RAFAEL COURTOISIE: La perpetua construcción de la palabra Una mirada panorámica de su obra poética
Matías Mateus
Abarcar la obra poética de Rafael Courtoisie está lejos de ser una tarea menuda, tomando en cuenta que tiene más de una veintena de libros publicados, durante cuatro décadas de prolífica construcción poética. El objetivo concreto de estas páginas es realizar una mirada panorámica de su obra, destacar los elementos más relevantes de sus poemarios y desmenuzar su coherente proyecto literario.
El inicio y su contexto
Rafael Courtoisie, poeta, narrador, ensayista, periodista cultural, docente y varios etcéteras más, irrumpe en la escena literaria uruguaya en el año 1977 con Contrabando de auroras. Publica por primera vez durante tiempos nefastos para todo el continente; eran años oscuros y fríos en que el terrorismo de Estado asolaba al país cuando Courtoisie da el puntapié inicial de su obra poética. Por el 77 vivíamos los años más crudos de la tiranía, y un joven insolente, estudiante de química, que no llegaba a los 20 años de edad, toma la bandera de la poesía al igual que otros autores de su generación: La generación de la resistencia, para debutar pisando fuerte en el terreno poético. Lo hace desde el propio título, un título muy significativo tomando en cuenta el contexto en que estaba sumergido el país. Su voz se instaló para siempre en un pequeño sitio enclavado al sur, entre dos gigantes, y se propagó por todo el mundo. Courtoisie es hijo de una tierra que no se cansó de parir poetas, un país que fue habitado por grandísimos autores como Juan Zorrilla de San Martín (hoy en día nuestro homenajeado ocupa el sillón que lleva el poeta de
la patria en la Academia Nacional de Letras), país de una rica tradición poética, ya nombré a JZdSM, pero podemos destacar a modo de columna vertebral a otros autores de la talla de Julio Herrera y Reissig, Delmira Agustini, Ma. Eugenia Vaz Ferreira, Juana de Ibarbourou, Idea Vilariño, Ida Vitale, Mario Benedetti, Washington Benavides, Jorge Arbeleche, Marosa Di Giorgio, entre muchos otros. El jovenzuelo que era nuestro poeta allá por el 77 y que aún es (porque en Uruguay de acuerdo con las estadistas demográficas, uno es muy joven con menos 60 años) enciende con sus auroras “pasadas de contrabando” un faro, un candil en la tiniebla que supuso la dictadura militar de Uruguay. Ese contrabando de auroras, ese pasaje ilegal de Palabras, se inmiscuía en un país al que pretendieron silenciar los seres más despreciables que habitaron suelo uruguayo. Otros exponentes de La generación de la resistencia como Elder Silva, Luis Bravo, Silvia Guerra, Roberto Genta, Aldo Mazzucheli, durante esos años construyeron con la palabra dentro del territorio, al igual que otros actores de la cultura, lo hicieron con valentía y responsabilidad; durante esa década gris introdujeron de contrabando, auroras como símbolo de esperanza, dotándola de un nuevo sentido sin dejar de respetar el corpus poético tradicional de un país rico en materia lírica. Cuatro años después de la edición de su primer poemario, publica Tiro de gracia (Feria Nacional de Libros y Grabados, 1981); un año después Tarea con el sello de Arca. Ya en democracia aparece Orden de cosas (Arca, 1986) y Trobar Clus (1987). Durante los ochenta la voz de RC se consolida en el universo local, comienza a trazar un nuevo rumbo en el decir poético que se disemina como un virus por toda el habla hispana.
Los noventa: la confirmación y consolidación
En el año 90 publica Cambio de estado (Arca) y hace su primera incursión en narrativa con el libro de cuentos El mar interior (Ediciones de la Banda Oriental). En esta nueva aparición poética el Dr. Wilfredo Penco destacó que con Cambio de estado RC “alcanza su mayoría de edad literaria” y agrega “en CE se produjo un salto de tal índole que lo llevó a encontrar el espacio adecuado y necesario donde profundizar sus investigaciones y dar giro al anverso y reverso de la urdimbre hasta entonces gestada”.1 Este libro compuesto por textos breves escritos en prosa, posee soltura, fluidez, el autor nunca deja de lado el decir poético a la hora de abordar los diferentes temas que lo componen. De forma concatenada presenta, crea y (re)crea figuras y mitos como: La mujer barbuda, La mujer sin cabeza, El pianista sordo, El hacedor de epitafios o el ciego que cría cuervos, entre otros personajes fabulosos. Propone diferentes ideas y figuras poéticas para hacerlas chocar contra el oxímoron, dejando en el consciente del lector el pálpito de una reflexión aguda. Ejemplo en “La Fiera”: Un rebaño de lobos acechados por un único, terrible cordero. Es visible en este libro el recurso de la cita histórica, la alusión a hechos reconocibles, para reinventarlos e interpelarlos al mismo tiempo. En el texto “Instrucciones para leer ceniza” el poeta dice: Entre las páginas perdidas de Alejandría se quemó esta, después en “La quema de libros”: El segundo incendio de la Biblioteca de Alejandría dejó, en los rescoldos, entre
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Puerta de entrada al laberinto. Dr. Wilfredo Penco. Palabras de la noche. Antología poética de Rafael
Courtoisie. Caracas, Monte Ávila, 2006.
la chamusquina de papiros sueltos, algunos fragmentos: “la piedad de un incendio apaga las voces de los muertos”. Es imposible no reconocer al hombre de ciencia que es y habita al poeta, recordemos que RC es formado química, profesión que nunca ejerció, aunque sus conocimientos de la materia fueron volcados continuamente al torrente poético. El científico no se impone, por el contrario vive en completa armonía con el vate y esta singular cualidad es una constante en toda su obra poética, en la La levedad de las piedras, poema con el que cierra el libro es muestra de ello: La contracción sucede al desplazamiento. Una a otra. Separa de su lugar corrupción pura, pudrirse el exacto del vacío. La falta de un imán atrae la ausencia de hierro hacia su sitio. O el dejar caer una cosa para que regrese su falta hasta la mano. Y la palabra, anfibia.
Con Textura (Premio Internacional de Poesía PLURAL, México, 1991) y publicado en Uruguay (Ediciones de la Banda Oriental, 1994), RC confirma el salto cualitativo dado en Cambio de estado, y consolida un decir nuevo y fresco dentro de la literatura uruguaya. No solo en poesía, ya que el mismo año en que obtiene el primer premio otorgado por la revista Plural, publica El mar rojo, segundo libro de cuentos y en 1995 concluye la trilogía con El mar de la tranquilidad, reeditados en 2012 bajo el título de Los mares (Editorial HUM). En Textura, RC continúa afirmándose en su decir poético o quizás en su no-decir, indaga en ese lugar inexplorado en donde la palabra se inmiscuye, la recorre y exaspera a la verdad. Al igual que en Cambio de estado siguen presentes el oxímoron, como en “Maduración de una campana”: Enterrar una campana para que el bronce críe ojos… al acercar la cabeza al suelo, sobre ella, se escucha cuando el metal tose. La ironía recrudece, ejemplo de esto es en
“Saga del Cíclope” o en “Salmodia del imbécil”, texto que guarda una estrecha relación con la saga de los bobos de Cambio de estado. Textura inicia el libro con “Una recompensa en Babilonia” y termina con “La primavera de Praga”, aludiendo nuevamente al episodio histórico o mitológico como “Saga del Cíclope” o “La guerra de los cien años”, siempre fiel a su decir fresco, manipulando el lenguaje con la precisión de un cirujano, afirmando el bisturí en la sustancia ontológica, por sobre la cáscara que rodea el objeto del poema. El último poema de Textura dice: Era lo mismo. Combas flores de hielo en la entrepierna, agujas lerdas, podridas de gozar lo destrozado. Los lanceros jóvenes crecían fracturados, con el hueso rabial sustituido. Duró poco. Los jefes, con las tripas de vidrio, los oficiales, se volvían objetos de poesía pura: moluscos de la historia, mayordomos. El poeta argentino Juan Gelman, quien presidiera el jurado del Premio de la Revista Plural, hace un juicio de valor sobre la obra del maestro: “La poesía de RC es el intento –afortunado y exacto– de mostrar el envés de la palabra, ese vacío lleno de rostros que tiemblan en los claros silencios”.2
Cruzando la cintura de la década del noventa, RC es la voz poética viva más resonante de Uruguay y de las más importantes de América Latina, revalida esa condición con Estado sólido, obra con la que obtuvo el VIII Premio de la Fundación Loewe (Visor Libros, 1996).
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Juan Gelman. Presidente del jurado del Premio Internacional de Poesía Plural. México, 1991.
El jurado de dicho concurso estuvo presidido por Octavio Paz, quien afirmó respecto al poemario: “En la obra de RC se destaca la gran precisión y a la vez una sorprendente libertad en el manejo del lenguaje”.3 Si con Cambio de estado RC hacía un salto cualitativo en su obra poética, con Estado sólido lo reafirma y profundiza. En esta obra el poeta se presenta en plena simbiosis con el hombre de ciencia que es, la estrecha relación con la química, las matemáticas e incluso con la biología lo pone en manifiesto en su goce con la palabra. Desde principio a fin del poemario el objeto de creación se desdobla de forma binaria, la estructura poética surca con fluidez entre los intersticios del lenguaje, al tiempo que la materia, la sustancia, unidos al juego que propone con el vocabulario termina siendo objeto de transformación. Es un “tire y afloje” permanente, la contradicción se vuelve una constante y nos desafía a refutarla: La derrota es una piedra, en cuyo centro está la posibilidad de vencer; o en “Inestable”: Un hombre se disuelve en su agua corporal como un terrón de sueño. No es sólido ni líquido y su vapor se esparce y pierde, a la larga, en actos y palabras. Momentáneamente sólido, momentáneamente erguido, un hombre es un grumo. La idea de la solidez versus la mutación o la levedad sobrevuelan todo el libro, y la dureza, la aparente estabilidad queda expuesta a la “Resistencia de los materiales”: La debilidad pone su huevo en todo, nos dice. Hacia el final, cuando se para sobre “La forma” y reflexiona: En la forma hay una pregunta sin contestación. El contenido, que podría ser el primer gesto, el primer paso hacia la respuesta, no es más que silencio condensado.
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Octavio Paz. Presidente del Jurado del VIII Premio Fundación Loewe. España, 1996.
Al dar vuelta a la página nos encontramos con “Y el fondo” y nos recuerda que: Cuando la forma empieza a declinar aparece el fondo. Sendos textos, como de costumbre en la obra del autor, nos deja varias preguntas repiqueteando en la punta de la lengua.
En la frontera del siglo pasado, en Caracas, Venezuela, el Grupo Editorial Clepsidra edita Umbría. El autor describe la idiosincrasia de un país “posible”, un orbe habitado por criaturas de toda índole, en donde la palabra es capaz de alterar la morfología de los humanos, de los animales, de todo orden. Umbría tiene carácter de novela en el sentido de su estructura, los personajes del libro: “N” el poeta, “Q” la lectora del poeta de Umbría, “Z”, “U”, “D”, los traductores, las criaturas, las mujeres, los crueles, etcétera, están sometidos a una radiografía en clave poética, obligándonos a pensar sobre este cosmos que parece tan palpable como ilusorio y tangible como surreal. Las aguas negras de Umbría son capaces de llevarse todo a su paso y no dejar rastro: Las Voces actúan sobre las cosas, tienen una incidencia directa a pesar de que el principio de causalidad está alterado… El jugo de Umbría es un sonido que oscurece. Tal como nos tiene acostumbrado RC reflexiona con ironía, la hoja afilada de la acidez de sus palabras tensan los músculos al tiempo que lo desgarran, ejemplo en “Q lee un poema”: Q lee un poema de N y escupe agua negra: el gobierno obliga a arrepentirse, a entretener la sangre y mascar grumos conversos. Pero una palabra del poema de N desprendida de la lectura de Q ya corre por sus venas, y por las venas del mundo. Cuando Q suda, al trabajar acarreando agua o amasando pan, la sustancia se descuelga en cada gota, en cada miga, y amarilla la victoria del poder. La colma de blandura y la derrota. Umbría es impredecible, compleja, rebelde, en donde el autor quizás le rinda un homenaje a uno de sus maestros, a Isidore Ducasse, el Conde de Lautréamont. Entre las moléculas de
agua oscura de este lugar, al amor pretende abrirse a empellones, pretende hacerlo de la mano de la causa de todo. La poesía: El epílogo de Umbría dice: La poesía termina por devorar la manzana de Umbría, su corazón de pulpa de basalto. Al fin, jugosa y trepida, se come la piedra.
Un nuevo Siglo entre Sordos y Caracoles
Courtoisie inaugura el siglo XXI con Música para sordos, poemario con el que obtuvo en el año 2002, en suelo chiapaneco, el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines. Este poemario, al igual que Umbría, guarda una estrecha relación –no en vano edita bajo el sello de Linardi y Risso Fronteras de Umbría–, libro en donde comparecen ambos poemarios. RC parte fundando un nuevo universo, pero en este caso no lo hace desde el lugar que pudo representar Umbría. En dicho libro podríamos afirmar perfectamente que era un país, un orbe determinado. En el caso de Música para sordos, la realidad se ve alterada, el orden de las cosas adquiere otro significado, desde el primer verso del poemario el autor nos deposita una vez más– en el equívoco y el oxímoron: Música para sordos. Peines para las piedras, ésta es la constante en las tres secciones en las que se divide el libro: Música para sordos, La canción del espejo y Tierra firme. La primera sección, que a su vez nombra al libro agrupa una serie de poemas breves, cimentados en la realidad que funda el poeta, realidad que se aparta de los patrones habituales, arrastrándonos a la paradoja otorgada por un nuevo sentido. En La canción del espejo el café, las naranjas, la cuchara, una copa de vino, un huevo, adquieren una nueva relación con el mundo al influjo de la palabra del poeta: La cuchara es la fruta más extraña del mundo. No se come, Sin embargo se lleva a la boca, tiene cáscara
y es como la ilusión, dura y violenta. En “Las naranjas” dice: Las naranjas son frescas, locas y frescas como el jugo del pensamiento. Como bien dice el poeta en otro verso al tiempo que nos hace guiño, que nos da una pista de lo que está ocurriendo en su creación: Lo que toca la poesía, resucita. Al final, en Tierra firme, describe la anatomía de un paso, o mejor dicho, la idea de ese paso, el eterno transcurrir entre que el pie se eleva y retorna al suelo. Al igual que en toda su obra, lo hace dejándonos la descalza certeza del apoyo al devolver la suela a la tierra.
A lo largo de la obra de RC pudimos identificar la estrecha relación entre la palabra poética y los elementos, la materia que compone el universo; la inconfundible vinculación entre la ciencia y la poesía, entre lo elemental y lo profundo, entre la superficie que componen las cosas y la sustancia intrínseca de los objetos. En Todo es poco (Pre-textos, Valencia, España, 2004) no es la excepción. Aquí, el objeto de la poesía –en apariencia– está en lo cotidiano, algunos de los textos se titulan: La silla, Media de mujer, El peine, El cepillo de dientas, Camisas. U acciones cotidianas como: Cortarse el pelo o cortarse las uñas. El autor analiza estos tópicos desde “adentro”, desde la zona intangible de cada uno de ellos: como el espacio de la media vacía sin su pierna, o las esperanzas que guardan las bolsas de plástico, esa esperanza que se pudre, pero el plástico permanece eterno. El poema “Cebolla” deja una pista para alcanzar la huella de Todo es poco: La poesía es un objeto que no se puede tocar, un cuerpo invisible dentro de otro cuerpo invisible dentro de otro. Y así sucesivamente… La poesía es una cebolla con alas… cada capa oculta una subsiguiente, cada pétalo translucido cubre otro pétalo interior y así para siempre… Quien intenta desnudarla se queda sin centro y sin nada, se queda sin cebolla. Y llora.
El poeta realiza un estudio topográfico del silencio de los objetos, se posa sobre el vacío para elaborar una poesía en el lugar en donde se invagina el lenguaje, para urdir en el lugar ausente y extraer el jugo de la palabra. En el año 2005 aparece en España, bajo el sello de Thule Ediciones, Amador, un poemario diferente a lo que nos tenía acostumbrado RC, sin perder su impronta característica y su hábil consciencia del lenguaje, el poeta en Amador, explora la arista erótica de la palabra. Su poesía no abandona en ningún momento el recorrido onírico que tan bien le sienta, por el contrario, lo profundiza en el ser amatorio, busca la esencia en su radiografía erótica. La palabra ingresa en la hendidura de “La Fría”, “La Ciega”, “La llena”, “La puta”, “La sed” palpa el nervio, se roza, percibe lo esencial en el tacto. En la permanente búsqueda de sensaciones la figura que ama entiende que “La Fría”: Al explorar la veta debe evitarse todo apresuramiento, la exhalación, la búsqueda del oro, afirma en “La Calma” que: El hombre piensa siempre, salvo cuando la mujer despierta. Entonces desarrolla la mujer un pensamiento mejor, lleno de luces. Amador no se mete a hurtadillas, no salta por la ventana y sale corriendo desnudo, no se vanagloria por la conquista; urde en lo intrínseco, no quita la cáscara para morder la pulpa, sino que investiga las propiedades del jugo y exalta el lenguaje en el beso.
En 2008, edita Poesía y caracol (Sibilia, Sevilla, España), este libro comienza con una cita del cubano José Lezama Lima: La poesía es un caracol nocturno en un rectángulo de agua, el ejercicio que propone el autor con Poesía y caracol es un viaje al centro mismo de la poesía, al núcleo, a la esencia, un giro tras otro dentro de sí mismo para, como él mismo dice explicar lo inexplicable y agrega si el caracol nocturno llega a alguna parte es solamente a su centro, a su boca metafísica, que es desde donde partió.
El poemario plantea una serie de paradojas, el autor propone ideas e imágenes, apelando a la sonoridad de la palabra en prosa: En “El cuento claro”: Antes las novias se casaban de blanco, sus largos vestidos parecían espuma. Las novias parecían gaviotas. Iban a volar, en cambio en “Lágrimas negras” dice: Todo es negro, profundo y misterioso. Tan profundo, misterioso y negro que el cuento no tiene fin. Es un pozo sin principio y sin fondo, un pozo oscuro y todo es tan negro, que ni siquiera la boca abierta para decir la palabra “pozo” brilla un poco al hablar. En este caso RC antepone ambos textos, los enfrenta y les da vida durante la construcción. En las seis partes que componen el texto “Apología de las ovejas y de las perlas negras”, la excepción es la regla, el discurso contra corriente, la ruptura y el desafío son puestos en manifiesto: defender la existencia de las ovejas negras y de las perlas irregulares es un deber moral, un imperativo supremo de la conciencia… gracias a estas ovejas negras, gracias a estas perlas de raza diferente, la humanidad se salva de las cadenas ciegas de la obediencia. Lo paradojal continúa presente a lo largo de las páginas “Los apedreadores de faroles”, “Los hombres flacos”, “Los hombres gordos”, “Los hombres fuertes”, “Los hombres lentos”, así también ocurre con el recorrido ontológico, como el caracol, RC profundiza en su centro y evita la carrera arrebatada de la liebre, en el texto “Paradoja griega” que retrata la alegoría de la tortuga y la liebre, el poeta dice: Entre dos estrellas o luces cualesquiera, la distancia más corta es el pensamiento, se pregunta si el pensamiento se mueve y al responder dice: Si se mueve lo hace a la manera de las tortugas: al desplazarse imita el gesto de las piedras. He aquí el secreto de las tortugas: ser como piedras, como piedras andantes, como mundos o planetas partidos al medio, morosos en la noche eterna.
La perpetua construcción de la palabra
En 2010 publica Tiranos temblad un poemario muy significativo, “Tiranos temblad” versa el himno uruguayo, escrito por Francisco Acuña de Figueroa. Este libro, además de los poemas de Tiranos temblad, reúne Poesía y caracol, Amador y Todo es poco, la edición que aparece en México obtiene el Premio José Lezama Lima de Casa de las Américas, Cuba, en el año 2013. El autor sentencia que: Todos los habitantes del país son tiranos, en ese país nadie escapa a este atributo, desde un pequeño niño de dos años que toma sus juguetes, los tortura y los hace sufrir con sus delicadas manitos, hasta el Autor de la Biblia un escriba a sueldo, tembleque, debilucho, un idiota que se relame con las escenas de violencia que abundan en las escrituras. No se salva el ciego que pide limosna y al que un borracho le arrebata el bastón para romper el farol que lo alumbra, así todos se parecerán a él; o la madre que hace lo propio con sus niños en brazos. La voz de Courtoisie lejos está de ser condescendiente, de caer en sentimentalismos y cursilería, es limpia, desafiante y al mismo tiempo noble. En “Tribulaciones de la jirafa” dice: No hay bufanda que alcance… salen muy caras las corbatas… yo no me inclino ante nadie… toco el cielo con la boca… desde arriba, la realidad tampoco es fácil.
Dos años después aparece Santa poesía (Yaugurú, Uruguay, 2012), libro con el que obtiene el Premio Bartolomé Hidalgo otorgado por la Cámara Uruguaya del Libro. Santa poesía comienza con un texto titulado “Jaculatoria”: Chiapas es una inmensidad/ que el poema no puede contener/. Ah, Grijalva, si me vieras/ morirías en mí, tu gallo/ cantaría
tres veces/ antes de agujerear la noche/. Ah, Grijalva/ si me vieras/ amanecería en mí/ la boca de tu agua/. Tengo sed, Mexcalapa/: dame palabras. Este poemario es un canto a la poesía, un ejercicio metapoético de principio a fin, un homenaje a sus padres poéticos. RC canoniza a la poesía, la convierte en santa y la venera, dice: Nuestra señora es brava/ de pocas palabras. La poesía habla poco/ y dice mucho. El autor ensalza las particularidades de la poesía y al mismo tiempo lee sus contraindicaciones. El autor reivindica el trabajo del poeta en “Derecho laboral” dice: tu trabajo es tocar la mierda y convertirla en oro. El poeta en su homilía, nombra, reconoce y agradece la existencia de Celan, Nicanor Parra, Pessoa, Bukowski, Dickinson, entre otros. En el poema “Traducir a Simic que tradujo a Vasko Poppa” afirma que: La poesía es una desnudez/ cubierta de palabras.
En el año 2014 edita en España con el sello de Visor Libros Parranda, poemario galardonado con el XIV Premio Casa de América de Poesía. Este libro presenta dos caras completamente disímiles: Parranda y Otra parranda, ambas secciones del libro son abordados desde ópticas opuestas, en la primera parte el vate se viste de gala para asistir a la celebración, la recorre, conspira para que la poesía sea el alma de la fiesta, haciendo uso del pleno goce de la vida y sus placeres. Hacia la segunda mitad, el autor ahonda sitios más lúgubres, se interna en lugares en donde la seriedad impera y el fulgor reinante de la primera mitad se ve teñido por un velo que en apariencia lo oscurece. De todos modos posee la virtud, a pesar de tocar zonas que generan angustia, de hacerlo sin internarse en las tinieblas, arrojando luz sobre los poemas menos felices de la parranda.
Tal como él propio autor dijo en una entrevista al ser premiado por el libro Parranda: Escribir siempre es un hecho feliz así sea sobre temas difíciles. El libro explora la alegría pero también zonas sombrías porque estas irremediablemente te pueden remitir a la luz. La soledad, la muerte, y la tristeza son integradas al ambiente de la fiesta.4 Esta pieza literaria continúa el derrotero que trazó RC, poeta que goza a lo largo de su obra una coherencia poética, un estilo identificable, pero al mismo tiempo sus libros mantienen la capacidad de sostenerse por sí solos, valerse como unidad, sin el respaldo del ejército que preparó en sus casi cuatro décadas de producción. Los que hemos tenido la suerte y la oportunidad de leer y escuchar al poeta, de compartir un café con él, sabemos que entiende a la poesía como una celebración, no solo lo manifiesta en la declaración citada, ni en el libro Parranda, sino que lo reivindica a lo largo de toda su trayectoria literaria y en su modo de vivir. La perpetua construcción con la palabra, el manejo del lenguaje, los tópicos que aborda, siempre lo hace con los pies en la tierra, pero sin perder el horizonte que representa la poesía en su vivir cotidiano. Estas palabras pretendieron acercarles la extensa obra de este poeta, en edificio en construcción permanente, pero fiel a su arquitectura. Aventurarse en la poesía de RC, la de sus primeros tiempos, la actual y la que vendrá, es motivo de celebración. Como él mismo dice al iniciar Parranda: “La fiesta ocurre en la sombra en la punta de la lengua
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Rafael Courtoisie:
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/11/11/actualidad/1415712410_133696.html
donde descalzos desnudos bajo la ropa llegan los cuerpos a tocarse las palabras�.
MatĂas Mateus Montevideo, julio 2016
Matías Mateus (Montevideo, 1985): Narrador y poeta. Publicó el poemario “Amores, desencuentros y pasiones” (2010) y las novelas “Paraíso y después” (2014) y “Una hora de eternidad” (2015). Antologó junto a Osmany Echeverría Velázquez “Distancias del agua: Narrativa cubana y uruguaya del SXXI” (2012). Participó en diversas antologías entre las que se destacan: “El Manto de Mi Virtud: poesía cubana y uruguaya del SXII” (2011) y “XIX encuentro internacional de poetas, Zamora, Michoacán” (2015, México). Obtuvo los premios: Narrativa joven de la Casa de los Escritores del Uruguay (2014) y VIII Concurso de Poesía Joven Pablo Neruda (2015). Entre las menciones que obtuvo se destacan el Premio Juan Carlos Onetti, categoría poesía (2014) y el Premio Gutemberg de Novela Joven (2015).
Montevideo, 22 de julio de 2016