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Para una mirada irónica de Manuel Quintín Lame
“…hubiera sabido que sus compatriotas iban a interesarse por él un siglo más tarde desplegando ese mismo tipo de estupideces, no se habría sorprendido en absoluto porque toda su vida estuvo rodeado por un halo de indiferencia y olvido que le había condenado al silencio de un sueño”. (Orhan Pamuk. EL Libro Negro, Pág. 201. Alfaguara 1990).
Cero.
Cada idea es la idea de alguien, se sitúa en relación a una voz que es su portadora y a un horizonte hacia el cual apunta. De esta forma, en lugar de lo absoluto, se halla una multiplicidad de puntos de vista (como la voz de quien escribe y la voz de quienes se escribe), no se conocen entonces ni privilegios ni jerarquías 1. Además, ‘en nuestro mundo contemporáneo’, es imposible asumir una verdad absoluta, y uno debe contentarse con citar más que con hablar en nombre propio. La ironía (es así como llama Bajtín a ese modo de enunciación) es nuestra sabiduría, y ¿quién se atrevería hoy en día a proclamar verdades? Rechazar la ironía es escoger deliberadamente la