Juan Carlos Abril (Los Villares, Jaén, España, 1974) es Doctor en Literatura Española por la Universidad de Granada donde trabaja como profesor. Ha residido durante varios años en Inglaterra, Francia, Italia, y Nicaragua. Ha impartido talleres de creación literaria, seminarios y conferencias en Centros Culturales de España México, Nicaragua, Guatemala, Honduras, y otras instituciones de Ecuador, República Dominicana, etc. Ha recibido numerosos premios literarios y ha publicado los libros de poemas Un intruso nos somete (1997), El laberinto azul (2001), y Crisis (2007), reunidos en 2013 en la editorial El Tucán de Virginia, de México, bajo el título Poesía (1997-2007). Recientemente ha publicado la antología Esperar es un camino en Costa Rica (2016). Ha preparado ediciones de autores como José Manuel Caballero Bonald (Material del deseo, La Otra, 2013), Francisco Brines (Jardín en la niebla, La Otra, 2015), Luis García Montero (Una lágrima extraña, La Otra, 2016), Antonio Deltoro, Fabio Morábito, Omar Lara, José Julio Cabanillas o Víctor Rodríguez Núñez, entre otros; las antologías Deshabitados (2008), Campos magnéticos. Veinte poetas españoles para el siglo XXI (La Otra, 2011), y coordinado el volumen Gramáticas del fragmento. Estudios sobre poesía española para el siglo XXI (2011). También ha traducido El instante después, de Massimo Gezzi; y, junto a Stéphanie Ameri, Las cenizas de Gramsci, de Pier Paolo Pasolini, Los Indomables, de Filippo Tommaso Marinetti, y La bohemia italiana, de Emilio Salgari, entre otros. Forma parte de numerosas antologías, entre las que destacan 10 menos 30. La ruptura interior en la «poesía de la experiencia», de Luis Antonio de Villena (1997), Yo es otro. Autorretratos de la nueva poesía, de Josep M. Rodríguez (2001), Veinticinco poetas españoles jóvenes (2003), Cima de olvido, de Rafael Alarcón Sierra (2006), o La inteligencia y el hacha (Un panorama de la Generación poética del 2000), de Luis Antonio de Villena (2010). También ha publicado crítica literaria y poemas en diversas revistas como Ínsula, Cuadernos Hispanoamericanos, Historia y Política, Rilce, Letras de Deusto, La Estafeta del Viento, Litoral, El Maquinista de la Generación, Sibila, Castilla, Analecta Malacitana, Clarín, o Campo de Agramante, entre otras. Destaca asimismo su volumen de ensayos Lecturas de oro. Un panorama de la poesía española (2014). Dirige la revista Paraíso.
1
POEMAS DE JUAN CARLOS ABRIL
PALIMPSESTO
De igual medida fuimos modelados con antenas y escamas para aceptar estos fragmentos de la belleza, hoy vulgar. Dime, ¿quién te obligaba a estudiar latín? La ciudad te hizo libre con sus blandos relieves, en la horquilla de un martes donde se alzaba la semana —enferma de pálido cristal tu piel— atravesándonos. Mientras dura este sueño nadie podrá escribirte estas palabras. ¡Atardecer en que te conocí! Octubre. Y aunque el riesgo me hiciera vulnerable, habría ya perdido la memoria si supiera olvidar: estas raíces aéreas cuelgan sobre amorcillos que desatan nudos, y se reduce a cero el paisaje del río. ¿Me has despreciado? Y la pregunta recorre por tus pies las emociones, se mecen en los ríos que hemos contemplado, simultáneos. Madre de las cloacas y vergeles, ¿se puede desear algo, una cosa, en el mismo momento en que es poseída? Desde la nebulosa sombra de tus labios, con su veneno en tu extraña unidad femenina, como un laúd entre las ondas que rebosan, 2
tu huella me ha reescrito de geografía, queja abstracta y breve duración: ¿fueron la juventud o tu belleza sólo una fuerza subversiva? ¿Acaso alguna vez la has dominado? Oh palimpsesto, historia azul de la primera vez: no has de decir que no. No has de decir que no cuando en tus ojos dobles la llama, esa cadena amarillenta, y los huesos a punto de volverse verdades sin hogar, ranuras que el viento roza y acaricia, correteando en la distancia, y nos acogerá en su urna.
3
UN MODERNO DRAGÓN mistery train SONIC YOUTH Nadie comprende la noche y nada puede atravesarla excepto tú con este poema entre las manos. Un tren es un dragón que grita en la oscuridad. Al deslizar su cola esparce chispas y perfora las sombras con su ojo amarillo. La tierra tiembla cuando pasa… Deja fragmentos o significados para quien tenga una inquietud y los recoja, deja constelaciones de ciudades en fuga: tu destino. Carácter es destino y una promesa íntima: no cambies. No sé de dónde vengo, tampoco dónde voy… pero ¿qué importa? Quien sienta miedo nunca entrará en la leyenda. Por eso vivo con el mito de la amistad atravesando la frontera de esta página. Y aunque hoy esté solo me conmueve el abrazo que me aguarda tras este largo viaje hacia el vacío. Da igual si no te esperan en un andén. Yo seguiré luchando por la amistad, como una máquina, a pesar de que el hombre, como un animal fabuloso, siempre muerda su propio límite, y la melancolía nos deje esta lágrima extraña 4
que llamamos historia. Tren misterioso por el camino de este poema. Tren misterioso hacia tu corazรณn.
5
LA NAVE NO VA
Has renunciado a la amistad y a su oscura provincia, porque no sirve lo que aprendes. También a la belleza, a la incapacidad de desprendernos del pasado, romper con nada, o abrir sendas para alguien. Cumplo cuanto me prometí a mí mismo. Llegó la hora de afilar los lápices. Años atrás, allá en el fondo, la gruta de los crédulos nos albergaba nadando entre monedas de oro. Entrábamos hipnotizados en la comodidad de los racimos. Y mientras por el coro se oían los murmullos, puse carteles convocando para el ensayo general. Andaba cerca —eso creías— la representación de El gran motín. Nuestro guía interior atravesaba la realidad, y su misterio de bambúes, ensimismado como un contorsionista a punto de partirse. Con quejas que carecen de pudor, cundieron las sombras, y parecía que no iban contigo. Algo anunciaba los primeros hielos. Pasábamos noches enteras hablando, de la luna emanaban amaneceres agrios. Tú que vienes del mar, ¿la tierra, tiembla? Había aparecido un sol negro 6
y era ya un síntoma: sus aledaños sin costumbre hasta que comenzamos a convivir con nuestra enfermedad. Presos desde el inicio, qué más da perlas o semillas, si no existen los valores más allá del humo que reverberan. Te saldrá una verruga por soñar demasiado. La vida, me decían, era simple, pero el complejo era yo, en la vanguardia de excursionistas con torpes pretensiones por entender la realidad: dulce pelusa, divino ombligo… ¡Ah falsos capitanes a babor! La máscara más cara que he llevado, multiplicó sus reglas y ya no pertenezco a aquel lugar, y ya no quiero ser de ningún otro. Deberías pensar más a menudo que fuiste el elegido, tú, el grumete.
7
DON DE LA INGENUIDAD
Cuando regreses a la ciudad verás las ilusiones que madrugan con sus acentos incapaces de desprenderse del pasado, que ignora lo mismo que nosotros. Tú ni siquiera sabes por qué vives, cómo es posible limitar la realidad de varias formas, si es tuyo este deseo en la utopía de los débiles, rebeldes, nunca hermosos. No dormirán las culpas hasta tarde y en su espiral el ruido con su dragón ajuglarado bisbiseará un nuevo día: Horarios imposibles, beata actividad. Contra ti mismo cuántas veces; cuántos modos conoces de hacerte daño. Ya no quedan violines y la melancolía de las fuentes posee menos memoria que sentido común. He de explicarlo casi todo. El tiempo, como un herpes, su sintaxis sin posibilidad. Irás pero no volverás. Este país tiene la pata herida. Yo quise destruirme fregando platos, dije lo que me apetecía. En los desfiladeros de mis eses, con el afán de principios de curso 8
superé mi propia rutina y eliminé lo que no soportabas. Unos dicen que ha muerto, otros que nunca morirá. Aún así te convences con poco. Colono de una lengua que hoy sigues recordando, quiero reírme de esas largas genealogías mientras diseño aquí mi casa: encinas y palmeras, tamarindos, palabras con descuento e insistencia: es tu virtud. Y otro episodio dentro de ese vacío infantiloide que debes aceptar intermitente, la descripción de un personaje con flexibilidad: ser puente o río.
9