Poemas Jorge Ortega

Page 1

POEMAS DE JORGE ORTEGA

BEDUINOS

Cruzamos el umbral sin darnos cuenta hasta llegar al centro.

¿Qué sabíamos nosotros de fronteras?

Entramos al desierto como entrar en el agua,


como salir del agua y entrar de nuevo a lo seco.

“Pásele a lo barrido” —pensó uno de los dos.

Y sonreíste a la nada que se abría como un vasto paréntesis a la torpe sintaxis de nuestro paso confiado.

Ignoramos aún si estar dentro del círculo es estar en el centro o si el centro es el círculo.

La brisa que cabalga por tu frente nos libra de indagarlo.


TABLA DEL ROMÁNICO

Manchas es todo cuanto resta de aquel pasado espléndido y heroico, maderos de un naufragio inevitable confabulado por los elementos.

Cuerpos a la mitad, escenas truncas que en vez de dar razones del motivo —o de su época aciaga— estiran, al contrario, las preguntas; o más bien, difieren las respuestas que imploramos.

Dolmen de historia detenida. Losa que el paciente goteo de los reinos morosos horadó sin pausa.

¿Será acaso el retrato de nuestros gobernantes


el arte fragmentario del mañana; la pose de los amos de la industria rosada y regordeta como un pavo; las chicas del Playboy y las cariátides del cine y las telenovelas?

¿Será el año 2000 o 2100 la sala medieval del próximo milenio?

Sabemos de antemano el desenlace: pintura carcomida por la endemia del tiempo venidero.

Plastas de bondo.

Manchas.


PIEDRA QUE SANGRA

Alza la vista

y toca

con el tenue pincel de la pupila el ábside doliente.

La gravedad del peso lo templa y lo condena a la eterna quietud de las cosas sagradas, a la más alta forma del olvido que es aquello que no puede palparse.

Los arcos, las pilastras segregan su desgaste, la impasible y sinuosa oxidación de su entraña: hilos de herrumbre, larvas minerales enmohecidas con el resplandor que emanan las vidrieras al inflamarse el día.

Cuánta química arriba tejiendo firmamento. El árbol de las nupcias sigilosas


conspira en la materia y une sobre ti la punta de sus ramas como un gran candelabro.

Y tĂş que tanto desoyes o dejas escapar, que de tanto prescindes al ver siempre hacia enfrente o tratar de entender.


CUESTIÓN DE PERSPECTIVA

Tú no eres más sabio que el arbusto por estar de este lado, el arbusto que te mira sentado rumbo a lo imprevisible detrás de una ventana en movimiento.

Al margen del sendero que conduce a Roma —desde la desnudez de un promontorio— filma el arbusto el paso de las huestes, la rotación del mundo en sus aristas que se componen y se recomponen indefinidamente como la geometría de un caleidoscopio.

Todo ocurrirá frente a sus hojas sin necesidad de moverse. Las tribus, los inventos, las alianzas, la noticia del crucificado en un solar de nadie, por baldío.


Mientras te desmoronas barriendo los distritos o trajinando comarcas el arbusto examina, mudo y fijo, la fuga y el repliegue de quien se afana en hollar las veredas en busca de algún grial.

Sin pretenderlo ha registrado en sus ramas permeables la cátedra del orbe, y su follaje tímido almacena las confidencias de las caravanas, las cosas que los hombres se confían pero que el aire escucha y retransmite a los matojos donde se destila.

Tal vez la sugerencia que persigues duerma en la savia el sueño de los justos. Acércate y pregunta.


CAMINO FRANCÉS

Pan de hielo para el sediento desde primera hora.

Silba el frío en el campo devastado de en medio de la calle.

Ni un alma ni una hoja —que es lo mismo— ni el copo de nieve cruza, suena o se los ve caer en el abismo blanco.

No se oyen pasos en el tejado de los remordimientos.

No hay quien toque o abra la puerta si alguien llama,


no hay quien cuide a los ausentes o vele por los muertos.

El peregrino se arrima, aumenta de tama単o y vuelve a hacerse peque単o.

Al comulgar de su propia saliva preserva el fuego lento de todos sus deseos.


BOCA DE RIEGO

Además de lo demás que más no ha sido dicho.

Qué pudiera añadir este remedo de verso a la postulación de los enigmas,

qué esta rama rota al despertar sinfónico del bosque.

No hay contenido para la palabra en todo lo que existe. No hay ni siquiera lista de espera para el decir insólito.

No tengo qué ofrecerte.


Toma, si quieres, esta raĂ­z de acaso donde sĂ­ cabe, en cambio, una aguja;

este texto precario donde se curte el deseo, donde el deseo aguarda aunque sea

el punto final que lo libere.


BODEGÓN

Un halo de luz como una oblea en forma de trapecio.

Y adentro la penumbra y su marina de paños escarpados que son olas y telas como espuma.

La cama en revoltijo igual que un mar violento, por la tarde: veduta de sudarios negros, ocres.

Pero aquí es muy temprano —aunque tampoco hay quién.

Las rendijas filtran la mañana y el flujo de los autos da la hora primero que el reloj. Suena también la ducha en torno al faro íntimo de un ojo que viene de ultratumba.


Una añoranza cubre con su manto de hollín crepuscular la playa de los muebles, los acaso

indicios de un futuro detenido en la acera

lo mismo que el poema que no has escrito aún o no habrás de escribir.


VERSIONES ENCONTRADAS

Mancho el papel de sílabas y qué sé yo.

La noche se descubre en la tronera y qué sabe ella desde su desapego más cerca del jamás que del quizá del griego que en tinieblas y afanoso borda la misma tela del cálculo y la ciencia en su atiborrado gabinete.

Qué sabe el día siguiente del trébol que amanece sin noticia; o bien, de la retama que ayer no estaba aún entre nosotros.

Sucede la neblina, el resbaloso musgo de la cuesta, la humedad forestal que enerva a las luciérnagas, el molusco que transpira la gruta


sin que uno lo sepa, la no sembrada flor del precipicio.

Entra en materia una infusi贸n extra帽a. Y todo se pone en marcha o deja poseer por la deidad sin nombre.


OTRO ANIVERSARIO

El tiempo pasa sobre uno, sobre mí y nos va disminuyendo en cada ronda. Exhibe

más bien la pobreza de ese que soy en todos, los,

quienes le dan sentido al paso de cada uno, a cada paso.

A cada ronda somos aún más débiles más caries que sustancia, más erosión que cuerpo bajo el cincel del polvo.


Arruga, surco, grieta, estrĂ­a

son modos de llamar a Donde Hubo; reliquias de la forma, preludios de una desapariciĂłn.

Pero el guijarro insiste e inmola su corteza mientras discurre el siglo.

Su consistencia estĂĄ en su menoscabo.


NOCTURNO DEL ALBAICÍN

El agua es la sangre de la tierra —seguramente ya se ha dicho antes.

El agua es la sangre de la tierra y viaja desde lejos, por debajo, para surgir del centro de la piedra: hidrante mineral de las edades, profundo corazón.

Y viaja desde lejos o cerca para volcar su curso al pie de nuestra sed.

Mira el dorso del río tatuado con las hojas del castaño; míralo y queda curado, recobra la vista una vez más.

Oye la fuente allá, con su continuo


mon贸logo de dios que se desangra pero que nunca llega a doblegarse, sino por el contrario, que adiestra nuestro o铆do para el cantar del pozo.

Es medianoche y alguien sigue hablando entre las parras y la hiedra oscura.

Suave dicci贸n del agua que no cesa de transcurrir detr谩s de los postigos como una serenata primitiva.

Danos, oh numen, el punto de apoyo para sobrellevar este prodigio aunque no comprendamos su lenguaje.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.