Leonardo Martínez, homenaje.

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Una cigarra suspendida en una jaula Despedida del poeta argentino Leonardo Martínez

Silvia Castro

“Nada de música antes, durante, después de la incineración. Ni siquiera una cigarra suspendida en una jaula. Si entre los asistentes alguno empieza a llorar o llega a sonarse, todos sentirán desazón y la desazón será más grande por no estar disfrazada por la música. Me disculpo ante quienes me sobrevivan por la desazón en que los habré colocado, pero prefiero esa molestia a la música.

Ningún rito será observado. Ningún canto se elevará. Ninguna palabra será pronunciada. Nada de reproducción electrónica de lo que sea o de quien sea. Nada de abrazos, de gallos sofocados, de religión, de moral. Ni siquiera los gestos usuales. Se me habrá dicho adiós si se ha callado.” Pascal Quignard ("El odio a la música")

Le regalé a Leonardo Martínez El Odio a la Música de Pascal Quignard este último otoño, una tarde en la que tomamos el té en su casa. Leo encontraba en este pensador francés una fuente constante de belleza del pensar. Hablamos mucho esa tarde sobre la belleza, como tantas tardes en las que nos reunió la belleza de los hombres, de los poemas y de la música, pasiones comunes a ambos. Ser hospitalario, su corazón era un hotel cinco estrellas. Y nadie se sentía turista en ese hotel. Una enorme cantidad de poetas de todas las regiones del país y de otras latitudes


hicieron arraigo en ese corazón sin límites, nacido en la intemperie, pero criado en el amor de quienes supieron darle cuidado y cobijo -su “hábitat primero”, como él lo llamaba-. Todos se sienten amigos íntimos de Leonardo. Nadie miente ni exagera, así fue. Con generosa humildad, siempre tuvo tiempo y disponibilidad para la escucha y lectura de nuevas voces poéticas, más allá de su procedencia o notoriedad. Siempre se halló en él el aliento y estímulo necesarios. Leyó frente a todos los públicos imaginables, de toda edad, formación o interés, de diverso linaje poético, de distintas latitudes nacionales, regionales e internacionales. Según Epicuro la sensación es la base de todo el conocimiento, y no se me ocurre un solo poeta de la región que se haya acercado más a esta máxima que Leonardo. Toda su escritura y su vida partieron de una disposición sensorial sin parangones. Recuerdo un largo paseo que dimos por el Mercado La Armonía de Santiago del Estero, entre iguanas recién carneadas, tortugas vivas que esquivaban nuestro andar, jabones de jarilla, enormes canastos rebosantes de condimentos, hierbas medicinales, frascos con jaleas de llamativos colores, voces de los vendedores que traían del monte sus productos, buscando al comprador ocioso. Los cinco sentidos del poeta alertas acompañaban el andar acompasado, la anécdota picante, el consejo oportuno, la receta infalible. El saber del hombre que crece entre sonidos, aromas y sabores singulares y puede distinguirlos como categorías gramaticales se hacía visible, pero también podía percibirse con el olfato, el gusto, el tacto, el oído. Ese dispositivo sensorial único respondía a los dictados de la razón como lo logra el temperamento entrenado por la música. A la disposición natural de todo poeta a atender al ritmo interior y exterior al componer, en Leonardo se sumaba el conocimiento del maestro de música que fue, durante años labor que le trajo el reconocimiento de muchos que hallaron en él un referente ineludible de calidad musical, artística y sobre todo, humana. Una cita frecuente de Leonardo en relación con su doble linaje era la anécdota en la que Debussy le dice a Mallarmé :- Maestro, le puse música a ‘’La siesta de un fauno’’. A lo que, sorprendido, responde Mallarmé : -¿Acaso no la tenía? Para Leonardo, la música y la poesía, en su origen, indiferenciadas, “ofrendas mágicas en el altar de lo desconocido”, compartían un elemento fundacional: “el ritmo, que es la mecánica del devenir. En el devenir hay ritmos, el sino es ritmo. Sin embargo, como elemento constitutivo de lo artístico, el ritmo es artificio. Pertenece a un orden distinto del


orden natural”. En un poema, el ritmo funciona sustentando al lenguaje, “ritmo y melodía laten en el fluir de la palabra poética. Ese latido puede, o no, ser acompasado, mensurado. No interesa.” Para este poeta la poesía no es el lenguaje, la poesía es el ritmo que se obstina dentro del lenguaje para hacerle decir otra cosa. Lo socava hasta llegar a ese altar primero del que todo surgió alguna vez, en el arte recién nacido. Cada poeta abre su ruta hacia ese origen, y vuelve con las ofrendas que el viaje dejó. Nunca el lenguaje está diciendo lo que el poeta cree que quiere decir, porque habla por la boca de los dioses. Algo oracular late en la poética de Leonardo y sostiene una vitalidad sin límites, una obra extensa y variada en la que el riesgo que se toma es constante, con la ligereza del niño travieso y la seriedad del héroe que atraviesa las pruebas más duras sin margen de error. Una cigarra suspendida en una jaula, eso era para él la poesía en el poema, y lo era también el poeta en su tiempo, ya aciago y difícil de afrontar, el del cambio político en su país. Un tiempo que se fue llevando amigos queridos (como Jorge Ariel Madrazo o Inés Manzano) con la crueldad del que elige al débil, que es también, el irreemplazable. Nos queda su palabra, su ruta a los oráculos, sus paisajes, voluptuosidades” y la memoria de una vida que en sus palabras fue un “piar de abismo”, “como si en la noche estuvieran encerradas todas las noches”. Sus cenizas descansan en Catamarca. Se fue sin grandes ceremonias, sin los gestos usuales. Si entre los lectores alguno empieza a llorar o llega a sonarse, todos sentirán desazón y la desazón será más grande por no estar cobijada por su música.

Biografía y poemas de Leonardo Martínez Leonardo Martínez nació en Catamarca en 1937. Egresado de la Escuela de Artes Musicales de la Universidad Nacional de Tucumán, ejerció la docencia en dicha institución y en el Colegio Sagrado Corazón. En 1980 regresa a Catamarca para dedicarse a tareas rurales en Tacana, localidad de las cerranías de Ancasti, hasta 1989. Martínez ha publicado Tacana o Los linajes del tiempo en 1989 (recibiendo la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores, en 1990), Ojo de brasa, (1991), El señor de Autigasta, (1994), y Asuntos de familia y otras imposturas (1997), Rápido pasaje (1999), Jaula viva (2004), Estricta ceniza (2005), Jardín volátil (2007), Las tierras naturales (2007), Los ojos


de lo fugaz (2010), El barro que sofoca (2013) Escribanía de vivos y muertos (2013) Historias guardadas (inédito, 2016) Ha recibido, entre otras, las siguientes distinciones: Mención Especial en Poesía, Producción 1992/1995, dentro del Régimen de Premios Nacionales, Primer Premio de Poesía, año 1996, en el concurso de la Fundación Carmen Gándara, y Primer Premio a la Producción Intelectual y artística de Catamarca, en 1994. Integra el poeta la monumental obra de recopilación de Monteleone, 200 años de Poesía Argentina. (Ediciones Alfaguara, Buenos Aires, 2010)

Tacana IV Alguien murió en 1810 pisando el filo de los nuevos tiempos Fue el Capitán Don Diego Cerró los ojos en su carne de tientos rodeado de rostros y objetos familiares mientras miraba de soslayo el arcón repleto sin soñar que espadas fraguas y puñales desplegarían un deslumbrador lienzo con degüellos matinales sangre fresca en un cielo de lanzas y campanas Asido al crucifijo el cuerpo hirviente de piojos invisibles rindió su alma repleta de miedo a un cerril camino de celestes yugulares del libro Tacana o los linajes del tiempo (1989, reeditado en 2014)

Patios de la Infancia

Los vastos patios de alegría


ahora tierra inundada de ahogos y temblores. Por los yertos jazmines se desliza la penumbra y otra edad lluvias risas rondan en el aire ensombrecido los abismos claros y las distancias se apagan lentamente arrastrando todas las mañanas.

Felipe Varela muriéndose en Nantoco Aquí estoy con la muerte apagándome los sueños callándome la vida Dejo una heredad de sombras y gritos comidos por los médanos un pañuelo para tapar mi rostro y sangre que vertí para fecundar mi tierra No debí luchar ni dar hijos ni enganchar amigos para la aventura Fue un sueño hacer la guerra una poesía el fusil


amor, el llanto y las heridas el hambre fue esperanza en las vigilias Las derrotas me dejaron solo A mis amigos los enterró el viento y los que sobreviven me olvidaron en sus infortunios No ganaron los otros Ellos también perdieron No lo saben Quizás solo lo sepan cuando se derrumbe el tiempo

del libro Ojo de Brasa (1991)

Mi padre heredó de viejo la casa y los alfalfares de mis abuelos. La casa estaba en ruinas puertas y ventanas tapiadas Las hormigas habían levantado grandes túmulos en los pisos Los techos filtraban el agua de las lluvias y por los huecos de las tejuelas rotas la luz caía en figuras cambiantes Mi herencia fue en otoño La iguana que tenía su cueva


en la sala de sillones sombríos empezaba a dormir su sueño de invierno Las comadrejas abandonaban el nido hecho en la maraña del clarín de guerra y en el patio sólo se oía la embestida del viento Los alfalfares ya eran montes de vegetación áspera y cerrada guarida secreta de habitantes de la casa Ahora la casa está vencida el tiempo clausurado

de El señor de Autigasta, (1994)

Todas ellas madres tías madrinas abuelas la multitud de primitas las hermanas que no tuve mis sobrinas del aire las novias de la fiebre la infinita servidumbre de mujeres todas ellas hilan y tejen y destejen trepan a trenes sin destino


y se alojan al borde de la madrugada en casas ruinosas donde miran pasar alborotos de la vida Cumplieron con los preceptos morales y también con los inmorales Vivieron de oraciones y novenas de comida de llanto de alegrías moribundas matizadas de sexo mezquino y subrepticio Están quietas junto a una pared de sombra condenadas a dejar pasar la vida a negarla ellas mis viejas diosas

de Asuntos de Familia y otras imposturas (1997)

Miro tu fotografía aquella en el Huayna Pichu Estás sonriente El leve aire de la cumbre desordena tus cabellos No logro fijar la fecha quizás sea la de una eternidad perdida Disimulando en los pliegues de un nunca callabas un adiós suerte de huesecillo jamás pronunciado Recién ahora me doy cuenta deambular por otros cielos meter las manos probar las heces lamer el ácido de una piel triste


entrar en su corriente eyacular dormir es dormir dentro de vos durmiendo

de Jaula Viva (2004)

SELVA Neurasténico es lo que soy Loco me dice La rabia acomete y la angustia es la dama de uñas afiladas que desgarra el vientre Me encierro en mis cuarto horas días enteros con las ampollas de morfina y la jeringa listas Pero no no soy Emilio Luis Raúl o Saturnino Ellos se inyectan y son felices El láudano también los ayuda y el ajenjo Salgo poco de mi dormitorio sólo para ir al excusado atravesando el patio Si la depresión es feroz un lavatorio suple la letrina El revólver de mirada glacial está a la vista en el velador Cuando me pongo bien soy amable y minucioso con los enfermos Tengo fama de médico acertado Así toleran lo que llaman mis extravagancias


En el fondo mis hermanos tienen razón Ellos viven el detalle de sus sentimientos o de sus torpes inclinaciones Por el contrario mi mundo es el de pasiones y apetitos enjaulados Aún así estoy criando un hijo Sufrirá el pobre en la aldea impiadosa Durante mi almuerzo mi padre calcado de estampas del siglo dieciocho me prohibió flirtear con Selva según él mujer pluma indigna de la tribu Bajé la cabeza y seguí sus órdenes como sigo las de mi madre que antes de morir me hizo jurar soltería Al tiempo descubro mi padre durante años frecuentó a la madre de Selva de mi Selva alta y morena de andar soberbio la del rodete como una gran corona antigua diosa magnífica generosa con su cuerpo nada santulona mi hermana Selva Después vino la soledad el aislamiento Selva que paseaba en automóvil Selva casada con don nadie peronista Selva que moría de parto Selva carne corrompida Selva en la memoria Selva ampolla de morfina Selva de ajenjo y láudano Selva revólver de vello frío Selva despiadada negándose la muerte


Selva de luz y de agonía Selva color selva de ojos selva de pubis selva Oigo su voz lejos Viene de un lugar incierto como de postal oriunda por el tiempo Abre la puerta Está ahí todo lo suyo Muestra el baúl sin cerrojo lleno de palabras la mesa lista para recibir al comensal la cama en espera de la muerte y su suave desnudez árida opaca junto a un teléfono absoluto

de Estricta Ceniza (2005)

Vuelta a la noche

Antes fue la noche Es hora de regresar a ella El bosque está en penumbra La arboleda guarda en su ramaje el vapor de todos los alientos y la grieta de donde emergimos se abre a la sombra del padre que cuida


En la hojarasca nos dejamos caer y con la oreja pegada a la tierra sentimos el largo latido de años que se esfuman

de Las tierras naturales (2007)

Las santitas

De tan humildes nadie les conocía el nombre Las llamaban las batateras Sin registro en medio de los vivos vestidas de frío y temblonas salían de los inviernos a la oración a vender batatas Las cosechaban en una tierrita junto al río y con el moro chuzo tirando del carrito cargado iban ofreciendo la mercadería centavos de pulpa dulce de la tierrita junto al río Un día murió la madre Por las encrucijadas las hijas


salieron a mendigar velas Mi hermano les llevó unas cuantas Dentro del rancho estaba la muerta tendida sobre la mesa y cañas huecas clavadas en el piso hacían de candeleros Por las paredes se colaba el zonda y los sollozos un mayar de gatos en la nochecita Ha pasado más de medio siglo y todavía me acuerdo no apareció el cura ni se acercó un vecino Las pobres hicieron un cajón de tablas Necesitaron muchas y muchos clavos y alambre para un cajón fuerte La enterraron un día crudo de luz indecisa Más a la tarde con su carrito y el moro chuzo partieron las hijas hacia las tinieblas al fondo del invierno


de Los ojos de lo fugaz ( 2010)

Ahora y siempre

La berlina de luto donde se llevaron a mis próceres estuvo durante años apoyada en el muro del cementerio Hoy es basura del olvido junto a los huesos de los míos y los terrones de amor que todos fuimos dando Pero mi padre es un dios hermoso y arrogante que anda por los caminos montando en un zaino caracoleando frontino y negro Mi padre es un dios bello y destronado que sigue reinando en un lugar distinto Mi padre es un dios-caballo de belfos dulces Qué camino desandará para volver conmigo En qué berlina vendrá para ser mi hijo Hay un sur ahora y un norte desde siempre Hay una berlina Un padre-dios-caballo y un punto cardenal que anula la rosa de los vientos El cuerpo de mi padre semeja una mezcla de futuro y luz en las leguas de su galope

de El barro que sofoca (2013)


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