12 PARÁBOLAS APÓCRIFAS
JUAN MANUEL ROCA
PARÁBOLA DEL REY SALOMÓN EN CARTAGENA DE INDIAS Cuando le pregunté quién era, Me dijo que el Rey Salomón. Quise saber quién deslizó su canto pagano En las hojas sagradas de la Biblia. El Rey prefirió, mientras miraba Tu paso de canoa, decir estos versos De los que soy amanuense: “He atravesado las dunas de los sueños Para llegar a tu jardín, Al trozo de noche que alberga tu cuerpo. Tus pezones son negras aceitunas, Botones de rosa a punto de aflorar”. Nazaria, muchacha de Chambacú, Esto dijo, al verte, El Cantor de los Cantores.
PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO A partir de una idea de Gide
Viene por los caminos Con la piel templada como un tambor. Se ha hecho hombre, Ha visto guerras y mortajas, El último animal de una especie en extinción. Habitan su memoria Grandes mesones y grandes catedrales. Sus padres lo reciben con los brazos abiertos Y una sopa de miradas y silencios. Ha vuelto por su hermano. Le cuenta que “Hay ciudades que alternan Mil noches en un día, Grandes navíos que suenan como trombones Cuando zarpan de los puertos Y se hacen a la mar”, Y lo incita a dejar la jaula de los padres. ¿Y el viento? El viento toca a la puerta de la casa Con su puño de herrero, Con sus gruesas manos de estibador.
PARÁBOLA DE JOB Y DE LOS PERROS RABIOSOS E INGLESES Job escucha en la BBC de Londres Que el Señor está implicado En la ingesta de vinos sin impuestos En las Bodas de Canaán, Y en la reventa De peces fuera de temporada. Escucha, en el cementerio de autos Donde espera un milagro, Un rock que cuenta la historia de una mujer Llamada María Magdalena, Apedreada en un poblado de Judea. La voz de Joe Cocker Hace levantar a Lázaro de su tumba Y se puede imaginar Al cantante invadido por la epilepsia del baile. Job escucha desde su muladar El paso de las sirenas policiales Y el aullido feroz de las ambulancias. Los que cruzan en sus autos Lo suponen un mendigo y aceleran su paso. Él escarba una montaña de desperdicios, Una gran cima de manubrios y de llantas. Lee un diario atrasado de Josafat Y espera la llegada de un ángel.
PARÁBOLA DE LAS ESTATUAS DE SAL En algunos parques y avenidas Se levantan estatuas de héroes Modeladas en sal. Los mendigos las raspan con cuchillas Para condimentar su sopa de lluvia, Así que hay muchas sin piernas ni brazos, Como recién llegadas de la guerra. Se hacen salones y bienales A propósito de tan espléndido arte Y recubren con lonas A los hombres blancos que habrán de develar. El visitante se llama Lot Y argumenta en los museos Sobre el arte efímero y las esculturas de sal. Viene de trasegar Ciudades en ruinas y palacios demolidos Donde se hacen agua los ángeles de hielo. El hombre traza parábolas Sobre caballos cincelados en yodo Y una estatuaria clásica bañada por el mar. Le resulta imposible no pensar En su desobediente mujer Cuando visita una Catedral con muros de sal A la que entra como a una catacumba. El Señor Lot se siente en casa, Titulan algunos diarios y revistas, Se muestra complacido de un país que olvida El lugar del que zarparon sus naufragios.
PARÁBOLA DEL FRATICIDA Se anuda una corbata de seda Para irse al burdel. Busca en los bajos fondos La droga del ángel que reparte paisajes en fuga Y una que otra ración de eternidad. A menudo acude a los cafetines De la Plaza de Bolívar, Se mezcla con tratantes de ganado Y comerciantes de esmeraldas, Con grandes señores de la guerra Y guardianes de tierras usurpadas. En la Calle de los Anticuarios Mira estampas del arcángel del silencio Y postales iluminadas del Paraíso. Se fugó de la Biblia, Se ha hecho ciudadano de un país Donde matar hermanos es asunto corriente. Se llama Caín Y brilla en las noches azules de la corte.
PARÁBOLA DE LAS SIETE PLAGAS Ahora verá el Faraón. Tendrá que atenerse A los oscuros y negros vaticinios. Ahora verán los que nos confinaron en Varsovia, Los que no vieron en el bigote de Hitler Una mosca que voló de un cementerio a su boca. Ahora verá el Faraón Que no quiso oír la voz de los Profetas, Las plagas llegarán en puntillas a su sueño. Llegarán como aquellos expedicionarios del Amazonas Que pasaron penurias y acechanzas Para darle a una flor el nombre de la Reina Victoria. Como esos colonos con piel de luna Que tajaban el aire bajo sus cascos de corcho, Llegará la primera de las plagas. De la radio saldrá ruido, únicamente ruido Y se acallará la voz de los Profetas. James Cotton, Nina Simone, Leonard Cohen Y hasta el mismo señor Bernstein Oirán sus canciones entre sirenas de fábricas Y anuncios de bombardeos, su música acompasada Con palanganas y barrotes de presidios, Un coro de tazones de estaño Golpeados por magrebíes inmigrantes. Los noticieros de la noche anunciarán La llegada de la peste patrocinada por Beneton, Los paisajes de smog pintados al carbón, La plaga de la patria y su bandera de langostas, Las visas para viajar a nuestro cuerpo, La nube de moscas que brota de los gramófonos, Los trigales sin hambre y el hambre sin trigal, El hambre que camina como un gato Sobre todos los tejados del mundo, Los paisajes de hielo Que gotean desde la patena del sol Y en las orillas del desierto que se expande, El vino convertido en agua y el agua en arena, El salario del miedo bajo el capuchón de la muerte. Ahora verá el Faraón. Tendrá que atenerse
A un Führer de opereta en los palcos de Broadway, A la orquesta del olvido Que ameniza los salones de la noche, A las vacas magras que pastan en los campos de golf. Ahora verá el Faraón.
PARÁBOLA DE CRISTO Judas apaga la radio y baja de su Cadillac Para besar a Jesús en la mejilla. En medio de las coristas que le piden al Señor Astillas de su guitarra, Judas truena sus dedos Y deja al pasar un aire de lavanda. 3 decenas de guardias de Wall Street Bajan de un camión 30 sacos de dólares Con una bandera de Oriente. El auto de Judas parte en dos el mar de la noche Y la tierra prometida. 2 centuriones vestidos con gabardina y borsalino Le imponen un par de esposas al Mesías Y lo trasladan a Washington. El Capitolio brilla acribillado de estrellas Como un pastel de aniversario. Los visitantes del Pentágono Tienen las narices blancas de polvo de los Andes Y las manos rojas de Lady Macbeth. Cae el precio del maná en la Bolsa de Valores Pero graznan cuervos en el azul de Palestina. Para Juan Gelman
PARÁBOLA CON DOS BRIBONES Y UN BANJO La noche Camina en las terrazas con pasos de baile, Con sigilo de ladrón. Al anarquista de Nazaret Que repartió panes y vino En una cena de adioses, Lo acompaña un cortejo de músicos de aldea, Una banda de doce peregrinos Que tocaba en las fiestas de su padre Y en las catacumbas del amanecer. Tocaban canciones de Galilea, Canciones de esclavos que entonaban /hossanas Y llamaban al baile a las muchachas de Israel. Un juez de Massachussets Lo acusa de terrorista, De robar una estación de gasolina Y de asaltar el porvenir. Afirman que embaucó a ciegos y leprosos Con raciones fraudulentas del Paraíso. Suena un banjo, un soul Y una voz untada de luna baja desde la terraza A las puertas de hierro del amanecer. Es una canción que habla De un cómico de la legua Que aprendió a caminar Sobre el agua vinosa del mar de Galilea. Crucificadle, crucificadle, Grita un mitin de tenderos en el puente de /Brooklyn O en los confines del mundo. Al lado del anarquista, De sus elocuentes parábolas con camellos /y agujas, Caminan dos hombres condenados: Un matón de poca monta de Chicago Y un relapso de Kansas Acusado de narcotizar a la noche en un burdel.
El convicto a su diestra Propone un asalto a mano armada al Paraíso. El de la siniestra dice llamarse Charlie Parker Y no temer a la muerte, Pero pide que le entreguen su saxo En los salones de baile del Edén. Es un trío de sombras Abandonadas en la alta noche del escarnio, En la noche que camina en las terrazas Con pasos de baile, con sigilo de ladrón.
PARÁBOLA DE VERÓNICA Noticias de última hora Cuentan que Cristo fue crucificado /en Wall Street. Lo hicieron Para vengar su gesto de ira Al expulsar del templo a los banqueros Y a las divas platinadas de Babilonia. Las marquesinas de los teatros Anunciaban con luces de mercurio La captura y el final del Mesías, Como se anuncia una ópera. Sangre y sudor de Cristo Tiñeron las nieves perpetuas /de Wall Street. Una mujer enjugó su rostro Que quedó impreso en un lienzo. La Xerox Busca con apremio sus servicios.
PARÁBOLA DEL CARPINTERO En adelante No hará cruces por encargo, Le murmura atribulado A un reportero del Sinaí. Se retira del oficio, Entierra su garlopa Bajo paladas de olvido. Tiene un poco de aserrín en su cabello, Huele a cedro herido, a resina derramada. Las cruces son signos de más Sobre signos de menos, Dice el sombrío carpintero Y piensa en el olivar Donde atraparon a su hijo. La cruz del buscapleitos y enemigo Del reino de este mundo Es fogoneada por la tormenta Y los rayos de magnesio de la Kodak. (Cruza un guardia de Pilatos Buscando el apóstol que lo niegue: Va en su Harley brillante y negra Como un ángel caído En un pozo de petróleo). A pesar de no ser estadista, De no saber de ofertas y demandas, José desconfía de la bonanza De los carpinteros de Beirut Que deben fabricar ataúdes En vez de camas o de barcas. Para Robinson Quintero Ossa, que conoce a los carpinteros de mi país
PARÁBOLA DEL TEMPLO Y LOS EXORCISTAS Más que una reventa de milagros, En el templo comerciaban Los objetos de un culto espurio Para acompañar la soledad de los muertos. Mármoles podridos. Jesús entró Como un ángel a un garito Y descargó su látigo En las espaldas dromedarias de los mercaderes. Azotó el agua del Hudson Que reflejaba el mercado de abalorios. Cayeron copones de hojalata de los anaqueles, Hisopos de plata, lágrimas de vidrio, Anuncios que invitaban a un crucero Por los casinos de la tierra prometida. Pero la piel de los comerciantes es dura, Templada y rocallosa. Por la noche regresaron Con trenes y barcos y camiones Y contenedores cargados de pieles y de encajes E hicieron de la usura su morada. Como no quieren que Cristo vuelva A latigar sus espaldas dromedarias, Los comerciantes se reúnen en el templo Y murmuran palabras sibilinas Que exorcizan su regreso.
PARÁBOLA DE BABEL Y DEL JAZZ Les hablaré de Babel. De la trabazón de las lenguas Cuando el vecino habla en nube Y su mujer lo hace en jaguar, De la algarabía de los pájaros Que empiezan a hablar En claro de luna o en lengua de rufián. Son una cantera inagotable Para los viejos lingüistas Las tierras baldías de Babel. En los vecindarios de la Torre Instalan grandes reflectores Y un sol de terracota Modula el esperanto del calor. Un hombre negro llamado Louis, Traído a estas tierras Desde las noches del Cotton Club, Toca la trompeta que compró En la amurallada ciudad de Jericó E inicia un jazz que despierta Al arcángel san Gabriel. Cuando sopla su instrumento, Una flor de cobre que aprieta sus labios, Se abren fisuras Al gran rascacielos de Babel Y todos, absolutamente todos, Los que murmuran en nube o en jaguar, La parvada de pájaros Que habla en claro de luna o en rufián, Se saludan en la lengua deseada. Roguemos, mortales, Que el trompetista no deje de tocar.