Revueltas Fabio Jurado

Page 1

LITERATURA Y POLÍTICA EN LA OBRA DE JOSÉ REVUELTAS1 Fabio Jurado Valencia

Nace en el año de la primera guerra mundial (1914), en Durango, Durango, México. Muere en 1976, en el D.F. Perteneció a una familia de intelectuales y artistas de izquierda: Silvestre (1899-1940) es músico; Fermín (1903-1935) es pintor; y Rosaura (1920-1996) es actriz y bailarina. En el cuento “Lo que solo uno escucha” rinde homenaje a Silvestre, el hermano músico, del que dijera Octavio Paz que con la música “había encontrado el punto misterioso en que el arte y la vida se tocan y se comunican, (es) el nervio tenso de la creación.” (en Generaciones y semblanzas, Modernistas y Modernos).

En el volumen 12, de Los escritos políticos, ordenados por su hermana, José Revueltas declara: “Yo a la edad de quince años pensaba que haríamos la revolución en diez más. Ahora, a los cuarenta y cinco, todavía estoy esperando que algún día tengamos el partido del proletariado.” El poeta y ensayista mexicano, también de Durango, José Ángel Leyva, consignó en algunos de sus

Conferencia dictada el día 17 de diciembre de 2014, en el Centro Cultural Gabriel García Márquez, en Bogotá. 1


artículos sobre el autor de El Apando, este grafitti expuesro en un lugar de Ciudad Universitaria: “Ay José, cómo nos acordamos de ti en estas Revueltas”

LITERATURA Y POLÍTICA

La convergencia entre literatura y política es una constante en la Historia de la literatura mexicana. En el siglo XX se destacan tres escritores mexicanos que a la vez que sostienen una prolífica obra de ficción producen también ensayos y crónicas con pronunciamientos políticos sobre México y América Latina; son ellos: Paz, Fuentes y Revueltas. La política tiene presencia tanto en los discursos referenciales de sus ensayos y crónicas como en los discursos ficcionales de la poesía, el cuento y la novela. Entre estos tres escritores es José Revueltas quien más insiste en un proyecto político que se enhebra en los intersticios de la ficción y se abre de manera militante en gran parte de sus ensayos. Filosofía, literatura, pintura, retórica bíblica, historia y política son correlatos que hablan en las obras de José Revueltas, cuya voz interpela las coyunturas políticas de México y sus revoluciones. Siempre prendido de una actitud política de izquierda, que guiará toda su obra, José Revueltas cultivó la novela, el cuento, el teatro, el guión cinematográfico, la crónica, el reportaje y con intervalos el poema.

La disciplina y el pudor en el compromiso con la escritura, si por ello entendemos el pulimiento de una propuesta estética, proviene de la familia Revueltas: los dos hermanos artistas lo vinculan como militante del Partido Comunista Mexicano, en el año 1930, a la edad de 16 años y allí iniciará un proceso sostenido con la


escritura, asociada con las juventudes comunistas (militó hasta el año 1943, cuando fue expulsado del partido por su crítica al carácter burocrático y conciliador con los gobiernos mexicanos).

Entre un escritor militante y un escritor marxista-leninista independiente/crítico osciló el dilema de Revueltas; a nuestro parecer quiso ser las dos cosas pero no lo logró, porque un comunista crítico no cabe en la militancia guiada por el dogma, como en efecto lo mostrará en las dos novelas más representativas de la relación entre literatura y política: Los días terrenales (1949) y Los errores (1964). Dice al respecto Marco Antonio Campos que “la crítica más profunda a los comunistas mexicanos no la fundamentaron o retrataron los escritores burgueses sino un ex miembro del PCM” (2004: 76), que sin abandonar el ideario marxista-leninista interpeló a la ortodoxia del partido. Sin embargo, un espíritu de militancia latía en José Revueltas, lo que condujo a integrarse al grupo El Insurgente y su convergencia en el Partido Popular, de Vicente Lombardo Toledano. Escribirá aquellas dos novelas para buscar respuestas a los interrogantes que la militancia en el partido comunista le produjo; buscó pues el camino más expedito para esclarecer la complejidad de la organización partidista fundamentada en el leninismo-stalinismo; ese camino es la ficción novelesca. En una carta desde Perú dirigida a la ex esposa, en 1943, confiesa: “Los comunistas tal vez hayamos sido – o quizá lo continuemos siendo- una fracción equivocada del pueblo mexicano. Pero nuestra vehemencia hacia el bien y el hecho de que representemos una parte de la intuición apasionada, terrible, de México, nos hace ser una de las mejores entidades de su conciencia.” (Campos, 78)


En el tramo de 13 años persiste en sus idearios comunistas y se siente aislado; entonces reingresa al partido en 1956 y reniega de la obra (Los días terrenales) que suscitó enemistades con los dirigentes del partido; así lo declara al reingresar al partido:

Para un escritor –quienquiera que sea-, el escribir es siempre una continua búsqueda y una continua comprobación, en procura de acertar con sus materiales. Pero para un escritor que pretende conducirse como comunista el imperativo es más violento, más riguroso y la exigencia infinitamente mayor. No quiero entrar en consideraciones de detalle respecto a Los días terrenales, la novela que tan duramente me fue criticada por mis amigos y compañeros. La situación política de un escritor, sus dudas, sus vacilaciones, siempre estarán indisolublemente ligadas al carácter de su obra. Mis años de contradicciones políticas y de confusión, a partir de mi ausencia del partido, podrán explicarles, mejor que cualquier cosa, el porqué de las deformaciones teóricas, las inexactitudes y el cuadro de la vida, distorsionado y negativo, que pinto en Los días terrenales. Por otra parte, este libro es un libro muerto, porque nació muerto y yo me encargué, por lo demás, de conducirlo al cementerio. (México, 11 de febrero, 8 de marzo de 1955)


Hemos vuelto a leer Los días terrenales y lo que hay allí es poesía; cabe preguntarse qué fue lo que leyó Neruda, pues aun los pasajes sobre la militancia es ficción poética en esta novela; así comienza la novela:

En el principio había sido el Caos, más de pronto aquel lacerante sortilegio se disipó y la vida se hizo. La atroz vida humana. (…) En el principio había sido el Caos, antes del Hombre. Hasta que las voces se escucharon. (…) Entonces, como si lanzase pequeñas chispas invisibles desde alguna remota hoguera –el mismo breve y menudo estallar de los troncos lejanos al abrazo de un fuego igualmente lejano-, la noche produjo en uno y otro sitio, en uno y otro rincón de las tinieblas, un extraño rumor de misteriosas crepitaciones, herida aquí y allá por un viento de puñales, primero dulce y espaciadamente y después en un allegro cruel, imperioso y joven. (p. 9).

Revueltas persiste en su actitud auscultadora a la dirigencia y la orientación política del partido y renuncia de nuevo en 1960, para fundar la Liga Leninista Espartaco. En 1969 hace explícita su crítica a la Unión Soviética:

La imagen de la Unión Soviética se fue esclareciendo ante el mundo después del XX Congreso del PCUS, donde los propios dirigentes se vieron


en la necesidad de reconocer la existencia de un cúmulo atroz de anomalías, transgresiones a los principios del socialismo, injusticias y crímenes… (1985, t. 19: 154)

Neruda, como lo hiciera también con César Vallejo, censura la actitud crítica de Revueltas, frente al partido:

Acabo de leer un libro de José Revueltas. No quiero decir cómo se llama. Para algunos de los que aquí están, este apellido puede no tener significación. Para mí la tiene y muy grande. Es el nombre de una dinastía del pensamiento americano, es el nombre de una familia del pueblo que ha traducido en un alto lenguaje, en la pintura, en la literatura y en la música las victoriosas luchas de un pueblo. Y hoy, este nombre me trae, en las páginas de mi antiguo hermano en comunes ideales y combates, la más dolorosa decepción. Las páginas de su último libro no son suyas. Por las venas de aquel noble José Revueltas que conocí circula una sangre que no conozco. En ella se estanca el veneno de una época pasada, con un misticismo destructor que conduce a la nada y a la muerte. (en Campos, 83).

Pero en noviembre de 1968 Revueltas es detenido y encerrado en la cárcel de Lecumberri, por haber participado en el movimiento estudiantil que desembocó en la masacre de Tlatelolco. Entonces Neruda desde Chile dirige una carta a Díaz Ordaz, presidente de la República, abogando por la liberación de Revueltas, por lo que significa como escritor para América Latina.


La experiencia carcelaria constituye el material de una de las mejores novelas breves de Latinoamérica: El apando (1969-1978); la novela está dedicada, precisamente, a Pablo Neruda. Revueltas permaneció en la cárcel de Lecumberri, entre noviembre de 1968 y mayo de 1972. Estar en la cárcel para Revueltas es tener una beca del Estado: la concentración y la reflexión asociada con la lectura y la escritura es más llevadero en la cárcel que en el mundo alienado de afuera. La analogía y la paradoja sobre la condición humana se condensa en las eufonías de una sintaxis narrativa impecable, en El apando:

Monos, archimonos, estúpidos, viles e inocentes, con la inocencia de una puta de diez años de edad. Tan estúpidos como para no darse cuenta de que los presos eran ellos y no nadie más, con todo y sus madres y sus hijos y los padres de sus padres. Se sabían hechos para vigilar, espiar y mirar en su derredor, con el fin de que nadie pudiera salir de sus manos, ni de aquella ciudad y aquellas calles con rejas, estas barras multiplicadas por todas partes, estos rincones y su cara estúpida era nada más la forma de cierta nostalgia imprecisa acerca de otras facultades imposibles de ejercer por ellos, cierto tartamudeo del alma, los rostros de mico, en el fondo más bien tristes por una pérdida irreparable e ignorada, cubiertos de ojos de la cabeza a los pies, una malla de ojos por todo el cuerpo, un río de pupilas recorriéndoles cada parte, la nuca, el cuello, los brazos, el tórax, los güevos, decían y pensaban ellos que para comer y para que comieran en sus hogares, donde la familia de monos bailaba, chillaba… (pp. 13, 14)


“Los días terrenales” es el título con el que quiso Revueltas nombrar toda su obra; es un título emblemático que en efecto condensa los propósitos narrativos y las reflexiones de su obra ensayística en torno a la vida política de México. Una constante en su obra narrativa es la de una voz que también es la de un personaje y la de un espectador. Un halo de existencialismo, en la perspectiva de Camus, acompañan como una aureola a los protagonistas de las novelas. El existencialismo pretende romper con el espíritu religioso y resulta siendo profundamente religioso; Revueltas lo sabe y por eso se esfuerza por pagar los créditos intelectuales de esa gran obra literaria que es la biblia; innumerables enunciados tomados del Génesis transcurren en cuentos, novelas y en el puñado de poemas dispersos en revistas; reubicados estos enunciados en la ficción literaria acentúan su fuerza lírica e hiperbólica:

El paraíso perdido y Caín asesinando a Abel, mientras el mundo se sumía en las tinieblas y los ríos se formaban de todas las lágrimas haciendo al mar amargo, cubierto de sollozos. (Dios en la tierra, 80)

La respiración es angustiosa frente a lo que los personajes presencian: el mundo sórdido de las prostitutas, la doble moral de la policía y del ejército, de aquí (México) y el de allá (Estados Unidos), las niñas que limosnean, los compadres campesinos que se matan… Son los perfiles de Goya, porque la narrativa de Revueltas es profundamente iconográfica: son lienzos narrativos sobre la


condición humana, con la mirada del único ser que se desaliena: siempre el protagonista en cuentos y novelas.

No son metáforas lo que prevalece en el universo ficcional de Revueltas sino paradojas y oxímoron: la escisión inevitable entre la vida humana y la conciencia; nadie es coherente con lo que es y con lo que piensa, pero los protagonistas de cuentos y novelas luchan y sufren por lograrlo aunque la búsqueda conduzca al fracaso. En El luto humano leemos:

Y algo tan ilógico, tan descomunal, tan extraño, solo pudo ocurrírsele porque así era la tierra de este país: tierna, cruel, hostil, cálida, fría, acogedora, indiferente, mala, agria, pura. (p. 19)

En contra de la estética del realismo socialista propende por el realismo crítico; las mejores novelas y cuentos hacen parte del realismo crítico: desbordan la narrativa de tesis, como es la última parte de Los motivos de Caín, sin duda la novela con menos vuelo poético, referente para comprender la truculencia en un escritor maduro con el estilo de un principiante. El complejo de culpa o el deseo por pagar una deuda a sus camaradas lo condujo a la escritura de Los motivos de Caín (1957).

OBRAS NARRATIVAS:


Los muros del agua (19401940) El luto humano (1942) Dios en la tierra (1944) Los días terrenales (1949) En algún valle de lágrimas (1956) Los motivos de Caín (1957) Dormir en tierra (1960) Los errores (1964) El apando (1969) Material de los sueños (1974) Las cenizas (1981)

OBRA EN VERSO: El propósito ciego (publicación póstuma que recoge los poemas dispersos; 2014)

BILIOGRAFÍA MÍNIMA Campos, Marco A. “Los días terrenales y el escándalo de las izquierdas”. Literatura, Teoría, Historia, Crítica, No. 6 (2004). Dpto. de Literatura. Universidad Nacional de Colombia. Leyva, José Ángel. “Cuentos como del odio de Dios”. La Otra-Gaceta 48.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.