiles. Como es lo que se está viviendo, como es lo que gente ve, es lo que la gente quiere consumir. Las editoriales están lucrando en buena medida con esta tragedia, de infierno y barbarie que está metido México desde algunos años a la fecha.

PREGUNTA: NUEVAMENTE, LE PROPONGO OTRO GIRO: ¿QUÉ AUTORES O AUTORAS LE INTERESAN EN EL CONTEXTO DE LAS LETRAS MEXICANAS?

MONTIEL FIGUEIRAS: Me interesan muchísimos. Curiosamente, dos que voy a mencionar tienen mucho que ver con el realismo. El primero es Sergio González Rodríguez. Me gusta mucho su faceta periodística. Aquí está la parte realista. Sus novelas parten de cierta realidad, pero siempre tiene este vuelo fantástico hacia otros mundos paralelos. De González Rodríguez admiro su capacidad anfibia, de estar metido en varios géneros, y hacerlo muy bien. El siguiente es Guillermo Fadanalli, un ejemplo del escritor realista puro y duro. Su realismo sucio es autobiográfico, muy personal, que como lector es lo que me interesa.

PREGUNTA: ¿SE PODRÍA DECIR UN REALISMO AUTODESTRUCTIVO EL DE FADANELLI?


MONTIEL FIGUEIRAS: Sí, se podría. Y también inmisericorde consigo mismo, en lo que toca al autoescarnio. Elemento que me parece fundamental porque es de lo que carece el realismo. Puede haber escarnio del otro, de la sociedad, pero no de uno mismo. Pienso en otros dos escritores: David Toscana. También es un escritor realista. Y Juan Villoro. Como González Rodrígue, Villoro explora muchos géneros, y todos los trabaja muy bien, como la crónica, el ensayo, el cuento y la novela.

PREGUNTA: ¿QUÉ PUNTOS DE CONTACTO ENCUENTRA ENTRE LAS PRODUCCIONES LIBRESCAS DEL RESTO DE LATINOAMÉRICA Y LAS DE MÉXICO?

MONTIEL FIGUEIRAS: En cuanto a la proliferación de escritores jóvenes, que obedece a la gran cantidad de ofertas editoriales existentes (las que celebro), pero que tendrían que ser más autocríticos con lo que publican, porque vemos una inundación de novelas en las mesas de novedades, bastantes cojas muchas de ellas. En cuanto a temáticas podría ser este regreso al realismo, ¿por qué no?, pensando en autores chilenos, argentinos, peruanos y colombianos que están narrando asuntos comunes.

PREGUNTA:

LAS

LECTURAS

DE

PIGLIA

O

AIRA

PODRÍAN

ESPEJEAR

OTRAS

REALIDADES

LATINOAMERICANAS COMUNES O AFINES, ¿ESTARÍA DE ACUERDO?, VINCULADAS CON LA MEMORIA, LA RECONSTRUCCIÓN DE LA MISMA, CRISIS ECONÓMICAS RECURRENTES, DICTADURAS MILITARES Y PARTIDISTAS…

MONTIEL FIGUEIRAS: Me gusta que cites a estos dos autores argentinos, quienes junto con Saer, forman el tridente más importante después de Borges. Tres autores esenciales para entender la evolución de la literatura latinoamericana, y no sólo argentina, en los últimos cuarenta años. Estoy pensando qué tanto nos ha afectado, o nos afectó, la lectura del boom latinoamericano: Fuentes, García Márquez, Vargas Llosa, Donoso.

PREGUNTA: ¿TIENE USTED DEUDAS ESTÉTICAS CON VARGAS LLOSA Y FUENTES?


MONTIEL FIGUEIRAS: No, precisamente porque son autores muy cercanos al fresco social y político de un época determinada de la cual hablábamos hace poco. Esa parte no me interesa. Pero sí el Vargas Llosa más autobiográfico de sus primeros libros. Pero sí el Fuentes fantástico. Curiosamente, la revista Squire acaba de pedirme una nota sobre una novela de Carlos Fuentes.

PREGUNTA: ¿LOS EDITORES DE SQUIERE SUGIRIERON LA NOVELA?

MONTIEL FIGUEIRAS: No, yo elegí Aura, una novela fabulosa y superior a las que después Fuentes publicaría. Aura posee un vigor asombroso que carecen sus novelas posteriores. No me siento en deuda ni con Fuentes ni con Vargas Llosa, un poco con García Márquez por el tema del realismo mágico y por la manera de tomar de vivencias personales, como Macondo, que él las eleva a un nivel literario supremo. Del realismo mágico detesto el subproducto, que es lo peor que le pudo haber pasado a García Márquez, tener una cantidad incalculable de émulos, exégetas y seguidores, pero él no tiene la culpa.

PREGUNTA: ¿CÓMO NEGOCIA EN SU FACETA COMO ESCRITOR LOS CAMBIOS DE REGISTRO QUE EXIGE CADA GÉNERO: LA POESÍA, EL ENSAYO, LA NOVELA…?

MONTIEL FIGUEIRAS: Me aburro fácilmente con lo que escribo. Y no es falsa modestia. Quiero decir, me entusiasmo con lo que escribo, pero de la misma manera que soy muy inquieto como lector, lo soy también como escritor. No me gusta concebir un único camino. De allí mi afán de indagar en varios géneros. Creo que las preocupaciones literarias y personales está en todo lo que he practicado tanto en poesía, como en narrativa, en ensayo, como en reseñas críticas.


PREGUNTA: ¿CÓMO LOGRA USTED DOMINAR LOS IMPULSOS IMPLACABLES QUE EXIGE LA CRÍTICA?

MONTIEL FIGUEIRAS: Sigo el siguiente dictum: no escribo de lo que no me gusta. Por esto, podrían decir: entonces no eres crítico. Crítico ergo eres un francotirador, alguien que despedaza textos. No. El crítico es alguien que explora un texto y ofrece una lectura al lector. Critico libros que me entusiasman. No es mi idea, no recuerdo al autor que decía que le parecía un gasto de energía innecesaria concentrarse para destruir textos, en lugar de transmitir el goce de la lectura y no el disgusto por leer.

PREGUNTA: A SU JUICIO, ¿CÓMO CALIFICARÍA LA CRÍTICA LITERARIA EN MÉXICO?

MONTIEL FIGUEIRAS: Tenemos muy buenos críticos, pero creo que está pasando por un periodo regular. El que está a la cabeza es Christopher Domínguez Michael, sin lugar a dudas. Es el más informado. Hay críticos jóvenes como Rafael Lemus, Eduardo Huchín y Geney Beltrá Félix, muy activos, que son los que están forjando la nueva crítica. Sin embargo, está pasando una cosa poco peligrosa respecto de la crítica.

PREGUNTA: ¿EN QUÉ SENTIDO?

MONTIEL FIGUEIRAS: Se está confundiendo el crítico con el reseñista. Lo que se está viendo en publicaciones periódicas es gente hablando bien o mal de sus amigos o enemigos. Leo reseñas sin crítica. Se ve mucho a partir de este boom de las redes sociales y de los blog. Me gusta esta democratización, pero pensando en la crítica


sólo leemos reseñas, es más, no son reseñas sino simples recomendaciones mutuas. Esto vicia y daña el espíritu objetivo de la crítica.

PREGUNTA: ¿QUÉ DIFERENCIA HAY ENTRE UNA RESEÑA Y UN TEXTO CRÍTICO?

MONTIEL FIGUEIRAS: La reseña te habla de qué trata el libro. Como la reseña de cine, de qué trata la película. Es más superficial. La crítica va más allá, explora el texto para sacar a la luz, o intentarlo, elementos que formulan la posibilidad de un juicio o una evaluación. La reseña es horizontal y la crítica es vertical.

PREGUNTA: ¿CUÁNDO SABE USTED SI UN LIBRO ES ORGÁNICA Y ESTÉTICAMENTE MAL LOGRADO?

MONTIEL FIGUEIRAS: Es una pregunta muy difícil porque depende del juicio personal, cada persona que le preguntas te va a dar una respuesta distinta. Puedo decirte que el libro de fulanito me parece malo, y otra persona decirte que le parece aceptable. De acuerdo a mi experiencia como lector, y va a resultar muy abstracto lo que voy a decir, cuando un libro o un texto está bien logrado me hace mantener el interés durante toda la lectura. No me detengo, ni me distraigo. No bobeo en otras cosas. El mundo de mi alrededor se borra. Suena muy romántico, o como experiencia infantil, pero es la experiencia que me quedó de lector-niño, entrar a un mundo por un número indeterminado de horas. Eso es para mí saber que un libro o un texto está bien logrado.

PREGUNTA: ¿RECUERDA ALGÚN MAL LIBRO QUE HAYA LEÍDO RECIÉN?

MONTIEL FIGUEIRAS: (RISAS). Precisamente, algunas narco-novelas. No las terminé de leer. Cuando un libro me parece mal logrado, no termino de leerlo


porque hay muchísimos libros por leer. Caray, voy a voltear la pregunta. Trato de no leer libros malos.

PREGUNTA: ¿QUÉ RADAR USA PARA DETECTARLOS?

MONTIEL FIGUEIRAS: El autor es la garantía y el punto de referencia. El boca a boca, la lectura de notas críticas en distintos medios me orientan también. Puede que sea erróneo, parto del supuesto, y a él me ciño, de evitar en la medida de lo posible: leer un libro que traiga un aparato mediático detrás. Que traten de lanzar al autor como la nueva promesa, entonces evito ese libro como la plaga. Evito todos los premios, el Planeta, el Alfaguara, porque sé que detrás hay más un afán mercantil que un afán literario. Habiendo tanta literatura por leer, y no sólo contemporánea, pensemos en los clásicos, la lista es abrumadora.

PREGUNTA: ¿CÓMO ORIENTA SUS LECTURAS?

MONTIEL FIGUEIRAS: Trato de equilibrar ambas. También depende del proyecto que esté escribiendo en ese momento. Por ejemplo, es el proyecto que llevo concentrado más de un año, en Twetter, me ha llevado a leer sobre mitos de los siglos XVI, XVII y XVIII. Para la cuarta y última parte de la serie, que ya la haré directamente para el libro, estoy leyendo simbología y mitología de dragones.

PREGUNTA: ACABO DE VER DRAGONES EN LA SERIE “JUEGO DE TRONOS”.


MONTIEL FIGUEIRAS: Bueno, en mi caso no habrá dragones voladores, pero está la idea del símbolo del dragón que se me vino a la mente ahora que estuve en Londres. Esto habla de mi manera de trabajar. W. G. Sebald, un autor que es muy importante para mí, y que olvidé mencionar, y es un faro para mí, decía que su método de trabajo era similar al de un perro. Un perro en el campo olisquea. Se detiene en un lugar, luego en otro. Me paro en distintas zonas que me interesan después explorar y conjuntarlas en un texto. Además de mis pesquisas caninas, y para aterrizar tu pregunta, diría que me gusta estar leyendo literatura contemporánea porque es parte de mi modus vivendi, pero también me gusta tener un pie en el pasado.

PREGUNTA: PODRÍA LEER A TUCIDIDES Y A QUIGNARD CASI SIMULTÁNEAMENTE.

MONTIEL FIGUEIRAS: Ahora leo una biografía de Rubens, que son todas las intrigas diplomáticas del siglo XVII, y al mismo tiempo leo una novela policiaca de John Conolly, un autor irlandés admirable. Puedo pasar del siglo XVII a la búsqueda de un infanticida en Maine, contemporáneo. Me gusta manejar estos mundos tan distintos. PREGUNTA: YA QUE MENCIONÓ A SEBALD, ¿QUÉ OPINA DEL JUEGO DEL YO QUE ÉL EXPERIMENTA EN SUS NOVELAS?

MONTIEL FIGUEIRAS: Nunca vamos a saber si ese yo era Sebald. Tal vez sea un dispositivo literario que él inventó, pese a que nos ponga pruebas: un pasaporte, un ticket de restaurante veneciano. Nadie nos garantiza que ese yo sea Sebald. Ese es uno de los grandes hallazgos de Sebald en la novela contemporánea, ese yo nervioso e inquieto, incierto y movedizo, que se inventó para narrar sus libros. PREGUNTA: SEBALD FUE COMO COETZEE PROFESOR DE LITERATURA.


MONTIEL FIGUEIRAS: Mencionas otro de mis autores preferidos. Coetzee tiene estrategias narrativas similares a las de Sebald. Si Sebald inventó un yo nervioso, Coetzee inventó un él que es un yo. Sebald vino a revolucionar los terrenos movedizos de la autobiografía, no sabes si a ciencia cierta es él, si todo lo que él dice le pasó realmente.

PREGUNTA: ¿QUÉ PROYECTO TRAE ENTRE MANOS AHORA?

MONTIEL FIGUEIRAS: El hombre de Tweed. El proyecto se lo propuse a un par de editoriales y estoy esperando respuesta. De entrada, voy a hacer lo siguiente, concluir la tercera parte, pero déjame que te explique el proyecto rápidamente: está integrado de cuatro partes, cada una corresponde a un espacio físico determinado, y una estación del año. Escribí verano y se titula El hombre de Tweed, la ciudad, y aunque ocurre en la periferia de la colonia Roma, donde vivo, no hay ninguna referencia a la ciudad de México. Sin decir nombres de calles o esquinas, pero todo ocurre en lugares que conozco muy bien. La segunda es verano, y ocurre en una isla mitológica. Se titula El hombre de Tweed, la isla. La tercera es otoño y ocurre en Venecia, se titula El hombre de Tweed, la epidemia. Se me ocurrió la idea de una


epidemia, influido por la lectura del Diario del año de la peste, de Daniel Defoe. Como lector he estado viviendo con el pie en otros siglos.

PREGUNTA: Ese libro de Defoe, arquitecto además de un isla que sigue vigente aún, es extraordinario; llegué a él tratando de paliar el efecto que me había causado la novela de Mario Bellatin: Salón de belleza.

MONTIEL FIGUEIRAS: Todo el personaje que Defoe se inventó no es él. Es decir, no es autobiográfico, se lo adjudica a un tío suyo. Por cuestión de años, nunca estuvo Defoe ahí. No lo atestigua. Mientras leí este libro, pensé en el tema de la peste y también quería hacer algo con Venecia, porque es una ciudad que me marcó mucho. Además, Venecia es una ciudad que ha tolerado muchas epidemias y pestes. Estaba leyendo también a Stendhal, y se me cruzó este síndrome Stendhal, la belleza extrema, y me pregunté: ¿por qué no una epidemia de belleza?

PREGUNTA: ESTOY PENSANDO EN EL NARRADOR DEL DIARIO DE LA PESTE Y EL HOMBRE DE TWEED, PORQUE JUSTIFICA DANDO LAS CIFRAS DE LOS MUERTOS PARA QUE SEAN ÚTILES PARA LOS LECTORES.

MONTIEL FIGUEIRAS: Es un narrador que siempre está advirtiendo. Otra cosa importantísima que caí en la cuenta después de haber leído el libro y un par de textos críticos alusivos a él. El año de la peste es un sermón para convencer a la gente de los peligros que puede traer una peste mortífera, prevenir a la gente y no repetir los errores del pasado. Ya tengo la idea para la cuarta parte, tentativamente la he titulado El hombre de Tweed, la tempestad, relacionada con la idea apocalíptica que ha venido diseminándose a lo largo de la serie, que juega con la simbología de los dragones, porque descubrí en una exhibición de arte japonés en Londres que los


dragones están asociados a la lluvia, cuando siempre se le ha vinculado este animal mitológico con el fuego. La bestia que auguraba tempestades.

ANTONIO: ¿CUÁLES FUERON SON MIS PRIMERAS LECTURAS? MONTIEL FIGUEIRAS: Aprendí a leer, en buena medida, gracias a mi madre, quien siempre fue una lectora voraz, sobre todo, de novela policiaca. Leía básicamente a Agatha Christie. Mis primeros contactos con la lectura fueron, curiosamente, con el género policiaco, cuando yo tenía entre 8 y 9 años. Mi madre hacía una selección de las novelas para un niño de mi edad, y me las daba a leer. Las primeras lecturas fueron las que hizo todo niño de mi generación: las obras de Stevenson, Julio Verne, de Amicis. Digamos que mi lectura adulta fue con Agatha Christie. Y es curioso porque años después, mi madre, al leer mis textos, me preguntaría por mi gusto por los crímenes y el lado oculto del ser humano. Escribo sobre


eso porque tú tienes la culpa, desde muy chico me diste a leer novelas policiacas, de crímenes, le respondería. Me marcó mucho; sigo leyendo novelas de ese género porque me gusta ese afán por descubrir un misterio y resolver un enigma.

ANTONIO: ¿CÓMO FUE LA TRANSICIÓN A LA ESCRITURA? MONTIEL FIGUEIRAS: Tengo muy fresco ese recuerdo. El primer texto que yo escribí fue un relato en homenaje a las novelas Agatha Christie, cuando yo tenía 9 años. Me da un poco de vergüenza recordar el título de ese relato, protagonizado por un detective que ya existía (Ellery Queen), no creación de Christie sino de Erle Stanley Gardner. Tomé la figura de Ellery Queen para hacer mi texto, que era un cuento policiaco. Es la historia de un secuestro, resuelto por el detective Ellery Queen. Empecé escribiendo copias o parodias, malas, obviamente, inocentes, de las novelas que yo estaba leyendo en ese entonces. En ese momento empecé a inmiscuirme más con la escritura. Para mí la experiencia de leer y escribir, como creen muchos escritores, van de la mano. Yo no puedo deslindar una cosa de la otra. Yo siempre he dicho que para ser un buen escritor, primero, antes que nada, hay que ser un buen lector. Si uno no lee mucho y bien, no puedes escribir. Es parte de la formación del escritor. La lectura antes que nada.

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PREGUNTA: ¿CÓMO ES SU LUGAR DE TRABAJO? ACABO DE LEER EN UN LIBRO DE ISHMAEL KADARÉ QUE EN EL SUYO SÓLO HAY UN VENTANUCO, MEDIA DOCENA DE LIBROS, UNA MESA Y UNA SILLA. MONTIEL FIGUEIRAS: Vivo en un caos de libros. Ahora recuerdo una foto de José Emilio Pacheco, tomada por Rogelio Cuéllar, en la que aparece sepultado de libros, con un rostro de agobio metafísico. No llego a esos extremos, pero vivo en un departamento que es una biblioteca.

PREGUNTA: ¿A QUÉ HORA LEE, A QUÉ HORA ESCRIBE? MONTIEL FIGUEIRAS: Esta serie narrativa El hombre de Tweed me obliga a pasar mucho tiempo en la Red. Además, tengo una columna diaria en otro tweeter, donde escribo con un seudónimo sobre arte. De 4 a 5 de la tarde tengo que enviar tweeds sobre arte, espero las respuestas de los lectores como parte de la dinámica de interlocución; esto me obliga a estar más tiempo en la Red. Alterno la escrituraInternet con la escritura personal, y la lectura, de manera indistinta. No tengo horario. Cuando fumaba, sólo podía escribir por las tardes. Una cosa completamente ridícula. Creo que escribo mejor por las tardes, me siento menos atontado, especialmente entre las 4 y 9 de la noche. Antes de la Era Tewteer, sería mañana lectura, tarde escritura.

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